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todos somos débiles y todos somos fuertes. En el contexto de Pablo en Romanos 14, por su gracia en algunas áreas hemos alcanzado fortaleza, pero también reconocemos que en algunas áreas nos falta madurez y tenemos debilidad. Y muchas veces en las iglesias se pueden dar discusiones extendidas sobre opiniones y a veces no sabemos y nos cuesta reconocer en otros o en nosotros mismos quién es el que está en debilidad y quién es el que está en fortaleza. Y hoy trataremos de dar respuesta a esa pregunta. Romanos 14, versículos 10 al 12 dice, pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, porque escrito está, vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. de manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Oremos. Espíritu Santo de Dios, rogamos en esta mañana que por el poder de Tu Palabra y por Tu luz en nuestro corazón, nos ayudes a entender y nos transformes. Necesitamos contemplar a Cristo glorioso y sólo tú puedes abrir nuestros ojos. Ayúdanos, oh Dios, a contemplarle, a verle en su gloria, en su hermosura, en su santidad, a ver la riqueza y la belleza de nuestro Salvador y que al verle así podamos ser transformados desde nuestros afectos hasta el fruto de nuestras acciones. Glorifícate en tu iglesia, por Jesucristo. Amén y Amén. ¿Pero tú por qué juzgas a tu hermano? ¿O tú también por qué menosprecias a tu hermano? Aquí de nuevo Pablo está hablando con el débil y el fuerte. Continúa el diálogo, continúa la exhortación que ha venido trayendo ya desde hace varios versículos, desde el principio de hecho del capítulo 14. Y ahora entonces está hablando al hermano débil en primer lugar. Recuerden que es el hermano débil el que juzga y es el hermano fuerte el que menosprecia. Ha establecido Pablo ya esas características y le dice aquí al hermano débil, le dice, y recordemos, el débil es débil porque ve pecado donde no lo hay. Pero su corazón está en el lugar correcto. Recordemos, eso es importante. Lo que él está buscando es santidad, está buscando agradar a Dios, pero no lo está haciendo en los términos de Dios. Y hasta aquí no hay problema. Pablo no condena la debilidad del débil, pero sí condena el problema al que tiende el débil, que es juzgar. Eso sí lo condena. Y le dice que no debe hacer. Usualmente, el débil juzga al fuerte. El débil ve que el fuerte participa con libertad de muchas cosas que él, el débil, considera pecaminosas. No bíblicamente, sino porque es su opinión que las cree así. Y es curioso, porque el débil entonces, de alguna manera, considera débil al fuerte, si lo piensa. En alguna medida, a veces hasta llega a considerarlo inconverso, porque lleva una vida que según él, hace cosas que no debería hacer, porque son pecado, según él. Y Pablo no le da esa opción al débil, le dice, no, no debes juzgar, no debes juzgar. Y le dice, ¿no debes juzgar a quién? A tu hermano. Le está recordando, no, ese no es inconverso. No, ese es tu hermano en Cristo. Así que no debes ponerte por encima de él con una actitud de juicio y de crítica y de condenación con base en lo que, que si hace o no lo correcto a sus ojos, con base en el valor que le concede a las acciones del fuerte, con base en que si lo considera culpable o si lo considera incluso digno de castigo por lo que está practicando. Entonces, en primer lugar, le habla al débil en esos términos, pero inmediatamente pasa al fuerte y le dice, o tú también, ahora hablándole al fuerte, o tú también, y recordemos, el fuerte, ¿quién es? Es el que ha abrazado su libertad en Cristo. El fuerte es el que, en alguna medida, ha crecido en su entendimiento de la vida cristiana y ha entendido dónde está la lucha realmente. Esa es la fortaleza del fuerte. No pierde tiempo en tonterías, sino que procura luchar donde debe luchar. Pero el problema está en lo que sigue con respecto al fuerte. La debilidad del fuerte o el pecado del fuerte es menospreciar a su hermano. a su hermano débil y le dice ¿Por qué menosprecias a tu hermano? ¿Por qué miras desde arriba a tu hermano como si fueras superior a él? ¿Por qué lo consideras como menos? ¿Por qué lo consideras inferior? ¿Lo consideras sin valor? ¿Lo consideras indigno? ¿Lo consideras débil? Ese que pierde su tiempo en trivialidades, ese que no ha crecido, que no ha entendido, lo que necesita es acompañamiento, no menosprecio. Lo que necesita es enseñanza, lo que necesita es crecer y fortalecerse, pero él también es, le dice, tu hermano. Es tu hermano, no es un incrédulo, no es un pagano, es tu hermano. Necesita que lo acompañes. Y puede pasar que nos encontremos aún débil y aún fuerte discutiendo por opiniones. Puede pasar que nos demos cuenta de que incluso quizá nosotros estamos enfrascados en una discusión de opiniones. Y las opiniones difieren sobre algún tema, que no estamos hablando de pecado, pero difieren sobre algún tema. Y la pregunta con la que inicié y la recalco ahora es ¿cómo se puede saber? ¿Cuál es el débil y cuál es el fuerte? ¿Cómo sé yo si yo soy el débil o soy el fuerte en esta discusión? Pablo nos ayuda a ordenarnos con lo que dice a continuación. Todos, en última instancia, compareceremos ante Todos nos presentaremos ante Él. Nos acercaremos al Señor ante Su tribunal, ante Su asiento de juicio, donde se sienta el Juez, el Juez que es Cristo. Todos nos presentaremos ante Él. Todos tendremos que presentarnos delante de Cristo y ser juzgados por Él. Es decir, en última instancia lo que importa es la opinión de Cristo. No la opinión del débil o la opinión del fuerte, sino la opinión de Cristo. Lo que importa es lo que Cristo ha dictado como bueno o como malo. Eso es lo importante. Y por eso debemos recordar que todos nosotros seremos juzgados por Él. Y uno se puede preguntar, como cristiano, ¿cómo es eso? ¿Vamos a ser juzgados los cristianos? ¿No es cierto que ya no hay condenación para los que están en Cristo? Sí, correcto. Ese juicio al que se refiere Pablo aquí, y lo menciona también en primera y en segunda de Corintios, de hecho, no es un juicio de condenación, no es un juicio para determinar el destino eterno de los creyentes, sino un juicio para evaluación de nuestras obras. La Biblia es clara en que nuestras obras pasarán por un juicio. Pablo lo dice de nuevo en segunda de Corintios 5 días, dice, porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Y en primera de Corintios 3 del 12 al 15 nos plantea una imagen muy rica de este juicio de obras, dice, y si sobre este fundamento alguno edifica oro, plata, piedras preciosas, madera, heno o jarasca, la obra de cada uno será manifiesta, porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada, y la obra de cada uno, cual sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa, Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida. Si bien él mismo será salvo, noten que no es un juicio de condenación, no es un juicio de salvación. Dice, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. O sea, si nuestras obras han sido deficientes la mayoría de nuestra vida, Pablo está diciendo, va a pasar dejando los pelos en el alambre. Somos salvos por la obra de Cristo. pero nuestras obras pueden no pasar esa prueba final, ese juicio de Cristo. Entonces, esa evaluación final, en última instancia, es una evaluación de fidelidad, es si hemos sido buenos mayordomos, cómo hemos vivido nuestra vida cristiana. En términos de nuestros afectos y motivaciones, ¿cuáles han sido nuestras motivaciones? ¿Cómo se ha visto nuestro servicio a Dios y nuestro servicio al prójimo? ¿Hemos sido cristianos obedientes a la palabra de Cristo o desobedientes? ¿Hemos manifestado amor a Dios y amor a nuestro prójimo en nuestro andar cristiano? Y noten que Pablo dice cada uno. Este es un juicio individual. Cada uno de nosotros, de manera personal e individual, nos presentaremos ante Cristo. ¿Y por qué es individual? Porque Dios ha dado dones a cada uno de manera diferente y ha dado oportunidades a cada uno de manera diferente para servirle, para agradarle. Entonces, según lo que Dios nos dio y nos llamó a hacer, si hemos sido fieles o no. En ese sentido, seremos juzgados. Y el resultado, dice Pablo, será recompensas. Algunos recibirán recompensa. Y si no, el resultado será pérdida de recompensas, pero nunca pérdida de salvación. No es un tema de perder o ganar la salvación por obras. Es que vamos a tener recompensa Y en última instancia, hermanos, esa recompensa es Dios premiando su propia obra en nosotros. Dios premiando su gracia y su misericordia y su poder en la vida del creyente. Entonces yo pregunto, ¿cuánto quieren ustedes glorificar a Dios con sus recompensas en el día final? porque cuanto más recompensa recibamos de Cristo en ese juicio, más alabanza y gloria resultará para Él, no para nosotros, sino para Él, porque es Él el autor en última instancia de todo esto. Así que, volvamos a la pregunta, ¿cómo sé si soy débil o fuerte? Así sabemos. Cuando estudiamos la Palabra de Cristo, y nos vemos reflejados en ella y nos sometemos a ella y nos sometemos a sus mandatos y no a las opiniones y mandamientos de hombres. En esa medida vamos a reconocer si estamos siendo fuertes o débiles cuando nos enfocamos en lo que Cristo sí ha dicho, en lo que la palabra de Dios sí enseña. Y esto es muy importante para la iglesia también, para los pastores, maestros, ancianos, maestras de Escuela Dominical. Ellos nos enseñan. Nos enseñan para pasar de la debilidad a la fortaleza. Y nos enseñamos unos a otros y nos exhortamos unos a otros y nos acompañamos unos a otros en nuestra debilidad y nos animamos en nuestra fortaleza para crecer y avanzar en este sentido. y la labor del pastor y de los ancianos es clave, porque Dios nos ha puesto para edificar a la iglesia y para ayudarle a la iglesia, ¿a qué? a mirar cada vez más a Cristo, a apuntar a cada uno a Cristo, esa es mi misión desde el púlpito, apuntarnos a Cristo. Y aquí hay una advertencia solemne, Porque hay iglesias donde lamentablemente los débiles gobiernan y que Dios nos libre de llegar a ser una iglesia así. Donde es el débil el que está al frente dictando los mandamientos y las leyes. Y eso sí es peligroso. Es como poner a un niño en la casa presidencial. El pastor y maestro debe entender y abrazar su libertad en Cristo para poder cuidar de los débiles, para poder ayudarles a crecer, para poder apuntar a su rebaño a Cristo. Y cuando el Señor añada más ancianos, más pastores, más maestros a nuestra iglesia, cada uno deberá ser capaz de distinguir entre opinión Si es débil, va a poner su opinión al nivel de la escritura. Si es débil, va a cargar a las ovejas con reglas y contradicciones de hombres. Si es débil, en lugar de enfocarse en la lucha contra el pecado, va a luchar contra vestimentas, contra comidas, contra tecnologías, contra cortes de pelo, contra bebidas, contra música, contra películas. términos de lo que él cree que es bueno o de lo que él cree que es malo. A nivel individual no hay problema, no está mal que haya débiles en la iglesia y Pablo y Dios no condenan, la palabra de Dios no condena la presencia de débiles en la iglesia, es normal. Pero es un problema cuando el púlpito se convierte en el lugar desde donde gobiernan los débiles el púlpito se convierte en una afrenta a Cristo. Lamentablemente, ese es el cristianismo más popular. Ese es el cristianismo del que muchos de nosotros hemos salido, en el que muchos de nosotros nos hemos formado. Ahora, les decía que aquí hay maestros y maestras, padres y madres, abuelas, tíos, tías, y por supuesto yo mismo como pastor. Cuando un pequeño, física o espiritualmente, cuando un pequeño se nos acerque y nos pregunte ¿Esto es pecado? ¿Esto está mal? ¿Esto agrada a Dios? Más vale que tengamos respuestas informadas por la palabra de Cristo. no por gustos, no por opiniones personales, no por la cultura o la tradición cristiana que hemos heredado, no por reglas inventadas por una denominación donde los débiles están al mando, sino por el temor de Cristo. Porque escrito está, versículo 11, vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua confesará a Dios. Isaías 45, 23 y 24 es de donde se desprende esta cita. Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia y no será revocada. que a mí se doblará toda rodilla y jurará toda lengua. Y se dirá de mí, ciertamente, en Jehová está la justicia y la fuerza, en a Él vendrán, y todos los que contra Él se enardecen serán avergonzados. Vivo yo, dice Jehová, tan cierto como vivo yo, lo juro por mí mismo, que toda rodilla se doblará ante mí. Noten, que Pablo está de manera indirecta afirmando la Deidad de Cristo, porque dijo que ante Cristo compareceremos todos, y luego dice, citando a Isaías, dice el Señor Jehová, Cristo, ante mí se doblará toda rodilla. Todos se postrarán, todos se arrodillarán en adoración y servicio, porque Él es el Señor. Y toda lengua confesará a Dios. Toda persona, cada uno, confesará, alabará y dirá, éste es Dios. Él es verdaderamente Dios y reconocerá su autoridad y reconocerá que Él es el Rey y el Juez Supremo. Toda lengua y toda rodilla, o sea, toda persona, rendirá el honor debido a su nombre. En última instancia, toda la humanidad, pero en primer lugar, mis hermanos, Pablo está escribiendo a la Iglesia de Roma. En primer lugar, y en segundo lugar, por implicación nos está escribiendo a nosotros. O sea, que los creyentes somos el principio del cumplimiento de esta profecía. Nosotros somos los primeros en doblar rodilla ante el Señor. Nosotros somos los primeros en reconocer que Él es Rey y Juez. Nosotros somos los primeros en someternos a la Palabra de Cristo. ¿O debemos serlo? La Iglesia de Cristo es nuestro deber, es nuestro llamado de mostrar el Señorío de Cristo en nuestras vidas y cómo se ve realmente ese Señorío. Vencidos por la gracia de Dios, hemos doblado nuestras rodillas por gracia. Cristo gobierna su iglesia, pero ¿cómo la gobierna? De nuevo, a través de su Palabra. La única forma de crecer en nuestra cosmovisión bíblica realmente es que el Evangelio y sus implicaciones moren todo el tiempo en nuestras mentes y en nuestros corazones, en todas las áreas de nuestra vida. Debemos entender primero el efecto del pecado, Hemos hablado mucho de esto, cómo el pecado ha afectado nuestro conocimiento, nuestras relaciones interiores con Dios, con nuestro prójimo, con el mundo creado y nuestras acciones externas. Todo ha sido afectado por el pecado y ahora estamos enfrascados en esta lucha donde debemos esforzarnos por agradar a Dios, por honrar a Cristo en todas esas áreas, luchar con los efectos del pecado y reflejar el carácter de Cristo en nuestros pensamientos. en nuestras palabras, en nuestra forma de relacionarnos con los demás, en nuestras buenas obras, en nuestros actos de obediencia, en nuestra producción de cultura en este mundo. Esa es la lucha de verdad. Esa es la lucha de verdad. El pecado remanente la distorsiona y pone nuestro enfoque en otras cosas. y debemos fortalecernos en la Palabra para poder entender dónde está la lucha realmente. No hay otra forma de salir de la debilidad, no hay otra manera. Porque es la Palabra de Dios la que corrige nuestro pensamiento. Es la Palabra de Dios la que nos enseña los términos de nuestra relación con Dios y con nuestro prójimo y dirige nuestras acciones. En otras palabras, es la Palabra de Dios la que nos santifica. Vean la gravedad, si yo cambio lo que Cristo ha dicho por mis opiniones, estoy usurpando el lugar del Rey y Juez del Universo. En lugar de eso, debo someterme a Él. Y eso va para cada uno de nosotros. No elevemos nuestras opiniones al nivel de la Palabra de Dios, sino busquemos realmente lo que Dios dice y enfoquémonos en lo que Él enseña. Romanos 14, 12, para terminar, dice, de manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Cada uno de nosotros, de nuevo, individualmente, cada uno de nosotros tendrá que responder ante Dios. Cada uno de nosotros será llamado a cuentas por Dios y daremos cuentas de nosotros mismos. Cada uno de sí mismo, de lo que hizo y de lo que no hizo. Si realmente fuéramos conscientes de esa realidad, nuestras iglesias serían tan diferentes. En lugar de estar perdiendo tiempo en el largo del pelo y el largo de las enaguas, en lugar de estar perdiendo el tiempo en que si van o no van al cine, en lugar de estar perdiendo el tiempo en que música escuchan, nos enfocaríamos en lo que Dios llama pecado. y la santidad de la iglesia sería muy diferente, porque estaríamos hablando de fornicación, de impureza, de pasiones desordenadas, de malos deseos, de avaricia, de idolatría, de desobediencia, de ira, enojo, malicia, maledicencia, lenguaje soez, mentiras, sólo para mencionar unos cuantos. Pero muchas veces se pasan por alto todos esos pecados porque estamos más enfrascados en opiniones, La Iglesia se esforzaría por verdadera santidad si entendiera que en última instancia rendiremos cuentas a Dios. Compasión, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, perdón, amor, paz, gratitud, y nos ayudaríamos mutuamente a crecer en santidad. Sí, compareceremos ante el Tribunal de Cristo. Sí, todos rendiremos cuentas a Dios, cada uno por sí mismo. Pero, hermanos, el motor final de un crecimiento sano en santidad es entender que ese juicio será un juicio sin condenación. porque hubo uno que sufrió nuestra condenación. Hubo uno que enfrentó por nosotros el juicio que nos tocaba a nosotros, el juicio definitivo, el juicio del destino eterno. Lo enfrentó por nosotros y sufrió el castigo eterno que nosotros merecíamos. Y si entendiéramos verdaderamente por qué murió, entenderíamos verdaderamente cómo debemos vivir. Si entendiéramos lo terrible del pecado que lo llevó a la cruz, entenderíamos verdaderamente dónde está la lucha. Y lucharíamos mejor y más efectivamente contra el pecado en nosotros. Motivados por su gloria. Por una gratitud profunda por lo que ya hizo por nosotros. que lo que nos motive a buscar conocerle y nos motive a buscar agradarle, verdaderamente, hasta nuestro último aliento, sin perder más tiempo, luchando realmente la buena batalla, que sea su gloria, que sea su renombre y que sea su palabra. que Dios nos ayude. Oramos, Padre, cómo hemos tergiversado el mensaje del Evangelio y cómo hemos trastornado tu palabra y hemos usurpado tu lugar. Y nuestras iglesias y nuestro país y más allá de nuestras fronteras, las iglesias están llenas llenas de cristianos sujetos a tradiciones, a opiniones, a reglas humanas y no nos estamos enfocando en la santidad y en lo que tú realmente pides de nosotros y pasamos por alto el pecado y seguimos coqueteando con ideas perversas mientras peleamos por opiniones y trivialidades y gastamos tiempo, energía y recursos en luchas que en nuestras, en nuestra lucha contra el pecado, en cuanto a las pasiones de la carne, los deseos de la carne no tienen ningún valor. Ayúdanos, oh Dios, a reconocer dónde está la lucha realmente. Enséñanos a mirar a Cristo, a prestar atención a Su palabra, a crecer en una actitud de gratitud y de alabanza a Su nombre, y que motivados por Él, por Su obra, y por su carácter y por su gloria y por su renombre podamos andar firmes, luchando donde debemos luchar, peleando la buena batalla contra el pecado, contra el mundo y contra Satanás. Edifica a tu iglesia, santifica a tu iglesia, Por Jesucristo te lo pedimos. Amén. Amén.
Toda rodilla
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10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. 11 Porque escrito está:
Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
Y toda lengua confesará a Dios.
12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
讲道编号 | 52725119483614 |
期间 | 29:41 |
日期 | |
类别 | 周日 - 上午 |
圣经文本 | 使徒保羅與羅馬輩書 14:10-12 |
语言 | 西班牙语 |