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Desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Estamos con esta serie viendo sobre los roles de género bíblicos, la masculinidad bíblica, la feminidad bíblica. Y el objetivo que tenemos es realinear nuestro entendimiento de este tema a la palabra de Dios. Dejar a un lado las ideas preconcebidas, dejar a un lado el paquete que nos han vendido toda la vida en el mundo, para alinearnos a lo que Dios dice sobre este tema. Dios creó los géneros, Dios creó a los varones, a las mujeres, entonces Él es el que define qué es la masculinidad y qué es la femininidad. Señor, de nuevo muchas gracias por Por poner estas cosas tan claras en Tu Palabra, Señor, muchos hemos pasado años confundidos respecto a algunos de estos temas. Reconocemos, Señor, que hemos fallado, que no hemos buscado la guía que Tu Palabra ofrece, que aún muchas de estas cosas tal vez las conocíamos y no las hemos obedecido y no las hemos aplicado correctamente a nuestras vidas. Señor, sabemos que en este mundo lleno de lleno de hombres que no son lo que tú quieres que sean. Desesperadamente necesitamos hombres dispuestos a obedecer tu palabra, dispuestos a sacrificar, dispuestos y deseosos de ser formados a la imagen y semejanza de Cristo. Te pedimos, Señor, que tú obres en nosotros, que nos ayudes a poner todo esto por obra, que no sea algo que entre por un oído y salga por el otro, Y para las mujeres que nos acompañan, Señor, hermanas y mujeres que vienen a este estudio, te pedimos que las ayudes con esta serie a poder identificar hombres verdaderamente según tu corazón, como lo fue David y como lo han sido muchos hombres que tú has formado y disciplinado en amor. Te pedimos todo esto en el nombre de Cristo Jesús. Amén. Bueno. Ya lo mencioné un poco en el resumen, habíamos hablado acerca de nuestra responsabilidad como hombres de luchar contra nuestro propio pecado. Este punto en particular es una cosa tremenda, es algo muy retador, es algo muy difícil. Hoy vamos a hablar más de esto porque una marca de verdadera masculinidad es proteger a otros de nuestro propio pecado. Hay que proteger a otros de su pecado, de las tentaciones que les llegan a ellos, pero también de nuestro pecado. Tenemos que luchar contra nuestro propio pecado. Y no es sólo por nuestro bien, sino por el bien de los nuestros. Ya vimos que una característica de la masculinidad bíblica es ser líderes espirituales de nuestro hogar. Eso incluye muchas cosas. Incluye estudiar la palabra. Vemos claramente en la palabra instruido que nuestras mujeres deben de acudir a nosotros para las respuestas espirituales sobre las dudas que tengan. Si nosotros no estamos estudiando, si nosotros no estamos preparados, hay muchos hermanos que viven con esta actitud de, bueno, pues es que estudiar muy a profundidad, prepararse mucho, pues eso es para el pastor, para eso está el pastor. Yo llego y recibo lo que él nos prepara, ¿no? Yo por mi cuenta, yo no tengo que preocuparme por eso, esa no es mi responsabilidad. Error. Bíblicamente eso no es cierto. Todos tenemos que ser estudiosos de la palabra. Eso incluye también ser líderes espirituales del hogar. Incluye enseñar la palabra en nuestro hogar. Tenemos que predicarles a los nuestros. Predicarnos a nosotros mismos y a los nuestros. Incluye conocer las necesidades de los que están a nuestro cargo para guiarlos, para ayudarlos, tanto en sus luchas espirituales como en sus luchas terrenales. Pero no es sólo eso. Esto de ser líderes espirituales del hogar, no nos podemos quedar ahí. Para realmente ser líderes espirituales, tenemos que luchar contra nuestros propios pecados. Tenemos que marcar el ejemplo en la búsqueda de santidad. Nosotros somos los primeros que tenemos que marcar el ejemplo en la búsqueda de santidad en el hogar. Parte importante del peregrinaje de todo creyente, hombres y mujeres, es luchar por mortificar nuestros pecados personales. Luchar por mortificar nuestros pecados personales. Luchar por santidad. Y una característica de la masculinidad bíblica es que un hombre, un varón, debe tratar seriamente con su propio pecado. Con enfrentar sus propios pecados. Para agradar a Dios, por nuestro propio bien, por el bien de otros, para marcar un ejemplo de liderazgo, para animar a los nuestros. Leemos en Colosenses 3, vamos todos a leer en Colosenses 3, capítulo 3, versículo 5. Dice, esto es un mandamiento. Haced morir lo terrenal en vuestros miembros, fornicación, impureza, bajas pasiones, malos deseos y la avaricia, que es idolatría. Es decir, en general todo tipo de pecado. Tenemos que hacer morir el pecado, las bajas pasiones, las impurezas, todo tipo de maldad, el pecado remanente que está en el creyente, todo el peregrinaje del creyente a partir de su conversión es una lucha constante por hacer morir el pecado remanente, lo que resta del viejo hombre en nosotros. No tratar seriamente con nuestros propios pecados es cobardía. No es masculinidad, es cobardía. En el mundo los hombres les piden a los que están bajo su autoridad Que hagan lo que digo, no lo que hago. Esto es muy común en el mundo. Lo puedes ver en tu trabajo, lo puedes haber visto muchas veces en tus padres, lo puedes haber visto en todos lados, hasta en las autoridades. ¿Qué es lo que te piden? Haz lo que te digo que hagas, no lo que yo hago. A mí no me tomes de ejemplo, a mí no me veas, no me tomes de ejemplo, pero haz lo que yo digo que hagas. Haz lo que te pido, haz lo correcto. No hagas lo que yo hago. No sigas mi ejemplo. Pero si haz lo correcto. Hay de nosotros en la medida que hagamos eso. Hay hombres que les dicen eso a sus hijos todo el tiempo. Hablaba el otro día, estábamos platicando una vecina que fuma mucho. Y veíamos el otro día a su hija caminando con ella, ya, con el vicio también, ¿no? Y me decía alguien, no pues, qué mal, porque esta señora parece que ya tiene enfisema y que es muy, muy vocal al anunciar y decir a otros, no fumen, no tomen este vicio, es un desastre, trae muchas malas consecuencias. Pero no, su hija con ella ya fumando. Hija, no vayas a fumar, eh. Así. Hija, no vayas a fumar. O sea, ¿qué va a pasar? ¿Nos van a escuchar? Claro que no. Por supuesto que no. Los creyentes no podemos vivir así. No podemos liderar nuestros hogares, ni ningún cargo, así. En el mundo, los hombres exigen a otros, mientras ellos mismos excusan sus propios pecados. Quieren que sus hijos sean castos y rectos, pero ellos no lo son. Quieren que sus hijas sean puras, que sus hijos no vean cosas que no deberían, que haya rectitud en ellos, que haya responsabilidad, que tengan una ética de trabajo, que sean trabajadores, mientras ellos no lo hacen. No marcan el ejemplo. Excusan los pecados sexuales porque son muy hombres, son muy varoniles. Lo toman como una marca de masculinidad. Increíble. Excusan el abusar de otros, ser insensibles porque ellos no se andan con niñerías, ¿no? Ellos no se andan con niñerías. Excusan cosas chuecas porque ellos no son tontos, porque ellos no se dejan. En el mundo, admitir faltas Admitir pecados es algo completamente fuera de lugar. No lo ven como algo masculino, sino como una marca de debilidad o de femininidad. Los hombres del mundo creen que humildad es debilidad, creen que reconocer sus propias faltas es debilidad, pero eso realmente es cobardía. Bíblicamente, no admitir tus propios pecados, no reconocerlos, no enfrentarlos, no luchar contra ellos, es cobardía. La masculinidad bíblica nos pide que seamos los primeros en pedirle perdón a nuestra esposa si hicimos algo mal. No mantener así la tensión ni hasta que ella se disculpe. Hasta que ella me pida perdón. Eso no es lo masculino. Es al revés. La masculinidad es estar dispuesto a yo primero quitar la tensión, remediar la situación. Ser el primero en pedir perdón a nuestros hijos A nuestra familia, a los que estén bajo nuestra autoridad, es una marca de masculinidad. Reconocer nuestras faltas, por supuesto que no es fácil, pero es una marca de masculinidad. Poner el ejemplo en luchar contra nuestro propio pecado no es fácil, pero es una marca de masculinidad y de madurez. Esto es una guerra. O sea, espero que se den cuenta el día de hoy si los otros puntos que habíamos visto les parecían más o menos sencillos y algo que se puede hacer. No, esto no es nada sencillo. Esto es una guerra, es algo intenso, es algo tremendamente difícil. Dios nos dice que esta es una batalla y que tenemos que pelear hasta la sangre. Ahorita vamos a ver el texto, vamos a ver qué significa eso. Hasta las últimas consecuencias, hay que tomar medidas radicales para luchar contra el pecado, para cortarlo de raíz en nuestras vidas. Ninguno de nosotros ha ido suficientemente lejos en esta lucha. Nadie ha ido suficientemente lejos en esta lucha. Hombres y mujeres, todos los que estamos aquí, ninguno de nosotros lo ha hecho. Ninguno de nosotros ha peleado con suficiente entrega, con suficiente valentía, con suficiente compromiso. Vamos a Hebreos 12, 4, ahora sí. ¿Cómo sabemos que no? O sea, ¿cómo yo puedo decirles con tanta seguridad que ninguno ha ido hasta donde debe de ir con esto? Que ninguno ha llegado a donde tendríamos que llegar todos con esto. Hebreos 12, 4. ¿Aún no habéis resistido hasta la sangre? Aún no hemos resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado. Ahora, ¿esto qué significa? ¿Que hay que drenarnos la sangre o alguna cosa loca de esas? No, no significa eso. Es como cuando Cristo hablaba, si tu ojo te causa tropiezo, te iba a pecar, sácalo. ¿Significa que hay que sacarnos los ojos? No. Es una ilustración del nivel de guerra en el que estamos. ¿A qué nivel tenemos que llegar? Hay que hacer lo que haya que hacer. No, no, Dios no quiere que nos mutilemos. Dios no quiere que nos cortemos la mano. Claro que no. Pero es una ilustración de la verdadera dificultad de esta guerra espiritual, de la entrega del compromiso que tenemos que tener. Si no tenemos este tipo de compromiso, no vamos a tener victoria y no vamos a llegar a donde tenemos que llegar en nuestro peregrinaje. Ahora, ¿qué pasa si no nos tomamos esto en serio? La masculinidad bíblica exige que seamos los primeros en la lucha, los varones, en nuestros hogares. Tenemos que estar al frente. O sea, si viéramos esto como una batalla con espadas, así como en los tiempos viejos, como Corazón Valiente o como El Señor de los Anillos o algo así, ¿dónde tendrían que estar los varones en esta batalla? ¿Escondidos atrás ahí con las flechas mientras los demás van ahí a la matanza? o en la primera fila, en la primera fila metidos con todo. En la primera fila, ¿no? Nosotros somos los primeros que tenemos que comprometernos, que tenemos que sacrificar, que tenemos que marcar el ejemplo. ¿Cuál es la alternativa? Ser un cobarde. Ser un cobarde. Hay muchos hombres, miles de hombres, millones de hombres, que se consideran bien masculinos, bien maroniles, que en su hogar, en la guerra espiritual, realmente son unos cobardes. Mandan por delante a sus esposas, a sus hijos. Ellos no están sacrificando nada, no están luchando en serio. Son unos cobardes. La única alternativa aquí, esto es o sí o no. O vamos a ser los primeros, o somos cobardes. Y vamos a defraudar a Dios y a los nuestros. Ahora, ¿qué pasa si no nos tomamos esto en serio? O sea, el hermano Mark como que vino hoy con ganas de asustarnos, pero yo no estoy muy convencido de esto, no me parece así tan crítica la cosa. ¿Qué nos puede traer no tomarnos esto en serio? ¿Qué tipo de consecuencias pueden sobrevenir a nosotros y a los nuestros? consecuencias serias. Yo podría dar ejemplos toda la noche de esto, tomados de la Biblia. Podríamos estar aquí hasta las doce de la noche. No es necesario. Vamos a ver unos cuantos. Vayan a Josué capítulo siete. Primero vamos a ver el ejemplo de un hombre que destruyó a su familia por su pecado de codicia. Si ustedes varones creen que su codicia Que su ambición de riquezas, de ganar riquezas terrenales, de ser ricos, de prosperidad terrenal, no puede dañar a sus familias. Es un asunto de ustedes, que no puede dañar a sus familias. En todo caso, pues yo seré el dañado si es que estoy llevando esto demasiado lejos. Veamos. Veamos el caso de Acán, en Josué capítulo 7. ¿Se acuerdan lo que hizo Acán? A lo mejor la mayoría no se acuerdan. Bueno, Acán, ¿se acuerdan cuando estaba comenzando la invasión de Israel a la tierra prometida de Canán? Tomaron la ciudad de Jericó, Dios derribó los muros, entraron, acabaron con todos. ¿Y Dios qué les dijo? No quiero que se queden con nada de lo que hay ahí. Sólo el oro y ciertas cosas para el templo, para los instrumentos del templo, pero para ustedes Habían ocasiones en que Dios les daba luz verde de tomar cosas y otras en que no. Y si no entienden todo este tema de por qué en el Antiguo Testamento habían tantas guerras y por qué Israel entró a Canaán y Dios les dio el mandato de eliminar a todo mundo, eran pueblos idólatras. eran pueblos idólatras y más allá de eso eran incluso pueblos que el diablo estaba manipulando genéticamente para crear gigantes y para acabar con la semilla del mesías prometido. Entonces Dios mandó a Israel a entrar y aniquilar a todos esos cuartos, acabar con ellos. Entonces Acán codició, robó de estas cosas y leemos en Josué 7.24 entonces Josué, no tenemos tiempo de leer todo el capítulo, todo el desarrollo, pero ¿qué pasó? Dios se dio cuenta. Luego Israel fue a una batalla y los derrotaron. Y va Josué y le dice a Dios, pues ¿qué está pasando? ¿Por qué no nos estás ayudando? Y dice, hay alguien que pecó entre ustedes. O sea, murieron cuates. O sea, no vamos a usar la palabra cuates. Murieron hermanos de Acán del pueblo de Israel por su pecado. Fueron y fueron derrotados porque el pecado, nuestro pecado siempre afecta a los demás. Tiene repercusiones a lo ancho y largo. El país, en México existe corrupción y las cosas no funcionan y hay corrupción en todos niveles. Ni siquiera a veces podemos confiar en el cartero porque el pecado de todos nosotros repercute por todos lados. Corrompe a todo el país. Lleva a todo el país a sumirse en el caos, en la falta de ley, en la falta de rectitud. Entonces, descubren a Can, y luego Josué, y todo Israel, con él tomaron a Can, hijo de Seraj. La plata, tomaron de él, la plata, el manto, el lingote de oro. Sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo lo que tenía, y los llevaron al Valle de Acor. Y Josué dijo, ¿por qué nos has ocasionado destrucción? Jehová te destruye a ti en este día, todos los israelitas lo apedrearon y después de apedrearlo, lo quemaron. Este ejemplo, me están viniendo cosas a la cabeza que nos desvían, pero si tenían dudas acerca de este tema de por qué no es bíblico quemar, por qué no es bíblico este asunto de cremar el cuerpo, en toda la Biblia cremar es signo de maldición. O sea, como creyentes no debemos desear un entierro donde nos quemen. ¡No! Debemos desear un entierro donde nos regresen a la tierra, al polvo, y Cristo nos describe siempre... Cristo describía a estas personas como durmiendo, y sabemos que Dios nos levantará. Ahora, si nuestros familiares nos quemaron en contra de nuestra voluntad, ¿Dios ya no nos va a poder resucitar? Bueno, claro que nos va a resucitar. Les digo que me vienen... Es que este es uno de estos ejemplos buenos para ese tema, ¿no? ¿Por qué quemaron a estos? Era señal de maldición de Dios. Y después levantaron sobre él un gran monte de piedras que permanece hasta el día de hoy. Y así Jehová se aplacó del ardor de su ira. ¡Qué horror! Sus hijos y sus hijas tuvieron que pagar por esto. Ahora, gracias a Dios, nuestros hijos y nuestras hijas no han pagado así por nuestros pecados que todos hemos cometido. En su misericordia no hemos tenido que pagar. Ellos no han tenido que pagar este precio, pero un precio han pagado. Y en la medida que no tomemos esto en serio, un precio pagarán. Seguirán pagando. Un poco antes de esto, en Números 13, vemos el caso de los espías, que por su cobardía, tentaron y convencieron a toda la nación que desobedecieran el mandato de Dios. Que Israel no entrara a Canaán, Números 13. Israel tenía un mandamiento directo. Entren a Canaán, tómenlo por la fuerza, yo les voy a ayudar. Tenían la promesa de Dios. Ya habían visto milagros al por mayor, pero no. Los espías regresaron diciendo en Números 13-31, no podemos huir contra aquel pueblo porque es más fuerte que nosotros. Y comenzaron a desacreditar la tierra que habían explorado diciendo ante los hijos de Israel, la tierra que fuimos a explorar es tierra que traga a sus habitantes. Todo el pueblo que vimos en ella son hombres de gran estatura. Vimos ahí gigantes, hijos de Anak, raza de gigantes. Nosotros a nuestros propios ojos parecíamos langostas y así parecíamos a sus ojos. Esto no fue robo. No fue codicia. No fue adulterio. Simplemente cobardía. ¿Dios me mandó a hacer esto? ¿Yo creo que es demasiado difícil? ¡No! No lo voy a hacer. Hermanos, las cosas que Dios nos ha mandado a hacer son tremendamente difíciles. No podemos sin su ayuda. Es algo increíblemente difícil. Cayeron en cobardía. Cobardía ante un mandamiento directo de Dios resultó en la muerte de toda una generación en el desierto. Nosotros podemos caer en lo mismo hoy día. Podemos rehusarnos a seguir la voluntad revelada de Dios. Podemos acobardarnos ante una responsabilidad que Dios nos ha dado y excusarnos de por qué no, por qué no lo voy a hacer, por qué no lo puedo hacer. Y vendrán consecuencias para nosotros y para los nuestros. Las consecuencias del pecado de David, tal vez uno de los ejemplos más conocidos. David cayó en adulterio. Las consecuencias para su familia y para la nación, desgarradoras, desastrosas. Su hijo Conbezabé murió. Amnón violó a su hermana, Tamar. Absalón mató a Amnón. Y después Absalón trató de quitar el reino a su papá. Y quién sabe cuántos terminaron muertos en todo eso. La Biblia menciona estas cosas y por eso las tenemos que mencionar. Absalón violó a las esposas de su papá. Todo eso resultó. O sea, toda esa cadena, a partir de ahí la vida de David terrenal arruinada. ¿No perdió su salvaceno? Claro que no. Se arrepintió y el arrepentimiento de David es siempre usado en el Salmo 51, el clásico. Una de las ayudas en todas las edades para todos los creyentes, cuando nosotros hemos pecado, Es difícil arrepentirnos. Una de las cosas que más les puedo recomendar es ve y lee el Salmo. Ponte en los zapatos, léelo y ponte tú en esos zapatos. Reconócete como tú, tú mismo el que está en ese Salmo. Pero su vida, terrenal, arruinada a partir de ese momento, un desastre, un sufrimiento. Entonces, la gran lección es que la masculinidad bíblica requiere que luchemos con nuestro propio pecado. Si yo soy poco disciplinado en las cosas espirituales, ¿espero que mis hijos sí lo sean? ¿Que mi esposa sí lo sea? ¿Cómo? No va a pasar. A menos que por la gracia de Dios, ¿no? Pero en mi responsabilidad, yo no estoy haciendo lo que tengo que hacer. Si no hacemos lo que tenemos que hacer, habrán consecuencias. Dios nos manda lo siguiente, vamos a Hebreos capítulo 10 Hebreos 10, 38 Hermano, esto es demasiado difícil No creo poder Es demasiado retador Una tarea demasiado titánica Mas el justo Vivirá por fe Y si retrocediere No agradará a mi alma Dios no se agrada de los varones que retroceden ante esto. ¿Hemos de reconocernos insuficientes? Sí, pero no podemos retroceder, tenemos que encararlo. Nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Ahora este versículo advierte en contra de de perder la fe, de desistir de la buena batalla por cobardía. Requiere fe, luchar contra el pecado. Si no estamos con los ojos puestos en Cristo, no podemos hacer esto. Requiere fe, ser valientes, ser líderes espirituales de los nuestros. Y vean, esto es crítico en toda esta serie. Esta serie pareciera que no es una serie evangelística, pero lo es. Nadie puede hacer esto fuera de Cristo. En tus fuerzas, después cuando lleguemos a la parte de la femininidad, para las hermanas. No podemos hacer esto sin ayuda de Dios, es imposible. Si no estás en Cristo, si Cristo no es tu roca, si no has llegado a un punto en tu vida a partir del cual tú puedas decir, Cristo es mi Señor, vivo para Él, mi vida es un cheque en blanco, estoy entregado a Él, mi vida es Él, todo esto, toda esta lista de exhortaciones y de características que Dios espera ver en nosotros, imposible para ti. imposible para mí. No lo podemos hacer. Entonces, en el tiempo que nos resta, vamos a hablar de dos pecados. No vamos a ver todos los pecados que tenemos que enfrentar como varones porque, pues no, no nos daría el tiempo. Vamos a ver dos. Tenemos que luchar, por supuesto, contra todo pecado, enfrentar todo pecado, pero estos dos creo que requieren especial atención. Primero, el pecado del enojo, el pecado del enojo. Muchos padres, muchos hombres son conocidos como enojones. Enojones, es un enojón. Cuidado de decir algo que no le guste o que no le parezca. Se va a enojar. Mamás diciéndole a sus hijos, no, porque tu papá se va a enojar. Enojones. Es un enojón. Llamar a alguien un enojón es una forma de suavizar algo que al final del día es un pecado. Ahora, ¿el enojo en sí es un pecado? ¿Sí o no? No. ¿Cristo se enojó? Sí. Lo vimos en el ejemplo de la semana pasada. ¿Entró al templo a echar a los cambiadores de monedas con látigo en mano, sonriendo, así, contento? No, estaba enojado. Estaba muy enojado. Leemos en Efesios 4. Airaos, pero no pequeis. Efesios 4, 26. Entonces, si el enojo en sí no es pecado, ¿cuál es el problema con el enojo? ¿Cuándo sí es pecado el enojo y cuándo no? Bueno, parte de la respuesta está ahí en el texto. Airaos, pero no pequéis, no se ponga el sol sobre vuestro enojo. Está ahí en el mismo texto. ¿Esto de pasar días enojados? No, es que mi papá se enojó y lleva una semana enojado. No, no. Está mal. Tenemos que ser tardos en enojarnos, prontos en perdonar, y de nuevo, Esto me obliga a tocar cosas así, muy por encimita, muy de rápido, cosas que podríamos meternos y tardarnos mucho tiempo. No lo vamos a hacer. Tenemos que hacernos el autoexamen. Cuando nos enojamos, varones, ¿por qué nos enojamos? ¿Nos enojamos contra el pecado? Dios se enoja contra el pecado. Debemos enojarnos contra el pecado. Si el pecado no nos enoja, algo anda mal. ¿Nos enojamos por el pecado, en contra del pecado? ¿Nos enojamos en contra de la necedad? ¿En contra de la desobediencia? ¿O nos enojamos por cosas triviales? Por cosas que no merecen que nos enojemos. Por cosas de preferencia personal. Mi amor, pusiste las sábanas azules, ya sabes que me gustan las blancas. ¡No! Mi amor, hiciste el arroz blanco, ya sabes que me gusta el naranja. ¿No? ¿Por qué nos enojamos, hermanos? ¿Cosas que merecen el enojo? ¿Cosas que nos deben de enojar? ¿O cosas que no nos deben de enojar? Porque a nuestro hijo se le olvidó por tercera vez apagar la luz. Proverbios 25-28 Les voy a decir algo que a veces nos enoja. Cuando nos piden cinco veces una explicación. Papá, ¿cómo funciona esto? ¿No? O, mi amor, ¿cómo funciona aquello? O en el trabajo. Jefe, es que no he entendido. No, no puede ser, no. No puede ser. Eso no nos debe de enojar. Así es un berrinche de nuestro hijo que no quiere estudiar y ya, o sea, todo en contexto, pero... Proverbios 25-28 dice que como una ciudad cuya muralla ha sido derribada, es el hombre cuyo espíritu no tiene freno. El hombre, la King James dice, el hombre que no tiene dominio de su propio espíritu. ¿Se nos conoce en casa o en el trabajo como personas que estallan a cada rato? ¿Personas que no tenemos dominio de nuestro espíritu? Hay que trabajar en eso con la ayuda de Dios. Proverbios 16-32 Es mejor el que tarda en airarse que el fuerte, y el que domina su espíritu, que el que conquista una ciudad. Bien, de este grado de dificultad estamos hablando. Y esta es la escala de valores de Dios. Usain Bolt corre los 100 metros en tanto tiempo, le llevó treinta y tantos años de entrenamiento. Bueno, para Dios es más impresionante, es más digno de alabanza, el que tarda en airarse. el que domina su espíritu. Eso es más marca de masculinidad que llevarse las 10 medallas de oro como Michael Phelps en las Olimpiadas. Bueno, por último, ya nos queda poco tiempo, 5 minutos. Por último, vamos a hablar por un momento de las tentaciones a la inmoralidad sexual. Esta es una de las tentaciones más comunes y poderosas que existen para los varones hoy día. invade todo nuestro mundo. Todo el mundo está volcado hacia manipular a los hombres con esto. Y los hombres se dejan gustosamente. Leemos en Proverbios 6.23, vamos a leer ahí, rápidamente. Recuerden que el tema de hoy es característica de la masculinidad bíblica, estar dispuestos a enfrentar nuestro propio pecado. Estamos hablando de dos ejemplos, el enojo y la inmoralidad. 6.23. El mandamiento es antorcha, la instrucción es luz y las reprensiones de la disciplina son camino de vida. Te guardarán de la mala mujer, de la suavidad de la lengua de la extraña. En tu corazón no codices su hermosura ni te prenda ella con sus ojos. Porque una prostituta, por una prostituta el hombre es reducido a un bocado de pan y la mujer ajena casa una vida valiosa. ¿Tomará el hombre fuego en sus senos sin que se quemen sus vestidos? ¿Andará el hombre sobre las brazas sin que se le quemen los pies? Así sucede con el que se enreda con la mujer de su prójimo. No quedará impune ninguno que la toque. Ahora, recuerden que Cristo dijo que si un hombre mira a una mujer, no es necesario ir a su casa, no es necesario realizar el acto físico, se puede caer en este pecado de manera mental, con los ojos, deseando, codiciando. Esta es una de las tentaciones más poderosas que vamos a enfrentar los varones cristianos. Para muchos es la más poderosa, para muchos. Tenemos que tomar en serio esta lucha. Tenemos que comprometernos a luchar hasta la sangre contra esto. Es para muchos el tipo de tentación más común, el de todos los días, el que enfrentan en el trabajo, el que enfrentan en la tele, en el camino al trabajo, en el internet, en todo lugar, en el correo. Envían para todos lados. Yo por eso tengo todo bloqueado para que ninguna dirección a la que yo nunca he enviado pueda pasar. Todo se va a la basura. Pero te enrolan estas cosas. El diablo es un león rugiente. Los medios ahí los tiene a su disposición. Hermano, yo ni siquiera entro en Internet para... Ahí están los puestos de periódico en la esquina. Ahí están los espectaculares. Ahí está la tele. En todos lados está esto. Si nosotros no lo tomamos en serio, vamos a salir quemados. Y van a salir afectados los nuestros. Una palabra a las mujeres. Como para muchas mujeres, la mujer es diferente al hombre, la mujer no es tan visual, esto no es un tema tan problemático, aunque también por todos lados están los espectaculares con los cuates en boxers, o sea, el diablo también está atacando a las mujeres, pero como este no es un tema tan difícil para ellas, y hay excepciones por supuesto, como no es algo que las tiente realmente, eso las lleva a pensar que esto es poca cosa. Esto sí lo he visto una y otra vez. He escuchado una y otra vez mujeres diciendo, pues ¿por qué esto es tan problemático para los hombres? O sea, yo no entiendo cuál es el tema aquí. Más bien, ustedes son unos lujuriosos y unos entregados al pecado. Es porque, no, no. Es porque ustedes son diferentes a nosotros. No porque ustedes no son tentados, es como la tentación de Cristo. Nosotros no podemos entender, realmente no podemos entender cómo es que Cristo fue tentado. Por el diablo. Y sin embargo, Él registró y nos dijo que fue tentado muchas veces. Nosotros decimos, bueno, pues Cristo, el hombre perfecto, sin pecado. ¿Podemos entenderlo? Pues primero tenemos que creerlo, porque Dios lo dice. La palabra dice tentado en todo. De la misma manera, conforme a nosotros. Cristo fue tentado. Nosotros no lo podemos entender. Pero si por eso nosotros vamos a decir, nah, es eso, la Biblia dice que Cristo fue tentado, pero pues, nah, yo no veo cómo es posible eso. Estamos equivocados. Entonces, para las mujeres, no piensen que esto es poca cosa. No piensen que porque ustedes no son tentados de la misma manera, que no es un asunto serio para los hombres. Muchas mujeres así piensan, y por lo tanto, se cuidan poco de ser tentación. Se cuidan poco. de vestir de una manera apropiada. Si están casadas, menosprecian, pasan por alto, tienen en poco su rol en ayudar a su marido a luchar contra estas tentaciones. Y creo que el tema se sobreentiende. Esto no es un estudio para parejas, ni es consejería, y por lo tanto no voy a entrar. No voy a entrar a detalles. No puedo entrar a mucho detalle. Si tienen dudas, pueden preguntarme, como siempre. Pero bien, hermanos, la masculinidad bíblica es enfrentar este pecado. La femininidad bíblica es actuar con modestia y es proteger a otros hombres y a nuestros esposos de este pecado en lo que a nosotros nos toque, en lo que les toque como mujeres. Cualquier otra cosa es quedarnos cortos de lo que Dios nos pide, es desobedecer, es ofender, tanto en la masculinidad como en la femininidad. Hombres, sigamos el ejemplo de Job. ¿Cuál fue el pacto de Job? He hecho un pacto con mis ojos. He hecho un pacto con mis ojos, Job 31.1. ¿Cómo, pues, habría podido fijar la mirada en una virgen? Mujeres, asimismo que las mujeres atavien con un vestido decoroso, como decía, y con prudencia. Primera Timoteo 2.9. Y mujeres, si tienen esposo, que él tenga la protección de Proverbios 5.19, de recrearse en su amor siempre. Entonces, como ven, esto está complicado. Está difícil. Necesitamos la ayuda de Dios. Sin santidad, nadie verá al Señor. Esta es la lucha del creyente. A partir de nuestra conversión, hemos de luchar por pureza, por santidad. No solo en esto, lo que hemos visto el día de hoy. En general, los varones, los líderes del hogar, tenemos que ser los primeros formados. Tenemos que tener la espada desenvainada y tenemos que tomar esto en serio. Y para todos, esto es imposible sin Cristo. Si estás sin Cristo el día de hoy, tu tarea no es preocuparte por luchar contra el pecado y matarlo. Tu tarea es buscar el perdón, arrepentirte, ser lavado en la fuente, en el único que te puede lavar, que es Cristo Jesús. Si ya estás en Cristo, tienes que tomar esto con seriedad. Y si no lo tomas con seriedad, vendrán tropiezos, vendrán consecuencias para ti, para los tuyos, para tu iglesia, para tu nación. Vamos a hablar. Señor, tu palabra es penetrante. Te pedimos perdón, Señor, por todas nuestras faltas, nuestros pecados. Señor, sabemos que hemos fallado muchas veces en luchar contra nuestros propios pecados, en ser los primeros, los primeros formados en nuestro hogar, en nuestra iglesia. Señor, te pedimos que nos ayudes a aumentar la fe, a aumentar en fe, a ser valientes, a pagar el precio que hay que pagar para luchar contra nuestro propio pecado. Te damos gracias porque En ti hay victoria, en ti están todos los recursos que necesitamos. Te pedimos que nos ayudes, Señor, que formes en nosotros, en nuestras iglesias, varones fuertes, varones según tu corazón. Y también mujeres, Señor, según tu corazón. Ayúdanos a seguir estudiando este tema. Y si alguien no te conoce, Señor, muéstrale el día de hoy su necesidad de ti, el descanso que hay en ti. y que tú aseguras que tu yugo es fácil, tu carga es ligera. En ti hay paz y verdadera felicidad. Te rogamos todo esto en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
3 La Masculinidad y Santidad
系列 La Masculinidad Biblica
Muchos hombres piden que los otros "hagan lo que digo, no lo que hago." Pero esto es incompatible con lo que Dios exige de nosotros.
讲道编号 | 1227191827206619 |
期间 | 37:10 |
日期 | |
类别 | 圣经学习;圣经讨论 |
圣经文本 | 使徒保羅與希百耳輩書 10:38-39; 數以色耳勒子輩之書 13:31-33 |
语言 | 西班牙语 |