Como ya hemos dicho en otras ocasiones, los Salmos son aquel registro impirado por el Espíritu Santo que nos hablan de manera infalible de la vida de oración del Pueblo de Dios. Por ejemplo, en el Salmo 17, ahí encontramos una oración hecha por David. Este hombre estaba viviendo en circunstancias especiales tenía necesidades específicas y Él hizo uso de este recurso de la oración para llevarle su caso al Señor. De esta manera, hermanos, debemos también de proceder nosotros en cada una de nuestras circunstancias, sean ellas de la clase que sean, Tenemos ese solemne deber y esa gran bendición de poder llevar todas nuestras cargas al Señor. David oraba y hablaba a Dios de esta manera. Oye, oh Jehová, una causa justa. Está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin engaño. de tu presencia proceda mi vindicación, vean tus ojos la rectitud. Aquí este siervo de Dios al orar veía su necesidad, veía su circunstancia, veía la prueba por la que estaba pasando y él entendía que aquello por lo cual iba a aclamar y a presentar delante del Señor, era una razón y una causa justa. Hermano, todo lo que afeite nuestra vida, todo lo que nos impida nuestro crecimiento espiritual, todo lo que nos impida conocer más de Cristo, de su amor, de su bondad, de su compasión, Es una causa justa por la cual debemos de pedir. ¿Para qué? Bueno, para que el Señor la parte de nuestro camino, para que la quite de nuestro camino a fin de que podamos así de esa manera libres seguir creciendo en el conocimiento de Dios, en la gracia de nuestro precioso Señor y Salvador Jesucristo. Él sabía que su necesidad Dios la podía resolver era un motivo justo lo que estaba pidiendo era conforme a la voluntad de Dios por eso al orar decía oye oh Jehová una causa justa es justo que si tenemos hambre pidamos pan por supuesto que eso es justo es justo que si estamos enfermos pidamos la salud. ¿Qué usted cree? Creo que eso es justo. ¿Cree usted que si tiene una situación de desempleo es justo que pida por un trabajo que Dios le provea, de un trabajo? Por supuesto, hermano, que eso es algo justo. Si usted tiene una situación, sea cual sea, que esté afectando su vida de piedad o aún su vida temporal, la vida física, es justo que pidamos a Dios. Procuremos, hermano, de esta manera tomar cada ocasión, cada circunstancia, pongámosle la plomada de la Palabra de Dios, de las promesas divinas y en base a ello clamemos y oremos al Señor. Es justo todo aquello que es conforme a la voluntad de Dios. Dios nos hizo como criaturas necesitadas y es justo que busquemos respuestas para esas necesidades, tanto temporales como espirituales. Eso es justo, hermano. A mayor cantidad de necesidades un mayor haber de oraciones debemos de tener, una cantera de plegaria debemos de tener, una buena y sustancial vida de oración debemos de tener. Tenemos necesidades a granel, se enferman familiares a quienes amamos y es justo que pidamos por la salud de ellos. Nuestros parientes pierden los empleos y es justo que pidamos para que Dios les provea de un empleo. Nuestros parientes se van al infierno, están perdidos y, hermanos, es justo que pidamos por la salvación de ellos. ¿Hasta cuándo? Bueno, hasta que los veamos convertidos. Mientras tengan vida y estén viviendo sobre la faz de la tierra, Es una causa justa que pidamos por la salvación de nuestros seres queridos. Es una causa justa, hermanos, que oremos por nuestra propia seguridad, por la perseverancia en la fe, en la piedad, en el ejercicio de los medios de gracia, tanto público como privado. Es justo que pidamos por eso. Es justo que pidamos porque nuestras almas sean santificadas y porque cada día seamos más y más semejantes al Señor Jesucristo. Eso es justo. Es justo que pidamos sabiduría para lidiar con lo mucho problema que tenemos y para hacerlo a la manera de Dios, como es la voluntad de Dios que lidiemos con ello. Si alguno necesita sabiduría, ¿qué nos dice la Biblia? Pídala a Dios. Y hermano, vivimos en un mundo que necesita sabiduría para tratar con los problemas y circunstancias que nos presenta cada día. Necesitamos muchas cosas y creo que cada una de esas cosas son causas justas por las cuales debemos de estar siempre orando. Y notemos aquí que el salmista pedía que Dios tuviera atento a su vida de oración. Hermanos, ¿era necesario que Él dijera tal cosa? Está atento a mi clamor. ¿Piensa usted que Dios se va a descuidar algún momento de su vida de atender a su plegaria, a su ruego, a su súplica? Por supuesto que no. Más bien, este es un antropomorfismo que nos habla de la necesidad que tenemos nosotros mismos de estar conscientes de que el oído de Dios siempre está atento a nuestro clamor, siempre está atento a nuestro clamor, está atento a mi clamor, dice Él. Escucha mi oración hecha de labios sin engaño, en tu presencia, de tu presencia proceda mi vindicación. Y esto es un punto importante, hermanos, Sólo lo que Dios nos da es bueno y sólo lo que Dios nos da va a resolver de manera definitiva aquello que es nuestra necesidad. Cuando el Señor responde, sin lugar a duda, que habrá una solución buena, satisfactoria y generalmente definitiva para aquella circunstancia que nos ha movido a orar. Él deseaba que de la presencia de Dios proviniera la respuesta a su necesidad. Y hermanos, creo que ese debe ser también el anhelo de cada uno de los hijos de Dios, que de la mano paterna de Dios proceda la respuesta para nuestra necesidad, sea cual sea ella Debemos de procurar que a sí mismo de Dios venga la respuesta, por eso debemos de buscarla en Él, pedirla a Él, clamar a Él para que Él nos dé aquello que estamos necesitando.