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ట్రాన్స్క్రిప్ట్
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Alguien ha dicho muy acertadamente que la gloria de un rey radica en el bienestar de sus súbditos. La gloria de un rey radica en el bienestar de sus súbditos. Si los súbditos de un rey se encuentran contentos y tranquilos, porque saben que sus necesidades esenciales se encuentran en las manos de un rey, de un gobierno sabio y diligente, eso servirá de honra y de gloria al rey que los gobierna. Si esa aseveración es cierta, y yo creo que la es, Entonces, mis hermanos, nosotros vemos la enorme importancia que tiene el tema que nosotros comenzamos a exponer hace dos domingos atrás sobre la decadencia espiritual. La mayoría de nosotros y los miembros de esta iglesia saben que en el Catecismo Menor de Westminster, la primera pregunta es, ¿para qué fuimos creados? Y la respuesta es, fuimos creados para glorificar a Dios y gozarnos en Él por siempre. Por lo tanto, mis hermanos, es muy penoso cuando los que profesan ser cristianos se encuentran viviendo vidas miserables. Ahora, yo debo aclarar que cuando estoy hablando de vidas miserables, yo no me estoy refiriendo a una persona que no goza de buena salud, yo no estoy hablando de una persona que no tiene una buena posición económica. hace poco celebramos el fin de año. Yo no sé cuál es la costumbre en otros países, pero en el nuestro, cuando tocan las campanadas de las 12 de la medianoche, las personas se felicitan. ¿Y qué es lo que mayormente se dice en unos a otros? Te deseo en este año amor, dinero y salud. He ahí la panacea. Si tú tienes en estos próximos dos meses quien te ame, estás saludable y tienes dinero Se supone que tú debes ser feliz. Pero mis hermanos, nuestro Señor Jesucristo no murió en la cruz del Calvario para darnos amor, salud y dinero. Él murió en la cruz del Calvario para santificarnos. Él murió en la cruz del Calvario, dice Pablo en Tito capítulo 2, versículo 13, para redimirnos de toda iniquidad, para purificar un pueblo para sí, un pueblo propio, celoso de buenas obras. que cuando estamos hablando de un creyente que está disfrutando de bienestar, nosotros estamos hablando de un creyente que está cultivando su vida de piedad. Estamos hablando de un cristiano que está mortificando los pecados que todavía moran en él. Cuando hablamos de un cristiano miserable, estamos hablando precisamente de todo lo contrario. Cuando las gracias espirituales en nuestro corazón comienzan a decaer, cuando nuestra comunión con Dios se está reduciendo a la mera observancia de nuestros deberes religiosos, sin duda alguna hemos caído en un estado de declinación o decadencia espiritual. Ahora bien, las Escrituras dicen que el corazón del hombre es engañoso. De hecho, más bien la Biblia se va más lejos y dice que no hay en el mundo una cosa más engañosa que el corazón. No hay en el mundo una cosa más engañosa que el corazón. Por eso no se trata de una tarea fácil, la de escudriñar el corazón. Y más aún tomando en cuenta la tendencia que todos tenemos a justificarnos a nosotros mismos. El pecado nos engaña y nosotros nos justificamos. No es fácil para un creyente examinar su corazón. Es por esa razón que muchos cristianos comienzan a declinar en su fe sin darse cuenta, y cuando vienen a despertar, ya están sumidos en una condición espiritual deplorable. A los ojos de todo el mundo, las cosas con ese creyente parecen que están marchando y aún el mismo creyente puede pensar que su vida espiritual se está desarrollando con normalidad, cuando lo que está sucediendo en realidad es que ese creyente ha comenzado un camino descendente. Ese creyente ha comenzado a alejarse del Señor y a declinar espiritualmente. A la luz de esa realidad, toda persona que profesa ser cristiana, Toda persona que dice haberse arrepentido de sus pecados y haber depositado su fe en Cristo debe saber diagnosticar en una forma adecuada cómo está su alma en realidad delante de Dios, no delante de los hombres. ¿Cuáles son los síntomas de que ese proceso de declinación espiritual ha comenzado? Y voy a comenzar precisamente viendo los síntomas que marcan el inicio de ese proceso de decadencia, porque si nosotros podemos tomar el problema en sus inicios, va a ser más fácil revertir sus efectos y erradicar el mal. Debo ser justo aquí y decir que estoy basándome mayormente para este mensaje en un libro que escribió en el siglo XIX un autor llamado Octavio Winslow. El libro se titula La declinación personal y el avivamiento de la religión en el alma. ¿Cuáles son los síntomas de que una persona ha comenzado a decaer espiritualmente? Bueno, en primer lugar, ese estado de decadencia espiritual se caracteriza no por una declinación marcada en nuestra percepción de la verdad, sino en la ausencia de gozo y deleite espiritual que debemos derivar de esas verdades. Voy a repetirlo otra vez, es un encabezado largo. Ese estado espiritual de decadencia, cuando está comenzando, no se caracteriza por una declinación marcada en nuestra comprensión de la verdad. sino más bien en la ausencia de gozo y deleite espiritual que nosotros debemos derivar de esas verdades. Este creyente continúa percibiendo la verdad. Él puede definir con precisión los puntos principales de su fe. Él puede explicar teológicamente cómo se interrelacionan todas estas doctrinas, la importancia de cada una de ellas. Pero aún así, ese cristiano no está experimentando gozo, no está experimentando deleite, el gozo y el deleite que debe producir la doctrina en el corazón. Dice Winslow, el juicio no habrá perdido nada de luz, pero el corazón sí habrá perdido mucho de su fervor. Las verdades de la revelación, especialmente las doctrinas de la gracia, fuimos elegidos, fuimos llamados, Cristo murió por nosotros, seremos preservados, esas doctrinas ocuparán la misma posición que tenían antes. Pero, aún así, la influencia de estas verdades serán escasamente experimentadas, escasamente experimentadas. No serán esas verdades las que mantendrán el alma de este creyente confiada, tranquila y gozosa en el Señor, aún en medio de las pruebas, aún en medio de la aflicción. Y ahí está ese creyente en la iglesia en el culto de adoración, cantando junto con todos los demás acerca de la majestad de Cristo, acerca de Su obra redentora, me glorío en Jesucristo, que con Su sangre me salvó, por mis pecados Él sufrió y murió y los pagó en la cruenta cruz, me glorío en Jesucristo, quien el poder del mal venció fue sustituto cordero de Dios, y mi justicia descansa en Él." Y ese creyente está captando perfectamente el significado de cada una de estas líneas, pero su corazón no reacciona con gozo, su corazón no reacciona con la confianza que esas verdades deberían producir en un verdadero Hijo de Dios. Los hermanos que están a su lado no pueden darse cuenta de que algo no anda bien, porque Él está cantando. Él está haciendo exactamente lo mismo que están haciendo los demás. Él no ha llegado a ese estado tan profundo de decadencia espiritual en la que un criscreyente ni canta siquiera. No. No, esto está comenzando en su corazón. Él canta todavía. Él entiende lo que canta. pero no experimenta el gozo que esas verdades reveladas por Dios deben producir en el corazón de un cristiano. Mis hermanos, eso es un síntoma de que el proceso de decadencia ha comenzado. Ese es un síntoma de que hay un proceso de decadencia obrando en el corazón de ese creyente. ¿Qué dice Cristo? Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí." Alguien dijo muy acertadamente que la religión que no se deleita en Dios no es religión verdadera. La religión que no se deleita en Dios no es religión verdadera. Mi hermano, si has llegado al punto en que no encuentras deleita en Dios, no encuentras deleita en su verdad revelada, aunque conozcas tales verdades y tu mente siga creyendo en ellas, debes saber que estás comenzando a decaer espiritualmente. Esa puede ser la razón, sospecho yo, por la que a algunas personas les es tan difícil mantenerse conectadas con el tema del sermón cuando termina el culto. Están aquí sentadas, la palabra de Dios debió haber hablado a su corazón, pero termina el culto y ellos comienzan a hablar de pelota. Ellos comienzan a hablar de economía. Ellos comienzan a hablar de política. ¿Saben por qué? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. de la abundancia del corazón, dice Cristo. Habla la boca. Hermanos, no basta con tener el intelecto lleno de doctrinas. No, esas doctrinas deben gobernar nuestros corazones. Segundo síntoma. Ese estado de decadencia espiritual se caracteriza no por la reducción de las normas de santidad sino porque el corazón no está procurando activamente conformarse a esa norma. Repito, ese proceso de decadencia en sus inicios no se caracteriza porque el individuo reduce las normas de santidad que él ya conoce. sino más bien porque su corazón no está procurando activamente conformarse a esa norma de santidad. Noten, mis hermanos, que aquí no estamos hablando de un individuo que abierta y atrevidamente a lo bueno le llama malo y a lo malo le llama bueno, como dice el profeta Isaías. No, este creyente no ha reducido sus normas de santidad. Pero aún así, su corazón no está procurando activamente conformarse a esa norma. Y aquí yo debo aclarar algo que es sumamente importante, para que ninguno aquí salga con su conciencia cargada sin necesidad. Yo quiero que tu conciencia salga cargada con necesidad, pero no sin necesidad. Por eso, hermanos, es importante aclarar que todo creyente que está caminando cerca de Dios, todo cristiano que está creciendo en gracia, cuya vida espiritual es saludable, ese creyente va a experimentar una lucha en su corazón, una lucha con el pecado que todavía mora en él. Eso es lo que nosotros vemos en Romanos capítulo 7. El apóstol Pablo tenía esa lucha. Dice él al partir del versículo 15 de Romanos 7, lo que yo hago no lo entiendo, no lo entiendo, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco, eso hago. Hay una relación de amor y odio con el pecado en el creyente. Mi hermano, ¿por qué tú eres tentado a pecar? Porque todavía ese pecado con el cual estás siendo tentado te atrae, te atrae, pero al mismo tiempo hay una lucha si tienes el Espíritu Santo Porque tú no quieres pecar. Quieres y no quieres. Por eso Pablo dice, no lo entiendo. No hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y sigue diciendo él, así que queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley que el mal está en mí. Seguramente la mayoría de ustedes recordarán a Alquímides. Alquímides, aquel individuo que un día se metió en una bañera, el agua subió y él descubrió lo que se llama la ley de Alquímides, que hay una proporción entre la masa de un cuerpo y el desplazamiento del agua. Y dice la historia o la leyenda, no sabemos si es verdad, que cuando Alquímides descubrió eso, dijo, ¡Eureka! Eureka, esa es una palabra griega que significa, lo he descubierto. Bueno, esa es exactamente la palabra griega que usa Pablo en Romanos capítulo 7. Pablo está diciendo, cuando yo quiero hacer el bien, yo descubro esta ley. Cuando yo quiero leer el periódico, no hay problemas. Cuando quiero sentarme a ver los noticieros en televisión o ver una película, no hay problema. Pero desde que digo, voy a apagar el televisor y voy a leer la Biblia La situación cambia inmediatamente. Comienza una lucha. ¿Por qué? Porque el pecado todavía mora en nosotros. Así que, mi hermano, si eso es lo que tú estás experimentando en tu vida, eso es normal. Eso es lo que debería experimentar todo verdadero cristiano. Los deseos de la carne son contra el espíritu. Los deseos del espíritu son contra la carne. Y estos dos se oponen entre sí para que no hagáis lo que quisierais. y esa lucha, mi amado hermano, mi amada hermana, la tendremos hasta que lleguemos al cielo. De hecho, Pablo dice más en Romanos 7. Él dice, según el hombre interior, yo me deleito en la ley de Dios. Miren qué extraño. Yo me deleito, dice Pablo, en la ley de Dios, pero veo otra ley en mis miembros que se revela contra la ley de mi mente y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Wow! Pablo está diciendo aquí, yo percibo en mi corazón una tendencia hacia el pecado. Y noten que le llama la ley del pecado. ¿Y por qué Pablo le llama la ley del pecado? Bueno, por varias razones. En primer lugar, porque el pecado no pide ni ruega, demanda. El pecado demanda, es como una ley. Tienes que obedecerme. Y por otro lado, las leyes no solamente demandan, sino que también ponen sanciones. Si no me obedeces, te va a ir mal. Si te sigues vistiendo con tanta modestia, te vas a quedar jamona. La ley no solamente demanda. La ley dice, si no te llevas de mí vas a estar en problemas. La ley del pecado que me empuja en un sentido contrario hacia esa ley moral de Dios en la que yo me deleito y la cual apruebo. Mi hermano, esa lucha la percibe todo hombre, toda mujer que está creciendo en gracia. Lo que estamos diciendo es que aquel que ha comenzado a decaer, aquel que ha comenzado a declinar, ya no percibe esa realidad tan violentamente en su corazón. Él está tranquilo, porque en su mente él todavía aprueba el contenido de la ley moral de Dios. Yo sé que eso es pecado, pero su corazón no está involucrado activamente en obedecer esa ley de santidad. Cuando él escucha un sermón de la Palabra de Dios, este creyente no se autoexamina objetiva y honestamente para ver cuáles son las áreas de su vida que deben ser cambiadas. Este creyente no se queda meditando y rumiando lo que el predicador ha predicado ese día para ver cuáles son las implicaciones de ese mandamiento que el predicador expuso. Si aquí todos sabemos que robar es malo. Digo, perdón, yo no sé si alguien aquí puede levantar su mano y decir, yo no, pero me supongo que la mayoría aquí, y por lo menos todos los creyentes, deben decir, robar es malo. Ahora, yo me pregunto, ¿cuántos de aquellos que piensan que robar es malo no tienen ningún problema en bajar un programa de Internet que tiene copyright, que tiene... ¿cómo se llama eso? Derecho de autor sin pensar que el mandamiento de no robarás tiene algo que ver con eso. De hecho, más bien cuando uno va a este tipo de creyente y le dice, ven acá, ¿con qué derecho tú quemaste ese CD? ¿Tú no te estás dando cuenta que tú estás violando la ley de Dios? No, no, no, yo prefiero que no me sigas cargando más. Yo prefiero no saberlo. No, un verdadero creyente prefiere saberlo. Un verdadero creyente prefiere saber en qué cosas él está violando la ley de Dios, porque él quiere agradar a Dios. Recuerdan ustedes cuando Dios llama a Samuel, y Samuel pensaba que era Elí, y va y le dice, dime Señor, y dice, yo no te llamé. De repente Eli se da cuenta que es Dios que está llamando a Samuel y le dice, Samuel, la próxima vez que Dios te llame, respóndele, habla porque tu siervo escucha. Y así sucedió, Dios le dio un mensaje a Samuel. Y resulta que ese mensaje que Dios le dio a Samuel era terrible para Eli. ¿Saben lo que Eli le dijo a Samuel? ¿Cuál es la palabra que el Señor te habló? Te ruego que no me la ocultes. Así te haga Dios, y aún te añada, si me ocultas algo de todas las palabras que el Señor te habló. ¿Sabes qué, mi hermano? Es con esa actitud que los cristianos deberían venir a la iglesia. No hablen tanto de deberes. De ello estoy demasiado cargado. No, no, no, dime, dime. Dime cómo yo puedo agradar más a mi Señor. Dímelo, dímelo, yo quiero oírlo. Dímelo, yo quiero saber cómo más puedo parecerme a Jesucristo. Eso es lo que hace un creyente. Cuando Samuel le dijo a Elí lo que Dios había revelado, ¿cuál fue la reacción de Elí? Jehová es. Haga lo que bien le pareciera. Para eso Él es Dios. Mis hermanos, la verdadera espiritualidad no radica en la capacidad de entender la verdad. La verdadera espiritualidad no radica en la capacidad que un hombre tenga de predicar la verdad. No, la verdadera piedad se manifiesta en la manera como esa verdad controla nuestras acciones, controla nuestras palabras, controla nuestras decisiones, nuestros sentimientos, nuestras ambiciones, nuestras metas. ¿Qué dice Cristo en las Bienaventuranzas? Bienaventurado el que tiene hambre y sed de justicia. Escuchen esas dos palabras, hermanos, hambre y sed. hambre, un anhelo profundo de copiar, de imitar el carácter justo de Dios, un anhelo profundo de ser cada vez más parecido a nuestro bendito Señor Jesucristo. Mi amado hermano, si tú no tienes ese anhelo, si tú no tienes esa hambre y esa sed, tú debes saber que eso es un síntoma de que la decadencia espiritual ya comenzó. decadencia espiritual. Muchas personas que están pasando por una etapa de decadencia se sienten cómodos en la iglesia siempre y cuando el predicador hable de verdades generales, verdades generales. Alguien decía que algunos predicadores, y yo he dicho eso antes, que son como esos malabaristas de circo, que ponen a una mujer en una rueda, y la gracia está en que le tira mucho cuchillo pero no le pega ninguno. Hay predicadores que son así, mientras él tira el cuchillo que no se le pega a nadie, el creyente que está decayendo espiritualmente dice, amén, qué bueno, qué buen mensaje. Pero cuando el predicador desciende al terreno de lo específico, cuando comienza a poner el dedo sobre la llaga, cuando el predicador comienza a exponer el significado de esa verdad que ha sido expuesta, cuáles son los pecados que esa verdad manifiesta en nosotros, cuáles son los cambios que nosotros debemos implementar en nuestra vida a la luz de esa verdad, cuando la predicación activa nuestra conciencia y nos dice tú eres ese hombre, entonces reaccionamos como acá, ¿Recuerdan cuando Josafat le dice acá, hay algún profeta de Jehová aquí? Dice acá, hay uno pero yo lo aborrezco. Se llama Micaías, pero yo lo odio, dice acá, porque siempre me profetiza mal. Todo lo que me dice es en mi contra. Mis hermanos, déjenme decirles algo. Los predicadores no nos deleitamos en venir al púlpito a intranquilizar a los oyentes. No es que nosotros somos sadomasoquistas. Nos gusta hacer sufrir y sufrir nosotros, porque no es nada fácil cuando uno tiene un auditorio en contra. Y cuando uno sabe que alguien va a salir por allá a criticar a uno, eso no causa deleite. Pero si no somos heridos por la predicación, mis hermanos, tampoco podremos ser sanados. Si no somos heridos por la predicación, no podremos ser sanados. Es únicamente cuando el mal es expuesto, cuando nosotros vamos a Cristo procurando que Su sangre nos continúe limpiando de todo pecado. ¿Qué hemos visto entonces? Que la decadencia espiritual se manifiesta no por una marcada declinación en nuestra percepción de la verdad, pero sí en ausencia del gozo y el deleite espiritual que esa verdad debe producir. Segundo, no por la reducción de las normas de santidad, sino porque el corazón no procura ni anhela conformarse a esa norma. En tercer lugar, en ese estado o ese estado de decadencia espiritual se caracteriza por una pérdida de vigor y actividad de las gracias espirituales que Cristo implantó en nosotros en la conversión. Suena muy complicado. No es nada complicado. ¿Cómo se manifiesta la declinación? Por una pérdida de vigor. Saben lo que es eso, ¿verdad? Cuando tú llegas a tu casa cansadísimo, sin fuerzas, eso es una pérdida de vigor físico. Bueno, lo que estamos diciendo es que la decadencia se caracteriza por una pérdida de vigor y de actividad, el que no tiene vigor prefiere sentarse a descansar, de las gracias que Cristo implantó en nosotros en la conversión. En 2 Pedro 1, versículos 3 y 4, Pedro nos dice que los creyentes hemos sido hechos partícipes de la naturaleza divina. Bueno, ¿eso qué significa? Bueno, obviamente eso no significa que al convertirnos Dios nos convierte en mini-dioses. Nosotros no somos dioses en miniatura. Lo que Pedro está diciendo es que el cristiano es una persona en quien Dios ha implantado o ha plantado, si prefieren pensarlo así, aquellas características divinas que son las que conforman la vida de piedad. En palabras más simples, un cristiano no es una persona a quien le han perdonado todos sus pecados, meramente. Todos los pecados le han sido perdonados, pero esa no es toda la historia. Lo que Pedro dice en el texto es que todas las cosas que pertenecen a la vida de piedad, que son propias de la vida de piedad, han sido implantadas en el alma de ese individuo. Por lo tanto, El verdadero creyente está llamado a manifestar esas características de piedad en un grado o en otro, esas características que llamamos gracias espirituales del alma. Cuando el creyente está creciendo y está desarrollando su vida espiritual, esas gracias están vigorosas y activas. de tal manera que nosotros podemos ver en ese creyente los frutos del Espíritu, o el fruto del Espíritu, amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza o dominio propio. Pero tan pronto entramos en un estado de decadencia espiritual Esas gracias se debilitan. Esas gracias disminuyen su vigor y su actividad. ¿Y saben cuáles son los momentos en los que Dios nos hace ver que eso ha empezado a suceder? Cuando estamos en problemas. Cuando Él nos mete en el horno de la aflicción. Allí es que se ve. Un creyente que está atravesando por un periodo de decadencia no está preparado para recibir los embates de vivir en un mundo caído. Mis hermanos, ¿por qué muchos creyentes reaccionan con amargura? ¿Por qué muchos creyentes reaccionan con resentimiento cuando alguien los ofende? O cuando él se siente ofendido, porque hay personas que se sienten ofendidos y que nadie los haya ofendido. Es una interpretación. Pero, ¿por qué ocurre eso? Porque las gracias de la humildad, la gracia de la mansedumbre, la gracia del dominio propio, se encuentran terriblemente debilitadas. Por eso es que Pablo nos exhorta a fortalecernos en el Señor y a vestirnos de toda la armadura espiritual para que cuando llegue el día malo nosotros podamos resistir. ¿Han visto ustedes alguna vez a un soldado poniéndose la armadura en medio de una guerra? No, uno se prepara para la guerra fuera del campo de batalla. Eso no se hace uno tirándolo tiro. Bueno, lo que Pablo dice es, fortalécete en el Señor Vístete de toda la armadura, porque el día malo va a venir. Eso escríbelo. El día malo vendrá. Y si tú estás declinando espiritualmente, tú no vas a estar preparado para eso. No estás preparado. Son esos creyentes que tienen una lista de contabilidad larga. Ellos no saben perdonar. Ellos no saben olvidar. Ellos no saben lo que es cubrir algo con un manto de amor. ¿Por qué? Las gracias que Dios implantó en nosotros han perdido su vigor. Estás declinando espiritualmente. En cuarto lugar, ese estado de decadencia espiritual se manifiesta cuando leemos la Biblia, pero no con un sincero deseo de conocer la mente de Dios para obedecerle y agradarle, sino por una mera costumbre o para satisfacer un anhelo intelectual. Repito, ese estado de decadencia espiritual cuando está comenzando, porque cuando ya está desarrollado, ni lee la Biblia. Pero estamos hablando aquí de una persona que todavía lee la Biblia. Todavía la lee, pero no con un sincero deseo de conocer la mente de Dios, para obedecer a Dios, para agradar a Dios, sino por una mera costumbre o por un anhelo de satisfacer el hambre intelectual. ¿Saben una cosa, mis hermanos? La lectura de la Biblia es un termómetro. Cuando tú no sabes Si tienes fiebre, te sientes como con un poco más de frío que de lo costumbre, ¿qué tú haces? Buscas un termómetro. Porque a veces no basta con ponerse la mano en la frente, ¿verdad? Hay que buscar un termómetro. Bueno, lo que estamos diciendo es que la lectura de la Biblia es un termómetro en la vida de un cristián. Si leemos poco la Biblia, es indudable que estamos atravesando por un periodo de decadencia espiritual. Pero aquí estamos hablando de un síntoma más sutil. Nos referimos a una persona que todavía lee la Escritura con cierta regularidad, pero sin poseer la profunda y solemne convicción de que toda la Escritura es inspirada por Dios, y por esa misma razón es útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia. Un creyente puede leer regularmente la Biblia y aún así no estar gustando de ella espiritualmente. Su lectura no lo mueve a Dios en oración. Su lectura no lo mueve a atesorar la Palabra en el corazón. no lo lleva a practicar lo que ha leído. Sus promesas no lo consuelan en la aflicción. Sus advertencias no lo llenan de temor. Sus mandamientos no lo llevan a la obediencia. Mi hermano, mi hermana, si esto es así en tu vida, obviamente has comenzado un proceso de decadencia espiritual. Déjenme darles una ilustración en el mundo físico de la cual lamentablemente yo sufro a menudo. Vengo desde hace meses luchando con una sinusitis terrible. Cuando uno tiene las fosas nasales tapadas y tú no puedes ejercer el sentido del olfato libremente, eso también te va a afectar con la comida, porque hay una relación entre el olfato y el gusto. Cuando tú estás tapado, como decimos nosotros, tú tampoco gustas del todo de la comida que te estás comiendo. Pues eso mismo ocurre a nivel espiritual, cuando un creyente está enfermo del alma. Él sigue comiendo la lectura de la Biblia, pero sin provecho, sin percibir su sabor. La Biblia se ha convertido para este cristiano en un libro insulso. Él ya no se goza en eso. Hermanos, hay una relación directa entre el pecado y el deseo por la Biblia. Hay una relación directa. Escuchen lo que dice Pedro. Primera de Pedro, capítulo dos. Primera de Pedro, capítulo dos, versículos uno y dos. Dice Pedro, desechando pues toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y todas las detracciones, desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada. Y está hablando de la Biblia. ¿Han visto ustedes cómo desea la leche un niño recién nacido? Y déjenme decirles que aquí no está hablando de un recién convertido. Ese texto no se escribió para recién convertidos. Ese texto está diciendo que todo cristiano, en toda época de su vida, si está bien y saludable espiritualmente, va a desear la leche espiritual como el niño recién nacido desea la leche de su madre. Eso es lo que está diciendo. Hay una relación entre una cosa y otra. Déjame hacerte una pregunta. ¿Todavía lees la Biblia con regularidad? Si tu respuesta es afirmativa, si todavía estás apartando un tiempo diario y específico para leer las Escrituras, me gozo en eso, pero no es suficiente. Déjame hacerte otra pregunta. ¿Por qué lo haces? ¿Por qué lo haces? ¿Es porque deseas conocer más profundamente a tu Señor? ¿Hacer más Su voluntad? ¿Es porque deseas parecerte cada vez más al Señor Jesucristo? Pablo oraba por los creyentes de Colosas y Pablo pedía sin cesar que ellos fuesen llenos del conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Dice Colosenses 1.9 Ahora, ¿cuál era el propósito por el que Pablo pedía esto? ¿Es que acaso Pablo estaba interesado en aumentar el cúmulo de conocimiento doctrinal de estos hermanos? ¡No! Escuchen lo que él sigue diciendo. Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios. Mi pregunta es, ¿es con ese propósito que tú lees la Biblia? ¿Es con ese propósito? O lo haces más bien por costumbre, o por acallar la voz de tu conciencia. Ya leí. Y cuando te preguntan en la noche, ¿qué leíste? Eh... Mira, yo sé que está en el Nuevo Testamento. Ya se evaporó. En un momento de la historia de Israel, Dios reprendió duramente a su pueblo. ¿Saben por qué? Dice el profeta Isaías, Isaías 58, clama a vos en cuello, no te detengas, alza tu voz como trompeta, anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado. Y uno dice, uy, ¿y cuál fue el pecado? ¿Cuál fue la rebelión que llevó a Dios a amonestar tan severamente a Su pueblo? Escuchen ahora el resto. Que me buscan cada día y quieren saber mis caminos como gente que hubiese hecho justicia y que no hubiese dejado la ley de su Dios. Externamente, estos hombres estaban procurando conocer la voluntad de Dios. diariamente inquirían acerca de los caminos de Dios, pero en realidad se habían olvidado de su ley. Mis hermanos, es posible estar ocupados regularmente en la lectura de la Biblia, cada día lo hacían estos hombres, cuando en realidad, en una forma práctica, hemos puesto a un lado la ley de Dios. Sus promesas ya no son nuestro consuelo en el día de la aflicción. Sus advertencias no nos hacen temer. Sus mandamientos no nos mueven a la obediencia. Este creyente no puede decir con toda sinceridad lo que el salmista dice en el Salmo 119. En tus mandamientos meditaré, consideraré tus caminos, dame entendimiento y guardaré tu ley y la cumpliré de todo corazón. me regocijaré en tus mandamientos los cuales he amado, alzaré a sí mismo mis manos a tus mandamientos que amé y meditaré en tus estatutos. Obviamente, para este cristiano la ley moral de Dios no era una camisa de fuerza. Y saben una cosa, muchos cristianos ven la ley de Dios de esa manera. No, la ley de Dios no es una camisa de fuerza. ¿Saben lo que dice el Salmite en el Salmo 119? Andaré en libertad porque guardé tus mandamientos. Andaré en libertad porque guardé tus mandamientos. La ley moral de Dios es el camino de la gente libre. ¿Saben para qué Dios nos libertó del pecado? Precisamente para que ahora, libre y deleitosamente, nosotros podamos obedecer la ley de Dios. ¿Qué dice Cristo, el más libre de los hombres? Mi comida es hacer la voluntad del que me envió. Esa es mi comida. De eso es que yo me alimento. Pero cuando un cristiano actúa irreflexiblemente, sin preocuparse mucho por lo que Dios dice en su palabra acerca de esto, acerca de aquello, sin examinar qué piensa Dios acerca de este aspecto de la vida o de este otro aspecto, cuando no busca consejo de nadie o busca consejo en aquellos que él sabe que le van a decir lo que él quiere oír, cuando un creyente está así, no hay duda, está declinando espiritualmente. Eso no depende de que yo hable mucho que el Señor, el Señor, el Señor. Miren, déjenme decirles algo. En los casi 30 años que tengo siendo pastor, yo he visto a mucha gente tener el nombre de Dios en su boca todo el tiempo y estar en una decadencia espiritual. Eso no depende de nuestro lenguaje. Eso depende de nuestra conducta. Hay creyentes que parece que su principal preocupación es saber ¿Qué es lo más cerca que pueden acercarse al precipicio sin caerse? Ese es el tipo de creyente que para todo pregunta, ¿y qué tiene eso de malo? Yo no puedo decir esto dogmáticamente, pero miren, aquella persona que pregunta demasiado, ¿qué tiene eso de malo? Probablemente está declinando espiritualmente. El creyente que tiene salud espiritual, lo que pregunta es, ¿qué tiene de bueno? ¿Qué tiene de bueno? ¿Me va a hacer careso a mi Señor? ¿Me va a hacer parecerme más a mi precioso Salvador? Entonces no me interesa. No me interesa. En quinto lugar, ese estado de decadencia espiritual se manifiesta cuando oramos escasamente o en una forma inadecuada. Ese estado de decadencia espiritual se manifiesta cuando oramos escasamente o en una forma inadecuada. Así como la lectura de la Biblia es un termómetro para la vida espiritual, así también la oración. La oración, cuando el creyente ha decaído en la frecuencia en su vida de oración o cuando ora, lo hace inadecuadamente, esa es una señal de decadencia. ¿Y cómo es eso de orar inadecuadamente? Bueno, debemos hacerles otra pregunta. ¿Qué sucede, hermanos, cuando un creyente está caminando más cerca de Dios, cada vez más cerca de Dios? Bueno, cuando un creyente está más cerca de Dios, más conciencia tendrá de sus propias necesidades espirituales, más conciencia tendrá de los pecados con los que tiene que luchar, más conciencia tendrá de los peligros que tiene que enfrentar cada día. Por eso es que Juan dice, si alguno dice que conoce a Dios, pero no anda en luz, es un mentiroso. No, el que conoce a Dios anda en luz. Ahora, andar en luz no es ser perfecto. Andar en luz no es equivalente a andar sin pecado. Andar en luz lo que significa es que cuando yo estoy cerca de Dios, yo veo más claramente cuál es la condición de mi corazón. A mí me molesta mucho que mis lentes estén empañados. Y los limpio muy a menudo. Bueno, cuando yo voy a limpiar mis lentes, yo no los limpio así. Yo los limpio así. ¿Por qué? Porque no es sino hasta que yo veo el cristal a través de esa luz que puedo ver más claramente cómo está el lente, cómo está el cristal. Bueno, déjenme explicar el proceso de primera de Juan, capítulo 1, versículo 5 al 10. Dice Juan, el que anda en luz confiesa sus pecados y al confesar sus pecados es limpiado de toda maldad y al ser limpiado de toda maldad está más cerca de Dios, por lo tanto tiene más luz, por lo tanto ve ahora más cosas que antes no veía. y así hasta que lleguemos al cielo. Cuando un creyente anda en luz, él ve tan claro que él no tiene que estar buscando en su mente, ¿y qué más le voy a decir a Dios? Ya oré cinco minutos y se me acabaron los temas. Aunque yo debo aclarar también, hermanos, que Dios no es un ser que está en el cielo con un cronómetro. Oró sólo cinco minutos. No le voy a responder su oración. Dios no es así. Hay momentos en que no podemos orar más de un minuto. Hay momentos en que lo único que podemos hacer es enviar una llamada al cielo de auxilio. Y Dios hasta eso lo oye. Pero aquí estamos hablando de la vida regular de un creyente. ¿Por qué hay cristianos que se postran a orar y a los cinco minutos se le agotan los temas? sencillamente porque no se están dando cuenta de cuáles son sus pecados, no está viendo claramente sus luchas, no está viendo claramente los peligros que le acechan. Mis queridos hermanos, el fervor en nuestras oraciones crecerá en la misma medida en que nosotros tenemos un entendimiento de nuestras debilidades, un entendimiento de nuestros pecados, de nuestras corrupciones internas. Richard Baxter dice, él recomienda a todo aquel que no sabe qué pedir, que estudie bien su corazón y su vida. Y dice él, pronto encontrará una multitud de corrupciones internas que lamentar, una multitud de carencias que deben ser suplidas, debilidades que deben ser fortalecidas, desórdenes que deben ser rectificados y pecados que deben ser perdonados. En sexto lugar, Ese estado de decadencia espiritual se manifiesta cuando descuidamos el deber de confesar adecuadamente nuestros pecados delante de Dios. Ese estado de decadencia se manifiesta cuando descuidamos el deber de confesar adecuadamente nuestros pecados delante de Dios. Cuando un creyente no manifiesta preocupación por confesar sus pecados, tan pronto su conciencia lo acusa, o cuando los confiesa en forma general, han visto ustedes ese tipo de persona, ¿verdad? Perdóname en lo que yo te haya ofendido. Eso es un peligroso síntoma de decadencia espiritual. El creyente que no confiesa regularmente sus pecados, llamándolos por su nombre, y con dolor y vergüenza de haber ofendido a Dios, no simplemente porque fallé. Saben, hermanos, que hay creyentes que se sienten mal por pecar, pero no por haber ofendido a Dios. Es que en su orgullo ellos no admiten haber fallado. Eso es terrible porque están confesando el pecado pecaminosamente. No, el problema no es que fallaste o que yo fallé. ¡Vamos a fallar! Ya de antemano sabemos que nosotros somos un saco de debilidad. Ese no es el punto. El punto es, Señor, yo pequé contra ti, yo te ofendí, perdóname. Dice David, en el Salmo 32, que un hombre que hace eso es bienaventurado, es bienaventurado. ¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto! ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de inigidad, y en cuyo espíritu no hay engaño! Y ahora Él dice, mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió. ¡Wow! David empezó a decaer por no confesar su pecado. Dice, de día y noche tu mano pesaba sobre mí. Mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano. Pero finalmente, ¿qué tomó Él? ¿Qué resolución tomó Él? Dice, te manifesté mi pecado, no encubrí mi iniquidad. Dije, confesaré mis transgresiones al Señor y tú perdonaste la culpa de mi pecado. Señor perdóname yo fui un orgulloso perdóname porque esta frase que yo le dije a fulano de tal la dije con la conciencia de que yo quería llamar la atención sobre mí perdóname señor Perdóname, Señor, porque posee mis ojos en la televisión o en la Internet en cosas que un cristiano, cuyos ojos han sido comprados con la sangre de Jesucristo, no debía mirar. Perdóname mi lascivia, perdóname mi pecado, Señor. Nombre y apellido." Ese estado de decadencia espiritual se evidencia en nuestras vidas cuando manifestamos desamor hacia otros cristianos en vez de manifestar una medida creciente del amor de Cristo. Ese estado de decadencia se manifiesta cuando manifestamos desamor hacia otros cristianos en vez de manifestar una medida creciente del amor de Cristo. ¿Saben qué, mis hermanos? Mientras más ocupada está el alma con Cristo Menos lugar habrá para el desamor hacia aquellos que son el objeto del amor de Cristo. Pero cuando ha decaído el amor, cuando ha decaído el interés por nuestros hermanos, es porque hace rato que nuestro amor por Cristo también decayó. ¿Han visto ustedes a esa gente que dice, yo no tengo problemas con el Señor, es con la iglesia? ¿Cómo que usted no tiene problemas con el Señor? si alguno dice yo amo a dios y aborrece a su hermano y recuerda lo que el pastor salvador decía el domingo pasado esta palabra aborrecimiento no significa el odio quiero que se desaparezca del mapa no necesariamente el padre que no disciplina a su hijo lo aborrece dice la biblia y no es que quiera hacerlo desaparecer del mapa es que manifiesta tal desinterés por el bienestar de su hijo que no lo corrige a tiempo para no meterse en problemas entonces el desinterés es aborrecimiento en la Biblia. ¿Y qué dice Juan? El que dice, yo amo a Dios y aborrece a su hermano es un mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él, el que ama a Dios, ame también a su hermano. Una persona que vive centrada en sí misma, mayormente preocupada por sus problemas, que a la primera oportunidad que se le presente, guiará la conversación sobre su situación, sobre las cosas que constituyen sus preocupaciones personales, está dando señales inequívocas de decadencia espiritual. Hay personas que yo no sé cómo se las ingenian, pero de una forma u otra, ellos van a llevar la conversación para hablar de sus problemas, de su vida, de sus hijos, de su marido, su, su, su, su, yo, yo, yo, yo. Van a visitar al enfermo en la clínica. ¿Cómo te sientes, mi hermano? Ay, mal. Tengo un dolor aquí. Ay, no me digas nada. Así estaba yo el año pasado. Se me metió un dolor. Pero ¿y quién está hablando de ti? ¿Quién está hablando de ti? ¿Por qué tienes que guiar la conversación hacia ti? Nosotros no somos el centro del universo. Mire, hagan una prueba. sacan una prueba, van a ver qué tan difícil es decida vivir 24 horas sin decir yo y ahí se van a dar cuenta de que nosotros somos yocistas hasta lo último yo, yo, yo, mis problemas, mis hijos, mi marido, mi inquietud, mi, mi, mi, mi, mi, mi este hermano no está preocupado por ampliar sus relaciones en la iglesia Cuando escucha que el hermano tal está enfermo, no se preocupe en orar por él o visitarlo, a menos que no sea de su grupo, de sus amigos. No viene al culto de oración regularmente, y eso es una falta, a menos que usted tenga una buena razón. ¿Por qué muchas personas no vienen al culto de oración sin razón? Bueno, por un lado, porque pueden haber perdido la confianza en la oración corporativa, en lo que Dios hace a través de la oración de la iglesia, pero también puede estar manifestando que a Él no le importa lo que está pasando con el cuerpo de Cristo, ni aquí ni en otros lugares. Eso es una señal inequívoca de decadencia espiritual. Ahora déjame decirte algo para concluir. yo tengo una buena noticia para ti saben que cuando estaba preparando este sermón yo pensé y así se lo dije a uno de los pastores yo tengo siete puntos en mi sermón cada uno de esos puntos puede ser un mensaje ahora yo creo que es bueno poder darlo todos juntos no para aplastarte mi hermano, mi hermana es para que puedas tener una visión más amplia, general y puedas autoexaminarte a ti mismo, ya, hoy. Hoy, ahora. Ahora, si te has examinado a ti mismo y a través de estos síntomas dices, uy, estoy comenzando a declinar, o lo que es peor, hace rato que yo estoy en decadencia, yo tengo una buena noticia para ti. Mi hermano, mi hermana, la misma gracia que te salvó. Cuando eras incrédulo, esa misma gracia está disponible para nosotros hoy para recobrarnos espiritualmente si estamos atravesando por un periodo de declinación espiritual. Ahí está la gracia, mi hermano. Ahí está la gracia. Ahí está el Evangelio. ese es el mensaje de cristo a las iglesias de apocalipsis yo puedo resumir por lo menos cinco de estas cartas de cristo en dos encabezados examínate y arrepiéntete examínate y arrepiéntete sabes qué significa eso mi hermano que hay esperanza para ti si eres creyente hay esperanza alguna de esas iglesias estaba muy mal y todavía cristo le dice examínate arrepiéntete Examínate, arrepiéndete, sin importar cuál es tu condición actual. Y nota que en cada una de esas cartas el Señor en una forma expresa nos hace ver que lo que Él está diciendo a las iglesias, se lo está diciendo a todos los cristianos. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Esas cartas no eran simplemente para un grupo de cristianos en el Asia Menor hace dos mil años. Esa carta es para ti, mi hermano. Esa carta es para ti, mi hermana. Examínate y arrepiéntete. Ese examen no tiene como motivo llevarte a la depresión. Yo no sirvo para nada. ¿Sabes una cosa? Es verdad, tú no sirves para nada, ni yo tampoco. En eso tienes toda la razón. Dice Cristo, separados de mí, nada podéis hacer. Pero esa no es toda la historia. También Pablo dice en Filipés, en el capítulo 4, versículo 13, todo lo puedo en Cristo que me fortalece. En Cristo, en Cristo. En los próximos mensajes nosotros veremos las causas, veremos los remedios de la declinación espiritual. Por ahora sólo quiero dejar este texto en tu mente. Dice Isaías 40.29 Él da esfuerzo alcanzado. Él multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna. Pastor, estoy en el piso. Usted me echó a ver. Estoy muy mal. Yo no tengo fuerzas. ¡Qué bueno que lo has visto, mi hermano! ¡Qué bueno que lo has visto, mi hermana! Porque es ese sentido de impotencia el que nos lleva a Cristo. Él multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna. Los muchachos se fatigan y se cansan. Los jóvenes flaquean y caen. ¿Sabes por qué? Porque ellos corren en su propia fuerza. Ellos se sienten tan bien en su juventud que ellos salen a correr. Ah, pero ahí está ese cristianito que ya no está tan fuerte. Esos que flaquean y caen. Isaías les dice, pero los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán. Oh, que Dios bendiga su palabra. Vamos a orar. Padre, nosotros te damos gracias porque Tú nos has dejado en nuestras manos un libro tan precioso, un libro tan valioso, un libro a través del cual nosotros podemos ver nuestra verdadera condición delante de Ti, pero también un libro que nos da la salida, un libro que también nos dice lo que nosotros debemos hacer. Señor, bendice Tu palabra en esta mañana. Ayúdanos a cada uno de los creyentes que están aquí en este lugar a poder examinar objetiva y honestamente su vida. Pero ayúdanos también, Padre, para que, como solían decir los puritanos, por cada mirada que demos a nuestro pecado, demos diez miradas a Cristo. a nuestro Salvador muriendo en la cruz del Calvario. Bendice Tu palabra, Señor. Anima aquí a los que están desanimados. Levanta a los caídos, oh Señor. Aquellos que están corriendo bien, anímalos para que sigan corriendo con los ojos puestos en Jesús, quien es el Autor y el Consumador de nuestra fe. Y aquellos que están aquí sin Cristo, oh Dios, muévelos eficazmente a buscar de esa misma gracia que hoy los puede salvar. Alabado sea Tu nombre, en Cristo nuestro Salvador. Amén.
Síntomas de Decadencia Espiritual
సిరీస్ La Decadencia Espiritual
¿Cuáles son los síntomas de que nuestra vida espiritual está comenzando a decaer?
ప్రసంగం ID | 126101233209 |
వ్యవధి | 59:52 |
తేదీ | |
వర్గం | ఆదివారం - AM |
భాష | స్పానిష్ |
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