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Abran sus Biblias, por favor, los que las tienen, en Lucas 17. Voy a compartir el pasaje sobre los diez leprosos. Es un pasaje que se encuentra solamente en el Evangelio de Lucas, en el capítulo 17, versículos 11 al 19. dice la palabra. Y aconteció que yendo él a Jerusalén, pasaba por medio de Samaria y de Galilea. Y entrando en una aldea, vinieronle al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz diciendo, Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros. Y como él los vio, les dijo, id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que yendo ellos, fueron limpios. Entonces, uno de ellos, como vio que estaba limpio, volvió glorificando a Dios a gran voz. Y derivose sobre el rostro a sus pies, dándole gracias. Y este era samaritano. Y respondiendo, Jesús dijo, ¿no son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios, si no ese extranjero? Y dijole, levántate, vete, tu fe te ha salvado. Solo uno volvió a Jesús. Solo uno regresó a darle las gracias. Muchos llaman a Jesús maestro cuando lo necesitan, pero cuando ya no, pocos son los que van a Jesús. El título de este mensaje, que va a ser un poco más corto, es En las malas y en las buenas. Lo puse al revés y vais a entender por qué. En las malas y en las buenas. Entonces, hablemos un poco del contexto aquí. Jesús está en camino hacia Jerusalén. Este es su último viaje hacia Jerusalén. Él varias veces había ido a Jerusalén a algunas fiestas de los judíos, pero este es su último viaje. Va a Jerusalén para dar su vida. Y está, el texto dice, entre Galilea y Samaria. en esta área y ahí entra en una aldea, dice el texto, y le salen al encuentro 10 leprosos, los cuales se quedaron a distancia, dice el texto. Y la razón por la que se quedaron a distancia, la saben, ¿no? Es que la ley del Antiguo Testamento requería que estas personas fueran excluidas, por así decir, de la sociedad. Tenían que quedarse aparte para evitar los contagios y también había una enseñanza ahí acerca del pecado. Levíticos 13, versículos 45 a 46 dice, la persona leprosa y llagada se vestirá de andrajos y andará con la cabeza descubierta y cubriéndose la boca gritará, impuro, impuro, mientras la llaga permanezca en él. Será impuro y vivirá solo y fuera del campamento. Un poco como en los primeros días, meses del COVID, yo tenía un amigo que se quedó en una habitación y le venían a traer la comida a la puerta y estaba secluido. Pues algo parecido pero más serio pasaba en esta época, la gente estaba secluida si tenía un problema de lepra. lo que la Biblia llama lepra, no necesariamente era lo que la medicina moderna hoy llama lepra, también esto incluía todo tipo de enfermedades de piel. Entonces, algunos comentaristas piensan que incluso había gente con psoriasis, otras enfermedades de la piel que estaban secluidas hasta que se sanaran. Entonces, cuando estos 10 leprosos escuchan y ven a Jesús que entra en esa aldea, van hacia él, pero siquiera a una cierta distancia, y gritan, ten compasión de nosotros. Y utilizan un término bastante interesante. Utilizan un término que solo los discípulos utilizan en el Evangelio de Lucas. Llaman a Jesús maestro. Lo que pasa es que hay varias palabras en el idioma original que nuestras Biblias en español traducen maestro, pero si tú tienes una Biblia en inglés, verás que no están llamando a Jesús teacher, lo llaman master. Están utilizando una palabra que sólo los discípulos utilizaban, y es interesante. Es una palabra que no significa tanto profe, o profe o radí, no, significa más comandante o soberano. Y así lo llaman. Y al utilizar esa palabra parece que Luca está apuntando al hecho de que estas personas parecen reconocer a Jesús como quien es Él. que es el maestro, el soberano sobre tu vida. Entonces, tenemos que hacernos la pregunta, y nosotros lo reconocemos como maestro, el que tiene autoridad sobre nuestras vidas, el es señor de señor y rey de reyes. Entonces, los leprosos dicen, ten compasión de nosotros, y con eso, claro, no están. pidiendo cualquier tipo de limosna, no, están pidiendo sanación física. Ten misericordia de nosotros. Ellos oyeron seguramente acerca de Jesús, incluso el hecho que Él había incluso sanado a este hombre que estaba lleno de lepra, el cual vemos en el capítulo 5 de Lucas. Seguramente habían oído de sus milagros y piensan, este a lo mejor puede hacer algo por nosotros. Ten compasión de nosotros. Entonces Jesús los ve y les dice, preséntense a los sacerdotes. Los sacerdotes estaban en Jerusalén, en el templo de Jerusalén, bastante lejos. Esto implicaba hacer un viaje, el cual Jesús también estaba haciendo yendo a Jerusalén. Y entonces, ¿por qué les dice, preséntense a los sacerdotes? Pues, de una manera u otra, aquí Jesús les está prometiendo sanación al decir esto. porque uno se presentaba a los sacerdotes por dos razones en esa época cuando tenías un problema de piel. Tú te presentabas al sacerdote o bien para que él te haga el diagnóstico, qué es esto que te ha salido, y para que él te declarara impuro. si es que este era lepra o otro tipo de enfermedad de piel, o bien te presentaba sacerdote cuando se te iba este problema de piel y tenías que ser declarado de nuevo puro, podías integrar de nuevo la sociedad. El sacerdote actuaba un poco como un inspector de estas enfermedades de piel y él certificaba que uno sí era impuro porque te salió una lepra o el certificado que tú sí eras sanado. Algunos comentaristas incluso dicen que ellos daban un certificado. Si estás sanado, tienes tu certificado y la persona podía regresar a la vida normal, volver a encontrar a sus familiares, sus amigos, empezar de nuevo su trabajo. Entonces, no se presentaba al sacerdote, o bien porque se había surgido un problema de piel, o bien porque había sido sanado. Ellos tenían el problema de piel. Jesús les dice, ven, preséndese a los sacerdotes. Y ahí Jesús les está prometiendo que algo va a pasar. Jesús no les sana inmediatamente, pero les hace entender que lo va a hacer. Entonces, estos 10 leprosos, en una cierta medida, ellos muestran Ellos tienen una cierta medida de fe al hacer eso, a emprender ese viaje. Bueno, pues ellos van. Es verdad que no tenían gran cosa para perder. Tenían tiempo, eran leprosos, pero aún así hay una cierta medida de fe ahí. Ellos creen que algo va a pasar, que Jesús va a hacer algo. Entonces, están de camino para Una palabra más sobre esta fe que tuvieron. Ellos tuvieron algo de fe, un poco más que la fe de Nahamán. ¿Recordáis este jefe del ejército de Siria que escuchó hablar del profeta Eliseo? y que fue a Israel porque él tenía una lepra también, un problema de lepra y Naamán cuando el Liceo envió un mensajero y le dijo, ve, lávate en el Jordán siete veces, él dijo, es así que me reciben y no quiso hacerlo. Entonces, y luego al final, esta vez la historia lo hizo. Estos diez leprosos tuvieron una fe ahí en el Señor al ir. Entonces están en camino y ocurre el milagro. De repente están sanados. Y ciertos comentaristas piensan que este milagro no llegó en esta área. Ciertos comentaristas piensan que el milagro llegó al salir y dicen que uno podría traducir el texto griego no tanto mientras iban en camino sino mientras salían. Y es probable que este milagro haya ocurrido poco tiempo después de estas palabras de Jesús porque, ¿qué pasa? El samaritano que ha sido sanado vuelve y encuentra a Jesús. Y estaban en camino a Jerusalén y iban por caminos diferentes. Entonces es probable que este milagro suceda poco tiempo después de lo que después del mandamino de Jesús. Entonces, este hombre, este samaritano, vuelve, es el único de los diez, glorificando a Dios, dice el texto, y nos sorprende, y Jesús se sorprende que sea un samaritano. Estos samaritanos, lo sabemos bien, eran gente rechazada por la mayoría. Era gente que no era de sangre pura judía. Era una sangre mezclada. Los judíos no gustaban de los samaritanos. Entonces, este samaritano es doblemente rechazado. Rechazado por ser samaritano y rechazado por ser leproso. Los samaritanos, aparte de esto, eran gente que, según los judíos, no eran buenos adoradores de Dios, no sabían cómo adorar a Dios. Sin embargo, es Él quien vuelve a Jesús y le da las gracias. Se pensaba así los samaritanos porque ellos no iban a adorar a Jerusalén. Ellos adoraban no en el templo de Jerusalén, ellos adoraban en su territorio, en Samaria, y tenían un monte, el monte Garicín, donde adoraban. incluso no seguían el Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia tenían su versión del Pentateuco, donde habían quitado estos pasajes que hablan de que hay que ir a adorar a Dios en el lugar elegido en Jerusalén. Entonces, malos adoradores de Dios según la gente, sin embargo, ¿quién vuelve? Es este samaritano. Y cuando Jesús ve esto, hace una serie de preguntas retóricas. ¿Y los nueve? ¿Dónde están? ¿No hubo quien volviera a alabar a Dios sino este extranjero? Y ahí Jesús utiliza una palabra, cuando dice extranjero, una palabra que no encontramos en la literatura griega de la época, solo la encontramos en algunos pasajes de de la traducción griega del Antiguo Testamento y la encontramos en el templo, en el templo de Jerusalén. Y pone, ningún extranjero puede ir a pasar esta línea. Había ahí una distinción muy clara. Ellos no podían adorar ahí en el templo, sin embargo, este es el único que adoró a Dios de la manera que hacía falta. Luego, el samaritano se arroja a los pies de Jesús y Jesús le dice, ve, levántate, tu fe te ha salvado, te ha sanado o te ha salvado, según como uno traduce. Pero aquí ya no está hablando de sanación física. Ahí cuando Jesús dice, ve, tu fe te ha salvado, está hablando de la salvación con gran S, la salvación del alma. Entonces, este pasaje habla de gratitud o de ingratitud. En verdad, nos da un buen ejemplo de alguien que da gracias, pero nos da nuevo ejemplo de personas que no dan las gracias. Nos muestra este pasaje que muchos llaman a Jesús maestro cuando lo necesitan, pero cuando ya no. no van hacia él. Ojalá hermanos, esto no sea nosotros. Ojalá nosotros no vayamos a Jesús solo cuando haya un problema, sino también cuando las cosas van bien, también cuando estamos agradecidos, también cuando Él nos libra de una prueba. Jesús nota la falta de gratitud de los nueve. Las palabras de Jesús, en rojo, en algunas Biblias, no hablan tanto de la gratitud del samaritano, sino de la ingratitud de los nueve otros. Y no hay que excusar esta ingratitud. Uno podría pensar, ah, bueno, los nueve hicieron lo que Jesús les mandó a hacer, ¿no? Ellos fueron a Jerusalén, están obedeciendo... En cambio, el samaritano este, pues, tardó en hacer lo que Jesús le mandó. Bueno, es verdad que los nueve fueron al templo de Jerusalén, es verdad, y aún esto, pues no sabemos. Pero imaginemos que sí fueron, obedecieron a Jesús. Aún así, dar las gracias no es ninguna pérdida de tiempo. Dar las gracias no es ninguna pérdida de tiempo. ¿Cuántas veces nosotros, hermanos, yo hago lo mismo antes de un viaje en auto? ¿Pido por protección cuando llego? No, nada. ¿Antes del despegue del avión? Sí, protección. ¿Cuándo llega? Ya no. ¿Cuántos pasamos tanto tiempo agradeciendo a Dios? ¿Cuánto pasamos tanto tiempo agradeciendo a Dios y no pidiéndole? No me malentiendas, hay que ir al Señor, hay que pedirle. Y el Señor siempre escuchará el grito del que necesita. Pero el Señor estaba buscando por esa gratitud y dijo, ¿y dónde están los nueve? ¿Dónde están los nueve? Y en esta época de Thanksgiving, Gratitud o ingratitud? Hay que elegir en esta época del Thanksgiving y en todo el año. Hay que elegir entre gratitud y ingratitud. Hemos hablado de esto esta mañana, ¿no? Aquí tengo otra ilustración, Mateo Henry. Mateo Henry, el famoso autor del comentario que lleva su nombre, un día fue asaltado por unos ladrones que le robaron su cartera. Entonces, él escribió lo siguiente en su diario. Señor, ayúdame a estar agradecido. Primero, porque nunca antes he sido robado. Segundo, porque aunque se llevaron la cartera, no me quitaron la vida. Tercero, porque aunque se llevaron todo lo que tenía yo, no era mucho. Y cuarto, porque fui yo quien fue robado y no quien robó. Podemos elegir, siempre podemos elegir la gratitud. A pesar de las circunstancias, tenemos múltiples razones para estar agradecidos. Primeramente, la salvación. Primeramente, la salvación. El salmista decía, bendice alma mía al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es el que perdona todas tus iniquidades. Piensa en tus iniquidades. Piensa en tus pecados. El Señor te los perdona. Todos podemos ser agradecidos. Entonces quiero destacar solamente tres puntos y terminamos. El primero es este. Muchos claman a Jesús y hasta experimentan sus milagros, pero esto no significa que son salvos. No hay que perderse algo en la historia, hermanos, y es el hecho de que solamente al que volvió Jesús le dijo, tu fe te ha salvado. No se sabe qué pasó con los nueve otros. No sabemos si llegaron a tener una fe salvífica o si solo fue una fe temporaria. No sabemos si la semilla cayó en buena tierra o si sólo creyeron por un tiempo. No sabemos si cuando surgieron los afanes de la vida, cuando regresaron a la sociedad, si se olvidaron del Señor. No sabemos si se secaron. Lo que vemos en el texto es que sólo a uno Jesús dijo, tu fe te ha salvado. Y es interesante porque al decir eso Jesús le da el diagnóstico. Jesús es el sacerdote último. es el sacerdote eterno. Y Jesús le dio esta declaración, este diagnóstico, tu fe te ha salvado. El sacerdote humano hablaba eso acerca de la lepra y los problemas físicos. El sacerdote eterno, nuestro Señor Jesucristo, puede decir eso y declararnos salvos y sanos por la eternidad. Muchos claman a Jesús y hasta experimentan sus milagros, pero esto no significa que son salvos. Jesús nos advirtió que no todos los que dicen, Señor, Señor, entrarán en el reino de los cielos. En aquel día, muchos me dirán, Señor, Señor, no profetizamos en tu nombre y en tu nombre echamos fuera demonios y en tu nombre hicimos milagros. Pero yo les diré claramente, nunca os conocí, apártense de mí, hacedores de maldad. Muchos obedecen a Jesús, incluso a la ley judaica. Pero de ahí a ser salvo es otra cosa. Para ser salvo hay que reconocer a Jesús como quien es. Cuando lo necesitamos y cuando no lo necesitamos. O cuando pensamos que no lo necesitamos porque siempre lo necesitamos. Cuando vamos mal y cuando vamos bien. Jesús es el Salvador, pero Jesús también es el Señor. ¿Quién es Jesús para ti? Ven a Jesús si lo necesitas, pero no lo olvides cuando parece que ya no lo necesitas. Él es el salvavidas, sí, pero es mucho más, es el Rey Eterno. No seamos oportunistas como estos nueve leprosos. Ah, Jesús pasa por mi aldea, le voy a pedir que me sane, no tengo nada que perder. Pero cuando estoy sanado ya no hay gratitud ahí y ya no vuelvo a Jesús como lo hizo este samaritano. Aquí vemos algo interesante en este pasaje y es también que una característica fidedigna de un cristiano genuino es la gratitud. Una característica fidedigna de un cristiano genuino es la gratitud. No estoy diciendo que los cristianos siempre estamos agradecidos, ni mucho menos yo el primero. Y Pablo en sus cartas anima a ser agradecidos. Esto implica que muchas veces pecamos en esto. Pero también es verdad que a grandes rasgos un cristiano es alguien que es agradecido. De alguna manera es parte de los frutos del espíritu. Uno de esos frutos del espíritu es el gozo. Una persona desagradecida no es gozosa. El cristiano, a gran desgasgo, es una persona agradecida. ¿Estás agradecido? Te hago la pregunta. Hay que hacernos la pregunta en este tiempo. ¿Estás desagradecido con los demás? ¿Nunca es suficiente lo que hacen para ti? ¿Vives así, con una ingratitud permanente en tu corazón? Hagámosnos esa pregunta. Y si es que sí, hay dos opciones para ti. Vuelve al Señor, confesa ese pecado de ingratitud. Y la segunda opción quizás es que no eres un cristiano genuino. Ven al Señor. Segundo, los rechazados suelen ir a Jesús. Este punto no lo quiero desarrollar demasiado, es algo que vemos en toda la Biblia. Pero lo digo porque lo vemos en este pasaje y simplemente guardemos eso en mente en la evangelización. Los rechazados suelen responder al Evangelio. Es lo que vemos en el Nuevo Testamento. Hay muchos pasajes. Tercero y último, ir a Jesús es necesario para glorificar a Dios. Si Jesús no está al centro, tú no puedes glorificar a Dios. Es interesante que el ex leproso, ese samaritano que regresó a Jesús, no va al sacerdote en Jerusalén, no va al templo glorificando a Dios. No va al templo glorificando a Dios, va a Jesús. También es interesante lo que dice Jesús en el versículo 18, y lo voy a leer. y míralo conmigo si quieres, es interesante lo que dice Jesús en el versículo 18 dice no hubo quien volviera y alabara a Dios sino este extranjero y lo voy a leer en otras versiones porque hay algo que vemos en el idioma original y yo creo que otras versiones lo muestran mejor entonces fíjense la vida de las Américas No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, sino este extranjero. En el texto original se ve mejor que la razón, la razón por la que él fue a Jesús es para glorificar a Dios. Fíjense cómo traduce la nueva traducción viviente. Ninguno volvió para darle gloria a Dios, excepto este extranjero. Y aquí viene otra versión, la Biblia de la Palabra, también que es muy buena. Sólo ese extranjero ha vuelto para alabar a Dios. La implicación, hermanos, es que era necesario volver a Jesús para glorificar a Dios. No era posible simplemente ir al templo allá en Jerusalén. Era necesario, es la implicación, era necesario volver a Jesús para glorificar a Dios. El samaritano no hubiera podido hacer, no hubiera podido glorificar a Dios sin volver a Jesús. Él entendió que no era posible glorificar a Dios sin dar gracias a Jesús. Él entendió que éste era un enviado de Dios. Él entendió que éste era Dios en persona. Si Jesús no está en el centro, no puedes alabar a Dios. Si Jesús no es tu maestro, tu soberano, tu señor, no vas a poder glorificar a Dios. Y hago hincapié en lo que hemos oído esta mañana. Jesús es el que te permite ser agradecido y glorificar a Dios. Entonces, aplicación. Aquí no tengo puntos de aplicación. Tres puntos rápidos. Aplicación. Demos gracias a Jesús. Esto glorifica a Dios. Demos gracias a Jesús. Y esta es una lección. Hemos hablado de la ilustración ahí de Mateo Henry, que a pesar de haber sido asaltado, él encontró maneras de ser agradecido. Vayamos al Señor Jesús en las malas y en las buenas. Y este es el título de mi mensaje. Uno fue a Jesús en las malas y en las buenas también. ¿En las malas? Soy leproso. Necesito el Señor Jesús. Necesito su intervención. Vayamos a Jesús en las malas para sanación física, para problemas relacionales, para problemas financieros, para cualquier cosa. Vayamos a Jesús en las malas, pero en las buenas también, hermanos. en las buenas también Jesús es nuestro salvador y es nuestro Señor también finalmente ten el Señor Jesús al centro ten el Señor Jesús al centro y terminó con un versículo que encontramos en Hebreos 13 que muestra que en la gratitud en la acción de gracia Jesús está ahí Jesús está ahí, dice el texto. Por lo tanto, ofrezcamos siempre a Dios por medio de Jesús un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que confiese en su nombre. Y quiero dejarlo aquí y vamos a orar. Padre celestial, gracias por este ejemplo que tú has querido que fuese escrito en la palabra y que nos llegara a nosotros de esta persona que te clamaba a gran voz ten compasión de mí pero el volumen no bajó cuando él fue sanado sino que regresó a ti a gran voz glorificando a Dios para que podamos ser gente agradecida, gente que te teme de verdad, que no viene a ti solamente cuando uno tiene un problema, sino que tú Estás en toda nuestra vida, no solamente para ayudarnos a saltar un obstáculo de la vida. Y te damos gracias porque tú es ahí que te das a conocer a nosotros, en los obstáculos, en las dificultades, y nos salvas, y nos oyes, y nos escuchas. Te damos gracias por esto y por muchas más cosas. En el nombre del Señor Jesús. Amén.
En las Malas y en las Buenas
సిరీస్ Evangelio de Lucas -Serie Cort
ప్రసంగం ID | 1129221538342414 |
వ్యవధి | 27:12 |
తేదీ | |
వర్గం | ఆదివారం - PM |
బైబిల్ టెక్స్ట్ | లూకా 17:11-19 |
భాష | స్పానిష్ |
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