00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
para que ya no tenemos que vivir en el pecado, sino ser siervos tuyos. Y pedimos tu bendición sobre este tiempo y tu ayuda en nombre de Cristo. Amén. La semana pasada miramos el principio de esa historia, empezando en Génesis capítulo 2 en versículo 10. Y solo para recordarles y para para los que a lo mejor no pudieron estar aquí la semana pasada, dice en Génesis 12 10. Hubo entonces hambre en la tierra y descendió Abraham a Egipto para morar allí porque era grande el hambre en la tierra. Y empezamos a mirar que muchas veces cuando vienen dificultades y aún después de victorias grandes, Abraham acaba de hacer algo muy difícil, de dejar su país, dejar todo lo que él conocía, toda su seguridad, para obedecer al Señor por fe. Y Dios le había hecho esas promesas tan grandes y vimos un paso de fe tan grande de Abraham. Pero después de tomar ese paso tan grande, se cayó en un pecado muy grande. Y vemos que una de las razones es porque después de tener esa victoria, ya vino hambre, ya vino tiempo de dificultad. Y muchas veces en nuestras vidas, después de la victoria, a veces ya no estamos tan cuidadosos de nuestra vida espiritual. Y muchas veces empezamos a confiarnos y pensar que nosotros podemos tener la victoria solos. Y en ese tiempo muchas veces el diablo ataca y caemos, porque no estamos confiando en el Señor. Y dice allí que bajó a Egipto en vez de quedarse en la tierra prometida. Y dice en versículo 11, y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer, ella que ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto. Y cuando te vean, los egipcios dirán, sus mujeres, y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida. Ahora pues, di que eres mi hermana para que me vaya bien por causa tuya y viva mi alma por causa de ti. Vimos otra vez la semana pasada que Abraham solamente estaba pensando en sí mismo. Estaba pensando en su vida. Estaba pensando en su protección. y estaba dispuesto a sacrificar a su esposa para protegerse a sí mismo. Y vimos aquí que la importancia de que cuando en verdad tenemos confianza en Jehová, creemos en Jehová, vamos a imitar a Cristo. Y Cristo sacrificó por otros en vez de sacrificar a otros por él mismo. Pero Abraham aquí hace lo opuesto y vimos que la primera cosa que un creyente en Jehová hace si sacrifica por otros es que pone el bienestar de otros sobre su propio bienestar. Ahí vimos el pasaje tan claro de eso en Isaías 53, donde dice que Jesús llevó sobre sí el pecado de todos nosotros. Y Él sufrió nuestros dolores, lo que nosotros merecíamos. Y habrá más a lo opuesto. En vez de sufrir por su esposa, sacrifica a su esposa para protegerle a él mismo. Y lastimosamente, muchas veces nosotros hacemos eso. Muchas veces estamos mucho más preocupados de nuestra protección, de nuestras cosas, que las cosas de otros. Y vemos que sigue eso en el ciclo 14. No solamente vemos que tenemos que poner el bienestar de otros sobre nuestro bienestar si queremos seguir el ejemplo de sacrificar por otros. Pero entonces en versículo 14 dice, Aconteció que cuando entró Abraham en Egipto, los egipcios vieron que la mujer era hermosa en gran manera. También la vieron los príncipes de Faraón y la alabaron delante de él y fue llevada la mujer a casa de Faraón. Vimos que es interesante porque Sarí en ese tiempo tendría unos 65 años de edad. Y dice que teniendo 65 años de edad, todavía todas las personas allí vieron a Sarí. Ella es muy bella. Y todos vieron su belleza aún con 65 años de edad. Algunos piensan, Abraham solamente pensó, bueno, si bajamos allí, si decimos que yo soy su hermano, si viene algún egipcio y dice, bueno, quiero casar con tu hermana, si no soy su esposo, si soy su hermano, entonces a lo mejor puedo decirle, Bueno, tienes que pagarme tal dinero y si no tienes dinero, puedo negociar con él para que en verdad proteja a mi esposa y él no va a comprarla. Y él no estaba pensando que el faraón mismo iba a quererla. Solo pensó, bueno, yo voy a protegerla, pero de una manera que me proteja a mí también. Pero no funcionó así, sino que el faraón mismo dice, ella es tan bella que yo quiero que ella sea mi esposa. ¿Y qué pasa en el siglo XVI? E hizo bien a Abraham por causa de ella. Y él tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, criadas, asnas y camellos. Entonces Abraham Lo pasa muy bien. Él está llegando a ser muy rico. Él dice, mira, vine aquí de hambre y dejé una tierra de hambre y vine a esa tierra y ya soy rico. Y no solamente tengo comida para comer, pero tengo muchas cosas. Y parece que no está pensando en lo que está pasando a su mujer, porque por dejar a su mujer y ir con Faraón, él ya está haciéndose rico. Y la segunda cosa que vemos aquí es Abraham no está preocupado por los deseos de Sarai. Está solamente preocupado con sus propios deseos, lo que él quiere. Y nosotros como cristianos, imitando a Cristo, no solamente tenemos que poner el bienestar de otros sobre nuestro propio bienestar, pero tenemos que considerar los deseos de otros sobre nuestros deseos. Y muchas veces, como Abraham, estamos tan enfocados en lo que nosotros podemos ganar o lo que nosotros queremos tener, que no pensamos en lo que otros quieran. O lo que otros necesitan. O lo que otros necesitan. Eso es el deseo de otros. Y obviamente no fue el deseo de Sarai llegar a ser la esposa de Faraón. Eso no iba a ser algo muy placentero. Seguramente Faraón ya tenía muchas esposas. Y obviamente Sarai ya era la esposa de Abraham, pero Abraham no estaba pensando en sus deseos. Él está viendo todos los camellos, todas las cosas que Él está recibiendo por causa de esa situación. Y otra vez, eso es lo opuesto que vemos en la vida de Jesús. En Mateo capítulo 26, vemos a Jesús en el tiempo más difícil de toda su vida. Otra vez sabemos nosotros que Jesús podría haber hecho su propia voluntad. Podría haber llegado a ser rey. Y podría haber, como dice una canción antigua, llamado a diez mil ángeles para librarle y para establecer su propio reino y para disfrutar de todos los placeres de este mundo. Pero cuando vino el tiempo, cuando él pudo haber hecho su propia voluntad y buscado sus propios deseos, vemos a Jesús en Mateo 26, versículo 36, Y eso es lo que dice la palabra del Señor cuando Él estaba allí en el jardín de Getsemaní. Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní. Y dijo a sus discípulos, sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo, Mi alma está muy triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo. Y yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo, Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro, ¿así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación. El Espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue y oró por segunda vez, diciendo, Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa, sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Y dejándolos, se fue de nuevo y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. Nosotros sabemos que Jesús era 100% Dios, pero también era 100% hombre. Él sintió todo el dolor físico que nosotros sentimos. Él sintió todo el dolor mental y emocional que nosotros sentimos. Y él sabía que yendo a esa cruz, primeramente él iba a sufrir un dolor increíble. De ser abofeteado, de ser pegado, latigado. Y entonces de ser colgado enfrente de todos, completamente desnudo, en agonía completa por horas y horas. Pero además de todo eso, aún más grande de todo eso, el puro, perfecto Hijo de Dios, que odiaba el pecado, que nunca pecó, iba a ser hecho el pecado, nos dice Segundo de Corintios, para que nosotros pudiéramos ser hechos justicia de Dios. Él iba a tener la comunión íntima con su Padre, que había disfrutado por toda la eternidad, rompido. para que en la cruz tendría que llamar, Dios mío, Dios mío, porque me has desamparado. Y en su carne, él no quería hacer eso. No era algo agradable. Él ora al Señor tres veces, si es posible, pase de mí esa copa. Pero tres veces dice, no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres. Y él decidió poner a un lado todos sus deseos. todo lo que Él quería para salvarnos a nosotros y para obedecer a su Padre Celestial. Y mientras tanto, miramos a sus discípulos y Él pide de ellos solamente una cosa. Por favor, solamente en ese tiempo de más necesidad de mi vida, ¿pueden quedar conmigo y solo acompañarme y orar? Pero ellos también tenían un deseo, el deseo de dormir. Y su deseo, ellos decidieron, voy a cumplir mis deseos. Y dejaron a Jesús a sufrir a solas, porque ellos querían dormir. Y eso es lo que vemos con Abraham. Abraham no estaba preocupado con los deseos de su esposa. Él estaba enfocado en los deseos de lo que podría ganar, lo que él podría tener. Y lastimosamente, demasiadas veces nosotros somos así. Estamos mucho más preocupados por nuestros propios deseos que las necesidades y los deseos de otros. Fue un gozo y un ánimo para mí escuchar al pastor Pasos hace unas semanas aquí. Y era increíble para mí que él vino y predicó. Y muchas veces los misioneros, cuando vienen y predican, muchas veces pidan que reciban apoyo para proveer sus necesidades. Una cosa necesaria y buena. Pero si recuerdan, él no pidió apoyo para él mismo. Él solo pidió un techo para su iglesia, porque tenía una carga para las necesidades de las personas que estaban en su barrio. Y él estaba más preocupado con las almas perdidas que su propia seguridad, de sus propias necesidades. Él estaba orando, buscando los deseos de otros. Pero ¿cuántas veces nosotros estamos mucho más preocupados por nuestras propias necesidades? Muchos matrimonios tienen muchos problemas porque cada uno quiere usar su dinero de la manera que a ellos les gusta más. Y hay muchas peleas. ¿Por qué? Porque no queremos buscar los deseos de otros. Queremos solamente enfocarnos en mis deseos, en lo que yo quiero. Muchos padres y hijos tienen muchos problemas porque los hijos solamente están enfocados en sus propios deseos. Yo quiero salir con mis amigos. Yo quiero tener esa cosa. Yo quiero hacer esa cosa. Y no piensen en los deseos o las necesidades de sus padres. solamente piensan en sus propias necesidades. En muchos trabajos hay muchas peleas, hay mucha amargura. ¿Por qué? Porque cada uno está buscando su propio placer. No están pensando en cómo sus decisiones afectan a otros. Solamente piensan en lo que yo quiero, lo que yo deseo. Y muchas veces aún en iglesias hay división y otra vez armargura y enojo. ¿Por qué? Porque cada uno está buscando cómo otros me tratan a mí. ¿Qué espero yo de otros? ¿Qué quiero yo en la iglesia? ¿Qué deseo yo de esas cosas? En vez de buscar el bien de otros. Cristo dijo que no se haga mi voluntad, sino la voluntad del Padre. Sacrificó sus deseos para otros. Abraham sacrifica a otros para sus deseos. Sacrifica a su esposa para suplir sus deseos de llegar a ser rico. Considera los deseos de otros sobre nuestros deseos. Dicen Colosenses capítulo 3. La única manera que nosotros podemos hacer eso es si tenemos el corazón de Cristo. Colosenses 3 12 dice y el señor, perdón, Colosenses capítulo 3, versículo 12, dice, vestidos pues como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia. de dignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros. Si alguna tuviera queja contra otro, de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Si nosotros tratamos en nuestras propias fuerzas de poner los deseos de otros sobre nuestros deseos, no lo vamos a poder hacer. Lo podemos hacer de vez en cuando, pero siempre al final del día, lo que nosotros, lo que es más cómodo, lo que es más deseable para nosotros, va a ganar. No nos preocupa los problemas de otros. Pensamos en ellos por un momento, pero entonces nuestros problemas son más importantes. Solamente es cuando nosotros meditamos en Cristo, dejamos a Cristo controlarnos y ya nos vestimos de Cristo que ya podemos perdonar a otros, preocuparnos por otros, poner ese vínculo de amor que une a todos. Necesitamos buscar la gracia de Dios para no ser como Abraham, sino sacrificar por otros, poner el bienestar de otros sobre nuestro bienestar, considerar los deseos de otros sobre nuestros deseos. Y regresando a Génesis capítulo 12, la tercera cosa que vemos aquí en versículo 17. Abraham empieza hablando de su propio bienestar. Por favor, digas que eres mi hermana. Una media mentira, media verdad, porque sí era media hermana, pero también era esposa y quería esconder eso. ¿Por qué? Para que me vaya bien, para que mi vida sea protegida. No me importa lo que pasa a ti, pero yo quiero proteger mi propia vida. ¿Y qué pasa? Sarí es llevado por Faraón, Abraham llega a ser rico. Y mientras que Abraham está llegando a ser rico, versículo 17. Entonces, Faraón llamó a Abraham y le dijo, ¿qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer? ¿Por qué dijiste, es mi hermana, poniéndome en ocasión de tomarla para mí por mujer? Ahora pues, he aquí tu mujer, tómala y vete". Entonces, Farón dio orden a su gente acerca de Abraham y le acompañaron y a su mujer con todo lo que tenía. Vemos aquí varias cosas que son muy tristes. Abraham acaba de recibir varias promesas, que él iba a llegar a ser una nación grande, que por él todas las familias iban a ser bendecidas, que todos los que trataron de maldecir a Abraham iban a ser malditos. Pero él está haciendo todo lo posible para destruir todas las promesas de Dios. ¿Qué va a pasar si Sarai llega a ser esposa de Faraón? ¿Va a poder cumplir las promesas de que por medio de Sarí y Abraham van a llegar a ser una gran nación? No. Ella va a ser ya la mujer de otro. Él está tratando de hacer todo lo posible para destruir el plan de Dios para él. Pero gracias a Dios servimos a un Dios grande y misericordioso. Un Dios que es aún más grande y poderoso que nuestra tontería, nuestra rebeldía. Y Dios en su misericordia guarda a Abraham de sí mismo. Dios, aunque Abraham no lo merece, Dios va a cumplir sus promesas. Y por esa razón, Dios trae plagas a la casa de Faraón y quita a Sarai de esa situación y Abraham de esa situación y protege a Abraham, mostrando que él sigue fiel a nosotros, aun cuando nosotros somos infieles. Y damos gracias a Dios por eso. Porque todos somos como Abraham a veces. Todos pecamos, todos. Si fuera por nosotros, nuestras familias serían desastres. Nuestra iglesia sería un desastre. Por nuestro pecado, por nuestras decisiones necias y egoístas. Pero gracias a Dios, Él muchas veces nos guarda en nosotros mismos. Y damos gracias a Dios por eso. Pero también vemos aquí que Abraham no estaba preocupado por la situación en que estaba poniendo a Faraón y a Sarai. Estaba poniendo a los dos en una situación en que ellos iban a pecar. Iban a ser castigados por Dios por el pecado. ¿Por qué? Porque Abraham mintió a ellos para ganar algo para él mismo. Y por esa causa, él no está preocupado por la santidad de Sarai. No está preocupado por mostrar a Faraón quién es el Dios verdadero. Él solamente está pensando en él mismo. Y por eso, en vez de guiar a Faraón a Jehová, él pone a Faraón en una situación donde él va a pecar aún más que ya ha pecado. Y sólo es por la gracia de Dios que le protege de eso. Y la última cosa que vemos es otra vez debemos hacer lo opuesto que hizo Abraham. No solamente tenemos que poner el bienestar de otros sobre nuestro bienestar, no solamente tenemos que considerar los deseos de otros sobre nuestros deseos, pero tenemos que buscar la santidad de otros sobre nuestra propia comodidad. Abraham estaba muy cómodo. Él estaba fuera del hambre. Él estaba rico. Él estaba cómodo. Y él no quería destruir eso. Si él dijo la verdad a Faraón, esa es mi esposa, no debes estar con él. Él pensó, a lo mejor voy a perder todo lo que tengo. A lo mejor va a ser muy incómodo. Mejor dejar a Faraón hacer lo que va a hacer. No es mi problema. Yo voy a sentarme aquí y disfrutar de mis camellos y de todo lo que tengo aquí. Pero Dios quiere que busquemos la santidad de otros, que nos preocupemos de las vidas espirituales de otros, sobre nuestra propia comodidad. Otra vez vemos en la vida de Jesús que todo es su ministerio. Él estaba animando a otros a dejar su pecado, a buscar al Señor. Vemos a Jeremías, no tienen que buscar, pero en Jeremías capítulo 20, es solamente un pasaje entre muchos que enseñan la misma cosa. Y dice en Jeremías capítulo 20, versículo 1, El sacerdote Pasur, hijo de Imer, que precedía como príncipe en la casa de Jehová, oyó a Jeremías. que profetizaba estas palabras, y azotó basur al profeta Jeremías, y lo puso en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa de Jehová. Jeremías, todo su ministerio fue un ministerio de predicar a personas que no querían escuchar. Todo su ministerio fue un ministerio de las personas diciendo, te odiamos, no queremos escuchar tu mensaje, queremos hacer lo que estamos haciendo, estás haciéndonos muy incómodo. Y a veces aún Jeremías dice, Dios, ¿por qué me has llamado para hacer eso? No quiero hacer eso. Es demasiado difícil vivir en un mundo donde todo el mundo quiere hacer lo que ellos quieren hacer, y yo tengo que ser la única persona que dice lo que están haciendo es mal, y si no te arrepienten, viene el juicio. No me gusta hacer eso, Dios. Pero siguió haciéndolo, ¿por qué? Porque en primer lugar quería obedecer a Dios, y en segundo lugar tenía un amor por su pueblo. Y sabía que si no predicaba, ellos no iban a arrepentirse y no iban a salvarse del juicio que vendría. Y tenemos que reconocer nosotros que demasiadas veces estamos más preocupados por nuestra comodidad que por las necesidades espirituales de otros. Y no queremos hablar a otros del Evangelio porque, ¿qué si responden de una manera no muy buena? ¿Qué si se pone muy incómoda? No queremos orar por otros hermanos. No queremos animar a otros. Porque pensamos, bueno, si hago eso, entonces voy a tener que dejar mis quehaceres. Entonces voy a a lo mejor ponerme en situaciones difíciles y no van a querer escuchar y a lo mejor van a dejar de hablar conmigo o pensar mal de mí. Y estamos mucho más preocupados de nuestra comodidad que las necesidades espirituales de otros que están alrededor. Pero tenemos que seguir el ejemplo de Cristo, de Jeremías, de muchos otros en la Biblia y no seguir el ejemplo de Abraham, quien solo fue interesado en su propia comodidad, no en la espiritualidad o la salvación de Faraón. Buscar la santidad de otros sobre nuestra comodidad. Un creyente en Jehová sacrifica por otros. ¿Qué de nosotros? Todos, si somos honestos con nosotros mismos, nos gusta cumplir nuestros deseos. Si fuera por mí, muchas veces me gustaría solamente sentarme en el sofá todo el día, cada día, y tomar mi café, comer mi pan dulce y disfrutar de la vida. Es mucho más difícil tener que pensar en qué necesita mi esposa. ¿Qué quiere ella? ¿Qué necesitan los hermanos en la iglesia? ¿Qué problemas están enfrentando? ¿Cómo puedo orar por ellos? ¿Cómo puedo ministrar a los que están en el trabajo? ¿Cómo puedo sacrificar por otros? Eso es difícil. No es natural. La mayoría de las personas en el mundo, y lastimosamente muchas veces nosotros en la iglesia, estamos mucho más preocupados de nosotros mismos. Igual como ahora. Pero si queremos ser como Cristo, Si queremos en verdad agradar al Señor, tenemos que sacrificar por otros. Dejar a un lado a veces nuestros quehaceres, nuestros deseos, y pensar, ¿qué son los deseos de otros? ¿Qué son las necesidades espirituales de otros? ¿Cómo puedo ayudar a otros en sus necesidades? En Segunda de Corintios, capítulo 12, versículo 14, Pablo nos dice así, He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros y no seré gravoso porque no busco lo vuestro, sino a vosotros. Está diciendo muchos falsos maestros solamente quieren algo de ustedes. Quieren su dinero, quieren su aprobación, su alabanza. Y Pablo dice, yo voy a decirle las cosas duras que no quieren escuchar porque no estoy buscando que me alaben. No me están buscando que me den mucho dinero. Estoy buscando a ustedes. Pues no deben atesorar a los hijos para los padres, sino los padres para los hijos. Y yo, con el mayor placer, gastaré lo mío. Y aún yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas. Aunque amándoos más, sea amado menos. Es esa nuestra actitud hermanos. Si no oremos al Señor que examina
Considerando a otros
Series Génesis
Iglesia Bíblica Bautista Antioquia
Sermon ID | 9924334547619 |
Duration | 27:14 |
Date | |
Category | Sunday - PM |
Bible Text | Genesis 12 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.