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Para más sermones, estudios de la Biblia y consejería familiar y matrimonial, visite nuestra página en internet laspalabrasdevida.org. Gracias por escuchar las palabras que aumentarán su fe. Por tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti deja allí tu presente delante del altar y vete vuelve primero en amistad con tu hermano y entonces ven y ofrece tu presente concíliate con tu adversario presto entre tanto que estás con él en el camino porque no acontezca que el adversario te entregue al juez y el juez te entregue al aguacil y seas echado en prisión. De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante. Hemos estado predicando sobre el sermón del monte donde el Señor Jesucristo decreta y concreta lo que es la vida cristiana dentro del reino de Dios. Primero, el Señor se ha encargado de revelarnos el carácter de aquellos que pertenecen a ese reino. Todos nosotros pertenecemos al reino de Dios porque somos identificados como cristianos. El Señor se ha encargado de revelarnos cuál debe ser nuestro carácter. Todos los que dicen pertenecer a ese reino son pobres de espíritu, Son misericordiosos, son mansos, son puros de corazón, son pacificadores, etc. En segundo lugar, el Señor se ha ocupado en decirnos cuáles son las persecuciones que podemos sufrir como creyentes en este mundo al manifestar el carácter cristiano. A pesar del sufrimiento al que somos sometidos, todos los cristianos debemos sentir en lugar de tristeza, gozo, porque sufrir por la causa de Cristo y por el Evangelio es algo digno. es algo digno y que tiene recompensa eterna. Así que grande es el galardón que el Padre, según Cristo, tiene para nosotros si sufrimos por causa de la justicia al manifestar el carácter cristiano. Sabemos que el mundo alaba y venera la deshonestidad Y cuando nosotros mostramos ante el mundo la honestidad, eso puede traernos consecuencias nefastas. Cuando no robamos ante personas que acostumbran robar, claro está, nosotros vamos a sufrir acusaciones, marginamientos, aislamiento, porque no hacemos lo que el resto de las personas hacen. Si no mentimos y otros mienten, nuestra actitud de no mentir se convierte en una censura silenciosa para aquellos que no practican la vida cristiana como nosotros la practicamos. En tercer lugar, nos revela Cristo en el sermón del monte cuál es la responsabilidad que tenemos nosotros como creyentes en el mundo. Porque Él dice que somos la sal de esta tierra y somos la luz de este mundo. Según Cristo somos la única sal la única luz que tiene este mundo para beneficiarse. Así que cuán alta responsabilidad nosotros tenemos ante el mundo de salar y de dar luz a aquellos que están en tinieblas. Y claro está, esto no lo podemos hacer de otra manera sino con nuestro testimonio, no sólo con lo que hablamos, con lo que decimos, sino también con lo que hacemos. Que la predicación nuestra vaya a la par con nuestra conducta, con nuestra obediencia a Dios y esa predicación será para el mundo como una luz que los va a guiar a Cristo Jesús y va a ser como la sal que los va a preservar de la corrupción y va a dar importancia, valor a las cosas que Dios da en este mundo. En cuarto lugar, el Señor nos enseñó cuál es la posición de Él respecto a la ley y los profetas. En el sermón pasado estuvimos hablando con relación a este punto. Cristo manifiesta estar en concomitancia con la ley y los profetas cuando Él nos dice que Él no ha venido a abrogar, a quitar la ley y los profetas, sino a cumplirla. Él vino a cumplir la ley Todo lo que los profetas enseñaron en su vida, en su muerte y en su resurrección. Cristo cumplió la ley civil, la ley moral y la ley ceremonial. Como nadie jamás ha podido guardar estas leyes. Explicamos en esta sección que la ley civil y la ley ceremonial fueron abolidas en Cristo al prefigurar lo que Cristo vendría a hacer por nosotros en la cruz. Pero esto no aplica para la ley moral. ¿Por qué razón? Porque Cristo enseñó en el sermón del monte cómo guardar la ley moral. Cristo enseña que la ley moral no sólo condena el acto físico de pecar, también exige guardarse de los malos deseos y pensamientos del corazón. Adulterar es malo, pero también lo es codiciar y desear la mujer del prójimo. No solo Cristo nos habla del acto, también nos habla de las intenciones escondidas del corazón. Eso es también pecar. Matar es malo, pero también es malo herir y ofender al hermano y decirle raka y decirle fatwa. Esto es para Jesús como matar. Cristo nos ha enseñado entonces cómo guardar la ley moral de Dios desde la perspectiva espiritual y no desde la letra de la ley. La letra de la ley lo que hace es preservar el acto. Pero el espíritu de la ley lo que hace es preservar las intenciones de nuestro corazón. Se ocupa de trabajar en nuestra mente para rechazar los malos pensamientos y en nuestro corazón para rechazar los malos deseos y no conformar nuestra vida a esos deseos y a esos pensamientos. Cristo no vino a quitar entonces la ley, Cristo vino a cumplirla y a establecerla correctamente en el corazón de los creyentes en el nuevo pacto que Él vino a establecer. El nuevo pacto consiste en pasar la ley moral de Dios escrita en tablas de piedras a las tablas de nuestro corazón. Ese es el trabajo del nuevo pacto por la intervención del Espíritu Santo. Pasar lo que se escribió en las tablas de piedra a las tablas del corazón. ¿Quién lo hace? ¿Nosotros? No. Nosotros no podemos. Lo hace el Espíritu Santo. Solamente el Espíritu Santo lo puede hacer. Así que esta obra descansa totalmente en Dios. ¿Contradice esto la salvación por gracia? Como muchos nos acusan de que nosotros predicamos guardar la ley como base de nuestra salvación y de nuestra justificación, en verdad la gracia no contradice la ley en este sentido en ninguna manera nadie hermano puede obedecer la ley de dios a menos que la gracia de dios le sea comunicada a menos que la gracia de dios intervenga primero en su vida y en su corazón dice pablo en primera de corintios 15 10 en pero por la gracia de Dios soy lo que soy si soy cristiano si soy salvo es por pura gracia sigue diciendo Pablo y su gracia no ha sido en vano para conmigo antes he trabajado más que todos los demás apóstoles pero no yo sino la gracia de Dios que fue conmigo En primer lugar, Pablo nos habla de su condición de salvado. Soy lo que soy por pura gracia. Y en segundo lugar, nos habla de su ministerio. Hago lo que hago en el ministerio por pura gracia. No soy yo, sino la gracia de Dios conmigo. Decía Spurgeon, la gracia que no cambia mi vida, tampoco salva mi alma. Si no hay cambios, si no hay transformaciones en nuestra vida, si no hay una sincera conversión, entonces la gracia de Dios no se ha comunicado con nosotros. La gracia primero nos cambia, quita el corazón de piedra y pone un corazón de carne, quita ese espíritu rebelde contra la voluntad de Dios y pone el Espíritu Santo para guiarnos a la obediencia de los mandamientos de Dios. Eso es lo que Ezequiel 36 del 26 al 28 nos dice Y os daré corazón nuevo Y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros Y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra Ese corazón endurecido que no quiere dejar de pecar Dios lo quita, y os daré un corazón de carne, un corazón sensible a Dios. Y pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis mandamientos, y guardéis mis derechos, y los pongáis por obra. Cuando se habla de la fe de los santos, también se habla de su obediencia en la Biblia. Se habla de la fe en Cristo, pero también se habla de la obediencia a los mandamientos. ¿Qué dice Apocalipsis 14, 12? Aquí está la paciencia de los santos. Aquí están los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Dos cosas importantes en la vida del creyente tienen que estar presentes, fe y obediencia, fe y obediencia. ¿Qué nos dice primera de Juan 5.3? Porque este es el amor de Dios. ¿Cuál es ese amor? Que guardemos sus mandamientos y sus mandamientos no son penosos, no son gravosos, no son una carga. Nosotros lo guardamos ahora como una consecuencia de lo que Cristo hizo por nosotros por amor. Por eso la ley se cumple con el amor. Amarás a tu Dios. y amarás a tu prójimo. Debemos amar a Dios y debemos amar al prójimo. Si amamos a Dios vamos a guardar los cuatro mandamientos que están relacionados con nuestro amor a Dios. Si amamos al prójimo vamos a guardar los mandamientos que están relacionados con nuestro amor al prójimo. Entonces la gracia que nos cambia y nos salva nos lleva finalmente a obedecer aquello que no queríamos obedecer antes de venir a Cristo que es la ley de Dios. La gracia nos ha alcanzado para que ya no vivamos más en los pecados que la ley condena. Dice Cristo en Lucas 11 del 27 al 30 que son bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la guardan. Y nos deja claro en Mateo 7.21 que no todo el que dice Señor, Señor entrará en el reino de los cielos sino aquel que hiciere la voluntad de su Padre que está en los cielos. En el mismo contexto de este pasaje bíblico en el versículo 24 de Mateo 7 dice que el que oye sus palabras y las hace lo va a comparar con que Con el hombre que edificó su casa, ¿dónde? Sobre la peña, sobre la roca. Lo va a comparar con el hombre sabio, el hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. Porque oyó y ¿qué más hizo? Obedeció. Oyó y obedeció. ¿Ven aquí? Hay que escuchar y hay que obedecer. El que escucha y no obedece es comparado con qué? Con el hombre insensato, el hombre que no tiene entendimiento, que hace su caza, ¿dónde? En la arena, porque oye y no obedece. Es importante escuchar y obedecer la palabra de Dios. Cuando oímos y guardamos la palabra somos comparados entonces con el hombre que edificó su casa sobre la roca, por ende la fe auténtica no sólo nos lleva a oír la palabra sino también a cumplir, a guardar la palabra que escuchamos. Esto es todo lo que vimos en todos los sermones que hemos estado predicando basado en el sermón del monte. Ahora pasemos a otra sección del Sermón del Monte, donde el Señor nos enseña la manera de actuar cuando tenemos discordias con nuestros hermanos o hermanas en la fe. Cuando tenemos alguna que otra desavenencia, alguna discusión, algún punto contrario o opuesto que nos lleve al disgusto, al enojo, a la rivalidad y a la separación. Si no lo sabías, debes saberlo. Los creyentes no somos perfectos aún, ya sea por debilidad o por descuido, caemos muchas veces en la falta de ofender a otros, pero debemos corregir esas faltas y pecados lo antes posible. Dice la Biblia, no se ponga el sol sobre vuestro enojo. Lo antes posible, hay que resolver las diferencias. Si somos pobres de espíritu, si somos mansos, si somos humildes, pediremos perdón y también perdonaremos a los que nos ofenden. Si somos mansos, si somos humildes, pediremos perdón y también aceptaremos el perdón de aquellos que nos ofenden. Pedir perdón, entonces, y perdonar no es una opción en el reino de Dios, es una demanda, es una orden directamente de Cristo. El tema que Cristo nos presenta ahora aquí es el tema de la reconciliación. ¿Con quiénes? Con nuestros hermanos en la fe, si hemos tenido alguna que otra diferencia o disgustos. Mateo 5 del 23 al 26, por tanto, si trajeres tu presente al altar y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti deja allí tu presente delante del altar y vete y vuelve primero en amistad con tu hermano y entonces ven y ofrece tu presente concíliate con tu adversario presto entre tanto que estás con él en el camino porque no acontezca que el adversario te entrega al juez y el juez te entrega la huasil y seas echado en prisión. De cierto, de cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante. El Señor trata aquí con una disfunción en el cuerpo de Cristo que es la iglesia. ¿Cuál es esa disfunción? La falta de reconciliación. Esa es la difunción. La difunción es la falta de reconciliación. Hay que detectar, hay que identificar, dice Cristo, cuál es el problema. ¿Cuál es la causa? ¿Por qué no están funcionando bien las cosas con nuestros hermanos en la fe? Una disfunción es un problema que impide el correcto funcionamiento de una cosa y Cristo está tratando aquí con una disfunción. No están funcionando bien las cosas en el cuerpo de Cristo en la iglesia porque hay dos personas Que sirven a un mismo Dios, pero están en peleas, en enemistades, en divisiones y en contiendas. Cristo sabe que si no se tratan y arreglan las difunciones, el cuerpo de él, que es la iglesia, no va a trabajar bien. Y la disfunción es la falta de reconciliación. Dos hermanos o hermanas que pelean, se disjustan por algo y permanecen dentro de esa misma congregación, aislados, sin reconciliarse. Cristo dice que esto no está bien si quieren seguir relacionándose con un Dios de paz. Debemos rápidamente reconciliarnos con aquellos con los cuales hemos tenido desavenencias. En el pasaje de hoy, Cristo está tratando con esta falta de reconciliación que es una disfunción en el cuerpo de Cristo que es la iglesia. Lo primero que Cristo nos está diciendo, hermano, hermana, identifica qué fue lo que pasó ¿Qué sucedió? ¿Por qué se han distanciado? Para ver si tú estás involucrado allí con ese problema. Si en verdad tú ofendiste a tu hermano. Indaga en tu interior, en tu corazón. Si lo que tú dijiste, lo que tú hiciste en algún momento ofendió a algún hermano, indaga. Porque es importante a los ojos de Dios que tú te autoexamines a ti mismo, tú y yo. Porque los pastores tampoco estamos exentos de esto. También cometemos la misma falta. Lo primero que Cristo hace es ayudarnos a identificar el problema. Y este es el primer aspecto que Cristo trata. La identificación del problema. Identifica cuál es la naturaleza del problema. Por qué tu hermano o tu hermana se ha aislado de ti y ya no te trata. Versículo 23. Por tanto, si trajeras tu presente al altar y allí te acordaras de que tu hermano tiene algo contra ti ¿Por qué el hermano o la hermana tiene algo contra ti? probablemente porque dijiste algo o hiciste algo que fue ofensivo para él o para ella y la conciencia ahora trabajada y controlada por el Espíritu Santo te da testimonio de que lo que tú dijiste o la manera en que actuaste ofendió a ese hermano Santiago 3.2 dice porque todos ofendemos en muchas cosas No dice que algunos no ofenden, sino que todos ofendemos en muchas cosas. Si no es en palabras, en algún gesto. Si no es verbal, a veces con un lenguaje no verbal también podemos ofender, porque todos ofendemos en muchas cosas. Si alguno no ofende en palabras, este es varón perfecto que también puede con freno gobernar todo el cuerpo. Analicemos primero nuestro interior. La mayoría de los conflictos que nosotros tenemos con otras personas son debido a que tenemos en nuestro seno, en nuestro corazón, asuntos y conflictos no resueltos. Y esos conflictos no resueltos en el corazón muchas veces son el móvil por el cual nosotros nos sentimos impelidos, movidos a ofender a otro. Estos asuntos o conflictos no resueltos provocan en nosotros fuertes reacciones de conductas hacia los demás. Las demás personas llegan a convertirse en las ofrendas expiatorias que sacrificamos sobre el altar cuando las ofendemos. Quizás cuando dimos una mala respuesta estábamos lidiando con algún problema o algún asunto del hogar o de la vida pasada o con algún asunto del trabajo que nos maltrataron. Y eso ya no nos tenía en las condiciones óptimas como para dar una buena respuesta a alguien. O quizás tuvimos problemas con la esposa. o con los hijos o quizás tenemos problemas financieros o quizás tenemos el problema de que nos rechazaron o se burlaron de nosotros y estamos lidiando con ese conflicto entonces llega una situación en que tenemos que tratar un asunto con otra persona y la maltratamos porque fuimos maltratados. Entonces, indaguemos en nuestro interior, cuando nosotros le respondemos a otra persona, ¿por qué lo hacemos de la manera en que lo hacemos? Porque es muy probable que nosotros tengamos conflictos no resueltos en el corazón y esos conflictos internos del corazón nos lleven a maltratar y ofender a otros. Cuando nos sentimos mal en relación con nosotros mismos, somos llevados con facilidad a tratar con aspereza a los demás. Un corazón frustrado causa frustración en otro corazón. Así que veamos aquí el cuadro que Jesús nos presenta de alguien que sabe que ha ofendido a otro. Si trajeres tu presente al altar y allí te acortares de que tu hermano tiene algo contra ti, ya identificaste el problema, la causa, ahora no te quedes aislado, separado de tu hermano porque tú lo ofendiste. Tu hermano está ahora enojado y no permitas que el nivel de enojo en el corazón de tu hermano se vaya aumentando y tu hermano se vaya distanciando más de ti. Debes cumplir con las directrices que nos da Jesús para eliminar la disfunción que es la falta de reconciliación. La falta de reconciliación es una disfunción que no sólo te afecta a ti sino también afecta a todos los que están a tu lado. Mirad bien, no sea que alguna raíz de amargura brote o se estorbe y sean muchos contaminados porque un corazón amargado va a contaminar a otro corazón entonces tenemos que reconciliarnos si sabes que has ofendido a tu hermano no ores todavía Haz primero lo que Cristo te dice que hagas. ¿Qué nos dice en segundo lugar Cristo que debemos hacer? En segundo lugar encontramos las directrices que Jesús nos da para arreglar la difunción. Deja allí tu presente delante del altar y vete. Vuelve primero en amistad con tu hermano y entonces ven y ofrece tu presente. Tres cosas se nos dice aquí. Deja tu presente Tu ofrenda o tu oración sin presentar a Dios. No la presentes. No ores. No ores. Si vas a presentar alguna petición en oración por alguna necesidad tuya o de otro en lo particular, no lo debes hacer en enemistad con tu hermano. Eso es lo que nos está diciendo el Señor. Primera de Timoteo 2.8 nos dice, quiero pues que los hombres oren en todo lugar, levantando manos limpias, sin ira ni contienda. Cuando vayas a orar, debes saber que debes estar en armonía y en paz con todas las personas que te rodean. En segundo lugar encontramos lo que Cristo nos dice, vete y vuelve primero en amistad con tu hermano. Arregla esta difunción, esta desavenencia, esta discordia. Esto va a implicar dejar tu orgullo, la autojustificación, abandonar el concepto que tiene el mundo de que el que pide perdón es un cobarde o es un débil. No, no. Esto es parte del reino de Dios pedir perdón cuando ofendemos. Hazlo porque vas a estar ganándole al diablo. Satanás no podrá enseñorearse de ti. Estarás cumpliendo lo que Cristo aquí nos dice. No serás un perdedor, serás un ganador. Satanás desea que las relaciones entre los hermanos en la iglesia se trunquen. Que los hermanos estén divididos en contiendas, en peleas, en enemistades, en pleitos, en disenciones, en herequías. Eso es lo que quiere Satanás. pero cuando tú haces lo opuesto tú estás dándole en la cabeza al propio satanás porque somos hijos de paz recordemos somos pacificadores somos pacificadores los hijos de dios son pacificadores los hijos del diablo son pleitosos son contenciosos los hijos del diablo pero los hijos de dios son hijos de paz Satanás desea que las relaciones entre los hermanos de la iglesia estén rotas para así él detener el buen funcionamiento del cuerpo de Cristo y que no se logren los objetivos de ganar a otras almas para el reino de Cristo. El adversario sabe que los hermanos cuando están disjustados no pueden ponerse de acuerdo para salir a predicar. No pueden ponerse de acuerdo para venir a trabajar en el templo. No pueden ponerse de acuerdo. No pueden ponerse de acuerdo para unir una ofrenda y ayudar a los necesitados. No pueden ponerse de acuerdo. Eso lo sabe Satanás. Pero si llegan a reconciliarse ya el adversario no podrá detener los planes y proyectos de la iglesia porque la iglesia está reconciliada con Dios y con los hombres. Y eso es lo que Dios quiere para ti y para mí. que volvamos en amistad con el hermano o la hermana con la que hemos tenido diferencia. Puede darse el caso que sea tu esposa o tu esposo. o tu hijo, o el vecino, que está escuchando también la palabra de Dios y está acercando al Señor. Debe ser un testimonio para él, porque tú eres la luz y tú eres la sal. Y en tercer lugar, dice Cristo, ya después que cumpla con todas estas cosas, que dejaste allí tu presente, que volviste en amistad con tu hermano, que te reconciliaste con él, ahora ven y ora. Ahora ven y ora y presenta tu presente ante el altar. ¿Qué nos dice Proverbios 26, 9? El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable. La ley te dice, reconcíliate. Si tú no te reconcilias, tu oración es abominable ante los ojos de Dios. Y esto no lo dice tan solo Salomón, lo dice Cristo. Deja allí tu presente, no lo presente, no ores, vuelve en amistad con tu hermano y después ven y ora. La ley dice, reconcíliate para que tu oración no sea una abominación en la presencia de Dios. El que aparta su oído para no oír la ley, lo que la ley dice, su oración también es abominable. La ley te dice reconcíliate para que tu oración no sea abominable. Como dice una alabanza, ¿Cómo puedes tuorar enojado con tu hermano o tu hermana? ¿Cómo puedes tuorar enojado con tu hermano? Dios no escucha la oración si no estás reconciliado. En tercer lugar, ¿Qué sucederá si hacemos caso omiso a lo que la ley nos dice de reconciliarnos? ¿Qué sucederá si hacemos caso omiso al mandato de reconciliarnos con los que hemos tenido diferencias? Versículo 25, Mateo 5, 25. Concíliate con tu adversario presto. entre tanto que estás con él en el camino. Porque no acontezca que el adversario te entrega al juez y el juez te entrega al aguacil y seas echado en prisión. De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante. Ponte a pensar que sobre ti hay uno más alto y sobre ese que está sobre ti hay uno más alto y uno más alto está sobre todos que es Dios. Las diferencias tienen que estar arregladas en los niveles bajos. Si las diferencias pasan al nivel más alto que es Dios y Dios toma el asunto en sus manos, claro está, Dios que es Dios justo, Él va a actuar de la manera que Él sabe actuar. Por eso Cristo nos está diciendo ponte en amistad con tu hermano a tiempo. Concíliate con él entre tanto que estás con él en el camino. El hermano o la hermana que transita con nosotros en el camino es identificado por Cristo cuando no nos reconciliamos como nuestro adversario. Porque le hemos ofendido y no nos hemos reconciliado con él. La oportunidad de arreglar el asunto es ahora y es limitada. No lo demores. Es ahora. Es el tiempo aceptable. Porque el hermano ofendido puede llevar la carga de tu ofensa y puede aumentar en su malestar. Antes que tu hermano o tu hermana presente el asunto al juez de los jueces, Reconcílate a tiempo con tu hermano y tu hermana. Arregla las diferencias, arregla la situación. El deseo de Dios es que el ofensor admita su error y el ofendido perdone. Si tú le dices al ofendido perdóname, ya tú estás dejando en su responsabilidad que él te perdone. Y estás cumpliendo con lo que Cristo te dice y te enseña. Eso no puede suceder si el ofensor no va al ofendido y le pide perdón. Si el ofensor rehúsa pedir perdón y el ofendido eleva el caso a Dios para que Dios sea el que vindique su causa dice Cristo de cierto, de cierto te digo que no saldrás de allí de la prisión que Dios pone en tu propia alma y el juicio de Dios hasta que pagues el último cuadrante. Básicamente nos está diciendo que Dios nos castiga conforme a nuestras obras. Si ponemos estas frases en el contexto de la parábola de los dos deudores, podemos entender básicamente lo que Cristo nos está enseñando aquí. El ofensor debe pedir perdón y el ofendido debe perdonar para no ser sentenciado con la misma sentencia. con la misma pena Dios quiere que pidamos perdón cuando ofendemos a otros y también que perdonemos al que nos ha ofendido cuando les pedimos perdón Mateo 18 del 21 al 35 vamos a ver este caso el señor nos presenta aquí de los dos deudores esta parábola o esta ilustración Cristo la da porque Pedro se acerca al Señor y le hace una pregunta que tiene que ver precisamente con este sermón entonces Pedro llegándose a él dijo Señor cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecare contra mí hasta siete dice Pedro hasta siete Jesús le dice no te digo hasta siete más aún hasta 70 veces siete 490 veces. Esto lo dice Cristo para decir que siempre debemos perdonar. por lo cual el reino de los cielos es semejante a un hombre rey que quiso hacer cuentas con sus siervos y comenzando a hacer cuentas le fue presentado uno que le debía diez mil talentos más este no pudiendo pagar mandó su señor venderle y a su mujer e hijos con todo lo que tenía y que se le pagase entonces aquel siervo postrado le adoraba diciendo señor ten paciencia conmigo yo te lo pagaré todo El Señor, movido a misericordia de aquel siervo, le soltó y le perdonó la deuda. Y saliendo aquel siervo, que había sido perdonado, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios, y trabando de él, lo agaba, diciendo, págame lo que me debes. Entonces su conciervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo, ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, si no fue, y le echó en la cárcel hasta que pagase la deuda. y viendo sus consiervos lo que pasaba se entristecieron mucho y vinieron y le declararon el asunto a su señor de lo que había pasado entonces llamándole su señor le dijo siervo malvado toda aquella deuda te perdoné porque me rogaste no te convenía también a ti tener misericordia de tu consiervo como también yo tuve misericordia de ti Entonces su Señor enojado le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. ¿Cómo concluye Cristo esta ilustración? Lo dijo por nosotros. Así también hará con vosotros ¿Quién? Mi Padre Celestial. Si no perdonáreis de vuestros corazones cada uno a su hermano sus ofensas. Dios te ha perdonado a ti muchos pecados y a mi muchos pecados y ahora debemos mostrar la misma gracia que Dios mostró con nosotros en perdonarnos debemos mostrarla con los que nos ofenden, perdonando sus ofensas. El Señor se encarga de enseñarnos cuál debe ser la actitud del ofensor y cuál debe ser la actitud del ofendido. Tiene que haber perdón en la iglesia y tiene que haber reconciliación en la iglesia. Ambos, el ofensor como el ofendido son responsables, uno de pedir perdón, otro de perdonar. de arreglar los malentendidos para que ocurra la reconciliación. La falta de reconciliación, como les decía, es una difunción en el cuerpo de Cristo y de no arreglarse afecta a toda la iglesia. En la iglesia primitiva habían dos hermanas colaboradoras. Se llamaba una Evodia y otra síntique y Pablo tiene que escribir a la iglesia y decirle ruego que bodia y síntique tengan un mismo sentir en el señor que se lleven bien porque sus contiendas están perjudicando la paz y el entorno de la iglesia y la comunión entre los hermanos hermanos somos una comunidad de gracia Todos somos pecadores que hemos sido aceptados por gracia, perdonados por gracia, que hemos sido levantados con el don del Espíritu Santo por gracia. y ahora debemos mirar a los demás con gracia y responderle con gracia y cooperar a la unión para que exista paz y reconciliación entre todos. De la misma manera en que fuimos perdonados debemos perdonar porque si no perdonamos tampoco nuestro Padre Celestial va a perdonar nuestras ofensas y vamos a estar bajo el juicio y la condenación de Dios. Debemos también pedir perdón cuando hemos ofendido a alguien, porque si no lo hacemos, el ofendido puede llevar, como hemos dicho, el asunto a Dios y Dios lo puede tener en nuestra cuenta. Dice Pablo en primera de San Vicente 4.6 Que ninguno oprima, y se lo dice a la iglesia, que ninguno de ustedes hermanos en la fe oprima, agravie, ofenda, hiera, maltrate o marquine, ni engañe en nada a su hermano. Porque el Señor, ¿qué cosa es? Vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y protestado. El trato hacia nuestros hermanos debe ser respetuoso, sincero, honesto, prudente, porque el Señor así lo demanda. Y si en algún momento cometemos el error por nuestras bajas pasiones de ofender a un hermano, debemos pedir perdón cuanto antes. ¿Qué nos dice Cristo en Mateo 18, 10? Mirad, no tengáis en poco alguno de estos pequeños hermanos en la fe. Porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre la faz de mi Padre que está en los cielos. Trátalos, porque el ángel de ese hermano, trátalos bien, porque el ángel de ese hermano está mirando como tú lo estás tratando a él. Considero que lo que Cristo quiere decir aquí es que los ángeles de cada uno de nosotros dan reportes a Dios. de nuestro comportamiento y de nuestro trato para con los demás. Toda trama, todo ardí, todo engaño, toda trampa, toda suspicacia, toda envidia, toda mala intención, todo eso es del conocimiento de Dios y del conocimiento de los ángeles que ven la faz de Dios siempre. Así que tratemos con delicadeza y con amor a nuestros hermanos. Porque os digo, dice Cristo, que a sus ángeles en los cielos ven siempre la faz de mi Padre que está en los cielos. Para cultivar el buen hábito de amar a nuestros hermanos nos dice Hebreos 13, 1. Permanezca el amor fraternal. No permitas que el amor fraternal se escape. Atrápalo, atrapa ese amor. Tratemos de mantener el amor fraternal. Los cristianos tenemos el Espíritu de Dios, el auxilio del Espíritu Santo de Dios para poner en orden todo lo que está desordenado en nuestras vidas y para ajustar nuestros conceptos y nuestras preferencias a lo que Dios dice en su palabra. Dejemos pues que el Espíritu Santo controle nuestras vidas y nos lleve a hacer lo que Dios nos manda y ordena y empecemos a confiar unos de los otros eso es lo que hace el Espíritu Santo remover y resolver todos los conflictos con el conocimiento de la palabra de Dios precisamente este día estamos basándonos en el conocimiento de Dios para resolver un conflicto lo que hace el Espíritu Santo es hacernos responsables de nuestros propios errores Yo ofendí al hermano, voy a pedir perdón. Eso lo hace el Espíritu Santo. Voy a rectificar. Y también el Espíritu Santo genera un plan de acción para fomentar dentro de la Grecia de Dios un ambiente de comunión y de paz entre los hermanos y también para unirnos todos y luchar en pro de aquellas almas que no conocen al Señor para que con nuestras palabras y nuestra conducta ellos se puedan convertir al Señor. Hebreos 10.24 Nos dice, y consideremos los unos a los otros, ¿para qué? Para provocarnos al amor y a las buenas obras. Filipenses 2.4 dice, no mirando cada uno a lo suyo propio, egoístamente, sino cada cual también a lo de los otros. Mi pregunta para ti y para mí, ¿a qué nivel está nuestro amor fraternal? ¿A qué nivel? a un 50% a un 70% o a un 100% a qué nivel ahora qué acciones podríamos nosotros los cristianos generar para cultivar y promover el amor fraternal que donde haya discordia nosotros pongamos paz veamos dos hermanos que están enemistados y en lugar de echarle más leña al fuego vamos y le decimos hermano Tú eres parte de la gred de Dios. Nosotros te amamos y te queremos. Pero la manera en que tú estás lidiando con esta situación no es una manera bíblica, es una manera satánica. Saca ese odio de tu corazón. Saca ese rencor de tu corazón. Saca ese egoísmo de tu corazón. Arrepiéntete, vuélvete al camino que Cristo nos ha trazado. El camino es estrecho porque tienes que dejar tu enojo afuera. Tienes que dejar tu orgullo afuera. Tienes que dejar tu vanidad afuera. Tienes que dejar tu hombría afuera. Allá afuera todas las cosas se resolvían a los puños. Aquí se resuelve con el amor de Cristo y paz y tranquilidad. Allá afuera con violencia se resolvían los problemas. Aquí se resuelve con el amor. La Biblia nos da un diagnóstico preciso. Nosotros demostramos que estamos vivos espiritualmente si amamos a nuestros hermanos. Primera de Juan 3, 14. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano está en muerte. O sea, no tiene la vida que da Dios. Está en muerte. Está como los huesos secos que vio Ezequiel. Sin vida. Nosotros demostramos que estamos en luz si amamos a nuestros hermanos. Primero de Juan 2.10. El que ama a su hermano permanece en la luz. Y en él no hay tropiezo. Nosotros demostramos que todavía estamos en tinieblas si no amamos a nuestros hermanos. Primera de Juan 2, 9. El que dice que está en luz y aborrece a su hermano está todavía en tinieblas. No está en la luz de Dios. Está todavía en tinieblas. Por lo tanto, esa persona no es luz ni es sal. Está todavía en tinieblas. Nosotros demostramos que estamos en luz si tenemos comunión unos con otros. Primera de Juan 1.7, pero si andamos en luz como Él está en luz, también tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, Su Hijo, nos limpia de todo pecado. Si hay alguien que nos dice, no, yo ando en la luz de Dios y no ando en comunión con sus hermanos, en paz con sus hermanos, ¿qué pasa? ¿Qué nos dice aquí el apóstol San Pablo? Que no andamos en luz, no andamos en la luz. Podemos evidenciar que hemos conocido el amor si amamos a otros de la manera que Cristo nos ha amado también a nosotros. Primero de Juan 3.16, que dice, en esto hemos conocido el amor, en que el puso su vida por nosotros, también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Gracias a Dios por esta revelación y enseñanza de Cristo en el sermón del monte, que nos permite vernos en ese espejo para ver cómo andamos. Debemos identificar el problema que ha causado que el hermano o hermana se sienta ofendido o disgustado con nosotros. Gracias damos a Dios que Cristo nos haya enseñado este precepto, este concepto, Debemos dar gracias a Dios porque Cristo nos ha enseñado también que no debemos orar sin ponernos en reconciliación con nuestros hermanos. Debemos también dar gracias a Dios porque Cristo nos ha enseñado cuáles son las consecuencias si no perdonamos. y si no pedimos perdón a aquel que hemos ofendido. No podemos alterar el orden de las cosas. Todo ha sido ya fundamentado y establecido por Cristo. No debemos obedecer nuestros propios caprichos, nuestras propias ideas. Todo está escrito en la palabra de Dios y tú y yo somos restauradores ahora de la paz de la comunión, de la concordia, de la unidad y de la fraternidad entre los hermanos. Si ahora sentimos en nuestro corazón que hay muchos enemigos cabalgando sobre nuestras cabezas, enemigos figurativos como el odio, el enojo, la envidia, los celos, las enemistades, las soberbias, las disenciones. Si vemos figurativamente esos señores que nos están aplastando Yo quiero decirte que en el nombre de Jesucristo esos enemigos van a caer al suelo si te refugias completamente en las manos del Señor y vienes ante Él arrepentido de todos tus pecados para que Él te ayude y pueda vencer a esos enemigos. Dice Isaías 26 del 13 al 14. Es un clamor del profeta. Jehová, Dios nuestro, señores se han enseñoreado de nosotros fuera de ti. Esos señores figurativos de los cuales hemos hablado. Mas en ti solamente nos acordaremos de tu nombre. Hasta que digamos como dice en el versículo 14. Muertos son. Ya yo no siento ese celo, esa envidia, esa falta de perdón. Muertos son. No vivirán, han fallecido, no resucitarán porque los visitaste y destruiste y deshiciste toda su memoria Este es el fin que deseamos para todos los hijos de Dios que librados de esos enemigos espirituales Vivamos en Dios, en santidad todos los días nuestros en la paz de Dios. Seguid la paz y la santidad, dice el Señor, sin la cual Sin esa paz no veremos el rostro de Dios. Seguid la paz y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Que el Señor nos ayude y nos dé entendimiento para hacer lo que Él nos manda a través de este sermón del monte. Estamos en el tiempo preciso. Es ahora. Reconciliémonos, si no nos hemos reconciliado. Mi consejo para todos, cada vez que tengan alguna desavenencia con algún hermano, arréglelo inmediatamente. Diga perdón y el hermano estará comprometido también a perdonarle a ustedes las ofensas. Mantengamos la comunión unos con otros para que la gracia de Dios nos sea comunicada. ¿Cuán bueno? ¿Cuán bueno? ¿Cuán bueno es habitar los hermanos juntos y en armonía? Porque allí envía Jehová bendición y vida eterna. Tenemos que estar juntos pero en armonía, en armonía. Esto significa que tenemos que estar todos juntos pero bien reconciliados unos con otros para que el Señor envíe bendición y vida eterna sobre su pueblo, sobre su iglesia. Que Dios les bendiga.
El Sermon del Monte Novena Parte
Series El Perdón
Sermon ID | 991816551710 |
Duration | 50:09 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Matthew 5:23-26 |
Language | Spanish |
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