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Estamos en Romanos capítulo 10, ya hemos avanzado bastante, hemos pasado la mitad de la carta y nos estamos acercando al final de la explicación teológica, doctrinal que hace Pablo del Evangelio, que como ustedes verán, es una obra maestra, ¿verdad? Desde el capítulo 1, todavía estamos en el capítulo 10, y un par de capítulos más, el 10 y el 11, sigue siendo doctrina y la centralidad del Evangelio, una explicación de lo que Cristo ha venido a hacer y de lo que creemos y de la, básicamente, la esencia de la salvación en Cristo Jesús. Para luego en el capítulo 12, y voy a empezar a mencionar esto a menudo, nada más para que empecemos a prepararnos, porque a partir del capítulo, perdón, a partir del capítulo 12 hay un cambio de la doctrina a la aplicación. Entonces, si fuera un sermón, habría sido un sermón muy largo, ¿verdad?, todos romanos, pero la parte de la aplicación empieza en el capítulo 12 y nosotros vamos a empezar a preparar nuestros corazones para eso. No significa que no hayamos visto aplicaciones hasta este momento, pero si ustedes prestan atención, el mensaje general de lo que hemos venido estudiando ha sido muy similar, ha venido como dando ecos constantes al mismo tema. Podríamos decir, el tema de la justificación en los últimos capítulos ha sido una constante. El tema de la salvación por elección, de cómo Dios ha elegido a algunos para salvación y a otros no. Y hemos visto la comparación entre el pueblo de Israel o los judíos y los gentiles. Hemos hablado del remanente que es salvo de ambos grupos, como Dios ha llamado realmente a pocos. Pero siempre con el tema de, ok, la justificación. ¿Cuál fue el error de los judíos? Tratar de justificarse por obras. ¿Qué es lo que proclama la ley? ¿Qué es lo que anuncia la ley? ¿Qué es lo que anuncian los profetas? ¿Qué es lo que proclama la salvación en Cristo Jesús? no obra, sino fe, la salvación por gracia, por medio de Jesucristo. Y seguimos con ese tema ahora a partir del versículo 5, capítulo 10, versículo 5, y vamos a estudiar los versículos del 5 al 10 en esta mañana. Dice así, porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así, el hombre que haga estas cosas vivirá por ellas. Pero la justicia, que es por la fe, dice así. No digas en tu corazón, ¿quién subirá al cielo? Esto es para traer abajo a Cristo. ¿O quién descenderá al abismo? Esto es para hacer subir a Cristo dentro de los muertos. Más que dice, cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos. que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Oremos. Padre, una vez más, exploramos este tema que no deja de maravillarnos, que no deja de cautivarnos y que no deja de desafiarnos. de la justicia que tú has provisto por medio de la fe versus la justicia que podríamos buscar por medio de nuestras obras. Enséñanos al estudiar este pasaje a poner nuestra mirada en Cristo Jesús. Espíritu Santo, guíanos hacia Él, guíanos a la verdad y transfórmanos. Te lo pedimos en su nombre. Amén y Amén. Vamos a desmenuzarlo lo mejor que podamos. En el versículo 5 dice, Entonces, aquí está introduciendo una explicación a lo último que vimos. Siempre recuerden, esas primeras palabras son importantes. ¿Por qué? introduce una explicación. Lo último que leímos fue que el fin de la ley es Cristo, para la justicia a todo aquel que cree. Eso fue lo último que leímos en el versículo 4. Entonces, ahora continúa diciendo, porque la justicia que es por la ley, o perdón, de la justicia que es por la ley, o sea, de la justificación que se logra mediante la obediencia a la ley, Moisés escribió algo, él escribió al respecto de esa justificación por la ley lo siguiente, y lo que dice Pablo es una cita de Levítico 18.5, voy a leer el pasaje completo, 18.5 dice, por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre vivirá en ellos, yo Jehová. Es decir, el hombre que haga estas cosas, dice Pablo, vivirá por ellas. En alguna medida, hay una promesa. Uno podría decir, ok, ahí hay una promesa de salvación. ¿Qué es lo que dice Moisés y qué es lo que está repitiendo Pablo? Que el que haga estas cosas alcanzará la vida. Que hay una promesa de vida, o sea, entiéndase, salvación, ¿verdad? Hay una promesa de vida al que cumpla estas cosas, al que guarde mis estatutos y mis ordenanzas. al que los haga, al que haga todas estas cosas. Entonces, el que cumpla la ley perfectamente, tendrá la vida. Esa es la conclusión lógica de lo que está diciendo Pablo y de lo que dijo Moisés. Pero a su vez, para cualquier ser humano sensato, más allá de ser una promesa, es una advertencia. Porque, siendo honestos, ninguno de nosotros puede acercarse a la ley. Hoy la leímos toda, y estoy seguro de que ninguno de nosotros dijo, ah, estoy, ya casi, ¿verdad? Ya medito, ya lo logro. Ninguno de nosotros diría eso. Entonces, junto a la promesa, o al otro lado de la promesa, lo que encontramos es una advertencia. Nadie puede. Nadie puede. Y por lo tanto, nadie puede alcanzar la vida. Por lo tanto, nadie puede alcanzar la salvación. Eso es lo que en última instancia nos dice Moisés. El que lo intente, va a fracasar. Y la historia de la humanidad está llena de fracasos en este sentido. Y podríamos decirlo en palabras muy crudas, el infierno está lleno de fracasos. en este sentido, porque nadie puede alcanzar la vida por medio de la ley, no lo tendrá, tendrá la muerte, por desobediencia. Pero, dice, eso es lo que dijo Moisés acerca de la justicia de la ley, pero hace un cambio ahora Pablo, en el versículo 6 dice, pero la justicia que es por la fe tiene algo diferente que decir. La justicia que es por la fe dice así, y lo que dice es bien rico, bien profundo. Entonces, nada más pongan atención que primero dice lo que Moisés dijo acerca de la justicia de la ley, pero cuando habla de la justicia que es por la fe dice que es la justicia misma la que está hablando. Hay como una personificación de la justicia, dice la justicia que es por la fe dice así. no digas en tu corazón quién subirá al cielo, esto es para traer abajo a Cristo, o quién descenderá al abismo, esto es para hacer subir a Cristo de entre los muertos. Entonces, ese pero es importante, no dejemos de prestar atención a esas palabritas, lo que dijimos antes de que vamos a morir, de que no vamos a encontrar vida guardando la ley a la perfección, Es verdad, pero, pero, la justicia que es por la fe tiene un mensaje distinto. Hay un contraste aquí. No digas en tu corazón, ¿quién subirá al cielo? Esto es para traer abajo a Cristo. Introduce este contraste de los dos caminos. Hay un camino que es dos formas, digamos, de alcanzar la vida, una que funciona y la otra que no. La forma de la justificación por medio de la obediencia a la ley y ahora la justicia que es por la fe. Y su mensaje es un juego de palabras tomado de Deuteronomio 30, versículos del 11 al 14. Voy a leerlo completo y ustedes van a encontrar algunas similitudes a lo que está diciendo Pablo. Dice... No es una cita, voy a aclarar eso, Pablo no está citando Deuteronomio XXX, sino que está como tomando ideas de Deuteronomio XXX para lo que él está diciendo. Y lo que dice Deuteronomio XXX del 11 al 14 es esto, porque este mandamiento que yo te ordeno hoy, no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo para que digas, ¿quién subirá por nosotros al cielo y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar para que digas, ¿quién pasará por nosotros el mar para que nos lo traiga y nos lo haga oír a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la Palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. El punto de Pablo es que la salvación está a la mano. No es ese el punto de Moisés, necesariamente. Moisés está hablando de los mandamientos y él dice, vean, los mandamientos no son difíciles de cumplir. Los mandamientos no son complicados, no es una sabiduría ancestral que sólo los iluminados les den. No, está a la mano. Dios ha dictado los 10 mandamientos, están a oídos de todos, todos lo pueden escuchar, ahí están los mandamientos. No es algo difícil de alcanzar en el sentido de oírlo, de saber cuáles son. ¿Verdad? Eso es lo que está diciendo Moisés. La palabra dice, está cerca. Ustedes la han escuchado, está ahí nomás, cerca de su mano, cerca de su corazón, cerca de su boca, para que la cumplan. Pero Pablo dice, el punto es que la salvación no está lejos. No es imposible, porque Cristo la ha hecho posible. Ese es el punto de Pablo. No digas en tu corazón, ¿quién subirá al cielo? Ya no para traer el mandamiento, sino que dice Pablo, esto es para traer abajo a Cristo. No es necesario ascender al cielo en busca de un salvador. Nosotros no tenemos que ver la manera de llegar hasta Dios y buscar un salvador o buscar la manera de ser salvos. No hay que subir a buscar a Cristo y traerlo, dice Pablo. Y luego añaden el siete o quién descenderá al abismo. Es interesante el cambio, porque en el pasaje de Deuteronomio lo que dice Moisés es ¿Quién cruzará el mar? ¿Verdad? Habla del mar, habla de distancia. Pero Pablo cambia la idea del mar por la idea del abismo y dice, ¿Quién descenderá al abismo? Esto es para hacer subir a Cristo de entre los muertos. No hay que descender a lo más profundo. Esta expresión, tanto esta como la del mar, lo que está tratando de comunicar es algo inalcanzable. La idea de tener que subir al cielo, de tener que cruzar el mar, de tener que descender al abismo en busca de algo o tratar de hacer algo imposible. Tratar de alcanzar algo que no se puede alcanzar. No hay que hacer esa travesía imposible hasta el más alto cielo, hasta el mar, hasta lo más distante, lo más remoto del mar o hasta lo profundo del abismo. Dice Pablo, esto es para hacer subir a Cristo entre los muertos. ¿Por qué? Porque Cristo no se quedó entre los muertos. No tenemos que bajar al abismo a traer a Cristo, porque Él resucitó de entre los muertos, Él no está ahí. Él vino a hacer la obra y tras morir, resucitó. La obra está completa. Entonces, hermano, hermana, no diga en su corazón, voy a subir al cielo, voy a cruzar el mar, voy a descender al abismo. Voy a esforzarme, voy a hacer de la salvación algo mío por mi esfuerzo, por mi dedicación. Eso, en última instancia, es incredulidad. ¿Sabe por qué? Porque la tarea imposible ya alguien más la hizo posible. Cristo. Y en el momento que usted dice, bueno, pero voy a intentar, Voy a sumarle algo, voy a agregar algo, voy a esforzarme en alguna medida para agregarle a la obra de salvación. Eso es incredulidad. Suena muy espiritual, muy santo, ¿verdad? Pero no lo es. Es un rechazo de la obra de Cristo. Es que usted no cree que Cristo lo hizo completo. No tiene que subir al cielo, no tiene que sondar el mar, no tiene que hundirse en el abismo profundo. Por supuesto que hay un lugar para el esfuerzo, pero hablábamos de eso la semana pasada, que no debemos poner la carreta delante de los dueños. El fruto de la obediencia y ese esfuerzo nacen de un corazón que sabe y que confía en que Cristo ya lo hizo todo, que Cristo ya hizo la obra completa. Entonces, si miramos esa tarea, de tratar de alcanzar el cielo. Yo no sé si a ustedes, a mí me gusta mucho, y ya creo que algunos lo saben, las fotografías del espacio exterior y la idea de la exploración espacial siempre me ha llamado la atención. Y me gustan mucho las películas de ciencia ficción por eso. Porque nos presentan algo que, para nuestra experiencia como seres humanos, está muy lejos, ¿verdad? De lo que hemos podido hacer. Incluso los astronautas, hasta la fecha, no han llegado muy lejos. Y las naves que se han mandado no se han mandado muy lejos. Permanecen dentro de nuestro sistema, dentro de, por supuesto, dentro de nuestra galaxia, Pero el espacio es exageradamente grande. No hay manera de que ninguno de nosotros pudiera aspirar ahorita a subir a explorar el espacio sideral. Todavía la idea del mar es un poquito más, no sé, accesible, pero sigue siendo abrumador pensar en surcar los mares, ¿verdad? Y cruzar el mundo. en mar. Y cuando hablamos del mar y las profundidades de los abismos que existen en el mar, ahí la historia cambia de nuevo. Porque no podemos soportar esa presión de descender y conocer realmente las profundidades de los mares. Y no sabemos, no tenemos ni idea de qué clase de criaturas habitan allá abajo. Son ideas Abrumadoras, realmente abrumadoras pensar en tener que hacer algo así. ¿Quién puede conocer el espacio? ¿Quién puede llegar a las profundidades del mar? Y aún así eso sería más fácil que salvarse por la ley. Aún así, recorrer el espacio es más probable, más posible, más alcanzable, que salvarse por obediencia a la ley. Hay iglesias donde le ponen a uno la salvación lejos. no se la ponen cerca, no se la ponen en el corazón, en la boca, en la mano, no. Y le ponen un montón de pasos a cumplir antes de que usted pueda ser salvo, que debe prepararse para la regeneración como si eso fuera posible, que tiene que disponer su corazón, que debe hacerse sensible, hacerse usted mismo sensible a la palabra de Dios. Cuando nuestro corazón es de piedra y no tenemos ninguna capacidad de cambiarlo, ni siquiera el deseo de hacerlo. Ah, no, que tiene que... Usted quiere ir a la iglesia, tiene que empezar por limpiar un poco su vida, ¿verdad? Ordénese primero. Si tiene pecado ahí, conocido, ¿verdad? Deshágase de todo eso antes de pretender acercarse a Dios, antes de pretender acercarse a la iglesia. Y creo que muchos conocemos gente así, ¿verdad? No, es que yo ahorita estoy muy mal. Tengo que poner mi vida en orden antes de ir a la iglesia. Tengo que poner mi vida en orden antes de escuchar la palabra. Error. Nunca va a estar bien. Nunca va a tener su vida en orden. Ninguno de nosotros llegó a la iglesia porque pensara que su vida ya estaba ordenada. Todo lo contrario. Llegamos porque estábamos bien desordenados. Y necesitábamos que alguien más la ordenara por nosotros. Esa es la realidad. Necesitábamos que alguien más nos transformara, no porque nosotros nos hubiésemos transformado a nosotros mismos. Ah, tal vez después de mucho tiempo y mucho esfuerzo, tal vez logre creer. Tal vez. Y si no siente suficiente pesar por su pecado, entonces tiene que arrepentirse para arrepentirse más. Tiene que arrepentirse de verdad de todo. Es más, haga una lista de todos sus pecados. Todos. Y tiene que arrepentirse de todos ellos, si no, no puede salvarse. Confiéselos todos por nombre. O no se puede salvar. Debería, por lo menos, haber leído la Biblia completa una vez. Por lo menos una vez. Si la puede memorizar, mejor. Completa. Tienen que experimentar el don de lenguas, porque si no experimentan el don de lenguas, no puede ser santo. Si no ha sido poseído por el Espíritu y no ha tenido una experiencia así de caer de espaldas, no. Y ponemos distancia y distancia y distancia y el Evangelio y la salvación y a Cristo cada vez más lejos. Tiene que hacer este estudio. Tiene que hacer aquel estudio. Tiene que pasar este curso o aquel curso. Tiene que bautizarse. ¿Qué dice la Iglesia Católica? Tiene que bautizarse. Tiene que hacer la comunión. Tiene que hacer la confirma. Tiene que hacer obras. Tiene que hacer rezos. Tiene que hacer ritos. Tiene que acumular mérito. Incluso puede caminar toda su vida hacia la salvación, que nunca va a estar seguro si la alcanzó. Y si tiene suerte, termina el purgatorio. No tiene que buscar en el cielo, no tiene que cruzar el mar, no tiene que hundirse en el abismo. ¿Más qué dice? Versículo 8. Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos. ¿Qué dice entonces la justicia que es por la fe? Que el mensaje de la salvación está a la mano. La justificación es accesible, no es imposible. Es imposible para nosotros, pero ese es exactamente el punto del mensaje. El punto del mensaje del Evangelio Es que lo que era completa y absolutamente imposible para usted, Dios lo ha hecho completa y absolutamente posible, accesible. Lo que usted jamás podría haber logrado, Cristo lo logró. Ese es el punto. Y por eso tiene que ser por fe. Porque en lugar de ver qué hacer, usted lo que tiene que hacer es creer. confiar, abandonar todo esfuerzo por buscarlo y ganárselo usted mismo y depositar toda su confianza, toda su esperanza en Cristo Jesús, porque Él lo hizo. Consumado es. Y está allí, cerca dice, en tu mano y en tu corazón. Esta es la palabra. de fe que predicamos. Este es el Evangelio que predicaron los primeros discípulos de Cristo. Este es el mismo mensaje que llevaron los primeros misioneros a las primeras tierras recónditas donde jamás se había escuchado el Evangelio y lo siguen haciendo hasta el día de hoy. Esta es la verdad esencial, central de nuestra fe. Usted no debe subir al cielo. Usted no tiene que descender al abismo. Dios lo hizo. Dios proveyó a su Hijo, Dios proveyó la salvación en su Hijo y ese Hijo está cerca. ¿Y cuál es esa palabra que predicamos? Versículo 9, que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. ¡Vean qué necios somos! que a veces sé que leemos un versículo así y lo vemos como obras y decimos entonces lo que tengo que hacer es creer y confesar y si no confieso, si no lo digo en voz alta, no estoy cumpliendo el ritual para alcanzar la salvación, necios, necios. Obviamente va a haber una confesión de su boca. No es parte de una fórmula ni de un ritual. Es que si usted reconoce a Cristo, lo va a profesar. Va a decir que Jesucristo es Señor. ¿Acaso no es ese el testimonio de nuestra vida? ¿No es eso lo que decimos? Tal vez no lo andamos diciendo literalmente, pero ese es el testimonio de nuestra vida. Y sí, muchas veces lo decimos literalmente. Jesucristo es el Señor. Cuando Él iba a ascender, Él dijo que había recibido toda autoridad. Él es Señor de señores, Él es Rey de reyes. Filipenses 2, 9 a 11 dice, Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo. ¿Y le dio qué? Un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra y debajo de la tierra y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre. Yo no sé si ustedes siguen la página del Ministerio de Iguanía, no porque yo trabajé ahí, le hago promoción, pero deberían seguirla. En Facebook, hace poco pusieron una publicación que decía que la ascensión de Cristo fue una declaración política, fue un evento político, ¿verdad? Y un montón de cristianos, bueno, no sé si un montón, pero en los comentarios, lo que se dio es que muchos decían, ¿qué tiene que ver Cristo con la política? Nada que ver Cristo con la política, ¿por qué meten? No entienden lo que es la política, no entienden el Evangelio, no entienden, no entienden que Jesucristo es Señor. Y esa es una declaración política. Fue la declaración que metió a los primeros cristianos en problemas. Porque en lugar de decir César es Señor, ellos decían Cristo es Señor. Y al César no le gustaba eso. No a este César. Al César no le gustaba eso. Y persiguió a cristianos por no demostrar lealtad última al político de la época. Por supuesto que es una declaración política. Cuando Jesús dijo, toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra, esa es una declaración política, no sólo política, pero tiene implicaciones políticas, porque quiere decir que Él está por encima de cualquier rey, cualquier emperador, cualquier presidente, cualquier dictador. Y todos ellos, por muy fuertes y poderosos que se sientan en esta tierra, tendrán que doblar su rodilla por gracia antes de que Cristo venga, o por la fuerza cuando Cristo vuelva, y van a decir junto con todos los habitantes del cielo, de la tierra y del mar, Jesucristo es el Señor. Si Él es Señor del Universo, y si Él es Señor de las naciones. Entonces es también Señor nuestro, personalmente, y confesar su señorío en nuestra vida, es evidencia de algo más. Aquí Pablo no está diciendo, primero usted tiene que confesar con su boca y después creer en su corazón, y si usted hace esas dos cosas va a ser salvo, eso no es lo que está diciendo. Vamos a aclarar, lo que está diciendo es, si usted confiesa con su boca, eso es evidencia de que ha creído en su corazón, está poniendo el fruto o la evidencia primero y después lo invisible. Confesamos el Señorío de Cristo en nuestras vidas porque hemos creído que Dios lo levantó de entre los muertos. Hemos creído y decir que creemos que Dios lo levantó de entre los muertos, que en nuestro corazón, que en nuestra alma, que en lo más profundo de nuestro ser, hemos abrazado esa verdad No es la resurrección en el vacío, sino todo lo que significa la resurrección. El hecho de que Él vivió una vida perfecta, por lo tanto no merecía morir. El hecho de que Él murió en la cruz por los pecados de alguien más, no los suyos. Y el hecho de que Cristo resucitó de entre los muertos como una declaración de Dios, de que Él murió en inocencia. y que por lo tanto en su muerte pagó por el pecado de otros. Eso es lo que estamos diciendo, esa es, ese es el punto central de creer que Dios lo levantó de entre los muertos. La exaltación se dio después de esa humillación, después de que Él vino a hacer la obra perfecta, de obediencia perfecta, de muerte en nuestro lugar y de resurrección también por nosotros. Y por lo tanto Él es Señor, y Salvador. Y el que cree en Jesús, el que confía en Él, el que descansa en Él solamente para su salvación, lo va a confesar, inevitablemente. Y dice, ¿será salvo? ¿Por haber cumplido esas condiciones será salvo? No. Será evidente que es salvo. Y podríamos decir, junto a lo que dijo nuestro Señor Jesucristo, que el que le confesare a Él delante de los hombres, Jesús mismo lo confesará delante de los ángeles de Dios en el día final. Entonces será salvo. En el sentido pleno, completo, ahora sí, y evidente a todos. Nosotros hoy sabemos que somos salvos. Lo sabemos, pero no siempre es evidente y no siempre todos a nuestro alrededor lo saben y muchos se burlan y nos rechazan y dicen están locos. Pero cuando Cristo vuelva y Él mismo declare quiénes son sus hijos. Vamos a ser vindicados y entonces seremos salvos a la vista de todos. porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. La justificación es por la fe sola, en Cristo solo. La justicia inalcanzable ha sido hecha alcanzable, está a la mano, está cerca, está en Cristo y al alcance de la fe. Tan cerca como Su corazón está cerca de usted. Así de cerca está la salvación. Y cuando la boca se confiesa para salvación, de nuevo, no que seamos salvos por confesarlo. Muchos me dirán, Señor, Señor, no es por decirlo que somos salvos. Pero sí es cierto que el que cree verdaderamente lo va a confesar. Entonces, hermanos, confiemos en Cristo y confesemos a Cristo con nuestra vida. Que cada acción, que cada pensamiento, que cada conversación, que cada decisión que tomemos, cada plan que tracemos sea bajo el Señorío de Cristo. y confesando Su Señor y yo, confesando dónde está nuestra lealtad y que así sea evidente que creemos que Jesús es el Señor, que Jesús es el Señor del universo, que Jesús es el Señor de las naciones y que Jesús es mi Señor, que Él me salvó a mí. ¿Lo cree usted? ¿Cree que Él hizo lo imposible por usted? ¿Cree que Él descendió del cielo por usted para que usted no tuviera que subir a buscarlo? ¿Cree que Él cruzó el mar por usted? ¿Cree que Él saltó al abismo por usted? Se lo debemos todo. Así que no podemos hacer otra cosa que postrarnos ante él y vivir para él todos los días de nuestra vida, porque la salvación es del Señor.
Boca y corazón
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5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. 6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); 7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). 8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
Sermon ID | 96242017537905 |
Duration | 32:39 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | Romans 10:5-10 |
Language | Spanish |
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