00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Bueno, nos toca seguir con nuestra serie en el libro de Eclesiastes. Hermano Tomás está en Ecatepec. Y en el estudio pasado, terminamos con el capítulo dos, y vimos tres cosas. Vimos primero que la sabiduría no salva, ¿se acuerdan? Muchos buscan significado, satisfacción y las respuestas trascendentales de la vida por la vía del estudio. Tratan de prepararse, siempre quieren saber más, su ídolo es la sabiduría y el conocimiento. Creen que eso los hará felices, y llenará el hueco que hay en su alma. Pero vimos que Dios por medio de Salomón nos dice que Él dedicó su corazón a conocer la sabiduría y el conocimiento, la locura y la necedad, pero entendió que aún esto es aflicción de espíritu. Porque en la mucha sabiduría hay mucha frustración y quien añade conocimiento añade dolor. Después vimos que el placer no satisface. Millones de personas en este mundo persiguen el placer en sus distintas formas y manifestaciones, hacen del placer su ídolo, creen que si encuentran la combinación correcta de placeres terrenales, se obtienen el placer que persiguen, ahí está la clave de la vida. Eso los va a mantener felices y satisfechos. Pero Salomón también intentó eso y su conclusión fue ¿De qué sirve esto? ¿De qué sirve el placer? Esa es su conclusión. Vivir tu vida en búsqueda de placer es también vanidad y aflicción de espíritu. Y terminamos la vez pasada viendo cuál es la solución, el clavo, Para estos problemas y aguijones de la vida terrenal vimos el secreto para satisfacer nuestras almas y disfrutar de lo que ofrece este mundo y esta vida en su justa proporción. El creyente es el único que puede disfrutar realmente de esta vida. Si se lo perdieron, Próximamente traeremos toda la serie hasta donde vamos en MP3, ¿no? Hoy arrancamos en el capítulo 3, así que por favor vayan, eclesiastes, capítulo 3. Vamos a leer nuestro pasaje de hoy antes de orar. Eclesiastes 3, 1. Todo tiene su tiempo. Y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer y tiempo de morir. Tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado. Tiempo de matar y tiempo de sanar. Tiempo de destruir y tiempo de construir. Tiempo de llorar y tiempo de reír. Tiempo de estar de duelo. y tiempo de bailar. Tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntar piedras. Tiempo de abrazar y tiempo de dejar de abrazar. Tiempo de buscar y tiempo de perder. Tiempo de guardar y tiempo de arrojar. Tiempo de romper y tiempo de coser. Tiempo de callar y tiempo de hablar. Tiempo de amar y tiempo de aborrecer. Tiempo de guerra y tiempo de paz. ¿Qué provecho saca el que hace algo de aquello en que se afana? He considerado la tarea que Dios ha dado a los hijos del hombre para que se ocupen en ella. Todo lo hizo hermoso a su tiempo, en su tiempo. También ha puesto eternidad en el corazón de ellos. De modo que el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios que ha hecho desde el principio hasta el fin. Yo sé que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse y pasarlo bien en su vida. Y también que es un don de Dios que todo hombre coma y beba y goce del fruto de todo su duro trabajo. Sé que todo lo que Dios hace permanece para siempre. Sobre ello no hay que añadir, ni de ello hay que disminuir. Así lo ha hecho Dios para que los hombres teman delante de Él. Aquello que fue ya es, lo que ha de ser ya fue. Dios recupera o restaura lo que ya pasó. Vamos a orar. Señor, muchas gracias por otro domingo que nos permites acercarnos a Ti. Gracias por proveernos de Tu Palabra, Señor, por darnos el alimento que necesitamos, y gracias, Señor, por darnos las respuestas trascendentales a la vida. Gracias porque Tú contestas a toda nuestra necesidad. Porque en ti encontramos todas las respuestas, todo lo que necesitamos. Te pedimos que el día de hoy nos ayudes a entender y a ver tu mano en los cambios que nos sobrevienen. Te pedimos, Señor, ayuda para que podamos concentrarnos, ayuda para el que va a hablar, para que hables tú y no hombres. Señor, te damos gracias por tu bondad, tu presencia con nosotros. En el nombre de Cristo Jesús. Amén. Hay una frase bastante común que dice así. Yo creo mi propia suerte. Yo creo mi propia suerte. Más o menos seguido escuchas o lees que alguien proclama algo así, ¿no? Yo soy el arquitecto de mi propio destino. Hay una cita famosa de Nelson Mandela que dice lo siguiente. Yo soy el amo de mi destino y soy el capitán de mi alma. Muchas personas se han convencido o tratan de convencerse a sí mismos que así es. Yo estoy al mano de mi vida. Si me lo propongo, en mi vida va a pasar lo que yo quiera. ¿Será? Pues esta es otra de las preguntas que contesta Salomón en el libro de Eclesiastes, como veremos. En este capítulo tres, específicamente los primeros ocho versículos que ya leímos, Está el pasaje más famoso de todo el libro. Hay canciones famosas que incorporan este pasaje, ¿no?, estos versículos. Muchas personas lo citan o se saben partes de ella casi de memoria, ¿no? Es un pasaje muy conocido, pero muy mal interpretado. Ahora, ¿por qué digo que es muy mal interpretado? Parece ser un pasaje bastante claro, ¿no? ¿Qué tan complicado podría ser, hermano? Lo digo porque la interpretación que dan muchos a este pasaje es la siguiente. Vean, nosotros debemos tener sabiduría para saber cuándo realizar cada una de las actividades en estos siete versículos. Yo necesito ser sabio, necesito estar pilas para saber cuándo es el tiempo adecuado para cada una de estas cosas en mi vida. A primera vista podría parecer una interpretación muy razonable. Hay tiempo para llorar y tiempo para reír, tiempo para bailar, tiempo para estar de luto, tiempo para callar y tiempo de hablar. Pues sí, eso suena muy razonable, ¿no? Cada cosa tiene su tiempo, nosotros necesitamos tener sabiduría para saber cuándo es el momento correcto para cada una de estas cosas en nuestra vida. Pero vean, Si es cierto que necesitamos sabiduría para todos estos momentos en la vida. Sólo que el problema con pensar que Salomón está hablando de eso, de que tú escojas bien, de que te pongas pilas, que seas sabio. El problema surge inmediatamente en los primeros dos eventos de la lista. Tiempo de nacer, y tiempo de morir. ¿Quién de ustedes determinó cuándo nacieron y determinará cuándo va a morir? Si de eso se trata el pasaje de estar pilas y ver cuándo y escoger el momento adecuado. ¿Quién de ustedes escogió estas cosas? Nadie. Nadie. Pero hermano, ¿qué pasa con los que se suicidan? ¿Acaso ellos no deciden cuándo morir? No. Hay muchos intentos fallidos de suicidio todos los días. Aunque te intentes suicidar, tú no vas a salir de este mundo a menos que Dios haya predeterminado que es tu día y tu hora. Así que, de entrada podemos ver que estos versículos no son Dios mandándonos a que seamos sabios, ni a que tratemos de discernir cuándo es el momento apropiado para cada uno de estos eventos y acciones en nuestra vida. Lo que es, es Salomón declarando por inspiración lo que declara David en el Salmo 31. David dice En tus manos están mis tiempos Salmo 31, 15 Dios es soberano sobre toda nuestra vida Es su mano la que marca los cambios y los tiempos en nuestra vida Es decir, lo que dijo Nelson Mandela es una mentira Yo no soy el amo de mi destino Yo no soy el capitán de mi alma. Quien se convence de eso, solo se está engañando a sí mismo. La realidad es lo que leemos en Proverbios 16. Vamos a leerlo todos juntos. Proverbios 16, versículo 9. Proverbios 16, versículo 9. El corazón del hombre traza, otras versiones dicen, piensa su camino, pero Jehová dirige sus pasos. Traducciones en inglés, el corazón del hombre hace un plan, pero el Señor dirige sus pasos. Los hombres de este mundo pasan mucho tiempo planeando. Hacen muchos planes. ¿Qué voy a estudiar? ¿A qué edad me voy a graduar? ¿En qué empresa o en qué giro voy a trabajar? ¿Dónde voy a vivir? ¿Con quién me voy a casar? ¿Cuántos hijos voy a tener? ¿A qué edad me voy a jubilar? Algunos hasta quieren planear cómo van a morir, ¿no? Haciendo lo que más me gusta, haciendo lo que más me apasiona. Así me quiero ir de este mundo, dicen muchos. El hombre cree que puede trazar, planear y construir su camino hacia la felicidad sin Dios, hacia la trascendencia sin Dios. Pero Santiago nos dice sobre estas personas, Vamos a leer también ahí todos juntos Santiago 4 Este pasaje lo conocen, Santiago 4, 13 Vamos pues, ahora Vamos pues ahora, los que decís Hoy o mañana iremos a tal ciudad Estaremos allá un año y haremos negocio y ganaremos Vosotros, los que no sabéis lo que será mañana. O sea, ustedes, los que no saben qué será mañana, hablan y actúan y planean así. ¿Qué es vuestra vida? Porque sois un vapor que aparece por un poco tiempo, un poco de tiempo, y luego se desvanece. Más bien debería, es decir, si el Señor quiere. viviremos y haremos esto o aquello. En las manos de Dios están nuestros tiempos. Él es soberano en los cambios grandes, como nacer y morir, y es soberano también en los cambios pequeños. Él decide si podrás obtener esa cosa que buscas o si podrás lograr ese objetivo que persigues. Versículo 1. Todo tiene su tiempo, y cada propósito, cada cosa bajo el cielo tiene su hora. ¿Quién decide cuál es ese tiempo? ¿Cuándo es esa hora? Es Dios. No importa cuánto tiempo pases negándolo, no importa cuánto tiempo luches por no reconocerlo, es verdad. Cada vez que nace un niño y los doctores se quedan cortos o se pasan de largo en su fecha de llegada, ¿no? En su pronóstico de cuándo va a llegar el niño. Cada vez que muere alguien cercano, alguien cerca de nosotros y por más que quisiéramos impedirlo o aplazarlo, no podemos. Nos es manifiesta la providencia de Dios. y que en su providencia hay tiempo de nacer y tiempo de morir. Tú no escoges. Tú no escoges cómo, cuándo, dónde, qué color de piel, qué padres, qué circunstancias, nada. Nada. Si hubieras podido escoger, probablemente habrías cambiado muchas cosas, pero Dios no te preguntó Job, hablando del hombre nacido de mujer, dice, ciertamente sus días están determinados, y el número de sus meses depende de ti. Tú le has fijado sus límites, de los cuales no podrá pasar. Job 14.5. Entonces, hermanos, aquí está el aguijón que vamos a considerar hoy. El siguiente problema inherente a la vida en este mundo que identifica Salomón. Al hombre le parece que tiene cierto control sobre su vida, le parece que puede hacer como le place. Decimos si quiero voy, si no quiero no voy. Si me lo propongo lo hago, si no, no. Me acuerdo que teníamos un vecinito que desde chiquito sus papás lo convencieron. Si tú quieres ser mejor que Michael Jordan cuando crezcas, sólo es cuestión de que te lo propongas y lo hagas. Y yo le decía, no, está loco. Depende de muchas cosas más que sólo tú te lo propongas, pero eso es lo que te venden todos los días, ¿verdad? Sólo es creer en ti. Ten fe en ti mismo, propóntelo y puedes hacer lo que tú quieras. Pero el que es honesto consigo mismo, ¿no?, se da cuenta que no podemos hacer todo lo que nos proponemos, que no tenemos control sobre los cambios que nos sobrevienen, ni sobre los tiempos y las temporadas de nuestra vida, comenzando por cuando nacemos y cuando morimos. Quisiéramos tener el control de cuando ocurre toda esta lista de acciones en nuestra vida. Luchamos y hacemos muchas cosas por tratar de controlar toda la lista de eventos. Pero, sólo Dios lo logra. Sólo Dios está al mando. Versículo 2. Hay tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado. El hermano Rodrigo, yo creo que ya muchos han, ya saben a qué se dedica porque han probado su producto, ¿no? El hermano Rodrigo hace todo para tener una buena cosecha. Cada temporada, cada año, planea en qué fecha sembrar, prepara la tierra, consulta la teoría sobre cómo rotar lo que siembra para no agotar la tierra o para fertilizarla, ¿no? Planea qué semilla usar, qué métodos de control de plagas, ¿Cómo regar? ¿Pero qué pasa si Dios manda lluvia torrencial, se inundan sus campos y se arruina todo lo que plantó? El hermano pensaba que era tiempo de plantar y resulta que es tiempo de arrancar lo plantado. ¿Quién determinó eso, él o Dios? Dios. Dios creó las estaciones naturales de la tierra, creó el clima, nosotros tratamos de seguirlas y muchas veces Dios bendice eso, pero otras veces no. Y no hay nada que podamos hacer al respecto. Leemos en Job y en Salmos, ustedes busquen el Salmo 65 y yo les voy a leer en Job. Salmo 65 9 y 10 y yo les voy a leer Job 5 10. Él da la lluvia sobre la faz de la tierra y envía las aguas sobre la faz de los campos. Visita la tierra, visitas la tierra y la riegas, en gran manera la enriqueces. El río de Dios está lleno de aguas, produce los trigales, porque así lo has preparado. Haces que se empapen sus surcos y se allanen sus crestas, disuelves los terrones con aguaceros y bendices sus brotes. Nosotros tratamos de anticipar, tratamos de discernir el tiempo de plantar y el tiempo de arrancar. Pero Dios tiene la última palabra. Siguiente versículo. Tiempo de matar y tiempo de sanar. Este versículo es muy interesante, especialmente la primera parte, tiempo de matar, Puede tener muchas aplicaciones, algunos tratan de limitar esto a la autoridad conferida al gobierno por Dios para aplicar la pena capital. Otros tratan de limitarlo sólo a matar animales para alimentarnos. Pero, ¿qué pasa si matamos a alguien en defensa propia? O defendiendo a nuestra familia de ladrones o asesinos. ¿Cómo, hermano? Si alguien duda que nos es permitido por Dios defendernos, aún si eso resulta en la muerte del ladrón, secuestrador o lo que haya sido, pueden leer en Éxodo. Yo se los voy a leer, Éxodo 22, 2. Si un ladrón es hallado forzando una casa y es herido y muere, no hay castigo. Dios mismo dice eso. Y si todavía no están convencidos, eso es Éxodo 22.2, si no están convencidos de que nos es permitido como creyentes defender, defendernos a nosotros mismos y a otros, pueden leer en Lucas 22.36 donde Cristo mismo instruye a sus discípulos que compren una espada para defensa propia. Entonces, si llega el momento de matar defendiendo a nuestra familia del malhechor, ¿Quién controla eso? ¿Lo andamos buscando? No, pues es defensa propia. Dios lo controla. La necesidad de defensa, de defendernos a nosotros o a otros, puede llegar en cualquier momento. Nosotros no tenemos control alguno sobre eso. Nuevamente es algo que está en las manos de Dios. Tiempo de matar y tiempo de sanar. Nacen gemelos congénitos. ¿Saben cuáles son los gemelos congénitos, no? Los que nacen pegados, compartiendo órganos o superficies de la piel. Los tienen que operar para separarlos. Uno vive y el otro muere. ¿Quién controla eso? Dios. Nosotros quisiéramos controlarlo. Y tratamos de controlarlo. En esos casos siempre son famosos, ¿no? Porque van a Alemania y van a Estados Unidos y con los mejores doctores y todo lo mejor para tratar de lograrlo. Toda la ciencia médica, todos los avances modernos. Pero al final, queda en las manos de Dios. Él dice, yo hago morir y yo hago vivir. Yo hiero y yo sano. No hay quien pueda librar de mi mano. Siguiente versículo, versículo 3, estamos en Ecclesiastés 3, 3. Hay tiempo de destruir y tiempo de edificar. Un sismo devastador llega en exactamente la misma fecha que hace 32 años a la misma ciudad horas después del simulacro conmemorativo. ¿Qué probabilidad había de eso? Ya lo hemos visto aquí con el hermano Tomás. ¿Qué probabilidad había humanamente hablando de que exactamente la misma fecha fuera tiempo para Dios de destruir. Y tiempo para el hombre primero de destruir escombros buscando sobrevivientes y después de edificar, reconstruyendo. Este es el hilo conductor de toda esta sección. Están en las manos de Dios. Estas cosas están en las manos de Dios. No importa lo que hagamos. No tenemos voz ni voto. Versículo 4. Tiempo de llorar y tiempo de reír. Tiempo de estar de luto y tiempo de bailar. Tal vez aquí es donde más nos esforzamos los hombres. Por controlar, por tratar de controlar estas cosas. Y tal vez aquí es donde más se evidencia nuestra incapacidad de hacerlo. ¿Quién no busca evitar tiempos de llanto? ¿Quién no busca eso? Todos. Pero nos llegan, nos llegan tiempos de llanto. ¿Quién no se esfuerza por tener tiempos de risa, tiempos de celebración, tiempos de baile y gozo? Todos. Pero, ¿Dios permite que nos llegue una noticia? ¿O nos acontezca algo? que hace imposible tener esos tiempos de risa y gozo que planeábamos. Aún para los creyentes, aún para quienes entendemos la vida y amamos a Dios y servimos a Cristo, vendrán temporadas de tristeza. Y gracias a Dios también vendrán temporadas de gozo y celebración. Pero Esto está en la mano soberana de Dios. Job dijo, recibiremos el bien de parte de Dios y no recibiremos también el mal. Es una pregunta retórica. Hay tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntar piedras. Hay diversas interpretaciones de esto. Algunos lo interpretan como lo que vemos en el Antiguo Testamento, donde iban y echaban grandes piedras en los campos del enemigo para evitar que pudieran sembrar. Otras interpretaciones tienen que ver con lo opuesto, limpiar piedras, quitar escombro de un campo, de un viñedo después de un desastre, juntar piedras para usarlas construyendo muros o protecciones, pero ¿Cuál es el punto de incluir hasta cosas tan normales como estas en la lista? Dios, Salomón nos está diciendo que Dios tiene su mano hasta en esto. Dios gobierna las temporadas de nuestra vida hasta la necesidad de esparcir o juntar piedras. Y ahora viene uno de los más interesantes en la lista, versículo 5. Hay tiempo de abrazar y tiempo de dejar de abrazar. Este es otro con muchas aplicaciones, pero la que más me llama la atención es que habrá tiempo de ser firmes y tiempo de apapachar o consolar a otras personas. Habrá tiempo de abrazar y tiempo de dejar de abrazar con nuestros hijos. Hay tiempo de mostrarles cariño amor. Eso es algo que no debe faltar en la familia, ¿no? Nuestros hijos deben saber que los amamos, pero también hay tiempo de ser firmes, tiempo de disciplinar, tiempo de ser serios con nuestros hijos. Y vean cómo Dios también es soberano en esto, porque vean, nosotros no podemos controlar cuándo es tiempo de abrazar y cuando es tiempo de dejar de abrazar a nuestros hijos. Las circunstancias nos lo dictan. Si tu hijo está en desobediencia, es tiempo de dejar de abrazar y ser firme, disciplinar. Si nuestros hijos no quieren madurar, la respuesta no es apapacharlos y abrazarlos y decirles que si no quieren madurar y no quieren enfrentar sus responsabilidades, está bien. Eso es lo que enseñan en las escuelas hoy día. Eso es lo que están propagando en el mundo hoy día. Completamente contrario a lo que dice este libro. No es tiempo de abrazar. cuando nuestros hijos andan mal, aunque queramos. Miles de padres, millones de padres han hecho lo opuesto de lo que deberían de hacer. Han abrazado cuando debían dejar de abrazar. Han apapachado cuando debían disciplinar. Y después han enfrentado las tristes consecuencias. Les voy a poner un ejemplo. Esto es algo que surgió en el estudio de los miércoles que estábamos platicando. Si sus hijos no quieren venir a la iglesia, es su responsabilidad que estén aquí todos los domingos. Es 100% obligatorio estar en la iglesia para nuestros hijos, a menos que se presenten causas de fuerza mayor. Hermano, lo que pasa es que les aburre. Hermano, no quieren. Hermanos, están muy chiquitos, tienen que estudiar. No hay tal cosa como estar muy chico para obedecer a Dios. No hay tal cosa como estar muy chico para las cosas de Dios y las cosas eternas. El cuarto mandamiento no dice, asterisco, solo para adultos. Hermanos, yo les puedo decir que desde que tengo memoria, de mis memorias más tempranas, me acuerdo, sentado en la predicación, en la primera fila, en frente del predicador, cuando yo tenía cinco o seis años de edad, escuchando la palabra de Dios y convicto por la palabra de Dios. Que por cierto, el objetivo de la escuela dominical no es que nuestros hijos se queden ahí lo más que se pueda. Ese no es el objetivo. El objetivo es que salgan de ahí lo antes que se pueda. ¿Para estar en dónde, hermano? Aquí, en uno de estos lugares vacíos, que hay muchos. Ese es el objetivo de la escuela dominical. Cuando yo era niño, cada domingo, Dios estaba trabajando en mí. Cada domingo su espíritu obraba en mi conciencia. Yo entendía a los 5, 6 años de edad que yo estaba lejos de Dios. Que aún a esa edad estaba en peligro de ir al infierno y me preocupaba morir. Entendía que necesitaba encontrar paz con mi Creador. Estar muy chico para la Palabra de Dios es algo que no existe. Leemos en Proverbios, vamos a leerlo todos, capítulo 22 por favor. 22.6. Instruye, ¿a quién? Al niño. No dice el adulto, no dice al joven llegando a los 13 años, no dice al joven llegando a los 15 años, dice al niño en su camino. Y aun cuando sea viejo, no se apartará de él. Esta es una promesa de Dios. ¿La creemos? ¿La creemos lo suficiente para actuar? Hermanos, hay tiempo de abrazar y hay tiempo de dejar de abrazar. Nunca apapachen los esfuerzos de sus hijos por alejarse de Dios. ¡Nunca! No, hermano, cuando sean grandes, le buscarán. Ellos solitos. No, hermanos, no tienen por qué esperar eso. ¿Dónde dice eso en la Palabra de Dios? No dice eso. Si permitimos a nuestros hijos alejarse de Dios cuando vivían con nosotros, cuando viven con nosotros, cuando están obligados a obedecer, cuando sean adultos, no tenemos por qué esperar que busquen a Dios. Hermanos, ¿cómo se acaban las iglesias? ¿Saben cómo se acaban? Porque la siguiente generación nos sigue en el camino de sus padres. ¿Cuánto dolor vamos a tener si la siguiente generación de esta iglesia... Hermano, pero estamos aquí, ¿sí? Gracias a Dios. ¿Cuánto dolor vamos a tener si la siguiente generación de nuestra iglesia se aleja de Dios? ¿Qué vamos a hacer entonces? Hermanos, su responsabilidad número uno con sus hijos es hacer todo lo que puedan para que conozcan a Dios y después orar y depender de Él porque sólo Él salva. Nosotros no podemos salvarlos. Pero su responsabilidad de acercar a sus hijos a Dios es más importante que cualquier otra cosa, más que su educación. No sirve, hermanos, que hemos visto del pecador educado a los ojos de Dios, necios. ¿De qué sirve un pecador educado? más que su educación, más que su calidad de vida, no tienen una responsabilidad más importante que instruirlos en la palabra de Dios en casa y acercarlos a la predicación de la palabra en la iglesia. Si escogen su educación, si escogen proveerles calidad de vida por encima de darles las cosas eternas, llegará el día en que se arrepientan de esa decisión. Este ejemplo, les digo, me vino a la mente porque estuvimos, salió los miércoles en los estudios que estamos llevando sobre la importancia de los devocionales familiares y cómo hacerlos y de qué se tratan. De hecho, creo que tenemos necesidad de predicar toda una serie acerca de esto. Porque muchos están en esta etapa, ¿no? Pero todo tiene su tiempo. Dios nos dirá cuándo. Sigamos avanzando, versículo 6. Tiempo de buscar y tiempo de perder. Yo no sé ustedes, pero este es uno que me molesta en particular. A mí no me gusta perder nada. Se ríen de mí porque llevo esto por todos lados. Aquí está todo. No me gusta perder nada. Y me gusta menos buscar cuando perdí algo. Porque siento que es una total pérdida de tiempo. Me causa mucha molestia, me enojo conmigo mismo cuando pierdo cosas. Siempre pongo las llaves en el mismo lugar, aquí en esta bolsa. Siempre el anillo en el mismo lugar, la pluma, el cuaderno, la cartera, la identificación corporativa para entrar a trabajo el lunes. ¿No saben cuántos lunes he llegado y no está la identificación en la billetera? Digo, ¿cómo es posible? ¿Dónde está? Y luego no me quieren dejar entrar a trabajar. Las herramientas. Cuando necesitas la herramienta es cuando no está. Cuando la encuentras, ¡ah, qué bien, la necesitaré después! Y luego te acuerdas, yo la vi, yo la vi, yo la vi, ¿dónde está? No. Ya no está. Yo hago grandes esfuerzos por no perder y luego tener que buscar. ¿Pero qué creen? Hermanos, sigo perdiendo las cosas. Eso me frustra mucho, me molesta. Es algo que quiero evitar a toda cosa, pero Dios nos tiene destinados a tiempos de búsqueda en nuestra vida. Tiempo de buscar, tiempo de perder algo. Y eso tiene muchísimas aplicaciones. Cada uno de estos puntos tiene muchas aplicaciones. ¿Quién de nosotros planea perder su trabajo? Nadie. ¿Y tener que buscar otro? Nadie. ¿A quién le gusta graduarse de la carrera y tener que buscar chamba por meses o años? A nadie. ¿Quién no quisiera evitar perder bienes? Amigos, seres queridos. Aseguramos nuestros bienes, tomamos nuestras precauciones, sacamos seguros de gastos médicos, Pero si Dios ha determinado que perdamos algo, o alguien, va a pasar. Va a suceder. Versículo 6. Tiempo de guardar y tiempo de arrojar. Una ilustración de esto son los barcos en alta mar. Hay tiempo de resguardar los bienes y llevarlos a salvo a su destino, pero si llega una tormenta, que ponga en peligro al barco y las vidas de la tripulación. Tiempo de arrojar el cargamento al mar, como le hicieron en la historia de Jonás, ¿no? Hay tiempo de ahorrar dinero y hay tiempo de echarlo sobre las aguas, como vimos hace poco en Iglesia Estés también. Hay tiempo de guardar las posesiones terrenales y tiempo de deshacernos de ellas. Ahora, yo creo que Varios. Necesitamos aprender mejor esta lección porque somos como los acumuladores que salen en la tele. Guardamos todo. La cajita de algo que compramos hace 10 años y ahí está llena de polvo. La camisa vieja que ya no sirve para nada, que ya ni nos queda. Cada adornito, recuerdito de cuando fui a la boda de fulanito y está roto y lo pegué con pegamento, pero ahí lo tengo todavía. ¿Qué tal que después lo necesito? Cuando estás así a punto de tirar algo, tienes en tu mano y empiezas así, ¿qué tal que después lo necesito? Eso es lo que pensamos, ¿no? somos hay tiempo de arrojar ya no cabe en la casa tiempo de arrojar versículo 7 tiempo de romper otras versiones dicen tiempo de rasgar y tiempo de coser a veces estuve pensando y tratando de encontrar un buen ejemplo para esto pero no me vino nada tan ilustrativo como quisiera, pero a veces es necesario romper algo para avanzar. Los que programamos, los que programan en la computadora saben que a veces estás haciendo un código y llega el momento en que te arroja error, error, error, error y le dedicas horas y no encuentras qué está pasando y el momento es ir borrón desde cero. No hay manera de arreglar esto. A veces hay que romper algo para avanzar, para lograr lo que estamos haciendo. Puede ser necesario rasgar una camisa en una emergencia para tapar una fuga o para detener el sangrado de una herida. Y tiempo de coser después de romper esa cosa, ¿no? haya sido a propósito o accidente. Algunos asocian este versículo también con lo que hacían, ¿no?, en los antiguos testamentos de rasgar sus ropajes cuando estaban de luto o molestos, enojados. Siguiente mitad del versículo 7, hay tiempo de callar y tiempo de hablar. Este nos cuesta mucho trabajo. ¿Cuántas veces no hemos estado en situaciones donde como quisiéramos hablar, pero hay que morderse la lengua? Lo más apropiado es guardar silencio, no opinar, no expresar lo que pensamos. Si hablamos solo vamos a empeorar las cosas. Al revés, muchas veces quisiéramos no involucrarnos, ni me metan, no, resuelvan ustedes. No quiero saber nada de eso. No dar nuestra opinión cuando nos la piden. No hablar en contra de algo que está mal. Tal vez no hablar de Cristo porque tememos lo que pase. Pero tenemos que hablar. Es tiempo de hablar cuando hay que hablar de Cristo. Y es Dios quien controla todos estos tiempos, tiempos de callar, tiempos de hablar, porque Él controla las circunstancias. Versículo 8. Tiempo de amar y tiempo de aborrecer. Tiempo de guerra y tiempo de paz. Hay tiempo de amar el bien y que nace el bien. Hay tiempo de aborrecer el pecado nuestro y de otros. Hay tiempo de guerra. En la Segunda Guerra Mundial era tiempo de guerra. Los que piensan que No una nación, si una nación fuera cristiana entonces nunca entraría en alguna guerra. Dios mandaba a los israelitas a entrar a guerras a cada rato. En la segunda guerra mundial era tiempo de guerra, tiempo de resistir y derrotar las fuerzas del mal que en muchos casos el liderazgo de las fuerzas alemanas adoraban al diablo mismo. Estaban sirviendo al diablo. Eran su ejército. Literalmente. Hay tiempos de guerra, hay tiempos de paz. ¿Pero quién marca esos tiempos? ¿Es cuestión de que nosotros decidamos? No. Dios decide cuando. No nosotros. Ese es el hilo conductor en todo este pasaje. La soberanía de Dios en nuestros tiempos. El hombre por más que intenta planear, por más que intenta tomar la decisión correcta en el momento correcto, por más que intente encontrar la fórmula de la felicidad en las cosas y en los momentos terrenales, no puede. Proverbios 16.33 dice, las suertes se echan en el regazo, o sea, el dado se echa en el regazo, pero a Jehová pertenece toda su decisión. Aún las cosas que parecen de suerte, que parecen aleatorias, no escapan del control y el plan de Dios. Él es el amo de mi destino y el capitán de mi alma. Y qué bueno que es así, porque si no lo fuera, qué desastre. ¿Qué desastre haríamos? Si Dios dejara las cosas en nuestras manos, en un minuto destruiríamos el mundo. Ahora, dije comenzando que todo esto es uno de los problemas, una de las congojas de la vida que nos tiene registrado aquí Salomón. ¿En qué sentido digo eso? En el siguiente, para el hombre sin Dios, todo esto que estamos viendo es una fuente de mucha frustración. El hombre sin Dios se acerca a la vida, vive la vida pensando, tengo que tomar las mejores decisiones. Tengo que ser sabio para saber cuándo guardar y cuándo arrojar, cuándo romper y cuándo coser. ¿Cuándo abrazar y cuándo dejar de abrazar? ¿Cuándo destruir y cuándo construir? Pero, tras todos sus intentos, se va dando cuenta más y más que las cosas no salen como él quería. Y que la felicidad que busca, la satisfacción duradera que anhela, no la encuentra. Todos pensábamos de esta manera antes de conocer a Cristo. Si tú estás aquí hoy sin Cristo, así estás tratando de vivir tu vida. Te lo aseguro. Si tan sólo logro esto, si tan sólo puedo hilar las cosas para que pase aquello, entonces seré feliz. Entonces encontraré satisfacción. Si logro irme a otro país, si logro ese etcétera, etcétera, no. No lo harás. ¿Cómo sabes, hermano? Dios nos lo dice. Por medio de su siervo Salomón. Versículo nueve. Versículo nueve. ¿Qué provecho saca? Sus mentes van a ir inmediatamente atrás a cuando vimos el tema del trabajo y van a decir, esto ya lo leí, esto está repetido. No. Pongan atención, eso no es lo que es este pasaje, este versículo 9. ¿Qué provecho saca el que hace algo, esa es la versión actualizada, la versión 60 dice el que trabaja, de aquello en que se afana? ¿De qué está hablando? toda la lista que acabamos de leer, toda la lista que viene antes. ¿Qué provecho saca el que se afana, trabaja y se esfuerza por diseñar los tiempos, los momentos correctos y controlar todo este asunto en su vida? ¿Qué provecho saca el que se afana por hilar todos los tiempos y las decisiones de la vida en busca de la felicidad? Ningún provecho. Ningún provecho en afanarte por estas cosas. Porque al final, Dios lo tiene todo marcado como Él lo quiere. Por más que planees, por más que te esfuerces, las cosas no van a salir como quieres. Y Dios las va a ordenar de tal forma que no encuentres lo que buscas fuera de Él. Buscando fuera de él, sólo vas a terminar muy frustrado. ¡Hermano, yo soy el amo de mi destino! ¡Soy el capitán de mi alma! No. No lo eres. Muchos se dan cuenta de esto y se enojan con Dios. Se enojan mucho con Dios. Se enojan con Él porque quieren ser Dios ellos, con minúscula. Su propio Dios. Llega el momento en que ven su impotencia para lograr lo que buscan y pasan el resto de sus días amargados y enojados con Dios. Pero Salomón nos da la respuesta adecuada. Primero nos dice en el versículo 10. He considerado la tarea En inglés dice más o menos, he considerado la ardua y dolorosa tarea que Dios ha dado a los hijos del hombre para que se ocupen, para que se ejerciten en ella. ¿De qué está hablando? ¿Cuál tarea? ¿Cuál dolorosa tarea nos ha dado para ocuparnos en ella? la tarea, la angustia de vivir tratando de discernir y tratando de hilar ¿cuándo es el tiempo adecuado para todas estas acciones? sin poderlo hacer sin poderlo lograr por más que nos esforcemos pero ahí no lo deja Salomón gracias a Dios ahí no se queda ahora viene el clavo Ahora viene la solución divina a este gran problema. Y empieza por esto. Versículo 11. Dios todo lo hizo hermoso en su tiempo. En este versículo están tres cosas muy importantes. La primera es esta. Todo lo hizo hermoso en su tiempo. Si dejas de luchar contra Dios, si te sometes a Él y aceptas que Él tiene el control, comenzarás a ver que todo lo hizo hermoso en su tiempo. Vean, no es todo es hermoso a su tiempo, todo es hermoso a su tiempo. No es lo que dicen los fatalistas. Bueno, a fin de cuentas hay belleza, hay satisfacción en dejar que todo fluya, que pasen las temporadas, en rendirte al hecho de que tú no controlas los tiempos y los cambios en tu vida y solo te queda aceptar lo que venga. No está diciendo eso Salomón. La belleza que señala Salomón está en reconocer que todo lo que nos acontece, cada temporada, cada etapa, Dios la hizo hermosa en su tiempo. Es decir, cuando Él quiere. No cuando nosotros queremos. Cuando Él quiere. El plan de Dios es perfecto. El plan de Dios es hermoso. Vean, hermanos, ¿cómo más? podrían haber cantado himnos a medianoche Pablo y Silas cuando estaban echados en la cárcel ahí en Filipos en Hechos 16 si no es porque sabían esto ellos entendían que Dios les había asignado ese cambio Dios les había asignado ese tiempo de aflicción y Dios todo lo ha hecho hermoso a su tiempo aún si tenemos que estar aquí en la cárcel un rato, hermano. Imagínense que nos pasara eso a nosotros. Nos echan a la cárcel por servir a Dios, por echar fuera demonios, o sea, por ayudar a las personas, por predicar. Entonces estamos ahí en la cárcel y recordamos, todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Y nosotros pensando, señor, ¿de veras este era el tiempo para que estuviéramos encerrados? ¿En la cárcel? ¿Estábamos haciendo tu obra? Todo lo hizo hermoso a su tiempo. ¿Cómo va a ser hermoso esto? Así, con los pies inmovilizados, echados en la parte más profunda del calabozo. Pablo y Silas cantaron ahí en la prisión, ¿por qué? Porque andaban por fe y no por vista. Le creían a Dios, creían lo que nos dice Salomón. Podemos estar en las peores circunstancias, en las peores batallas, pero Dios está en control y lo que está obrando es para nuestro bien en su plan. Lo está usando para traer un fin hermoso. Aunque nosotros no podamos ver todo el plan, ni entender cómo está obrando para nuestro bien, por fe podemos creer lo que dice Jeremías. Dice Dios, yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová. pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis. Jeremías 29.11 Escuché en un sermón acerca del testimonio de una mujer que fue encarcelada en la ex Unión Soviética, una mujer creyente, encarcelada por eso, por ser creyente, y ella testificó que estuvo ahí por un tiempo, no sé cuánto tiempo, Pero cuando por fin salió de esa prisión, una parte de ella extrañaba estar de vuelta ahí en la prisión, porque ahí sentía la presencia de Dios y dependía de Él como en ningún otro lugar. O sea, salió, estuvo en libertad, y empezó a extrañar la prisión, porque ya no tenía la misma comunión y dependencia de Dios afuera. ¿Qué significa eso? ¿Qué podemos decir de eso? El plan de Dios es perfecto. Todo lo ha hecho hermoso a su tiempo, aun si tienes que pasar por cosas así. Si ves los cambios que te sobrevienen por medio de la fe, ves un panorama muy distinto al que ve el resto del mundo. Ahora, ¿qué pasa con los que no andan por fe? ¿Qué pasa con los que andan afligidos por esta vida, tratando de hilar todo, y las decisiones, y hacer sentido de la vida, y los tiempos de la vida, y los cambios de la vida, el significado de la vida, sin Dios? El texto ya lo hemos visto, lo vimos al principio en la introducción, en la Iglesia Test 3.11, Dios también ha puesto eternidad en el corazón de ellos. De modo que el hombre no alcanza a comprender la obra de Dios, la obra que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin. El hombre sin Dios anda por este mundo hambriento de eternidad. muriéndose de hambre espiritual, famélico, tratando de llenarse con cosas finitas y temporales, cuando lo que necesita es al Dios eterno, Cristo Jesús, el único ser infinito, eterno, que puede llenar el hueco que Él mismo puso en el corazón de cada hombre. El inconverso trata de llenarse con trabajo, como hemos visto. Trata de llenarse con conocimiento, como hemos visto. Trata de llenarse con placeres, como hemos visto. Trata, como vemos hoy, de discernir el tiempo adecuado para todo, ser el capitán de su destino, navegar todos los acontecimientos, controlar los cambios que le sobrevienen, pero no puede. Se queda siempre con hambre. El hombre natural se vuelve loco tratando de hacer sentido de esta vida. Porque Dios obra de tal forma que el hombre sin Cristo, ¿qué dice? No alcanza a comprender la obra que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin. El hombre sin Dios es como alguien tratando de hacer sentido de un rompecabezas de millones de piezas con una sola pieza. ¿Qué es esto? ¿Cuál es el cuadro? ¿Qué hay aquí viendo una pieza? ¿Cuál pieza? Su propia... Su propia vida. Y nada le hace sentido. La única pieza que tiene es su propia vida. Hay millones de otras piezas. ¿Dónde están? Aquí están las demás. Nada le hace sentido. C.S. Lewis describe algo de cómo él comprendió esto en su libro de Mero Cristianismo. Dice, esta es la cita, si encuentro en mí mismo un deseo, que nada en este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo. Hermanos, fuimos hechos para otro mundo, aquí estamos un ratito nada más, somos peregrinos. Si ningún placer terrenal satisface mi deseo, probablemente los placeres terrenales nunca estuvieron destinados a satisfacer esos deseos. Es lo que decía C.S. Lewis. Eso es lo que pasa con los hombres de este mundo. Andan tratando de saciarse con cosas que nunca fueron destinadas a saciarnos. Sigamos al versículo 2. Yo sé que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse y pasarlo bien en su vida, y también que es un don de Dios que todo hombre coma y beba y goza del fruto de todo su duro trabajo. Esto ya lo vimos en el capítulo anterior. El creyente, el que entiende que Dios todo lo hizo hermoso a su tiempo, es el único que puede disfrutar de esta vida, en su justa proporción. El único que puede disfrutar lo que Dios disponga para él en esta vida. Sabe que de la mano de Dios viene su trabajo y las tareas que desempeña aquí. Sabe que de la mano de Dios viene todo el placer, la comida que disfruta cada día. Que todo tiene su tiempo. Y que Dios gobierna sus tiempos. Todo tiene su tiempo y Dios gobierna sus tiempos. La mano de Dios está en sus cambios. El creyente puede disfrutar lo que al inconverso solo lo deja más hambriento y más sediento. Y eso nos trae al cierre de todo esto. La respuesta de por qué Dios hace todo esto como lo hace. Hermano, ¿por qué Dios obra así? ¿Por qué todo esto? ¿Por qué yo no puedo hilar las cosas? ¿Por qué tanta...? Aquí está la respuesta. Versículo 14. Sé que todo lo que Dios hace permanecerá para siempre. Nada se le puede añadir. Nada se le puede quitar. Así lo ha hecho Dios. para que los hombres teman delante de él. Esta es la respuesta, aquí está el clavo. El propósito de Dios en lo que hace, el propósito que Dios tiene en los cambios que trae nuestra vida en los tiempos que Él designa para toda la lista de eventos que vimos al principio, que le temamos. Eso es lo que Dios quiere, que le temamos. ¿El por qué te llegan cambios cuando no lo esperas? ¿Por qué te llegan pérdidas cuando te llegan? ¿Por qué te llegan bendiciones cuando te llegan? ¿El por qué se van amigos y seres queridos en un instante? ¿Por qué te llegan tiempos de llanto inesperados? ¿Por qué te llegan gozos inesperados? ¿Tiempos de duelo? o tiempos de bailar para que le temas. ¿Por qué Dios obra así, hermano? ¿Por qué Dios no me da más control sobre los cambios y los eventos de mi vida? Para que le temas. Más claro no podría estar. Aquí nos dice Salomón el porqué de todo esto. Hermano, ¿qué significa temer a Dios? ¿Qué es eso? ¿Significa que le tengamos terror? ¿Que nos vayamos corriendo o gritando como en una película de terror? ¿Que huyamos de él aterrorizados? No. Temer a Dios significa entregarse a Él, someterse a Él. Cuando la Biblia habla de temor a Dios, en la mayoría de los casos, como en este, se refiere a honrarle. Se refiere a vivir para él, sometido a él, amándole a él, no tratando de tomar el timón y arrebatarle el timón de sus manos, dejando que él lleve el timón. Confiando en que él es, en que todo es hermoso en su tiempo, en que su plan es perfecto. Los creyentes son los que temen a Jehová. y los que deben practicar el temor a Jehová. Dios quiere que le temamos. Quiere que le temamos en cada cambio que nos trae. Quiere que le temamos porque es Él quien nos trae. Quiere que le temamos porque lo que Él trae es para nuestro bien. Temer a Dios es la solución a la ansiosa tarea de vivir tratando de controlar todo, y siempre tratando de esquivar y evitar todo lo malo. Temer a Dios es la única manera de vivir tranquilo y en paz, confiado en Él, como vemos a Pablo y Silas en la cárcel. Ahora, cierro. con unas palabras para quienes no conocen esta paz que trae Cristo. Tu vida está llena de cambios y eventos que no puedes controlar. Si eso no te lleva a temer a Dios, estarás cada vez más confundido, cada vez más perdido por el resto de tu vida y luego por el resto de la eternidad. El último versículo que nos toca hoy es una advertencia, versículo 15. Aquello que fue ya es, y lo que ha de ser ya fue. Dios recupera, otras versiones dicen restaura, lo que ya pasó. Esto lo veíamos en el segundo estudio. Millones han vivido y han muerto tratando de romper este ciclo. Tratando de arrebatarle el timón a Dios. Tratando de romper el orden divino de las cosas. Tratando de encontrar una solución fuera de él. No lo lograrás. La última parte de este versículo tiene dos interpretaciones. Una es, como lo traduce la versión de las Américas, Dios hace que se repita la historia. O sea, todos los días hay personas tratando de hacer lo que tú estás haciendo, tratando de arrebatar el timón a Dios. ¿Y dónde han terminado? Todos en el mismo lugar. Ninguno con éxito en lo que trataba de hacer. Y otra forma de leer esta última porción es, Dios traerá todo lo que ya pasó a juicio, al final. Dios juzgará todo lo que ha pasado, todo lo que hiciste. En ambos casos es una advertencia. Si tú crees que tú vas a ser la excepción, que tú vas a encontrar la solución a todo esto fuera de Dios, Él se va a asegurar de que no lo logres, como lo ha hecho con millones antes que tú. Habrá un día de juicio y hoy Dios te dejó claro el porqué de la vida. ¿Por qué te sobreviene cada cambio y cada temporada inesperada en tu vida? Para que le temas. Temerle significa entregarte a él, requiere entregarte a él. Temerle significa honrarle, significa vivir para él, significa amarle, significa reconocerle como el señor de tu vida. Los creyentes son los que temen a Jehová. ¿Tú temes a Dios? Todo tiene su tiempo. Y Dios dice que hoy es el tiempo. Hoy es el día de salvación para el que no le conoce. Este texto lo citamos hace poco, entre semana. Segundo de Corintios 6.2 Dios dice, en tiempo favorable te escuché. Y en el día de salvación te socorrí. He aquí, ahora, el tiempo más favorable. He aquí, ahora, el tiempo de salvación. El tiempo para entregarte a Cristo es hoy, es ahora. Vamos a orar. Padre eterno, te damos gracias porque en verdad En tus manos están nuestros tiempos. ¿Cuánta paz nos da eso? ¿Cuánto alivio? ¿Cuánta tranquilidad ya no tener que luchar, Señor? El poder sólo depender de Ti. Señor, sabemos que, aunque esto es algo que experimentamos cuando primero te conocemos, Es algo que tenemos que vivir día a día. Tenemos que practicar diariamente el temor de Jehová, recordar que todo lo haces hermoso a tu tiempo, que en tus manos están nuestros tiempos. Ayúdanos a hacer esto, te rogamos, Padre. Y si hay alguien que no te conoce hoy, Te rogamos que en tu plan divino tú le traigas hoy, que pueda ver que hoy es el día de salvación. En el nombre de Cristo Jesús. Amén.
05 Eclesiastes Todo tiene su tiempo
Series Eclesiastés
¿Es verdad que: "Yo creo mi propia suerte, soy el arquitecto de mi propio destino, y el capitán de mi alma…?"
Sermon ID | 831951050236 |
Duration | 1:15:18 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Ecclesiastes 3:1-15 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.