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Hoy llegamos por fin a la conclusión del libro de Eclesiastes. Hace un par de semanas llegamos hasta el versículo ocho del último capítulo. Hoy vamos a ver lo que resta con la ayuda de Dios. Aquí tenemos la gran conclusión de todo. Aquí nos resume Salomón de qué se trata la vida en este mundo. En esta última sección del libro. Empecemos leyendo, vamos al capítulo doce. Vamos al capítulo doce. Leyendo a partir del versículo ocho. Vanidad de vanidades, dijo el predicador. Todo es vanidad. Y cuanto más sabio fue el predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo. También sopesó, investigó y compuso muchos proverbios. El predicador procuró hallar palabras agradables y escribir correctamente palabras de verdad. Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos zancados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un pastor. Además de esto, hijo mío, queda advertido. El hacer muchos libros es algo sin fin, y el mucho estudio fatiga el cuerpo. La conclusión de todo el discurso oído es ésta. Teme a Dios, guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá a juicio toda acción, junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo. Vamos a orar. Padre agradecemos tu bondad con nosotros a lo largo de esta semana el día de hoy te damos gracias porque siempre estás con nosotros porque tu palabra siempre está a la mano Señor en toda situación en toda circunstancia nos fortaleces te damos gracias Señor porque tú conoces lo que necesitamos mejor que nosotros mismos y por eso te rogamos que el día de hoy obras en nuestras vidas, en nuestros corazones. Señor, danos tu palabra, danos de tu palabra lo que necesitamos. Alumbra nuestro camino, te rogamos. Te rogamos, Señor, que lo que escucharemos el día de hoy sean palabras tuyas, que hables tú y no hombres. Confiamos en ti, Señor, te damos gracias por todo lo que nos has enseñado. en este libro por medio de tu siervo Salomón. Te rogamos que hoy al final, Señor, nos ayudes a comprender la conclusión de todo, a comprender, Señor, que el temor de Jehová es felicidad, que la santidad es felicidad. Graba esta lección en nuestros corazones, Señor, y ayúdanos a agradecerte de todo corazón todo lo que nos has dado en esta serie. Te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús. Amén. Este es el cierre. La gran conclusión de todo lo que hemos visto en doce capítulos de Eclesiastes. Salomón es el predicador. Lo identificamos, si recuerdan, desde el inicio en el capítulo uno. Y aquí llega este predicador al final de su sermón. Y qué gran sermón es este libro de eclesiastés. A partir del versículo ocho nos comienza a dar su conclusión. Incluso en el versículo trece dice tal cual, la conclusión de todo es lo siguiente. Pero realmente la conclusión comienza desde el versículo ocho. Como es el caso con muchos predicadores, cuando dicen, en conclusión, concluyendo, para terminar, resulta que falta bastante por decir. Ustedes estarán familiarizados con esto, yo creo. En el versículo 8 nos describe el último aguijón, el gran problema de la vida en este mundo, vanidad de vanidades, dijo el predicador, todo es vanidad. Ahora, esto lo hemos analizado, lo hemos examinado en gran detalle con Salomón, Este mundo no satisface, no llena, no cumple lo que promete, no es la respuesta a lo que todo ser humano busca. Así que a partir del versículo 9, comienza Salomón a darnos el último clavo, la última respuesta trascendental al problema de la vanidad de este mundo. Y lo que quiero que noten aquí, lo que quiero que subrayen, que se den cuenta, Es la carga que tiene Salomón aquí, la carga que hay sobre su alma, el gran deseo de su corazón, el deseo de ser escuchado. Es llamado el predicador, tiene el deseo de ser escuchado. Lo que cada predicador desea es compartir la verdad. pero no sólo compartirla, sino que esa palabra sea escuchada y tenga el impacto debido en los corazones y en las vidas de los oyentes. Esa es la gran diferencia entre enseñar y predicar. La enseñanza desea impartir conocimiento, pero la predicación, la predicación de la palabra de Dios busca aplicar el conocimiento, aplicar la verdad y que tenga el impacto debido en tu vida. Y eso es lo que desea el predicador de eclesiastes, aquí al final del libro. Incluso vamos a ver que desea ser escuchado por alguien a quien llama en el versículo doce, hijo mío. ¿Quién será este hijo mío? No sabemos a ciencia cierta, posiblemente el mismísimo Roboam, el heredero del trono. Salomón desea ser escuchado, y desea ser escuchado, no porque se cree la gran cosa, ni para engrandecer su ego, sino porque su deseo, su misión, es la de ser una ayuda espiritual para sus oyentes. Nos advierte una y otra vez, vanidad de vanidades, dijo el predicador, todo es vanidad, todo este mundo, todo lo que hay aquí es vanidad. Este mundo, esta vida, no llenan, no satisfacen. Ahora, estaba tentado a ponerme a citar todas las ocurrencias de la frase en el libro. Ya cuando me di cuenta cuántas eran, dije, no, mejor no, no lo voy a hacer. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto? en esta serie. ¿Cuántas veces lo hemos escuchado en estos doce capítulos, en estos trece sermones anteriores? La repetición es la clave del aprendizaje. Entonces la pregunta, ¿Hemos aprendido? ¿Hemos aprendido? ¿Hemos aprendido o seguimos engañados? ¿Seguimos persiguiendo algún bien terrenal, algún éxito, esa relación, ese ídolo, sea el que sea, pensando que eso nos va a hacer felices. Si seguimos en este engaño después de todo esto, qué triste, ¿no? Seguimos pensando que hay algo en este mundo que nos puede hacer realmente felices. Salomón ha intentado enseñarnos Ha intentado hacernos entender que sin Dios bajo el sol todo es vacío, sin sentido, inútil. ¿Nos ha servido toda esta repetición? ¿Ha impactado nuestras almas? Salomón sigue repitiendo para asegurarse que así sea. Salomón comienza Eclesiastes desde una perspectiva como la de un joven, con muchas ilusiones, con mucha anticipación, alguien lleno de esperanza, lleno de expectativas para la vida. Al avanzar, a través del libro, abarca todas las etapas, todas las circunstancias, todos los eventos y fases de la vida, hasta llegar a la vejez, como vimos. en el sermón anterior. Pero su hallazgo, su conclusión, siempre es lo mismo. Sin Dios, vivir no tiene sentido. Vivir no tiene propósito. Y además, al terminar la vida, no hay esperanza si estamos sin Él. Entonces, si tú sigues buscando felicidad en donde sea que no sea Dios, Si la sigues buscando en cualquier lugar bajo el sol, es seguro que nunca la encontrarás. Es seguro que termines decepcionado. Para ser feliz necesitas algo más grande. Algo más grande que la vida misma, es decir, al Creador, a Dios mismo. El gran mensaje de Salomón es que para encontrar verdadera esperanza, Primero, hay que deshacernos de la falsa esperanza. Para encontrar verdadera esperanza, primero hay que deshacerse de la falsa esperanza. Nadie llega a Cristo si sigue esperando de este mundo y esta vida felicidad. Si sigue pensando que este mundo lo va a llenar y este mundo es su razón de existir. Salomón, el predicador, escribió todo esto. hizo este gran esfuerzo buscando el bien de otros buscando el bien de nosotros leemos en el versículo nueve les voy a leer una traducción un poco diferente en la sesenta dice cuanto más sabio fue el predicador la king james dice ya que el predicador fue sabio ya que el predicador fue sabio tanto más enseñó sabiduría al pueblo Me gustan ambas traducciones, pero vean, Salomón tenía un corazón pastoral. Salomón estaba consciente de la sabiduría que Dios le había dado. Lo entendía. Sabía que tenía una sabiduría sobrenatural. Hemos visto ya la historia de cómo Salomón le pidió sabiduría a Dios. ¿Y qué hizo Dios? Dios se la dio, en mayor medida que a cualquier otro. Este gran don, Salomón no se lo pudo guardar. Para él mismo. No se lo pudo quedar para él solo. Sentía una obligación, un deseo de compartirlo con todos. Lo que resultó ser millones a lo largo de la historia, contigo y conmigo, el día de hoy. Salomón tenía un verdadero corazón pastoral, un instinto pastoral. Y vean, algo fascinante aquí, Algo fascinante, en este último capítulo vemos algo acerca de cómo funciona la inspiración de las Escrituras, cómo funciona la inspiración divina. Lo fascinante aquí es que nos dice Salomón que esto no fue algo automático. Lo que tenemos aquí en Eclesiastes no fue algo automático. A pesar de que Dios le había dado sabiduría, tuvo que esforzarse. El hombre Salomón tuvo que esforzarse, tuvo que estudiar, tuvo que trabajar para desarrollar el don. Leemos en 12.9. También sopesó. La versión en inglés dice, escuchó, prestó atención, sopesó, investigó y compuso. muchos proverbios. Sabemos que Eclesiastés y la Biblia fueron dadas por inspiración. La definición técnica es respiradas por Dios. La palabra de Dios fue respirada por Él. Pero Dios obró por medio del esfuerzo de estos hombres. Por medio de su preparación, por medio de sus personalidades, no fue simplemente un proceso de dictado. No fue Dios dictándole, Dios a un lado de Salomón dictándole y Salomón ahí, como una escriba. No fue como una impresora conectada a la nube, ¿no? Ahí por USB y ya salían las hojas impresas. Así no es. La Palabra de Dios no nos describe así el proceso de inspiración. Hasta Salomón tuvo que sopesar. La versión en inglés dice, escuchar con diligencia. Es decir, tuvo que aprender. Tuvo que investigar, observar, estudiar. Y después de eso, compuso muchos provebios. Que tenemos registrados en el libro de provebios. Para componerlos, vean qué dice el versículo 10. El predicador procuró hallar palabras agradables y escribir correctamente palabras de verdad. Entonces, ¿cuál es la aplicación para nosotros? Aquí es donde hay que poner atención. Es la siguiente. La Biblia ya está completa. Nosotros no vamos a recibir revelación nueva como la recibió Salomón. Pero nosotros, igual como Salomón, tenemos que usar los medios provistos por Dios para crecer en sabiduría. Vean esto. Tenemos que usar los medios provistos por Dios para crecer en el conocimiento de Dios. los mismísimos profetas, escritores de la Biblia. Sabemos que leían las profecías y los libros los unos de los otros. Ellos, inspirados, trabajaban y registraban su parte, pero leían y estudiaban la parte de los demás. ¿Cómo sabemos eso? Vamos a 1 Pedro capítulo 1, por favor. 1 Pedro capítulo 1. ¿Ya lo tienen? Dice, primera de Pedro 1.10, acerca de esta salvación, han inquirido e investigado diligentemente los profetas que profetizaron de la gracia que fue destinada para vosotros. Ellos escudriñaban para ver qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos. quien predijo las aflicciones que habían de venir a Cristo y las glorias después de ellas, a ellos les fue revelado, no para sí mismos sino para vosotros, administraban las cosas que ahora os han sido anunciadas por los que os han predicado el Evangelio por el Espíritu Santo enviado del Cielo, cosas. que hasta los ángeles anhelan contemplar. Los ángeles anhelan contemplar, anhelan entender la verdad de la Palabra de Dios. Vemos al mismo Pedro, leyendo las cartas de Pablo, y diciendo que en ellas habían cosas difíciles de entender, en 2 Pedro 3, 16. Aún estos hombres tenían que estudiar, tenían que esforzarse, sabemos que Daniel, Daniel leía al profeta Jeremías en Daniel 9 y llegó a entender algo que no había entendido antes eso lo tenemos registrado entonces ¿crees que eres muy sabio? ¿crees que ya sabes mucho de la Biblia? ¿que has escuchado mucho? que dominas la palabra, que no necesitas ponerle ya tanto esfuerzo, ya tú ya tienes carrera en esto, ya vas adelantado, ya vas en la clase de avanzado 7, avanzado 9. ¿Crees que ya no necesitas esforzarte? ¿Eres flojo en tu estudio personal de la palabra? ¿Tienes oportunidad de acudir a aprender más entre semana, martes o miércoles y no lo haces? Ahora, yo sé que algunos en verdad no tienen la oportunidad, pero otros sí, otros sí. Vean, 1 Corintios dice, si alguien se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debería de saberlo. Si eres flojo, si eres negligente en tu estudio de la palabra, si tienes oportunidad de estar aquí y no las aprovechas, andas por mal camino. Andas por mal camino. Te va a acostar, tarde o temprano. Lo que necesitas es seguir el consejo que Pablo le dio a Timoteo. ¿Qué le dijo Pablo a Timoteo? Le dijo, procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra. No hermano, ese texto es para los pastores. ¿Entonces tú no quieres esto? Entonces esto no te interesa. ¿Qué creyente puede decir que este texto no le interesa, que no quisiera que Dios dijera de él, que es un obrero, que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra? Yo espero que nadie de ustedes pudiera decir que eso no, no les interesa. Dios nos guarda de ser negligentes, flojos, o hasta hipócritas, como los que menciona Pablo en Romanos 2, no vamos a ir ahí. Tu felicidad en esta vida y en la vida venidera dependen de si escudriñas y haces caso de la palabra de Dios. El mismo Salomón, el mismísimo Salomón tuvo que sopesar, investigar, procurar hallar palabras agradables y escribir correctamente palabras de verdad. ¿Y después qué hizo Salomón? con ese conocimiento. ¿Qué hizo? ¿Se lo guardó? Dice, no. Dice, cuanto más sabio fue el predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo. Se esforzó por compartirlo. Debes de esforzarte por aprender y luego, ¿qué sigue? ¿Salomón? ¿Deseaba compartir la verdad? ¿Deseaba esparcir la verdad a otros? Tú y yo tenemos que tener el mismo deseo. ¿Eres creyente, pero nadie lo sabe? Si yo voy y le pregunto a tus amigos, ¿Tú sabes si fulanito es creyente? ¿Qué me van a decir? ¿Lo saben o no lo saben? ¿Qué me van a decir? ¿Eres un creyente secreto? ¿Eres creyente pero cuando sale un tema de debate moral nunca dices nada? ¿Te quedas callado o opinas como otro inconverso más? Bien, han salido muchos críticos, no sé si han seguido esto de cerca, vale la pena, han salido muchos críticos del misionero John Chau, que dio su vida por evangelizar una tribu aislada. Lo mencionó el hermano Tomás la semana pasada. Ya saben la historia, ¿no? Estuvo preparándose, Si no me equivoco, más o menos tres años, planeando, etcétera, fue a una isla donde había una tribu de caníbales completamente aislada y lo asesinaron. El hermano Tomás lo mencionó. Esto no es la primera vez que pasa esto en la historia. Lo asesinaron. Y muchos han dicho, ah, le faltó sabiduría. Le faltó sabiduría. Fue muy necio tratar de hablar con esos. Fui a otro lado, donde no eran caníbales, donde no eran tan agresivos. Fue un error tratar de compartirles a ellos. Vean, John no dio su vida en vano, se los aseguro. Si ustedes hubieran visto el recibimiento que tuvo en los cielos ese día, entenderíamos todos en un instante. que no dio su vida en vana. Una de las últimas cosas que dijo fue, ustedes pueden pensar que estoy loco en todo esto, en una carta que dejó, pero yo creo que vale la pena declarar a Cristo a estas personas. Si Él pudo dar su vida por compartir a Cristo, Dios nos ayude a que si nos abordan en el trabajo no nos acobardemos. No nos acobardemos en nuestra familia, con nuestro vecino, si lo más que nos puede costar es molestia, rechazo, el enojo de alguien. Es que si le digo a mi tío ya no me va a hablar, que ya no te hable, está bien, que ya no te hable. Las palabras de los sabios son como aguijones. Y como clavos ahincados son las palabras que forman parte de una colección y que son expuestas por un pastor. Este versículo lo hemos usado mucho en toda la serie. Es la clave para entender todo el formato del libro. Lo que Salomón nos ha dado en este libro es algo que nos ha obligado. Como un aguijón nos ha ido ahí picando, molestando, nos ha obligado a pensar, a hacer las preguntas difíciles, a buscar las respuestas trascendentales de la vida, a buscar los clavos que Él mismo nos da junto con los aguijones. Esa fue su meta, esa fue su responsabilidad y deseo a lo largo del libro. La misma responsabilidad de todo pastor o predicador sincero. Y vea, la misma responsabilidad de todo padre o madre creyente, la misma responsabilidad de todo creyente que tenga oportunidad de influenciar y compartir con alguien a su alrededor. Decir algo que fije en la mente y el corazón de tus oyentes, de tus hijos, de tus vecinos, de tus compañeros, las verdades eternas. La realidad del Evangelio. Compartir la verdad. Entonces, ¿tienes ese deseo? ¿Tienes ese deseo? ¿Sientes esa carga? ¿Te sientes mal cuando desaprovechas oportunidades con tus hijos? ¿Con tus amigos? ¿O con quien sea para compartir el Evangelio? ¡Ya no calles! ¡No desaproveches más! Hagamos caso de lo que nos dice Salomón. Él sólo busca nuestro bien. Él sólo busca nuestra eterna felicidad. Lo que él escribió bajo inspiración divina no son palabras de hombres. Si realmente creemos lo que nos dice, no podemos guardárnoslo. Solo para nosotros. Hermano, fíjate que estudiamos todo el libro de Inglés de Aztec. Fabuloso, me encantó. Escucho las grabaciones. No he tenido oportunidad de platicar con nadie, de compartirlo con nadie, pero muy bien, ¿eh? Fabuloso. No. No podemos guardarnos esto solo para nosotros. Leemos en el versículo 10, esto no son palabras de hombres. Leemos que Salomón escribió rectas palabras de verdad. En el versículo 12 podemos ver que estas palabras las dirige Salomón a nosotros y probablemente a su propio hijo, hijo mío. Queda advertido. Podemos ver la carga. La responsabilidad que siente de comunicar estas verdades. Dice, lo que te comparto aquí, lo recibí de Dios mismo. Lo recibí de Dios mismo. Veamos de nuevo el versículo once. Las palabras de los sabios son como aguijones. Como clavos ahencados son las palabras que forman parte de una colección y que son expuestas por un pastor. Les voy a leer la otra traducción. Las palabras de los sabios son como aguijones y como clavos zancados son las palabras de los maestros de las congregaciones dadas por un pastor. Este versículo nos revela el formato del libro, pero también es una afirmación que las palabras de los sabios, de los autores bíblicos incluidos, Salomón, de los sabios según Dios, todas estas palabras provienen de una misma fuente, de Dios mismo. La versión King James lo traduce así, las palabras de los sabios son dadas por un pastor. Ahora, ya notaron que la palabra pastor está con minúscula o está con mayúscula en el versículo, debe estar con mayúscula. La palabra pastor está con mayúscula aquí. Es una referencia a Dios, no es una referencia a Salomón. Es una referencia a Dios. Una referencia a inspiración divina. Y Salomón está diciendo, las palabras que he escrito las recibí del gran pastor, de Dios mismo. Tú debes recibirlas. Tú debes aplicarlas a tu vida. Y después viene una advertencia. para quien llama a su hijo. Hijo mío, queda advertido, de hacer muchos libros no hay fin, y el mucho estudio fatiga el cuerpo, fatiga la carne. Hijo mío, no hay fin a lo que los escritores inconversos han dicho, dicen y dirán. Puedes estudiarlos, puedes dedicar tu vida a ello, Puedes fatigarte en leerlos, o sea, no hay fin, puedes cansarte, puedes desgastarte leyendo eso. No encontrarás en ellos las respuestas trascendentales que hay en la Palabra de Dios por medio de Salomón. Eso Salomón lo dice por experiencia. De primera mano hizo la tarea, investigó, estudió. y encontró que buscar fuera de Dios, fuera de su palabra, es pura pérdida de tiempo. Joven que estás estudiando, joven que ya estás en la licenciatura, o ya estás hasta en la maestría, que estás leyendo, estudiando filosofía, amigo que te gusta debatir, que te gusta enriquecerte con todas las perspectivas, las únicas respuestas trascendentales están en Dios, están en Su Palabra. Para el peregrinar por este mundo vas a encontrar que sólo hay un libro indispensable. Si te quitaran todos los demás, pero te dejaran este, estarías bien al final. Tendrías todo lo que realmente necesitas. Hay un solo libro sin el cual estás perdido, el manual, el manual del alma, la palabra de Dios. Escucha, estudia lo que Dios tiene para ti en este libro. La traducción en inglés dice así, por estas palabras queda advertido. Hijo mío, te llegarán muchas teorías, muchas mentiras, muchos engaños de otras fuentes. Esta es la última palabra. Esto es superior a todo lo demás. No te equivoques. Nada se compara con esto. Entonces, con esto llegamos a los últimos dos versículos. Vamos a leerlos de nuevo. Eclesiastes 12. Los últimos dos. La conclusión de todo el discurso oído es ésta. Teme a Dios, guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá a juicio toda acción, junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo. Con esto se acaba. Aquí termina el libro. Estos versículos no sólo concluyen el libro, nos dan una de las declaraciones más sumarias, más concisas de toda la Biblia en lo que respecta a la verdadera religión. Podríamos tomar estos versículos como la definición de la religión verdadera. Hay muchas religiones en el mundo, sólo una verdadera. Esto es lo que llamaríamos el resumen ejecutivo. Todos los godines aquí sabrán a qué me refiero, ¿no? Siempre del trabajo llegas con tu Biblia ahí de tus 50 láminas, tus 100 láminas, ¿no? Yo tengo algunos reportes de 300 láminas. Lo primero que me dice mi jefe, no, el resumen ejecutivo. ¿Cuál es el... cuál es el punto central, no? Salomón nos da esto comprende todo lo que Salomón ha tratado en el libro y en realidad resumen dos versículos de qué se trata la vida de qué se trata la vida cada uno de nosotros deberíamos de poder salir el día de hoy y si alguien nos dice si alguien nos pregunta algo tan básico de qué se trata la vida eso yo lo he escuchado antes aquí está Aquí está la respuesta. ¿De qué se trata la vida? Salomón con la ayuda de Dios destila todo a sólo unos cuantos reglones, con gran profundidad. Yo me lo puedo imaginar haciendo lo que escribe en el versículo 10, ¿no? Procurando hallar palabras agradables y escribir correctamente palabras de verdad para hacer el resumen final, el punto final. Salomón fue sólo un hombre que se esforzó por usar los dones y talentos que Dios le dio. Y Dios obró a través de él, obró a través de sus pensamientos, sus razonamientos, lo guió a las palabras de verdad que tenemos aquí. Aquí está, la idónea conclusión. ¿Quién de nosotros hubiera podido concluir todo lo que hemos visto aquí? Aquí está. Ahora, todos debemos incluirnos en estas palabras. Todos debemos aplicarnos estas palabras, como lo hizo Salomón consigo mismo. Tenemos aquí dos sencillas frases. ¿De qué se trata la vida? ¿De qué se trata la verdadera religión? ¿De qué se trata el libro? Esta es la suma completa, la médula. Todo lo que importa está aquí. Primero, teme a Dios. Primero, teme a Dios. Segundo, guarda sus mandamientos. A nosotros, como hombres finitos, siempre nos ayudan estas cosas, nos ayudan mucho. Nos ayuda mucho cuando nos dan la esencia del asunto en pocas palabras. Ayuda a recordarlo, ayuda a absorberlo, ayuda a tenerlo disponible en donde estemos. Aquí tenemos el por qué estamos vivos, el para qué, el por qué fuimos creados. Teme a Dios, guarda sus mandamientos. Así que vamos a considerar en primer lugar esto de temer a Dios. Esta es una idea que encontramos frecuentemente en la Biblia. Lo hemos visto ya aquí en Eclesiastes, en el capítulo 5. Leímos, donde abundan los sueños y las palabras, también abundan las vanidades. Tú teme a Dios. ¿Se acuerdan? Otros ejemplos en la Biblia, hay muchos. En particular, quiero que vean uno de Deuteronomio. Vamos todos, por favor, al capítulo 10 de Deuteronomio. Dice lo siguiente, este es Moisés dándole a Israel otra de estas declaraciones sumarias que resumen todo. Dice, ahora pues Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti? Sólo que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, que ames y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma. y que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos que yo te prescribo hoy. ¿Por qué? Para tu bien. Este es un pasaje paralelo al que tenemos en la eclesiastés. Paralelo significa que está relacionado, que está ligado, que habla de lo mismo. Si vamos a Proverbios, yo lo voy a leer, Salomón escribe lo siguiente, el temor de Jehová es para vida. Quien no tiene, vivirá satisfecho. Quien no tiene, vivirá satisfecho. Este concepto permea toda la Biblia. Hemos visto ejemplos en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento encontramos, en 1 Pedro, teme a Dios, mandamiento, teme a Dios. En 1 Pedro, capítulo 1, conducidos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación. Cristo mismo dijo en Lucas, yo os enseñaré a quien debéis de temer, temer a aquel que después de haber quitado la vida tiene poder para echar en el infierno. Si, os digo, a este temed. Esto del temor de Jehová podríamos alargar mucho, esto está por todos lados, Antiguo y Nuevo Testamento, es un concepto crítico. Porque quienes no conocen el temor de Jehová, son sin excepción, inconversos, sin excepciones. Según Romanos 3, no hay temor de Dios delante de sus ojos. Quien sigue perdido en sus pecados, quien sigue en el camino ancho, que lleva la perdición, no tiene temor de Dios. Pero para quienes sí tememos a Dios, encontramos, según lo que acabamos de leer en Lucas 12, que el temor de Dios es algo tan poderoso, vean esto, vean esta aplicación, temer a Dios, realmente, Es algo tan poderoso que te libra de cualquier otro temor. Te libra de cualquier otro temor. Si temes a Dios, no tienes por qué temerle a ninguna otra cosa. ¿Qué pueden hacer contra ti? Si Dios contigo, ¿quién contra ti? ¿Por qué temerle a otra cosa? No hay nadie a quien temerle. Por eso es tan crítico el temor de Dios. Entonces, ¿cómo podemos definir esto de temer a Dios? ¿Qué significa? Bueno, vamos a tratar de hacerlo con la ayuda de Dios. Hemos hecho esfuerzos anteriores en esta serie, si no me equivoco, pero les voy a leer algunas citas que espero nos ayuden a entenderlo mejor. Un autor lo define como lo siguiente, la adoración todoconsumidora de Dios. Es decir, adorar a Dios te consume. Todo lo que haces es un acto de adoración. Todo lo que haces, lo haces para Dios. Adoración de Dios todoconsumidora. Otro lo define como lo siguiente, todos los afectos del alma dirigidos a Dios. Temer a Dios son todos los afectos del alma dirigidos o para con Dios. Todos los afectos de tu alma. Ahora, esto como pueden ver es algo bastante amplio, abarca mucho. Otra definición dice esto, el temor de Dios es toda adoración interna de Dios. Amor y devoción por servirle, junto con odio por ofenderle. Amamos servirle, odiamos ofenderle. Les voy a dar una última, esta es la más larga. El temor de Dios es conocerle. Es un amor por él basado en quién es y en lo que ha hecho. Es un sentido de estar en su asombrosa presencia. Imagínense eso, que ustedes pudieran vivir todos los días, en todo lo que hacen, con una sensación, con un sentir, con una conciencia de estar en su asombrosa presencia. ¿No creen que cambiaría un poco cómo viven? Cambiaría muchísimo, ¿no? Sería fabuloso que pudiéramos tener eso. Por eso, lo tenemos que cultivar. Por eso Salomón nos manda, nos dice, teme a Dios. Y fuera algo automático, si fuera, no, pues es que el creyente ya teme a Dios. Si en algún grado, sí. Si eres un verdadero creyente, sí temes a Dios en algún grado. Pero hay grados. Todos desearíamos eso. Vivir conscientes de la asombrosa presencia de Dios. Estar conscientes Que lo único que realmente importa es su opinión de nosotros. Escuchen eso. Lo único que importa en este momento, para cada uno de, para mí, para ti, para todos, es qué opina de Dios de ti, qué opina Dios de ti en este momento. ¿Estás aquí buscando adorarle? ¿Estás aquí poniendo atención de todo corazón, buscando alimentarte? ¿O estás aquí, pues, cuando va a acabar esto? El hermano Mark predica menos que el hermano Tomás. Yo creo que falta poco. Lo único que importa Para todos nosotros es que opina Dios de nosotros, en este momento y en todos. Para nosotros su aprobación debe ser todo. Temer a Dios es que la aprobación de Dios sea todo para ti. Su desaprobación, tormento, sufrimiento, infelicidad, Estas definiciones nos ayudan. Otra cosa que nos ayuda es entender que el temor de Dios no es un temor servil. No es el temor de un esclavo. No es el temor de un siervo, de un trabajador. Es temor filial. El temor que tiene un hijo. el temor que tiene un hijo de desagradar a su padre, a quien admira, a quien ama. Eso nos ayuda a entenderlo mejor, ¿no? Todos nosotros si hemos tenido padres, ninguno perfecto, pero que nos amen y que nos hayan hecho bien en nuestras vidas, hemos tenido ese deseo de agradarle, temor de no decepcionarlo, deseo de mostrarle nuestro amor, nuestro agradecimiento. es un temor filial. El temor de un hijo, temor de un Dios a quien reverencia y cuya presencia le asombra, cuya presencia le admira, lo abruma, lo asombra. Ahora, esto último, esto de reverencia, asombro en la presencia de Dios, es algo crítico en nuestras vidas. Si no aprendemos a cultivar esto, si no aprendemos a desarrollarlo, hay niveles, no es automático, vamos a tener problemas. Problemas para adorar a Dios en la iglesia. Vamos a llegar y nos va a pegar el mal de la somnolencia, ¿no? Los domingos. Vamos a tener flojera. Si no tenemos ese sentido de reverencia, de asombro, nos va a pegar la flojera. También en familia, en nuestros devocionales, personales, vamos a tener problemas. Vean, la verdadera religión es esta, temer a Jehová. cultivar esto en nuestra relación con Él. Esta es la verdadera religión. Para esto fuimos creados, para temer a Dios, para esto te hizo. Si entendiéramos realmente a quién adoramos, quién es el que promete su presencia aquí con nosotros, El día de hoy, reunidos como iglesia, nunca podríamos acercarnos a la ligera, con flojera, con apatía. Nunca podríamos. Como si fuera un vecino, un amigo del trabajo. ¿Así nos acercamos a Dios? No debe de ser. Si entendiéramos bien a quién ofendemos, ya no podríamos pecar. a la ligera como lo hacemos. Él es el Dios omnipotente, merece todos nuestros afectos, toda nuestra reverencia. Salomón nos dice, de eso se trata la vida, temer a Dios. Para esto fuiste creado. Si no vives hoy en temor de Dios, te estás perdiendo del sentido de la vida. Estás aquí desperdiciando el aire. Te estás perdiendo de lo que importa. Estás tirando tu vida a la basura. ¿Conoces el temor de Dios? ¿Puedes decir honestamente que temes a Dios o sigues desperdiciando tu vida? ¿Quieres conocerle a Él o solo te interesa, perdón, para seguir con tus cosas, seguir con tu vida? Tal vez algunos de ustedes estén pensando, ¿Cómo puedo saber? ¿Cómo puedo saber, hermano? Ya me interesó, sí, estoy convencido, quiero temer a Dios, ¿Cómo puedo saber si le temo o no? El siguiente punto nos puede ayudar. ¿Qué dice Salomón? Guarda sus manamientos. Guardar los mandamientos de Dios es efecto y evidencia del temor de Dios en un alma. Siempre debemos dudar de quien afirma temer a Dios, pero no le obedece. No hay un patrón de obediencia consistente en su vida. Obediencia es la prueba ácida. Vean, es la prueba ácida. para cualquier profesión de fe. Mano, yo soy cristiano, pero no lo obedezco. Estoy trabajando en eso, hermano. La prueba ácida da negativo. No es cierto. Si falta obediencia, debemos asumir que también falta fe. Debemos asumir que también falta temor. Lo que encontramos en el versículo trece es un, vean esto, es un mandamiento Es mandamiento sobre mandamiento. Un mandamiento a guardar sus mandamientos. Un mandamiento a guardar sus mandamientos. Es como si Dios nos dijera, por si no te había quedado claro, esto es lo que quiero. Quiero que me obedezcas. Obedece lo que te mandé. Dios pide obediencia. Bien, hay un versículo en el Salmo 112, que nos puede ayudar a entender aún más la relación entre temor a Dios y obedecerle. Vamos todos al 112, por favor. Para entender esto, hay que entender que la mayoría de los Salmos fueron compuestos en el estilo poético judío. El estilo poético judío. Es decir, muchas veces en un Salmo vamos a encontrar una frase y después, con otras palabras, el mismo concepto en la siguiente frase. O sea, la primera mitad nos declara algo y la segunda mitad nos declara lo mismo, pero con otras palabras. Salmo 112, versículo 1. Aleluya. Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Es lo que les decía. Este es un ejemplo. Este versículo 1 del 112. Es un refraseo. Nos declara la primera mitad y luego lo refrasea. Lo plantea de manera paralela. Temer a Dios y deleitarse en sus mandamientos son cosas paralelas. Van juntas. Van en la misma dirección. Las líneas paralelas van en la misma dirección, ¿no? Son conceptos paralelos. La segunda emana de la primera. La segunda mitad emana de la primera. Y esto no debería sorprendernos. Porque Cristo mismo nos dijo, si me amáis, ¿qué? Guardaréis mis mandamientos. Estas cosas no se contraponen en nada. Van de la mano, van en el mismo sentido. Ahora, no quiero que se confundan, pensando que estamos... Yo sé que la mayoría de ustedes no se van a confundir con esto, pero no estamos hablando de salvación por obras el día de hoy. Pero la Biblia habla de obras. Tenemos que entender por qué habla de obras. Tenemos que dar el lugar apropiado a las obras. Tenemos que entender qué es lo que Dios requiere de nosotros en cuanto a obras. Nadie se va a salvar por sus obras. Nadie. Eso no es lo que estamos viendo el día de hoy. En la Biblia encontramos dos tipos de mandamientos. Mandamientos morales y mandamientos del Evangelio. Mandamientos evangélicos, evangelísticos. Esos son los dos tipos de mandamientos que existen en la Biblia. Los mandamientos morales son cosas como qué? Los 10 mandamientos. No codiciarás, no matarás. Los mandamientos del Evangelio son el mandamiento a arrepentirnos. El mandamiento de creer y entregarnos a Cristo. como Señor y Salvador. Sólo, vean, esta es la clave, sólo si obedecemos el mandamiento del Evangelio, sólo así podremos comenzar realmente a obedecer los mandamientos morales. Uno precede al otro, no hay otra manera. Así lo establece Dios en su palabra. Si aún no has obedecido al mandamiento de acudir a Cristo, entregarte a Él, nunca podrás obedecer en el resto de los mandamientos. Y por lo tanto, nunca podrás ser feliz. Nunca podrás ser feliz. Si ya somos creyentes, ¿qué es lo que encontramos en este asunto de la obediencia? Encontramos que nuestra felicidad depende de nuestra obediencia. No podemos ser realmente felices sin obedecer. Eso es lo que encontramos. Todo creyente puede afirmar a ciencia cierta. Los momentos más felices de mi vida han sido cuando más obediente estoy siendo, más entregado a obedecer al Señor estoy. Son los momentos de mayor felicidad. No podemos ser felices sin obedecer. ¿Cuánto nos toma aprender esto? Toda una vida. Claro que hay grados. Claro que hay creyentes más felices que otros. Claro que hay creyentes que aprenden más rápido que otros. Entonces, ¿tú cuál vas a ser? Hagamos la pregunta. ¿Qué tan en serio me tomo los mandamientos de Dios? ¿Qué tan en serio me tomo la obediencia? ¿Es algo opcional? ¿Es algo que si me cae bien al momento lo hago y si no, no? Puesto de otra manera ¿Cuánto amamos a Dios? ¿Le amamos poco? ¿O le amamos mucho? ¿Qué tanto le tememos? ¿Le tememos mucho? ¿O le tememos poco? La conclusión de todo el discurso oído es éste. Teme a Dios, guarda sus mandamientos. Cada vez que pecamos como creyentes es como si sufriéramos una especie de amnesia temporal. Se nos olvida todo. De hecho, no queremos saber nada de la palabra. Yo creo que todos han experimentado esto. Cuando son tentados y ya tomaron la decisión, que van a disfrutar ese pecado que los está tentando y les empieza a llegar recordatorios de esto recordatorios de la presencia de Dios si tú ya tomaste la decisión ¿qué haces? así tapa los ojos y vas a hacer lo que ya decidiste hacer como si sufrieras amnesia temporal como si olvidaras a Dios en efecto estás olvidando a Dios en ese momento Se nos olvidó temer a Dios al momento de pecar. ¿Por qué? Porque practicar el temor de Dios nos va a mantener siempre en el camino de la obediencia, siempre, sin excepciones. No es posible estar temiendo a Dios y estar pecando al mismo tiempo. Pecados de omisión, como creyentes, pecados de omisión Nos angustiarán. Nos entristecerán. ¿Cuáles son los pecados de omisión? Tuvimos la oportunidad de hacer algo bueno, de glorificar a Dios. No lo hicimos. Nos entristece. Nos angustia. Esos pecados nos roban nuestro gozo. ¡Pecados secretos! Nos angustian. Nos entristecen. Nos roban nuestra felicidad. Te digo esto el día de hoy. Todos tenemos pecados secretos. Si a ti no te molestan tus pecados secretos, si no estás en una seria lucha con eso, si no estás con la espada y luchando a muerte todos los días, si eso es algo que mientras nadie se entere como que no existe, yo no creo que seas creyente. La palabra de Dios, según la palabra de Dios, no eres creyente. No es posible eso en un creyente. Que los pecados siempre y cuando nadie se entere, no hay problema, ni siquiera me molestan, no. Todo pecado produce dolor en el creyente. El que otros hombres no lo sepan, no quita el dolor. Porque si tememos a Dios, sabemos que Dios sabe todo. Que Dios conoce mi pecado, sea el que sea. Teme a Dios. De eso se trata la vida. Leemos al final, versículo 13. Al final del versículo 13. Esto es el todo del hombre. Este es el último esfuerzo. Pellizquense. Último esfuerzo. De esto se trata vivir en plenitud. Ser un hombre, ser una mujer plena, feliz, se trata de esto. De esto deberías estar preocupado, para esto existes, para esto estás sobre la faz de la tierra. Ahora este es un caso donde la mejor traducción del versículo está en la versión en español. En inglés lo traduce, este es todo el deber del hombre, temer a Dios. Eso es cierto, pero es más que eso, es más que eso. Esto no es solo tu deber, temer a Dios es tu todo. Temer a Dios es todo, lo máximo, no hay más. Es vida, es felicidad, es plenitud. Algunos traducen esta porción final de la manera siguiente, temer a Dios es la felicidad del hombre. Temer a Dios es la felicidad del hombre. Esto es lo que tenía en la mira Salomón, todo el libro, a esto nos venía llevando, a esto quería llegar. Este es el camino a la felicidad verdadera y duradera, temer a Dios y guardar sus mandamientos. Aquí está la felicidad, ya no andes buscando, ya sabes dónde está. Que nadie te engañe. ¿Quieres que tu vida tenga significado, que trascienda? Solo aquí. Fuera de esto, vanidad es todo cuanto vienes vanidad. Vimos el sermón pasado. Vean, la siguiente definición por lo tanto. Tener a Dios es felicidad. Verdadera felicidad, por lo tanto, es santidad. Verdadera felicidad es santidad, ser santo, vivir en santidad. Esto agrada a Dios, esto es lo que Dios requiere de ti, y esto es la fuente de felicidad en la vida cristiana. Y esto debería ser tan obvio para nosotros, ¿no? Pero estamos tan engañados por el pecado, nuestro corazón es tan torcido, que hemos vivido todas nuestras vidas pensando que revolcarnos en el odasal del pecado es felicidad. Tan engañados hemos estado tantas veces en nuestras vidas. Claro que eso no es felicidad. Ser puro, recto, santo, eso es felicidad. Según Dios, esa es su definición. Ahora, por supuesto que esto no encaja con lo que te dice el mundo, ¿no? ¡Claro! Por supuesto que no. ¡Claro que no! El mundo vende que la felicidad es el pecado. Ser lo más malo que puedas, disfrutar todos los placeres prohibidos que puedas, vivir a lo grande. Pero el mundo te vende mentiras y Dios te ofrece la verdad, sin dinero, sin precio. Te ofrece la verdad. El hombre natural dice, la felicidad es hacer lo que tú quieras, lo que se te antoje. Dios dice, la felicidad es hacer mi voluntad. Esto fue lo que encontró Salomón, probó de todo, exploró de todo. Vio todo lo que ofrece el mundo, pero al final encontró lo que nos quiere decir en su libro. Santidad es felicidad. Si tú no conoces a Cristo el día de hoy, en este momento no existe la verdadera felicidad para ti. Tú vives en una condición, en una realidad en la cual la verdadera felicidad no existe, nunca la has probado. No, hermano, pero yo sí he tenido algunos momentos, sí. Has disfrutado en alguna medida de este mundo. La verdadera felicidad no la has probado. No la conoces. Estás peleado con la fuente, enemistado con el que creó la felicidad, que es Dios. ¿Eres creyente? Hablábamos a los inconversos. ¿Eres creyente pero te importa poco la obediencia? ¿Sigues creyéndole al mundo? Te estás robando a ti mismo todos los días. De la plenitud, el gozo que hay en obedecer a Dios. El salmista lo pone así, al final lo vamos a volver a leer. Temed a Jehová, vosotros sus santos, porque nada falta a los que le temen. Esa es la promesa de Dios. Temed a Dios, temed a Jehová, vosotros sus santos, porque nada falta a los que le temen. A los que temen a Dios, nada les falta. Esto es el todo del hombre. Para esto estás vivo. Por último, Salomón cierra con una advertencia final. Los quiere dar una última motivación. para creer y hacer caso de todo lo que nos ha escrito. Dice, porque Dios traerá juicio, toda acción, junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo. Si aún nos falta motivación, si el hecho de que la verdadera felicidad sólo existe en Dios, en amarle, en temerle, en obedecerle, si eso no es suficiente, Aquí está una última. El día del juicio llegará. Cristo mismo será el juez, según el Nuevo Testamento. Nada podrás esconder. Los pecados que más te apenan, que más quisieras esconder, que más deseas que nadie se vaya a enterar de esto, serán declarados ante todos. Dios juzgará en ese día nuestras obras. Sean buenas. o sean malas. Y esto no significa que las obras son la base de la salvación, pero vean lo que sí son. Son la evidencia del estado de nuestras almas. Nuestras obras son la evidencia del estado de nuestras almas. Leemos en Lucas, el hombre bueno ¿Bueno en virtud de qué? En virtud de su relación con Cristo. Bueno en virtud de que teme a Dios. Dios lo está transformando. El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo bueno. Y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca lo malo. En el día final nuestras obras revelarán el estado de nuestras almas eternas. Hermano, pues yo soy creyente, yo estoy seguro de ser creyente. Eso de la obediencia no me preocupa tanto. Pago lo que puedo. Pues ahí, ahí voy ya. Estoy haciendo mi luchita. De vez en cuando. No creo que sea tan importante. No estés tan seguro. Porque es necesario. que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo para que cada uno reciba según lo que haya hecho por medio del cuerpo, sea bueno o malo. Las obras, aún las cosas secretas, serán la demostración pública de lo que somos. Serán vistos por hombres y ángeles al final. Y Dios será vindicado en el destino eterno de cada alma. ¿A qué me refiero con eso? Nadie le va a decir a Dios, oye Dios, ¿cómo este? ¿Por qué este? No, nadie va a tener esa duda. Dios será vindicado. Será claro. Toda boca será tapada. Nadie va a tener nada que decir. Ni una sola objeción. Porque las evidencias van a estar ahí ante todos. Si nuestros secretos, vean esto. Si nuestros secretos en esta vida son pecados, el día final será el peor día de nuestra existencia. Si nuestros secretos en esta vida son obediencia, qué gran día, qué gran día será. ¿Cuál será tu caso? ¿Cómo será ese día para ti? ¿Vives por las palabras de este libro? ¿Temes a Dios? ¿Estás convencido que la santidad es felicidad o sigues dudando? Pregúntate cada día. ¿Estaré feliz con lo que estoy haciendo? ¿Con cómo estoy viviendo el día de hoy, estaré feliz en el día del juicio? ¿Estaré contento? Diré, ese día lo usé bien, mis oportunidades las usé bien, estoy contento. O estarás lamentándote. Vive en el temor de Dios. Pide la ayuda a Dios, que aumente tu temor. Esa es la verdadera religión. Ese es el único camino a la verdadera felicidad. Temed a Jehová, vosotros sus santos, porque nada falta a los que le temen. Vamos a orar. Padre, te damos muchas gracias por tu Tu bondad y por mostrarnos todo esto, Señor, por mostrarnos a tiempo lo que es la verdadera vida, el por qué estamos aquí, qué debemos estar haciendo, cómo no desperdiciar nuestras vidas. Te rogamos por todo, Señor. Los que no te conocen, muéstrales el vacío que hay en sus almas, el vacío que hay en este mundo. doblégalo señor para que te busquen en humildad para los que te conocemos señor te pedimos perdón por tantas veces que hemos fallado que no te hemos temido que hemos desperdiciado lo bueno que nos das ayúdanos a vivir convencidos y buscando santidad, ser obedientes, asombro ante tu presencia, temerte más. Danos este don, esta bendición, te rogamos. En el nombre de Cristo Jesús. Amén. Gracias.
14 Eclesiastés Conclusión de qué se trata la vida
Series Eclesiastés
El temor de Dios te puede librar de cualquier otro temor… ¡Si temes a Dios, realmente no tienes porque temerle a nada ni nadie en este mundo!
Sermon ID | 83191557274140 |
Duration | 1:13:09 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Ecclesiastes 12:8-14; Proverbs 19:23 |
Language | Spanish |
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