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Así que vamos a leer en Mateo capítulo 5, versículo 9. Bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Vamos a pedir la ayuda de Dios antes de continuar. Padre, te alabamos nuevamente este domingo. Te damos gracias por todo lo que has hecho con nosotros a lo largo de esta semana, por tu protección, tu guía, Señor, tu fortaleza. Te damos gracias porque en México se está predicando tu evangelio. Gracias, Señor, porque estás obrando en Ecatepec. Te pedimos que ayudes al hermano Tomás, que tú sigas siendo glorificado y engrandecido en ese lugar, Señor. Te pedimos por el mensaje de hoy que tú nos ayudes, Señor, porque nosotros somos débiles, fácilmente nos desconcentramos, fácilmente divagamos, Señor. Ayúdanos a poner toda nuestra atención, todo nuestro corazón, Señor, en Ti, en aprender el día de hoy, en conocer quiénes son los pacificadores, Señor, y cuál es la verdadera paz que Tú ofreces a los hombres. Ayúdanos a evitar cualquier error. Señor, que tu palabra sea clara. Háblanos con poder el día de hoy, te rogamos. Te pedimos todo esto en el nombre de Cristo Jesús. Amén. Hay mucho en esta séptima bienaventuranza. Veremos con la ayuda de Dios que la paz y ser un pacificador están íntimamente ligados con la salvación. Veremos que ser un pacificador afecta nuestra disposición afecta nuestra actitud hacia otros hombres, porque es una consecuencia de la bienaventuranza número 3, la mansedumbre, como ya sabemos. También veremos que ser un verdadero pacificador es algo diferente, muy diferente, a lo que piensa el mundo. El mundo tiene una definición de paz y un concepto de pacificador que son muy diferentes a las definiciones divinas. Además veremos que los únicos verdaderos pacificadores Son los creyentes. Solo los creyentes son pacificadores. No hay otros pacificadores en este mundo. Son aquellos que han entregado sus vidas a Cristo Jesús. Ya sabemos que todas las bienaventuranzas son una descripción, un retrato de los verdaderos creyentes. Sabemos que el orden en el que nos son presentadas las bienaventuranzas es importante, porque hay relaciones muy claras entre ellas. Son características acumulativas, una secuencia sumatoria en la vida del creyente. Recuerda las ilustraciones que hemos visto. Spurgeon decía que son como una escalera. vimos el sermón pasado que también son como una especie de pirámide ambas ilustraciones son válidas y estamos llegando al final de esta secuencia la penúltima bienaventuranza bienaventurados los que hacen la paz ahora la paz es un tema central a lo largo de la biblia al comienzo de la biblia hay paz en el jardín de edén al final de la biblia también hay paz con la segunda venida de Cristo y su derrota final del diablo. La Biblia comienza con paz y termina con paz. Si narramos la historia del hombre en términos de paz, sabemos por la Biblia que la existencia de la raza humana comenzó en paz, en el Edén, con Adán y Eva, luego vino la caída, perdieron esa paz con la que entraron al mundo, hasta que vino Cristo. quien vino para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por el camino de paz. Según Lucas capítulo 1, versículo 79, Cristo trajo paz, trajo paz a todos los corazones que le conocen y finalmente traerá paz a todo el mundo. Cuando aplaste a todos sus enemigos, y traiga cielos nuevos y tierra nueva. La paz que va a traer Cristo al final será eterna, ininterrumpida, sin nada que la pueda amenazar o perturbar. Entonces podemos ver muy claramente que la paz es un tema central en la Biblia. Podríamos decir en resumen que la historia redentora es paz, comienza con paz, Luego la pérdida de paz, luego paz en los corazones por medio de la cruz, después paz renovada en toda la tierra al final de los tiempos y finalmente paz eterna en el cielo, en la vida venidera. Ahora, la palabra paz ocurre alrededor de 400 veces en la Biblia. En algunas un poco más, en algunas un poco menos. Estuve checando las versiones entre semana. En algunas ocurre un poco más de 400, en algunas un poco menos, dependiendo de la traducción que tengan. Pero la Biblia habla mucho acerca de la paz. La Biblia habla mucho acerca de la paz. Pero hoy día no hay paz. El día de hoy no tenemos paz. No hay paz entre el mundo y Dios. No hay paz porque el mundo está en guerra con Dios. Todos los hombres sobre la faz de la tierra viven y mueren en un estado de guerra perpetua con Dios, a menos que lleguen a conocer a Cristo en algún momento de sus vidas. Desde la caída, el diablo y la mayoría de los hombres han estado perpetuamente en guerra con Dios. Hay una guerra espiritual que está ocurriendo todos los días a nivel humano y también a nivel espiritual con el diablo y sus ángeles caídos. Entonces los creyentes estamos rodeados. Tú todos los días sales a un mundo que está en guerra con Dios. Tu vecino está en guerra con Dios. Tu jefe está en guerra con Dios. Tus familiares están en guerra con Dios. El gobierno, los gobernantes, todos los días estamos rodeados. por un mundo que está en guerra con Dios. Y si regresamos al versículo de la bienaventuranza, Mateo 5, 9, vemos algo muy importante. Bienaventurados los que hacen la paz. Algunas versiones solo dicen bienaventurados los pacificadores, pero ser un pacificador significa literalmente hacer o traer paz. Así que los creyentes Los verdaderos creyentes son personas que hacen paz, que traen paz entre Dios y hombres caídos. Es nuestra responsabilidad ser agentes de paz. Es nuestra responsabilidad ser instrumentos para traer paz a corazones intranquilos, corazones rebeldes, corazones que están en guerra todos los días, que han estado en guerra todos los días de su existencia en este mundo. Por lo que vemos aquí, hacer paz, traer paz, debe ser una alta prioridad para cualquier creyente. ¿Dios no les dio esta responsabilidad a los políticos? Vean cómo difiere lo que piensa el mundo de lo que dice la palabra de Dios. ¿Dios no les dio esta responsabilidad a los políticos? No leemos en su palabra, y los políticos traerán paz. ¿Serán los pacificadores? No dice, bienaventurados los políticos porque ellos traerán paz. Dios no dio esta tarea a los diputados, ni a los embajadores, ni a los jueces, ni a los presidentes. Vean, no lo dio a los ganadores del premio Nobel a la paz. No se lo dio a las Naciones Unidas, esta tarea tan importante. No se lo dio al Consejo Mundial de las Iglesias. Ningún grupo eclesiástico o religioso, ningún consejo o concilio humano puede traer verdadera paz a este mundo. No es posible. Ahora, los pacificadores de esta bienaventuranza son radicalmente diferentes a lo que el mundo considera un pacificador, gracias a Dios. Gracias a Dios. Son muy diferentes. Porque todos conocemos los continuos fracasos de los pacificadores que nos ofrece el mundo. Fracasan todos los días. Lo vemos todos los días. Son como Neville Chamberlain, ¿no? el primer ministro británico que según fue a negociar paz con Alemania y menos de un año después estaba arrancando la Segunda Guerra Mundial. ¿Se acuerdan? Bueno, los que saben recuerdan un poco de historia. ¿Recuerdan qué regresó diciendo Neville Chamberlain? Paz en nuestros días. Paz en nuestros tiempos. Y mientras Alemania estaba preparándose para todo lo que vendría. Trajo una paz falsa. Que puso la mesa para una de las peores guerras de la historia. Vean, la estrategia final del diablo es traer paz falsa a este mundo. Ser un pacificador falso. El anticristo va a unificar a todo el mundo en contra de Dios. Va a unificar a todo el mundo en su rebelión contra el creador por un tiempo, hasta que Dios lo derrote. Los pacificadores de este mundo son impostores. En este mundo no hay paz política. ¿No hay paz social? ¿No hay paz económica? ¿No hay paz entre las naciones? ¿No hay paz en las ciudades? ¿Alguno de ustedes puede decir, sí hermano, yo vivo en una ciudad muy pacífica? No, más bien diario estamos viendo los videos de los ladrones y los robos con violencia y los secuestros y los asesinatos. Algunos hasta hemos visto en carne propia alguna de estas cosas sucediendo. En este mundo, en nuestra ciudad, no hay paz. En nuestras comunidades no hay paz. Anoche donde vivimos Paulina y yo, no, anoche no, que fue la noche del viernes al sábado, amanecimos y no sé cuántos coches en Tabiquis. Este es un estacionamiento cerrado. Solo la gente que vive ahí tiene forma de accesar. Policías, vigilancia, 24-7, luces, pero nadie sabe. ¿Quién sabe cómo sucedió? Gracias a Dios el Señor nos protegió y a nosotros no nos robaron. Para mí es prácticamente un milagro. No sé cómo es posible que no nos robaron, salvo que Dios nos guardó. Pero en nuestras comunidades no hay paz. En los matrimonios no hay paz. ¿Cuántos de ustedes tienen paz en su matrimonio? Esperemos que muchos de los que están aquí. Pero en los matrimonios de este mundo no hay paz. En los hogares no hay paz. El sonido que sale de los hogares es gritos, pleitos, enojo. A veces hasta salen de la casa y siguen gritando. A veces están en la tienda y ahí sigue el pleito. En el restaurante. No hay paz en los corazones de este mundo. En este mundo no hay paz a nivel macro, ni a nivel micro. No hay paz entre las naciones del mundo, ni hay paz entre los matrimonios y las familias de este mundo. Un dato interesante, las Naciones Unidas se formaron en 1945 como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, después del Holocausto, después de todo lo que había pasado. Su misión, su objetivo dice lo siguiente, librar a las generaciones subsiguientes de la amenaza de guerra. Eso es lo que dice. Incluso creo que hay una placa o algo así que dice eso en algún lugar. Evidentemente no lo lograron y nunca lo lograrán. Hay unas estadísticas muy famosas del New York Times que salieron hace mucho, en 1968. Reportaron que desde el año 36 a.C. se han realizado 14,553 guerras. Y esas solo son las que conocen. Obviamente hay muchas que no están en el conteo, ¿verdad? 14,553, las que se tienen registradas. Esos números ya tienen 50 años. Si pensamos en la historia reciente de México, estadísticas del Índice Global de la Paz nos dicen que en el 2015 murieron, por vía de violencia, aproximadamente 33,000 personas en México, mientras que en Irak, en el mismo año, sólo murieron 32,000. y en Afganistán 22.000. Entonces ese número nos resulta para México más de 90 muertes violentas por día. Hay más muertes violentas hoy día que nunca. No hay paz interpersonal, no hay paz familiar, no hay paz escolar. ¿Y cuál es la razón? No hay paz en el corazón de los hombres. El mundo es un reflejo del corazón de los hombres que lo habitan. Lo vimos hace unas semanas en Jeremías, ¿se acuerdan? Con los puros de corazón. ¿Qué dice Jeremías? Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, perverso. ¿Quién lo conocerá? Jeremías 17, 9. La condición de los corazones se refleja en todo el mundo. En el mundo hay caos, porque en los corazones Hay caos. En el mundo hay conflicto, porque en los corazones hay conflicto. El hombre caído crea un mundo sin paz, necesariamente, por la condición de sus corazones. Así que, ¿qué necesita el mundo? Desesperadamente necesita pacificadores. Este mundo necesita desesperadamente pacificadores y Dios es el único que los puede crear. La vida nos dice que hay una clase de personas que se llaman pacificadores, que hacen la paz y que serán llamados hijos de Dios. ¿Quiénes son estas personas? Los creyentes, los seguidores de Cristo. Si tú eres un creyente, estás llamado a ser un pacificador. Si eres hijo de Dios, estás llamado a ser un pacificador. Ahora, para avanzar con esto, el siguiente paso, el siguiente punto es entender qué es la paz. ¿Cómo podríamos definir la paz? ¿Qué significa paz? Ya sabemos que en el mundo no hay paz, ni pacificadores reales. Sabemos que la razón son los corazones de los hombres. Sabemos que los únicos pacificadores reales son los creyentes, pero ¿qué significa tener paz? Si buscamos una definición en el mundo, el mundo define la paz como ausencia de guerra. Esa es la definición del mundo. Ausencia de guerra, ausencia de conflicto. Pero la definición bíblica, la definición de Dios no es ausencia de algo. El mundo lo define como ausencia de algo. Pero Dios así no lo define. Si esa fuera la definición correcta, simplemente la ausencia de conflicto, la ausencia de guerra, podríamos decir que entonces donde hay paz entre los hombres es en el cementerio. Ahí ya no hay conflicto, ahí ya no hay pelea, ahí ya hay paz, hay ausencia de guerra en el cementerio. Pero la Biblia no define la paz como la ausencia de algo, al revés, la define como tener algo, como algo que poseemos. Hay un saludo judío ¿Qué dice? Bueno, shalom. Hay un saludo judío, shalom. Lo usan como nosotros usamos buenas tardes o buenos días. Pero lo que significa es la paz de Dios sea contigo. Ahora vean, no es la ausencia de algo. No es que no tengas guerra, que no tengas conflicto, que llegues a tu casa y no te pelees con tu esposa ni tus hijos. Eso no es. Si diéramos una definición de Shalom, lo que significa Shalom es como decir, te deseo que tengas y disfrutes la satisfacción, la calma, la tranquilidad de la paz de Dios. Deseo que disfrutes todo lo que trae la paz de Dios. Entonces, ¿verdadera paz no es ausencia de algo? es tener, es poseer algo. Hacer la paz, como dice Mateo 5.9, no es traer un vacío, ni es traer una tregua entre dos partes conflictivas, dos partes que están en guerra, ni tampoco es evasión. Vean, no es un vacío, no es una tregua entre dos partes que están en guerra, y tampoco es evasión, y ahorita vamos a explicar por qué. Hay una clase de paz en el mundo que todos ustedes conocen, y yo también, como vamos a ver en un momento, que lo único que es, es evasión, evadir el tema. Todos conocemos esta clase de paz perfectamente bien, porque la hemos experimentado en nuestros hogares y en nuestras familias todo el tiempo. Hay un problema, hay un pleito, hay un punto de contención, hay un pecado que está saliendo a la luz, pero simplemente lo evadimos. Ninguna de las partes abre la boca al respecto porque si lo hacen va a haber guerra, va a haber conflicto. Todos conocemos esta clase de paz, que no es paz. Ahí estamos en la casa, ahí estamos en la reunión familiar, tal vez hasta en el trabajo, pero no abrimos la boca porque queremos mantener la paz. Hasta, me acuerdo hace años que en la tele habían, trataban con este tema de conflictos en la casa y decían, cuenta hasta 10. Estaba en la tele eso, yo me acuerdo. Tiene años. Cuenta hasta 10, con la esperanza de que puedas contenerte y evadir el tema y ya no decir nada, ¿no? Entonces, ahí estamos con la boca cerrada, mordiéndonos la lengua, pero por dentro humeando, ¿no? Por dentro nos estamos cocinando, está el boiler al tope, a punto de estallar. ¿Esa es paz? ¿Será eso paz? No, es evasión, es transigencia. Sabes que hay un tema que tiene que ser tratado, que tiene que ser confrontado. Sabes que hay un problema, sabes que hay un pecado, pero no quieres confrontarlo porque va a haber una guerra nuclear. Va a estallar la bomba, va a arder Roma, si hablas del tema. Entonces, ¿qué hacemos? Calladito te ves más bonito, ¿no? ¿No decimos nada? Ah, sí, hermano, eso es ser un pacificador. Eso es hacer la paz. No, eso no es hacer la paz. Eso no es bienaventurados los pacificadores. Es una paz falsa. Y es una paz muy peligrosa. Porque tarde o temprano explota. Muchos creen que de eso se trata la paz. Pero Dios no nos llama a eso. No nos llama a tu cállate. Ve la manera de vivir sin tocar, sin pisarle los callos a nadie. Ve la manera de hacerte de la vista gorda. No juzguéis para que no seáis juzgados. Muérdete la lengua. No digas nada porque se va a arruinar el día. Se va a arruinar la reunión. No. Vimos hace meses este estudio de no juzguéis para que no seáis juzgados, ¿no? Y como muchos usan eso para decir, todo mundo hay que callarse la boca, vamos a mantener una paz falsa en base a eso. Pero Dios dice, juzgad con justo juicio, juzgadnos según las apariencias. Nos dice, no aborrecerás a tu hermano en tu corazón, ciertamente amonestarás a tu prójimo, razonarás con él y no consentirás. sobre su pecado. Y algunas traducciones hasta dicen, para que no participes de su pecado, Levítico 19, 17. Entonces, el mundo dice, no confrontes el pecado de otros, no confrontes el error de otros, pero en la Biblia vemos algo muy diferente. Si recuerdan el ejemplo de Pablo en Gálatas 2.11, Pedro estaba haciendo acepción de personas, estaba actuando de una manera con unos y de otra manera con otros, de una manera con los judíos, de otra manera con los gentiles, estaba haciendo algo incorrecto, estaba pecando. ¿Y qué hizo Pablo? Dice, cuando Pedro vino a Antioquía, me opuse a él frente a frente, porque era reprensible. Dice Pablo, bueno yo sabía de este asunto pero mejor no dije nada porque no quería ofender, no quería que estallara la bomba, me quedé callado. ¿No dice eso? Ahora vean, esto tampoco significa que el creyente es una persona conflictiva, que el creyente es una persona sin misericordia, que juzga duramente a otros y que no se juzga a sí mismo. Ya hemos visto que esta bienaventuranza fluye de bienaventurados los mansos. Ser manso es conducirme hacia otros recordando mi propio pecado, recordando mi propia pobreza espiritual. ¿De dónde me ha sacado Dios? ¿Dónde me encontró Dios a mí? Entonces, vean el balance en la palabra de Dios. ¿Somos llamados a ser personas mansas? no conflictivas, amorosas, agradables, pero al mismo tiempo somos llamados a no hacernos de la vista gorda ante el pecado y el error. La paz bíblica confronta el error, confronta el pecado, busca traer verdadera paz. Quienes hacen eso son verdaderos pacificadores. La paz bíblica es la paz que viene cuando el problema está resuelto. La paz que viene después del conflicto. La paz que viene después de la guerra, después de confrontar el problema. Esa es la paz bíblica, la verdadera. Vamos a leer en Santiago 3.17. Dicen, la sabiduría, que es de lo alto, es primeramente pura. Primeramente pura. Después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, es infancial y no fingida. Entonces, actuar con sabiduría, ser sabios, implica primero pureza y después paz. La paz viene después de la pureza. ¿La paz nunca puede buscarse, nunca debe buscarse a costa de la verdad? ¿A costa de tolerar el error? ¿No buscamos la paz a costa del pecado? ¿De tolerar el pecado? Hermano, es que mis amigos en la escuela me están moleste y moleste y no voy a tener paz hasta que yo ceda. Hasta que los acompañe a hacer sus maldades. ¿Eso es paz? Hermano, es que si no me emborracho con mis cuates del trabajo, me van a excluir y me van a hacer la guerra en la oficina. Hermano, es que si no coopero con la corrupción aquí en la empresa, este... Vamos a leer en Hebreos 12, 14. ¿Qué responde Dios a eso? ¿Es real una paz basada en el pecado? ¿Basada en ceder? ¿En doblarnos? Hebreos 12, 14. Seguid la paz con todos. Ah, Norman, entonces hay que buscar la paz a toda costa, con todos, a cualquier precio. Ah, pero dice algo más. Y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. No podemos cambiar una cosa por otra. Dios no tolera eso. Una paz que resulta de hacerte de la vista gorda ante el pecado, o de participar en pecado, o de evadir el tema, no es verdadera paz. Ahora, ¿esto qué significa en la vida práctica? ¿Significa que voy a andar por la vida como un fariseo? ¿Señalando a todo mundo todos los errores de todo mundo? ¿Señalando la paja en el ojo de mi hermano todo el tiempo? ¿Significa que voy a ser un santurrón inflado que voy a juzgar duramente sin misericordia a los demás? No. Vean el balance que hay en la palabra de Dios. No podemos confundir las cosas. Hay muchas situaciones donde es sabio pasar por alto la ofensa. Es sabio pasar por alto los pequeños errores. Las fallas de memoria. Los lapsos. Los defectos. Hay muchas ocasiones donde la mansedumbre, recordar nuestro propio pecado, nos debe llevar a una actitud de misericordia, ya que el amor cubre una multitud de pecados. Pero bien, parece que muchos están en un extremo o el otro, en un extremo o el otro, o son fariseos destruyendo a todos sin una gota de misericordia, criticando todo, duros con todo, fijados en todo, ¿O buscan la paz a costa de cualquier cosa? Yo todavía no tengo hijos, pero fui un hijo, entonces entiendo algo acerca de esto. ¿Ustedes buscan tener paz con sus hijos dejando que sus hijos hagan lo que quieran? ¿Como ya se cansaron de pelear con sus hijos? Ah, entonces, está bien. Llega la hora que sea. Haz lo que quieras. Júntate con el que quieras. Papá, no quiero ir a la iglesia. Bueno, está bien, no vayas. No, padres, ustedes tienen la responsabilidad. Si sus hijos viven en sus hogares y no están yendo a escuchar la palabra de Dios, Dios les va a preguntar a ustedes por qué pasó eso. Es su responsabilidad. Los padres creyentes están en un estado de guerra perpetua con sus hijos hasta el día en que sus hijos conozcan a Cristo Jesús. Esa es la realidad de la vida. Si ustedes están evadiendo las cosas, si no están confrontando a sus hijos con la palabra de Dios, están evadiendo, están buscando una paz a cualquier precio, y Dios no permita que el precio sean las almas de sus hijos. Muchos están en un extremo o en el otro. y ninguno de los dos honra a Dios. Ninguno de los dos es bienaventurados los que hacen la paz. Como creyentes debemos ser conocidos como personas pacíficas, personas apacibles, tardos a la ira, prontos a la misericordia, conocidos como personas mansas. Pero si crees que bienaventurados los pacificadores es tener paz a toda costa, a cualquier precio, entonces, ¿por qué Cristo dijo, no penséis que he venido para traer paz a la tierra? No he venido para traer paz, sino espada. Mateo 10, 34. ¿Qué significa eso? Ser un creyente en medio de incrédulos va a traer conflicto a tu vida. Tu conversión a Cristo instantáneamente te va a crear enemigos en muchas esferas de tu vida, en tu propia casa, en tu familia. Conocemos el caso de una mujer, no les voy a decir su nombre, es miembro desde hace mucho tiempo en la iglesia de mesa. Yo me acuerdo que en su casa la ataban y la encerraban en el closet los domingos para que no fuera a la iglesia, por fuerza. Gracias a Dios ya no pasa eso. Dios la libró de eso. Pero Dios dice, no penséis que he venido para traer paz a la tierra. No he venido para traer paz, sino espada, porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Y los enemigos del hombre serán los de su casa. Hermano, ¿de dónde sacas que mis hijos van a ser mis enemigos? Si tú eres creyente y tus hijos no lo son, van a ser tus enemigos. Hasta que el día que dejen este mundo o que conozcan a Cristo Jesús, el que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí. El que ama a hijo o a hija más que a mí, no es digno de mí. Hermano, yo no puedo buscar a Dios, no puedo estar en las cosas de Dios, no puedo estar en la iglesia porque voy a perder la paz con mi pareja. Hay que amar a Dios más que a nuestra pareja, más que a nuestra familia, más que todo. Es el número uno. Tu conversión a Cristo, tu cristiandad, va a ser como una espada, va a traer división, va a traer conflicto antes que paz. Ahora, por la gracia de Dios, conocemos muchos casos de personas que tenían terribles conflictos con sus familiares, hasta con sus amigos, y cuando llegan a conocer a Cristo, cómo cambian las cosas increíblemente, maravillosamente. Se vuelven mejores amigos, ¿no? Pero cuando prefieres ir a la iglesia, cuando prefieres ir a una reunión familiar, que a la iglesia, perdón, estoy mezclando, cuando prefieres ir a la iglesia, que a una reunión dominical, ¿va a haber problemas? ¿Cómo? ¿No vas a venir al cumpleaños de la abuela? ¿Vas a rechazar al abuelo? No, nos vemos ahí antes, nos vemos ahí después, pero de tal a tal hora es el tiempo del Señor. Cuando prefieres ir al estudio entre semana que al bar con tus cuates. O no al bar, por lo menos ir a ver los deportes. Porque un creyente, pues no, no lo deberíamos encontrar en el bar, ¿verdad? Pero eso traerá división. Cuando insistes en hacer lo correcto, en vez de lo fácil, en donde sea, porque Dios así dice, van a haber problemas. Van a haber problemas. ¿Por qué? Leamos en 2 Timoteo 3.12, dice, y también, 2 Timoteo 3.12, y también, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución. Si tú quieres vivir en obediencia, cuando haces lo correcto, cuando obedeces a Dios, cuando dejas el pecado de otros al descubierto con tu forma de vivir, con tu forma de actuar. Si vives piadosamente en casa, si vas y trabajas piadosamente en el trabajo, vendrán conflictos. En alguna medida vendrán conflictos porque estarás confrontando con tu vida el pecado de otros. En cuanto a tu misión como pacificador, tu misión como creyente de hacer la paz y ser un instrumento en la reconciliación entre otros y Dios, eso traerá conflicto a tu vida. Antes que pueda haber paz entre un pecador y Dios, tiene que caer la espada. El Evangelio primero confronta, deja el pecado al descubierto, humilla, muestra la verdadera condición al inconverso, lo evidencia como pobre en espíritu. Como creyentes pacificadores, esa es nuestra misión. Tenemos que confrontar a otros con la realidad de su pecado, con la realidad de su larga guerra en contra de Dios. Tenemos que proclamar el mensaje aunque traiga división, aunque traiga conflicto, aunque sea una espada al inicio. ¿Un creyente no puede hacer a un lado la verdad? ¿No puede ceder ante el error doctrinal? ¿No puede olvidar sus convicciones y sus principios? ¿Todo para llevar la fiesta en paz? ¿Para no incomodar a nadie? No podemos ser como profetas falsos que desenmascaró Jerenías. Vean, vean como Jeremías desenmascaró a los pacificadores falsos. ¿Cómo los describía? Decía, curan la herida de mi pueblo con liviandad. Diciendo, paz, paz. Y no hay paz. Tú eres de los creyentes que cuando tu amigo te dice, mi mamá está en el hospital, ¿qué hago? No te preocupes, tú ten fe, todo va a estar bien. Seguramente Dios Falleció mi mamá. No te preocupes, ya está bien, ya está en paz. Eso no es lo que dice la palabra de Dios. Nunca puedes hacer eso. Nunca. Es uno de los peores errores que puedes cometer en tu relación con alguien. Ese es el momento de hablar de Cristo Jesús. Ese es el momento de mostrarles el Evangelio. De hablar con ellos. Yo por eso cuando me invitan a algún velorio donde la persona no era creyente, rara vez voy. Y si voy es con la única esperanza de ser una influencia en alguien más que está ahí. Pero, ah, sí, ya está tranquilo. No. Sí, sí, sí, sí, está tranquilo. No. Aquí dice que no. Esto es la palabra de Dios. A menos que haya muerto en Cristo. No. Dios dijo por medio de Isaías, no hay paz, dijo mi Dios para los impíos. Andas por la vida, tus amigos te buscan porque eres creyente, te buscan en sus crisis, y tú dices paz, paz, pero no hay paz. El creyente no va por la vida diciendo, bueno, pues tú no crees en Dios, eres enemigo de Cristo, pero está bien. Esfuérzate por ser una buena persona. Con eso basta. Dios al final va a ver eso y va a pasar por alto el hecho de que tú fuiste su enemigo mortal todos los días de tu vida. ¿Dios va a hacer eso? No lo va a hacer. Si eres creyente no puedes conformarte con eso. Es una mentira. La verdadera paz no viene evitando el problema. Viene porque se confronta y se resuelve. Viene cuando la verdad prevalece. Paz solo puede venir porque estamos de acuerdo en torno a la palabra de Dios. Estamos dos personas de acuerdo sobre lo que Dios dice. sobre las realidades eternas. El creyente que lucha por la verdad, que combate el error, que confronta las mentiras y el engaño, que señala los herejes, que señala el pecado. El mundo lo ve como un divisor, como alguien que molesta, alguien que incomoda, alguien que acaba con la paz. Pero Dios le llama pacificador. Dios le reconoce como alguien que busca traer verdadera paz. Finalmente, estas personas están imitando a Cristo. ¿Qué dijo Pensáis que he venido? ¿A dar paz en la tierra? Os digo que no, sino a causar división. Las palabras de Cristo Jesús en Lucas 12, 51. El mundo cree que la paz se trata de buscar lo que nos une, hacer a un lado lo que nos divide, y buscar lo que nos une. Para tener paz solo hay que evitar cualquier desacuerdo, juntémonos todos para discutir lo que nos une, lo que tenemos en común. Hay partidos políticos que así se llaman, Convergencia y cosas así, ¿no? De eso se trata, busquemos lo que tenemos en común. Eso se llama ecumenismo. Cuando supuestos evangélicos se juntan con católicos, luteranos, episcopales, testigos, ortodoxos, y dicen, vamos a olvidarnos de nuestras diferencias, hablemos de lo que tenemos en común, eso no agrada a Dios. Nunca vamos a hacer eso en este lugar. Si Dios nos da vida, si Dios nos da fuerza, nunca vamos a hacer eso en este lugar. Hermano, vamos a juntar fuerzas aquí. No, no, no. Nunca. En este lugar somos un poco al revés. Se han dado cuenta, supongo. Hablamos todo el tiempo de lo que nos divide. Hablamos de los errores, de las mentiras, de los engaños, de las hipocresías que venden todos los días aquí a la vuelta de la esquina. ¿Estaremos mal por hacer eso? ¿Será acaso un error? Pues veamos, veamos el ejemplo de Cristo para quitarnos de dudas. Veamos qué hizo Él. ¿Cristo qué hacía? Cristo cobijaba a los engañadores, cobijaba a los herejes, decía, pues vamos a juntarnos a ver qué podemos, seguro encontramos terreno común. Decía, pues los fariseos no son tan malos, son unos cuates muy devotos, muy apasionados, saben que están equivocados, ¿verdad? Pero muy devotos, muy apasionados, hay que hacer a un lado nuestras diferencias para unir fuerzas con ellos. Hay que encontrar lo que nos une. No, dijo, sepulcros blanqueados. Así los llamó. Por fuera muy bonitos, pero adentro llenos de huesos putrefactos. Así los llamó Cristo. La verdadera paz es hija de la verdad. Tiene su origen y su comienzo en la verdad. La única paz que Dios reconoce proviene de la verdad. Cualquier otra es falsa. Es una copia torcida. No resuelve nada. Es un engaño. Para ser pacificador no podemos ignorar la verdad, aunque la verdad nos mete en problemas muchas veces. Cristo fue el más grande pacificador de la historia. Supongo que todos estarían de acuerdo en eso, porque nos ofreció el único camino para tener paz con Dios. Cristo fue el más grande pacificador de la historia, pero a pesar de eso, ¿qué hizo la sociedad con Él? ¿Lo alabaron? ¿Le sirvieron? ¿Lo exaltaron? No, de hecho, cuando Cristo no se volvió un líder militar para hacer la guerra contra los romanos, en ese momento se le voltearon. Lo odiaron. La gran mayoría de Israel se volcó contra él hasta que lo crucificaron, clamando, pidiendo. Los romanos, no, vamos a castigarlo. No, no, no. Pero ahí estaban, crucificadle. Crucificadle. El mundo diría que Cristo no tuvo nada de pacificador. Dirían que turbó al pueblo, como siempre decían de los profetas del Antiguo Testamento. Así reaccionó el mundo ante la verdad de Dios. Por eso vino Cristo a proclamar. Y nosotros debemos seguir su ejemplo. Vamos a leer en Juan 18.37. Cristo vino al mundo para proclamar la verdad. Y nosotros debemos seguir su ejemplo. De hecho voy a leer nada más un pedazo de este texto en Juan 18.37. Pilato le está preguntando a Cristo si es rey y Cristo le responde el propósito por el cual vino al mundo. Dice en Juan 18.37, para esto yo he nacido, para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Cristo vino a dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Cristo vino al mundo a dar testimonio de la verdad, y el mundo lo odió y lo mató. ¿Nosotros estamos dispuestos a hacer lo mismo? ¿A dar testimonio de la verdad? ¿Aunque nos odien? ¿Aunque nos maten como mataron a Cristo? ¿Es necesario para ser un pacificador? Bueno, yo sí quiero ser un pacificador, pero no quiero tocar esos asuntos de la verdad. No se puede. No se puede. No puede haber paz entre Dios y ningún hombre sin que antes ese hombre sea confrontado por la verdad de su pecado y su condición ante Dios. Entonces, ¿Esto qué significa? Debemos de seguir el ejemplo de Cristo. ¿Eso qué significa? Que los creyentes somos una especie de superhéroes. Tenemos capa y como traje de superman o algo así. Confrontando al mundo. Así como las portadas de los cómics, ¿no? Así confrontando al mundo con la verdad, así la Biblia en la mano y... Así nos debemos de ver. Somos una especie de héroes. confrontando al mundo con su pecado, siguiendo los pasos de Cristo. ¿Debemos de estar orgullosos de ser pacificadores? No. La Biblia dice, corregimos con mansedumbre a los que se oponen, por si quizás Dios les conceda que se arrepientan para comprender la verdad. Eso buscamos hacer, eso yo busco hacer con la ayuda de Dios. Hace un par de semanas una mujer me dijo, fue muy duro. Le dije, la palabra de Dios es dura. Yo solo trato de decir lo que dice la palabra de Dios. Si la palabra de Dios es dura, tenemos que decir las verdades duras que proclama. Para ser pacificadores, Es porque hemos pasado por toda la cadena de las bienaventuranzas que ustedes conocen, ya, espero. Somos el último de sus siervos, el primero de los pecadores, somos personas pobres, en bancarrota espiritual, de luto por nuestro pecado, mansos, con hambre y sed de justicia que no podemos producir, necesitados de misericordia, necesitados de un corazón puro. Es decir, en otras palabras, no somos nada ni nadie. ¿Cómo podríamos inflarnos al cumplir con la responsabilidad de ser pacificadores? Un pacificador es alguien cuyos pecados ya fueron pagados por Cristo. Sólo por eso tenemos paz nosotros. Si eres un pacificador es sólo porque Cristo ha sido tu mediador, porque Cristo ha mediado entre ti y el Padre, entre ti y Dios, para que ahora tengas paz. Entonces ahora te dedicas a buscar paz, que otros tengan esa misma paz que tú encontraste en Cristo. Hay tantos esfuerzos alrededor del mundo por generar paz. Hay personas que van y hacen sus manifestaciones afuera de las Naciones Unidas. Hay personas que se tiran enfrente de un tanque en un desfile militar para ver si los aplastan. Hay conciertos Algunos de los conciertos más famosos del mundo que según estos son para convocar a la paz. Hay películas y documentales para mostrar los horrores de la guerra. Pero las únicas personas comisionadas, empoderadas por Dios para ser pacificadores son los creyentes. Si llega un premio Nobel de la paz junto a un creyente y dice, no, yo tengo más facultades para atraer la paz, que soy premio Nobel a la paz. No, yo tengo a Dios. Yo proclamo a Cristo que nace paz entre Dios y los hombres. Un premio Nobel no puede competir con Dios. Sólo los creyentes pueden hacer verdadera paz. Sólo por medio del Evangelio, llevando y predicando el Evangelio, sólo así se puede hacer la paz. Es nuestra responsabilidad usar todas las oportunidades que tengamos en esta vida para llevar a cabo la comisión, para ser pacificadores. Es gracioso, ¿no? Hay tantas organizaciones. Hay un grupo que se llama el Peace Corps, que va por el mundo y van a Siria y a los lugares donde hay guerra, tratando de traer paz. ¿Pero saben qué sería más efectivo? Unos misioneros. unos creyentes comisionados por Dios para llevar el Evangelio de Cristo Jesús, eso sería eternamente más efectivo que cualquier esfuerzo de los hombres. Los hombres y las mujeres de este mundo están en guerra con Dios. En sus corazones están en guerra con Dios. Nunca podrán tener paz sin antes tener paz con Dios. ¿A cuántas personas conocen que están buscando paz? que anhelan tener paz, pero no saben dónde buscarla. Y andan buscando en todos lados, con el psicólogo, en la medicina. Nosotros podemos compartirles cómo tener esa paz, porque nosotros ya la hemos encontrado. Leemos en Salmos, la misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, en Salmo 85, 10. No podemos traer paz sin la verdad, sin justicia. En la verdad, el Evangelio Cristo satisface la justicia de Dios para que podamos tener paz con Dios. Y vean, no se trata de violencia, no se trata de forzar. Hay una religión del diablo hoy día que enseña todo lo contrario, con violencia, obligando con una pistola en la cabeza. Pero Dios dice en Santiago 3.18, el fruto de la justicia. ¿Qué es eso? La semilla del Evangelio que trae santidad, que trae justicia, se siembra en paz por aquellos que hacen la paz. Lo único que podemos hacer es proclamar el Evangelio, confrontar a los hombres con la verdad en paz. No vamos a obligar a nadie, no vamos a torcer el pueblo. ¿Verdad que sí crees? No. ¿No vamos a hacer eso? ¿No vamos a usar violencia? ¿No vamos a usar trucos? ¿No vamos a usar juegos? ¿No vamos a usar engaños? Solo proclamamos. Dios hace lo demás. Hay muchas iglesias evangélicas que creen que con trucos y juegos, con engaños, con manipulación, vas al frente e irás al cielo. No dice eso la palabra de Dios. Algunos de los ministros más famosos de esos grupos han dicho Hay que agarrar a los hombres desprevenidos. Hay que meterlos casi desprevenidos, sin que sepan qué pasó. Rápido, entra a la iglesia, levanta la mano, en cinco minutos te bautizamos y sales hecho un creyente. Ciegos guías de ciegos, ¿cuánto va a costar eso en el infierno? Que tú te hayas dedicado a engañar a la gente todos tus días. Lo único que hacemos es proclamar el Evangelio. Dios es el que trae paz. Dios es el autor de la paz. La fuente de la paz. El Dios de la Biblia es llamado el Dios de Paz. Ese es uno de sus títulos. Leemos que Él no es Dios de confusión, sino de paz. En 1 Corintios 14, 33. Leemos en Romanos, el Dios de paz sea con todos vosotros. Para tener paz necesitamos a Dios. Su palabra se refiere a Él como el Dios de paz. En corintios, en romanos, en primera de tesalonicenses, en filipenses, en hebreos y a lo mejor en algún lado que el hermano no encontró. La paz le pertenece a Dios, no al hombre. Cuando Cristo vino al mundo, los ángeles anunciaron su venida diciendo, Gloria a Dios en las alturas y en la tierra, paz, buena voluntad para con los hombres. En Efesos leemos que Él es nuestra paz. Mandó al verdadero pacificador a Cristo para que mediante la cruz Como dice Colosenses, por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Cristo derramó sangre para hacer paz entre ti y Dios, si eres creyente, el día de hoy. Si quieres tener paz en tu corazón, paz en tu casa, paz en tu país, la única manera, el único camino es Cristo. Su Evangelio es llamado el Evangelio de Paz en Efesios. Uno de los títulos de Cristo es el Príncipe de Paz. Y Él dijo, la paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo. Cristo nos dijo, os he hablado de estas cosas para que en mí tengáis paz. En jueces, Dios es llamado Jehová Shalom, Dios nuestra paz. El Espíritu Santo es llamado el Espíritu de paz. Paz es uno de los frutos del Espíritu. Entonces, hermanos, para concluir, les pido el último esfuerzo, vamos a concentrarnos Para ser pacificadores tenemos que buscar y basarnos en la verdad, en la verdadera fuente que es Dios. Tenemos que ser imitadores de Dios. Nosotros somos los instrumentos, los únicos comisionados para traer paz a esta tierra. Es nuestro llamamiento. Leemos en Corintios Todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo, y nos ha dado el ministerio de la reconciliación, 2 Corintios 5, 18. Así que somos embajadores en nombre de Cristo, y como Dios los exhorta por medio nuestro, rogamos en nombre de Cristo, reconciliamos con Dios. Es nuestra tarea decirle al mundo, que hay reconciliación, que puede haber reconciliación con Dios, que pueden tener paz. Es nuestra tarea proclamar el evangelio del príncipe de paz, rogar a otros que acudan a él para tener paz. Si hacemos esto, bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Ahora sólo tengo una pregunta final para cada uno de nosotros. ¿Eres tú un pacificador? ¿Puedes decir en primer lugar que tú tienes paz con Dios? Si no puedes decir eso, te animo, te exhorto que no demores más en hacer paz con Él por medio de Cristo. ¿Estás en guerra con tu Creador? ¿Estás poniéndote a las patadas con el ser más poderoso del universo? Haz paz con Dios el día de hoy. En Cristo puedes tener paz. Y ahora para los que dicen que ya conocen a Cristo, te hago esta pregunta hoy. ¿Puedes decir que Dios ya te haya usado para traer paz a al menos una alma? ¿Al menos una alma? ¿No te va a dar pena entrar al cielo tú solo? ¡Sin haber sido usado como pacificador! ¡Nunca! ¡Con nadie! Con nadie más. No te va a dar pena si Dios te pregunta... ¿Con quién vienes, hijo? ¿A quién trajiste? ¿Con quién hiciste la paz? Si puedes decir, hermano, Dios me ha usado para atraer a alguien. Dios me ha usado para atraer a alguien. No quisieras que fueran muchos. ¿No quisieras entrar al cielo rodeado de muchos? Para quien tú fuiste un pacificador, usado por Dios para llevar las buenas nuevas del Evangelio de Cristo Jesús. Cuando Cristo llamó a sus discípulos, ¿se acuerdan lo que les dijo? Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres. Esa es tu tarea en este mundo. Debes ser un pacificador, debes pescar las almas de hombres. Que Dios nos ayude. Vamos a orar. Padre, gracias porque en ti hay paz. ¿Dónde estaríamos si no hubiéramos conocido a Cristo? Padre, te rogamos por los que no le han conocido, los que están en guerra contigo, que obres en sus vidas, que les muestres a Cristo Jesús, que puedan tener paz contigo. Padre, te pedimos también perdón porque hemos sido negligentes en nuestra tarea de ser pacificadores. Pero sobre todo, Señor, te pedimos que no nos permita seguir flojos seguir cómodos, sin gastar y ser gastados en tu reino, sin ser usados, sin ser conocidos como pacificadores. Te rogamos que no nos permitas ser así, que no nos permitas llegar solos a la eternidad, sino que por tu gracia podamos llevar a otros. a los pies de Cristo. Ayúdanos, te rogamos, porque somos débiles y todo esto lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
Los Pacificadores
Series Las Bienaventuranzas
Tu misión como creyente es hacer la paz y ser un instrumento en la reconciliación entre otros y Dios. Antes de que pueda haber paz entre un pecador y Dios, tiene que caer la espada!
Sermon ID | 831191439545019 |
Duration | 57:19 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Matthew 5:9; Matthew 10:34-37 |
Language | Spanish |
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