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Esta mañana... Esta mañana sí que habrá mensaje, pero no será mensaje típico, porque no voy a hacer exposición tanto de la palabra, sino voy a compartir con vosotros una meditación inspiraba la vida de una figura histórica de la Iglesia. Os diré quién es un poco más adelante. Pero esto es algo entre un estudio de historia de la Iglesia y un estudio bíblico, porque si queramos mirar algunos sexos, pero un poco será en el pensamiento y la experiencia, con la gracia de Dios, de una persona. Una persona que vivió hace varios siglos, ahora no está con nosotros, pero vamos a basarnos en su pensamiento. Para hacer eso, pues yo pensaba que sería interesante hacer un poco de apologética. Apologética no para la fe. Apologética, cuando utilizamos esta palabra, quiere decir los argumentos a favor de nuestra fe. Eso es Apologética. Yo voy a hacer ahora Apologética del estudio de la historia de la Iglesia. ¿Habéis leído algún libro sobre la historia de la Iglesia? ¿Alguna vez? ¿Sí? ¿Es importante estudiar la historia de la Iglesia? Podéis participar como es un grupo pequeño, más informado y tal. Yo pienso que es muy importante. Lo que pasa es que hoy en día hay unas corrientes en cuanto a la educación, la enseñanza, incluso a nivel universitario. Personas que creen que la historia no es muy importante. Que lo importante en cuanto a los estudios es pensar en el presente y en el futuro. Y no hace falta mirar atrás. Porque tampoco personas que vivieron hace siglos tampoco nos tienen mucho que decir hoy en día. En el siglo XXI cuántas cosas han cambiado con la tecnología y tal. Mirar hacia atrás es una pérdida de tiempo. Pero quiero convenceros en esta mañana que es muy importante mirar hacia atrás y estudiar la historia. Y os voy a hacer dos preguntas. Dos preguntas. La primera. Habéis venido en esta mañana para escuchar un sermón, aunque no sea un sermón. Vais a la iglesia, vamos por la tarde, muchos de nosotros hemos salido a estar para escuchar un sermón. ¿Por qué vas a la iglesia para escuchar un sermón? Ahora podéis contestar. ¿Por qué? para aprender, eso es cierto, para aprender, pero podrías quedarte en casa y leer la Palabra también y aprender, ¿verdad? Entonces, ¿cuál es la diferencia entre escuchar un sermón en la iglesia y leer tu Biblia en casa? Tiene que ver con lo que dices, pero... ¿va un poco más allá? Sí. Yo no voy a la iglesia a escuchar el sermón. Ah, ¿no? Ok. Yo voy a la iglesia a recibir los hermanos de los árboles. Es un bíblico. Yo voy a escuchar el sermón. El sermón, los joyos, el peor amigo, los privilegios ideales de Dios. Lo justo no sería igual sin el sermón, ¿verdad? Sí, sí. Y escuchamos el sermón queriendo recibir bendición. ¿Verdad? ¿Qué es lo que nos vamos a recibir en este sermón? Bueno, en este sermón lo importante que tiene es la Palabra de Dios. Es la Palabra de Dios, no es lo que siga el dedicado. Es la Palabra de Dios. Muy bien. Y yo creo que aquí está la Palabra de Dios, y está en el conjunto de Dios. Sí, sí. Es decir, y aprender, ¿verdad? Y pues bueno, parte de esa comunión la vamos a ir alcanzando y vamos a hablar nosotros a través de la lectura de la Palabra y las Edicaciones. Pero una diferencia entre escuchar el sermón y quedarnos en casa y leer nuestra palabra es que el pastor, en teoría, ha pasado unas cuantas horas la semana anterior preparándose el sermón. Se ha familiarizado con el pasaje que va a exponer ante nosotros y tiene una ventaja sobre nosotros y esa ventaja es que él ha estado en ese pasaje antes. que nosotros. Casi siempre el pastor sabe más del pasaje que nosotros. ¿Por qué? Porque ha estado antes, se ha familiarizado con el pasaje antes que nosotros y luego comparte con nosotros. ¡Fantástico! Este concepto funciona muy bien en cuanto al pensar sobre la historia de la iglesia, porque escuchamos al pastor que ha estado antes de nosotros en el pasaje, o podemos escuchar a personas que hace siglos están muertos, pero también estuvieron antes de nosotros en los pasajes que nosotros leemos hoy en día. Podemos decir santos porque somos todos santos, ¿no? Pero los hermanos en la fe que tenemos que ya están con el Señor, tenían mucha familiaridad con la Biblia, estudiaron mucho, miraron en las Escrituras, igual que los pasores de hoy en día. Y tienen mucho que enseñarnos, ¿no? Aprovechamos de su familiaridad con los textos de la Biblia. Eso es un motivo por el cual debemos estudiar la historia de la Iglesia. Otro motivo. ¿Os gusta escuchar los testimonios de las personas acerca de cómo llegaron a conocer al Señor? ¿Por qué? ¿Por qué? A mí también, mucho. Porque aprendemos. Porque aprendemos, ¿no? ¿Qué es lo que aprendemos? ¿Qué es lo que cobramos con Dios? ¿Qué es lo que aprendemos? ¿Qué es lo que cobramos con Dios? Si la persona sabe compartir su testimonio, debemos aprender, porque nos van a compartir cosas bíblicas, ¿no? Nos pueden enseñar compartiendo su testimonio. Pero también nos viene de gusto ver cómo el Señor ha trabajado en la vida de tal persona, ¿verdad? Y nos gusta escucharlo en vivo, pero también podemos escuchar los testimonios de nuestros antepasados espirituales. Porque hay muchos de ellos que escribieron sus testimonios, no? Escribieron su experiencia conociendo al Señor y como la gracia del Señor obró poderosamente en sus vidas. Y una de esas personas es Aurelio Agustín. Aurelio Agustín. Sabéis quién es Agustín, no? Bueno, pues a ver si aprendéis un poco. A ver si soy capaz de explicaros un poco sobre Agustín. Alguien fue el teólogo, os voy a dar una pista para una pregunta más adelante. El teólogo, muchos dicen, más importante del primer milenio de la Iglesia. Y algunos dicen cosas muy exaltadas sobre él, ¿no? Por ejemplo, un teólogo muy importante del siglo pasado dijo que desde Pablo hasta Lutero, hay Lutero en el siglo XVI, Desde Pablo el absolutero no ha habido otro hombre en la iglesia con tanta influencia como Augustine. O sea, en 16 siglos de historia de la iglesia no ha habido otro hombre que ha tenido más influencia que Augustine. Otro que dice, después de Jesús y Pablo, o sea, orden de prioridad, ¿no? Jesús, Pablo, viene Agustín. Un hombre no inspirado por el Espíritu Santo, evidentemente, pero una persona que marcó la trayectoria de la Iglesia y también de la historia del Occidente. Su pensamiento es muy, muy importante. Ahora, ¿por qué dicen cosas así la gente sobre Agustín? porque era un genio. Era, intelectualmente, un gigante, una pasada. Pero no solamente esto. Agustín no era uno de estos teólogos que está ahí... ¿qué sería la palabra en cristiano? Detached. Desapegado, ¿no? No era uno de esos teólogos que se sienta ahí en su despacho, se queda ahí escribiendo y pensando. No. Fue una persona que tenía contacto con el pueblo. Fue teólogo y también pastor. Este señor predicó casi cada día. Escribió un montón de libros. Cinco millones de palabras escribió, por lo menos, que tenemos archivados. No las he contado yo, pero ahí están. Puedes estudiar Agustín por Internet. Puedes buscar palabras y tal. Y ahí está un archivo de todas sus cinco mil palabras que escribió este señor. Pero en medio de todo esto, supo estar con el pueblo, estuvo con la gente, aconsejando, incluso, bueno, hacía muchas cosas, ¿no?, con los del pueblo de Dios, los ayudaba a todos. Tenía un corazón muy grande. Claro, es un pensador, pensamientos, teoría, teología, súper profunda, a veces muy compleja. También fue una persona que supo ligar todo esto a su vida. Quiero decir que todo lo que él pensaba y aprendió del Señor también lo aplicaba a su vida. Y lo que escribe, lo que escribió, estas cosas fueron cosas que él había experimentado. ¿Verdad? No fue algo simplemente teórico para él. Fue también, sus escritos son un reflejo de una vida de comunión, de intimidad con el Señor. Por lo tanto, ahora va a tener que estudiar un poco el pensamiento de este Señor. Ahora, preguntas. Preguntas. ¿Cuándo nació, más o menos, Agustín? Hombre, tenemos aquí un francoso, Oliver, que ha estudiado en el Cien. ¡Oh! ¡Oh! Mira, si quieres pasar adelante, entonces será tú. Ok, claro, pues... El Oliver ya ha contestado a una pregunta, pero no puedes contestar más, ¿eh? Porque ya vio... ya vio que yo... ¿Alguien sabe, aparte de Oliver, dónde nació? ¿De dónde es? ¿El continente? África. África. Muy bien. ¿Nació en Tagáse? No lo digo bien en castellano. Debe haber una manera de decirlo. Yo lo veo en inglés y lo pronuncio como... ¿El pueblo de Tagáse se acerca de Ipona? ¿O significa algo Ipona? No. Bueno, está en lo que sería la región alquería, poesía. En el cuarto siglo. Su padre no era creyente. Y Agustín, más tarde, después de la muerte de su padre, después de convertirse, reflexionando sobre su vida, habla sobre su padre. Dice que su padre, la prioridad para él no fue el crecimiento de Agustín espiritualmente, ¿no? El acercamiento de su hijo Agustín al Señor. Si no, su padre quería saber, quería solamente conseguir que su hijo viera hablar la retórica. Sabéis lo que es la retórica, ¿no? Es el arte de persuadir a la gente con tus palabras. Vender, lo que sea. Eso es la retórica. El padre de Agustín quería que Agustín fuera un profesional en la retórica. Entonces, ¿qué hizo? Lo envió a academias para estudiar. Con sus 11 años se fue de casa. Desde los 11 hasta los 15 años subió a una academia, no muy lejos, pero no estaba en casa. Estaba ahí estudiando. Después, con los 17 años, como Agustín era un genio, y sus profesores lo vieron, dijeron a sus padres, hay que enviarle a tal sitio, en Cártago. Cártago, ¿vale? Es una ciudad más grande, está un poco más lejos. Con sus 17 años, Agustín se va a vivir solo en esa ciudad. ¿Vale? Su madre fue creyente. ¿Cómo se llama su madre? ¿Alguien sabe? Como no veniste a la tradición católica, los católicos le tienen el alba encima a su madre. ¿Cómo se llamaba? Mónica. Ahora David no puede contestar tampoco más preguntas. Mónica. Y Mónica se conoce como una mujer que oraba sin cesar para su hijo. Su padre no deseaba el bien espiritual de su hijo, pero su madre sí. Su madre deseaba la salvación de su hijo y oraba por él diariamente, eso es lo que dice la tradición sobre ella. Ella dijo a Agustín, que Agustín, 17 años, va a vivir en la ciudad donde hay todo un mundo de tentación y trampas para un chico de esa edad, ¿no? La mamá dice al hombre, dijo, mira, cuídate, sobre todo, mira de no caer en la fornicación, ¿vale? La fornicación, relaciones sexuales fuera del contexto de matrimonio. La madre avisa a Agustín, cuídate de eso, porque sabes, son hijos de 17 años y saben lo que hay en la ciudad, eso va a ser un problema. Pues Agustín, el consejo se lo queda, pero no presta atención. O sea, que viene el consejo de su madre, pero llega a esa ciudad, cártela, y cae en la tentación. No supo resistir esas tentaciones, la atracción de esa vida de pecado. Sobre todo, un problema muy grave para Agustín fue la fornicación, la tentación sexual. Un nudo, una esclavitud que no supo quitar de encima. Entonces, a partir de los 17 años vivió ahí en Cáceres 11 años. Acabó los estudios y era tan duro que lo me dieron como profesor de civilidad. Ah, profesor de retórica. Dice Agustín, ya después de unos años después, ya es cristiano, ¿no? Mirando a piedras. Y habla de esa época de su vida y dice que es cuando estuvo más perdido. más alejado de la fe de su madre, de la fe que él conocía como joven, la fe de su niñez, digamos. Estaba perdido, estaba totalmente metido en el mundo de pecado, la tentación sexual, pero también confiesa él que fue un hombre súper orgulloso, arrogante, porque era bueno, en la República era bueno, ¿no? Entonces señaló el orgullo, que eso era lo mejor, ¿no? pero cagado, estaba absolutamente perdido. Entonces está aquí en este sitio y perdido está, no solamente perdido sino inquieto. Porque empieza a darse cuenta que todo ese pecado que él estaba persiguiendo no lo llenaba con satisfacción. Él buscaba estar feliz, satisfacer sus deseos de contenido, de negocio, Y gustaba saciar esos deseos del pecado, pero se daba cuenta que no. El pecado no era lo que él necesitaba. Entonces pegaba más. Y tampoco. Y se caía cada vez más lejos en ese estilo de vida. Bueno, como fue tan bueno de un santo de retórica, me llamaron desde Cáceres a Milán. sabemos todos donde está mi bando. Y ahí estaba, entonces, un obispo muy importante también en la historia, que sería interesante estudiar su vida también. Se llamaba Ambrosio. ¿Conocéis a Ambrosio? Ambrosio. Pues este señor tenía alguna característica muy importante. Fue este señor un instrumento en las manos de Dios para llegar a Agustín. Incluso Agustín diría más tarde que Dios puso a Ambrosio en su vida para que Ambrosio llore a Agustín a Dios. Machaco en los tiempos verbales, pero ya me entendéis, ¿no? O sea, Agustín ve la mano soberana de Dios en su vida, pero no vive en contacto con ese Ambrosio. ¿Por qué? Porque ese señor hablaba bien. Este señor fue una persona muy elocuente y hablaba súper bien. Y claro, eso es el fanto de Agustín, la elocuencia. Qué bien, está escuchando este señor que habla del cristianismo, habla muy bien. Y perspire. Qué bien, porque Agustín antes pensaba que el cristianismo era muy simple. que las doctrinas eran un poco... no eran tan hermosas como los escritos de los autores clásicos. Pero por fin conoce a un cristiano que se lo cuente también, que sabe hablar. Y esto es lo que cautivó a Augustine. Escuchando a este señor, las cosas empezaban a cuadrar, digamos, empezaban a entender mejor el cristianismo. Al principio, inicialmente, eso es lo que le atraía a Agustín a la fe cristiana. Pero dice más adelante Agustín que estuvo convencido de todo, de la veracidad de eso, de la palabra, porque escuchaba la voz de Dios en las predicaciones de Ambrosio. Ambrosio predicaba, predicaba la palabra, leía la palabra, y Agustín dice, dijo más tarde, después de su conversión, que se quedó convencido escuchando la voz de Dios en su palabra y en las predicaciones. Ahora, os hago otra pregunta. No tenéis que contestar, pero pensarlo, ¿no? Pensarlo vosotros mismos. ¿Por qué, si todos que estáis aquí esta mañana creéis que la Biblia es la palabra de Dios, os pregunto por qué? ¿Por qué lo creéis? Dices que estás convencido que eso es la palabra de Dios. ¿Por qué? Porque tu pastor te lo ha dicho. ¿Por qué lo has leído en el libro de George McDowell, que es uno de estos americanos que escribe libros tochos de evidencia de la arqueología y argumentos no sé qué a favor de la veracidad de la Biblia? ¿Crees que es la palabra de Dios porque has visto cómo cambia las vidas de muchas personas? Son motivos buenos para creer que es la palabra de Dios, pero yo diría que esas cosas no son nada más que una confirmación. Debemos creer, como Agustín, que eso es la Palabra de Dios, porque oímos la voz de nuestro Señor en ella. Al leer la Biblia, al escuchar la predicada, escuchamos la voz de Dios. Claro, queremos un testimonio, queremos que alguien nos diga, eso es la Palabra de Dios. ¿Quién mejor que Dios para decírtelo? Un hombre que lo puede decir, vale, está bien, una confirmación, pero yo no me voy a basar mi vida en lo que dice un hombre, aunque sea mi pasor o Josh McHale. Quiero basar mi vida en un testimonio que viene directo de Dios. Y aquí, aquí es donde Dios nos da este testimonio. Yo ya hablaremos más adelante, si os parece bien, más meditaciones de este tipo. Tengo uno sobre Calvino. Y Calvino, esto es un punto muy importante de su doctrina, ¿no? Podemos volver a esto otro día, si Dios quiere. Pero Agustín ya, escuchando a Ambrosio, su elocuencia le atrae, escucha la voz de Dios en sus predicaciones y en la palabra y empieza a estar convencido. Pero se quedó con una lucha, porque escuchando a Ambrosio aprendía que Dios es bonito, que Dios ofrece felicidad y gozo duradero en una relación con él. Pero a la vez estaba esclavizado a sus pecados, sus hábitos sexuales sobre todo. No fue capaz de quitárselos de encima. Quería entregarse a Dios, pero aún así el mundo y el pecado lo atraían, ¿no? Estaba ahí entre medio y yo no supo qué hacer. Estuve atrapado. Y hay un libro, un libro de Agustín que vale la pena leer, se llama Confesiones. Confesiones. Y en este libro Agustín hace mil confesiones, habla de su vida, habla de su testimonio y todo ese proceso, ¿no? Desde la vida del pecado hasta el ministerio. Pero habla de que llega un día que está luchando, ¿no?, entre Dios y el pecado. Estuvo con un amigo que le hablaba sobre un monje egipcio que se llamaba Antonio. Este monje egipcio se ve que fue una persona que no tenía formación. No tenía una carrera universitaria, digamos, ¿no? No tenía estudios formales. Pero la tradición decía que este monje estuvo capaz de controlar sus pasiones y sus deseos. y vivía una vida recta delante del Señor. Y un amigo explica la vida de este monje a Agustín, y Agustín empieza a cerrarse la cabeza y dice que este monje, si eso es cierto, no tiene estudios y es capaz de comprobarse, y aquí estoy yo, formado, estudios, soy maestro, soy doctor, y no puedo comprobarme. ¿Qué pasa? ¿Qué es la diferencia entre yo y este chico? Bueno, esto lo vemos por el día, ¿verdad? Algunas de las personas más adiestradas y más formadas y más estudiosas son las personas más fuera de control, ¿verdad? Si estudiamos un poco las vidas de personas cotidianas, con dinero, con estudios, con formación, con trabajos profesionales, ¿y ves lo que hacen en privado? Y luego conocemos todos a personas humildes, personas sencillas, que son fieles, que son capaces de obedecer al Señor, de comprobar sus deseos. ¿Cuál es la referencia? La referencia, y eso es la conclusión de Augustine, es una obra sobrenatural del Espíritu Santo. Esa es la referencia. Y Augustine está luchando por su pecado. y con lo que sabe sobre Dios. Está deseando a Dios, pero no se ve capaz de dejar atrás su pecado. Y un día, está en un jardín, ¿no? Eso es como la idea de escenario que él tinta en su libro Confesiones. En un jardín, está como dondeándose las rodillas, porque sabe que no puede dejar atrás los hábitos pecaminosos que tiene. Y está ahí y escucha una canción a una niña que va paseando, andando por el otro lado de la pared, ¿no?, que se para al jardín de la calle. Esto más o menos como lo imagino yo, ¿no? Y hay una niña, y no ve a la niña, pero escucha una voz. Y la voz dice, «Tode lege». «Tode lege», que significa «toma y lee». Y Al-Rashid piensa, es una canción, luego reconoce, no es la canción típica de las canciones tarabanas que cantan los niños, ¿no? De Old Track, Dulein, y no sé qué más. Cosas así, ¿no? Dulein, Dulein. Ah, eso es otra cosa, ¿no? Esa es otra canción. Como luego reconoce, piensa, ah, pues eso es, es una palabra de Dios. Es como un mandamiento de Dios. Yo voy a tomar y voy a leer. Y va, busca a su amigo que tiene su Nuevo Testamento con él, y lo coge y empieza a leer. Y dice, bueno, voy a leer lo primero que voy a abrir la Biblia y donde caen mis ojos voy a leer. Y eso es porque lee. Romanos 13, 13 y 14, dice así, vivamos decentemente como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en inmoralidad sexual y libertinaje, ni en disensiones y envidias. Bueno, eso ya habla directamente a Agustín, ¿no? Porque eso es una descripción de lo que justamente él tiene que dejar atrás. Pero aquí viene la respuesta. Más bien agradecidos del Señor Jesucristo. Y no os preocupéis por satisfacer los deseos de la naturaleza catalinesa. Podéis imaginar cómo Agustín veía la aplicación de esas subidas. dijo que al leer esos dos versículos, Romanos 13, 13 y 14, que el Señor le habló, y todas las dudas y luchas que tenía, el Señor se los citó. Y a partir de aquí, nosotros diríamos que eso fue su conversión, ¿no? La luz se enciende, ¡pam! Y ahora lo ve, y ahora se ve capaz de luchar contra el pecado y entregarse al Señor. Fijaos, escuchando la palabra, ¿no? El Señor le habla directamente a través de su palabra, poderosamente a través de su palabra. Y bueno, Agustín se convierte, Dios le habla, su vida cambia. Y luego hay más historia, ¿no? Pero les voy a dar un resumen de lo demás de su vida. Él, después, se sintió tan indigno del ministerio, avergonzado de su vida, porque había hecho despiertas, ¿no? Cosas muy feas. Se sentía tan avergonzado que, aunque las personas le hablaban de entrar en el ministerio, él decía que no. No. Voy a volver a mi país Vuelve a África con algunos amigos míos, vamos a montar un monasterio, y ahí pues voy a centrarme en la meditación y la lectura de Baja Barra y escribir, pero yo no soy digno del monasterio. Y entonces va, vuelve a Ipona, no a Carastro, sino a Ipona. Y va a Ipona porque ahí tienen un obispo. Y pienso, bueno, si ya tienen un obispo, me lo van a llamar a mí. Fantástico, lo voy a pedir, voy a hacer lo mío, yo ahí, un poco al lado del mundo. ¿Verdad que algunas veces tenemos este deseo? O bien porque nos sentimos mal de cosas que hemos hecho en la vida y nos sentimos dignos de participar en el ministerio de la Iglesia. O tal vez, y esto pasa en la vida de Agustín y Taldino y otros que, al convertirse, quieren arriesgarse del mundo y enfocarse en la Palabra y disfrutar y leer y meditar, ¿no? Lo que pasó en la vida de Augustine es que las personas insistían con él. Tú, al ministerio, ven, necesitamos ayuda. También algunas cosas providenciales en su vida. Todo eso sirvió para empujarle y sí, al final rindió y dijo sí, sí, sacerdote, me voy. Lo ordenaron y unos años después lo hicieron lo visto. Pero lo menciono porque a veces pensamos que incluso Skurgeon, Skurgeon que me gusta mucho, dijo una cosa que no estoy del todo de acuerdo. Bueno, dijo varias cosas que no estoy de acuerdo, pero una cosa que dijo es que aconsejando a estudiantes preparándose para el ministerio, chicos que se sentían que estaban en el llamado al ministerio, decía No vayas al ministerio si... A ver, ¿cómo lo dijo? Si puedes evitarlo. Si puedes imaginarte haciendo otra cosa y estando feliz, no vayas al ministerio. Oye, si fuera así de verdad, Agustín no hubiera entrado al ministerio. Y Calvino tampoco. Y estamos hablando de dos figuras importantísimas de la historia de la Iglesia, que nos han hecho, y nos hacen a nosotros aún mucho bien, ¿no? Eso es cierto, deberíamos tener una pasión para servir al Señor en la iglesia. No hablo solamente a los que son vocacionados, ¿no? Todos, todos tenemos un ministerio en la iglesia. Debemos tener ganas de ministrar en la iglesia. Pero también debemos tener una convicción. Hay necesidad. Y todos tenemos dones. El Señor nos ha bendecido a todos, de forma diferente, con dones, con capacidades y con oportunidades de servir. Igual que al decir, a veces queremos escondernos, alejarnos y vivir en la montaña, ¿no? Todo bien y no tener que preocuparnos con las luchas diarias, con el misterio y el servicio de la iglesia. Para obedecer al Señor debemos, pues, pensar en eso, ¿no? Obrando al Señor, ¿qué es lo que me has dado? ¿Qué es lo que yo puedo compartir conmigo ese donde soy yo? Y el Señor, si somos fieles en eso, nos utilizará para ser bendición, para bendición para mucha gente. Quizás no como Agustín, yo no pienso escribir 5 millones de palabras, ¿no? Pero bueno, podemos ser bendición para muchas personas. Bueno, pues claro, esto es un poco la vida de Agustín. Quiero compartir con vosotros ahora, para concluir, un poco de aplicación, digamos, ¿no? ¿Qué es lo que podemos... una cosa, un punto que podemos sacar de todo el pensamiento de Agustín que nos hará bien hoy, este día? Yo creo que podemos enfocarnos Unos minutos solamente en este punto. La experiencia con la gracia de Dios que tuvo Agustín, ¿no? Su experiencia con la gracia de Dios, o el lugar que tuvo la gracia de Dios en su vida. Agustín, cuando lees, si te pones a leer este libro de confesiones, es una oración. Todo el libro es una oración. Ora al Señor, o al Señor, o al Señor, o al Señor, y va confesando y explicando cosas al Señor, pensando que otros van a verlo, ¿no? Pero es una oración, es fantástico. Lees este libro y verás que Agustín habla mucho de su pecado. Reconoce que él era pecado desde el principio, desde la niñez. Él se acuerda de pecados concretos de su niñez, de desobedecer a sus padres, sus maestros. Incluso dice, yo fui pecador como bebé. No es que se acuerda de sus pecados de bebé, ¿no? Pero dice que observando a otros bebés de tendencias egoístas y pecaminosas igual, yo también, y fui así. Pablo 51, que David confesa que lo tendré que mirar porque lo tengo aquí en inglés. Pablo 51 es un pasaje muy conocido, muchos de vosotros ya lo conoceréis. Dice así, ten compasión de mí, oh Dios. Conforme a tu gran amor, conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y limpiame de mi pecado. Decía Agustín, yo reconozco mis transgresiones, siempre tengo presente mi pecado. Contra ti he pecado solo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos. Por eso, tu sentencia es justa y tu juicio irreprochable. Yo sé que soy malo de nacimiento. Cacador me concibió mi madre. Agustín, en este libro, confesa... ¿confieso o confesa? Confiesa, ahí. Confiesa que era cacador desde el principio, ¿no? Y que aún no era. Y dice que, claro, pecado como línea, pero a la medida que iba creciendo su pecado iba manifestándose de formas más radicales, ¿no? No solamente en hechos, sino en actitudes de envidia, codicia, orgullo, orgullo. Él reconoce todo eso. Entonces, ¿qué es el pecado? Ahora podéis contestar de nuevo. ¿Qué diríais que es el pecado? ¿Qué más? Muy bien, apartarse de Dios. Eso por un lado. ¿Qué más? ¿Cómo sabemos que nos hemos apartado de Dios? Porque hay un listón, ¿verdad? Y esas cosas son las cosas que él nos dice, ¿verdad? Claro, todo lo que es prohibido, o sea, el pecado es hacer cosas prohibidas o no hacer cosas que nos manda a hacer, ¿vale? Y Augustine dice, claro, el pecado se mesura comparándolo con la ley de Dios. Pero es otra cosa, la separación de Dios, eso es interesante. Dice Agustín que el pecado es como dar las palmas a Dios, alejarse uno de Dios y buscar el contenimiento, felicidad y gozo en otra cosa. Si el pecado es malo, no solamente porque desobedecemos a Dios, sino porque también decimos a Dios, oye, no eres lo suficientemente bueno para mí. Voy a buscar mi felicidad en otro lugar. Es feo, ¿verdad? Y Agustín lo explica, lo explica muy bien, porque eso fue su experiencia, es muy consciente de eso. Agustín dice que cada persona quiere ser feliz. Es lo que deseamos todos. Es normal. Y no es malo. No es malo querer ser feliz. El problema es dónde y cómo buscamos la felicidad. Y Agustín lo que decía es que antes de su conversión buscaba más la felicidad. Buscaba la felicidad en los cuarteles del infierno. Estas son sus palabras. Una heterotaxia de utilidad para explicarlo. Él con sus amigos, cuando eran chavales, robaban peras. Se ve que había un vecino que tenía un árbol de peras y robaba de él. ¿Rais? ¿Por qué también lo habéis hecho? Bueno, pues esa es la primera noticia de Augustine, ¿no? Y habla de ese hecho, ¿no?, de robar las peras. Y dice que no robaron las pedas por necesidad. No tenían necesidad, no tenían hambre. Tampoco robaron las pedas porque eran tan buenas, no por el sabor. Lo hacían porque disfrutaron el hecho de robar. Es muy honesto Augustino. Reconoce que encontraron placer en desobedecer, en pecar. en quitar cosas de su prójimo. Se encontraba un placer en esto, ¿no? Y al Señor lo reconoce. Y dice, dice que su problema, que él pecaba porque su naturaleza era pecaminosa. Sus deseos eran pecaminosos. Él encontraba placer y felicidad haciendo cosas malas. Y esta fue su esclavitud. porque sus deseos, en lo más profundo de él, deseaba hacer cosas malas. Entonces, ¿cuál es lo necesario, qué es lo que hace falta para que una persona, deseando lo malo, empiece a desear a Dios? Y esto es un texto que sí que debemos buscar todos. Filipenses 2, 12 y 13. Filipenses 2, 12 y 13. Agustín atrapado. Estos deseos, sus afectos, sus placeres ahí con el pecado, sabiendo que Dios es bueno y me ofrecía algo mejor, estaba con un yugo de esclavitud. ¿Qué es lo que necesitaba Agustín? Filipenses 2, 12 y 13. Dice así. Así que, mis queridos hermanos, como habéis obedecido siempre, no sólo en mi presencia, sino mucho más ahora en mi ausencia, llevar a cabo vuestra salvación con temor y temor. Y ahora viene el texto, ¿eh? Pues Dios es quien produce en vosotros tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad. Agustín llega a la conclusión que lo que él necesitaba para dejar atrás el pecado y empezar a seguir a Dios era una obra sobrenatural del Espíritu Santo. Él necesitaba que el Espíritu entrara en su vida cambiando sus afectos, cambiando sus deseos, haciéndole querer más hacer la voluntad de Dios que el pecado. Cambiar sus gustos, para decirlo de una manera, para que no encontrara el placer en el pecado, sino encontrar el placer obedeciendo a Dios. ¿Decidís? buscando la felicidad y han enloquecido si no en Dios. Y tienen el gusto para poder encontrar la felicidad en Dios. ¿Qué es lo que cantamos? Mi alma tiene sed de ti y mi carne te anhela. El pecado no dice eso. El pecado dice lo opuesto. Para poder confesar y decir esto a Dios, mi alma tiene sed de Ti, necesitamos que el Espíritu nos cambie, ¿verdad? Y esa es la conclusión que saca Agustín. Agustín se conoce como el teólogo campeón de la gracia de Dios. No seríamos ni creyentes si no fuera por la gracia de Dios. Dios nos tiene que cambiar. Amamos porque Dios nos ha amado primero. Ahora, esa es una afirmación contradecida. Lo fue en su día y lo es hoy. Si Dios quiere, cuando lleguemos a hablar de Lucero, también hablaremos más de este tema, pero fue básico para la teología de Agustín. Bueno, entonces, para concluir, yo creo que Augustine tenía razón cuando decía que toda persona busca felicidad. Yo diría que Dios nos ha hecho así. Nos ha hecho con deseos. Deseamos el gozo. Deseamos contentamiento. Deseamos felicidad. No es malo. Yo diría que Dios nos ha hecho así. Estoy de acuerdo con Augustine. También estoy de acuerdo con Augustine que la manera es buscar la felicidad en cosas que no son Dios. la idolatría, amar más a la creación que al Creador. ¿Cuántas veces lo hacemos? ¿Cuántas veces buscamos la felicidad donde no tenemos? ¿Cuántas veces, en vez de confiar en el Señor y encontrar gozo y placer favoreciéndolo a Él, buscamos placer y contentimiento hacia el mundo? ¿Cuántas veces? Todos lo hacemos, ¿verdad? Yo nací, dice Agustín, que feliz es el hombre que posee a Dios. Eso es lo que dice la Biblia. Los Salmos están llenos de afirmaciones así. Feliz el hombre que posee a Dios. Lo sabemos aquí, pero muchas veces no lo vivimos. ¿Cuáles son mis tentaciones? ¿Cuáles son las áreas donde luchas con el pecado? Chicos jovenes, la edad de Agustín, cuando Agustín tenía vuestra edad era la impactación sexual, sobre todo. Pero también el orgullo, ¿no? ¿Quién de nosotros no luchamos contra el orgullo? La judicia, la lucuria, muchas cosas, ¿no? O la mentira. Bueno, muchísimas cosas con las cuales luchamos. ¿Cuál es la respuesta? ¿Qué es lo que debemos hacer para poder librarnos de esos pecados y seguir mejor a Dios, ser más fieles a Dios? Augustín diría que la respuesta, lo primero que tenemos que hacer es pedir que Dios haga una obra dentro de nosotros. Si eres creyente, ya eso es una obra importante, el nuevo nacimiento, la regeneración. Pero hay más, hay más impureza que exaltidad. ¿Cómo lo hará Dios? Cambiándonos los efectos. cambiando nuestros gustos para que cada vez más tengamos más placer ofreciéndole a Él que lo hacemos nosotros. Tenemos que pedir que Dios siga esta herra sobrenatural que ha empezado en nosotros, que nos dé el querer y el hacer, como hemos leído en jilipinenses. Le hará y no tocándonos ahí de forma mágica con su espíritu. El Espíritu obra junto con la Palabra. Eso también lo consideraremos en las vidas de algunas personas más adelante. Pero eso es lo que podemos sacar del Anillo de Agustín hoy en día. Que oremos al Señor, que oren nosotros, ¿verdad? Que seamos fieles de pedir que el haga la obra, que nos cambie. Porque eso es la única forma de cambiar. Nosotros con nuestros esfuerzos no podremos. El nos tiene que cambiar y cambiarnos a nosotros. Con esto en mente vamos a orar. Señor, te damos gracias por tu palabra. Y te damos gracias como tú has logrado, eticamente, por medio de ella y tu Espíritu Santo en las vidas de muchas personas a lo largo de toda la historia del mundo que tú has creado. Te damos gracias por Agustín, por la obra que hiciste en su vida, cambiándole, sacándole de una vida de esclavitud al pecado y poniéndole en el ministerio. Le damos gracias por ese testimonio que nos ha dejado del poder de tu gracia Te damos gracias también por las enseñanzas de Agustín, que lo que hemos considerado hoy, yo lo considero muy bíblico. Es el principio, Señor, de que tenemos que depender en ti, tu gracia, la obra de tu Espíritu en nuestras vidas. Pedimos, Señor, que esa obra que has comenzado nosotros, que la continues, que sigas cambiando nuestros corazones, que sigas reenfocando nuestros deseos y afectos para que podamos encontrar placer obedeciéndote a Ti, conociéndote a Ti. en comunión y intimidad contigo. Que esto sea la cosa que nos dé más placer, que tú seas el gozo de nuestras vidas. Pedimos, Señor, que obres de esta forma en nosotros, incluso hoy, este día, que nos juntamos para alabarte a ti. Damos gracias por todo y te lo pedimos todo en el nombre de Jesús. Amén.
Biografía de Agustín
Series Biografías
Sermon ID | 826072120556 |
Duration | 44:39 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Language | Spanish |
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