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Vamos a abrir nuestras Biblias, hermanos, en la Carta a los Gálatas, en su capítulo 5. Y vamos a meditar en esta tarde, hermanos, del verso 19 al verso 26. Voy a leer para ustedes, hermanos, de la Nueva Biblia de las Américas. Y ustedes me siguen, por favor, con sus vistas, ahí también desde su... desde la versión que tienen, la versión Reina Valera. Dice así la palabra del Señor. Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, herejías, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales les advierto, como ya se los he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio. Contra tales cosas no hay ley. pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. Amén. Vamos a orar al Señor. Padre nuestro que estás en el cielo, te pedimos, Señor, en esta tarde que nos ayudes, Padre, a escuchar tu palabra, Señor. Tenemos oposición, Padre Celestial, con la carne. Por eso venimos a ti, Señor, para que nos ayudes, Señor, y que tu espíritu esté obrando en nosotros para poder recibir esta palabra de verdad. Te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Amén. Amén. Andando en el Espíritu, es el título de esta predicación. Muchas de las personas allá afuera, hermanos, tienen la idea de que los cristianos, por el hecho de ser cristianos, deben ser perfectos en todo lo que dicen y hacen, y que nunca pueden cometer errores. Pero esto sabemos que no es así. La realidad es que en la vida cristiana a veces tropezamos y enfrentamos reveses. Somos conscientes de que no somos perfectos. Esto lo quisiéramos, hermanos, pero sabemos que esto no es posible. Lo que sí sabemos es que estamos en un proceso de transformación constante y estamos cambiando día a día. Los cristianos no son perfectos porque aún tienen una parte humana que resiste lo espiritual. Asimismo, no se entregan completamente al pecado porque lo espiritual en ellos resiste la tentación. Esta lucha, hermanos, será constante hasta llegar a la gloria eterna. Mientras estamos aquí, debemos luchar y resistir los deseos de la carne. No podemos rendirnos a esos deseos. En la porción que estudiaremos en esta tarde, hermanos, Pablo nos enseña cuáles son las obras de la carne y cuáles son los frutos del Espíritu. Esto es importante, hermanos, para saber si realmente estamos siendo guiados por el Espíritu Santo. Muchas personas que se dicen cristianas creen que están siendo guiadas por el Espíritu, pero sus acciones dicen lo contrario. Ser cristiano se basa en tener una relación personal con Cristo por medio de la fe. Como dice Efesios, hermanos, somos salvos por la fe sin las obras, pero fuimos salvos para hacer buenas obras. Esto significa Que después de ser justificados por la fe en Cristo Jesús, nuestra vida debe transformarse y buscar agradar a Dios mediante la obediencia a sus mandamientos. No lo hacemos para alcanzar la salvación, esa ya la tenemos. No lo hacemos para ganar algún favor especial de Dios, no, ya que la palabra nos dice que hemos sido bendecidos en Cristo, sino porque estamos agradecidos con nuestro Señor por lo que ha hecho en nuestras vidas, por eso el cristiano, hermanos, obedece los mandamientos del Señor. Pablo comienza describiendo, hermanos, lo que son las obras de la carne. Dice el texto, manifiestas son las obras de la carne. O sea, hermanos, que son evidentes, que se perciben con claridad. No necesitamos algún intermediario, hermanos, para diferenciar esas obras, sino que son claras en la vida de las personas. Pablo nos da quince vicios. Los primeros tres tienen que ver con la inmoralidad sexual. Los dos siguientes con los dioses falsos, es decir, la idolatría. Los ocho siguientes tienen que ver con pleitos o rivalidad. Y los últimos dos nos hablan del exceso en la bebida, es decir, las borracheras. Preferí leer, hermanos, al inicio la versión de la Biblia de las Américas, ya que se apega más al original. Nuestra versión, Reina Valera 60, tiene 17 vicios en esta lista. Pone fornicación y adulterio en inmoralidad y agrega también homicidios. Estos hermanos, a pesar de haber sido agregados, no están fuera de contexto. La fornicación o adulterio está dentro de la inmoralidad sexual. Y muchos pleitos y rivalidades, ¿cómo terminan? En homicidios. O sea que estos dos demás que vemos en la Reina Valera 60, pues están dentro del contexto, hermanos. Comencemos con el primer grupo que contiene inmoralidad, impureza y sensualidad. Vamos a ver cada uno de ellos. El primero es inmoralidad. La palabra hace referencia a las relaciones sexuales ilícitas. Relaciones fuera del matrimonio. Aquí entra adulterio, fornicación, adicción a la pornografía, desviaciones sexuales, etc. Esto, hermano, siempre caracterizará a alguien, ya sea hombre o mujer, que lleva una vida alejada de Cristo. Muchos hombres respetables en diferentes campos tienden a ser famosos por pecados como estos. Hablamos de artistas, políticos, cantantes, filósofos, doctores, líderes de sectas y legalistas que abundan en muchas congregaciones. ¿Cuántos hombres no esconden su inmoralidad detrás de un disfraz de piedad? La siguiente palabra es impureza. La pureza hermanos está relacionada con la santidad. Cuando nacemos de nuevo por la fe en Jesucristo, queremos vivir en pureza. Nace en nosotros el deseo de ser santos, de ser puros. Esta pureza, hermanos, no solo es sexual, aunque eso es importante. Dios quiere, hermanos, que seamos puros en nuestras relaciones con los demás, en nuestros pensamientos, en nuestras palabras, en nuestras acciones. Que seamos puros en todo. Jesús dijo, bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Mateo 5, 8. Si nuestros corazones están llenos de impurezas, no podemos sentir la presencia de Dios ni escuchar su voz. Hay algo que obstaculiza, hermanos, esa comunión con nuestro Dios. Pero si nuestra justicia, hermanos, se basa en lo que Jesús ha hecho por nosotros, dejaremos el pecado y viviremos con un corazón puro, disfrutando de la comunión con Dios. Por eso, hermano, cuida lo que haces, cuida lo que dices y cuida lo que piensas, porque nada se oculta de la presencia de Dios. Sensualidad es el siguiente pecado en la lista. En nuestra Reina Valera 60 está como lascivia y hace referencia a la falta de dominio propio. Una persona sensual, hermanos, se deja guiar por los impulsos de su naturaleza pecaminosa y tiene una disposición para cualquier cosa que le cause placer. Esta es la vida de muchos que viven sin Cristo. Su Dios son ellos mismos y buscan satisfacerlo a toda costa. La siguiente lista, hermanos, tiene que ver con idolatría. Y comienza esta lista, hermanos, precisamente con el pecado de idolatría, que es el culto a dioses hechos por hombres, ya sea de material como oro, plata, piedra, madera, o creados en el corazón. Hemos visto que puedes hacerte un ídolo del fútbol, puedes hacerte un ídolo del trabajo, puedes hacerte un ídolo de la familia. Y nada te diferencia de aquel que va hincado tras un ídolo de yeso. Hermano, piensa en esto. Si por tener o hacer algo estás dispuesto a dejar de lado las cosas espirituales como la oración, la lectura de la palabra o guardar el día del Señor, eso se ha convertido en tu ídolo. Si se te hace cosa fácil dejar alguna de estas cosas por hacer otra, aquello se ha convertido en tu ídolo. Y esto va relacionado con el segundo pecado en nuestra lista, ya que una persona que es idólatra tarde o temprano terminará también en la brujería. Hermanos, no estoy exagerando. La palabra original para brujería es disculpenme, no hablo griego, no sé si esa es la pronunciación correcta. Pero de esta palabra, hermanos, viene la palabra, nuestra palabra farmacia. Esto quiere decir literalmente el uso de drogas. Antes, a las farmacias también se les llamaba droguerías. No sé si alguien llegó a escuchar que se les llamaba a las farmacias. Esto en sí no es malo, ya que es lo que hace un médico, recetar drogas que ayudan a tu salud. Sin embargo, también se relaciona con las pócimas usadas en la magia, una práctica común en el mundo antiguo. Muchas personas hermanos que practican la idolatría pronto buscan lavarse con agua de algunas hierbas. Mi abuela nos contaba que el agua bendita de la iglesia romana a la que ella asistía cuando era niña era la misma con la que habían lavado algún santo y la gente buscaba esa agua porque creían que era agua bendita. Cuando la fe, hermanos, en las pócimas, en la magia o en la brujería, reemplaza la confianza en Dios, eso es otra forma de idolatría también. Siguiente lista, pleitos. El tercer grupo, hermanos, comienza con enemistades. Nos da la idea de una persona que es hostil con sus semejantes. Esto es lo contrario, amar al prójimo como enseñó el Señor Jesucristo. Si alguien es hostil con los demás, o sea, es agresivo, es de mecha corta como decimos ahora, es de esperarse que vengan las riñas. Riñas también se traduce, hermanos, como discordias, pleitos, contenciones y rivalidades. Esto estaba ocurriendo en la iglesia de Galacia, donde se habían dividido entre los que querían seguir la ley y los que no. Esto había traído rivalidad, hermanos, pleitos dentro de la iglesia. ¡Qué vergüenza, hermanos, que la Iglesia de Dios sea famosa por los pleitos! ¡Qué vergüenza, hermanos, que haya demandas ante pues la autoridad civil entre los mismos hermanos! Algunos incluso han llegado a los golpes. Hace tiempo me contaron que en una iglesia estaba dividida en dos bandos y uno de ellos tomó la iglesia y a punta de pistola, hermanos, expulsó al otro bando de la congregación. Pregunta, ¿creen que eso es buen testimonio? ¿Creen que el amor de Dios estaba en ellos? ¿Creen que verdaderamente eran lo que decían ser hijos de Dios? Serán todo menos la iglesia del Señor. La siguiente palabra, hermanos, es celos. Celos es el deseo de tener lo que otro tiene. En la iglesia de Galacia puede que ese partidismo se nutriera de celo por ciertos líderes. Eso también pasaba en la iglesia de Corinto, ¿recuerdan cuando estudiamos en los primeros capítulos? Yo soy de Cefas, yo soy de Apolos, yo soy de Jesús. Eso siempre pues existe lamentablemente en las iglesias. Hay celos que son buenos, lo vimos en un sermón pasado, pero cuando el origen de ese celo es el egoísmo, ahí hay un peligro. Entonces, hermanos, donde hay enemistades, donde hay pleitos y donde hay celos, es común que también haya explosiones de ira. El original, hermanos, de esta palabra de ira, se refiere a explosiones de rabia, no a iras a largo plazo, sino a una rabieta o un berrinche que se enciende y se consume rápidamente. Por ejemplo, alguien podría decir, es que el hermano me contestó mal en la iglesia y eso me molestó y a mejor estoy buscando otra congregación. ¿Han conocido gente así? Son muy comunes hermanos dentro de la iglesia. Un pastor me contó hace tiempo que uno de sus miembros se había despedido, en lo que iba del año, se había despedido de él ya tres veces, porque ese hermano hacía berrinches por cada cosa que no le gustaba, y a los ocho días ya estaba en la iglesia otra vez. Debemos tener cuidado, hermanos, con esta actitud. ¿No sabemos hasta dónde llegaron los hermanos de Galacia con este problema que había, hermanos? Pero si Pablo está mencionando todo esto, es porque algo de esto pasó en la iglesia. Había pleitos, había berrinches, y provocó una disensión, una división entre las personas. La palabra disensión, hermanos, literalmente significa mantenerse aparte. Pablo notó que la iglesia se estaba separando en vez de unirse más en el Señor. Hermanos, es ahí donde conducen las enemistades, los pleitos, los celos y los arranques de ira, a que la iglesia se divida. Hay un dicho que dice, divide y vencerás. Es lo que el enemigo quiere, hermanos, iglesias divididas, porque ahí pues él va a poder hacer lo que él quiere. Nadie quiere ceder en una contienda, así que todo este pleito, hermanos, produjo divisiones en la iglesia y no cualquier clase de divisiones, sino que dentro de esas divisiones, hermanos, también se empieza a meter la herejía. Se produjo en la iglesia de Galacia un sectarismo donde ya no se predicaba la palabra de Dios, sino los pensamientos de hombres para justificar sus propias opiniones. Y terminamos con el último vicio de este grupo, envidia. Alguien llamó a la envidia la peor de todas las enfermedades humanas. El envidioso quiere quitarle al otro lo que posee, no porque desee ese algo, sino simplemente porque el otro lo tiene. Se disgusta por el bien ajeno y se enoja ante la buena suerte del prójimo. ¿Pero qué nos dice la palabra del Señor, hermanos? 1 Corintios 13-14 nos dice que el amor no tiene envidia. Pero mientras el hombre esté alejado de Dios, que es amor, no habrá conformidad y contentamiento. Por el contrario, habrá envidia y frustración. Nunca estará contento con lo que Dios le ha dado. Siempre estará viendo lo que tiene el vecino. Hermanos, prestemos atención a esto, porque todo lo que acabo de decir, hermanos, comienza en el hogar. Hace años una hermana en la iglesia decía, escuché que decía, no sé de dónde aprendió mi hija a decir malas palabras. ¿De dónde creen que lo aprendió, hermanos? Padres que me están escuchando, sí o sí son maestros para sus hijos. Ahora, ¿qué les estamos enseñando a nuestros hijos? En casa se aprenden envidias, en casa se aprenden celos, en casa se aprenden arranques de ira, riñas y enemistades. Escucha bien esto, tus hijos ven que te peleaste con el marido, tus hijos ven que te peleaste con el vecino, tus hijos ven que te peleaste con un hermano en la iglesia, con un cuñado y no le hablas, eso es también de tus hijos. No faltará quien diga, mi esposa es así, o la esposa que diga, todo eso lo tiene mi marido, él es así, o el humilde, si yo tengo algo de eso, pero mi esposa es peor, ella es la que pelea, ella es la que se enoja. No hermano, toma lo que te toca y trabaja en ti mismo, no te enfoques en el que está a tu lado, porque es fácil ver los defectos de otras personas, pero muy difícil ver los propios. Si él o ella quieren seguir en las obras de la carne, ese es asunto de esa persona, y cada día demostrarán más que no son hijos de Dios. Sin embargo, el Hijo de Dios escuchará esto, y va a meditar en esto, y lo llevará a tener una vida diferente. Siguiente lista. Borracheras. El cuarto grupo, hermanos, nos habla acerca de las borracheras. No tengo que hablar mucho de esto, porque todos sabemos lo dañina que es la embriaguez. La embriaguez hace perder el juicio, rebaja al hombre al nivel de las bestias. Vean lo que hace un borracho. ¿Pueden hablar bien? No pueden ni hablar, no pueden ni caminar. El alcohol hace que pierda toda credibilidad. La gente no se ríe con ellos, sino de ellos. provocan pena y vergüenza en las personas. ¿Confiaría usted un problema familiar a alguien que cada semana ven tirado de borracho en la banqueta, orinado y sucio? ¿Sería una persona de confianza? Claro que no. Pregúntenle al hermano Joel sobre los testimonios, el comportamiento de muchos que están en el anexo donde él va cada lunes. En verdad, dan tristeza hermanos, lo que hace el vicio en las personas. Si la borrachera ya es un desenfreno en sí, hermanos, ahora también se nos habla de las orgías. Esta palabra se refiere más al exceso de alcohol, más que al tema sexual. La Biblia nos dice que el alcoholismo es un pecado, no una enfermedad como lo hace ver el mundo hoy en día. El original de esta palabra, orgía, describe a los grupos que eran devotos de Baco, el dios del vino. Primera Corintios 6.10 También nos dice que los borrachos no heredarán el reino de Dios. Pablo termina diciendo y cosas como estas, indicando que hay más pecados, hermanos, que son obras de la carne. Esta lista del apóstol, hermanos, entonces no pretende ser exhaustiva, solo menciona los pecados más importantes o los pecados más comunes. Ya son casi 2.000 años desde que se escribió esta carta. Díganme, ¿qué ha cambiado de todo esto? ¿Hay un pecado que podamos decir, es que ese pecado era de los tiempos de los hermanos de Galacia hace 2.000 años? Ahorita ese pecado ya no existe. ¿Alguno de la lista hermanos que acabamos de decir ha dejado de existir? Parece que Pablo escribió esta carta ayer viendo nuestro contexto, hermanos. Es impresionante cómo todos estos vicios siguen latentes en la vida del ser humano. El ser humano no los ha superado ni los va a superar. Pablo deja muy claro que quienes se entregan a estas cosas, a estas prácticas, no heredarán el reino de Dios. Quien practica todo esto hermanos demuestra que no es hijo de Dios, no ha sido transformado, no es libre, sigue siendo esclavo del pecado, sigue siendo dominado por ese pecado, por ese vicio. Esto junto con otras partes de la Biblia Hecha por tierra la doctrina del cristiano carnal que abunda en muchas iglesias y que tanto he hablado de esta doctrina. Que dice esta doctrina que los que ya aceptaron a Cristo como su salvador, pero les falta aceptarlo como su señor. Por eso, ya son salvos, pero pueden seguir tomando en fornicación, en adulterio. Ah, es que son salvos, pero son carnales, falta que acepten a Dios como su Señor. Falta que acepten a Cristo, perdón, como su Señor. Es una mentira hermanos, no es así. Cuando nos arrepentimos y creemos en Cristo como nuestro Salvador, lo aceptamos como nuestro Salvador y también lo aceptamos como nuestro Señor para hacer lo que Él demanda de nosotros. Ahora hermano, no me lo tiene que decir, no tiene que mover la cabeza en señal de aceptación, Pero sé que usted ha cometido alguno de estos vicios. Pero vea lo que dice a continuación el texto. Como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Muchos de nosotros hemos caído en alguno de estos pecados. Pero cuando se refiere, hermanos, a los que practican, escuche bien esto, se refiere a aquellos que habitualmente se involucran en las actividades listadas anteriormente. Aquí practicar implica un compromiso continuo o repetitivo con esos comportamientos negativos. ¿Sí se entiende esta parte? O sea que... personas que practican estas cosas solamente están pensando en eso solamente están pensando en inmoralidad, en embriaguez llega el lunes están mal por todo ese fin de semana de exceso y dicen ya no lo vuelvo a hacer y llega el próximo fin de semana y ahí están otra vez y están pensando en la siguiente esos hombres practican esas cosas viven para esas cosas Si lo vemos de esta manera hermanos, el cristiano no practica el pecado, llega a caer pero se levanta, cuando cae no está tranquilo, de hecho ya ni puede disfrutar el pecado, ya no lo disfruta porque ya tiene una nueva naturaleza, pero a veces por descuido llega a caer. puede caer en arranques de ira, puede caer en celos, puede caer en pleitos, aún en fornicación y adulterio, pero no es su intención cometerlos, caerá por descuido y no se sentirá a gusto ahí. Como ha dicho alguien, las ovejas caen en el lodo, pero los cerdos se revuelcan en él. Y nosotros somos ovejas del Señor. Caemos en el lodo, pero el Señor, nuestro pastor, nos saca de ese lodo cenegoso. La carne es débil, hermanos, pero esto no es una justificación para pecar como muchos la tienen. ¿Qué cayó en tal pecado? Es que la carne es débil. No, hermanos, no es una justificación para pecar, no es una licencia para pecar, sino una advertencia para que estemos alertas. Tu carne es débil. Cuida tu vida porque tu carne es débil. Debemos cuidar nuestro testimonio y esto no es ser legalista. Recuerden que los paganos, hermanos, no leen la Biblia. ¿Quiénes son los que leen la Biblia? Los cristianos, los hijos de Dios, entonces los paganos, ¿qué leen? Cristianos. Y si tu testimonio no va conforme a la palabra, hermanos, estarás dando un muy mal testimonio para la iglesia. Ahora vamos a ver el contraste de esto. Algo que sí practica el hombre que anda según el espíritu. Vamos a ver, hermanos, los frutos del Espíritu. Me gusta mucho esta palabra, hermanos, que usa Pablo. Noten que no dice las obras del Espíritu. ¿Ustedes se dieron cuenta de eso? Dice las obras de la carne, pero ahora dice los frutos del Espíritu. Y me gusta esto, hermanos, porque el fruto es algo espontáneo, es algo natural, es algo orgánico. No dejamos de lado la responsabilidad humana, pero sin el Espíritu, por mucho que el hombre se esfuerce, no podría lograrlo. Es el Espíritu obrando en el cristiano. Es la obra del Espíritu hermanos actuando en nosotros lo que nos hace, perdón, lo que nos lleva a ser activos. El deseo de hacer algo por el Señor es natural, libre y voluntario debido a la nueva vida que tenemos en Él, pues ya no estamos bajo esclavitud. Hay una historia, hermanos, que contó el hermano Paco Orozco en una de sus predicaciones, que ilustra muy bien esto y se las quiero compartir, y dice, había una mujer que se casó con un hombre que era muy malo, quien la trataba muy mal. Este hombre malo todos los días le dejaba a esta mujer una lista con todas las tareas que debía cumplir antes de que llegara este esposo malo. Y si no las hacía, este hombre la castigaba, la golpeaba. Así vivió por muchos años hasta que un día ese esposo malo murió. Entonces ella, esta mujer, se volvió a casar y su nuevo marido era todo lo contrario al anterior. La trataba muy bien, era atento con ella y esta mujer vivía tranquila y feliz con él. Un día, mientras esta mujer limpiaba su casa, dice que encontró una de las listas de tareas que le dejaba su primer esposo. Se dio cuenta, al ver esa lista, hermanos, se dio cuenta que ahora ella estaba haciendo todas estas tareas para su nuevo esposo. barrer la casa, lavar la ropa, cocinar, todo lo que decía el primer esposo, ella la seguía haciendo con este nuevo esposo. Pero lo hacía ahora con una actitud diferente. Lo hacía ahora por amor a ese esposo. Los cristianos, hermanos, hemos sido liberados de la maldición de la ley. ¿Recuerdan? Lo que hemos aprendido, si no cumplías los mandamientos de la ley, ¿qué venía sobre ti? Castigo. Aquel que cometía adulterio, muerte a pedreado o moría a pedreado. Aquel que cometía homicidio, tenía que morir igual. Los cristianos, hermanos, repito esto, hemos sido liberados de la maldición de la ley, pero ahora, hermanos, que somos libres, no estamos sin ley. Esta ley ahora surge naturalmente del corazón nuevo que tiene cada cristiano. Como ahora ustedes libre, ahora puede, ahora adultera, hermano. Ya no hay una ley que diga que si cometes adulterio vas a morir apedreado. Pero ahora, hermanos, naturalmente nos nace no cometer adulterio, no robar, abstenerse de muchas cosas por amor a Dios. Ahora obedecemos la ley, hermanos, no como antes la obedecían por miedo al castigo, sino que ahora la obedecemos por amor a nuestro Dios. Si notas esa diferencia, hermanos, Y esto, hermanos, ha sido por la obra de Cristo. Cristo nos ha hecho libres, Cristo nos ha salvado y toda la honra y la gloria, hermanos, sea para Él. Así como dividimos la lista anterior, hermanos, dividiremos esta lista de nueve frutos en tres partes. El primer grupo Estaría refiriéndose a las cualidades espirituales más básicas que son amor, gozo y paz. El segundo grupo describe cómo nos debemos relacionar con nuestros semejantes, sean cristianos o no, que son paciencia, bondad, benignidad. Y en el tercer grupo vemos la vida cristiana, fidelidad a Dios, mansedumbre hacia los demás y dominio propio. Se ha dividido de esta manera, hermanos, a beneficio de la enseñanza, y no pretendo decir que esto sea una división estricta o exacta, simplemente para que podamos dar la predicación en esta hora. Bien, vayamos al primer grupo. Y el que encabeza todo es el amor. La palabra que se usa en el Nuevo Testamento para amor es la palabra griega agape, que significa una bondad sin límites. Esto quiere decir que sin importar los insultos, ofensas o humillaciones que recibimos, debemos procurar siempre lo mejor para esa persona. No podemos lograr esto con nuestras propias fuerzas, hermanos. Esto es imposible. ya que sólo crearíamos más odio y enemistad. Esto sólo es posible con la ayuda de Dios, quien obra en nosotros y nos ha dado la muestra más grande de amor. En la cruz del Calvario, hermanos, Jesús no pensó mal contra quienes le daban muerte. Por el contrario, ¿qué dijo? Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Alguien que es guiado por el Espíritu de Dios ama de esta manera. No solamente dice, yo te amo, hermanos, el amor son hechos, no palabras. ¿Hay otro dicho que dice las palabras? Se las lleva el viento. El amor, hermanos, son obras, son hechos. Y cuando el amor, hermanos, está presente en la vida del cristiano, el gozo no puede estar muy lejos. Romanos 13, 10 dice que el amor es el cumplimiento de la ley. Y Salmos 119, 174 dice, anhelo tu salvación, Señor, y tu ley es mi deleite. Está hablando de gozo ahí. Este gozo, hermanos, no lo producen las cosas materiales, ni alcanzar cierto estatus. Este gozo se fundamenta en Dios cuando, como hombres y mujeres redimidos, obramos de la manera que Él pide. Si no estás obedeciendo a Dios, hermanos, olvídate de tener ese gozo. Y con el gozo que viene también, la paz. Salmos 119, 165 dice, mucha paz tienen los que aman tu ley. Esta paz, hermanos, es la calma que tienen aquellos que han sido justificados, aquellos cuyos pecados han sido perdonados. El significado de esta palabra no sólo evoca a la ausencia de problemas y de guerra, sino a la tranquilidad que se deriva de la fe en que todo está en las manos de Dios, aún estando en medio de problemas y de guerra. Y esta palabra nos lleva al segundo grupo, que nos habla de la relación que tenemos con nuestros semejantes. Ya que no solo tenemos paz con Dios, sino también con los hombres. No me refiero a que ya no habrá discordias con los enemigos de la fe. Esos siempre las tendremos, hermanos. Siempre habrá persecución. Pero que ellos sean los que anden en conflicto con nosotros. Que sean ellos los que busquen esos pleitos, no nosotros. De nuestro lado, siempre debe haber apertura para la paz, para la reconciliación. El primer fruto que vemos en este segundo grupo, hermanos, es la paciencia. No se refiere, hermanos, en primera instancia a ser paciente con las cosas, sino con las personas. Así como el Señor es lento para la ira, es decir, es paciente, de otra forma ya hubiéramos sido destruidos. De esa manera que Dios es paciente, hermanos, el cristiano debe reflejar esa actitud amable, debe reflejar esa actitud perdonadora y paciente que tanto hemos experimentado de parte de Dios. Los gálatas necesitaban paciencia y nosotros también la necesitamos porque somos rápidos para juzgar, somos rápidos para enojarnos por no entender a los demás. Si eres impaciente, escucha esto, no andas en el espíritu, así de fácil. De la mano con este fruto viene benignidad, otros la traducen como amabilidad, Esta palabra en el original también aparece en Mateo, capítulo 11, verso 30, cuando dice, dice el Señor Jesucristo que su yugo es fácil, o sea, su yugo es bueno, su yugo es amable, no hace daño. Tenemos en la Biblia información basta acerca de la benignidad de Dios y se nos manda a seguir esa misma línea, se nos manda a ser benignos. La siguiente virtud que tenemos es bondad. Se parece mucho a la anterior, hermanos, pero no sólo se encarga de ayudar, sino también de reprender y disciplinar. Esa es otra forma de ayudar también, que no nos gusta mucho, pero que es necesaria para nuestra vida. Salmo 141.5 dice, que el justo me castigue será un favor y que me reprenda será un excelente bálsamo. Los cristianos necesitamos esa bondad que es al mismo tiempo amable y fuerte, como el Señor Jesucristo, hermanos, que era bondad, era toda bondad, toda bondad, pero mostraba carácter cuando era necesario. ¿Se acuerdan cuando echó fuera a los que habían convertido el templo en un mercado? Ahí sacó el carácter el Señor. Tercer grupo. Terminamos, hermanos, con estas tres cualidades que engloban la vida cristiana. Primero está la fidelidad. La reina Valera la tradujo como fe, si lo pueden ver ahí en sus Biblias, pero siguiendo el contexto es mejor, hermanos, fidelidad o lealtad. Pregunta, ¿a quién es el primero al que le debemos fidelidad? ¿A quién? A Dios y a su voluntad. ¿Cómo demostramos que somos fieles a Dios? Siendo fieles a nuestro jefe en el trabajo, por ejemplo. Siendo fieles a nuestra iglesia, a nuestro pastor, al gobierno. Ahora, hermanos, no es una fidelidad ciega. No es decir, no importa lo que haga el pastor, yo siempre lo voy a seguir. No es así. ¿O yo con mi candidato hasta la muerte? No. Debemos ser fieles primeramente al Señor. Cuando nuestro jefe nos lleve a alterar facturas, cuando nuestro pastor se desvía hacia la herejía, y cuando los gobernantes se inclinan al pecado, entonces no les debemos lealtad. ya que al primero al que le debemos lealtad es a Dios, porque es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. La siguiente virtud, hermanos, sí está muy dirigida hacia nuestra relación con los hombres y es mansedumbre. La mansedumbre es lo opuesto a la violencia y a los arranques de ira que vimos hace un momento. Esta palabra, hermanos, en el original y también en nuestra traducción, se usa para referirse a un animal domesticado que obedece y es fácil de dominar por su amo. El orgullo nos hará ver que la mansedumbre es una muestra de debilidad. Pero la Biblia nos enseña, hermanos, que el Señor Jesús era manso y humilde de corazón. Y la última virtud que tenemos es dominio propio. El dominio propio, hermanos, es el poder de contenerse a sí mismo. ¿Se escucha fácil? Pero, hermanos, es algo muy, muy difícil y se los digo por experiencia. En otras palabras, estamos hablando de autocontrol. Esto es totalmente contrario a las obras de la carne, como inmoralidad, indecencia e impureza. Una persona con dominio propio puede someter todo pensamiento y acción a la voluntad y obediencia a Cristo. Voy a poner un ejemplo. ¿Cuántos de nosotros, hermanos, no hemos pasado por situaciones donde alguien nos hace algo y quisiéramos no enojarnos porque sabemos que vamos a incendiar un bosque con nuestra reacción, pero terminamos sacando ese coraje dentro de nosotros? ¿No les ha pasado algo así? Que quisieran ustedes contenerse, pero no pueden y sacan todo y se hace el problema más grande de lo que ya está. Todo esto, hermanos, por no tener dominio propio. Y después, ahí andamos con nuestra carga de conciencia diciendo, perdóname porque lo que hice no fue correcto. Está bien que pidas perdón, pero ¿no hubiera sido mejor que te hubieras controlado desde el principio? Yo creo que hubiera sido mejor, ¿no? Continúa diciendo la escritura, contra tales cosas no hay ley. Como hemos visto, hermanos, los que son guiados por el Espíritu no necesitan la ley, no están bajo la ley, porque el Espíritu de Cristo produce en ellos todas las cualidades que las antiguas ordenanzas exigían. Debemos acercarnos a Cristo cada día para que por medio de su Espíritu seamos transformados. La ley no puede cambiar a las personas, pero el Señor transforma vidas y somos ejemplo de eso. Como dice a continuación el texto, todos los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Eso, hermano, es andar en el Espíritu. Vivimos en Él desde que fuimos salvos. Ahora debemos andar en el Espíritu y Pablo nos ha mostrado el camino. Si usted puso atención a la predicación, ahora sabe lo que es andar en el Espíritu y qué es no andar en el Espíritu, andar en las obras de la cara. Que el Espíritu dirija nuestros pasos para que cada día, hermanos, seamos formados a la imagen perfecta de Cristo Jesús. Y termino, hermanos, con esta aplicación final. A muchos de nosotros nos cuesta orar. ¿A cuántos de aquí se les hace fácil orar? Es difícil a veces, ¿no? Tener algo que decir en la oración. A veces nos faltan palabras. Hermanos, aquí tenemos dos listas grandes para acercarnos al Señor y pedirle que nos ayude a dejar de proveer para la carne y que podamos dar cada día los frutos del Espíritu. ¡Ore esto! Aquí tiene, hermanos, pues varias razones para acercarse a Dios y orar. Priorice esto en su oración y diga, Señor, reconozco que tengo todo lo negativo que el hermano predicó, arranques de ira, soy dado a buscar pleitos, tengo envidia de ciertas personas, soy impaciente, vivo en pleitos con un vecino o familiar desde hace años y no he hecho nada para arreglarlo. ¡Cree en mí un nuevo corazón que te ame a ti y que ame a mis semejantes! ¡Vuélveme al gozo de mi salvación! ¡Quiero tener la paz que emana de ti! Ora de esta manera el Señor, hermano. No me puede decir ahora que no tiene por qué orar. Que esto, dice Pablo, no nos lleve a ser orgullosos al final. Porque tanto peca el que es inmoral, el que se aira, el que causa discordia, como el que se jacta de nunca haber cometido inmoralidad, de no airarse y de nunca causar discordia. Seamos humildes, hermanos, para no provocar a nuestros hermanos y dar un testimonio que glorifique verdaderamente el nombre del Señor. Que así sea, hermanos. Vamos a hablar al Señor. Padre nuestro que estás en el cielo, te damos gracias Padre por esta palabra que nos da Señor. Gracias Señor porque tú no nos dejas solos Padre y nos has mostrado ahora Señor lo que te desagrada a Dios eterno. Lo hemos escuchado, Padre. Ayúdanos, pues, a retenerlo, Señor. Examinar nuestra vida y sacar de ella, Señor, todo aquello que, pues, solamente es de la carne, Padre. Que podamos dar en nuestra vida, Señor, esos frutos que hemos leído, Padre. Esos frutos del Espíritu, Padre, que tanto necesitamos, Señor. Ayúdanos, Señor, a dar, pues, este testimonio, Señor, que engrandezca Tu precioso nombre. Te pedimos todo esto, Dios eterno, en el nombre de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Amén y Amén.
Andando en el Espíritu
Series Gálatas
Pablo nos enseña cuáles son las obras de la carne y cuál es el fruto del Espíritu. Esto es importante para saber si realmente estamos siendo guiados por el Espíritu Santo.
Sermon ID | 81724229306099 |
Duration | 48:59 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Galatians 5:19-26 |
Language | Spanish |
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