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Muy buenos días hermanos y amigos,
que Dios nos bendiga en este hermoso día que el Señor nos
regala. Pues estamos aquí una vez más en este tiempo de lectura,
de meditación y oración. Hoy nos corresponde leer el Libro
de los Salmos. Estamos ya en el Salmo 90, así
que vamos a leer el Salmo 90, el 91 y el 92. Tres Salmos. Así que yo le invito, por favor,
a que me acompañe en la lectura de esta mañana. Comenzamos con
el Salmo 90, que lleva por título, Libro IV, La Eternidad de Dios
y lo Transitorio del Hombre. Oración de Moisés, Hombre de
Dios. Señor, tú has sido un refugio
para nosotros de generación en generación. Antes que los montes
fueran engendrados y nacieran la tierra y el mundo, desde la
eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios. Haces que el hombre
vuelva a ser polvo y dices, vuelvan hijos de los hombres. Porque
mil años ante tus ojos son como el día de ayer que ya pasó y
como una vigilia de la noche. Tú los has barrido como un torrente,
son como un sueño. Son como la hierba que por la
mañana reverdece, por la mañana florece y reverdece, al atardecer
se marchita y se seca. Porque hemos sido consumidos
con tu ira, y por tu furor hemos sido conturbados. Has puesto
nuestras iniquidades delante de ti, nuestros pecados secretos
a la luz de tu presencia. Porque por tu furor han declinado
todos nuestros días, acabamos nuestros años como un suspiro. Los días de nuestra vida llegan
a ser setenta años, y en caso de mayor vigor, a ochenta años.
Con todo, su orgullo es sólo trabajo y pesar, porque pronto
pasa y volamos. ¿Quién conoce el poder de tu
ira y tu furor conforme al temor que se debe a ti? Enséñanos a
contar de tal modo nuestros días que traigamos al corazón sabiduría. Vuelve, Señor, ¿hasta cuándo? y compadécete de tus siervos. Sáceanos por la mañana con tu
misericordia, y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos
nuestros días. Alégranos conforme a los días
que nos afligiste y a los años en que vimos adversidad. Sea
manifestada tu obra a tus siervos y tu majestad a sus hijos, y
sea la gracia del Señor nuestro Dios sobre nosotros. Confirma,
pues, sobre nosotros la obra de nuestras manos. Sí, la obra
de nuestras manos confirma. Capítulo noventa y uno. Seguridad
del que confía en el Señor. El que habita el amparo del Altísimo
morará a la sombra del Onipotente. Diré yo al Señor, refugio mío
y fortaleza mía, mi Dios en quien confío. porque él te libra del
lazo del cazador y de la pestilencia mortal, con sus plumas te cubre
y bajo sus alas hayas refugio, escudo y baluarte es su fidelidad. No temerás el terror de la noche,
ni la flecha que vuela de día, ni la pestilencia que anda en
tinieblas, ni la destrucción que hace estragos en medio del
día. Aunque caigan mil a tu lado y
diez mil a tu diestra, a ti no se acercará. Con sus ojos mirarás
y verás la paga de los impíos. porque has puesto al Señor, que
es mi refugio, al Altísimo por tu habitación. No te sucederá
ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada, pues Él dará órdenes
a Sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos. En sus manos te llevarán para
que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y la cobra pisarás,
pisotearás al cachorro de león y a la serpiente. porque en mí
ha puesto su amor, yo entonces lo libraré, lo exaltaré porque
ha conocido mi nombre, me invocará y le responderé, yo estaré con
él en la angustia, lo rescataré y lo honraré, lo saciaré de larga
vida y le haré ver mi salvación. Capítulo noventa y dos. Alabanza
por la bondad del Señor. Salmo. Cántico para el día de
reposo. Bueno es dar gracias al Señor
y cantar alabanzas a tu nombre, oh Altísimo, anunciar por la
mañana tu bondad y tu fidelidad por las noches, con la u de diez
cuerdas y con el arpa, con la música sonora de la lira. Porque
tú, oh Señor, me has alegrado con tus obras, cantaré con gozo
ante las obras de tus manos. ¡Qué grandes son tus obras, oh
Señor! ¡Cuán profundos tus pensamientos! El hombre torpe no tiene conocimiento,
y el necio no entiende esto. Y cuando los impíos brotaron
como la hierba, y florecieron todos los que hacían iniquidad,
sólo fue para ser destruidos para siempre. Pero tú, oh Señor,
excelso eres eternamente. Porque tus enemigos, Señor, porque
tus enemigos perecerán, serán esparcidos todos los que hacen
iniquidad. Pero Tú has exaltado mi poder
como el del búfalo, he sido ungido con aceite fresco. Mis ojos satisfechos
han mirado a los que me acechaban, y oyen mis oídos de los malichores
que se levantan contra mí. El justo florecerá como la palma,
crecerá como cedro en el líbano. Plantados en la casa del Señor,
florecerán en los atrios de nuestro Dios. Aún en la vejez darán fruto,
estarán vigorosos y muy verdes para anunciar cuán recto es el
Señor. Él es mi roca y que en Él no
hay injusticia. Esta ha sido la lectura del día
de hoy. Libro de los Salmos, sus capítulos
90 al 92. Yo le invito a que consideremos
los que son los pensamientos para el culto personal y familiar
correspondientes a estos tres Salmos. Así que comencemos leyendo
primero los pensamientos del Salmo 90. Nos dice así, la muerte no es
un acontecimiento natural al cual deberíamos resignarnos,
sino una señal de la ira de Dios sobre la raza humana por nuestros
pecados. Aunque preferiríamos no pensar
en ello, obtenemos mucha sabiduría pensando en la brevedad de la
vida, la seguridad de la muerte y la eternidad del Dios que gobierna
la vida y la muerte. La realidad de la muerte siempre
destapa nuestras pretensiones de orgullo e independencia y
nos recuerda acerca del poder absoluto de Dios sobre nosotros
y su ira contra el pecado. ¿Cómo debería humillarnos estas
verdades? ¿Cómo deberían humillarnos estas
verdades que acabamos de leer? La realidad de la muerte también
nos mueve a encontrar una morada en Dios que durará más que esta
vida. Este mundo pierde su encanto
cuando lo vemos como una morada temporal, pero Dios es eterno. Esta es la gran sabiduría que
nos dio por medio del Evangelio para que confiásemos en el Señor
Jesucristo para vida eterna. Como dice 2 Timoteo 3.15 Ora,
que Dios tenga misericordia de ti por tus pecados. Pon tu gozo
y satisfacción eternas en su amor y su obra en ti, para que
tus obras tengan un valor duradero. Ora por eso. Leemos los pensamientos correspondientes
al capítulo 91. El pueblo de Dios ha amado este
Salmo por mucho tiempo como una promesa de la presencia protectora
de Dios. No debería ser interpretado como
diciendo que ningún daño puede venir a los creyentes, claro
está, como dice ahí el verso 10, sino más bien que Dios obrará
todas las cosas para el bien de los que lo aman, haciéndolos
más que vencedores sobre Satanás y este mundo impío, como nos
dice Romanos 8, 28 y 37. Ordinariamente, Dios responde
a las oraciones de los creyentes sosteniéndolos en los problemas,
luego rescatándolos de los problemas y finalmente dándoles la gloria
y la vida eterna, como podemos ver en el verso 15 y 16 de este
Salmo 91. ¿Qué nos enseñan las imágenes
de este Salmo sobre confiar en el Señor, como lo vemos ahí en
los versos 1 al 4? ¿Qué usted puede aprender de
eso? Satanás abusó de esta escritura al tentar a Cristo en un intento
por hacer que Jesús pusiera a prueba a Dios de una manera extraordinaria,
saltando del templo para que los ángeles lo llevaran abajo.
Esa es la tentación que nosotros vemos en Lucas capítulo 4, verso
9 en adelante, que también es una tergiversación de parte de
Satanás de los versos 11 y 12 que encontramos en este salmo
91. El diablo omitió las palabras
en todos tus caminos, quizá porque implicaban confianza en la providencia
ordinaria de Dios sobre todos los aspectos de nuestra vida,
sin forzar su mano para que realice algún espectáculo extraordinario.
Cristo se negó a poner a prueba la protección angélica prometida,
y entonces vinieron ángeles y cuidaron de las necesidades ordinarias
de su debilidad humana, como también lo vemos en Mateo 4.11. ¿Qué lecciones podemos aprender
de Cristo sobre cómo deberíamos y cómo no deberíamos usar las
promesas de protección de Dios? ¿Qué lecciones podemos aprender
de Cristo sobre cómo deberíamos y cómo no deberíamos usar las
promesas de protección de Dios? Y por último, mis hermanos, tenemos
el Salmo 92. Los pensamientos correspondientes
a este Salmo 92. Nos dicen así. Como implica el título de este
Salmo, se nos enseña sobre cómo guardar el Día del Señor. El
domingo es un día dedicado al culto público en la casa de Dios
para adorarlo por quien Él es y por lo que Él ha hecho. deberíamos
cantar alabanzas a la mañana y en la noche, lo más que podamos. La vida puede ser dura cuando
estamos rodeados de impíos, pero el día del Señor nos ofrece una
oportunidad única para renovar nuestra perspectiva por fe en
las promesas de la soberanía de Dios, el juicio del impío
y la bendición sobre los creyentes. De esta manera, la predicación
de la palabra es central en este día. Adorando en la presencia
de Dios, el pueblo de Dios florece y crece como los árboles. Incluso
en su edad avanzada se renuevan en fortaleza y declaran la justicia
de Dios para que otros lo escuchen. En efecto, el domingo es un día
bendito. ¿Cómo te invita este Salmo a
cambiar la manera en que pasas tus domingos? Debería de llevarnos,
¿verdad?, a reflexionar seriamente este Salmo 92 acerca de cómo
pasamos los domingos, qué tan obedientes somos al Señor en
cuanto al día de reposo, el día de reposo cristiano y es una
pregunta que usted debe de hacer si usted debe de responderse
y debe de tomar cartas en el asunto por si está algo andando
mal en su vida entonces usted pueda arreglarlo con la ayuda
del Señor arreglar las cosas para que puedan caminar bien
conforme a su palabra, la palabra del Señor pero mientras eso llega
y usted analiza esto yo quiero invitarle a que me acompañe en
oración Consideremos junto en oración lo que hemos aprendido
de estos tres salmos y pidámosle al Señor esa fortaleza para poder
emendar en nuestras vidas cualquier cosa que no esté andando bien
y que a través de lo que hemos leído y meditado pues se nos
ha revelado y así al revelárselos pues entonces podemos comenzar
a trabajar en ello. Oremos al Señor. Padre bueno
y Dios, tú que moras en las alturas de los cielos, esa mañana nosotros
alabamos y bendecimos tu nombre. Gracias te damos, Señor. Gracias,
Padre, por esta bella oportunidad que tú nos estás dando de nosotros
poder todos los días ir a tu palabra, tener este tiempo de
oración. Oh, Señor, suplicándote de que
no sea únicamente el tiempo que dediquemos a ti, esta porción
del día, sino que real y efectivamente como nosotros veíamos en el sermón
del domingo, pues nos alimentemos constantemente de tu palabra,
anhelemos ser nutridos de tu palabra, anhelemos tener esa
comunión contigo, todos los días en oración, Señor, y que así
real y efectivamente podamos ofrecernos a Ti en sacrificio
vivo, en sacrificio santo, agradable delante de Ti, Padre. Fortalece
nuestras vidas, Señor, y no permita, oh Dios, que nosotros nos dejemos
arrastrar por la corriente de este mundo, que cada día se muestra
más indiferente a las cosas Tuyas. suplicándote que tú traigas ese
avivamiento a través de tu palabra. Oh Señor, también leíamos en
el libro de los reyes como ese avivamiento llegó sobre la nación
de Israel cuando el libro de la ley fue encontrado y el rey
Josías ordenó que se humillara tu pueblo y se reinstauraran
aquellas fiestas que habían sido abandonadas, que habían sido
dejadas de lado, Señor. Pues así mismo yo te pido, Padre,
que a través de estas lecturas tú puedas traer este, tú traigas
este avivamiento a nuestras vidas, a nuestros corazones, a nuestra
iglesia, Señor. Oh Dios, y que ya dejemos de
ser niños fluctuantes, personas inmaduras, o peor aún, personas
que aún no te han conocido, Señor. Que se mantienen asistiendo a
una iglesia sin haber el más mínimo cambio en su ser, Señor.
No permita que esto ocurra en tu iglesia, en tu pueblo, en
esta iglesia local, Señor. Padre te suplicamos que nosotros
podamos tener en alta estima el consagrar a ti este día Señor,
el día domingo, un día de siete Padre para ser fortalecido, para
ser animado, para ser estimulado al amor a las buenas obras y
que esto se manifieste entonces en esa transformación que va
buscando darte a ti la gloria y la honra en el día a día, en
nuestros trabajos, en nuestras ocupaciones regulares, en los
oficios regulares, en los estudios, lo que sea Dios, cualquiera que
sea la condición en la cual nosotros estemos, que allí podamos buscar
darte a ti la gloria y la honra que tú te mereces, que real y
efectivamente seamos sal, seamos luz del mundo Señor, el rostro
de Cristo sea formado en nuestro ser Señor, y así demos gloria
a tu nombre siempre, Padre. Estamos en tus manos, Señor.
Gracias, Padre. Gracias, Padre, por este tiempo
de lectura. Esto te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús,
nuestro Señor y Salvador. Amén y Amén. Muy bien, mis hermanos, ha sido
todo por el día de hoy. Que Dios los bendiga, que Dios
los guarde. Y como siempre le he dicho, Pues,
si usted tiene alguna pregunta, algo que no ha entendido durante
estas lecturas, pues acérquese a mí con toda confianza. Y me
dice, no tiene que ser la lectura de hoy, puede ser la lectura
de ayer, antes de ayer, la de hace un mes, que usted dirá,
ay, pero a mí se me olvidó preguntar al pastor, ya hace como dos meses
de eso, que yo vi eso y no lo entendí. Pues todavía usted está
a tiempo. Usted todavía está a tiempo, porque mientras estemos
en esta tierra, y el Señor nos conceda el poder seguir con esta
transmisión, pues, ahí es que usted tiene que aprovecharlo,
no lo deje para cuando sea muy tarde. Así que espero oír sus
opiniones y también sus inquietudes. Que Dios les bendiga, que Dios
les guarde y nos veremos mañana si Dios quiere.
214-(Salmo 90-92): tiempo de lectura, meditación y oración
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| Sermon ID | 81221919546157 |
| Duration | 18:51 |
| Date | |
| Category | Devotional |
| Bible Text | Psalm 90 |
| Language | Spanish |
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