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Buenos días, hermanos. Hoy nos toca seguir con nuestro estudio de Elías, el tisbita. Llevamos ya siete domingos estudiando la vida de Elías, las lecciones que Dios nos da por medio de lo que hizo en su vida, en la vida de su siervo. Este es el estudio número ocho, le pusimos por título el enebro. Así que vamos a ir a primera de reyes nuevamente y vamos a retomar la historia donde la dejamos leyendo en el capítulo diecinueve primera de reyes diecinueve versículo uno obtienen dice acá informó a Jezabel de todo lo que Elías había hecho y de cómo había matado a Espada a todos los profetas. Entonces Jezabel envió un mensajero a Elías diciendo, así me hagan los dioses y aún me añadan si mañana a estas horas yo no he hecho de tu vida como la vida de uno de ellos. Entonces él tuvo miedo. y se levantó y huyó para salvar su vida. Así llegó a Bersebá, que pertenece a Judá, dejó ahí a su criado y él se fue un día de camino por el desierto. Luego vino y se sentó debajo de un enebro y ansiando morirse dijo, Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, porque yo no soy mejor que mis padres. Vamos a hablar. Señor, te damos gracias nuevamente este día, gracias por tu palabra, porque Cada situación en la vida está claramente trazada ahí. Y obtenemos de Tu Palabra una respuesta a todo, Señor. Te pedimos que hagas una aplicación especial a cada corazón el día de hoy. Que apliques Tu Palabra por medio del Espíritu Santo. que ayudes al que va a hablar, señor. Si tú no nos ayudas, nada va a pasar. Yo voy a hablar humanamente, pero sin tu ayuda, sin tu poder, nada sucederá. Señor, haz lo que tú has designado con tu palabra el día de hoy. Guíanos, ayúdanos. Te pedimos por el hermano Tomás, que está En Ecatepec te pedimos que sigas bendiciendo la obra en ese lugar. Te pedimos por todas nuestras misiones hermanas, Señor, que tu nombre sea engrandecido en México el día de hoy y que sigas obrando en las almas y salvando a tus elegidos. Ayúdanos a entender, Señor, lo que hiciste con tu siervo, Elías. Y por todo esto te damos gracias, en el nombre de Cristo Jesús. Amén. Bueno, pues recordando brevemente dónde estamos en la historia de Elías. Acaba de consumarse la gran victoria que Elías llevaba tantos años esperando. Seguramente antes de la sequía, antes de Primera de Reyes 17.1, cuando Elías enfrenta al rey, él ya llevaba tiempo, probablemente años, orando por la nación de Israel, probablemente años, predicándoles. La nación se había separado de Judá en contra de la voluntad de Dios, habían abandonado su pacto con él, que hizo con ellos en el Sinaí. Ahora eran una nación idólatra. una nación rebelde que practicaba la adoración a Baal bajo el liderazgo de un rey y una reina despiadados. Así que Elías llevaba años esperando el día en que eso se acabara, esperando el día en que Dios regresara a Israel de su idolatría. Simplemente en lo que hemos visto desde el capítulo diecisiete hasta donde estamos ahora ya van tres años. ya van tres años de lucha para Elías. Durante esos tres años, Elías tuvo que esconderse del rey, está en el arroyo, luego se va a Sidón con una viuda, y por fin llega el día de confrontar la idolatría en el Monte Carmelo. En el Monte Carmelo ya sabemos qué pasó. Dios dio una gran victoria, derrotó a los profetas de Baal, mostró que Él es el Dios verdadero. El pueblo reconoció que Jehová es el Dios, Jehová es el Dios. Después Elías oró y regresó la lluvia, se acabó la sequía y por fin corrió delante del Rey hasta Jezreel. Y aquí es donde retomamos la historia el día de hoy. Vamos a seguir de manera expositiva, versículo por versículo, comenzando en el capítulo 19. Acab va llegando de vuelta al Palacio Real y dice la palabra que Acab informó a Jezabel de todo lo que Elías había hecho. Vean lo que dice aquí. Acab no le dijo a Jezabel lo que había hecho Dios, Le dijo lo que había hecho Elías. Elías podía traer fuego del cielo. Fue Dios el que hizo eso. Elías podía acabar con la sequía y traer lluvia. Fue Dios el que hizo eso. Pero la palabra dice de los inconversos que el empío por la altivez de su rostro no busca a Dios y no está Dios en ninguno. de sus pensamientos en Salmo 10.4. Acá odiaba tanto a Dios que no quería reconocer que fue Dios el que había hecho todo esto. Se inventó alguna otra explicación, por imposible que fuera. Dios no estaba en ninguno de sus pensamientos. Es igual que el ateo. El ateo va a la playa y ve un amanecer, ve una tormenta, ve las innegables evidencias de Dios en todos lados y dice, ¡ah! la evolución, la madre naturaleza. Dios no está en ninguno de sus pensamientos. Los inconversos odian a Dios, lo odian en su rebeldía. como el título de ese sermón de Spurgeon famoso, aborrecido sin causa. El inconverso aborrece a Dios. Acab odiaba a Dios. Ahora, hay muy pocos hombres dispuestos a reconocer abiertamente que odian a Dios. Pero la Biblia dice que la intención de la carne Es enemistad contra Dios. Es decir, el hombre lo reconozca abiertamente o no, eso es lo que pasa. Esa es la realidad. Y hay muy pocos dispuestos a pararse y decir, no, yo odio a Dios. De repente te topas con uno que otro por ahí. Pero normalmente no se atreve. No son lo suficientemente honestos consigo mismos como para reconocer que es así. Así que en vez de reconocerlo, se desquitan con el pueblo de Dios, que es lo que pasó aquí con el siervo Elías. Eso es lo que hizo Acab, eso es lo que hizo Jezabel. Acab informó a Jezabel de todo lo que Elías había hecho. ¿Y cómo reaccionó Jezabel? Pues no se impresionó ni tantito. No dijo, bueno pues, entonces seguramente Baal no es Dios. Seguramente mis profetas eran falsos. Si eso fue lo que pasó, entonces Jehová tiene que ser Dios. Pero no dijo eso. Lo que dijo fue esto. Entonces Jezabel envió a un mensajero a Elías diciendo, así me hagan los dioses y aún me añadan, si mañana a estas horas yo no he hecho de tu vida como la vida de uno de ellos. Y vean, no dijo, así me haga Dios, dijo, así me hagan los dioses, con minúscula. No había entendido nada. Entonces, él, quien, Elías, tuvo miedo y se levantó y huyó para salvar su vida. Así llegó a Bersebá, que pertenece a Judá, dejó ahí a su criado. Hemos llegado a uno de los puntos más tristes de la vida de Elías. Elías venía saliendo de un día muy largo en el Monte Carmel. ¿Se acuerdan cómo el día anterior Los profetas de Baal invocaron a su Dios casi todo el día. Luego oró Elías. Luego Dios respondió con fuego. Luego mataron a los profetas de Baal. Luego oró porque Dios levantara la sequía. Luego corrió veintiséis kilómetros delante del carruaje de Acab hasta llegar a Jezreel. Venía saliendo de un día muy largo. Un día muy pesado. Tal vez el día más largo de su vida. El día más pesado de su vida. Un día que a su parecer fue un gran éxito. ¡Un gran éxito! Pero al día siguiente despertó. para que Jezabel le dijera, así me hagan los dioses y aún me añadan si mañana a estas horas yo no te he hecho como la vida de uno de ellos. En otras palabras le dijo, te voy a matar, te voy a matar. ¿Y qué hizo Elías? Se levantó y huyó para salvar su vida. O sea, corriendo por su vida con todo. Si no, me matan. Apenas ayer había corrido medio maratón frente al rey y ahora está corriendo para salvar su vida. ¿Y a dónde se fue? ¡A jodar! A ver, se va, que está en Judá, se fue al Reino del Sur, la parte que aún temía a Jehová, es decir, dijo, bueno, ¿a dónde me puedo ir? Pues a donde temen a Jehová, me voy a ir a Judá, donde tal vez Jezabel y Acap no puedan alcanzarme. Ahora, si ustedes leen los comentarios bíblicos, y leen los libros de estudio acerca de la vida de Elías en este punto de la historia es donde muchos realmente le dan con todo a Elías muchos lo critican duramente lo acusan de cobardía señalan el gran fracaso que fue ese breve periodo en su vida y yo lo que diría es que por un lado es cierto Sí hubieron muchos aspectos en que lo que veremos hoy fue un fracaso o un tropiezo en la vida de Elías. Creo que si le preguntáramos a él, definitivamente no lo recordaría como su mejor momento. Pero también creo que como ninguno de nosotros podríamos considerarnos siervos tan fieles como lo fue Elías, debemos tener algo de cuidado en cuanto a cómo lo juzgamos aquí. Así que con eso en mente, vamos a ver algunas de las críticas que se han hecho de Elías en este punto de su historia. En primer lugar, en todo lo que había hecho Elías desde Primera de Reyes XVII hasta aquí, siempre encontramos antes de que haga algo, antes de que tome una decisión fuerte, un movimiento importante, qué es lo que encontramos siempre. La palabra, entonces la palabra de Jehová vino a él diciendo ¿Por qué fue Elías al arroyo de Querít? ¿Por qué fue quedarse con la viuda de Sidón? ¿Por qué fue al monte Carmelo, primero a enfrentarse al rey y luego al monte Carmelo? ¿Por qué? Siempre la palabra de Jehová vino a él diciendo Pero cuando se levantó y huyó a ver si va, ya no encontramos nada de eso. Nada de la palabra de Jehová vino a él diciendo. Es decir, no buscó la guía de Dios. No buscó la voluntad de Dios, sólo se puso a correr. Tuvo miedo y huyó. En segundo lugar, Vemos que muy pronto olvidó las bendiciones pasadas de Dios. Algo que podemos decir todos los creyentes si somos honestos, es que, por lo general, no importa que haga Dios por ti, rápido se te olvida. No importa que haga Dios por ti, rápido se te olvida. No importa cuántas veces Dios te proteja, no toma mucho antes de que estés atemorizado otra vez. Esa es nuestra naturaleza humana. Uno pensaría que un hombre como Elías, que hace unas cuantas horas se había parado en el Monte Carmelo para enfrentar a toda la nación y a los 850 profetas falsos, que había visto cómo Dios contestó su oración con fuego y le había dado la victoria Uno pensaría que difícilmente se espantaría con las amenazas de Jezabel. Pero esa no es la naturaleza humana. Tenemos una memoria muy corta. En tercer lugar, es probable que Elías estaba sufriendo de un caso de ego lastimado. Estaba sufriendo de autocompasión aguditis. Ahora, la Biblia no dice esto. Hago esta afirmación simplemente como un hombre tratando de entender a otro hombre y por lo que estaba pasando en ese momento. Por eso digo que probablemente estaba pasando por esto Elías. ¿Por qué lo digo? Pues vean donde estaba parado Elías el día anterior a su huida. Muertos los profetas de Baal. Toda la nación reconoció que Jehová es Dios. Siente que por fin está logrando algo. Estos tres años y no sabemos cuantos años antes. Estos años que he estado luchando. Por fin estoy logrando algo. Por fin viene un cambio. Ha visto al pueblo desviado por tantos años y dice, por fin van a regresar a Dios. Sabemos que Elías en verdad amaba a Dios. Sabemos que fue un siervo muy fiel. Por eso queremos ser muy cautelosos en juzgarlo y no juzgarlo demasiado duramente. Pero sabiendo cómo es la naturaleza humana, yo creo que después de todo lo que pasó en el Monte Carmelo, Elías probablemente estuvo tentado a pensar... Híjole, pues... No estuvo mal. No estuvo nada mal. Hice un buen trabajo. Fui obediente. Hice lo que... Yo solito ahí estaba. Nomás, Jos y yo. ¿No estuvo mal? ¿Quién de nosotros podría evitar pensar así, puestos en los zapatos de Elías? ¿Nosotros podríamos evitar la tentación de pensar en un solo día? Regresé a toda la nación a Dios. Elías está contento, está celebrando hasta cierto punto, y de repente se encuentra con que no sirvió de nada. ¡Fue un fracaso! Y están a punto de asesinarlo por lo que ha hecho en el servicio del Señor. Comentamos la semana pasada que Elías estaba convencido de que Acab y Jezabel se iban a arrepentir, se iban a arrepentir de su pecado, iban a convertirse al Dios verdadero. Yo creo que eso es obvio. Si no, ¿por qué habría corrido Elías delante de acá hasta su casa? ¿Y por qué se habría quedado ahí a la vuelta de la esquina de su palacio real? Si no, estaba pensando, no, pues ya ahora sí van a entrar en razón. Pensó, pues acá, vio el fuego del cielo, vio la lluvia, corrí delante de su carruaje, le mostré honor, le mostré que estoy dispuesto a servirlo como rey. Seguramente se tiene que volver a Dios. Ya no tiene opción más que volverse a Dios. Pero rápido se enteró que ese no era el caso. Elías sintió autocompasión. Todo esto y ahora pobre de mí. Sintió lástima por sí mismo. Es algo que todos hemos sentido. No creo que alguien me pueda decir que, ah no hermano, yo no, nunca. Nunca he tenido autocompasión por mí mismo. Aún como creyentes, creo que cualquiera que tiene unos cuantos meses en la fe, ha llegado a alguna situación donde se ha sentido como que, Señor, he tratado de servirte, me he esforzado por ser fiel, ¿y este es el resultado? Como creyente, Si tienes algo de celo, si te has esforzado por servir a Dios, por ser obediente, seguro has llegado a algún momento en tu vida en que te has sentido así. Y yo creo que eso es lo que estaba pasando con Elías. En cuarto lugar, por lo visto, Elías asumió que conocía el plan de Dios. Ahora, pongan mucha atención en esto. Si hay una buena forma de desanimarte, si hay una buena manera de desmotivarte, es esa. Asumir que sabes lo que Dios va a hacer mañana. Asumir que sabes lo que Dios tiene planeado. Tú y yo no tenemos la más mínima idea que tiene planeado Dios para mañana. No sabemos lo que Él va a hacer. y el problema es que muchas veces cuando las cosas van bien o parece que estamos teniendo algo de éxito pronosticamos o nos imaginamos qué va a pasar nos hacemos expectativas de los siguientes pasos y cuando nuestro plan o nuestras expectativas explotan como una bomba se hunden como el Titanic y resulta ser que estábamos completamente equivocados Y resulta que nuestros planes no eran los planes de Dios, nos desanimamos. Nos desanimamos muchísimo. Y creo que tenemos un claro ejemplo de esto aquí, en la vida de Elías. Él pensó, Israel tiene todos estos años alejado, alejada de Dios, está adorando, He estado predicando, ahora en el Monte Carmelo he dado el golpe final, el knock-out. Israel se va a regresar a Dios, se va a unir de nuevo con Judá. Acap se va a convertir al verdadero Dios. Jezabel también. Esas eran sus expectativas. Esas eran sus esperanzas. Y dio por hecho que se cumplirían. Recuerden que esto era lo que más deseaba Elías en su vida. Era su motivación, el por qué vivía. Hemos visto en estudios pasados que era un hombre consumido por el celo de Jehová. Un hombre que amaba a Dios, dio toda su vida a este esfuerzo, a este deseo de regresar a Israel al Dios vivo. Era el objetivo central de su vida. Así que él siente que está a nada de ver que se cumpla eso, de ver que se cumpla su objetivo, a nada de por fin lograr lo que tanto desea. Y de la noche a la mañana, de la noche a la mañana se le viene abajo todo. La Biblia dice que las cosas secretas pertenecen a Jehová, nuestro Dios. Eso significa que la providencia de Dios, el plan de Dios, tú y yo no lo conocemos. No sabemos qué va a pasar hasta que sucede. Nunca debes pensar que sabes lo que Dios va a hacer mañana. Esa es una excelente manera de terminar desanimado. Nunca debemos de creer que sabemos lo que traerá el futuro. La gran mayoría de nuestros desánimos vienen, ¿por qué? Porque las cosas no resultan como creíamos que iban a resultar. Tenemos que entender que los pensamientos de Dios, los planes de Dios, no son los nuestros. Son dos cosas diferentes. En quinto lugar, vemos que en este punto de la historia, A Elías se le olvidó pensar de manera teológica. ¿Qué es pensar de manera teológica? Olvidó pensar en base a la Biblia, a la luz de la Biblia. Como creyentes, tenemos la responsabilidad de ver todas las circunstancias de nuestra vida con los ojos puestos en las promesas de Dios. Como alguien que conoce y entiende las promesas de Dios. Una de las promesas más básicas y más amplias que encontramos en la Biblia, que a menudo olvidamos, es Romanos 8.28. Sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le aman, esto es, a los que son llamados conforme a su propósito. Nosotros cuando vemos que las cosas no están saliendo como queríamos, o está pasando algo que no nos gusta, lo primero que pensamos es, no, ya, esto es un desastre. Todo salió mal, todo va a salir mal, en vez de pensar, Dios va a hacer que esto obre para mi bien. Dios tiene un plan aquí. ¿Cuántas veces se nos olvida esto? Esta promesa dice que nada, nada puede entrar a tu vida sin que Dios haga que obre para tu bien, nada. ¿No dice que todas las cosas son buenas? Dice que no hay nada que puede entrar a tu vida que no vaya a obrar para tu bien, si eres creyente. Si amas a Dios, si eres de los llamados, conforme a su propósito, esta es la realidad de cada problema, de cada prueba. Pero a pesar de eso, ¿cuántas veces nos permitimos estar desanimados por algo que no sucedió? Por algo que esperábamos que no llegó o algo que llegó que no nos gusta. ¿Cuántas veces llega algo a tu vida que te tiene ansioso y preocupado día y noche? ¿Y por qué nos permitimos estar así? ¿Por qué no estamos pensando de manera teológica? Si pensáramos de manera teológica, no estaríamos así, con esa ansiedad. No estamos aplicando la Palabra de Dios a nuestras vidas, a nuestros pensamientos, a nuestras preocupaciones. Aquí tenemos una promesa, y hay muchas otras, pero aquí tenemos una promesa que aplica a todo, absolutamente todo. Siempre te puedes aferrar a esta promesa como creyente. Así que, Elías olvidó pensar de manera teológica, olvidó tomar en cuenta las promesas de Dios. Cuando nosotros hacemos lo mismo, olvidamos pensar teológicamente, no va a pasar nada diferente a lo que pasó con Elías, con nosotros. Vamos a desanimarnos, igual como él. Entonces, resumiendo estas críticas, podemos ver que Elías sí falló en varios aspectos. Aparentemente no buscó la guía de Dios antes de actuar. Aparentemente olvidó sus bendiciones pasadas. Tal vez cayó en la autocompasión y un ego lastimado. Asumió que conocía el plan de Dios. y olvidó pensar y analizar todo de manera teológica. Ahora, en su defensa, vamos a ver algunas de las cosas que Elías no hizo tan mal. Algunos lo critican porque huyó ante la amenaza de Jezabel, pero huir no es ningún pecado. Dios tenía tres años mandándolo a esconderse, ante la misma amenaza, ante exactamente la misma situación. ¿Qué hubieras hecho tú en sus zapatos? Vamos a Mateo 10, 23. ¿Qué dijo Jesús acerca de este tipo de situaciones? Bueno, pues Jesús dijo Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Eso es lo que dijo Jesús. Si Dios le hubiera dicho a Elías, Elías, ahí te quedas. Y si te matan, ni modo. En ese caso tendríamos razón para criticarlo. Pero Dios no dijo eso. Y Dios no prohíbe huir ante la persecución. En segundo lugar, en defensa de Elías, vemos que había gran cansancio de por medio en toda esta situación. Elías estaba muy cansado, físicamente, emocionalmente, mentalmente. Elías era un hombre completamente entregado al servicio de Dios, pero estaba cansado. ¿Qué acababa de atravesar Elías? Reto al rey a un duelo. Entonces, imagínense que ustedes van a ir con Peña y le van a decir, te reto a un duelo, vamos a ver quién es el Dios verdadero. ¿No estarías un poco preocupado antes de ir al duelo? ¿No te sentirías un poco ansioso? Bueno, pues retó al rey a un duelo. Se reunió toda la nación. Bueno, en estos días ya no se puede hacer eso, pero digamos que se paró enfrente del Azteca y él. Por lo menos, algo así. Con el rey y los 850 profetas falsos en contra de él en los riscos del Monte Carmel. Elías estaba prácticamente solo. O sea, tenía a su criado. No sabemos si alguien más, pero estaba prácticamente solo enfrentando a toda esta multitud. Y sabemos lo que pasó, todo el día ahí, fallan los profetas falsos, Dios responde, matan a los profetas falsos. Después, en vez de ir a celebrar, ir a celebrar con todo, no, se va a orar. Y para cerrar con broche de oro, corre medio maratón frente al rey. para acompañarlo a su casa. ¿Se habría recuperado de todo eso en una noche? ¿Ya estaría fresco como lechuga el día al día siguiente? ¡No! Tenemos un hombre acabado aquí, exhausto. Acabado física, mental y emocionalmente hablando. Nosotros no aguantamos ni la ida al súper. O sea, no aguantamos ni la fila en el Costco, ¿no? O en la comer. No aguantamos hacer el quehacer en la casa. Imagínense a Elías, cómo estaba. Pero hermano, Elías se equivocó al día siguiente de esa gran victoria. Sí, se equivocó en varios puntos. Uno de ellos creyó que sabía lo que Dios haría, creyó que conocía el futuro. Sí, eso fue un error. Pero hay que tomar en cuenta el estado en el que estaba. Hay una cita famosa de Spurgeon que dice que los creyentes pagamos por nuestros gozos. En inglés es más famoso, we pay for our joy. Pagamos por nuestros gozos. ¿Eso qué significa? Nunca se han dado cuenta que como creyentes en nuestras vidas, muchas veces después de una cumbre en tu vida, algo grande, algún gran éxito, después de eso viene un valle bien profundo. ¿Se acuerdan del progreso del peregrino? Sale del palacio hermoso, fantástico, con ánimos, y luego, luego, el valle de la humillación. Luego derrota a Apolión, Y luego, luego, el valle de la sombra de la muerte. Muchas veces viene el domingo, vamos a la iglesia, disfrutamos mucho de la comunión con los hermanos, de los himnos, Dios aplica la predicación a nuestros corazones, salimos animados, exhortados, pero cómo nos sentimos el lunes a las siete de la mañana cuando suena el despertador. Pensamos, ¿qué pasó? Ayer me sentía con todos los ánimos del mundo, hoy me siento medio muerto. A veces pasa un gran evento, algún festejo, una boda, pero llega el día siguiente y emocionalmente estamos en cero. Es como si pagáramos por nuestro gozo al día siguiente, de eso hablaba Spurgeon. Ayer estábamos en la cumbre, en la cima, y ahora estamos en el valle. Así que regresando a Elías, hay que recordar que Elías estaba sujeto a pasiones como las nuestras. Era sólo un hombre, estaba acabado, exhausto, tenía límites humanos como los nuestros. Entonces, ¿cuál es la lección en todo esto? hay que cuidarnos de las cumbres de esta vida, de los grandes éxitos y los grandes gozos en esta vida. ¿Por qué? No porque sean malos en sí, sino porque ese no puede ser el motor y la motivación de nuestra vida. Si en tu vida lo que te mueve, tu motor, tu motivación, es estar siempre en la cumbre, híjole pues, No hay muchas cumbres. Va a estar difícil que funcionen las cosas así. Hay una canción que dice, Señor, guarda mis ojos de las crestas de este mundo y manténlos, Señor, en Ti. Guarda mis ojos de las crestas de este mundo y manténlos, Señor, en Ti. Esa es una buena petición. muchas veces en la predicación y pues yo no tengo mucha experiencia en esto tengo poco tiempo predicando pero hay veces en que puedes ver y sentir claramente que Dios fue glorificado que Dios obró en los oyentes y es muy fácil pensar en esas ocasiones y desear que pasaran otra vez y que siempre fuera así que pasara siempre o que siempre existiera esa misma intensidad. Pero de nuevo, ese no puede ser el motor de nuestra vida. Dios tiene que ser nuestro motivador. Tenemos que tener los ojos fijos en Él, fijar nuestros ojos en Él, ya sea que estemos en la cima de la montaña o en uno de los valles de esta vida. Elías venía saliendo de experimentar, tal vez, la cima más grande de su vida. El éxito más grande de su vida. Pero esos momentos muchas veces son los más peligrosos. Los momentos donde somos más propensos a tropezar y tener caídas serias, despuesito de que todo salió de maravilla. inmediatamente después de que todo fue un rotundo éxito. Cuando vemos lo que pasó en esta parte de la historia de Elías, lo que tenemos que reconocer es cuán rápidamente se desmoronan los hombres. La Biblia dice que Dios conoce nuestra condición y se acuerda de que somos polvo. Dios conoce nuestra condición y se acuerda de que somos polvo. Salmo 103, versículo 14. Podemos ver a Abraham. Ejemplos en la Biblia. Abraham dejó todo por fe. Su familia, su país, es llamado el padre de la fe. Pero luego fue a Egipto y mintió, diciendo que su esposa era su hermana, por temor al hombre. Vemos a Moisés, un hombre que Dios nos dice que era el más manso de la tierra. Qué buen título, ¿no?, que Dios dijera, ah, no, el hermano es el más manso de la tierra. ¡Guau! Pero no pudo entrar a la tierra prometida porque se enojó y golpeó la roca en vez de seguir las instrucciones de Dios en el desierto. Vemos a Pedro, el líder de los apóstoles. En todos los listados de los apóstoles, Pedro siempre aparece primero. Pero siempre se estaba equivocando. Siempre estaba tropezando. Después de jurar que nunca abandonaría a Cristo, aunque todos lo abandonaran, llegan los soldados y Pedro huye y termina mintiendo y negando a Cristo tres veces. Entonces, no importa quién seas o quién sea, los hombres son débiles. El hombre no es más que polvo, como dice Dios. Por muy grandes que nos parezcan, fácilmente tropiezan y se tambalean. Ahora vamos a I de Reyes 19, al versículo 4, para seguir. con nuestro pasado. Primera de Reyes, capítulo diecinueve, versículo cuatro. Y Elías se fue un día de camino por el desierto, luego vino, se sentó debajo de un enebro, y ansiando morirse dijo, Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, porque yo no soy mejor que mis padres. Hay una cita de un pastor famoso del siglo pasado que dice que hay muy pocos pastores que no terminan desanimados al final de sus vidas. Eso es lo que vemos aquí en Elías. Desánimo. ¿Por qué se desaniman los pastores? ¿O por qué se desaniman los creyentes en el servicio de Dios? Pues, por un lado, subestimamos el poder del mundo, la carne y el diablo. Lo subestimamos. Creemos que es menos de lo que es. Por otra parte, es fácil sobreestimarnos a nosotros mismos y olvidar que no podemos anticiparnos a lo que Dios va a hacer, que al final dependemos al 100% de Él, que no es en nuestras fuerzas. Es fácil caer en una trampa de desánimo. Aquí vemos a Elías totalmente desanimado, estaba desmayando. Cristo advirtió acerca del peligro de desmayar. Dice que a sus discípulos les contaba una parábola acerca de la necesidad de orar siempre y no desmayar. En Lucas 18 1. Elías no debió de haber desmayado. Es algo hay que entender. Hemos visto por qué pasó esto con Elías. Era un hombre, estaba cansado, pero entonces está bien desmayar. Ah, bueno, ni modo este. ¿De vez en cuando vamos a desmayar? ¿Está bien? ¿Es lo que debe de pasar? ¡No! Es un error. Dios nos advierte que nos cuidemos de eso. Y vean la necedad de lo que pide Elías a Dios. Lo que Elías le pidió a Dios en su desánimo fue algo ridículo. ¿Por qué estaba Elías en medio del desierto? ¿De qué estaba huyendo? Tenía miedo de morir. Lo amenazaron. ¡Te voy a matar! ¡No! Se fue corriendo. No quería que Jezabel lo matara. Por eso terminó en medio del desierto. Y ahora lo encontramos orando a Dios. Dios, mátame. Si quería morir, lo único que tenía que hacer, o lo único que tenía que haber hecho era quedarse donde estaba y Jezabel se hubiera encargado. Lo hubiera hecho. La petición de Elias era ridícula, no hacía sentido. Estaba tan desanimado, tan cansado, que sus peticiones ya no eran coherentes. Señor, quítame la vida, porque Jezabel me quiere matar. No hace sentido. En segundo lugar, Elías no podía morir. Ya se les había ocurrido. ¿Elías murió? Ya esperaba que la mayoría se supiera la respuesta. Si no, entonces no han hecho la tarea y no se han puesto a leer la historia de Elías. Elías no muere. Fue al cielo en un carruaje de fuego. Fue uno de sólo dos individuos, Enoch y Elías, que fueron al cielo sin conocer la muerte. Mi parte favorita de la historia de Elías es cuando va con Eliseo y Dios lo lleva al cielo en el carruaje. Y me gusta mucho lo que hace después Eliseo, su respuesta, su reacción a la partida de Elías. ¿Se imaginan qué habrá pensado Elías cuando iba subiendo al cielo en el carruaje? ¿Qué estaba pensando allá en el desierto? Dios tenía su carruaje preparado para mí. Pedí morir y ahora estoy en el carruaje de Dios yendo al cielo sin haber muerto. Fue una tontería lo que pidió Elías ese día. Y muchas veces nos pasan cosas similares. cuando nos permitimos desmayar y desanimarnos y estamos cansados. Nos parecemos mucho a Él. Es una tontería desmayar en la obra de Dios, caer en un hoyo de autocompasión. Nunca tenemos una razón real de desanimarnos. Sabemos que todas las cosas ayudan a bien. Pero ahí estamos, una y otra vez, en el desánimo. Ahora, mi propósito en señalar esto no es hacer menos a Elías, no estamos tratando de ridiculizar a Elías. Elías fue un siervo fiel, Dios se lo llevó en un carruaje de fuego, a pesar de que tuvo este problema. Elías sin duda fue un mejor siervo de Dios que yo, pero lo que buscamos aprender de su caída Son las lecciones que hay para nosotros. Es lo que estamos analizando. Algo que diría en su defensa es que Elías sin duda desmayó, pero no desmayó en un momento crítico. Vean, esto es importante. No desmayó en un momento crítico. Es decir, no desmayó cuando estaba representando a Dios ante la nación. Cuando estaba el honor de Dios de por medio. No estaba ahí frente a Cabe y toda la nación y... No, ya, no, ya, me rindo. Estoy desanimado. Por lo menos, cuando contó en el momento más importante, cuando el honor de Dios estaba de por medio, ahí estaba Elías. Todos los creyentes vamos a luchar con el desánimo. Si algún creyente me dice, no hermano, yo no sé de qué estás hablando, nunca me ha pasado. Te va a pasar, si no te ha pasado, te va a pasar. Yo creo que prácticamente todos los creyentes vamos a tropezar y vamos a desmayar con desánimo, tarde o temprano. Pero hay de tropiezos a tropiezos. ¿Cuándo desmayó Elías? Cuando estaba solo. en medio del desierto, cuando estaba a solas él con Dios, no cuando estaba en el Monte Carmelo frente a los 850 profetas falsos y toda la nación de espectadores. En otras palabras, en los momentos críticos, cuando el honor de Dios estaba de por medio, Elías estaba ahí, sólido, firme, Hay un pastor que dice, estoy citando a otro pastor, dice, a mí no me preocupan los pastores que desmayan el lunes por la mañana, o los creyentes que se desaniman en su tiempo a solas con Dios de vez en cuando. Los que me preocupan son los que abortan la misión a media batalla. Los que desmayan cuando el nombre de Dios y su testimonio están de por medio. Elías no desmayó cuando su testimonio estaba de por medio. No desmayó cuando hacerlo habría dañado a otros. No desmayó cuando estaba cumpliendo con lo que Dios le había dicho que hiciera. Desmayó después. Después de haber realizado cabalmente la tarea que Dios le había dado. Recordando la promesa de Romanos 8.28, Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le aman, ¿Dios habrá usado esto para el bien de Elías? Sí. Tal vez aprendió a ser más humilde. De seguro no fue una lección placentera, pero eso no significa que no fue para su bien. Tal vez necesitaba aprender que no era tan fuerte como él creía ser. que no era el hombre de hierro que él creía ser, que tenía debilidades y eso lo ayudó a ser más humilde pero de nuevo hemos visto en nuestros días ejemplos de hombres que han desmayado justo en medio de la batalla con el honor de Dios y su testimonio de por medio eso pasó en el caso de un misionero el año pasado conocido en algunos círculos de iglesias hermanas nuestras en Estados Unidos, apenas comenzando la batalla, dos o tres años de servicio, y de repente, no, ya no quiero, no se puede, está muy difícil, me regreso a Estados Unidos. Eso es grave. Pero Elías no hizo eso. Todos los creyentes nos desanimamos, pero los que realmente aman a Dios están presentes y dispuestos cuando Dios los llama a servir, no desmayados por allá en un rincón. Algo que es fácil preguntarnos es, ¿por qué se desanimó tanto Elías? Sabemos este gran hombre de Dios, ¿qué pasó? ¿Por qué se desanimó tanto? Había hecho las cosas bien hasta ahora. ¿Qué le pasó? Pues creyó que había dado el golpe final. La última palabra, el knock-out, que había enderezado a toda la nación y a su liderazgo en un día. Pero algo que debemos recordar es que eso nunca va a pasar en esta vida. Eso nunca va a pasar en esta vida. Nunca vamos a dar el golpe final. Nunca le vamos a dar el knockout al diablo y al mundo. Ya lo tumbé, se acabó. ¿Se acuerdan cuando Cristiano derrota a Apolión? Y Apolión se va, pero le grita, te veo en el valle de la sombra de la muerte. Se dijo, bueno, pues ahorita me rindo, me ganaste, pero voy a regresar. Esa es la realidad de este mundo. Esta iglesia existe en un lugar donde tenemos el mundo, la carne y el diablo. El día que bajemos la guardia aquí, el día que nos confiemos, va a entrar el diablo y va a causar problemas y desastres. por todos lados, hasta tumbarnos si puede. Es así hoy, si sigue el mundo será así en cien años. Si esta iglesia existe en cien años, va a ser lo mismo. Nunca debemos pensar que la batalla se acabó, que dimos el golpe final, incluso en nuestras batallas personales contra el pecado. Eso nos pasa seguido, ¿no? Ahora sí ya mortifiqué ese pecado, ahora sí ya. Acabé con él. Knockout. No, al rato se está asomando. Al rato sale otra vez. La lucha sigue. Mientras vivamos, mientras sigamos en este mundo, seguimos en el campo de batalla. Elías creyó que había logrado algo que no se puede lograr en esta vida. Se equivocó. vamos de nuevo a primera reyes capítulo diecinueve ya vamos a acabar les pido como es de costumbre el último esfuerzo no desmayen no desmayen entonces en el versículo cinco dice se recostó debajo del enebro Y se quedó dormido. Y aquí un ángel le tocó y le dijo, levántate, come. Entonces miró y ve aquí que a su cabecera había una torta cocida sobre las brasas y una cantimplora de agua. Les aseguro, bueno, yo pienso que la torta fue mucho mejor que cualquier torta de milanesa que vayan a encontrar. Eso fue lo que me vino a la mente, pues una torta preparada por ángeles, ¿no? Entonces, se levantó y se comió la torta, comió, bebió y se volvió a recostar. O sea, volvió a dormir. Entonces, el ángel de Jehová volvió por segunda vez y le tocó diciendo, levántate, come, porque el camino es demasiado largo para ti. Ahora vamos a notar la forma en que le respondió Dios a Elías. ¿Nosotros cómo le hubiéramos contestado a Elías? ¡Elías, te enfrentaste a toda la nación! ¿Y ahora estás huyendo de una mujer? ¿Qué te pasa? ¿Estás loco? ¿Qué te está pasando? Pero vean cómo respondió Dios. ¿Qué dijo Dios? No dijo nada. Dios no dijo nada. Su respuesta fue ni una palabra. Vean cómo reaccionó Dios. Elías se recostó a dormir y Dios lo dejó dormir. Eso es lo que Elías necesitaba. Después, ¿qué hizo Dios? Le dio de comer por medio de un ángel. Eso se repitió. Otra vez lo dejó dormir y otra vez le dio de comer. Lo trató con paciencia. con entendimiento, con misericordia, con amor. Hemos de dar gracias porque Dios nos trata con más paciencia y amor del que nosotros mismos nos mostramos el uno al otro. Si vamos al Salmo 103, por favor. Dice lo siguiente, Salmo 103, versículo 13. Dice, como el padre se compadece de los hijos, así se compadece Jehová de los que le temen. porque Él conoce nuestra condición se acuerda que somos polvo Dios miró a Elías sabía que estaba agotado y lo dejó dormir luego le dio de comer luego dormir y otra vez comer Elías le dijo déjame morir Dios no lo regañó Dios no le dijo nada. Una lección para nosotros aquí es que cuando alguien está deprimido, cuando alguien está desanimado, por lo general no es buena idea regañarlo o darle un discurso teológico. Tienes que actuar con amor, tienes que averiguar en primer lugar qué está pasando. Tal vez está agotado. tal vez sólo está cansado, tal vez hay algo que no entiende, que lo está desanimando. Hay quienes critican muy duramente a Elías, pero lo que notamos es que Dios no. Dios no lo criticó duramente. Si vamos al ejemplo de Job, algunas de las cosas que dijo Job fueron igual o peores que esta petición de morir por parte de Elías. Job preguntó, ¿por qué nací? Fueron preguntas y peticiones iguales o peor, pero Dios también en su caso lo trató con amor, con paciencia. Así que Dios nos da una hermosa lección aquí sobre cómo tratar a otros y cómo reaccionar ante estas situaciones. Y yo no estoy hablando del pecador. No estoy hablando de la persona que ni conoce a Dios. Estamos hablando de un creyente fiel. No estoy diciendo, bueno, no le digas nada al inconverso que no se quiere entregar a Dios. Tú déjalo dormir y... No. Estamos hablando de un creyente, un creyente fiel, que da su vida por servir al Señor y cómo Dios lo trató en uno de sus tropiezos, en uno de sus desmayos, en uno de sus desánimos. No era momento de que Dios lo regañara. Dios, como veremos en el próximo estudio, va a hablar con él. Es decir, no es que Dios cayó y ya nunca dijo nada y bueno, ya. No, después habló con él. Cuando era el momento adecuado, pero este no era el momento. Elías necesitaba recuperarse primero. Entonces, en conclusión, todos vamos a enfrentar desánimos en esta vida. ¿Cómo nos gustaría evitarlo? El problema es que somos polvo. nos vamos a enfrentar al desánimo. Pero debemos hacerlo recordando estas lecciones que vemos en la vida de Elías. Si estamos en Cristo, nunca hay un motivo real para el desánimo. Nunca hay... No, hermano, ¿cómo no? Yo tengo una situación donde... No. Nunca hay un motivo real para el desánimo. Dios dice que todas las cosas nos ayudan a bien. Tenemos que estar alertas. Tenemos que guardarnos del peligro de desmayar. Pablo dijo a los gálatas, no nos cansemos pues de hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos. Ahí se decía, hay una condición. Ese es Gálatas 6.9, no nos cansemos pues de hacer el bien porque a su tiempo cosecharemos si no desmayamos. Es fácil desmayar, es fácil vivir algún éxito temporal en esta vida y pensar que de ahora en adelante todo va a estar color de rosa para después encontrar al día siguiente que seguimos en la batalla. hay que cuidarnos del peligro de desmayar. Es fácil desanimarnos. Si tratas como lo que hizo Elías con Acab y Jezabel, si tratas de ayudar a alguien que anda desviado, como lo hizo Elías, y ese alguien no hace caso y sigue haciendo exactamente lo que le mostraste que no debe de hacer, y lo que Dios le mostró que no debe de hacer, exactamente lo que Dios no quiere que haga. Es fácil caer en el desánimo. Pero recordemos que sólo Dios puede cambiar a las personas, algo que se le olvidó por un momento a Elías. Y como dijo Pablo, no nos cansemos pues de hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos. Y por último una palabra a cualquier persona que no esté en Cristo hoy. Si no estás en Cristo, si no la has entregado tu vida, tienes todas las razones del mundo para el desánimo, todas. ¿Esta vida nunca te va a llenar? ¿Tu vida va a ser un paso de desánimo en desánimo? ¿Las promesas, las lecciones que hemos visto hoy no son para ti? Tu única esperanza es entregarte a aquel que pueda ser que todas las cosas en tu vida obren siempre para tu bien. Vamos a orar. Padre, muchas gracias por la vida de Elias. Gracias porque registraste estas lecciones tan importantes que vivió y aprendió él. Ayúdanos, Señor, a aprenderlas nosotros. Gracias porque has sido paciente con nosotros en nuestros desánimos, en nuestros desmayos. Nos has tratado con amor. Continúas hoy con nosotros. Señor, gracias porque todo ayuda para bien a tus hijos. Ayúdanos a vivir recordando esto todos los días, en todo lugar, en toda situación. Y gracias Señor, porque eres tan bueno, que nos das estas fuentes de esperanza tan grandes. Ayúdanos a ser siervos fieles como lo fue Elías. Señor, te pedimos que obres en esta iglesia, que nos protejas del desánimo, del desmayo. Señor, que estemos firmes. fuertes cuando tu honor está de por medio, cuando nuestro testimonio está de por medio. Ayúdanos, Señor, porque sólo somos polvo. Gracias, en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
08 Elias El Enebro
Series Elias el Tisbita
Pronto se nos olvida lo que Dios ha hecho por nosotros... Hay que cuidarnos de las cumbres en esta vida, de los grandes éxitos y los grandes gozos en esta vida.
Sermon ID | 810191626213669 |
Duration | 1:05:58 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 Kings 19:1-7 |
Language | Spanish |
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