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Marcos, capítulo 6, verso 45 al 52, el tema del mensaje en esta mañana. No temas, dice el Señor. No temas, dice el Señor. Vamos a elevar al Padre una oración antes de leer esta porción de las Escrituras. Soberano Dios y Padre, Tú que moras en las alturas de los cielos en esta mañana, al estar una vez más frente a Ti y frente a mis hermanos para exponer Tu Palabra, tengo a bien suplicarte que yo sea ese instrumento en Tus manos para hablar la verdad a todos aquellos que la escuchen en este día. y que sigan escuchándola más adelante a través de las grabaciones. No tomes en cuenta mis pecados, mis fallas, mis faltas, mis errores. Tan solo te pido misericordia para que tu palabra pueda ser correctamente expuesta a tu pueblo, Señor, y que todos de este lugar podamos salir edificados a causa de una correcta exposición de tu palabra. Esto te lo suplicamos, Señor, en el nombre de Cristo Jesús. Amén y Amén. Santiago, capítulo 6, verso 45, Marcos 6, 45 al 52, nos dice así la palabra del Señor. Enseguida Jesús hizo que sus discípulos subieron a la barca y fueran delante de él al otro lado, a Bethsaida, mientras él despedía a la multitud. Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar. Al anochecer, la barca estaba en medio del mar y él estaba solo en tierra. y al verlos remar fatigados porque el viento les era contrario, como a la cuarta vigilia de la noche, fue hacia ellos andando sobre el mar y quería pasarlos de largo. Pero cuando ellos lo vieron andando sobre el mar, pensaron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo vieron y se turbaron. Pero enseguida él habló con ellos y les dijo, tengan ánimo, soy yo, no teman. subió con ellos a la barca y el viento se calmó y ellos estaban asombrados en gran manera porque no habían entendido lo de los panes sino que su mente estaba embotada. Pueden sentarse mis hermanos. no si es resumible a por favor ojalá tenga un lápiz y un papel en su mano para que pueda darle continuidad a la lectura de esta mañana y al sermón el señor que tuvo misericordia de un pueblo que andaba como ovejas que no tenía pastor tuvo compasión de ellos les enseñó muchas cosas eso nosotros lo vimos hace varias semanas atrás Sí hermanos, tal vez fue la calidad de la enseñanza que la gente, la calidad tan buena de la enseñanza que la gente no se quería ir a sus casas. Y aunque el tiempo pasaba, y a pesar de que ya estaban alimentados, ellos seguían todavía esta gente esperando al Señor. Eso es lo que nosotros vemos acá. Usted tiene que tomar la lectura completa de lo que ha ocurrido, de lo que vimos hace algunas semanas atrás. Ellos seguían esperando al Señor. Ya están llenos. Ya se fue el hambre. Ahora quieren seguir escuchando al Señor. Y Cristo tiernamente ve su necesidad. ¿Y qué hace? Bueno, hace precisamente lo que ellos estaban esperando que le hiciera, estar con ellos, luego de haberles alimentado, luego de haber hecho el milagro de alimentar por lo menos 5.000 personas. luego de haberle señalado que él es el pan de vida, luego de haberle señalado que él es suficiente para todas las necesidades de su pueblo, o como aprendimos en aquella ocasión, antes de mi salida a México, sólo Cristo sacia por lo que no hay necesidad de buscar en el mundo, en nada, ni en nadie, lo que solamente Cristo puede dar. Y es precisamente eso lo que ocurre, la gente se queda allí con el Maestro. Terminado este milagro de la alimentación de por lo menos cinco mil personas, lo menos que ellos quieren es irse de aquel lugar pero era necesario que ellos se volvieran nueva vez a sus casas, a sus responsabilidades, y que el Señor también continúe desarrollando su ministerio. Era necesario que tanto la multitud como los discípulos meditaran en lo que ellos habían recibido mediante la palabra y mediante el milagro que el Señor había hecho. Acuérdense de lo que hablamos en aquel domingo, que la razón por la que ellos, las multitudes, se quedaron con Jesús por mucho tiempo, hasta tal punto de que le faltara alimento, es precisamente porque Jesús le había enseñado muchas cosas. Eso fue lo que motivó a la gente a quedarse con Él. Pero era necesario entonces que ellos reflexionaran en el poder de Cristo, en el poder de su palabra, en su tierno amor, en su cuidado por su pueblo, y que ellos también pudieran sacar conclusiones correctas acerca de lo que Cristo es y hace, de modo que ellos pudieran ver sus vidas transformadas por este conocimiento que el Señor les había dado, y que así entonces estuvieran plenamente capacitados para enfrentar los desafíos, los retos o las pruebas del mundo, como todo hombre de Dios, como toda mujer de Dios, ¿verdad? Cuando recibimos la palabra, ¿qué hacemos con ella? ¿Nos quedamos con ella, nos la guardamos y ya? No, estas palabras nos llevan. a seguir avanzando, a seguir caminando, a seguir enfrentando los desafíos con la Palabra que hemos recibido. Y esa es la pregunta que yo quiero hacerle a ustedes, comenzando este sermón en esta mañana. ¿Es lo que usted ha hecho durante todo este tiempo luego de recibir la Palabra del Señor, luego de usted entender en aquella ocasión que sólo Cristo sacia? Luego de que usted recibe la Palabra del Señor a través de un estudio bíblico en la escuela dominical, Es eso lo que usted hace, o por el contrario, usted se olvida, ya no vuelve a hablar de eso. Si está en esa condición, con justeza, con razón, su vida no avanza. Porque muchas veces somos oídores olvidadizos, y el Señor nos manda a ser hacedores de la palabra. El Señor nos manda a poner por obra la Palabra, que esa Palabra nos moldee, que esa Palabra nos cambie, nos cambie. Esa Palabra que recibimos cada domingo, esa Palabra que recibimos a través, que deberíamos recibir de nuestro devocional personal, debe de irnos moldeando, debe de irnos llevando a madurar, a crecer. en medio de las dificultades, en medio de las luchas, en medio de las batallas, en medio de nuestra propia condición pecaminosa, esa palabra tiene que irnos cambiando y tenemos que poner de nuestra parte, el Señor nos la brinda, el Señor nos la da, el Señor nos la provee, pero ¿qué usted hace con esa palabra? ¿Es usted un oidor olvidadizo? Esta mañana es una buena ocasión para usted venir en arrepentimiento delante del Señor y pedirle perdón porque ha fallado, si es un oidor olvidadizo. Pero lamentablemente, algo similar pasó con los discípulos. Ellos acaban de escuchar al Maestro todo el día. Lo habían visto hacer un gran milagro. Pero ahora ellos tenían que volver a atravesar parte del Mar de Galilea. Ahora tenían que volverlo a hacer solos. Ahora tendrían que hacerlo con un viento contrario a la dirección de su destino. Y llenos de espanto, mis hermanos, al ver a Jesús caminando junto a ellos. Ellos gritan pensando que Jesús era un fantasma. Pero en los huellos de todo esto, mis hermanos, es lo que Jesús les dice a ellos. Tengan ánimo, soy yo, no teman. Y de esta frase tomamos el título de nuestra reflexión en esta mañana. No temas, dice el Señor. Y en primer lugar quiero decirle a ustedes que Cristo es tu intercesor. Cristo es tu intercesor. Cuánto alivio trae a nuestras vidas como creyentes saber que no estamos solos en nuestro caminar cristiano y que otros también oran por nosotros a Dios. Eso es algo bello cuando nosotros podemos esternar que oren por nosotros, que usted puede pedir la oración, que usted no está solo, que usted tiene guerreros de oración que se pueden unir a usted también para orar. La Biblia nos enseña que nosotros debemos de orar unos a otros. La Biblia nos enseña que la oración eficaz del justo, ¿qué? Puede mucho. Y es eficaz, ¿usted sabe por qué? Porque el objeto de la fe, el objeto en la oración es Cristo mismo. Y es así porque nuestro gran intercesor es Cristo mismo. Su vida perfecta, su muerte y su resurrección están continuamente delante del trono de Dios. Y es la continua intercesión que el Señor hace a favor de los redimidos allá a la diestra del Padre. Eso es lo que nos dice a nosotros Hebreos 7.25. Yo le invito a que usted lo anote por ahí si puede y lo lea más adelante. Marcos nos ha dicho ya que Jesús solía estar tiempo a solas con el Padre en oración. Eso nosotros lo vimos en Marcos 1.35. Y también conocemos de la oración que Jesús elevó al Padre, esa oración que ocupa un capítulo completo del Evangelio según San Juan, el capítulo 17. En aquella oración Él estaba clamando para hacer la voluntad del Padre. En aquella oración Él estaba orando a favor de los que habían venido, a los que Él había venido a redimir. Así que, mis hermanos, no es extraño que Jesús, en muchas ocasiones, lo leemos en las Escrituras, se quedara a solas con un único objetivo, orar. Mis hermanos, y eso es lo bello, porque ese Cristo a quien nosotros servimos todavía nos dice la palabra que Él intercede por los suyos hoy en día. Él en la presencia del Padre está intercediendo hoy en día por nosotros. A través de su vida, a través de su muerte, a través de su resurrección, a favor de lo suyo, Cristo se ha ganado. Ese derecho de interceder delante del Padre por sus hijos, por sus elegidos. ¿Es usted parte de ese grupo? ¿Goza usted de ese privilegio? ¿Cree usted en ese privilegio? Si es así, entonces el Señor nos dice en esta mañana, a nosotros, no temas, dice el Señor, Cristo es tu intercesor, que te da dirección. Y nosotros seguimos leyendo acá en el Evangelio que Marcos narra cómo Jesús ordena a sus discípulos a cruzar el lago ahora hacia la ciudad de Bethsaida, en dirección de Capernaum, conocida también como la tierra de Genesaret. Allí también ellos habrían de continuar la labor encomendada ya habían tenido un pequeño tiempo de reposo con el Señor, un tiempo de enseñanza, un tiempo de servicio, y habían tenido la oportunidad de ver este gran milagro de alimentar a estas cinco mil personas. Pero el Señor les dice, les ordena, les manda que se adelanten para ir a aquella ciudad, y que en aquella ciudad Él les alcanzaría. Tal vez ellos pudieron pensar que Jesús iba a rodear, iba a caminar por tierra, mientras ellos iban por el mar. Lo cierto de todo, mis hermanos, Lo cierto de todo es que los discípulos obedecen. ¿Obedecen qué cosa? Lo que el Señor les había mandado hacer. ¿Qué? ¿Qué cosa les había mandado hacer? Vayan a otra orilla, vayan al otro lado. Él era el maestro, aquel que les enseñaba todas las cosas. Él era el maestro a quien ellos estaban siguiendo y por lo tanto a quien debían de obedecer. debían de obedecer y ¿qué hicieron? Así lo hicieron, así lo hicieron. Ellos no sabían lo que iban a encontrarse en el camino, pero hicieron ¿qué cosa? Lo que el Señor les mandó. Mis hermanos, si es Cristo el que nos da dirección, el que nos dice lo que debemos de hacer, nosotros podemos estar seguros de que Él está empeñado en cumplir su propósito en nosotros, y lo va a hacer, y no estamos solos en ello. Él es quien está ejecutando su misión, aunque a veces nosotros no lo percibamos así. y pensemos a veces que vamos solos, pero no vamos solos, no vamos solos. Mientras ellos iban en la barca, él estaría dónde? Orando, orando en el monte, dependiendo del dueño de la misión, de aquel que da dirección. Se ha dicho de paso, mis hermanos, que debemos aprender a depender de Dios en oración para que nosotros podamos tener dirección en todo lo que hagamos, lo cual debe de estar siempre encaminado a dar gloria y honra a Dios. Mis hermanos, si Jesús pasaba largos periodos de tiempo en oración, ¿quién es usted, quién soy yo para no pasar largos periodos de oración? Pero el punto central en este momento es que es Cristo quien intercede por los suyos, es Cristo quien les da dirección, es Cristo quien también te da protección. Por información adicional del Evangelio según San Juan, nosotros sabemos que la multitud viendo el milagro que Jesús había hecho de alimentar a los cinco mil, Juan nos dice que la multitud pensó en hacer rey a Jesús como cualquier otro rey de entonces y así levantar una revolución en Palestina en contra del imperio romano. y al actuar así estaban demostrando que ellos no habían entendido el propósito para lo cual el Señor había venido a la Tierra. Y entre los discípulos parece que hubo parte de dicha influencia también, y no era bueno que ellos se expusieran más a ello y podemos decir que fueron librados de esa tentación al ser enviados adelante. Entretanto el Señor despedía a la multitud y se iba al monte a orar. El Señor nos enseña eso en Su Palabra, no nos metas en tentación. Esa pudo haber sido una de las razones por las cuales el Señor le dice, vayan adelante, yo voy detrás de ustedes. ¿Por qué? Porque nosotros somos torpes, porque nosotros estamos siempre atraídos por diversos deseos pecaminosos, los cuales solamente pueden ser vencidos por el poder del Espíritu de Dios actuando en nosotros. Aquel que estaría en el monte solo orando era el que protegía a los discípulos de toda tentación. Y también a nosotros. Aquel que estuvo en el monte solo orando es el que hoy también a usted, a usted como discípulo del Señor, te da protección, le da protección. Cristo es tu intercesor. Cristo es aquel que te asegura su bendición. Jesús fue al monte a orar, a tener un tiempo a solas de comunión con el Padre Celestial. ¿Creen ustedes que todo lo que Jesús pidiera al Padre le sería concedido? Todo lo que Jesús le pidiera al Padre le sería concedido. ¿Creen ustedes que Jesús era escuchado por el Padre? Amén, mis hermanos. Hebreo 5.7 nos da la respuesta. Hebreo 5.7 nos da la respuesta. Y toda la carta a los hebreos nos habla del sacerdocio de Cristo como un sacerdocio perfecto, una intercesión para siempre a favor de los escogidos, asegurando así la mayor y el mayor favor y la mayor bendición de Dios para su pueblo constantemente, asegurando así esto para nosotros. Mis hermanos, no es su oración muy larga o muy elaborada lo que le asegura usted respuesta de Dios y la bendición de Dios, sino precisamente la intercesión de Cristo ante el Padre, a través de los méritos de Cristo. Incluso la Palabra de Dios nos dice a nosotros que nosotros no sabemos orar como conviene. ¿Ustedes sabían eso? ¿Pero qué nos dice la Palabra? Que su Santo Espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles, pidiendo conforme a la voluntad del Padre. Eso lo dice Romanos 8, 26. Entonces, haciendo Él mismo eficaz nuestra oración y asegurándonos su bendición. Así que nosotros podemos orar con confianza porque Él mismo, Cristo, nuestro Señor, es nuestro intercesor. Pero nos dirige siempre a orar conforme a la voluntad de Dios. Eso es lo primero. En segundo lugar, mis hermanos, Y lo segundo que vemos aquí pareciera como algo repetitivo a la luz de todas las Escrituras, y es que Cristo conoce tu condición. Cristo conoce tu condición. Por eso la buena nueva es, las nuevas nuevas hoy es, no temas, dice el Señor. No temas, dice el Señor. Él lo ve y lo sabe todo. Lo bueno y lo no tan bueno. Porque ahí sí, ¿verdad? Si solamente pensara que él sabe lo bueno de nosotros, ¡ay, qué bien estamos! Y lo malo. Y lo que no anda conforme a su voluntad. Y los desvaríos suyos, y las locuras suyas, y las estupideces suyas. Habló en el sentido de pecado. Él también lo conoce. Marcos nos dice acá que al llegar la noche, ¿dónde estaban los discípulos? En la barca, ¿dónde estaban? En medio del mar, o en otras palabras, a mitad del camino, ¿dónde estaba Cristo? Sólo en tierra. ¿Y qué nos dice la palabra? Que Cristo estaba viéndolos remar. ¿Lo dice allí en su Biblia? No me diga que sí, si usted no está confirmando que yo estoy inventando algo. Él lo estaba viéndolo remar con gran fatiga por el viento que les era contrario. Mis hermanos, qué descripción tan viva de la escena que se estaba viviendo en ese momento. Qué cuadro tan preciso para mostrarnos a aquel que todo lo ve, aquel que todo lo sabe. Aquí la palabra no se nos dice que la luna era clara, es decir, era noche de luna, No se nos dice eso, tampoco se nos dice que tan despejada estaba la noche, el cielo. Se nos dice que era de noche, pero a pesar de ser de noche y no había luz eléctrica, Cristo veía a los suyos remando con gran fatiga. Yo no sé que tanta visión usted tenga, pero yo le aseguro a usted que en medio de la noche, en la oscuridad de la noche, sin luz, usted no va a poder ver a una gente remando con gran fatiga. no lo va a ver, no lo va a ver a la distancia, es ahí mismo cerca, pero parece que yo estaba en medio del mar, en medio del lago, en medio de un fuerte viento que estaba agitando las aguas, las olas. Yo lo que sí sé, mis hermanos, por la Biblia, es que Cristo pudo ver a esa distancia lo que le estaba pasando a sus hijos amados. Él es Dios y sabe todas las cosas y esa es una constante en toda la Biblia. Él ve el sufrimiento de su pueblo y lo bello, lo precioso de esto es que Él viene en ayuda de los suyos. ¿Es usted parte de ese grupo? ¿De los que son suyos? En Éxodo capítulo 3 verso 7 al 10 nos ilustra que Dios ve lo que pasa con su pueblo y actúa para salvarlos en el momento en que Él quiera. Él mismo viene en ayuda de los suyos, no cuando usted quiera, no cuando usted lo desea, no cuando usted se imagina que lo desea con más fuerza, es cuando Él quiera. Y Jesús lo estaba viendo allí, remando, fatigado, cansado, el viento al contrario, pero nos vino de una vez. Nos dice la palabra que Él vino, ¿cerca de qué momento? ¿cerca de qué momento? La cuarta vigilia de la noche. ¿Usted sabe qué hora era esa? Alrededor de las tres de la mañana el Señor vino a ellos. Él no vino antes, Él no vino tampoco después, sino que Él vino, ¿Usted sabe cuándo? Cuando era conveniente. ¿Para usted? ¿Para mí? ¿Para ellos? No, cuando Él lo vio conveniente. Dios sabe perfectamente cómo y cuándo actuar. cómo y cuándo pedir por los suyos. Cristo vino en el tiempo señalado por el Padre, nos dice Gálatas 4.4. Él no se tarda, Él no se complace en el sufrimiento de los suyos, tampoco piense eso. Pero algo que nos enseña esta porción de las Escrituras y la Biblia como un todo es que debemos de aprender a confiar en Él en medio de la dificultad. Aprender a esperar, a descansar y a aclamar a Él en medio de la dificultad. y es necesario que también usted aprenda que en medio del servicio fiel y amoroso a Dios, oiga bien, en medio del servicio fiel y amoroso a Dios también habrá dificultad y que esa razón y que esa dificultad no es razón para desmayar sino para aprender a depender más de él, sabiendo que el Cristo que obró milagros portentosos a favor de su pueblo es el mismo Cristo que está hoy con nosotros y lo estará por siempre. ¿Por qué yo le digo esto, mis hermanos? ¿Por qué le digo esto? Sencillamente, mis hermanos, porque los discípulos en ese momento debían aprender que el servicio a Dios está lleno de gratos momentos, bellos momentos, de muchas buenas satisfacciones, de muchos momentos agradables, pero que la plenitud de ello de esos momentos agradables, de esos momentos deliciosos, la plenitud, lo completo de ello, no es aquí en la tierra, sino en la eternidad, cuando Cristo venga y estemos allá en los cielos nuevos y tierra nueva. Es allá que será la plenitud. Mientras eso llega, aquí en la Tierra habrá momentos de dificultad donde tendremos la oportunidad de ver que Él viene en ayuda de los Suyos y que por lo tanto Él demanda confianza en los Suyos. Él demanda confianza en los Suyos. ¿Qué nos dice nuestro texto? Nuestro texto nos dice que Jesús quería adelantárseles. ¿Para qué? ¿Para llegar primero y seguir enseñándoles acerca de su reino? Acuérdate que Él va caminando sobre las aguas. Y quería adelantárseles. ¿Para qué? ¿Para llevarlos a aclamar a Él y disfrutar de su presencia? Mis hermanos, no se nos dice específicamente, la palabra no lo dice. Pero por lo ocurrido podemos entender una cosa, y es que Cristo demanda confianza de los Suyos. Punto y aparte. Cristo demanda confianza de los Suyos. ¿Y cómo se muestra la confianza si no en una humilde dependencia del Señor? Jesús no fue caminando sobre el mar demostrando así que es Dios y que no tiene limitación alguna para que los discípulos se llenaran de espanto. Jesús no fue para eso. ¿Pero qué es lo que vemos? Jesús va delante de ellos para que ellos tuvieran gozo, para que lo vieran, haciendo el milagro de caminar sobre las aguas. Pablo decía, y eso quedó registrado en las Escrituras, que era necesario pasar por muchas tribulaciones. Es necesario pasar por muchas tribulaciones los hijos de Dios. Hechos 14.22 dice eso. Y no es porque sea Dios cruel o se complazca en nuestro sufrimiento, sino porque a través de las tribulaciones aprendemos quiénes somos nosotros y quién es nuestro Dios. A través de eso aprendemos qué tan inmaduros somos, qué tan débiles somos. Hermanos, finalmente la tercera razón para atender la buena nueva que hemos escuchado en esta mañana como tema de este sermón. No temas, dice el Señor, es que su presencia echa fuera el temor. Su presencia echa fuera el temor. O en palabras del apóstol Juan, el perfecto amor echa fuera el temor. Primera de Juan, 4.18. ¿Y qué otra cosa nos puede dar seguridad del permanente amor de Dios por su pueblo sino su presencia? ¿Qué otra cosa? ¿Usted quiere algo más? Porque si usted quiere algo más, hay un problema allí. ¿No fue eso precisamente lo que pidió Moisés en el desierto luego de sacar al pueblo de Israel de Egipto? Éxodo 33, 13 y 14. Es lo que dice el Señor, si tu presencia no va, no vamos, yo no voy. Si tu presencia no va conmigo, yo no voy. Todas nuestras fatigas, todos nuestros sobresaltos, todas nuestras angustias, son tenidas por menos que nada al estar en la presencia del Señor. Y es en esto que nosotros debemos insistir en tener una mayor conciencia, una mayor conciencia de la permanente presencia del Señor con su pueblo, que Él habita en medio de nosotros, que Él prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Si nosotros tenemos esto claro, entonces podemos decir que su presencia hecha fuera el temor. ¿El temor de qué? De creencias erradas y arraigadas. Hoy en pleno siglo XXI, mis hermanos, ¿no nos parece visible la creencia en fantasmas? ¿Todavía hay gente que cree en fantasmas? Todavía hay gente que cree en fantasmas. Los mismos discípulos estaban influenciados por creencias erradas y arraigadas en su cultura. Cosa que todavía se da en nuestro tiempo, con todos estos avances tecnológicos que hay. Y todavía hay gente que cree en fantasmas. Imagínese usted en aquella época, donde no habían tantos avances, donde la ciencia no había avanzado tanto. Pero todavía los discípulos, a pesar de los milagros que habían visto, todavía tenían esa cosa arraigada en sus creencias. Lo tenían arraigado. Y es precisamente lo que ocurre cuando ellos ven a Jesús a caminar sobre el agua. Ellos no piensan que es Jesús. Ellos no piensan que es Jesús el que hizo el milagro de los cinco mil, que alimentó a los cinco mil. Ellos no piensan eso. ¿Qué es lo que ellos piensan? Ellos pensaron que era algún espectro maligno que se acercaba a ellos para dañarlos. Eso es lo que ellos ven. ¿Y qué comenzaron a hacer? ¿Qué comenzaron a hacer? Lo que usted haría también si usted fuera un fantasma. Tristemente hoy en pleno siglo XXI algunos creyentes, algunos creyentes, creyentes entre comillas, puede ser que sean creyentes de verdad, influenciados por la cultura animista, que ve poderes sobrenaturales en las cosas creadas por Dios, ven espíritus malignos por todos lados, tratando de dañar a los creyentes, ignorando la verdad de las Escrituras que nos dicen, específicamente en 1 Pedro 1.5, que nosotros somos protegidos por el poder de Dios mediante la fe y también primera de Juan capítulo 5 verso 18 que nos dice que el maligno no nos puede hacer daño ¿a quién? a los hijos de Dios Usted tiene que estar seguro si usted es hijo de Dios o no lo es. El que no es hijo de Dios está bajo la influencia de Satanás. El hijo de Dios solamente puede ser atacado bajo la voluntad permisiva de Dios, porque ni siquiera Satanás puede tocar al hijo de Dios. Ahora, ¿cómo podemos llegar a ser hijos de Dios? Para llegar así a ser Hijo de Dios tenemos que venir en arrepentimiento, tenemos que convertirnos delante del Señor, tenemos que entregarle nuestra vida al Señor, tenemos que vivir la vida entonces, el resto de nuestra existencia en esta vida conociéndole, viviéndole para Él. Esa es la única forma en que podemos ser librados de los poderes del maligno, la única forma. Pero también hay la influencia de una cultura fatalista que ve las cosas de mal en peor y ven la vida sin esperanza y caen en todo tipo de desenfrenos porque al fin y al cabo un día van a morir y por lo tanto tienen que disfrutar lo que puedan de la vida ahora. Eso también se ve en el mundo. Viven la vida como si mañana no existiera. Por esa razón algunos creyentes son arrastrados por los deseos de este mundo y viven llenos de angustia y viven llenos de diversos temores, temores producidos por diversas creencias erradas pero profundamente arraigadas, como le estaban en estos discípulos. Y la buena noticia es que Cristo viene a los suyos trayendo con su presencia liberación de estos temores, dando un conocimiento correcto de quién es Dios. ¿Cómo está su vida? ¿Cómo vive usted su vida? ¿Siguiendo la corriente de este mundo, oyendo la corriente, las voces agoreras de este mundo o creyendo a la palabra que le ha sido dada? ¿Cómo usted vive la vida? Muchas veces es tanta la influencia que tenemos del mundo porque pasamos tanto tiempo oyendo al mundo y no escuchando a Dios en su palabra. Ese es el problema. Ese es el problema. Seguimos escuchando al mundo las noticias y las noticias y las novedades y la farándula y los medios y las redes sociales ¿Cómo es posible entonces? Esa voz de Dios que nos habla es apagada porque es mayor la voz que le estamos prestando atención, porque lo estamos recibiendo, porque le estamos prestando tiempo a ello que lo que Dios quiere hablarnos a través de su palabra. Pero aquí nosotros vemos que cuando los discípulos gritan espantados, el Señor les dice, tengan ánimo, soy yo, no teman, alegrense y no estén más temerosos y ajusteados. Jesucristo se les revela a ellos como aquel que vive para siempre, como aquel Dios que es desde la eternidad y hasta la eternidad, tal como se les reveló a Moisés. ¿Se acuerdan cómo se les reveló a Moisés? Cuando Moisés le dice al Señor, y si Faraón me dice, ¿Quién fue que te envió? ¿Cuál fue la respuesta del Señor? Dile a Faraón, yo soy el enviado. Y aquí Jesús usa las mismas palabras, yo soy, no tengan temor. no tengan miedo en aquel entonces mis hermanos en aquel momento ellos pudieron ver que no era un fantasma que no era una aparición que no era un espectro que no eran demonios que estaban allí que era el Señor Y eso es lo que el Señor le está diciendo. No hay fantasma que les quiera hacer daño. No deben de creer esas cosas. Miren, yo soy su Maestro, su Señor, el que está con ustedes. ¿Y para nosotros en este día? Hermanos, tu vida no la dirige el azar. Tu vida no la dirige el azar, ni está a la deriva, ni es objeto del capricho de alguna fuerza impersonal. Tu vida está asegurada en las manos del Dios Soberano, Creador del Cielo y de la Tierra, que tiene autoridad para hacer callar el viento, que tiene autoridad para caminar sobre las aguas, ese mismo poder que tenía el Espíritu de Dios cuando se movía sobre las aguas en la creación. Su vida Si usted ha venido en arrepentimiento y fe delante del Señor, si usted se ha convertido, si él es el Señor de su vida, su vida está bajo el cuidado tierno del Señor su Dios. Ese conocimiento correcto del tierno cuidado y amor de Dios debe de traer paz, debe de traer sosiego al corazón angustiado, tal como ocurrió entonces cuando Jesús entró en la barja con sus discípulos calmando el viento y llenando de gozo los corazones de los suyos. ¿Ha entrado Cristo a tu corazón, a la barja de tu vida? tiene usted un conocimiento correcto acerca de quién es Dios, lo que Él es y lo que Él hace. Si no es así, póngase presto a comenzar a aprender más del Señor, a enfocarse más en las cosas del Señor y dejar de prestar oídos, atención, ruido, prestarle atención al ruido que abunda en este mundo. su presencia, la de Cristo, hecha afuera y temor confrontando la dureza del corazón de los discípulos y de usted también. Los discípulos se espantaron y se asombraron en gran manera al ver a Jesús caminando sobre las aguas, calmando el viento, porque no habían entendido todavía el poder del Señor Jesús, no habían entendido todavía el milagro de la multiplicación de los panes, y en ese sentido sus corazones aún estaban endurecidos, en ese sentido. Hermanos, estamos meditando nosotros en los hechos maravillosos del Señor, estamos meditando nosotros en su gran poder y su gran amor por los suyos, ¿Recordamos nosotros lo que él ha hecho en el pasado y confiamos que lo que él ha demostrado ser y hacer a favor de su pueblo antes, en aquellos tiempos, en nuestro pasado incluso cercano, lo sigue siendo y haciendo ahora y en el futuro a favor de los suyos? Jesucristo nos dice la palabra, es el mismo ayer, hoy y por los siglos. ¿Cuántos de nosotros somos tardos en meditar? ¿De los que estamos aquí reunidos en esta mañana? ¿Cuántos son tardos en aprender de esta verdad? ¿Cuántos? ¿Usted es tardo en aplicar eso a su vida diaria? ¿Usted es tardo en aplicarlo a la cotidianidad de su vida? ¿Cuántos de nosotros nos quejamos de lo que nos toca vivir y no entendemos que Cristo ha venido a nosotros y no lo reconocemos y no reconocemos su amor y cuidado constante por nosotros. Pero ¿sabe usted una cosa? Él permite esas cosas en nuestras vidas. ¿Usted sabe por qué? Para mostrarnos que aún hay dureza en nuestros corazones. Para mostrarnos, usted sabe que nosotros debemos de arrepentirnos de ella y pedir ayuda a nuestro Dios. Para mostrarnos que todavía somos niños inmaduros y que necesitamos aún más depender del Señor. No temas, dice el Señor. No fue ninguno de los apóstoles que lo dijo. fue Cristo mismo el que lo hizo y es el mismo Cristo el que hoy también le dice a usted en medio de sus dudas, en medio de sus pruebas, en medio de sus conflictos, en medio de sus tentaciones es el mismo Señor que le dice a usted tengan ánimo, soy yo, no teman Oremos en esta mañana que Dios nos haga entender esta palabra y que aprendamos a vivir agradecidos y confiados en nuestro Dios. Haciendo, usted sabe qué, lo que Él nos mandó a hacer, que podamos experimentar el gozo y la paz que sólo su presencia nos puede dar. Cuando los discípulos fueron a la barca, cuando los discípulos se montaron a la barca, cuando los discípulos comenzaron a remar, ellos lo hicieron. ¿Usted sabe por qué? ¿Por qué ellos lo hicieron? Porque el Señor les había mandado a que lo hicieran. Y a pesar de que el Señor les había mandado a que lo hicieran, tuvieron pruebas, tuvieron dificultades en el camino. Entienda eso, mis hermanos, mis hermanos, entienda eso, que en ocasiones el Señor nos manda a hacer cosas Y en el camino nos encontraremos con pruebas, con tentaciones, con tribulaciones, con vientos tempestuosos. Y allí, en medio de eso que el Señor nos mandó a hacer, en medio de esas pruebas y de esas luchas, el Señor nos dice, no temas, soy yo. No temas, confía. No temas, espera en mí. No temas, yo soy el Dios Todopoderoso. estemos de pie y oímos al Señor.
No Temas, Dice El Señor
Series MARCOS
Si es Cristo el que nos da dirección, el que nos dice lo que debemos hacer, podemos estar seguros de que él está empeñado en cumplir su propósito y lo va a hacer, y no estamos solos en ello, él es quien está ejecutando su misión, aunque a veces nosotros no lo percibamos así, y pensemos a veces que vamos solos, «¡Tengan ánimo; soy Yo, no teman!» Acompáñame y envíame tus inquietudes en lo que respecta a este sermón basado en el evangelio de MARCOS 6:45-52.
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La versión de la Biblia que utilizamos es la Nueva Biblia de Las Américas (NBLA)
Sermon ID | 72423134945127 |
Duration | 43:17 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Mark 6:45-52 |
Language | Spanish |
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