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1 Corintios 13, versículo 4 y nada más la segunda parte del versículo 4. Y si el amor no tiene envidia, el amor no es actancioso, no se envanece. Amén. Esa es la Palabra de Dios para nosotros en esta tarde. Te pedimos Padre que con esta muy breve porción de Tu Palabra ¿Qué es el pecado más peligroso? Es una pregunta subjetiva, creo, porque la excepción de la blasfemia contra el Espíritu Santo, que Cristo dijo que no puede ser perdonado, tal vez simplemente un asunto de opinión de qué pecado es más peligroso. Pero yo pienso que el pecado que está a la raíz de todos los demás pecados, es el pecado más peligroso. ¿Verdad? Porque nos lleva a todos los demás pecados. Y yo creo que ese pecado El pecado que está detrás de la raíz de todos los demás pecados es el orgullo. Fue el primer pecado. Pues claro, pensamos en la desobediencia de Danieva en el huerto de Edén. Comerle el fruto prohibido, pensamos eso como el primer pecado. Bueno, fue el primer acto pecaminoso, comerle el fruto prohibido. Pero qué hubo detrás de su obediencia, desobediencia. ¿Por qué desobedecieron? Su Orgullo Pensando Que Sabía Mejor Que Dios Pensando Que Merecían Más De Lo Que Dios Los Había Dado El Orgullo Es Lo Que Nos Impulsa A Pecar Nos Hace Pecar Porque Pensamos Que Lo Que Queremos Es Mejor De Lo Que Dios Nos Manda El Orgullo Nos Engaña A Considerar Las Cosas De Perspectiva Egoísta En Vez De Perspectiva Bíblica Y Divina En cuanto a su capítulo aquí, el tema del amor, lo que vemos es que el orgullo está en contra del amor verdadero. Son cosas opuestas. El amor y el orgullo están así como contrastes en la Palabra de Dios. Y esa segunda parte del versículo 4 nos enseña que el amor no tiene envidia, no es actancioso y no se envanece. Todo eso es orgullo. Todo tiene que ver con el orgullo o el resultado del orgullo. Aquí Pablo está enseñándonos que el amor no se enfoca en sí mismo. El amor no está centrado en sí mismo. Eso no es el amor verdadero. Ese es el amor mundano, egoísta, pero no es el tipo de amor que Dios ha mostrado para nosotros. Eso es precisamente lo que distingue el amor verdadero y bíblico del amor del mundo. El amor en el mundo, el amor de los incrédulos es, ante todo, egoísta. Mientras el amor verdadero de Dios, que Dios nos da, es un amor sacrificial. Yo sé que muchos argumentarían que hay amor verdadero en el mundo también. Los incrédulos también pueden amar. Bueno, en un sentido sí. Claro que todos son creación de Dios, llevan algo de la imagen de Dios en ellos. Hay gracia común, los incrédulos se aman, pero su amor es, más que otra cosa, egoísta. Aún en los mejores casos. Pero amor verdadero no. El amor que hemos recibido de parte de Dios es sacrificial. Como hemos visto en este capítulo, no es simplemente una emoción, no es como nos sentimos, es una decisión. Es una decisión que tomamos de acuerdo del bienestar de otros, no solamente de nosotros mismos. Por eso, estudiamos en versículos 1 a 3 que una vida externamente religiosa sin amor no vale nada. Como estudiamos en la primera parte, lo 4, el amor verdadero es paciente y bondadoso. Es la descripción positiva de lo que es el amor. Ahora empezamos con algunas descripciones negativas. El amor no es así. como encontramos aquí en versículo 4 y también versículos 5 y 6. Lo que la Palabra de Dios quiere enseñarnos hoy en esta tarde, de este pasaje, es que el amor verdadero no es envidioso, actancioso, ni orgulloso. Muy fácil, fácil no, muy sencillo este bosquejo. Primero, el amor verdadero no es envidioso. En el versículo, el amor no tiene envidia. La envidia se define como la falta de satisfacción con lo que tenemos y quienes somos. Es cuando nos comparamos con alguien más y estamos insatisfechos porque queremos lo que tiene o queremos ser como él o ella. Vemos más prosperidad o más felicidad en otra persona y la queremos para nosotros mismos. Bueno, lo vemos con los chiquitos, lo vemos con los niños que quieren, quieren, para sí mismos. Pero a veces como adultos hacemos lo mismo. Tiene mejor negocio que yo, mi negocio no va así. Porque no tengo su negocio de su persona, su esposa es más... ¿Quién sabe? De mi esposa. Entonces yo prefería tener otra persona. Muchas cosas que pasan por la mente. ¿Qué es? Es envidia. No estamos satisfechos con lo que tenemos y quiénes somos y queremos ser como otros o queremos tener lo que otros tienen. El amor verdadero no hace eso. No es envidioso. No ve lo que otros tienen y lo quieren por sí mismo. No ve una bendición, otra persona dice, ah eso quiero para mí. No ve una calidad, algo bueno, otra persona dice, no es para mí. Y en vez de regocijarse por la persona lo que tiene y la bendición, la queremos para nosotros mismos. El amor verdadero no intenta, no desea quitar la envidia de otros para que yo lo tenga. Y lo que es más, cuando tenemos envidia no tratamos a otros bien. Si tienes envidia de alguien, no le tratas bien. Se ve tu trato con la persona. Algo está mal, mostramos un desagrado con la persona, solamente porque tiene lo que nos gustaría tener. El amor verdadero ve lo que otros tienen y está feliz por ellos. No lo quiere por sí mismo. Eso es lo que hacemos muchas veces. En Corinto tenían este problema. Lo vemos leyendo toda esta carta. Es parte de lo que podemos al estudiar solamente el capítulo 3 de aquí. Yo animo a ustedes a leer toda esta carta varias veces en esos meses que estudiamos este capítulo. Porque podemos el contexto más grande. En Corinto había un gran problema con eso. Se jactaban de sus dones de envidia de otras personas. No amaban como deberían amar. Por eso Pablo escribe este capítulo. Como cristianos no deberíamos nunca entrar en rivalidad. Los cristianos no deben ver a otros cristianos como competencia. Nunca. En nada. Ni en dones, ni en servicios, ni en relaciones. Dios ha hecho a cada persona diferente. Dios nos ha dado diferentes dones. Dios nos ha dado ciertas habilidades para ciertos servicios. Tal vez tú no puedes hacer lo que yo hago, pero yo no puedo hacer lo que tú haces. Dios ha creado a cada uno diferente. Entonces ¿por qué tener envidia de otros? Es como decir que Dios nos ha creado mal. ¿Alguna vez lo has pensado así? Vemos la envidia como algo no tan fuerte, pues por lo menos no estoy engañado en mi esposo, mi esposa o lo que sea, pero la envidia sí está fuerte, pues estás diciendo Dios, no me has dado lo que necesito y a él lo veía así, ¿qué pasó? Es lo que estábamos diciendo, Dios me creaste así con tal cosa o no tengo tal cosa o no tengo ese atributo y a él lo veía así, pues ¿qué hiciste? No lo decimos así, porque sabemos que eso es blasfemia. Pero cuando estamos insatisfechos y con envidia, estamos diciendo que Dios ha hecho algo mal. Que Dios no sabe lo que está haciendo. ¡Qué fuerte es eso! Esa es la envidia. Dios te ha hecho con lo que necesitas. Dios te ha dado lo que necesitas. No lo cuestiones. Es lo que hacemos cuando tenemos envidia de otros. No es amor. Es duda de la buena voluntad de Dios. La Biblia nos da muchos ejemplos de la envidia para que veamos su peligro. Fue el pecado de Satanás cuando cayó de su primer estado. Sabemos que dice la palabra que quería ser como Dios, quería ascender en el cielo y ponerse en el lugar de Dios. Tenía envidia. Y por eso nos tienta tanto con ese pecado, porque fue el pecado que le destruyó a él. Y por eso nos tienta con eso mucho. Que recordemos eso cuando pensamos que la envidia no es tan importante. Es el pecado que causó que Satanás cayera. Caín tenía envidia de su hermano Abel y su sacrificio, por eso le mató. Los hermanos de José tenían envidia de él y querían matarle. Terminaron vendiéndole la esclavitud. Vean hermanos, lo que la envidia nos puede llevar a hacer. Y pensamos que no, pensamos que nada más es como estoy pensando. Nos puede llevar a hacer cosas inimaginables. Cosas que pensamos que nunca pudiéramos hacer. Como matar a alguien. Eso no es un pecado poco importante. Se arraiga en nuestros corazones y nos afecta. Afecta como vemos a otros, afecta nuestras relaciones. Así ya ni podemos estar cerca de la persona. A veces sí queremos hacerle daño. Tal vez no físicamente, pero de alguna manera. La envidia causa destrucción en relaciones, en familias y claro que en la iglesia local también puede destruirla completamente. Santiago nos avisa, ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la cual conductas tus obras en sabio mansedumbre. Pero si tenés celos amargos y contención en vuestro corazón, no os actéis ni mentáis contra la verdad, porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino es terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, ahí hay perturbación y toda obra perversa. El amor verdadero no es así. No es envidioso. Solamente viendo que el amor no es así, pues Dios no puede ser así. Dios no tiene envidia. Dios no es envidioso. Por un lado, porque es un Dios perfecto y eterno, que no puede dar envidia a su creación. Él nos hizo. No hay nada en nosotros que le cause envidia, mucho menos. Pero más, aún con todo malo en nosotros, tanto que no merecemos su amor, Él mandó a Su Hijo. Cristo se enteró a Sí mismo y dejó la gloria, no porque tenía envidia de la creación de Su Padre. A veces leemos mitología y hay cosas, sino que... No sé, es que medio Dios y medio humano tenía envidia porque su padre, el Dios, estaba con los seres humanos. Cosas así, ridículas, ¿no? Cristo no vino al mundo porque tenía envidia de los seres humanos y quería vivir como nosotros. Vino simplemente para salvarnos de sus pecados. Y por eso leemos en Filipenses 2 cómo Él actuó en Su amor para con nosotros. No en envidia, sino sacrificándose. Filipenses 2, versículos 3 a 8. Nada hagáis por contienda o por vanagloria, antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. Y vemos eso y decimos, ¿cómo? No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Nos cuesta trabajo. El ejemplo es Cristo. hay opuesto en vosotros ese sentido que hubo también en Cristo Jesús el cual siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa que aferrarse sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo hecho semejante a los hombres y estando en la condición de hombres y humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y la muerte de Dios el amor de Dios para con nosotros es sacrificial vemos lo que Cristo sacrificó por nosotros El amor de Dios no es envidioso, y por eso nuestro amor tampoco debe ser envidioso. Y cuando estamos nosotros contentos en Dios, cuando estamos contentos con cómo nos ha hecho, cuando estamos contentos con su voluntad para nuestras vidas, no vamos a tener envidia. Nuestro amor también puede ser como el amor de Dios, que es sacrificial, puro y no envidioso. ¿Tú tienes envidia de alguien? ¿Tienes envidia de alguien en esta iglesia local? ¿O fue a la iglesia local? ¿Tú ves a alguien que parece más popular? ¿Todos hablan con él o ella y contigo? Pues nadie habla, o muy pocos. ¿Tú ves en alguien dones que está usando en esa iglesia local? Y aunque tú tienes dones también, nadie te puede usarlos aquí. A veces a alguien le das y tú dices, yo quiero estar en esta posición. O algo similar. Es envidia. A veces es muy obvio, a veces no tanto. A veces no te das cuenta conscientemente de tu envidia. No pienses que eres celoso, la verdad. Pero se ve en cómo tratas a otros. Se ve en cómo te relacionas con otros o cómo no te relacionas con otros. No podemos vernos unos a otros así en la iglesia. En el mundo la gente tiene mucha envidia y por eso hace cosas indebidas. Cuando quiere avanzar, pone de derribar a otros. Y sí funciona. Lo vemos en la política, en el trabajo. Personas hablan mal de otros para derribarlos, para que puedan avanzar. Tienen envidia y entonces arruinan sus vidas. Y ellos no, pero en la iglesia no podemos actuar así. Necesitamos un amor verdadero, un amor como Dios que no es envidioso. Después vemos que el amor verdadero no es jactancioso. Regresando al pasaje. Que el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso. El amor verdadero no llama la atención a sí mismo. No quiere que otros vean lo que hace. No quiere ser el centro de atención. No habla todo el tiempo y menos habla de sí mismo todo el tiempo. La idea aquí en este pasaje es jactarse sin fundamento. O jactarse por orgullo, como vemos aquí que esas tres descripciones están relacionadas con el orgullo. Muy interesante pensar en jactarnos sin fundamento, porque a veces pensamos que sí tenemos razón para hablar nosotros, y lo que hemos hecho, y lo que podemos hacer. Y claro, hay una manera apropiada para hablar nosotros mismos, ¿no? Es que nunca lo podemos hacer, que nunca podemos comunicar lo que hemos hecho, lo que podemos hacer, lo que tenemos. Pero no lo hacemos por envidia, no lo hacemos en orgullo, con la intención de que otra persona piense mejor de mí. Quiero que piense que soy muy bueno, que tengo mucho talento, muchos dones, por eso siempre estoy hablando de mí, de mí, de mí, de mí, de mí. Ustedes saben, ¿no?, que cuán, no sé, cómo cansado es estar en conversación con alguien que es solamente habla de sí mismo. Eventualmente dices, OK, está bien ya, eres muy bueno, haces muchas cosas. Entonces a veces hacemos lo mismo y no nos damos cuenta. A veces nosotros somos las personas que otros piensan, ¿por qué habitando en sí mismo? Está ansioso. La única manera apropiada para hablar nosotros mismos es dando toda la gloria a Dios. Que sí podemos hablar de lo que hacemos y quiénes somos. Pero no para que otros nos vean a nosotros como alguien muy importante, no para que vean nuestros dones y todo, es para que vean a Dios a través de nosotros. Es para que otros puedan ver, Dios me usa a mí, pues puede usar a cualquiera. Dios me ha dado sus dones, pero también te ha dado a ti dones que puedes usar. Entonces, hables de ti en el sentido de dar la gloria a Dios y ayudar a otros a pensar en cómo dar la gloria a Dios. Por eso, el enfoque en nuestras conversaciones, cuando hablamos de nosotros en cualquier sentido, debe ser Dios y sus dones, y su amor, y lo que Él ha hecho. Porque el amor verdadero no es actancioso. No habla de sí mismo. Es para que todos piensen bien de Él. Es humilde. Y cuando habla de sí mismo, se jacta en Dios. Porque Pablo escribió en esta misma carta capítulo 4 y el versículo 7 4-7 Porque quien te distingue o que tienes que no hayas recibido y si lo recibiste porque te glorías como si no lo hubieras recibido verdad si es necio jactarnos de como somos o lo que tenemos cuando todo es de Dios El Padre dice quien es para jactarte eso y eso cuando lo has recibido como regalo, ni hiciste nada para tenerlo Si te jactas, lo hagas en Dios, lo que Él ha hecho Si vamos a Mateo 6, Cristo habló de este mismo problema de los judíos Mateo 6 y versículos 1 a 4 Mateo 6 y versículos 1 a 4 Y si guardamos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos, de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando puedes des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas, en las calles, para ser alabados por los hombres. De cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tu des limosna no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, paguese tu limosna en secreto y tu padre que vea en lo secreto te recompensará en público. Nos vemos, el problema de jactarnos, es como es ridículo, es una exageración porque viene la ofrenda y tu dices... mis 500 pesos, mis 1,000 pesos, exageración, no lo hacemos así. Pero esa es la idea de lo que estaban haciendo aquí los fariseos en ese tiempo. No lo hacemos así, pero sí somos muy sutiles y muy buenos en hacer a otros ver lo que estamos haciendo. A veces hasta hablando de nuestra humildad realmente jactándonos. Lo escondemos, lo encubrimos espiritualmente. Pero lo hacemos. Muchas veces nos actamos nosotros mismos. Regresando otra vez a 1 Corintios, digo, Pablo escribió varias veces la carta de este problema. En 1 Corintios 3 leemos, nadie se engaña de sí mismo. Si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante para que llegue a ser sabio. En capítulo 8 dijo, si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada, ¿cómo debe saberlo? Entre todo, en 1 Corintios 14, 37, vemos que los corintios se consideraban espirituales. Si alguno se cree profeta o espiritual reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor Y tampoco hasta de su amor. Ellos hablaban en lengua y profetizaban. Como iglesia se jactaba mucho de sus dones, de su conocimiento, de su espiritualidad. Y Pablo quiere enseñar de manera muy clara que la iglesia si no tiene amor, porque el amor no es jactancioso. No habla de sí mismo tanto. Igual en Proverbios encontramos lo mismo. Un proverbio dice, alábate el extraño y no tu propia boca. El ajeno y no los labios tuyos. Ese es buen consejo. Consejo inspirado. Ese es buen consejo porque a veces nosotros nos alabamos a nosotros mismos. El rey Salomón en el proverbio dice, deje a otra persona hacerlo. Si hay algo bueno en ti, algo que alabar, que otra persona lo haga. Tú no. No tus labios, no tu boca. En realidad, Dios es el único que puede jactarse de sí mismo. Ningún ser humano, porque somos creación. Dios puede porque Dios merece la gloria de cada átomo del universo. Merece toda la gloria. No es pecaminoso para Dios hacer que todos conozcan su gloria y su palabra. Pero para nosotros sí, porque no somos Dios. Estamos llenos también de pecado. Así que el amor verdadero, en vez de jactarnos de nosotros mismos, que nos jactemos de nuestro Dios. Que nos jactemos de Cristo crucificado y nada más. Solamente el Señor que merece ser alabado. Pablo dice aquí en 1 Corintios 1, versículos 26 a 31. 1 Corintios 1, 26 a 31. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles, sino que lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios. Y lo débil del mundo escogió Dios para deshacer a lo fuerte. Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios y lo que no es para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, y el cual nos ha sido hecho por Dios, sabiduría, justificación, santificación y redención, para que, como está escrito, el que se gloria, gloríese en el Señor. Entonces, ¿deberíamos actarnos? ¿Deberíamos gloriarnos? Sí, pero en Cristo, no nosotros. En Dios, no nosotros. Pablo aquí nada más está expresando lo que Dios había dicho en Jeremías 9, lo mismo No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas, mas alábese en esto el que se hubiera de alabar, en entenderme y conocerme que soy Jehová Lo único, me glorío en el hecho de que soy hijo de Dios, no por nada de mí, sino por Él Me jacto en Él de un Dios tan poderoso, tan santo, tan increíble, tan maravilloso que me ha salvado a mí. En eso podemos gloriarnos, pero no nosotros. Nos gloriamos en la cruz, como Pablo dijo, lejos de mí está en gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Si hablamos de nosotros solamente para hablar de nuestra debilidad y cómo Dios nos fortalece, Pablo dijo en su segunda carta a los Corintios, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades para que repose sobre mí el poder de Cristo. Entonces, veamos, solamente podemos gloriarnos, actarnos en Dios y en lo que Él ha hecho. Lo que tenemos que preguntar es, ¿así es como hablamos? En nuestras conversaciones, ¿hablamos mucho de Dios o mucho de nosotros? Escúchate entonces a ti mismo la primera vez que hablas con alguien. Escúchate a ti mismo, por eso no hacemos tanto. ¿En qué está centrada tu conversación? ¿En ti o en Dios? Cuando otros te escuchan, ¿salen de la conversación dando gloria a Dios y pensando mucho en Él? ¿O salen de la conversación pensando en ti? Tú tienes que ser el centro de atención ¿Tú haces o dices cosas para llamar la atención de otros? ¿Tú no puedes dejar de hablar? ¿No puedes dejar de hablar de mismo? Hermanos, que esta iglesia local, nuestra única actancia es de Cristo. Que solamente nos gloriemos en Él, en nuestro Dios. Porque así es el amor verdadero, no es actancioso. Y en tercer lugar, el amor heredero no es orgulloso. Dice que el pasaje no se envanece. Y el orgullo, como dije, está a la raíz de todo pecado. El orgullo está a la raíz de la jactancia y la envidia. Por eso esas tres cosas van en la mano aquí en este versículo. Por eso empecé el mensaje como lo empecé. El orgullo está a la raíz de todos los demás pecados. El problema es el pecado, es el orgullo. El problema es que nos consideramos superiores a otros en vez de tratar a otros como superiores a nosotros mismos, como Dios manda. Hay una arrogancia arraigada en el ser humano desde Adán y Eva en el pecado original y aun cuando Dios nos salva Ahí está en la carne. Ahí va saliendo todo momento. Ahí está haciendo todo para controlarnos y hacernos pensar y actuar enfocados siempre en nosotros. El orgullo es tan peligroso porque no es lo que haces, es como piensas. Es más fácil reconocer lo que hacemos mal. Es mucho más difícil reconocer cuando pensamos mal. El orgullo controla la manera en la cual piensas y por eso a veces no nos damos cuenta de nuestro orgullo. Porque todo es natural. Todo está basado en mi orgullo, ni veo la diferencia. Honestamente pensamos que estamos bien. Tú piensas que tú tienes la razón. Los demás están mal. Es tu orgullo. Cuando nuestro pensamiento es controlado por la Palabra de Dios, vemos las cosas como realmente son. podemos vernos a nosotros como realmente somos pero cuando nuestro pensamiento es controlado por el orgullo toda nuestra perspectiva está torcida ya todo está centrado en nosotros y lo que queremos y si no todo gira alrededor de nosotros y nuestros deseos y nuestros gustos pensamos que otros están mal, no nosotros en la Biblia vemos muchísimos ejemplos del orgullo como dije al principio estaba la raíz del primer pecado La tentación de Satanás fue no moriré, sino que sabe Dios que el día de que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. ¿Qué hizo Satanás? Apeló a su orgullo. Ustedes pueden ser como Dios. ¿Quién no quiere ser como Dios? Surgió su orgullo y Adán y Eva se enfocaron en sí mismos y en lo que querían, en vez de lo que Dios había dicho. Su primer pecado fue el orgullo y eso causó que comieran del fruto prohibido. Y claro que Satanás usó esa tentación porque es lo que también le impuso a él como ángel creado por Dios querer tomar el lugar de Dios. Satanás fue el primer orgulloso de la historia. Por eso nunca dejaron de tentarnos con eso. Cuando tú empiezas a pensar que el orgullo no es tan fuerte como tus pecados, recuerda que es lo que pensaba Satanás. Nada con nosotros es otro ejemplo muy conocido. En Daniel 4 se jactó en su orgullo de su reino. No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, para el gloria de mi majestad. Dios le humilló. Pero Dios tiene que hacer algo muy fuerte. Muy, muy fuerte hacerle actuar y pensar como animal, el perdió la razón Hermanos, a veces Dios tiene que hacer cosas muy fuertes Tiene que humillarnos para que podamos ver cuan orgullosos somos Porque no lo vemos, no nos damos cuenta, los prometo hermanos, no nos damos cuenta de cuan orgullosos somos De hecho, probablemente, hablando de eso ahora, alguien está pensando, pues realmente yo no soy así, no tengo tantos problemas con eso. ¡Ese es tu orgullo! Precisamente. Un pastor va predicando eso. Bueno, lo voy a predicar, pero no me... ¿Mi orgullo? No. Tenemos eso todos. Luchamos todos con eso y no nos damos cuenta de cuánto orgullo tenemos. En otro testamento Cristo contó la parábola del fariseo y el publicano. Los dos estaban en el templo para orar. Y mientras el publicano mostró su humildad ante Dios, el fariseo oró de esta manera. El fariseo oró así. Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres. Ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como ese publicano. Ayuno dos veces a la semana. Doy diez de todo lo que gano. que orgullo ese hombre pues eso lo reconocemos en el fariseo pero no lo vemos en nosotros mismos no decimos palabras tan fuertes en voz alta pero pensamos igual Dios voy a la iglesia Dios me quedo para el segundo culto me conecto a la oración lo que sea y empezamos a envanecernos Y empezamos a pensar en nosotros de cierta manera que nos puede llevar a pecados más grandes. Pero la vanagloria, este orgullo, es del mundo y no de Dios. 1 Juan 2, 16 dice, Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida no proviene del Padre, sino del mundo. Cuando actuamos en vanecidos, en orgullo, en vanagloria, estamos actuando como el mundo, no como Dios. Que aprendamos el ejemplo de Pablo, entonces, como escribió aquí en 1 Corintios 4, versículo 6. 1 Corintios 4, versículo 6. Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí, en Apolos, por amor de vosotros, Para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno os embanezcáis unos contra otros. y dijo yo voy a regresar a ustedes y vamos a ver lo que esta pasando y quien esta envanecido y como esta afectando a la iglesia es un gran problema en la iglesia de Corinto mi pregunta es si es un gran problema en la iglesia cristiana del redentor como nos amamos unos a otros aqui nos damos mucho orgullo o mucha humildad ¿Consideramos a otros como superiores a nosotros mismos o inferiores? No dudo que intentamos, pero permítanme, que dejemos a un lado los motivos por un momento. Si queremos, está bien. ¿Lo hacemos? Que queremos es una cosa, qué bueno, pero ¿lo hacemos o no lo hacemos? No podemos simplemente apelar nuestros motivos. ¿Lo hacemos o no lo hacemos? ¿Tú reconoces tu orgullo? Fíjate que no pregunté ¿Tienes orgullo? Porque sí lo tenemos todos La pregunta es si lo reconoces o no Tú, yo, todos nosotros luchamos con eso Con este gran pecado que está a la raíz de todos los demás pecados La pregunta es si lo reconoces Si te das cuenta de cuán orgulloso eres, cuán egoísta eres Y si no te das cuenta pregunta a tu cónyuge, te lo va a decir O tu pastor si quieres, tu anciano. Pregunta a alguien en la iglesia. Y oramos que con honestidad y también con humildad que diga la verdad. Sí. Yo veo orgullo en ti. Egoísmo en ti, en eso, en eso. No nos gusta preguntar a otros porque no queremos la respuesta. Pero deberíamos porque sí es cierto. Nos engañamos a nosotros mismos y pensamos que no. Y si no reconoces tu orgullo no vas a buscar el remedio. El remedio es ser como el publicano en la historia que mencioné. El fariseo oró así, que era mejor que todos. Como oró el publicano. Dios se propicio de mi pecador. Amén. Eso y nada más. No te envanezcas porque leemos en Santiago que Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Aquí se dijo lo mismo en Lucas 14 Cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido Bueno eso es fuertísimo porque pensar en que Dios te resiste que Dios te humilla Vas a poder avanzar en tu vida si Dios te está resistiendo No, si Dios todo poderoso te está resistiendo no vas a avanzar en tu vida, nada Pregúntate, ¿tu orgullo está haciendo que Dios te resista? ¿Por eso no estás avanzando? ¿Por eso no estás creciendo? ¿Porque Dios te está resistiendo por tanto orgullo que tienes? Cuidado. Porque Dios te ama tanto como hijo y en su misericordia te va a humillar. Te va a humillar si estás enaltecido. Es mejor aprender esa lección en esta parte de la Palabra de Dios. Y aprender cómo tratarnos unos a otros en la iglesia, en la familia, examinarnos, examinar nuestro amor para ver si es verdadero en ese sentido. Porque el amor de Dios que está en nosotros no se enaltece. Es mejor crecer en humedad ahora. Es mejor entender que los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado al corazón contrito y humillado. No despreciarás tú, oh Dios. Dice Isaías 57, 15 Su hermano o hermana vive ante Dios en humildad, no en orgullo Él resiste y Él humilla a los soberbios. Dios habita con el quebrantado y humilde de corazón, no con la persona que piensa que sabe todo. Y si vives así ante Dios, sin humildad y sin orgullo, así vas a vivir ante otros también. Es lo más difícil, interrelacionamos con otros seres humanos, pero así se ve. Si tenemos el amor verdadero o no, Porque el amor no se enaltece. El amor verdadero no tiene envidia, no es actancioso, no se envanece. Texto muy breve. No tan breve como la primera parte del versículo, pero igual no es mucho que estudiar. Es un tema profundo. Es un tema amplio. Tratando con el orgullo. No son tres temas aquí. Envidia, actancia, orgullo. Todo está relacionado con este pecado. El orgullo está en la raíz de todos los demás pecados. El orgullo hace que tengamos envidia de otros, que no estemos contentos en la voluntad de Dios, que hasta intentemos quitar de otros lo que Dios nos ha dado. Es el orgullo que hace que hablemos tanto de nosotros, que estemos tan centrados en nosotros mismos, que tengamos a nosotros en tan alta estima. Es el orgullo. Dios sabe lo que necesitamos. Dios sabe cuánto orgullo hay en nosotros y en nuestra iglesia. que nos lo revele, si no nos damos cuenta, para que podamos rechazarlo, luchar en contra de él y amarnos unos a otros como Dios nos ama, sin envidia, sin jactancia y sin orgullo. Que Dios nos ayude. Vamos a orar. Padre Celestial, tenemos muchísimas gracias por esta parte de Tu Palabra. Es un capítulo que tal vez hemos memorizado Un capítulo que hemos leído y estudiado tantas veces. No es difícil entender, Señor, esas definiciones, cuando nos damos cuenta que sí es difícil aplicarlas en nuestras vidas. Señor, primero te pedimos que nos reveles nuestro orgullo. Permitimos, Señor, muchas veces... No lo vemos, Señor, honestamente no lo vemos. Pensamos que estamos bien, pensamos que simplemente madre es espiritual cuando es puro orgullo. Ayúdnos Señor, enséñennos, revelennos, usa a otras personas para confrontarnos Señor, para que no continuemos así. Porque vemos que el orgullo está en la raíz de otros pecados, nos hace envidiosos, actanciosos, y a veces hasta hacer cosas terribles. Señor, quita tu orgullo y haznos una iglesia más humilde. Ayúdnos a amar más como Tú nos amas a nosotros. Te lo pedimos Señor, en nombre de Cristo. Amén.
El amor no es orgulloso
Series Estudio de l Corintios 13
El amor verdadero no es envidioso, jactancioso, ni orgulloso.
Sermon ID | 63241635547992 |
Duration | 40:09 |
Date | |
Category | Sunday Afternoon |
Bible Text | 1 Corinthians 13:4 |
Language | Spanish |
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