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Vayamos a Romanos, capítulo 8. Romanos, capítulo 8, verso 28. Romanos, capítulo 8, verso 28, nos dice Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien. Esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Vamos a orar. Padre, nosotros ahora nos postramos delante de ti para implorarte que sea propicio a nosotros en este tiempo en que estaremos con nuestros oídos atentos a escuchar tu voz. Háblanos conforme a la necesidad que hay en nuestros corazones. Y haz de tu palabra el pan con que alimentemos nuestro hombre interior. Haz de tu palabra el agua de vida con que saciemos nuestra sed en el hombre interior. Pues lo rogamos para tu gloria y en el nombre de Jesús. Amén. Esta mañana un hermano me escribió la siguiente nota. Este es mi segundo día en mi casa después de haber sido operado. No he podido sentir paz ni consuelo. Me siento abatido y en gran agonía. Este hombre, sin lugar a duda, que está experimentando aflicción, sufrimientos, angustia en su corazón. Amados hermanos, todo el mundo, tarde o temprano, es visitado por alguna situación aflictiva donde tendrá que experimentar el fuego caliente de las aflicciones y del sufrimiento en diferentes dimensiones, naturalmente, porque hay dimensiones de sufrimiento conforme a lo que seamos afectados en nuestra vida y en nuestra existencia. Nuestras aflicciones pueden ser provocadas debido a enfermedades, pueden ser provocadas por accidentes, pueden ser provocadas por desastres naturales, pueden ser provocadas por la culpa de la conciencia, pueden ser provocadas por separaciones traumáticas, pueden ser provocadas por quiebra en los negocios. En fin, las pruebas y las aflicciones pueden llegar a nuestras vidas por diferentes vías y caminos. Las personas que sufren por lo general suelen hacerse la pregunta ¿Por qué un Dios bueno permite el sufrimiento? ¿Por qué la gente buena, entre comillas, le pasan cosas malas? ¿Por qué la gente buena sufre y experimenta grandes adversidades que traen aflicción para su vida? Graves pérdidas, muchas veces daños irreparables que le marcan por el resto de sus vidas aquí en la Tierra. La realidad es que aquí en el mundo nadie está exonerado de experimentar estas emociones que este hermano está experimentando ahora mismo en su propia experiencia y en su vida. Porque algo valioso para él ha sido afectado. A él le diagnosticaron de buenas a primeras, un cáncer. Y en ese contexto, no solamente está la situación de la operación, que es una experiencia en sí misma traumática y dolorosa, también está la incertidumbre ¿Qué puede pasar? ¿O qué vendrá después? No solamente está la enfermedad per se, el mismo tratamiento en sí mismo representa un desastre mayúsculo para la salud del cuerpo. Y todo eso genera un estado emocional que él bien lo define aquí. No siento paz ni consuelo. Me siento abatido. Me siento inmerso en una gran angustia. Esta experiencia la está experimentando Un buen creyente. Una persona que le ha servido a Dios con integridad. Pero, amados hermanos, su vida íntegra, devota y fiel no le exoneró de experimentar, entre comillas, esa tragedia que está experimentando ahora mismo. La palabra de Dios nos revela claramente que a los hombres y mujeres de Dios le pueden acontecer sucesos muy grandes y graves. Sucesos y experiencias dolorosas, aflitivas, que generan sufrimientos inenarrables. Vemos en la propia escritura casos específicos de hombres y mujeres que bebieron de una copa muy amarga a lo largo de sus años de vida, que terminaron finalmente con una muerte cruenta para ellos. Observe el caso de aquellos creyentes que se nos narra cuya vida se nos narra en Hebreos, capítulo 11, verso 36 al 38. Eran siervos de Dios. ¿Y cómo terminaron? Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada. Anduvieron de acá para allá, cubiertos de pieles de ovejas y de cabra. Pobres, angustiados y maltratados. Oiga bien. Usted no sabe cuánto pican los dientes de una sierra hasta que no se lo clavan a usted. fueron aserrados. Eso es una muerte violenta, una muerte cruenta, es una muerte dolorosa. Muchos supieron cuánto pica el filo de una espada, porque se la clavaron. porque querían infligirle sufrimiento, dolor y aflicción hasta la saciedad. Y tal era la dignidad de esa gente que nos dice el verso 38, de los cuales el mundo no era digno. Su dignidad no le soneró. de haber sido puesto a prueba, de haber sido aserrado, de haber sido apedreado, de haber sido asesinados a filo de espada. Ahora, la pregunta que muchos se hacen, ¿y dónde estaba Dios cuando esa sierra estaba aserruchando la carne de sus hermanos? ¿Dónde estaba Dios cuando esa espada estaba cortando la carne de esos siervos? ¿Dónde estaba Dios cuando estaban siendo angustiados y maltratados por esa pandilla de impíos? ¿Dónde estaba Dios? ¿Dónde estaba Dios cuando ese cáncer, cuando esas células cancerígenas empezaron a invadir el cuerpo de este hermano? ¿Por qué a la gente buena le suceden cosas tan malas? El apóstol Pablo fue un hombre eminente y un hombre de una vida intachable y reprensible. Y en 2 Corintios 11, versos 25 al 27, él nos habla de cuál había sido el tratamiento al cual fue sometido por el desempeño fiel de su ministerio como apóstol. Él dice, tres veces he sido azotado con vara, una vez apedreado, tres veces he padecido naufragio, una noche y un día he estado como náufrago en el mar, en hambre y en sed, y en muchos ayunos en fríos y en desnudez. Cada una de estas circunstancias, sin lugar a duda, que sometieron a este siervo de Dios a muchas aflicciones y sufrimiento. Porque ¿a quién le caen a pedrada? y experimenta dolor por el impacto de esas piedras? ¿Quién se ve en un naufragio y no experimenta la angustia de morir ahogado? ¿Quién que esté sometido al hambre o a la sed no se ve a sí mismo experimentando la angustia que produce el hambre o que produce la sed. Ahora, mis amados hermanos, si Dios es amoroso, bondadoso y soberano, ¿por qué no le pone fin a la maldad? ¿Por qué no le pone fin a la enfermedad? ¿Por qué no le pone fin al dolor y al sufrimiento? ¿Será que Dios no puede ponerle punto final a todo ese mar de males? que nos afeitan? ¿Por qué no le pone fin a las guerras donde cientos o miles de hombres y mujeres mueren víctimas de las balas? ¿Por qué no le pone fin a las grandes sequías que provocan hambruna? o a esas grandes tempestades que provocan inundaciones pavorosas. Ciertamente, amados hermanos, hay muchas preguntas para las cuales ni aún los más eminentes filósofos han logrado, con todo y su mente brillante, dar respuestas. Solamente en la palabra de Dios podemos encontrar respuestas claras y precisas para cada una de esas preguntas que se levantan en el corazón cuando nos vemos inmerso en cualquiera de esos eventos aflictivos que nos traen sufrimiento y dolor. Isaías capítulo cincuenta y cinco versos ocho y nueve nos dice Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más alto los cielos que la tierra, así son mis caminos más alto que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Hay cosas para la cual la mente humana tiene límites con respecto a su capacidad para entender. Pero aquí el apóstol, perdón, el profeta Isaías, bueno, era también un apóstol, porque fue enviado a los paganos de Israel en su tiempo. Aquí vemos que la mente de Dios, en todos los aspectos de su naturaleza, no puede ser entendida bajo la luz de simples razonamientos humanos. Hay una gran e infinita diferencia entre los pensamientos humanos y los pensamientos de Dios. Pero cada una de esas preguntas, con relación a por qué Dios permite el sufrimiento, nos confrontan con nuestra comprensión de Dios, nos confrontan con nuestra comprensión de la vida, nos confrontan con nuestra comprensión de la verdad revelada en las Sagradas Escrituras. Cómo puede Dios ser bueno y todopoderoso y permitir tanta maldad y permitir tanta injusticia y permitir tanto sufrimiento y permitir tantas muertes a nuestro alrededor? Cómo? Cómo es eso? Cuando vemos la maldad a nuestro alrededor, nos preguntamos, ¿Dios es capaz de frenar el mal y la maldad en el mundo? ¿O no puede frenar la maldad y el mal en el mundo? ¿Es Dios indiferente ante la maldad? ¿No le importa el sufrimiento y el mal en que se abate la raza humana, tanto por parte de los creyentes como de los impíos? ¿Es Dios indiferente? Un filósofo, respondiendo a esta pregunta, elaboró la siguiente teoría. Dice él, si Dios es omnipotente y permite el sufrimiento, entonces no es benevolente, no es un Dios bueno y no es un Dios amante. Y si es amante con el mundo entero y permite todo este sufrimiento, entonces él no es un Dios omnipotente. Dada la realidad del mal y la realidad del sufrimiento, no podemos concluir que Dios sea a la vez omnipotente y benevolente. ¿Qué usted piensa de la conclusión de ese filósofo? ¿Está en la verdad? o llegó a una conclusión errónea y equivocada. Estaba equivocado, absolutamente. Sus premisas fueron equivocadas y, por ende, llegó a un razonamiento, a una conclusión absolutamente equivocada. Y amados hermanos, ¿por qué existe el mal si existe un Dios bueno? Es una pregunta que ha atormentado a los grandes pensadores desde todas las edades. En el siglo IV a. C., un filósofo llamado Epicúreo, o Epicuro, dijo lo siguiente. o Dios quiere quitar los males y es incapaz, o él es capaz y no quiere, o él ni quiere ni es capaz, o él quiere y es capaz. Si él quiere y es capaz, él es débil, lo que no concuerda con el carácter de Dios. Si él es capaz y no quiere, él es mezquino, lo que también está en desacuerdo con el carácter de Dios. Si él ni quiere ni es capaz, es tanto mezquino como débil y por tanto no es Dios. Si él quiere y es capaz, lo que es idóneo solo de Dios, ¿de dónde pues se originan los males y por qué él no los elimina? La respuesta de Epicurio es, yo no tengo respuesta para esa pregunta. Claro, no tenía la Biblia en la mano. Solamente tenía la Biblia de su propia razón para razonar. No tenía la luz de la palabra de Dios para llegar a una conclusión certera acerca de la pregunta por qué existe el mal y el sufrimiento que deriva de la matriz del mal. Amados hermanos. Estamos convencidos de que Dios es bueno y de que Dios es todopoderoso. Pero además estamos convencidos de que Dios es un Dios infinitamente amoroso, porque Él es amor. Es lo que nos revela la palabra de Dios. Allí se nos revela que él tiene el control soberano y absoluto, tanto de las cosas buenas que experimentamos en esta tierra, como también de las cosas malas que igualmente experimentamos en nuestro diario vivir. Ahora, ¿por qué Dios no elimina el mal, que es la fuente de todas las especies de sufrimiento que se experimenta en la vida en esta tierra? ¿Por qué? ¿Por qué no? Amados hermanos, Dios no ha eliminado aún el mal. Porque el día que Dios elimine el mal, eliminará de la faz de la tierra la raza humana. La raza humana dejará de ser el día en que la mano de Dios se proponga eliminar el mal y todas sus secuelas. Sobre la faz de la tierra. El día que él haga desaparecer el mal de la faz de la tierra, toda la civilización humana, con la especie humana incluida, desaparecerá del universo. Un mundo sin la presencia del mal solamente será posible cuando del mundo haya desaparecido la civilización humana, y todos los seres humanos que habitan este mundo. Los pecadores de hoy solamente se pueden imaginar un mundo sin mal, pero pueden estar seguros de que en ese mundo, sin el mal, aquellos que se lo imaginan no estarán presentes. no estarán presentes en ese mundo sin mal quienes se imaginan un mundo sin el mal. Porque si ellos están presentes, entonces no habrá un mundo sin el mal. No habrá un mundo sin sufrimiento. Mientras haya un descendiente de Adán sobre la faz de la tierra, el mal estará aquí. Y el día que el mal desaparezca, también desaparecerá toda generación descendiente de Adán. ¿Por qué el Señor todavía no ha eliminado el mal generador de toda especie de sufrimiento? Segunda de Pedro 3.9 nos da la respuesta. El Señor no se tarda en cumplir su promesa. ¿Cuál promesa? La promesa en la cual Él ha dicho que va a eliminar el mal de sobre la faz de la tierra. De eso es de que estamos hablando. ¿Por qué no lo ha hecho todavía? Porque él es paciente para con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. Hermanos, esa es la razón simple y sencilla por la cual todavía el mal, con todo ese mal de sufrimientos, aún lo tenemos en la tierra. Ahora, ¿por cuánto Dios tiene señorío y dominio sobre cada circunstancia aflictiva, amarga o dolorosa que experimentamos en esta tierra? Él hace que el mal que nos acontece, que el mal que afecta a quienes aman a Dios, obren para su bien. Y eso es algo maravilloso. Eso es algo maravilloso. Sabemos que a los que aman a Dios, A ellos todas las cosas les ayudan a bien. Esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Ahora, mis amados hermanos, la pregunta que quiero responder es la siguiente. ¿Cómo obra para bien el mal? ¿Cómo obran para bien las aflicciones? ¿Cómo obran para nuestro bien las angustias? ¿Cómo obran para bien las desolaciones que el mal provoca en nuestras vidas? ¿Cómo obró para mi bien el cáncer que me afectó? ¿La operación a la que fui sometido? ¿Obró para mi bien? La respuesta es 100% sí. ¿Obró para mi bien? Aún hay cosas que yo no logro entender, pero estoy seguro de que la entenderé en algún momento de mi vida, sea en este mundo o en la vida venidera. Y ello será un motivo más para exaltar y glorificar el nombre de mi precioso Señor y Salvador Jesucristo. Esa noche oscura que vive ese hermano que me escribió, esa noche sin estrella de la cual él está rodeado en esta hora, Dios la tornará para el bien de este hermano. Vimos el domingo pasado cómo obró para bien la prueba que experimentó Job. Vimos cómo obró para bien la prueba que experimentó Abraham. y cada siervo de Dios que fue afeitado por pruebas de diferentes calibres y tamaños. La historia bíblica nos registra todo el bien que se derivó de ello. Aún la muerte de los santos fue el abono que Dios usó para fertilizar el terreno con que el Evangelio habría de dar su mayor cosecha en el seno de la raza humana. Ahora, ¿cómo obra para bien el mal y todas las aflicciones, angustias y pesadillas? Porque hay sufrimientos que son como pesadillas, que usted no cree que están sucediendo realmente, pero están sucediendo. Son tan cruentas y crueles esas experiencias, tan amargas, que usted cree que está viviendo una pesadilla. pero son realidades que usted está experimentando en su vida emocional. ¿Cómo Dios puede usar esas malas experiencias, esas malas circunstancias, esas pérdidas muchas veces irreparables? ¿Cómo las puede Dios emplear para nuestro bien? Número uno, Dios usa nuestras pruebas y aflicciones como laboratorio clínico. Dios usa nuestras pruebas y aflicciones como laboratorio clínico. Salmo 119, 71. Bueno me es haber sido afligido para que aprenda tus leyes. Hermanos, hay lesiones de la palabra de Dios que solamente podrán ser estudiada, comprendida, analizada, creída y obedecida en medio de una aflicción. En medio de una gran prueba. Primer datos de la licencia, capítulo uno, versículo seis. Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor. Habiendo recibido la palabra en medio de muchas tribulaciones. Con el gozo del espíritu santo. En qué contexto recibieron la palabra de Dios? Los de Tesalónica en medio de mucha tribulación. Esa tribulación preparó sus corazones para recibir la palabra de Dios como semilla. Que cae en buena tierra, que cae en tierra fértil que cae en tierra limpia y, sobre todo, que cae en tierra que ha sido removida por el arado. ¿Cómo funge la tribulación? ¿Cómo funge el arado? ¿Para qué emplea el campesino? ¿Qué hará la tierra? ¿El arado? Para romper y voltear la tierra. De esa manera, el terreno es habilitado para recibir la semilla a fin de que esa semilla produzca frutos al ciento por uno. Porque si la semilla cae en un terreno donde la raíz no pueda penetrar y crecer para conseguir los nutrientes necesarios, esa mata no podrá producir una buena cosecha, si es que produce algo. Y amados hermanos, De la manera en que el campesino usa el arado, Dios usa las aflicciones para romper el corazón de piedra empedregado en que muchas veces nos encontramos nosotros. Por eso, las aflicciones, las tribulaciones y demás pruebas que experimentamos, Dios las usa para nuestro bien. Porque ¿de quién es el bien cuando la palabra de Dios genera y produce una gran cosecha de piedad, de fe, de amor, de devoción, de adoración a Dios? No es tuyo el bien. No es un bien que te enriquece para esta vida y la vida venidera. Entonces, alabado sea el Señor por las aflicciones, Como bien dice un comentarista hablando de este salmo, Dios permite que recibamos la palabra en medio de mucha tribulación, porque Él usa las aflicciones como laboratorio clínico donde se revelan las enfermedades espirituales que nos afectan en el tiempo de la aflicción. Con el microscopio del Espíritu Santo y la luz de la Palabra de Dios, vemos en nuestros corazones una infinitud de corrosiones que no creíamos que estaban allí. Y añade él, en el laboratorio de la aflicción sale a la luz cuán impaciente y arrogante somos. cuán incrédulos somos, cuán intolerantes somos, cuán escasa y débil es nuestra fe, cuán pobres son nuestras convicciones doctrinales, cuán menguada está nuestra esperanza. Es ahí, en el contexto de la prueba, en el contexto de la aflicción, donde salen a la luz nuestras debilidades y flaquezas. Mientras todo está a color de rosa en nuestras vidas, nos dormimos en nuestros laureles. Pero cuando llega la aflicción, cuando llegan esos periodos de amargura, de tristeza y desesperanza sale a la luz aquello que no lograba mover mientras todo estaba bien en el sentido humano de la palabra. Como bien Dice Matthew Henry, en la palabra predicada oímos lo terrible que es el pecado. Escuchamos que el pecado contamina y acarrea condenación, pero no le tenemos más miedo que a un león pintado. ¿Usted le tiene miedo a un león que está pintado en la pared? ¿Usted ha visto a alguien que sale corriendo cuando mira a un león pintado en la pared? Un cuadro allí, león con toda su melena y sus colmillos de tamaño, pero está pintado ahí. No da temor, ¿verdad que no? Usted más bien lo que hace es que admira la belleza del que pintó ese león, tan bien pintado que se ve. Ahora, cuando usted está en el monte y de pronto aparece esa fiera, la cosa cambia. cambia el panorama, su estado de ánimo, su reacción no será la misma. Pero cuando Dios le abre la puerta al león de la aflicción, entonces sentimos algo de los terrores del mal del infierno, porque los males que sufrimos aquí son un susurro poderoso de los males que hay en el infierno. Amados hermanos, ¿qué es el infierno? Piensen en eso. El infierno no es otra cosa que la acumulación de todos los sufrimientos que la gente experimenta aquí. Aquí experimenta una gota de sufrimiento. una gota de dolor, una gota de amargura. Pero en el infierno se haya no una gota, sino el océano completo de lo que el sufrimiento es e implica para la experiencia humana. Cuando experimentamos sufrimientos, estamos experimentando algo, algo de los terrores del mal del infierno. Porque los males que sufrimos aquí son un susurro del poderoso mal que el hombre experimenta en el infierno cuando llega allí. De manera mano que lo que experimentamos en la tierra, ¿qué es? ¿Cuándo sufrimos? Algo de los vientos del infierno, algo de los vientos infernales. Cuando usted experimenta un dolor por alguna enfermedad, piensa en lo que será el dolor del infierno. Y alabe a Dios porque usted no tendrá que experimentarlo por la eternidad, sino por un rato aquí nada más. Dice él, la mejor manera de ver el vil aspecto del pecado es en el espejo de la aflicción. Cada tragedia, como lo son las guerras, cada catástrofe, son un dibujo grotesco de la malignidad del pecado y una expresión solemne de la terrible y terrorífica experiencia para el hombre de lo que será el infierno. Amados hermanos, Dios usa la aflicción para nuestro bien porque la usa para hablar a nuestros corazones de las consecuencias dolorosas del pecado. del cual, por la gracia de Dios, hemos sido liberados. En segundo lugar, a los que aman a Dios, los males que provocan nuestras aflicciones obran para bien, porque Dios usa las aflicciones para traernos a Él cuando nos hemos alejado de su presencia. Dios usa las aflicciones como callado, como el pastor usa el callado cuando una oveja se ha extraviado y apartado del rebaño. Él puede tomar ese callado para atraernos hacia sí mismo, hacia su augusta y santa presencia. Recordemos que nuestro corazón Es como una aguja que se halla entre dos imanes. Está el imán del corazón de Dios y está el mundo que no es otra cosa que el imán del corazón del diablo. Y. Estamos en el medio. Por un lado, el corazón de Dios nos atrae y, por otro lado, el corazón del diablo en el mundo también nos atrae. Y muchas veces Dios emplea la aflicción que se genera en el mundo para despegarlo del mundo cuando somos seducidos y atraídos por el mundo. ¿Con qué finalidad? Para apegarnos más a él. Hod capítulo 36, versículo 15. Dice esta versión, pero por medio del sufrimiento, él rescata a lo que sufren, pues capta su atención mediante la adversidad de la cabeza. Ese versículo. Se lo voy a repetir. Pero por medio del sufrimiento. Él, quién es él? El Señor. ¿Qué hace él por medio del sufrimiento? Rescata a los que sufren. ¿Y cómo lo hace? Pues capta su atención. ¿Para qué Dios emplea el sufrimiento? Para captar nuestra atención. ¿Y cómo lo hace? Mediante la adversidad. Él usa la adversidad que crea sufrimiento para captar nuestra atención. La expresión captar nuestra atención significa literalmente abrir nuestros oídos. abrir nuestros oídos. Cuando usted tiene un paquete de cerumen allí, y ese cerumen se endurece, se convierte en un tapón, y para usted poder volver a oír, ¿qué necesita? que le limpien eso, que le laven eso, que les traigan ese tapón. Hermanos, duele. Duele la experiencia de ser sometido a un tratamiento para limpieza de oído. Pero, amados hermanos, sin ese tratamiento de limpieza, que ciertamente es doloroso, no podremos volver a oír. Entonces, Dios emplea la adversidad que genera el agua oxigenada o el, ¿qué otra cosa que usan para taparlo? Aceite de niño, pero el vinagre también, el vinagre blanco lo usan para tapar los oídos. Dios usa la aflicción El sufrimiento como el vinagre blanco para tapar nuestros oídos. Para que puedan escuchar de nuevo la voz de Dios. Y créanme. Que quien está hablando aquí estaba experimentando. Sufrimiento como usted jamás lo ha de experimentar en esta tierra. porque yo no creo que usted sea sometido a los sufrimientos que este hombre fue sometido. Y Dios le informó que por medio del sufrimiento él rescata a los que sufren, pues capta su atención mediante la adversidad. Captó la atención dejó por la adversidad, ¿sí o no? Todo el libro de Job revela todos los episodios de sufrimiento, de angustia, de dolor y de pérdida a que fue sometido este siervo de Dios. ¿Y qué procuraba Dios con estos sufrimientos? Captar su atención. Cuando logró captar su atención y prestó atención, entonces sus palabras llanas y escuestas fueron, de oída te había oído, mas ahora mis ojos te ven. Una cosa es oír. Oír da información acerca de, pero ver da una calidad de información mucho más excelente que la que usted consigue por el oído. Usted por el oído no puede ver el color de una cosa. Usted puede oír el sonido de una cosa, pero el color los rasgos, los detalles. Usted solamente lo podrá conocer a través de la observación con sus ojos de ese objeto. Es obvio que Holt tenía informaciones de Dios. Las había recibido a través de un buen oído espiritual. Pero Dios tenía más para él. Y por eso necesitaba que Jó tuviera no solamente un buen oído para oírle, sino también buenos ojos para contemplar su gloria. Para contemplar la majestad de su creador, de su Dios. Por eso el Señor empleó la aflicción para no solamente limpiar sus oídos, sino también para abrir sus ojos del alma, para recibir de Dios visiones de la naturaleza divina que nunca antes había observado. Yo le puedo garantizar a usted que mi conocimiento de Dios, después de esa operación a la que fue sometido, es otra. a la que tenía previamente a ellos. Porque hay dimensiones del amor de Dios expresado en la esposa, en los hijos, en los hermanos, que solamente se pueden contemplar cuando estamos inmersos en la aflicción. Yo no me imaginaba cuánto me amaba la gente hasta que experimenté esa aflicción. Por eso obró para mi bien. Sin lugar a duda. Pero por medio del sufrimiento, Él rescata a los que sufren, pues carta su atención mediante la adversidad. Glorias sean dadas a Dios. Finalmente. Dice alguien. Al igual que a veces ponemos una barra de hierro en el fuego para enderezarla, así también Dios nos pone en el fuego de la aflicción para hacernos más rectos o cuán bueno es la que la aflicción endereza el alma cuando el pecado la ha torcido y la ha apartado de Dios. No hay un amén ahí. No hay un amén ahí, hermano. El fuego de la prueba. Sí, de la aflicción. Dios la usa como el fuego para enderezar el hierro de nuestras almas cuando el pecado lo ha torcido. Yo personalmente creo que Job, en el contexto en que estaba viviendo, estaba orgulloso de su gran nombre que había adquirido. Y Dios necesitaba bajarle la grama. Bajarle la grama de ese orgullazo en que él estaba metido Jeremías 31.9, con esto termino. Con llanto vendrán y entre súplicas los guiaré. Los haré andar junto a los rollos de agua. ¡Qué promesa! ¿Cuándo andaremos junto a los rollos de agua? Después. del llanto que generan las pruebas, las aflicciones, las tribulaciones, las pérdidas de aquellas cosas que tanto apreciamos, valoramos y amamos. Es ahí. A partir de cuando Dios nos pone a andar junto a arroyos de agua, por camino derecho en el cual no tropezarán, porque soy un padre para Israel y Efraín, es mi primogénito. Dios usa para bien toda aflicción. Esa es la clara enseñanza de la palabra de Dios. Amados hermanos, Cuando estemos inmersos en aflicciones, recordemos que ellas son parte del amor de Dios. Son parte del amor de Dios. No es que Dios haya dejado de amarnos. Nos aflige porque nos ama. y es necesario la aflicción como es necesario el arado para romper la tierra y habilitar el terreno para habilitar el terreno para que dé una buena cosecha. Queremos una iglesia bendecida por la gracia de Dios Hermanos, debemos estar preparados para que el arado llegue a nuestras vidas, porque tarde o temprano llegará. A Tuto le llegó el arado. ¿Por cuántos meses tuvieron los bueyes y el arado caminando sobre él? Casi dos meses, postrado. Pero gloria a Dios, porque el arado nos va a preparar para ser más excelente hijos de Dios, más excelente hijas de Dios. El arado nos va a preparar para disfrutar del cielo antes de que lleguemos a él. Disfrutaremos del cielo mucho más cuando la mano de Dios se ocupa de remover de nuestras vidas lo que nos impide gozar del cielo antes de que llegamos, antes de que lleguemos allí. Y ese es el fin último de las aflicciones, remover la escoria para que el oro de nuestras almas este libro de impureza, impureza que nos impiden disfrutar y gozar del cielo antes de que lleguemos a él. Así, hermanos, que cuando lleguen las pruebas y las aflicciones, consolaos con estas promesas. Oremos. Te damos gracias, oh Dios, por tu bendita palabra, porque en esta hora hemos podido estudiar esta preciosa doctrina Te rogamos que nos dé la fe necesaria para atesorar en nuestros corazones, oh Señor, y para, armados de ella, afrontar cada prueba, cada vicisitud que experimentemos en nuestra vida cotidiana. Gracias, Padre, por Jesucristo, porque en Él somos más que vencedores en toda prueba y ocasión de sufrimiento. Bendícenos en lo que resta de este día. Te lo rogamos en el nombre de Jesús. Amén.
El sufrimiento obro para bien a través de la palabra
Series Enfrentando el sufrimiento
El sufrimiento obro para bien a través de la palabra
Sermon ID | 6224192147937 |
Duration | 58:20 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Romans 8:28 |
Language | Spanish |
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