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Vamos a continuar esta mañana en Hebreos capítulo 12 y estamos viendo el pasaje de Hebreos 12 5 a 13. Hemos visto 5 hasta 8 la semana pasada y esta semana vamos a estar enfocándonos en los versículos 9 hasta 13. Y el título es El Gozo de la Disciplina del Señor. El Gozo de la Disciplina del Señor. Y algunas preguntas que hice la semana pasada. ¿Creemos que Dios es soberano sobre las dificultades que enfrentamos en nuestras vidas? ¿Creemos que Dios es soberano o no creemos que Dios es soberano sobre estas dificultades, las dificultades que ustedes, que yo estamos enfrentando en este momento de nuestras vidas y lo que vamos a enfrentar? Y espero que ustedes entiendan que la respuesta es sí, Dios es soberano. ¿Cómo reaccionamos a las dificultades que Dios pone en nuestras vidas? Reaccionamos con quejas, con desánimo o con un esfuerzo renovado para seguir aprendiendo y creciendo en él. ¿Cómo nos reaccionamos a eso? En los versículos mencionamos la semana pasada que Dios disciplina a todos sus hijos. La disciplina Tiene un aspecto correctivo, un aspecto también formativo, y tiene la meta de formar el carácter de sus hijos a la imagen de Cristo. Y así que cuando puse el título, el gozo de la disciplina del Señor, no estoy pensando que nos deleitamos en las dificultades en sí mismas. Más bien, el gozo tiene que ver con los resultados, lo que Dios está produciendo en nuestras vidas por medio de las pruebas, por medio de la dificultad, por medio de lo que Él va corrigiendo en nuestra vida. Vamos a orar para entregar este tiempo al Señor y luego vamos a ir viendo el pasaje de esta mañana. Gracias, Señor, por esta mañana. Nuevamente, gracias por tu palabra y en lo que estamos viendo no es un bueno en sí para pasar por dificultades, por pasar por tu corrección. No es algo agradable. Pero sabemos que tú tienes el fin de santificarnos, de producir en nosotros el buen fruto de justicia. Y te pido, Señor, que entendamos esto esta mañana, que tu disciplina también tiene el fin de darnos lo que es para nuestro bien. Gracias, Señor, por eso. Gracias por tu amor, por tu cuidado, y que en medio de este mundo con tantos problemas, con tantas peleas, luchas, guerras, dificultades, Tú eres soberano y estás cuidando de nosotros. Gracias Señor en Tu nombre. Amén. Vamos a dar lectura, estoy leyendo de la nueva Biblia de las Américas. Vamos a dar lectura del versículo 5 de capítulo 12 de Hebreos, hasta 13. 5 hasta 13 de Hebreos, capítulo 12. Además, dice, han olvidado la exhortación que como a hijos se les dirige, hijo mío, no tengas en poco la disciplina del Señor, ni te desanimes al ser reprendido por él, porque el Señor, al que ama, Disciplina y azota a todo el que recibe por hijo. Es para su corrección o es para su disciplina que sufren. Dios los trata como a hijos. ¿Por qué? ¿Qué hijo hay a quien su padre no discipline? Pero si están sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces son hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos y los respetábamos. ¿Con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días, como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Al presente, ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia. Por tanto, fortalezcan las manos débiles y las rodillas que flaquean. Hagan sendas derechas para sus pies para que la pierna coja no se descoyunte sino que se sane. Hasta ahí en la lectura de la palabra. La verdad principal esta mañana es nuestro Padre Celestial nos disciplina para nuestro bien para que participemos de su santidad, que seamos entrenados por ella y que la recibamos con gozo. Vamos a pasar rápidamente por lo que vimos en el primer punto la semana pasada. Dice que debemos recibir la disciplina de Dios porque es para nuestra corrección y muestra que somos sus hijos. Mencionamos que en la cultura de ellos de ese tiempo, de los judíos, los judíos tenían el deber, los padres, para instruir a sus hijos en la ley de Dios, inculcarle lo que es bueno, lo que es malo conforme a la ley. Tenía que modelar una vida de seriedad, responsabilidad y dominio propio para con sus hijos. Tenía que darles estructura para ir formando buenos hábitos para sus hijos. Tenía que darles estructura en su vida. Tenían que también ponerlos a trabajar para llegar a ser adultos responsables y tenían que corregirlos cuando se desviaban de lo correcto. Eso es lo que vimos o lo que mencionamos respecto a los padres judíos y eso es importante para entender cómo Dios nos va disciplinando. Y lo que vimos cuatro aspectos de recibir la disciplina del Señor, no tener en poco, es decir, no menospreciar lo que Dios quiere hacer con nosotros, no tomarlo en poco, no desanimarnos, no decir ya, no vale la pena y voy a tirar la toalla, es demasiado difícil. Eso fue otro ánimo de este pasaje. Tercero, el Señor disciplina a sus hijos. Él disciplina a todos los que Él ama. Entonces, la única forma para evitar ser disciplinado por Dios es no ser hijo de Dios. Si tú eres hijo de Dios, por omisión vas a ser disciplinado por Él. Y su disciplina, vamos a continuar viendo esto hoy día, es para su bien. Y luego vimos que el Señor nos disciplina para nuestra corrección, para ayudarnos a madurar y para ayudarnos como es encaminarnos en lo que es correcto cuando desviamos de la senda recta. Pasamos al segundo punto del bosquejo. Aunque la disciplina terrenal tiene su fin temporal, La disciplina celestial produce buen fruto eterno. Aunque la disciplina terrenal tiene su fin temporal, la disciplina celestial de Dios produce buen fruto eterno. Y vamos a estar enfocándonos en los versículos 9 hasta 11 en este punto. Dice en los versículos 9 y 10. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos y los respetábamos. ¿Con cuánta más razón no estaremos sujetos al padre de nuestros espíritus y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días, como les parecía. Pero Él, es decir, Dios, nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Y primero quiero solo enfocarme en, como dice, Versículo 10, la primera parte, dice, ellos nos disciplinaban por pocos días. Por pocos días, ¿no? ¿Y cuál fue el resultado? ¿Cómo les parecía? Es decir, conforme a lo que ellos pensaban que era lo correcto. Hemos explicado el rol del padre terrenal en cuanto a la disciplina. Era para, resumiendo, formar el carácter de sus hijos para amar a Dios, para adorar a Dios y para que llegaran a ser adultos responsables en la sociedad. La disciplina no solo era para corregir cuando hacían algo malo, también era para formar, para ir formando su carácter. ¿Qué era la respuesta de ese esfuerzo paternal de parte de los hijos? ¿Qué era la respuesta esperada de parte de los padres, ¿qué respuesta esperaban los padres, también toda la sociedad con ese esfuerzo paternal? La respuesta fue el respeto y la obediencia de esos hijos hacia sus padres. Y aún hoy en día, yo creo que muchos jóvenes en la cultura, cuando les preguntan, ¿qué merecen tus padres de ti solo por ser hijo de ellos? Y muchos van a entender, tal vez no todos, pero muchos van a entender, merecen mi respeto, merecen mi obediencia. Y obviamente ese respeto, esa obediencia no es algo vacío. Tiene que ser acompañado con amor, respeto, de buena gana. Por ejemplo, de Autonomía, solo voy a leer unos dos pasajes de Autonomía 516. De Deuteronomio 5.16 dice, honra a tu padre y a tu madre como Yahweh tu Dios te ha mandado para que tus días sean prolongados y te vaya bien en la tierra que Yahweh tu Dios te da. Y eso es uno de los mandamientos. ¿Y qué es honrar a tus padres? Es de corazón, no es algo meramente externo. Y así que cuando Dios nos disciplina a nosotros, también espera la respuesta. Esa fue la respuesta terrenal que esperaban los padres de parte de sus hijos. Proverbios 15, versículo 20. Proverbios 15, versículo 20 dice, el hijo sabio alegra al padre, pero el hombre necio desprecia a su madre. El hijo sabio alegra al padre. ¿Y cuál es ese hijo sabio? El hijo sabio es alguien que ha aprendido a honrar a sus padres y hacer lo correcto. Y obviamente hay muchos otros pasajes que hablan tanto del rol del padre como lo que le correspondía a los hijos para con sus padres. Y obviamente, en nuestra sociedad, en nuestras culturas, hoy en día muchos hijos tratan con desprecio, con desdén a sus padres. No los aman, no los honran, ni los obedecen de corazón. Y a veces podemos decir, bueno, tal vez hoy en día muchas veces los padres no han enseñado bien a sus hijos el debido respeto. En otras ocasiones los padres han hecho un esfuerzo real para enseñarles. Pero con todo, rechazan lo que Dios dice. Los hijos rechazan lo que Dios dice respecto a lo que les corresponde. Y en eso podemos ver varios ejemplos en la palabra de padres que hacían bien y de padres que no hacían tan bien en su disciplina. Obviamente una historia muy triste es la historia de Eli con sus hijos, ¿no? Y como él no les instruía bien. Pero Hebreos 12, cuando está usando el ejemplo del padre terrenal, ¿cuál clase de padre está apuntando a cuál clase? Está apuntando a un padre que aunque no sea perfecto, ha hecho un buen esfuerzo. el esfuerzo real para realizar la tarea que Dios le había dado. Entonces está pensando, usando ese ejemplo, un padre terrenal que ha hecho ese buen esfuerzo. ¿Y cuánto tiempo dura ese esfuerzo, ese entrenamiento, esa disciplina de parte de un padre terrenal? Dice el pasaje, Hebreos 12, 10, pocos días. Y los que tenemos hijos adultos, entendemos el tiempo de tener nuestros hijos bajo nuestra autoridad es muy pasajera. Ese tiempo va pasando, esta etapa no dura mucho y aunque a veces cuando estamos pasando por dificultades con un hijo, con algunos tal vez, puede parecer muy largo el tiempo, después ya ha pasado velozmente esos días. Como padres obviamente también cometemos errores. Y aún el padre terrenal en este pasaje, lo cual está apuntando, está pensando en un padre perfecto. Pero con todo, eso fue el esfuerzo que ha hecho. Nosotros no somos perfectos como nuestro padre celestial es perfecto. Pero debemos continuar creciendo en nuestro rol. Nuestro tiempo es muy breve para hacer eso. Así que eso es una de las comparaciones que está haciendo en este pasaje. Y vamos a seguir profundizando las diferencias. Nuestro padre, perdón, solo para terminar ese punto. Nuestro padre celestial comienza su disciplina para con nosotros cuando nos convertimos y eso termina cuando pasamos de esta vida hasta nuestra muerte. Entonces no tiene un punto final en cuanto termina su disciplina como el ejemplo de nuestros padres terrenales. Otro aspecto de esta disciplina de la o una comparación. Nuestro Padre Celestial nos disciplina para que vivamos y participemos de su santidad. Nuestro Padre Celestial nos disciplina para que vivamos y participemos de su santidad. Y el fin final de nuestro Padre Celestial es mucho más extenso, mucho más amplio para nosotros que los fines de los padres terrenales. Si, pensando en los padres terrenales, algunos, y eso es el ejemplo aquí, hacen un esfuerzo real para con sus hijos. Ellos tienen intencionalidad con sus hijos. Eso es el ejemplo aquí. Y la pregunta es, ¿pensamos que Dios tiene, no así por decir, un esfuerzo para con nosotros? ¿Pensamos que Él es intencional en cómo Él nos va guiando, nos va corrigiendo, nos va disciplinando y formando? y voy a hacer varias preguntas. Por ejemplo, nuestro Padre Celestial, en cuanto a ese esfuerzo, intencionalidad, ¿Él se equivoca? ¿Dios se equivoca en sus objetivos para con nosotros? Tal vez sus objetivos no son exactamente correctos. Como padres terrenales, muchas veces tenemos un objetivo, por decir, de tener un buen trabajo, ganar un buen salario de nuestros hijos. Pero algunos de nuestros objetivos para con nosotros, formando el carácter de nuestros hijos, pueden ser equivocados. Pero la pregunta es, ¿nuestro padre celestial se equivoca en sus objetivos para con nosotros? Creo que debemos entender que la respuesta es no. ¿Qué tal? Otra pregunta. Nuestro padre celestial se equivoca en los medios de disciplina en nuestras vidas. ¿Nuestro padre celestial se equivoca en los medios de disciplina en nuestras vidas? Otra vez podemos hacer la pregunta. Como padres terrenales, ¿podemos equivocarnos en la forma o cómo o lo que usamos para disciplinar a nuestros hijos? La respuesta es, por supuesto que sí, nosotros nos podemos equivocar. Pero la segunda, respecto a nuestro Padre Celestial, la pregunta es, ¿Él se equivoca en los medios de disciplina? Y espero que ustedes entiendan que no, no se equivoca. Si ustedes, si yo estoy, si estamos quejándonos de lo que estamos pasando, El problema no es que Dios está siendo muy severo en la disciplina en nuestras vidas. ¿Qué tal nuestro Padre Celestial se equivoca en los tiempos de disciplina? Es decir, es muy largo que Dios nos va disciplinando. ¿Por qué no puede pasar de esta prueba que estoy experimentando en este momento? Tal vez el Padre Celestial es un poco malo en cuanto a extender mucho el tiempo de disciplina. Y obviamente la respuesta otra vez es, no se equivoca Él. ¿O qué tal la última pregunta en este momento? ¿Nuestro Padre Celestial se equivoca en la severidad de la disciplina para con nosotros? ¿No? ¿En la severidad? Nosotros, otra vez, muchas veces nos equivocamos en cuanto a ser demasiado severos. Demasiado verticales, podemos decir. Y la pregunta, ¿Dios se equivoca en eso? Obviamente no, pero muchas veces nuestras reacciones, nuestras quejas, nuestro desánimo viene por no aceptar que Dios sabe exactamente lo que necesitamos, tanto en los objetivos, los medios, el tiempo y la severidad de la disciplina que necesitamos. Hebreos 12, versículo 9 dice, Si la disciplina terrenal tenía un fin y debemos respetar a nuestros padres terrenales, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus y viviremos? Es decir, someternos Y decir, Dios sabe lo que está haciendo para conmigo. Él sabe que yo me he equivocado o que yo necesito ser adiestrado, entrenado, necesito que mi carácter sea formado mejor en esta área. Así que, Él tiene ese fin. ¿Para qué? Y viviremos, dice. Si recordamos en el Antiguo Testamento, las leyes que Dios les había dado fueron para el bien de los israelitas. Y también esas leyes, a veces tenemos un pensamiento que la ley de Dios fue algo que los israelitas tenían que obedecer sin ganas ni con un corazón frío, por decir. Pero si recordamos Deuteronomio 6 habla de amarás al Señor de Dios de todo tu corazón y de todo tu ser. La base como para obedecer los mandatos de Dios fue una base de amor. Y así que es igual cuando nos sometemos, como dice aquí, estaremos sujetos al Padre. Cuando nos sometemos a él, de realmente con ganas diciendo ya Dios sabe lo que está haciendo en mi vida. Eso es el gozo. El gozo no es una felicidad temporal, más bien es el gozo de entender estoy siendo entrenado, adiestrado por lo que Dios quiere de mí. No es una sumisión de mala gana. Y yo sé que muchas veces estamos con mala gana. Ya. No quiero continuar en esto. Entonces, aquí es de entender LA, el propósito, y viviremos, dice. Cuando nos sometemos a él, ¿cuál es el resultado? El resultado es la vida. ¿Qué significa vivir? El versículo 10 también amplía eso. Dice, porque ellos nos disciplinaban por pocos días, como les parecía, pero él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Cuando hablamos de vivir, Estamos hablando de lo que es para nuestro bien. Estamos hablando de lo que es para que participemos de su santidad. Realmente es increíble que muchas veces yo, tú, yo creo, nosotros pensamos, yo sé lo que es mejor para mí. Dios está exagerando de más conmigo en cuanto a lo que estoy pasando. Muchas veces resistimos su palabra, resistimos su disciplina en nuestras vidas, pensando en nuestra mente por lo menos, a veces decimos, yo sé mejor. Yo sé mejor que Dios lo que necesito. Pero la disciplina aquí dice es para que vivamos, para nuestro bien. Muchas veces nuestros hijos terrenales se quejan de nuestra disciplina. Y aun cuando tenemos la razón en la disciplina, ¿cuál es nuestra meta? Es su bien. Es su bien. En nuestra sociedad podemos pensar en cómo se promueve el aborto, la eutanasia, la ideología de género, el divorcio, la rebelión de los hijos, la rebelión de los hijos hacia sus padres. Se promueve eso en la sociedad. Y la pregunta es, ¿y toda clase de desenfreno? Toda esa enseñanza, esa forma de ver, ¿es para nuestro bien? ¿Es para el bien del individuo? ¿Es para el bien de la sociedad? Y obviamente no. Vemos el resultado, la muerte, la destrucción, por todos lados. El odio no produce vida. Y aún en las guerras que están pasando en el mundo, lo que se ha desatado en estos días también en el Medio Oriente, es por el odio. Es por no desear el bien uno del otro. Eso es terrenal, produce muerte. Pero cuando Dios nos disciplina, Él nos disciplina para nuestro bien. Para nuestro bien. Efesios 6, un pasaje muy conocido, Efesios 6, los primeros versículos. Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y para que tengas larga vida sobre la tierra. Y obviamente aquí es un mandato de parte de Dios hacia los hijos, pero ¿cuál es el fruto, cuál es el fin de eso? Para el bien de esos hijos. La ley de Dios La disciplina de Dios es para nuestro bien. Y cuando seguimos, cuando aceptamos la disciplina, cuando crecemos por la disciplina, va a resultar en nuestro bien. Vamos a ver versículos que veremos. El fruto apacible de justicia. dice en el pasaje también de Hebreos 12. Pero continuando con el versículo 10, Hebreos 12, 10, dice, para que participemos de su santidad, para que participemos de su santidad. Participar en la santidad de Dios tiene dos aspectos. Hay un aspecto que es solo, estamos apartados del mundo y separados del mundo y apartados para Dios. Para ser, como dice en Éxodo y también en Primera de Pedro, un tesoro especial para Dios. Nosotros pertenecemos a Dios. Pero cuando habla de su santidad aquí, no solo está hablando de esa parte objetiva. También tiene una parte subjetiva, es decir, en nuestro diario vivir. Y en el Antiguo Testamento, ¿Cuál fue el llamado de Dios para con los israelitas? Ellos tenían que seguir los ejemplos, el ejemplo de los paganos, de los egipcios, de los cananitas, respecto a cómo adoraban a sus dioses, respecto a los ritos y sus prácticas. Obviamente no. Dios, Yahweh Dios, llamó a los israelitas a separarse y dejar atrás toda esa forma de pensar, esas prácticas y esa idolatría para ser totalmente diferente. Y hay muchos pasajes en en Deuteronomio, Levítico, en los primeros cinco libros y varios otros pasajes en el Antiguo Testamento que dicen exactamente eso. Y Levítico, por ejemplo, 18, 1 a 5, es uno de esos pasajes que pueden anotar. Que Dios les llamó a los israelitas a no andar como los paganos. Así que para los israelitas, Dios ya los había apartado para sí mismo, para vivir de una forma santa hacia él. Para nosotros, Participar en la santidad de Dios es similar y significa reflejar el carácter de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo. Vamos a leer 1 Pedro 1, 1 Pedro 1, 14 a 19. Son versículos muy conocidos otra vez. Como hijos obedientes, 1 Pedro 1.14, y en adelante, como hijos obedientes no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia, sino que así como aquel que los llamó a santos, así también sean ustedes santos en toda su manera de vivir. porque escrito está, sean santos porque yo soy santo. Y si invocan como padre aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, condúzcanse con temor durante el tiempo de su peregrinación. Ustedes saben que no fueron redimidos de su vana manera de vivir heredadas de sus padres con cosas perecederas como oro y plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo. Entonces aquí vemos esos dos aspectos. Dios nos ha apartado para sí y así el resultado es conducirnos conforme en temor y obediencia a él. Así que cuando Dios nos disciplina, volviendo a Hebreos 12, es para que participemos de su santidad. Eso es el fin que él está esforzándose para producir en nosotros. Eso nos lleva a Hebreos 12, versículo 11. Hebreos 12 y versículo 11. ¿Qué dice? Al presente, ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia. Y lo que veremos en este momento es, los que son ejercitados por la disciplina del Señor producen buen fruto de justicia. Y obviamente eso está muy bien vinculado con participar de la santidad de Dios. ¿Qué es producir este fruto? Cuando dice, Después les da fruto apacible de justicia. ¿Quién produce este fruto apacible de justicia? Bueno, obviamente, solo creyentes. Pero aún eso, podemos decir, el versículo especifica quienes van a producir ese buen fruto apacible de justicia. Dice, los que han sido adiestrados o ejercitados por medio de ella. Por medio de la disciplina, y la Nueva Biblia de las Américas tiene dos traducciones, los que han sido ejercitados, los que han sido adiestrados, preparados, formados en eso. ¿Qué es ser ejercitado por la disciplina del Señor? Es un proceso agradable, Bueno, el versículo nos aclara. Dice, ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Es difícil. Cuando somos disciplinados por Dios, especialmente cuando pecamos, cuando uno se está corrigiendo en algo malo que hemos hecho o un patrón de vida, es difícil. Es causa de tristeza. Y la primera tristeza debe ser por no agradarle a Dios. No por la dificultad en sí. Muchas veces, la tristeza nuestra es, ¿cuánto más voy a tener que va a durar esta dificultad? En vez de, Dios, ¿qué me pasa? Ayúdame a cambiar este mal hábito. En vez de la tristeza por el pecado mismo, nos entristecemos por la dificultad, por qué tan difícil es. Pero con todo, pasar por su disciplina es difícil, es tristeza. Muchas veces es con lágrimas. No es un proceso como nosotros queremos decir, agradable. Es igual cuando disciplinamos a nuestros hijos. Igual. No es algo agradable para ellos. Pero los que aceptan la disciplina, los que son formados por la disciplina, hay un resultado de eso. Ellos, por ejemplo, nuestros hijos, llegan a portarse con más contentamiento y respeto. Y cuando pensamos en la disciplina de Dios, aquí en sí, implícitamente, hay dos momentos por decir. El durante y el después. El durante y el después. El durante es triste, difícil. Y el después, ¿qué es el después? El después es, produce, después les da fruto apacible de justicia. Así que, No es agradable pasar por la disciplina, pero cuando pensamos, cuando meditamos y decimos, sí, estoy pasando esa dificultad y a veces ni sabemos por qué estamos pasando una dificultad exacta. Puede ser que solo Dios nos está entrenando, solo por hacer crecer, por ejemplo, nuestra fe, para que confiemos más en Él. Pero no es agradable durante, pero produce algo al final. Cuando pensamos, por ejemplo, en la academia de música, entrenamiento de fútbol, hacer las repeticiones, trotar o practicar el instrumento, muchas veces no es muy agradable. Pero al final de todo eso produce el resultado deseado. Es decir, los deportistas, los músicos pueden ya lograr los objetivos que estaban buscando. Y es igual en este caso. El crecer en la santidad de Dios produce este fruto de justicia y lo produce solo por medio de su disciplina. Y cuando pensamos en nuestras vidas personales, voy a hacer dos preguntas en este momento. Personalmente, colectivamente, podemos pensar, ¿contra cuál pecado en mi vida en este momento Me está disciplinando Dios para que crezca, para que deje ese pecado atrás. ¿Estoy luchando contra ese pecado? ¿Estoy siendo intencional en cuanto a no ese pecado en mi vida? Dios me está disciplinando. Y la pregunta es, ¿estoy luchando intencionalmente para dejar atrás ese pecado, aceptando la disciplina del Señor? Y podemos decir otra forma, no respecto al pecado en sí, más bien en cuanto a formar, llegar a ser más maduro. ¿Cuál hábito en tu vida que le agrada a Dios estás esforzando, en el cual estás esforzando para cultivar en tu vida? Hay un hábito que le agrada a Dios, que produce este buen fruto, que no necesariamente estamos hablando de un pecado, más bien estamos hablando de madurar. Estás esforzándote para madurar. Por ejemplo, podemos hacer de meditar la palabra de Dios respecto a la oración. Respecto a cómo amar mejor a mí a otro hermano en la iglesia. Ser más intencional con un hermano en la iglesia. de no reaccionar, ¿no? O de solo ser más paciente, tener más fe, lo que sea en mi vida. Cuando Dios nos disciplina, nosotros debemos ir pensando cuál es el carácter, cuál es el pecado que Dios está formando en mí. Porque si no tenemos ninguna idea de lo que Dios está haciendo en mí, vamos a andar despistados por todos lados. Pero por ejemplo, si pensamos en los israelitas en el desierto, Dios estaba intentando formar en ellos una plena confianza en su provisión y en su protección. Eso era lo que Dios estaba buscando formar en ellos. Pero tristemente, la mayoría de ellos no aprendieron. En nosotros, ¿qué es lo que Dios está formando en nosotros? Hablando de la fe, hablando del amor por el hermano, en un área específica, lo que sea. ¿Qué es lo que esta disciplina requiere de nosotros, o lo que significa más bien para nosotros? significa que nosotros vamos a necesitar perseverancia. Vamos a tener que seguir siendo ejercitados y aceptando la disciplina. Necesita perseverancia. Y en esta disciplina existe la posibilidad de cansarnos, de desanimarnos. Entonces significa un esfuerzo renovado para eso. Significa la humildad para aceptar la exhortación y la corrección de Dios. Significa la humildad. Y significa entender la realidad que los tiempos de disciplina son tiempos de tristeza, pueden ser de tristeza, pero luego producen su fruto. Y los israelitas no escucharon, no aprendieron, no en el desierto, pero nosotros, la pregunta es, estamos perseverando, estamos aprendiendo Pensando en los destinatarios originales y nosotros, Hebreos 12, 11 dice que las circunstancias que Dios nos ha dado son para ejercitarnos para que lleguemos a producir este buen fruto. Y recuerden que Dios no se equivoca en cuanto a sus objetivos, no se equivoca en cuanto a los medios de disciplina, no se equivoca en los tiempos ni en la severidad de disciplina. ¿Y si nosotros nos sometemos a Él en eso? vamos a producir ese buen fruto de justicia. Y cuando pensamos en cómo se ve ese buen fruto de justicia, yo creo que un pasaje como Gálatas 5, 19 a 24 nos sirve bien. Y hay otros pasajes, Efesios 5, casi todo el, perdón, sí, 4 y 5, Todos los capítulos hablan del buen fruto apacible de justicia. Pero Gálatas 5 habla del fruto de la carne, fruto del espíritu. Uno de esos produce muerte, otro produce vida. Pletos, celos, enojos, rivalidades, disensiones producen muerte. Eso no es lo que la disciplina de Dios produce. Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, dominio propio. Y hay muchos otros. Entonces, eso es lo que Dios está produciendo en nosotros. No dudemos que la disciplina de Dios sí o sí producirá ese fruto para quienes? Para los que son adiestrados, disciplinados, entrenados por eso. Pero si tú sigues rechazando, rehusando escuchar la disciplina de Dios, ¿por qué piensas que vas a ser entrenado por eso? Pasamos al tercer punto. El participar unos con otros en el cuerpo de Cristo produce la sanidad colectiva. Los versículos 12 y 13. El participar unos con otros en el cuerpo de Cristo produce la sanidad colectiva. Y obviamente eso se relaciona con santidad, se relaciona con buen fruto de justicia. Dice esos versículos. Por tanto, fortalezcan las manos débiles y las rodillas que flaquean. Hagan sendas derechas para sus pies, para que la pierna coja, no se descoyunte, sino que se sienta. Se sane, perdón. Sino que se sane. Ya hemos visto que hay una parte individual de esta disciplina y una parte colectiva. Pero sea cual sea lo que Dios está haciendo, la parte colectiva, la parte individual, estos versículos son muy explícitos en que debemos participar unos con otros hacia la sanidad y la santidad. En un ejército, ¿qué hacen con un soldado herido? ¿Qué hacen con un soldado herido? ¿Lo dejan ahí en el campo para ser maltratado y matado por el enemigo? Espero que entiendan que no. Lo sacan del campo de batalla para sanar sus heridas, para tratarle, darle lo que él necesita. que hacemos en un equipo deportivo con un jugador lesionado. Lo dejamos ahí en el campo de deporte para, bueno, a ver qué pasa. No, nos sacamos de la cancha Le ayudamos para recibir la ayuda necesaria para que vuelva a participar en ese equipo. ¿Qué hacemos? ¿No? Como familia, terrenal también, con personas que necesiten ayuda, que son débiles o que se lastiman. ¿Nos abandonamos? No, nos ayudamos. Así que la pregunta para nosotros es, ¿qué es lo que nosotros hacemos con otros miembros de la familia de Dios? ¿Los dejamos nomás a sus propios medios o los ayudamos? Dice que Kiss the Maker, hablando de todo este pasaje, No todos los corredores están en una condición física óptima. Algunos son inválidos, es decir, cojos. Y aún así, a pesar de su condición, no viene el caso si esta condición comenzó antes o durante la carrera. Está haciendo referencia a los primeros versículos también de Hebreos 12. Ellos deben perseverar. Ellos deben continuar. Y al final, completar la carrera. al alentar a estos corredores inválidos y al nivelar los baches y protuberancias de la ruta. Los atletas en buenas condiciones, ya está hablando de los atletas en buenas condiciones, pueden cumplir un servicio útil para con los demás. El resultado será que también los débiles llegarán a la meta. Si no participan con los más débiles, no van a llegar a la meta. También Morris dice No nos dejemos vencer por el cansancio y el desánimo. Siempre hay quienes están proclives a extraviarse, dejarse arrastrar, abandonar la lucha. ¿Cuántos años se pierden así, que nunca podrán ser recuperados? ¿Cuántas oportunidades perdidas porque nuestras manos estaban caídas, nuestras rodillas paralizadas? por no estar ejercitados en la oración y en el andar espiritual. Estos siempre van juntos. Dejamos de orar y pronto dejamos también de obrar. Por tanto, nuestro deber es infundir ánimo a los que están por tirar la toalla e inspirarlos para que levanten sus manos caídas, sus rodillas débiles. Lamentablemente, muchos hacen lo contrario de animales. En lugar de ver lo positivo, ven lo negativo. Son pesimistas en vez de optimistas. Solo ven el pequeño defecto y dejan de ver lo mucho de positivo en las cosas y en las personas. Miren todo con gafas oscuras y se extrañan porque las cosas parecen negras. Entonces, ¿qué es el ánimo? Aquí en este pasaje es de ayudar al débil. Ayudar al que se ha desanimado. Eso es lo que Dios nos ha dado para hacer en estos versículos. Fortalezcan las manos débiles y las rodillas que flaquean. Hagan sendas derechas para sus pies. Eso es para ayudar unos a otros. El mirar bien el camino para tomar el camino mejor y más seguro es lo que Dios nos ha dado para hacer. Pero también es mirar bien el camino para allanarlo, para ayudar uno al otro en eso. Voy a leer varios pasajes. que nos enseñan cómo debemos hacer eso uno para con otro. Gálatas 6, 1. Gálatas, capítulo 6, y versículo 1, dice, hermanos, aún si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sé que tú también seas tentado. Los que son espirituales, restaurar a los que han caído en pecado. Romanos 15, Romanos 15, versículos 1 y 2. Romanos 15, 1 y 2. Así que nosotros los que somos fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para su edificación. Así que nosotros los que somos fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles. Y luego, ¿qué dice al final? Cada uno de nosotros agradece a su prójimo en lo que es bueno para su edificación. ¿Qué estamos haciendo? Buscando el bien del hermano. Otro pasaje, primero de Tesalonicenses 5, y eso es muy semejante en su sentido a lo que estamos viendo en este momento en Hebreos 12, 5, 14 y 15. Les exhortamos, hermanos, a que amonesten a los indisciplinados, animen a los desalentados, sostengan a los débiles y sean pacientes con todos. Miren que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino que procuren siempre lo bueno, los unos para con los otros y para con todos. Y un versículo más. Hebreos 3, 13. Hebreos 3, 13. Antes, exhórtense los unos a los otros cada día, mientras todavía, se dice hoy, no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el pecado. Todos estos pasajes y obviamente lo que hemos visto en Hebreos 12, 12 y 13 nos dice que debemos animar al desalentado, ayudar al cansado, advertir al extraviado. Es una ayuda mutua. El por decir soldado, solitario, no va a sobrevivir. Pero Dios ha compuesto el cuerpo de Cristo para ayudarnos mutuamente. Todas estas acciones requieren de tiempo, requieren de participación, requieren de una intencionalidad uno en la vida del otro. No son asuntos que uno puede hacer a solas. Y debemos entender que Jesucristo mismo es quien va armando su cuerpo de tal forma que participemos uno para con otro en eso. Los chismes, las difamaciones, los grupitos y todo lo que divide el cuerpo de Cristo no ayudan. No ayudan, perjudican más bien. La sanidad, la santidad, el buen fruto apacible de justicia, la unidad es un producto de eso. Esas cosas van a ir ocurriendo siempre y cuando existe un amor real y un esfuerzo real uno para con otro en el cuerpo de Cristo. Y Dios nos disciplina. Recuerden, esto está dentro del pasaje aquí que habla de la disciplina del Señor. Dios nos disciplina tanto individualmente como colectivamente. Así que la pregunta, tanto individual como colectiva, es, ¿qué es lo que Dios nos está enseñando? ¿Qué es? Podemos hacer la pregunta. Estamos, por decir, en la etapa de experimentar el, como dice en versículo 11, el fruto apacible de justicia. Estamos dando ese fruto apacible de justicia. Nuestra iglesia, por ejemplo, se caracteriza por la paz, por el amor real, el amor realmente profundo uno para con otro. Yo creo que estamos creciendo mucho, pero a la vez tenemos mucho por correr en esto. A ver, hay muchas, muchas divisiones o personas que tal vez no quieren tratar con otros, pero la corrección de Dios para con nosotros colectivamente es para que, como dice la para que la pierna coja no se descoyunte sino que se sane. Es para nuestra sanidad. Es para que empecemos a andar bien juntos. Y recuerden también, es para nuestra vida. Dios está buscando nuestro bien. No estoy buscando que pasemos por dificultad tras dificultad en el sentido de no aprender a confiar en Él, de no aprender a realmente entender, ya, otra dificultad sí estoy pasando, porque las dificultades no van a cesar. Pero vamos a ver las dificultades con otros ojos. Como Pablo no y Silas cuando estaban encarcelados, ellos vieron esa dificultad, fue una dificultad real, pero ellos vieron esa dificultad ya con otros ojos. Y como iglesia, esa parte colectiva nos ayuda a animar al hermano que está pasando por dificultades, de participar en su vida de diferentes formas. Tal vez una palabra, tal vez ayudarle con algo con la cual necesita ayuda. Tal vez es darle un regalo o algo para proveer para sus necesidades. Así que la pregunta para nosotros es eso. Estamos aprendiendo de eso. Para ir terminando, quiero hacer algunas preguntas para nosotros. Si uno no está, si tú no estás experimentando la disciplina de Dios, debes entender que hay una buena posibilidad que no eres creyente. ¿Qué dice este pasaje? Dios disciplina a todos sus hijos. Así que pasamos por tiempos duros de disciplina y pasamos por tiempos más llevaderas. Pero Dios nos va disciplinando. Si tú no estás experimentando, no estás creciendo en el Señor, hazte la pregunta. Si tú eres creyente, si tú eres hijo verdadero de Dios. Para los que somos hijos de Dios, que estamos experimentando su disciplina, La pregunta es, ¿estamos viendo las dificultades como disciplina? ¿Cómo Dios está obrando en nuestras vidas? ¿Aceptamos la corrección de Dios, no? Tanto en el tiempo, la severidad, el cómo Dios nos está disciplinando. ¿Aceptamos eso de la mano de Dios? ¿Y también cómo nos corrige cuando pecamos? ¿Estamos siendo entrenados por su disciplina? tanto individualmente como colectivamente. Estamos siendo entrenados y estamos participando, la última pregunta, estamos participando uno en la vida de otro. para que la disciplina colectiva también de Dios en nosotros tenga su efecto correcto, su efecto que Dios desea, es decir, el buen fruto apacible de justicia. Así que eso es lo que yo estoy orando para la iglesia, que sigamos aprendiendo cómo es trabajar juntos, cómo es amar y cómo es ver las dificultades que estamos pasando. que Dios mismo nos está dando para entrenarnos y para disciplinarnos. Recordemos la verdad principal. Nuestro Padre Celestial nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad, que seamos entrenados por ella y que la recibamos con gozo. Vamos a leer solo unos versículos del pasaje de hoy. de versículo 9 hasta 11, de 9 hasta 11 de Hebreos 12 para terminar. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos y los respetábamos. ¿Con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días, como les parecía. Pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Al presente, ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados, a los que han sido adiestrados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia. Vamos a orar, hermanos. Gracias, Señor, por este pasaje. Ayúdanos, Señor, a entender que tu disciplina es para nuestro bien. Es para que participemos de tu santidad. Es para que, colectivamente, individualmente, produzcamos el buen fruto, el pasivo de justicia. Señor, ayúdanos a entender no solo en teoría lo que eso significa, sino también en la práctica. Entender que nuestros quejas, nuestro mal humor, nuestro desánimo, nuestro cansancio, Señor, Tú tienes un remedio para eso. Y eso es aprender lo que Tú quieres enseñarnos en medio de eso. Aprender a descansar y confiar en ti. Aprender también cómo participar unos con otros. Confiar en ti respecto a lo que tú tienes en el futuro. Dejar el futuro en tus manos. Darte gracias por cómo tú has cuidado de nosotros hasta el día de hoy. Darte gracias por cómo has ido formando nuestro carácter, cómo has estado obrando en la iglesia, Señor. Mirar atrás y ver el camino por el cual hemos recorrido bajo tu cuidado, bajo tu protección, recibiendo tu provisión, para luego confiar en ti, someternos a ti por lo que tú vas obrando en nosotros y disciplinándonos. Gracias, señor, por eso y te pido por cada uno de los hermanos. Te pido por la iglesia colectivamente que tú sigas obrando en nosotros. Gracias otra vez, señor, y que tú uses esta palabra en nuestras vidas en tu nombre. Amén.
El gozo de la disciplina del Señor #2
Series Hebreos
Verdad principal: Nuestro Padre celestial nos disciplina para nuestro bien para que participemos de Su santidad. ¡Qué seamos entrenados por ella y qué la recibamos con gozo!
Escrituras tomadas de la Nueva Biblia de las Américas Copyright 2005 por The Lockman Foundation; usadas con permiso; todos los derechos reservados. www.NuevaBiblia.com
Sermon ID | 615251637457211 |
Duration | 1:05:44 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Hebrews 12:5-13 |
Language | Spanish |
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