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Salmo 69, versículo 1. Leo la palabra del Señor. Sálvame, oh Dios, porque las aguas me han llegado hasta el alma. Me han hundido en sieno profundo y no hay dónde hacer pie. Los que sin causa me aborrecen, poderosos son los que quieren destruirme. Sin razón son mis enemigos. Me hacen devolver aquello que no robé. Amén. Este Salmo 69 es muy conocido como un Salmo mesiánico, un Salmo que habla sobre Jesucristo como el Salvador. ¿Y en qué condición Estaba el salmista que hablaba de esta manera. Estaba una condición de angustia. Este es un salmo de David. Y David se asemeja a Cristo pasando por ciertas angustias, por ciertas aflicciones, por ciertas debilidades. Y creo, amados hermanos, que esto se repite también en el Nuevo Testamento cuando se habla de que la iglesia también tiene una porción de las luchas, de los sufrimientos de Cristo en esta tierra. La iglesia, así como el Señor Jesucristo, también la iglesia es perseguida. Así como Jesucristo sufrió por hacer la voluntad de Dios, también la iglesia sufre por hacer la voluntad de Dios. Creo que por esa causa, David al escribir este Salmo, lo se expresa tan ampliamente como nuestro Señor también se expresó en la cruz del Calvario. Porque también a David le tocó llevar tristeza y amargura. También a David le tocó ver su alma en angustia. Y lo primero que encontramos en este versículo uno es que David clama a Dios. Sálvame, oh Dios. Y pienso, amados hermanos, que en todo esto la iglesia, los creyentes, nos parecemos Clamamos a Dios que nos salve. Nuestra oración es a Dios. Y nuestro clamor es porque la aflicción ha llegado a un punto tal que el alma se ha visto afectada. Y eso acontece cuando uno está pasando por una situación económica difícil, problemas en la familia, con los hijos. Problemas en el matrimonio. Esas aflicciones tocan el alma. Todo lo que toca el cuerpo toca el alma. Y es importante notar esto porque la angustia del alma también tiene que ver con la angustia en el cuerpo. Y David lo expresa así. Sálvame, oh Dios. Las aguas me han llegado hasta el alma. Me he hundido en sieno profundo y no hay donde hacer pie. David clama al Señor que le salve y le muestra a Dios en qué condición se encuentra. Me he hundido en un lodo profundo. Me he hundido y me sigo hundiendo. Y es posible, amados hermanos, que nos hundamos por causa de nuestro pecado. Nos hundamos por causa de nuestra necedad. Nos hundimos por causa de la aflicción que otros nos traen. Y hermano, a veces es triste que uno a veces está deseando tanto el mal, está deseando tanto la enfermedad, y hay gente que juega con eso. Estoy enfermo, estoy enfermo, estoy enfermo. No están enfermos, pero luego Dios trae esa enfermedad. ¡Ay, tengo problema, tengo problema! No tiene problema, pero luego Dios trae ese problema. Muchas veces estamos pasando por las aflicciones que nosotros mismos hemos buscado. A veces jugando, otras veces siendo descuidados en nuestra vida de piedad. y otras veces siendo atormentado por otros propios pecados. Porque nuestros pecados también nos hacen hundir. Nos hunden. Hay muchas razones por las cuales el hombre se hunde. Se hunde en su alma, en la depresión. Y este Salmo 69, allí vemos al salmista desde lo profundo clamando al Señor. desde abajo buscando el auxilio de Dios, extendiendo la mano para que Dios le tome la mano y le saque. Y creo que es un ejemplo para nosotros. El que ha caído en una condición espiritual y baja y baja en esa condición espiritual, no se quede callado, clame al Señor y extienda la mano para que lo halen, para que lo saquen. ¿Has caído por causa de tu pecado? Extiende la mano, clama al Señor. Cualquiera que sea la razón por la que nosotros estamos en lo profundo, tenemos que clamar al Señor. El Señor Jesucristo se hundió bajo el juicio de Dios. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Nunca dejó de orar al Padre. Todo tiempo oró al Padre. ¿Pero a dónde extendió su mano? Al Padre. ¿En tu mano encomiendo mi espíritu? Siempre oró al Padre. ¿Perdona a los que no saben lo que hace? ¿Con quién estaba hablando? Con el centurión que lo estaban matando ahí. Con el Padre. Todo el tiempo de su aflicción, oró al Padre. Nosotros no lo hacemos así. sino que en nuestro tiempo de aflicción nos lamentamos y nos lamentamos y nos lamentamos y entonces eso nos hace hundirnos más. No es lamento, es oración lo que tiene que haber. Es clamor. Es petición a Dios. ¡Ay, qué mal yo estoy! Y estás orando por eso. Ay, me siento down, me siento como capa caída. Y estás orando por eso, para que Dios te saque. Dice el versículo 3, cansado estoy de llorar, reseca está mi garganta. Mis ojos desfallecen mientras espero a mi Dios. Como él clamó al Señor, él esperaba en el Señor. Y no había parado de esperar en el Señor. No había parado de llorar al Señor. No había parado de clamar al Señor. Esperaba y esperaba. Sus ojos desfallecían mientras esperaba en el Señor. Hermano, y ese es el lugar correcto. Ese es el lugar correcto. Porque ¿de dónde vendrá mi socorro? Dice el Salmo 121. ¿De dónde vendrá? del Señor que hizo los cielos y la tierra hermanos y nosotros nos acostumbramos a que alguien venga a salvarnos hermanos nos acostumbramos a que venga la hermana fulana que venga ángel a orar por mí que venga el pastor a buscarme él va a venir a buscarme porque yo duré varios días sin verlo Hermano, no siempre es así. No siempre sucede. No es como en las películas. ¡Auxilio! Y viene Superman volando. No. A veces, hermano, Dios nos deja ahí en el hoyo. Para que clamemos y le busquemos. Para que oremos. Para que no seamos testarudos en nuestro pecado. Cuando pecamos, Él nos humilla y nos deja en el hoyo. para amonestarnos. El Salmo 69 expresa un llorar, un desfallecer delante de Dios. Pero a veces, hermanos, no queremos ir delante de Dios. Estamos esperando que venga otro a darnos el consejo, a explicarnos. Y, hermanos, a veces lo conocemos todos, lo sabemos todos. Sabemos qué hacer, orar. Sabemos qué hacer, leer la palabra. Sabemos que tenemos que buscar del Señor. ¿Y dónde va a ser? Venga a la iglesia. Sabemos que estamos mal y no llamamos para decir, mira, oré por mí. No, nos quedamos aquí así quietecito, esperando que nos llegue la desgracia. ¿Y por qué? Tú sabes lo que tienes que hacer. Ya tú eres un adulto en la fe, muévete. busca hermanos dios nos llama a orar y es en ese ejercicio continuo en el que nosotros maduramos y nos fortalecemos y llega un momento que vemos literalmente vemos la mano de dios así y no fue ni el hermano ni la hermana ni el pastor ni nadie fue dios y él nos muestra su poder Pero primero nosotros muchas veces tenemos que estar en el hoyo. Ay que voy a llamar a la hermana fulana para que ore por mí. No siempre podemos orar. A veces no tenemos ni saldo para orar. Bien entonces. Busque al Señor la fuente de la vida eterna. Es el Señor Jesucristo. Y cuando usted entiende eso y usted se ejercita orando, ayunando, leyendo la palabra, fortaleciéndose, es Dios que lo está fortaleciendo, es Dios que le está consolando para que luego usted consuele a otro. Es Dios que te está enseñando a salir del hoyo solito. No va a ir nadie a verte. Hermano, me ha pasado no sé cuántas veces. ¿Cuántas veces? Porque Dios quiere que dependamos completamente de él, hermano. Es como salir de sacar al niño, quitarle el seno al niño. En la madurez ya el niño no necesita leche, necesita carne, necesita frijoles, arroz. ¿Qué hace un hombrecito de 14 años bebiendo con un pepe? No hace nada porque esa leche no le hace nada. Necesita arroz, carne, frijoles. Igualmente la vida cristiana, hermano. Llega un momento en que ya no vas a recibir la ayuda que siempre recibías. ¿Por qué? Porque Dios quiere que pases al próximo nivel, a madurez. Dios quiere que tú crezcas espiritualmente. y aquí encontramos al salmista en el salmo 69 que se estaba gastando en oración ahí estaba la respuesta de Dios el versículo 4 dice más que los cabellos de mi cabeza son los que sin causa me aborrecen es decir que los enemigos no eran como antes que eran 1 o 2 ahora son 5, 10, 15 enemigos es como el guerrero que está acostumbrado a pelear con un enemigo y luego lo ponen a pelear con dos, con tres, con cuatro y lo ejercitan y lo fortalecen porque mire habrán pruebas en el futuro que si usted no está bien ejercitado en la oración en la palabra en salir usted mismo del hoyo confiando en Dios hay pruebas que mire si lo agarran desprevenido lo destruyen hermanos pedro negó a jesús tres veces habiendo jurado delante de todos los discípulos que él no que él no lo negaría que él iba a morir por él después de esa vergüenza que dios le hizo pasar Hermano, Dios lo levantó y lo restauró. Dios lo levantó y nadie lo fue a buscar porque Cristo estaba muerto. Después que lo negó tres veces, el Señor fue muerto. ¿Quién lo iba a buscar? ¡Nadie! Él mismo tuvo que volver por su propio espía a los discípulos. Arrepentido, humillado, pero siendo creyente. Hermano, hay pruebas. Que si usted no se ejercita todos los días, cuando le lleguen, no sé cómo usted se va a levantar. Hay creyentes que ya no han vuelto a la iglesia nunca más. Ni al pastor quieren ver. Porque la prueba les llegó, ellos oraron y Dios nos lo bendijo como ellos esperaban. La voluntad de Dios era otra para ellos. Y ya se hicieron enemigos de Dios. Buchito, como si fuera un niño chiquito. molesto, zapateando como si fuera un niño chiquito, ¿no? Hace tiempo que Dios espera que su pueblo permanezca delante de él. Y hermanos, él lo hace, él nos va llevando poco a poco. Y en este Salmo, David fue llevado poco a poco, fue llevado poco a poco. Enfrentó enemigos que pudo vencer y luego enfrentó enemigos que él no podía vencer. Eran demasiados para él. ¿Para qué? Para que el poder de Dios se revelara en su debilidad, no en su fortaleza. Quítame este aguijón, pidió Pablo tres veces. No, Pablo, el aguijón se queda. Bástate mi gracia, eso es suficiente. Es más, no es duro eso que todos te dicen eso. Siempre te contesta la oración y esta no te la contestaron. Ay, que Dios es malo. No, bástate mi gracia. Mi poder se va a revelar. ¿Dónde? En tu humillación. Yo te voy a humillar a ti. Al que ama, a su hijo. sin causa me aborrecen poderosos son los que quieren destruirme sin razón son mis enemigos son mis enemigos dice el versículo 4 me hacen devolver aquello que no robé yo no he hecho ni nada ni nada malo ¿Por qué? porque es Dios que está tratando con nuestra alma es Dios que está tratando con nuestra alma hermanos Y nosotros tenemos que entender que Él a veces, a medida que vamos creciendo espiritualmente, nos da pequeñas pruebas. Dios prueba el corazón. Pequeñas pruebas. Pero luego las pruebas aumentan. Y luego los enemigos son el triple de ti. Y tú no puedes. Y también viene del Señor. Y yo sé que hay un pasaje en la Biblia que dice que no por una prueba que no podamos sobrellevar. Eso es cierto. Pero también es cierto. Que el Señor prueba nuestra alma hasta lo último. Hasta lo último. Con dolores que solamente nosotros podemos vivir. Nadie más. Pero queridos hermanos, aunque se levanten muchos enemigos el que está con nosotros es mayor y más fuerte en el que está con ellos y eso lo que tú tienes que razonar en tu mente y tu corazón si el señor es conmigo quien contra mí si el señor es mi fortaleza oiga bien el señor el señor el señor no es el pastor Si el pastor está conmigo, si el pastor Dante me llama, si el pastor Dante me busca, si el pastor, no, no es el pastor, es el señor, el rey, el todopoderoso, si él está contigo, no tengo que temer. Por lo tanto, amados hermanos, yo nos ayude a mirar cómo en este Salmo 69 vamos a ver a un hombre que es humillado, humillado y humillado. hasta el punto que él pierde las fuerzas. Pero esto viene de parte del Señor. ¿Para qué? Para que él busque el poder que habita en el Señor. Para que él busque la gracia del Señor. Para que él aprenda a salir solo. Ya él nos enseñó lo que necesitamos. Y es como la persona, hermanos, que tiene un problema en la pierna. Personas que tienen problemas en las piernas, la cadera, que se les rompe. Luego le ponen yeso, la cadera se les solda, los huesos, pero le queda un poquito de dolor. Y tiene que hacer ejercicios para volver a caminar. Y duele, porque los músculos están duros. ¿Y sabe qué es lo que le mandan a hacer? A caminar. Ustedes, use este andador. Le da un andador así de cuatro patas. Y ahí va con el andador. Bien, suéltame el andador. Ahora usa este de dos patas. Y cada vez son menos patas. Hasta que dicen, se acabaron los andadores y la muleta. Camina solo. Dale para allá. Ve con un bastón. Hermano, y cada vez que nos van quitando cosas, nos quitan cosas, nos quitan cosas. Hasta que usted camina usted solo. Y usted dice, gloria a Dios. Ya estoy caminando. Míreme, caminando solo. Así como Dios nos entrena, hermanos, estamos a veces tan acomodados con gente alrededor nuestra, gente alrededor nuestra, y a veces Dios nos quita a esa gente. Camina solo. Camina conmigo solo. Tú y yo. Depende de mí. Hermanos, para eso también estamos capacitados. Él no nos ha desamparado. Su Espíritu Santo muere en nosotros. No ha dejado su palabra. Podemos orar y clamar al Señor. No nos ha dejado. Tenemos una iglesia que ora por nosotros. Él no nos ha dejado. Tenemos hermanos que oran por nosotros. Pero la prueba no le tocó a la iglesia, me tocó a mí. Está todo el mundo orando. pero la prueba es mía y yo tengo que aprender a salir en oración delante de Dios salir en oración de esa prueba Dios amado hermano nos ayude a confiar en él porque es una prueba de la fe se prueba nuestra fe se prueba nuestra confianza en él tú me amas sí señor yo te amo aunque yo te quite lo que tú amas tú me amas sí señor yo te amo yo te amo Vamos a ver si es verdad. Y nos llega la enfermedad. Tú me amas, enfermo. Tú me amas sin familia. Tú me amas solo, sin papá. Tú me amas sin hijos. Tú me amas. Y ahí donde nuestra fe es probada. Y si no podemos decir, Señor, yo te amo, aunque tú me has quitado todo, entonces, hermano, tenemos que revisar nuestra fe y examinar realmente nuestro corazón y clamar, perdóname, porque yo decía que te amaba, pero amaba más a mis hijos que a ti, amaba más a mi esposa que a ti, amaba más a mi mujer que a ti. Dios prueba el amor hermano, el amor que le tenemos a él, él lo prueba. Dios nos ayuda hermano a poder mirar esto porque en este salmo 69 Jesucristo es dibujado, es un salmo mesiánico. Y como decía, la iglesia también pasa por los sufrimientos que nuestro Señor vivió. Dios nos ayuda a perseverar en medio de las pruebas, en medio de nuestras luchas contra el pecado, en medio de nuestras caídas, perseverar en Él, confiando de que Él es poderoso para sostenernos.
Cuando nos toca la tristeza para nuestra madurez
Series Los Salmos
Cuando nos toca la tristeza para nuestra madurez
Sermon ID | 530251626285423 |
Duration | 23:32 |
Date | |
Category | Devotional |
Bible Text | Psalm 69:1-4 |
Language | Spanish |
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