cuando era pequeño me gustaba mucho el anime desde pequeño y una de las series que estaban dando en ese entonces que era muy popular era Dragon Ball y recuerdo que se pusieron de moda en algún tiempo las tarjetas coleccionables de Dragon Ball y el que no tenía tarjetas originales tenía copias en papel de esos Yo era de los que tenía copias en papel. Una colección grande, de hecho, de esas tarjetillas. Y en mi infancia, verdad, en mi ignorancia incluso, en algún punto durante mi andar cristiano, Llegué a la convicción, según yo, de que esas tarjetas eran malas, que era del diablo y que tenía que deshacerme de ellas. Y lamento mucho haberme deshecho de esas tarjetas. Era una convicción a la que había llegado por la enseñanza que recibía en la iglesia, por la enseñanza que se daba en casa. y por un deseo, según yo, de agradar a Dios. Yo quería crecer de alguna manera en mi santidad y esa era algo que pensé que Dios estaba demandando de mí. Estaba convencido de que era pecado y que debía deshacerme de ellas. Así estoy seguro de que muchos de nosotros tienen historias que puede añadir, ejemplos de cosas que ha llegado a la convicción de que estaban mal cuando realmente no lo estaban, y de que Dios las ha demandado cuando no las ha demandado. Romanos 14, del 13 al 19, dice, Así que ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. Yo sé y confío en el Señor Jesús que nada es inmundo en sí mismo, mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. No sea pues vituperado vuestro bien, porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios y es aprobado por los hombres. Así que sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. Oremos. Dios, queremos repetir lo que te hemos pedido ya varias veces en esta mañana, y es que nos transformes a través de la predicación de tu palabra. Sabemos, oh Padre Santo, que en nuestras mentes y en nuestros corazones hay error y hay pecado, Y la única manera de ser corregidos y santificados es por medio de lo que tú dices. Porque tu palabra no solamente contiene información, sino que tiene el poder para cambiar. Porque tu palabra vivifica, transforma, corrige, renueva. Y queremos rogarte, oh Dios, que conforme a tus promesas y la naturaleza de esta palabra que hoy escuchamos, tú nos transformes una vez más Espíritu Santo, dependemos de tu asistencia en este tiempo. Dirige nuestras mentes, nuestros oídos, nuestros corazones para absorber todo lo que hoy vamos a escuchar. En el nombre de Cristo Jesús lo pedimos. Amén y Amén. Hemos estado hablando bastante acerca de el débil y el fuerte. Y Pablo continúa todo el capítulo 14, este es el tema. En el versículo 13 sigue diciendo, así que ya no juzguemos más, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidir no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. Es así que siempre ponemos atención a esas palabritas pequeñas porque habla de lo anterior, ¿verdad? Y yo sé que nosotros estamos hablando de la carta partida en pedazos, pero Pablo la escribió como un cuerpo unificado. y no es sabio sacar pasajes fuera de su contexto. Así que recordemos rápidamente, muy brevemente, qué es ese así qué, a qué se refiere ese así qué. Lo último que Pablo mencionó es que se trata de Dios. Lo último que Pablo mencionó es que todos nosotros compareceremos ante el tribunal de Dios y que es ante Él a quien rendiremos cuentas en última instancia. Así que, entendiendo que se trata de Dios, entendiendo que se trata de nuestro andar cada uno, delante de Dios y para la gloria de Cristo, Pablo dice, ya no se juzguen más los unos a los otros. ¡Paren! Dejen de repartir juicio, dejen de criticar, dejen de condenar, ya no más. Eso es falta de entendimiento de que cada uno de nosotros, como ya había dicho Pablo, se mantiene de pie o cae delante de Jesucristo. Entonces, dejen de juzgar, y recuerden, el que juzga usualmente se refiere al débil, ¿verdad? Hemos establecido que los dos verbos que utiliza Pablo, juzgar y menospreciar, juzgar normalmente se refiere al débil, que juzga al fuerte como que es un pecador, y el fuerte, menosprecia al débil, ¿verdad?, por su ignorancia o por su debilidad en sí. Entonces, Pablo está diciendo, dejen de juzgarse los unos a los otros, parece que podría estar hablando directamente al fuerte, perdón, al débil, pero yo creo que este llamado y lo que viene más adelante tiene que ver más un poco con el fuerte que con el débil y lo vamos a ver a continuación. Sin embargo, creo que el llamado es para todos de tomar la decisión y lo ponen en esos términos, decidan, decidir, decidir no poner tropiezo o ocasión de caer al hermano, tomen la determinación consciente, intencionada, hagan esto una resolución para sus vidas, habiendo analizado todo lo anterior, entendiendo todo lo que hemos dicho, repasen los sermones del capítulo 14 y decidan, intencionalmente, no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. Pensé que iba a decir, decidan no juzgar, o que iba a decir, decidan no menospreciar, Eso es lo que uno puede anticipar de lo que Pablo ha venido diciendo, pero lo que pone, lo pone como que lo lleva más allá y lo que hace es introducir la idea del amor, que no la ha mencionado tan profundamente como lo va a hacer a continuación. La idea del amor. Entonces, lo pone en términos de, pensando en su hermano, no le ponga tropiezo. No sea usted una ocasión de caer para su hermano. no haga algo que lleve a su hermano a pecar, no se convierta en un obstáculo para el crecimiento en santidad de su hermano. Específicamente, me parece que aquí le está hablando al Fuerte, específicamente. Y de hecho, lo que sigue, como ya les dije, parece dirigirse al Fuerte. En primer lugar, porque Pablo empieza hablando de su propio ejemplo y de su fortaleza. En el versículo 14 él dice, yo sé y confío en el Señor Jesús que nada es inmundo en sí mismo. Ese es el Fuerte. Pablo está identificándose en este caso como una persona fuerte. Pero inmediatamente dice, más para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Y de esa frase va a desarrollar todo un argumento que es de suma importancia para nosotros comprender. Yo sé, empieza Pablo, y confío en el Señor Jesús. Estoy convencido en Jesucristo, y creo que esto es importante porque hay un doble remache de autoridad. Primero, Pablo está diciendo, yo sé, ese es Pablo, que no es cualquier cristiano el que lo está diciendo. Es el apóstol Pablo, enviado por Jesucristo a predicar. Entonces, su enseñanza tiene autoridad apostólica, ya de por sí. Pero encima de eso, no está diciendo sólo yo sé, sino yo sé y confío en el Señor Jesucristo. Esto viene, no de autoridad sólo mía, como apóstol, sino de lo que yo mismo he entendido y la convicción a la que he llegado del Señor Jesucristo. Esto viene de Él. Esto viene a partir de mi reflexión en lo que Él ha hecho, en quién es Jesús, y es a través de Él, o por causa de Él, o incluso se puede interpretar como que Jesús mismo se lo enseñó directamente. O sea, no es algo que se le ocurrió a Pablo. Aquí no estamos... Esto que va a decir Pablo a continuación, no es una opinión de Pablo. El mismo Señor Jesús le ha dado el conocimiento y la convicción, y por eso está persuadido, y tiene plena confianza, y está completamente seguro de que nada es inmundo en sí mismo. Esa es una verdad absoluta, una verdad objetiva, que Pablo está comunicando de parte del Señor. Nada es inmundo en sí mismo. Una frase muy sencilla, pero con implicaciones profundas. Y no es, de nuevo, una opinión de Pablo, es una realidad teológica, así lo podemos entender. Una realidad teológica, nada es inmundo en sí mismo. Ningún alimento específicamente de eso es de lo que Pablo está hablando. Inmediatamente, en el contexto de la carta, él está hablando de alimentos. Ese ha sido el argumento. Ningún alimento es ceremonialmente impuro por su propia naturaleza. Nada es inmundo en sí mismo. Ningún alimento en sí mismo contiene maldad, contiene impureza o contiene pecado. Entonces, Las cosas, los alimentos específicamente aquí, no son impuros o moralmente malos, no pueden serlo, no pueden serlo en sí mismos. En el Antiguo Testamento había alimentos ritualmente impuros, ¿verdad? Y hay muchísimas prohibiciones en cuanto a qué se podía comer, qué no se podía comer, qué se podía ofrecer en sacrificio, qué no se podía ofrecer en sacrificio. Y ceremonialmente se entendía que había muchos alimentos que estaban prohibidos porque eran impuros. Pero aquí Pablo está, de alguna manera, corrigiendo una idea de que, en el nuevo pacto, esa impureza como que se continuaba, y el pueblo de Israel eso era lo que entendía. Muchos de ellos, aún ya siendo creyentes, no comían ciertos alimentos porque creían que eran impuros, ceremonialmente, y no querían contaminarse. Entonces, Pablo, repitiendo o haciendo eco un poco de las palabras de Jesús, Jesús dijo en Marcos 7, versículos 18 y 19, No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre no le puede contaminar porque no entra en su corazón sino en el vientre y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos. El Señor Jesús vino a cumplir la ley y de alguna manera esas leyes ceremoniales quedaron cumplidas en Cristo. Y por lo tanto, los alimentos ahora son puros todos, ¿verdad? Y es parte de la metáfora que utiliza Dios para decirle a Pedro, ahora vaya y predica el Evangelio también a los a los gentiles, ¿verdad? ¿Y qué es lo que usa para darle ese mensaje? Una manta llena de todo tipo de animales y le dice, vaya mate y coma. Y Pedro le dice, no, yo no puedo comer de eso, todo eso es impuro, todo eso es inmundo, hay muchas cosas ahí inmundas. ¿Y Dios qué es lo que le dice? No llame a usted. lo que yo he limpiado, lo que yo he purificado. Entonces, ese es el significado inmediato. Los alimentos ya ahora se pueden comer de todo. No tenemos que tener escrúpulos en ese sentido y es lo que Pablo está tratando de comunicarle inmediatamente a la iglesia. Sin embargo, hay un significado más amplio y más profundo de esta realidad. Lo podemos aplicar a la creación de Dios. Más allá de sólo los alimentos, nada en la creación de Dios es malo en sí mismo. Y de hecho, Génesis 1.31 nos dice que Dios vio todo lo que había hecho, y es aquí que era bueno en gran manera. Las cosas de la creación no tienen un carácter moral. No hay algo bueno o algo malo en la creación en sí mismo como moralmente bueno o moralmente malo. No tienen ese carácter moral. Por lo tanto, se puede usar. Y lo que le va a dar Una característica quizá pecaminosa es el uso mío, soy yo, porque yo soy el pecador, yo soy el malo. Entonces, para poner un ejemplo, tomar vino no es malo, pero yo puedo embriagarme. Entonces, yo soy el problema, no el vino. El vino no es malo en sí mismo, yo soy pecado. Lo mismo puede ocurrir con cosas que son producto de la interacción del hombre con la creación, productos de la cultura. Hemos hablado de estos ejemplos también, que en sí mismos no son malos estrictamente hablando, sino que puede ser a causa del uso que yo le dé, o el uso que se le dé, o incluso el uso para el que fue creado. puede dictar que algo es malo, pero de nuevo, recuerden, es el factor humano, es el hombre el que es malo, no las cosas. Para poner un ejemplo muy sencillo, el dinero, por ejemplo, no es malo en sí mismo, pero yo puedo hacer del dinero un ídolo, yo puedo ser avaro, codicioso y materialista. El dinero no es malo, pero yo puedo ser malo en mi administración del dinero. Otro producto de la cultura muy común en estas discusiones es la música. La música no es mala en sí misma, el arte de la música no es malo en sí mismo, pero yo puedo usarla mal. Puedo producir música que esparce mentiras, puedo producir música que promueve el pecado. y puedo escuchar música que imparte mentiras y que promueve el pecado. Entonces, de nuevo, la música como tal, como forma de arte, no es mala en sí misma. El malo es el hombre, y el uso que el hombre le dé es lo que es malo o bueno. Esto debe corregir nuestras actitudes, incluso legalistas dentro de la iglesia. Colosenses 2, del 20 al 23, creo que lo hemos mencionado antes. Si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieses en el mundo, os sometéis a preceptos tales como no manejéis, ni gustéis, ni aún toquéis, en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres, cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo. Pero, ojo, no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne. Usted no avanza en su lucha contra el pecado si votan las tarjetas de Dragon Ball. Usted no avanza en su lucha contra el pecado si deja de ir al cine, o si deja de ver películas, o si deja de ver series. No avanza en su lucha contra el pecado en ese sentido, porque no son prohibiciones de Dios en su ley. Obviamente, las aplicaciones son que todo lo que vea, todo lo que escuche, y a todo lo que me exponga, lo debo hacer con sabiduría. y debo analizarlo y debo absorber lo que es bueno y desechar lo que es contraproducente. Pero Pablo no se enfoca en esto. Yo he tomado algunos minutos para enfocarme en esto, pero Pablo sólo puso una frase. Nada más quería yo que quedara claro, pero Pablo sólo puso una frase e inmediatamente añade algo que puede dejar perplejo a más de uno. Más, para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Este punto es muy importante. ¿Cómo puede ser algo no inmundo, el inmundo a la vez? Acaba de decir que nada es malo en sí mismo. que pueden comer de todo, pero dice, para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es, objetivamente en sí mismo nada es inmundo, pero si yo creo que algo es inmundo, para mí, subjetivamente, en mi realidad interior, lo es. Hablemos del cerdo, para continuar el ejemplo de Pablo, por ejemplo, En Cristo, el cerdo ya no es inmundo, todos pueden respirar, ¿verdad? Podemos comer cerdo, no hay problema. Esa es una realidad objetiva. Se puede comer, el cerdo en sí mismo no es malo, esa es una realidad objetiva. Pero, tal vez yo no he aprendido Esto. Tal vez yo creo que el cerdo es inmundo y que de alguna manera es contrario a la ley de Dios comerlo. Yo pienso eso. Y según yo, como eso es lo que dicta la ley de Dios, debo alejarme de eso. No debo tocar el cerdo, no debo comerlo, porque para mí es contrario a la ley de Dios. Y este es el punto clave. En mi mente, si yo como cerdo pensando que es contrario a la ley de Dios, en mi mente, en mi corazón, estoy violando la ley de Dios. Y ese es el problema. Ese es el problema. En ese sentido es que estoy pecando. No estoy pecando porque comer cerdo sea malo. Estoy pecando porque estoy actuando en contra de algo que creo firmemente que es la ley de Dios. Y es entonces, no porque comer cerdo sea pecado, que yo estoy pecando, sino porque estoy haciendo algo que yo estoy convencido de que es malo. Y si lo hago convencido de que es malo, mi relación con la ley de Dios es la que se está rompiendo. ¿Se entiende? Por eso, subjetivamente, para la persona que lo come, es pecaminoso, y está actuando en contra de su conciencia si lo come, y actuar en contra de la conciencia, Pablo nos advierte de esto muchas veces. Actuar en contra de la conciencia es peligroso. Es pecaminoso, y más adelante, al final del capítulo, no vamos a llegar hoy, pero al final del capítulo, habla en estos términos, le es pecado, porque no proviene de fe, le es pecado. Entonces, mis hermanos, esto mismo va a aplicar a todo lo demás, al vino, a la música, a cualquier comida, a todo, en realidad a todo. Si el hermano débil está convencido de que es contrario a la ley de Dios, debemos cuidar su conciencia. Y eso es lo que Pablo nos está llamando a hacer, a los fuertes. Esa es la muestra de amor que debemos tener para con los que todavía no han crecido en ese entendimiento. No queremos hacerlo pecar en contra de su conciencia. No queremos ser piedra de tropiezo para ese hermano. Ese es el ejemplo que Pablo nos da en el versículo 15. Si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. Vean el vocabulario que usa para algo que no es pecado en sí mismo. Usa vocabulario fuerte. Pablo está diciendo ese hermano se va a perder. su conciencia va a ser herida, va a ser contristado. Ahora, algo muy importante, Pablo no está diciendo que usted no puede comer cerdo delante de un hermano que cree que comer cerdo es pecado, no es esa, no ese es el contristamiento al que se refiere. El contristamiento al que se refiere es llevar a esa persona que está convencida de que eso está mal, obligarla o presionarla para que participe de algo que cree que está mal. No es que usted deje de hacerlo, porque usted es libre y Pablo es muy enfático en defender esa libertad como creyente. pero no debe restregarle en la cara su libertad al hermano débil, ni debe presionarlo para que ese hermano haga lo que él cree que está mal. Esa no es la manera, ese es el punto de Pablo, esa no es la manera de que el hermano débil se fortalezca. No logramos que se fortalezca por obligarlo, logramos que se fortalezca mediante un acompañamiento, una instrucción, una enseñanza, un caminar con e incluso con el ejemplo, con el ejemplo podemos enseñarle la libertad que tenemos en Cristo, pero no debemos obligarlo, porque al hacerlo lo contristamos, lo estamos lastimando de hecho en su conciencia y lo estamos llevando a cometer lo que para él es pecado. Y por eso dice, si usted hace eso, ya no anda conforme al amor. Si usted hace eso, no está siendo cuidadoso, no se está conduciendo conforme a lo que dicta el amor. E incluso a veces puede ser por orgullo, puede ser por una motivación pecaminosa. Porque yo quiero hacer alarde de mi libertad, entonces voy a presionar a todos a que participen de lo que yo puedo participar con libertad. Y aunque parece libertad en ese contexto, es casi esclavitud. Al orgullo. Lo que debe dictar nuestra conducta es el amor, no los alardes, sino el amor. Y quizá, quizá, tenemos que hacer uso de sabiduría, quizá en algunos contextos sea sabio no hacerlo. Quizá. En otras palabras, Romanos 14, 16 dice, no sea pues vituperado vuestro bien. Una frase un poco difícil. Creo que la Biblia de las Américas nos ayuda a entenderlo mejor, porque dice, no permitan que se hable mal de lo que para ustedes es bueno. Eso es importante. No permitan que lo que es bueno sea vituperado. Al tomar una posición, falta de amor hacia el débil y obligarlo y presionarlo a que haga algo que para él es pecado, realmente no está creciendo. Y lo que está pasando es que vamos a confirmar para él, que esto es malo, porque no lo va a hacer con la conciencia tranquila, su conciencia lo va a acusar, después de participar se va a sentir peor y entonces va a terminar hablando mal de lo que nosotros estamos convencidos de que es bueno. Y Pablo dice, no debemos permitir que eso pase. Otra aplicación, es que en lo que dependa de nosotros, no dejemos que se perpetúen ideas falsas de lo que significa ser cristiano, de lo que es bueno y lo que es malo. El mundo allá afuera tiene opiniones, y todo mundo cree saber lo que el cristiano puede hacer y no puede hacer. Los cristianos no bailan, los cristianos no toman vino, los cristianos no van al cine, Los cristianos no ven películas, no ven series. Los cristianos sólo oyen música cristiana. Los cristianos no se divierten, no disfrutan la vida. Los cristianos no hacen ejercicio de su pura vanidad. Los cristianos, o específicamente, las mujeres cristianas no deberían maquillarse, no deberían usar pantalones. Los verdaderos cristianos no deben tener dinero, no deben tener bienes materiales, Los cristianos no deben juntarse con no cristianos, los cristianos no deben meterse en política, los cristianos no deben meterse en ciencias, los cristianos no deben practicar artes, los cristianos no deben involucrarse en los negocios de este mundo. El problema es que perpetúan ideas superficiales de lo que es la santidad. ideas falsas de lo que realmente agrada o desagrada a Dios y por lo tanto, este es el punto grave, distorsiona el Evangelio, distorsiona la obra de Cristo. Pablo nos recuerda por eso inmediatamente, el Reino de Dios no es comida ni bebida, podemos enredarnos toda nuestra vida cristiana en estos asuntos superficiales de comida y bebida y pensar que estamos viviendo vidas súper piadosas porque cumplimos todas esas expectativas de la religión, de la tradición, de la cultura en la que estamos y no nos hemos detenido a pensar en lo que realmente significa ser cristiano y lo que debemos enseñarnos los unos a los otros y la única manera de salir de la debilidad. Que el Reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Que el Reino de Dios se trata de que tenemos la justicia de Cristo de que somos justificados delante de Dios y que por su Espíritu estamos creciendo en verdadera justicia. El reino de Dios se trata de la paz que tenemos en nuestra relación restaurada con Dios y de la reconciliación que disfrutamos los unos con los otros, dentro de la Iglesia muy en particular, donde debe imperar ese amor del que hemos estado hablando. Y el gozo en el corazón de alguien que es libre del pecado. El gozo en el corazón de una persona que no es condenada, sino que tiene el perdón de Dios por medio de Cristo. El gozo que debe desbordarse de un alma que se sabe salvar. Y todo esto solo viene por obra del Espíritu Santo en nosotros. Y entender esto también es clave porque, de nuevo, esa perspectiva de la santidad externa y de todas esas ideas superficiales vienen del esfuerzo propio, del esfuerzo humano. Usted no necesita mucha ayuda para quemar una colección de tarjetas, pero necesita la ayuda del Espíritu Santo para luchar contra su pecado. necesita la ayuda del Espíritu Santo para tener verdadero gozo, necesita la ayuda del Espíritu Santo para que la obra de Jesucristo en la cruz sea aplicada a su corazón verdadera y profundamente. Entonces no se enfrasque en las cosas superficiales y entienda que depende del Espíritu Santo y el que en esto sirve a Cristo agrada a Dios y es aprobado por los hombres. En última instancia, de eso se trata. Se trata de Cristo. Se trata de Su Evangelio. Se trata de Su Gloria. Y se trata de Su Obra. Es eso lo que está en juego. Cuando entendemos que el verdadero servicio a Cristo no se manifiesta en esas obras externas, superficiales, sino en verdadera justicia, en paz, en gozo, entonces sí vamos a agradar a Dios y entonces, Vamos a abandonar esos esfuerzos superficiales y a dirigir nuestra atención a la lucha verdadera por los frutos internos, en dependencia del Espíritu Santo. Pero necesitamos entender la diferencia. Cuando los de afuera vean ese tipo de iglesia, van a glorificar a Dios. Cuando los de afuera vean ese tipo de iglesia, ellos mismos van a poder apreciar el fruto, y quizá lo rechacen, quizá nos odien por ello, quizá nos persigan y nos matan, pero lo van a reconocer, van a ver que eso es realmente el fruto del andar cristiano. No una fe que vive en medio de legalismos y ritualismos autoimpuestos, sino una que se vive en la libertad, el amor, el gozo, la paz y la justicia que sólo Cristo puede dar. Y sólo viviendo así. podremos no solamente decir, sino vivir juntos como Iglesia a Jesucristo sea la gloria en su Iglesia por los siglos de los siglos. Amén. Que Dios nos bendiga.