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Título del Semón es, He aquí el verdadero Rey. La escritura primera de Rey es 1 del 11 al 53, en la serie El Reino Eterno. Amén. El Reino Eterno. Si lo tienen, si gustan ponerse de pies una vez más en reverencia a la palabra de Dios, si pueden hacerlo. Amén. Si no, está bien. Si se necesitan quedar sentados, está bien. Esta es la palabra de Dios. Entonces, Natán habló a Betsabe, madre de Salomón, y dijo, ¿no has oído que Adonías, hijo de Haguit, se ha hecho rey y que David, nuestro señor, no lo sabe? Ahora pues, ven, voy a darte un consejo para que salves tu vida y la vida de tu hijo Salomón. Ve ahora mismo al rey David y dile, ¿No ha jurado usted, o Rey, mi Señor, a su sierva, diciendo, ciertamente, tú y yo, Salomón, serás Rey después de mí, y se sentará en mi trono? ¿Por qué, pues, se ha hecho Rey a Donías? Así que, mientras esté aún hablando con el Rey, yo entraré detrás de ti y confirmaré tus palabras. Bechabé vino a ver al Rey en la alcoba. El Rey ya era muy anciano, y avisa ahí, la tsunamita le servía. Entonces, Bezabed se inclinó y se postró ante el rey. Y el rey le preguntó, ¿qué deseas? Ella le respondió, mi señor, usted juró a su sierva por el Señor, su Dios. Ciertamente, su hijo, Salomón, será rey después de mí y se sentará en mi trono. Sin embargo, ahora Adonías es rey y usted, mi señor el rey, hasta ahora no lo sabe. Él ha sacrificado bueyes, animales, cebados y ovejas en abundancia y ha invitado a todos los hijos del Rey, al sacerdote aviatar y a Joab, jefe del ejército, pero no ha invitado a Salomón, su siervo. En cuanto a usted, mi Señor el Rey, los ojos de todo Israel están sobre usted para que les haga saber quién ha de sentarse en el trono de mi Señor, el Rey después de Él. Pues sucederá que en cuanto mi Señor el Rey duerma con los padres, Yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables. Sucedió que mientras ella estaba aún hablando con el rey, entró el profeta Natán y le informaron al rey, aquí está el profeta Natán. Cuando éste entró a la presencia del rey, se postró ante el rey, rostro en tierra. Entonces Natán dijo, mi señor el rey, ¿acaso ha dicho usted a Doníez será rey después de mí y se sentará en mi trono? Porque él ha descendido hoy y ha sacrificado bueyes, animales cebados y ovejas en abundancia. Ha invitado a todos los hijos del rey, a los jefes del ejército y al sacerdote a viatar. Y ahí están comiendo y bebiendo en su presencia y gritando ¡Viva el rey Adonías! Pero ni a mí, su siervo, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benanía, hijo de Huahía, ni a su siervo Salomón ha invitado. Ha sido hecho esto por mi señor el rey y no ha declarado a sus siervos quién había de sentarse en el trono de mi señor, el rey después de él? Entonces el rey David respondió, llamen a Betsabe. Y ella entró a la presencia del rey y se puso delante del rey. Y el rey juró, vive el señor que ha redimido mi vida de toda angustia, que ciertamente como te juré por el señor, Dios dijera a él, tu hijo Salomón será rey después de mí y él se sentará sobre mi trono en mi lugar, así lo haré hoy mismo. Vez a vez se inclinó el rostro en tierra, se postró ante el rey y dijo, viva para siempre mi señor el rey David. Entonces el rey David dijo, llamen al sacerdote Sadoc al profeta Natal y a Benaní, hijo de Joaira. Ellos entraron en la presencia del rey. Y él les dijo, tomen con ustedes a los siervos de su señor, hagan montar a mi hijo Salomón y mi propia mula y llévenlo a Gijón. que allí el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo unjan como rey sobre Israel y toquen trompeta y digan, viva el rey Salomón. Después subirán tras él y él vendrá, se sentará en mi trono y reinará en mi lugar, porque lo he escogido para que sea príncipe sobre Israel y sobre Judá. Y venería hijo de Juairía, respondió, rey, amén. Así lo diga también el Señor, el Dios de mi Señor, el rey. Como el Señor ha estado con mi Señor el Rey, así esté con Salomón y haga su trono más grande que el trono de mi Señor el Rey David. Entonces, el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, venanía hijo de Joaida, los cereteos y los peleteos descendieron, hicieron con Salomón, hicieron que Salomón montara en la mula del Rey David y los llevaron a Gijón. Al sacerdote Sadoc tomó el cuerno de aceite de la tienda y ungió a Salomón. Entonces, tocaron trompeta y todo el pueblo gritó, ¡viva el rey Salamón! Luego, todo el pueblo subió tras él. El pueblo tocaba flautas y se regocijaba con gran alegría, de modo que la tierra se estremecía con su sonido. Y lo halló Adonías y todos los invitados que estaban con él cuando habían terminado de comer. Al oír, Joab, el sonido de la trompeta, dijo, ¿por qué hace la ciudad tal alboroto? Estaba uno hablando cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abietar. Y Adonías le dijo, entra pues tú eres hombre valiente y traerás buenas noticias. Pero Jonatán respondió a Adonías, a lo contrario. Nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón. El rey también ha enviado con él al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, a Benanía. Hijo de Ahuaira a los cereteos y los pereteos, y ellos lo han montado en la mula del rey. Y el sacerdote sadó que el profeta Natán lo han ungido re-enguijón, y de allí han subido gozosos y se ha alborotado la ciudad. Ese es el ruido que han oído. Además, Salomón ya se ha sentado en el trono del reino. Y aún los siervos del rey han ido a bendecir a nuestro Señor, el rey David, diciéndole que su Dios haga el nombre de Salomón más célebre que su nombre y su trono más grande que el trono de usted. Y el rey ha adorado en el lecho. El rey también ha dicho así, bendito sea el Señor, Dios de Israel, que ha concedido que se siente hoy en mi trono un descendiente mío mientras mis ojos los ven. Entonces, todos los invitados de Andalucía se aterrorizaron y se levantaron, cada uno se fue por su camino. Adonías tuvo miedo de Salamón y se levantó y se fue y se agarró a los cuernos del altar. Y avisaron al Salamón diciendo, Adonías tiene miedo del rey Salamón y se ha asido de los cuernos del altar diciendo que el rey Salamón me jure hoy que no matará a espada a su siervo. Y Salamón dijo, si es hombre digno, ni uno de sus cabellos caerá en tierra, pero si se haya maldad en él, morirá. Entonces, el rey Salamón envió que le hicieran descender del altar. Y él vino y se postró ante el Rey Salomón. Y Salomón le dijo, vete a tu casa. Amén. Padre, te damos gracias por esta palabra tan inmensa, tan perfecta, tan linda. En ella encontramos tantas verdades, Padre, que el tiempo nos va a fallar. Ayúdanos, Padre, a concentrarnos. Danos oídos para oír lo que el Espíritu dice. Y un corazón dispuesto a aplicar tu palabra. Bendice esta lengua, Padre. Ayúdame a hablar las cosas de Dios, los grandes misterios bíblicos. Perdóname a mí mi propio pecado y úsame como una herramienta, Padre, para atraer tu gloria a la vida de estas personas aquí necesitadas. Pedimos todo esto en el nombre de Jesús y para tu gloria. Amén y amén. Podemos tomar nuestros asientos, amados. En nuestro primer sermón del capítulo de Primera de Reyes, si usted recuerda, Se nos presentó Adonías, el hijo mayor sobreviviente de David que estaba tratando activamente de robarle el trono a su hermano menor, Salomón. Salomón era el heredero designado por Dios. La Biblia nos dice mucho sobre el carácter pecaminoso de Adonías cuando realmente nos enseña algo de su padre. Dice la palabra de Dios de David, su padre, el padre de Adonías, Nunca le había contrariado preguntándole, ¿por qué has hecho esto? En otras palabras, David nunca había corregido a su hijo. Desde chiquito, desde pequeño, hizo excusas por él, por su comportamiento. Él nunca le contradició, él nunca le dijo, ¿por qué estás haciendo esto? ¿Por qué estás gritando de esta manera? ¿Por qué te estás portando de esta manera? Y este niño chiquiado creció a un hombre ya chiquiado, es lo que va a ocurrir. nosotros no disciplinamos a nuestros hijos. Amados, no hay mayor crueldad o mayor injusticia hacia un niño que tener padres demasiado indulgentes. El niño acostumbrado a salirse con la suya desde chiquito normalmente se convertirá en un adulto muy egoísta y tremendamente pecador. Adonías no fue la excepción en la casa de su padre, sino la norma Si usted recuerda, Abnón, Absalón y ahora Adonías son presentados como hijos de David, orgullosos, indisciplinados y conspiradores. Así que en la área de paternidad, el gran rey David fracasó grandemente. Si usted recuerda, el hijo mayor de David, Abnón, tenía este pensamiento, lo que yo quiero lo puedo tomar cuando yo quiera, como se me pegue la gana. y abusó de su hermana. Absalón tenía esta misma idea, yo hago lo que yo quiera, lo hago cuando se me pegue la gana, nadie me puede impedir a mí nada, y trató de robarle el reino a su padre. Y aquí encontramos a Adonías, yo hago lo que yo quiera, cuando se me pegue la gana, yo me haré rey, no importa que Dios ha designado a quién, a Salomón. La Biblia enseña en Proverbios 13, 24 lo siguiente, el que evita la barra odia a su hijo. Pero el que lo ama, lo disciplina con qué? Diligencia. Escuche lo que dice la Biblia, el que evita lavar, el que evita disciplinar a su hijo, no lo ama, lo odia, porque lo prepara para la destrucción final, al final de los tiempos. No se asegura que este niño crezca de una manera que tenga temor de Dios. Así que la Biblia nos enseña que David no amaba a sus hijos, por lo menos no lo amaba suficiente como para disciplinarlos. Y lo que fluyó de su familia fue entonces muerte, maldad y destrucción. Pero cómo es que el rey piadoso, un rey como David que mató a gigantes, que protegió a Israel, que escribió tantos salmos, que amaba al Señor tanto, cómo es posible que un hombre que ame a Dios tanto también pueda fracasar tan miserablemente cuando llegue a ser a su familia. Bueno, David estaba tan ocupado con los deberes públicos de ser un rey que descuidó su primer deber que era su familia. Es posible que yo como pastor que ame al Señor y los ame usted haga este pastoreado toda mi vida y se me olvide la familia que Dios me ha dado. Y puedo ser entonces muy exitoso en este ambiente y fracasar en el ambiente que realmente importa mucho. Si se recuerda Moisés, el gran Moisés, cuando le fue a Faraón, que es un Faraón a foto del demonio, del enemigo, le dijo, deja al pueblo del señor Iri. Si se recuerda, Faraón le dice a Moisés, sí, vete, adora al señor, que todos los hombres se vayan, pero déjame a tus esposas y a tus hijos. Ese siempre ha sido el plan del enemigo. Si no pueden pedir que tú ames a Dios, ok, vete tú y ama a Dios. Pero olvídate, deja que tus hijos no vayan, que no quieran asistir, que no quieran alabar al Señor. No te preocupes, tú ve y sirve al Señor. Porque el enemigo sabe que si tiene nuestros hijos, él gana la batalla. Es la misma desdicha que podemos encontrar también en el gran Josué. Josué Que si yo a Moisés, usted recuerda dice la palabra de Dios que él y esa generación amaron al Señor increíblemente, pero que dice trágicamente la palabra de Dios. Después que esa generación piadosa, después que Josué y esa generación piadosa murió, se levantó una nueva generación que no conocía al Señor, que pecó contra Dios. ¿De quién es la culpa? de Josué y su generación. Amaron al Señor, sirvieron al Señor, pero se olvidaron de sus hijos. Parece que esto ocurrió aquí. Uno de los pecados más grandes de nuestros días es ver a los padres abandonar el cuidado y la disciplina de sus hijos para buscar otros éxitos. Sea en el ambiente del trabajo o sea en el ambiente de la iglesia, queremos éxitos y dejamos a nuestros hijos al lado. Nuestros hijos deben ser una gran bendición para nuestras vidas y deben ser una gran bendición para la iglesia, ya que son, ya que sean criados en hogares que lo amen, que los nutren, que los corrijan, para que puedan ver a nacer al Salvador en ellos. La Biblia dice en Salmos 127, versículo 3, un don del Señor son los hijos. ¿Qué son? Un don. Y recompensa es el fruto de qué? Del vientre. Recompensa, un don, un regalo de Dios son nuestros qué? Hijos. Son bendiciones. Sin embargo, esto solo es cierto cuando nosotros como padres vivimos dentro los roles que Dios ha diseñado para nosotros y criamos hijos para que amen y obedezcan al Señor. El Señor nos da el regalo, el Señor nos da el don, pero como nos criamos va a determinar si esos hijos realmente vayan a ser una bendición a nuestras vidas. De lo contrario, los hijos que deberían ser una herencia y una recompensa se convierten en una maldición a sus padres a medida que maduren hasta la edad adulta y vivan las vidas pecaminosas porque el Padre no los disciplinó, no les enseñó a amar a Dios. Los padres cristianos deben asegurarse de que sus hijos puedan vivir bajo su propia autoridad para que algún día puedan vivir bajo la autoridad de Dios. Si el niño no lo respeta a usted que puede ver y puede tocar, ¿cómo va a respetar un día a Dios que no puede ver y no puede tocar? Si su hijo le puede gritar a usted, ¿cómo no va a hacerse el puño contra Dios? Si su hijo puede descuidar de su palabra, ¿cómo no va a descuidar de la Santa Biblia del Señor? Si su hijo se ponen berrichoso y grita y tiene que revienta puertas y seña desobediencia ¿Cómo no va a ser desobediente contra Dios? ¿Pueden verlo? Entonces si nosotros amamos a nuestros hijos le enseñamos a obedecernos enseñamos a obedecer la palabra de Dios para que crezca a ser un hombre maduro una mujer madura que ame a quien? A Dios y sea bendición a nosotros especialmente en nuestra edad ya anciana cuando lleguemos a esos años Leemos en Colosenses 3.20 lo siguiente, hijos, y esa es una llamada a ustedes como hijos, hijos sean obedientes a sus padres en que? En todo, en todo, porque esto es que agradable a Dios. Amén. Dios se agrada con hijos que obedecen y aman a sus padres. Si sus padres lo están creciendo de manera que sea de bendición a Dios. Amados, los niños rebeldes, los niños indisciplinados, entonces podemos deducir, no son agradables ¿a quién? A Dios. Si el versículo dice, obedezcan a sus padres en todo porque esto es agradable, entonces la desobediencia no agrada a Dios. La imprudente indulgencia de David Su falta de disciplina de sus hijos trabajó para preparar el juicio divino de Dios contra sus propios hijos. Y aquí quiero advertir a ustedes, padres y abuelos y abuelas, de lo siguiente. Cuando usted es demasiado indulgente, cuando usted permite la desobediencia, cuando usted permita a un hijo comportarse de una manera que no traiga honor a su familia, Usted no lo está amando, dice la Palabra de Dios, lo está odiando. Ese niño no es agradable a Dios. Ese niño es desagradable a Dios. Y al final usted lo está preparando para el juicio final. Si usted ama a su hijo, si usted quiere que su hijo verá a su hijo un día en el cielo amando al Señor, cuando él fallezca de ese mundo estará reconciliado con él en el gran cielo que vendrá después. Usted tiene que asegurarse que él pueda aprender a amarlo a usted, respetarlo usted hoy para que pueda amar y respetar a Dios en el futuro. Si usted no lo conduce en el camino correcto, usted le está enseñándose el desobediente toda su vida y va a desobedecer a Dios. Y usted lo está preparando para el gran juicio. ¿Qué cosa pensar verdad? El padre que no disciplina a su hijo, lo está preparando para el juicio de Dios. Esto siempre será cierto. Si no amonestamos, si no amamos, si no disciplinamos, a nuestros hijos correctamente. Si permitimos el revental de puertas, la gritadera, los ojos que dan ruedas en la cabeza, si permitimos ese tipo de comportamiento, estamos preparando a nuestros hijos para que Dios los juzgue después. Amén. Entonces, en la casa de David encontramos el pecado de Elí, el gran sumo sacerdote. Usted recuerda leer, leemos de él en 1 Samuel, Capítulo 3, versículo 3 es porque Hablando Dios, porque le he hecho saber a Elí Que estoy a punto de juzgar su casa para siempre A causa de la iniquidad de la cual él ya sabe Él sabe que fracasó en la área con sus hijos Pues sus hijos trajeron sobre sí una maldición Y él no los reprendió, dice Dios Bueno, usted me dirá, pero pastor esto fueron ya hijos adultos, eran hombres, eran sacerdotes en el gran templo, y Eli era el sumo sacerdote. ¿Y por qué Dios está enojado con Eli cuando sus hijos se están portando mal? Ya son adultos, ya qué puede hacer Él. Pero el problema aquí es que, como sumo sacerdote, él tenía que despedir a sus hijos cuando se estaban portando mal, y no los despidió. Él no tomó acción contra ellos cuando podía tomar acción. Si se recuerda, ellos estaban robándole a la gente cuando venían a adorar a Dios. Estaban abusando de las mujeres cuando venían a adorar a Dios. Ya la gente no quería venir al templo para adorar a Dios porque quién quiere venir cuando un sacerdote se va a comportar de una manera tan terrible. Y la gente estaba abandonando la adoración a Dios por estos hombres y Él como el sumo sacerdote no lo despidió. Lo que Él le dio, si recuerdan mis hijos, esto no es bueno, no hagan esto, era Él solo que palabras. Hay muchos padres así, pero es que yo le digo, que yo le digo, pero no toma acción el padre para disciplinar a su hijo. Mi hijo no hagas eso, mi hijo no es bueno, así no te debes comportar, a Dios no le gusta que hagas y solo somos ¿qué? Palabras y el hijo haciendo lo que él quiere y eso es lo que miramos en él. Pero yo les someto a ustedes que estos hombres que no escucharon a su padre ya de adultos era porque de chiquito era igual, él solo hablaba y los hijos hacían lo que ellos querían y se convirtieron en adultos y le fracasaron a Dios, y Dios, se recuerda, los mató a los dos en un solo día. No solamente mató a estos dos hombres en un solo día, se recuerda, Elí, el padre, se cayó hacia atrás cuando vio la noticia del arca del Señor y se rompió el cuello y quedó muerto. Dios destruyó toda su familia, ¿por qué? Porque como él, como padre, fracasó, no disciplinó a su Señor. Le hablaba, le decía, eso no es bueno, no lo hagas, pero no tomó acción. desde chiquitos para impedir este tipo de comportamiento. No trajo la vara sobre ellos. Así que la actitud y deseos pecaminosos de Adonías aquí eventualmente conducieron a su propia destrucción. ¿Quién tiene la culpa? Adonías y David. lo que rompe el corazón es que el comportamiento impio de Adonías ha estado presente durante toda su vida, desde su niñez, y era evidente a todas las personas, incluido a David, pero David puso excusas y ignoró el comportamiento. Ay que está cansado, ay pobrecito. Las excusas que ponemos por el comportamiento que sabemos que no debemos permitir. Desde la niñez, Adonías estaba consumido por el orgullo pecaminoso. Él era vano, dice la Palabra de Dios. Era un hombre guapo, era un hombre lindo. Desde niño era un chiquillo lindo. Y toda la gente, mira qué lindo. Y él creyó que ser lindo era todo lo que importaba. Y así de hombre guapo y alto. Y todo el mundo, pero mira qué lindo es ese hombre. Él dice, sí lo soy. Y porque soy tan lindo, debo ser rey. La tendencia natural de la belleza terrenal es engendrar orgullo, egoísmo, vanidad y ambición. La belleza exterior a menudo le ha costado muy cara a la persona que la posee. Adonías era igual que su hermano Absalón en este sentido. Qué lindo soy yo, yo debo ser rey. Era superficial, él creía que todo lo que importaba era la belleza de afuera y cuidado con nuestros hijos en esta área. Cuidado con nuestros dedos. Somos más que nuestras cuentas de TikTok y de las redes sociales. Somos más que la foto con los labios sacados o la foto del ladito así para que todo viera qué lindo estamos. Somos más que la ropita linda que nos ponemos, el maquillaje que ponemos en la cara. Todo eso es superficial. Recuérdese que la belleza terrenal, aunque es una bendición, es limitada por el tiempo. Vendrá Las arrugas. Vendrá el tiempo, ¿verdad que sí? Y si Dios no permite vida, todos nos vamos a poner viejitos y arrugados. Y la belleza de ayer será exactamente eso. La belleza de ayer. Eso no dura para siempre. Cuidado con considerar que todo lo que somos es la belleza afuera. Anonías pensó que la persona más bella debería ser el rey. Por causa de mi belleza, yo debo ser el líder. Y en este sentido, Adonía se parecía mucho a Satanás. Ezequiel 28, 16, 17 habla de Satanás. Está hablando del rey humano de Tiro, de la ciudad de Tiro, pero también es comparado proféticamente a Satanás. Mira lo que Dios dice de Satanás. A causa de la abundancia de tu comercio, te llenaste de violencia y pecastes, Yo pues te he expulsado por profano del monte de Dios y te he eliminado querubín protector de en medio de las piedras de fuego. Se enalteció tu corazón a causa de tu que hermosura. Corrumpiste tu sabudría a causa de tu que esplendor. Te arrojé en tierra y te puse delante de los reyes para que vieran en ti un ejemplo. Satanás fue creado por Dios como un ángel de luz. Acuerdo la palabra de Nicaeas, era el ángel más hermoso. Él era encargado de la alabanza a Dios. Y él un día pasó por el espejo y se miró y dijo, pero qué lindo soy yo. Yo debo ser qué? Dios. Y lideró contra Dios una guerra tratando quitarle el reino a Dios y Dios obviamente lo expulsó. Y dice Dios, te corrompiste porque pensaste que la belleza que tienes era todo, que era suficiente. Y amados, tenemos que cuidar. Debemos enseñar a nuestros hijos a cultivar la belleza de la piedad interior. ¿Qué es lo que el Señor ama? ¿Qué es lo que el Señor mira que es bello? ¿El trajecito? ¿Los músculos? Absolutamente no. Dios no dice, pero mira que linda es esa mujer, esa la tengo que salvar. Y Dios no dice, pero mira que tanto músculo tiene ese hombre, que cabello que fluye, a ese lo tengo que salvar. Así no es el Señor. El Señor mira el corazón. Amén. Y como cristianos nosotros debemos amar al Señor, caminar en santidad, buscar las cosas que realmente importan, amar a nuestro prójimo, amar al cuerpo de Dios. Estas son las cosas que el Señor considera que bellas. También Adonías tenía una ambición impía. La ambición pecaminosa de Adonías lo llevó ya de adulto a tratar de tomar el trono para sí mismo en lugar de esperar en la elección de Dios. En el reino de Israel, que era una teocracía, Dios, como el verdadero rey, tenía el derecho a nombrar el sucesor al trono y no era necesariamente el hijo mayor. Pero este hombre dice, yo soy el hijo mayor, yo debo ser, soy el más lindo y soy el más, ¿qué? De edad, yo soy el primero, el último, el último de los primeros que queda, yo debo ser rey. Amados, me pregunto si Adonías hubiera estado satisfecho con ser segundo. Sabemos que él habría vivido una vida honorable, alegre y productiva. Sin embargo, su ambición impía lo va a llevar, como vamos a ver en los capítulos que vienen, a su muerte prematura. Proverbios 16, 18 dice lo segundo, delante de la destrucción va el orgullo y delante de la caída la arrogancia del espíritu. ¿El orgullo te lleva a qué? A la muerte. Y finalmente, Adonías era un hombre que tramaba el mal. David nunca lo corrigió. Desde chiquito se portaba mal y nunca lo corrigió. Y ahora lo miramos adulto con la ambición pecaminosa que lleva a la conspiración, a la rebelión, a la intriga, la ingratitud. Él desafió a su padre, el rey desafió a su hermano, el próximo rey desafió al rey de Israel a Dios mismo. Yo seré rey. Entonces, ¿qué puede ocurrir con este hombre? Este capítulo empieza la caída de Adonías. No termina aquí, seguiremos en los próximos capítulos, pero aquí miramos a Dios empezar a juzgar a quién, a Adonías, y a levantar a quién, Salomón. Miremos el versículo 11 al 27. No se lo leeré de nuevo, es muy largo, por interés del tiempo, pero miremos el versículo 11 al 27. Y aquí he titulado esta porción, los siervos que aman al reino. los siervos que aman el reino. Nuestro pasaje comienza con el fazo reinado de Adonías. Debido a su conspiración, la mayoría del pueblo y los líderes de Israel lo consideraban el rey legalmente designado. Aún Natán, el profeta dice, no has oído que Adonías, hijo de Haguit, se ha hecho rey y que David, nuestro señor, no lo sabe. Aún el profeta dice, él es ya el rey, se hizo el rey. La preocupación de Natán es por Salamón. por Betsabe y por Israel. Como profeta del rey, Natán sabía que Dios había elegido a Salomón para ser rey. Natán razonó que si se establecía en el trono a Donías aún mataría a Betsabe a Salomón. Si el hermano mayor se hace rey, aunque no era designado, él iba a matar a su hermano menor porque él lo miró como que alguien que lo podía quitar del reino. Como Dios lo había escogido, tengo que matar al chiquito para yo poder ser rey sin que nadie me lo impida. Durante todo este tiempo David no estaba consciente del peligro que enfrentaba a Salomón. David el rey está viejo, está bajo la escobilla, dice la palabra de Dios, no se podía calentar, se estaba muriendo lentamente. Los negocios del reino ya él no se preocupaba, estaba bien viejito y a punto de morir y se descuidó del reino. Él había apuntado a alguien a su sucesor antes, pero no lo había hecho. Y ahora las cosas están terribles. Y David, sin energía, sin motivación, está en la cama listo para morir. Así que el plan era simple. Natán incitó a Betsabe a hablar con David y luego él también entraría y confirmaría todas las palabras. El rey tenía que estar atento del intento de Adonías. Sontana le dice a Bechamel, la madre de Salomón, ve, habla con el rey, dile, mira lo que está ocurriendo. Y cuando tú termines, yo entraré detrás de ti y le diré, mira, que él no te está mintiendo, esto es lo que está ocurriendo. A ver si el rey se levanta, a ver si el rey hace algo, porque si no hacemos algo, va a morir, tú vas a morir y va a morir tu hijo. Por tanto, Natán se vuelve indispensable. Amén. Él amaba a Dios, él amaba al reino. Él estuvo en la brecha y protegió tanto al reino como al pueblo de Dios. Tantos años de profetizar, tantos años de amar a Dios, tantos años de ver a David como un buen rey. Él mira a Donías, un usurpador, alguien que se quiere sentar en el trono que no le pertenece. Él mira el peligro de Salomón y él se mete entre el medio de eso y dice no, no, yo no puedo permitir esto. Yo tengo que hacer algo, yo no puedo permitir que el mal gane sin yo levantarme como hombre de Dios y pelear contra ese mal. Gloria a Dios por esta verdad también. Amados, si alguien entendía la soberanía de Dios, era el profeta Natán. Sin embargo, conocer la soberanía de Dios no lo convirtió a Natán en un mero observador. Él participó activamente en la historia de Israel. Él creía que las personas justas deben oponerse al mar y actuar correctamente. ¿Usted cree lo mismo? Si somos justos, si estamos en Cristo, ¿no tenemos que levantarnos contra el mar? ¿No tenemos que proteger al pueblo de Dios? Mire, él creía en la soberanía de Dios, pero no lo usó como excusa para estar, ¿qué?, tardo en acción. Él creía en la soberanía de Dios, pero no lo usó como excusa para ser perezoso. Nosotros que creemos en la soberanía de Dios, no podemos decir pues Dios está encargado, todo va a ocurrir de acuerdo con su plan, así que no importa lo que yo haga, lo que Dios determina va a ocurrir. No, no, no, no. Él dice Dios es soberano, el plan de Dios marchará, Dios hará lo que Él quiera hacer, pero Dios usa herramientas y yo soy una de ellas. Yo me tengo que oponer lo que es malo, amén. Y el hombre se levantó, el hombre peleó para el bien del reino. Ojalá que ustedes hagan lo mismo. Que usted sepa que el Señor es soberano pero que Él usa métodos, medios, y usted es uno de los medios que Él usa para cumplir su plan, amén. Amén, levántese, prediquen la verdad, opóngase a lo malo y vean que Dios lo usa grandemente en sus vidas. Mira el versículo 28 al 40. Si los hombres de Dios se levantan a pelear, también Dios en su celo preserva el reino. A escuchar las noticias, el rey cansado y impotente, el que no se podía ni calentar, se pone en acción con un santo celo. Algo ocurrió en David cuando dio esas palabras, que su hijo estaba tratando de quitarle el reino al otro hijo, al que Dios había predestinado. El Rey se conmueve, no se puede calentar, tiene frío, no se puede mover, está esperando la muerte. Pero aquí cuando Él oye algo, Él dice no tengo que hacer algo. Y de momento miramos a David otra vez con fuerzas. De momento miramos a David otra vez peleando. ¿Y qué es lo que es la diferencia? El celo de Dios en su vida. Amén. Mire lo que dice David, vive el Señor que ha redimido mi vida de toda angustia, que ciertamente como te juré por el Señor, Dios de Israel, tu hijo Salomón será rey después de mí, y él se sentará sobre mi trono en mi lugar, así lo haré hoy mismo. No voy a esperar mañana, no voy a llamar a consejeros, no voy a tener un plan, una conferencia, hoy mismo vamos a hacer lo bueno. Amados, escuchen esta palabra, hoy mismo voy a hacer ¿Qué? Lo bueno. Si sabemos lo bueno, ¿tenemos que hacerlo cuando? De inmediato, no tenemos que esperar. David está enfermo, se está muriendo y dice, hoy mismo vamos a cambiar la situación. David reconoció que las acciones de su hijo mayor, Adonías, era un ataque contra la autoridad de él. Miren lo que él dice. Él dice, vive el Señor que ha redimido mi vida de toda aquel angustia. Él reconoce a su hijo como un angustiador. Si el hijo se opone al plan de Dios, su hijo se opone a él. Si su hijo es enemigo de Dios, entonces su hijo es enemigo de él también. Amén. Y él dice, si mi hijo quiere intentar esto, hoy mismo vamos a cambiar las cosas, hoy mismo vamos a hacer las buenas cosas. Si Salomón está predestinado a ser el rey, hoy mismo lo hacemos rey. De esta manera, Donías era solo uno más en una larga lista de adversarios que David había enfrentado mientras era rey. Las palabras de David son importantes aquí. Así como Dios había redimido su alma de cada adversidad, David confiaba que Dios lo haría nuevamente. En otras palabras, él dice, Dios me ha libertado hasta aquí. Dios siempre ha sido fiel. ¿A mí? ¿Puede usted decir lo mismo? Dios siempre ha sido ¿qué? Fiel. ¿Cuántos peligros? Dios siempre ha sido ¿qué? Fiel. Y dice David, con el último días de mi vida, esta será la última pelea que voy a pelear. Esta es la última adversidad. Pero el mismo Dios que siempre ha sido fiel toda mi vida, por los 40 años que ha sido rey, él será fiel ¿qué? Una vez más. Si Dios fue fiel ayer, Dios tiene que ser fiel ¿qué? Hoy. Que lindo, a ver. Tener esa confianza. Así de viejito, sin fuerzas. Él dice, se levanta el mal contra mí. Cada vez que ha habido mala, cada vez que ha habido un enemigo. Dios ha sido ¿qué? Fiel conmigo. Y ahora se levanta otro de mis hijos. Había levantado el primero. Ahora se levanta otro de mis hijos contra mí. ¿Sabes qué? El Dios que me libertó del otro hijo, me libertará ¿de quién? De este hijo. Dios ha siempre sido fiel conmigo. David confiaba en que Dios lo haría nuevamente. Y en esta prueba final de la vida de David, él la enfrentó con una confianza inquebrantable en el Señor. Amados, es lo que pido a Dios por ustedes. Que ustedes puedan decir, Dios siempre ha sido fiel. Y si Dios me protegió ayer, y ayer, y ayer, y ayer, y ayer, Él me protegerá ¿qué? Hoy. ¿Y sabes qué? Él me protegerá ¿cuándo? Mañana. Y cuando llegue al final de mi vida, si tengo el beneficio de saber que el final de mi vida, puedo decir hasta el último Dios ha sido fiel conmigo. Amén. Nunca me ha dejado. He pasado tiempos terribles. He pasado angustias. Un hijo se ha levantado contra mí. El otro hijo se levanta contra mí. El otro hijo destrozó la reputación de su propia hermana. Han pasado tiempos oscuros en mi vida, pero Dios ha siempre sido fiel. En las buenas y en las malas, yo he podido depender ¿en quién? En Dios. En las situaciones donde río, en las situaciones donde lloro, Dios siempre ha sido ¿qué? Fiel. Gloria a Dios. No importa quién sea el enemigo, sea Saúl, sea Absalón, o sea mi propio hijo Adonías. Dios siempre ha sido ¿qué? Fiel conmigo. Y sí, pude confiar en Él ayer, puedo confiar en Él hoy, puedo confiar en Él hasta la muerte. Así que las acciones de David, las Ahora son rápidas, piadosas y eficientes. El que no podía ni moverse de la cama, el que estaba con frío, el que estaba temblando, el que no tenía poder, el que estaba impotente, ahora está lleno del celo del Señor. El Señor lo está moviendo por el Espíritu Santo. Y él dice, este es el plan. Vamos a hacer estas cosas y las vamos a hacer cuando? Hoy mismo, para la gloria de Dios. Pueden ver la diferencia en David, cuando entra el poder del Señor. David ordena a los guardias del rey, los ereteos, y los pereteos que estaban bajo la mano de Venenia que monten a Salomón en la mula real del David. Él manda al ejército a reconocer que Salomón es el próximo rey. Y que lo monten en la mula del rey. ¿Quién sólo podía montarse en la mula del rey? El rey. Si alguien más se montaba en la mula del rey, esa persona lo ponían aquí a la muerte, porque estaba tratándole, quitándole el reinado aquí, al rey legítimo. Y David le dice, dele mi mula, porque ya no es mía. Salomón es el próximo rey. ¿Pueden verlo? Lo está elevando a su hijo menor. Le dice, póngalo en la mula del rey. ¿Y quién lo lleva? El ejército. Sigue la palabra de Dios. Luego, Sadoc, el sacerdote, ungirá a Salomón, demostrando así que fue la voluntad de Dios, y no la de hombre, la que estableció el reino bajo la mano de Salomón. Él dice que se levante el sacerdocio y que lo unjan y que ellos admitan que este es el rey que Dios ha escogido. No Adonías, no el que se está levantando a sí mismo, sino este es el que Dios ha escogido. Ese es el rey que queremos, el que Dios quiere. Ese es el líder que queremos, no el que se eleva a sí mismo, sino el que Dios eleva. Finalmente, Salomón se sentará en el trono real como corregiente con David. Y cuando Salomón se sienta en ese reino, Salomón se convierte en el próximo, el trono, perdón. Cuando él se sienta en el trono, Salomón se convierte en el próximo rey de Israel. ¿Y qué hace David? No se puede levantar de la cama, no tiene la suficiente fuerza, dice la Palabra de Dios. Pero que él también se hinca, él también dobla la rodilla. en su propia cama. ¿A quién? A Salomón. Diciéndole, ya yo no soy el rey, tú eres ahora qué? El rey. Y le da las llaves, vamos a decir, al reinado a Salomón. Algo increíble, ¿verdad? Impresionante. Nuestra escena termina con el toque de trompetas y el pueblo de Dios regocijándose por la elección de Dios. El gozo fue tan tremendo que leemos que su ruido estremeció la tierra. Yo no sé si usted ha visto a veces en un juego partido de fútbol o algo así, la gente gritando y parece que se está sacudiendo la propia tierra. Así estaba la gente llena de gozo, gritando y trompetas y ruido porque Dios había dado al Rey legítimo. Amén. Gloria a Dios. Amados, la belleza de este pasaje reside en su vistazo, vamos a decir, espiritual al gran Rey Jesús. Salomón se sienta en el trono eterno por un breve tiempo de historia. Recuérdense lo que Dios le había prometido a David. A David le dijo, uno de tus hijos se sentará en el trono tuyo por toda la que eternidad. ¿Y quién es ese hijo que se sentará? Cristo Jesús, que viene del linaje por medio de su madre, viene del linaje de quién? David. Dios le hizo una promesa a David de ti vendrá el Mesías, de ti vendrá el Salvador y él un día se sentará en tu trono y él estará sentado en ese trono ¿para qué? para siempre David sabe que su trono va a permanecer por toda una eternidad y David puede adorar a Dios porque David mira que uno de sus hijos es puesto sobre ese trono eterno por un breve tiempo en historia porque él no va a ser el rey para siempre él es un rey que vive y muere Y entrarán los hijos de David uno tras otro, tras otro, tras otro, hasta que se termine la línea. Pero viene quien Cristo Jesús. Y la palabra de Dios nos promete que Cristo vendrá de nuevo. Amén. Para establecer el reino eterno. Y se sentará sobre el trono de David. Amados, ¿para cuánto tiempo? Para siempre. Por toda la eternidad. Es lo que estamos esperando. Esa es la promesa para nosotros. Así que, en el reinado de Salomón miramos un poco de esto. Así como David nombró a Salomón, para el trono de Israel, Dios Padre ha puesto a su Hijo, a Jesús, en el monte santo de Sion. El ángel le dijo a María, si se recuerda, cuando iba a nacer Jesucristo, que Jesús sería grande, llamado Hijo del Antísimo, y se le daría el trono de su Padre David con un reino que nunca tendría fin. La oposición al ascenso y la coronación de Salomón, nos enseña entonces muchas lecciones sobre el reino venidero de Cristo Jesús. Primero, Salomón es un tipo de Cristo. Él no es el Cristo, pero es un tipo de quien? Del Cristo. Salomón representa, escuche, al Señor. Él es el verdadero hijo de David. Abdonías no es. Aunque es hijo de David, no es el verdadero hijo de David que se tiene que sentar en el trono. Pero no solamente es el verdadero hijo de David. Dios llama a Salomón el hijo de Dios. ¿Le recuerda a alguien? Hijo de David, hijo de Dios. ¿Quién es ese? Cristo Jesús. Él encarna la sabiduría divina, Salomón. Dios, Cristo fue el hombre más sabio que vivió. Él es un rugido. Cristo es el Mesías. Él es el rey de Israel que se sentará brevemente en el trono eterno. Cristo será el rey que se sentará sobre el trono eterno para la eternidad. Salomón es conocido como el rey pacífico. Él no tuvo guerras. Cristo es reconocido como el príncipe de paz. En todo, Salomón se parece a quién? A Cristo, el rey verdadero, el hijo de Dios. El reino de Salomón parece el reino de Cristo. Dice la palabra de Dios que Dios le prometió a David que de su, de su lineaje vendría uno que se sentará en el reino para siempre. Mira Lucas 1, 31, 33. Conciberás, le dice el ángel a María, en tu seno y darás a luz a un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Jesús será grande y será llamado Hijo del Altísimo, Hijo de Dios, y el Señor Dios le dará el trono de su Padre. ¿Quién? David, ahí está la promesa. Y él reinará sobre la casa de Jacob. ¿Para qué? Siempre. Y su reino no tendrá que amados. Fin. Igual que Salomón se sentó en el trono, Cristo se sentará en el trono. Pero Cristo, no por un breve tiempo, sino por toda la eternidad. Isaías 9, 7. El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David, ahí está el trono de David, y sobre su reino para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto. Hablando de Jesús. Isaías 16, 15, hablando de Jesús otra vez. Un trono se establecerá en la misericordia y en él se sentará con fidelidad en la tienda de David un juez que busca lo justo y este presto a la justicia. Así que cuando Salomón se sienta, es como que Cristo se está sentando. Es una profecía de lo que nos espera. Y finalmente, no solamente Es Salomón una foto de Cristo. No solamente es su reino una foto de Cristo, sino la oposición al reino de Salomón también es una profecía a la oposición corriente que tenemos contra el reino de Cristo. El hombre no quiere a Dios. El hombre quiere dirigirse a sí mismo, liderarse a sí mismo. Cada hombre quiere ser su propio rey que determina su propio futuro. Tenemos una elección que va a ocurrir bien pronto aquí en noviembre, ¿verdad que sí? y el mundo se va a dividir en dos campos, en el campo demócrata y en el campo republicano. Y cada campo va a jurar que su candidato es el que puede salvar América, salvar el mundo. ¿Y saben qué, amados? Ningún hombre puede salvar esta nación. Solamente ¿quién? Dios. Ningún hombre puede reinar sobre este mundo. Solo el hijo mayor de quien? David. En este mundo nunca escuchen lo que voy a decir. Nunca jamás va a haber paz mientras hombres estén en cargo del gobierno. Este mundo solo verá la paz cuando venga el Hijo de Dios y se sienta en el trono. Amén. Hasta ese punto nunca jamás va a haber paz. ¿Lo creen? ¿Qué lo ha dicho la historia? ¿Alguna vez ha vivido un reino, una política donde es utopia, donde todo el mundo está contento y todos están cuidados y no hay nadie que es echado al menos? Absolutamente nunca hemos tenido paz en este mundo. ¿Bajo la autoridad de quién? Del hombre. Nunca jamás y nunca la tendremos. Siempre habrán guerras, hambre, personas que abusan la política, que abusan su poder. Personas que no le importa otro grupo, que abusan de un grupo, siempre lo habrá hasta que venga Cristo Jesús. Nuestra esperanza no está en los gobiernos humanos, nuestra esperanza está en quien? Cristo Jesús. Venga a su reino, hágase su que? Voluntad. En el cielo, en la tierra también como está hecho que? En el cielo. Esa es la esperanza. El Padre Nuestro, esa es la esperanza del cristiano. No hay ningún hombre que nos pueda libertar. Así que con esta lección, voten su conciencia. No le voy a decir por quién votar, porque ese no es mi derecho como su pastor. Voten su conciencia y ¿saben qué? Pongan sus ojos en ¿quién? Cristo Jesús. No dejen que la política los divide. No se pongan a odiar a otro grupo porque soportan a otro candidato, sino busquen amar a Dios y a su prójimo. Aquí miramos a Adonías y él no quiere a Salomón. Miramos a Joab, él no quiere a Salomón. Miramos a Beatar, él no quiere a Salomón. Miramos los propios hermanos de Salomón, no quieren a Salomón. Ellos todos querían a quién? A Adonías. Miramos los hombres poderosos del reino de David. Nadie quería a Salomón. Absolutamente nadie quería a Salomón menos el grupo que amaba a David. Nadie quería a Salomón. Todo el mundo quería a este hombre. Pero este hombre no había sido escogido por Dios. Habían aquellos que querían al hombre que Dios había destinado. Son los que se están regocijando cuando Salomón es consagrado el rey. Los que con gozo, dice la palabra, estaban partiendo la tierra porque finalmente había llegado el rey de Dios. Pero la mayoría de la gente en poder, poder, no querían a quién? A Salomón. Dice el libro de Hechos lo siguiente, Hechos 4.26, se presentaron los reyes de la tierra y los gobernantes se juntaron a una contra el Señor y contra su Cristo. Hablando cuando Cristo vino la primera vez. Amén. Es más, sigue la porción de la escritura y dice lo siguiente, porque en verdad en esta ciudad Jerusalén se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, los líderes, junto con los gentiles, los romanos, y los pueblos de Israel, los judíos, contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste para hacer cuanto tu mano y tu propósito habían predestinado que se uniera. Se unieron todos de acuerdo para matar a Jesús en una cruz. ¿Qué mató Jesús en la cruz? Bueno, los líderes políticos del día. ¿Quién mató a Cristo en una cruz? Bueno, los gentiles, los romanos. ¿Quién mató a Cristo en una cruz? Bueno, los judíos entregándolo a Jesucristo. ¿Pueden verlo? Todos los poderes políticos del día, nadie quería el reino de Dios. Amados, así como David es celoso por establecer el rey legítimo, el celo de nuestro Dios algún día asegurara que el Rey Jesús se sienta en el trono de David para siempre. Qué día glorioso será ese. Y por final, hemos visto entonces los hombres de Dios que se levantan a proteger el reino. Hemos visto el celo de Dios que hace activo a un rey impotente. Y ahora que el rey está sentado en el trono, vamos a ver la sumisión al rey verdadero. Y aquí ponga mucha atención porque es tan importante. Dice la palabra de Dios que al nombre de Jesús un día toda rodilla se doblará, toda lengua que confesará que Cristo es el que, Señor. ¿Cuántas rodillas? Todas. ¿Cuántas lenguas? Todas. Va a haber un día donde usted va a ver a Cristo sentado en el trono. Amén. Y como rey va a tener que doblar, quiera o no, va a tener que qué, doblar la rodilla. Y quiera o no, va a tener que confesar que Cristo es el Señor. Y miramos aquí dos campos, el campo esperando a Salomón, el campo es que se regocija. Salomón es rey, el campo que goza, las trompetas, la fiesta que viene. Salomón es rey, el campo que estaba esperando el verdadero rey. Pocos que sean el campo del Señor. Y ahora vamos a mirar el otro campo, el campo que querían a Adonías, que no querían a Cristo, que no querían a Salomón, el campo que querían al rey del mundo, el campo que querían al rey lindo y masculino, ¿verdad? No al hermano menor. Es el campo que estaba celebrando y comiendo creyendo que habían ganado. Vamos a ver cómo reaccionan los dos campos. Debemos contrastar ambos reinos, el usurpador de Adonías y el verdadero de Salomón. Se llama nuestra atención sobre la diferencia entre la supuesta coronación de Adonías y la de Salamón. Para Adonías no hubo unción de Dios, ni llamado divino, ni autoridad adecuada para hacerlo rey. Él mismo se hizo rey. En lugar de buscar una bendición del cielo, Adonías y sus seguidores se servieron a sí mismos y disfrutaban de los placeres del banquete. Al terminar la fiesta, Adonías y sus invitados se alarmaron por el gran ruido que venía de Israel. ¿Qué es este ruido?, se preguntan el uno al otro. Mientras Adonías estaba maravillado por el alboroto, llegó Jonatán, hijo del sacerote, a viatar. Y Adonías dijo de él, Entra, pues tú eres un hombre valiente y traes buenas noticias. Ahora, del punto de vista, depende si las noticias son buenas. Para él las noticias sí van a ser, ¿qué? Terrible. Tú no eres el rey. Dios ha proporcionado el verdadero rey. llora como un zopador, tu vida está en que, peligro. Esas no son buenas noticias para un hombre así. Pero para el resto de Israel las buenas noticias hay que que, hay un rey y es el que Dios ha escogido. La ironía en todo esto es que las noticias si eran buenas, pero no para adonías. Entra, tú tienes buenas noticias, tú eres un buen hombre y se recuerda que dice Donatán, a lo contrario. Las noticias para ti no son buenas. Las noticias para nosotros aquí no son buenas. Dios ha levantado al Rey verdadero y si no nos sometemos a Él, Él nos matará. Amén. Esas no son noticias buenas para alguien que quería ser Rey. El rey verdadero reina, el ungido de Dios, se sentó en el trono y el reino está seguro en sus manos. Todos los impostores ahora deben rendirse o enfrentarse a la muerte. Adonías, que momentos antes era rey, queda reducido a la nada cuando el verdadero rey llega a la escena. De un minuto él es rey y el segundo después no es nada. Alabado sea el Señor. Parecía que él había ganado. Parecía que él se había convertido en rey, ¿verdad que sí? Y de momento Dios cambia todo. Las mesas son invertidas y él ahora queda en la cero. El temor cae sobre la falsa ceremonia de coronación. Todos huyen de su presencia. Cada asistente era culpable de traición y sujeto a la pena de la muerte. Así que cuando viene Juan Atar y dice el verdadero rey se sentó, David se hincó, Davidio es el rey, está sentado en el trono de David, se sentó en la mula, lo ungieron delante de todos, este es el nuevo rey, como cucarachas que cuando se prende la luz que hicieron todos, se fueron. Nadie quería estar con quien Adonías. unos momentos antes todo el mundo estaba al frente de la línea quería engraciarse con Adonías a ver si le daba puesto y fama y dinero todo el mundo quería estar con Adonías todo el mundo quería la gracia de Adonías ahora se prende la luz el nuevo rey está sentado el verdadero rey todos como cucarachas se espalzan y corren y lo abandonan y él queda solo dice la palabra de Dios aquí aprendemos una lección muy importante amados y es la siguiente O vas a estar en favor al verdadero reino, al verdadero rey, o vas a estar contra de él. O vas a celebrar a Salomón cuando está instalado, o vas a correr, a esconderte aterrorizado a causa de tu propia desobediencia. Amado, estas son las mismas condiciones que prevalecen hoy y van a prevalecer cuando Jesucristo regrese. Para aquellos de nosotros que hemos creído en el Evangelio, habrá un grito de gozo que sacudirá el universo a la segunda venida de Cristo. Amén. Para aquellos que han resistido a su reino y se han alineado con los usurpadores de este mundo, sólo puede existir el temor abrumador del juicio y la decisión venidera. En otras palabras, voy a hacerle una pregunta para que, por favor, pongan atención. Sólo hay dos campos. Estamos con Cristo o estamos contra Cristo. Amén. That's it. Es todo. O estás alabando al verdadero Rey, o te estás haciendo tú Rey de tu propia vida, siguiendo las cosas de este mundo. Pero recuerde, solo puede haber un qué, un Rey. Y ese Rey nunca será usted. Siempre será quien, Jesucristo. Y cuando venga Cristo, todos vamos a doblar rodillas, todos vamos a confesar, unos con alegría. ¡Gloria a Dios! Te estamos esperando, te estuvimos esperando por dos mil años. ¡Gloria a Dios! Finalmente has llegado. ¡Gloria a Dios! El reino de Dios está aquí. Jesús es el Rey. ¡Gloria a Dios! Estremeceremos todo el mundo y el universo con el gozo que saldrá del pueblo de Dios cuando venga su Rey. ¡Gloria a Dios! Pero otros tendrán que decir, tú eres el Señor. y no quise nada que ver contigo. Y ahora cae sobre mí la destrucción de un traidor por no alabar al verdadero rey. Y si no creen que esto será, miren el libro del Apocalipsis, hablando del futuro, dice lo siguiente. Los reyes de la tierra y los grandes, los comandantes, los ricos, los poderosos y todo siervo y todo libre se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes y decían a los montes y a las peñas caigan sobre nosotros y escóndanos de la presencia de aquel que está sentado en el trono y de la ira del coldero porque ha llegado el gran día de la ira de ellos y quien podrá sostenerse ese momento viene donde es la gente que se oponen a Cristo hoy los ateos que dicen que no hay Dios las personas que viven como que no hay Dios La gente que se burla de nosotros por amar a Dios, un día, por no haberse arrepentido cuando venga el verdadero Rey, van a decirle a los montes, caigan sobre nosotros, escóndanos de la mano de Dios. Y no habrá ningún lugar donde puedan correr, donde Dios no los va a encontrar. Gloriese Dios. De hecho, entonces, las noticias fueron buenas para el pueblo de Dios. El verdadero Rey tan esperado finalmente ha sido revelado. El Rey no tendrá como Rey al hijo elegido de David. Amados, nosotros anhelamos el mejor cumplimiento de esta verdad en Cristo Jesús. Nosotros como cristianos depositamos toda nuestra fe en la promesa que se encuentra en Hechos capítulo 1, versículo 10 al 11. Mientras Jesús ascendía cuando había sido crucificado y resucitó y cuando Él se estaba yendo al cielo para ser glorificado, mientras Jesús ascendía Estando ellos mirando fijamente al cielo, se les presentaron dos hombres en vestidura blanca, ángeles, que les dijeron, Barones Galileo, ¿por qué están mirando al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado de ustedes al cielo, Él vendrá de la misma manera tal como lo han visto ir al cielo. Esta es mi promesa. Esta es la almohada donde pongo mi cabeza y puedo dormir con confianza. Cristo viene de pronto. Cristo viene de nuevo. Amén. El mismo Cristo que subió de esa manera, descenderá de esa manera. Entonces, Adonías, cuando entiende que ha perdido todo, corre hacia el altar de Dios. Los cuernos del altar prometían seguridad para cualquiera que hubiera pecado accidentalmente. Allí se prometía gracia para tal individuo, pero Adonías no tenía ningún derecho a ir al altar. Su pecado no fue accidental, fue deliberado. Salomón habría sido justo al darle muerte, pero igual que Cristo, Salomón le ofrece gracia, el más vil de los pecadores. Todo lo que Adonías tuvo que hacer para tomar esa gracia fue arrepentirse de su pecado y vivir en lealtad al nuevo rey, someterse. Usted sabe la historia. Por tanto, Salomón comienza su reinado y misericordia. ¿Qué le dice él a su hermano? Vete a tu casa. Si no se encuentra mal, tú vivirás. Te perdono que tú me ibas a matar a mí. No me ibas a matar a mí, tú querías tomarme el reino. Te perdono que trataste de matarme, que me excluíste, me ibas a matar. Te perdono todo tu pecado, porque eres hermano mío, te voy a dar lo que tú no me diste a mí. Gracias. Gracia y misericordia. Vete a tu casa, no peque más y vivirás. ¿A quién se oye? A Cristo Jesús. No busque usurpar el verdadero rey, vive en paz. ¿Qué gracia se encuentra en Salomón y qué mayor gracia se puede encontrar en Cristo Jesús? ¿Qué te dice Cristo hoy a usted, a ti y a mí? Lo mismo. ¿Sabes qué? Te has voltado mal. Tú no te puedes agarrar de los cuernos del altar y decir, pequé accidentalmente. Tú has pecado a propósito. Amén. Es más, ¿cuántos de ustedes han contado, aunque sea una mentira, su vida sabiendo que es mal? Todos. Hemos pecado contra Dios, ¿qué? Voluntariamente. Sin apreciar que estamos pecando contra el verdadero Dios. Salomón se agarró de los cuernos como fue accidente. Y Salomón dice, no, no, no, bájate de ahí. Eso no fue accidental, pero te ofrezco paz, te ofrezco gracia. Tú has pecado contra mí lo más grave posible, me trataste de matar, me trataste de quitar el reino, pero yo te perdono. Arrepiéntate, vive en paz. Esa es la misma palabra de Cristo, mira tu eres un pecador, tu mereces el infierno, tu mereces el infierno, mereces que yo te juzgue para siempre una eternidad de sufrir es lo que tu mereces, tu has pecado contra Dios, tu has pecado contra mi santidad Tu has pecado contra mi reino Tu has vivido tu vida como que no hay Dios No te ha importado iglesia, biblia, oración No te ha importado lo santo, lo bueno Has conducido tu vida de una manera que tu sabes es mal No has sido buen padre, madre, hijo Dios te puede decir todo, todo lo que has hecho Cristo te dice yo se todo lo que has hecho Y tu mereces muerte, pero sabes que Te voy a ofrecer gracia Si te arrepientes de tu pecado Te arrepientes de las cosas que has hecho, pones tu fe en mí, que yo morí por tus pecados, que yo fui sustituido por ti, que el Padre me castigó a mí como que si fuera a ti, para que yo pona mi justicia en ti. Si tú te entregas completamente a la verdad del Evangelio, vete a tu casa, vive en paz. Yo seré tu rey, te protegeré, te amaré y vivirás en paz conmigo. Gloria a Dios. La mejor oferta de todo el universo. Amén. Salvación por gratis. No gratis a Dios le costó su hijo, pero gratis a nosotros. Te tienes que entregar, te tienes que admitir que no eres rey, que no tienes autoridad, que no te puedes salvar. Tienes que venir a Cristo y decirle sé que he pecado contra ti Perdóname sé que Cristo ha muerto Padre en la cruz Que el Dios, tú lo castigaste a Él como mi substituto Lo castigaste a Él como que si fuera yo Para que yo pueda heredar su justicia y su santidad Oh Señor perdóname de mi pecado Oh Señor sé que he sido vil Oh Señor sé que no fue accidentalmente He pecado contra ti deliberadamente Oh Señor perdóname en Cristo Jesús y que te dice el rey, vete a tu casa en paz, vivirás en mi reino para siempre. Si te has arrepentido, para ti hay que, perdón. El problema con Adonías es que realmente no estaba arrepentido. Él se hinca delante de él, ¿oyeron eso? Cuando se hincó, algo que él nunca quería hacer, odiaba a su hermano. Él reconoce, tú eres el rey. Él finge el arrepentimiento, nunca jamás haré nada más. En los próximos capítulos miramos que todo es falso, que Él nunca se había arrepentido. ¿Y qué es lo que ocurre con Él? Bueno, lo que ocurre con todo pecador que nos arrepiente. Él tiene que morir. Isaías 55, 6 y 7, con esto terminamos. Pongan atención. Busquen al Señor mientras pueda ser hallado hoy. antes que él venga y sea muy tarde para usted. Llámenlo en tanto que está cerca hoy, antes que sea muy tarde. Abandone el impío su camino, arrepiéntete. Y el hombre malvado sus pensamientos malvados. Y vuélvase al Señor, el Señor que tendrá de el arrepentido compasión. Vuelvase al Dios nuestro, Este Dios que será amplio, ¿en qué? En perdonar. Aquí se encuentra el Evangelio, como dijo el hermano. Arrepiéntete, pon tu fe en Cristo. Y todos tus pecados del pasado son limpios. ¿Y cuáles son las palabras del rey que se siente en el trono eterno? Vive en paz. Sin Cristo no puede haber paz. Amén. Así que si usted está en Cristo, gloria a Dios. viene el rey. Amén. Gloria a Dios. Esperemos al rey. Sabemos que el liderazgo de este mundo no es nuestra esperanza, sino el rey que viene. Si usted está en Cristo, también recuerde la palabra, la amonestación. Sean padres, que amen, nutren a sus hijos, pero también los discipline. No deje que un hijo indisciplinado sea juzgado por Dios después. Abuelos, abuelas, asegúrense. Si su hijo no disciplina a sus hijos, usted por lo menos el tiempo que tenga a asegurarse, a disciplinar a esos nietos, enseñarle a Cristo, antes que sea muy tarde para ellos. Amén. Pero si usted no está en Cristo, usted está en el campo de anomías, el rey falso, bello, lindo, parece todo, pero de un minuto al otro queda lo nada. Él aún tiene que correr hacia el rey, tratar de someterse. Sométase al Cristo, vaya al campo correcto antes que sea muy tarde para ustedes. Amén. El Señor me los bendiga y me los cuide, oremos. Padre, te damos gracias por esta gran palabra que hemos oído hoy, encontrada en tu santa escritura, Padre. Que el cristiano aquí se deleite en amar a sus hijos, mirarlos como bendición y recompensa, disfrutar de ellos, reírse con ellos, amarlos de todo corazón y amarlos lo suficiente también para disciplinarlos en la manera bíblica para su bien. No sea que amemos nuestros hijos, pero los prepararemos para la destrucción después. Oh Padre, que nunca sea así. Para el cristiano presente, Padre, que ellos puedan aprender el Nanatán, levantarse en los tiempos oscuros, hacerlo bueno, sabiendo que Dios es soberano, pero que Él usa herramientas y que nosotros somos herramientas en sus manos. Que la soberanía de Dios no nos da licencia para ser perezosos, sino para activamente participar en la historia redentora. Si somos cristianos, Padre, Podemos ver el celo del Señor que cuida de su reino. Aprender la lección de David que dice que Dios me ha libertado de todo adversario, que no importa lo que ha ocurrido o lo que vaya a ocurrir, Dios siempre está a nuestro lado. Y si Dios fue fiel ayer, será fiel hoy, será fiel para siempre, incluso hasta el día de la muerte. Si somos cristianos padres, que podamos ver, Padre, que el que se oponga al reino un día tendrá que sufrir. Así que prediquemos el Evangelio, llamemos a la gente al arrepentimiento, No porque queremos ver la iglesia llena, sino que queremos ver gente, ser redimidas, entrar al cielo, Padre. Oh, Padre, pedimos, si somos tuyos, Padre, que podamos esperar y ponernos esperanzas en el reino que viene. No en la política de hoy, sino en el reino que viene. Y Padre, si no estamos en Cristo, si nunca hemos venido a Cristo como Salvador, que podamos ver, Padre, el que no está en el reino de Salomón está en el reino de Adonías. Y ese reino termina en muerte. Eterna, Padre y terrible. Pedimos, Padre, al que no esté en el reino, que ahora esté pidiendo que tú lo salves, que tú le des nueva vida para que pueda vivir en paz. Cometemos todo esto en tus manos. Tú eres el gran rey en el nombre de Jesús. Amén.
He aquí el verdadero rey
Series El Reino Eterno
Todos los reyes usurpadores deben ceder el paso al verdadero Rey y Su reino divino. ¡Al igual que Adonías, los gobernantes de esta tierra algún día se inclinarán ante el verdadero Rey de Dios, Jesucristo!
Sermon ID | 526242244384609 |
Duration | 1:10:08 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Language | Spanish |
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