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Mateo capítulo dieciséis, si Dios lo permite, vamos a considerar desde el versículo veinticuatro hasta el versículo veintisiete. Mateo dieciséis del veinticuatro al diecisiete. Seguir a Cristo significa negarte a ti mismo. ¿Lo estás haciendo? Seguir a Cristo significa negarte a ti mismo. ¿Lo estás haciendo? Aquí este texto, aquí en Mateo capítulo 16, del versículo 24 al 27, vemos como Jesús presenta la manera en que debe de vivir un seguidor suyo. Si sigues a Cristo, debes de negarte a ti mismo. debes de servir a tu señor y obedecerle, amarle. Aquí justamente en el contexto anterior vemos como Jesús anuncia y en versículo 21 Nos dice, desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos y de los principales sacerdotes, si los escribas, y ser muerto y resucitar al tercer día. Es decir, Jesús está anunciando a sus discípulos, oye, voy a sufrir, estoy en un camino de sufrimiento, voy a morir, pero voy a resucitar. ¿Qué es lo que ocurre? Versículo 22. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo, ¡Señor, ten compasión de ti! ¡En ninguna manera esto te acontezca! O sea, vemos como Pedro comienza a reprender a Jesús. Pero entonces, en el siglo XXIII, dice, pero él volviéndose, dijo a Pedro, quítate de delante de mí, sadanás. Me estropiezo porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Vemos aquí a Jesús que él reprocha a Pedro por poner la mira en las cosas de los hombres, no en las cosas de Dios. Y entonces en versículo 24, entonces Jesús dijo a sus discípulos, Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá. Todo y todo el que quiera, perdón, todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque, ¿qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. Eso es Mateo, bueno, he leído desde el versículo 21 hasta el versículo 27, aunque nuestro texto es desde el versículo 24 hasta el versículo 27, y aquí Jesús nos está pidiendo que nos neguemos a nosotros mismos, que le sirvamos a él exclusivamente, porque realmente nos da razonamiento, porque nos dice el versículo 25, porque todo el que quiera salvar su vida la perderá, o sea, aquel que la guarda, realmente la va a perder, En el versículo 26, ¿qué aprovechará si el hombre ganara en todo el mundo y perdiera su alma? O sea, puedes ganar toda clase de cosas en este mundo, pero si pierdes tu alma, ¿de qué te sirve? Y luego en el versículo 27 vemos que dice, porque el hijo del hombre vendrá en la gloria de su padre con sus ángeles. Entonces, viendo que Jesús vuelve para juzgar y entonces vemos esas razones por las cuales debemos de seguir a Jesús, negándonos a nosotros mismos, tomando su cruz, ¿no? Tomando nuestra cruz y siguiéndole a Él. Ahora, si yo te hiciera una pregunta, si realmente valorases, si realmente pensases, ¿qué es, qué considerarías la máxima ganancia que podías conseguir en este mundo? ¿Cuál sería la máxima ganancia? Incluso si preguntases a las personas que caminan por la calle, ¿no? A las personas que nos rodean. ¿Cuál sería la máxima ganancia? ¿Qué es lo que sería lo mejor que te podría pasar en esta vida? Lo mejor que podrías alcanzar. Pues muchos hablarían de riquezas, hablarían de propiedades, hablarían de prestigio, hablarían de... de estatus, de... de ser famosos, etcétera, ¿no? De lograr sus planes. Pero todo eso realmente no tiene valor en comparación con el alma. No tiene valor en comparación con la vida futura que solamente se encuentra por medio de Jesucristo. Solamente se encuentra al seguirle a Él. Pero es que las personas valoran lo incorrecto. No sé si alguna vez os habéis encontrado con alguien que se exalta de algo que es opuesto a la verdad. O sea, están confundidos. He visto un vídeo de unas niñas que están comiendo un helado. Es un grupo de niñas, están comiendo un helado. Y al parecer el padre les está grabando. Y ellas tienen un espíritu de competencia. No sé si alguna vez habéis visto los niños que dicen pues yo tengo esto, pues yo tengo aquello. Y tienen este espíritu de competencia. Pues estas niñas están hablando de sus padres. Y una niña dice pues mi padre tiene un diente de oro. Y entonces algunas de las niñas dicen wow, de oro. Y entonces otra la mira a los ojos y dice pues mi padre, pues mi padre tiene diabetes. Y entonces las otras niñas se quedan plasmadas y como que ya ha cesado la... O sea, como que ella ha ganado, porque ninguna sabía lo que significaba eso. Ella se estaba gozando en algo que es malo, ¿no? Tiene la perspectiva totalmente incorrecta. Y eso es lo que vemos en el mundo que nos rodea. Viven para algo que no tiene valor, viven para algo que realmente es malo. Su perspectiva es incorrecta. Y Jesús lo deja aquí extremadamente muy claro. Que ser su seguidor no es fácil. No es una vida fácil, sin problemas, sin dolores, sin sufrimiento. Sino que dice, versículo 24, Si alguno quiere venir en pos de mí, nieguese a sí mismo. Y tome su cruz y sígame. O sea, lo que Dios desea es que le amemos a Él sobre todo. Que estemos dispuestos a hacer lo que Él nos pide que hagamos, aún si incluye sufrimiento. Él debe ser nuestro primer amo. Incluso nos dice Mateo 22, 37. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Entonces, Mateo 22, en el siglo 37. Entonces, nuestro amor hacia Dios debe ser tal que nuestro amor hacia otras cosas realmente debe casi verse como aborrecimiento. O sea, amamos a Dios de tal manera que le amamos más que cualquier otra cosa. Incluso nos dice Lucas 14 del 26 al 27 dice si alguno viene a mí y no aborrece a su padre y madre y mujer e hijos y hermanos y hermanas y aún también su propia vida no puede ser mi discípulo y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí no puede ser mi discípulo eso es lucas 14 de 26 al 27 jesús no está diciendo que debes de odiar a otros Lo que está diciendo es que, en comparación, amas a Dios tanto que es como que le escoges a Él primero y entonces aparenta esa idea de que rechazas a lo demás. Pero es porque amas a Dios primero. Ahora en Mateo 10, del 37 al 38, dice, el que ama a padre o a madre más que a mí, no es digno de mí. El que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. Eso es Mateo 10 del 37 del 38. O sea, seguir a Cristo significa negarte a ti mismo. ¿Lo estás haciendo? Aquí en versículo 24 vemos como Jesús se dirige directamente a sus discípulos, pero realmente la enseñanza aplica a cualquiera. Por eso dice, si alguno, si alguno quiere venir en pos de mí, o sea, si alguien me quiere seguir, eso es lo que hacen los discípulos. Hay un maestro y los discípulos le siguen. Y cuando le siguen, implica que van detrás de él y hacen lo que él hace. atienden a lo que Él dice, ponen en práctica lo que Él les enseña. Y entonces eso es lo que hacen los seguidores de Cristo. Ser sus discípulos, seguirle a Él. Y si alguien quiere seguir a Cristo, si alguien quiere ser su discípulo, debe dejar todo. Debe de estar dispuesto a dejarlo todo, aún incluso la vida, para seguirle. Y es que Jesús está diciendo que el discípulo genuino debe de renunciarse a sí mismo, debe de desasociarse de sus propios intereses. Implica ser leales a Jesús antes que la autopreservación. La clave del discipulado es la autonegación. Por eso dice, si alguno quiere venir en pos de mí, nieguese a sí mismo y tome su cruz y sígame. Que interesante, porque esa idea de niéguese, ese término ahí traducido, niéguese, es el mismo término, o sea, misma palabra en el lenguaje original, que se usa para la negación de Pedro. cuando Pedro niega a Jesús tres veces, ¿no? Ahí en Mateo 26, versículo 34, Jesús le dijo, de cierto, te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Entonces, Pedro se desasoció de Jesús, negó a Jesús tres veces. Pues aquí usa esta palabra diciendo debes de desasociarte de ti mismo, debes de negarte a ti mismo. ¿Por qué? Porque eres seguidor de Cristo. Ahora, negarse requiere sumisión, requiere sujetarse a Jesucristo como Señor, requiere abandonar tus planes. Abandonar tus deseos. Abandonar tu voluntad. Requiere abandonar tus prioridades. Abandonar tu vida. Abandonar tu comodidad. Abandonar tu deseo de incrementar posesiones. Abandonar tus intereses. Abandonar tu deseo de prosperidad. Abandonar tu orgullo. Abandonar tu egoísmo. Abandonar tus planes de jubilación. Abandonar tu deseo de ser popular. Abandonar tu deseo de ser el mejor. Abandonar tu deseo de sobrepasar a otros. Es dejar de intentar ser suficiente. De que no necesitas ninguna clase de ayuda. Es darte cuenta de que necesitas a Cristo. Y Él es tu todo. Y le sigues. Y te niegas a ti mismo para obedecerle a Él. Él es tu prioridad. Y es que Cristo, al ser el maestro, requiere obediencia. Llevar la cruz viene justo antes de la crucifixión. Y en ese contexto, ahí en el tiempo de Roma, el llevar la cruz implica vas a morir. Te van a ejecutar. Vas a ser crucificado. Entonces, cuando Jesús dice, me vas a seguir a mí, pues debes estar dispuesto a llevar la cruz. Y todo el mundo sabía lo que eso significaba. Eso significaba sufrimiento. Eso significaba que vas de camino a la cruz. Vas de camino a morir. Y por eso dice, si alguno quiere venir en pos de mí, nieguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. No es vivir en autopreservación. Voy a vivir una vida súper larga para poder disfrutar de esta vida y voy a acumular un montón de pertenencias, un montón de riquezas para que yo tenga una vida maravillosa y yo, yo, yo, yo. No, eso no es ser un discípulo de Cristo. El ser un discípulo de Cristo es negarse a sí mismo. es tomar la cruz y seguirla a Él. Es entregarle nuestra vida, decir, yo te seguiré, Maestro, donde sea que tú me guíes. Y es que llevar la cruz viene justo antes de la crucifixión. O sea, y hay que recordar, la crucifixión, especialmente en los tiempos de Roma, era la forma más horrenda de ejecución. Y llevaba deshonra. La crucifixión era un acto público que, aparte del sufrimiento, recibía desgracia pública. O sea, las personas se burlaban. El público insultaba y burlaba a la persona que llevaba la cruz. O sea, la persona condenada a la crucifixión comúnmente llevaba su propia cruz. Ahora, la manera que eso funcionaba es la viga horizontal, donde les ponían, pues la tenían que llevar al lugar donde estaba ya puesto lo que es el palo vertical, o sea, el lugar de la ejecución, y entonces lo aseguraban ahí, sobre ese palo, y ese... Esa viga horizontal era una carga. Era una muestra de muerte. Vas a ser crucificado de una manera horrenda. Y entonces el público pues insultaba, burlaba. Era un momento de total desgracia pública. Y lo que Jesús quiere dejar claro es que seguirle no es fácil. Seguirle a Él no es popular. Debes de estar dispuesto a sufrir físicamente y aún sufrir desgracia pública para seguirle a Él. Y luego vemos, solamente unos capítulos después, vemos a Jesús mismo tomando su cruz. sufriendo físicamente, sufriendo desgracia para proveer salvación para nosotros. Entonces Jesús mismo es el ejemplo a seguir. Él obedeció de una manera perfecta a Dios Padre. Y es que Jesús aquí está hablando de autonegación. Es una entrega completa a la voluntad de Dios. Jesús está hablando de una manera de vivir. Es constantemente negándonos a nosotros mismos para cumplir la voluntad de Dios. No haciendo lo que nosotros queremos, no viviendo nuestra vida como nosotros queremos, sino viviendo para Él. Y es que es necesario negarse a lo mismo y estar dispuesto a morir por Cristo. El discípulo debe estar dispuesto a hacer lo que el Maestro dice. Y realmente la decisión está en cada uno de nosotros. O sea, nosotros somos quienes tomamos la decisión de ser discípulos de Cristo o no. Pero para poder ser discípulo de Cristo, hay que negarse a sí mismo. Hay que tomar la cruz. Hay que seguirle a Él. O sea, si eres discípulo de Cristo, vivirás para Él. El discípulo debe negarse a sí mismo para someterse a Cristo. Y tomar la cruz es una muestra de entrega total. Porque tomar la cruz implica te doy todo, toda mi vida, incluso aún si muero por ti. Porque la cruz, el llevar la cruz implica el morir. Implica una decisión incondicional. Y es que el discípulo muere para sí mismo, para vivir para Cristo. Como el apóstol Pablo, en Gálatas 2.20, dice, con Cristo estoy juntamente crucificado. Ya no vivo yo, más vive Cristo en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Eso es Gálatas 2.20, donde el apóstol Pablo mismo dice, mira, yo ya no vivo yo, vive Cristo en mí. Está juntamente crucificado con Cristo. Es que no somos nuestros. En 1 Corintios 6, 20 dice, pues habéis sido comprados por precio, glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. O sea, le pertenecemos a Dios. Porque hemos sido comprados por la sangre de Jesucristo. Aquellos que hemos puesto nuestra fe y confianza en Jesús como Señor y Salvador. Hemos sido comprados le pertenecemos a Dios. Debemos de vivir para Él. Y el distipulado, lo que Jesús deja muy claro, es que el distipulado comúnmente lleva a el sufrimiento. Porque nos dice 2 Timoteo 3, 12. 2 Timoteo 3, 12. También todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución. Eso es 2 Timoteo 3, 12. Y es de esperar, porque aún a Cristo mismo le persiguieron. Ahora a Cristo mismo le crucificaron. En Mateo 10, del 22 al 25, resalta que el discípulo no es mejor que su maestro. Si han persiguido al maestro, ¿cómo no van a perseguir al discípulo? En Mateo 10, del 22 al 25, dice, seréis aburrecidos de todos por causa de mi nombre, mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra. Porque de cierto os digo que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre. El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Belzebú, ¿cuánto más a los de su casa? Sos Mateo 10, del 22 al 25. O sea, el discípulo no es más que su maestro. Y por ello, si han perseguido a nuestro Señor Jesucristo, ¿cómo no nos van a perseguir a nosotros? Pero vemos el ejemplo de Cristo. Por eso Él dice, niegues a sí mismo, tome su cruz y sígame. O sea, Él lo va a demostrar. Va a demostrar esta actitud. Él es el ejemplo perfecto a seguir. Nos dice Hebreos 12, 2, puestos los ojos en Jesús. el autor y consumador de la fe, el cual, por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz, menospreciando lo propio, y se sentó a la diestra del trono de Dios". Esos Hebreos 12, versículo 2. O en Filipenses 2, del 5 al 8, haya pues en vosotros este sentir, que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombres, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. esos filipenses 2 del 5 al 8. Vemos esa autonegación, vemos esa obediencia, vemos ese deseo de tomar su cruz y morir. Obedeciendo a Dios Padre con el propósito de proveer salvación para nosotros. Vemos que Jesús es el ejemplo a seguir. Y es que el sufrimiento y la muerte de Jesús en la cruz es el mejor ejemplo de obediencia a la voluntad de Dios. Debemos seguir su ejemplo. Es que el discípulo debe morir a su propia voluntad y hacer la voluntad de Dios. El creyente genuino entrega su vida a Cristo. El creyente genuino reconoce que Cristo es su Señor y le obedece. Por eso aquí Jesús mismo dice, si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame. Un seguidor, un seguidor genuino de Cristo va a negarse a sí mismo y va a tomar su cruz. Si no está dispuesto a negarse a sí mismo y tomar su cruz, es que no es un seguidor de Cristo. Porque esta es la cualidad de un seguidor de Cristo. El estar entregado a Él, el serle obediente. Y entonces, en el versículo 25 al 27 vemos diferentes razones por las cuales debemos de hacerlo. Porque, versículo 25, vemos que la existencia de la vida más allá de la muerte provee la lógica, ¿no?, del mandato de Jesús. O sea, la realidad es que nosotros muchas veces vivimos por lo que podemos ver, pero lo que no podemos ver es mucho más importante. Y por ello, esa existencia, más allá de esta vida terrestre, realmente provee esta lógica del mandato de Jesús. Porque Él dice, en el versículo 25, porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá. Y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Eso el mundo no lo entiende, porque no tiene una perspectiva del futuro. No tiene fe de la vida que hay después de esta tierra visible en la cual vivimos ahora mismo. Pero es que cada persona tiene que decidir entre la autopreservación y el riesgo de seguir a Jesús. La clave realmente son las prioridades. ¿Cuál es tu prioridad? Es que en contraste, el contraste está claro. La búsqueda de los placeres del mundo en contraste con la vida eterna. Aquellos que piensan que pueden evitar la cruz y salvar sus vidas, al fin y al cabo, pierden sus vidas. Sin embargo, aquellos que aceptan la cruz, que viven por Cristo, que lo obedecen, obtienen vida eterna. Y es que la pérdida de vida por lealtad de Jesús es lo que garantiza la ganancia de la vida verdadera. Aquellos que se concentran en salvar su vida en este mundo, la pierden. Si sólo vivimos para esta vida física, invertimos nuestro tiempo y nuestros recursos para conseguir lo que más podamos en esta vida, la vamos a perder. Porque estamos viviendo para lo físico en vez de para lo espiritual. Tenemos la perspectiva incorrecta. Es que la concentración egoísta en esta vida hace que pierdas la vida, la verdadera vida. Y es que las personas intentan proteger su vida, intentan salvar su vida, intentan vivir el máximo número de años posible. Intentan cuidar su cuerpo en extremo, como si nunca fuesen a morir. O se afanan por el dinero para tener lo suficiente para sus necesidades y sus deseos. O siguen lo que el mundo valora, lo que el mundo acepta. No intentan desagradar el mundo, ¿no? Para que... no quieren que les rechacen. viven buscando lo que les atrae, viven buscando su propia felicidad, viven de manera egoísta, viven para el aplauso del hombre, viven con la autopreservación en mente. No, si servir a Cristo es tan difícil, pues eso no lo quiero, ¿sabes? Yo quiero lo que me preserve la vida ahora, aquí y ahora. ¿Por qué? Porque su perspectiva es en el aquí y ahora, no en el futuro. Y por ello intentan salvar su vida, intentan proteger su vida. Pero lo opuesto ocurre. Porque se enfocan en lo incorrecto. Se enfocan en las pertenencias, en lo visible, en el hoy en día. Y por eso nos dice aquí versículo 25. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá. Y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Como sabéis, yo enseño inglés a niños pequeños. Y hay un juego que juego con ellos, que divido la clase por equipos, y entonces en la clase tenemos, no sé, unos veinte, veintipico cojines, y entonces lo que les digo, al dividir la clase digo, vale, en treinta segundos, el lado que menos cojines tenga, gana. Ahora, normalmente, la primera vez que explico el juego, y empieza el juego, ves a unos niños que quieren llevarse todos los cojines a su lado. ¿Por qué? Porque, en su perspectiva, mientras más cojines, ¡mejor! Y entonces empiezan a tomar cojines, a llevarse los cojines, y los otros equipos se los están tirando. Entonces, pues, mejor aún, ¿no? Y empiezan a acumular cojines, acumular cojines, y entonces, cuando terminan esos 30 segundos, Ellos han perdido. Pero si tengo más cojines que los demás. No, es que las reglas son el que menos cojines tenga gana. Y nosotros muchas veces tenemos esa perspectiva de la vida. Vemos las cosas de una manera incorrecta. Valoramos lo que podemos ver más de lo que no podemos ver. Y eso es básicamente lo que nos está presentando aquí Jesús, cuando dice todo, porque todo el que quiera salvar su vida la perderá y todo el que pierda su vida por causa de mí la hallará. Esa idea de perder la vida, o sea, es la perspectiva del mundo, el entregar su vida a Jesús, el vivir para Jesús, el estar dispuesto a servir a Jesús, aunque eso implique la muerte, eso es perder la vida. pierdes la vida congregándote con la iglesia, pierdes la vida malgastando tu tiempo leyendo ese libro que para ellos no es palabra divina, ¿no? O sea, piensan que estamos perdiendo el tiempo, pero realmente estamos poniendo nuestro tesoro en las cosas celestiales. Cuando ellos están acumulando un montón de tesoros terrenales, pero no están guardando nada, o sea, no están atesorando nada para el futuro y todas estas pertenencias de este mundo perecen. Te las pueden robar, tu casa puede arder en llamas y se pueden quemar, etcétera, ¿no? Se pudren y entonces, ¡qué insensato! Insensato poner los ojos en lo que realmente perece, en vez de lo que permanece. En Juan 12, 24 a 25, dice, de cierto, de cierto, os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo. Pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá. Y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará". Eso es Juan 12, de 24 al 25. O sea, cuando entregamos nuestra vida a Dios, Él es quien nos da vida, nos da vida eterna. Y aunque posiblemente el discipulado, el seguir a Jesús fielmente lleve a que suframos. Puedes pensar en el apóstol Pablo, que había innumerables sufrimientos ¿Cuántos barazos le dieron? ¿Cuántos latigazos le dieron? ¿Cuántas piedras le tiraron? Y, seguramente, si lo hubieras visto el cuerpo, dirías... ¡Wow! ¡Vaya pérdida! ¿No? Podrías tener esa perspectiva. Es decir, qué pérdida de vida. O sea, es seguidor de Jesús y mira qué clase de vida tiene. Tanto sufrimiento. Pero la realidad es que Pablo tenía la perspectiva correcta. ¿No? No viviendo para este mundo, y de todas formas este mundo es temporal, es corto. Pero el mundo futuro, o sea, estamos hablando de la vida ETERNA. Entonces, merece la pena servir a Dios. O sea, aquellos que ponen sus vidas al servicio de Dios, ante los ojos de este mundo, están malgastando su vida. Pero, en realidad, están invirtiendo en la vida futura. Y es que la vida en Cristo da sentido a la vida presente. Y entonces, continúa aquí con otra razón en el versículo 26, cuando dice, porque, ¿qué aprovechará el hombre si ganaré todo el mundo y perdiera su alma. ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Aquí vemos otra razón para negarse a uno mismo. Es la necesidad de... esa necesidad de ganar riquezas materiales en consecuencia de perder el alma. O sea, no tiene sentido de acumular lo que realmente no puedes guardar. Incluso Jim Elliot, que era un misionero a los Aukas, él dijo, no es tonto aquel que da lo que no puede conservar para ganar aquello que no puede perder. O sea, no es un necio. Aquel que da lo que no puede conservar. Las riquezas de este mundo no las puedes conservar porque llegará el día en que vas a pasar la eternidad. sea que mueras antes, o que Cristo venga antes de que mueras, pero las pertenencias de este mundo perecen. No las puedes conservar. Entonces, Jemé Aliet dice, no es tonto, no es necio aquel que da lo que no puede conservar para ganar aquello que no puede perder. ¿Qué es lo que no puede perder? Los tesoros celestiales. Por eso merece la pena vivir por Cristo. O sea, ¿de qué beneficio es obtener la mejor ganancia que el mundo te pueda ofrecer? si se pierde el alma. O sea, puedes tener, puedes ser el hombre más rico del mundo, más rico de la historia, pero si pierdes tu alma, ¿de qué sirve todo eso? O sea, todo lo que puedas ganar en esta vida es insignificante en comparación con la vida eterna. La acumulación de los bienes y los placeres en este mundo no aseguran la vida eterna. La acumulación de riquezas es inútil en comparación con la obtención de la vida eterna. Por eso aquí mismo nos dice, ¿qué recompensa dará el hombre por su alma? O sea, ¿acaso puedes pagar para salvar tu alma? ¡No! No puedes. Necesitas negarte a ti mismo y aceptar a Jesús como Señor y Salvador para poder obtener vida eterna. O sea, la realidad es que o te niegas a ti mismo o niegas a Jesús. Nos dice Mateo 10, 33. Jesús dice, cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. Eso es Mateo 10, 33. Incluso esta idea de ganar el mundo es similar a la tercera tentación. Si recordáis, Satanás está intentando tentar a Jesús y nos dice en Mateo 4, versículo 8 al 10, dice, otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Le dijo, todo esto te daré si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo, vete, Satanás, vete, Satanás, porque escrito está, al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás. realmente es la misma tentación que tenemos nosotros. O sea, ¿cuánta ganancia puedes conseguir? Toda la ganancia de este mundo. Puedes tener mucho éxito en este mundo. Si vives para las riquezas, ¿no? Puedes conseguir un montón de cosas, puedes acumular un montón de cosas, pero ¿de qué sirve? Aún los grandes faraones, los grandes tares, los reyes de la historia, sí, tuvieron un montón de riquezas, un montón de abundancia, pero ¿dónde están esas riquezas? ¡Se quedaron aquí! Y muchas han perecido ya. Muchas se han podrido, muchas las han robado, las han... el oro se ha derretido para otras cosas, etcétera. Se han usado esas riquezas que tanto atesoraban y han parecido, o sea, no se las han llevado. Qué insensato pensar que las ganancias son más importantes que tu alma. Incluso en Lucas 12, del 13 al 21, le dijo uno a Jesús, Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Más allá le dijo, hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo, entonces Jesús enseña y dice, mirad y guardaos de toda garicia porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. También le refirió una parábola diciendo, la heredad de un hombre rico había producido mucho. Él pensaba dentro de sí diciendo, ¿qué haré? Porque no tengo donde guardar mis frutos. Y dijo, ¡esto haré! Derribaré mis graneros y los edificaré mayores y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes. Y diré a mi alma, ¿alma? Muchos bienes tienes guardados para muchos años. Repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo, ¡necio! Esta noche vienen a pedirte tu alma. ¿Y lo que has provisto? ¿De quién será? Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios". Eso es Lucas 12, del 13 al 21. Lo cual muestra la insensatez de pensar que las ganancias valen más que el alma, o sea, te pueden salvar el alma, o sea, te van a dar o te van a asegurar vida. Es que la necedad O sea, es necedad ganar toda clase de abundancia y riqueza a expensas de tu alma. O sea, ¿realmente hay algo que merezca la pena para perder tu alma? ¿Hay alguna clase de riqueza que merece la pena conseguir riquezas para perder tu alma? ¿O status? ¿O estudios? ¿O posición? ¿O trabajo? ¿O casa? ¿O salud? ¿Reconocimiento? ¿Aprobación? ¿Amistades? ¿Familia? ¿Deseos? ¿Alguna clase de pecado que merezca la pena perder tu alma? ¿Alguna clase de tradición? ¿Reputación? ¿Alguna clase de fama? Es que nada en este mundo tiene más valor que tu alma. Entonces, asegúrate que tu alma está asegurada con Dios. Es que aquí el enfoque es escatológico, ¿no?, del futuro. Y la pérdida que ocurre si no entregas tu vida a Cristo, si no te llegas a ti mismo y tomas tu cruz y le sigues, la pérdida es una pérdida eterna. Aquí en el siglo XXVI dice, porque qué aprovechará el hombre si ganara todo el mundo y perdiera su alma. Está hablando de una pérdida eterna de su alma. O qué recompensa dará el hombre por su alma. Dios es quien determina la eternidad de cada persona. Aquellos que creen en Jesús como Señor y Salvador y le siguen, aunque pierdan su vida en este mundo, reciben vida eterna. ¿Por qué? Porque han puesto su fe en Cristo como Señor y Salvador. Aquellos que han rechazado a Cristo para intentar ganar el mundo pierden su alma. Aquellos que rechazan a Cristo pierden su alma. O sea, ese negocio es perjudicial. Puedes tener una cuenta bancaria enorme. Puedes tener un montón de pertenencias. Pero si pierdes tu alma, ¿de qué sirve? Es totalmente perjudicial. Es que no hay manera de comprarse la salvación, no hay manera de merecerse la salvación, porque la salvación se encuentra exclusivamente en Jesucristo. Hay que creer en Él para salvación. Sólo los que ponen su fe y confianza en Cristo como Señor y Salvador, obtienen vida eterna. Como nos dice Efesios 2, del 8 al 9, Efesios 2, versículo 8 al 9, dice Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe. Y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe. No hay que creer, hay que tener fe. no lo puedes obtener por méritos, o no lo puedes comprar, sino que tienes que creer en Jesús como Señor y Salvador. Por eso nos dice Juan 3,16. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo un higienito para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Esa es la clave para no perderse. Hay que creer en Jesús como Señor y Salvador. Y cuando creemos en Jesús como Señor y Salvador, entonces, somos sus discípulos. le seguimos a Él. Y es porque nos hemos negado nosotros mismos y tomamos nuestra cruz y le seguimos. Y entonces vemos la insensatez de no seguir a Cristo, la insensatez de no negarse a sí mismo, de no tomar la cruz. Porque, como nos dice versículo 25, esto es volviendo aquí a Mateo 16, versículo 25, porque el que quiera salvar su vida en este mundo, la va a perder. Porque está viviendo para este mundo, no para el mundo futuro. Porque no ha puesto su fe y confianza en Jesús como el Señor y su salvador, y por eso pierde la vida. Y aún, otra razón es, la presenta en el versículo 26, donde dice que aprovecha, o sea, si tienes todas las ganancias que puedas obtener en este mundo, que aprovecha eso si pierdes tu alma. Entonces vemos ese razonamiento. Debes de asegurarte de que tu alma está bien con Dios. Y es a través de Jesucristo. Y entonces aquí vemos otra razón en el siglo XXVII. Y es que el juicio viene. Cristo viene para juzgar. Nos dice en el siglo XXVII. Porque el Hijo del Hombre... Ahora ese es un título. Hijo del Hombre es un título mesiánico que viene de Daniel. Daniel 7. Dice, porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. O sea, el juicio de Jesús provee la iniciativa para tomar la cruz, para seguirle. Y es que merece la pena permanecer fieles aunque te cueste la vida en este mundo. Porque viene el juicio que determina el disfrute de la vida eterna. Viene el juicio. Y solamente aquellos que han puesto su fe en Cristo como Señor y Salvador obtienen vida eterna. Esa es la verdadera vida. Y es que el mundo y sus beneficios pasarán. Por ello es insensato entregar el alma para conseguir las riquezas que perecen. Y por eso Jesús aquí le vemos resaltar su gloria, ¿no? Vendrá en la gloria de su Padre. Aquí realmente está expresando la unidad en la Trinidad, la unidad entre Dios Padre y Dios Hijo en este caso, pero viendo que Él viene en la gloria de su Padre. Como nos dice Juan 17, Juan 17 del 4 al 5, Jesús está le está hablando a Dios Padre y dice, ahora pues Padre, gloríficame tú al lado tuyo con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. Vemos cómo comparten gloria porque son de la misma esencia. Tienen la misma naturaleza divina. Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Por ello comparten gloria y reflejan la misma gloria. Por eso aquí dice que viene en gloria Lo cual es diferente a la primera vez que vino a la tierra, vino como un siervo. Vino para dar su vida, para entregar su vida, para morir en nuestro lugar, pero en su segunda venida vendrá en su gloria, demostrará su gloria. Y Jesús vendrá en su gloria con sus ángeles. Por eso dice, porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles. Nos dice Mateo 25, del 31 al 32. Mateo 25, versículo 31. de cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán reunidas delante de él todas las naciones y apartará los unos de los otros como aparta al pastor las ovejas de los cabritos." Eso es Mateo 25, del 31 al 32. Donde también resalta que Jesús vuelve en su gloria, vuelve con sus ángeles y viene para juzgar. Y... vemos como Jesús mismo se describe como juez divino. Y Él juzga con rectitud. Él no hace acepción de personas. Como nos dice en Romanos 2, 11, porque no hay acepción de personas con Dios. Eso es Romanos 2, perdón, Romanos 2, versículo 11. Aquí vemos la última parte de Mateo 16, versículo 27. Dice, entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. O sea, su juicio es equitativo. Él da conforme a las obras de cada uno. Y... lo que... lo que está haciendo, está usando el texto de Salmos 62, versículo 12, Cuando dice, tuya, oh Señor, es la misericordia, porque tú pagas a cada uno conforme a su obra. Eso es Salmo 62, versículo 12. Viendo a Jesús, quien es Dios, Él juzga con rectitud y da a cada uno conforme a su obra. Y entonces, viendo aquí que da a cada uno, dependiendo si ha puesto su enfoque en las cosas celestiales o no. Si ha seguido a Cristo con fidelidad o no. Si ha vivido egoístamente o ha vivido dedicado a servir a Cristo. Cada uno conforme a su obra. Y es que en vez de vivir para ti mismo, vive para Dios. En vez de pensar que tú eres mejor que los demás, humíllate delante de Dios. En vez de servir tus planes, sirve a Dios. En vez de intentar salvar y proteger tu vida, entrégala a Dios. En vez de descansar en tus fuerzas, descansa en Dios. En vez de ser egoísta, pon primero el reino de Dios. En vez de enorgullecerte, humíllate. En vez de temer los peligros que puedan venir por seguir a Cristo, haz lo correcto siempre. Obedécele, sírvele a Él. Es que... eh... Viendo aquí la importancia de seguir a Cristo con fidelidad. Porque seguir a Cristo significa negarte a ti mismo. ¿Lo estás haciendo? Ahora, quizás estás aquí y no conoces a Cristo. Entonces, tienes que entender. Si no entregas tu vida a Cristo, perderás tu alma. Si Cristo no es tu Salvador, aún estás bajo la ira de Dios. Si no has puesto tu fe en Cristo como Señor y Salvador, no puedes seguirle. Si Jesucristo no es tu Señor y Salvador, nada te va a satisfacer. Pero si eres creyente, o sea, si no renuncias tus planes a Dios, no le vas a servir exclusivamente. Si no pones a Dios como tu prioridad, otras cosas te quitarán el enfoque en Él. Si no obedeces a Dios, perderás más de lo que crees. Si no dejas que Dios te cuide, siempre tendrás temor de algo. Si no confías en Dios, no estarás satisfecho nunca. Y por ello hay que negar, hay que negarse a sí mismo, hay que tomar la cruz, hay que seguir a Cristo. Por eso tenemos este texto, para recordarnos que no nos pertenecemos. Un verdadero discípulo se niega a sí mismo. Dios quiere siervos fieles, Dios quiere obediencia, Dios quiere ser tu prioridad. Dios quiere exclusividad. Tu alma tiene un valor incalculable. De la forma que vives, reflejas a quien sirves. Y Dios quiere tu corazón. Dios paga a cada uno conforme a sus obras. No debes de vivir para ti mismo. La única forma de la que salvas tu vida es si la entregas a Dios. La verdadera ganancia está en Dios. Este mundo es temporal. Los deseos mundanos son temporales. Lo que no podemos ver es más importante de lo que sí podemos ver. Seguir a Cristo es lo que un cristiano debe de hacer. Nadie puede comprar su propia alma. Nadie puede redimir su propia alma. Problema es que muchas veces vivimos para nosotros mismos. Vivimos con nuestros planes y no estamos dispuestos a negar nuestros planes, a negar aún nuestra propia vida, sino que la intentamos proteger y guardar. Y por ello nos servimos a Dios como debemos. Muchas veces buscamos nuestros propios deseos, buscamos nuestros propios planes, incluso le ponemos límites a Dios. Vale, Dios, yo te voy a servir, pero hasta aquí, ¿eh? Hasta aquí. Más de esto no. Porque si no ya es difícil. Si no ya incluye sufrimiento. O me van a rechazar. O me van a odiar. Y le ponemos límites a Dios. Muchas veces nos enfocamos en nosotros mismos. En lo que es placentero para nosotros. O en lo que nos sentimos bien. Cuando lo que Dios desea es sumisión total. confianza total, entrega total, dedicación total, obediencia total. Dios quiere nuestro corazón que le amemos sobre todas las cosas. Y es que seguir a Cristo significa negarte a ti mismo. ¿Lo estás haciendo? Vamos a terminar en oración.
Seguir a Cristo significa negarte a ti mismo, ¿lo estás haciendo?
Series Mateo
Sermon ID | 51924164236324 |
Duration | 50:10 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Matthew 16:24-27 |
Language | Spanish |
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