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Le damos la bienvenida a la Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona, España, y le invitamos a que visite nuestra página web por gracia.es. Deseamos que Dios le bendiga ahora a través de su palabra. Te agradecemos, Señor, y alabamos tu glorioso nombre, porque tú mereces toda la gloria, toda la honra y toda la alabanza. Y queremos, Señor, en esta mañana escuchar tu preciosa palabra. Oh Señor queremos anunciar Tu Evangelio y queremos rogarte que el poder de Tu Espíritu infunda en esta palabra predicada esta mañana salvación para todos aquellos que están escuchando ese precioso Evangelio de salvación y a todos los que ya te conocemos nos infunda aliento nuevo, ánimo para continuar en la vida Señor. Te lo rogamos Padre en el nombre precioso de nuestro Rey, nuestro Salvador, nuestro Señor Jesucristo. Amén. Bueno hermanos, hemos escuchado trece sermones, trece mini sermones con los testimonios de nuestros hermanos, así que voy a intentar ser breve en esta predicación. Quisiera invitarlos a que abran sus Biblias en la carta de Pablo a los Colosenses, el capítulo 2. Y vamos a leer del versículo 8 hasta el versículo 15. Dice la palabra el Señor así. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas según las tradiciones de los hombres conforme a los rendimientos del mundo y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad y vosotros estáis completos en él que es la cabeza de todo principado y potestad. En él también fuisteis circuncidados, con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal en la circuncisión de Cristo. Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola del medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Seguramente cada uno de nosotros hemos visto en alguna oportunidad alguna película de tipo biográfico que nos cuenta la historia de algún personaje. Recordamos, por ejemplo, el Discurso del Rey o recordamos a Truman Capote, la historia de este hombre. A Gandhi. Quizás vimos Invictus, la historia de Nelson Mandela. Seguramente hemos visto Mar Adentro o Una Mente Maravillosa, El Pianista. Bueno, toda esta serie de películas que hablan sobre la historia de un personaje, son películas de tipo biográfico. Algunas incluso son inventadas, como Superman o como El Hombre Araña, también nos cuentan la historia de estos personajes. Los guionistas normalmente cuando desarrollan estas películas intentan resaltar o señalar la virtud que tienen estos hombres. o resaltar un hecho o una obra sobresaliente de ellos, o incluso intentan señalar o apuntar al carácter de estas personas, la inteligencia, la valentía, el altruismo, la capacidad de hacer negocios, la persistencia ante los problemas y la superación personal, la huella que estos hombres han dejado en la sociedad por desarrollar causas nobles. Reconocemos en esas películas todos estos elementos, pero también debemos decir que reconocemos en esas películas los vicios, las infidelidades, las mentiras, los engaños, los egoísmos, las vanidades, las rupturas familiares, los maltratos y en general todas las miserias que acompañan la vida de los hombres. Quisiera hacer una pregunta para dejarla allí y luego retomarla hacia el final del sermón. Una pregunta para cada uno de nosotros. Si viniera un productor de cine a tocar a nuestra puerta un día y nos dijera, bueno, quiero hacer una película de tu propia vida, evidentemente nosotros diríamos, pues, ¿qué tenemos que resaltar en nuestra vida? Pero si se diera este caso y nos invitara a hacer una película de nuestra vida, ¿Qué le pedirías a este guionista que enfatizara de tu vida y qué le dirías que escondiese de tu vida? Una pregunta que la dejamos allí abierta para responder un poco más adelante. Hay un gran sentido de falta de plenitud en la vida de las personas que se refleja de muchas maneras. con todos estos elementos que he estado comentando, con todas estas búsquedas que hace el ser humano, incluso aquellas en las cuales sobresalen las virtudes, las aparentes virtudes, las aparentes buenas obras de los hombres. Pero en todas ellas, en el fondo, lo que están mostrando es una profunda insatisfacción con sus propias vidas y con la sociedad en la que han vivido. La separación de Dios causada por el pecado nos lleva a esto, a frustrar de manera constante los esfuerzos que realizamos por alcanzar ese sentido de plenitud como seres humanos, a pesar de que es incesante nuestra búsqueda. Es una búsqueda infructuosa que ningún logro humano, llámese riqueza, llámese poder, llámese fama, llámese influencia social, llámese como se llame, puede llegar a satisfacer esa necesidad de plenitud que todos los seres humanos tenemos. Nuestra vida es como un gran puzzle con muchas piezas que intentamos hacer encajar a lo largo de nuestra vida. Es un puzzle del cual no conocemos la figura completa. Intentamos ir montando cada piecita, pero hay un desastre y es que nos faltan piezas y no logramos completar nunca ese puzzle por más esfuerzo que hagamos. Siempre nos faltan piezas, siempre tenemos que desmontarlo otra vez e intentar volverla a montar. Esa es la historia del hombre, ese esfuerzo continuo por montar el puzzle de su vida sin saber que le falta la gran pieza, Jesucristo. Este pasaje que hemos leído esta mañana aborda este tema y nos enseña cómo Cristo actúa para tratar con esa profunda insatisfacción que experimenta el ser humano alejado de Dios. Leamos nuevamente los versículos 9 y 10. Dice lo siguiente, en él, es decir, en Cristo, habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, es decir, toda la plenitud de Dios, y vosotros estáis completos en él, en Cristo. Y subrayo esa preciosa frase, vosotros estáis completos en él. Solo existe una persona que puede mostrar su biografía completa, con todos los detalles posibles, y que no tiene que editarse su vida, no tiene que borrarse ni tacharse ningún aspecto de su vida, no tiene que matizarse ningún elemento, no tiene que maquillarse absolutamente nada de su vida, no tiene que buscarse excusas para justificar ninguna situación particular. Es la vida de Cristo. Solamente la vida de Cristo. Una historia completa. Una historia perfecta. Una historia transparente, limpia, sin engaños ni hipocresías. Una historia sin rencores ni malicias. Incluso sus más íntimos pensamientos pueden mostrarse tal y como son. La historia de Cristo, queridos amigos y queridos hermanos, es la historia de Dios en su revelación hacia el hombre. Pero también es la historia del hombre reconciliado con Dios. Esa es la historia de Cristo. Y esa historia es la que permite a Pablo afirmar esa frase que he subrayado hace un momento. Vosotros estáis completos en Cristo. Es una frase sencilla, pero con un gran contenido. Vosotros estáis completos en Cristo. Cuando habla de vosotros, ¿a quién se refiere? Evidentemente tendríamos que ir hacia atrás y leer el primer versículo de esta carta para entender a quién se está refiriendo Pablo cuando enuncia esta frase. Es a aquellas personas a las que Pablo estaba hablando, a los santos y fieles en Cristo, dice ese primer versículo. A los santos y fieles en Cristo, Pablo les dice, vosotros estáis completos en Cristo. Queridos hermanos que hoy estáis testificando a través del bautismo, vuestro arrepentimiento y vuestra fe en Cristo, Obedeciendo esta ordenanza de nuestro Señor, el Señor os dice a vosotros, vosotros estáis completos en Cristo. Querida Iglesia, queridos hermanos que estáis aquí sentados disfrutando con gozo de este culto tan precioso, tan especial, que estáis maravillados de la forma en que Dios sigue salvando pecadores, de la forma en que Él sigue llamando a los perdidos y causando en ellos ese arrepentimiento profundo de sus pecados y proveyéndoles esa fe salvadora. Esa fe que también ha puesto en nuestro corazón, en el corazón de cada uno de nosotros. El Señor también nos dice a nosotros, vosotros estáis completos en Cristo. Pero también es mi deber decir que esta afirmación conlleva a otra cara de la verdad para los que no han conocido el Evangelio, aquellos que no han entendido el verdadero significado de la vida y de la obra de Cristo, Dios hecho hombre. Emmanuel, Dios con nosotros, que habitó entre nosotros y que se humilló a sí mismo hasta la muerte y la muerte de cruz y que fue levantado posteriormente de la tumba en victoria. Si estás en tal situación, es mi deber decirte, tú no estás completo porque estás alejado de Cristo. En ese estado, tu pecado no ha sido perdonado. No podrás nunca encontrar la plenitud que tanto anhelas aunque lo intentes hallar de mil y una maneras diferentes de Cristo mismo. Esa ha sido la realidad de muchos personajes de la historia. Personajes famosos, muy conocidos, con mucha brillantez en su conocimiento, en su inteligencia. Por ejemplo, ¿cómo no recordar las frases de Stephen Hawking, aquel físico famoso? Cuando le hicieron una entrevista señaló que teme por el futuro de la humanidad, pero que no sería necesario invocar a Dios. Tiene ese gran temor en su corazón y lo confiesa. Temo por el futuro de la humanidad, pero no quiero para nada acercarme a Dios. No quiero invocar a Dios, es lo que está confesando este hombre. También recordar las frases de Federico Nietzsche. Aquel filósofo, quizás el más influyente de la historia, en un libro que se titula Mi hermana y yo, un libro que fue publicado después de su muerte, dice lo siguiente, ¿Estás muerto Dios? ¿Qué sucederá si me encuentro cara a cara con él, yo que construí mi vida en la roca de la incredulidad? ¿Cómo les parece esta frase? Una frase que denota esa profunda necesidad que tenía este hombre también. A pesar de negar constante y permanentemente a Dios, hace estas preguntas. ¿Qué sucederá si me encuentro cara a cara con él? Yo que he construido mi vida en la roca de la incredulidad. Estar completos en Cristo tiene un profundo significado para el cristiano porque tiene que ver con nuestra unidad con Cristo. Que todo lo que aplicó a Cristo aplica al creyente porque nos ha hecho uno con él. Se trata entonces de una unidad representativa. Cristo nos representa. Y Pablo lo explica a través de tres afirmaciones que hace en los siguientes versículos. Leamos el versículo 11. Dice la palabra, en él también fuiste y circuncidados con circuncisión no hecha mano al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal en la circuncisión de Cristo. Hemos sido despojados de nuestra naturaleza pecaminosa, está diciendo Pablo. No es una afirmación que se limite a los aspectos meramente de tipo moral de nuestros corazones, no se refiere solamente a nuestra conducta. Es una transformación mucho más profunda. Es una transformación radical que sólo puede realizar el propio Señor en nuestro corazón. Es una operación no hecha por mano de hombre, sino con el bisturí de Dios que cambia nuestra naturaleza pecaminosa por una naturaleza que ama a Dios. Lo hemos escuchado en los testimonios de los hermanos que han comentado hoy. Y hemos visto cómo el Señor ha abierto ese corazón con su bisturí precioso y ha cambiado ese corazón que antes era de piedra, un corazón endurecido, que no quería escuchar a Dios, que se rebelaba contra Él. Y el Señor ha cambiado ese corazón y ha puesto un corazón vivo, un corazón capaz de escuchar su voz. un corazón capaz de entender el evangelio y de acudir en arrepentimiento a los pedidos de Cristo. Esa es la cirugía que Dios ha hecho en el corazón de estos hermanos. Dios hace eso, hermanos. Dios hace eso, amigos. Cambia el corazón de piedra y pone un corazón de carne, un corazón vivo. Un corazón que ama la santidad de Dios y que desea seguirle y servirle. Y que nos permite a todos los que aceptamos esa realidad de nuestro corazón, permite llamarnos pueblo de Dios. No por una señal externa que se haya practicado en nosotros, sino por ese cambio radical en la naturaleza que Dios ha efectuado en nuestros propios corazones. Es en un sentido espiritual. A esta transformación la Biblia la llama el nuevo nacimiento. Hace una segunda afirmación el apóstol allí al principio del versículo 12. Dice esa primera parte, sepultados con él en el bautismo. Con Cristo también fuimos sepultados. Hay una traducción que dice textualmente cosepultados con Cristo. Y el bautismo lo que hace es ilustrar ese hecho extraordinario. Hemos muerto con Cristo la muerte del pecador y nuestra naturaleza vieja y pecaminosa es sepultada con Cristo. Y cuando hablamos de estar sepultada es que se pone un sello garantizando la muerte de nuestra naturaleza pecaminosa porque eso es el sepulcro, un sello de la muerte. Cristo nos representó en la cruz y murió representándonos y por ello en su sepultura también estamos representados por él. El bautismo es muy significativo para los cristianos, para el creyente, porque por el bautismo declaramos públicamente que hemos muerto y que somos sepultados con Cristo. Los hermanos que hoy se bautizan hacen público ese testimonio en sus propias vidas de creer que la muerte de Cristo los representa a él, que Cristo murió por ellos. Por lo tanto, la muerte de Cristo y su sepultura es de ellos y es para ellos. Eso están testificando estos hermanos hoy. Y la segunda parte de este versículo 12 dice, en el cual, es decir, en el bautismo, fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. En su resurrección también somos nosotros resucitados, los creyentes. Somos levantados, despojados ya de nuestra condición de maldición por causa del pecado para volver a vivir. Somos co-levantados, dice otra traducción. Cristo cuando se levanta de la tumba también nos representa, nos da una vida nueva. No somos representados en la muerte y la sepultura de Cristo para permanecer muertos, sino para ser resucitados con Él. Tal como dice el hermano Charles Spurgeon. Ser sepultados juntamente con Cristo. ¿Para qué? ¿Para morir para siempre? No, sino para que por medio de llegar donde Cristo está, ustedes puedan ir donde Cristo va. Nunca mejor dicho. La resurrección tiene un glorioso significado. Nos habla de nuestra esperanza de vida eterna sustentando nuestra fe en hechos reales. En que Cristo se levantó de la tumba. Que la tumba está vacía. Y hoy recordamos ese extraordinario hecho. Cristo vive. Estos hermanos con su bautismo nos dicen hoy, tenemos la certeza de una vida eterna con Cristo. Porque él se levantó de la tumba, nosotros nos levantamos con él. Eso dicen nuestros hermanos hoy que vienen a las aguas del bautismo. Para Paolo y para nosotros los creyentes, el bautismo es una manera de afirmar la muerte, la vieja manera de vivir, esa antigua naturaleza que teníamos antes, y también de afirmar la libertad de la nueva vida para servir a Dios por la eternidad, encontrando en esa manera de vivir el verdadero significado para nuestra vida. El verdadero significado de aquellas preciosas palabras que anunciábamos hace un momento. Vosotros estáis completos en él. El bautismo, insisto, no es un acto milagroso, ni mágico, ni nada parecido a partir del cual nuestra vida se ha convertido en algo extraordinario. Eso no es el bautismo. Es la representación de algo extraordinario que Dios ya ha hecho en nuestro corazón. En los corazones de estos hermanos, que Cristo los ha unido a sí mismo por medio de ese nuevo nacimiento, y que en su muerte los ha representado, y que en tal situación descansa toda su confianza. Vuelvo a citar a Spurgeon, no somos bautizados en su ejemplo o en su vida, sino somos bautizados en su muerte. Morimos al pecado con Cristo. De esa misma manera, nuestra esperanza como creyentes descansa en su resurrección porque en ella también somos representados por Cristo. El versículo 13 explica de qué manera nos ha dado vida juntamente con Él. Al final de este versículo dice, perdonando todos, oígase bien, todos nuestros pecados, perdonando todos nuestros pecados. ¿Significa esto que Dios hace la vista gorda para no ver los pecados? ¿Significa esto que Él cambió de opinión y que ahora no ve el pecado como una terrible ofensa contra su santidad? No, no significa eso. Si fuese de esa manera estaríamos frente a un Dios injusto. Pero Dios es justo y Él no cambia su carácter. La forma en que Él ha perdonado todos nuestros pecados lo explica en el versículo 14. dice, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de medio y clavándola en la cruz. Hace referencia a un acta de decretos, a un escrito que había contra nosotros, a una acusación legal que pesaba sobre nuestro corazón, a una deuda que habíamos contraído con Dios. Había un acta de decretos que nos era contraria. Un acta de decretos donde estaban escritos todos y cada uno de nuestros pecados, todos y cada uno de nuestros pensamientos que eran contrarios contra Dios. Cristo anuló el acta de decretos que había sido firmada contra nosotros. Pagó una deuda que nosotros nunca podríamos pagar. Y no la apagó cogiendo la hoja de lacta de decretos y arrojándola en el cesto de la basura. No lo hizo así. Él no hizo la vista gorda contra el pecado. Dios no se olvidó sencillamente de que la habíamos ofendido y que le seguimos ofendiendo constantemente con nuestros pecados y con nuestra maldad. ¿Pero qué hizo con ella entonces? La clavó en la cruz. Cristo se hizo pecado por nosotros. Siendo santo, asumió la ira de su Padre. Y cuando Cristo fue crucificado en la cruz, Cristo se convirtió en pecado y el acta de decretos que había contra nosotros fue clavada en la cruz del Calvario. No alcanzamos a entender, porque nuestra mente es limitada, el gran significado que tiene este hecho tan extraordinario. Cristo ha clavado el acta de los pecados que había escrito contra nosotros, una acusación legal sobre la cual había una sentencia y una sentencia de muerte. Todos nosotros estábamos en el corredor de la muerte y era un acta sellada que pesaba contra nosotros. Y Cristo nos sacó del corredor de la muerte y Él se puso en el corredor de la muerte y no solamente en el corredor de la muerte sino que realmente fue y murió. porque no hubo indulgencia de parte del Padre. El Padre apartó su mirada de Cristo porque estaba representando nuestros pecados allí en la Cruz del Calvario. ¿No les parece extraordinario ese acto de amor de parte de Dios? La Cruz de Cristo es un símbolo de derrota. El pecado ha sido castigado por la ira de Dios. Ha sido derrotado. El pecado ha muerto. La muerte de Cristo, nuestra sustitución, tiene ese profundo significado para el creyente. Cuando abrazamos a Cristo, nosotros, pecadores, morimos con Él. Y nuestro pecado, nuestra gran deuda, es cancelada. Ese acta de decretos es anulada. La cruz vacía es un símbolo de victoria. Cristo ha resucitado, hermanos, victorioso sobre el postre del enemigo que es la muerte. Y al estar abrazados con Cristo, nosotros también nos levantamos con Él en victoria. Tenemos vida nueva. Eso es lo que hoy podemos contemplar con el bautismo de estos queridos hermanos. Un cuadro, una pintura representativa del Evangelio. Un cuadro que nos está recordando a Cristo muriendo en la Cruz del Calvario y nosotros unidos a Él muriendo la muerte del pecador. Pero también un cuadro que nos muestra la victoria de Cristo levantado en vida y nosotros también abrazados a Él, resucitados para vida eterna. Estimados amigos, un día de estos todos compareceremos ante el tribunal de Dios porque habrá un juicio. Dios ha puesto un sentido de eternidad en el corazón de todo ser humano y aunque tú te empeñes en afirmar que no crees en la vida después de la muerte, en tu corazón sabes que es así, que hay un futuro, que hay un mañana, que hay una realidad después de la muerte. Esto no es un cuento que nos hayamos inventado los cristianos. Es una verdad que Dios ha impreso en el corazón de todo ser humano. Recordamos las palabras de Nietzsche. ¿Está muerto Dios? ¿Qué sucederá si me encuentro cara a cara con él, yo que construí mi vida en la roca de la incredulidad? ¿Sobre qué roca estás construyendo tu vida? ¿Sobre la roca de la incredulidad o sobre la roca firme que es Jesucristo? ¿Te has preguntado alguna vez cuál va a ser tu argumentación delante de Dios en aquel día del juicio? Si al llegar delante de Dios vieras la película de tu vida, y aquí retomo la idea inicial, retomas tu película, la película de tu vida y no la puedes editar, no puedes borrar absolutamente nada de ella, ¿qué verías? Quizás tú te puedas escudar diciendo, bueno, Dios va a ver que he sido una buena persona, que no he matado a nadie, que no le he hecho daño a ninguna persona, no he robado, no he cometido ningún crimen, pero déjame decirte que en esa película también aparecerán tus miserias, aparecerán tus palabras necias, aparecerán tus malos pensamientos, tus actitudes rebeldes, tus envidias, tus traiciones, tu orgullo, las tantas veces que has lastimado a los demás y las muchas que pudiste escoger servir y hacer el bien pero escogiste el mal, allí aparecerán en esa película. ¿Verías allí tu mente hostil hacia Dios? ¿Te verías allí junto a la cruz sumado a la horda de gente gritando y maldiciendo al Hijo de Dios? ¿Escucharías la lectura del acta de decretos que hay contra ti y el veredicto del juez? ¿Mi ira está sobre ti? ¿Eres culpable? Tú has escuchado el glorioso Evangelio de Cristo. Es verdad que yo no te puedo convencer, pero Cristo sí. Si tu corazón cae rendido a los pies de Cristo en arrepentimiento y en fe, si crees que Cristo te sustituyó en la cruz y pagó allí el precio de la ira de Dios contra ti, entonces podrás estar confiado en la promesa de Cristo que Él clavó, esa acta de decretos que había contra ti, la clavó en la cruz. Esa acta de decretos que atestiguaba tu culpabilidad ha sido anulada por Cristo y por su gracia. Si Dios pusiera un vídeo de tu vida, solo entonces verías las buenas obras que Él puso delante de ti para que las hicieras. Las partes malas habrían desaparecido. Se han hundido en el océano más profundo. Y si preguntas a Dios qué ha pasado con aquellos elementos malos de tu vida, Él te respondería, si tú estás escudado detrás de Cristo, no me acuerdo de ellas. Mi hijo las anuló en la cruz del Calvario. Conviene, querido amigo, que te preguntes en qué historia de vida te apoyarás para argumentar delante del gran juez. ¿Te apoyarás en tu propia historia, en tu propia película, vista minuto a minuto, segundo a segundo a lo largo de tu historia, de tu vida? ¿O te apoyarás en la historia de Cristo? ¿Cuál de las dos será suficientemente buena y santa para merecer la aprobación de Dios? ¿Te has preguntado esto? ¿Estás dispuesto a confiar en tu propia historia para definir tu destino eterno? Tú sabes cuál es la respuesta. Así que, ¿por qué no volver corriendo a los pies de Cristo? ¿Por qué no venir corriendo a su cruz para confiar plenamente en su historia, en su vida, en su muerte y en su resurrección? ¿Por qué no acudir a Él y exclamar con gran voz, Señor clava mi historia en tu cruz, anula el acta de los decretos que había contra mí y clávala allí En la Cruz del Calvario, por favor, anula por completo y de forma definitiva el acta de tus decretos contra mí. Ese es el Evangelio, hermanos. Hoy está representado a través del bautismo de nuestros hermanos que vienen a las aguas justamente a testificar que Dios ha hecho eso con su historia. y que ahora cuando se presenten delante del Gran Juez va a ser presentada la historia de Cristo y ellos van a estar representados en esa historia. Y esa es la firmeza que ellos tienen y que han testificado verbalmente y ahora lo harán públicamente a través del bautismo. Nos gozamos con ellos de que se sumen al Pueblo del Señor y que sus decretos como los nuestros estén clavados en la Cruz del Calvario. ¿Te sumarás tú también, querido amigo? Oremos al Señor. Padre, la obra de Cristo en la cruz del Calvario es sin igual, es extraordinaria. No es solamente un elemento de la historia de la humanidad, es la historia de la salvación del hombre, la historia de Cristo, de su vida, perfecta en todos los sentidos. De él entregándose a sí mismo para morir en la cruz del Calvario, llevando sobre sus hombros el acta de decretos que pesaba sobre nosotros y clavándola en la cruz. Oh Señor, tanta bondad, nos humilla Padre. Por eso caemos de rodillas delante de ti, para expresarte nuestra gratitud y decirte, Señor, tu salvación es extraordinaria, es maravillosa. Sigue orando, oh Padre. Sigue atrayendo a pecadores a la cruz de Cristo. Sigue transformando vidas. Sigue, Señor, abrazando, permitiendo que otros te abracen, abracen la cruz de Cristo, oh Dios, y atrayéndolos hacia tu Hijo para que mueran con Él la muerte del pecador y vivan la vida de salvación en Cristo. En su nombre oramos. Amén.
Plenitud en Cristo
Sermon ID | 41817423223 |
Duration | 33:33 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Colossians 2:9-15 |
Language | Spanish |
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