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hermanos este si no sólo les quiero pedir que sigan orando por cada uno de nosotros los del comité todo el comité yo sé que han estado orando necesitamos que pues seguir trabajando y orar los unos por los otros para que dios en su gran amor en su gran misericordia pues nos envíe al siervo que él tiene preparado para este lugar amén hermano voy a suplicarle que puestos en pie. Vamos a leer un pasaje de la Palabra de Dios. Busquemos, hermanos, Primera de Corintios, capítulo 6, versos 9 y 10. Primera de Corintios, capítulo 6, versos 6, perdón, versos 9 y 10. ¿Lo tienen hermanos? Creo que quiero que por favor todos leamos estos dos versos en primera de Corintios capítulo 6, versos del 9 al 10. Amén. Dice la palabra de Dios, pero vosotros hacéis la injuria, oh perdón, no 9, no sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios, no erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los ávaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios. Vamos a orar. Padre, gracias. Gracias, te damos por este momento que nos das de poder exponer tu palabra, Señor. Gracias, porque sabemos que tú estás en medio nuestro. en esta noche padre venimos confiando en ti que tú nos hablarás quítame de en medio y que sea tu palabra la que hable por mi señor gracias porque sabemos que sin ti nada somos que debemos depender completamente de ti señor quita todo temor y ayúdanos bendice cada hermano cada persona que nos visita señor y si hay alguien que en esta mañana no te conoce que este día sea su día de salvación gracias porque Sabemos que podemos confiar en ti. En Cristo Jesús oramos y las gracias te damos. Amén. Pueden sentarse hermanos. El tema del mensaje de esta mañana es rescatados por su sangre. Rescatados por su sangre. Pero hermanos, definitivamente no hay nada más difíciles. Cosas más difíciles que pasan en este mundo. y sin querer nos damos cuenta de muchas cosas que a día no a diario pero que frecuentemente han pasado en la vida en lo cotidiano y si es duro cuando miramos cuando suceden cosas inesperadas y hay muertes o tal vez hay probabilidades de personas de muertes. Y me estoy refiriendo cuando suceden los secuestros. Ustedes y yo hemos escuchado, hemos oído la noticia y hemos visto cuántos secuestros han habido. Es de los que nos acordamos y de los que escuchamos y hay otros, hay muchos que tal vez no salen en la noticia, pero hay tantos secuestros y lo más triste es, hermano, lo duro es, cuando estos rehenes están ahí, no porque ellos quieren. No porque ellos quieren estar ahí. Alguien los secuestró por cualquier motivo. Hay tantos secuestros hoy en día que pueden ser por religión, pueden ser por política, por dinero, por cambio de prisioneros. Hay tantos secuestros. Hemos visto cómo han secuestrado embajadas, cómo han secuestrado aviones. Y es triste, es triste que aquellas personas que las toman como rehenes y se encuentren en esa situación. Simple y sencillamente porque alguien o un grupo terrorista o como desea o por dinero se les ocurrió secuestrar un avión, secuestrar un vagabundo, secuestrar personas. Yo sé que nadie quiere estar en esa situación. Ninguno de nosotros queremos estar en esa situación. A nadie de nosotros nos gustaría que nos secuestraran. No sé si algún familiar suyo o lo han secuestrado, pero es duro, es duro realmente encontrarse en esta situación. Y con el transcurrido del tiempo hemos visto en las noticias cuántos secuestros han ocurrido. Y para rescatar a esos rehenes, tiene que haber una preparación. No van a rescatar a unas personas, a unos rehenes, sin prepararse. No van a decir, agarramos, ven tú, ven, ven tú, vamos. No. tienen que planificar, tienen que hacer algo bien planeado. ¿Para qué? Para que la operación sea un éxito. Porque si se hace un rescate, podemos decir a la locura, tanto los secuestradores como los rehenes pueden morir. Y ese no es el propósito de preparar un rescate para liberar a los rehenes. El propósito es que todos salgan con vida. Y si nos vamos a la noticia, podemos ver de los secuestros más interesantes, más exitosos. Hay muchos, pero les voy a mencionar unos dos, tres, cuatro. Está el secuestro que hubo en un avión en Uganda, donde 92 judíos fueron secuestrados en la ciudad de Entebbe, donde los secuestraron, los llevaron, querían cambios de prisioneros, querían otras cosas, y el ejército israelí, que tiene un grupo especial, creo llamado el Mossad, se prepararon, tuvieron que viajar más de 4.000 millas para ir a rescatar. No solo viajaron, sino que lo planificaron, el rescate. Fueron y rescataron los 92. Eran 106, pero los 92 eran judíos. Y podemos ver el éxito que tuvo esa operación, la operación en Tebe, en Uganda. También podemos hablar de la operación Nimrod, en Inglaterra, donde 27 iraníes también fueron secuestrados en la embajada en Inglaterra. También fueron liberados. Fue un rescate exitoso. Todos salieron ilesos, no hubo muertes. Está el rescate que hubo en Perú, en la Embajada de Japón, donde en una reunión social tenían, al principio eran 800 personas y dejaron ir a las mujeres, los niños, y entre esas personas que dejaron hasta después los secuestradores, se vinieron a dar cuenta que una de las personas que habían dejado ir en ese tiempo era la madre del presidente Alberto Fujimoro, que se hubieran dado cuenta, no la dejan ir. Pero con el tiempo, duró casi un mes, quedaron 72 rehenes. El ejército de Perú hizo una operación exitosa. Murió un rehen, lastimosamente, pero murieron unos 14 terroristas. Y todavía hay una demanda contra el cuerpo militar de Perú porque dicen que mataron un terrorista a sangre fría. También, hermanos, está hace poco la operación Jaque. muchos de nosotros nos recordamos que fue hace poco, ya las anteriores tal vez ustedes ya no se acuerden, la que fue en Colombia cuando liberaron a 15 prisioneros, 15 rehenes, entre ellos que eran dos o tres norteamericanos y sin hacer un solo disparo. Pero todo ese rescate, hermanos, se hicieron con una precisión, fueron unos rescates exitosos, fueron unos rescates que se planificaron, Fueron unos rescates donde murieron personas, secuestradores. Pero en esta mañana, hermanos, no quiero hablarles de ese rescate. En esta mañana no quiero que nos enfoquemos en el rescate. Aunque el rescate en Uganda fue un éxito donde 92 personas fueron salvas, aunque el rescate en Operación Linrod, en Inglaterra, fueron 27 rehenes rescatados, aunque el rescate en Colombia fueron más de 72 rehenes y el rescate en Colombia fueron 15 y en Perú más de 72 personas fueron exitosos. Pero hermano, en esta mañana quiero que usted y yo entendamos que hay un rescate, ha habido un rescate más importante y ese rescate hermano no fue hecho por ningún ejército, ese rescate no fue hecho por ninguna fuerza especial Ese rescate no fue hecho ni por el Grupo Mosal de Israel, ni por los marines de los Estados Unidos, ni por el Grupo Delta. Ese rescate, hermano, fue hecho por nuestro Señor Jesucristo. Ese rescate nuestro Señor Jesucristo lo hizo en la Cruz del Calvario para salvarnos, para darnos vida eterna, para rescatarnos, para sacarnos de donde estábamos metidos. Y aquí en los versos que hemos leído, en Corintios 6, 9 y 10, dice la Palabra de Dios, no sabéis que los injustos no serán el reino de Dios. Pero miren cómo dice después, no erréis. No erréis. Como que dice, no te equivoques. Dice, ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adulteros, ni los afeminados, ni son los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los ávaros, ni los barachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios. Tal vez usted estará pensando, pues, viendo esa lista, ya no me salvé. Viendo esa lista, pues, ya no soy salvo. Viendo esa lista donde estamos, donde está tan especificado quiénes no heredarán el reino de Dios, tal vez usted pensará, pues, ya no soy salvo, ¿qué voy a hacer? Pienso que la mayoría de nosotros aquí hemos sido rescatados, estábamos rehenes al pecado, éramos esclavos del pecado, pero Cristo Jesús nos salvó. Cristo, Jesús nos salvó. Tal vez en esta mañana hayan personas aquí que todavía están rehenes del pecado. Está la famosa, no famosa sino la, el síndrome de Estocolmo, donde los secuestrados, los rehenes, se enamoran del secuestrador. Oye, hay una tan relación, tanto tiempo secuestrado que ya quieren estar secuestrados. Espero que eso en esta mañana, hermanos, cuando Cristo nos rescató, ese no sea nuestro sentir. Si Cristo nos rescató, si Él nos salvó, nosotros no tenemos que tener el síndrome de Estocolmo, estar todavía enamorados del pecado. Cuando Cristo Jesús vino a morir a la cruz del Calvario, lo rescató a usted y me rescató a mí. Nos hizo libres, nos sacó del cautiverio donde estábamos, nos salvó, nos trasladó a cierto lugar. y cada uno de nosotros debemos de estar agradecidos por lo que Él hizo en su vida y en mi vida. Han habido rescates importantes, han habido, pero este rescate ha sido el rescate más importante para la humanidad. Este rescate ha sido más importante. Usted dirá, yo ya no me salvé. Pero hay noticias para usted y para mí. Sí, podemos ser rescatados. Sí, no podemos seguir siendo esclavos del pecado. porque hay alguien que vino allá en la Cruz del Calvario y nos rescató. Tal vez usted y yo formábamos parte de esa lista de rehenes, de esclavos del pecado. O tal vez usted dirá, pues yo no, yo me salvé, porque yo no soy ningún fornicario, yo no soy ningún odólatra, yo no soy ningún ávaro, yo no soy ningún afeminado, yo no soy aquí, yo no soy allá. Yo no estoy en esa lista. Yo no necesito ser salvo. Yo no necesito ser rescatado. Pero déjame decirle que en esta lista que menciona el apóstol Pablo, también Nuestro Señor Jesucristo, en Mateo, en Juan, perdón, en Juan, si buscamos, Juan 8, 33 y 34. Tal vez usted estará pensando, yo no le hago daño a nadie, yo me porto bien, yo hago todo lo bueno, yo no necesito ser salvo, yo necesito rescatado. Pero mire lo que dice ahí en Juan 8, 33 y 34 dice, y respondieronle, simientes de Abraham somos y jamás servimos a nadie. ¿Cómo dices tú, seréis libres? Entonces, miren la respuesta que les da nuestro Señor Jesucristo. De cierto, de cierto, os digo que todo aquel... ¿Sí, hermano? Que hace pecado. ¿Qué es, hermano? Es siervo del pecado. Tal vez usted no esté en la primera lista. Pero allá en el Apocalipsis también, donde dice que ni los mentirosos heredarán el reino de los cielos. ¿Estamos en esas listas o estábamos en esa lista, hermano? Tal vez usted y yo no nos dimos cuenta que estábamos en esa lista. De una o de otra manera, nosotros estábamos incluidos en esa lista. Y sí, Él vino con Su gran amor y nos rescató. Y debemos estar agradecidos porque Él hizo a la Cruz del Carvario Tal vez usted podrá decir, yo no tengo, yo no hice todos esos grandes pecados capitales, por decirle así. Los mentirosos también es un pecado. A veces nos conformamos a decir una, como decimos nosotros, una mentira, una mentira piadosa, una mentira blanca. No sé cómo son las mentiras blancas, las mías son negras todas, pero a veces decimos eso, ¿no? Tengo que decir una mentira piadosa para portar la cosa. Y hermano, aunque no lo voy a justificar, pero hay mentiras, no me van a malinterpretar, pero a veces decimos una mentira para hacer algo bueno, hasta para hacer algo bueno hay mentiras a veces. A veces nos pedimos permiso de nuestro trabajo, cualquier cosa, tal vez tenemos un compromiso en la iglesia, no digo que es aquí, como dicen los pastores, Pero si vamos a ir a la iglesia, a veces en nuestros trabajos no se dan cuenta que somos cristianos. Necesito un permiso para... Tengo que ir a hacer un mandado. Tengo que hacer algo. Y no decimos, tengo que ir a la iglesia porque voy para la iglesia. Estamos mintiendo. Y es una mentira no buena, pero venimos para la casa de Dios, pero hay algo que nos dice no. No está bien. Hermanos, tengamos eso, que no hay mentiras, piadosas, ni mentiras, blancas. Y así, aparte, como les dije de esta lista que escribió el apóstol Pablo, donde dice todos los que no heredarán el reino de Dios, tal vez usted dirá, como dije al principio, yo no soy, yo no soy afeminado, yo no soy esto, yo no soy lo otro, yo no soy, pero somos esclavos del pecado. Usted y yo, hermano, ¿por qué somos esclavos? Porque nacimos, es nuestra naturaleza ser esclavos del pecado. Pero gracias a Dios que planificó, que planeó desde la creación del mundo el rescate para usted y para mí. El rescate para aquellas personas que aún no han conocido a nuestro Señor Jesucristo. Y ese rescate está vigente el día de hoy. El rescate de Uganda pasó, el rescate en Entebbe, el rescate en Colombia, en Inglaterra. Esos rescates fueron y pasaron. y están ahí en la historia. Pero ese rescate tan impresionante, tan maravilloso que hizo nuestro Señor Jesucristo en la Cruz del Calvario, estimado amigo, estimado hermano, ese rescate todavía está vigente. Ese rescate todavía está rescatando las almas del pecado que van rumbo al infierno. Y sólo Él lo puede hacer. Sólo Él lo puede hacer. Todos nosotros, hermanos, éramos rehenes del diablo, éramos rehenes del pecado. Éramos rehenos de los vicios, del odio, del sexo, de la pornografía. Y podemos decir, hermanos, éramos. ¿Por qué? Porque Cristo Jesús nos recató. Es la única confianza que tenemos porque Cristo Jesús nos recató. Y por eso ya no estamos en eso. Pero, amigo, si hay en esta noche, en esta mañana, perdón, ¿quieres ser recatado tú por nuestro Señor Jesucristo? Él te puede rescatar. No nos enamoremos del pecado y busquemos de Dios. Hermano, quiero que busquen en Pedro, por favor. Si buscamos Pedro, en primera de Pedro, el capítulo 1, y el verso 18 vamos a leer 18 19 y 20 dice la palabra de dios sabiendo dice que habéis sido rescatados en vuestra vana conversación la cual recibiste de vuestros padres no con cosas corruptibles como oro o plata sino con la sangre preciosa de cristo como de un cordero sin bancha y sin contaminación. Y dice, ya ordenado de antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los posprimeros tiempos por amor de vosotros. Ya dice el apóstol Pedro, dice, ustedes ya saben, ustedes fueron rescatados de una vida sin sentido, la cual, dice, heredaron de sus padres. Y que ese rescate dice que no se pagó con cosas corruptibles. No se pagó con oro y plata. Se pagó, dice, con la preciosa sangre de nuestro Señor Jesucristo, que dice que es sin mancha y sin contaminación, como la de un cordero. Que ya había sido, hermanos, ya había sido destinado antes de la fundación del mundo, antes de la creación. pero que se manifestó en estos últimos tiempos por amor a nosotros, por amor a cada uno de nosotros. Es cierto, Thomas Watson dijo una vez que grande fue la obra de la creación, y realmente tenía razón, fue grande la obra de la creación. Pero hermanos, es más grande la obra de la redención, es más grande la obra de la redención, porque con la creación solo bastó una palabra para que se formara la creación, una sola palabra, pero para la redención hubo derramamiento de sangre. Para la redención, Dios mostró su amor enviando a nuestro Señor Jesucristo a morir por usted y por mí en la Cruz del Calvario. Todo esto estaba planificado desde antes de la fundación del mundo. ¿Por qué? Porque Dios sabía lo que iba a pasar. Costó más redimirnos que crearnos. Costó más redimirnos que crearnos. En este pasaje sí podemos ver la palabra rescatar. Sería la palabra clave. Rescatar significa comprar la liberación pagando un rescate. O esta palabra también dice que era usada en el término de pagar dinero para comprar un nuevo prisionero. O así como nosotros pagamos cierta cantidad para que alguien sea libre, en aquel tiempo pagaban para comprar prisioneros. Pero ya Cristo Jesús pagó nuestra salvación. Tú y yo, hermanos, estamos bajo el juicio de Dios. Como dice en Ezequiel 18.4, el alma que pecare, esa morirá. Esa morirá. Él tuvo que morir por ti y por mí. Nadie, lo que dicen aquí, nadie puede hacer nada en ese decreto de Dios. El alma que pica es el mismo, es el comunidad. ¿Por qué? Porque Dios es el mismo de ayer, de hoy y de siempre. Muchas veces ustedes y yo escuchamos decir que estamos viviendo una nueva era, con nuevas ideas y nuevos valores, pero Dios no ha cambiado. Él es inmutable, Él es eterno, no cambia. No hay razón para que Dios cambie. porque Él conoce todo desde el principio. Cada usted y yo cuando nos levantamos por las mañanas, a veces si da tiempo, ¿qué es lo que hacemos? Prendemos la televisión. ¿Para qué? Bueno, espero que para ver la noticia, porque no hay soccer a esa hora. Y esperamos, pero Dios, Dios no tiene que enterarse de nada nuevo, hermanos. Él ya sabe lo que va a pasar en su vida y en mi vida. Él tiene control de todo porque Él es eterno, Él es inmutable. Él no tiene que enterarse. Cuando Adán y Eva pecaron en el paraíso, Él ya lo sabía. Por eso es que había planeado, Él había planificado todo desde la fundación del mundo para que hubiera alguien para rescatarnos. Él nos creó. ¿Qué cosa no? Él nos creó pero también tuvo que pagar un precio para salvarnos. somos criaturas de él, ahora somos hijos de Dios porque nos salvó, pero él tuvo que pagar un precio. ¿Y cuál fue ese precio, cuál fue ese rescate que Dios pagó para salvarnos? Hermano, Dios nos ama tanto a usted y a mí que envió a nuestro Señor Jesucristo a que muriera, pero no solamente a que muriera, sino que resucitara entre los muertos para poder rescatarnos, porque no nos valía nada si hubiera muerto. y ahí quedó todo, entonces no hubiera habido un rescate para nosotros. Pero él murió, fue sepultado, resucitó para rescatarnos de donde estábamos, de todos los vicios que teníamos en este mundo, todos los vicios que este mundo ofrece, ahí estaba usted y yo. Aunque usted diga que no tenía ningún de esos vicios, pero tal vez sentimos rencor, pecado, sentimos odio, pecado, mentimos, pecado. De una u otra manera ustedes y yo éramos esclavos del pecado. Porque nacimos en el pecado. Él nos amó tanto que dio a su propio hijo para que muriera. Así, hermanos, así de valiosos somos para él. Así nos amó él tanto para darnos la salvación. Ya no somos más rehenes del pecado. Y no tenemos que estar viviendo. Estamos en este mundo, pero somos separados para Dios. Dice el 20 que ya había sido destinado, dice, de antes que Dios creara el mundo, pero que se manifestó en los últimos tiempos por amor a nosotros. Nuestro Dios mandó, planeó mandar a su Hijo como Redentor encarnado desde la fundación del mundo. Y déjame decir, hermano, la muerte de nuestro Señor Jesucristo no fue un accidente. No fue ningún accidente. Dios no se asombró cuando Adán y Eva pecaron. Él no trató de arreglar las cosas al instante como a veces usted y yo hacemos, que si hay algo malo al instante tratamos de arreglar las cosas. Desde antes, él ya había planeado desde la caída de Adán, aún él ya había determinado mandar a su hijo. Desde la perspectiva humana, hermanos, viéndolo humanamente, usted y yo podemos decir, y si hemos escuchado decir, cuando le preguntamos a alguien o dicen que Nuestro Señor Jesucristo fue asesinado, dicen los judíos lo mataron, eso no es así, estamos seguros que no fue así, estamos seguros que Él se entregó por amar a usted y por a mí, por amor a mí. Pero hermanos, pero de la perspectiva divina, Él dio Su vida por nosotros. Si nos vamos allá a Génesis 22.7, ¿qué nos dice en Génesis 22.7? Cuando Isaac le pregunta a su padre Abraham, padre, ¿dónde está el cordero para el holocausto? ¿Dónde está el cordero para el sacrificio? Cuando Dios demandó a su hijo que lo sacrificara. Muchos años después, muchos años después, en Juan 1.29, Juan el Bautista dio la respuesta. Cuando nos trajeron Jesucristo, yo iba hacia él para que lo bautizara. ¿Qué fue lo que dijo Juan el Bautista? He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. He aquí quien nos va a salvar. He aquí quien nos va a recatar de ser rehenes. Es aquí el que nos va a liberar. Y es esa confianza que debemos de tener usted y yo. Es esa confianza que debemos tener usted y yo. por eso en el libro de apocalipsis dice que hay un canto dice los ángeles cantando digno es el cordero que inmolado es y sólo él es digno hermanos de toda la avanza y toda gloria hermanos déjame decirte que la muerte de nuestro señor jesucristo fue necesaria para rescatarnos para no seguir siendo nosotros rehenes miremos segunda primera de timoteo por favor hermanos primera de timoteo primera de timoteo 2 5 y 6 nos dice la palabra de dios porque hay un dios a sí mismo un mediador entre dios y los hombres quién es hermanos jesucristo hombre el cual dice que se dio a sí mismo el cual se dio a sí mismo en precio del rescate por todos para testimonio en estos tiempos, para testimonio de estos tiempos. Sin su rescate, hermanos, sin su muerte, sin su redención, no habría un mediador entre Dios y el hombre, entre Dios santo y el hombre pecaminoso. Nuestro pecado no había, no hubiera un mediador entre Dios y el hombre, pero él tuvo que venir para servir de mediador entre usted y yo como pecadores ante un Dios santo. que su muerte fue necesaria. También, hermanos, su muerte fue suficiente. No hay nada más. La muerte de nuestro Señor Jesucristo fue suficiente para rescatarnos, para no seguir siendo rehenes del pecado. Si miramos en 1 de Juan, capítulo 1, versículos 1 y 2. 1 de Juan 2, versos 1 y 2. Dice la palabra de Dios. Amén, lo han encontrado, hermanos. 1 de Juan Capítulo 2, versos del 1 al 2. Ahí también podemos ver que la muerte de nuestro Señor Jesucristo fue suficiente. Porque dice, dijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis, y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre a Jesucristo el Hijo. Y el 2 hermano dice, y Él es la propiciación de nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por lo de todo el mundo, sino también por lo de todo el mundo. No se requiere nada más. Con la muerte de nuestro Señor Jesucristo fue suficiente porque en la cruz del Calvario Él pagó nuestro rescate. En la cruz del Calvario Él hizo todo posible para redimirnos del pecado, para que usted y yo un día podamos gozar de la vida eterna. Vamos a hacerlo. Tenemos la seguridad porque Él ya lo hizo todo. No necesitamos nada más que hacer. Usted y yo no podemos hacer absolutamente para ser salvos. Usted y yo no podemos hacer absolutamente nada para salvar a otros porque Cristo lo hizo todo en la cruz del Capario. Si usted, lo único que nosotros podemos hacer es que si usted fue rescatado, si yo fui rescatado, usted y yo tenemos responsabilidad de rescatar a otros. para donde están yendo. ¿Y cómo es posible eso? Ahí sí usted puede hacerlo, afuera. Hablarle aquí a otras personas, de que el que nos rescató a nosotros, de donde estábamos, del lado fonganoso, de donde estábamos en pecado, en vicios, también lo puede rescatar. Y no sólo por sacarlo del vicio, sino para darles la vida eterna, para sacarlos a donde van directamente, sacarlos del infierno. Porque el rescate está vigente. El rescate que hizo nuestro Señor Jesucristo muchos años atrás. Hermanos, ese rescate está vigente. Y cada día salva. Ese rescate no fue como que se hizo en esos secuestros que han habido donde salvaron cien. Este rescate no ha salvado a cienes, no ha salvado a miles, ha salvado a millones de personas que íbamos, usted y yo, íbamos derecho al infierno, pero él nos rescató. Y así como nos rescató, él puede rescatar a aquellas personas que no lo tienen. Hermano, pero así como la muerte de nuestro Señor Jesucristo fue necesaria, así como la muerte de nuestro Señor Jesucristo fue suficiente, también su muerte fue definitiva. Su muerte fue definitiva. En Juan, hermanos, 19, 30. Juan, capítulo 19, y el verso 30. nos dice la palabra de Dios hermanos Juan 19 y el 30 amén dice y como Jesús tomó el vinagre dijo consumado es consumado es aquí yo vengo a rescatarlos él nos rescató Con su muerte en la cruz del Calvario, cuando pronunció esas palabras definitivamente, él con toda seguridad pudo decir que nos rescató a donde íbamos. Y debemos estar agradecidos. No sé cuántas personas aquí estarán o estaremos agradecidos por lo que Dios hizo. Yo espero que todos, que la mayoría, estemos agradecidos por lo que Él hizo para salvarnos a donde íbamos. Un día, usted y yo vamos a estar ante el Tribunal de Cristo. Y por eso que él hizo, vamos a estar, pero diferentes. Podemos, hermanos, lo comenté, lo prediqué ya casi un año, a las seis de la mañana, esto dice esta ilustración, podemos imaginarnos cuando estemos ante el Tribunal de Cristo, el Padre y el Hijo sentados. viene uno o dos ángeles con un libro abierto se lo ponen enfrente y empieza el padre a leer y diga Raúl Boadía tú hiciste esto, tú hiciste este pecado, tú hiciste este pecado, tú hiciste este pecado, tú hiciste este pecado y este yo creo que no va a ser un libro para mí va a ser muchos y entonces va a seguir y se levante nuestro señor Jesucristo y diga Padre, Padre, con mi sangre yo lo rescaté, con mi sangre yo lo salvé, con mi sangre yo lo lavé. No será eso glorioso cuando ir al Padre y decir, buen siervo fiel, un poco me has sido fiel en mucho tiempo, entra en el gozo de tu Señor. Hermano, eso va a ser para usted también. Tengamos la seguridad. Si usted está aquí inseguro, de que cuando estemos ante el tribunal de cristo usted cree que no va a ser salvo entonces este es el momento si no está seguro espero que todos los que estemos aquí la mayor parte estemos seguros de que hemos sido rescatados por nuestro señor jesucristo hemos sido rescatados por él pero hermanos volviendo a primera de corintios no creo que dejemos ahí volviendo a primera de corintios el capítulo 6 primero primera de corintios capítulo 6 lo tienen hermanos sigamos en el ahí mismo dice que todo lo que nos hacíamos lo que éramos pero miren hermanos el versículo 11 como les digo dice el versículo 11 y esto dice erais algunos esto era usted y esto era yo Era, dice la palabra, era, porque ya fuimos recatados. Dice, más ya sois lavados, ya sois santificados, ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios. Hermano, cuando Él nos recató, Él nos dice que nos tuvo que lavar, nos tuvo que santificar y nos tuvo que justificar. Hay esas palabras de santo y hay muchos que no cuadran especialmente a aquellas personas que no conocen a Cristo Jesús. Pero si vemos primeramente, el primer elemento dice que nos lavó. Que nos lavó. Tenemos que entender hermano que el pecado, la suciedad, la sociedad puede salir con cualquier detergente. Hay tanto líquido hoy en día. Si le pregunto a cada hermano de acá, ¿quién me va a dar el nombre de su jabón preferido? De su detergente preferido para quitar manchas, para lavar platos, para esto. Cada quien tiene diferente. Pero la mancha de su pecado y la mancha de mi pecado no se quita con ningún detergente. La mancha de nuestros pecados, hermanos, ningún detergente la puede quitar. No importa cuántas veces mostremos, perdonen la palabra, religiosidad. Porque hay mucha gente que hoy en día a veces lo que muestra es religiosidad. Y eso no va a quitar la mancha de nuestros pecados. la mancha de nuestros pecados, es imposible de quitarla por medios humanos, por detergentes. En Jeremías, hermanos, ahí vamos a ver un verso, Jeremías 22, 2, permón, Jeremías 2, y el verso 22 nos dice la palabra de Dios, dice Aunque te laves, dice, con lejía y a montones jabón sobre ti, tu pecado está sellado delante de mí, dice el Señor Jehová. No importa lo que nosotros queramos hacer, si pensamos que nos vamos a limpiar, que nos vamos a lavar poniendo un montón de jabón en nuestro cuerpo, nuestras cabezas, no es de esa manera. En que podemos, nuestro pecado puede ser lavado. Pero hermanos, lo que era imposible para el hombre Dios lo hizo posible, pagando el rescate. ¿Y cuál fue ese rescate? Nuestro Señor Jesucristo. Lo que nadie puede hacer, lo que nadie podía hacer, sólo hubo una persona que lo pudo hacer. Y a Él es que le debemos toda honra y toda gloria. Ese fue nuestro Señor Jesucristo en la cruz del Calvario, la abono todos nuestros pecados. En primera de Juan, capítulo 1, primera de Juan, capítulo 1 hermanos el 7 y el 9 dice la palabra de dios más si andamos en luz como él está en luz tenemos comunión entre nosotros y la sangre de jesucristo su hijo nos limpia de todo pecado si dijéremos que no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros Pero dice, si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados y nos limpie de toda maldad. No podemos decir, no podíamos decir que no teníamos que ser recatados. Si lo pensamos alguna vez, estábamos equivocados. Si necesitábamos que Él nos recatara, si necesitábamos confesar nuestros pecados, para que Él pudiera lavarnos, para que Él pudiera limpiarnos. Como les dije, la lejilla es un líquido bastante fuerte comparado con el cloro, pero ni eso podría limpiar nuestro pecado, únicamente la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Para ser rescatados, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo, únicamente usted y yo teníamos o teníamos que reconocer que éramos pecadores. Somos pecadores con una diferencia lavados con su preciosa sangre. Pero si no queremos reconocer, amigo, que usted es un pecador, Dios no puede forzarlo. Usted sigue siendo rehén del pecado. Usted sigue siendo esclavo del vicio, de cualquier otra cosa que usted ama en este mundo. Cuando reconocemos nuestro pecado, cuando reconocemos nuestras iniquidades, el Señor es cuando nos limpia de todo pecado. No hay un pecado, hermanos, no hay un pecado aquí que la sangre de nuestro Señor Jesucristo no pueda limpiar. no pueda borrar ningún pecado por muy malo que hayamos sido usted y yo la sangre de nuestro señor Jesucristo borra cada uno de nuestros pecados porque la sangre de nuestro señor Jesucristo es sin mancha no es contaminada y es efectiva es efectiva no pensemos que él no puede en la cruz del calvario él lo pudo en la cruz del calvario primeramente hermanos miramos que él nos lavó Tuvo que lavarnos, al rescatarnos tuvo que lavarnos, nos tuvo que limpiar para que fuéramos una nueva criatura. El segundo paso, hermano, también es que dice ahí que nos santificó. Como les dije, la palabra santificación no es de una manera religiosa. A veces pensamos que santificar significa andar, encerrarse en un cuarto, no hacer nada, no mirar televisión, No salir, no reír, no gozar. Estar así. Pensamos que con eso nos estamos santificando. Y eso no es, hermanos. Cuando venimos a Él, Él nos hace santos. Cuando un rehén es recatado, no es dejado en el mismo lugar. Si ustedes miran toda esa historia, cuando los rehénes fueron rescatados en esos lugares, fueron cambiados de ahí. Hay quienes no se quedaron en el país, a quienes nos enviaron a otros lugares. a los americanos en Colombia lo mandaron para acá, a los judíos lo mandaron para Israel. Así sucede con el cristiano. Cuando nuestro Señor Jesucristo nos rescató, no nos dejó ahí, no nos dejó en el mismo lugar. Y si usted está en el mismo lugar, es porque usted y yo queremos. Si estamos en el mismo lugar es porque usted y yo así lo queremos, no porque él desea que sigamos ahí mismo. Como les dije hermano, no amemos. el pecado. Ya somos salvos, ya hemos sido rescatados. La palabra santificar, tanto en el Antiguo Testamento, hermanos, como en el Nuevo Testamento, dice, apartado para Dios. Cuando Él nos rescató, Él los apartó, Él los trasladó a su reino. Si miramos en Colosenses 1, lo que Él hizo con nosotros cuando nos rescató y nos lavó Colosenses, capítulo 1. ¿Lo tienen hermanos? Que dice la palabra de Dios ahí en Colosenses, capítulo 1, del 12 al 14, nos dice, dando gracias al Padre que nos hizo, dice, aptos para participar de la suerte de los santos en luz, que nos ha librado de la potestad de la tiniebla donde estaba usted y yo, y trasladado, dice, al reino de su amado Hijo. En el cual dice, tenemos redención de pecados. En el cual tenemos redención de pecados. Eso fue lo que Él hizo en nuestras vidas. Ya nos sacó de donde estábamos, nos trasladó al reino de los cielos. Un día, literalmente vamos a estar allá, usted y yo. Porque Él lo ha prometido. Y si usted ha sido, cuando fue rescatado, usted y yo hemos sido rescatados, hemos sido lavados, y hemos sido santificados, quiere decir que hemos sido apartados para servirle a Dios. Hemos sido apartados para servirle a Dios. Es decir que al rescatarnos el Señor nos sacó de un mundo lleno de pecado, nos sacó del camino de la perdición y nos trajo a su reino. Como les digo, tenemos que entender hermanos que la santificación depende de Dios. La santificación primeramente tiene que ver con Dios. no con los hombres. El hombre sigue viendo al mismo Raúl Bobadía pecador, al mismo Raúl Bobadía borracho, al mismo Raúl Bobadía mentiroso. El hombre. Dios no nos mira así. Dios no nos mira a ustedes así. Dios ahora nos mira como sus hijos. Dios ahora nos mira como sus hijos. Nos rescató, nos lavó, nos santificó, pero también dice que nos justificó. Volviendo ahí a a 1 Corintios, 1 Corintios hermanos, capítulo 6 y el 11. Dice esto si eres alguno más ya sois lavados, más ya sois santificados, más ya sois justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Ese fue el sello de garantía que Dios puso en su vida y en mi vida. Él los ha declarado justos. no quiero preguntarse alguna persona que es justa porque puede aparecerse alguien que aparezca con el nombre que se llame justo porque conozco muchos y me diga no yo soy justo entonces mejor hermanos hemos sido justificados por la sangre de nuestro Señor Jesucristo Él pagó toda nuestra culpa para que el rescate estuviera terminado Él tenía que borrar de usted de mí todos nuestros pecados tenía que declararnos justos en la cruz del campario nuestro Señor Jesucristo lo cumplió lo que ninguno de nosotros podía hacerlo. Cuando nos dice allá en Mateo que Él vino a cumplir la ley, nosotros, por nosotros mismos, nosotros no lo hubiéramos cumplido nunca, pero Él vino a cumplirla. Y es por eso que Él nos ha justificado. En la cruz del Calvario, nuestro Señor Jesucristo anuló todos sus pecados y todos mis pecados. Ahí todo empezó. Cuando Él nos rescata, Cuando éramos rehenes del pecado, Él nos rescató. Allí empieza una nueva vida para usted y para mí. Ahora, cada uno de nosotros estamos en paz con Dios. Y espero que esa paz sea una paz permanente en nuestros corazones. Porque nuestro Señor Jesucristo nos ha rescatado. Porque nuestro Señor Jesucristo nos ha declarado justos. Ya no debemos absolutamente nada. Él lo hizo todo. en la Cruz del Calvario. Él hizo lo que usted y yo no podemos hacer por nosotros mismos. No piense, hermano, que vamos a ser salvos o vamos a obtener la salvación o podemos borrar nuestros pecados o podemos lavar nuestros pecados por nosotros mismos o por otro método. La única forma de hacerlo es aceptándolo a Él como nuestro Salvador, porque Su sangre es efectiva. Su sangre es sin mancha y sin contaminación. El mundo no puede hacer nada por ustedes y por mí. Absolutamente nada. No hay rescate, hermanos. No hay rescate, ni ha habido rescate más grande y más maravilloso el que Él hizo en la Cruz del Calvario. Nadie más podía hacerlo, sólo nuestro Señor Jesucristo. Y en esta mañana, estimado amigo, si Él no te ha rescatado, tú puedes entregarle su vida a Él. Tú puedes decirle, oh Señor, necesito ser rescatado por ti. Aquí muchos, la mayoría, ya hemos sido recatados, ya hemos sido librados, ya hemos sido lavados, ya hemos sido santificados, ya hemos sido justificados, todo por su amor demostrado en la Cruz del Calvario. Quiero leerles una ilustración para terminar. Dice que en un pequeño pueblo había un pastor muy querido, y presentó a sus miembros a un amigo que había llegado a visitarlo esa mañana, un amigo de su infancia, y le dijo que deseaba darles, deseaba darle unos pocos minutos para que él expresara libremente lo que él tenía que decir. El amigo pasó enfrente y empezó a contar una historia. Él miró a toda la congregación con mucho cariño y empezó a decir, dice, un padre, dice, su hijo, Y un amigo del hijo navegaban, dice, por el Pacífico en un pequeño bote. Habían salido de pesca. Pero de repente, dice, que se vino una gran tormenta. Y el padre era un experto navegante. Pero las olas eran tan fuertes, eran tan altas, que el padre no pudo hacer absolutamente nada. Y las olas los llevaron mar adentro. con tibarca fueron arrastrados mar adentro y por un momento el padre se quedó un poco callado titubeando y mirando la congregación y miró así, miró dos jovencitos que por primera vez también habían puesto atención a la predicación de esa mañana, yo lo hice así pero no ustedes, entonces este y los jovencitos se quedaron mirando al señor y él continuó Después de unas cuatro horas, dice, de intensa lucha por mantenerse al flote, vino una ola tan gigante que sacó a los dos jóvenes del barco, los tiró afuera. El padre, en su gran desesperación, corrió, buscó un lazo, salvó un lazo que había para ir a rescatar a los jóvenes. Cuando corrió, miró que solo había uno, un lazo. Corrió al otro, llegó y los miró a ellos, ahí en aquellas olas que estaban tan fuertes, que uno salía, otro no salía, y quedó pensando en ese momento, ¿qué hago? Tengo a mi hijo y tengo al amigo de mi hijo. El padre tenía segundos para no pensar mucho, y lo único que él dijo, dijo, sabiendo que el hijo era cristiano, le dijo, hijo mío, te amo mucho. Oh, hermano, qué palabras, ha de ser algo triste ese que usted mire en una situación de esas, un hijo suyo y un amigo de su hijo no cristiano, ¿qué haría usted en ese momento? ¿Qué decisión tomaría? Él pensó, ¿a cuál de los dos muchachos le tiró la soga? Y la única palabra que le dio, le gritó, hijo mío, te amo, y le tiró la soga de rescate al amigo. Cuando volvió por su hijo, ya no lo pudieron ver, ya no estaba, ya ni el cuerpo pudieron encontrar. Mientras los jóvenes estaban sentados derechitos en el banco, esperando lo que el anciano decía, él continuó y dijo, sabía, dice, que mi hijo iba a estar en la eternidad con Jesús, dice, pero temía por el destino del otro joven que no conocía a Jesucristo. Es por eso que él decidió entregar a su hijo para salvar la vida del amigo de su hijo. O hermano, dijo, qué grande es el amor de Dios que hizo lo mismo por usted y por mí. Qué grande es el amor de Dios que envió a su hijo, nos ama tanto, que envió a su hijo, entró a su hijo por usted y por mí. Terminado el servicio, los jóvenes se acercaron donde el anciano y le dijeron, fue una bonita historia. Comprendo a que la dijo ayudando al mensaje para que se entendieran, para que pudiéramos entender el amor que tuvo Dios para con nosotros al entregar a su único hijo, pero creo que no fue muy realista. Un padre dice jamás entregará la vida de su propio hijo con la esperanza de que la otra persona se convirtiera al cristianismo. Eso es una única historia, pero no pasa de ser una historia. El anciano le respondió, bueno, comprendo lo que dices". Entonces él quedó un momento en silencio mientras por sus mejillas corrían las lágrimas. Le dice, no parece muy realista, continuó diciendo. Miró entonces serenamente a los dos jóvenes que estaban ahí. Su rostro al mismo tiempo de ese anciano reflejaba tristeza pero gozo cuando estaba contando esa historia. De verdad dice que no fue muy realista, ¿cierto? Pero tengo algo que decirle, dice. queridos amigos, yo soy ese padre y el pastor que ustedes tienen es ese joven. El joven se había salpado, había serpado. Cuando leí esta historia todavía hermano me emociono porque si podemos ver hermanos el amor tan grande de Dios para nosotros que dio a su único hijo para salvarnos. Digo, a su único, cosa que tal vez ojalá y nunca nos encontremos en esta situación nosotros no hiciéramos. Y hay que ser honestos, hay que ser honestos hermanos. Ojalá, pidámosle a Dios que nunca nos encontremos en esta situación, decidir a quién salvar, si a mi hijo o a aquella persona que está muriendo sin conocer a Cristo. Padre gracias
Rescatados Por Su Sangre
Sermon ID | 414191527521279 |
Duration | 54:36 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | 1 Corinthians 6:9-10 |
Language | Spanish |
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