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Bienvenidos sean todos a la Casa del Señor. Buenas tardes. Tiempo especial de Santa Cena. Pues de pie vamos a leer de 1 Corintios 11 desde la meditación de la palabra. 1 Corintios 11, 23. Pasaje clásico sobre la institución de la Santa Cena. 1 Corintios 11, 23. Vengan con sus vistas por favor a la lectura de la Escritura. 1 Corintios 11 y versículo 23. El apóstol Pablo nos escribe, Porque yo he recibido del Señor lo que también os he enseñado. El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan. y habiendo dado gracias, lo partió y dijo, Tomad comer. Esto es mi cuerpo, que por vosotros es partido. Haced esto en memoria de mí. Así mismo tomó también la copa después de haber cenado, diciendo, Esta copa es un nuevo pacto en mi sangre. Haced eso todas las veces que la vivierais en memoria de mí. Así pues, todas las veces que comierais este pan y vivierais esta copa, la muerte del Señor anunciáis, hasta que Él venga. En la lectura de la Escritura, oremos al Señor para que Él nos ayude a entenderla y aplicarla. Padre Santísimo, te damos gracias que podemos venir esta tarde y adorar tu nombre con estos cánticos. Gracias que podemos orar y saber que tú nos escuchas como nuestro Padre Celestial. Gracias por el Espíritu Santo que intercede por nosotros. Gracias, Señor, por nuestro Señor Jesucristo, sus méritos, su cruz, lo que estamos cantando, la redención que tenemos en Él. Y ahora, Señor, sabiendo que estamos ante un tiempo tan solemne de la Santa Cena, le pedimos por sus méritos que tu derrame en tu Espíritu Santo sobre nosotros, que entendamos tu palabra, que seamos consolados, exhortados, pero sobre todo, Señor, que nos lleve a la cruz de Cristo, a lo que es el Evangelio, su obra por nosotros para tu gloria. Gracias que él es el pan de vida y que él nos alimenta. Danos ese pan que necesitamos esa tarde. Tenemos hambre y sed de ti. Pedimos estas cosas en Cristo, nuestro gran Salvador. Amén. Sentémonos hermanos. La manera de introducción, les tengo dos preguntas. Dos preguntas. Si usted se bautiza mal, está en peligro de muerte. Si usted se bautiza mal, está en peligro de muerte. Es decir, Dios lo puede castigar con la muerte si no lo sumergen totalmente cuando lo bautizan, o lo bautizan picándole poca agua, o cuando se bautiza usted no está consciente de lo que hace. Dios lo puede castigar con la muerte si usted se bautiza mal, sí o no? La respuesta correcta es no, no. No hay ningún versículo que nos alerte a ese castigo, a esa probabilidad. La otra pregunta, si usted participa mal de la Santa Cena, está en peligro de muerte, Es decir, ¿puede Dios castigarla a usted con la muerte si usted participa mal en la Santa Cena? Sí o no. La respuesta correcta es sí. Y hay un versículo que nos alerta a eso en 1 Corintios 11, el versículo 29. 1 Corintios 11, 29. Porque el que come y bebe indignamente sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros y muchos duermen. Duermen ahí, no es de acostarse en una cama y cerrar los ojos y despertar al siguiente día. Duermen es la palabra cristiana que describe la muerte. Entonces, si participamos mal de la Santa Cena, estamos en peligro de muerte. Y esta verdad, este hecho, resalta la importancia de la Santa Cena y que debemos celebrarla cuidadosamente, muy cuidadosamente. En nuestra serie sobre las responsabilidades de los que se bautizan, estamos estudiando Hechos 2, 41 y 42. Hechos 2, 41 y 42 dice, Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados. ¿Cuáles son las responsabilidades de los que se bautizan? Y se añadieron aquel día como tres mil personas y perseveraban en la doctrina de los apóstoles en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y aprendimos en meses pasados que los que se bautizan tienen que añadirse a la iglesia y tienen que perseverar en la enseñanza de los apóstoles, tal y como la tenemos escrita en Nuevo Testamento, en la Biblia, y tienen que perseverar en la comunión unos con otros, como hermanos en Cristo, como familia de la fe. Y ahora nos toca estudiar la gran responsabilidad de perseverar en el partimiento del pan. Perseverar en el partimiento del pan. Estudiaremos este tema contestando tres preguntas. La primera es, ¿qué es el partimiento del pan? La segunda es, ¿por qué se nos enseña que hay que perseverar en el partimiento del pan? Y la tercera es, ¿Cómo partimos el pan para nuestro máximo aprovechamiento espiritual? ¿Cómo partimos el pan para nuestro máximo aprovechamiento espiritual? Bien, la primera pregunta es, ¿qué es el partimiento del pan? Cuando en Hechos 2, 42 leemos que tenemos que perseverar el partimiento del pan, ¿a qué se refiere esto? Bueno, se refiere a la Santa Cena. a la mesa del Señor, a lo que éramos esa tarde. Y se le llama así porque los judíos comenzaban sus comidas partiendo el pan. Y específicamente, se acordarán ustedes que la Santa Cena se instituyó durante la comida de la Pascua. En esa cena especial se celebraba, por supuesto, que Dios había rescatado su pueblo de Egipto. Y en esa cena se partía el pan, lo primero, y se compartía con la familia. No era una cena individual, siempre era en familia. Y si usted vivía solo, tenía a fuerzas que ir a donde había más gente, estar con varios, una congregación, estar en una familia. Ahora, en la Pascua entonces se partía el pan. y se compartía con la familia. Y aquí no se imaginen niños que partían un pan bimbo, ¿verdad? No se imaginen que partían un birote o un pan Virginia, un pan dulce. No, no, no. El pan que se usaba en la Pascua era más bien como una coyota. Imagínense una coyota grande, pero por supuesto sin lo dulce de adentro. Entonces, cuando la Biblia dice que los cristianos partían el pan, no es que lo partían con un cuchillo. Como era pan sin levadura, literalmente lo quebraban. A eso se refiere, partir el pan, lo quebraban el pan, así como se quiebran, verdad, las coyotas. Y esto nos lleva a pensar en tres hechos. Y son tres hechos bíblicos, por supuesto. El primero es que el partimiento del pan es algo que se hace en comunión con la familia de la fe. Es algo que se hace en la iglesia. Es algo que se hace con el pueblo de Dios. La Santa Cena no es para hacerlo individualmente. Es por eso que en las bodas cristianas no se acostumbra a dar la Santa Cena nada más a los novios. No, no, no. La Biblia nos enseña que debemos de hacerlo como iglesia, no individualmente. Y precisamente, si tienen sus Biblias, vean esto aquí en 1 Corintios 10, en el capítulo anterior al 1 Corintios 11, 1 Corintios 10, nos enseña que esa comunión entre hermanos participaban de un pan, por eso. Vean versículo 16, 1 Corintios 10, 16. La copa de bendición que bendecimos no es la comunión de la sangre de Cristo, el pan que partimos. ¿No es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo un solo pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo, pues todos participamos de aquel mismo pan. ¡Un solo pan! Es por eso que muchas iglesias, a través de la historia, en la Santa Cena no daban cien galletitas. ¡No! Un solo pan lo partían y lo repartían a todos. ¡Un solo pan! No sé, yo sé que todavía existen iglesias así, que nada más usan un solo pan. No sé qué hicieron en la pandemia, la verdad. Sobre todo las iglesias muy dogmáticas en cuanto a... Y basan esta enseñanza, ¿verdad?, en estos versículos. Un solo pan para todos. Pero la lección aquí es, sobre todo, por supuesto, que se trata de la comunión que tenemos como hermanos y que vamos a partir el pan como cuerpo, como cuerpo de Cristo, como la familia, como el pueblo de Dios. Muy bien, entonces la lección es que debemos celebrar la cena del Señor en comunión unos con otros. De eso se trata esto. Se trata del amor fraternal, la paz que tenemos como hermanos. Como dice un himno, si ha habido asperezas, es la palabra que usa el himno, ¿verdad? Que no haya eso y las quejas y eso. Todo eso nos soportamos, nos perdonamos, nos reconciliamos para participar de la mesa del Señor en comunión unos con otros. Entonces, si usted ha pecado contra su esposo, Si usted ha pecado contra sus padres, contra su esposa, contra su hija, sus hermanos en la familia, espero que hoy o esta semana haya pedido perdón y venga listo a participar de la mesa del Señor con limpia conciencia. Esto es lo primero en las santas, en el partimiento, el pan. Es un hecho que nos hace recordar. Lo hacemos en comunión los unos con los otros, la familia de la fe. Otro hecho Es que el partimiento del pan representa el quebrantamiento del cuerpo de Cristo. Representa el quebrantamiento del cuerpo de Cristo. Por eso se le llama así el partimiento del pan a la cena del Señor. Ven en 1 Corintios 11, lo leímos. El versículo 24. Y habiendo dado gracias, 1 Corintios 11, 24, Y habiendo dado gracias, lo partió, lo quebró, y dijo, Tomad, comed, esto es mi cuerpo, que por vosotros es partido. Por eso se le llama el partimiento del pan. Y representa, y nuestro Señor Jesucristo nos dice, eso es mi cuerpo, que por vosotros es partido. Ahora, no sé si ustedes se han enfermado, y les da calentura, y le han dicho al doctor, tengo el cuerpo cortado. Nos sentimos mal, ¿verdad? Y sentimos todo el cuerpo mal. Cuando nuestro Señor Jesucristo dice que el pan partido se trata de su cuerpo partido, no se imaginen eso. No se imaginen un cuerpo cortado. Es mucho más que eso. Cuando nuestro Señor Jesucristo nos dice, este partimiento del pan es que mi cuerpo es partido por vosotros. Se trata, como dice Isaías, y Isaías no exageró, cuando dice que Cristo herido fue por nuestras rebeliones, molido. molido por nuestros pecados. Y para mí, precisamente en Isaías 53, en el versículo 10, leemos unas palabras increíbles, misteriosas, maravillosas. Dice que Jehová, Dios, quiso quebrantarlo sujetándole a padecimientos. quiso quebrantarlo. Es terrible, horrible pensar en el quebrantamiento, que Cristo fue molido por nuestros pecados. Pero lo increíble y maravilloso y misterioso para mí, pero es de lo más bíblico. Jehová quiso. ¡Qué amor! ¡Qué misericordia! hizo quebrantarlo. Y de esto nos habla aquí, esto del partimiento del pan. Entonces, hermana, hermano, cada vez que tomas el pan partido, yo lo he estado haciendo últimamente, Lo había visto en otras iglesias y sobre todo los pastores bajan, parten el pan y lo distribuyen. Yo personalmente empecé a hacerlo y si usted puede hacerlo, adelante. A mí me dan, yo tengo un pan especial por mis alergias. Cuando tomo ese pan, esa galleta, antes de participar de él, lo parto. Lo parto. Si usted puede hacer eso, adelante. Lo que le quiero decir es que cada vez que tomemos ese pan y lo apartamos, estamos haciendo eco a esa increíble y maravillosa profecía de la cruz que Dios quiso quebrantar. Sujetando el apedecimiento a nuestro Señor Jesucristo y pensar en la cruz, el Señor fue de verdad severamente molido, mutilado, maltratado, quebrantado por nosotros. Ese es el corazón de la Santa Cena. Y por eso precisamente está ese castigo y esa advertencia. Si no discernimos esto, por así decirlo, si participamos de la Santa Cena porque es costumbre y El gran problema es que esto se trata del partimiento del pan que representa el cuerpo partido de nuestro Señor Jesucristo por nosotros, por nuestros pecados. Entonces, al participar de la mesa del Señor esta tarde, meditemos en la cruenta muerte del Señor por nosotros. Mencioné esta mañana al ex monje alemán y a él le gusta mucho describir la crucifixión y predicar sobre la corona espina, si él habla mucho del sudor de la cruz y los clavos. Yo creo que nos falta algo de eso, especialmente en la Santa Cena. No olvidemos que maravilloso y misterioso es, pero sucedió que Cristo fue molido. quebrantado, partido por nosotros. Entonces, el partimiento del pan representa el quebrantamiento del cuerpo de Cristo. El último hecho es que el partimiento del pan es para alimentarnos de él. El partimiento del pan es para alimentarnos de él. El pan se partía para comérselo, obviamente. El Señor nos dice comer. El pan partido no era para verse nada más, para guardarlo, pero era para participar de él. Y nosotros participamos del pan. el cuerpo del Señor. Por supuesto, no literalmente, no literalmente, pero sí por fe, por fe, realmente participamos del cuerpo de Cristo, por fe. Aquí quiero que vean Juan 6, unas palabras que son difíciles y para algunos fue imposible y dejaron de ser los discípulos del Señor, nos dice Juan 6, 66, por estas palabras. Pero si las entendemos, y como cristianos las debemos de entender, por supuesto, en el contexto de la fe, no tenemos ningún problema. Y más, creo yo, podemos entenderlas al participar de la mesa del Señor, que participamos por fe. Juan 6, 51. Nuestro Señor Jesucristo está hablando y nos está repitiendo, es de esos famosos yo soy del libro de Juan. Yo soy. Nos dice Juan 6, 51, Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían entre sí diciendo, ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús le dijo, De cierto, de cierto os digo, si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre en mí permanece y yo en él. Como me envió el Padre viviente y yo vivo por el Padre, asimismo, el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo. No como vuestros padres comieron el maná y murieron. El que come de este pan vivirá eternamente. Estas cosas dijo en la sinagoga enseñando en Capernaún. Por fe. Por fe participamos realmente del cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Entonces, esta es una comida espiritual. Esta cena es realmente una comida espiritual. El Espíritu Santo nos alimenta espiritualmente. ¿Cómo es que nos alimenta espiritualmente? Sella nuestros corazones, confirma en nuestras vidas, en nuestras almas, los beneficios del evangelio. Nos enseña el en el corazón, en el alma, en nuestra conciencia, el corazón. El evangelio es verdad. Estás tú participando del cuerpo del Señor partido en la cruz, molido en la cruz por nosotros. El punto es, esta cena no es una ceremonia como, por ejemplo, de acuerdo, estaba yo fui al apruebo en la secundaria. Enseguida del apruebo había un parque y nos escapábamos cuando nos pinteamos las clases. Nos escapamos a ese parque. pero íbamos a ese parque a educación física y otras cosas y el parque es el parque de los niños héroes y yo me acuerdo cuando se acerca el día de los niños héroes lo eh limpian etcétera y celebraban conmemoramos como mexicanos la la muerte de los niños héroes ¿Se acuerdan? Zapultepec etcétera ¿Se acuerdan? Saben de qué estoy absolutamente muy diferente a lo que estamos haciendo esta tarde. Pero me temo yo que muchos cristianos ven la Santa Cena como, ah, la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Es muchísimo más que una ceremonia recordando la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Muchísimo más que eso. Nos alimentamos. El pan partido nos recuerda esto, que el pan es para comerse. Ahora, entonces, eso significa que debemos de venir a la mesa del Señor listos para comer. Para comer. O como diría el salmista, para gustar. ¡Limpia las manos! Como dice en cierta parte de la Escritura. ¡Y con hambre de Cristo! ¡Hambre de Cristo! Como vimos en esta mañana purificándonos a nosotros mismos para la Santa Cena. Con mucho respeto voy a decir lo que voy a decir. Si alguien nos preguntara qué es lo más caro que has comido, Tal vez algunos pudieran contestar, bueno, lo más caro que he comido es caviar. Caviar. Y si alguien nos preguntara, ¿cuál es lo más nutritivo que has comido? Algunos de nosotros pudiéramos contestar, bueno, me acuerdo cuando comí una ensalada de espinacas con betabel, con arugula, con zanahoria, con nueces y con aceite de oliva italiano en una botella especial. más nutritivo que he comido. Y si alguien nos preguntara, ¿cuál es lo más sabroso que has comido? Lo más sabroso que he comido son las costillas en Soshimilco. Pero como cristianos, si alguien nos preguntara, ¿qué es lo más caro que has comido? Lo más nutritivo que has comido. Lo más sabroso que has comido. Como cristianos hemos de contestar, el pan de la Santa Cena. Porque el pan de la Santa Cena, nos dijo nuestro Señor Jesucristo, es su cuerpo que por nosotros fue partido. ¿Ha tenido tu alma ese sabor, esa nutrición, esa ansiedad, o la santa cena? Sí. Ahora, aquí pasamos a la segunda pregunta. ¿Por qué se nos dice que hay que perseverar en el partimiento del pan? ¿Por qué se nos dice que hay que perseverar en el partimiento del pan? Bueno, a esa pregunta tenemos que contestar que tenemos que perseverar porque el Señor nos mandó que participáramos de la Santa Cena, por supuesto. Y aquí podemos apuntar a 1 Corintios 11 y los versículos que leímos y también Lucas 22, 19 en los evangelios, la institución de la Santa Cena, que debemos de celebrarla, por supuesto. Pero también tenemos que contestar que tenemos que perseverar, tenemos que persistir, tenemos que luchar y esforzarnos por participar de la Santa Cena, porque el diablo nos pone ciertos obstáculos. ¿Te acuerdas cuando estudiamos por primera vez Hechos 2, 42? ¿Por qué pone ahí el apóstol que debemos de perseverar en la doctrina de los apóstoles y perseverar en la comunión unos con otros? ¿Por qué esa palabra? Porque es algo difícil muchas veces y hay obstáculos y hay problemas. Bueno, aquí lo mismo. Hay un gorito que dice, yo sé que al diablo no le gusta, pero Cristo está en mí, Cristo está en mí, Cristo está en mí. Y es lo mismo aquí. Al diablo no le gusta que nos unamos, que tengamos comunión como hermanos y que vengamos a celebrar la Santa Cena en comunión con el cuerpo de Cristo. El diablo detesta, odia, no le gusta que nos alimentemos espiritualmente y que estemos más fuertes en Cristo. Por supuesto que no le gusta que crezcamos en la gracia y conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. No le gusta, odia que anunciemos la muerte de Cristo hasta que Él venga. Por supuesto, odia eso. No le gusta al diablo y va a poner muchos obstáculos. Entonces, por eso tenemos que perseverar, luchar, persistir, hacer toda nuestra parte por estar aquí en la Santa Cena, especialmente después de habernos bautizado. Es una de nuestras grandes responsabilidades. Vamos a enlistar los obstáculos más comunes que el diablo pone delante de nosotros para que no perseveremos en el partimiento del pan. Un obstáculo son las debilidades y pecados de los cristianos. Un obstáculo es las debilidades y los pecados de los cristianos. En 1 Corintios 11.28 la apóstol nos dice que para participar en la mesa del Señor tenemos que examinarnos, probarnos a nosotros mismos. Y el diablo se aprovecha de esto. Porque al examinarnos y al probarnos a nosotros mismos, si somos sinceros y transparentes, vamos a confesar, sí, tengo muchas debilidades. Y el diablo nos va a picar y recordar, tú tienes algunos pecados crónicos desde la juventud. Y nos va a decir inmediatamente, nos va a acusar y decir, tú no puedes participar de la mesa del Señor. Mira quién eres, cómo eres, qué has hecho, qué has pensado. Tú no puedes participar de la mesa del Señor. Ahora, Es cierto que no debemos de participar de la mesa del Señor sin habernos examinado nosotros mismos, sin haber confesado nuestros pecados, por supuesto, sin hacer algo por matar esos pecados crónicos. Pero, habiendo confesado esos pecados a Cristo, buscando la purificación, como veíamos en esta mañana, buscando la purificación de nuestros pecados por la sangre de Cristo, por su sacrificio. Nosotros por Cristo tenemos limpias ya las manos. Él es puro, nosotros somos puros delante de Dios. Ese es el evangelio, ¿verdad? pecadores, pero simultáneamente justos, como dirían los reformadores, simultáneamente justos y pecadores a la vez. Pero Dios nos ve justos en Cristo porque su vida perfecta está acreditada a nuestra cuenta. Y el castigo que él sufrió, el partimiento, el quebrantamiento en su cuerpo, fue en nuestro lugar por nuestros pecados. Entonces, delante de Dios somos justos. Y ese es el evangelio. Y entonces, ¿el diablo pone ese obstáculo? Tus pecados, tus debilidades. Y mira quién eres de nacimiento. Tú contéstale, yo creo en el evangelio. Yo he recibido a Cristo. Él es mi representante. Mi vida está escondida en Cristo. y vences obstáculo. Otro obstáculo. Otro obstáculo es las distensiones y divisiones en la familia y en la iglesia. Las distensiones y divisiones en la familia y en la iglesia. Y uso estas palabras por 1 Corintios 11, 18. 1 Corintios 11, 18. Pues en primer lugar, Cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones, y en parte lo creo, porque es preciso que entre vosotros haya distensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados. Cuando podés os reunís vosotros, eso no es comer la cena del Señor. Ustedes leen los primeros capítulos, van a dar cuenta. Hay unos corintios que les gustaba cómo predicaba el hermano Pablo. Y otros corintios les decían, no, no, a mí me gusta mejor cómo predica Pedro. Y otros dijeron, no, el elocuente Apolos, él sí sabía predicar. El poderoso en las Escrituras. Yo soy de Apolos. Y divisiones por cosas buenas. También por cosas malas, por el caso de inmortalidad, por ejemplo, en 1 Corintios 5. El caso es que había disensiones y divisiones. El apóstol dice, y nuestro Señor Jesucristo nos había hablado de eso también, hay divisiones en el mundo. Tiene que haber disensiones, pero hay de aquel por aquel que viene a la división, ¿se acuerdan? Y el caso es que el diablo pone esos obstáculos, sobre todo con los jóvenes y los niños también, poco a poco. ¿Ven eso en la familia? ¿Ven eso en la iglesia? Y la comunión muchas veces se cancela. No, yo no voy a participar de la meditación. La Santa Cena se trata de tener comunión y perdonarnos y todo. ¿Qué hipocresía? Y ahí está la hermana Evodia. Abre los ojos en la Santa Cena. Y ve que la hermana Sintike está tomando el pan. Y ahí va. Adivina quién participó en la Santa Cena, no la vas a creer. La hermana Sintike. Verás lo que hizo la semana pasada. Yo la vi en el casino. ¿Pero cómo? ¿La hermana Sintike? Divisiones, disensiones que cancelan, cancelan los beneficios de la Santa Cena. Otro gran obstáculo en último lugar que pone el diablo son los desórdenes y falta de discernimiento al participar de la mesa del Señor. Desórdenes y falta de discernimiento al participar de la mesa del Señor. 1 Corintios 11, 21. 1 Corintios 11, 21. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena, uno tiene hambre, otro se embriaga. Pues que no tenéis casas en que comáis y bebáis o menospreciáis la iglesia de Dios y avergonzáis a los que no tienen nada, que os diré, os alabaré en esto no os alab. Versículo 29. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si pues nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. Mas, siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando reunís a comer, esperadlos unos a los otros. Si alguno tuviera hambre, coma en su casa, para que no reuneáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere. Muchas iglesias, desafortunadamente, y no sé si ustedes han estado en iglesias así, tal vez, pero pasa que hay desórdenes y falta de discernimiento al participar de la mesa del Señor. Y muchas veces estos problemas son causados por los mismos pastores, los predicadores, los ancianos de la iglesia, que no enseñan sobre el tema, que no enseñan sobre el tema, muchas veces ni siquiera celebran la Santa Cena. No animan a orar por la Santa Cena durante la semana. Para mí, lo más importante que los miércoles antes de Santa Cena, recordemos, hay que orar por la Santa Cena. No en sí la Santa Cena, por nosotros que vamos a participar de la Santa Cena. Que el Señor esté con nosotros. Que de verdad sea una santa, sagrada cena con Dios. Pastores, predicadores que ofrecen la Santa Cena a todos. que cantan por una hora, predican por otra hora y cinco minutos para la santa cena. Eso es menospreciar la santa cena. Eso es fatal para la iglesia. La cena del Señor es el culto más importante de la iglesia. ¿Por qué? Porque es la cena precisamente del Señor. Entonces, y lo mencionamos ya, pero quiero subrayarlo, como participantes tenemos que prepararnos, estar listos entonces para participar dignamente. Y esto nos lleva a la última pregunta del sermón. ¿Cómo partimos el pan para nuestro máximo aprovechamiento espiritual? ¿Cómo partimos el pan para nuestro máximo aprovechamiento espiritual? Dos cosas. Número uno, asegurarnos que podemos participar, asegurarnos que podemos participar de la Santa Cena. ¿Quién es el que puede participar de la mesa del Señor? El que es discípulo del Señor, es creyente, el que se ha negado a sí mismo, que toma la cruz y sigue a Cristo. Ese es el que puede participar de la mesa del Señor, ser de un discípulo del Señor. Y si no somos cristianos, no debemos de participar de la mesa del Señor. Es muy peligroso, muy pero muy peligroso participar sin ser cristianos. Lo acabamos de leer el versículo 29 y el versículo 30. Hay peligro de muerte participar sin apreciar y discernir el cuerpo del Señor. Y sólo los cristianos, los creyentes, pueden apreciar y discernir lo que es ese alimento espiritual. Y realmente sólo el cristiano, la cristiana, puede recordar la muerte del Señor por nuestros pecados, como nos dice el pasaje. Los demás no van a ver la importancia en esto. Es una galletita, un pan, una copita. Este pan es de lo más precioso. La copa es de lo más precioso. Es el pan, el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, la copa, la sangre de nuestro Señor Jesucristo derramada por nosotros. Como participamos del pan para nuestro máximo aprovechamiento espiritual, asegurarnos que podemos participar, que somos creyentes. En último lugar, asegurarnos que participamos dignamente y ordenadamente del partimiento del pan. que participamos dignamente y ordenadamente. El versículo nos dice claramente, el 27, de manera que cualquiera que comiera este pan o bebiera esta copa del Señor indignamente será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo y coma así del pan y beba la copa. Porque el que bebe y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Ahora aquí es muy pero muy importante que entendamos qué es tomar de la Santa Cena dignamente. Porque el diablo nos puede engañar aquí. Dignamente no significa perfectamente. No significa eso. Y tampoco significa que tenemos cierto número de méritos cristianos para ser dignos nosotros. Hemos vencido tal número de pecados crónicos, hemos ofrendado tanto, hemos repartido tantos folletos, hemos leído tantos capítulos. Entonces somos dignos nosotros de participar de la mesa del Señor por nuestra dignidad personal, por nuestros logros. Si es así, ninguno de nosotros pudiera participar de la mesa del Señor. Ninguna. No se trata de eso. Dignamente aquí, ordenadamente aquí, se refiere a la manera en que participamos, la forma, la manera en que participamos. Quiere decir que no lo hacemos con indiferencia o negligencia, pero que lo hacemos con mucho cuidado. De eso se trata aquí. Implica, por supuesto, solemnidad, reverencia, hacerlo de corazón, con preparación. Por eso nos dicen en los siguientes versículos, que debemos probarnos, que debemos examinarnos a nosotros mismos, o como veíamos en esta mañana, purificarnos a nosotros mismos. Ahora, esto de participar de la mesa del Señor dignamente merece otro sermón, pero tan solamente les leo la lista que sugiere un famoso catecismo cristiano. El catecismo dice así, el que quiere participar de la mesa del Señor debe examinarse a sí mismo, que está en Cristo. si ha resuelto el problema de sus pecados, si tiene suficiente conocimiento, si tiene fe al arrepentimiento, amor a Dios y a los hermanos y a todos los hombres, si ha perdonado a los que le han hecho mal, si desea obedecer a Cristo, si está renovando sus virtudes cristianas. Eso le trata. Y debemos participar, obviamente, ordenadamente, fijándonos cuidadosamente en lo que estamos haciendo. Muy importante, desde el tomar el pan, la copa, estamos participando de la mesa del Señor. Y aquí también uso frases del catecismo, no puedo mejorarlas, no puedo mejorar sus palabras. Debemos recibir la santa cena con toda atención y santa reverencia, discerniendo cuidadosamente el cuerpo del Señor. Y esta es la frase que más me gustó, meditando con ternura en su muerte. meditando con ternura en su muerte y sus sufrimientos. Al participar debemos entristecernos por nuestros pecados, tener hambre y sed ardiente de Cristo, alimentarnos de Él por la fe, confiar en sus méritos, regocijarnos en su amor, dar gracias por su favor, renovar nuestro pacto con Dios y amor para con todos los hermanos. Eso se trata la Santa Cena. Ahora, si ustedes están escuchando y escucharon bien, mejor dicho, y prediqué bien, yo creo que todos vamos a confesar que no es suficiente para eso. Todos vamos a confesar que no hemos cumplido estas enseñanzas como debemos. Todos, todos, todos. Pero yo les exhorto, yo les ruego, en nombre de Cristo, que hoy en adelante obrezcamos al Señor y participemos de la Santa Cena con más cuidad, con más reverencia. para disfrutar de este banquete espiritual. Este es un banquete espiritual. Es lo mejor para nuestra alma. Es como alimentamos nuestro espíritu. Es como crecemos en la fe y el conocimiento y la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Este es el gran medio de gracia, la Santa Cena. Entonces, eso nos hace mejores cristianos. Mejores empleados, sí. Mejores estudiantes, sí. Mejores padres, sí. Mejores hijos, sí. Todo, todo eso, sí, claro. A lo último, eso se trata, es lo mejor que podemos hacer para adorar de verdad al Señor y apreciar su muerte por nosotros, para glorificarle, para honrarle a Él. Eso se trata esto. Oremos al Señor. Muchas gracias a Dios por
Aprovechando la Santa Cena
Series Bautismo
Estudiamos como participar de la Santa Cena para el mayor provecho espiritual.
Sermon ID | 38242143275308 |
Duration | 40:23 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 Corinthians 11:23-26; Acts 2:42 |
Language | Spanish |
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