00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Esto acerca de la gracia de Dios en nuestro hogar. Nuestros matrimonios, nuestros hijos, nuestros hogares son de las cosas que más queremos y son más cercanas a nuestros corazones. Y sin embargo es en estas relaciones personales en donde nos sentimos más, que batallamos más, ¿no? Y a medida que estaba yo preparando esto, yo misma fui reprendida en mi propia vida una y otra vez y otra vez sobre este tema. Así que espero que esto sirva para que nos sirva de ánimo para como esposas, madres, mujeres cristianas. Vamos a primera de Corintios 13. Vamos a hablar en esta sesión acerca de cómo aplicar la gracia de Dios en nuestra vida, en nuestro hogar y en nuestra familia. Y claro que cuando vas a hablar de relaciones personales yo creo que no hay ningún mejor pasaje que 1 Corintios 13. Voy a leer todo el capítulo de 1 Corintios 13. Si yo hablase lenguas humanas y angélicas y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o símbolo que retiñe. Y si tuviese profecía y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe de tal manera que trasladase los montes y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, Y si entregase mi cuerpo para ser quemado y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es actancioso, no se embanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, el amor nunca deja de ser, pero las profecías se acabarán y cesarán las lenguas y la ciencia dejará de ser, porque en parte conocemos Y en parte profetizamos. Mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño hablaba como niño, pensaba como niño y jugaba como niño. Mas cuando ya fui hombre dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo oscuramente, mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el amor. Es increíble este pasaje porque en él podemos darnos una idea de cómo Dios nos ama a nosotros y cómo debemos de amar a otros. Esto es como Jesús vivió y esto es el Evangelio. Y amar así no es una cosa natural que se nos da. Necesitamos esta gracia diaria para ser las mujeres, mamás, amigas que Dios quiere que seamos. Para amar a otros con el amor de Cristo. Así que primero veamos cuál es la gracia que necesitamos diaria para ser esposas piadosas. Hay un predicador en inglés en los 1500 que se llama Thomas Taylor que dijo, Dice, todas las personas casadas deben, sobre todas las cosas, amarse, respetarse y cuidarse, derramar gracia uno en el otro. No arraigues este amor en la belleza, las riquezas, la porción, la juventud o cualquier cosa que sea un fundamento que sea débil. sino ánclalo primero en Dios y en su gracia y entonces si va a perdurar. Esta es una manera increíble en la que podemos ver como tenemos que tratar a nuestros esposos. Admirando y reconociendo la gracia que hay de Dios en el uno y en el otro. Entonces, dos maneras primarias de que esto suceda es por recordar la gracia que nos dio Dios y luego demostrar esa gracia a nuestros esposos. Recordando la gracia que nos dio Dios como individuos, Romans 5 habla de esto en los versos 8 a 10. En Romanos 5, 8 y 10 vemos cómo podemos recordar la gracia que Dios nos ha derramado a nosotros individualmente. Dice... Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Esta es donde empieza tu matrimonio, en tu testimonio. Nosotros éramos enemigos de Dios y sin embargo ahí Dios vino y nos salvó. ¡Qué cosa tan maravillosa la que nos podemos gozar dentro de un matrimonio! Si tu esposo es creyente, entonces qué bendición que son dos pecadores salvados y ustedes dos pueden recordar esto y descansar en el gozo de su salvación. Y si tu esposo no es creyente, de cualquier manera debes empezar aquí. Empieza en tu propia necesidad de gracia. Y recuerda que Él vino y murió por ti y te rescató a ti. Recuerda en el poder que te salvó a ti y empieza a creer en eso para tu esposo. Confía en que la gracia de Dios no puede traer a tu esposo a Cristo. Ora por él. Y descansa en el conocimiento de que el Evangelio es suficiente para salvar a aquellos que aún están corriendo, huyendo de Dios. Al mismo tiempo que recuerda la gracia que te fue dada en algún momento, recuerda la gracia que día a día te es dada. Nosotros como cristianos buscamos vivir nuestra vida para Dios y somos pecadores. Hay muchos tiempos maravillosos y dulces en nuestros matrimonios. Cuando tu esposo te trata bien y te acuerdas de todo. Pero luego hay esos tiempos cuando eso no es el caso. Pero hay otras ocasiones en las que las cosas no funcionan así. Y también sabemos que desafortunadamente nosotros no respondemos a nuestros esposos correctamente. Y en nuestra carne pecaminosa nos rebelamos en contra de nuestra autoridad y al mismo tiempo en contra de Dios. Muy rara vez o muchas veces no nos sujetamos con toda nuestra voluntad a la providencia de Dios en nuestras vidas. No siempre sonreímos y decimos que tu voluntad se ha hecha, Señor. No, claro, pecamos y caemos y fallamos. Pero la Biblia nos da muchísima esperanza. Lamentaciones 3 dice, Esto traigo a la mente. Por eso tengo esperanza. Es por la misericordia de Dios que no hemos sido consumidos. Porque su compasión no falla. Son nuevas cada mañana. Grande es su fidelidad. El Señor es mi porción, dice mi alma. Por lo tanto, esperaré en Él. Así que pongamos nuestra esperanza diaria en la gracia de Dios. Él conoce nuestras debilidades y su gracia es suficiente. Siempre debemos correr a Él cuando hemos pecado por su perdón. Porque su misericordia, la de 1 Corintios 13, nunca falla. Aunque pecamos diario, Dios perdona diario. Recibir esta extraordinaria gracia nos debe hacer humildes. Lo que nos lleva a nuestro siguiente punto, que recordar la gracia de Dios mostrada a nosotros nos compele a dar gracia amablemente a nuestros esposos. Y demostrar esta gracia a tu esposo, es sin importar cómo actúa hacia ti. Y mostrar esa actitud hacia tu esposo debe de estar ahí presente sin importar cuál es la actitud de tu esposo hacia ti. Así que el principio se aplica a tu esposo cristiano o no cristiano. Es para todos los esposos. Es para los que han estado casados por cincuenta años o los que están recién casados. Cuando estás joven y enamorado y estás preparándote para tu casamiento, estás disfrutando de sus momentos especiales, puede parecer fácil siempre estar enamorado, siempre actuar amablemente. Cuando estás apenas, este, eres muy joven y estás planeando casarte, es pareciera muy fácil, ¿no?, actuar siempre amablemente y con mucho amor y y tener tiempos de mucho enamoramiento. Y no puedes imaginar que vas a de verdad necesitar gracia para esta relación. Pero ya lo hemos visto, el matrimonio está hecho de dos pecadores. Ojalá que sean creyentes, pero siguen siendo pecadores. Es muy fácil amar a tu esposo cuando trae un regalito o cuando se van a salir a tomar una cita, una cenita. Pero la gracia siempre da amor al que no está siendo fácil de amar en el momento. Hay muchas veces en tu matrimonio en las que tu esposo va a actuar o va a decir cosas que son nada amorosas. Y todos nuestros esposos, no importa que piadosos sean, son hombres pecadores que necesitan que les extendamos gracia siempre. Claro, claro. Quiero hacer un énfasis en que no estoy acá ya hablando acerca de un abuso o, si sabes, si hay un pecado grande en la vida de tu esposo, lo dejes pasar por alto. No estoy hablando de eso. Esas son cosas completamente aparte, necesitan una plática aparte. No estoy hablando de eso, estoy hablando de unos casos de matrimonio. Si estás tú en una situación de abuso, una situación en la que sabes que tu esposo está en gran pecado, busca consejo, busca a tu pastor. Pero lo que estoy hablando es de ponernos segundo. Perdonando y amando al hombre imperfecto con el que estás casado. En las palabras de 1 Corintios 13 que leímos, tenemos la hermosa depicción de lo que Dios dice que es lo que parece el amor. En la primera de Corintios 13 vemos una imagen clara de lo que Dios está diciendo aquí, de cómo se ve el amor. Esto es cómo se ve y lo que significa amar al que no es digno de ser amado. Darle a una persona gracia. Estas palabras familiares son lo que la situación de marido debería parecer cuando necesitamos mostrar este tipo de gracia. La gracia que se debe aplicar a nuestro matrimonio. La gracia que se debe aplicar a nuestro matrimonio. El amor no es arrogante, ni rudo, ni irritable, ni guarda rencor. El amor no guarda envidia, ni se embanece. No insiste en sus propias maneras, ni se regocija cuando algo malo pasa. El amor es paciente y amable, y se regocija con la verdad. cree, espera y prevalece sobre todas las cosas. Así que, ¿cómo respondemos cuando nuestro esposo llega del trabajo tarde y llega cansado y tuvo un mal día? Respondemos con enojo y resentimiento. O nos recordamos a nosotras mismas de Efesios 4.32? Dice, quiero leerlo exacto, Efesios 4.32, que dice, Si Él está con poca paciencia y enojándose rápido por cosas, ¿respondemos con orgullo o lamentarnos de nosotras mismas? O extendemos gracia y amabilidad y venimidad. Así que vamos a buscar amar a nuestros esposos de la manera en que 1 Corintios 13 nos enseña. No insistiendo en tener las cosas de nuestra propia manera, sino continuamente creyendo y esperando, creyendo lo mejor de él. Y con paciencia. Y así, según todo lo que vemos en Primera de Corintios. Gracias a Dios no tenemos que hacer esto en nuestras propias fuerzas. Tenemos un gran Dios que nos da gracia diaria para ser una esposa que pueda dar gracia. Así como necesitamos gracia para ser buenas esposas, también necesitamos gracias para ser una buena mamá o abuela. Esta es la siguiente cosa que vamos a ver. Porque cada uno de nosotros, aun cuando es adulta, es una niña, es la hija de Dios. Tenemos un Padre Celestial que cada día lidia con nosotros como sus hijas. La Escritura tiene mucho que decir acerca de nuestra relación con Dios, nuestro Padre. Si buscas en la Biblia lo que dice acerca de nuestro Padre Celestial, aquí están algunas de las cosas que dice. Él es un Padre eterno. Él es bueno y gracioso, dando dones. Él nos guía y nos da recompensas. Él también juzga. Y Él es Padre, incluso a los que no tienen Padre aquí en la tierra. Ya sé, como una nota aparte, no las conozco. Pero claro, que en un grupo de este tamaño, estoy segura que hay algunas de ustedes que están criando a sus hijos sin un papá presente. O tú, quizá, no tuviste un padre cerca. Toma consuelo en estas promesas preciosas de la Escritura. Porque Dios promete que Él va a ser un Padre a los que no tienen Padre. Todas estas promesas de nuestro Padre Celestial aplican a nosotros. También las escrituras nos dicen que nuestro Padre tiene compasión de nosotros, pero también que nos reprende y nos corrige. Él nos moldea, así como el alfarero trabaja con el barro. Él promete que nunca se va a voltear de nosotros. Él nos lleva por un camino donde hay agua. Él perdona y alimenta. Él conoce nuestras necesidades. Él cuida de nosotros, nos da paz y nos conforta. Él es misericordioso, amoroso, lleno de gracia. Él siempre reprende, pero conforta también. Y esto ni siquiera es una lista completa de todo lo que la Biblia dice acerca de Dios como nuestro Padre. Así que cuando consideran estas descripciones de Dios nuestro Padre, es claro que no tenemos ningún ejemplo mejor que seguir de cómo ser padres para nuestros hijos en el ejemplo de Dios. Claro, hay muchísimas direcciones que podemos tomar en esta plática tan chiquita de la paternidad y la maternidad. Pero quiero hablar de algunas maneras que podemos orar acerca de la perseverancia. Para tener esa gracia que necesitamos para vivir el Evangelio con nuestros hijos. La primera es gracia diaria para amar a nuestros hijos. Hablamos antes sobre el amor de 1 Corintios 13 y mostrar ese amor a nuestros esposos. También tenemos que mostrarles a nuestros hijos ese verdadero y verdadero amor espiritual. Y eso es una gran tarea. Y como hemos hablado, una tarea que no cumplimos al 100%. Nuestro Dios es el único que sabe amar perfectamente y de esta manera. Primera de Juan 3.1 dice, mirad que gran amor nos ha dado el Padre. Deberíamos ser llamados los hijos, o en nuestro caso las hijas, de Dios. para que seamos llamadas hijas de Dios en este caso. Vemos en Efesios 1 que aún antes de la fundación del mundo, Él puso su amor por nosotras. Su amor perfecto por nosotras, aún antes de que naciéramos, es lo que nos hizo que hiciéramos hijas de Dios. Como dice un antiguo himno, amor tan maravilloso, tan divino, exige mi corazón, mi vida, todo. ¿Están dándose cuenta de lo que estamos hablando aquí acerca de cómo ser buenas madres? Estamos otra vez empezando en donde es la gracia de Dios hacia nosotros. Igual que cuando hablamos de ser mujeres esposas fiadosas, empezamos con la gracia de Dios que nos ha sido dada a nosotros. Todo da vueltas en esta gracia. Hay una gracia especial que Dios nos da cuando nosotros cuidamos de un hijo. Hay unos bebés aquí que quieres comértelos de amor. Ya sean nuestros hijos o los hijos de una amiga o de nuestros nietos, estamos regocijándolos, queremos amar. Pero ya sabemos, igual que nuestros hijos, sabemos que no todos son tan amorosos como a veces quisiéramos. Es un día como este, cuando tu hijo está gritando en la tienda, o toman un marcador permanente y escriben en las paredes, o cuando tus hijos están peleando todo el día, y tú dices, ¿cómo no es posible que se estén portando así? Es cuando tenemos que recordar que ellos también son pecadores. Y cuando están actuando así, pues simplemente están actuando como un pequeñito pecador. Y ahí es en donde tenemos que orar por gracia para amarlos. Con un amor que es el amor del Evangelio. Y si vemos en las escrituras, es ahí cuando el Padre nos amó a nosotros. No cuando estábamos hermosas y obedientes, sino cuando estábamos peleándonos en contra de Él. Cuando lo odiábamos. En Romanos 5 vemos que Dios nos amó sacrificialmente cuando aún éramos pecadores. Así que como mujeres cristianas, como madres, estemos meditando en el amor sacrificial que Dios ha derramado por nosotros. Este es el mismo tipo de pacto, amor de pacto, amor de gracia que debemos extender a nuestros hijos. Porque ese es el amor que Dios derramó cuando nosotros estábamos peleando en contra de Él, en contra de Su providencia. Y Él de todas maneras nos ama en esos días. Primera de Juan 4.11 nos dice, Porque de la manera en que Dios nos ha amado, así debemos de amarnos unos a otros. Así que debemos buscar poder derramar este amor sobre nuestros hijos. Vamos a buscar darle este amor de gracia a nuestros hijos cada día. Después también necesitamos considerar la gracia que necesitamos para disciplinar a nuestros hijos. Creo que es muy importante considerar la disciplina en la conexión con el amor. Y esto es porque la disciplina del Padre está explicada a nosotros en el contexto del amor. Proverbios 3.12 dice, Por quien el Señor ama, correge. Y Hebrews 12.7 dice, Si tú soportas la chastidad, Y Hebreos 12, 7 dice que si recibimos la disciplina del Señor, nos trata como hijos. Sabemos que el Dios nos ama perfectamente cuando pecamos. Por eso no puede permitir que sigamos pecando sin corregirnos. Y así es con nuestros hijos. Porque los amamos, tenemos que refrenarlos de sus berrinches. Tenemos que usar esos tiempos en los que escriben con el plumón en la pared y en los que están haciendo un berrinche como oportunidades para darles el Evangelio. Y porque los amamos, no vamos a dejar que se peleen uno contra el otro. O gritarnos o hacer un berrinche. Si no, los tenemos que, al contrario, disciplinar amorosamente. El pasaje en Hebrews 12 que mencioné un minuto antes continúa en el verso 11 diciendo En el pasaje de Hebreos 12 que les mencioné, continúa diciendo, Ninguna disciplina en el presente parece ser causa de gozo, sino dolorosa. Sin embargo, después da un fruto apacible de justicia. Cuando yo pensaba en este versículo, La idea me vino a la mente de que la tristeza de perseguir no está solo en la parte del hijo. Está en nosotros también. Porque disciplinar a nuestros hijos con amor y sabiduría es un trabajo duro y exhaustivo. Nos lastima, nos duele ver el pecado en el corazón de nuestros hijos. Y también nos duele ver las respuestas, la manera en que respondemos de una manera pecaminosa a estas situaciones. Pero Dios nos da gracia. Él es fiel para ayudarnos. El alivio en la Escritura está ahí para todos nosotros. Nuestro Padre Celestial nos persegue para producir en nosotros la fruta pacífica de la justicia. Nuestros hijos necesitan la misma corrección para que puedan crecer y producir esta fruta espiritual. porque ellos así pueden crecer y producir este fruto apacible. Y estas hermosas palabras de la Escritura deberían ser un alivio para nosotros. Sabemos que Dios es bueno y amable y misericordioso cuando nos está disciplinando. Así que tenemos que perseverar y entender esta tarea del Evangelio que tenemos enfrente de nosotros. Disciplinamos a nuestros hijos no para obtener simplemente una respuesta externa, sino es porque queremos un cambio en el corazón. Las almas de nuestros hijos deben de ser nuestra prioridad máxima. Proverbios 29.17 nos da muchísimo más ánimo y más promesa. Corrige a tu hijo y te va a dar descanso. Sí, va a dar descanso a tu alma. No queremos todas esto, gozarnos de nuestros hijos, tener este descanso con ellos y verlos en el Señor. Y las escrituras nos dan el cómo hacer esto y es a disciplinarlos amorosamente. Y la tercera manera en que hacemos esto es dándole a nuestros hijos misericordia. Lucas 6.36 dice, sea misericordioso así como nuestro Padre Celestial es misericordioso. El Señor me habló estos versículos a mí hace como tres años. Voy a tratar de contar esta historia rápidamente. Estábamos de vacaciones un domingo. Nuestro chiquito en ese momento tenía como tres años y se despertaba como a las seis, seis y media. Y esa mañana estábamos en este condado y los niños estaban peleando. Así que Derek y yo estábamos lidiando con esa situación. Y de repente escuchamos un golpe en el cuarto del vecino en el próximo condado. Así que lo que pasa es que estábamos haciendo mucho ruido muy temprano. Pero tristemente mi respuesta a este vecino fue enojo y resentimiento. Así que yo, en mi propia mente y en mi corazón, le dije cosas negativas acerca de este hombre. Cosas que hice de mi propia mente, como, oh, probablemente ni siquiera le gusta a los niños. Entonces yo pensaba, bueno, inclusive si se estuviera parando para ir a la iglesia tan temprano, ni siquiera le estaría importando. Y estaba yo así súper enojada todo el camino hacia la iglesia. Y porque yo vivíamos en otra ciudad, estábamos visitando otra ciudad, estaba segurísima que el pastor que dio la plática no sabía nada de mí ni de nuestro contexto. Y abrió el pasaje de la escritura a Luke 6. Y empezó a predicar acerca de la misericordia. Mi corazón se sintió tan tan reprendido por el Señor. Y claro, los versículos en ese pasaje de Lucas habla de orar por los que te persiguen, ¿no? Amarlos y bendecirlos. Y mi respuesta para nada había sido como esas. No había sido yo nada misericordiosa con este vecino al cual yo había despertado tan temprano. No había sido misericordiosa con él como Dios ha sido misericordioso conmigo. Y lo que realmente me tocó en el corazón fue que mostré toda esta desgracia a mis hijos. Después tuvimos una conversación con nuestros hijos acerca del sermón y lo que es la misericordia y cómo debimos de haber respondido. Y esta es una pequeñita historia de cómo Dios me ha enseñado acerca de la misericordia. Porque necesitamos de verdad la gracia de Dios cada día para ser misericordiosas. Especialmente con aquellos que están más cerca de nosotros, que son nuestros hijos. Hemos estado hablando de amarlos y de disciplinarlos, pero tienen que mezclar en toda esa mezcla la misericordia. La definición de misericordia del diccionario es esa manera de perdonar que se le da a uno que ha sido tratado duramente. ¿Cuántas veces nuestro Padre Celestial nos ha tratado con misericordia? ¿Y qué tan rápidas somos nosotras para lidiar con nuestros hijos de todas las maneras posibles menos misericordiosas? A veces nuestros hijos hacen cosas que simplemente son cosas de niños. Hay una frase que me gusta mucho recordar que es, a la luz de la eternidad. Y es aprender a poner las cosas en la perspectiva de la eternidad. Y nos recuerda que lo que estamos viendo en este momentito no es necesariamente lo más importante. Nuestras almas de los hijos, nuevamente, lo voy a repetir, nuestras almas de los hijos deberían ser nuestra mayor responsabilidad. A veces nos metemos tantísimo en todas las cositas del día a día, las cosas que tenemos que hacer, los quehaceres, que se nos olvida esta verdad. Pero, nuevamente, siento que hay algo que necesito decir que no estoy hablando. Pero también quiero decir aquí algo que no estoy hablando de eso. No estoy diciendo, enfatizando la misericordia, que debemos dejar a nuestros hijos salirse con sus propios pecados. No es misericordioso dejar que tu hijo vaya hacia el pecado. Es de hecho da miedo pensar en hacer eso. Pero es misericordioso reconocer cuando una acción es simplemente de niños. Y no algo como pecaminoso. Y en esos tiempos denles un poco de gracia y misericordia. Instrucción llena de misericordia y de amor en vez de un enojo duro. Y esto de en luz de lo eterno me ayuda muchísimo, sobre todo cuando están involucradas cosas materiales. Tal vez es solo yo, pero cuando los niños rompen algo, tengo más tendencia a ser como... Pero en la luz de la eternidad, ¿va a importar ese plato rompido? Pero la luz del eterno, ¿de verdad ese plato roto va a valer la pena? ¿O el caminito que dejaron de lodo en la casa, de verdad va a ser un gran, algo enorme en la eternidad? Así que pongamos las cosas en una perspectiva eterna. Para mostrarle a tu hijo, a tu hija, a tu granadero, un corazón misericordioso. Porque en la perspectiva de la eternidad nos ayuda en qué cosas nos debemos enfocar. Debemos tener la prioridad de alcanzar el corazón de nuestros hijos, no nada más el comportamiento externo. No es tan importante ver quién le tocaba o quién tenía el juguete primero, sino más bien el corazón egocéntrico de cada uno. Tenemos que enseñarlos a ver el pecado por lo que el pecado es. Así que todas vivamos en la luz de lo eterno. Habiendo recibido verdadera misericordia de nuestro Padre Celestial, vivamos esta misericordia intercalada con la disciplina y el amor y la misericordia a nuestros hijos y nuestros nietos. Y por último, necesitamos gracia diaria porque somos insuficientes para estos llamamientos. Estos pensamientos que he compartido con ustedes, simplemente escapan de la superficie de cómo necesitamos la gracia. Cuando realmente detenemos y consideramos las perfecciones de Dios con nosotros, vemos nuestros propios fallos más. Y esto a lo mejor nos hace correr de nuestro llamado, voltearnos, no querer recibir nuestro llamado. Pero no podemos achicarnos de las responsabilidades que tenemos. Debemos, en cambio, reconocer nuestros pecados y correr hacia Dios. Él promete gracia. Él va a venir con nosotros como nuestro Padre de verdad. Para amarnos en los días más difíciles. Para perdonarnos y lidiar con nosotros en misericordia. Entonces, ¿cómo tenemos la fuerza para vivir cada uno de estos roles que Dios nos ha dado? Vamos de vuelta a Dios, una y otra y otra vez. Así como la canción, ¿no? Corro a Cristo, corro a Cristo, corro a Cristo. Y esto reitera lo que hablábamos antes, que debemos estar sentados en los pies de Cristo. Debemos estar en Su palabra, porque ahí es donde encontramos la fuerza para el día. Un predicador británico de los primeros mil novecientos, llamado G. Campbell Morgan, dijo en un sermón sobre la herencia infantil, escribió en un sermón acerca de cómo criar a los hijos. Dice, tienes que estar muchísimo y muy constantemente en camaradería con Cristo. Yo no voy a ser tan severo como verdadero, sino tengo que estar tan amable como para detenerlo. Yo debo de conocerlo al hombre a quien ve directo en el corazón de las almas, el fariseo. Tengo que ver a ese pequeño niño y querer que venga a jugar con Cristo. Oh, cuánto necesito a Cristo si quiero estar con los niños. Lo que necesito es pedirle al Padre que me ayude a estar cerca de Él para que pueda conocer yo y saber cómo ser una buen padre o madre a mis hijos. Y esto puede ser dicho de cualquier relación en nuestras vidas. Entre más cerca estemos con Cristo, y entre más lo conozcamos a Él, más nos va a enseñar, y más nos va a ayudar a hacer lo que debemos y tenemos que ser. Quiero animar a todos ustedes que no están casadas, o que no tienen hijos, o que no están Estos principios bíblicos deben ser aplicados a cada una de las relaciones en las que tú tienes. Como lo dije esta mañana, necesitamos la gracia divina de Dios cada día para penetrar todas las áreas de nuestra vida. Cada relación. Aún si tú no estás casada o no tienes hijos. Desea crecer en la gracia ahora. Porque esto te va a ayudar a prepararte para cuando Dios traiga a tu vida la etapa de un matrimonio o los hijos. Y cuando estamos tentados a desanimarnos, que no somos lo que queremos ser en nuestras relaciones, podemos recordar estas promesas de la Palabra de Dios. Segunda de Corintios, 12, 9. Cuando soy débil, la gracia de Dios es suficiente. Filipenses, 4, 13. En Cristo todo es posible. Primera de Juan, 4, 4. Mayor es el que está en ti que el que está en el mundo. Dios nos ha llamado a que vivamos estos roles como esposas, madres y abuelas. Y Él es más grande que todas nuestras caídas, que toda nuestra vida misma. El Evangelio es poderoso suficiente para cada necesidad. No es nuestra amabilidad o lo bonita que seamos lo que va a mantener la unidad en nuestro matrimonio. Es la belleza de Cristo. No es nuestra obra o nuestra forma perfecta de educar a nuestros hijos lo que los va a salvar, sino Cristo obrando en ellos. Vivir la vida cristiana es una batalla. Amar a otro pecador es difícil. Y ser padres de verdad es difícil, puede ser muy difícil. Matrimonio es algo en lo que tenemos que estar constantemente trabajando. Pero no pongas este peso en todos tus hombros. Porque Dios es más grande que cualquier circunstancia que tengamos. Nuestra suficiencia solamente está ahí porque viene de Cristo. 1 Thessalonians 5.24 dice, El que te haya amado es fiel, el cual también lo hará. ¿Cómo podemos amar a nuestros hijos mejor? Solo a través de la gracia y el amor de Cristo. Por fe tenemos que mirar a Él y confiar en Él. Llamando por la gracia diaria para nosotros mismos, para nuestros esposos, para nuestros hijos, para nuestras casas. Orando por gracia diaria para nosotros, por nuestros hijos, nuestros hogares. Esta es nuestra necesidad. Y Cristo suple nuestra necesidad. Gracias por la oportunidad de estar aquí y a ustedes por haber venido. Me disfrutaba muchísimo este tiempo y de compartir estas cosas que Dios puso en mi corazón. Estoy agradecida también por la compañía, el que han tratado de acercarse y hablarme en inglés, y disfrutando un poquito de mi español. Espero que hoy recuerden todas las cosas que hablamos y se acuerden que necesitamos la gracia de Dios penetrando cada área de nuestra vida. De la salvación a nuestra santificación, las pruebas, nuestras relaciones. En el pasado, el presente, el futuro. Todo lo que hacemos y somos es solamente por gracia. Y pido que el Señor tome esto y lo aplique a nuestros corazones. Y que todo lo que se haya dicho hoy se apara a su gloria y a nuestro bien. Así como en nuestro versículo de hoy, Tito 2.14 dice, Espero que esta gracia de Dios nos haga celosos de buenas obras. Segunda de Pedro 3, 18. Antes bien crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. Amén.
4- El Matrimonio, Los Hijos, y El Hogar- La Gracia Diaria
Series Conferencia feminil 2018
Sermon ID | 3618012433 |
Duration | 51:24 |
Date | |
Category | Conference |
Bible Text | 1 Corinthians 13:4-8 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.