
00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
mientras pasamos al pasaje que vamos a tomar como pasaje principal segunda de corintios capítulo 5 verso 18 y 19 estaba pensando sobre cómo se van acomodando las cosas y tal vez alguien podría pensar que ha sido intencional lo de la lectura programada para antes de empezar el culto lo de la santa cena y ahora el mensaje que se va a compartir y bueno a pesar de que el pastor Jaime sí conocía el sermón realmente escojo creer que es la providencia del señor que es muy intencional en hablarnos sobre este punto del Ministerio de la Reconciliación. Cuando lo que más se escucha o se lee en las noticias son malas noticias, guerras, pleitos, peleas, asaltos, asesinatos, delincuencia, corrupción, daño a personas en situación vulnerable, porque generalmente esos son los titulares de los periódicos, de los noticieros. ¿Cuánto nos anima a escuchar buenas noticias? El Ministerio de la Reconciliación es una de esas buenas noticias. Al revisar la historia y ver como un país como Alemania, por ejemplo, ustedes saben que han sido protagonistas en Primera, Segunda Guerra Mundial, esa persecución a los judíos, el holocausto y la maldad que se ha producido ahí. La gran parte del siglo XX producto de todas esas cosas que han ido pasando en Alemania, se han creado incluso muros y división Alemania Oriental y Alemania Occidental. A día de hoy no sé cuántos niños, por ejemplo, estaban conscientes de que ha habido un tiempo en la historia donde había esa división entre esos países. Hoy ya escuchamos de una sola nación, fuerte, unida. ¿Cómo fue posible que se haya logrado una reconciliación posguerra? Se han derribado muros para lograr que una nación dividida ahora sea una nación fuerte, fortalecida. Porque han habido actores claves que han logrado reconciliación. Podemos ver también en la historia relatada en la Biblia la historia de la familia de Jacob. Él tenía varios hijos, su favorito era José. Sus hijos, sus otros hijos sienten celos por él, por ese favoritismo, y deciden deshacerse de José. Y en sus planes están, incluso querían asesinarlo. Terminan vendiéndolo y le cuentan a su papá la historia de que había muerto. Me imagino esos años en los que Jacob no pensaba que su hijo ya había muerto y tal vez pensando que eso era una recompensa por todas las veces que él había engañado a otros. Años después en la providencia del Señor también la situación cambia, están en otro lugar, Egipto, José es alguien muy favorecido. El favor de Dios se ve en la autoridad que Dios le pone. Era segundo después de Faraón. Y tenía la oportunidad propicia para cobrar venganza. Tenía a sus hermanos en frente, sus hermanos con necesidad, necesidad económica. Era el momento justo, adecuado, idóneo para decir después de tantos años de sufrimiento, de todo lo que he pasado, de haberme separado de mi padre y lo que me correspondía, era el momento. Muchos pensaríamos en algo semejante. Jacob toma ese tiempo propicio para más bien buscar la reconciliación. y logra que su familia se logre reunir después de tantos años y alegrar el corazón de su ya anciano padre Jacob. Son historias de la vida real que nos conmueven, tanto así nos conmueven que se escriben películas basadas en historias reales que llegan a ser éxitos de taquilla porque nos conmueve, nos gustan esas historias, nos tocan las fibras más íntimas del corazón. Pero a veces, cuando son historias de terceros, suenan bonito. Cuando nosotros somos los protagonistas, otra es la historia. Pero hay una historia que es mucho más fascinante que esas historias que acabamos de mencionar. Es la reconstrucción de un país o la restauración de una familia. Y es el punto de partida de este Ministerio de Reconciliación del que hoy vamos a hablar. Más allá de uno mismo, el Ministerio de la Reconciliación es parte de la serie La Iglesia en el Mundo o El Mundo en la Iglesia. Esta es una pregunta relevante que como creyentes debemos hacernos y frecuentemente volver a hacernos esta pregunta. Para examinarnos como iglesia, para identificar dónde estamos y si toca corregir también debemos de hacerlo. Porque el mundo ha ganado tanto terreno que se ha metido en la iglesia. a veces de manera frontal, donde el predicador mismo está guiando en esa dirección a los miembros de las iglesias, pero en muchas ocasiones de manera mucho más sutil. Nosotros no estamos todo el tiempo como congregación, como creyentes viviendo juntos en una comunidad de creyentes. Cada quien está después en su día a día con sus actividades relacionándose en un mundo caído, en un mundo que tiene un sistema de valores contrarios a la palabra de Dios. Y no sé si estemos tan conscientes de cómo el mundo ha permeado muchas áreas. ha traspasado muchas áreas y nos ha adoctrinado en áreas que tal vez ni siquiera nos hemos dado cuenta. En la primera parte de esta serie habíamos hablado del exceso del individualismo que este mundo promueve. Y hoy también, más allá de uno mismo, vamos a hablar sobre el Ministerio de la Reconciliación. Muchas veces las iglesias en su ánimo por alcanzar el mundo han renunciado a principios y verdades bíblicas que no deberían ser negociables, que no deberían siquiera tocarse. Pero en ese ánimo de querer hacerte más amigable con el mundo y no cerrarte puertas, hemos renunciado a ello. O en principio hemos negociado Pero ese negociar es debilitar las puertas, las barreras, y luego las siguientes generaciones las han ido abriendo de par en par. Hemos cambiado, como Iglesia, la predicación del Evangelio, que es el poder de Dios para salvación, como dice la palabra. La hemos cambiado por estrategias, por métodos, por programas, por cultos a la personalidad, o por recetas simplonas para hacer sentir bien al ego de las personas que están escuchando el mensaje. Algunos de nosotros hemos estado allí, hemos sido partícipes de eso, cambiando el poder de Dios por métodos humanos. Y algunos de nosotros hemos identificado eso, nos hemos arrepentido, hemos visto la gravedad de eso y hemos buscado alejarnos de eso. Hemos comprendido que estar en ese extremo era un error, pero tal vez sin darnos cuenta nos hemos ido al otro extremo de la vereda. ¿Quiénes están en ese otro extremo de la vereda? Aquellos que, amparados en un celo por la verdad, podemos inclinarnos a una posición que tampoco es bíblica, una posición de contienda, división, orgullo, vanagloria, falta de perdón. Y sin darnos cuenta, al igual que en ese otro grupo que mencionábamos antes, nos alejamos del Evangelio de Dios. Pero la receta no es tan fácil como decir que yo estoy en un extremo o estoy en el otro extremo. Ni siquiera es tan fácil como decir, entonces me toca ser equilibrado. Porque como varias veces se ha dicho desde este púlpito, no se trata de ser equilibrados, más bien se trata de ser bíblicos. Hoy, más allá de uno mismo, debemos abrazar el ministerio de la reconciliación que Cristo nos ha encomendado. Y eso es lo que hoy día vamos a considerar. Vamos a leer el pasaje que les hemos puesto. Segunda de Corintios, capítulo 5. Vamos a leer desde el verso 11 hasta el verso 21. Segunda de Corintios 5, voy a leer desde el 11 en adelante. Por tanto, conociendo el temor del Señor, persuadimos a los hombres, pero a Dios somos manifiestos, y espero que también seamos manifiestos a vuestras conciencias. No nos recomendamos otra vez a vosotros, sino que os damos oportunidad de estar orgullosos de nosotros, para que tengáis respuesta para los que se jactan en las apariencias y no en el corazón. Porque si estamos locos es para Dios, y si estamos cuerdos es para vosotros. Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a una conclusión, que uno murió por todos, por consiguiente todos murieron. Y por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que nosotros de ahora en adelante ya no conocemos a nadie según la carne, aunque hemos conocido a Cristo según la carne. Sin embargo ahora ya no le conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron de aquí y son hechas nuevas. Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación, a saber que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de reconciliación. Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo rogamos, reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros para que fuéramos hechos justicia de Dios en él. Señor, gracias por esta oportunidad que nos das de poder abrir tu palabra. Gracias por este ministerio que nos has dado. probablemente no lo hemos considerado de una manera práctica o lo hemos dejado de lado y hoy sentimos corazones cargados, capaces, que no se sienten capaces de ser portadores de este ministerio. Señor, rogamos que abras nuestro entendimiento de cada miembro, de cada asistente, hoy acá, Señor, que tú puedas abrir el entendimiento y ayudarnos a considerar este ministerio primero en nuestras vidas y después, Señor, que podamos ser vasos útiles para ti, instrumentos tuyos para gloria y honra tuya. Te pedimos esto en el nombre de Jesús. Amén. En especial, los versículos que vamos a considerar son el versículo 18 y el versículo 19. La suprema importancia de la reconciliación con Dios. ¿Por qué partimos de este punto? ¿Por qué partimos de la importancia de la reconciliación con Dios? Recuerdo que a lo largo de mi vida, en diferentes circunstancias, me ha tocado ver o ser protagonista de intentos de reconciliación. Y lo más práctico es llamar a esas dos personas para que se reconcilien. Cristian, ven acá, ¿verdad? Y decirles, ya, reconciliense, ¿no? Y entonces se dan la mano, se dan un abrazo, pídanse perdón, perdón, ¿no? Y luego se van. Ojalá fuese tan fácil como hacer eso. Probablemente en el caso de algunos niños pequeños, esa situación va a ser más genuina, pero conforme van a ir creciendo en edad van a notar que les va a costar más, que va a haber más carga, que hacer eso no va a hacer que haya una verdadera reconciliación. La reconciliación no es fácil, muchos de nosotros vamos a ver eso como un camino imposible. Probablemente por eso el apóstol Pablo empieza por donde debe de comenzar, la reconciliación con Dios. Si no partimos de este punto fácilmente podemos otra vez terminar desviándonos como poníamos al principio el ejemplo, a la derecha o a la izquierda, ya sea creyéndonos más benevolentes que Dios, o por el contrario, no mostrando la misericordia y el amor que Dios nos muestra a nosotros. ¿Hay algo más importante para el hombre que la relación que tiene con Dios? Lo cierto es que probablemente en este contexto de iglesia muchos vamos a decir que no. En este contexto de iglesia vamos a decir que lo más importante es la relación que tenemos con Dios. Pero a veces ni siquiera nosotros hemos medido o hemos olvidado la tremenda diferencia que es estar en paz con Dios o estar en enemistad con Dios. La Biblia es muy clara porque dice que no hay un punto intermedio. No podemos estar neutrales con Dios o estamos en paz con Dios o estamos en enemistad con Dios. Si estamos en una situación de amistad y paz con Dios, bienaventurado por ese hombre. Ni la más alta de las enemistades ni la más grande dificultad que pases en este mundo va a poder levantarse en tu contra. va a poder ser equiparable a esa bendición que es estar en una relación de paz con Dios. Pero así también aquel que, por más que haya poseído todos los éxitos que este mundo pueda ofrecer, o si ha conseguido todos los sueños que tenía desde pequeño, que albergaba en su corazón, pero está en una relación de enemistad con Dios, es el más miserable de los miserables. Hay muchas razones por las cuales no consideramos en mejor dimensión lo que Cristo ha hecho. Primero es el estado espiritual en el que el ser humano se encuentra. Realmente no consideramos la gravedad de la maldad. Tendemos a querer medirnos con aquel que es visto como el más malvado de los malvados. Probablemente con un narcotraficante, con un asesino. Pero la Biblia es clara cuando dice que no hay justo ni a un un. No hay quien busque a Dios. Nos cuesta concebir que Dios no pueda pasar por alto nuestro pecado. y nos cuesta concebir la dimensión de justicia y santidad de Dios. Pero lo cierto es que si nuestro pecado no fuese tan grande, seguramente habrían varios caminos para cubrir ese pecado. La Biblia relata lo grande, lo complicado y cómo ese pecado realmente es una barrera para relacionarnos con Dios. Y que solamente Cristo ha tenido que pasar por lo que ha tenido que pasar el escarnio que se hizo de él, la muerte que ha tenido que pasar para que nosotros podamos estar en una relación de amistad, de comunión, de paz con Dios. Y la pregunta es si Cristo merecía eso y obviamente la respuesta es que no se merecía eso. Cristo no merecía que la ira de Dios se derrame en él, pero a su vez era el único capaz de cargar tremenda carga. Y ese ha sido su propósito desde el principio. La Biblia dice que la retribución del pecado es muerte. La Biblia también dice que los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus acciones eran malas. Voy a citar a Hermán Janco, quien explica algunas implicaciones que probablemente no hemos considerado. El Dios trino eternamente nombró a Cristo para ser el mediador del pacto y así lograr la redención plena y completa a favor de los elegidos. Él fue elegido para llevar a cabo el propósito de Dios como Hijo de Dios en nuestra carne para que Dios mismo llevara a cabo la redención. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo. Como dice el versículo 19 del pasaje que hemos leído. Cristo cumplió su llamado al entrar en nuestra carne, en el vientre de la Virgen María, sufriendo la ira de Dios, muriendo en la cruz, resucitando de los muertos y ascendiendo al cielo donde Él es exaltado como Señor de todos. Se nos dice en las Escrituras que Cristo llevó la ira de Dios contra el pecado desde el principio de su encarnación hasta el final de su vida en la tierra. Aquí hay una maravilla, comenta Janco, Mientras que Cristo llevó la ira de Dios a través de su vida, él también era consciente de la aprobación de Dios para con él. Por ejemplo, en su bautismo podemos leer en las escrituras que dice que se escucha una voz y dice, este es mi hijo amado en quien me he complacido. Cristo era consciente del favor de Dios y también era consciente de la ira de Dios y así a lo largo de su vida terrenal. Muchas veces lo que más nos conmueve de la muerte de Cristo es el padecimiento que ha sufrido, el escarnio que ha sufrido de parte de quienes se burlaban de Él, de los líderes religiosos, del ejército, del pueblo judío, de quienes acusaban y castigaban a Jesús. Y si bien eso es algo tremendo que se puede retratar muy gráficamente, por ejemplo, en las películas, hay algo más tremendo que eso. Eso no ha sido lo más terrible que Cristo ha tenido que cargar, lo más pesado ha sido cargar la ira de Dios, que la ira de Dios se derrame sobre él. James Packard dice, una mirada a la concordancia nos revelará que en las escrituras hay más referencias al enojo, a la ira de Dios, que a su amor y a su benevolencia. Dios quiere hacer manifiesto. Eso. Janco continúa explicando. Sin embargo, entre más Cristo se acercaba a la cruz, la conciencia de la ira de Dios crecía más y más, mientras que la conciencia del favor de Dios disminuía. En la cruz, la conciencia del favor de Dios fue completamente absorbido en la furia de la ira de Dios. Y en ese momento probablemente Cristo sólo reconocía la ira de Dios. Esa conciencia de la ira de Dios se expresa en el grito de Cristo, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Cristo ni siquiera se atreve a llamarlo Padre, como en sus oraciones lo hacía habitualmente. Él sólo pudo decir Dios, porque la ira era demasiado grande sobre Él. tan grande era la abrumadora ira de Dios que Cristo soportó, que Él ya no podía entender más la necesidad de llevar la ira de Dios en ese momento. Pero como decíamos antes, Él era el único capaz de cargar con eso. Y aún a pesar de ese sentimiento que Él tenía, Cristo fue obediente. Filipenses 2.8 dice, y hallándose en forma de hombre se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Realmente de este lado de la eternidad no vamos a lograr entender el tremendo peso que Cristo ha cargado. de la cual nosotros somos responsables, porque esa ira de Dios debía derramarse sobre nosotros, pero Cristo ha decidido cargar con eso. Volviendo a 2 Corintios 5, voy a leer versículos anteriores 5-14, Segunda de Corintios 5.14, pues el amor de Cristo nos apremia habiendo llegado a esta conclusión, que uno murió por todos. Versículo siguiente, y por todos murió para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. La más grande reconciliación solo ha sido posible gracias a que Dios se ha acercado al hombre por medio de Cristo. Y es en ese contexto que está el versículo 17 que generalmente lo tomamos varias veces. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron y aquí son hechas nuevas. La base es lo que Cristo ha hecho, la base es el Evangelio. El hombre tiene tanto potencial para alcanzar y lograr tanto, pero ¿a qué costo? A un costo de darle la espalda a Dios. Si el hombre permanece en enemistad con Dios, ningún éxito en esta tierra lo va a compensar. La comunión con Dios es la esencia del propósito divino del hombre. es por medio de nacer de nuevo por medio de Cristo que esa comunión puede ser restaurada. Y para los creyentes es por medio de esa comunión que nosotros podemos avanzar con el ministerio de la reconciliación. Fuimos diseñados para relacionarnos con Dios. Y Dios ha sido quien se ha acercado a nosotros. Para lograr esa reconciliación. Por medio de Cristo. Verso 18. Y todo esto procede de Dios, refiriéndose a esa nueva vida. Quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación. Como dicen la verdad principal, reconciliación es restaurar una relación dañada entre dos partes. Según explica Alfonso Ropero, la reconciliación consiste en unir lo separado, en cancelar la deuda, en conducir a la amistad desde la enemistad, en traer a la paz desde la ruptura. Dios nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo. Versículo 19 Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo. Dios estaba en Cristo restaurando una relación fracturada entre el hombre y Dios. Hermanos, esta es la base, este es el mensaje. A veces, en algunos negocios multinivel, te persuaden de vender un producto y para vender ese producto lo que tienes que hacer es promocionar ese producto. A veces, muchas veces, ni siquiera estás consciente, persuadido de que ese producto funciona, pero no es el caso del cristianismo. Porque no estamos hablando de un producto, estamos hablando primero de un mensaje, pero de un mensaje poderoso que da vida. Reconciliación con Dios. Y lo más grandioso de eso es que hemos sido llamados no solamente a reconciliarnos con Dios, sino que también hemos sido llamados a buscar la reconciliación con Dios de otras personas. Dios en Cristo ha encomendado a sus escogidos la palabra de la reconciliación. Presten atención a esos dos versículos que hemos leído, el versículo 18 y el versículo 19. En ambos dice, y todo esto procede de Dios quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo. Y la segunda parte del versículo dice, y nos dio el ministerio de la reconciliación. El versículo 19, a saber que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones. Y luego la última parte dice y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación. En ambos, primero nos recuerda el mensaje y después lo que se nos ha encomendado. Versículo 18 y nos dio el ministerio de la reconciliación, versículo 19 y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación. y recuerdo lo que estaba diciendo Pablo antes en el verso 15, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. El trabajo que Dios nos ha dado es el de proclamar y vivir la palabra de la reconciliación. Y entonces aquí nos encontramos con los primeros tropiezos en la aplicación. Primero, ser portadores de este mensaje. Vamos con nuestras Biblias a 1 de Juan capítulo 2 verso 3. 1 de Juan capítulo 2 verso 3. Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle. si guardamos sus mandamientos. El que dice yo he llegado a conocerle y no guarda sus mandamientos es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él debe andar como él anduvo. Él anduvo compartiendo el Ministerio de la Reconciliación y ahora eso es lo que Él nos manda. Jesús nos ha llamado a hacer lo que Él ha hecho, compartir el Evangelio. Primero, nosotros hemos sido beneficiados con ese ministerio de la reconciliación y ahora nosotros somos portadores de ese mensaje para que otros se beneficien de ese mensaje. El verso 20 de 2 Corintios 5 dice, por tanto somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo rogamos, reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en él. A partir de esa gran obra que hemos recibido como creyentes, que hemos experimentado como creyentes, es a partir de esa gran obra que nosotros debemos compartir ese mensaje transformador. Mientras aún estamos en este mundo, tenemos la responsabilidad de rogar en nombre de Cristo. Reconcíliense con Dios. Reconcíliense con Dios. Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros. Para que fuéramos hechos justicia de Dios en él. Y no sé cómo te está yendo en la evaluación de evaluarte, cómo estás siendo portador de este Ministerio de la Reconciliación, pero en el mundo occidental, por lo menos, probablemente muchos podemos esforzarnos por hacer esta proclamación. Reconcíliate con Dios. y tal vez vamos a sufrir alguna burla, vamos a sufrir alguna vergüenza, algún desprecio, pero en el mundo occidental esas cosas son llevaderas, por lo menos por ahora. En otros lugares, el escenario es mucho más complejo. De hecho, en el contexto en el que se escriben estas cartas, en las que Pablo escribe estas cartas, el panorama era mucho más complejo, era mucho más desfavorable. Pero lo que este, el ser portador de este mensaje del Ministerio de la Reconciliación, no es solamente lo que nosotros estamos proclamando. Proclamar el Ministerio de la Reconciliación no solamente es que nosotros prediquemos el Evangelio, sino también es que vivamos el Evangelio. O mejor dicho, que vivamos en el Evangelio. cambiando nuestra forma de pensar, cambiando nuestra forma de actuar y entendamos que esto no es algo sugerido sino que más bien es algo que se nos ha encomendado, que se nos ha mandado. Esto significa que estamos llamados a promover y buscar la reconciliación principalmente con Dios pero por extensión unos con otros. Cuando a Jesús le preguntan cuál era el principal mandamiento de la ley, Él lo resume en dos mandamientos. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Y dice, y el segundo es semejante a este. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Hay una dimensión que no debemos de ignorar. Y es como vivimos este ministerio de la reconciliación en nuestra vida diaria, no solamente en nuestra relación con Dios, sino entre nosotros. Esto es algo que la Biblia no omite. Mateo capítulo 5 verso 23. Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar y ve y reconcíliate primero con tu hermano y entonces ven y presenta tu ofrenda. La relación que tenemos con nuestro prójimo sí puede afectar nuestra relación con Dios. Y es algo que no debemos de negar. Y esto lo vemos claramente, por ejemplo, quienes estamos casados en el matrimonio. Pedro en su carta dice, y vosotros maridos, primera de Pedro, capítulo 3, verso 7. Y vosotros maridos, igualmente convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como coheredera de la gracia de la vida. para que vuestras oraciones no sean estorbadas. O el apóstol Juan, en su primera carta, capítulo 4, verso 20. Primera de Juan, capítulo 4, verso 20. Si alguno dice, yo amo a Dios y aborrece a su hermano, Es un mentiroso, porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. Y esto es tan real, porque como sabemos, especialmente cuando somos afectados o dañados por otra persona, nuestra reacción natural va a ser cargar con esa falta que esa persona ha hecho con nosotros. Es decir, tal tengo algo en contra de esa persona y sabemos que eso va a ser especialmente destructivo en la relación con esa persona. Por eso es que hay tantos matrimonios que les cuesta resolver los problemas, porque todo el tiempo estamos cargando las ofensas que unos a otros nos hemos hecho. Y eso también pasa entre creyentes. realmente se necesita el poder sobrenatural de Dios para que obre en cada una de las personas involucradas y ver de manera visible el poder de Dios en esa reconciliación entre partes. Pero parte de ver, el efecto de ver ese poder es que se logre esa reconciliación. A veces hay matrimonios que están tan dañados, tanta ofensa de una parte a otra, pero es cierto cuando decimos que sólo Dios puede obrar y cambiar y darle nuevo rumbo a ese matrimonio. Porque Dios puede obrar en nuestros corazones y ayudarnos a ver nuestra parte. Y como se decía antes en la Santa Cena, reconocer nuestras faltas, pedir perdón las veces que sea necesario. No solamente en la Biblia está a nivel de teoría como algo sugerido o como algo mandado, también podemos ver ejemplos Hechos es un libro que nos ayuda a ver cómo se movía la iglesia, principalmente la iglesia primitiva. Pasamos a Hechos capítulo 12. Vamos a pasar por algunos pasajes en Hechos. Hechos capítulo 12 verso 25. Y Bernabé y Saúl regresaron de Jerusalén después de haber cumplido su misión, llevando consigo a Juan, llamado también Marcos. Parece a tiempo del ministerio, Bernabé es quien respalda el ministerio de Saúl. Y entonces ellos empiezan a recorrer Y este punto es importante por lo que luego pasa en Hechos 15. Pasamos a Hechos 15. Hechos 15, versículo 36. Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé, volvamos y visitemos a los hermanos en todas las ciudades donde hemos proclamado la palabra del Señor para ver cómo están. Bernabé quería llevar también con ellos a Juan, llamado Marcos, pero Pablo consideraba que no debían llevar consigo a quien los había desertado en Panfilia y no los había acompañado en la obra. Se produjo un desacuerdo tan grande que se separaron el uno del otro, y Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó rumbo a Chipre. Más Pablo escogió a Silas y partió siendo encomendados por los hermanos a la gracia del Señor. Estas cosas en líderes de la iglesia estamos viendo que pasaban, un desacuerdo, posiciones diferentes, ya sea por desacuerdos por personalidad, por criterios o por decisiones como en este caso. o por el pecado remanente que también cargamos aún como creyentes, por nuestras pasiones. Y la historia podría haberse quedado ahí, pero la Biblia nos da luces de cómo Dios ha obrado logrando reconciliación. Segunda de Timoteo capítulo 4. Segunda de Timoteo capítulo 4, verso 9. Procura venir a verme pronto, Es Pablo quien está escribiendo esta carta. Procura venir a verme pronto. Pues Demas me ha abandonado habiendo amado este mundo presente y se ha ido a Tesalónica. Crescente se fue a Galacia y Tito a Dalmacia. Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo porque me es útil para el ministerio. Y yo sé que a esa altura alguien podría decir es que ya lo estaba llevando a nivel ministerial, como en un trabajo donde tienes diferencias con alguien, cuando tienes diferencias dice, ah, pero es un trabajo, tengo que aguantarlo, tengo que tolerarlo y entonces voy a llevar la fiesta en paz porque es trabajo. No creo que el enfoque de Pablo haya sido ese. Y creo que en este caso en particular, la Biblia da suficiente evidencia para mostrarnos que no ha sido el caso. Realmente ha habido una reconciliación entre Pablo y Marcos. Colosenses capítulo 4 verso 10. El contexto es Pablo está en prisión en Roma cuando escribe a los colosenses. Colosenses, capítulo cuatro, verso diez. Aristarco, mi compañero de prisión, os envía saludos. Colosenses, capítulo cuatro, verso diez. También Marcos, el primo de Bernabé, acerca del cual recibisteis instrucciones, si va a vosotros, recibirle bien. Y también Jesús llamado justo, estos son los únicos colaboradores conmigo en el reino de Dios que son de la circuncisión, que son judíos. Y ellos han resultado ser un estímulo para mí. Pablo, aquel que no quería viajar con Juan Marcos ahora está mencionando, primero está encargando que si Juan Marcos va ahí, que lo reciban bien. En muchas cartas vemos que Pablo dice, recibanlo como si fuera yo mismo. Y después está diciendo, realmente este hermano es un estímulo para mí. Creo que es suficiente evidencia para mostrar el poder transformador de Dios. en seres humanos falibles que nos cuesta como nosotros. Iglesia, Iglesia Bíblica de León, hermanos, esquivar la reconciliación práctica es negar el Evangelio. No es algo que nosotros debemos esperar a sentir, a que nos nazca. Si en nuestros propios matrimonios esperamos a que nos nazca hacerlo, probablemente estamos en una situación demasiado peligrosa. Pero no solamente en nuestros matrimonios, en la relación que tenemos entre nosotros, en cómo nosotros nos relacionamos con otros. Y aún si ha habido daño real y si ese daño no ha sido pequeño, sobre la base del Evangelio, sobre la base de lo que Jesucristo ha hecho por nosotros, es que nosotros debemos de avanzar, avanzar con el Ministerio de la Reconciliación. Cuando empecé esta serie yo pensaba que los temas iban a ir por otro lado, pero creo que es importante, y seguramente primero conmigo, la dirección de la importancia de llevar este Ministerio de la Reconciliación, de proclamar este Ministerio de la Reconciliación. No solamente a nivel de lo que nosotros estamos diciendo, sino como estamos viviendo. El perdón que Cristo ofrece es la base para vivir perdonando y pidiendo perdón a otros. Que Dios nos ayude. Ya para casi terminar, Romanos 5.10. porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo mucho más habiendo sido reconciliados seremos salvos por su vida Éramos enemigos de Dios y Dios se ha acercado a nosotros para reconciliarnos con Él entregando a su hijo, sacrificando a su hijo. Pero hemos sido salvos para vida. Voy a leer la verdad principal. Reconciliación es restaurar una relación dañada entre dos partes. Solo por medio de Jesucristo, Dios reconcilia al hombre consigo mismo. A la vez, Dios encarga este mismo ministerio a todo creyente. El Evangelio es el mensaje de la reconciliación con Dios. Este mensaje debe cavar profundo en el alma de cada creyente, de tal manera que pueda proclamar y vivir de acuerdo a este mensaje de la reconciliación. porque agradó al Padre, que en él habitara toda la plenitud, y por medio de él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz, por medio de él. Repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos. Y aunque a vosotros antes estabais alejados y erais de ánimo hostil, ocupados en malas obras, Sin embargo, ahora Él los ha reconciliado en su cuerpo de carne mediante su muerte, a fin de presentaros santos sin mancha e irreprensibles delante de Él. Que nuestras vidas reflejen la magnitud de la reconciliación que hemos recibido y que nuestro mensaje resuene en cada lugar donde el Señor nos pone. Vamos a ponernos de pie y vamos a orar. Señor hay tantas cosas por las cuales te podríamos dar las gracias como lo paciente que eres con nosotros pero tal vez incluso debemos volver más atrás y otra vez reconocer lo grande de nuestra maldad Señor que no somos tan buenos como quisiéramos o como creeríamos y a la vez Señor reconocer tu justicia y tu santidad Señor en nosotros mismos no somos merecedores de tu amor no somos mejores que aquel que puede que la sociedad pueda señalar como alguien malvado pero tú te has acercado a nosotros nos has alcanzado y en Cristo Jesús hemos alcanzado tu perdón. Señor, realmente a veces con los afanes de la vida no consideramos cuán difícil ha sido eso, cuán pesado ha sido cargar con nuestras faltas, con nuestras maldades, que tu justa ira se derrame sobre Jesucristo y a la vez nosotros no podríamos ser fieles como Jesucristo ha sido Señor obediente de cargar con aquello que nosotros no podíamos cargar Señor ayúdanos a ser portadores de este ministerio de la reconciliación aclamar en el nombre de Jesús reconcíliense con Dios reconcíliense con Dios tal vez incluso algunos de nosotros hoy estamos en un sentido enemistados contigo Señor rogamos tu misericordia en eso rogamos que tu Espíritu Santo obre en los corazones logrando arrepentimiento y confesión de pecado, pero a la vez esa fe puesta en quien sí ha podido cargar con esa maldad, Jesucristo. Señor rogamos que tu Espíritu Santo nos ayude a proclamar el mensaje de la reconciliación con nuestras vidas, en nuestras relaciones con otros, Señor. Sabemos que cuando hablamos, sabemos que lastimamos, sabemos que nos lastiman. Señor, rogamos que Tú nos ayudes a, sobre la base de la obra de Cristo, buscar reconciliación verdadera. no superficial, no pasajera, no de apariencia, sino esa reconciliación eficaz que restaura a la situación, la relación como antes era una relación de amistad, una relación de paz. A la vez, cuán privilegiados somos porque no solamente somos portadores de este mensaje, sino que nos beneficiamos de este mensaje. porque podemos volvernos a ti, volver al mensaje, recordar estas verdades. Señor, ahorramos para que de esta iglesia, Señor, podamos ser mejores proclamadores del Ministerio de la Reconciliación. Y Señor, en lo práctico sabemos que hay matrimonios, que hay amistades, relaciones, fracturadas también en este lugar. Ruego Señor que haya reconciliación. A nuestros ojos puede ser imposible, pero lo que para nosotros es imposible para ti es posible, Señor. Tú puedes lograr esa reconciliación. Oramos por eso. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
El ministerio de la reconciliación
Series Contracultura
Verdad principal: Reconciliación es restaurar una relación dañada entre dos partes. Solo por medio de Jesucristo, Dios reconcilia al hombre consigo mismo. A la vez, Dios encarga este mismo ministerio a todo creyente: el evangelio es el mensaje de la reconciliación con Dios. Este mensaje debe cavar profundo en el alma de todo creyente, de tal manera que pueda proclamar y vivir de acuerdo a este mensaje de reconciliación.
Escrituras tomadas de: La Biblia de las Américas® (LBLA®), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usadas con permiso. www.LBLA.com
Sermon ID | 33241845295481 |
Duration | 56:11 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 2 Corinthians 5:18-19 |
Language | Spanish |
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.