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Vamos a orar, vamos a presentarnos delante de Dios. enviándole su dirección, enviando lo que es la iluminación de su Santo Espíritu para que estas palabras que hemos de estudiar en esta mañana pues el Espíritu Santo pueda estarla influyendo, infundiendo vida en nuestros corazones y así al ser expuesto a ella pues pueda traer un temor reverente hacia su santidad, en este caso este tema de esta mañana, la ira de Dios y nos lleve entonces a poder conocer a Dios tal cual Él se nos ha dado a conocer en su palabra. Venga, así que oremos a Dios, presentémonos delante de Dios. Padre bueno y Dios, Tú que moras en las alturas de los cielos, en esta mañana te damos las gracias. Gracias una vez más porque estamos acá, porque Tú nos das este honor, este privilegio de nosotros venir delante de Tu presencia, Señor, a sentarnos a la mesa y a degustar de este manjar espiritual que es Tu Palabra. Le damos las gracias, Padre, porque una muestra de tu gran amor manifestado por nosotros es el hecho de que nosotros podemos pedir hasta este lugar y podemos ser expuestos a estas palabras. Te pedimos, Señor, que estas palabras no queden solamente en nuestros intelectos, no solamente lleguen a nuestra mente, sino que puedan llegar hasta lo más profundo de nuestro ser. la siento de las emociones, Padre de allí, pueda ser esa obra de transformación, esa obra de renovación y de esta forma podamos conocerte, tener esa experiencia personal contigo y consagrar nuestras vidas, Señor, por todo el resto de nuestra existencia en esta tierra y que podamos, oh Dios, estar gracias a Ti, Señor, listos para recibirte cuando Tú nos llames a Tu presencia o cuando Tú vendas a buscar a Tu pueblo. Oramos Padre por aquellos que no han llegado para que también tú puedas agilizarles el paso, para que tú puedas poner en su corazón el querer como el hacer por tu buena voluntad y así puedan aprovechar estas oportunidades que tú nos das a nosotros como hijos tuyos que somos y también a todos aquellos Señor que a pesar de no ser hijos pueden disfrutar, Padre, de este don celestial, como dice tu palabra. Esto te lo pedimos, Señor, en el nombre poderoso de Jesús. Amén y Amén. Pueden sentarse. Bien, entonces, en esta mañana nosotros estamos ya estudiando la última lección de lo que son los atributos de Dios. Hoy vamos a estar hablando acerca de la ira de Dios, que es uno de sus atributos. Ha habido personas que han tratado de minimizar lo que es la ira de Dios y solamente se enfocan en lo que es el aspecto del amor, la bondad y la misericordia de Dios. Pero cuando nosotros estudiamos las palabras del Señor nos vamos a dar cuenta de que real y efectivamente la ira de Dios tema que es recurrente en las sagradas escrituras constantemente se habla acerca de esto y tendremos muchos pasajes bíblicos que nos van a ayudar a tener una idea de lo que es la ira de Dios y como nosotros debemos de responder ante este acunto. El próximo domingo tendremos ya como un pequeño resumen de lo que es el tema que vamos a tener, de todos los atributos que hemos tratado, algo breve para el próximo domingo y entonces ya en marzo, si Dios quiere, entramos a estudiar lo que es la confesión del fe de Westminster. Muy bien, muy bien. Mis hermanos, es triste ver a tantos cristianos que parecen considerar la ira de Dios como algo que necesita excusa y justificación, o que cuando menos se le irradian que no existiese. Hay algunos que, aunque no estarían dispuestos a ir tan lejos como para admitir adviertamente que la consideran como un balde de agua fría en el carácter divino, no pueden mirarla con deleite. Les desagrada incluso a algunos cristianos pensar en la ira de Dios y rara vez la oyen mencionar sin que en sus corazones surja un resentimiento secreto, porque no es público, contra lo que es la ira de Dios. hasta entre aquellos cristianos de juicios más moderados, no son pocos las personas quienes imaginan que la severidad de la ira divina es demasiada aterradora para constituir un tema provechoso de meditación, incluso hasta los más conservadores. Otros albergan el engaño de que la ira de Dios no es compatible con su bondad y por eso tratan de desterrarla de sus pensamientos. Eso es cierto, es lamentable, pero eso no exime el que nosotros entendamos de que ese es un tema que se trata en las Escrituras. Entonces, debemos de irnos a las escrituras, debemos de estudiar las escrituras y ver qué nos dicen las escrituras acerca de la ida de Dios. Y a fin de esta lección y al final de esta clase, nosotros podamos determinar si realmente es un tema que se trata en las escrituras y si tenemos base para creerla y para defenderla y para entonces también poder presentársela a esas personas que no le gustan hablar de ella. ¿Qué dicen las escrituras? Lo primero es que cuando nosotros leemos las Escrituras nos damos cuenta de que Dios no ha tratado de esconder, ocultar la realidad de su vida. Él no se avergüenza, Dios no se avergüenza de proclamar que la venganza y el furor son de Él. su propia exigencia nos dice en su palabra de la siguiente forma, él exige de la siguiente forma. Por favor, si ustedes tienen su Biblia, pueden buscar en Deuteronomio, capítulo 32, verso 39 al 41. Deuteronomio, capítulo 32, verso 39 al 41. Yo se lo voy a leer, pero trate de anotarlo y tenerlo pendiente para su lectura personal. Oigan como dice Deuteronomio 32, 39 al 41. Vean ahora que yo, yo soy el Señor y fuera de mí no hay Dios. Yo hago morir y hago vivir, yo hiero y yo sano, y no hay quien pueda librar de mi mano. Ciertamente alzo a los cielos mi mano y digo, como que vivo yo para siempre, cuando aflite mi espada flameante y mi mano empuñe la justicia, me vengaré de mis adversarios y daré el pago a los que me aborrecen. Sólo dice la Biblia, ¿verdad? Y esto es Dios hablando. Si nosotros tuviéramos una Biblia con concordancia, eso es algo que no abunda mucho en nuestros tiempos, pero cuando yo me convertí me acuerdo que esa fue una de mis primeras metas. Bueno, la primera Biblia que me regalaron tenía una concordancia y yo no sabía lo que era. Ya cuando la Biblia se puso vieja y decidí comprar otra, Entonces compré una sin concordancia, porque no sabía lo que era. Pero mientras tenía esa Biblia sin concordancia, alguien me enseñó, no me acuerdo cómo fue, creo que fue un compañero de la Iglesia, un hermano, un joven me parece que fue él. Me enseñó para qué se usaba la concordancia en la Biblia, que es una sección que tiene atrás algunas Biblias. Y entonces yo dije, bueno, esta es mi meta, comprar una Biblia con concordancia. Una Biblia con concordancia es como un diccionario donde usted puede encontrar todas las referencias bíblicas a las palabras más importantes que son mencionadas en la Biblia. Entonces usted busca, por ejemplo, amor, y en ese orden, en el orden de un diccionario, usted va a encontrar amor y va a encontrar una serie de pasajes bíblicos donde habla de amor. Entonces, si usted tuviera una concordancia, ya después incluso vinieron algunos libros que solamente eran concordancias, no venían en la Biblia. Eso también todavía creo que se encuentra en algunas librerías cristianas. Pero si usted busca en una concordancia el término ida, la palabra ida, Usted se va a dar cuenta que hay más, no solamente el término ira, enojo, furor, usted se va a dar cuenta que hay más referencia a esos términos ira, enojo, furor, que a su amor y benevolencia y bondad en las Escrituras. Oiga bien, hay más términos, hay más pasajes bíblicos que hablan acerca de su ira, de su enojo, de su furor. La Palabra de Dios nos dice a nosotros que Él odia todo pecado. En el Salmo 7.11, Es un pasaje bíblico, que es bueno que usted siempre lo tenga allí como referencia, donde dice, en nuestra versión, Dios es juez justo y un Dios que se indigna cada día contra el impío. Dios es juez justo y un Dios que se indigna cada día contra el impío. Y el verso 12 dice, del Salmo 7, Y si el impío no se arrepiente, él apilará su espada, tensado y preparado está su arco. Y si el impío no se arrepiente. Entonces, debemos de entender que la ira de Dios constituye una perfección del carácter divino, una perfección del carácter divino tan importante como lo es su fidelidad, como lo es su poder, como lo es su misericordia, como lo es su amor. Y ha de ser así, mis hermanos, por cuanto en el carácter de Dios no hay ningún defecto, no hay imperfección, no hay tacha, pero si Dios careciera de ira, entonces Dios sería un ser imperfecto porque dejaría pasar por alto los pecados de la humanidad o de sus criaturas. La indiferencia hacia el pecado es una falta moral, y el que no lo odia es un leproso moral. Entonces, ¿cómo podría Dios, que es la suma de todas las excelencias morales, de todas las excelencias, de los mejores términos que podemos tomar para Para Dios, ¿cómo podría Dios, siendo la suma de todo esto, mirar con igual satisfacción la virtud y el vicio, con igual satisfacción la sabiduría y la locura? ¿Cómo podría el que es infinitamente santo desestimar el pecado y renunciar a manifestar su ira? ¿Cómo podría ocurrir eso? ¿Cómo podría ese Dios Santo permitir eso? Nosotros también hablamos acerca de la santidad de Dios. Entonces, Dios no sería perfecto si dejara pasar por alto el pecado del hombre. Es imposible esto. ¿Cómo es posible que aquel que se deleita sólo en lo que es puro y amable, dejar de despreciar y odiar aquello que es impuro, que es vil? La naturaleza misma de Dios hace del infierno una necesidad tan real, un requisito tan imperativo y eterno como lo es el cielo. No solamente No hay en Dios imperfección alguna, sino que no hay perfección que sea menos perfecta que otra. Es decir, y eso lo hemos hablado aquí durante toda esta serie, que cuando hablamos de los atributos de Dios, Dios es 100% sus atributos. Dios no es la suma de varias partes de sus atributos. Entonces, cuando hablábamos acerca del amor de Dios, decíamos que Dios es 100% amor. Cuando hablábamos de la bondad de Dios, decíamos que Dios es 100% bondad. Pero cuando hablamos de la ira de Dios, entonces no podemos decir que Dios es 20% ira. Dios es 100% ira también. Mira, no todo el mundo le gusta eso. Personalmente es un tema que a mí me preocupa predicar porque podría dar la impresión de que tengo una actitud como de un fariseo. una actitud farisaica, pero realmente el Señor nos manda eso, que juntamente con el amor, la misericordia, la bondad de Dios, tenemos que predicar acerca de la ira de Dios. ¿Por qué? Porque la ira de Dios es precisamente ese abojecimiento de parte de Dios a toda injusticia, el desagrado y la indignación de esa rectitud divina hacia lo que está mal. La ira de Dios es la santidad de Dios actuando en contra del pecado. La santidad de Dios actuando en contra del pecado es la causa que mueve la sentencia justa que pronuncia Dios contra los que obran el mal. La ira de Dios. Dios se enoja contra el pecado porque eso es una rebelión contra su autoridad, es un multaje contra su soberanía. Los que se sublevan contra el gobierno de Dios aprenderán que Dios es el Señor y se les hará saber la grandeza de la majestad que ellos desprecian y lo terrible que es esa ira que se les anunció y que ellos desestimaron, no tuvieron en cuenta. No es que la ira de Dios sea una venganza maligna, no podemos verla así, que era solamente por herir o un medio para devolver una impuria recibida. No estamos hablando de eso. Dios reivindicará, es decir, va a establecer, va a reclamar su dominio como gobernador del universo, pero nunca será vengativo. Cuando Dios manifiesta su ira, lo manifiesta con justicia. Cuando nosotros hablamos de que la ira de Dios es una de sus perfecciones, del carácter de Dios, es evidente no solamente por lo que les acabo de mencionar hasta este momento, sino también, mis hermanos, por el hecho, el simple hecho de que Dios así lo ha establecido en su palabra. Y nosotros estuvimos hablando hace un tiempo acerca de la soberanía de Dios. Entonces acuérdese eso pendiente, que Dios hace lo que Él quiere porque Él es soberano. ¿Verdad? Entonces eso es algo muy importante. Pero también tenemos base, solamente le estoy dando esto como un pequeño detallito, pero tenemos base para defender para defender, aunque Dios no merece la defensa nuestra, pero sí tenemos bases para defender lo que es la ira de Dios hacia el impío, hacia el pecador. ¡Amén! Tenemos bases para defenderlo. Tenemos una lectura de un predicador llamado Robert Haldane. Yo se la voy a leer completamente como la tenemos en el libro. También un poquito más adelante tenemos otra lectura de William Grunald, un tremendo predicador también puritano, un predicador puritano, escritor de un tremendo libro que yo espero algún día leerlo. Es un libro que nada más tiene... ¿Ustedes lo conocen? No, un día... yo vi a Willy Bayona que se lo estaba llevando un día al otro colegio. Yo espero que se lo lleguen a ustedes. Fue un libro cortito, nada más tiene como 700 hojas. El cristiano con toda la armadura de Dios, se llama el libro. Así que si ustedes lo ven por ahí, cómprenlo, no importa el precio. Dios gracias a Dios que a mí me lo han regalado. Dice así, pero estamos hablando de Robert Haldane, más adelante vamos a hablar de William Gurnald. Se manifestó al pronunciarse la primera sentencia de muerte, al declararse maldita la tierra y al echarse a lombre del paraíso terrenal, y después en algunos castigos ejemplares, tales como el diluvio y la destrucción de las ciudades de la llanura con fuego del cielo, y especialmente por el reinado de la muerte en todo el mundo. Se manifestó también en la maldición de la ley sobre cada transgresión y se dio a entender con la institución del sacrificio. En el capítulo 8 de Romanos, el apóstol llama la atención de los cristianos sobre el hecho de que la creación entera está sujeta a vanidad y gime y está de parto. La misma creación que declara que hay un Dios y publica su gloria, proclama también que ese Dios es el enemigo del pecado y el vengador de los crímenes de los hombres. pero sobre todo la ira de Dios se reveló desde el cielo cuando su Hijo vino para manifestar el carácter divino, y cuando esa ira se hizo presente en los sufrimientos y la muerte de Cristo de un modo más tremendo que en todas las señales que había dado anteriormente de su enojo por el pecado. Además, el castigo futuro y eterno de los impíos se declara ahora en unos términos más solemnes y explícitos que nunca. En la nueva dispensación hay dos revelaciones celestiales, una es de ira y la otra de gracia. Amén. Así que la mayor manifestación de la ira de Dios se manifestó cuando Cristo sufrió, cuando Cristo padeció esta muerte horrenda en la cruz del Calvario. Es decir, aquí se manifestó la ira de Dios, allí se vio que tanto Dios odia el pecado que fue capaz de permitir que su Hijo muriera en esta horrenda muerte, muerte de cruz. Amén. Eso para que nosotros pudiéramos ser librados de esa ira. ¿Se da cuenta? Para que nosotros pudiéramos escapar a esa ira. Entonces, también nosotros leemos que la ira de Dios es una perfección de su carácter divino. Lo encontramos también en Génesis 95.11, donde dice, por tanto, huré mi furor. Hay dos motivos por los que Dios jura cuando Él hace una promesa y al anunciar un castillo. Dos motivos. Salmo 95.11. Entonces, ¿eh? Ah, ok. Qué bueno, qué bueno que están atentos. Era para saber si estaban atentos. No, no es cierto, no es cierto. Salmo 95, 11. Entonces, hay dos motivos por los que Dios jura. El primero, al hacer una promesa, esa sí está en Énesis 22, 16. Y al anunciar un castigo, eso también lo vemos en Deuteronomio 1, 34. En el primer caso, Dios juró en favor de sus hijos. En el segundo, para temorizar a los impíos. Entonces, un juramento es una confirmación solemne de algo. Nosotros podemos verlo, esa afirmación, en Hebreos, capítulo 6, verso 16. Oiga cómo nos dice la palabra del Señor. porque los hombres juran por uno mayor que ellos mismos, y para ellos un juramento dado como confirmación es el fin de toda discusión. En Génesis, capítulo 22, verso 16, Dios dijo, por mí mismo he jurado. En el Salmo 89, 35, Él declaró, una vez he jurado por mi santidad. Mientras que en el Salmo 95 11, él afirmó, juré en mi furor. Entonces, ese gran Dios, Jehová de los ejércitos, apela a su furor, o es lo mismo que su ira, es lo mismo que su ira, como una perfección igual a su santidad. Él jura tanto por la una, por la santidad, como por la ira suya. Amén. Pero dice también la Palabra, no nos quedamos allí, Colosense capítulo 2 verso 9 dice que como en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, Y ya que en Cristo lucen gloriosamente todas las perfecciones divinas, como nos dice Juan 1.18, también leemos acerca de la ida del Cordero en Apocalipsis 6.16, porque siempre se quiere hacer ver como que Cristo no mostró ese atributo divino. Pero en las Escrituras sí nos hablan acerca de esto. Oigan lo que dice Apocalipsis 6, 16. Y decían a los montes y a las peñas, caigan sobre nosotros y escóndanos de la presencia de Aquel que está sentado en el trono y de la ira del Cordero. Amén. El que Cristo haya venido como un siervo sufriente, como un Cordero, en su primera venida, no quiere decir que en su segunda manifestación aquí en la Tierra vaya a venir en las mismas condiciones. Ya en sus segundas manifestaciones vienen como un rey glorioso, triunfante a poner bajo el dominio de sus pies, como nos dice la palabra, todos sus enemigos. Amén. Y nosotros, nos dice la palabra, reinaremos con él. Entonces la ira de Dios también se manifiesta en lo que es la segunda persona de la divinidad. Y lo leemos allí en Apocalipsis y también en otros pasajes bíblicos más. Entonces, nosotros necesitamos meditar con frecuencia acerca de la ira de Dios. Yo sé que es un tema que no nos gusta por naturaleza, nos gusta solamente la parte positiva. de los atributos de Dios. Nos gusta hablar del amor, de la bondad, de la fidelidad, de la misericordia, de la gracia, y eso es bueno, no está mal, pero también tenemos que meditar en su ira. ¿Por qué? Bueno, en primer lugar, porque es necesario inculcar a nuestros corazones el odio que Dios siente hacia el pecado. Eso es lo primero. Eso también tiene que nacer en nuestros corazones. Nosotros, por naturaleza, tenemos la tendencia a considerar de una manera frívola el pecado, a excusar el pecado, a paliar la fealdad del pecado. Tenemos esa tendencia, es decir, miren cómo es el carácter del hombre, que no debe de ser así del creyente, ¿verdad?, el creyente tiene que irse conformando a la imagen y semejanza de Cristo, pero el carácter del hombre siempre para excusar sus debilidades, sus faltas, sus pecados, siempre lo minimiza. Cuando es del vecino, del frente, de al lado, siempre lo maximiza. Esa es la naturaleza pecaminosa del hombre, ¿verdad? No le gusta ver su propia condición, no le gusta ver sus propios pecados, pero sí está listo para destapar y para incluso hasta añadirle más pecado al pecado de los que están alrededor, a nuestro lado. Entonces, cuando nosotros meditimos más frecuentemente en la ira de Dios, esto nos va a llevar, o debería de llevarnos a nosotros, a considerar y a entender el odio que Dios siente hacia el pecado y ese pecado que también habita en nosotros nos debe de llevar también a tener un temor reverente hacia ese Dios y a tratar de depender cada día más de Él y cuidarnos de estar entonces constantemente cayendo en los mismos pecados. Amén. Por eso hay que meditar en su ira. Mientras más nosotros estudiemos y mientras más meditemos en la adversión de Dios hacia el pecado y la terrible venganza que Dios tiene sobre el pecado, más fácil será para nosotros darnos cuenta de la magnitud de nuestro propio pecado y a llevarnos entonces a tener un temor reverente hacia Dios y un deseo constante, la de acudir a Él en busca de refugio. de ayuda, de perdón, de restauración. Y en nuestro corazón ese deseo de no volver a dejar. Eso es lo primero. La primera razón por la que debemos de meditar con más frecuencia acerca de este atributo de Dios. En segundo lugar, para concebir en nuestros corazones un temor verdadero a Dios. Esto más o menos ya yo se lo avancé. Dice Hebreos, capítulo 12, verso 28 al 29, tengamos gratitud y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia, y termina esa cita diciendo, porque nuestro Dios es fuego consumidor. Amén. Porque nuestro Dios es fuego consumidor. No podemos servirle a él agradándole a menos que tengamos reverencia a su majestad sublime, que tengamos temor a su justo furor. Y la mejor manera de producirlo en nosotros es recordando a menudo que nuestro Dios es que nuestro Dios es fuego consumidor. Esa es la segunda razón. La tercera razón es que nuestras almas sean elevadas hacia Dios en ferviente alabanza por habernos librado de su ira venidera. Amén. Una ferviente alabanza por habernos librado de su ira venidera. Es lo que nos dice 1 Salomisenses, capítulo 1, verso 10. Nuestra diligencia o nuestra desgana para meditar sobre la ira de Dios es un medio eficaz de ver cuál es nuestra verdadera posición delante de Él. Si nosotros no nos gozamos verdaderamente en Dios por lo que es en sí mismo y por todas las perfecciones que habitan eternamente en Él, ¿cómo puede entonces morar su amor en nosotros? Si yo no medito en su ser, si no medito en sus atributos, ¿cómo puede entonces Morar su amor en nosotros si yo no contemplo a Dios cuando sólo cantábamos el domingo pasado, ¿verdad? Tenemos que contemplar lo tal cual es, toda su esencia, todos sus atributos sin descuidar ninguno. Cada uno de nosotros necesitamos jurar, necesitamos estar en guardia, mis hermanos, para para no hacernos una imagen conforme a nuestra mente, conforme a nuestra idea de lo que es Dios. Porque siempre nuestra idea de lo que es Dios puede llevarnos a tener inclinaciones perversas, pervertidas acerca de lo que es Dios. Tenemos que orar que el Señor a través de su Palabra y a través de estos estudios nos lleve entonces a tener una imagen clara, no conforme a mi idea, no conforme a la idea de alguien que le enseñó algo, sino conforme a la Palabra de Dios. El Salmo 50.12 nos dice, 51, 50.21, ¿Pensabas que de cierto sería yo como tú? ¿Pensabas que de cierto sería yo como tú? Hay mucha gente que piensa que Dios es como ellos. La Palabra nos invita a alabar la memoria de su santidad. Eso está en el Salmo 97, 12. Cuando yo vengo delante de Él también debo de contemplarlo como Él lleno de santidad, lleno de gloria, lleno de honra. Si nosotros no nos regocijamos que un día Dios va a desplegar, un día cercano, no sabemos cuándo, pero un día Dios va a desplegar gloriosamente su ira y se vengará de todos aquellos que se oponen a Él, Si no nos regocijamos en eso, eso demuestra entonces fehacientemente que aún estamos en nuestros pecados y peor aún posiblemente en el camino que conduce al fuego eterno. Porque el anhelo del corazón de todo creyente, de todo verdadero creyente, debe de ser ese anhelo en que Dios haga justicia sobre este mundo lleno de maldad. ¿O usted está conforme con cómo está este mundo? Dígamelo para llamar a los que se arrepienten este día. No te lo puede decir, no hay problema, yo le voy a ayudar, le voy a aconsejar, le voy a dar algunas pautas a seguir. Deuteronomio, capítulo 32, verso 43. Oiga cómo nos dice este pasaje bíblico. Capítulo 32, verso 43, nos dice de la siguiente forma. Reconcíjense, naciones, con su pueblo, porque él vengará la sangre de sus siervos, traerá venganza sobre sus adversarios y hará expiación por su tierra y su pueblo. Y nuevamente, ya no en el Antiguo Pacto sino en el Nuevo Testamento, en Apocalipsis, capítulo 19, verso 1 al 3, nos dice de la siguiente forma. Después de esto, oí como una gran voz de una gran multitud en el cielo que decía, aleluya, la salvación y la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos, pues ha juzgado a la gran ramera que corrompía la tierra con su inmoralidad y ha vengado la sangre de sus siervos en ella. y dijeron por segunda vez ¡Aleluya! el humo de ella sube por los silos de los silos. Mis hermanos, grande será el gozo de los santos en aquel día cuando el Señor reivindique su majestad, Él ejerza su poderoso dominio sobre su creación, magnifique su justicia, derrote a los rebeldes que se han atrevido a desafiar. Ese es el gran día, anhelado por todo creyente, que se establezca la justicia sobre esta tierra. El Salmo 103 dice, ángel o ángel, si mirases a los pecados, ¿quién o Señor se podría mantener en bien? ¿Quién puede mantenerse en pie de la anterior y decir yo soy sin pecado? Dice el Salmo 1.5 que no se levantarán los malos en el juicio. Nosotros podemos ver también cómo estaba agitada el alma de Cristo cuando llevaba el peso de nuestras iniquidades sobre Él. esa agonía que Él sufrió, ese ruego, esa oración que elevó al Padre, si es posible pasa de mí esta copa, porque no solamente fue el aspecto físico del dolor del quebranto, mis hermanos, que Cristo llevó en la cruz, quizás cualquier mártir podría haberlo sufrido, es el peso de llevar sobre sus hombros todos nuestros pecados, Y por esa razón, como en un gran grito aterrador, él pudo decir, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué me has desamparado? Ese es el momento aterrador, ¿verdad? La ira de Dios manifiesta en ese momento. Vamos a leer entonces la cita de Eubelia Cournal. Dice así, Cuando considero como la mayor parte del género humano profana la bondad de Dios, no puedo sino asentir al que dijo, el milagro más grande del mundo es la paciencia y la generosidad de Dios para con una raza ingrata. Si un príncipe descubriera cierto enemigo suyo escondido en una ciudad, no le enviaría provisiones sino que le pondría cerdo y procuraría hacerle morir de hambre. Pero el gran Dios, pudiendo destruir a todos sus enemigos con una palabra de su boca, es indulgente con ellos y suple para sus necesidades. No es extraño que Él, que hace bien a los ingratos y malvados, nos mande bendecir a los que nos maldicen. Pero no penséis, pejadores, que escaparéis. El molino de Dios va despacio, pero muele muy fino. Cuanto más admirada sea ahora su paciencia y su merced, tanto más terrible e insostenible será el furor que su voltar profanada originará. Nada hay tan suave como el mar. Sin embargo, cuando se ve sacudido por la tempestad, ninguna cosa brama con tanta violencia. Ni hay nada tan dulce como la paciencia y la bondad de Dios, ni tan terrible como su ira cuando se enciende. ¿Oyó eso? Dice que él es como un molino que va ¿Qué es lo que va haciendo ese molino? Muy fino va moliendo, pero eso viene. Cuando el río suene porque algo trae, ¿verdad? O no, pero el otro refrán, ese no es el refrán que toque en este caso. No, no, hay otro sobre las aguas mansas y... Hay algo así. Entonces esto va calmo, calmado, pero la ira de Dios sea de manifestar. Entonces el autor de este libro termina con un llamado, un llamado al pecador impenitente, al no creyente y un llamado también a los predicadores. Quiero leérselo tal cual que está allí en el libro, primero para los pecadores y después para todos aquellos que Dios le ha dado el ministerio de la Palabra. Así pues, querido lector, huye hacia Cristo, huye de la ira venidera antes de que sea demasiado tarde. Te rogamos que no pienses que este mensaje va dirigido a alguna otra persona, va dirigido a ti. No te contentes con pensar que ya te has acogido a Cristo. ¡Asegúrate de ello! Pide al Señor que escudrille tu corazón y te lo revele. Eso siempre yo lo he dicho, ¿verdad que sí? Tenemos que examinarnos, siempre tenemos que decir, ¿estoy yo en la verdadera fe? El apóstol Pablo nos manda eso en una de sus cartas. ¡Examinados a vosotros mismos a ver si estáis en la verdadera fe! También entonces hay esta última sección, dice, unas palabras a los predicadores. Hermanos, en nuestro Ministerio de la Palabra predicamos sobre este solemne tema tanto como debiéramos. Los profetas del Antiguo Testamento decían frecuentemente a sus oyentes que sus vidas impías provocaban al Santo de Israel y que estaban atesorando para sí mismos ira para el día de la ira. La condición del mundo actual no es mejor que la del pasado. No hay nada tan eficaz para despertar a los indiferentes y para hacer que los creyentes dominales y carnales escudriñen sus corazones como publicar el hecho de que Dios está airado contra el impío todos los días. Salmo 7, 11. El precursor de Cristo, este es Juan y el Bautista, exhortó a sus oyentes a huir de la ira venidera, Mateo 3.7. El Salvador mandó a quienes le escuchaban, temed aquel que después de haber quitado la vida tiene poder de echar en el infierno. Sí, os digo, a este temed. Lucas 12, 5. Y el apóstol Pablo dijo, conociendo pues el temor del Señor, persuadimos a los hombres. Segunda de Corintios 5, 11. Si queremos ser fieles debemos hablar tan claramente del infierno como del cielo. Amén. Fin de la cita. ¿Alguna pregunta? ¿Alguna inquietud? Este es el momento
La Ira De Dios
Series Los Atributos de Dios
La naturaleza misma de Dios que hace del infierno una necesidad tan real, un requisito tan imperativo y eterno como es el cielo. No solamente no hay en Dios imperfección alguna, sino que no hay perfección que sea menos "perfecta" que otra. La ira de Dios es su eterno aborrecimiento de toda injusticia. Es el desagrado e indignación de la rectitud divina ante el mal. Es la santidad de Dios puesta en acción contra el pecado. Es la causa motriz de la sentencia justa que pronuncia contra los que actúan mal
Sermon ID | 3111921432022 |
Duration | 42:01 |
Date | |
Category | Sunday School |
Bible Text | Deuteronomy 32:39-42; Luke 12:5 |
Language | Spanish |
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