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Le damos la bienvenida a la Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona, España, y le invitamos a que visite nuestra página web por gracia.es. Deseamos que Dios le bendiga ahora a través de su palabra. Hubo un cristiano llamado Provo, de origen romano, capadocio, para más detalles, es decir, pertenecía al grupo de iglesias a las que Pedro escribe su primera carta en aquella región de lo que hoy es Turquía. Este hombre vivió poco después de que se escribiera la carta de Pedro. Y cuenta la historia que él dijo una frase al final de su vida, cuando era torturado por causa del Evangelio. Y él exclamó lo siguiente, Gloria a ti, Señor Jesucristo, que te dignaste dejar que mis manos fueran traspasadas por amor a tu nombre. Si sus manos fueron traspasadas por clavos como pasó con el Señor Jesús y él pronunció esta frase. Y estas palabras realmente son un resumen del sentido que tiene el texto que vamos a estar estudiando el día de hoy. Nos está explicando con esa frase la razón de su sufrimiento, que es el amor por el Señor Jesucristo. La forma en que se enfrentó a ese sufrimiento, a esa prueba tan dura que la consideró como una dignidad concedida por el Señor. y también el resultado de su aflicción, que fue la gloria del Señor Jesucristo. Y el tema que vamos a estar tratando hoy tiene mucho que ver con esto. Justamente, ¿cuál es la actitud del creyente cuando se enfrenta a las pruebas difíciles de la vida, debidas a su fe, a sus convicciones en el Señor Jesucristo? Yo sé que es un tema difícil. El texto en sí mismo es sencillo de entender porque no hay ninguna palabra extraña allí o alguna frase difícil de traducir. Pero más que el entendimiento intelectual, creo que lo difícil es cómo vivir lo que Pedro nos está enseñando en este pasaje. Así que vamos a ello. Vamos a leerlo. Vamos a la primera carta del apóstol Pedro en el capítulo 12. Y leeremos desde el versículo 12, perdón, 1 Pedro 4, desde el versículo 12 hasta el final. 1 Pedro 4, desde el 12 dice la palabra de lo siguiente. Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos, por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente de parte de ellos él es blafemado, pero por vosotros es glorificado. Así que ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entrometerse en lo ajeno. Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios. Y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador? De modo que los que padecen según la voluntad de Dios encomienden sus almas al fiel creador y hagan el bien. Oremos al Señor, hermanos. Padre, abrimos tu palabra en esta mañana para rogar que tú nos hables por medio de ella. Entendemos, Señor, que es tu palabra inspirada para el bien y provecho de tu iglesia. Y Señor, queremos rogarte, por lo tanto, que tu espíritu ore en nosotros para entenderla y sobre todo para vivir conforme tú nos enseñas a través de ella. Te lo rogamos en el nombre de Cristo. Amén. El punto clave, queridos hermanos, de este pasaje que acabamos de leer es el siguiente. El cristiano no se sorprende por las pruebas y las recibe con gozo porque demuestran su unión con Cristo. Este es alrededor de este tema. El apóstol Pedro está haciendo su disertación, su discurso. Así que frente a las pruebas y las aflicciones por ser cristiano, en primer lugar, no te sorprendas. Luego, goza de tu esperanza. En tercer lugar, glorifica a Dios. Y por último, refúgiate en tu Creador y haz el bien. Vamos a seguir esa secuencia según lo narra esta carta. No te sorprendas, comienza Pedro diciéndonos hoy. Para entender un poco esto creo que es necesario recordar el contexto en el cual este grupo de iglesias estaba viviendo, el contexto histórico. Esto sucedió o la carta fue enviada aproximadamente en el tiempo en que Roma fue incendiada por el emperador Nerón y ese incendio desató una persecución larga de más de 200 años hacia los creyentes. Por otra parte, ese término cristiano. Es un término que en aquella época hoy no sucede lo mismo, pero en aquella época era un término peyorativo. Era un término que se utilizaba para ridiculizar a aquellos que creían y eran leales a un líder que había muerto como un criminal en una cruz por su propio pueblo. Y esto para los romanos era una completa locura. ¿Cómo era posible que esta gente siguiera a este líder? Y por otra parte, en estas iglesias había muchos creyentes, muchos cristianos que no eran de origen judío. Nunca habían sufrido por sus convicciones religiosas. Nunca habían sido perseguidos por su fe. Así que sufrir como cristianos para ellos era una experiencia desconocida y era una experiencia que les resultaba muy penosa. De hecho, si leemos, y me permito leer un párrafo de un historiador romano llamado Tácito, es un historiador que no era creyente, pero que vivió más o menos por la época en que se estaba desarrollando esta situación, más o menos hacia final del primer siglo. Este hombre Tácito dice lo siguiente con respecto a la situación que se vivía entonces. Al fin de contrarrestar el rumor que señalaba Nerón como el culpable del incendio de Roma, él acusó a personas llamadas por la gente cristianos y a quienes eran odiados por sus fechorías, culpándolos y condenándolos a los mayores tormentos. El Cristo de quien habían tomado el nombre había sido ejecutado en el reino de Tiberio por el procurador Poncio Pilatos. Pero aunque esta superstición había sido abandonada por un momento, surgió de nuevo no sólo en Judea, el país original de esta plaga, sino en la misma Roma, en cuya ciudad cada ultraje y cada vergüenza encuentra un hogar y una gran diseminación. Primero unos fueron detenidos y confesados, y después, basándose en su denuncia, un gran número de otros quienes no eran acusados del crimen del incendio, sino del odio a la humanidad. Su ejecución constituyó una diversión pública. Fueron cubiertos con pieles de fieras y después devorados por perros, crucificados o llevados a la pira y quemados al venir la noche iluminando la ciudad. Bueno, un resumen de un texto de este historiador que nos narra un poco cuál era la perspectiva de la gente con respecto a los cristianos en ese momento. si los acusaban de ser una plaga de fechorías, eran quemados, eran torturados, eran sometidos a esas situaciones para que renunciaran a su fe y de hecho muchos lo hicieron. Era una situación difícil, complicada. Esto explica un poco por qué la carta del apóstol Pedro se dedica a hablar de la esperanza en medio de esta situación que estaban viviendo. La esperanza es como el telón de fondo de un escenario donde lo social y lo político era muy hostil y muy peligroso para los creyentes. Y en ese contexto, Pedro les dice, amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido. No os asustéis, está diciendo Pedro. No os asustéis por el incendio que se estaba produciendo entre vosotros como para poneros a prueba. Sería la traducción más literal de este versículo. Estáis siendo probados. Estaba afirmando Pedro. Vuestra fe. Vuestra comunión con el Señor, vuestras convicciones están bajo prueba, están sometidas a examen. Bueno, cuando hablamos de examen a ninguno nos gusta, ¿verdad? Que vayamos a ser sometidos a examen. Cuando era profesor a veces hacía exámenes sorpresa. No se avisaba que había examen y venían a clase esperando recibir la explicación y les decía, bueno, vamos a tener un examen sorpresa, así que sáquenle una hoja y vamos a hacer unas preguntas. Bueno, ponían los ojos así grandotes de sorpresa porque no querían ser examinados. Y Pedro les dice a estos cristianos no se sorprendan como si fuese algo extraño. Es verdad que el examen de este tipo es chocante. A ninguno de nosotros nos gusta sufrir. A ninguno nos gusta ser perseguidos, insultados, maltratados, abandonados, despreciados. Es contrario a lo que nosotros pensamos que es una vida deseable. Pero a pesar de ese rechazo que tenemos hacia los exámenes, hacia la prueba, toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, habla constantemente del sufrimiento del creyente en este mundo caído. No hay ningún libro, ningún pasaje de la Biblia que rechace esta verdad del sufrimiento del creyente. Toda la Biblia lo hace. Pero quisiera recordar las palabras del Señor Jesús que resume un poco eso que estoy comentando en Mateo 16 24. Dice lo siguiente es un versículo que si les hago el examen, seguro que todos lo aprueban. Todos los cristianos deben saber este versículo. Si alguno quiere venir en pos de mí. Qué dice? Niegue si a sí mismo y tome su cruz y sígame. Bueno, espero que hayan aprobado el examen. Sí, Si alguno quiere ser cristiano, está diciendo el Señor Jesús, si alguno quiere venir en pos de mí, ser un cristiano convencido, tiene que negarse a sí mismo. Tiene que renunciar a todo aquello que es contrario a la voluntad del Señor. Tiene que tomar su cruz, tiene que asumir lo que significa el sufrimiento por el nombre de Cristo y entonces seguir en pos de Cristo, seguir su ejemplo. y tratar de imitarle. Hermanos, este versículo que todos nos sabemos de memoria es el patrón de la vida cristiana. A esto nos ha llamado el Señor. Así que si tú eres cristiano, si te preguntas si eres cristiano, entonces, querido hermano, no te sorprendas si vienen las pruebas. No te sorprendas si el Señor quiere examinar tu fe. Tu fe es muy valiosa para el Señor. No pienses que es un capricho de Dios, que él le gusta verte sufrir. No es así. Él tiene propósitos sublimes para someter nuestra fe a examen, a prueba. Y quiero enumerar solamente unos cuantos de esos propósitos. En primer lugar, las pruebas de nuestra fe profundizan nuestra confianza en el Señor. ¿Por qué razón? Porque cuando viene la prueba tenemos que dejar de confiar en nosotros mismos. y mirar a Cristo y confiar en él. Las pruebas de nuestra fe refinan y purifican nuestro carácter. Si las pruebas nos hacen más humildes, más sumisos, más obedientes al Señor, cambian nuestro carácter. Así que ese es otro propósito de las pruebas que el Señor envía para nosotros. El dolor y el sufrimiento nos transforman. Es la forma que el Señor tiene para cambiarnos. Por otra parte, el sufrimiento legítimo revela realmente cuáles son las prioridades de nuestro corazón, revela en qué estamos poniendo nuestro acento como cristianos, a qué estamos dedicando nuestros esfuerzos, nuestro tiempo, cuál es nuestro interés legítimo. Y las pruebas desnudan esas prioridades para que podamos ponerlas en orden. y también las pruebas de nuestra fe ayudan a que podamos testificar de Cristo. Así como aprobo con esta frase, testificó de Cristo dándole la gloria a él. Queridos hermanos, las pruebas legítimas de nuestra fe son hermosas oportunidades para crecer y para madurar. Dice un poco más atrás el texto de Pedro que nuestra fe es como el oro, es como un material noble, un material valioso que cuando es sometido al fuego, qué hace? Se derrite, verdad? Se derrite para que salga la escoria, para que la escoria flote y pueda ser retirada aquella aquellas cosas que no son puras y quede realmente el oro purificado. Así que si nuestra fe, nuestro corazón es de oro, realmente va a ser moldeado, va a ser maleable en las manos del señor. Pero en algunos casos, en algunas personas, su corazón es de piedra. Y la piedra cuando se somete al fuego, ¿qué pasa? Se endurece más. Se hace más dura como el ladrillo. Hermanos, nosotros, si somos verdaderos creyentes, debemos tener un corazón preparado para la aflicción. Porque la aflicción, las pruebas de nuestra fe van a determinar si nuestra fe realmente es genuina o si estamos viviendo una farsa. Por lo tanto, queridos hermanos, frente a las aflicciones y las pruebas, no te sorprendas, es lo que dice Pedro. No abra los ojos como platos. Tienen estas virtudes que nos hacen madurar y crecer. Ahora, Pedro no se queda solamente hablando de esto. No te sorprendas por las pruebas. Da un paso más allá. No solamente nos dice que tengamos un corazón preparado para las pruebas, sino que cuando éstas lleguen debemos gozarnos. Bueno, ya son palabras mayores, ¿verdad? No solamente no te sorprendas, sino gózate en medio de ellas. Y llegamos al segundo punto del sermón. Goza de tu esperanza. Es lo que afirma el apóstol allí al comienzo del versículo 13. Gozados, no te sorprendas, sino gozados. Cómo es posible gozarnos en las pruebas? Te preguntarás. Es realmente un desafío para nosotros como creyentes, gozarnos en medio de las pruebas. Pero aquí el apóstol Pedro nos da al menos cuatro razones para gozarnos en medio de las pruebas. En primer lugar, dice el texto Por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo. Esta es la primera razón para gozarnos. Sufrir por ser cristianos, queridos hermanos, es un honor que el Señor nos concede. En Hechos, el capítulo cinco, Pedro y Juan han sido tomados prisioneros por anunciar el evangelio. Están en el concilio, son acusados allí y luego son liberados y ellos van gozosos saliendo de su prisión y dicen lo siguiente y ellos salieron de la presencia del concilio gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa de su nombre. Sí, hermanos, la prueba es una oportunidad para demostrar nuestro amor por Cristo. Las pruebas reafirman nuestra identidad con el Señor como hijos. En las aflicciones nos unimos y nos abrazamos más a nuestro Salvador. Nos hacemos más dependientes de su gracia y nos maravillamos más de sus múltiples misericordias. Pablo dice a los filipenses, os es concedido a causa de Cristo, no solamente que creáis en él, sino también que padezcáis por él. Es una concesión que el Señor nos concede. Por eso debemos gozarnos. Hermanos, cuando vienen las pruebas, debemos confiar en que Dios no solamente tiene el control de ellas, sino que tiene propósitos detrás de esas pruebas, tal como los acabamos de denunciar. Y esos propósitos son buenos para nosotros, son necesarios para nuestra fe. y por esa verdad debemos gozarnos. Luego sigue diciendo el apóstol para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Pedro, lo que nos está diciendo, queridos hermanos, es que esos sufrimientos son anticipo al mayor de los gozos. Cuando Cristo vuelva por nosotros, cuando Él regrese con poder y con gloria, con todo el esplendor, Allí nosotros nos vamos a unir con nuestro Salvador. Por lo tanto, gozaos, porque los sufrimientos presentes están anunciando la gloria que vendrá. De hecho, esto habla el texto que leímos hace un rato en Romanos. Hermanos, nuestros sufrimientos de hoy confirman nuestra esperanza en nuestro Salvador. Esa es una verdad que debemos abrazar con todas nuestras fuerzas. Hebreos dice lo siguiente en el capítulo 12, puesto los ojos en el autor, en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el aprobio y se sentó a la diestra del trono de Dios. Jesús es nuestro ejemplo. Él miró el gozo que tenía puesto delante y menospreció el sufrimiento, menospreció la cruz porque sabía lo que le aguardaba después. Y Cristo es el autor de nuestra fe, es el autor de nuestra esperanza y es el fin. El objetivo de nuestra esperanza es nuestro salvador, el Señor Jesucristo. Así que este pasaje también es muy importante que lo recordemos. Hermanos, mientras más valor tenga tu esperanza, menos valor tendrá tu sufrimiento presente. Vuelvo a repetir esta frase. Mientras más grande sea tu esperanza, menos valor tendrá tu sufrimiento presente. Y esto lo vemos incluso en el mundo secular. Un atleta, por ejemplo, es capaz de limitar su tipo de alimentación, de limitarse en muchas cosas con tal de poder entrenarse de manera satisfactoria, ¿para qué? Para ganar un premio el día de mañana. Es capaz de hacer un sacrificio y de sufrir. por ganar ese premio. Quizás un ejemplo más cercano puede ser el de una madre que es capaz de soportar nueve meses de embarazo y llegar al día en que viene el parto y sufrir esos tremendos dolores de parto, pero tiene sus ojos puestos en la criatura que va a poder abrazar en poco tiempo. Y con la meta puesta en ese bebé que va a tener pronto en sus brazos, ella soporta las aflicciones. Y es más, es capaz de esperar poder tener otro bebé el día de mañana, ¿verdad? Porque el gozo es mayor que el sufrimiento. Entre mayor sea nuestra esperanza, menos valor le damos a nuestro sufrimiento presente. Por lo tanto, queridos hermanos, para que las pruebas sean realmente un motivo de gozo para nosotros, debemos cultivar la capacidad de verlas en términos del futuro, no en términos del presente, sino en términos del futuro. El hermano Sproul dice la siguiente frase Dios le ha fijado un plazo a nuestro dolor. Dios le ha fijado un plazo a nuestro dolor. Es el corazón mismo de la fe del cristiano. Este mundo no es nuestro hogar. Esa es nuestra esperanza. Allí está anclada nuestra alma. En la esperanza que tenemos en Cristo. Sí, queridos hermanos, nuestro dolor en este mundo tiene un plazo, tiene un límite. Nuestra gloria es eterna, no tendrá límite. Por eso abrazamos con gozo las aflicciones que el Señor permite en este mundo. Recordaréis aquella historia cuando el Señor manda a los 70 a predicar y anunciar el Evangelio a las ciudades, les da instrucciones para que vayan y prediquen. Van estos 70 y predican el Evangelio, tienen éxito. El poder del Señor se manifiesta en el ejercicio de su misión y vienen contentos a rendir el reporte al Señor Jesús y le cuentan las historias. Y la respuesta del Señor Jesús es interesante, porque miren lo que dice. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujeten, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. El Señor Jesús les está diciendo el éxito en esta tierra No es realmente el motivo de gozo. El motivo de gozo es que tu nombre esté escrito en el libro de la vida. Eso sí es un motivo de gozar. Por eso el Señor Jesús les dice esto a los 70. El poder, el éxito, aunque sea el éxito ministerial. No tiene parangón. Con respecto a la gloria de tener nuestro nombre escrito en el libro de la vida. El punto, queridos hermanos, aquí es este. Debemos confiar que nuestro nombre está escrito en el libro de la vida y que cualquier cosa que nos pase en este mundo no tiene ninguna comparación con esa maravilla. Luego el apóstol dice al comienzo del versículo catorce Si soy vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados. Así que tenemos otra razón para sentir gozo, es decir, que somos bienaventurados. Las pruebas legítimas, queridos hermanos, confirman que el glorioso espíritu del Señor reposa sobre nosotros, como sigue diciendo el apóstol, porque el glorioso espíritu de Dios hace eso, está reposando en nosotros. Y esta frase del apóstol Pedro es una alusión a lo que el Señor Jesús nos dejó allí en el sermón del monte en el capítulo cinco. Él dice en esta parte Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi caso causa os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo. Gozaos y alegrados, porque vuestro galardón es grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Qué palabras, ¿verdad? Las del Señor Jesús. El punto aquí, hermanos, no es que el sufrimiento per se sea la razón de nuestro gozo, sino que ese sufrimiento por el Evangelio demuestra que tenemos en nosotros al glorioso Espíritu de Cristo. Es ese sello de pertenencia que el Señor ha puesto en nuestro corazón, el Espíritu Santo, que nos garantiza que un día estaremos con el Señor. Hermanos, somos de Cristo. Si tú eres creyente, eres de Cristo. ¿No te produce gozo eso? Si eso no te produce gozo, ¿qué lo hará? Somos de Cristo, hermanos, y Él nos dará el valor para soportar las pruebas y para glorificarle, como él manda aquí al final. Ciertamente, de parte de ellos, dice el apóstol, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Si, las pruebas producen la glorificación del Señor. Y ahí entramos entonces al tercer punto. Cuando llegan las pruebas, glorifica a Dios. Y aquí quisiera hacer una distinción entre los sufrimientos. Hay muchas razones para sufrir en este mundo, verdad? Pero el sufrimiento al cual se está refiriendo el apóstol Pedro es un sufrimiento particular. Porque no todos los sufrimientos son estos fuegos de prueba a los que se refiere el apóstol. Hay dificultades en este mundo que hacen parte de la vida en el mundo caído. Cuando tenemos jefes soberbios, por ejemplo, cuando tenemos jefes arrogantes que nos hacen la vida difícil, Cuando nuestros hijos van creciendo y vamos viendo la rebeldía que hay en ellos, nos van mintiendo, nos van engañando. Van respondiendo de mala manera y como padres sufrimos cuando los vemos actuar así. Hay enfermedad. Hay muerte también. Esto es cotidiano, pero no solamente para los cristianos, para todos. Los impíos también sufren por sus hijos rebeldes. Los impíos también tienen jefes malos. Los impíos también se enferman, también mueren. Esto hace parte de la vida en este mundo. Por lo tanto, no es a este tipo de sufrimiento al cual Pedro se está refiriendo el día de hoy. También hay sufrimientos que son consecuencia de nuestro pecado. Cuando desobedecemos al Señor, cuando tomamos decisiones precipitadas, temerarias, Otra vez, con el ejemplo de los hijos, los vamos viendo crecer y van mostrando su rebeldía y nosotros no obedecemos al Señor y no le hablamos de Cristo, no le no los confrontamos, no los disciplinamos, no los amonestamos, no les hablamos del evangelio. Qué va a pasar con esos chicos? Pues el día de mañana van a manifestar de una manera mucho más evidente su pecaminosidad cuando crecen sin ningún tipo de control. Y allí vamos a sufrir también por ser desobedientes. Cuando una chica o un chico buscan una pareja en el mundo y se casan con alguien que no es creyente. Está desobedeciendo la palabra del Señor y va a sufrir consecuencias de su rebeldía contra el Señor. Verdad. Y no hay razón para gozarnos en ese tipo de sufrimiento, porque lo estamos atrayendo por nuestra rebeldía y nuestro pecado. Por nuestra necedad, vamos atrayendo ese sufrimiento. Ese tipo de sufrimiento no glorifica a Dios, a no ser que vengamos en arrepentimiento delante de él, postrados y rogando que tenga misericordia de nosotros. Y ahí entramos entonces a lo que Pedro quiere explicar en el versículo 15. Así que ninguno de vosotros padezca como homicida o ladrón o malhechor o por entrometerse en lo ajeno. Y aquí enumera como tres grupos de situaciones. Lo primero que dice es matar y robar. Está refiriéndose a los delitos, delitos que son castigados en este mundo por las autoridades civiles como el homicidio, el robo. La ley humana trae sufrimiento cuando se causa este tipo de pecados. Luego habla de ser malhechores. Aquí como que extiende el abanico porque en ese concepto de malhechor cabe todo aquello que podamos decir hacer el mal. Mentir, por ejemplo. malgastar el dinero, por ejemplo, odiar a otra persona. Todo esto es actuar mal delante del Señor y todo ello acarrea sufrimiento. Cuando mentimos, las personas que descubren nuestra mentira van a perder su confianza en nosotros. Y eso nos causa sufrimiento. Cuando malgastamos el dinero nos vamos a encontrar de repente sin cómo comprar el alimento, cómo pagar el alquiler. Cuando odiamos a alguien, ese odio se convierte en amargura y nos toma a prisioneros y no nos deja tener la libertad. Así que sí, hay consecuencias también cuando somos malhechores. Y luego agrega un último grupo por entrometerse a lo ajeno. Bueno, esto parece que no fuese tan pacaminoso, pero aquí Pedro lo incluye dentro del grupo. Entrometerse en lo ajeno en su traducción original significa supervisar lo que le corresponde a otra persona. Es meterse, ser metiche con otro, ir más allá de lo que nos toca, meterse en los asuntos de otro. Produce rechazo de parte de esa persona, produce enemistades. Y aquí Pedro nos dice si sufres por esto, pues una consecuencia natural. No seas metido. Mantente en tu lugar. De hecho, cuando estudiamos, por ejemplo, en Tesalonicenses, Pablo nos dice que debemos trabajar tranquilos y meternos en la vida de los demás. Esa es la vida que nos corresponde como cristianos. Pero nos dice, queridos hermanos, ninguno padezca por estas causas. Sufrir por esas razones más bien debe ser causa de vergüenza para nosotros como cristianos. No debemos sufrir por eso. Y entonces agrega lo que dice en el versículo 16. Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Vemos el contraste. entre sufrir por causas justas porque realmente hemos pecado contra el Señor o sufrir por causa de la evangelia. Aquí utiliza el apóstol la palabra cristiano, que es una palabra que solamente aparece tres veces en el Nuevo Testamento, porque como dije al principio, era una palabra que se utilizaba más bien para ridiculizar una palabra con un concepto peyorativo de aquellos que seguían a Cristo. Y aquí Pedro lo hace de alguna manera como una especie de sarcasma. Si tú eres cristiano, entre comillas, de esos que la gente se burla, de aquellos de los que hablan los romanos, que es algo ridículo. Si sufres por eso, no te avergüences. No te avergüences, sino glorifica a Dios por ello. Sufrir, queridos hermanos, por ser cristianos no es causa de vergüenza, sino una poderosa razón para glorificar a Dios, porque nos permite sufrir por su causa, por causa de la justicia. Bueno, tal vez tú estás pensando en este momento, cuando hablo de este tipo de situaciones, que quizás esto no se aplica en este país libre. Nadie me critica. Verdad, nadie me está persiguiendo por ser cristiano. Puedo venir aquí a la iglesia con la Biblia debajo del brazo y nadie me lo está impidiendo. Nadie me está señalando. Si estás pensando eso, déjame leerte un párrafo también del hermano Sproul, que habla sobre este tema. Hay que preguntarnos, dice el hermano, si algo anda mal cuando no nos enfrentamos al tipo de oposición que históricamente han recibido los cristianos. La razón más grande de la ausencia de una mayor persecución en nuestros días es porque hemos aprendido a evitarla. Nos hemos convertido en maestros de la evasión de conflictos. La mejor manera de evitar conflictos en relación con el Evangelio es suavizarlo para hacerlo más digerible a la gente. Aquí lo que nos está diciendo este hermano es que si nosotros escondemos nuestro testimonio y nuestra fe en Cristo, es decir, si andamos como en la secreta, verdad? Si matizas el mensaje del evangelio para que nadie se sienta criticado. Probablemente consigas eludir el sufrimiento del que Pedro está hablando aquí. Si es posible que lo logres, que nadie se de cuenta que eres creyente, que nadie te critique. Pero ¿te has preguntado si Cristo se avergonzará de ti cuando llegues al cielo? Pero si tú vives como un cristiano fiel, si vives una vida justa delante de los hombres, si eres sal en la tierra, Si denuncias el pecado y lo llamas por su nombre, si defiendes el evangelio, entonces habrá oposición con toda seguridad, querido hermano. Habrá oposición del mundo porque estamos en un mundo donde la gente es enemiga de Cristo. Por lo tanto, si tú te declaras y te confiesas amigo de Cristo, seguidor del Señor, habrá oposición. con toda seguridad. Lo extraño sería que no hubiese. Lo extraño sería que si tú actúas como un fiel cristiano, la gente te aplauda o te dé palmaditas en la espalda y te felicite. Y eso no va a pasar. Seguramente todos tenemos experiencias de este tipo. que estamos hablando con un grupo de compañeros o de amigos y de repente surge en la conversación algún tema que es contrario a la voluntad del Señor, algún tema de aquellos que suelen poner sobre la mesa. Y nosotros rechazamos ese tipo de conversación y lo denunciamos algo pecaminoso delante del Señor. ¿Qué va a pasar contigo? Tus amigos te van a menospreciar. Vas a perder ese tipo de amistades. Si te sientas con una amiga, con una compañera allí y la escuchas comenzar a hablar mal de su marido y tú le dices, oye, y respetes a tu marido en esta conversación, ¿qué va a pasar con esa amiga? La vas a perder también. ¿Por qué razón? Porque tú estás haciendo sal en un mundo que está corrompido y la sal arde en medio de la herida. Escuece, por lo tanto es desagradable para el mundo cuando nosotros denunciamos el pecado, cuando vivimos con justicia. Esto es verdad, queridos hermanos. ¿Saben, hermanos, que la palabra mártir en sus originales significa ser testigos? ¿Es verdad que ahora lo consideramos como personas que han muerto por su fe? pero originalmente significaba ser testigo y ser testigo significaba dar testimonio de la verdad y mostrar una vida fiel a ese testimonio que se ha dado como creyente, aun cuando eso implique problemas. Así que si somos testigos de Cristo, estaremos dispuestos a confesar su nombre y vamos a recibir la oposición del mundo con toda seguridad, querido hermano. al hablar de la obra de redención de Cristo, al hablar de que él fue la cruz por los pecados de la humanidad, de aquellos que él quiere llamar al arrepentimiento. Cuando hablas del pecado, como debe ser del hombre, cuando hablas de la necesidad de un arrepentimiento genuino, si haces eso, querido hermano, vas a padecer por causa del evangelio. Pero si eso pasa, que así sea para la gloria del Señor. Y Pedro termina esta sección de su carta hablando de que debemos refugiarnos en nuestro creador y hacer el bien. Y es la cuarta sección de este sermón. Hermanos, Cristo, la venida de Cristo fue la inauguración de los últimos tiempos. Y en estos últimos tiempos, en este periodo, porque no se refiere a un mes en concreto, a una fecha en concreto, sino a un largo periodo de tiempo, esa palabra que se traduce como tiempo es un periodo. En este periodo de tiempo, del tiempo final, Dios está completando el número de sus escogidos. Dios está edificando su iglesia. Dios está perfeccionando a los santos, los está preparando para ese regreso de nuestro salvador en ese período de tiempo en el que nos encontramos. Y por ello él ejerce su soberanía. Y en su soberanía él propicia las pruebas de nuestra fe para quitarnos la escoria de la que hablamos. A esto es a lo que se refiere Pedro allí en la primera parte del versículo 17, porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios. Este juicio al que se refiere Pedro corresponde a los sufrimientos que padecemos los cristianos en medio de un mundo caído, un mundo que es enemigo de Dios, en el que los enemigos, los incrédulos nos van a juzgar por nuestra fe, se van a burlar de nuestras convicciones, nos van a dejar de lado por confesar el nombre de nuestro Salvador, nos van a apremiar para que abandonemos nuestra fe. Y en algunos casos van a querer acabar con la vida como sucede en muchos lugares donde la gente que es perseguida incluso pone en riesgo sus vidas. Esta semana estaba leyendo algunos artículos sobre este tema de la persecución y hablaban testimonios de muchas gentes que viven en países donde hay mucha persecución. Países budistas, países musulmanes, pero países también que se dicen cristianos. En Colombia, en Nicaragua hay mucha persecución, hay gente que muere por la causa de Cristo en estos países. Había una cifra, no puedo comprobar que sea verdad, pero esta persona que hace el estudio dice que a lo largo de estos 2000 años han muerto por causa de Cristo más de 70 millones de personas. Hermanos, la vida cristiana en este mundo es un camino duro y difícil. No estamos de rositas en esta vida. Pedro cita un pasaje de Proverbios 11 allí, en el versículo 18. El justo con dificultad se salva, dice la traducción de la Septuaginta. Y esto no se refiere a que nuestra salvación sea incierta, más bien se refiere al hecho de que nosotros estamos entrando por la puerta estrecha y transitando por el camino angosto. Es decir, nos está hablando que es difícil vivir como cristianos en este mundo. No es fácil, queridos hermanos. Dice Pablo a la Iglesia de Antioquía lo siguiente en el Libro de los Hechos. Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Es necesario para nosotros para que él purifique nuestras almas. Que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Pero saben qué, hermanos? Entraremos en el reino de Dios. Entraremos por la gracia de Dios. Entraremos porque él va a preservar. Para que nosotros podamos perseverar en su camino, entraremos porque él lo ha prometido y él es fiel para cumplir sus promesas y es poderoso para hacerlo. No por nosotros. No porque seamos fieles nosotros, porque él es fiel. Entraremos. Entraremos en el reino de los cielos. Por lo tanto, nuestra esperanza mira más allá de las situaciones difíciles de la vida. Y eso es así, queridos hermanos, porque estamos convencidos, como dice en alguna frase C.S. Lewis, estamos convencidos en última instancia que el sufrimiento obedece a un poder superior. A ese poder que levantó a Cristo de entre los muertos. al poder del que murió en la cruz para salvarnos, para justificarnos delante del Señor y aplacar su ira para que Él nos declarara justos. Qué promesa, ¿verdad? Por eso debemos vivir con una perspectiva de futuro y no con una perspectiva de presente. Y allí Pedro entra a formular dos preguntas retóricas. ¿Cuál será el fin de aquellos que no obedecen el Evangelio de Dios? ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? Cuando digo preguntas retóricas es porque sabemos cuál es la respuesta. ¿Dónde aparecerán? Aparecerán en la condenación eterna. Ya no será un sufrimiento temporal que van a vivir como lo hacemos nosotros en este mundo. Va a ser un sufrimiento perpetuo, siglo tras siglo, tras siglo, tras siglo, sufriendo alejados de la gracia de Dios, distante de las misericordias del Señor, sin el cuidado del Salvador, sin ninguna opción de venir en arrepentimiento a los pies de la cruz de Cristo. Esa es la respuesta a las preguntas que hace Pedro en este. Este párrafo. No querrás ser de aquellos cuando este último tiempo termine. Y Cristo dicte sentencia como el juez. Hermanos. Creen que la vida cristiana es difícil. Amigos, crees que la vida cristiana es difícil. Créeme, no querrás probar la vida eterna sin salvación. No lo querrás hacer. El apóstol termina su discurso en este capítulo, en el versículo 19. De modo que los que padecen según la voluntad de Dios encomienden sus almas al fiel creador y hagan el bien. Bueno, Pedro ha venido de menos a más, verdad? Primero nos dice No se asusten cuando vengan las pruebas, cuando vea el examen. Luego nos dice Gócese cuando estén siendo probados en su fe. Luego nos dice Glorifiquen a Dios en medio de las pruebas y ahora nos dicen Hagan el bien en medio de las pruebas. Es como de ir de menos a más, verdad? Nos está diciendo el apóstol que ahora que nosotros entendemos el sentido correcto de las pruebas por la fe y sabemos el valor que tiene para nosotros como creyentes, que esas pruebas vienen de la mano del Señor, entonces encomienden sus almas al fiel creador y hagan el bien. Es una tremenda exhortación del apóstol Pedro. la extortación para todos nosotros, que tenemos una tendencia a quejarnos de las aflicciones, a lamentarnos cuando vienen los males, a sentirnos víctimas, a querer salir cuanto antes del horno de aflicción. Sácame de aquí, Señor, solemos decir. ¿Hasta cuándo los vas a tener en esta prueba? ¿Te has olvidado de mí? ¿No te has sorprendido diciéndole esas palabras al Señor? Pero el Señor a través de Pedro nos dice encomienden sus almas al fiel creador. Esa palabra encomendar tiene un sentido en su original. Es un término bancario, digamoslo así. Significa depositar, guardar en un lugar seguro. Si yo sé que los bancos hoy día no son tan seguros, pero todos tenemos nuestro dinero en bancos, verdad? Porque es el lugar dentro de lo que cabe más seguro. Y aquí nos dice, depositen aquello que es valioso, que es su vida, su alma en manos del Señor. Además, califica al Señor con dos términos, fiel creador. La palabra creador aparece pocas veces en el Nuevo Testamento, pero aquí la utiliza Pedro con un sentido muy singular. Cuando pensamos en un arquitecto, Un arquitecto sabe exactamente dónde poner las vigas de una construcción, dónde van las columnas, según el ancho o el largo que tenga la construcción, la carga que va a soportar, entonces dimensiona correctamente y sabe exactamente en dónde va cada detalle de la construcción. Por nosotros quitaríamos estas columnas de aquí de en medio, ¿verdad? Para que todo quedara diáfono. Pero el arquitecto no nos dejaría porque se caería todo encima. Pues bien, hermanos, el Señor es nuestro arquitecto, es nuestro creador. Él conoce nuestra vida, conoce nuestra mente, conoce nuestro corazón oculto a los ojos del Señor. Y como Él nos conoce también porque es nuestro creador y además es fiel creador, podemos depositar nuestra alma en sus manos. Confiadamente. Confía más en el Señor que en ti mismo. Tú eres falible. Tú te equivocas constantemente. Tú te arrepientes muchas veces de decisiones que vas tomando por el camino. Pero el Señor jamás se equivoca. Él es fiel y es creador. Él sabe qué es lo que necesitas. Y Él está tratando con tu corazón porque te conoce a profundidad. Es tu arquitecto. Él nos sostiene, queridos hermanos. Él nos protege. Así como el arquitecto pone límites a la carga que va a soportar un edificio, así el Señor pone límites a las cargas que pone sobre nuestros hombros y Él sabe hasta cuánto podemos aguantar y nos va a poner más de lo que podamos resistir. Por eso Él es fiel, es nuestro diseñador. Y eso, queridos hermanos, es un gran consuelo para nosotros. Nada de lo que suframos en este mundo es superior a lo que podemos soportar de la mano de nuestro buen creador, de nuestro fiel creador. Y termina el apóstol diciéndonos y hagan el bien. Bueno, esa es la guinda, la guinda de lo que dice el apóstol. Pedro nos está diciendo. Que las pruebas y los sufrimientos de nuestra vida no nos paralicen, que no sean una excusa para nosotros dejar de servir a los demás. Podemos, hermanos, pensar o creer que las dificultades y las pruebas de la vida nos van a quitar todo el aliento, toda la energía, que no podemos más. Por eso, esa última frase del apóstol tiene un énfasis particular. Hagan el bien. Hermanos, no debemos abandonar nuestros deberes como cristianos verdaderos cuando pasamos por las pruebas. Es más, cuando nosotros nos damos a servir a los demás, aun cuando estemos sufriendo en esta vida, vamos a encontrar un oasis, un refugio en el servir a los hermanos. Porque ¿saben qué? Tu hermano también sufre. Tu hermano también tiene dificultades y tal vez necesita esa voz de aliento de tu parte, aun cuando tú estés sufriendo. Es un bálsamo el servicio a los demás en medio de nuestro sufrimiento. Así que sirve aún en medio de tus dificultades. Va a ser un momento en que te olvidas de aquellas pruebas cuando tú estás sirviendo a un hermano que necesita de ti. Por lo tanto, obedezcamos estas palabras del Señor. Cuando estés sufriendo, deposita tu alma en el Señor y haz el bien. No te quejes. El Señor está contigo, él es el arquitecto y él es fiel. Te va a sustentar, te va a sostener. Tú haz el bien. Hermanos, nosotros, tú y yo no podemos ganarnos la salvación. Eso está claro. Ese es un regalo de la gracia del Señor. Pero tu salvación y la mía, queridos hermanos, conlleva todo un proceso de crecimiento en las virtudes que el Señor quiere formar en ti y en mí. Y ese proceso es duro. Es doloroso muchas veces. Es muy esforzado. Y en ese proceso no vale una entrega a medias, sino que requiere un compromiso total. Hermanos, déjame decirte lo siguiente. No vale la pena ser un cristiano a medias. No pierdas el tiempo. Sé un cristiano íntegro, comprometido fielmente con el Señor, amando verdaderamente a tu Salvador. Él murió por ti en la cruz del Calvario. Cómo no te hará todas las cosas junto con esa bendición de la salvación? Abraza el Evangelio, abraza las pruebas que él pone delante de ti porque él te quiere hacer crecer en santidad. Él quiere formar el carácter de Cristo en tu corazón. No vale la pena vivir a medias un cristianismo. No vale la pena ser un cristiano de banca. No vale la pena ser tibios. Sigue el ejemplo de tu salvador. Tal como dice, niégate a ti mismo, toma tu cruz y sigue en pos de Cristo. Esa es la vida cristiana. Ese es el modelo que el Señor quiere que tomemos como forma de la vida cristiana. Y en ese caminar por el camino angosto, cuando lleguen las aflicciones y las pruebas por ir detrás de Cristo, entonces no te sorprendas. Goza, porque el espíritu del Señor reposa sobre ti. Glorifica al Señor por esas pruebas, porque él está tratando con tu vida y refúgiate en tu creador y hace el bien. y el Señor te va a sostener y te va a llevar a la gloria, como lo ha prometido en su palabra. Amén. Oremos al Señor, hermanos. Padre nuestro, queremos alabarte por tu palabra. Para nosotros es un desafío, Señor, y nosotros, por nuestras fuerzas, no llegamos No somos suficientes, necesitamos de ti, señor. Te rogamos, por lo tanto, padre, que tú nos capacites con el poder de tu espíritu para vivir de la forma en que tú quieres que vivamos, aún en medio de las aflicciones, en medio de las pruebas, para que seamos valientes en medio de un mundo que se opone a ti, señor. Teniendo siempre nuestra expectativa y nuestra esperanza en la gloria que veremos cuando tu hijo vuelva por nosotros. Señor, ven pronto, Padre. En Cristo lo rogamos. Amén.
Glorificando a Dios en las pruebas
Series 1 Pedro
Sermon ID | 23251859415971 |
Duration | 53:52 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 Peter 4:12-19 |
Language | Spanish |
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