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Bien, buenos días, hermanos. Siempre es un gozo, una alegría verlos aquí. Y más para oír la palabra del Señor. Vamos a abrir nuestro Evangelio en Lucas, capítulo 15. Abrir nuestras Biblias en el Evangelio según San Lucas, en el capítulo 15. Tradicionalmente, muchas veces se centran en algunos pasajes que nos gustan, que son muy humanos o muy emotivos. Pero en realidad esta es tres parábolas, esta terna de parábolas. Entonces nos hablan maravillosamente de la obra que vino a ser nuestro Salvador. Es la vida humana, la vida cotidiana. Y eso es lo maravilloso cuando leemos la escritura, que como a pesar de que es hace dos mil años, y que el Señor habló y enseñó esto, es tan pertinente para nosotros. Porque es para nosotros. O sea, que aprendemos de lo que el Señor le enseñó a ellos. Es nuestro deber pasárselo a ustedes y ver cómo es que ahora se aplica en nuestra vida. Por supuesto, muchos de ustedes ya no serán pastores de ovejas. Sí, hay, creo, muchas damas que están preocupadas de su casa. Es algo que no se acaba. de limpiar la casa y las muchas cosas que se le pierde ahora en la casa, que no la encuentran. Y cuando no la están buscando, ahí encuentran. Son cosas que nos pasan a todo, porque es la vida humana. Y es la manera como el Salvador ha entrado en la vida humana, en nuestra humanidad. No es que nosotros tenemos una religión o queremos adorar a Dios, porque queremos ser divinos, ¿no? Porque somos humanos, Él nos creó y somos sus hijos. Y Él ha abierto el camino como podemos vivir con este Dios que es tres veces santo. Pero ¿qué tal si leemos todo el capítulo? Parábola de la oveja perdida. Todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban para oír a Jesús. Y los fariseos y los escribas murmuraban, Este recibe a los pecadores y come con ellos. Entonces Jesús les dijo esta parábola. ¿Qué hombre de ustedes si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va atrás la que está perdida hasta que la haya? Al encontrarla, la pone sobre su sombro gozoso. Cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos diciéndoles, alégrense conmigo, ¿por qué he hallado mi oveja que se había perdido? Les digo que de la misma manera habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento. Parábola de la moneda perdida. ¿O qué mujer, si tiene diez monedas de plata y pierde una moneda, no enciende una lámpara y barra la casa y busca con cuidado hasta hallarla? Cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas diciendo, alégrense conmigo porque he hallado la moneda que había perdido. De la misma manera, les digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente. Parábola del hijo pródigo. Jesús añadió, cierto hombre tenía dos hijos y el menor de ellos le dijo al padre, padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde. Y él le repartió sus bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano y allí malgastó su hacienda, viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino un gran hambre en aquel país y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquel país y él lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. Entonces, volviéndose en sí, dijo, ¿cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra? Pero yo aquí perezco de hambre. Me levantaré e iré a mi padre y le diré, Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Hazme como uno de tus trabajadores. Levantándose fue a su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él. Y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. Y el hijo le dijo, Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus siervos, pronto traigan la mejor ropa y vístanlo, póngale un anillo en su mano y sandalias en los pies, traigan el becerro engordado, mátenlo y comamos y regocijémonos, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida. Estaba perdido y asiduallado y comenzaron a regocijarse. Su hijo mayor estaba en el campo cuando vino y se acercó a la casa, oyó música y danzas. Llamando a uno de los criados, le preguntó qué era todo aquello. Y él le dijo, tu hermano ha venido y tu padre ha matado al becerro engordado, porque lo ha recibido sano y salvo. Entonces él se enojó y no quería entrar. Salió su padre y le rogaba que entrara, pero él le dijo al padre, mira, por tantos años te he servido y nunca he desobedecido ninguna orden tuya, y sin embargo nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos. Pero cuando vino este hijo tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, mataste para él el becerro engordado. Y su padre le dijo, hijo mío, tú siempre has estado conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este, tu hermano, estaba muerto y ha vuelto a la vida. Estaba perdido y ha sido hallado. Amoremos. Gracias, amado Dios, porque estábamos perdidos, pero hemos sido hallados por ti. Todavía tenemos que combatir con la carne y el mundo, nuestros enemigos, el diablo. Señor, pero gracias te damos que hemos sido hallados por ti, que tú nos buscaste y nos has puesto en los lugares celestiales en Cristo. Ayúdanos ahora a poder entender, comprender tu Escritura y sobre todo aplicarla en nuestras vidas, que es la parte más difícil por nuestro obstinado corazón, porque somos lentos en ver y oír tus cosas, y porque presuponemos que estamos bien y que son otros los que están mal. Ayúdanos, oh Dios, para que podamos en todo darte gloria y honra a ti. En el nombre de Jesucristo oramos y te damos las gracias. Amén. Muy bien, esto es la parábola de lo que se había perdido. Hay tres cosas que se han perdido. ¿Y qué es lo que origina realmente estas parábolas? porque usualmente nos basamos en la parte humana o interpretamos, y aquí estamos aprendiendo varias cosas. Primero, cómo es que estamos nosotros leyendo el Nuevo Testamento y hemos visto que es mostrar al Mesías, a Jesús el Cristo, y cómo es que la persona del Señor Jesucristo ha traído el reino y cómo entramos en este reino, o sea, cuál es su pueblo. ¿Qué es lo que tenemos que mostrarle a las personas no creyentes? Tenemos que ir y buscar a lo que está perdido. Ese es el mensaje que Cristo vino a traer. Para que las personas vengan a Cristo, conozcan a Cristo, entiendan el Evangelio, tenemos que mostrarle quién es la persona de Jesús. ¿Y por qué tenemos que creer en él? ¿Cuál es la obra de Jesús? Algo que hemos, por semanas o años y décadas, hemos hablado aquí. No es cuestión de que tú creas en una persona por creer. Te cuesta años establecer una relación de amistad, de amor y de cariño. Y por eso a lo mejor nos sentimos tan mal cuando alguien después de años rompe una relación personal, íntima, una amistad, un matrimonio, etcétera, porque como que no ha pasado nada. Pero cuando venimos el Señor Jesucristo y Él nos llama es que conocemos su persona. Entonces Él es el Mesías, Él es el Hijo de Dios. Y los evangelios nos narran. este retrato de Jesús, que no es una meramente biografía. Ah, qué bonita vida, yo quiero tener una vida como la de Jesús. No, Él vino en persona, pero para mostrar Su obra, la obra de Cristo en la cruz. Él vino a buscar y a llamar lo que se había perdido, sólo Él. es el Salvador. Entonces los evangelios nos narran toda la historia de la redención o cómo Dios desde el comienzo, que el hombre pecó, está poniendo este plan en el mundo y en la gente que por generaciones viene. O sea, hay personas que oirán este sermón por la primera vez en sus vidas. Hay personas que por primera vez a lo mejor se encuentran con una Biblia. Hay personas que nunca han oído la parábola del hijo pródigo, como usualmente se le llama. O quizás han oído otras historias de Jesús, pero ¿cuál es su entendimiento, el significado de aquello? Y muchas veces nos relacionamos que la obra que Él vino a hacer es para salvarte. Para que tú, que estás perdido, puedas venir al camino de Dios. Y es ahí donde choca la voluntad. ¿Cómo que yo estoy perdido? Ven el diccionario a lo mejor y ven tantas acepciones y realmente Dice, no, yo no estoy perdido. El Evangelio es para los perdidos. Pero yo no soy perdido. No estoy perdido. Entonces, Jesús, ¿para qué vino a salvar? Entonces, aquí está Él mostrándolo a nosotros. Porque tú, quienquiera que seas, necesitas ser hallado por Dios. Necesitas ser salvado por Jesús. Porque estás perdido. Necesitamos esta salvación. Entonces, tenemos que recordar aquello, lo que Él vino a hacer. Y el Señor nos dice aquí en esta parábola entonces ahora podemos ver qué es lo que está perdido. En la parábola Él dice hay tres cosas que están perdidas. La oveja, la moneda y los hijos. Note que pongo plural. Porque sí, claro, a la vista nuestra hay uno que estaba perdido. Pero cuando lees bien la historia, los dos estaban perdidos. Te das cuenta que sí, había un hijo pródigo lejos, pero el que estaba en casa también estaba perdido. O sea, él pensaba que no se le estaba dando el reconocimiento necesario. ¿Qué es lo que dispara esta parábola? Y lo que encontramos primero es entregarse a la vida disoluta lo que nos hace a nosotros que estamos perdidos. ¿Qué es la definición que podemos dar cuando decimos que algo está perdido? Lo que genera estas hermosas parábolas es la murmuración del versículo 1 que hallamos nosotros en este escrito, en este texto. Todos los recaudadores de impuestos publicanos y los pecadores se acercaban para oír a Jesús. O sea que ahora Jesús está dando su enseñanza y esta es la, para muchos, la última semana de Jesús en la Tierra. Él está iniciando su viaje a Jerusalén, va a cumplir la obra que el Padre le dio que hiciese, pero Él no deja en ningún momento de enseñar, no para. Y el Señor está en esta última semana para cumplir su ministerio final, pero en la plenitud de su edad, 33 años, como dicen algunos. Y está enseñando, está cumpliendo su ministerio de enseñar. Y la gente ya lo conoce, o sea que tú comienzas a oír de quién es este Jesús. Y este es un agente que los fariseos y escribas no se mezclaban. Entonces ellos vienen porque ven que Jesús no los rechaza, la enseñanza es para todos, no él discrimina, este para gente que ha estudiado, para gente que sabe, en esta parábola el Señor está incluyendo a todos y sobre todo esta actitud de la misma gente, estos recaudadores de impuestos, que eran pecadores, que nadie quería hablarle ni acercarse a ellos, porque iban a ser impuros a los que guardaban su religión, se acercaban para oír a Jesús. Y los fariseos y los escribas murmuraban, éste recibe a los pecadores y come con ellos. Y esta pregunta, y no es que cada cosa tiene que tener un significado, pero es la actitud de aquellos que no conocen al Señor y siempre están pensando que éste no es el Mesías, Hay que buscar alguna manera de menospreciarlo, menoscabarlo, porque no está cumpliendo la ley como debe ser. O sea, el problema es él, no es esta gente, él que viene a traer el reino de Dios. Dice, ¿cómo es que te recibe? Porque si tú fueras de Dios no recibieras a esta gente. Pero es que él no es cualquier persona. Él es el Mesías que ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. ¿Cómo es que recibe a los pecadores? Y una de las cosas es que los recaudadores de impuestos eran aborrecidos. Los pecadores eran los que no guardaban la ley estrictamente y entonces eran impuros. Entonces el religioso, como era el fariseo, el intérprete de la ley, aquellos que daban las definiciones de la ley, no se juntaban con esta chusma. Quizá me entiendan mejor. Esta es una chusma, no te puedes juntar con ellos. Te ponen como impío y pecador y por lo tanto Dios no va a oír tus oraciones. Eran gente de dudosa reputación. Lucas siempre está trayendo rameras publicanas. Noten que Lucas menciona la tierna historia de saqueo. ¿Quién era saqueo? No era que la gente le iba a dar el paso al saqueo, porque aunque era pequeño de estatura, el ser pequeño de estatura no es ningún tipo de desventaja delante de Dios, sino simplemente es una desventaja delante de aquellos que son más altos. Entonces nadie le quería dar paso para ver qué era Jesús, o sea tenía esta idea, este no me está condenando, este no me está juzgando, Aún más la sorpresa de todo aquello es que el Señor se para y mira dónde está en un psicólogo parado saqueo. Y le dice, hoy yo voy a ir a tu casa. Yo me invito. Y era porque ese es el Salvador. Tú eres salvo no porque tú decides ser salvo. Es porque Dios decide salvarte. Es porque Él nos busca. Y claro, en la manera como ocurren las cosas, Tú piensas, bueno, sí, claro, tú te arrepientes. Desde el lado humano, tú miras de que, ah, sí, el Señor ha mandado a su Hijo para salvarnos. Pero Él no sólo ha mandado a su Hijo para salvarnos, sino que Él inicia todo el proceso para que tú seas salvo. Él mismo prepara todas las circunstancias primarias y secundarias para que lleguemos a la cruz de Cristo y vengamos a sus pies y digamos, sí, tú eres el Señor y salvador. El Evangelio nos narra que porque era una bendición, y no solamente en el caso de saqueo. Tú ves a Jesús en el pozo de Jacob con la mujer samaritana. Él llega allí y dice, bueno, vayan ustedes a comprar lo que hace falta a los discípulos. Y él se espera en el pozo. Esa es la compasión y misericordia de Dios. Y es algo que muchas veces no entendemos. Cuando tú tratas de defender tu religión, aún el evangelio o aún de este lado, entendiendo la Biblia, es quien Dios viene a ti. Él es el que ha descendido para buscar y salvarnos. Si es verdad que Él dijo, el día que tú comieres ciertamente morirás, pero Él también es el que ha provisto el medio como tú puedas ser salvo para aquellos que han de ser salvo. Entonces, esta gente de dudosa reputación no venían a los escribas y fariseos, al contrario, ellos eran condenados por ellos. Los fariseos y escribas se creían que eran mejores que ellos. ¿Recuerdas la otra historia y la otra narrativa, por ejemplo? Cuando está el fariseo y el publicano. El publicano era el recaudador de impuestos. Pero en aquellos días se veía mal en el hecho de que aquellos habían sido conquistados por los romanos y tenían que pagar un impuesto al imperio romano, sino como se iba a sostener el imperio romano. Los césares. o sea que el reconocimiento de que César era dios o que era el emperador y todo lo demás era mira paga porque si no te mando cortar la cabeza tengo el poder y eso era la realidad la gente tenía que pagar esos impuestos y de quien se valía cuando ellos tenían que cobrar a quien tenían que utilizar bueno quien no quiere un trabajo como voy a vivir Pero el mayor problema es como saqueo, como Levi, que era el apóstol que escribió Mateo, su nombre era Levi, era un recaudador de impuestos, era que mucha gente pasa a la línea. O sea, si esta es tu tarea, bueno, te voy a extorsionar un poquito más. No usaban esas palabras. Es como la mafia de aquellos días. O sea, en el cupo tienes que pagar tanto. Y entonces venía la gente y pedía de más. Juan el Bautista le dice lo mismo a los soldados. Ustedes no pidan de más, no extorsionen. Cuando tú miras la manera como funcionan las burocracias, la gente siempre está buscando cómo aprovecharse de ti, cómo quitarte el dinero porque simplemente tampoco tú lo quieres dar. Entonces los impuestos, todas esas cosas nos ayudan al mejorar nuestra calidad de vida o en este sentido mantener el gobierno. Entonces no era bien visto, sobre todo cuando cobraban de más y tenían el poder para meterte en la cárcel y perder lo poco que tú tenías. o perder la vida, y una vez que tú pierdes la vida no hay manera de recuperar. Entonces, esos eran los publicanos, esos eran los recaudadores de impuestos, eran considerados traidores a la patria, y como traidores a la patria o a tu nacionalidad, a tu gentilicio, entonces la gente no lo podía ver, porque tú deberías procurar el bien de Jerusalén. Entonces ellos estaban entre dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios y les quedaba muy poco para ellos mismos. O ahora nosotros que podemos incluso lo que nos sobra dedicarnos a pasear y tener nuestras vacaciones y estamos tratando y la gente trata ahora de salir un poquito más de la rutina que tienen. Muy bien, podemos nosotros ver que también de Juan el capítulo 9 vemos quiénes eran los fariseos y los escribas. Por un lado ya sabemos lo que son los recaudadores de impuestos y sabemos lo que eran los pecadores, la gente que no guardaba la ley o que te podían contaminar y por lo tanto estos estaban puestos a un lado, discriminaban a ellos. Y Jesús dicta estas parábolas porque está acusando a los fariseos y a los escribas. de ser personas religiosas, pero no por tener amor al prójimo, de que realmente ellos estaban perdidos y que los perdidos eran salvados. Y yo creo que no hay cosa más triste que creerte tú que eres bueno y salvo, y estás perdido, o que la gente piensa que por ser ellos buenos en su naturaleza y su constitución moral, no están perdidos. Así que esta parábola es para nosotros, esta enseñanza de Jesús, En Juan, el capítulo 9, el Señor ha hecho un milagro con el ciego de nacimiento. Y la pregunta que genera también esto es, bueno, este quien pecoete a su padre para que haya nacido enfermo, haya nacido ciego, era el ciego de nacimiento. Pero el Señor hace algo distinto con este milagro. No solamente le pide que se vaya en un tabarro, lo cual no debía ser sentida de reposo. O sea, los fariseos y escriba habían hecho como 4.000 leyes para interpretar, porque el ser humano es así. Así, no tienes que hacer nada, ningún trabajo el día sábado de reposo. El otro día conversando con la familia, estaba viendo un manual y se sorprendieron que el manual decía refrigeradora en modo Shabbat. cocina modo Shabbat. ¿Sabes qué? Hace varios tiempos, sobre todo los que vivimos aquí en Miami, en Florida, han inventado ciertos aparatos electrónicos que guardan el día de reposo judío. Se apagan. Entonces tú pones de ese modo y no hay manera que la cocina prenda. Porque no hay que prender fuego. O sea, ¿tú ves? Ahora, si la cocina es eléctrica y fuego, Sí, bueno, es calor, entonces tiene que estar en ese modo. Igual era en el tiempo de Jesús. Está bien, vamos a pagar todo y no hay que cargar nada, pero ¿puedo cargar mi lecho? ¿Cuánto puedo cargar mi lecho? Y por eso encuentras a Jesús, ¿no? Y se toma tu lecho y anda. Y lo encontraron diciendo, no te es lícito llevar tu lecho en el día de reposo. Pero ¿era el lecho pesado? ¿Era que yo estaba haciendo algún trabajo? ¿O era porque había sido sanado, era paralítico y ahora lo puedo cargar? ¡Eso es lo mejor! ¡Qué fantástico es Dios para enseñarnos! ¿Y cómo el hombre complica con la religión todo eso? Entonces este hombre es ciego, pero le han untado lodo, que no podías hacer lodo de acuerdo al Talmud. ¡Ve, lávate que le estanque! Así que él mismo ni sabía quién era Jesús. Y los fariseos lo llaman y le dicen, pero en verdad tú eras ciego, quizás estás poniendo eso como pretexto. Pero noten en el Evangelio de San Juan, capítulo 9, versículo 39, dice, vamos a leer desde el versículo 34, a los fariseos ven a este hombre ciego de nacimiento y este ciego de nacimiento le dice, bueno, qué maravilloso, si este no viniera de Dios no podría ser nada. Yo sé que ustedes saben que este hombre es pecador para ustedes, pero a mí me abrió los ojos, y no hemos oído que nadie que es pecador puede abrir los ojos a alguien que nació ciego. Ellos le respondieron, tú naciste enteramente en pecados, y tú nos enseñas a nosotros, y lo echaron fuera. Jesús oyó decir que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo, ¿crees tú en el Hijo del Hombre? Él le respondió, ¿y quién es Señor para que yo crea en Él? Jesús le dijo, Pues tú le has visto, y el que está hablando contigo ese es. Él entonces dijo, Creo, Señor, y lo adoró. Y Jesús dijo, Yo vine a este mundo para juicio, para que los que no ven, vean, y para que los que ven se vuelvan ciegos. Algunos de los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron, ¿Acaso nosotros también somos ciegos? Jesús les dijo, si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero ahora porque dicen bemol, su pecado permanece. Si tú te crees salvo, a tu modo y a tu manera, y que tu religión es la mejor, bien, pero estás ciego, estás perdido. Eso es lo que está enseñando el contraste de esta parábola. Y aún más cuando lees Mateo capítulo 21, el versículo 45, en Mateo 21, en el versículo 45, los fariseos y los escribas entendieron que Jesús estaba hablando de ellos. Así que no era extraño, todas estas parábolas, todo lo que estaba diciendo era por lo que ellos pensaban que eran. Dice, al oír las parábolas de Jesús, los principales sacerdotes y los fariseos comprendieron que Él hablaba de ellos. Y en el pasaje de Juan, inmediatamente Jesús narra, o Juan narra, que Jesús es el buen pastor, y que el buen pastor su vida dará por las ovejas. Entonces la murmuración de los escribas, fariseos, intérpretes de la ley, todos aquellos que se creían justos y que entendían bien la palabra del Señor, realmente estaban perdidos, y que ahora el Señor comienza a narrar esta parábola. Así que no es coincidencia, porque la última semana, son los últimos días, Lucas pone esta parábola, Juan pone Jesús es el buen pastor, pero pone el milagro del ciego de nacimiento, y como los fariseos escribas le expulsaron. Aquí la ocasión idéntica en Lucas capítulo 15, es que la gente viene, A oír a Jesús, y los fariseos y los escribas murmuraban, éste recibe a los pecadores y come con ellos. Saqueó, comió con el Señor Jesús. Estaba más adelante en el capítulo 19. Jesús toca, hace lodo y pone en los ojos del ciego, etcétera. O sea, personas que eran incompatibles. Los fariseos entonces entendieron que esta parábola se refería a ellos. E inmediatamente Lucas, el capítulo 15, entonces comienza con la parábola de la oveja perdida. Y con esta parábola, la oveja perdida, a veces lo que queremos decir es, ah, el pastor está mal porque mira, no va a buscar la perdida. Muchas veces tratamos de tomar enseñanzas o sacar conclusiones que no están ahí. Así que lo que hace el Señor Jesús, ya sabemos, se está refiriendo a escribas, fariseos, intérpretes de la ley, que se consideraban que no estaban perdidos. ¿Qué es lo que realmente está perdido? ¿Qué es lo que hace Jesús como buen pastor? ¿Qué es lo que hace Él? Él va a buscar la perdida. O sea, ustedes se quejan de los pecadores, recaudadores de impuestos, se quejan de las prostitutas y las rameras, yo he venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. He dejado las 99 justas que están en el redil que aparentemente parecen ser ustedes y he venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. Tú para ser salvo tienes que estar completamente perdido. tienes que estar indudablemente perdido porque de lo contrario no puedes ser salvo. Así que la parábola de la oveja perdida es sumamente interesante cuando comenzamos a leerla y podemos releerla. ¿Qué hombre de ustedes si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde? No deja la noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la haya. Al encontrarla la pone sobre su sombro gozoso. Cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos diciendo, alégrense conmigo porque he hallado mi oveja que se había perdido. Les digo que de la misma manera habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por 99 justos que no necesitan arrepentimiento. Entonces, ¿cuál es el fin de cada historia? La alegría de que alguien es algo, de que alguien que estaba perdido se encuentre. O sea que cada cosa que está perdida se encuentra y ocurre una alegría, hay gozo en los cielos. Y por supuesto el intermedio de la historia no es que importe tanto, es el nexo. Porque, por ejemplo, vamos a suponer, tú no puedes dejar a tus hijos en la casa solo por ir a buscar a un hijo que está perdido. La violación es peor, ¿no? Pero si tomamos en consideración los pastores de aquella época, o como era, casi ninguno hay que, como pastor, no vaya a buscar a una que está perdida. Pero, ¿dónde están las 99? En su redil. Están salvaguardadas, porque no es verdad que las vas a dejar en el campo sin que nadie las vele o las cuide, y vas a ir a buscar a una que está perdida porque cuando viene no se ha perdido, ya se han perdido las 99. O sea, que él está narrando la historia común de lo que era común en aquel entonces, en que se pierde una oveja y las otras 99 no están perdidas porque están en su redil. O sea, él ve la manera, ¿no? Si tengo que ir a buscar, cuando tú estás en alguna necesidad, en un apuro, primero te aseguras otras cosas. Así, esas no necesitan arrepentimiento, pero vas a buscar una perdida. No dice, bueno, tengo cinco y se perdió una. porque el valor va incrementándose, el valor de la parábola va incrementando. Una oveja perdida en relación a 100, una dracma perdida, pero ahí representaba era plata y era mucho, de 10 monedas, que se encuentra, y luego el valor es más porque es un hijo que está perdido. y el gozo de que vuelve o que es encontrado o que se supone muerto ha vuelto al hogar paterno. Por eso leímos todo. Ahora, esto es lo que queremos hacer énfasis en este sentido, es en el hecho de que hay gozo en los cielos cuando algo que está perdido es encontrado. Entonces Jesús, después por eso en Juan 9, y se lo leí por aquello, viene Jesús es el buen pastor. Él es el que nos lleva en los hombros. Él es el que nos salva. Para los israelitas, ustedes creen, si para ustedes el Salmo 23 es importante, ustedes no creen que para ellos no lo habían leído. ¿No lo habían oído continuamente los salmos? Ah, sí, yo leo los salmos. Ellos lo leían también. Era la parte de los salmos y los profetas y de la ley que continuamente en la sinagoga se les leía en aquel entonces. El dulce pastor de Israel, lo comparaban con David, entonces ellos sabían y entendían que era un pastor. que deja a aquellos que están 99, que aparentemente no necesitan salvación. Tú ya sabes quiénes eran. Estos aparentemente no necesitan salvación, pero esta oveja perdida sí, porque se está refiriendo a pecadores, publicanos, rameras que venían a oír a Jesús y que Él entraba y comía con ellos y dejaba que le toquen, no como el caso de Simón que dice, bueno, si éste supiera qué clase de mujer le toca, porque a veces podemos presuponer y hacer mucho prejuicio de cierta clase de vida de hombre o mujer. El Señor no discrimina aquello, Él tiene paciencia con nosotros, pero hay gozo. en los cielos. La siguiente parábola dice hay gozo delante de los ángeles de Dios. ¿Interesante? Vamos a leer seguidamente dice. O qué mujer si tiene diez monedas de plata y pierde una moneda no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta hallarla. Cuando la encuentra reúne a las amigas y vecinas diciendo alégrense conmigo porque he hallado la moneda que había perdido. De la misma manera le digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepienta. Los cielos y aquí los ángeles de Dios para que alguien se arrepienta. Oveja malcriada, ¿por qué te pierdes? ¿Por qué te descarrías? Porque muchas veces pensamos, sí, el pastor es así, claro, lo que sea, y el que está a cargo, el emplador, pero dice, ¿por qué se ha descarriado esta oveja? No has visto cuando nuestros padres en el tiempo pasado dicen, no vayas a hacer esto porque si te mueres te resucito y te vuelvo a matar. Porque uno dice, muchacho, malcriado, ¿qué estás haciendo? Y mira lo que te pasa, estás dolido, pero como que encima le echamos alcohol en la herida, ¿no? nuestra manera, como hemos sido criados o que desahogamos nuestra preocupación, nuestro nerviosismo. A veces nos reímos, a mí me pasa, estoy nervioso, a veces me sonrío, la gente se está burlando. Pero así reaccionamos a muchas cosas. Otros lloran, otros gritan, otros patalean. Entonces nunca pensamos que por qué se descarría la oveja, pero otra vez estamos poniendo varias cosas ahí, ¿no? Lo que el señor está diciendo, mira, la oveja, fácil de extraviarse, pero realmente por eso andan juntas. ¿Tú no has visto películas de toda la manada de ovejas? Manada. No ves una sola, porque no es rentable para el pastor. Pero las ovejas usualmente les gusta estar juntas. Y la oveja es un animal muy fácil de perderse, pero buscando su sombra, o sea, siguiendo sus propios instintos. Pero el buen pastor, bueno, va y la busca. Va y la busca porque a él le encargaron para que no se pierda. para que la defienda del zorro, la defienda del lobo, la defienda del león que existía en aquellos días en los montes de Palestina. El león asiático ha desaparecido, pero había. Por eso Sansón encuentra un león y lo mata. Era un león no africano, era un león pequeño de Asia menor y que, bueno, de todas maneras era león, es que es más fácil matarlo. Encuentras un gato salvaje y yo ya estoy corriendo porque hice lo mismo. Y es el valor de la vida humana lo que está aquí en fuego. Es verdad que el ser humano en sí no puede hacer ninguna obra para ser salvado y que Dios lo mire y diga, ah, sí, tú eres una buena gente. Pero hay un valor intrínseco porque eres una criatura de Dios. No voy a entrar en los detalles de la parábola del hijo prodigio, pero que realmente sí el ser humano tiene un valor de ser redimido porque si no Dios no hubiera mandado a su hijo. Pero no es la calidad de vida la que lleva lo que constituye ese valor. Y es lo que Jesús nos enseña. No es porque este publicano no merece. No es porque esta sea ramera. A lo mejor tú pienses que esa necesita salvación y tú no. Porque ambos, todo el mundo es pecador delante del Señor. Así que hay gozo en los cielos porque hay una oveja que se encuentra. Hay gozo delante de los ángeles de Dios cuando hay una moneda que se encuentra. Pero hay gozo delante del Padre Celestial cuando un hijo se encuentra. El progreso. Pero vamos a volver a lo que estaba perdido y lo que se ha encontrado. Recuerden que no había bancos en aquellos días. No había un lugar donde guardar lo precioso. Las mujeres recibían una dote, sea de amigos o familiares. Toma diez dracmas y cierra la palabra en griego de plata. Era para que empieces. Y eso es lo que debemos tú y yo empezar cuando hay alguien que quiere empezar en la vida, son jóvenes. A lo mejor tú ni yo tuvimos esa oportunidad de que alguien nos pudiera ayudar, pero hay otra gente que siempre piensa o que ha madurado y dice, bueno, ¿para qué empiezas en la vida? Cuando nosotros somos también padres, estamos viendo a nuestros hijos que van creciendo o que están estudiando, realmente estamos ayudando para que ellos empiecen en la vida, trabajen, se mantengan. O sea, si hay un padre o una madre que tiene a un hijo 30, 40, es una persona que es un solterón. Una solterón. y queremos que se casen. Yo creo que todo padre y madre normal queremos que los hijos se casen. Y le daba una dote a la mujer para que empiece, te ayudan tus padres, te ayudan a que estudies. ¿Cuál es la idea? De que tú sigas en la vida, cries también a tus hijos. Y es más, si uno mira, nuestros padres han provisto mejores cosas para que nosotros podamos seguir mejorando la calidad de vida, no solo nuestra, sino de nuestros hijos, los nietos. Verdad que vienen, que tú puedes proveerle mejor. Es como la generación hoy en día que muchas veces están hablando de que los baby boomers no hicieron nada o... Espérate un momentito. Las cosas que tú disfrutas ahora es por lo que otros hicieron. Así ha sido siempre. No hay manera. Tal vez no teníamos el teléfono inteligente y sobrevivimos igual. Es más, nos consideramos los baby boomers mejor porque hemos pasado por tantos cambios y nos hemos adaptado a ellos. Hemos sobrevivido a la electrónica, la hemos aplicado y te hemos ayudado para todo. Porque cuando un hijo tuyo alguien dice, bueno, en esta casa hay de todo para que tú puedas seguir adelante, perfecto. Y de todo no es que abunda el dinero, no es que abunda la comida, para que tú puedas trabajar. Una de las cosas maravillosas, y quizá ustedes muy poco me oyen decir, o que dice el pastor, mira América. Y bueno, a mí lo que me gusta de este país son las opciones. O sea, la gente habla del país de las oportunidades. Perfecto, tú lo puedes llamar así. del sueño americano en que cada quien junta aquello y piensan en una cosa concreta que han podido lograr no, es las opciones que puedes tener el alcance a ciertas cosas que puedes buscarlas en alguna u otra manera en que a veces en nuestro país y por la burocracia del sistema más bien te truncan esas opciones te cierran todas las vías posibles porque ellos quieren que seas como ellos o que hagas tú lo que ellos piensan. Pero es muy distinto cuando tú tienes el poder para elegir, hacer las opciones, la declaración de derechos humanos, de poder tú realizarte como individuo. Porque una cosa es que pueda estar por escrito y otra es que la puedas hacer. Entonces son las opciones. las opciones que hoy día dices me provoco una corvinita o un pescadito y hay gente que todavía tiene y yo le he oído y me han dicho no, me estoy yendo a Perú porque me provocó un desayuno como el viaje de noche llegan ahí temprano y se van a su desayuno hacen un par de cosas qué bueno que puedes qué bueno opciones pero qué triste cuando no tienes la opción tampoco que alguien te predique el evangelio y que te cierren una iglesia o te la destruyan y digan no, la religión es el opio de los pueblos y que no te permitan oír ni adorar a Dios que era lo que temblaban los judíos del tiempo de Jesús que no nos vayan a cerrar el templo su religión tenían todo el derecho a defender pues no se dan cuenta que era porque estaban perdidos. Todo eso lo que había pasado era por causa de sus pecados y ahora el Señor les manda al Hijo, al Hijo de Dios. Y tú y yo no debemos perder de vista aquello que el Señor ha mandado a su Hijo Jesucristo porque hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios. No tienes un ángel de la guardia. Los ángeles nunca muestran el camino de salvación. Son mensajeros de Dios y dan un mensaje. Ellos quisieran, pero Dios no les ha dado a los ángeles cómo predicar el Evangelio. Y esto es bien importante, porque en el tiempo tuyo, moderno que nosotros vivimos, la gente piensa, tuvo una visión, le apareció la Virgen, le apareció un ángel, una tabla de oro y la transcribió. Pero tú vas a la narrativa bíblica y encuentras que la Biblia nunca dice que los ángeles predican. Hay gozo en los cielos por un pecador que se arrepiente. Delante de los ángeles, ¿dónde está Dios? Rodeado de los ángeles que le han creado. Nota conmigo 1 Pedro, 1 Pedro, capítulo 1. y uno puede leer desde el versículo 10, es un pasaje hermoso porque Pedro está hablando no nosotros, como hemos recibido la palabra del Señor. Acerca de esta salvación, los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a ustedes, diligentemente inquirieron y averiguaron, procurando saber qué persona o tiempo indicaba el Espíritu de Cristo dentro de ellos, al predecir los sufrimientos de Cristo y la gloria que seguirían. A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a ustedes, en estas cosas que ahora les han sido anunciadas mediante los que les predicaron el Evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo, cosas a las cuales los ángeles anhelan mirar." Pedro dice, los ángeles anhelan mirar. Los ángeles son mensajeros de Dios, pero ¿quiénes les predican el Evangelio a ustedes? Son hombres. Todos los himnos que hemos cantado esta mañana, maravillosamente, nos muestran por qué el creyente tiene que ir y predicar, por qué tenemos que hacer campañas misioneras, por qué hay que hablar del Evangelio. Nota, ya que estamos en 1 Pedro, vamos a 2, capítulo 3, 2 de Pedro, capítulo 3, donde el Señor también nos manda a nosotros y vemos el deseo de él de la salvación. El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. O sea, ¿por qué la Iglesia sigue predicando y enseñando? Es para que la oportunidad que tu conyuge, tu familiar, tu ser querido, conozca al Señor por tu testimonio. por la manera como tú vives. ¿O tú piensas que porque el amor que tú tienes para con Dios es un amor que se transfiere, es transitivo a tus hijos y que ellos van a ser salvos? ¿O que tus buenas obras van a ser aplicadas para que ellos también sean salvos? ¿O no es más bien que el Señor nos manda a nosotros, mira, predícale el Evangelio, modélele el Evangelio, háblales del Evangelio? El Señor es paciente, pero Él manda a los hombres. Los ángeles se alegran, se regocijan de aquello. El ángel fue y le apareció a Cornelio, pero era, manda a traer a Pedro para que Pedro nos predique. Igual le apareció a María y apareció por todos los siglos que nosotros vemos. Los ángeles son mensajeros de Dios porque ellos moran delante de la presencia del Señor, pero jamás ellos indican el camino de salvación. Así que si te aparece un ángel probablemente lo que vas a tener es miedo. El ministerio de los ángeles hoy está restringido hasta el tiempo del fin porque el Espíritu de Dios mora en nosotros. Él es el que revela a Cristo, el que nos hace vivir por Cristo, el que nos da el discernimiento de Cristo, es el que busca a los pecadores y los trae al arrepentimiento y el cielo se alegra y se regocija de esto, la moneda perdida. Entonces he entrado a casas antiguas que no tenían las ventanas que tienen las modernas, son oscuras. Casi no hay ventanas. Es interesante cuando tú hagas viajes de arqueología y alguna vez te interesa ir a Machu Picchu o te metes a esos lugares bien recónditos que las casas pueden ser de adobe, las ventanitas son pequeñas. Por eso esta mujer prendió la luz. Barrio común. Hoy día tenemos tantas cosas que miramos bajo la cama. Hacemos noches a ver dónde está. Tenemos la idea. La idea es que tú y yo vamos a encontrar lo que buscamos. Buscad y hallaréis. Llamad y se os abrirá. Cuando uno busca a Dios, yo ya sé que es porque Dios te está buscando, pero te debes buscar a Dios. Debes tratar de encontrar a Dios. Y vas a hallar que es Dios quien te está buscando y es Dios quien te va a encontrar. Es Dios quien siempre espera paciente, pero Él ha provisto todos los medios para llamarte a ti al arrepentimiento. Así que estos ángeles de Dios son ángeles no de la guarda, mucho menos de tu dulce compañía, sino porque gozan los cielos cuando alguien viene al Señor. La alegría del pastor fue encontrar su oveja. La alegría de la mujer es que aquel dragma que le representaba para poder ayudar a su familia y a sus hijos, lo encontró, que no se perdió. Jesucristo dijo, yo he venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. Y ahora quiero volver a algo. Vamos a ir a Juan, el capítulo 12. En Juan, el capítulo 12, en el Evangelio Según San Juan, El apóstol Juan nos da otra manera, otro concepto de por qué la gente no creía. Recuerda lo que desata la enseñanza de estas palabras. En el Evangelio según San Juan, en el capítulo 12, versículo 37, estas cosas habló Jesús y se fue y se ocultó de ellos. Pero aunque había hecho tantas señales delante de Dios, no creían en Él. Para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías que dijo, Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? Por eso no podían creer, porque Isaías dijo, también. Él ha cegado sus ojos y endurecido su corazón, para que no vean con los ojos y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane. Esto dijo Isaías porque vio su gloria y habló de él. Sin embargo, muchos aún de los gobernantes creyeron en él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban para no ser expulsados de la sinagoga. porque amaban más el reconocimiento de los hombres que el reconocimiento de Dios. Acá viene el Salvador a desafiar tu religión. ¿No has oído a gente y a personas que dicen, bueno, mi religión es importante? ¿Cómo vas a convertirte en un traidor de tu religión? Piensan que están traicionando. Hay personas que a veces quizás se paran en la puerta del local y no entran porque se consideran traidores, o van a ser infieles, o Dios los va a castigar. Jesús cuando vino, la religión tradicional, le dijo que no, te lo hemos probado. Probado en qué sentido, en que dijeron, bueno, él se refería a esta gente farisaica, a esta gente de escribas, a esta gente que estaban rechazando al Mesías. Pero era algo profetizado. El apóstol Juan todavía muestra que Isaías vio la gloria de Jesús. Porque los pasajes que está citando, si bien es cierto que uno está en el capítulo 52 y otro en el capítulo 6, es cuando él ve la gloria de Dios Isaías. Y lo que él ve es un Dios tres veces santo. Y ve serafines que volaban sus ángeles con dos alas volaban, pero con dos se cubrían los rostros y con dos se tapaban también los pies. Eso es lo que veis ahí. En el año en que murió el rey Usías, vi yo al señor alto y sublime. Él vio las riquicias del templo, del templo, pero en el cielo. ¿Y qué es lo que hace Dios? Dios le dice, bueno, sí, es verdad que tú habitas en un pueblo de labios inmundo y toma un carbón encendido, el ángel y se lo pone en los labios y es purificado. Y enseguida le dice, envíame a mí, señor. No esas ángeles. Es ahora Isaías que dice, señor, si no hay quien vaya, envíame a mí. pero él se da cuenta que es un hombre pecador, es un hombre que tiene que experimentar la gracia de Dios, es un Dios tres veces santo en el cual no pudiéramos morar con él a menos que alguien venga y nos salve. Juan está enseñándonos todo aquello, Lucas también, que el Mesías que ha venido, él ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. ese eres tú y ese soy yo y que cuando tú te aferras a que tú has guardado desde niño la religión o que Dios ha estado ahí contigo mi pregunta es si Dios te ha salvado y cuán interesante puede ser de este lado cuando hay alguien que me dice pero mira están los otros que pueden ayudarme para salvar y tú te quedas aquí pensando y dice qué clase de ignorancia perdonen porque a mí me ha salvado Dios Esa es la experiencia de Isaías, de Juan, de los apóstoles, de estos publicanos, de estos escribas, de esta ramera. Es Dios quien lo ha salvado. ¿Y quién puede decir lo contrario? Cuando tú tienes la experiencia de que Dios te ha purificado, Dios ha perdonado tus pecados. Y viene alguien y te dice, pero ¿tú no crees que si él le habla a su mamá también te va a salvar? Y tú te das cuenta de eso y dices, pero si Dios es el que te puede salvar y es Él quien te tiene que salvar, es Él el que ha venido a buscar y a salvar lo que había perdido. ¿Qué me estás hablando tú, gato porniebre? ¿Me estás hablando tú de qué? Si son los ángeles del cielo que se alegran por un pecador que se arrepiente. ¿Quién es el buen pastor? ¿Quién es el que viene a buscar? No es él que te juzga tu vida, sino que él quiere salvarte de allí. Eso entendió Agustín, entendió Pablo. Hemos entendido nosotros que estábamos a las pies del infierno, que no merecíamos ni el perdón ni la misericordia de Dios porque habitamos en medio de un pueblo que tiene. no solo labios inmundos, sino que todo lo que hace es inmundo. ¡Yo no soy mejor que tú! Por ejemplo, mucha gente dice, no, pero la Biblia condena al homosexualismo, somos homofóbicos. No, cuando tú lees esto, yo no soy homofóbico, el homofóbico eres tú. Porque la Biblia claramente dice, tú no tienes que dejar tu pecado, deja que Dios quite tu pecado. La idea, a lo mejor, de la otra gente es decir, no, yo porque tengo que vivir para agradarte a ti. Es que toda la vida hemos vivido para nosotros. Algunos de una manera y otras de otra. ¿Acaso tú crees que me has oído a mí decir, mira, tú eres drogadicto? Mira, la heroína, la marihuana, todo te tiene consumido. Pero para venir al Señor Jesús tú tienes que dejar la marihuana y tienes que dejar la drogadicción. Créeme que no te estoy predicando en el Evangelio. No hay ninguna parte en la Biblia que dice que tienes que dejar tu pecado para venir al Señor. Lo que dice es que tienes que creer en Él para dejar tu pecado, para encontrar el perdón, porque estás perdido. Aún puedes ser como este hijo o pródigo dentro del hogar, en que estás viviendo muy cerca a lo mejor de la religión y guardando y siendo una persona moral, pero estás más perdido. ¿Has sido encontrado por Dios? El Evangelio. Él vino para buscar y salvar lo que se había perdido. Él. Por eso cuando el creyente dice, Él es mi Señor y Salvador, es porque Él es mi Señor y Salvador. Porque yo estaba perdido y he sido encontrado. ¿Y qué es lo que hace la iglesia? No va a un proselitismo ciego. Yo sé quién te puede salvar. No, no tienes que dejar tu vida de adulterio y de homosexualidad. Es venir al Salvador. Y cuando Él nos salva, entonces hay una nueva vida. Lo vemos en saqueo. Señor, yo devuelvo cuadruplicado de acuerdo a la ley romana. Si hay alguien que puede probar que yo le he robado a este, entonces yo lo devuelvo. Es Dios quien había descendido. Es Dios quien vino al árbol de saqueo. Tengo que ir a tu casa. Quizá hay una cita divina. Tú y yo somos los que tenemos que ir a hablarle. Hay una cita en que Dios quiere salvar lo que se ha perdido. Quiere ser hallado y encontrado. No nos sentemos como fariseos si escribas. La verdad es que no importa la manera como tú vivas. Lo que sí Dios no va a aceptar es que tú pienses que Dios te acepta, te perdona y te va a dar todas las bendiciones, y tú vas a seguir siendo el mismo sin Dios. Cuando uno es hallado y encontrado, encontramos el verdadero valor de lo que es. Cuando alguien está perdido es porque no está en la posición que debe estar. No tiene ni siquiera el valor que debe tener porque está perdido. Para aquello que fue creado y salvado, el hombre está perdido, no está en el lugar que debe estar. Pero una vez que el Señor, el Salvador, te salva, entonces tú y yo somos miembros de la familia de Dios, somos hijos de Dios. ¿Hay alguno que tiene sentido esto para ti aún? El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. Una vez yo estaba perdido, pero he sido encontrado. La sublime gracia de Dios que cantó John Newton. Perdido estaba yo, más él me encontró. Él nos redimió, él nos salvó. Así que no es que tu vida no valga nada. Mereces ser redimido, pero a la manera que Dios lo pide. Que Dios lo pide, que Dios lo hace. Ojalá sea sallado esta mañana, oremos. Hemos sallado al buen amigo, a este Cristo maravilloso. Gracias por buscarnos, gracias por salvarnos. Gracias porque al ver la condición en la que estábamos nosotros, habíamos perdido toda esperanza de ser salvos. Y nuestra oración es para aquellos que se creen salvos y no lo son. o para aquellos que piensan que no pueden encontrar el perdón de Dios. Jesucristo ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. Y esa obra la vas a lograr. Lo has logrado en nosotros. Y es nuestra oración por nuestros seres queridos. Que ellos te conozcan a ti como nosotros te conocemos. Que te puedan llamar padre como nosotros te podemos llamar padre. Bendice a tu pueblo, a tu congregación. Haz que en estos días malos que vivimos haya más deseo en hombres y mujeres de buscar tu rostro y vivir para ti. En el nombre de Jesús oramos.
Parábola de lo perdido y hallado
-Lo perdido: oveja, moneda, hijos.
-Qué es lo que genera a estas parábolas: la murmuración.
-Fin de la historia: gozo de que alguien es salvo, encontrado.
-Actitud hacia los no creyentes.
Sermon ID | 22822182911331 |
Duration | 57:18 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | John 12:36-43; Luke 15 |
Language | Spanish |
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