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El libro del Evangelio de Marcos capítulo 8 y vamos a leer del versículo 1 en adelante y sigan con sus vistas. Marcos 8 versículo 1 al versículo 21. En aquellos días, como había una gran multitud y no tenían que comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo, Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen que comer. Y si los enviar en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos. Sus discípulos le respondieron, ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto? Él les preguntó, ¿cuántos panes tenéis? Ellos dijeron, siete. Entonces mandó a la multitud que se recostasen tierra, y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante, y los pusieron delante de la multitud. Tenían también unos pocos pececillos, y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante. Y comieron, y se saciaron, y recogieron de los pedazos que habían sobrado siete canastas. Eran los que comieron como cuatro mil, y los despidió. Luego, entrando en la barca con sus discípulos, vino la región de Dalmanuta. Vinieron entonces los arviseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del cielo para atentarle. Y Jimeno en su espíritu dijo, ¿Por qué pides señal a esta generación? De cierto digo que no se dará señal a esta generación. Y dejándolos, volvió a entrar en la barca y se fue a la otra ribera. Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. Y Él les mandó diciendo, Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de la lavadura de Herodes. Y discutieron entre sí diciendo, Es porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús les dijo, ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis? Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron, Doce. Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos dijeron, Siete. Le dijo, ¿Cómo aún no entendéis? aquí en la lectura de la escritura y vamos a orar todos juntos. Acostumbramos los domingos de Santa Cena a recordar el Padre Nuestro. Si no lo conocen, está en Mateo 6, 9. Lo vamos a repetir todos juntos en voz alta. Y es muy importante que con reverencia oremos esta oración. La conocemos, la repetimos, pero con reverencia, fijándonos en lo que oramos, dirijamos a nuestro Padre Celestial. Todos juntos el Padre Nuestro. En Mateo 6,9 está la segunda parte, si no lo conocen. Todos juntos. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu regno. Hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, danoslo hoy. y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos metas en tentación, mas líbranos del mal, porque tuyo es el reino y el poder y la gloria por todos los siglos. Amén. Sentémonos, hermanos. Siguiendo con nuestros estudios del Evangelio de Marcos, esta mañana nos enfocaremos en los tres párrafos que leímos del capítulo ocho Marcos capítulo ocho. Hay tres párrafos, el primero de la alimentación de los cuatro mil, el segundo de la demanda de una señal, la demanda de un milagro de parte de los fariseos y el último la levadura de los fariseos o cuando menos así se titulan estos párrafos en mi Biblia. Generalmente estudiamos este libro párrafo por párrafo o versículo por versículo, pero estos incidentes están interrelacionados, así que los vamos a estudiar juntos. Ahora, en el primer párrafo, Marcos nos relata la alimentación milagrosa de 4,000 personas. Este milagro es muy, pero muy similar al milagro que estudiamos en el capítulo seis de la alimentación de los cinco mil. Evidentemente, nuestro Señor Jesucristo hizo este tipo de milagros de alimentar a muchísima gente varias veces, no tan solamente estas dos veces de los cinco mil y los cuatro mil. Y si quieren apuntar ahí un texto en Juan 6, 26, se refiere a esto nuestro Señor Jesucristo. Entonces, no vamos a repetir y repasar las lecciones que vimos en el capítulo 6 de la alimentación de los 5,000, pero tan solamente nos enfocaremos esta mañana en el versículo 4. El versículo 4 Marcos 8, en el contexto de la alimentación de los 4,000, en el versículo 1 dice que había una gran multitud y nos dice el versículo 4. Sus discípulos le respondieron, ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto? ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto? No sé si les han puesto ustedes esas pruebas psicológicas que les dicen unas palabras y ustedes tienen que decir lo primero que piensan. Por ejemplo, Si alguien me dice a mí carro, playa, inmediatamente voy a pensar en quino. Las palabras carro, playa, me hacen pensar en quino, inmediatamente. Si alguien me dice chocolate, refrigerador, voy a pensar inmediatamente en cancito, ¿verdad? Inmediatamente mi cerebro va a pensar así. Ahora, aquí vamos a escoger dos palabras de este texto en este contexto. Las dos palabras claves son pan, desierto. Pan en el desierto. Hay una gran multitud. Pan en el desierto. Nuestro cerebro cristiano debe de pensar en el éxodo. Los israelitas. El desierto. ¡Pan! Ven conmigo, Éxodo. Aquí está la historia, si no la conocen. Éxodo capítulo 16. Éxodo capítulo 16 nos dice el versículo 3 y el versículo 32. Éxodo capítulo 16 y el versículo 3. Voy a comenzar a leer en el versículo 2. Éxodo 16, 2. Toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto. Y les decían los hijos de Israel, ojalá hubiéramos muerto por manos de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan a sacianos. Pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud. Versículo 32. Ustedes pueden leer la historia en este capítulo si no la conocen, pero lean el versículo 32. Exodus 16, 32. Y dijo Moisés, Esto es lo que Jehová ha mandado. Llenad un gomer de él y guardadlo para vuestros descendientes a fin de que vean el pan que yo os di a comer en el desierto cuando yo os saqué de la tierra de Egipto. Dios alimentó milagrosamente a su pueblo con un pan, un pan celestial, el maná. Ahora, tenemos en nuestro pasaje La misma situación, una gran multitud, desierto, y no había pan. ¿Cómo iba a ser posible alimentar a esa gran multitud? Preguntan los discípulos en nuestro texto de Marcos 8, 4. ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto? La misma situación se repite. No tienen que comer a esa multitud. Es imposible, realmente, humanamente hablando. ¿Cómo? ¿De dónde? Para los hombres esto era imposible. Pero para Dios todo es posible. Y Cristo lo hizo. No solamente una vez, varias veces. Conclusión, Cristo es Dios, el Jehová Todopoderoso, el Creador, el Sustentador, el que hace todas las cosas para que las disfrutemos, como dice un texto. Y el Señor hizo este milagro para enseñarles precisamente de la historia de Exodus 16, que el maná, el pan que alimentó a los israelitas, simbolizaba a Cristo. Por eso hizo este milagro. Vean conmigo Juan 6, 25. Juan 6, 25. Aquí está la aplicación de nuestro Señor Jesucristo a ese milagro. En Juan capítulo 6, ustedes pueden ver los primeros versículos, es la alimentación de los cinco mil. Es la misma aplicación y él nos dice en Juan 6, 25. Allá andole al otro lado del mar, le dije a un rabí, Cuando llegaste acá, respondió Jesús y les dijo, De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os haciasteis. Trabajad no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece. Recuerden este versículo, por favor. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará, porque a éste señaló Dios el Padre. Entonces le dijeron, ¿qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo, Esta es la obra de Dios, que creáis en el que Él ha enviado. Le dijeron entonces, ¿qué señal, qué milagro pues haces tú para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto. Como está escrito, pan del cielo les dio a comer. Y Jesús les dijo, De cierto, de cierto os digo, no os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron, Señor, danos siempre este pan. Jesús le dijo, yo soy el pan de vida. El que a mí viene, nunca tendrá hambre. Y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí. Y el que a mí viene, no lo he hecho fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió. que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esa es la voluntad del que me ha enviado, que todo aquel que vea al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el día postrero. Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho, yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían, ¿no es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo pues dice este, del cielo he descendido? Jesús respondió y les dijo, no murmuréis entre vosotros. Ninguno puede venir a mí si el Padre que me envió no le trajese, y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito están los profetas, y serán todos enseñados por Dios. Así que todo aquel que oyó al Padre y aprendió de Él viene a mí. No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre. De cierto, de cierto os digo, el que cree en mí tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. Ése es el pan que desciende del cielo, para que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Esa fue la aplicación del Señor. A lo último, el maná y el pan en esos milagros lo representaban a él, que él era el pan que realmente necesitaban para vivir eternamente con Dios. Y al aplicar este milagro así, el Señor recalca que los milagros eran señales. Precisamente se usa esa palabra, ¿verdad? Señales, algo que apuntaban. El maná, el pan, señalaba a Cristo, apuntaban a Cristo, su redención, la vida que podemos tener por su carne. Entonces, él no quería ser conocido como un predicador de sanidades. Vimos algo de esto la semana pasada. Él nunca hubiera anunciado, traigan a sus enfermos, traigan a sus ciegos, traigan a sus mancos, vengan al culto de sanidades el miércoles a las 7 y va a haber una cena gratis. Él nunca, nunca, nunca hubiera dicho eso. El Señor invitaba a la gente a que escuchara el Evangelio. El Señor invitaba a la gente a que escuchara la predicación de la Palabra de Dios. Los milagros que hacía los aplicaba al perdón de Dios, al agua de vida, al pan de Dios. Eso era lo importante para Él. Esa era su propósito al hacer milagros también. Es por eso que le dijo a la mujer samaritana, pídeme y te daré el agua con la cual no tendrás sed jamás. Es por eso que le dijo al paralítico, al joven paralítico que trajeron sus amigos. Lo primero que le dijo al paralítico, hijo, tus pecados te son perdonados. Eso es lo primero. Es su intención, su motivación, su misión en este mundo. No era venir a hacer milagros en sí, pero enseñar el evangelio, enseñar la palabra de Dios y señalarse así como el pan de vida. Muy bien, ahora notemos unos temas del segundo párrafo. El segundo párrafo, el primer párrafo tiene algunas más lecciones, por supuesto, pero ya las vimos en Marco 6. Bueno, vamos a ver unos temas del segundo párrafo. Primer tema, la incluidad de los judíos. El segundo tema, la humanidad de Cristo. Y el tercer tema, la oportunidad de venir a Él. Comenzamos con el tema de la incluidad de los judíos, los fariseos, aquí específicamente. Leemos en Marcos 8, 11 al 13. Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con Él, pidiendo señal del cielo, un milagro del cielo. Pero para tentarle, gimiendo en su espíritu, dijo, ¿Por qué pide señal a esta generación? De ciertos digo que no se da señal a esta generación. Y dejándolos, volvió a entrar la barca y se fue a la otra ribera. Los fariseos querían ver un milagro. No creían en el mensaje de Cristo. Y por así decirlo, lo tentaban. Si tú eres el profeta de Dios, si tú realmente eres el Mesías, haz un milagro y te vamos a creer. Esa era su actitud. El apóstol se refiere a esa inquilinidad, a esa actitud, cuando escribe a los corintios estas palabras. Pues ya que en la sabiduría de Dios el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación, porque los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado. La actitud de los fariseos era ver para creer, en otras palabras. Vemos un milagro, entonces vamos a creer a lo que Dios dice a través de ti. Y si somos honestos, esa actitud no tan solamente era de los fariseos y de los judíos, pero es nuestra actitud también. Sí o no. Queremos un milagro. Queremos una gran respuesta de Dios en oración para creer de verdad, ser cristianos de verdad, ir a todos los cultos de la iglesia. Señor, si me ayudas con la copel y la deuda que tengo con Vancomer, entonces sí voy a creer en la oración. Señor, si mi hija está bien y no está embarazada, entonces sí voy a creer en ti. Señor, sí. Y aquí tú llena la línea. ¿Qué piensas? ¿Qué le pides? ¿Qué es tu actitud? Si haces esto, entonces yo voy a ser cristiano de verdad. Sí o no, seamos honestos hermanos y realistas en nuestra humanidad, en nuestra pecaminosidad, en nuestra maldad, nuestra incluidad al último. No tan solamente sean los fariseos y los judíos, somos nosotros también. Hermanos, hermanas, confesemos nuestra poca fe. Confesemos, la incruelidad es un gran pecado. Mejor oremos como el Padre en el Evangelio que dijo, Señor, yo creo. Ayuda mi incruelidad. Otro tema que resalta en este párrafo es la humanidad de Cristo. En el versículo 12 leemos, Y gimiendo en su espíritu, dijo, ¿Por qué pides señal esta generación? Gimiendo en su espíritu, o como dice la versión en catalán, suspirando profundamente. El Señor tenía emociones como nosotros, pero sin pecado, por supuesto. Él se enojó, se airó en la purificación del templo, ¿se acuerdan? Él se enojó mucho, por supuesto. Él lloró ante la tumba de Lázaro. Él se asombró de la fe del centurión. Él tuvo emociones. Él gimió aquí. Suspiró profundamente. Y esto porque Cristo tiene dos naturalezas. Por supuesto, Él es Dios, pero también Él es hombre, la naturaleza divina, la naturaleza humana. Y tenía que ser así para poder ser un intermediario entre nosotros y Dios. Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres. Jesucristo, hombre, precisamente por esto. Está en Timoteo capítulo 2 y versículo 5. Y es por su humanidad, entonces, que puede ser nuestro mediador. Pero también es por su humanidad que puede empatizar con nosotros y tener compasión de nosotros. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue intentado según nuestra semejanza, pero sin pecado. Hebreos capítulo 4 y versículo 15. Eso hay que tener en cuenta aquí. Pero lo más importante y lo que quiero recalcar aquí en esta mañana es que por su humanidad, Cristo puede salvarnos. Tuvo que ser hombre para ser nuestro representante, porque nosotros pecamos como hombres. Tuvo que ser hombre para vivir la vida perfecta que nosotros no vivimos. Y, por supuesto, como nuestro sustituto, pudo morir la muerte que nosotros merecíamos. Dios no puede morir. ¡Imposible! Dios no puede morir. Él no puede derramar sangre, no tiene sangre. Dios es inmortalidad, no puede morir, por supuesto. Cristo tenía que ser humano, entonces, para poder morir, para ser castigado en su lugar, para derramar su sangre, ¡hasta la muerte por nosotros! La humanidad de Cristo, hermanos, es súper, súper importante y de mucha consolación. Ya les he contado, no lo tienen que buscar. Les voy a leer el versículo, lo van a reconocer. Este es un versículo que me salvó de una depresión muy grande. Ahora, pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, porque lo que era imposible para la ley, por cuanto la débil por la carne. Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne, para que la justicia de ley se cumpliese en nosotros. Cristo encarne como la de nosotros. vivió una vida perfecta, murió en carne lo que nosotros debíamos de haber muerto. Y así nos salva y nos lleva a la gloria. El último tema que notaremos de este pasaje Y aquí, al final del sermón, cuando salgamos, si tienen una palabra que me pudieran ayudar, no pensé en qué palabra usar aquí. Es un tema feo, es un tema solemne, no sé cómo decirle. Vamos a leer los versículos y luego ustedes piensan y me dicen al final. Dice el versículo 11, una vez más, Marcos 8, 11. Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del cielo para atentarle. Jimeno en su espíritu dijo ¿Por qué pide señal a esta generación? De cierto digo que no se dará señal a esta generación. Y dejándolos. Dejándolos, se fue. Dejándolos volvió a entrar en la barca, se fue a la otra ribera. Se fue. Dejó a esos hombres. No querían creer. ¿Un milagro o no creería? La lección es que urge aprovechar la oportunidad de recibir el mensaje de Cristo. Y no sé qué palabra usar aquí. Es algo muy solemne, muy feo, muy trágico, por supuesto. Terrible. Pero es verdad. Cristo los dejó. Se fue. Se fue. urge que aproveches la oportunidad de recibir el mensaje de Cristo. Si tú sigues en inquietud, ¿Rebeldía? Si sigues queriendo, por así decirlo, extorsionar a Dios, haz un milagro y me arrepiento, si me haces este gran favor, si respondes esta oración, entonces voy a ser un cristiano de verdad, entonces estás en peligro de ser abandonado, de ser abandonada para siempre. El día de gracia pasará. Dejándolos, volvió a entrar en la barca y se fue a la otra ribera. El himno es verdad. Hace mucho que no lo cantamos. Los antiguos, los ancianos, se van a acordar. A Jesucristo, ven sin tardar, que entre nosotros hoy Él está, y te convida con dulce afán, tierno, diciendo, ven. Su voz escucha sin vacilar, y grato acepta lo que hoy te da. Tal vez mañana no habrá lugar. No te detengas. Ven. Es el mensaje, y si ustedes tienen alguna palabra que resuma esto, me dicen. Es terrible, es muy solemne pensar, Cristo dejándonos, abandonándonos, porque no creímos en el día de salvación. Y hoy es el día de salvación. No pienses, voy a vivir. Cuando me jubile, cuando tenga tiempo, cuando cuando sepa más, cuando sea menos pecador, cuando no, no, no, no, no. Hoy cree en Cristo, arrepiéntete. Tú dices es que no creo, no tengo mucha fe. Dile eso al señor. Mi pecado es que no creo. Estoy lleno de inquietud. Mi pecado es que quiero un milagro. Señor, quita eso de mí y dame la fe de un niño. Ten piedad de mí. Tú te acercas así, en humildad, arrepentido. El Señor te recibe. Lo leímos en Juan 6. El que a mí viene, no lo echó fuera. Bien, aquí pasamos al último párrafo, el último párrafo en Marcos 8, y comienza en el versículo 14. Noten en primer lugar el mandamiento del Señor, el mandamiento del Señor. Marcos 8, 14. Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. Y Él les mandó diciendo, mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes. Tenemos un mandamiento aquí para los discípulos y para nosotros. Guardaos, tengan cuidado de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes. Yo no sé si a ustedes les gusta Wikipedia. Algunas veces que veo que dice Wikipedia. Aquí busqué en el Internet. ¿Qué dice Wikipedia sobre la levadura? Wikipedia dice, la levadura, llamada también fermento, está compuesta por hongos microscópicos que se encargan de la descomposición se encargan de la descomposición de alimentos como azúcares o carbohidratos a través de la fermentación. Es por eso que en la Biblia la levadura a veces representa el pecado que afecta, que descompone, corrompe algo. Por eso que en Éxodo, precisamente en Éxodo, en la salida de Egipto, Dios mandó a los israelitas comer panes sin levadura. La fiesta de la Pascua, el festival de la Pascua, tenían que asegurarse que no había nada de levadura en la casa. El apóstol Pablo, por cierto, vean 1 Corintios 5, hace esta aplicación y está claro, aquí es un pasaje muy feo, por cierto, 1 Corintios 5, un hombre que se había casado con la esposa de su papá o que se había juntado inmoralmente con la esposa de su papá. Y el apóstol, por supuesto, lo disciplina, lo excomunica, excomulga. Y él dice en el versículo 6, 1 de 45, 6. No es buena vuestra actancia. No sabéis que un poco de levadura leuda a toda la masa. Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura, como sois, porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad. Todo eso de los panes en levadura y todo el lexo, todo eso representaba y simbolizaba esto que aquí el apóstol nos da. Entonces, la levadura aquí en nuestro pasaje, cuando nuestro Señor nos ordena, guardaos, tengan cuidado de la levadura de los fariseos y la levadura de héroes tenía que ver con eso. Volviendo a nuestro texto en Marcos capítulo ocho, ¿a qué se refiere el Señor cuando nos manda, cuídense de la levadura de los fariseos? Bueno, por el contexto, lo que acabamos de leer en el versículo 11 y 12, sabemos que eran incrédulos, que querían ver un milagro para creer el mensaje de Cristo. Esto lo tenemos que incluir ahí. Pero hay unos versículos que nos ayudan, además, a saber cuál exactamente era la levadura de los fariseos. Vean conmigo en primer lugar Mateo 16, 12. Mateo capítulo 16 y versículo 12. Pasaje paralelo, nos dice Mateo 16, 12. Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y los seduceos. Estaban a hablar nuestro Señor Jesucristo y cuídense de la doctrina, la levadura de la doctrina, la enseñanza de los fariseos y seduceos. Ahora, esencialmente la enseñanza de los fariseos era, vamos a ser salvos por nuestras obras, vamos a hacer muchas obras, vamos a ser muy santos y así Dios nos va a recibir por lo que hacemos nosotros. Esencialmente esa era la enseñanza de los fariseos. Ahora, vamos a Lucas 12.1, Lucas 12.1. Es otro versículo que nos enseña cuál era específicamente la levadura de los fariseos. Lucas capítulo 12 y el versículo 1. En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos primeramente, guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. La levadura de los feliceos es la hipocresía. Eran hipócritas. Y lo leímos en Mateo 23, ¿verdad esto? Eran súper hipócritas. De sus labios decían una cosa, pero en su corazón estaban muy lejos de Dios. Ellos decían que querían dar la gloria a Dios, pero a lo último, ellos querían la gloria de los hombres, van a gloriosos. Ellos decían que querían obedecer a Dios, pero obedecían las tradiciones de los ancianos, sus tradiciones, supersticiones, sus imaginaciones. Ya vimos algo de esto y lo acabamos de leer en Mateo 23. Así que pasemos a qué es la levadura de Herodes. Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes. Ahora, aquí Herodes no es Herodes el grande. El Herodes que mandó a matar a los niños en Belén y sus alrededores. ¿Se acuerdan? Nuestro Señor Jesucristo nació en Belén de Judea. Llegaron los llamados reyes magos. ¿Dónde ha nacido el rey? ¿Se acuerdan? No es ese mismo Herodes. Este era su hijo. Los historiadores y la Biblia, por cierto, lo menciona como Herodes el tetarca, tetar, tetrarca. Él era una persona diferente, pero tan cruel como su padre. Una vez más, lo pueden buscar en Wikipedia. Pueden leer qué arrogante era, qué ambicioso. Y su mujer, con la cual vivía en adulterio, por supuesto, era una Jezabel, una Jezabel de Jezabeles. Y ustedes pueden leer lo que les pasó a los dos ahí en Wikipedia. Busquen Herodes y van a encontrarse la historia de algunos Herodes, por cierto. Pero en la Biblia tenemos una historia por la cual podemos sacar unas pistas unas evidencias de cuál era su levadura. Y está precisamente en Marcos. Vamos a Marcos 6, 14. Ya la estudiamos, así que tan solamente se las voy a leer y vamos a recordar. Marcos 6, 14. Marcos 6, 14. oyó en Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio, y dijo, Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él esos poderes. Otros decían, es Elías, y otros decían, es un profeta o algunos de los profetas. Al oír esto Herodes dijo, éste es Juan el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos. Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe, su hermano, pues la había tomado por mujer. Porque Juan decía a Herodes, no te es lícito tener la mujer de tu hermano. Pero Herodías le acechaba y deseaba matarle y no podía. Porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo. Y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana. Pero venía un día oportuno en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos en los principales de Galilea. Entrando la hija de Herodías, danzó y agradó a Herodes y los que estaban con él a la mesa. Y el rey dijo a la muchacha, pídeme lo que quieras y yo te lo daré. Y le juró, todo lo que me pidas te daré hasta la mitad de mi reino. Saliendo, ella dijo a su madre, ¿Qué pediré? Y ella le dijo, la cabeza de Juan el Bautista. Entonces ella entró prontamente al rey y pidió diciendo, quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista. Y el rey se entristeció mucho. Pero a causa del juramento de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla. Y enseguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la cabeza de Juan. El guarda fue, le capitó en la cárcel y trajo su cabeza en un plato y le dio a la muchacha. Y la muchacha la dio a su madre. Cuando oyeron esto, sus discípulos vinieron y tomaron su cuerpo y lo pusieron en un sepulcro. ¿Cuál era la levadura de Herodes? Sin duda alguna, sensualidad, adulterio, vanidad, soberbia, crueldad, y de seguro incluía mucha hipocresía y rebeldía. Sabía desde la Escritura que Juan era un hombre justo y santo. Le escuchaba perplejo, asombrado. Le escuchaba de buena gana. Pero su corazón, lejos de Dios, desobediente, rebelde, obstinado, hipócrita como los fariseos, prefería agradar a los hombres que a Dios. A causa de los que estaban con él en la mesa. A lo último, eso fue su gran pecado y la gran hipocresía y rebeldía ante Dios. Prefería la gloria de los hombres. Agradar a los hombres y agradar a Dios. Sorállenlo esto, es lo mismo en Juan 12, 43. Juan 12, 43. Juan 12, 43. Nuestro Señor Jesucristo, mi Biblia titula aquí en el versículo 36, incluida de los judíos, incluida de los fariseos, si podíamos incluir, incluida de Herodes también, dice en Juan 12, en versículo 42, con todo eso, aún de los gobernantes, muchos creyeron en él, pero a causa de los fariseos no lo confesaban para no ser expulsados de la sinagoga porque amaba más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. Y amiga, amigo, no será ese tu problema y tu gran pecado. No me voy a ser cristiano. Qué va a decir mi familia? Cómo me voy a ser cristiano? Qué van a decir mis amigos? ¿Cómo me voy a ser cristiano? Que van a decir los del trabajo. Exactamente lo mismo. No, no, no, no, no, no, no, no. Mucho cuidado. Mucho cuidado. Y hermana, hermano, cuídate mucho de la levadura de los fariseos y de los la levadura de Rodés también. Este mandato es a los discípulos, a los cristianos, Un poquito de levadura de sus pecados nos pueden tumbar, hundir. Tenemos que cuidarnos mucho. Tal vez no eres adúltero, no eres cruel, pero realmente eres un hipócrita si vienes aquí a la iglesia a cantar dulce comunión con Dios. La que tengo ya. Durante la semana no has ni abierto tu Biblia. Se la pasó en el tablero del carro todas las semanas. Nunca ha sorado ni por los alimentos. Eso es hipocresía, ¿no? Es hipocresía entrar aquí y cantar fuerte, pero tu corazón lejos de Dios. Eso es hipocresía. Eso le va a durar a los fariseos. Mucho cuidado, hermanos. Mucha atención. Nos va a ayudar los siguientes puntos. En último lugar, noten el malentendido de los discípulos, el malentendido de los discípulos. Versículo 14, Marcos 10, Marcos 8 y el versículo 14. Habían olvidado de traer pan y no tenían sino un pan consigo en la barca. Y él mandó diciendo Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes. Y discutían entre sí diciendo Es porque no trajimos pan. No trajimos pan. Los discípulos estaban pensando en lo que iban a comer, el pan, la comida. Se habían olvidado de traer lunches para todos ellos en la barca. No sé ustedes, pero cuando yo voy aquí, no, a Guaymas, a cualquier playa, en el mar, me da mucha hambre. No sé por qué. Me da mucha hambre. Imagínense, tenía que cruzar aquí al lado. Y el pan, el lonche, se nos olvidó. No llevaban ni un taco de tilapia. Los pensamientos de los discípulos eran la comida, su estómago, o como dice el apóstol Pablo, su vientre. Y al escuchar levadura, automáticamente pensaron en pan y malentendieron al Señor. Lección, ¿qué lección tenemos aquí? Bueno, como dicen colosenses, hermanos pongamos la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Hay que pensar más en las cosas espirituales, no en las cosas terrenales. Claro, es necesario comer, claro que sí, pero como dicen filipenses, que el vientre no sea nuestro Dios. Que la comida no sea nuestro ídolo. Y no pensemos sólo en la terrenal, lo que dice en Filipénsis. No pensemos sólo en la terrenal. Esta es una gran tentación para nuestros días, hermanos. Una gran tentación. Creo que el hermano Alfonso es el que me decía que tenía un amigo que no comía para vivir. Vivía para comer. Esa es nuestra generación en nuestros días, hermanos. Está pasando que la vida es cara, muy cara, Más con el 25% de aranceles que se han instruido por Trump. La vida es muy rápida. Hay muchas cosas que tenemos que comprar. Hay muchas cosas que no tenemos que comprar, pero queremos comprar. Judiciar. Anuncios que dicen, te mereces este celular, te mereces este carro. Lo tenemos que comprar. Y andamos como hormiguitas locas de aquí para allá, trabajando. Y fácilmente caemos en la gran trampa diabólica de pensar tanto en lo material que nos olvidamos de lo espiritual. Fácilmente. Ahora, realmente fue un problema de los discípulos, pero el gran problema del malentendido de los discípulos es que ellos no habían entendido que Cristo podía darles el pan que necesitaran. Versículo 17. Y entendió Jesús, les dijo, ¿qué discutís? ¿Por qué no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? Aún tenéis endurecido vuestro corazón, teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís y no recordáis. Cuando perdí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron doce. Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos dijeron, siete. Y les dijo, ¿cómo aún no entendéis? ¡Yo soy el pan que descendió del cielo! ¡Yo soy el creador! ¡Yo los puedo sustentar! ¡Yo...! ¡Claro! ¡Cristo en la barca! ¿Qué más necesitan? Ese fue el gran problema del malentendido. Yo no sé aquí, ustedes, pero yo aprecio mucho la transparencia, la honestidad de las escrituras. No esconde las fallas de los discípulos. No esconde los pecados de los discípulos. No esconde la incluidad de los discípulos, la dureza de su corazón. Eso me da mucha esperanza a mí. Nos da mucha esperanza saber, aunque tengamos poca fe como Tomás, aunque tengamos poca fe como Pedro, el Señor es muy paciente, muy pero muy paciente. Nos perdona, nos exhorta, nos ayuda a que lleguemos al cielo. Pero también, Esa transparencia y sensibilidad de las escrituras, esas fallas de los discípulos, nos sirven de advertencia. Si ellos cayeron, si ellos cayeron en esto, ¿cuánto más nosotros debemos estar alertas? Si Tomás, si Pedro, el gran apóstol, Pedro el primero, se menciona en la lista de los hípolos, el primero en mencionarse, si él, el que predicó en Pentecostés, si él cayó, fue tumbado, ¿cuánto más nosotros debemos estar alertas? Ahora, ¿cuál es la lección aquí? Con esto terminamos. El tiempo se me acabó. La lección, versículo 17, 18. Entendiéndolo, Jesús les dijo, ¿qué discutís? ¿Por qué no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís, y no recordáis? ¿Cuál es la lección? Que hay que cuidar nuestro corazón. que escuchar bien, hay que observar bien, hay que recordar. Hermanas, hermanos, como esos discípulos podemos tener un corazón duro, incrédulo de hecho. Todos los días debemos limpiar las arterias de nuestro corazón arrepintiéndonos. Todos los días arrepintiéndonos. Debemos nutrir nuestro corazón con la palabra de Dios, orando, recordando la cruz del Señor. Debemos ver y escuchar bien, tener cuidado de las distracciones y poner mucha atención a lo que el Señor hizo y hace por nosotros. Y en la vida cristiana, súper importante que recordemos hacer memoria de los días pasados, recordar cómo el Señor nos ha ayudado, qué milagros ha hecho por nosotros, qué bendiciones, como cantábamos, ¿verdad? ¿Qué bendiciones tenemos en Cristo? Recordar su poder, su misericordia, y sobre todo, su amor para con nosotros. El tiempo se me ha acabado para seguir con eso, pero un último punto y terminamos. Versículo 17 dice, la primera parte, Y entendiéndolo, Jesús. Los discípulos malentendieron al Señor. Los discípulos malentendieron su mandamiento. Los discípulos no comprendieron. Pero Jesús, sí. Jesús entendía todo muy bien, como vimos el domingo pasado. Él hace todo bien. Él los entendió a ellos. Él entendió la situación. Nuestra esperanza, hermanos, no está en que nosotros entendemos mucho de la vida, entendemos mucho de la Biblia. No, no, no, no. Dios no nos va a recibir por nuestro entendimiento perfecto del Evangelio. Dios nos va a recibir por el entendimiento perfecto de nuestro mediador y representante, Cristo Jesús. ¡Qué gran bendición! ¡Qué gran bendición que Cristo nos entiende! A lo mejor ni nosotros mismos nos entendemos. Pero Cristo sí. Sabe exactamente quiénes somos, en dónde estamos, qué nos aqueja, qué nos acongoja. Y aún así nos ama. Ese es el Evangelio. Pecadores, débiles, incrédulos. Pero Él nos ama. Y nos ayuda. Eso es compasión. Eso es misericordia. Sal de esas puertas como cristiano, como cristiana, pensando Él sabe todo de mí, todo. Pero Él es mi mediador, Él es mi intercesor, Él me representa ante Dios, Él me va a recibir porque Él me entiende y sabe todo y me ha perdonado por su cruz. Gracias para su gloria. Oremos hermanos. Padre Santísimo, sabemos, Señor, que Tú eres un fuego consumidor, Santísimo, Santísimo, Santísimo, puro de ojos para no ver el mal. Pero nos atrevemos, Señor, a venir ante Ti sabiendo que Cristo, nuestro representante, nuestro sustituto, vivió la vida que nosotros no vivimos y murió la muerte que nosotros merecíamos. Le pedimos por sus méritos que inyectes estas lecciones, estas promesas, este Evangelio en nuestras vidas, que nos arrepintamos una y otra vez. Señor, te pedimos y decimos como el Padre en el Evangelio, creemos, ayuda a nuestra tranquilidad, que nos abracemos, nos aferremos a Cristo. que el tiempo de Santa Cena sea de refrigerio espiritual para cada uno de nosotros. En Cristo Jesús. Amén. Amén. Vamos a despedirnos, hermanos, cantando una estrofa del himno a bendiciones cuando
Creo, ayuda mi incredulidad
Series Marcos
Estudiamos
- la alimentación de los cuatro mil (y la aplicación de Jesús como el Pan de Vida)
- la reación de los fariseos (y advertencias para nosotros)
- qué es la levadura de los fariseos y de Hérodes
Sermon ID | 22252029527466 |
Duration | 47:27 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Mark 8:1-21 |
Language | Spanish |
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