00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
El libro de Marcos, el capítulo 9, y vamos a leer los versículos 1 a 8. También les dijo, de cierto les digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder. Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte, solos, a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. Y les apareció Elías con Moisés, que hablaron con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús, Maestro, bueno, es para nosotros que estemos aquí y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados. Entonces vino una nube que les hizo sombra y desde la nube una voz que decía Este es mi hijo amado, a él oíd. Luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo. Vamos ahora. Para que veamos que hoy que tú nos enseñas de tu palabra lo que necesitamos. que podamos verte a ti en tu palabra, que podamos ver a tu hijo y que podamos ver la manera en la cual tú quieres santificarnos hoy. Te pedimos que tú nos enseñes y que tú nos ayudas a poner mucha atención, Señor, para que podamos glorificarte con la manera en la cual escuchamos tu palabra. Te pedimos en nombre de Cristo. Amén. Una de las maravillas de la salvación, de la transformación que Cristo efectúa en los creentes, es que cada parte del ser humano está afectada. Cada parte. No es como que Cristo te salve y te dé la vida eterna, pero tu mente sigue como antes. No es como tu corazón esté cambiado pero tu voluntad siga esclavizada al pecado, no es así. La salvación afecta todo el ser humano, cada parte. Eso es algo necesario porque sabemos que el pecado afecta cada parte del ser humano. que no hay ninguna parte del ser humano naturalmente que no está afectado por el pecado. Creemos nosotros en la corrupción total, en una corrupción que toca cada parte de quienes somos, mente, corazón, voluntad, todo. Entonces, la salvación tiene que ser igual. Necesitas tener el poder para cambiar TODA la persona, no solamente una parte. La salvación afecta TODO el ser de la persona que ha sido maravillosamente transformada por el Evangelio y por la sangre salvadora de Cristo. Y esta verdad no es solamente algo muy teórico para los cristianos, sino esencial, absolutamente esencial para la vida eterna. Yo no creo que lo que apenas dije sea una sorpresa para los cristianos aquí. Intelectualmente sabemos, por supuesto, que es la verdad que cada parte del ser humano es afectada en la salvación. Sabemos esto. Pero necesitamos pararnos. por un momento, y pensar en las aplicaciones prácticas de esta verdad para la vida diaria. Si Dios te ha salvado, también ha cambiado tus pensamientos. Tú ya no piensas como antes. Ya no tienes los mismos sueños y los mismos deseos. Si Dios te ha salvado, también ha cambiado tu perspectiva de la vida. Ya no quieres las mismas cosas como antes. Si Dios te ha salvado, también ha transformado tu voluntad. Antes solamente podías escoger el pecado, y ahora por el poder del Espíritu Santo que muere en ti, tienes la capacidad de obedecer a Dios. Entonces, si Dios te ha salvado, también ha transformado tu lengua, ha transformado tu boca, ha transformado la manera en la cual hablas y las cosas que dices. Tú ya no hablas como antes. Ya quieres usar tu boca para edificación y para glorificar a tu Dios. Y es este tema en lo cual quiero que meditemos hoy por medio de varios pasajes de la Biblia, pensando en cómo usar nuestras bocas y lenguas como cristianos, pensando en la transformación que Dios ha efectuado en esta área de nuestras vidas. Vamos a estudiar una parte muy específica en cuanto a nuestras lenguas, en cuanto a nuestras bocas. Hace algunos años estudiamos el pasaje en Santiago que habla de nuestras lenguas y cuán peligrosas pueden ser si no las controlamos. Sabemos que pecamos muchísimo con nuestras bocas, con nuestras lenguas, que es importante restringirlas. por el poder de Dios. Pero hoy vamos a ver una parte muy específica de nuestra boca, de nuestra lengua, y vamos a considerar el tema, ¿cuándo es mejor no decir nada? ¿Cuándo es mejor no decir nada? Porque es la verdad de mi vida. y también en las vidas de muchos, si no todos los cristianos, que a veces tenemos la tendencia de hablar y hablar y hablar y hablar y no sabemos cuándo callarnos. ¿Verdad? ¿Me escuchan bien o hay demasiado ruido? A veces es orgullo. A veces pensamos que en CADA situación NUESTRA OPINIÓN ES IMPORTANTE. TIENE QUE SER EXPRESADA. A veces lo hacemos sin saber conscientemente lo que estamos haciendo. A veces lo hacemos por ignorancia. Pues sé lo que sea tu caso y mi caso. Tenemos que aprender a pensar mucho más antes de hablar. Tenemos que reconocer la verdad de que no cada cosa que piensas tiene que ser expresada. Que no tienes que dar tu opinión en cada situación. No es necesario. El hecho muchas veces es pecado. Yo sé que esto es muy fuerte, es muy directo. Y tal vez aquí en nuestra iglesia nos causa algo de, no sé, ofensa. Es la verdad, hermanos. A veces no sabemos cuándo callarnos. Hablamos demasiado. Y necesitamos aprender cuándo es mejor no decir nada. Por supuesto, hay un equilibrio bíblico, como vamos a ver hoy, porque tampoco es correcto nunca decir nada. Eso tal vez es un problema para algunos aquí. Hay personas aquí que no dicen cosas cuando deberían. Son muy callados cuando deberían hablar. Pero por mayor parte, por mayor parte, nuestro problema es que si no siempre, por lo menos muchas veces, hablamos demasiado. No podemos restringir nuestras bocas. Pero como los papás y las mamás muchas veces dicen a sus hijos, tenemos dos oídos y una boca, una razón para escuchar el doble de lo que hablamos. ¿Verdad? ¿Alguien aquí ha dicho eso a sus hijos? Deberían. Es un dicho en inglés por lo menos, no sé aquí. Tenemos dos oídos, una boca, una razón. Pero lo hacemos al revés, muchas veces. Entonces, el saber cuándo no decir nada, es una disciplina espiritual. Requiere dominio propio. De hecho, una persona con esa tendencia tiene un problema mucho más a la raíz. Puede ser el orgullo, como mencioné, puede ser el dominio propio, falta de dominio propio. Es importante darnos cuenta. ¿Por qué hablamos tanto? ¿Por qué no podemos callarnos? ¿Por qué pensamos que tenemos que opinar en cada conversación? ¿Por qué? Falta de dominio propio, ignorancia, orgullo. Normalmente es orgullo. Piénsalo, cada persona aquí, piénsalo y pide a Dios que te muestre hoy por medio de este mensaje y por medio de tu propia lectura, o tal vez por medio de un hermano que te confronte después de ese servicio. Recuerda que estudiamos hace ocho días, que tenemos que provocarnos al amor de las buenas obras. Piénsalo. ¿Por qué te cuesta tanto trabajo callarte? Por el momento, vamos a estudiar varios pasajes bíblicos, incluyendo este pasaje de Marcos que apenas leímos, para ver lo que Dios quiere enseñarnos de este tema tan importante, cuando es mejor no decir nada. Necesitamos que entendamos que el Evangelio afecta cada parte de nuestras vidas, incluyendo nuestras lenguas. Por eso, como hijos de Dios, necesitamos aprender a tener discernimiento y sabiduría en cuanto a cuándo hablar para evitar caer en este pecado. Es decir, como cristianos deberíamos ser diferentes. Necesitamos aprender cómo controlarnos y tener dominio propio y entender que muchas veces es mejor no decir nada. En primer lugar, vamos a ver que tenemos que discernir cuándo es tiempo de hablar y cuándo es tiempo de callar. Vamos a buscar nuestras Biblias, por favor, en el libro de Ecclesiastes y el capítulo 3. El libro de Ecclesiastes y el capítulo 3. Si vamos a ver si ustedes están memorizando los libros de la Biblia o no. Después de proverbios. El libro de Eclesiastes y el capítulo 3. Para nosotros que pensamos que nuestra opinión es siempre importante y debería ser compartida en todo momento. Para aquellos de nosotros que piensan que si tenemos un pensamiento en cualquier situación, que se tiene que compartir. Y me incluyo en esa lucha. El hombre más sabio de toda la historia, a la excepción de Cristo, por supuesto, nos quiere decir algo. Iglesias 3, empezamos en Ciclos 1 y 2, y después vamos a ver Ciclo 7. Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere de abajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado. Y sigue así hasta el Ciclo 7, donde dice tiempo de romper y tiempo de coser, tiempo de callar y tiempo de hablar. Entonces, claro, sí hay tiempos para hablar. No podemos quedarnos en silencio constantemente, porque eso tampoco es correcto. Pero también la Biblia dice que hay tiempos para callar. Y es parte de la madurez. La madurez física, cuando uno cambia de ser niño y joven a ser adulto, Pero también es la madurez espiritual cuando aprendemos cuándo es tiempo de hablar y cuándo es tiempo de callar. Ese es parte de nuestro crecimiento espiritual. Ese es parte de nuestra santificación. Aprender a distinguir entre los tiempos cuando deberíamos hablar y los tiempos cuando deberíamos callarnos. Y aquí entramos a lo que dije en la introducción. De tal vez es importante darnos cuenta de la raíz de nuestro problema. Cuando no discernimos bien entre el tiempo de hablar y el tiempo de callar, cuando hablamos demasiado, tenemos que ser honestos con nosotros mismos y entender por qué. ¿Es orgullo? ¿Pienso que mi opinión es tan importante que tiene que ser compartida con todos? ¿Pienso que es esencial que otros escuchen mi muy válida opinión? Es ignorancia, tal vez es falta de dominio propio que literalmente no puedes restringirte. Pregúntate por qué me cuesta tanto trabajo callarme. Cuando el problema a la raíz es el orgullo, estamos reconocerlo y luchar mucho en contra de lo que nuestra carne nos dice, porque es nuestro orgullo y nuestra carne que nos engañan. Y muchas veces nos dicen que lo que pensamos siempre tiene que ser convertido en palabras. Es nuestro orgullo que nos dice que nuestra opinión siempre tiene que ser compartida. Pero parte de la madurez cristiana, parte de ser como Cristo, como vamos a ver más adelante, es aprender cuándo hablar y cuándo callar. Es aprender el discernimiento de saber cuándo es mejor no decir nada. Porque solamente porque tú piensas en algo, solamente porque tú tienes una opinión, no significa que tienes que decirla. A veces sí, a veces no. Tenemos que aprender cómo callarnos y no siempre permitir que todo lo que pensamos salga de nuestra boca. ¿Me están escuchando hacia atrás todos? ¿Sí? Por favor. Yo sé que calor y ruido y todo, pero es la palabra de Dios, hermanos. Vengan para escuchar. Duermen bien el sábado a la noche, por favor, para venir preparados para el día del Señor, todo el día, no solamente para esos minutos del mensaje. ¿OK? Bueno, por supuesto, por lo que dice el versículo en Ecclesiastes 3, hay un equilibrio. Siempre hay tiempos para hablar y tiempos de caer. Hay tiempos cuando tenemos que hablar. No queremos caer en un extremo y decir que siempre deberíamos estar callados. Tampoco. Puede ser que algunos aquí, como dije antes, tienen el problema opuesto, que cuando tú deberías hablar, no lo haces. Por ejemplo, si ves a un hermano en Cristo seguir en un pecado que le va a llevar a la destrucción y no dices nada, bueno, eso no es el momento de estar callado. Hay personas que han llegado a esta iglesia, han reclamado ser salvos, hasta algunos han sido bautizados aquí y ya no están con nosotros, por cualquier razón. Cuando tú ves a esta persona, te callas, No es el momento de callarte, hermano. Es el momento de hablar con esta persona por el bien de su alma. O si Dios trae a la persona a la mente en algún momento, eso no es tiempo de no decir nada. Es tiempo de marcar a la persona en mucho amor y humildad y confrontarle para que deje su camino equivocado y regrese a Dios. También es pecado callarnos cuando deberíamos hablar. No vaya al extremo. Y si también tenemos este problema por miedo, cualquier otra razón, no queremos hablar con personas cuando deberíamos hablar con ellos. Pues cuesta muchos otros ejemplos. Lo que necesitamos es discernimiento espiritual para saber cuándo es tiempo de hablar y cuándo es tiempo de callarnos. Aún en la Biblia vemos muchos pasajes que enfatizan la necesidad de hablar en ciertas situaciones. Por ejemplo, hablando de confrontar a un hermano, leemos en Galatas 2 del momento cuando Pablo confrontó a Pedro. ¿Ustedes recuerdan esta historia? Pablo dice que cuando Pedro vino a Antioquía, me opuse a él cara a cara, porque él era digno de ser censurado. dos apóstoles aquí, Pablo y Pedro. Pedro había caído en el pecado del temor del hombre, porque antes estaba comiendo con los gentiles, conviviendo con ellos sin problema. Pero cuando llegaron los hombres de la circuncisión, aquellos que todavía no querían estar con los gentiles, dice la palabra que Pedro empezó a retraerse y apartarse porque temía a ellos. En este momento, Pablo sabía que era tiempo de hablar, y no estar callado, y reprendió a Pedro cara a cara. A veces sí tenemos que hablar. También leemos en las Escrituras de la necesidad de estar siempre preparados para presentar defensa de lo que creemos. Habla de la evangelización. No es tiempo de callarte cuando estás con otros que son incrédulos y tienes la oportunidad de hablar con ellos. Es tiempo de hablar de Dios y hablar de Cristo y hablar del Evangelio. Espero que podamos ver que el equilibrio, lo que Eclesiastes 3, 9 está enseñándonos, tiempo de hablar y tiempo de callar. Como digo, creo que nuestro problema, por mayor parte, es que no nos callamos. Regresamos este énfasis. La pregunta es entonces, ¿cómo podemos obedecer este reciclo? ¿Cómo podemos aprender a callarnos cuando sea necesario? Eso requiere dominio propio, requiere discernimiento. Vamos a ver, por favor, en el libro de Santiago, el capítulo 1 y el reciclo 19. Santiago 1, 19. Santiago, capítulo 1, versículo 19, dice, por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para huir, tardo para hablar, tardo para herarse. Contexto aquí, si vemos el resto del capítulo, el contexto es cómo resistir la tentación, como vemos en el versículo 2 y siguiendo. La palabra nos dice que necesitamos aprender cómo resistir la tentación, cómo recibir buenos regalos de Dios. Y parte de resistir la tentación, parte de seguir a Dios y obedecerle es, conforme al versículo 19, ser pronto para huir, tardo para hablar, tardo para herarse. Entonces, eso tiene que ver con el dominio propio. ¿Tú eres pronto para huir y tardo para hablar? Se es honesto. Si no, lo que necesitas es más dominio propio. Lo que necesitas es más discernimiento espiritual, que solamente viene por medio de conocer más de Dios, pasar más tiempo con Él en su palabra y en la oración, para que tú sepas cuándo es tiempo de hablar y cuándo es tiempo de callar. Pronto para oír. Tardo para hablar. Lo que requiere es más sabiduría. Si podemos buscar por favor el libro de Proverbios 17 28 Proverbios 17 28 que nos dicen que el silencio, hermanos, el silencio es parte de la sabiduría. Proverbios 17 28. Proverbios 17 y 28. Aún el necio, cuando calla, es contado por sabio. El que cierra sus labios es entendido. Proverbios 17 y 28. Aún el necio, cuando calla, es contado por sabio. El que cierra sus labios es entendido. En mi opinión, este es uno de los versículos más impactantes de toda la Biblia. Pero no es muy conocido, no es comúnmente citado o predicado. Aún el necio dice, cuando calla, es contado por sabio. Entonces, sin duda, a veces es mejor no decir nada. Hay momentos cuando la cosa correcta es callarnos. Y fíjense, es el sabio que ha aprendido no siempre hablar. Es el sabio que ha aprendido que su opinión no es necesaria en cada situación. Es el sabio que ha aprendido cómo escuchar en vez de solamente estar preparando sus siguientes comentarios. Pero es el necio que no sabe cómo cerrar su boca. Es el necio que piensa que todo lo que él piensa tiene que ser compartido. Es el necio que no ha aprendido cómo discernir entre el tiempo de hablar y el tiempo de callar. ¿Cuál eres? ¿Sabio o necio en cuanto a tu boca? De hecho, hay un dicho que se basa en este versículo. No sé si existe en español o no, pero en inglés dice que aún un necio es considerado sabio hasta que abra su boca. Es casi exactamente lo que dice aquí, pero de manera un poquito diferente. Aún el necio es considerado sabio hasta que abra su boca. Es un dicho usado aún con personas que no creen en la Biblia, que han aprendido este principio bíblico, que realmente es obvio para todos. Aún aquellos que no son cristianos entienden que a veces es más sabio no decir nada. Que hay tiempos de callarnos y no seguir hablando y hablando y hablando y hablando. Otra vez, porque yo sé que tendemos a extremos. Por favor, no caigan ahora en el error de decir, bueno, entonces nunca voy a decir nada. Si el pastor dice que yo hago demasiado, entonces no diré nada nunca. Tampoco. Me entienden, ¿no? Tampoco. Espero que lo que la Biblia dice aquí sea muy claro para nosotros. A veces es mejor no decir nada, pero también tenemos que aprender a tener el discernimiento de cuándo es tiempo de hablar correctamente. Nos pide Dios por sabiduría. Pasa más tiempo con él en su palabra, en la oración y en la iglesia para aprender cuándo es tiempo de hablar y cuándo es tiempo de callar. En segundo lugar, también tenemos que aprender aquí. Cuanto más hablamos, más tendemos a pecar. Cuanto más hablamos, más tendemos a pecar. Hay dos pasajes que enseñan este principio. Seguimos en Proverbios, el capítulo 10 y el reciclo 19. Proverbios 10 y el reciclo 19. En las muchas palabras, no falta pecado. más el que refriene sus labios es prudente. En las muchas palabras, no falta pecado. Recuerden, por favor, que los proverbios son dichos sabios. Enseñan principios de la vida, pero no deberíamos llevarlos a una conclusión extrema porque no enseñan doctrina de esta manera. Es decir, no podemos tomar este reciclo y decir, bueno, cada vez que el pastor predica, son muchas palabras. A veces son demasiadas palabras. Por eso, cada vez que el pastor predica, está en pecado, porque aquí dice, No, eso no es el punto, eso no es el énfasis aquí. Cuando una persona está diciendo, cuando una persona no sabe cómo callarse y está hablando constantemente, cuando empieza a hablar y no puede dejar de hablar y sigue y sigue con sus mismas palabras, a veces se repite o se desvía, está hablando de cualquier otra cosa, no falta el pecado. No falta pecado, pero una persona que ha aprendido a refrenar sus labios, dice, es una persona prudente, una persona sabia. Otra vez, necesitamos pensar en nuestras vidas, en nuestros hábitos, y hacer la pregunta, cuando yo hablo, ¿siempre son muchas palabras? ¿Tengo la tendencia de empezar a hablar y no saber cómo terminar? ¿Por qué considero necesario hablar tanto? Yo tengo que hacer sus preguntas, y creo que ustedes también. Tenemos que recordar que cuanto más hablamos, más tendemos a atacar. Quiero que veamos esta misma verdad en Marcos 9, el pasaje que leímos al principio. En capítulo 9 de Marcos, vamos a ver esta historia. De hecho, fue este pasaje que me hizo pensar en este tema, cuando es mejor no decir nada. Hay una frase aquí en Marcos 9, en esta historia, que es muy impactante. Me impactó mucho cuando la leí. No me di cuenta de su impacto hasta la última vez que leía esos versículos, porque yo he leído Marcos muchas veces, pero por primera vez, el versículo 6 me impactó mucho. Vamos a empezar otra vez en el versículo 2 de Marcos 9. En el contexto aquí vemos que Marcos está escribiendo de la transfiguración de Cristo. Versículos 2 a 4. Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. Entonces Cristo estaba transfigurado, y esos tres discípulos, Pedro, Juan y Jacobo, vieron un poco, un vistazo de su gloria. Después también aparecieron Elías y Moisés, y ellos ya hablaban con Jesús. Obviamente, en este contexto, los discípulos estaban maravillados y también con un poco de miedo. Es Pedro que abre su boca y dice a Cristo en versículo 5. Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí, mas allá estamos bien. Y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Esas mismas palabras de Pedro son registradas en Mateo y Lucas también, cuando hablan de esta historia. Y todos los tres pasajes dicen, después de las palabras de Pedro, que apareció una nube y el Padre habló de Cielo diciendo, ese es mi hijo amado, a él oíd. Pero solamente en Marcos, es solamente en esa historia en Marcos que leemos la explicación de por qué Pedro dijo esto. Ves, versículos 5 y 6, pues Pedro dijo a Jesús, maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí y hagamos trece ramadas, una para ti, otra para Moisés, otra para Elías, porque no sabía lo que hablaba. Pues estaban espantados. Pedro no sabía lo que hablaba. Entonces entendemos que lo que Pedro dijo estaba equivocado. A propósito, no. Cuando dijo que ellos deberían hacer tres enramadas, una para Cristo, una para Moisés y una para Elías, estaba poniendo a los tres al mismo nivel, cuando solamente Cristo merece la adoración. Y puesto Dios Padre habló del cielo diciendo, este es mi hijo amado, a él oíd. Y tal vez tú has pensado, ¿por qué Pedro dijo eso? ¿Pedro sabía mejor? ¿Pedro sabía que Cristo era Dios? Y por eso mucho más exaltado que Moisés o Elías, era Pedro quien dijo en Mateo 16, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces, ¿Pedro sabía mejor? ¿Por qué dijo lo que Dios dijo? El versículo 6 nos da la respuesta. Pedro dijo esto, pero no sabía lo que hablaba porque estaban espantados. Otra traducción dice más claramente, Pedro no sabía qué decir porque estaban aterrados. Entonces, Pedro tenía miedo, Pedro estaba espantado, pero no sabía lo que estaba pasando, y Pedro no sabía qué decir. No sabía qué decir. Era el momento perfecto para Pedro No decir nada. Pero no, abrió su boca y dijo algo equivocado. Parece que Pedro tenía que decir algo, pero habló mal. Habló sin saber qué decir. Es el ejemplo perfecto de cuando es mejor no decir nada. Por supuesto, la aplicación aquí es que muchas veces nosotros actuamos como Pedro. Estamos en una situación y no sabemos qué decir. Y en vez de callarnos y no decir nada, pensamos que tenemos que opinar, tenemos que expresar lo que estamos pensando, abrimos nuestras bocas y decimos algo equivocado. O algo que no es equivocado no contribuye en nada para bien. Muchas veces es mejor no decir nada. Y especialmente, especialmente cuando tú no sabes qué decir. Espero que entendamos. Una vez más voy a enfatizar que no quiero que el resultado de este mensaje sea que ya no decimos nada nunca. Que tenemos tanto miedo de equivocarnos que no hablamos. No quiero que nos callemos en los momentos cuando deberíamos hablar. Y si tú sabes que tu tendencia es callarte demasiado, Si tú sabes que tu tendencia es tener miedo, y por eso ni exhortas, ni confrontas, ni edificas a nadie, por favor, no cagues en otro extremo. Pero en toda honestidad, el problema de la mayoría de nosotros es que hablamos demasiado, ya sea aquí en la iglesia, o en la casa, o en el trabajo, o en la escuela. Tal vez aquí en la iglesia no dices nada. Aquí en la iglesia, Eres tímido. Pero en la casa, uh, diferente historia. O al revés. En la casa no dices nada, aquí en la iglesia no puedes parar de hablar. Lo que necesitamos es discernimiento y madurez y dominio propio para que demostremos sabiduría en la manera en la cual hablamos o no hablamos. Entonces, terminando y pensando en la aplicación, piensa en ti mismo. No pienses en tu esposo, esposa, en tu pastor, otra persona. Piensa en ti mismo, en tu vida. Piensa primero cómo eres en la casa. ¿Hablas demasiado en la casa? Esposo, ¿tú piensas que tu opinión es siempre la mejor y no te callas para escuchar lo que tu esposa quiere decirte? ¿Esposa? ¿Piensas que tu esposo dirige mal la casa y siempre estás insistiendo en lo que él debería hacer de manera muy diferente? Intenta a escuchar más y hablar menos. Aprende a discernir cuando es mejor no decir nada. Hijos, hijas, jóvenes, niños, ¿Piensan ustedes que saben mejor que sus padres? ¿Que ellos no entienden nada en el mundo de hoy y que deberían hacerles caso a ustedes? ¿Siempre insisten con sus papás quejándose y rebelándose si no hacen lo que ustedes dicen? Intenten callarse, jóvenes, niños, y escuchar. y obedecer en silencio en vez de pensar que sus papás siempre deberían hacer lo que ustedes dicen. Si pudiéramos aprender cómo discernir entre el tiempo de hablar y el tiempo de callar en nuestras propias casas, nuestras familias estarían completamente diferentes. Nuestros matrimonios estarían diferentes. Tendríamos más paz en nuestros hogares. Entonces intentenlo hermanos y hermanas, intentenlo. Esposos, esposas, hijos, hijas, padres, intenten escuchar más que hablar. No piensen que sus opiniones son las mejores y que cada pensamiento tiene que ser compartido. También pensemos en nosotros aquí en esta iglesia local. Cuando hay clases y estudios, siempre tienes que decir lo que estás pensando ¿Crees que es importante dar tu opinión en cada punto? O tal vez tienes el problema opuesto y aun con dudas nunca dices nada. Aun con necesidades no quieres expresarlas. También es un pecado. Mi explicación es la misma. Si hablas mucho, intenta escuchar más y hablar menos. Pide a Dios por discernimiento. Pasa mucho tiempo con Él en su Palabra. Reconoce tu orgullo y falta de discernimiento y falta de dominio propio. Yo no quiero que... Bueno, obviamente, mi punto aquí es que... No quiero que nadie participe otra vez en nuestras clases de estudios. No quiero que en ocho días todos vengan para la escuela medical y cuando pido por preguntas, todos dicen, no, eso no es el punto. Pero tú sabes que siempre estás hablando, da oportunidad para otros. Y si tú sabes que nunca hablas y tienes una pregunta, una duda, exprésala. Tiempo de hablar, tiempo de callar. Piensa en cómo eres en el trabajo o en la escuela. Has aprendido que a veces es mejor no decir nada, que no cada pensamiento tiene que ser compartido. Y sabemos que este principio es tan importante porque así era Cristo. Él es nuestro ejemplo en cuanto a esta verdad y así en cuanto a todo lo demás también. Si podamos leer por favor en Isaías 53, versículos 4 a 7, Isaías 53, vamos a ver aquí, que lo que estamos estudiando es muy bíblico porque Cristo es nuestro ejemplo. Cristo lo hizo también. Cristo sabía cuándo es mejor no decir nada. Isaías 53, versículos 4 a 7. Ustedes saben que este capítulo es una profecía de Cristo. Cristo cumplió todo lo que dice aquí en este capítulo. Isaías 53, empezando en el reciclo 4. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. Y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas el herido fue por nuestros rebeliones, molido por nuestros pecados. El castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino. Mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él y afligido, no abrió su boca. Como el cordero fue llevado al matadero y como el vejerán de sus trasquiladores enmudeció y no abrió su boca. Cristo fue entregado por uno de sus propios discípulos. Fue arrestado sin haber hecho nada malo. fue acusado falsamente ante las autoridades y después fue condenado a una muerte en la cruz. Isaías profetizó que Cristo no iba a abrir su boca, aún con todo ese sufrimiento. Y leemos en los Evangelios que Cristo no dijo nada cuando estaba ante Herodes. El rey Herodes le dijo, dice la palabra, le hacía muchas preguntas, Herodes a Cristo, pero él nada le respondió. Y aun cuando después sí habló con Pilato, no fue para pedirle por su liberación, no fue para defenderse y hacer todo lo posible para no ser crucificado. Cristo sabía lo que debería decir y lo que no debería decir. Cristo envió la diferencia entre el tiempo de hablar y el tiempo de callar. Cuando era necesario, habló, y cuando no era necesario, no abrió su boca. Cristo pudiera haber usado su boca para defenderse, para salvarse de ese sufrimiento y la muerte, pero no lo hizo. Él sabía cuán importante era cumplir la voluntad de su Padre para nuestra salvación, y por eso tenía el discernimiento y la sabiduría de saber cuándo hablar y cuándo callar. Él sabía cuándo era mejor no decir nada. Y qué bueno, ¿no? Porque eso es lo que nos salvó. Si Él hubiera hablado para defenderse y rescatarse de la cruz usando su poder como Dios, nosotros no tendríamos la salvación. Nuestra salvación depende del hecho de que Cristo sabía cuándo era mejor no decir nada. Cristo se sometió a la voluntad de su Padre, ofreció a sí mismo como sacrificio por el pecado. ¡Qué amor para con nosotros! Que cuando éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Como cristianos, cuando nosotros pensamos este tema, de que a veces es mejor no decir nada, Siempre deberíamos dar gracias a Dios que nuestro Salvador ejemplificó esta verdad de manera perfecta cuando sufrió en la cruz por nosotros. Y si no eres un cristiano, necesitas entender este gran amor de Dios de manera personal. Que Dios amó al mundo tanto que mandó a su hijo unigénito para pagar el precio por nuestros pecados. y morir en su lugar. Y tu responsabilidad en respuesta a este amor es no estar callado. Como dice Romanos, confesar con tu boca que Cristo es el Señor y creer en tu corazón que Dios le ha resucitado entre los muertos y serás salvo. Oramos que Dios te convence de tus pecados para que puedas creer en Cristo y solamente en Cristo para la salvación. Entonces, hermanos, que Dios nos ayude a saber cuándo es mejor decir nada. Que nos esforcemos por medio de la palabra y la oración callarnos cuando no hay necesidad de hablar y aprender cómo escuchar mejor. Porque necesitamos orar, estudiar, estar juntos y poner en práctica este principio tan importante, especialmente en nuestros hogares, en nuestras casas, nuestros matrimonios, y aquí en nuestra iglesia también. Que Dios nos ayude a reconocer que el Evangelio afecta cada parte de la vida cristiana, incluyendo nuestras lenguas, y que por eso, como hijos de Dios, necesitamos aprender a tener discernimiento y sabiduría en cuanto a cuándo hablar para evitar caer en el pecado con nuestras bocas. Vamos a orar. Nuestro padre, te damos muchas gracias que tu palabra es muy práctica y aplicable. Hemos visto en varias partes de tu palabra que el silencio es parte de la sabiduría, que a veces es mejor no decir nada. Necesitamos resistir nuestro orgullo y crecer en dominio propio. para que podamos obedecer y entender este principio de que a veces tiempo de hablar y a veces tiempo de callar. Te pedimos porque vemos aquí que siempre son muy calladas cuando deberían hablar, cuando deberían confrontar a alguien, cuando deberían exhortar a alguien, cuando deberían animar a alguien, cuando necesitan entender algo y están confundidos y están callados. Te pedimos Señor que tú ayudes a esas personas a reconocer su pecado. que necesitan hablar cuando es tiempo de hablar. Y para nosotros que luchamos mucho con el hablar demasiado, ayúdanos a poder discernir cuando es tiempo de callarnos. Te pedimos por nuestros matrimonios y por nuestras casas, especialmente porque es una aplicación muy práctica para esta parte de la vida. A veces tenemos conflictos en el matrimonio entre padres e hijos, Porque una persona o las dos no pueden callarse porque tienen que expresar lo que están pensando. Porque piensan que su opinión es mejor. Te dimos Señor que ante todo aprendamos cómo someternos a ti. Y después cómo someternos unos a otros. Si te pedimos que también aquí en la iglesia, tú puedes darnos ese dominio propio para saber cuándo hablar y cuándo callar. Cambio nos te pedimos, Señor, te pedimos que ese mensaje no sea solamente impactante ahorita, sino que podamos ver cambios entre semana, cambios en nuestras casas, cambios en nuestra iglesia. Te pedimos eso en el nombre de Cristo y solamente por sus méritos. Amén.
Cuando es mejor no decir nada
El evangelio afecta cada parte de nuestras vidas, incluyendo nuestras lenguas. Por eso, como hijos de Dios, necesitamos aprender a tener discernimiento y sabiduría en cuanto a cuando hablar, para evitar el caer en pecado con nuestras bocas.
Sermon ID | 219172048592 |
Duration | 44:00 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Mark 9:6; Proverbs 17:28 |
Language | Spanish |
© Copyright
2025 SermonAudio.