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Quiero pedirles que nos vayamos a un pasaje muy conocido que está en la segunda carta a los Corintios. Es un pasaje que quizás cuando lo leamos muchos de ustedes se sentirán que es un terreno familiar y ciertamente es un terreno familiar para muchos. Voy a leer el texto a partir del versículo 3 del capítulo primero hasta el versículo 11 de esa primera carta a esa segunda carta a los Corintios. El apóstol Pablo escribe, bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda tribulación nuestra para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo. Pero si somos atribulados es para vuestro consuelo y salvación, o si somos consolados es para vuestro consuelo, que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros está firmemente establecida sabiendo que como sois copartícipes de los sufrimientos, así también lo sois de la consolación. Porque no queremos que ignoreis, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida en Asia, porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios que resucita a los muertos, el cual nos libró de tan gran peligro de muerte, y nos librará, y en quien hemos puesto nuestra esperanza de que Él aún nos ha de librar, cooperando también vosotros con nosotros con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don que nos ha sido impartido por medio de las oraciones de muchos. Yo decía, verdad, que este es un texto muy conocido para muchos, de hecho es un texto clásico en lo que tiene que ver con el rol de Dios en nuestras tribulaciones y en nuestras aflicciones. Yo creo que a lo largo de la historia de la iglesia son muchos los creyentes, pero ciertamente muchos los incrédulos también, que han cuestionado a Dios en momentos en que ellos han estado pasando por una gran dificultad y, de hecho, Los héroes de la Biblia, algunos de ellos supieron hacer eso. Estuvimos leyendo un poco acerca del libro de Job y Job fue uno de esos héroes de la Biblia que en un momento dado no encontraba una explicación para su sufrimiento y una de las cosas que le mortificaba era que no podía tener un encuentro con Dios donde él pudiera presentar su caso y que Dios encontrara que él era completamente íntegro. Pero ese no fue el único ejemplo. Habacuc, uno de los profetas del Antiguo Testamento, en un momento dado, también se está quejando de Dios porque él no entiende cómo Dios permite el pecado, la aflicción, la violencia, y estas son sus palabras en el capítulo 1, versículo 2, hasta cuando, oh Señor, pediré ayuda y no escucharás, clamaré a ti violencia y no salvarás. Él está desesperado, no entiende por qué Dios permite que estas cosas ocurran y él siendo profeta cuestiona a Dios, ¿hasta cuándo va a permitir que yo esté en medio de todo esto? Salomón, el hombre más sabio que haya existido sobre la faz de la tierra, en un momento dado también escribe y dice, yo no entiendo cómo es que Los perversos prosperan y aquellos justos muchas veces están aquí malpasando. Y eso nos da una idea de cómo tanta gente ha estado cuestionando a Dios, no solamente incrédulos, pero aún creyentes. Y yo creo que eso ocurre en momentos de grandes debilidades emocionales y espirituales, Pero en ocasiones también ocurre porque no tenemos la perspectiva correcta de cómo nosotros debiéramos caminar en este mundo hasta que nos encontremos con Él. Y precisamente esto es lo que este pasaje va a hacer, nos va a dar la perspectiva correcta de cómo el creyente debiera pensar y debiera caminar hasta que él pueda encontrarse con su Señor y Salvador. Decía alguien, ¿verdad?, que muchas veces estamos preguntando por qué cuando debiéramos estar preguntándonos ¿para qué? y por mucho tiempo esa pregunta a mí me resultó como bastante buena esa idea hasta que encontré que realmente esa no es la pregunta tampoco no es ¿por qué? no es ¿para qué? nosotros simplemente tenemos que mirar la cruz mirarnos a nosotros y mirando la cruz decir ¿por qué no? a nosotros esa es la pregunta esa es la perspectiva correcta de caminar por este mundo De hecho, el apóstol Pablo, literalmente, eso es lo que dice en Filipenses 1, 29, porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en Él, sino también sufrir por Él. Se les ha concedido un privilegio, no solamente el sufrir por Él, no solamente creer en Él, pero sufrir por Él. Y si hay algo que nosotros sabemos, es que Dios entrena a sus hijos a caminar por la vida de una manera similar como la universidad entrena a sus estudiantes y esto es que en los currículos universitarios hay materias mandatorias y materias electivas Dios tiene un currículum y en su currículum hay materias mandatorias y materias electivas y la asignatura el dolor, el sufrimiento es una de las mandatorias es una por la cual hemos pasado todos sus hijos incluyendo el unigénito del padre En el texto que nosotros vimos hoy, yo quiero que veamos, en primer lugar, el consolador y luego su consolación. El consolador y su consolación. Y del consolador, yo quiero que notemos cómo él es presentado. Del consolador, quiero que veamos cómo él es presentado. Y de su consolación, yo quiero que veamos cinco cosas que usted podrá recordar. Yo quiero que veamos, en primer lugar, la perfección de su consolación. Su perfección, su propósito, su proporción, su precisión y el producto final. Es fácil recordarlo, son cinco P's. Es su perfección, su propósito, su proporción, su precisión y el producto final. Pero comencemos con el consolador y su descripción. El apóstol Pablo comienza en el versículo 3 diciendo, bendito sea el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación. El texto comienza con la palabra benditos, en el original esta vez, eulogueros, de donde nosotros tenemos la palabra enogio, que significa hablar bien de alguien, de manera que la manera como, la forma como los hijos de Dios Podemos bendecir a Dios, he hablado bien acerca de el, eugleros, elogio. Bendito sea el Dios, esa expresión aparece tres veces en el Nuevo Testamento, aparece en esta ocasión, Segunda de Corintio 1.3, aparece en Efesios 1.3 y aparece en Primera de Pedro 1.3. La misma expresión, bendito sea el Dios. Interesantemente, cuando tú la lees en Efesios 1.3, Pablo está dando gracias y está bendiciendo a Dios por lo que Él hizo en el pasado cuando nos cogió en Él. Cuando tú la lees en Pedro, Pedro le está dando gracias a Dios por lo que Él va a hacer en el futuro, porque nos ha llamado a una esperanza futura, a una esperanza viva, pero cuando tú la lees ahora en 2 Corintios 1,3, el apóstol Pablo le está bendiciendo por lo que Dios está haciendo ahora, en este tiempo, en el presente, en medio de la aflicción, de manera que nosotros, sus hijos, debiéramos darle gracia a Dios por lo que Él hizo en el pasado, por lo que está haciendo en el presente y por lo que Él hará en un futuro. Bendito sea el Dios de todas misericordias, como el apóstol Pablo dice. Y ciertamente, cuando tú lees lo que la Palabra de Dios nos dice, hemos sido grandemente bendecidos por Él para poder bendecirle en retorno. Cuando tú lees la carta a los romanos en 1.7, nosotros somos los amados de Dios. Pero nosotros somos los amados de Dios porque en Efesios 1.6, nosotros hemos sido aceptados en el amado. De manera que ahora yo estoy en Cristo de la misma forma que una carta está en el sobre. Lo que le pasa al sobre, le pasa a la carta. Cuando Cristo murió, yo morí. Cuando Cristo resucitó, yo resucité. Y esa es la razón por la que la palabra de Dios habla de que estamos sentados en los lugares celestiales en Cristo. Lo que a Él le pase, a mí me pasa. Y en Él yo tengo mi protección. En el Amado somos los amados de Dios. Y eso es algo importante que tú y yo necesitamos recordar. Pablo describe al Consolador, lo bendice, O mejor dicho, bendice al Consolador y luego lo pasa a describir y nota cuál es la manera como Él lo describe. Padre de misericordias y Dios de toda consolación. En la mente hebrea la palabra Padre tiene la connotación de originador, de manera que cuando Juan 8.44 nos dice que Satanás es el padre de mentiras, es el originador de mentiras, pero cuando el texto bíblico nos dice que Dios es mi padre y padre de toda misericordia, eso implica que Él es el origen de todas las misericordias que yo he recibido a lo largo de mi vida y que recibiré por toda la eternidad. Ahora nota como Pablo lo describe, padre de misericordias en plural. porque nosotros no recibimos la misericordia en una sola ocasión nosotros hemos recibido su misericordia y la continuaremos recibiendo en múltiples ocasiones y de ahí que es apropiado que Pablo describa a nuestro Dios como Padre de misericordia de hecho nosotros recibimos esa misericordia día a día Jeremías el autor de lamentaciones lo decía de esta manera si no fuera por tu misericordia ya hubiésemos sido consumidos. De hecho, si no hubiese sido por su misericordia, a partir de esta mañana, cuando tú y yo nos levantamos, hasta este momento ya hubiésemos sido consumidos varias veces. Pero Dios, que es rico en misericordia, como Efesios 2, 4 dice, es el mismo Dios cuya misericordia el salmista describe en el Salmo 103, 17, como algo que se extiende desde la eternidad hasta la eternidad y que el salmista describe en el Salmo 108, versículo 4, como una misericordia que es más grande, más alta que los cielos. Y eso nos da a nosotros ahora una idea de qué clase de consolador Pablo está hablando. El Dios de toda consolación es el Dios de todas misericordias en plural. Esa frase que Pablo usa también para describir a ese Dios de toda misericordia, el Dios de toda consolación, en el original es para cleseos. Esa es una palabra muy especial y es una palabra que aparece en este texto que yo leí diez veces. Increíble que un texto tan corto tenga esta palabra diez veces por lo que implica. Es la palabra, ¿verdad?, consolación. Pero cuando nosotros pensamos en la consolación que tú y yo podemos dar, no es la misma manera en como este texto está hablando de la consolación. Cuando tú vas a consolar a alguien, tú vas, le pones el brazo, quizás le expresas tu cariño, le dices que puedes contar contigo, pero no hay nada que tú puedas hacer adentro de esa persona. Esta palabra para cleseos es más que eso. Sí, tiene que ver con ir al lado de alguien, pero tiene que ver con hacer algo en el interior de esa persona que le conforta, le consuela, le fortalece y le prepara para afrontar la dificultad en la cual él ha estado metido o que él ha estado enfrentando. De manera que este Padre de toda la consolación nos prepara de una manera extraordinaria para cada prueba, para cada dificultad, para cada tribulación. Quizás algunos de ustedes recuerdan cómo es definido el Espíritu Santo en el capítulo 14 de Juan, versículo 16. Es el paracletos, es el consolador. Esa palabra está íntimamente relacionada a la palabra consolación para creceos de este texto y lo que el apóstol está tratando de comunicarnos quizás es que la manera o la consolación que Dios nos brinda es algo, es una consolación tal que la única forma como yo puedo compararlo es con lo que el Espíritu Santo hace dentro de nosotros cuando comienza a operar en la dirección de los propósitos de Dios. Él lo describe entonces a ese Consolador, al Dios de toda consolación, como el Padre de Misericordias, lo describe también como el Dios de toda consolación, y habiendo descrito entonces el Consolador, Él pasa a describir su consolación, y en primer lugar entonces yo quiero que veamos de esa consolación la perfección de la misma. Versículo 4, primera parte. Él nos consuela en toda tribulación. Su consolación es perfecta, porque es una consolación que se hace presente, no a veces, no en ocasiones, no la mayoría de las veces, sino en toda tribulación es perfecta, pero es no solamente perfecta, su consolación es paternal y su consolación es personal. Y es paternal su consolación, no sólo porque Él es el Padre de nuestro Señor Jesucristo en quien yo estoy, pero es paternal porque Él es mi Padre también. De otra forma de decirlo es que la consolación que Dios me brinda no es la consolación que un médico le brinda a su paciente cuando está en dolor y él quiere fortalecerlo. No es la consolación que un amigo le brinda a otro amigo. No, es la consolación que un padre le brinda a un hijo, a quien él ha engendrado y por quien él siente. Y ese es el tipo de consolación que él me está brindando. Es perfecta, pero es también paternal. Y es tanto así que Dios Padre, cuando me ve, me mira tanto a través de su hijo que me va a hacer coheredero con el Unigénito. Los hijos adoptivos coheredarán con el Unigénito del Padre. Y eso es algo que cada vez que yo lo pienso está mucho más allá de lo que yo puedo entender la gracia y la misericordia de Dios. En tercer lugar, su consolación no solamente es perfecta, no solamente es paternal, es personal. Es algo que él hace en cada creyente individualmente conforme a la situación que él esté atravesando. No es algo que él brinda de manera general y ahora yo recibirla tengo que ingeniármela y adaptarla a mi situación. No es algo que él diseña, que él le da la forma de mi situación y entonces él personalmente le aplica a Pedro, a Juan, a José, a María a un tiempo en todos los países y continentes del mundo conforme a sus propósitos y de acuerdo a la situación que sus hijos estén enfrentando. Es personal porque la consolación que él brinda a una madre que acaba de perder a su hijo no es la misma consolación que él brinda a alguien a uno de sus hijos que está en peligro y que ahora lo que necesita es valor y fortaleza para enfrentar la dificultad. Yo me imagino que cuando Dios visitó a una madre, o visita a una madre que ha perdido un hijo, probablemente su consolación es una de esperanza y de compañía. Pero quizás cuando Él visita a alguien como Pablo, que estuvo cinco veces habiendo recibido de los judíos treinta y nueve azotes, Tres veces fue golpeado con baras. Una vez fui apedreado, dice el apóstol, tres veces naufragué y he pasado una noche y un día en lo profundo, con frecuencia en viajes, en peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de mis compatriotas, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos, en trabajos y fatigas, y en muchas noches de desvelos, en hambre y sed, a menudo sin comida, en frío y desnudez. Yo me imagino que la consolación Para ese tipo de creyente, en esa dificultad, es una de gran valor, de gran fortaleza, hasta el punto que quizás gran parte de su miedo desaparece en algunos casos, o lo debilita o desaparece en otros casos. Su consolación es perfecta, es paternal y es personal. En otras palabras, no hay pérdida que su presencia no pueda reemplazar. No hay vacío que su suficiencia no pueda llenar. No hay debilidad que su gracia no pueda fortalecer. No hay dolor que su misericordia no pueda aliviar. No hay tristeza que su gozo no pueda abatir. No hay herida que su toque no pueda sanar. No hay enemistad que su cruz no pueda reconciliar. No hay interrogantes que su sabiduría no pueda contestar. Y de la misma forma no hay carencia que su provisión no pueda suplir y no hay esclavitud que su poder no pueda romper. Es perfecta, es paternal y es personal. Te das cuenta de qué clase de Dios nos ha llamado y a qué clase de Dios le estamos sirviendo. Él nos consuela en toda tribulación nuestra. No en algunas, en toda tribulación nuestra. La palabra tribulación en el original ahí se dice plipsis. e implica estar en un lugar estrecho, confinado, bajo presión. La idea es esta, es el animal de carga que tuvo una carga tan grande que quedó aplastado debajo de la carga. Esa es la idea de esta palabra, Philipses. La idea pudiera ser esta otra, la idea de un hombre que ha recibido, o sea, le ha caído una carga muy grande sobre su pecho, está siendo aplastado, no puede prácticamente ni respirar, él está estrecho, está siendo, literalmente, él está confinado en ese sitio, está siendo apreturado, si pudiéramos decir. Y este es el Dios que nos consuela en toda tribulación nuestra, aun cuando nosotros estamos en situaciones como esas. En el original hay básicamente diez palabras para definir o referirse al sufrimiento. En este texto que yo leí hay cinco de ellas. Te das cuenta que este es un mini tratado acerca del sufrimiento. No hay nadie en toda la historia bíblica que haya hablado acerca del sufrimiento más que el apóstol Pablo, de manera que cuando él escribe acerca del sufrimiento. Él tiene la autoridad para hacerlo. Primero, porque tiene la autoridad apostólica, y segundo, porque Él es un hombre experimentado en sufrimientos. Y cuando Él nos habla de estas cosas, no es un concepto, no es un mero concepto, no es una idea, es una experiencia. Una cosa es hablar de cómo podemos soportar el dolor, y otra cosa es hablarte de cómo yo lo soporté por la gracia y la misericordia y el poder de Dios. Este es un hombre que es experimentado en sufrimiento, en dolor, en tribulación, y cuando él habla tenemos que oírlo porque él tiene mucho que decirlo en su condición de apóstol y en su condición de veterano del dolor. ¿Cómo nos consuela Dios? Bueno, él nos consuela a través de su palabra. Él nos consuela a través de su espíritu. Él nos consuela a través de hermanos que él envía a mi lado de una manera soberana que yo a veces no reconozco, pero que son enviados de Dios. Yo quiero entonces ahora, habiendo visto su consolación y la perfección de la misma, yo quiero que veamos ahora el propósito de esa consolación, versículo 4, segunda parte, el cual nos consuela en toda tribulación nuestra para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo, con que nosotros mismos somos consolados por Dios. ¡Wow! Si hay algo que nosotros sabemos, es que Dios no hace nada sin un propósito en particular. Y cuando Dios se propone permitir que yo pase por la tribulación, Él tiene en Su mente que Él va a consolarme en medio de la misma, de tal manera que la experiencia sea tan real, tan genuina, tan mía, tan personal, que cuando yo vaya donde otro que está en tribulación, yo pueda hablarle de lo que Dios hizo en mi vida. En los caminos de Dios, en el universo de Dios, no hay accidentes. Hay designios, propósitos. Él es soberano. Él nunca ha hecho un error. Nunca hará uno. Él nunca ha tenido un plan A y por si acaso un plan B. Dios nunca ha aprendido nada. Él lo ha conocido todo. Nunca ha sido sorprendido. Nunca se ha desmayado. Nunca se ha quedado con la boca abierta. Nunca soñé que eso podía pasar. No. Cada cosa ha sido eternamente, soberanamente calculada en su corazón. Nosotros necesitamos recordar eso porque hay tres maneras como yo puedo pasar por la vida y hay personas en esos tres grupos. Yo puedo pasar por la vida pensando que lo que a mí me ocurre es fruto de la suerte, del azar, en cuyo caso yo no tengo esperanza porque no hay forma de controlar el azar. O yo pudiera pasar por la vida pensando que yo puedo controlar las circunstancias y honestamente a veces pensamos que podemos, a veces pensamos que Dios es quien controla las circunstancias, pero vivimos tratando de controlarlas nosotros, pero si esa es la situación en que nosotros estamos en control de nuestras vidas, tampoco tenemos esperanza. Pero si Dios, soberano, omnipotente, omnisciente, que lo ha conocido todo desde toda la eternidad, es quien está en control, y yo soy su hijo, y él es el padre de nuestro Señor Jesucristo en quien yo estoy, entonces yo tengo toda la esperanza para poder pasar por las peores circunstancias de la vida. Si la persona que controla el universo es la persona que se atrevió a dar a su hijo el rescate mío y a perdonarme, a pagar una deuda que él no debía y a pagar una deuda que yo no podía pagar. Si esa es la persona que está en control, entonces yo puedo cantar victoria. Porque Él es quien rige mi destino. Y eso yo creo que es importante recordarlo cuando estamos en situaciones difíciles. Saben, hermanos, que cada uno de nosotros, incluyendo a quien habla, ha pasado por situaciones difíciles. cosas que nos duelen, de un tipo o de otro, no importa, cada cual conoce por donde ha estado. Y a veces nosotros, producto de esas experiencias del dolor, construimos esas barreras emocionales que no nos permiten sentir el consuelo de Dios. No nos permiten sentir el consuelo de Dios, pero de esa misma forma, como esas barreras de protección están ahí, tampoco me permiten dar el consuelo a otros. La idea es más o menos como esta, si tú me hieres en la mano, yo tengo miedo de que me pueda volver a herir o a doler. Si me choco con algo, yo le pongo un vendaje y ahora el vendaje resulta una protección entre mi herida y los posibles golpes de la vida. A nivel emocional hacemos exactamente lo mismo. Cuando nos hieren, sin darnos cuenta, ponemos un vendaje espiritual y ese vendaje espiritual muchas veces, o emocional, nos separa de Dios, y he oído muchas veces decir, pastor, ciertamente la Biblia dice eso, pero yo como que no he sentido el consuelo de Dios. Eso me entristece, porque Él es el Dios de toda consolación. Él es el único que puede fortalecernos en las dificultades, y a menos que yo pueda derribar esas barreras, confiando precisamente en ese Dios, nunca voy a poder sentir su cercanía y la cercanía del hermano a quien yo voy o debo ir a consolarle y a fortalecerle. Una cosa es saber la composición de un bálsamo y otra cosa es ser el bálsamo untado sobre esa herida que ha sido causada. Y Dios quiere que yo sea ese bálsamo en la vida de mi hermano y de mi hermana. Y Dios nos prepara para ser ese bálsamo a través de las pruebas y las dificultades. A. W. Tozer, un gran hombre de Dios del pasado reciente, decía, yo dudo que Dios pueda usar a un hombre grandemente antes de quebrantarlo enormemente. Yo dudo que Dios pueda usar a un hombre grandemente antes de quebrantarlo enormemente, y si eso es cierto, el apóstol Palo es la evidencia de esa realidad. El profeta Moisés es otra evidencia de esa realidad. Si nosotros sabemos llevar las heridas Como Dios nos ha llamado a llevarla, nosotros podremos entonces hacer un gran testimonio para Dios. ¿Saben una cosa? A veces las heridas en nosotros, bien llevadas, conforme a la palabra de Dios, hablan de una manera que ningún predicador puede hablar. Yo voy a darte una historia real. Este hombre, un indio de la jungla, había sido perseguido enormemente por causa de Cristo. Había sido lacerado, había sido golpeado, tenía cicatrices por todas partes. Pero él estaba decidido que él quería proclamar su mensaje a las tribus de alrededor de manera que a pesar de que en un momento dado lo tenían como una especie de prisionero en su casa o en un área determinada, él solicitó permiso a su jefe para que le pudiera permitir ir a la próxima tribu a testificar y hablar en favor de la causa de Cristo y para su sorpresa este otro jefe indio le dice sabes una cosa yo estoy dispuesto a enviar a alguien pero no tú yo me atrevería a darle permiso a alguien de aquí pero no a ti él se sorprende y él no sabe por qué y él le dice pero cuál es la razón Dice, bueno, porque si ven tus heridas, te creerán. Y Tomás no creía. Y cuando vio las heridas, él creyó. Y el mundo está lleno de personas que han visto sus heridas. De hecho, este lugar está lleno de personas que han visto sus heridas y han creído. La pregunta es si tú y yo estamos dispuestos a enseñar nuestras heridas de manera que ellos también puedan creer. Si podemos llevarla como Dios nos ha llamado a llevarlas, como Cristo las llevó, como los mártires de la iglesia la llevaron, otros podrán decir verdaderamente, esta verdad no es una ilusión, es una realidad. Precisamos honestos. Si tú eres como yo, como yo era en algún momento, yo no quería ser herido de esa manera, de manera que no quería llevar esas cicatrices. Pero yo sí quería tener la consolación de un apóstol Pablo. El problema es que esas dos cosas son incompatibles. Porque el apóstol Pablo recibió una presencia, consolación, fortaleza tal, porque así mismo fueron sus pruebas, sus tribulaciones y sus dificultades. Y Dios a través de esas pruebas nos va ablandando, como me ablandó a mí, y luego nos usa como ha usado a tantas personas Pablo dice en el versículo 6, pero si somos atribulados es para vuestro consuelo y salvación o si somos consolados es para vuestro consuelo que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos lo que Pablo está diciendo es que sus aflicciones resultarán en beneficios van a resultar en beneficio de vosotros si sufrimos es para vuestro beneficio, para vuestra consolación y en algunos casos hasta para vuestra salvación. Pablo siempre mantuvo esa perspectiva y dio testimonio de que ciertamente esas cosas son así, de que sus pruebas, sus persecuciones, sus heridas servían para fortalecer la fe. Escucha como él le escribe y se lo dice a los filipenses en el capítulo primero a partir del versículo doce. Y quiero que sepáis, hermanos, que las circunstancias en que me he visto han redundado en el mayor progreso del Evangelio, de tal manera que mis prisiones por la causa de Cristo se han hecho notorias en toda la guardia pretoriana y a todos los demás. Y que la mayoría de los hermanos, escúchame, confiando en el Señor por causa de mis prisiones, tienen mucho más valor para hablar la Palabra de Dios sin temor. Pablo está en prisión, él está contento porque sus prisiones han resultado en el aumento y fortalecimiento de la fe de otros hermanos hasta el punto que algunos estaban hablando la palabra de Dios con mucho más valor y él dice, a causa de mis prisiones, si nosotros sabemos llevar las heridas, las dificultades, las tribulaciones, experimentaremos el consuelo de Dios y cuando lo experimentemos Nuestro testimonio servirá para fortalecer la fe de otros hermanos. Yo estoy aquí en República Dominicana porque estando en Estados Unidos y pensando yo que no iba a regresar a nuestro país, esa fue la idea cuando yo salí, yo comencé a oír el testimonio de hermanos misioneros que regresaban de las Filipinas y regresaban de la India y regresaban de la China. Yo decía, yo no puedo creer si este hermano que no hablaba su idioma, no hablaba ese idioma, que no tenía amigos ni familiares que le recibieran, se atrevió a irse a ese país. ¿Cómo es que yo no me atrevo a irme al país donde yo nací, donde tengo familiares, donde tengo amigos y donde yo hablo el idioma? Y eso, esa convicción me regresó al país donde hoy yo estoy sirviéndole a Dios. Bueno, quizás, como decía hace un momento, estás pensando, bueno, pastor, eso Suena muy bien, pero si le soy honesto, yo no siento esa consolación. Y yo sé, yo he oído eso. Pero quizás necesitas pasar un tiempo con Dios, a sola, en intimidad, y decirle, ¿sabes una cosa, Dios? No siento eso que tu palabra dice que tú eres. Y quizás Dios comience a revelarte cosas en tu mente, de tu pasado, a recordarte, a recordar cosas vividas que levantaron esas barreras que no te han pedido sentir su cercanía, su consolación y su fortaleza. Hablamos del Consolador, comenzamos a hablar de su consolación y hemos hablado de su perfección y de su propósito. Yo quiero que veamos ahora lo proporcional o la proporción de su consolación. Segunda de Corintios 1, versículos 5 y 7. Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo. Y nuestra esperanza respecto de vosotros está firmemente establecida, sabiendo que como sois copartícipe de los sufrimientos, así también lo sois de la consolación." Nótala lo proporcional que Pablo hace esta expresión. De la misma forma que los sufrimientos son abundantes, así abundará la consolación. Es proporcional. Y algo más, de la misma forma que nosotros somos copartícipes de los sufrimientos, así seremos copartícipes de la consolación. Esa es la idea. Tú tomas una balanza, pones aquí la tribulación por la cual atravieso, Y en la medida en que la balanza se va moviendo en esa dirección por el peso de las tribulaciones, Dios pone aquí Su gracia y Su consuelo y de repente Él comienza a balancear la balanza hasta el punto que Él la mantiene en equilibrio perfecto, porque así es Su consolación. Es proporcional a mi dificultad. Déjame leerte un par de líneas de un himno que amaba mucho, o que amo mucho, pero lo conocí en inglés. Yo te voy a leer algunas líneas de cómo se escribió, y luego yo te las voy a traducir. Lo escribió Annie Flint. La traducción sería, él da más gracia, he giveth more grace. Me das un permisito de unos segundos para leértelo en inglés y traducirlo luego. Pero el himno dice lo siguiente, he giveth more grace when the burdens grow greater, Yo no encontré la traducción de este himno, yo la hice yo mismo. De manera que esto es lo que dice, Él da más gracia cuando la carga se hace más grande. Él nos da más fortaleza cuando la labor se hace más pesada. A mayor aflicción, mayor su misericordia. Cuando se multiplican las pruebas, Él multiplica su paz. His love has no limits, His grace has no measure, His power no boundary none unto men, For out of His infinite riches in Jesus He giveth and giveth and giveth again. Su amor no tiene límites, su gracia no tiene medida, su poder no tiene frontera conocida por el hombre, porque de sus riquezas infinitas Él da y da y da otra vez. Ahí está la proporción de su consolación. Esa es la historia o la explicación de la historia de los mártires. Algunos de aquellos que murieron En las llamas se preguntaron si ellos iban a tener el valor de morir en las llamas. Uno de ellos, de hecho, hizo una prueba la noche antes y se trató de... prendió algo como un fósforo, metió el dedo en la llama, no pudo resistir y él dijo, mañana yo no voy a resistir esto, y al otro día él fue y murió en las llamas. Porque cuando Dios nos va a dar su gracia, Él no las da de forma proporcional, pero Él no las da por adelantado, tú no puedes tomarla prestado, tú no puedes coger un préstamo de Su gracia para cuando llegue la oportunidad, tenerla. Cuando el dolor se presente, estará Su consolación y Su gracia y Su misericordia, no antes. Mira esta ilustración, tú vas a cirugía mañana, el anestesiólogo te visita esta noche, Él te va a decir un poco de todo lo que se va a hacer, los tejidos que se van a cortar, eso va a doler, pero tú no te atreverías a decirle, ¿me puede dar un poco de anestesia esta noche? Para ver si funciona. No, porque Él no te da la anestesia antes del dolor, Él te da la anestesia exactamente, inmediatamente, antes de que el dolor pueda ocurrir. Y de esa misma manera, Dios no nos da su gracia de antemano, antes de Él la da en el momento, y eso tiene una razón de ser, no solamente que yo no necesito la gracia antes de ese tipo de gracia, no la necesito antes de la prueba porque no estoy frente a ella, pero hay otra razón para eso, y es que si Dios me diera por adelantado esas bendiciones y otras, yo nunca desarrollaría fe en Él, porque como todo lo tengo tan seguro, no tengo nunca que tomarme el riesgo de confiar y decir, en su momento, Dios se hará presente. Pero la historia de los mártires es la historia de la consolación de Dios aparecida en el momento oportuno. Déjame leerte la historia de un pastor africano que iba a morir, lo supo la noche antes, y él sabía que su muerte era indefectible, no había forma de que esto pudiera cambiar. y cómo Dios le visita, por así decirle, la noche ante con su gracia y le fortalece para la prueba del día siguiente. Y Él escribe estas palabras que yo quiero que preste especial atención y que Dios pueda usar este testimonio para tocar tu corazón. Y aún el mío, a pesar de que he leído este testimonio más de una vez, este pastor africano dice, soy parte de la comunidad de los que no se avergüenzan. Tengo poder del Espíritu Santo, mi suerte ha sido determinada, yo he cruzado la línea, la decisión ha sido tomada, soy uno de sus discípulos. No voy a mirar atrás, o a pausar, o a detenerme, o a devolverme, o a quedarme quieto. Mi pasado ha sido redimido, mi presente tiene sentido, y mi futuro está seguro. Ya yo he terminado y no quiero saber nada de vivir a medias, de deambular por las aceras, no quiero saber de sueños pequeños, rodillas suaves, visiones tímidas, de hablar mundano, de dar poco y de metas pequeñas. Yo no necesito prominencia, yo no necesito prosperidad, posición, promoción, aprobación o popularidad. No necesito tener la razón, ser el primero, ser lo máximo, ser reconocido, ser honrado, ser estimado o recompensado. Ahora vivo en su presencia, confío en la fe, amo con paciencia, soy levantado por la oración y vivo con poder. Mi rostro ha sido fijado en una dirección. Mi caminar es rápido, mi meta es el cielo, mi camino es estrecho, la carretera es rústica, mis compañeros son pocos, mi guía es confiable y mi misión es clara. No puedo ser comprado, desacreditado, desviado, seducido, devuelto, diluido o retrasado. No pestañearé frente al sacrificio, no dudaré en la presencia de la adversidad, no negociaré en la mesa de mis enemigos, ni consideraré la popularidad, ni daré vueltas en medio de la mediocridad. No me rendiré, ni callaré, ni pausaré, ni me cansaré hasta que haya predicado, orado, pagado, acumulado por la causa de Cristo. Soy un discípulo de Jesús. Tengo que seguir hasta que Él venga, dar hasta que me caiga, predicar hasta que todos conozcan y trabajar hasta que Él pare, Y cuando Él venga a recoger los Suyos, Él no tendrá problema en reconocerme, mis colores serán claramente visibles. Cuando este hombre pudo escribir palabras como esas, la noche antes, cuando Dios le visitó con Su gracia, y le dio a entender quién él era en Cristo y la seguridad de su salvación y de su llamado. Habiendo dicho todo eso, yo quiero que notemos ahora, no solamente con relación a su consolación, yo quiero que notemos no solamente la perfección, el propósito y lo proporcional de la misma, sino la precisión de su consolación. Versículo 8 de 2 Corintios, capítulo primero. porque no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida en Asia, porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos. El cual nos libró de tan gran peligro de muerte, y nos librará y en quien hemos puesto nuestra esperanza de que Él aún nos ha de librar. Interesantemente, la palabra que Pablo traduce, o mejor dicho, nosotros traducimos, del original, para cómo perdimos la esperanza, es una palabra que los expertos, los académicos dicen que es un tanto extraña, y es la palabra hexaporefenai. Hexaporefenai. que implica lo siguiente, una imposibilidad total, absoluta, de encontrar una salida de escape. Una imposibilidad absoluta, completa, total, de encontrar una salida de escape. Los norteamericanos dirían no way out, no hay salida, no hay escapatoria. Esa es la idea que es traducida a nosotros como perdimos la esperanza. En un momento dado, Dios permitió, conociendo que esto era parte de su diseño, parte de lo que él se proponía, permitió que su apóstol Pablo, aquel que venía siendo la punta de lanza de la predicación del Evangelio, él permitió que este hombre llegara a un extremo de la circunstancia, hasta el punto que Pablo evaluó todas las posibilidades y él dice, estoy perdido. De esta no salgo, de aquí no hay escapatoria, y Dios permitió precisamente que él llegara a ese punto, como a veces permite que nosotros lleguemos a ese punto, y la irrazón de eso está expresada en este texto. Dios quiere que cuando yo haya terminado, cuando yo haya consumido, cuando yo haya agotado mi fortaleza, mi sabiduría, mis opciones, que yo entienda que él apenas ha comenzado. que no hay límites a lo que él pueda hacer. Que él es el Dios de múltiples chances, él es el Dios de el último chance, y él es el Dios de cuando no hay chance. Y Pablo estaba en una, en un callejón sin salida. Y en parte Dios, en parte no, Dios nos conoce por completo, pero en parte hay algo aquí que yo estoy viendo, y es que, ¿recuerdan cómo el apóstol Pablo? tuvo grandes revelaciones, fue tomado al tercer cielo y Dios permitió un anijón en la carne ahí continuamente que le abofeteara para que no se enorgulleciera, no se exaltara. Él necesitaba eso. Quizás esta es una de esas ocasiones donde Dios permitió que él llegara a un extremo y lo humilló, lo llevó a una falta de... no tengo escapatoria, como una forma de continuar trabajando en él para luego darle la salida. Dios quiere hacer eso en nosotros. Y está aquí la raza. Pablo la dice. Pablo entendió, quizás en ese momento, quizás de forma retrospectiva, pero él está dando el testimonio de la razón. A fin, Dios permitió esto, a fin, ahí está el propósito, de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios. Aquí hay varias razones por las cuales Dios nos permite pasar por las tribulaciones que hemos estado viendo. En ocasiones es para que yo experimente lo que yo no he experimentado antes de él, su consolación. En ocasiones es para que yo pueda entonces aprender esa consolación y ayudar a pasar esa consolación a otros. Pero en ocasiones la tribulación tiene el propósito de que yo aprenda a confiar en Dios y no en mí o en nosotros mismos. Todos tenemos la tendencia muchas veces a confiar en nuestros dones, nuestros talentos, nuestra experiencia, mi profesión, lo que es hecho. Quizá yo pudiera hacer eso y confiar. Bueno, ya he predicado equicantidades de sermones y venir un día a predicar confiado en mí mismo. Y nosotros tenemos esa debilidad en la carne y Dios entonces permite ocasiones en que soy humillado, atribulado precisamente para recordarme no se trata de ti, se trata de mi y tu tienes que confiar en mi y no en ti yo recuerdo haber hecho eso en medicina no se si tenga el tiempo para hacerlo pero llego un momento en Estados Unidos donde yo estaba confiando en mis habilidades como médico, como infectólogo. Comenzaron a llamarme, voy a cortar la historia, pero comenzaron a llamarme para ver una serie de pacientes sumamente graves y que por, en tres comillas ahora, intervención, salieron de la unidad de cuidado intensivo. Una enfermera un día me ve y me dice, tú vienes a ver a este paciente, tú lo vas a hacer estatus post-Núñez, eso es, lo siguiente, cuando usted es operado de la apéndice, Se dice que usted está status post-apendicectomía, un estado después de la apendicectomía. Ella me dice, tú vienes a hacer este paciente status post-Núñez, como después que Núñez le ha visto. Hey, a mí me gustó eso. La próxima vez, ella no lo dijo, a mí no me gustó. La tercera vez, entonces yo entré y dije, yo vengo a hacer este paciente status post-Núñez. y de repente yo comienzo a ver una serie de pacientes que comienzan a tener otra suerte y estoy orando con Dios, orándole a Dios estoy frente al elevador y estoy atribulado y obviamente yo no oí la voz de Dios, yo no espero oírla audiblemente pero yo sentí en mi corazón como si Dios lo hubiese dicho para que aprendas a confiar en el dador de los dones y no en tus dones Y eso es lo que el apóstol Pablo está diciendo, de otra manera, para que aprendamos a confiar en Dios y no en nosotros mismos. Finalmente, yo quiero que veamos, en cuanto a su consolación, no sólo su perfección, su propósito, su proporción, y su precisión, que llegó justamente, esa era la idea que quería recordar cuando hablaba de la precisión de su consolación, que llegó justo cuando Pablo pensaba que no había escapatoria en ese momento el Señor le libró y de ahí su precisión pero yo quiero que veamos también y finalmente el producto final de esas tribulaciones o el producto final mejor dicho de la consolación de Dios en el versículo 11 y último que leímos cooperando también vosotros con nosotros con la oración para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don que nos ha sido impartido por medio de las oraciones de muchos. Otra de las razones por las que Dios nos permite pasar por la tribulación es para que cuando yo haya pasado por la misma, experimentado su consolación, experimentado su fortaleza, su gracia y su misericordia, yo pueda mirar para atrás y decir, ¡guau! Dios lo ha hecho. gracias a Dios y que yo aprenda a tener un corazón agradecido por su intervención. Dios siempre está interviniendo, no necesariamente en la dirección que yo quiero, pero siempre está interviniendo. Cristo decía, mi padre trabaja hasta este momento y yo también. Dios siempre está trabajando observando, controlando, sosteniendo su universo y no hay nada que le pase desapercibido. Pero una de las cosas que Dios también ha observado en nosotros muchas veces es que nos falta ser más agradecidos de Dios. Hope aprendió esa experiencia y se volvió mucho más agradecido cuando él se dio cuenta. Yo había hablado de cosas que no sabía, de cosas que no entendía yo antes sabía algo de ti, yo de oídas te conocía pero ahora mis ojos te han visto muchas veces en la tribulación, eso es parte de lo que Dios quiere hacer conmigo es poder revelarse a mí a través de su palabra, a través de su espíritu a darme iluminación suficiente para que yo le pueda conocer mejor de una manera que hasta ese momento no le había conocido y ahí entonces el ayudarme a desarrollar un mejor sentido de agradecimiento. Recordemos la historia de Cristo con los diez leprosos. Él sana a diez leprosos, solo uno regresa. Y alguien especulaba un poquito y decía, yo quizás me puedo imaginar la razón por la que algunos no, los otros nueve no regresaran. Y esto es obviamente obra de su imaginación, pero él decía, quizá uno esperaría para ver si la cura fue real. Quizá el otro iba a esperar a ver si la cura iba a durar. Quizás un tercero decidió, no, yo voy a ver a Jesús más tarde, no necesito regresar ahora. Un cuarto quizá pensó, en realidad, yo nunca tuve lepra, esto se parecía a la lepra. El otro quizás pensaría, tú sabes una cosa, después de todo esto probablemente iba a desaparecer como quiera. Quizás el próximo le dio la gloria a los sacerdotes. Uno quizás más endurecido dijo, en realidad Jesús no hizo nada. El octavo dijo, bueno, cualquier rabí pudo haber hecho lo mismo. Y el último, Se vio y dijo, ¿sabes qué? Como quiera ya yo estaba mejorando. Bueno, eso no es parte de la historia bíblica. No vayan donde los pastores ahora y decirles que yo estaba enseñando herejías aquí. Eso vio fruto de la imaginación, pero nos ayuda a entender cómo pensamos. Cómo nos volvemos desagradecidos cuando Dios ha intervenido, es la causa de lo que ha ocurrido Pero no queremos darle a Él el honor y la gloria y el crédito. Si hay algo que yo sé es que ciertamente Él es el Dios de toda consolación. Él es el Dios de toda misericordia. Misericordias en plural. Y yo lo sé porque yo contemplo la cruz y yo veo lo que Él se atrevió a hacer por mí. Y no es verdad que Él me va a dejar caer en el último momento. cuando Él me concibió en Su mente desde antes de la fundación del mundo, me amó con amor eterno que yo ni siquiera me puedo imaginar ni puedo concebir, y me amó cuando yo era Su enemigo y ahora que soy Su Hijo Él se va a comportar de otra manera, no hay forma de que eso pueda suceder. Es precisamente la descripción del Consolador que nos ayuda y nos anima a confiar en Su consolación. Y tú y yo necesitamos hacer eso. Porque a veces decimos que confiamos en Dios, pero luego no nos sentimos seguros si la casa no tiene alarma, no nos sentimos seguros si no tengo una póliza de seguro contra incendio, o contra robo, o de salud. Yo no he podido tener una póliza de salud en 10 años, mi diabetes no me lo permiten. Pero yo sé que el Dios a quien yo le sirvo es más grande que cualquier otra póliza. Nosotros necesitamos realmente evaluar cómo somos, cómo pensamos. No hay problema con que usted tenga una póliza. Si usted quiere tenerla, esa no es el problema. El problema es la inseguridad que siento cuando no la tengo. Ahí que está el problema. Porque eso implica que he comenzado a confiar en mí, finanzas, provisión, y no en Dios. Y Dios quisiera que yo aprendiera a confiar de la misma manera que aquellos de ustedes que tienen hijos quisieran que sus hijos confiaran en ustedes. No me cabe la menor duda que aquí no hay un padre que cuando le dice a su hijo, hijo no hagas eso, cuando le dice a su hijo, mira la palabra de Dios dice esto, Que usted quisiera más que cualquier otra cosa que Él confiara en sus palabras, así es nuestro Padre en el cielo. Él quisiera que cuando Él nos asegura que Él es el Dios de toda consolación, que yo le crea. Él quisiera que cuando Él nos asegura que Él es mi Padre, que Él me engendró, que Él pensó en mí y me amó con amor eterno, que yo le creyera. Él quisiera que yo viera la cruz y creyera lo que Él hizo y pagó en la cruz, para que yo ahora esté dudando del compromiso que Él ha hecho conmigo, no porque yo lo merezca, sino por Su gracia. Pero Él ha hecho un compromiso consigo mismo, con Su propia gracia, y nos ha demostrado hasta dónde Él es capaz de llegar para llevar a cabo Su compromiso y Su propósito. y él llevó a su hijo a la cruz lo exhibió, es un espectáculo público de él, lo exhibió en la cruz lo clavó y cuando abrió los brazos su hijo desde allí dijo, Padre perdónalos porque no saben lo que hacen si él fue capaz de tener ese corazón hacia aquellos que le crucificaron cuál sería la disposición de corazón de ese hijo y de ese padre hacia mí cuando yo le honro, cuando yo le obedezco, cuando yo confío en Él, cuando yo he decidido de una vez y para siempre nunca más volver a confiar en mi sabiduría, en mi conocimiento, en mis dones, en mis propósitos, en mi provisión, en mis finanzas, en mis pólizas, en mis amigos, en mi médico, sino en Dios. Malaki, Dios haya podido hablarte a través de su palabra en esta noche. Es mi deseo de corazón, se lo digo, es mi deseo que usted pueda salir de este lugar fortalecido en su fe, porque hay un Dios que le ama, como hemos hablado esta noche. y que ha dejado huellas en el camino, en la arena, en la historia bíblica y sabes una cosa, en tu propia historia ha dejado huellas de que Él es un Dios confiable que Él es un Dios en quien tú puedes relajarte y cierro con esta historia de un padre y un hijo, es una historia real Él está jugando con su hijo, le está tirando se arriba en el aire y el hijo está relajado, y cada vez que él está en el aire, él dice, otra vez, otra vez, otra vez. El padre lo apara y vuelve, lo tira, y él viene riéndose, y cuando el padre lo apara, otra vez, otra vez. En una esquina hay un psicólogo que le está observando, y le llama la atención la interacción, y él está pensando, si yo fuera ese niño, en el aire, fuera de control, yo estuviera pieso como una tabla, yo no estoy seguro que yo quisiera otra vez estar ahí fuera de control. Y él se acerca al padre y le dice, padre o señor, yo tengo una pregunta. Y tengo un tiempo observándolo, como psicólogo que soy, me llamó la atención la interacción entre usted y su hijo, y yo quería hacerle una pregunta. Cada vez que yo veía a su hijo ahí en el aire, fuera de control, tan relajado, y luego que usted lo paraba, y como él volvía, le decía otra vez, otra vez, Yo quisiera saber a qué usted le atribuye esa confianza, porque yo no creo que yo pudiera hacer eso. El Padre lo mira y le dice, dame una cosa, nosotros hemos jugado este juego mucho tiempo y yo nunca lo he dejado caer. Yo quiero preguntarte si tu Padre te ha dejado caer, si tu Padre Celestial te ha dejado caer. Y si tú juegas, entre comillas, al juego de la vida en las manos de tu padre, descubrirás que él nunca te dejará caer. Y producto de esa relación con él, tú podrás confiar en él en todas las circunstancias. Pero si no te sales de la barca, no va a caminar sobre las aguas. Hay un riesgo, entre comillas, que tomar. Y el riesgo es, que no es riesgo, el riesgo es confiar en Él. Pero me asusta, pastor, sí yo sé, también le asustó a Pedro salirse de la barca. Pero si no se sale de la barca, nunca hubiese caminado sobre las aguas. Padre de la gloria, te alabamos y te bendecimos. Te damos gracias por tu palabra y la consolación que de ella proviene. Pero te damos gracias también por tu espíritu que nos conforta, nos consuela, nos fortalece, nos levanta, nos levanta cuando estamos caídos, nos fortalece cuando estamos débiles, nos ilumina cuando estamos confundidos, nos guía cuando nos hemos perdido. Deamos gracia por tu Espíritu Dios que nos recuerda que somos tus hijos, que somos salvos en ti, que estamos en Cristo, que lo que a mí llegue tiene que pasar primero, por las manos de Cristo, porque estoy en Él como la carta en este sobre. Para llegar a la carta tenemos que pasar por el sobre. Para llegar a mi vida, cualquier circunstancia necesita pasar por medio de sus manos. Gracias te doy por la seguridad y la fortaleza que cobro al pensar en esa idea, Dios. Te pido que me ayudes a recordar todo el tiempo en quién estoy. porque o estamos en Ti o no estamos. Y gracias que es en Ti que estamos. En Cristo Jesús yo te lo pido. Amén. Bendición.
El Dios de Toda Consolación
Sermon ID | 21708213222 |
Duration | 1:03:41 |
Date | |
Category | Sunday - PM |
Bible Text | 2 Corinthians 1:3-11 |
Language | Spanish |
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