00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Mateo 18, desde el versículo
21 hasta el versículo 35. Si has sido perdonado, debes perdonar. Si has sido perdonado, debes
perdonar. O sea, si has puesto tu fe y
confianza en Jesús como Señor y Salvador, te has arrepentido
de tus pecados, le has... has confesado tus pecados y Él
te ha perdonado. Por eso nos dice 1 Juan 1, versículo
9, que si confesamos nuestros pecados, Él, o sea Dios, Él es
fiel y justo, para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda
maldad. Eso es primera de Juan, capítulo
1, versículo 9. O sea, ¿confesamos nuestros pecados? Eso implica el decir nuestros
pecados, el afirmar, hemos pecado, el confesarlos, el no esconder
nuestro pecado, sino afirmarlos y decirle a Dios lo que hemos
hecho. Él ya lo sabe, pero nosotros Afirmamos, si lo hemos hecho,
hemos pecado contra Dios, te hemos desobedecido, hemos roto
tu ley y confesamos nuestros pecados, Dios promete perdonar
nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Él nos dice,
no, ya has pecado de la misma manera
40 veces. No, ya has pecado de la misma
manera 15 veces. No, ya te has pasado. ¿Cuántos
de vosotros habéis mentido más de una vez? ¿Robado más de una
vez? ¿Haberte enojado contra alguien
más de una vez? ¿Hecho lo malo más de una vez? ¿Cuántas veces... ¿Has pecado
más de una vez antes de arrepentirte? ¿Cuántas veces has pecado, te
has arrepentido y pasan unos minutos y pecas de la misma manera? ¿Cuántas veces has pecado en
tu vida? Y Dios, cuando Él perdona, su
perdón es completo. Él te perdona aunque vuelvas
a pecar. Pecas y te perdona. Cuando te
arrepientes de tu pecado, te perdona. Cuando confiesas tu
pecado, te perdona. Y como sabemos, estamos en este
cuerpo de carne, batallamos con esta naturaleza pecaminosa y
volvemos a pecar y muchas veces son los mismos pecados. ¿Cómo
puede ser que haya tenido esa actitud otra vez. ¿Cómo puede
ser que haya mentido otra vez? ¿Cómo puede ser que me haya afanado
otra vez? ¿O que haya murmurado otra vez?
¿O que haya pecado de esta manera? Si ya llevo una semana todos
los días pecando de esta manera, ¿cómo puede ser posible? O sea,
el punto es que nosotros somos pecadores. Y no sé si lo sabíais,
pero estáis rodeado de pecadores que también batallan contra su
naturaleza pecaminosa. Y lo maravilloso es que Dios
nos perdona. Siempre que acudimos a Él en
arrepentimiento, Él nos perdona. ¿Qué debemos hacer nosotros cuando
alguien peca contra nosotros? Reflejar el carácter de Dios
y perdonar debemos perdonar si has sido perdonado debes perdonar
debes perdonar ahora aquí el texto que estamos considerando
hoy si Dios lo permite aquí en Mateo 18 desde el versículo 21
al versículo 35 vemos como el apóstol Pedro le hace una
pregunta a Jesús Posiblemente porque han estado hablando, en
el versículo 15 al 17, sobre qué hacer cuando alguien peca
contra ti. En versículo 15, esto es Mateo
18, versículo 15, dice, por tanto, o sea, Jesús está enseñando,
dice, por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve, Repréndele,
y repréndele estando tú y él solos. Si te oyere, has ganado
a tu hermano. O sea, el propósito es restauración.
Si hay restauración, has ganado a tu hermano. Le dices, oye,
¿has pecado contra mí en esta circunstancia, en esta situación?
Y la persona se da cuenta y dice, sí, tienes razón, perdóname por
haber pecado contra ti. Entonces tienes la responsabilidad
de perdonarle. Entonces vemos que solamente
las personas involucradas en la situación tienen que saberlo.
Pero, si esa persona no se quiere arrepentir, se ha pecado contra
ti y no se quiere arrepentir, entonces vas, y continúa el texto
del siglo XVI, dice, mas si no te oyere, toma un contigo, a
uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conse toda
palabra. ¿Vale? Entonces, si has sido una persona
que ha pecado contra ti, eh, y no se arrepiente, pues entonces
vas y consigues otros creyentes para que sean de testigos, ahí
nos menciona uno o dos, uno o dos, para que en boca de dos o tres
testigos conse toda palabra y el propósito es restauración. Si
escucha, hay restauración, hay perdón, se restablece la relación. Si no, Nos dice en versículo
17, si no los oyeré a ellos, dilo a la iglesia. Y entonces
toda la congregación está involucrada con el propósito de restaurar
a esta persona que ha pecado. Y si no oyerá la iglesia, tenle
por gentil y publicano. O sea, si una persona no está
dispuesta a arrepentirse de su pecado, es porque no es creyente. Porque el creyente se arrepiente
de su pecado. Y entonces, dada esa enseñanza,
Pedro, seguramente está pensando sobre ello, y en versículo 21
dice, entonces se le acercó Pedro y le dijo, Señor, ¿cuántas veces
perdonaré a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete? Ahora, aquí está el apóstol Pedro
haciendo una muy buena pregunta. ¿Hasta qué punto tengo que perdonar
aquel que peca contra mí repetidamente. Como sabéis, yo enseño a niños
pequeños. Y los niños pequeños, supongo
que lo sabréis, también son pecadores. Y ellos demuestran su pecado
por medio de sus actitudes, sus acciones. Y lo demuestran a diario,
¿no? Pero en mis clases, muchas veces,
tengo a algunos niños que son eh, eh, eh, infractores, o sea,
personas que rompen la ley repetidamente, ¿no? Tengo, eh, leyes simples
en mi, eh, eh, eh, en mi aula. No puedes morder, no puedes tirar
de pelo, no puedes pegar. O sea, hay diferentes reglas,
¿no? Debes de obedecer al, al profe. ¿Y entonces qué pasa? Siempre
hay los, los, los niños que, pues, por algún razón, eh, Insultan. No, insultan a un niño. Oye,
la has ofendido, no se puede insultar, pídele perdón. Vale. Perdón. Bien. ¿Está bien la relación? Sí. Perfecto. ¿Lo vas a hacer
más? No. Vale. Cinco minutos después. Insulta. Oye, has pecado insultando. O sea, no puedes insultar. No
puedes usar malas palabrotas, ¿no? Pídele perdón. Perdón. Vale. Cinco minutos después. Otro insulto. Oye, ¿sabes? No puedes insultar. Pídele perdón. Vale. Pide perdón. El día siguiente. Entra a clase
insultando a otro, ¿no? O sea, Alguien que peca en lo
mismo repetidamente. Entonces, Pedro tiene una gran
pregunta. ¿Hasta cuándo hay que perdonarle? Porque para nosotros,
cuando nos pisotean, cuando alguien pasa enfrente de nosotros y nos
da un pisotón, la primera vez el amor lo cubre y dices, lo
ha hecho sin querer. Pero la segunda vez dices, oye, te hemos
cuidado, o sea, me has dado un pisotón, no es que te lo merecías.
Bueno, pero eso no es la actitud correcta, ¿no? Ah, bueno, tienes
razón. Perdóname por darte el pisotón.
El siguiente día, te he dado un pisotón. Oye, ¿qué pasa? Eh... Me has dado un pisotón. Ah, bueno,
perdón, perdón. Tienes razón. No debería de hacerlo.
El día siguiente, otro pisotón. ¿Pero qué pasa aquí? ¿No? Entonces,
es una gran pregunta. ¿Hasta cuándo debo de perdonar?
¿Hasta cuándo debo de perdonar a la persona que peca contra
mí constantemente? Y este texto Lo que afirma es
que cuando te pide perdón, estás obligado a perdonar. ¡Tienes
que perdonar siempre! ¿Por qué? Porque tú has sido
perdonado. Y nosotros entendemos que somos
pecadores. Fallamos al estándar de Dios
y constantemente pecamos contra Dios y pecamos contra otros.
Y reconociendo que tenemos pecadores a nuestro alrededor, nosotros
tenemos que reflejar el carácter de Dios y perdonar. perdonar
a otros. Entonces, por ello, este texto
es tan importante en nuestra vida. No tenemos el derecho de no perdonar. Si hemos sido perdonados, tenemos
que perdonar. Y por ello, Aquí vemos cómo Jesús
le responde, en versículo 22. Jesús le dijo, no te digo hasta
siete, sino aún hasta setenta veces siete. Es que si has sido
perdonado, debes perdonar. Debes perdonar. Ahora, el apóstol
Pedro ha escuchado la enseñanza de Jesús. en Mateo 5, del 23
al 24, dice, por tanto, si traes tu ofrenda
al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo
contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate
primero con tu hermano, y entonces ven a presentar tu ofrenda. Entonces
presenta tu ofrenda. Eso es Mateo 5, de 23 al 24.
Menciona esa idea de que hay que restaurar la relación, hay
que pedir perdón, hay que arreglar las cosas entre hermanos, entre personas.
Mateo 6, 12. Perdonaos, perdón, perdónanos
nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores. ¿Vale? Eso es Mateo 6, versículo
12, donde Jesús mismo está enseñando a los discípulos cómo orar y
cómo... y entonces, en esta oración ejemplar,
dice, mira, debes de tener pendiente el perdón. Tienes que perdonar
a otros como Dios te ha perdonado a ti. Entonces, está orando para
que Dios nos ayude a perdonar a otros como Dios nos ha perdonado
a nosotros. Eso es Mateo 6, 12. En Mateo
6, 14 al 15, dice, porque si perdonáis a los hombres sus ofensas,
os perdonará también vosotros vuestro Padre Celestial. Mas
si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro
Padre perdonará vuestras ofensas. Entonces, si perdonas, Dios te
perdona. Pero si no perdonas, Dios no
te perdona. Ahora, hay una conexión entre
el creyente genuino que ha puesto su fe en Cristo como Señor y
Salvador, va a perdonar. Entonces, si hay una persona
que no perdona, es porque nunca ha puesto su fe y confianza en
Jesús como Señor y Salvador. No es salvo, por eso Dios no le
perdona sus pecados, porque no se ha arrepentido de sus pecados.
Entonces, por ello, ese texto es clave porque está identificando
al creyente genuino. El creyente genuino perdona.
Una persona que profesa ser creyente, pero que no perdona, no es creyente
genuino. Y por eso no recibe el perdón
de Dios, ¿no? el creyente genuino, perdona. Entonces, aquí Pedro ha escuchado
esa enseñanza de Jesús y por eso pregunta, hace esa pregunta
tan esencial, ¿hasta cuándo? O sea, ¿hasta cuándo hay que
ser paciente? Esta persona viene vez tras vez
y y me miente, o me roba, o saca dinero del monedero, o de la
caja, o de la caja del negocio, o hace este daño, o me tira tomates,
o el pecado que sea, ¿no? Hace lo malo contra mí, ¿hasta
cuándo, hasta qué punto hay que ser paciente? ¿Hasta qué punto
hay que perdonar al infractor recurrente? O sea, ¿cuántas veces
debe un discípulo de Cristo, o sea, un seguidor de Cristo,
cuántas veces debe de perdonar a aquellos que pecan contra él?
¿Por qué? Tiene que haber un límite, ¿verdad?
O sea, ya lo ha hecho 10 veces. Como lo haga otra vez, se va
a enterar. ¿No? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta qué punto hay que perdonar?
¿Hasta dónde? Y Jesús, de la manera que lo
dice en versículo 22, es, mira, no debes estar contando. Tienes
que perdonar siempre. Siempre debes de perdonar. Y
aquí hay que entender, o sea, Jesús está respondiendo a Pedro,
y Pedro está preguntando sobre el perdón personal. O sea, no
estamos hablando del perdón que solamente Dios puede dar, ¿no?
Dios es quien da perdón de pecados, pero está hablando del perdón
personal, cuando alguien peca contra ti. Y entonces es para restablecer
esa relación. Y aquí vemos a Pedro, que él dice,
¿cuántas veces? Esto es Mateo 18, versículo 21. ¿Cuántas veces perdonaré a mi
hermano que peca contra mí? O sea, eso sería muy fácil, ¿no?
Porque entonces tienes una libreta, y entonces dices, vale, eh... Paquito ha pecado... Aquí ponemos
una rayita. Ha pecado otra vez. Vale, me
quedan tres. En tres más, ya no le perdono. O en tres más,
me puedo vengar. O le puedo... le puedo abandonar,
dejar, ya no voy a ser su amigo, etcétera, ¿no? Y Pedro dice,
¿hasta siete? O sea, él pone como si fuera
un número bastante impresionante. Especialmente
porque en el debate rabínico O sea, los líderes religiosos
de los maestros de los judíos, el consenso era perdonar tres
veces la misma ofensa. Habían llegado a ese estándar.
Si alguien le peca contra ti, en el mismo pecado, tres veces,
a la cuarta ya no la tienes que perdonar. Y entonces, por ello,
Pedro dice, hasta siete... No, está más que doblándolo.
¿Hasta siete? Pedro quiere aparentar que tiene
un gran corazón. Y Él formula hasta siete veces,
pero Jesús, versículo 22, le dijo, no te digo hasta siete,
sino aún hasta setenta veces siete. Ahora, realmente el énfasis
no es tanto en el número, sino en el perdón ilimitado. Porque el perdón de Dios es inimaginable. O sea, no se puede imaginar todo
lo que Dios nos ha perdonado. Entonces, nosotros debemos estar
dispuestos a perdonar los pocos pecados que las personas hacen
en contra nuestra. Y Realmente vemos aquí como Jesús
sorprende a Pedro con su respuesta. Dice, no, no te digo hasta siete,
sino aún hasta setenta veces siete. Ahora, ahí traducido setenta
veces siete, o sea, si haces el cálculo, eso serían cuatrocientos
noventa, ¿no? Cuatrocientos noventa veces.
Y podrías hacer el cálculo, ¿no? Pero Jesús realmente no está
diciendo hasta ese número. Incluso, el texto se podría traducir,
incluso es más probable que se traduzca setenta y siete. Pero
el punto, como mencioné, no es tanto el número. Jesús está diciendo,
si tienes una lista, si tienes un cuadernillo, y estás haciendo
notas, realmente no estás perdonando correctamente. Porque el perdón
debe ser total. Cuando perdonas, perdonas. Y es que, por ello Jesús, en
su respuesta, sorprende a Pedro. Y Jesús responde usando el ejemplo
de Lamec. Si recordáis en Génesis 4, versículo
24, dice, Lamec, si siete veces será vengado Caín, Lamec, en
verdad, setenta veces siete lo será. Entonces, eso es Génesis
4, versículo 24. Jesús responde usando ese ejemplo,
el ejemplo de Lamec, pero lo aplica al perdón. ¿Hasta cuándo
hay que perdonar? Jesús está diciendo siempre debes
de perdonar. No debes estar calculando, no debes de poner un límite al
perdón. Jesús no está poniendo un límite al perdón. Para Jesús,
el perdón es constante. Y el perdón es de todo corazón.
Si no es de todo corazón, es que no es perdón. Si dices perdonar
a alguien y luego le reprochas a esa persona por la misma situación,
es que no es perdonado. Si le dices... Si hace 20 años
le dijiste te perdono y hoy se lo echas en la cara es porque
no has perdonado. Eso no es perdón genuino. El
perdón genuino abandona ese pecado. O sea, lo deja atrás. Lo cubre. Cubre ese pecado. Y ya no se
vuelve a sacar. Entonces, por ello Jesús está
diciendo no debes estar contando. No debes tener una lista y decir
ah, van 15. ¿O van tres? ¿O van dos? ¿Van cuatro? No.
No, no, no. Sino que el creyente debe de
perdonar siempre. Y Jesús realmente expone la importancia
de perdonar sin límite. La frecuencia del pecado no importa. La cantidad de pecado no importa.
Si alguien viene y te pide perdón, le perdonas. Es necesario perdonar
aunque el pecado sea recurrente. En Lucas 17, del 3 al 4. Lucas 17 versículo 3. Mirad por
vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti,
reprendele. Si se arrepintiere, perdonale.
¿Vale? Ahí vemos el proceso. Dices,
oye, has pecado contra mí. Él se arrepiente, le perdonas. Y, esto es Brasil 4, Lucas 17,
14, y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día
volviere a ti diciendo, me arrepiento, perdonale. Siete veces al día. O sea, y nosotros sabemos lo
difícil que sería eso. Alguien peca contra ti de la
misma manera siete veces al día y vuelve a ti vez tras vez y
te pide perdón, estás obligado a perdonarle. Tienes que perdonarle. Y ahí, como mencioné, no está
poniendo un límite al perdón. Está diciendo siempre debes de
perdonarle. Da igual cuántas veces. La frecuencia del pecado
no importa. Debes de perdonar. Y es que el
creyente ha sido perdonado. Y porque el creyente ha sido
perdonado una cantidad insuperable Un creyente nunca podrá perdonar
más de lo que ha sido perdonado. Nunca vas a poder perdonar a
otro más de lo que tú mismo has sido perdonado. Porque al nacer
siendo pecador, y no solamente has nacido siendo
pecador, sino que has pecado, Romanos 6, 23 dice, la paga del
pecado es muerte. ¿Qué es lo que mereces? La muerte.
Entonces, Lo maravilloso es que dice, más la dadiva de Dios es
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Si tú has puesto tu
fe y confianza en Jesús como Señor y Salvador, por la obra
de Cristo en la cruz, Dios te ha perdonado todos tus pecados.
¡Todos tus pecados! Los pasados, los presentes, los
futuros. Dios te ha perdonado todos tus pecados. Y jamás podrás
perdonar a tal nivel. Jamás podrás perdonar
más de lo que has sido perdonado. Es imposible que perdones a otros
más de lo que has sido perdonado. Entonces, por ello, has sido
perdonado una cantidad insuperable. Debes de perdonar. Es que no
hay límite a la generosidad de Dios hacia el creyente inmerecido. No merecemos perdón. Pero Dios
nos ha perdonado. Por la obra de Cristo en la cruz.
Y porque hemos creído en Él para salvación. Creído en Cristo.
Como nuestro Señor y Salvador. Y por ello el creyente, el que
realmente ha sido perdonado, no tiene el derecho de negar
el perdón a otro. La comunidad perdonada, la comunidad
de creyentes perdonada, debe ser una comunidad que perdona. Es que el creyente puede y debe
perdonar porque ha sido perdonado. Hay que recordar lo que mencioné
antes. Vivimos en un mundo lleno de pecadores. Y lo sabemos porque
nosotros somos pecadores también. Y nosotros pecamos a diario,
pecamos contra otros, ellos pecan contra nosotros y por eso es
tan clave recordar esta enseñanza. Debemos de perdonar siempre.
Cada persona necesita ser perdonado. Y es que el creyente constantemente
se encuentra en situaciones donde debe de perdonar. Y entonces,
lo que hace Jesús es ahora, presenta una parábola para ilustrarlo.
Para decir, mira, vamos a ver esta enseñanza, o
sea, has sido perdonado, debes de perdonar. Y entonces, Aquí
vemos esta parábola, desde el versículo 23 hasta el versículo
35, dice, por lo cual, el reino de los cielos es semejante a
un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando
a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos.
A este, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer
e hijos y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.
Entonces aquel siervo postrado le suplicaba diciendo, ¡Señor,
ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo! Y el señor de
aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo halló
a uno de sus consiervos que le debía cien denarios. Y haciendo
de él, le ahogaba diciendo, ¡págame lo que me debes! Entonces su
consiervo postrado, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo,
ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso,
sino que fue y le echó en la cárcel hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que
pasaba, se entristecieron mucho y fueron y refirieron a su señor
todo lo que había pasado. Entonces, llamándole a su señor,
le dijo, siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque
me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia
de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces,
su señor enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase
todo lo que le debía. Así también mi Padre Celestial
hará con vosotros, si no perdonáis de todo corazón cada uno a su
hermano sus ofensas." Vemos esa parábola, y esto es en Mateo
18, he leído del versículo 22 hasta el versículo 35. Ahora,
algo que hay que entender cuando leemos una parábola y la interpretamos,
tenemos que entender que es necesario entender su contexto, es necesario
interpretarlas literalmente, de acuerdo con las reglas de
interpretación literaria, y las palabras, o sea, las parábolas,
se interpretan como similitudes, se están haciendo similitudes.
Por eso empieza diciendo, por lo cual, el Reino de los Cielos
es semejante a un rey. Entonces, cuando ves, ves las
comparaciones, ves las similitudes, ves como el rey realmente representa
a Dios, y estos siervos nos representan a nosotros, a las personas. Y es que las parábolas muestran
elementos reales, pero también pueden contener elementos con
otros propósitos. Muchas veces sus elementos sólo
tienen el propósito de impactar hacia la verdad. Muchas veces
Muchas veces queremos que una parábola nos presente una estructura
teológica total, pero no es su propósito. Es enseñar algo específico. Por ello es un error enfocarse
en la interpretación de detalles que no están en el texto. Y aún
no se deben de forzar interpretaciones si no están en el texto. No debemos
de leer parábolas como si fueran ecuaciones. Esto ocurre, entonces
este es el resultado. sino que las parábolas sólo dan
los detalles necesarios para enfatizar su mensaje. Los problemas
vienen cuando se sobreinterpretan, se sobreinterpretan todos los
detalles, y por ello no hay que dar, no hay que buscar significado
en todos los detalles. No hay que intentar descifrar
todas las características. No se deben de forzar más allá
de sus propósitos. Porque aquí está usando esta
ilustración para ilustrar ese punto. El punto, el punto clave
es, has sido perdonado, debes de perdonar. Entonces, por ello
aquí en versículo 23, dice, por lo cual el reino de los cielos
es semejante a un rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos. Ahora, el ministerio de Jesucristo,
él mismo nos dice que el reino se ha inaugurado, ¿no? O sea,
el reino de Dios se inauguró con el ministerio de Jesucristo
y aquellos que están en el reino sirven al gran rey, que les ha
perdonado mucho más de lo que jamás podrían perdonar a otros. Y es que si Dios ha sido tan
generoso, sus hijos también deben de ser generosos. Es que el incumplimiento
del perdón demuestra que uno no es parte del reino de Dios.
Porque el que ha sido perdonado, perdona. Modela el perdón. Los siervos Hay que entender que los siervos
del mundo antiguo podían llevar responsabilidades de gran autoridad. Algunos de los siervos manejaban
las finanzas, el dinero, los impuestos, etc. Entonces, aquí
vemos como este rey, que tiene muchos siervos, pues él les trae
para hacer las cuentas. A ver, ¿qué habéis hecho con
vuestros negocios? ¿Cómo ha ido? ¿Cuál ha sido la
ganancia? Y les prueba. Y entonces, aquí, por el dinero
que se maneja, es obvio que estos siervos tienen un alto rango. Porque menciona que el primer
siervo le debe al rey 10.000 talentos. Ahora, quizás Jesús
aquí, como sabemos, esto es una parábola, ¿vale? Entonces, simplemente
está intentando llevar a... o que entendamos el punto principal
que nos está enseñando. Has sido perdonado, debes de
perdonar. Tienes la responsabilidad de perdonar. Pero entonces aquí,
cuando vemos los detalles de la parábola, dice versículo 24
que comenzó a hacer cuentas. Y le fue presentado uno que le
debía 10.000 talentos. Ahora, el talento, en la antigüedad,
era el estándar monetario más alto que había. Además, el número
10.000 era el número más alto declarado en una palabra. Entonces,
Por eso, realmente está usando el número más alto que se puede
decir en una palabra. En español son dos palabras,
pero en griego es una palabra. Y el estándar monetario más alto. Entonces, aquí realmente está
describiendo, mira, le debía millonada. O sea, no millonada.
Millones de millones de millones. Porque cuando considerase un
talento, o sea, aunque el texto no nos dice de qué material,
o sea, podía ser de diferentes materiales, porque el talento
era un estándar monetario, ¿vale? Entonces, podía ser de oro, podía
ser de plata, podía ser de cobre, etcétera, ¿no? De un metal, por
lo general. Pero aquí no nos menciona de
qué, de qué metal, entonces varía el precio. Y también había diferentes
tamaños para el talento. Y un talento era, dependía del
tiempo, dependía del país, etcétera, pero variaba entre 26 y 38 kilos. 26 a 38 kilos. ¿Vale? Entonces, eso quizás os
puede hacer un poquito de perspectiva. Normalmente, cuando solamente
se mencionaba un talento, se refería a la plata. Os podéis
imaginar, aunque fuera un talento más pequeño, de 26 kilos, 26
kilos de plata tiene mucho valor. Y especialmente cuando dice que
le debía 10.000 talentos. ¿Vale? 10.000 talentos. De todas formas, también había
variación del precio del material a través de los años, o sea,
por inflación. Pero, por ello, la comparación
con una moneda actual es difícil. Saber exactamente el detalle
de cuánto está mencionando es difícil saberlo. Lo que sí sabemos
es en Mateo 22 nos dice que el denario es la paga de un día,
de un trabajador normal, ¿vale? Eso es Mateo 20, versículo 2.
Y se dice, se decía que un talento de plata, un talento de plata
valía seis mil denarios. Seis mil denarios. Eso significa,
cuando haces el cálculo, Eso equivale, para el trabajador
normal, eso equivale, la paga diaria, o sea, la paga que recibe
durante un año, la paga que recibe cada día, es la paga, o sea,
lo que es un talento, serían 20 años de trabajo. Un talento,
20 años de trabajo de un trabajador normal. 20 años. Y el oro valía
30 veces más. Entonces, os podéis imaginar
un poquito el cálculo. Y, como mencioné, esto es una
parábola. Jesús no está intentando ser súper específico en una cierta
cantidad porque es una ilustración para que nos demos cuenta del
punto al cual está intentando llegar. Ha sido perdonado algo
incalculable. O sea, no puede ni siquiera entrar
en tu cerebro de cuánto debes, de cuánto debías y has sido perdonado. Entonces, estas pequeñas cosas
que ocurren a diario, que sí las puedes contar, no las cuentes,
perdona. Porque has sido perdonado algo
extremadamente grande. Entonces, la cantidad de deuda
es inimaginable. ¿No? Le daría 10.000 talentos. Versículo 25. A este, como no
pudo pagar, ordenó su Señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo
lo que tenía, para que se le pagase la deuda. La clave es
que este siervo no puede pagar la deuda. ¡No puede pagar tal
suma! ¡Es demasiado! Ahora, la idea
de vender al siervo a su familia, eso no significa que se cancele
la deuda. Simplemente lo que muestra es que está siendo castigado,
porque la simple venta de todo lo que tiene y de su familia
no es suficiente para pagar esa suma tan grande. Es un castigo
por su ofensa, porque nunca sería libre. Y el rey, con ello, solamente
recuperaría una pequeña porción de lo que había perdido. Lo que
hay que entender también es que en esos tiempos, o sea, en la
antigüedad, la mujer, los hijos, todas las pertenencias le pertenecían
al hombre, al padre de familia, y por eso se les venden como
propiedades. Se les vende aquí también para
pagar al rey. De todas formas, lo vemos a través
del Antiguo Testamento Vemos, por ejemplo, en Éxodo 21, del
1 al 11, donde dice, estas son las leyes que les pondrás si
comprares siervo hebreo, seis años servirá, más el séptimo
será libre de balde. Si entro solo, solo saldrá. Si
tenía mujer, saldrá él y su mujer con él. Y si su amo le hubiere
dado mujer, y ella le diera hijos o hijas, la mujer y los hijos
serán de su amo, y él saldrá solo. Y bueno, continúa el texto,
pero ahí vemos esa práctica de vender siervos, de vender esclavos.
Y aún también en Levítico XXV, versículo 39, dice, cuando tu
hermano empobreciere estando contigo y se vendiere a ti, no
le harás servir como esclavo. Eso es Levítico XXV, versículo
39. Donde ahí menciona esa práctica
que se hacía en la Antigüedad. Llegas a una circunstancia de
pobreza extrema donde te conviene venderte a alguien para que ellos
cuiden de ti. O sea, no tienes ni siquiera
para cuidarte a ti mismo, no tienes nada de dinero, estás
sufriendo en pobreza extrema, entonces te conviene venderte
para por lo menos sobrevivir. Entonces, era común para pagar
deudas porque una vez que... que pues se vendían, pues podían
pagar sus deudas y entonces era otra manera de ver la esclavitud,
¿vale? Pero entonces vemos esa venta de personas a causa de
deudas era común. Y entonces le vemos aquí donde
el rey dice pues vender todo lo que tiene, ¿no? Venderle a
él, a su familia, todo lo que tenía para pagar la deuda. Versículo
26 dice entonces aquel siervo postrado
le suplicaba diciendo señor ten paciencia conmigo y yo te lo
pagaré todo ahora primero esa promesa es imposible te lo pagaré
todo no con su salario va a ser imposible pagar esa millonada
que debe pero le vemos con, con este, esta entrega total para,
pidiendo misericordia, no merece perdón, pero está pidiendo misericordia. Él no tiene recursos, no tiene
esperanza, y por ello le ruega, le ruega, le ruega al señor,
a este señor, que le dé tiempo, le promete pagarle todo lo que
debe. Y le vemos cómo suplica con todas
sus fuerzas, os podéis imaginar. O sea, le van a vender, nunca
más va a ser libre. La única esperanza que tiene
es que el rey le muestre misericordia. Y por ello, le vemos postrándose
y de la manera que lo describe el texto, o sea, está haciendo
todo lo posible, suplicando con todas sus fuerzas, con toda su
energía para que el Señor, o sea, su Señor, tenga misericordia
y que le dé más tiempo. Entonces en el siglo XXVII nos
dice que funciona. O sea, el Señor dice, el Señor
de aquel siervo movido a misericordia le soltó y le perdonó la deuda. O sea, no solamente le dio más
tiempo para lo que había pedido. No le dio más tiempo para pagarle
de vuelta su deuda. No, sino, le soltó y le perdonó
la deuda. O sea, para el asombro, ¿no?,
de la audiencia original, el rey perdona la deuda. Porque
pagar esa deuda le sería imposible. Y su Señor lo sabe. Y el Señor tiene misericordia.
Le cancela la deuda. El rey muestra muchísima gracia. Y aquí, como mencioné, aquí está
describiendo nuestra situación. Dios nos ha mostrado mucha gracia. Nos ha perdonado. Y lo que Dios ha perdonado va
mucho más allá de lo que podemos calcular. Nos ha perdonado al
máximo. Y entonces en versículo 28 vemos
el cambio de escena donde éste acaba de salir de la presencia
de su señor. Ha sido perdonado una deuda incalculable
y en versículo 28 dice, pero saliendo aquel siervo, o sea,
ese siervo sale, no nos dice el texto si va en búsqueda de
otro siervo o si se le encuentra, pero dice, saliendo aquel siervo
halló a uno de sus consiervos que le debía 100 denarios. Y haciendo de él, le ahogaba
diciendo, ¡págame lo que me debes! ¿Vale? Entonces aquí vemos esta
escena. Este siervo acaba de ser perdonado 10.000 talentos,
una suma incalculable. Sale de allí, se encuentra con
un siervo que le debe 100 denarios. Ahora, 100 denarios es dinero,
porque son 100 días de trabajo. O sea, es dinero, no debemos
de decir que es una suma muy pequeña. No, son 100 días de
trabajo para un trabajador normal. Pero aquí vemos que la misma
situación se repite. Pero la actitud de este primer
siervo es deplorable. Porque, aunque sí, la suma es
importante, no tiene nada que ver con la deuda que le acaban
de perdonar. Muestra un contraste bastante
grande entre el rey y este primer siervo. Porque el rey estuvo
dispuesto a perdonar 10.000 talentos. Pero éste no está dispuesto
a perdonar, aunque ha sido perdonado 10.000 talentos, no está dispuesto
a perdonar 100 denarios. Éste y éste siervo actúa de manera
hostil, amenaza a su consiervo. Le vemos anteriormente pidiendo
paciencia al rey, ten paciencia conmigo, pero ahora le vemos
impaciente. Ahora exige un pago inmediato, págame lo que me debes. Ahí lo vemos en la última parte
del versículo 28. ¡Págame lo que me debes! Y le estaba ahogando. Aparenta que le ha sujetado el
cuello y le está apretando y está diciendo, ¡págame lo que me debes!
Y en el versículo 29, vemos a este consiervo que le ruega de la
misma manera que él le rogó al rey. porque nos dice entonces
su consiervo postrándose a sus pies le rogaba diciendo ten paciencia
conmigo y yo te lo pagaré todo o sea son casi idénticas las palabras
no que que ese el primer siervo le hizo al rey y ahora el consiervo
se lo hace a este primer siervo ten paciencia conmigo y yo te
lo pagaré todo y Eso, o sea, la situación, aunque
la situación es similar, no le hace recapacitar. Lo interesante
es que este segundo siervo sí tenía la capacidad de pagarle
de vuelta, porque solamente son 100 días de trabajo. De alguna
manera podría pagarle la deuda en algún momento. El primer siervo
era imposible que pagara la deuda. Pero este consiervo sí tiene
por lo menos la capacidad de poder pagarle, pero aún así no
está dispuesto a perdonar. Es interesante porque en Mateo
7, 12 Jesús dice, todas las cosas que queráis que los hombres hagan
con vosotros, así también hacedlo vosotros con ellos. Porque esto
es la ley y los profetas. Eso es Mateo 7, versículo 12. Y comúnmente se le conoce como
la regla del oro, ¿no? Haz hacia otros lo que quieres
que ellos te hagan a ti. Aquí este siervo con el rey quiere
misericordia, pero no está dispuesto a mostrar misericordia hacia
aquel que le debe dinero. Y entonces vemos a este siervo
que actúa de una manera deplorable. No está dispuesto a recapacitar,
a pensar en lo que acaba de ocurrir. En versículo... En versículo
30 dice, más él no quiso. O sea, aunque este consiervo
nos dice en versículo 29, entonces su consiervo postrándose a sus
pies le rogaba diciendo, ten paciencia conmigo y yo te lo
pagaré todo. Pero, versículo 30, él no quiso,
sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Entonces le echa en la cárcel,
lo cual era un derecho en esos tiempos, para que pagase la deuda,
es una cárcel de deudores, y básicamente lo que hace es forzar a la familia
a pagar la deuda, para que este otro pueda salir libre. Entonces
le echa en una cárcel de deudores, Dice, hasta que pagase la deuda. O sea, vemos como este primer
siervo endurece su corazón. ¡No aprendió nada de su experiencia
con la gracia del rey! Le mete una prisión de deudores
a este consiervo. Y... sí, vale, les está forzando
a pagar la deuda. Pero la cuestión es, acabas de
ser perdonado una deuda inimaginable. 10.000 talentos en contraste
con 100 denarios. O sea, millones de millones de
millones. Es que todo depende de cuánto
valía el material, de qué tamaño era. Algunos dicen que podría
llegar a billones. A billones de dólares o de euros. O sea, es una cantidad enorme
en comparación con los 100 denarios. que sólo son posiblemente miles,
¿no? Entonces, ¿cómo puede ser, cómo
puede endurecerse de tal manera? Dice, no quiso, sino que le echó
en la cárcel hasta que pagase la deuda. Pero entonces en versículo
31 vemos que los consiervos, por lo menos, se entristecen, lo más probable
es que sepan lo que ha acontecido anteriormente donde el rey le
ha perdonado, pero diciembre del siglo XXXI, viendo sus consiervos
lo que pasaba, se entristecieron mucho y fueron y refirieron a
su señor todo lo que había pasado. Es que las acciones del primer
siervo no son aceptables, porque él ha sido perdonado. Él debía
demostrar perdón. Tenía la responsabilidad de mostrar
compasión porque él había recibido compasión. Y entonces, esa es
la enseñanza que Jesús nos está dando. O sea, Dios ha proporcionado
su misericordia y perdón a todos. Los que han aceptado el perdón
de Dios deben de reflejar el carácter de Dios, deben de perdonar
también. Y entonces, vemos como los consiervos
Y se lo mencionan, le refirieron a su señor todo lo que había
pasado. Nos dice ahí el versículo 31. Versículo 32. Entonces, llamándole
a su señor, le dijo, ¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te
perdoné porque me rogaste. O sea, aquí lo que vemos es como
el rey le identifica como malvado. Y, identifica que este siervo
malvado ha despreciado su misericordia. Aunque el rey le ha mostrado
misericordia, él lo ha aceptado pero de una manera superficial. No lo ha recibido genuinamente
y por ello está dispuesto a no perdonar a otros. A no perdonarle la deuda a este
consiervo. En versículo 33 dice, no debías tú también tener misericordia
de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti. O sea, el
rey le perdona 10.000 talentos, pero cuando este consiervo solamente
le debe 100 denarios, no está dispuesto a perdonar. Y es que el... El creyente genuino debe mostrar
el carácter de Dios. Debe mostrar la misericordia
de Dios. Por ahí nos dice en Mateo 5,
7. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. O sea, el que es misericordioso
demuestra que ha recibido misericordia. Y por ello alcanza misericordia.
Nos dice Primera de Juan 4, 11. Amados, si Dios nos ha amado
así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Eso es
Juan 4, 1. Es el mismo argumento. Dios nos
ha amado de una manera superior a lo que nosotros podemos amar.
Pero si Dios nos ha amado de esa manera, nosotros debemos
de amar los unos a los otros. Eso es Primera de Juan 4, versículo
11. Y entonces nos dice versículo
34, o sea, después de reprochar,
le dice, mira, tú debías haber mostrado misilicordia también,
como yo la mostré contigo. Versículo 34, entonces su señor,
enojado, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que
le debía. Ahora, ese término ahí traducido,
verdugo, se refiere a un carcelero. Es un guardia de la cárcel, pero
es alguien que examina con tortura. Y entonces, ahora vemos que el
rey No hace lo que iba a hacer. Antes le iba a vender. Ahora
no le vende. Ahora... le... le entregó a los verdugos. Eh... le entrega a ser torturado
hasta que pague lo que debe. La situación es que nunca va
a poder perdonar lo que... eh... perdón, no, no, nunca podrá
pagar lo que debe. Por ello, su sentencia es por
vida. Su sentencia es por vida. Nunca
podrá pagar lo que debe. Y entonces vemos como Jesús ahora
lo aplica. Aplica su enseñanza y nos dice
en el siglo XXXV Así también mi Padre Celestial hará con vosotros
si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas. ¿Qué es lo que está dejando muy
claro? Si no perdonas, es porque no has sido perdonado, es porque
no te has arrepentido de tus pecados, es porque no has clamado
a Jesús para salvación, es porque no has creído en Jesús como Señor
y Salvador. Si no perdonas, es porque no eres un creyente
genuino. Y entonces, ¿cuál es el resultado? Castigo eterno.
Castigo eterno. Por eso nos dice, así también
mi Padre Celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón
cada uno a su hermano sus ofensas. Aquí realmente el versículo 35
nos recuerda que el propósito de la historia de esta parábola
es comunicar una lección espiritual sobre el reino de Dios. El siervo
sólo recibe perdón cuando el rey lo ofrece. La compasión del
Rey no se puede ganar. Él la ofrece gratuitamente. Por
ello, la misericordia de Dios no tiene medida. Es absurdo rechazar
el perdón. Hay juicio para los que rechazan
el perdón. Dios perdona bondadosamente. Pero también castiga con severidad. Y hay juicio severo para aquellos
que no perdonan. Aquellos que no perdonan demuestran que no
han sido perdonados. Hay juicio severo para aquellos
que no responden correctamente ante el perdón. Los que han sido
perdonados deben perdonar. El incumplimiento del perdón
demuestra que uno no es parte del reino de Dios. El que no
ha recibido el perdón de Dios no lo entiende. No entiende el
perdón. Y por ello no perdona. Dios Perdona
eternamente. Dios perdona incondicionalmente
a aquellos que se arrepienten de sus pecados. Por eso el texto
que mencioné antes en 1 Juan 1, 9. Que si confesamos nuestros
pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos
de todos los lados. Él perdona. Si nos arrepentimos,
Él perdona. Y nosotros, si hemos sido perdonados,
debemos de perdonar. Nos dice en Lucas 6,36. Sed pues
misericordiosos como vuestro padre es misericordioso. Eso
es Lucas 6,36. Entonces aquí vemos hemos sido
perdonados, debemos de perdonar. Hay que recordar, hay juicio
para el malo. El juicio severo muestra la seriedad
de rechazar la misericordia. El creyente genuino vive valorando
el perdón de Dios. Y por ello perdona a otros. Como
nos dice Mateo 6, 14 al 15. Porque si perdonáis a los hombres
sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial.
Mas, si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro
Padre os perdonará vuestras ofensas. Eso es Mateo 6, del 14 al 15. O incluso Mateo 7, del 1 al 2. No juzguéis, para que no seáis
juzgados. Porque con el juicio con que
juzgáis, seréis juzgados. Y con la medida con que medís,
os será medido. Aquí vemos a este siervo, que
tiene un juicio severo para su consiervo. Pero, como ese texto
dice, con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados. Con la medida
con que medís, os será medido. Y entonces ¿qué es lo que recibe? Esa condenación recibe ese castigo por su maldad. Y entonces tiene que pagar esa
deuda que debía. Porque rechaza la misericordia
que le han ofrecido. Es que si has sido perdonado,
debes perdonar. Por eso tenemos este texto aquí.
O sea, el perdón es importante en el mundo porque el mundo está
lleno de pecadores. El creyente debe reflejar el
carácter de Dios. La misericordia de Dios es incalculable. El juicio de Dios es severo.
El creyente genuino valora su perdón. O sea, ha sido perdonado,
lo valora y por ello perdona. creyente genuino se arrepiente
de su pecado pero muchas veces nos enorgullecemos
cuando incluso cuando perdonamos a otros wow has visto que bondadoso
soy yo o a veces ponemos límites a las veces que perdonamos vale
vale hasta este punto pero como lo hagas otra vez A veces exigimos
penitencias a los que pecan contra nosotros. Vale, te perdono, pero
tienes que hacer esto o aquello. O a veces nos vengamos. O nos
enojamos en vez de perdonar. O no estamos dispuestos a perdonar.
A veces no valoramos el arrepentimiento. A veces no nos arrepentimos nosotros. o nuestro arrepentimiento es
superficial, no valoramos cuando alguien se arrepiente de su pecado
y clama a Dios para perdón y nos pide perdón a nosotros por haber
pecado contra nosotros. O sea, debemos de perdonar. O sea, podéis
pensar en una persona que viene y miente y luego lo piensa y
dice, oh, y viene y te pide perdón. Debes de perdonar. O una persona
que siempre aparca su vehículo en tu estacionamiento y te pide
perdón. Debes de perdonar. O una persona
que permite que su perro haga sus necesidades enfrente de tu
puerta. ¡Todos los días! Y todos los
días viene y te pide perdón. Debes de perdonar. Debes de perdonar. Un familiar, ¿no?, que pisotea
el piso. Acabas de barrerlo. ¡Acabas de
fregarlo! Lo acabas de limpiar y viene
y te pisotea todo con sus zapatos sucios llenos de barro. Y entonces
dices, oye, acabo de limpiar. Bueno, perdóname. O sea, no lo
voy a hacer más. Vale, el siguiente día lo hace
otra vez. Te pide perdón. Debes de perdonar. ¡Lo hace otra
vez! ¿Debes de pedir perdón? ¡Lo hace
otra vez! No debes estar contando cuántas veces ha pecado contra
ti. La cuestión es debemos de perdonar. Aun cuando una persona te calumnia
múltiples veces, le pide perdón, perdona a la persona. Aquí realmente nos muestra este
texto la enorme deuda del pecado del hombre. y el gran perdón
de Dios hacia nosotros. Muestra la compasión de Dios,
muestra el perdón de Dios a través de la obra de Cristo, muestra
la necesidad de reflejar la misericordia de Dios, muestra la importancia
de perdonar. Si has sido perdonado, si has
puesto tu fe y confianza en Jesús como el Señor y Salvador, has
recibido el perdón de Dios de todos tus pecados, Debes de valorar
ese perdón, valorar la misericordia de Dios y reflejar ese perdón
y misericordia hacia otros. Si has sido perdonado, debes
perdonar. Vamos a terminar en oración.
Si has sido perdonado, debes perdonar
Series El perdón
| Sermon ID | 211242039455476 |
| Duration | 59:58 |
| Date | |
| Category | Sunday Service |
| Bible Text | Matthew 18:21-35 |
| Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.