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Vamos a buscar nuestras Biblias, el Evangelio de Marcos. Puestos de pie, leer el capítulo 6. Estamos estudiando este libro. Y ahora llegamos al capítulo 6. Voy a comenzar a leer en el párrafo anterior, el versículo 53. Es el que vamos a estudiar, pero vamos a comenzar con el párrafo del versículo 45. Marcos 6 y el versículo 45. Se siguen con sus vistas la lectura de las Sagradas Escrituras. Marcos 6, 45. Enseguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Bethsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar. Al venir la noche, la barca estaba en medio del mar y él solo en tierra. Y viéndole remar con gran fatiga, porque el viento le será contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos, andando sobre el mar, y quería adelantárseles. Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron, porque todos le veían y se turbaron. Pero enseguida habló con ellos y les dijo, Tened ánimo, yo soy, no temáis. Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento. Y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían entendido lo de los panes, para cuando estaban endurecidos sus corazones. Y aquí nos quedamos en versículo 53. Terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret, y arribaron a la orilla. Y saliendo ellos de la barca, enseguida la gente le conoció. Percorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lejos a donde oían que estaba. Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos. Le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto, y todos los que le tocaban quedaban sanos." Bueno, oremos al Señor para que nos ayude a entender y aplicar su palabra. Padre Celestial, gracias, Señor, que tenemos la oportunidad de estar en tu casa, cantar estos himnos, y ahora, Señor, este tiempo tan especial de Santa Cena. Recordar el gran amor de Dios para con nosotros en Cristo. Cristo murió por nosotros siendo débiles, siendo pecadores. Te pedimos, Señor, del Espíritu Santo que de una manera especial nos enseñe, abra nuestros corazones a las verdades del Evangelio, cada uno de nosotros. que el tiempo y el propósito de la Santa Cena se cumpla y que el Evangelio sea proclamado, que sea sellado en nuestros corazones las palabras y promesas evangélicas de nuestro Señor Jesucristo, recordando y alimentándonos espiritualmente de su cuerpo y de su sangre. Oh Señor, te pido por los méritos de Cristo que si hablo, hable conforme a la palabra de Dios, y si ministro, que ministre conforme al poder que Dios da para que en todo sea nuestro Señor Jesucristo exaltado. En su bendito nombre te lo pedimos. Amén. Amén. Santémonos, hermanos. Siguiendo con nuestra serie de marcos, esta tarde meditaremos entonces en el último párrafo que leímos, comenzando en el versículo 53 y terminando en el versículo 56. Es un pasaje bastante breve. Mi Biblia lo titula, no sé si su Biblia tiene títulos, pero mi Biblia lo titula Jesús sana a los enfermos en Genesaret. Jesús sana a los enfermos en Genésaret. Estos versículos nos llevan a meditar en cuando menos tres lecciones. Es todo lo que vamos a ver en este tiempo de Santa Cena. No me gusta que los sermones sean largos porque luego no dan tiempo para meditar y de verdad aplicarlos a la Santa Cena. Así que nada más vamos a ver tres lecciones muy sencillas de estos versículos, muy básicas. La primera lección es que el pecado ha causado mucha enfermedad. El pecado ha causado mucha enfermedad. Ya hemos visto desde los primeros versículos de Marcos que nuestro Señor Jesucristo se anó a los enfermos y se mencionan uno tras otro. Pero aquí especialmente el evangelista, el autor Marcos, nos señala que hubo muchos enfermos en esa área y los trajeron de otras aldeas, otras ciudades, otros campos. Y nos dice el versículo 56, ponían en las calles a los que estaban enfermos. Ahora, ¿por qué había tantos enfermos allí? ¿Por qué se enferma la gente? A lo último. ¿Por qué se enferma la gente? ¿Por qué tanto hay tantos IMSS? Me sorprendió ver ahí por el boulevard transversal lo que era el hospital general antiguo, yo creí que iba a ser el hospital de la universidad, pero es un IMSS, cuando menos ahí está el letrero, ya, ¿Verdad? Va a ser un seguro social. ¿Por qué hay tantos seguros sociales? ¿Por qué tantos hospitales? ¿Privados o o públicos? Dios no nos hizo con enfermedades, nos hizo con un cuerpo perfecto, un cuerpo sano, un cuerpo inmune. En el paraíso no había alergias, en el paraíso no había resfriados, no había dolores de cabeza, menos infecciones o fiebres, menos por supuesto enfermedades más graves. Pero el pecado entró en el mundo, como nos dice Romano 5, el pecado entró en el mundo y comenzaron las enfermedades, comenzaron las muertes. Ustedes conocen la historia. Adán desobedeció, comió del fruto prohibido y comenzó el proceso de su muerte, como Dios le había dicho. El día que participes de este pan, perdón, de este fruto, de cierto morirás. Y así sucedió. Y desde entonces, todos sus descendientes nacimos débiles. vulnerables a toda clase de enfermedades. Ahora, es cierto que ha habido muchos avances en la medicina, en los campos de la medicina, sobre todo en los últimos 100 años. Pero como aprendimos en la pandemia, un virus microscópico, un virus microscópico todavía puede hacer estragos hoy en día con tantos avances de medicina. Y así entonces nuestro Señor Jesucristo dijo que vamos a tener a los pobres entre nosotros siempre. De la misma manera, siempre habrá enfermedades en este mundo. Desde entonces, por supuesto, desde Adán y Eva hasta el fin. Pero la esperanza está ahí, por supuesto. Las enfermedades se acabarán cuando Cristo venga otra vez y haya cielos nuevos y tierras nuevas donde mora la justicia. Ahora, ¿cuándo Cristo vino por primera vez? sanó a muchos enfermos, profetizando esos días de la redención final, como nos dicen romanos 8, simbolizando, por supuesto, su poder para salvarnos de todas las consecuencias del pecado. La enfermedad, la muerte, consecuencias del pecado. Cristo vino para salvarnos del pecado y sus consecuencias. Y esta es la segunda lección. La primera lección, el pecado ha causado mucha enfermedad. La segunda lección, Cristo vino para quitar el pecado. y sus consecuencias. Esto lo vimos mucho en 1 Juan, así que no voy a decir mucho de esto. En 1 Juan aprendimos, Cristo apareció para quitar nuestros pecados. Cristo apareció, dice en 1 Juan 3, el Hijo de Dios apareció para deshacer las obras del diablo. Y es por eso que nuestro Señor Jesucristo sanó a los endemoniados. sanó a los enfermos, mucha gente con toda clase de enfermedades, ciegos, paralíticos, leprosos y aún resucitó a los muertos como la hija de Jairo. Ya vimos de esto aquí en Marcos. Pero ese no fue su ministerio principal. Lo hacía eso, por supuesto, por compasión, por misericordia, pero sobre todo para representar que él venía como el gran médico del alma. Él venía para salvarnos del pecado. Eso era lo principal. No sé si ustedes saben, en griego la palabra sanar se usa en la misma palabra salvar. La misma palabra se usa cuando hablamos de salvar del pecado. Se usa también la palabra sanar de enfermedades. Exactamente la misma palabra. El domingo pasado cantamos un himno y menciona la salud. Pensé, y se me olvidó comentar, cuando habla de salud, el himno habla de nuestra salvación. No habla de la salud física, habla de nuestra salvación. Y lo entendemos, por supuesto, como cristianos, la salud espiritual. Bueno, el punto aquí, entonces, no se imaginen que Cristo vino a este mundo, vino aquí especialmente a Genesaret, para sanar nada más. Y por los enfermos nada más. No, no, no. Lo principal era sanar a los enfermos de su corazón, de su vida espiritual, darles vida eterna. Él vino para enseñar, para predicar el evangelio. Eso era lo esencial para él. Ya lo vimos, pero tan solamente leamos en Marcos, por ejemplo, el capítulo 1. Lo hemos visto en varios capítulos, pero comienza aquí en Marcos 1. Nos dice en el versículo 38. Marcos capítulo uno y el versículo treinta y ocho eh levantándose muy de mañana es el versículo treinta y cinco eh muy siendo aún muy oscuro salió y se fue a un lugar desierto y ahí oraba le buscó Simón y los que con él estaban y hallándole dijeron todos te buscan él les dijo vamos a los lugares vecinos ¿Para qué? ¿Para qué? Para que predique también Eso es lo principal, no sanar a los enfermos. Lo hacía por compasión, lo hacía por su misericordia, lo hacía profetizando lo que sería al final cuando venga Él en su gloria, que no haber enfermedad, por supuesto. Pero lo principal era compartir el evangelio a esos enfermos. Ustedes se van acordando de la historia de los amigos que trajeron al paralítico y trozaron el techo, ¿verdad? Me imagino como un techo de palmas y de palapa, algo así, y quitaron las palmas o lo que había ahí de material. ¿Se acuerdan? ¿Qué fue lo primero que el señor le dijo al paralítico? ¿Qué fue lo primero? A ver, ¿cuánta fiebre tienes? ¿Has tenido fiebre desde cuando estás así? ¿Cuál es tu problema? A ver, ¿puedes mover el brazo? No le digo nada de eso. ¿Qué fue lo primero que le dijo al paralítico? Hijito, tus pecados te son perdonados. Viendo la fe de ellos, le dijo, hijito, tus pecados te son perdonados. Eso es lo primero, eso es lo primero que quiere el Señor Jesucristo. Ese es el evangelio. Para eso vino a este mundo. Entonces, el punto es, Cristo vino y se sacrificó a sí mismo por nosotros en la cruz, en lo que estamos celebrando esta tarde, para resolver el problema del pecado. Tu sangre, su sacrificio también, también es válido para nuestro cuerpo físico. El castigo que Él sufrió en la cruz también pagó por la consecuencia de nuestros pecados en nuestra vida física. La enfermedad y la muerte allí en la cruz perdieron su aguijón. Es por eso que ustedes conocen el versículo, se los voy a leer. dice un profeta, el profeta Isaías, ciertamente llevó él nuestras enfermedades, sufrió nuestros dolores, por su llaga fuimos nosotros curados. Y Mateo lo interpreta porque nos dice, él sanó a la suegra de Pedro, sanó a los enfermos porque murió en la cruz. Vean lo que dice Isaías, que él llevó nuestras enfermedades. Entonces, entonces, para los cristianos, para los creyentes, esto es precioso. Podemos pasar por cosas malas, muy malas, enfermedades muy graves, pero el Señor a lo último las usa para bien y aún la misma muerte para llevarnos a Dios. Más de esto después, en unos momentos. Tengo que seguir aquí con las lecciones y por los versículos. Ahora, algo aquí que No voy a ser dogmático, pero es muy significativo creo yo lo que nos dice el versículo 56. Marcos 6, 56. Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos. Le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto, y todos los que le tocaban quedaban sanos. La gente tocaba el borde de su manto y quedaban sanos. ¿Por qué el borde de su manto? ¿Qué había en el borde de su manto? Vamos a Números capítulo 15, donde se nos explica qué traía nuestro Señor Jesucristo en el borde de su manto. Todos los judíos traían esto. Números capítulo 15 y el versículo 37. Números Los primeros libros de la Biblia, lo que es el Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia tenemos Génesis, Éxodo, Ledítico, Números. Números, capítulo 15 y versículo 37. Jehová habló a Moisés diciendo habla a los hijos de Israel y diles que se hagan franjas. ¿En dónde? en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones, y pongan en cada franja de los bordes un cordón de azul. ¿Por qué? ¿Para qué? Y os servirá de franja para que cuando lo veáis, os acordéis de todos los mandamientos de Jehová para ponerlos por obra. Y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos y en pos de los cuales os prostituyáis, para que os acordéis y hagáis todos mis mandamientos. Seáis santos a vuestro Dios. Yo Jehová, vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Yo Jehová, vuestro Dios. Entonces, ¿qué tenía en el borde de su manto Nuestro Señor Jesucristo? Esa franja, ese cordón azul. Y la gente lo quería tocar. ¿Qué tenía que ver el borde aquí? Ese borde tenía que ver con la ley de Dios. Ese borde, en otras palabras, representaba a la gente y a Nuestro Señor Jesucristo, por supuesto, que sabía esto, la obediencia a la perfección de todos los mandamientos de Dios. Y eso, hermanos, esa vida perfecta, esa obediencia perfecta, esa justicia perfecta de Cristo, es lo que nos sana, es lo que nos salva nuestra alma. Es por la vida perfecta de Cristo que al final nosotros seremos recibidos por Dios. Eso es la justificación. Dios nos declara justos porque Cristo fue justo. Y nosotros somos justos en Él, por nuestra fe en Él. Esto es lo increíble y lo bello del Evangelio. La obediencia de Cristo a nuestra cuenta. La perfección de Cristo a nuestra cuenta. Y es por eso que al último vamos a tener un cuerpo perfecto. Tremenda la promesa de Filipenses. Vean la Filipenses 3.20. Filipenses 3.20. Y tiene que ver con nuestro cuerpo físico. Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Es el último día, el día de la redención final. Luego nos dice en el versículo 21, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas. Qué glorioso va a ser ese día. Un cuerpo perfecto, sin tentaciones, sin enfermedades, nada, nada, perfecto conforme a las virtudes del cuerpo de Cristo. Muy bien, pero volviendo a nuestro pasaje, Creo que hay que aclarar aquí que Cristo se daba cuenta de cada persona que tocó su cuerpo, que tocó su manto, que tocó el borde de su manto. Eso es muy importante, creo yo. Vean aquí en Marcos, en Marcos 6, no es muy lejos, Marcos 6, 25. Marcos capítulo 6 y el versículo 25. Muy bien. Perdón, Marcos 5, Marcos 5. Me equivoqué, el primer error del año. Marcos capítulo 5 y el versículo 25. Van rumbo a la casa de Jairo. El Señor la va a resucitar. Pero una mujer que desde hacía 12 años padecía de flujo de sangre, había sufrido de muchos médicos, Perdón, había sufrido mucho de muchos médicos y gastado todo lo que tenía y nada había aprovechado. Antes le iba peor. Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud y tocó su manto, porque decía, si tocaré tan solamente su manto, seré salva. Y enseguida la fuente de su sangre se secó y se sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo, ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron, ¿Ves que la multitud te aprieta y dices, quién me ha tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él y le dijo toda la verdad. Y él le dijo, hija, tu fe te ha hecho salva. Ve en paz y queda sana de tu azote. ¿Cuándo en Genesaret la multitud, la gente tocaba a nuestro Señor Jesucristo, tocó el borde de su manto? ¿No creen que el Señor no se dio cuenta? ¿No creen que era como una maquila de milagros? ¿Verdad? Pasaba de uno a otro, a otro, a otro, a otro, como una maquila de... No, no, no, no, no, no, no, no. El Señor supo exactamente y Él le tocó. Y pensándola bien, Él conoce desde la eternidad a cada persona que se acerca a Él para ser sanado, para ser salvo. ¡Claro que sí! ¡Él es Dios! Entonces, tú te acercas a Él, no como que eres otra persona de la multitud, que Él es demasiado grande y trascendente para darse cuenta quién eres tú esta tarde, qué es lo que sufres, No, no, no, no. El Señor es tan grande, tan omnisciente, que Él nos conoce por nombre, por enfermedad, qué nos pasa, nuestras circunstancias. Él sabe exactamente. Y ahora, también, un último comentario. Va a ser de mi imaginación, tampoco soy dogmático, pero creo que van a decir, es cierto. Si usted quería tocar la bastilla de la túnica de un hombre de ese tiempo, no podía hacerlo parado. Tocar la bastilla de la túnica, el borde, ¿qué tenía que hacer? Parado no llegaba. Tenía que Cuando la gente entonces quería tocar el borde del manto de nuestro Señor Jesucristo, la gente tenía que humillarse, postrarse ante Él. Y creo yo que es una ilustración que debemos de pedir al Señor, por necesidades o enfermedades o lo que sea, con reverencia, con humildad, no demandando nuestros derechos, pero hincándonos delante de Él, postrándonos, pidiéndole misericordia a Él. Muy bien, la última lección, la última lección. El Señor sanó a los enfermos de Genesaret por pura compasión, pura gracia. El Señor sanó a todos los enfermos de esa área por compasión, pura gracia. Muy bien. Niños, jóvenes, quiero que me ayuden aquí y piensen lógicamente. Muy bien. Sigan la lógica. Leemos en el versículo 53, Marcos 6, 53, que terminaba la travesía, vinieron a la tierra de Genesaret. No era una ciudad, era una tierra, una región de Israel, en esa parte de Galilea, cerca del mar, del lago. Entonces, y por cierto, a los agricultores nos dicen, los historiadores, que esa tierra era como el Valle del Yaqui, una tierra muy fértil, ¿verdad? Y en esa tierra, en esa región, como nos dice en el versículo 56, había aldeas, ciudades o campos, muchos. Una de esas ciudades, las principales, era Capernaum. Por eso, en Juan 6, si ustedes leen Juan 6, no dice la tierra de Gnasé, dice que llegó a Capernaún. Estaba allí, por supuesto. Muy bien. Entonces, nuestro Señor Jesucristo llega ahí, a esa región, a esa tierra. Estaba Capernaún, otras aldeas ahí y otros campos. Ahora, quiero que sumen a eso, en su lógica, Mateo 11, 20. Mateo 11, 20. Y aquí está la lección. Mateo capítulo 11 y el versículo 20. Mateo 11, 20. Nuestro Señor Jesucristo, hablando de esas regiones, entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros. porque no se habían arrepentido, diciendo, Hay de ti Corazón, hay de ti Bethsaida, porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en Cilicio y en Ceniza. Por tanto, os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón que para vosotras. Y tú, Capernaum, Tú, Capernaún, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hade serás abatida, porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habrías permanecido hasta el día de hoy. Por tanto, os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que para ti. Ahora, Cristo es Dios. Niños, jóvenes, ¿verdad? Cristo es Dios, por supuesto. Él sabía, Él sabía de los corazones endurecidos de la tierra de Genesadet, de la ciudad, del pueblo de Capernaum y esas aldeas. Él sabía que los seguían tan solamente por conveniencia. ¿No estaban arrepentidos? no creían en el evangelio, no querían ser salvos de sus pecados en otras palabras, querían los milagros, querían ser sanos. Entonces. ¡Él muy bien pudiera haberle dicho! ¡Fuera! ¡Llévense a sus enfermos! ¡Ustedes no creen en mí! ¡Fuera! ¡Son unos convenicieros! ¡Al rato ustedes van a estar gritando! ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! ¡Esas mismas personas! ¡Pero no hizo eso! ¡Él muy bien pudiera haberle rechazado a todos! ¡Y sanado a ningún enfermo! Pero no hizo eso. En su gran compasión y misericordia, aunque no lo merecían, ganó a todos. Eso es compasión. Eso es gracia. Como dice la escritura, él es benigno. Él es bondadoso para con los ingratos y malos. Eso es gracia. Entonces, amigo, quieres acercarte a Cristo. ¿Quieres acercarte a Cristo? ¿Quieres que Él te sane a ti? ¿El diablo no te detenga diciéndote tú no lo mereces? Eres un hipócrita. ¿Cuánto tiempo has estado en la iglesia? ¿Cuánto tiempo tienes con una Biblia? Que el diablo no te detenga. El Señor está lleno de compasión, aún para con los más ingratos, los más malos. Él tiene gran poder, es el médico perfecto, infinito poder para sanarte de cualquier pecado, de perdonarte de cualquier maldad. Bien, entonces, terminemos con unas enseñanzas prácticas de estos versículos. La primera es, hermanos y amigos, reconozcamos que estamos enfermos. Reconozcamos que estamos enfermos de nacimiento por la culpa de Adán y Eva y el pecado que entró en el mundo. Eso es esencial para que te puedas acercar a Cristo y ser salvo. Solo los enfermos van al médico. El Señor dijo esto. Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. Y quiero preguntarle a usted, no me conteste, pero en su conciencia, su alma, lo profundo de su corazón, ¿de qué está enfermo usted? ¿De qué está enfermo usted? Tal vez esté enfermo del síndrome de ateísmo práctico. Síndrome de ateísmo práctico. Por supuesto, usted nos niega la existencia de Dios, celebra la Navidad, celebra la Santa Se, perdón, la Semana Santa. No niega que hay un Dios, tiene una Biblia en su casa. Pero lo último, prácticamente hablando, usted es un ateo. Usted es un ateo. ¿Por qué no ama a Dios? No ama a Dios, no ora a Dios, no le adora a Dios. Síndrome de ateísmo práctico. Pero tal vez tu problema, tu enfermedad, es la sensualidad. la glotonería, el egoísmo, la avaricia que es idolatría, o a lo mejor tu problema es la soberbia, el orgullo, la envidia, la pereza, los rencores, la codicia, la inquilinidad. A lo mejor tu problema es con tu boca, con tu lengua, con tus palabras. Hay un folleto ahí a la entrada, en la puerta, en la mesa, ahí a la entrada de la iglesia, que se llama, tu salud puede ser peor de lo que piensas. Tu salud puede ser peor de lo que piensas. Ahí leí una ilustración, un párrafo, donde contaban que los médicos norteamericanos hicieron unas autopsias, ¿así se dice? Autopsias. Post-mortem, dice el folleto. Es decir, después de que murieron los soldados en una guerra de Corea. Después que habían muerto los soldados, jóvenes, la mayoría menores de 25 años, dice el folleto, hicieron una autopsia de esos jóvenes, miles de jóvenes que murieron en Corea. Los doctores se dieron cuenta que esos jóvenes, aunque no hubieran muerto en la guerra, muchos tenían problemas de corazón. Los jóvenes no lo sabían. Pero aunque hubieran sobrevivido la guerra, En unos años tendrían ataques cardíacos. Los jóvenes. Así hay muchos jóvenes y adultos también hoy que creen que están bien de salud. Bien de salud espiritual. Por fuera bien. Se sienten bien. Pero su corazón está mal. Su corazón está mal. y pensándola bien, todos los hombres, todas las mujeres, estamos enfermos. Todos, todos los que estamos aquí, todos, absolutamente todos, estamos enfermos, cuando menos del síndrome mortal del pecado. Pecamos. En una de las ¿Cómo se dice cuando están hablando los estudiantes al final en la graduación? Generalmente es cuando el que sacó mejores calificaciones le dan la oportunidad de dar un discurso, algo así. Tiene su nombre en inglés, no lo sé en español. Bueno, el caso es que el mejor discurso de graduación que he escuchado en toda mi vida, y he escuchado muchos, fue aquí en Hermosillo, del TEC de Hermosillo. El joven, y realmente no sé si era cristiano o no, pero él comenzó su discurso de graduación con estas palabras. Todos nos vamos a morir. Me sorprendió. Y pensé, este joven va a predicar. Qué palabras tan feas. Es tabú, ¿verdad?, hablar de eso. ¿Pero qué palabras tan realistas a esos jóvenes? Esta tarde, amigo, amiga, ¿ha reconocido esa verdad? ¿Ha reconocido tu pecado, la gran enfermedad de tu pecado? Yo te digo, confiésalo ya. Arrepiéntete ya. Hay perdón, hay salud en Cristo, hoy, antes de salir de las puertas de esta iglesia. Dile al Señor, Señor, ten misericordia de mí. Sáname de esta enfermedad. Sáname de esta enfermedad del corazón. Tú me conoces. Desde antes de la fundación del mundo, sabes quién soy yo. ¿Cuál es mi necesidad? ¿Cuál es mi gran problema? Señor, ten misericordia de mí. Y la Escritura dice, está la promesa ahí, tú te acercas a ese médico perfecto y él te recibe, no te echa fuera y él se acercará a ti. La última enseñanza práctica, confiemos que somos salvos por la vida perfecta y muerte de Cristo. Confiemos totalmente que somos salvos por la vida perfecta y muerte de Cristo. Hay quienes piensan que están bien, que están bien delante de Dios, que tienen salud espiritual, son buena gente, moral, sus casas en orden, limpias, no se pasan los altos, los semáforos ni en amarillo, no, no, no, no, no. le limpian el vidrio del carro a los muchachos, los vagos. No se enojan. Les dan 50 pesos. Muy buena gente son. Y por eso creen que están bien con Dios, con una buena salud y que al final Dios los va a recibir sin ningún problema. Hay otros que creen, muchos cristianos que creen que tienen salud espiritual porque asisten a la iglesia, aún por las tardes. y también en la oración. Leen la Biblia regularmente, todos los días, antes de comer, oran al Señor, le dan gracias, y ellos sienten, saben que están bien, ¡por eso! Estos dos tipos de personas están totalmente equivocadas. Tanto el que cree que va a ser salvo porque su casa está muy limpia y no se pasa los saltos, como el que cree que va a ser salvo y sano porque asiste a la iglesia y lee la Biblia. No es por eso que Dios nos recibe. Nada de nosotros. La única manera de tener salud espiritual, la única manera de ser salvos, sanos, es confiando en la vida perfecta de Cristo. Que Dios nos recibe no por nuestras buenas obras, ni siquiera las buenas obras cristianas, pero nos recibe, nos acepta por Cristo, lo que Él cumplió a la perfección con las buenas obras que Dios requiere en sus mandamientos. El borde de su manto, entonces, es precioso. Esa franja, ese cordón azul, es preciosísimo para los cristianos. Es lo que debemos de tocar todos los días, el borde del manto de Cristo. Confiamos en la perfección de él. Y cristiano, sobre todo cristiano, hazte esta verdad, abrázate de esta verdad, y te va a ayudar cuando ¿Te enojas contigo mismo? ¿Cómo que caí en ese pecado otra vez? ¿Cómo que se me salió esa mala palabra? ¿Cómo que no leí la Biblia ayer? ¿Y cómo que...? Tu conciencia te diga ahí. Tú puedes detener tu conciencia. Tú puedes detener al diablo y decirle, gracias a Dios hay perdón. Gracias a Dios que no me va a recibir por mi perfección. Gracias a Dios que es pura misericordia, que él me sana, salva todos los días de todos mis pecados. Crea este mensaje, amigo, amiga. El mensaje que Dios nos ha dado acerca de su hijo tendrá salud para vida eterna. Empecemos en estas lecciones al participar de la santa cena. Pero antes, después de que vamos a cantar una estrofa del último himno,
De qué estás enfermo?
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Todos estamos enfermos. Nos urge llamar al Médico para resolver nuestro problema de salud de corazón.
Sermon ID | 162543257583 |
Duration | 34:56 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Mark 6:53-56 |
Language | Spanish |
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