00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Ve delante de ti a Moisés y a Arón y a María. Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balak, rey de Moab, y qué le respondió Balaam, hijo de Beor, desde Sitín hasta Gilgal, para que conozcas las justicias de Jehová. ¿Con qué prevendré a Jehová y adoraré al alto Dios? ¿Vendré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Agradarás, Jehová, de millares de carneros o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogenito por mi rebelión, el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma? ¡Oh, hombre! Él te ha declarado que sea lo bueno. ¿Y qué pida de ti, Jehová? Solamente hacer juicio y amar misericordia y humillarte para andar con tu Dios. Padre, gracias te damos en esta noche porque nos permites estar reunidos una vez más. Te damos las gracias por todas tus bendiciones recibidas y por la que hemos de recibir, Señor. Y en esta noche, Padre, te suplico, vengo ante tu presencia humillado, Señor, pidiendo de tu ayuda porque sin ti nada somos. Habla a través de este inútil siervo, Señor. que tu palabra que salga de mi boca sea palabra tuya, señor, y que podamos ser edificados, que nos quitemos todo ese peso de encima, que nos quitemos todas las preocupaciones, y que podamos estar atentos a tu palabra. Gracias por este grupo de hermanos y háblanos conforme a nuestras necesidades. En el nombre de Cristo Jesús, tu hijo amado, pedimos estas cosas. Amén. Pueden tomarse asiento, hermanos. Qué gran mensaje de esta mañana, nuestro hermano Eugenio, realmente sí que fue un mensaje el Señor lo está usando grandemente y espero que lo siga usando y que sigamos orando, hermanos, por el próximo siervo que ha de venir a este lugar, el próximo siervo que ya sabemos que nuestro Dios tiene preparado para que sea el pastor de esta iglesia. Amén. Bueno, aquí el título del mensaje de esta noche se titula La gran pregunta de Dios. la gran pregunta de Dios. El profeta Mikeas es uno de los profetas menores y su ministerio fue dedicado tanto a Israel como a Judá, los dos reinos. Y el mensaje del profeta Mikeas que Dios envió por medio de él fue para que el pueblo reconociera su infidelidad a pesar de la bondad de Dios para con ellos. Dios había sido bastante bondadoso con el pueblo de Israel, pero ellos permanecían infieles a todo lo que Él les ordenaba. Seguían en idolatría, seguían ofreciendo sacrificios a dioses paganos, hacían todo lo contrario a la palabra de Dios. Es bien interesante lo que significa el nombre de Miqueas, hermanos. El nombre de Miqueas significa ¿Quién como Jehová? ¿Quién como Jehová? Y realmente no hay nadie como nuestro Dios. Pues el Señor le estaba recordando a través del profeta Miqueas, le estaba recordando a su pueblo que ninguno de sus dioses falsos podía hacer las maravillas que sólo él podía hacer. Ninguno de esos dioses que ellos buscaban podía hacer todo lo que solamente Jehová Dios podía hacer. podemos ver hermanos en el texto que nuestro Dios le hace a Israel una pregunta muy pero muy dura pero cuando dice que el nombre de Miqueas significa quien como que va yo estuve buscando qué significa el nombre de Raúl y no les voy a decir qué significa el nombre de Raúl porque hermano eso es pura mentira todo eso no hay un nombre aquí que si usted lo busca le va a decir algo malo o algo feo de su nombre. Le dicen todas cosas buenas, bonitas. Y yo quería decir, todo eso significa mi nombre. Pero no. No es así. No es así. No busquen o no vayan a buscar su nombre porque se van a llevar una sorpresa. Y entonces, hermanos, en el texto que hemos leído, nuestro Dios le hace una gran pregunta a Israel. Una pregunta impactante. Una pregunta triste. pero él tenía que hacerlos esa pregunta para hacerlos reaccionar, pero no solamente a ellos, hermanos, sino que esto también es para nosotros hoy en día. Esa pregunta que le hizo Jehová al pueblo de Israel es para nuestros días. Debemos de estar siempre bien atento a las preguntas que nos hace nuestro Dios. Ahí en este capítulo 6, de Miqueas, Dios tiene una queja contra su pueblo Israel. Y por supuesto que al referirse a Israel, él también se está refiriendo a nosotros. Particularmente en ese tiempo él estaba hablándole al pueblo Israel. Dios tuvo un pleito con su pueblo. Dios tuvo una controversia con su pueblo. Y de esa situación De eso que pasó con el pueblo de Israel, esa es una lección para que nosotros, cada uno de nosotros, podamos tomar como lección para nuestras vidas. Dice ahí en el versículo uno de Miqueas, dice la primer parte, dice, oíd ahora lo que dice Jehová. Oíd ahora lo que dice Jehová. Esto, como les dije, no solo fue un llamado para Israel, sino que lo tenemos que tomar como un llamado para cada uno de nosotros, como sus hijos, para que escuchemos siempre lo que Él nos quiere decir. Dice, ha oído ahora lo que dice Jehová, levántate, pleitea con los montes y oigan los collados tu voz. En un sentido figurado, un monte o una montaña representaba en aquel tiempo un gran reino. Y un collado, un collado representaba un reino más pequeño. Así que debemos de aclarar que la expresión que se usa así, aquí se refiere literalmente a la naturaleza, pero sabemos cuál es el significado de montaña y collado. Montaña a un gran reino y collado dice a un reino más pequeño. Pero ese Significado ese llamamiento no solo es para el pueblo israelí, sino para todas las naciones del mundo. O sea que el mensaje se puede aplicar a todos los pueblos de hoy en día que existen aquí en la tierra. Dice, oíd ahora lo que dice Jehová, levántate, dice, y contiende contra los montes y oigan los collados. Oíd lo que dice Jehová. hermanos no son palabras de un hombre no es un reclamo de un amigo como cuando a veces nosotros reclamamos a un amigo algo es un reclamo de dios para nuestra vida para que no se nos olvide lo que tenemos que hacer porque dios hermanos tiene sentimientos dios tiene sentimientos y por lo tanto vale la pena vale la pena que usted y yo reaccionemos a lo que, la gran pregunta que Dios más adelante en el versículo le va a hacer a su pueblo. La gran pregunta que no se nos vaya a olvidar lo que Dios le va a hacer a su pueblo. Dice el versículo 2, oíd montes y fuertes cimientos de la tierra el pleito de Jehová porque tiene, dice, pleito con su pueblo y altercará con Israel. Tiene pleito con su pueblo y altercará con Israel. Hermanos, debemos de entender que el Señor no tiene pleito con el ingonverso. Él no tiene pleito con ninguna de aquellas personas que no conocen a Dios. Él está hablando con nosotros, su pueblo. Él está hablando con su iglesia. Él está hablando con quienes somos, sus hijos. debemos de tener eso en mente. Al Señor no le molesta la indiferencia de aquellas personas que no conocen a Dios. A Él no le duele las actitudes o la soberbia de aquellas personas que no están en sus caminos, de aquellas personas que no han reconocido como su Salvador, a aquellas personas que no son sus hijos. Pero a Él sí le duelen las actitudes y la indiferencia y la soberbia que desgraciadamente a veces hay en el pueblo de Dios. Desgraciadamente hay aquellos que nos llamamos hijos de Dios, pero que a veces con nuestras actitudes no honramos a nuestro Padre. Y ahí hermanos en el versículo 3, donde vamos antes, dice, pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he molestado? Responde contra mí. A veces cuando nuestros hijos hacen algo, nosotros le preguntamos, ¿qué has hecho? Y a veces, si lo hemos tratado tan bien y le hemos dado todo lo que lo piden, que es un error grande de nosotros, le preguntamos, ¿qué te hice, qué yo te he hecho para que hagas esto cuando hacen algo malo? Y empezamos y nos duele en nuestro corazón, como padres, lo que ellos han hecho mal. ¿Qué te he hecho, hijo mío? Y esa es la pregunta. que Dios está haciendo al pueblo de Israel. ¿Qué te he hecho? ¿En qué te he molestado? Responde. Pero antes de que el pueblo de Israel le responda, Dios le dice, ¿no te acuerdas cuando te saqué de Egipto, que estabas esclavo en Egipto? ¿No te acuerdas cuando te traje por aquellos 40 años, por el desierto, ¿No te acuerdas cuando tenías hambre? Yo suplí todas tus necesidades. ¿No te acuerdas de eso? ¿No te acuerdas cuando estabas cautivo en Babilonia? Y que después Jerusalén, la ciudad, fue reedificada. Entonces ellos, cuando entraron otra vez, que salieron cautivos de Babilonia, entraron a Jerusalén y la ciudad estaba reedificada. La habían reedificado y ellos estaban contentos. Se olvidaron completamente de quién era Dios. Se olvidaron completamente de quién, quién los había sacado. A veces eso sucede en nuestras vidas. A veces eso sucede en nuestras vidas. Cuando Dios, le pedimos algo a Dios y Dios nos contesta. Estamos felices y nos olvidamos por un momento de Dios. nos olvidamos por un momento de lo que Dios ha hecho por usted y por mí. Y es entonces cuando vienen otras situaciones más difíciles a nuestras vidas que buscamos a Dios y después de que Él nos ha dado tantas bendiciones y nos alejamos, Él nos pregunta, ¿qué te he hecho yo? ¿En qué te he molestado? ¿Podríamos nosotros contestar a esa pregunta con toda sinceridad? Si Dios nos hiciera esa pregunta a usted y a mí, hermano, estimado amigo, ¿qué te he hecho yo? ¿En qué te he molestado? Respóndeme, ¿cuál sería su respuesta a Dios? ¿Sería una respuesta justa? Tal vez para nosotros sí, pero Dios no ha hecho nada malo para nuestras vidas. Dios ha hecho todo para que nosotros podamos tener una vida eterna. Él envió a su Hijo, a nuestro Señor Jesucristo, a morir por usted y por mí. ¿Qué te he hecho? ¿Qué pregunta más impactante de Dios para su pueblo? Lo mismo tendría que ser impactante para cada uno de nosotros. Iglesia mía, ¿Qué te he hecho? Iglesia mía, ¿en qué te he molestado? Él nos pregunta, ¿en qué te he dañado? Para que no me busques. ¿Qué he hecho en ti para que no me visites? ¿Qué he hecho yo en ti de malo para que no me busques en oración? Para que ya no quieras orar. ¿Qué te he hecho yo para que no quieras estudiar mi palabra? para que ya no quieras congregarte, para que ya no quieras servirme en tu ministerio. Hermanos, no dejemos de congregarnos, de orar, de leer la palabra de Dios y démosle gracia a Dios. Si Él nos ha dado algún ministerio para servirle, no pensemos en abandonarlo. Sigamos adelante porque Él no nos ha hecho nada malo. Al contrario, todo lo que Él nos ha hecho es bien. Todo lo que Él nos ha hecho es bien. Yo no podría decir a cada uno de nosotros, te pudieron haber fallado tus amigos, te pudieron haber fallado tus hermanos, te pudieron haber fallado tus padres, te pudieron haber fallado tus hijos, Pero ¿te he fallado yo? ¿Te he fallado yo? ¿En qué te he ofendido? Es una pregunta de gran importancia, una pregunta impactante para cada uno de nosotros. Y tenemos que comprender, hermano, que el Señor muchas veces está probando nuestra fe. Muchas veces Él está probando nuestra fe. y nuestra perseverancia cuando le pedimos, cuando le suplicamos algo. ¿Por qué a veces no nos contenta al instante? Para que no nos rindamos y sigamos buscándole, y sigamos buscándole, y sigamos buscándole. Tenemos que hacer como la mujer cananea, Mateo 15 hermanos, Mateo 15, del 21 al 28. Mateo 15 del 21 al 28 la palabra de Dios nos dice y saliendo Jesús de ahí se fue a las partes de tiro y sidión y aquí dice una mujer cananea que había salido de aquellos términos clamaba diciéndole señor hijo de David ten misericordia de mí Mi hija es malamente atormentada del demonio. Mas dice que él no le respondió palabra. Entonces llegándose su discípulo, le rogaron diciendo, despachala, pues da voces tras nosotros. Y él respondió, dijo, no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y le adoró diciendo, señor, socórreme. Y respondiendo, él dijo, no es bien tomar el pan de los hijos y echar a los perrillos? Y ella dijo, Señor, más los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. Entonces, respondiendo, Jesús dijo, oh mujer, grande es tu fe, sea hecho contigo como quieres. ¿Qué hubiera pasado si esa mujer se hubiera rendido a la primera? Dando aquella voz Hijo de David, ten misericordia de mí. Y él la ignoraba. No hubiera recibido la bendición de su hija, no hubiera sido sanada. Su hija no hubiera sido sanada si ella a la primera se hubiera rendido. Hermanos, no nos rindamos a la primera, pero siempre y cuando estemos pidiendo hacer lo que le agrada a él, no hacer lo que le agrada a usted y lo que le agrada a mí. Si no vamos a rendir porque estamos pidiendo para nuestro bien, pues rindamos a la primera. Pero si vamos a pedir para pedirle a Dios que me ayude a trabajar y a servirle en su iglesia, a servirle en su obra, a servirle en cualquier parte, y Dios no nos contesta, aunque no tenemos que creer, tenemos que hacerlo. Esperemos. No nos rindamos. No nos rindamos. Sigamos adelante para servir a nuestro Señor. ¿Qué te he hecho yo? Yo tuve un conflicto con su pueblo. ¿Por qué me has rechazado? En otra palabra, él está diciendo, ¿por qué habéis vuelto contra mí? ¿Por qué no me buscáis? ¿Por qué os habéis alejado de mí? ¿Por qué os habéis alejado de mí? Tenemos esa mala costumbre de alejarnos de Dios cuando las cosas no nos van bien. Es cuando más cerca tenemos que estar de nuestro Dios. Cuando todo nos han fallado, cuando todo lo que estamos esperando fracase en nuestras vidas, es cuando usted y yo debemos estar más cerca de Él. Tenemos que estar buscando siempre a nuestro Señor. Y no esperemos, hermanos, no esperemos que Él nos haga esa pregunta, ¿qué te he hecho yo? ¿En qué te he molestado? ¿En qué te he fallado? ¿Qué te he hecho yo? Al contrario, hermano, si Dios nos hiciera esa pregunta, ¿qué te he hecho? Antes de que nos respondamos, Él nos diría, envía a mi hijo, a mi único hijo, a morir por ti nos dio la salvación que es lo más precioso que un padre puede dar y algo hermano muy interesante que donde dice ahí dice que cuando cuando dios tuvo cuando dice en el versículo 2 que dice oíd montes y fuertes cimientos de la tierra el pleito de jehová porque jehová tiene puerto pleito con su pueblo y al Tecará con Israel. Dios tuvo un conflicto con su pueblo. Es como cuando algo tiene un problema con alguien y lo primero aquí en este país que lo primero que hacen pues lo llevan a uno a la corte. Y ninguno de ustedes ni yo cuando vamos a corte queremos ir solos, queremos ir acompañados, queremos llevar a alguien. ¿Para qué? un abogado para que nos defienda. Nosotros tenemos un abogado que nos defiende. Y ese hermano, ese nunca pierde un caso. Pero mire lo más interesante de ese, de ahí que cuando Dios lleva a su pueblo a un tribunal, lo primero cuando uno llega a la corte, el juez, si no va con nadie, lo declara culpable. Aquí nuestro Dios, cuando llama al pueblo de Israel, sorprendentemente, Cuando él ya está ahí en lugar, en vez de acusarlos, le dijo a aquel pueblo rebelde, ¿qué te he hecho yo? No lo acusó. Podemos imaginarnos esa escena cuando Dios está con el pueblo de Israel ahí y en vez de acusarlos, le dice, ¿en qué te he molestado? Hombre hermano, ese solo el amor de Dios es lo que puede hacer eso en nuestras vidas. sólo el amor de Dios. Él, con su gran amor, con su gran misericordia, en vez de acusar a su pueblo, estaba dándoles amor. Nosotros hacemos todo lo contrario, nos alejamos cada día de Él, pero Él siempre, con su gran amor, está ahí. está ahí con nosotros. Volvamos a Miqueas hermanos, por favor. Dice en el versículo 4, porque yo te hice subir de la tierra de Egipto y de la casa de siervos te redimí y envié delante de ti a Moisés, Aarón y a María. El Señor le está recordando ahí a su pueblo Israel cosas muy importantes que Él ha hecho por cada uno de ellos. En este pasaje, si lo aplicamos en nuestra vida, tenemos que acordarnos que el Señor nos ha redimido. Él nos recuerda dos cosas muy importantes que ha hecho por cada uno de nosotros. Uno, que somos sus hijos. Él nos recuerda que somos sus hijos. y tenemos que recordarlas para no abandonarlo y para nunca darle la espalda. Somos hijos de Dios y debemos estar siempre cerca de Él. Y dice que no se olvide de dónde nos rescató, que no se te olvide de dónde te rescató a ti, que no se me olvide de dónde me rescató a mí, antes de conocer a nuestro Dios. ¿Dónde estábamos? Estábamos perdidos. Estábamos lejos de Dios. Y dice, no se te olvide de dónde te rescaté, que no se te olvide cómo vivías antes de conocerme. Yo le hice, te hice subir. Tú no vivías como vives hoy. No tenías lo que tienes hoy. No disfrutas lo que no tenías antes. Hoy disfrutamos lo que no teníamos. Yo te hice subir, dice nuestro Dios. yo te hice subir cuantas cosas el dice te he dado una gran familia disfrútala te he dado una gran esposa te he dado unos hijos disfrútala y han habido otras bendiciones materiales que el nos ha dado pero la primer bendición que debemos disfrutar es ser hijos de Dios esa es la primer bendición que debemos disfrutar ser hijos de Dios no se te olvide dice que yo pagué el precio Yo creí en ti, nos dice Nuestro Señor. Yo creí en ti, por eso yo pagué el precio. Para mí, dice Nuestro Señor, tú fuiste muy valioso, aunque para otros no lo eras. Aunque para otros no somos muy valiosos, para Él somos valiosos. Pues dice, por eso te rescaté, dice, de la casa de servidumbre, pues eras esclavo de muchas cosas. ¿De cuántas cosas no éramos esclavos nosotros cuando estábamos en el mundo, hermanos? No me las digan porque yo tengo muchas, pero ¿de cuántas? Creo que si las enumeramos, no terminaríamos en esta noche de enumerar de cuántas cosas éramos esclavos, de cuántos vicios éramos esclavos. Pero Él nos redimió con Su preciosa sangre. Él nos recató de donde estábamos. Y hermanos, no solamente se trata de cosas materiales. Cuando Él dice, disfruta todo lo que tienes. sino de tantas cosas de valor, como la paz que hoy hay en nuestro corazón. Porque la paz que tenemos es en nuestro corazón, sólo Él la puede dar. No podemos pensar solo en cosas materiales porque tenemos un gozo dentro de nosotros. Podemos tener un gozo que sólo Dios ha puesto en nuestras vidas. La restauración, hermanos, que el Señor ha hecho de nosotros, y en todas las bendiciones que Dios ha traído a nuestra familia, debe de ser de gran alegría. Debemos disfrutarla, debemos disfrutarla, porque eso le agrada a Él. No se te olvide que yo pagué tu precio, no se te olvide que yo creí en ti, no se te olvide que tú para mí fuiste valioso, aunque no lo eras para otros, porque fuimos muy importantes para Él. Tenemos que recordar de cuántas cosas nuestro Dios nos ha hecho libres. De cuántas cosas nuestro Dios nos ha hecho libres. ¿Cuántas personas andamos aquí en el vicio del licor? Yo soy el primero. No me avergüenzo de decirlo, porque ahora, gracias a Dios, Él me salvó, Él me rescató de ese mundo donde estaba. Pero, hermanos, yo era una de las personas que tomaba todos los días. Y cuando tomaba todos los días, allá en Honduras, les digo todos los días, desde las 10 de la mañana hasta las 1, 2 de la mañana. Todos los días. Que todavía, hermano, hace 2, 3 años fui donde el doctor cuando me hizo un examen físico de todo. Cuando entré a la oficina me dijo ya, me dio todo, salí mal de todo. Y me dijo, hermano, por favor. Y me dijo, solo te voy a decir una cosa. No, me dijo que había salido bien. deja el cigarrillo y deja de tomar. Y yo le hice así. Y yo me sonreí y le dije, doctor, le digo yo, yo tengo más de 27 años de no tomar, por la gracia de Dios, yo soy cristiano. ¿27 años? Sí. Pues tu hígado está dañado, me dijo. Entonces le digo, pero imagínese, le digo, más de 27 años de no saber lo que. Entonces, eso me dice, es, consecuencias de lo que hiciste en el pasado hay consecuencias en nuestra vida cuando hacemos cosas que no le agradan a dios si somos hijos de dios hay consecuencias en nuestra vida hermano si no hacemos lo que él nos manda en este libro hay consecuencias y debemos de cuidarnos de eso debemos de hacer lo que este momentito libre nos manda que hagamos. ¿Cuántas personas no conocemos que han estado en la droga? No es René, sino que conocemos a varias. ¿Cuántas personas, hermanos, conocemos que han estado en droga? Y es difícil, es difícil. Sólo Dios puede hacer ese cambio. Y yo sé también que hay personas que han estado en la droga, pero Dios los ha salvado. Él los ha recatado. Él los ha redimido. ¿Cuántas veces hemos sido esclavos de nuestra propia culpabilidad? Nos sentimos culpables de lo que hicimos. Hermanos, pero tengo una noticia, olvidemos eso. El diablo quiere que usted y yo estemos pendientes de esos pecados que somos culpables de lo que hicimos en el pasado, pero Cristo Jesús agarró nuestros pecados y los tiró al fondo del mar. Olvidemos de eso. A veces en nuestras vidas pasa eso, no sé por ustedes, pero a veces yo dije lo que hice y a veces me siento un poco mal, pero Él los agarró y los tiró al fondo del mar. Es por eso, hermano, que Dios en esta noche nos hace esa gran pregunta. Así como le hizo esa pregunta al pueblo de Israel, Él le hace esa pregunta a usted y a mí. Hijo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he fallado? ¿En qué te he molestado? Allá si vemos en el libro de Números, en el capítulo 22, cuando el profeta Balán se me olvido ya, Baal quería que maldijiera al pueblo de Israel, pero Dios le dijo no. Y a él, era un profeta y le gustaba el dinero. Y le ofrecieron dinero, le ofrecieron reino, le ofrecieron de todo para que maldijiera al pueblo porque le dijo, he visto, he oído que ese pueblo de Israel es grandioso y yo no voy a, yo no voy. Bueno, número 22, ya no me quiero Como dicen, número 22, sólo un ratito. Número 22 dice, Y movieron los hijos de Israel, y asentaron en los campos de Moab, de esta parte del Jordán de Jericó. Y vio Balak, hijo de Zipor, todo lo que Israel había hecho al amorreo. Y Moab temió mucho a causa del pueblo que era mucho. Y angustióse Moab a causa de los hijos de Israel, Y dijo Moab, a los ancianos de Madian, ahora lamerá a esta gente todos nuestros contornos, como lame el buey la grama del campo, y Balak, hijo de Zipor, era entonces rey, dice de Moab. Por tanto, envió mensajeros a Balaam, hijo de Beor, a Petor, que está junto al río en la tierra de los hijos de su pueblo, para que los llamasen diciendo, Un pueblo, le dice, un pueblo ha salido de Egipto. Ese era el pueblo de Israel cuando Dios lo había sacado de la esclavitud de Egipto, cuando los tiró por el desierto, que los iba a cruzar al Jordán. Le dice, he oído que un pueblo, un gran ejército ha salido de Egipto y aquí dice que cubre la as de la tierra y habita delante de mí. Ven, le dice, pues ahora te ruego oiganlo bien hermanos te ruego maldíseme este pueblo porque dice porque es más fuerte que yo quizás dice podré yo herirlo y echarlo de la tierra que yo sé que el que tú bendijeras será bendito y el que tú maldijeras será maldito yo sabía lo que le estaba pidiendo Balán pero dice Dice ahí, dice, ¿por qué ese pueblo es fuerte? ¿Por qué era fuerte el pueblo de Israel, hermanos? Porque Dios estaba con ellos. Si tú quieres ser fuerte en tu vida espiritual, si tú quieres ser fuerte en tu hogar, si tú quieres ser fuerte en dondequiera que estés, debemos de tener siempre, sin olvidarnos, el poder de Cristo en nuestras vidas. Es por eso que nosotros podemos ser fuertes y dice que de ahí el versículo dice que cuando fue Balán y vino Dios a Balán y díjole qué varones son estos que están contigo y Balán respondió a Dios Balak hijo de Ziper rey de Moab ha enviado a mí diciendo he aquí este pueblo que ha salido de Egipto cubre la as de la tierra ven pues ahora y maldícemelo quizá podré pelear con él y echarlo Oh hermano, pero miren, aún, aún con todo lo que Israel le había hecho a su Dios, que había tenido idolatría, había tenido dioses paganos, había tenido dioses falsos, habían este sacrificado a sus hijos, a los dioses, mire la respuesta. Entonces en el 12 dice, entonces dijo Dios a Balaam, no vayas con ellos, ni maldigas al pueblo porque es bendito. Como les dije, hermanos, solo el amor de Dios es incondicional para con nosotros. El amor de Dios es incondicional para nosotros. Pero ¿cómo estamos nosotros con nuestro amor hacia Él? ¿Es incondicional o le ponemos condición? ¿Es incondicional nuestro amor hacia nuestro Dios? Es una pregunta también que debemos de hacer. ¿Cómo está mi amor hacia Dios? Y si seguimos leyendo todo el capítulo 22, esperemos, no lo voy a leer por eso, que Dios no vaya a usar un asna para que nos hable, para que le huedezcamos, así como el asna le habló a Balaam más adelante cuando quería seguir y el asna miró al ángel de Jehová con una espada y No quería seguir. No quería seguir. Y dice que se le pegó contra un peñasco ahí, le apretó el pie y lo tiró al suelo y aún así se le va. Y quería seguir. A veces así sucede en nuestras vidas. Dios nos habla de una u otra manera. No lo hagas. Y ahí vamos. Ahí vamos. Nos vuelve a decir no lo hagas porque no es de mi agrado. Y seguimos. Seguimos y seguimos. No lo hagas. Y seguimos haciendo. ¿Y qué va a hacer Dios con nosotros para trabajar si no queremos escuchar Su voz cuando Él nos dice no? No lo hagamos. No lo hagamos, hermanos. Es por eso, hermanos, que tenemos que hacernos esa pregunta. que al revés ahora, padre, ¿qué puedo hacer yo por ti? Señor, ¿qué quieres que yo haga por ti? Porque nosotros fácilmente, hermanos, a veces le damos la espalda a nuestro Dios, pero él permanece fiel. Volvamos al libro, al libro de de el versículo dice pueblo mío acuérdate ahora que aconsejó ya lo leímos ahora vamos al seis dice dice el pueblo ya de israel cuando ya dios los ha llevado les ha dicho todo lo que él ha hecho por su pueblo de donde lo sacó hasta donde lo llevó dice que desde sitín que era lo último antes de cruzar al otro lado orden que era la el campo de gildad hasta ahí estuvo dios con ellos desde la última parada hasta la primer parada del Jordán. Entonces dice, ya el pueblo le responde a nuestro Dios y le dice, ¿con qué prevendré a Jehová y adoraré al alto Dios? ¿Qué quieres, le está diciendo el pueblo de Israel a nuestro Dios? ¿Qué quieres que yo haga por ti? Vendré ante él como los cautos con becerros de un año? Eso es lo que exigía Dios en aquel tiempo. Sacrificios de animales, pero eran sacrificios de animales sin manchas. Pero miramos cuántas veces el pueblo de Israel daba animales que no eran agradables a nuestro Dios. Podemos ver el ejemplo de Caín, donde ofreció sacrificio que no era agradable a Dios. ¿Agradarás a Jehová de millares de carneros? ¿O de diez mil arroyos de aceite? Y dice, daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma. Nosotros podemos decir Pero si nosotros vamos a tu iglesia, nosotros estamos martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo te estamos sirviendo. El pueblo creía que le estaba haciendo preguntas correctas, justas a nuestro Dios. Porque dice, porque tú siempre deseaste sacrificios. Los sacrificios eran animales, pero sin manchas. animales que fueran a la ofrenda agradable ante su presencia. Pero a veces nosotros ofrecemos lo que no le agrada a Dios. Nuestro tiempo lo limitamos. Nuestro tiempo lo limitamos a veces para el servicio de Dios, pero no lo limitamos para otras cosas. Nuestro servicio lo limitamos, hermanos, al servicio de Dios. limitamos nuestro servicio a la obra de Dios. Y hay otras muchas cosas que nosotros hacemos limitado para la obra de Dios. Pero quiero terminar hermano con el versículo 8. Oh hombre, él te ha declarado que sea lo bueno y que pida de ti Jehová solamente hacer juicio, amar misericordia y humillarte. para andar con Dios. Él nos ha enseñado todo lo bueno. Y Él nos pide estas tres cosas. Hacer juicio, que seamos justos con nuestro prójimo. Tener miseria, pero miren bien que no sólo dice tener misericordia, sino que dice amar la misericordia. A veces nosotros somos misericordiosos, pero a veces esa misericordia no la hacemos con un corazón sincero. Él dice, amar misericordia. Debemos de ser misericordiosos para con los demás. Y dice, humillarte para andar con tu Dios. Él quiere que nos humillemos. Él quiere que entreguemos nuestra vida. Pero como decimos siempre, con un corazón contrito y humillado, debemos de humillarnos, hermanos, ante ese gran Dios, ante ese Dios que sacó al pueblo de la esclavitud donde estaba, lo trajo a la tierra prometida, le dio muchas bendiciones. A nosotros nos rescató de donde estábamos y nos ha dado una bendición. Y nos tiene en este lugar alabando y glorificando su nombre. Él quiere que sigamos siempre en ese camino, que no nos debemos ni a derecha, la izquierda y esta noche hermanos el señor nos hace un llamado para que cada uno de nosotros reconozcamos con agradecimiento su bondad, su amor y su misericordia para con cada uno de nosotros y que nos volvamos a él y reconocerlo significa eso no dejar nuestra iglesia, no dejar de congregarnos, no abandonar nuestro ministerio, no dejar de servirles. Recuerda como les dije, si las personas han fallado, Él no nos va a fallar. Y no dejemos que Él nos haga esa pregunta. Antes de que Él nos haga esa pregunta, ¿qué te he hecho yo, hijo mío? ¿En qué te he molestado? ¿Qué te he hecho yo, hijo mío? ¿En qué te he molestado? Vengamos ante su presencia y digámosle, padre, aquí estoy. Toma mi vida. ¿Qué puedo hacer yo por ti? ¿Qué puedo hacer yo por ti, padre? Hay muchas cosas. Solo tenemos que entregar nuestra vida a Él, nuestro corazón a Él, y Él se va a encargar de poner en nosotros todo lo que Él quiera que hagamos. Oremos. Gracias Padre. Gracias Señor por este corto mensaje. Gracias por Tu Palabra. Gracias porque sé que nos has hablado Señor. Padre perdónanos y a veces oh Señor no hacemos como Tú nos mandas en Tu Palabra que hagamos. Mira nuestra vida Señor y llénanos de Ti. llenos de ti cada día padre y que no seamos su padre como hijos rebeldes ante tu presencia sino que siempre hagamos tu voluntad en esta noche señor mira este grupo de hermanos aquí sabemos que somos hijos tuyos y queremos servirte queremos entregarte nuestro corazón queremos entregarte nuestra vida completa a ti para que tú hagas la obra en nuestras vidas. Hermano, el Señor te ha hablado en esta noche. ¿Quieres que el Señor te pregunte qué te he hecho yo? ¿O quieres tú decirle, Padre, aquí estoy, qué puedo hacer yo por ti? El altar está abierto. Si hay alguien que quiere decirle al Señor, Padre, Aquí está el altar. Si hay alguna persona visitando que todavía no conoce a Nuestro Señor Jesucristo, a ese Dios que sacó al pueblo de Israel de allá, a ese Dios que me dio la vida eterna a mí y a un montón de aquí, si hay alguna persona que no ha aceptado todavía a Nuestro Señor Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador, no esperes que Dios te pregunte, ¿qué te he hecho? no nos ha hecho nada, Dios no te ha hecho nada. Dios envió a su único hijo a morir por ti, a morir por mí. Y en esta noche, Él te está dando la oportunidad. ¿Qué puedo...? ¿Tú quieres decir al Señor qué puedo hacer por ti, Señor? Estimado amigo, entrégale tu vida a Él. Entrégales tu corazón a Él. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. El día de mañana puede ser muy tarde. El día de mañana puede ser muy tarde. Él te está llamando con sus brazos abiertos. Él te está esperando. La decisión es tuya. La decisión es tuya. Oh, qué amor tan grande Él nos ha dado. Es un amor inmerecido, pero es un amor incondicional. que sólo proviene de él y de nadie más.
La Gran Pregunta De Dios
Sermon ID | 129181652431570 |
Duration | 46:21 |
Date | |
Category | Sunday - PM |
Bible Text | Micah 6:1-8 |
Language | Spanish |
© Copyright
2025 SermonAudio.