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Le damos la bienvenida a la Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona, España, y le invitamos a que visite nuestra página web por gracia.es. Deseamos que Dios le bendiga ahora a través de su palabra. Sin más, os invito a tener vuestras Biblias abiertas en el Salmo 119, pero vamos a tener una palabra de oración antes. Señor, gracias por tu misericordia con nosotros, por tu bondad, por permitirnos congregarnos una vez más, por la vida que nos das, porque cada día es un regalo de ti. Te pedimos, Señor, que tu palabra sea viva y eficaz para llegar a lo más profundo de nuestro ser. Que en esta mañana seas tú hablando a nuestros corazones a través de tu palabra y de tu espíritu. Señor, que tú traigas consuelo allá donde hay dolor, que tú nos exhortes allá donde haya pecado, que tú, Señor, avives la llama de la fe en nosotros y todo sea gracias a tu palabra y por tu poder. Te pedimos, Señor, que tú estés hablando a cada uno de nosotros en esta mañana. En nombre del Señor Jesús te lo pedimos. Amén. Amén. Salmo 119 es en el que vamos a estar meditando, y no solamente meditando hoy, sino que es el primer sermón de una serie. Vamos a estar meditando en cada una de las secciones de este salmo, así que el sermón de hoy va a ir seguido de 22 más. en el mismo salmo en el cual vamos a estar profundizando en cada una de estas secciones. Hay una anécdota que dice que Agustín de Hipona predicó una serie de sermones sobre los salmos y cuando llegó al salmo 119 se lo saltó. En parte se puede entender, ¿verdad? Un poco de respecto, un salmo tan largo, por un tiempo se abstuvo de predicar ese salmo, pero no parece que la razón fuera la extensión del salmo, sino la admiración que sentía por este salmo. No era la complejidad, sino esa admiración lo que le frenaba. En sus propias palabras dice Agustín de Hipona lo siguiente sobre el Salmo 119. Tan pronto como empiezo a meditar en él, siempre acaba superando mis fuerzas. Pues cuanto más se abre ante mí, más profundo me resulta, de modo que no puedo mostrar cuán profundo es. Finalmente Agustín predicó sobre el Salmo 119, cobró el ánimo expresando esa misma admiración, y si yo me atrevo a predicar una serie sobre el Salmo 119 no es que sea más sabio que Agustín, en todo caso más imprudente, con menos reflexión. Es un Salmo profundo, como decía él, hermoso, insondable, Y quisiera que meditáramos en este salmo para poder entender cuál es la intención de este salmo. Y es que tú y yo nos enamoremos más de la palabra del Señor. Porque ese es el centro de su mensaje. Es un canto a las excelencias de la ley del Señor, de la palabra del Señor. Y el sermón de hoy simplemente es una introducción a ese Salmo 119, el primero de una serie, como decíamos, en el que vamos a estar meditando en cada una de las secciones de ese Salmo. Así que, a modo de introducción, hoy sólo vamos a ver tres aspectos de este Salmo. En primer lugar, vamos a estar reflexionando sobre la forma de este Salmo. En segundo lugar, sobre el tema central de este Salmo. En tercer lugar, sobre el autor de este Salmo. Así que esa es la estructura del sermón de hoy, la forma, el tema y el autor de este salmo. ¿Y qué beneficio espiritual, devocional hay en nosotros al reflexionar en estos asuntos? En primer lugar, la forma de este salmo. Lo primero que nos llama la atención, ¿qué es? Uf, es largo, ¿eh? Es largo, el Salmo 119. De hecho, el pobre Salmo ha tenido que aguantar un montón de bromas evangélicas a lo largo de los siglos, ¿verdad? ¿Cuántas bromas no hemos hecho del Salmo 119? Hermanos, para introducir el culto, vamos a leer un Salmo, tranquilos, no es el 119. ¿Cuántas veces hemos oído eso, verdad? Es que te alargas, hermano, te alargas más que el Salmo 119. Continuamente, es como aquel amigo que es muy alto y ya está acostumbrado a escuchar chistes y bromitas de su altura, ¿verdad? Pues el Salmo 119 ya está acostumbrado a que hablemos así de él. Su extensión es lo primero que nos llama la atención, y más aún cuando recordamos que un Salmo es un cántico. ¿Os imagináis cantar el Salmo 119? Porque exactamente eso es lo que significa Salmo. Un cántico, ¿verdad? Del hebreo tehilim. Un canto para ser acompañado por instrumentos. Así que nadie se queje si en vez de tres estrofas cantamos cuatro, cantamos cinco. El Salmo 119 es un himno para ser cantado. Pero este Salmo no solamente es largo, sino que es completo. Es completo. ¿Qué queremos decir con eso? Hay salmos que son de alabanza, hay salmos que son oraciones, hay salmos que son de testimonio. El Salmo 119 lo es todo. Tiene todos esos géneros en sí mismo y va pasando del testimonio a la alabanza, a la petición. Tiene todos los géneros en sí mismo, de modo que constituye para nosotros una dieta perfecta meditar, leer, reflexionar en el Salmo 119. Va cambiando de uno a otro género. Es una hermosa combinación para nutrir nuestros corazones con la Palabra del Señor. Así que es largo, es completo, y para expresar esa grandeza, y ahí es lo más llamativo de la forma de este Salmo 119, para expresar esa grandeza el autor utiliza una técnica ingeniosa. El Salmo 119 es un acróstico. Cada sección contiene ocho versículos, ocho versos, y esos ocho versos empiezan con una letra del alfabeto hebreo. Seguramente en todas vuestras Biblias, si tenéis el Salmo 119 ahora adelante, veréis que hay secciones de ocho versículos en ocho y llevan por título el nombre de una letra del alfabeto hebrero, ¿verdad? cada sección. La sección Aleph, la primera, viene a ser la letra A, Beth, Gimel, Dalet, etcétera, etcétera. Así está las 22 letras del alfabeto hebreo. ¿Qué es lo que está haciendo aquí el autor de este Salmo? La primera sección, los primeros ocho versículos en el original, cada renglón, cada línea, cada verso empieza con la letra Aleph. La siguiente sección, Beth, cada verso, cada línea empieza con la letra Beth, que sería nuestra B, y así sucesivamente. Hermanos, es una obra de arte. En la traducción se nos pierde mucho de esa forma, no del contenido, el Señor guarda el contenido espiritual para que llegue a nosotros, pero la forma artística se nos pierde en buena parte en la traducción. Qué bonito sería leerlo en hebreo y ver no solamente ese acróstico, sino la métrica y la rima y el ritmo de todos esos versos. Así que el autor bíblico está construyendo una sección con cada una de las letras del alfabeto hasta 22 letras. Por eso tenemos 22 secciones en este Salmo. Y tal vez pienses, sí, pero entonces, si quería seguir un acróstico, el autor de este Salmo podría haber hecho Un solo versículo con cada letra. Veintidós versículos y se acabó. Pero aquí yo no veo veintidós versículos, ¿eh? Al contrario, hay ciento setenta y seis. Porque no está haciendo un solo verso con una letra, está haciendo ocho con cada letra. Ocho versos con cada letra del alfabeto. Y aquí podríamos entrar en muchas teorías, pero la explicación más sencilla es la siguiente. El autor de este Salmo utiliza ocho versos para cada letra porque utiliza hasta ocho términos diferentes para referirse a la palabra del Señor. Y en cada sección podéis encontrar esos términos. Habla de la ley del Señor, los testimonios del Señor, los preceptos del Señor, los estatutos del Señor, los mandamientos del Señor, los juicios del Señor, la palabra del Señor, las promesas del Señor. hasta ocho términos en cada una de esas secciones. Es como si el salmista quisiera sacarle todo el jugo a este tema. Es como si pusiera un diamante delante de ti y dijera, sí, sí, ya lo he visto. No, no, no lo has visto. Fíjate bien. y lo fueras rotando delante de ti para que pudieras ver todos sus tonos, todos sus brillos, toda su belleza. Eso es lo que el salmista está haciendo con este Salmo. ¿Has visto la palabra del Señor? Sí, sí, ya la he visto. No, no, no la has visto. Mírala bien. Mírala bien. Y cada giro, cada vuelta que le da y cada aplicación es para nuestro bien espiritual. Ahí está la grandeza, la belleza de la palabra del Señor expresada en este Salmo 119. La forma de este Salmo es bellísima. Y quisiera que sacáramos tres lecciones espirituales de la forma de este Salmo, tres aplicaciones devocionales para nosotros. En primer lugar, la primera aplicación que vemos con respecto a la forma de este Salmo. Nos maravilla la excelencia de este Salmo. De nuevo, es una obra de arte, es una poesía magnífica. Repito, se nos pierde parte de la forma en la traducción. Se difumina, pero el sentido sigue vivo. Ocho versos empezando con cada letra del alfabeto. Te reto a que lo hagas. Cada uno en su lengua materna. En castellano, en catalán, en rumano, en inglés. Escoge tu lengua materna y ponte a hacer este ejercicio. Te aseguro que es algo impresionante. Algo hermoso. Este Salmo es una obra de arte en su forma, en su estética, en su belleza, en su mensaje, y de ahí la lección espiritual para nosotros. Hermano, hermana, dale lo mejor al Maestro. Lo mejor al Maestro. Corre por ahí ese mito, que no sé de dónde sale, de hacer las cosas de cualquier manera. Bueno, es para el Señor. El Señor ve la intención del corazón. No. No le ofrezcas al Señor lo que no le regalarías a un amigo, porque quedarías mal con él. No presentes delante del Señor lo que no entregarías a tu jefe, porque te diría que eres un chapucero. Dale lo mejor al Maestro. Si para el mundo un 10, para el Señor más. Cada acto de devoción a nuestro Señor que se va buscando a la máxima excelencia. Lo que tienes delante, este Salmo, es una absoluta obra de arte. Una obra de arte. ¿Qué elección espiritual para nosotros? Sea cual sea tu servicio al Señor con excelencia. Sea cual sea tu trabajo brillante. Sea cual sea tu forma de adorarle con gloria. María de Betania trajo a los pies del Señor y derramó una botella, pero no era de vinagre, era de perfume de nardo puro. Que sea esa tu adoración al Señor. Dejemos de pensar que porque es para el Señor cualquier cosa vale. Con excelencia para Él, no te equivoques, da lo mejor al Maestro. Primera lección espiritual que vemos en la forma de este Salmo. Nos maravilla la excelencia de este Salmo. En segundo lugar, vemos otra lección espiritual hermosa. Dios es didáctico. Dios es un maestro por excelencia. El autor bíblico, inspirado por el Espíritu Santo, ha escrito este hermoso Salmo con un lenguaje comprensible para nosotros, siguiendo un acróstico, con una rima, con una métrica, para que sea fácil de recordar, fácil de entonar, fácil de cantar, para que para nosotros sea fácil escuchar, fácil aprender, fácil aplicar. Señor, es un maestro. Nuestro Dios quiere que aprendamos y que le sirvamos. Yo veo esa capacidad didáctica del Señor y la imagen que me viene a la mente es un padre que se agacha para ponerse a la altura de su hijo de cuatro añitos, ¿verdad? Y lo mira a los ojos y adaptando el lenguaje, escogiendo las palabras, le está explicando cosas muy profundas de manera que él lo pueda entender. Ese amor, esa ternura, ese cuidado, exactamente eso es lo que Dios hace con nosotros. Porque nos ama, quiere comunicarse con nosotros, quiere que le obedezcamos, quiere que le sirvamos. Dios es didáctico, nos enseña como un padre amoroso, quiere que aprendamos y que recordemos. El Señor usa ejemplos, usa historias, usa parábolas, usa poesías, usa metáforas. Él es la vid, nosotros los pámpanos. Él es el buen pastor de las ovejas. Él es la puerta. Para que recordemos su sacrificio nos deja el pan y el vino. Esto es un sermón visual para cada uno de nosotros, para que recordemos su entrega, para que nos apropiemos de él. Para recordarnos la vida nueva, la muerte, la resurrección, el lavamiento de los pecados nos da el bautismo y cada vez que hay un bautismo es un sermón vivo delante de nosotros. Nos damos cuenta como el Señor es el maestro de maestros y quiere hablar a nuestros corazones. Es el hombre el que complica las cosas. Los filósofos complican las cosas, los políticos más todavía. Hay teólogos que escriben grandes libros para hacer lo sencillo complicado. Cuando el Señor lo que hace es lo complicado sencillo. Y habla a nuestros corazones. Te lo pone fácil. El problema no está en la palabra del Señor, está en tus oídos y en tu corazón. Él te lo pone fácil delante de ti, se comunica. Señor Jesús vino a la tierra y no le llamaban el sabio ni el culto, le llamaban Rabí, el maestro. Exactamente, es el mensaje que transmite este hermoso salvo. Y en tercer lugar, hemos dicho, extraemos de la forma de este Salmo, nos maravilla la excelencia de este Salmo. Dios es didáctico, es maestro. En tercer lugar, todo el lenguaje es para la gloria de Dios. Todo el lenguaje es para la gloria de Dios. El salmista usa la belleza y la riqueza del lenguaje humano para expresar con nuestras palabras lo hermosa que es su palabra. ¡Qué reto tan grande! Porque nuestras palabras siempre son limitadas. Tus palabras, mis palabras, nuestras palabras tienen el principal propósito de alabar a Dios. ¿Quién fue el primer ser humano que habló sobre la tierra? Adán. ¿Y con quién habló el primer ser humano sobre la tierra? con Dios. Aún no había sido creada Eva. ¿Verdad? Dios nos creó, Dios creó a Adán y lo creó como un ser humano con lenguaje, con la capacidad de expresarse. Dejémonos de esas tonterías de los hombres de Cromañón y los que vivían en las cuevas y gruñendo como animales, eso es una pamplinada. Desde el principio el ser humano ha sido diseñado, creado con Dios y por defecto ya tenía lenguaje para hablar con Él. y para escuchar lo que él le tenía que decir. Y luego en Babel, cuando Dios confunde las lenguas, también las inventa Dios. Os lo digo de otra manera, el ser humano no es tan inteligente como para inventar un idioma. Corre por ahí eso del esperanto, ¿verdad? Que no es más un corta pega, corta pega, corta pega. Pero el ser humano no es capaz de inventar y diseñar algo tan profundo y sofisticado como el lenguaje. Eso es invento de Dios. Y los idiomas que hablamos hoy son subproductos de los idiomas anteriores. Hablamos español. ¿Y qué es eso? Una mezcla de latín, griego, árabe, hebreo, no sé cuántas cosas más, ¿verdad? Pero el hombre no ha inventado nada. El idioma lo ha inventado Dios. Y si Dios te ha dado la capacidad de comunicarte, la capacidad de hablar, es en primer lugar para honrarle a Él con tus palabras y para edificar a tu hermano. Esa es la función del lenguaje. Adán y Eva ya sabían hablar. Hablaban con Dios, hablaban el uno con el otro. El ser humano nunca jamás hubiera llegado a crear algo tan sofisticado como un idioma. Las palabras son un regalo de Dios. ¿Vives tus palabras como un regalo de Dios? ¿Las usas para dar gloria a Dios? ¿Puedes hacer un repaso de todas las palabras que has pronunciado en esta semana? ¿Han sido para edificar a tu prójimo y para honrar el nombre del Señor? ¿Qué hacemos con esas palabras hirientes? con los reproches, con las murmuraciones, con los insultos, con las quejas. ¿Qué hacemos con eso, hermanos? Borremos todas esas palabras de nuestra lengua. Dios nos ha dado oídos, lengua, lenguaje, Dios nos ha hablado y nosotros tenemos la bendición de poder hablar con Dios. Usa tus palabras para su gloria. Él es dueño y Señor de todas las palabras que pronuncies, hasta la última, y vas a rendir cuentas delante de Él de todas las palabras que pronuncies. Y con todas nuestras palabras no alcanzaremos nunca a expresar toda la grandeza y la belleza de nuestro Dios. El Señor todo lo puede, el Señor todo abarca. Usa de la A a la Z para lavar su nombre. Es lo que está haciendo aquí el salmista. Cada una de las letras del alfabeto, Señor, rendidas a tus pies para tu gloria, para alabarte a ti, para honrar tu nombre. Que él sea de verdad el alfa y la omega en tu andar cotidiano, en tu vida, y tu lengua le sirva a él. Así que, en primer lugar, el primer gran asunto de este Salmo es la forma de este Salmo. En segundo lugar, podemos meditar sobre el tema de este Salmo. ¿Cuál es el tema central de este Salmo? Es un Salmo sorprendente, porque es la Palabra de Dios hablando sobre la Palabra de Dios. El Salmo 119 expresa las alabanzas por la Palabra del Señor, los mandamientos del Señor, los estatutos del Señor, la ley del Señor, todos esos sinónimos que encontramos ahí. El tema central de este Salmo es exaltar la Palabra de Dios para que tú y yo nos maravillemos de la Palabra del Señor y dependamos de la Palabra del Señor. Al leer este Salmo, estudiarlo, yo no podía dejar de recordar el cantar del mío Zit. Los que conozcáis esa pieza de literatura castellana hermosa, Un poema épico que resalta las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, el cidcampeador, ¿verdad? El héroe de la reconquista de la península frente a los árabes. Ese héroe nacional merecía un poema, como el cantar del mío cid. Una obra de la Edad Media, la podéis leer con lenguaje de la Edad Media, si os atrevéis, o con castellano moderno, que también se ha hecho una adaptación. No son nada más y nada menos que tres mil setecientos treinta y cinco versos, exaltando las virtudes, la épica, el carácter, el honor de este héroe, como era el Cid Campeador, el famoso poeta que resalta la virtud del Cid. digo que leía el Salmo 119 y no dejaba de recordar el cantar del miocid pero en esta ocasión nuestro héroe en el Salmo 119 porque es una oda exaltando las alabanzas de nuestro héroe es la palabra del Señor y es un canto de gratitud continua a Dios por su palabra y es una súplica continua a Dios para que nos recuerde su palabra Y es una meditación continua en su palabra, que es lámpara a mis pies, que es mi guía, que es mi sustento, que es mi consuelo, que es mi consejero. El Salmo 119 es ese canto, ese poema para exaltar las virtudes de la palabra de Dios, con un corazón lleno de admiración y de dependencia en la palabra del Señor. El personaje central, el héroe del Salmo 119, es la Biblia. Es la Palabra de Dios. Y el salmista está aquí maravillado. Es como si tomara la Palabra del Señor en sus manos y le estuviera diciendo lo preciosa que es. Y dando gracias a Dios por lo preciosa que es. Leyendo este Salmo me acuerdo, pues, de algunos padres primerizos, y no tan primerizos, ¿verdad?, que toman a su bebé en brazos y dicen, ¡qué guapo que es! Le van diciendo cosas bonitas, ¿verdad? ¡Qué preciosidad! ¡Qué tesorete! Es un poco la misma sensación. Tenemos la Palabra de Dios en nuestras manos y le estamos diciendo, ¡qué hermosa eres! ¡Qué bendición tenerte! ¡Cómo eres guía para mi vida! ¡Cómo en ti encuentro consuelo y dirección! Y diciéndole al Señor, ¡recuérdamela! ¡Hazme andar en tus estatutos! Porque son mi delicia, porque son mi consejero, continuamente. Spurgeon llama a este Salmo el santo soliloquio ante la Biblia abierta. Es eso como si abrieras la Biblia y estuvieras hablando de la Biblia con Dios y con la Biblia delante. Le dijeras lo hermosa que es y miraras al cielo para darle gracias a Dios por lo hermosa que es. Si tenéis el Salmo 119 delante de vosotros mirad versículo 24 pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros. Versículo 50. Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado. Versículo 72. Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata. Versículo 105. Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera mi camino. Versículo 114. El tema central del Salmo 119 es la belleza de la palabra de Dios. Y el Salmo 119 lo expresa de forma cercana, abierta, práctica, de qué manera y hasta qué punto tú y yo dependemos de la palabra de Dios. Dependes más de lo que tú crees de la palabra de Dios. Es tu alimento espiritual. Cuán maravillosa es para la vida del creyente. La palabra del Señor es perfecta, es hermosa, es suficiente, es completa. En la palabra del Señor tenemos lo necesario para encontrar paz en los días de aflicción. para crecer en gratitud en los días buenos, para hallar consuelo en medio del dolor, para tener luz en el camino, para hallar sabiduría en medio de las decisiones difíciles, tenemos la Palabra del Señor. El problema, hermano, nunca va a estar en la Palabra del Señor, el problema está en ti y en mí. No es que la Palabra no sea suficiente, es que tú y yo no la conocemos lo suficiente, no abundamos en ella lo suficiente, no la vivimos lo suficiente. El problema está en lo que el Señor ha pronunciado para nuestro bien. El problema está en nuestros oídos, que son tercos. Nunca pongas en entredicho la palabra del Señor. Sea Dios veraz y todo hombre mentiroso. La palabra de Dios es perfecta. Como leemos en 2 Pedro 1-3, todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder. Segunda de Timoteo 3, 16. Toda la escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Cómo exalta la palabra de Dios la grandeza de la palabra de Dios. Y el salmista habla, pero habla de forma privada. Esto es hermoso, verlo en este salmo. Habla de forma privada, a solas con el Señor. Habla al Señor con respecto a la palabra. Destaca la cercanía de la relación con Dios, la exclusividad de esa relación con Dios. Dicho de otro modo, y aquí hay muchos niños de iglesia. Yo mismo he sido niño de iglesia. Y todos los niños de iglesia hay un momento en sus vidas que tienen que abrir los ojos y entender que no van a heredar la fe de los padres, sino que es un encuentro personal con el Señor Jesucristo de cada uno de ellos. Así como el salmista habla de tú, habla personalmente con Dios. Cada uno de nosotros tenemos que acercarnos de esa misma manera al trono de la gracia. El salmista habla de forma privada, como si estuviera solas con el Señor. porque el Salmo 119 habla de tu corazón y habla de la medicina que necesita tu corazón, sea cual sea la dolencia y sea cual sea la época de la vida en la que estés. El Salmo 119 se nos presenta delante de nosotros como una maravillosa radiografía del corazón humano. Lee el Salmo 119 y te vas a sentir identificado. En una o muchas de sus secciones, Juan Calvino dice que este salmo describe la anatomía de todas las partes del alma, porque no hay un solo afecto que alguien pudiera encontrar en sí mismo cuya imagen no está reflejada en este espejo. Todos los dolores, tristezas, temores, recelos, esperanzas, preocupaciones, ansiedades, en resumen, todas las emociones inquietantes que suelen agitar las mentes de los hombres, el Espíritu Santo las ha expresado aquí exactamente. Estés como estés, estés donde estés, lee el Salmo 119. Va a hablar a tu corazón, porque refleja dónde nuestra alma batalla. La relevancia y la aplicación cotidiana de este Salmo es tremenda para nosotros. El énfasis del Salmo 119 está en la Palabra de Dios y el énfasis en tu vida cristiana debiera estar en la Palabra de Dios. Y hay tantos cristianos despistados que están buscando otras cosas. La palabra del Señor es el centro. Y es triste comprobar que a veces para algunos creyentes o en algunas iglesias o en algunas instituciones que se llaman cristianas, la Biblia es puramente anecdótica. No es el centro y no están basados en la palabra del Señor. Se reemplaza la Biblia con historietas, con anécdotas personales, Como dice el apóstol Pablo con fábulas profanas y de viejas, con dogmas de hombres, con psicología barata. En algunos círculos la Biblia ha desaparecido. Desaparecido por completo para dar lugar a doctrinas de hombres. Y tú y yo no necesitamos doctrinas de hombres. Necesitamos escuchar la voz de Dios. Necesitamos vivir vidas plenas en la palabra del Señor, sola escritura, sola escritura. Todo lo que necesitas para andar por el camino de esta vida agradando al Señor, está en la palabra. Amando a tu esposa, sirviendo a tus hijos, sirviendo en tu iglesia, siendo luz en este mundo, está en la palabra. Todo lo que necesitas para vivir en un mundo de adversidad, donde hay pruebas de todos los tamaños y de todos los colores, está en la Palabra. Todo el consuelo, toda la sabiduría, toda la dirección, está en la Palabra. Y en este tema vamos a estar abundando en los próximos sermones, porque aunque leamos el Samo 119 y pueda parecer que es un poco más de lo mismo, cada una de estas secciones tiene su énfasis. Cada una de estas secciones es un nuevo brillo de la Palabra de Dios hablando a nuestro corazón en momentos de adversidad, buscando la felicidad, tomando decisiones. Así como Dios en el Edén formó a Adán del polvo de la tierra y sopló en él aliento de vida. Ahora tú y yo estamos siendo recreados por la palabra de Dios. Y cada vez que escuchas la palabra de Dios, meditas en la palabra de Dios, lees la palabra de Dios, es como si Dios mismo soplara en ti y está creando algo nuevo. Cada vez que te acercas a la Biblia, eres diferente. Dios está haciendo algo nuevo en ti, soplando su aliento de nueva vida espiritual. Hemos meditado en la forma de este Salmo, hemos meditado en el tema central de este Salmo, en tercer y último lugar. Vamos a meditar en el autor de este Salmo. Y estarás pensando, David, ¿y qué vas a decir sobre el autor de este Salmo si el mismo Salmo no dice cuál es el autor? Normalmente los salmos tienen, verdad, un encabezado donde explica quién es el autor. Y tenemos, la mayoría de salmos son de David, pero también hay salmos de Asaf y salmos de Moisés, etc. ¿Quién es el autor del salmo 119? Hay diferentes teorías, claro. Hay quienes incluso atribuyen este salmo a Daniel. buscando paralelismos entre el Salmo 119 y el libro de Daniel, paralelismos en lenguaje y en expresiones. Generalmente se atribuye a David, el rey David. ¿Por qué? Porque el libro de los Salmos es fruto de su trabajo, ¿verdad? El dulce cantor de Israel, lo llama Segunda de Samuel 23, el dulce cantor de Israel. Dicho de otro modo, normalmente cuando no se nos dice el autor, el autor es David, porque es el autor general de este libro. Por ejemplo, el Salmo 2 tampoco se nos dice quién es el autor. Y sin embargo, en Hechos de los Apóstoles, capítulo 4, los apóstoles mencionan el Salmo 2 y dicen que es de David. Así que no cometeremos un grave error en decir que el autor del Salmo 119 es el rey David. Ahora bien, dejando a un lado si es David o no, el autor realmente lo importante no es quién era el autor, sino qué era el autor. Y aquí está el punto clave. El autor del Salmo 119 es el rey de Israel. el rey de Israel. La conexión de este Salmo con la realeza no solamente apunta a David. Pudiera haber sido compuesto por Salomón o incluso por el joven Josías. Recordamos que Josías empezó a reinar con nueve añitos, lo cual tendría mucho sentido el versículo 9. ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Y parece que el Salmo 119, más que un salmo, es casi una recopilación de salmos. Es como si el rey de Israel hubiera estado escribiendo ese Salmo 119 a lo largo de su reinado, describiendo todas las dificultades que ha encontrado y cómo ha encontrado consuelo en la palabra de Dios. Es casi una biografía en poesía de lo que ha sido su reinado. sus experiencias, su relación con la ley del Señor en las diferentes etapas de su vida. Y repito, existe una fuerte relación entre la monarquía de Israel y la Palabra de Dios. Hemos leído antes en Deuteronomio 17. La monarquía no es de creación humana. Recordemos que Dios escogió a David como rey. Por tanto, el rey es representante de la voluntad de Dios. y es garante de la ley de Dios entre su pueblo, el fundamento de la monarquía de Israel era el pacto que Dios había hecho con David, Dios le promete a David un trono que no tendrá fin. Israel no podía tener cualquier rey, lo hemos leído antes, no como las demás naciones, un rey de entre tus hermanos, que no acumule riquezas para sí, que no busque su propia grandeza, que no se enseñore del pueblo. ¿Y cómo será eso posible? Pues porque tendrá que leer la ley del Señor y crecer en el temor de Jehová cada día. De manera que siendo rey de Israel entienda, comprenda quién es el verdadero rey de Israel, el rey de reyes. Y que él como rey es solamente un instrumento en las manos de Dios. para llevar a cabo sus propósitos. Para ello era vital que el Rey meditara en la Palabra de Dios, guardara los mandamientos del Señor, los estatutos del Señor todos los días de su vida. Deuteronomio 17-18 Y cuando se siente sobre el trono de su reino entonces escribirá para sí en un libro la copia de esta ley del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas y lo tendrá consigo y leerá en él todos los días de su vida para que aprenda a temer a Jehová su Dios para guardar todas las palabras de esta ley y de estos estatutos, para ponerlos por obra, para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del manamiento a diestra ni a siniestra, a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel. ¿No suena eso al Salmo 119? El Salmo 119 es el canto del Rey. clamando al Señor, diciéndole, Señor, que yo ande en tus estatutos, que yo guarde tus preceptos, que tu ley sea mi delicia, que sea lámpara a mis pies en mi camino, que guíe mis decisiones, que me dé consuelo en la adversidad. El Salmo 119 es el canto del Rey, alabando al Señor por su palabra y pidiéndole que la ley del Señor nunca se separe de su corazón. Estas son palabras de Jehová a David, pero del mismo modo el Señor le habla a Salomón. En Primeros Reyes 9, versículos 4 y 5, Dios le dice a Salomón, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado y guardando mis estatutos y mis decretos, yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como hablé a David, tu padre. Guardar los estatutos del Señor. Salomón no los guardó, ¿verdad? Y el reino se partió. Y el reino se partió. El lenguaje del Salmo 119 va en esta dirección. Y en este Salmo el Rey está alabando la Palabra de Dios, meditando en ella para guardarla en su corazón para bien del pueblo, para bien de su reinado y para honrar al Señor. Y el Salmo usa continuamente esta expresión, con todo mi corazón, con todo mi corazón, sinceramente. El deseo del rey es guardar la palabra de Dios, vivirla, enseñarla, ser fiel al pacto con Dios. Versículo 11. En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti. Versículo 69. Contra mí forjaron mentir a los soberbios, mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos. Versículo 58. De modo que el rey debía tener muy presente siempre la palabra del Señor, para temer al Señor en su corazón, para obedecerle. Pero no sólo el rey, ¿verdad? Estarás pensando, ¿esto aplica a todos los cristianos? Por supuesto los pastores tenemos una responsabilidad en la iglesia local de vivir la palabra, enseñar la palabra, recordar la palabra. Por supuesto los que sois padres de familia, cabeza en el hogar, tenéis esa responsabilidad de encarnar el evangelio, ilustrar el evangelio, recordar el evangelio constantemente a los vuestros. Y lo mismo es cierto de cada creyente. La fidelidad a la palabra del Señor. Es lo que trae gozo, sentido y esperanza. Pero el mundo nos va a decir muchas otras cosas, hermanos. Continuamente oímos cantos de sirena que quieren despistar nuestra atención. No se trata de deshacerte de gente tóxica. Qué de muda está eso, ¿verdad? ¿Sabes? Si tuviéramos que deshacernos de la gente tóxica, tendríamos que salir de este planeta. ¿Sí? No se trata de hacer buenas inversiones para garantizar tu futuro. No sabes si vas a llegar a la jubilación. No lo sabes. No se trata de sentirse realizado con tu trabajo. No se trata de guardar esa nueva dieta que acaba de seguir. Cantos de sirena que solamente pretenden distraer tu atención. Oirás mil caminos a la Felicidad. Pero el todo del hombre es esto. Guarda la palabra del Señor en tu corazón. Ámala de todo corazón. Medita en ella, cómetela. Como decía Spurgeon de John Bunyan, hasta que corra por tus venas biblina. que seamos Biblias andantes, porque estamos empapados de la palabra del Señor. Lee el Salmo 119 con un corazón agradecido al Señor. Señor, que tus estatutos no se separen nunca de mí. De hecho, así se expresa la devoción por Jesús, con obediencia. ¿Qué dijo el Señor Jesús? Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Juan 15, 14. Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y al igual que yo, tú también estarás esperando ese día en el cual llegues a su presencia y querrás escuchar estas palabras. Bien, buen siervo y fiel. Es todo lo que deseamos escuchar, ¿verdad? Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te entra en el gozo de tu Señor. ¿Qué es lo que somos tú y yo en esta tierra? Siervos fieles. Por tanto, el Señor manda y yo obedezco. Parece sencillo, ¿verdad? Ay, pero hay que luchar con nuestro orgullo. ¿Y de qué manera? ¿Y de qué manera? Así ha sido desde el principio, hermanos. La fidelidad, la lealtad, el amor al Señor siempre se ha expresado por medio de la obediencia. Adán recibió instrucciones de Dios. Debía guardar la palabra del Señor en su corazón y seguir sus instrucciones fielmente. Trabajar en el huerto, protegerlo, instruir a su esposa y guiarla, disfrutar del Edén, no comer del árbol prohibido. Pero Adán no puso por obra lo que Dios le había encomendado. ¿Y dónde estaríamos ahora si nuestros primeros padres hubieran guardado la ley del Señor? Pero hazte la misma pregunta tú. Nos la hacemos tú y yo. ¿Dónde estarías tú si hubieras guardado la ley del Señor? Te puedes hacer muchos reproches. Todos miramos atrás a nuestra historia y decimos, ay, si no hubiera dicho, si no hubiera ido, si no hubiera hecho, si no hubiera... Podemos tener muchos reproches en nuestra vida. Pero no se resumen así. Si yo hubiera conocido la ley del Señor, si yo hubiera guardado la ley del Señor, si hubiera aplicado la ley del Señor, ¿Qué diferente, verdad? Hubiera sido todo en nuestra vida. Porque al fin y al cabo ese es el signo del hombre, escuchar la palabra del Señor, guardar la palabra del Señor y obedecerla de forma leal a nuestro Rey. De nuevo dice Calvino sobre este salmo, El Señor nuestro Dios aquí nos enseña como si fuera un ABC con un cántico excelente entre muchos por el cual podemos aprender a manejar y ordenar nuestras vidas. El Salmo 119 está lleno de sabiduría del Señor para vivir la vida confiando en sus estatutos. Y tú y yo podemos ahora entonar este Salmo y la palabra de Dios es nuestra guía y nuestra protección. Así que lee el Salmo 119 y únete al canto del salmista. Entónalo como tuyo. Versículo 10. Con todo mi corazón te he buscado, no me dejes desviarme de tus mandamientos. ¿Puedes decir eso al Señor? Versículo 36. Inclina mi corazón a tus testimonios. Versículo 145. Clame con todo mi corazón, respóndeme Jehová y guardaré tus estatutos. Así que este Salmo del Rey de Israel puede ser entonado por ti y por mí porque nuestro anhelo es el mismo. Es sujetarnos a la ley del Señor. Es entonado por el Rey de Israel porque era su deber cumplir perfectamente con la ley y enseñarla al pueblo. Pero sin duda este salmo describe el anhelo de cada uno de nosotros. Un anhelo que no cumplimos, un anhelo que no alcanzamos. Porque deseamos cumplir la ley del Señor y a la vez nos damos cuenta de que no cumplimos la ley del Señor. Hay pero hay uno que perfectamente cumple la ley del Señor. Este salmo escrito por un rey de Israel está apuntando al rey, con mayúsculas, de Israel, al rey de reyes. Y al final son palabras de David o de Salomón, pero son palabras de nuestro Señor Jesucristo. Nos está hablando del Mesías, aquel que había de venir. Estarás pensando, ¿entonces el Samo 119 le habla de David o habla de Jesús? Mira, dice un comentarista que leas el Samo 119 con el ojo izquierdo puesto sobre David y el ojo derecho puesto sobre Jesús. Bueno, lo dice de forma figurada, ¿sí? Que vamos a quedar todos bizcos, ¿sí? El Salmo 119 es David hablando de él como rey queriendo, deseando cumplir con la ley del Señor. El Salmo 119 habla de aquel hijo de David que había de venir, que perfectamente cumple con la ley del Señor. Nuestro rey que guarda perfectamente la ley, cuyo reino será incomovible, tal como Dios ha prometido. porque al fin y al cabo Jesús es nuestro rey. De nuevo, escucha estas palabras que Dios le dice a David y dime si no están hablando de Jesús de Nazaret. Cuando tus días sean cumplidos y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre. Aquí estamos. y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Mi reino no es de este mundo, dijo el Señor. Un reino incomovible. Yo le seré a él padre y él me será mi hijo. Palabras del Señor a David, pero no están hablando de aquel que había de venir. Nuestro Señor Jesús, Él cumplió perfectamente la ley del Señor. Él guardó perfectamente los estatutos de Dios. Nadie como Él cumpliendo la voluntad del Padre. Jesús dijo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. Y en Getsemaní dijo, Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como tú. Este es el Rey que había de venir. No me extraña que de Él el Padre diga, este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia. Sabes, Dios miró desde los cielos y empezó a mirar cada uno de nosotros. No, no, no, no, no. Lo siento. No, no, no. Y cuando miró a Jesús dijo Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia. Él es el perfecto hombre, el perfecto rey. Perfecto profeta, perfecto sacerdote, el que había de venir a cumplir la ley perfectamente y como rey sobre todo nosotros, instruirnos y recordarnos la ley del Señor perfectamente. Él es el cumplimiento de la ley de Dios. Jesús es el cumplimiento de la palabra de Dios, tanto que Él es la palabra de Dios hecha carne. Tenemos la Biblia en papel delante de nosotros, pero Jesús es la palabra de Dios hecha carne, viviendo entre nosotros, cumpliendo perfectamente con la ley del Señor. El verbo de Dios tomó forma humana y habitó entre nosotros. Hasta cinco veces el Salmo 119 dice que la ley del Señor es mi delicia. La ley del Señor es mi delicia. Que tú y yo nos podamos acercar a este Salmo y no solamente ver lo hermosa que es la palabra del Señor, sino que podamos decir Jesús, el cumplimiento de toda la ley de Dios. Jesús, mi Rey, Él es mi delicia. Amén. Oremos. Señor, gracias por tu palabra maravillosa. Gracias porque en ella tenemos toda la sabiduría, la protección, la dirección, el consuelo que necesitan nuestros corazones. Gracias, Señor, porque nos acercamos a ella con un deseo de obedecerte y de servirte, pero gracias también porque nos damos cuenta de nuestra imperfección. Pero gracias, Señor, que, aun siendo imperfectos, Tú, Señor, nos has dado un Rey perfecto, Cristo Jesús. Él cumple perfectamente la ley. Él es el verdadero Rey. A Él seguimos. En Su obra nos acogemos. Señor, gracias por Su vida, por Su obediencia, por Su sacrificio, por Su resurrección. Gracias porque Él nos representa y en Él tenemos nueva vida. Te pedimos, Señor, que acudamos a Tu palabra con este corazón humilde, sabiendo que Tú nos das nueva vida a través de ella. En el precioso nombre del Señor Jesús te lo pedimos. Amén.
Introducción a "El gran Salmo"
Series El gran salmo
Sermon ID | 126251918101877 |
Duration | 51:20 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Psalm 119 |
Language | Spanish |
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