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Buenas tardes, hermanos. Bienvenidos sean todos a la Casa del Señor, especialmente si nos visitan esa tarde. Vamos a buscar en nuestras Biblias el libro de Segunda de Corintios y tener una lectura en preparación para la meditación de esa tarde. Segunda de Corintios, capítulo 10, puestos de pie. Segunda de Corintios, el capítulo 10. Es leo del versículo 1 al versículo 9. Segunda de Corintios, el capítulo 10. Yo, Pablo, os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo. Yo que, estando presente, ciertamente soy humilde entre vosotros, mas ausente, soy osado para con vosotros. Ruego, pues, que cuando esté presente no tenga que usar de aquella osadía con que soy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne. Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. Miráis las cosas según las apariencias, Si alguno está persuadido en sí mismo que es de Cristo, eso también piense por sí mismo. Como el que es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo. Porque aunque me gloríe algo más todavía de nuestra autoridad, la cual el Señor nos dio para edificación y no para destrucción, no me avergonzaré. Para que no parezca como que os quiero amedrentar por cartas. Aquí en la lectura de la palabra, vamos a repetir todos juntos en voz alta el Padre nuestro. En la oración modelo de nuestro Señor Jesucristo, en los tiempos de Santa Cena, recordamos esta oración y repitamosla con sinceridad, pensando en las palabras, en las peticiones, muy conocida, pero fijémonos bien en lo que estamos orando al Señor. Si no saben las palabras, está en el Mateo, capítulo 6 y el versículo 9, en la segunda parte. Todos juntos en voz alta al unisón. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos metas en tentación, mas líbranos del mal, porque tuyo es el reino y el poder y la gloria por todos los siglos. Amén. Sentémonos, hermanos. Cuando uno escucha una melodía y la sigue recordando a través del día y aún en la noche sin fin, ¿verdad? Tiene uno lo que en inglés llaman un earworm, literalmente un gusano en el oído. Un gusano auditivo, lo traduce en los diccionarios, un gusano auditivo. O también se traduce la expresión, una música infecciosa. No sé si les pasa a eso a ustedes, ¿verdad? Que escuchan una melodía y ahí está la melodía, se repite día y noche. A mí me pasa, y no sé también, probablemente ustedes también si leen la Biblia, a mí me pasa con frases de la Biblia. Que leo una frase en la Biblia y se me queda grabada y la vuelvo a recordar día y noche. Ahí está esa frase repitiéndose y repitiéndose. De hace tiempo, probablemente desde hace un año, Traigo un earworm, un gusano auditivo, de la frase de 2 Corintios 10.1, la frase que dice, la ternura de Cristo. Yo, Pablo, os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo. Ternura de Cristo. Ahora, yo sé que la única manera de sacar ese gusano auditivo es predicarlo. Y es lo que trataré de hacer brevemente esta tarde, de 1 Corintios, 2 Corintios 10.1, esta frase, la ternura de Cristo. Y la organización de la meditación es sencilla. Primero aprenderemos qué es la ternura de Cristo. Luego veremos unos ejemplos de la ternura de Cristo. Y terminaremos con unas aplicaciones de la frase, la ternura de Cristo. Pero antes de esta meditación, una advertencia. Esa tarde enfatizaremos la ternura de Cristo, su compasión, su amor, su misericordia, su paciencia. Pero no crean que Cristo no se puede enojar. No crean que Cristo no nos puede juzgar a nosotros y castigar con ira, santa. Esa conclusión es falsa. El Señor sí se puede enojar. De hecho, hay un Salmo, el Salmo 7, que nos dice, el Señor está airado contra el pecador todos los días. Un incidente que se repite en los evangelios, por cierto, a veces al principio del evangelio, como en Juan o a veces al final del otro evangelio. Pero tenemos la historia cuando nuestro señor Jesucristo purificó el templo. Así es la historia llamada la purificación del templo. Y nos dice un evangelio que el señor hizo un látigo. Él mismo fabricó un látigo y echó fuera del templo a los comerciantes ladrones, volcando sus mesas, sacando sus bestias, tirando su dinero. Y nos lo podemos imaginar, por supuesto, en tono muy aurado, muy enojado, sacando esos ladrones del templo. Han hecho de la casa de mi padre, la casa de oración, una casa de ladrones, una cueva de ladrones, por supuesto. Y lo hizo con mucha ira santa. También otro ejemplo de esto es en Apocalipsis, una frase muy paradójica, pero cierta, la ira del Cordero. Qué paradójico, ¿verdad? La ira del Cordero. Será tanta la furia de Cristo al final contra aquellos que no obedecen al Evangelio, que nos dice en Apocalipsis que los incrédulos dirán a los montes, caigan sobre nosotros. Escóndanos del rostro de Aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero, porque el gran día de su ira ha llegado, y ¿quién podrá sostenerse en pie? Entonces, la advertencia está confirmada. Esa tarde recalcaremos la ternura de Cristo, pero no olviden que su ternura está limitada por su santidad, la perfección de su justicia. Muy bien, con esto en mente, comencemos nuestra meditación. aprendiendo qué es la ternura de Cristo. ¿Qué es la ternura de Cristo? Ternura, como decía mi padre, ¿verdad? Love, en inglés, la palabra amor, en inglés, no se puede decir enojado. Se tiene que decir calmado. Y esa es una de esas palabras que uno no puede decir enojado, ¿verdad? Ternura. Ternura se tiene que decir con calma, con suavidad. La palabra nos lleva, nos provoca eso. Ahora, ternura, nos dice el diccionario, es la virtud de ser amable, dulce, afectuoso. Y es de notarse que el apóstol intensifica el sentimiento de esta virtud al acompañarla con la mansedumbre de Cristo. Esa virtud de ser bueno, afable, considerado, suave con los demás. Tenemos entonces aquí esa doble emoción, ese doble sentimiento, esa doble virtud, la mansedumbre y ternura de Cristo. Pablo usa otra palabra y es otro contexto, pero expresa lo mismo al decirnos en 1 Tessalonicenses 2, 7, una ilustración de esto. Vean en sus Biblias 1 Tessalonicenses, el capítulo 2 y el versículo 7. Primero en el capítulo dos y el versículo siete. Y de esto se trata. El apóstol dice antes fuimos tiernos entre vosotros como la nodriza, la enfermera, nosotros diríamos la nana. como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos, tan grande es nuestro afecto por vosotros que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, porque habéis llegado a sernos muy queridos. Y de eso se trata la ternura de Cristo. Ser tan amable, tan dulce, nos trata con tanta suavidad, tanta bondad, y esto por el grande afecto, el grande amor que nos tiene. Pablo dice aquí que de haber podido él, hubiera dado su vida por los estadounidenses, pero Cristo ciertamente nos amó. y dio su vida por nosotros. Tanto afecto y, por supuesto, se multiplica, se intensifica al infinito la ternura de Cristo en comparación con esa nodriza, en comparación con el amor y afecto del apóstol Pablo. Muy bien, ahora veamos unos ejemplos de la ternura de Cristo para entenderla mejor. Por supuesto, hay muchos ejemplos de la mansedumbre y ternura del Señor, pero vamos a ver una selección. Un buen ejemplo de esto lo tenemos en Isaías, Isaías capítulo cuarenta y el versículo once. Isaías capítulo cuarenta y versículo once. Ustedes pueden leer el contexto, habla de Juan el Bautista, habla del señor y nos dice Isaías cuarenta once como pastor apacentará su rebaño en su brazo, llevará los corderos en su seno, los llevará, pastoreará suavemente a la recién paridas. pastoreará con con ternura a las recién paridas. Y ya que estamos aquí en Isaías, vamos a Isaías cuarenta y dos, unas páginas después, Isaías cuarenta y dos, ustedes van a reconocer el evangelio, Citado en el Evangelio, Isaías 42 dice, aquí mi siervo, yo lo sostendré, mi escogido, mi amado, en quien mi alma tiene contentamiento, he puesto sobre él mi espíritu, él traerá justicia a las naciones. Y luego aquí está algo de esa mansedumbre, de esa ternura, no gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles, no quebrará la caña cascada, Es decir, está como una ramita que está doblada, está casi por caerse. La mayoría de nosotros pensará, bueno, hay que trozarla, hay que quitar esta ramita. Y el Señor, no, no. El Señor la deja ahí, la cuida suavemente. Y luego dice, ni apagará la mesa que humillare. No sé, hace unos años estuvieron de moda las velas en las casas, ¿verdad? Y a veces quedaba la mechita ahí, pequeño de humo, ya por acabarse. Muchos de nosotros hubiéramos puesto un plato o algo para que ya se apagara la vela, pero el Señor no. El Señor deja esa mechita ahí, aunque esté ya humeando. Por medio de la verdad traerá justicia. No se cansará ni desmayará hasta que establezca en la tierra justicia y las costas esperarán su ley. Otro ejemplo de la ternura y compasión de Cristo, la misericordia y mansedumbre de Cristo, lo tenemos, por ejemplo, en Mateo 14, 14. Hay otros textos que nos hablan y nos dicen que el Señor vio a las multitudes y tuvo compasión de ellas y sanó a sus enfermos. al leer ese tipo de versículos. Recuerden, cuando el Señor veía a los hombres, veía a las multitudes, Él no los veía como nosotros los vemos. Nosotros vemos a la gente por fuera. Vemos a las multitudes por fuera. Pero nuestro Señor podía ver sus corazones. Podía verlos por dentro. Él veía a las multitudes y podía ver las lágrimas secretas. sabía qué mujeres estaban muy angustiadas por sus hijos. Él veía las multitudes y sabía cuánto sufrían los hombres por las cargas en sus trabajos y sobre todo por las cargas de sus pecados. Cuando él vio las multitudes, entonces nos dice un texto, las veías como ovejas que no tenían pastor. ese sentimiento aquí. Y entonces él veía a la gente con ternura y compasión real. Y pueden apuntar el texto que lo usamos mucho en esta iglesia y no va a ser la primera y última vez. Hebreos 4.14, Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión como cristianos, porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo, según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos pues confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Esa compasión y esa ternura. Él pasó por lo que nosotros pasamos y nos entiende y comprende. Y por eso actúa Él y nos trata con tanta ternura. A mí me gusta mucho el ejemplo de Marcos 10. Si tienen sus Biblias, creo que hay un himno que menciona algo de esto. Tal vez lo deberíamos de haber cantado. Creo que lo cantamos en Navidad, en los tiempos de Navidad. Marcos 10, 13. Marcos 10, 13. Y le presentaban, refiriéndose a nuestro Señor Jesucristo, le presentaban niños para que los tocase y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo, Jesús se indignó. Y les dijo, Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. De cierto digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía. Lucas, siendo médico, un doctor, en su evangelio usa una palabra específica aquí que se refiere a bebés, niños recién nacidos. Entonces, no se trata de niños diez, quince años, pero se trata de infantes, sobre todo de bebés. No sé ustedes, pero a mí me da miedo cargar bebés. Me da miedo. ¿Por qué? Porque, ¿y si se mueven? ¿Y si se me resbala? De ahí en frente de la madre, la madre me va a matar si se me cae el bebé. Me da miedo. Y también pienso, lo voy a tomar y a lo mejor no se me cae, pero me va a ver y se va a asustar y se va a poner a llorar, ¿verdad? No sé. Ahora, ¿se imaginan a esos bebés en los brazos de nuestro Salvador? ¿Se imaginan a esos bebés, a esos infantes, a esos niñitos, a esas niñitas en los brazos de nuestro Salvador? ¿Con qué ternura los ha de haber cargado? Yo, yo estoy seguro que si estaban llorando, asustados porque los discípulos estaban gritando a sus padres, reprochando y reprendiendo a sus padres, yo estoy seguro cuando el Señor tomó a esa bebé, tomó a ese bebé, se ha de haber calmado. Y me imagino como Nadia Paula, qué linda Nadia Paula, verdad que con todo se ríe, con todo sonríe. Yo me imagino a esos bebés sonriendo, viendo al Criador, viendo a su Salvador. que el punto es esa ternura de Cristo. También pueden apuntar aquí el pasaje de Mateo 9, 2. El hermano Martínez, Marcel Martínez, lo acaba de exponer. Es el pasaje donde nuestro Señor Jesucristo le dijo al paralítico, hijo, Hijo, tus pecados te son perdonados." Y al decir hijo, usa una palabra que connota afecto, amor familiar, gran ternura. Los eruditos del lenguaje nos dicen que pudiéramos traducir la frase, mi niño, mi hijo, Tus pecados te son perdonados. Tan fue la ternura de nuestro Señor Jesucristo para con ese hombre cuadripléjico. ¡Qué compasión, qué misericordia! También hay una expresión similar en Juan 21 5, si tienen sus Biblias, Juan 21 5, después de la resurrección, nuestro Señor Jesucristo se aparece a sus discípulos. Acuérdense, sus discípulos no creían que había resucitado. Increíble. Se les aparece. Aún hay algunos que no lo creen. Y luego nos encontramos con este incidente tan interesante que nos registra Juan, en el capítulo 21. Simón Pedro, dice el versículo 3, les dijo a los demás, voy a pescar. Ellos le dijeron, vamos nosotros también contigo. Fueron y entraron en una barca, y aquella noche no pescaron nada. Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa, mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo, ¡Qué rebeles ustedes! ¡Qué necios son! ¡Oigan ustedes! ¿Por qué están pescando? ¡No! ¡Qué ternura! ¡Qué compasión! ¿Hijitos? ¿Tienen algo de comer? Hijitos, allí incluye a Pedro, el que le había negado unos días antes. Incluye probablemente a la mejor a Tomás también, el dídimo. Y les dice con tanta ternura, tanta compasión, hijitos, Un último ejemplo de esto está en el versículo más breve del Nuevo Testamento. Versículo más breve del Nuevo Testamento, Juan 11, 35. Jesús lloró. Jesús lloró. Al sentir, al ver la multitud, al recordar a su amigo Lázaro, que había muerto, nuestro Señor lloró de ternura, compasión, Muy bien, creo que estos ejemplos son bastante evidencia de la gran ternura de nuestro Señor. Terminemos aplicando a nuestras vidas la frase, la ternura de Cristo. Primera aplicación. Aprovechemos hoy la ternura de Cristo para pedirle misericordia y que perdone nuestros pecados. Aprovechemos hoy, el día de hoy, la ternura de Cristo para pedirle misericordia y que perdone nuestros pecados. El leproso le pidió a nuestro Señor que tuviera misericordia de él. Y el Señor con toda ternura, y lo pudiéramos haber puesto como ejemplo también, por cierto, el Señor tocó, puso su mano sobre el leproso. Esto es increíble para los judíos, en primer lugar, porque era leproso. Nosotros también, para nosotros hoy en día probablemente nos diera asco tocar a una persona con llagas y con sida y tuberculosis y pensar ahí que vamos a tocar a esa persona inmunda. Pero nuestro Señor Jesucristo en su ternura, cuando el leproso le pidió, si quieres, puedes sanarme, puedes limpiarme, lo tocó. Si quiero, lo sanó. Hoy aprovecha este día que tenemos la ternura y compasión de Cristo todavía. Cada día que pasa se acerca el Día de la Ira del Cordero. Entonces, el Día de la Ira del Cordero será demasiado tarde. Pero hoy todavía la puerta está abierta. Hoy es el día de salvación. Acércate a Cristo. Amigo, hoy aprovecha la gran ternura de Cristo y pídele perdón por tu gran indiferencia a las cosas de Dios. Pídele perdón por tu increulidad. Pídele perdón que dudas tanto. Como cristiano, pídele perdón, Señor. Ten misericordia de mí, que soy tan malo, que soy tan débil. Pídele perdón por tu pereza espiritual. Pídele perdón por tus enojos, tus mentiras, tu legalismo, del cual hablamos esta mañana. Pídele perdón por tu... Y allí llena la línea. Cree de corazón estos ejemplos. Estas promesas de la gran ternura de Cristo. Acércate a Él y Él con mucha compasión y ternura se acercará a ti. Segundo lugar, vivamos la realidad de la ternura de Cristo para con nosotros. Aquí hablo especialmente a cristianos. Vivamos la realidad de la ternura de Cristo para con nosotros. Hermana, hermano, no vivas como si Cristo no fuera tierno, amable, bondadoso para con nosotros. Él nos ve cuando nos ve luchando contra la tentación que tanto nos asedia. Cuando nos ve luchando y batallando, no crean que él se burla de nosotros. Él no te dice a ti, qué tonto, qué necio. No, con ternura inagotable nos ayuda, intercede por nosotros y nos levanta de esas caídas. Es con gran ternura que ve cuando lloramos arrepentidos porque hemos caído una vez más por esos pecados crónicos. Él tiene mucha compasión, mucha ternura. Alguien ha dicho que es un gran pecado no creer en el amor de Dios. Lo mismo aquí. Es un gran pecado contra el Señor no creer en su gran ternura y compasión para con nosotros. Cuando lo dudes, ve a la cruz. Ahí demostró su ternura y compasión y misericordia al extremo. En tercer lugar, consideremos la ternura de Cristo para con nuestros hijos, para con los niños. Consideremos, aprovechemos, la ternura de Cristo para con nuestros hijos, para con los niños. Soy como los padres que llevaron a sus bebés, a sus niños, a Cristo. Nosotros también podemos hacerlo. Escuché un sermón que me motivó mucho. Entre una de las cosas que dijo el predicador fue, Dios ama a tus hijos más que tú, con un amor perfecto. Dios ama a tus hijos más que tú, con un amor perfecto. Y es cierto. Entonces, intercedamos por nuestros hijos todos los días, así como Job, y llevémoslos a Cristo en oración. Y Él tiene mucha, mucha compasión, misericordia y ternura con nuestros hijos, porque son hijos del pacto. Esto es glorioso. En 1 Corintios 7 dice, si uno de los padres es cristiano, los hijos son santificados, especialmente separados para el evangelio. Escuchen y que el Espíritu con toda ternura y compasión llegue a sus corazones. En Hechos 2 leemos, el evangelio es para nosotros y para nuestros hijos. O el punto aquí es, aprovechemos, consideremos la ternura de Cristo para con nuestros hijos. Especialmente aquellos que están lejos de Dios. Especialmente para aquellos que son rebeldes. Cuarta aplicación, imitemos la ternura de Cristo. Imitemos la ternura de Cristo. Seamos tiernos, mansos con los niños. Seamos tiernos, mansos con nuestros prójimos. Seamos tiernos con los enfermos, las personas lentas, las personas incrédulas, como la famosa hermana Tiburcia. la isla famosa allá, ¿verdad? Voy a otras iglesias y me preguntan, ¿verdad?, por la hermana Tiburcio. Y hay hermanas Tiburcios en todas las iglesias, les digo. Personas, hermanas o hermanos también, hermanos Tiburcios, tan difíciles, tan lentos en la cristiandad. Nuestra reacción debe de ser tertura, compasión. Y también aquí, Muy práctico esto. Y es lo primero. Somos responsables de tener cierta ternura con la esposa, el esposo, los hijos, nuestros padres. Esposa, a ver si no se te desmaya el esposo, pero comienza tu petición doméstica con estas frases. Te ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo que tú hagas esto." Y por supuesto, al hacer esa declaración, esa petición, demuestren ustedes esas virtudes. Es decir, no tan solamente es decir, te ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo, pero tú misma, tú misma tenés esa mansedumbre y esa ternura para con tu esposa. Eso va a cambiar toda tu relación. Padres, exhorten a sus hijos, aconsejelos comenzando con esta frase, te ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo que no llegues a las tres de la mañana. Pero tú demuestra esa actitud. te muestras actitud al hablarles y en tu vida diaria, que tú tienes esa mansedumbre y esa ternura, y eso los va a hacer pensar y obedecer y honrar, como veíamos en esta mañana de Deuteronomio 5, el quinto mandamiento. El punto es, imitemos la ternura de Cristo. En penúltimo lugar, recordemos la ternura de Cristo al pasar por tiempos difíciles. recordemos la ternura de Cristo al pasar por tiempos difíciles. El diablo nos hace pensar, y es tan astuto aquí el diablo, que el Señor es indiferente, totalmente indiferente a nuestras angustias. De hecho, a veces pasamos por cosas tan feas y terribles en nuestra familia, en nuestra vida, que el diablo nos hace pensar, Dios no te ama, es más, Dios es cruel. Si tú eres una hija, un hijo de Dios, ¿cómo permite esto? Dios es cruel. y te va a llevar al punto de hacer de pensar, Dios no existe. Mira. No, no, no, no, no, no, no, no. Cuando pasamos por tiempos difíciles, el Señor nos ve y nos ve con tanta compasión, tanta ternura. Y Él permite esas angustias y esos dolores. Y como leímos en Isaías 63, como leemos en Isaías 63, Él se aflige en nuestra aflicción. Y si permite esas cosas, es para nuestro bien. Es para nuestro bien y para que se extienda su reino, para que su iglesia crezca. Es así como nuestros padres tuvieron que ponernos vacunas. Me, me, no sé qué palabra usar aquí. Me chocó, me desanimó, me enojé, no sé qué palabra. Cuando Alejandra, mi hija, mandó una foto en WhatsApp de que iban a vacunar a Joy cuando era bebé, pero como ya tan chiquita que la van a vacunar. Y luego, para acabarla de molar, luego mandó cuando sale llorando la niña, pero como... ¡Joey! Pero nosotros, como adultos maduros supuestamente, debemos de pensar, bueno, es una vacuna para que no le dé esa grave enfermedad. La niña, la bebé, por supuesto, no sabe, no entiende, ella nada más siente el dolor. y vea a sus padres y ha de ser tan sorprendida, ¿verdad? ¿Pero cómo me trajiste aquí para que me inyectaran? Y así nosotros, ¿verdad? ¿Pero cómo? ¿Por qué me permites esta angustia y este dolor? Porque tú eres mi padre. Pero lo hace por nuestro bien, para vacunarnos de cosas más graves. En último lugar, por supuesto, admiremos a Cristo y adorémosle por su ternura para con nosotros. Admiremos a Cristo y adorémosle por su ternura, por su compasión, por su mansedumbre para con nosotros. Cristianos, hermanos, es por la ternura de Cristo, o para usar la palabra de Jeremías, es por la misericordia de Cristo que estamos vivos hoy. ¿Sí o no? Si conoces tu conciencia y todo lo que has hecho, y todo lo que no has hecho, esto es cierto. Cristo ha sido muy tierno, muy suave. De haber sido otras personas ya nos hubieran quebrado y nos hubieran apagado. Pero Cristo ha tenido mucha compasión de nosotros. Y es por su ternura, obviamente, como dice el salmista, que nos ha levantado, nos ha sacado de muchos pozos de la desesperación. Es por su ternura que nos llevará arriba a la gloria, para adorarle con Dios por toda la eternidad. Pura eterno, pura compasión. Pensemos en esas enseñanzas de la ternura de Cristo al participar de la Santa Cena. Por supuesto, la Santa Cena es una exposición gráfica de la ternura de Cristo. Es el evangelio que es tan tierno y misericordioso que dio su vida por nosotros. Vamos a orar y dar gracias a Dios por el pan y dar gracias a Dios por
La ternura de Cristo hacia ti
Meditamos sobre la ternura y compasión de Cristo.
Sermon ID | 12523202345861 |
Duration | 33:42 |
Date | |
Category | Sunday - PM |
Bible Text | 2 Corinthians 10:1 |
Language | Spanish |
© Copyright
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