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Y tú también por la sangre de tu pato serás salva. Y yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua. Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza. Hoy también os anuncio que yo os restauraré el doble. Porque he empezado para mí a judar como arco, e hice Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos, o Sion, contra tus hijos, o Grecia, y te pondré como espada de valiente. Y Jehová será visto sobre ellos, y su dardo saldrá como relámpago. Y Jehová el Señor tocará trompeta, e irá entre corbellinos del austro. Jehová de los ejércitos los amparará, Y ellos devorarán y hollarán las piedras de la honda, y beberán, y harán estrépito como tamado de vino, y se llenarán como tazón o como cuernos del altar. Y los salvarán aquel día Jehová su Dios, como rebaño de su pueblo. Porque como piedras de diadema serán enaltecidos en su tierra. Porque cuánta es su bondad, y cuánta su hermosura. y el trigo alegrará a los jóvenes y el vino a las doncellas. que otra vez es la primera parte de esta profecía. Recordamos que los capítulos 9, 10 y 11 son una sola profecía. Y aquí estamos estudiando en el capítulo 9 la primera parte de la profecía. Hoy vamos a estudiar el resto del capítulo, los reciclos 11 a 17, y vamos a pensar en un tema que espero que hayan visto en sus hojas. Un título que espero que haya capturado su atención. ¿Cuál es el título del mensaje? Prisioneros de esperanza. Este título, esta frase, no parece tener ningún sentido. ¿Cómo podemos hablar de un prisionero de esperanza? Eso es lo que vamos a ver en este pasaje. Es una frase bíblica. Es lo que leímos en el versículo 12. Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza. Vamos a ver que cada persona en el mundo es un prisionero. Pero hay dos tipos de prisioneros. Prisioneros perdidos y sin esperanza y prisioneros de esperanza. Y creo que es obvio que cuando hablamos de dos grupos así estamos hablando espiritualmente. No estamos hablando de nosotros físicamente aquí en este país. Estamos hablando de personas que son creentes en Cristo o personas que son hijos de Satanás, prisioneros de su propio pecado y de Satanás que están perdidos, que todavía están en la cautividad de sus pecados. Pero cuando Dios nos salva por Cristo el Rey, Cristo nuestro justo y humilde Salvador, Dios nos convierte de ser prisioneros perdidos a ser prisioneros de esperanza. Y esta conversión se llama la salvación. Esa es la salvación espiritual de la muerte eterna. Pues creo que podemos entender sin mucho problema por qué podemos describir a los que no están en Cristo como prisioneros, como cautivos de sus propios pecados y de Satanás. Pero tal vez te cueste trabajo pensar en ti mismo, un cristiano, un hijo de Dios, como un prisionero. Yo creo que podemos entender esta verdad en dos maneras. Uno, que aunque ahora no somos prisioneros de Satanás ni del pecado, todavía estamos aquí atrapados en estos cuerpos de carne y en este mundo malo. Y no podemos salirnos hasta que Dios nos lleve a sí mismo a nuestro hogar en el cielo. Esa es nuestra esperanza, que tenemos un hogar en el cielo, que Dios tiene el control, que tenemos la victoria final sobre el pecado y el mundo por medio de Cristo el Rey, que vamos a vivir con Él para siempre. Pero ahora somos prisioneros de esperanza, prisioneros en el sentido de que estamos, somos atrapados aquí en estos cuerpos, en este mundo, no podemos salirnos, pero prisioneros de esperanza, porque un día no vamos a estar aquí, ni en esos cuerpos de pecado, ni en este mundo malo. Vamos a estar en la perfección del cielo para siempre. Pero otra manera para pensar en esta verdad, que somos prisioneros de esperanza, sería entender que somos prisioneros en el sentido que no podemos escaparnos de la esperanza que tenemos en Cristo Jesús, que es una esperanza tan grande, tan segura, que es imposible salirnos de ella. Que queremos salir, por supuesto, pero caímos. No somos siempre fieles. A veces dudamos. Pero no podemos escapar de la esperanza que tenemos en Cristo Jesús. Por eso somos prisioneros de esperanza. Guardados por una esperanza que no podemos perder. Una salvación eterna. Una esperanza que nos aprisiona, si podemos verlo así. Una esperanza que nos pone preso, gracias a Dios. No podemos salir de ella, ni en nuestros tiempos más difíciles, ni en nuestros pecados más fuertes, porque somos prisioneros de esta esperanza. Entonces, pensando en el primer sentido, Israel, pensando en el contexto aquí de Zacarías, Israel entendía lo que significó ser prisioneros de esperanza, porque ellos no tenían su propio rey, ni su libertad completa. Estaban bajo la autoridad de otro país, de otro rey. Ellos estaban sufriendo y no podían salirse de sus problemas. Pero como pueblo, ellos tenían esperanza, esperanza en la primera venida de Cristo, su Mesías, su Rey. Y aquí podemos ver la conexión entre este mensaje y el mensaje de la semana pasada. pensando en Cristo el Rey, que vino la primera vez como Rey, pero como Rey justo y humilde y salvador, para morir y salvar a su pueblo, y que un día va a regresar otra vez para reinar sobre todo el mundo, para tener paz y para establecer su reino sobre todo. Esa es nuestra esperanza. era la esperanza de Israel en su tiempo pensando en su Mesías que iba a llegar, y es nuestra esperanza también, pensando en lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz, y pensando en el hecho de que va a regresar un día también. Y tenemos que pensar así, en nuestra esperanza, en la esperanza en Cristo el Rey. Todas las promesas que encontramos aquí en nuestro pasaje tienen su base en Cristo. Aunque hoy vamos a, por el título, por el mensaje, vamos a enfocarnos en nosotros mismos, somos prisioneros de esperanza, el enfoque todavía está en Cristo, como siempre. porque solamente en su persona y su obra y su poder podemos ser prisioneros de esperanza. Entonces, tenemos que considerar las dos maneras en las cuales nuestro pasaje habla de ser prisioneros. Otra vez, en primer lugar, hablando de prisioneros perdidos y después hablando de prisioneros de esperanza. Entonces, el primer punto, en el versículo 11, es que antes éramos prisioneros perdidos. En el siglo XI dice, y tú también por la sangre de tu pato serás salva. Yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua. Sin duda está hablando aquí de la salvación, porque dice, serás salva. En el contexto está hablando de la salvación física de Israel, pues también vemos la aplicación espiritual mental con nosotros, la salvación espiritual. Vamos a empezar con la segunda parte del reciclo, porque habla de la condición perdida, y después vamos a ver la primera parte que habla de la salvación. En hablar de la salvación, otra vez en el reciclo, Dios la describe así, Yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua. Otra vez, en su contexto original, el versículo está hablando de Israel, el pueblo de Dios, porque después de hablar al final del versículo 10 del reino mundial, regresa para hablar específicamente a Israel, que por la sangre y el pacto serán salvos, porque Dios había sacado los presos de la cisterna en que no hay agua. Y esta descripción de la condición de estos presos debe hacernos pensar en la historia de José, en Génesis 27, cuando sus hermanos le echaron en una cisterna así, no para matarle, sino para guardarle hasta que ellos pudieran hacer algo con él y le vendían en esclavitud. También leemos en Jeremías 38 que el profeta fue echado en una cisterna sin agua, como un tipo de cárcel, y casi murió. Entonces, esta imagen aquí de una cisterna sin agua habla de lo terrible del estado de Israel en ese tiempo, de la salvación física que ellos necesitaban. Porque estar en una cisterna así, sin agua, era un lugar de lo cual era imposible escapar. Un lugar terrible, en lo cual probablemente iba a morir. Pero también esta es una imagen perfecta de la persona antes de la salvación. En una cisterna en que no hay agua. Es decir, sin esperanza. en un lugar peligroso, en una cisterna sin el agua verdadera que es Cristo, una cisterna de pecado y muerte, una cisterna que es la cárcel de Satanás para sus prisioneros perdidos. Es un estado completamente sin esperanza. Porque como pensamos, en esas cisternas físicas, los prisioneros no podían escapar. Los lados eran demasiado empinados para escapar, no había luz, ni agua, ni comida. El cautivo iba a morir sin la ayuda de alguien de afuera. Sin la ayuda de alguien con la capacidad y poder de salvarle de la cisterna de su estado perdido. Entonces, este es el estado natural de cada persona que nace en este mundo. Cada persona nace en una cisterna sin agua, espiritualmente. Un lugar donde no hay la posibilidad en uno mismo de escaparse. Un lugar que nada más va a llevar a la persona a la muerte, y la muerte eterna. Somos presos así, cautivos de Satanás y nuestros propios pecados, completamente perdidos, sin esperanza. naturalmente, somos prisioneros perdidos. Pero la parte más importante aquí es que Dios no nos deja en nuestras cisternas, no nos deja como prisioneros perdidos, sino nos salva para que ahora seamos prisioneros de esperanza, lo que vamos a ver en más detalle en el siguiente punto. Por eso son las buenas novenas, que Dios no nos deja así, perdidos y sin esperanza, sino nos salva. Pero tenemos que ver cómo Dios nos salvó, en cuál manera. Es lo que tenemos aquí al principio del versículo 11. Tú también por la sangre de tu pacto serás salvo, dice Dios. Esa es como Dios nos salva. Nosotros como presos de la cisterna en que no hay agua. Yo digo que eso es importante. Esa es la manera en la cual Dios nos salva, por la sangre del pacto. ¿Qué significa? Es la pregunta. En primer lugar recordamos que un pacto es un convenio. entre dos o más personas, una alianza que tiene partes contratantes, condición, promesa y castigo. Cada pacto es así. Hay varios pactos mencionados y enseñados en la Biblia, tema que hemos estudiado en la Escuela Dominical. Y podemos entender a cuál pacto se refiere aquí por su descripción. Es un pacto que salva por sangre. Es un pacto que salva por sangre. ¿Cuál pacto es? Solamente puede ser el pacto de gracia. Porque sabemos que el pacto de obras no puede salvarnos, porque no podemos cumplirlo. Es decir, como pecadores, desde el nacimiento, no tenemos la capacidad de cumplir el mandamiento de Dios de vivir perfectamente. Es lo que Dios requiere para la vida eterna, la obediencia perfecta. No podemos. No podemos merecer la salvación y la vida eterna. Por eso Dios nos ha dado el pacto de gracia, basado en la sangre de Cristo. su obra en la cruz para nosotros, su muerte que nos salva. Dios el Padre hizo el pacto con su Hijo para redimirnos, para salvarnos de nuestros pecados, para salvarnos de nuestras cisternas sin agua, de nuestro estado desesperado. Y en obediencia a tal pacto, Cristo vino. Cristo vivió perfectamente y Cristo murió por nosotros, tomando nuestro lugar, sufriendo la ira de Dios por nosotros, que nosotros merecíamos. Y basado en su obra, en la obra de Cristo por nosotros, Dios nos aplica su gracia, nos da la salvación, nos salva por la sangre del pacto, por la sangre que Cristo derramó por nosotros. Entonces, como el pueblo de Dios, recibimos la promesa del pacto, que es la vida eterna, por medio de la sangre de Cristo. Tal vez la pregunta surge, ¿por qué es un pacto en sangre? ¿Por qué la sangre es tan importante? ¿Por qué Dios tenía que enviar a su hijo a la muerte para salvarnos? ¿Por qué no lo hizo de diferente manera? Parece muy fuerte, pero algo que, ¿cómo es posible que un padre podía hacer esto a su hijo? Tenemos la respuesta en Hebreos 9, 22 que dice, sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Aquí hablamos de remisión de pecados, que sin la sangre no hay perdón de pecados. Entonces, este perdón es imposible sin la sangre. Pero incluso después de establecer que el perdón es solamente por la sangre, la salvación es solamente por la sangre, tal vez todavía nos preguntamos por qué. Es debido a lo terrible de nuestros pecados. Es debido a nuestra naturaleza y también nuestra insistencia de vivir nuestras vidas como queremos y no según lo que Dios quiere o manda. Nosotros merecemos la muerte porque la paga de los pecados es la muerte. Es lo que dice Romanos 6, 23. Merecemos la muerte. Somente hay dos opciones. O vamos a morir para siempre, porque somos pecadores y no merecemos el cielo. O vamos a confiar en Cristo, quien murió por nosotros, para que no tengamos que sufrir el infierno para siempre. Son las únicas dos opciones. Si estás dependiendo en ti, en tus obras, en tu iglesia, en tu familia, o lo que sea, no eres salvo y no puedes ser salvo. Pues si dependes en Cristo, en Su sangre, en Su obra, si confías en Él para la salvación, Dios va a salvarte. Es la única manera para la salvación. Y eso es lo que está diciendo aquí en Sáhara 19. Por la sangre del pacto, Dios va a salvarnos. Es la única manera. Las obras no salvan. No pueden salvarnos. La única cosa que salva es la sangre de Cristo y solamente la sangre de Cristo, no la sangre de Cristo y mis obras, no la sangre de Cristo y mi iglesia, ni esa iglesia ni otra iglesia. Solamente la sangre de Cristo nos salva de nuestros pecados. Este es el Evangelio, es el obra de Cristo, es lo que tenemos aquí incluso en el Antiguo Testamento, aquí en Zacarías 9, hablando de la sangre de Cristo, la sangre del pacto que nos salva. Entonces, esa es la única solución, la única respuesta para la persona que es un prisionero perdido. Que otra vez es cada persona naturalmente. Si estás aquí y no eres cristiano, eres un prisionero de Satanás. Eres un prisionero de tus pecados y no puedes escapar. No puedes salir. Estás en una cisterna sin agua, sin comida, sin luz, sin esperanza. No tienes esperanza. Pero Dios puede salvarte por la sangre del pacto, por la sangre de Cristo. Es la única manera para ser salvo. Pero aquí en el versículo 11 solamente menciona la salvación, solamente menciona que Dios salva a su pueblo por medio de la sangre del pacto, pero no la explica más. Para la explicación más, específica, tenemos que estudiar el resto del pasaje, los reciclos 12 a 17. Y vamos a ver aquí en el segundo punto del mensaje, antes éramos prisioneros perdidos, ahora somos prisioneros de esperanza. Y podemos ver esta frase que es el tema de este mensaje otra vez en el reciclo 12. Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza. Yo quiero mencionar otra vez lo que significa esa descripción, especialmente ahora que hemos visto el versículo 11, del estado de lo cual Dios nos ha salvado. Cada persona era o es un prisionero perdido, sin esperanza, espiritualmente en una cisterna sin agua, sin manera de escapar, sin la posibilidad de cosas mejores. Pero por la sangre de Cristo, Dios nos ha salvado. Él hizo todo para rescatarnos y salvarnos para siempre. Pero ahora continuamos siendo prisioneros. No pensamos así normalmente, pero quiero recordarles de lo que vimos en el principio del mensaje. Por un lado, no podemos salirnos de nuestros cuerpos de pecado, ni de este mundo. En esta manera somos prisioneros. Pero hay esperanza porque esperamos el cielo. Esperamos nuestro lugar para siempre. No vamos a estar en estos cuerpos pecaminosos para siempre. Aquí por favor. No vamos a estar aquí en estos cuerpos para siempre. Porque Dios va a glorificarnos. Vamos a recibir nuevos cuerpos glorificados sin pecado. En los cuales podemos disfrutar la eternidad con nuestro Dios. Entonces, somos prisioneros de esta carne, de este mundo para la esperanza, porque no es para siempre. Y otro sentido que vimos, por lo cual incluso después de la salvación somos prisioneros de esperanza, es que esta esperanza nos aprisiona, no nos deja salir, sino nos guarda para siempre. Entonces, pensando en la salvación que estudiamos en el ciclo anterior, es fácil entender este tipo de encarcelamiento. Es un encarcelamiento en el amor de Dios. Somos prisioneros de la gracia y el amor del Dios que nos salvó. Empezando al final de este versículo 12, hasta el fin del capítulo, leemos de los resultados de ser prisioneros de esperanza, consecuencias y resultados que experimentamos debido a la salvación que hemos recibido de nuestro Rey Salvador. Pero antes de verlo, no debemos olvidar la primera parte del versículo 12, que es el mandamiento. Fíjense en el versículo, la responsabilidad humana aquí, porque dice, volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza. El Cristo ha hecho todo. Cristo ha hecho toda la obra en la cruz. Y cuando aprendemos esta verdad, cuando aprendemos de la salvación que Dios ha provisto a través de la sangre de Cristo, tenemos que responder, como dice aquí, y volvernos a la fortaleza. ¿Qué es esta fortaleza? En la Biblia, especialmente en los Salmos, muchas veces se refiere a Dios como nuestra fortaleza, como la roca. Es decir, esto aquí es una llamada de huir a Dios para la salvación. Otra vez sabemos que no podemos rescatarnos a nosotros mismos de nuestro cisterno sin agua, sino tenemos que confiar en otra persona fuera. por hacerlo por nosotros. Tenemos que pedir a Dios como nuestra fortaleza para salvarnos, para convertirnos de ser prisioneros perdidos a ser prisioneros de esperanza, prisioneros de su amor y su gracia. Y cuando nosotros nos volvemos a la fortaleza, Dios nos salva. No es nuestra obra. Perdemos la responsabilidad de obedecer la palabra de Dios y arrepentirnos de nuestros pecados y creer en Cristo. Cada persona aquí, si no lo ha hecho antes, tiene esta responsabilidad. Dios hace toda la obra. Y tu responsabilidad es creer. Tu responsabilidad es arrepentirte de tus pecados y volver a la fortaleza para que puedas ser un prisionero no perdido, sino un prisionero de esperanza. Ahora vamos a ver en el resto del capítulo los resultados que recibimos de ser prisioneros de esperanza y no prisioneros perdidos. Estas son las bendiciones que recibimos de la salvación. En primer lugar, tenemos que recordar que no merecemos nada de Dios y por eso aún recibir nada más que la salvación sería demasiado. Pero Dios no solamente nos salva, sino también nos bendice y nos restaura, nos da el doble, como dice el versículo 12 al final. Hoy también os anuncio que os restauraré el doble. ¿Qué significa eso? No significa que tú vas a recibir el doble de tu sueldo cada semana o cada 15 días. Está bueno espiritualmente que Dios no solamente nos salva, si también nos bendice espiritualmente cada día, cada momento, cada segundo nos da mucho más lo que merecemos. porque no merecemos nada y recibimos la salvación y también la salvación, pero también otras cosas, bendiciones cada día, la protección, como vamos a ver la esperanza en nuestra salvación y en los versículos 13 a 16 encontramos esta bendición y la protección. porque los discípulos 13 a 15 hablan específicamente de protección militar para Israel, usándolo a Israel como arco y flecha y espada para destruir a sus enemigos. Está hablando aquí del poder de Dios sobre su pueblo, que Dios nos protege siempre. Dios está a nuestro lado y no tenemos que temer. Israel no tenía que temer a sus enemigos físicos y nosotros no tenemos que temer a nuestros enemigos espirituales. porque Dios tiene el control, porque Dios es poderoso, porque Dios nos usa y Dios nos protege. En el versículo 15 encontramos más de la victoria del pueblo de Dios. Vamos a leer este versículo a explicarlo porque es un poco difícil. Dice Jehová de los ejércitos los amparará y ellos devorarán y oirán las piedras de la onda y beberán y harán estrépito como tomados de vino y se llenarán como tazón o como cuernos del altar. Entonces dicen que ellos iban a devorar a sus enemigos, no literalmente, por supuesto, pero hablan de su victoria sobre ellos en la batalla, dice, hoyando las piedras de la onda, es decir, conquistando las armas de sus enemigos, venciéndolos aún con sus armas, con sus fuerzas. Y por eso dice, están llenos de gozo de su victoria, lo cual es el significado de que harán estrépito como tomaron de vino y se llenarán como tazón o como cuernos del altar. La idea aquí no es que están borrachos, sino que casi están actuando así por alegría de la victoria que Dios les ha dado, haciendo un ruido muy fuerte, llenos de gozo. y tan lleno como razones divino, dice, o como los cuernos del altar que siempre contuvieron la sangre de los sacrificios, tan lleno del gozo y de la alegría de la victoria de Dios. Pues la idea total aquí es de una fiesta de alegría y gozo, un tiempo de regocijar la obra de Dios y no solamente salvarnos a nosotros mismos, sino también bendecirnos darnos el doble, mucho más que lo que merecemos, protegernos de todo mal. Y quiero otra vez que pensemos un poco en el mensaje de hace 15 días. Cuando hablamos de eso, que Dios nos cambia, o Dios cambia nuestros tiempos de tristeza a ser tiempos de gozo y alegría. Es la misma cosa aquí. Cuando Dios nos salva, no nos salva para ser desanimados y siempre deprimidos, sino gozosos y alegres, porque es Dios quien da la victoria en nuestras vidas. No depende de nosotros, depende de Él. Y por eso debemos actuar así, siempre lleno de gozo, lleno de alegría, porque somos prisioneros. Pero prisioneros de esperanza, prisioneros de Dios, prisioneros de Su amor y Su gracia. El versículo 16 continúa con este tema de bendiciones y protección. De la salvación que Dios nos ha dado aquí usa la ilustración de un rebaño de su pueblo. Una imagen muy importante por lo que vamos a estudiar en los siguientes dos capítulos, que habla mucho de Cristo como nuestro gran pastor y nosotros como el rebaño. Hablando de Israel, dice que antes eran esparcidos por todos lados, en otras naciones, pero Dios estaba trayéndolos otra vez a sí mismo e iba a poner su pastor rey, Cristo, sobre ellos, como el siguiente capítulo explica. Y sabemos que las ovejas están así, ¿no? Fácilmente esparcidas, con la necesidad de que alguien las dirije, las guíe, las protege. Por eso podemos ver a nosotros mismos en esta ilustración, como el pueblo de Dios, pero en necesidad constante de su guía, de su ayuda, de su protección. No somos importantes en nosotros mismos, así como las ovejas realmente no somos importantes. Pero en Cristo, según el final del siglo XVI, en vez de ser solamente ovejas esparcidas, dice que ellos serán enaltecidos en la tierra como piedras en la diadema, en la corona del rey, hablando de que ellos eran preciosos ante su vista. Porque si pensamos en una corona real, siempre se guarda en un lugar muy seguro, ¿no? Para que nadie pueda robarla. Y solamente se usa en ocasiones especiales. No para cualquier cosa. Porque es tan preciosa. Cada joya en la corona es importante. Es brillante. Agrega algo a la hermosura de la corona. Es parte de la corona, lo que hace la corona muy preciosa. Y fíjense lo que Dios está diciendo así. Que su pueblo es como esas joyas. Parte de algo increíblemente especial. Parte de lo que hace la corona tan preciosa. Somos joyas brillantes ante su vista. No por nosotros, obviamente. Sino por nuestra unión con Cristo. Y la manera en la cual nosotros reflejamos a nuestro Rey y Salvador. Pues aquí no debemos perder toda esta aplicación para nosotros. Nosotros también tenemos un gran pastor. No yo, en Cristo. El gran pastor de todas las ordejas. Alguien que nos guarda en el rebaño para que no nos desviemos ni vayamos. Los pastores humanos, incluyéndome a mí, fallamos. No somos perfectos, no podemos salvar al pueblo. Pero nuestro gran pastor no puede fallar. nos provee con la salvación eterna y nos protege de todo peligro. Nosotros somos preciosos ante su vista, tan preciosos como ser parte de su corona real, como joyas en su diadema, en un lugar especial. Y el reciclo 17 concluye las bendiciones, los resultados de la salvación, hablando de dos características de Dios, de su bondad y su hermosura. Por estas dos razones, por estas dos características, tenemos esperanza. Porque Dios demuestra estas características perfectas para con nosotros en todas las maneras que hemos visto, y aún más. La bondad de Dios significa que Él es siempre bueno. No a veces sí, a veces no, sino siempre bueno. Cada cosa que hace, buena. Cada parte de su propósito, buena. Por eso entendemos que cada buena cosa que recibimos en la vida, no importa lo que es, viene de Dios, como cantamos en el himno. Como dice Santiago 1, 17. Toda buena cosa, toda buena dádiva y todo don perfecto, desciende de lo alto, del padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación. Está diciendo que Dios es bueno y Dios nunca cambia. Por eso Dios es siempre bueno, porque no cambia. Por eso también leemos en Romanos 8.28 que sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien. Esto es, a los que conforme su propósito son llamados. Entonces, esta característica de su bondad nos ayuda a entender lo que estamos estudiando en este pasaje, de ser prisioneros de esperanza. Somos prisioneros de Dios, de este Gran Rey, pero no es algo malo, porque Él es perfectamente bondadoso, porque no puede tratarnos de manera mala, porque todo lo que hace es para nuestro bien. Somos sus prisioneros, pero no hay mejor lugar para existir en todo el universo. No hay mejor posición que ser prisioneros de esperanza de un Dios de gran bondad. En su bondad no solamente nos salva, sino también nos da mucho más de lo que merecemos. Nos da todas esas bendiciones de protección y restauración porque nos ama tanto. Y la segunda descripción de Dios aquí es su hermosura. Los Salmos describen a Dios así muchas veces, como en el Salmo 145 que dice, En la hermosura de la gloria de tu magnificencia y en tus hechos maravillosos meditaré. Algunas veces en los Salmos habla de adorar a Dios en la hermosura de su santidad. Cuando hablamos de la hermosura de Dios, no estamos hablando de una característica física, como pensamos en otras personas aquí, sino estamos meditando en sus maravillas, en sus atributos, su amor, su grandeza, su santidad, su justicia. Esa es la hermosura de Dios, cada atributo que es perfecto y que es para nosotros. Y después de hablar de esas perfecciones de Dios, Zacarías termina esa sección otra vez hablando de nosotros. De cuál sería la reacción correcta a una gran verdad así. Dios es bondad. Dios es bondadoso. Dios es hermoso. ¿Qué significa para nosotros? ¿Cómo debemos reaccionar? Dice, el trigo alegrará a los jóvenes y el vino a las doncellas. Es la misma cosa como vimos en el en el, este, perdón, en el versículo 15. Hablando de ser lleno del gozo de Dios, de la alegría de Dios. Porque, otra vez, no está hablando aquí, cuando dice de trigo y de vino, no está diciendo que esta comida y esta bebida estaban afectando a los jóvenes y las consellas, como que están de glotones y borrachos. Otra vez, no es el punto. Porque estas cosas El trigo y el vino representaron la bendición de Dios sobre su pueblo, porque recordamos que Israel era una sociedad agrícola, es decir, dependiendo en sus cosechas para sobrevivir. Entonces, cuando Dios les bendijo con trigo, para el pan, y uvas, para el vino, y todo el resto de la comida que necesitaban, iban a alegrarse y regocijarse, y dar gracias a Dios por su provisión y por su bendición. ¿Y cuál es la aplicación para nosotros? Otra vez, pensando en nuestra alegría y nuestro gozo. Otra vez, somos prisioneros. Parece malo, pero no somos como antes. No somos prisioneros perdidos y sin esperanza. No somos presos de nuestros propios pecados y de Satanás. Por eso nos alegramos en nuestras condiciones de prisioneros porque somos prisioneros de esperanza. y prisioneros de un Dios bondadoso y hermoso en todos sus atributos. Hay una canción cristiana en inglés, que es uno de mis favoritos, que tiene su base en este reciclo, en el tema del mensaje de ser prisionero de esperanza. Escuchen por favor lo que dice el coro de esta canción. Dice, soy prisionero de esperanza, ligado por mi fe, encadenado a tu amor, aprisionado en la gracia. Soy libre de salirme, pero nunca me voy. Soy maravillosa, voluntaria, libremente prisionero de esperanza. Y para mí este coro hace el resumen perfecto de este mensaje. Se lo concluye este mensaje para ayudarnos a meditar en esta gran verdad. Dice, soy prisionero de esperanza. Es el testimonio de cada cristiano. De cada persona que Dios ha salvado de su cisterna sin agua. Su cisterna de muerte. Cada persona que antes era un prisionero perdido y sin esperanza. Y Dios ha cambiado todo esto. Y ahora somos prisioneros de esperanza. Esta canción describe este estado en tres diferentes maneras. Dice, soy prisionero de esperanza, ligado por mi fe. es lo que me guarda, es lo que no permite que yo salga de la verdad. Encadenado a tu amor. Si pensamos en estar en cadenas como algo malo, obviamente en esta situación no es, porque son lazos del amor de Dios, cadenas del amor de Dios, un amor que siempre está con nosotros, que siempre nos guarda, que no nos deja, que no puede abandonarnos. Soy prisionero de esperanza, ligado por mi fe, encadenado a tu amor, aprisionado en la gracia. Es la gracia de Dios que nos salva, que nos convierte de ser prisioneros perdidos a ser prisioneros de esperanza. Esperanza porque no merecemos nada, que no depende de mí, que no depende de nosotros, no depende de nuestra voluntad, sino en Dios completamente. Y por eso el resultado, según esta canción, yo soy libre de salirme, pero nunca me voy. El punto es que no somos prisioneros en contra de nuestra voluntad, sino queremos estar en esa posición. Queremos ser prisioneros de Dios, porque es lo mejor para nosotros. Y termine diciendo, soy maravillosa, voluntaria, libremente prisionero de esperanza. Yo he meditado en este coro de la canción a través de toda la semana. Me ha dado mucho ánimo, mucha esperanza. Y espero que haga lo mismo para ustedes. Si quieren, pueden preguntarme después para las palabras, porque yo creo que son muy buenas y tú puedes escribirlas y ponerlas en tu escritorio, en tu coche, en el refri. Son palabras sobre las cuales podemos meditar y por las cuales podemos estar animados porque reflejan esta gran verdad que hemos estudiado en nuestro mensaje de hoy. Somos prisioneros de esperanza. Vamos a orar. Nuestro Padre Celestial, te damos muchas gracias por tu amor para con nosotros. Tu amor que nos encadena. Tu gracia que nos aprisiona. Esa salvación que nos guarda, que nos protege. Esa esperanza que nunca vas a abandonarnos porque somos tus prisioneros. No podemos escaparnos si no queremos. Porque no hay mejor situación, no hay mejor estado para nosotros Gracias por esta gran verdad, esta gran bendición que hemos recibido hoy. Pensar en la salvación. Te pedimos por las personas que han escuchado este mensaje, que todavía están en sus cisternas sin agua, que todavía están viviendo sin esperanza, que tú les salves. Les rescates de esas cisternas, que por la sangre del pacto, por la sangre de Cristo, que tengas misericordia de ellos, que demuestres tu verdad, tu amor, tu poder aquí entre nosotros en salvar a alguien hoy a través de tu palabra. Y ayúdanos como cristianos de tener confianza en esta promesa, en esta descripción de ser prisioneros de esperanza y darte gracias cada día por este privilegio. darte gracias por las cadenas de tu amor, que nos ayudes esta semana de vivir pensando y meditando mucho en esta verdad para fortalecernos, para que no caigamos en desánimo, en falta de fe, sin que nos fortalezcas a través de tu palabra. Gracias por Cristo, gracias por su sangre que nos salvó, que salvase por esta gran promesa. Te pedimos y te damos gracias en el nombre de Cristo. Amén.
Prisioneros de esperanza
Series Estudio sobre Zacarías
Dios nos convierte de ser prisioneros perdidos a ser prisioneros de esperanza- ésta es la salvación.
I. Antes éramos prisioneros perdidos- vs. 11
II. Ahora somos prisioneros de esperanza- vs. 12-17
Sermon ID | 125161554358 |
Duration | 40:47 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Zechariah 9:11-17 |
Language | Spanish |
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