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Zacarías 8, empezando en el versículo 1. Vino a mi palabra de Jehová de los ejércitos diciendo Así ha dicho Jehová de los ejércitos. Se lee acción con gran celo y con gran ira la se lee. Así dice Jehová, yo he restaurado a Sion y moraré en medio de Jerusalén, y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad. Así ha dicho Jehová de los ejércitos, aún han de morar ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días. y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas. Y así dice Jehová de los ejércitos, si esto parecerá maravilloso a los ojos del remanente de este pueblo en aquellos días, también será maravilloso delante de mis ojos, dice Jehová de los ejércitos. Así ha dicho Jehová de los ejércitos, y aquí yo salvo a mi pueblo de la tierra del oriente y de la tierra donde se pone el sol. y los traeré y habitarán en medio de Jerusalén, y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios en verdad y en justicia. Así ha dicho Jehová de los ejércitos. Esfuércense vuestras manos, los que oísen estos días esas palabras de la boca de los profetas, desde el día que se echó el cimiento a la casa de Jehová de los ejércitos para edificar el templo. Porque antes de estos días no ha habido paga de hombre ni paga de bestia, ni hubo paz para el que salía ni para el que entraba, a causa del enemigo. Y yo dejé a todos los hombres cada cual contra su compañero. Mas ahora no lo haré con el remanente de este pueblo como en aquellos días pasados, dice Jehová y los ejércitos. porque habrá simiente de paz. La vida dará su fruto y dará su producto la tierra, y los cielos darán su rocío, y haré que el remanente de este pueblo posea todo esto. Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, o casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis, mas esfuércense vuestras manos. porque así ha dicho Jehová de los ejércitos. Como pensé haceros mal cuando vuestros padres me provocaron la ira, dice Jehová de los ejércitos, y no me arrepentí, así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá en estos días. No temáis. Esas son las cosas que habéis de hacer. Hablar verdad cada cual con su prójimo. Juzgar según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas. Y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis al juramento falso, porque todas estas son cosas que aborrezco, dice Jehová. Vino a mi palabra de Jehová de los ejércitos diciendo, así ha dicho Jehová de los ejércitos, el ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría y en festivas solemnidades. Amad pues la verdad y la paz. Así ha dicho Jehová de los ejércitos. Aún vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades. Y vendrán los habitantes de una ciudad a otra y dirán, vamos a implorar el favor de Jehová y a buscar a Jehová de los ejércitos. Yo también iré. Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos de Jerusalén y a implorar el favor de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos, en aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío diciendo, iremos con vosotros porque hemos oído que Dios está con vosotros. Nuestras vidas están en las manos de un Dios perfecto e infinito, un Padre celoso por su pueblo. Él nos guarda y nos protege debido a su gran amor que siempre demuestra para con nosotros. ¿Por qué empiezo con esas palabras de ánimo? Porque el tema de ánimo y esperanza es lo que encontramos otra vez en este capítulo, de manera muy clara en este capítulo ocho de Zacarías. Porque aunque Dios siempre nos reprende por nuestros pecados, como lo hizo la semana pasada en el mensaje sobre el capítulo 7, una llamada a servir a Dios de corazón y no solamente de hábitos y costumbres. Pero él no quiere y no puede echarnos fuera. Él siempre va a bendecirnos a través de su hijo y a través de su espíritu. Dios no va a permitir que nos alejemos de él para siempre. sino va a bendecirnos, va a hacernos regresar por medio de Su Palabra, por medio de mensajes directos y fuertes a nuestros corazones. Si somos los hijos de Dios, vamos a ser disciplinados por nuestro Padre. Pero como intento explicar, esto no es malo. La disciplina de Dios no es mala. Un mensaje como la semana pasada, un capítulo como el capítulo 7 de Esagerías, no es malo. No deberíamos hacernos sentir abandonados, porque aunque Dios nos reprende, no quiere y no puede echarnos fuera, sino va a bendecirnos sin duda. Eso no es una excusa para pecar. No debemos usar nuestra libertad como pretexto para hacer lo malo. Por supuesto. Pero esa es una confianza, que cuando nos damos cuenta de nuestros pecados, cuando ponemos atención a un mensaje, como el mensaje de la semana pasada, y no solamente escuchamos el mensaje, sino lo aplicamos a nuestras vidas, cuando obedecemos a Dios de corazón, Él va a cambiar ese tiempo de tristeza en tiempo de regocijo. Y esa es parte de lo que vamos a ver en este capítulo. Es decir, hay necesidad para tristeza y arrepentimiento, pero después siempre hay una necesidad de regocijarnos en la bondad y en la gracia de Dios. Y eso sucede. Y cuando eso sucede, nuestro testimonio para él va a aumentar cuando le damos a él toda la gloria. Y la base para esta creencia, para esta esperanza que Dios no solamente va a disciplinarnos, sino también bendecirnos, es el celo de Dios. Y nosotros estudiamos ese término antes, en el capítulo 1, el versículo 14, diciendo que Dios es celoso por su pueblo. Encontramos aquí el mismo término al principio de nuestro nuestro capítulo 8. Dice vino a mi palabra de Jehová de los ejércitos diciendo así ha dicho Jehová de los ejércitos. Se lee acción con gran celo y con gran ira la se lee. Tenemos que recordar que este atributo o lo que este atributo significa en cuanto a Dios, porque si usamos la palabra celo en nuestras conversaciones podría ser algo bueno o algo malo. Pero obviamente, en cuanto a Dios, tiene que ser un atributón bueno. Entonces, ¿qué es otra vez? Es su deseo fuerte para con su pueblo. Es su amor muy grande, que no va a permitir que nosotros nos desviemos para siempre, ni que suframos para siempre. Ese es su celo, su amor celoso para con nosotros. Y en cuanto a Dios, no es solamente un deseo, sino Dios también demuestra su celo para con nosotros a través de sus acciones. Es decir, no va a permitirnos sufrir para siempre. No va a permitir que nosotros nos desviemos para siempre. debido a su gran celo para con nosotros. Él va a demostrarnos la bendición y cambiar nuestras vidas. Eso es lo que vemos en el versículo 2. Dice que Bueno, lo que vemos aquí en el versículo 2 es que Dios no solamente es celoso por su pueblo, sino es celoso con gran celo. Entonces, ¿por qué tenemos esa repetición? Entonces, dice, yo celé a Zion, a Israel, con gran celo. Es para enfatizar la importancia de este atributo de Dios, que es algo muy grande, algo muy fuerte que Él tiene para nosotros, su deseo para con nosotros, su amor para con nosotros. y también aquí vemos sus acciones porque dice con granera la cele y no está hablando de su vida para con Israel esto fue antes está hablando aquí de su vida para con las naciones para demostrar su deseo para su pueblo iba a juzgar a las naciones y demostrar su vida para con ellos entonces aquí podemos tener este tema, volvemos a este tema al principio del capítulo del celo de Dios Entonces empezamos el estudio de este capítulo 8 con la confianza de que el mensaje de juicio, el mensaje de reprensión del capítulo 7, no es la palabra final, no es el fin de la historia. Si una persona solamente escucha la predica de la semana pasada y no la predica de hoy, no va a entender completamente lo que Dios, o quien es Dios o lo que Él hace. Por eso cuando ustedes comparten los CDs del mensaje de la semana pasada, por favor también compartan el mensaje de hoy. Es importante tener los dos lados. Porque si Dios nos reprende, si Dios nos disciplina, pero nunca, nunca nos deja en ese lugar. Nunca nos deja en la disciplina, en la reprensión, sino siempre, siempre nos bendice después. Nos ayuda de cambiar nuestro tiempo de tristeza a tiempo de regocijo y alegría. Entonces estos dos mensajes son muy relacionados. Tenemos que pensar en los dos juntos. Pues si hay reprensión y no debemos olvidar la reprensión porque la semana pasada Dios nos reprendió por nuestra hipocresía, por no servirle de corazón. Y la cosa es que para ustedes que realmente escucharon este mensaje y intentaron aplicarlo esa semana, ahora este mensaje es para ti. el gozo que puedes tener, el cielo de Dios para contigo. Por otro lado, si estabas aquí en la semana pasada y actuabas como las personas aquí en el capítulo 7, no escuchando, tapando tus oídos o tal vez escuchando aquí en el servicio, pero no cambiando nada en la semana, Ese mensaje realmente no es para ti, porque necesitas ser reprendido primero y solamente después recibir la bendición de Dios. Pero si no te arrepientes de tus pecados, ¿cómo esperas la bendición de Dios sobre sus vidas? Entonces, ahora tenemos que estudiar ese capítulo ocho. Es muy importante. El capítulo siete era el preparativo del capítulo ocho. Tenemos que pensar en este gozo y estas bendiciones que tenemos en Dios a través de su palabra. Entonces aquí en este mensaje vamos a ver nuestra esperanza en el celo de Dios para con su pueblo. Y vamos a ver este celo demostrado en tres maneras. Que debido al celo de Dios para con su pueblo, Él va a bendecirnos. Nosotros vamos a regocijarnos en Él y que el mundo va a ver nuestro testimonio de Él. Vamos a ver estas tres cosas. Son tres diferentes perspectivas. La perspectiva de Dios. Debido a su celo para con nosotros, Él va a bendecirnos. Desde nuestra perspectiva. Debido a su celo para con nosotros, vamos a regocijarnos en Él. y desde la perspectiva del mundo. Debido al celo de Dios para con nosotros, el mundo va a ver nuestro testimonio. Esas son las tres partes que vamos a ver en este capítulo. Nosotros vamos a empezar en el primer punto del mensaje, que debido al celo de Dios para con su pueblo, Él va a bendecirnos. Y eso es lo que vamos a ver en los reciclos 1 a 17. Es una sección muy larga. Por eso, no vamos a estudiar cada palabra en cada reciclo. Vamos a ver el pasaje de manera más general para entender todas las bendiciones que Dios demostró para con su pueblo en este tiempo. No vamos a saltarlos nada, sino resumir el mensaje que encontramos en estos 17 reciclos. En los discípulos 3 a 5, Dios describe una situación de paz en la ciudad de Jerusalén. Es decir, que debido a su gran celo para con ellos, Jerusalén sería una ciudad de paz, de tranquilidad, como dice, donde ancianos y ancianas podrían vivir sin problemas, hasta una edad avanzada, los niños y las niñas jugando en las calles, sin preocupaciones de sus enemigos. Esa es una bendición física que ellos iban a recibir debido al gran amor de Dios para con ellos. Pero como siempre, no solamente vemos una bendición física, sino que el recirculo 3 dice que Dios había restaurado a su pueblo, que Él había regresado a morar con ellos, una promesa que hemos visto muchas veces en este libro. Y el resultado de la presencia de Dios con ellos fue que Jerusalén se llamaría Ciudad de la Verdad y el Monte de Jehová, los ejércitos, Monte de Santidad. Todo eso es una bendición de Dios, un resultado del celo de Dios para con su pueblo. No solamente bendiciones físicas, sino ante toda su presencia. Y por eso una nueva manera de vivir. En el versículo 6, después de hablar de esta paz y tranquilidad que iba a llegar debido a su gran celo para con su pueblo, Dios hace una pregunta que nos dice cómo los judíos estaban respondiendo a esas promesas, que ellos estaban respondiendo en incredulidad. ¿Cómo sabemos? Otra vez, el versículo 6 dice, Así dice Jehová de los ejércitos, si esto parecerá maravilloso a los ojos del remanente de este pueblo en aquellos días, ¿también será maravilloso delante de mis ojos? Dice Jehová de los ejércitos. Aparentemente, esas promesas que Dios estaba dando al pueblo de Israel, ellos no estaban recibiendo esas promesas. Esas promesas parecían maravillosas a los ojos del remanente del pueblo, pero no maravillosas en el sentido de dar gracias a Dios por su obra, sino maravillosas en cuanto a la incredulidad. Eso no es posible. ¿Cómo puede Dios prometer todas esas cosas para nosotros cuando mira nuestra situación? Ellos no estaban creyendo en lo que Dios estaba diciendo. Por eso Dios dijo... Tenemos una pregunta al final del versículo 6, una pregunta un poco sarcástica, porque dice, ¿también será maravilloso delante de mis ojos? Como Dios está diciendo, ustedes no me creen en mí, entonces yo no debo creer en mí tampoco. Obviamente no. Un poco sarcástico, Pablo. El pueblo podía entender, yo voy a hacer lo que prometo, como estudiamos hace algunas semanas, que Dios siempre hace lo que dice, lo que promete, sin duda y sin falla. Aquí tenemos esta promesa otra vez, que Dios siempre va a hacer lo que promete porque no hay nada difícil para Él. Ellos estaban pensando, ¿cómo es posible tener una ciudad de paz? No hemos tenido paz en años y años y años, en siglos. Entonces, ¿cómo puedes prometer que los niños están juzgando a las gays, a los ancianos, etc.? Dios está diciendo, no hay nada difícil para mí. Yo puedo cumplir lo que yo prometo. Después, si continuamos aquí en el mensaje, vemos más bendiciones que Dios prometió. Por ejemplo, en el versículo 7, salvar su pueblo del oriente y del occidente, es decir, todas las partes del mundo, traerles para vivir con él en Jerusalén, que si ellos otra vez escucharon sus palabras y las palabras de los profetas, ellos no iban a regresar cosas malas como antes, como se describe en el versículo 10, sino que Dios iba a bendecirlos. Y otra vez es mi punto, que Dios siempre disciplina a su pueblo. Dios disciplinó a Israel con mucho juicio. Pero está diciendo, yo no voy a hacerlo otra vez. Yo sí he demostrado en mi juicio, mi disciplina para con ustedes y ahora es el tiempo para regocijarnos. Es el tiempo no para tristeza, pero para alegría, porque yo voy a bendecirles otra vez. Lo que estamos viendo es que esta aplicación es no solamente para Israel, sino para nosotros también. Otra vez, hemos sido reprendidos. ¡Y qué bueno! Eso significa que Dios todavía está con nosotros. Que Dios está demostrando su amor y no permitir que nosotros nos desviemos para siempre. Nos ha reprendido. ¡Qué bueno! Pero ahora, Sería una ofensa ante los ojos de Dios quedarlos en culpa, quedarlos en desánimo. Sería completamente incorrecto, porque ahora tenemos que ver las bendiciones de Dios. sus promesas para con nosotros y regocijarnos en él y no solamente pensar en las cosas malas. Es lo que vemos aquí en este pasaje. Continuamos en el versículo 13. Es muy rápido, pero vemos la idea aquí que Dios dijo que aunque ellos fueran maldicionantes, iban a ser bendición ahora. Por eso no tenían que temer porque Dios estaba con ellos, porque Dios no arrepentió de juzgar a sus padres en el versículo 14. Pero dice el versículo 15, al contrario, ahora he pensado hacer bien a Jerusalén y la casa de Judá en esos días. No temáis otra vez. Dios está repitiendo la misma cosa para que ellos pudieran entender y para que nosotros también podamos entender que Dios nunca va a abandonarnos, que la disciplina de Dios nunca es para siempre. Sin él va a restaurarnos, va a estar con nosotros, va a bendecirnos. Lo que nosotros tenemos que hacer es obedecerle a él, obviamente, como en los versículos 16 y 17. Tenemos que hablar verdad, cada cual con su prójimo, juzgar según la verdad y lo conducente a la paz en nuestras puertas. No pensar mal en nuestros corazones y nuestros prójimos, sino amarnos unos a otros. Esos son los resultados de cuando Dios nos bendice. Después de su disciplina, vamos a actuar diferentemente. Si no actuamos diferentemente, después de la disciplina de Dios, no somos sus hijos. Punto. Porque cuando Dios nos disciplina, nosotros cambiamos, sin duda. A veces no inmediatamente en la noche, ¿no? Pero sí cambiamos, porque es la obra de Dios en nosotros. Y lo que Dios está diciendo aquí es un resultado natural de su disciplina. Entonces tenemos que actuar diferentemente, hablar la verdad, amarnos unos a otros. Todas esas cosas, esos mandamientos que tenemos en todo el resto de la Biblia. Si no actuamos así, estamos demostrando que no somos los hijos de Dios, porque su disciplina no nos ha cambiado. Eso es muy fuerte. Tenemos que pensar, ¿soy un hijo de Dios o no? Tú puedes decirme que sí, pero si actúas como un incrédulo y tú no cambias, después de un mensaje tan fuerte de la semana pasada, tus palabras no significan nada, no sirven para nada. Tú tienes que demostrar tu posesión como hijo de Dios por tus acciones. Es lo que tenemos aquí en esos versículos, muchos versículos que hemos visto muy rápidamente. Ustedes pueden regresar y leerlos en sus casas, pero cuál es el punto? Los versículos 1 a 17 que Dios está diciendo voy a bendecirlos otra vez. Ustedes han recibido mi disciplina, mi reprensión, pero eso no es todo. Ese no es el fin de la historia. Eso no es la palabra final. Yo voy a regresar y estar con ustedes y bendecirlos y darles lo que necesitan, espiritualmente ante todo, por su presencia, por su palabra. Esa es la primera parte de lo que podemos entender del celo de Dios para con nosotros. ¿Por qué tenemos esperanza en el celo de Dios? Porque debido a su gran celo para con nosotros, él va a bendecirnos. En segundo lugar, en los reciclos 18 y 19, Vemos el segundo punto que debido al celo de Dios para su pueblo, nosotros vamos a regocijarnos en él. Porque aquí en estos dos reciclos, Dios finalmente da una respuesta. a los israelitas en cuanto a su pregunta original en capítulo 7. Ustedes recuerden cuál fue su pregunta original. Estaban preguntando a Dios si debían continuar con sus ayunos, con sus tiempos de recordar la destrucción de su país. Y Dios en el capítulo 7 y en la primera parte del capítulo 8 no les respondió. Pero ahora sí, vamos a leer los reciclos 18 y 19 otra vez. Y se vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo, Así ha dicho Jehová de los ejércitos, el ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría y en festivas solemnidades. Amad pues la verdad y la paz. La Comisión de Bethel preguntó en cuanto al ayuno del mes quinto, el tiempo cuando ellos recordaron con tristeza la destrucción del Templo y de Jerusalén. Y en esta respuesta, aquí en el versículo 19, Dios habla de cuatro diferentes ayunos que ellos estaban celebrando, otra vez ayudándonos a entender que el problema no fue sus acciones, el problema no fue sus ayunos, sino que estaban haciéndolos no de corazón, solamente por tradición y por tristeza. Entonces, ¿qué es la respuesta de Dios aquí? ¿Qué dijo para responder a su pregunta? Dice que sus ayunos, todos, no solamente en el mes quinto, pero esos cuatro, sus ayunos, sus tiempos de tristeza serían convertidos en tiempos de gozo y alegría, en festivas solemnidades. o de fiestas alegres, lo que significa. Pero qué cambio, ¿no? Ellos estaban cuatro veces al año pensando en todo lo malo, pensando en toda la disciplina, pensando en toda la tristeza de su país, de su pueblo. Y Dios dijo, ahora ya no. No piensen más en esas cosas de tristeza. No piensen más en la disciplina, en la reprensión. Ahora yo voy a convertir sus tiempos de tristeza en tiempos de gozo y alegría. ¡Qué cambio para el pueblo de Dios! En vez de continuar pensando en su disciplina, en la tristeza, Dios iba a rescatarles de este tipo de actitud y darles el gozo y la alegría de ser su pueblo. Entonces tenemos que pensar en la razón por este cambio, no por esta conversión de estos ayunos en fiestas alegres. Cuál es la razón? Cuál fue la razón por este cambio? La obediencia del pueblo? No. La fidelidad del pueblo? No. Su servicio de corazón? Obviamente no, porque esa fue la reprensión del capítulo pasado. La razón para sus cambios, por la conversión de sus tiempos de tristeza en tiempos de gozo, fue la fidelidad de Dios, la gracia de Dios, el amor de Dios, el celo de Dios para con su pueblo. La promesa aquí fue basada en Dios, no en su pueblo. Es decir, aunque ellos eran todavía muy pecadores en contra de Él, y aunque ellos tenían la responsabilidad de cambiar y obedecerle y servirle de corazón, no tenían que hacerlo en sí mismos, si la base por su servicio y obediencia fue la gracia de Dios, la fidelidad de Dios, el celo de Dios para con ellos, que a pesar de sus pecados, él iba a bendecirles otra vez. Tal vez parece como una digresión muy larga de la pregunta original. Tal vez diríamos, ¿por qué Dios no dijo eso en el principio, inmediatamente? ¿Por qué no respondió así? Pues la respuesta es obvia, porque no hay esperanza, no hay la posibilidad de cambiar tiempos de tristeza en tiempos de alegre o alegría y gozo sin la reprensión primera. Es decir, el pueblo de Israel tenía que tener el capítulo 7 primero, o el mensaje del capítulo 7 primero, para reprenderlos, para disciplinarlos por sus pecados, antes de recibir la bendición de Dios y el gozo y la alegría. Es lo mismo para nosotros también. No podemos, bueno, no, no, ¿cómo? No tenemos el derecho de solamente recibir la promesa del capítulo 8 sin antes recibir la reprensión del capítulo 7. En este orden por una razón. Esa fue la verdad para el pueblo de Israel y es la verdad para nosotros. Y por eso otra vez yo quiero empatizar que algunos de ustedes que me escucharon la semana pasada y no cambiaron nada realmente ni tenía el deseo de cambiar nada. Este mensaje de bendición y esperanza no es para ti. Tú todavía estás en tus tiempos de tristeza porque no has obedecido a Dios en cuanto a la reprensión. Pero para nosotros, esa es la esperanza que tenemos, que escuchamos el mensaje de la semana pasada. Y ahora no somos perfectos, obviamente. No hemos cambiado todo porque no podemos. Pero si hemos intentado, en el poder del Espíritu Santo, de cambiar nuestras vidas, de responder a su reprensión, ahora tenemos esperanza. No debemos salir de aquí el día de hoy solamente pensando en disciplina y tristeza y esta reprensión. No, debemos salir de aquí pensando en qué grande es mi Dios, que me disciplina, sí, pero también cambia mis tiempos de tristeza a tiempos de gozo y alegría. Así que como iglesia necesitamos salir de aquí el día de hoy con gozo, con alegría, porque Dios es tan grande, porque Dios nos ha cambiado, porque Dios todavía está con nosotros. Y finalmente, después de ver el resultado del ser de Dios en cuanto a Dios, que Él va a bendecirnos en cuanto a nosotros, que vamos a reconcijarnos en Él y tener el gozo, Tenemos que ver cómo el celo de Dios se demuestra a través de nosotros como testimonio del mundo. Es el tercer punto. Debido al celo de Dios para con su pueblo, el mundo va a ver nuestro testimonio de él. Es lo que vemos en los versículos 20 a 23, que vamos a leer otra vez. Así ha dicho Jehová de los ejércitos. Aún vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades. Y vendrán los habitantes de una ciudad a otra y dirán, vamos a implorar a favor de Jehová y a buscar a Jehová de los ejércitos. Y la otra persona dice, yo también iré. Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén y a implorar a favor de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos, en aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo, iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros. Y aquí encontramos la repetición de la promesa que hemos visto muchas veces en este libro. que Dios va a traer su pueblo de muchas naciones a él mismo para ser parte de su pueblo exactamente como Israel fue su pueblo. La imagen aquí es que las personas de muchas naciones van a implorar a los judíos, al pueblo de Dios, que les traigan con ellos para ir a Jerusalén para buscar a Dios porque han oído que Jehová estaba con ellos. Y lo que debemos ver aquí es la urgencia de la petición. En el siglo XXI describe cómo estas personas quieren ir con rapidez. Vamos a implorar el favor de Jehová y buscar a Jehová en los ejércitos. Y la otra persona dice, sí, yo también iré. Muy importante para ellos para encontrar a Jehová. Dice en el versículo 22 que eso no es el deseo de uno o dos, o de naciones que necesitan protección, sino que muchos pueblos y fuertes naciones vendrán a buscar a Jehová e implorar a su favor. En el versículo 23 vemos aún más fuertemente ese deseo, ese anhelo de esas naciones, porque dice, diez hombres de esas naciones tomarán del manto a un judío diciendo, iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros. Y esta descripción de 10 hombres es un uso indefinido para hablar de muchísimos, de un número muy grande, para enfatizar otra vez lo que vimos en el siglo XXII, que esto era muy importante para esas naciones, que muchos pueblos y fuertes naciones, muchas personas iban a encontrar o buscar a Jehová a través de su pueblo. Ok, paso por Lema. Esto nunca sucedió en la Nación Israel. Nunca. En toda la historia. Ni hoy en día. Porque los judíos son, en mayor parte, despreciados o detestados. Nadie está siguiéndoles para buscar a su Dios. La verdad. Eso es porque desafortunadamente los judíos hoy en día, por mayor parte, no son parte del pueblo de Dios. Son israelitas por nacimiento físico, pero no por nacimiento espiritual. Entonces, ¿qué debemos decir? ¿Que esta promesa no fue cumplida? No. ¿Qué hacemos? Tenemos que buscar una aplicación espiritual. Tenemos que buscar una aplicación para nosotros. Como hemos visto muchas veces, nosotros, la Iglesia, somos el pueblo de Dios hoy en día. Somos una nación espiritual, no física. Yo creo que es un poco fácil para nosotros ver la aplicación para nosotros en este pasaje. Cuando habla de Israel, del pueblo de Dios, sí podemos aplicar esas promesas a nosotros también, porque somos el pueblo de Dios. Pero para algunos es un poco difícil entender cómo las promesas de Jerusalén aplican a nosotros. Porque pensamos, no necesitamos una ciudad física Ahora Jerusalén es una ciudad física, nada más. No tiene nada que ver con la iglesia, no es importante para la iglesia. ¿Cómo podemos tener o tomar promesas hablando de Jerusalén y aplicarlas a nosotros? Esa es la pregunta, tal vez, de algunas personas. Tenemos que pensar de esta manera. Hemos estudiado que el cumplimiento del símbolo del templo es, ante todo, Cristo y la iglesia, nosotros. Y podemos decir la misma cosa en cuanto a la ciudad física de Jerusalén, que Jerusalén es un símbolo de la iglesia, porque mientras en el Antiguo Testamento Dios moró con su pueblo en Jerusalén, ahora mora en nosotros, en la iglesia, que es la novia de Cristo, que es su cuerpo. Y ustedes tienen que entender que eso no es un hombre tomando algo fuera de su contexto y haciendo una aplicación muy rara. No estoy haciendo esto. Yo tengo pruebas bíblicas para decir que podemos aplicar promesas a Jerusalén, a la Iglesia. Vamos a ver dos pasajes para ayudarnos a entender que eso es bíblico, pensar así. En primer lugar, en el libro de Hebreos, el capítulo 12, y los versículos 22 y 23. El libro de Hebreos, el capítulo doce, veintidós y veintitrés. Eso es muy importante, porque si leemos Prometeus hablando de Jerusalén y todo eso, y pensamos, bueno, entonces, ¿por qué? ¿Por qué debo leer este pasaje? No tiene nada que ver conmigo. Entonces, sí, y tenemos que entender por qué. Entonces, vamos a ver aquí en el Breos doce, los versículos veintidós y veintitrés. Y si que sino os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos. Tenemos que pensar en el contexto. En el principio de este capítulo 12, vemos que el autor está escribiendo a los cristianos, a la iglesia, los que corren con paciencia la carrera que tienen por delante, los que ponen sus ojos en Cristo. Es como empieza el capítulo. Y después habla de la disciplina de Dios. Después habla del ejemplo malo de Saúl. Y finalmente habla de la historia de los israelitas cuando Dios les dio su ley, que ellos no podían acercarse al monte. Pero, dice, en contraste, nosotros tenemos esperanza. Porque el versículo 22 dice que nos hemos acercado no al monte de Sinaí, monte de la ley, sino al monte de Sion. ¿Y qué es? Vemos la descripción aquí. Es la ciudad del Dios vivo. Jerusalén, la Celestial. No estamos hablando de la ciudad física, sino Jerusalén, la espiritual. ¿Y a qué se refiere esta ciudad celestial o espiritual? El versículo 23 nos dice, Esta ciudad celestial es la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. ¿Y quiénes son ellos? Nosotros, la iglesia. Nosotros tenemos nuestros nombres inscritos en el libro de la vida del Cordero. que han sido salvados por Jesús, el Mediador del Nuevo Pacto, como dice el versículo 24. Pues aquí el autor de Hebreus usa el título Jerusalén la Celestial para referirse a la iglesia, a la Nueva Jerusalén, el lugar donde Dios mora con su pueblo. Esa es la primera prueba. Encontramos la misma imagen en el libro de Apocalipsis, el libro final en sus Biblias, Apocalipsis 21, y el Biciclo 2. El libro de Apocalipsis 21 es casi el final de sus Biblias y el Biciclo 2. Y yo, Juan, vi la Santa Ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Juan vio la Nueva Jerusalén descendiendo del cielo, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y aquí podemos ver otra vez la verdad de que la iglesia es la nueva Jerusalén. Es el cumplimiento último de las promesas dadas a Jerusalén, porque está hablando de esta Jerusalén como la esposa, como la novia, que es la iglesia de Dios. Pero bueno, tal vez no todos están convencidos por este reciclo, porque dice que la ciudad fue dispuesta como esposa, no dice que era la esposa. Bueno, vamos a continuar en los reciclos 9 y 10 para aclarar algunas dudas. Este mismo capítulo, los reciclos 9 y 10. Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, Y habló conmigo diciendo, ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Entonces este ángel dijo, yo voy a mostrarte que la esposa del Cordero ¿Y qué vio Juan? Y me llevó el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios. Es obvio, la iglesia, la esposa de Cristo, es a veces descrita en la Biblia como la nueva, la espiritual, la celestial Jerusalén. Y por eso, si regresamos al libro de Zacarías, podemos aplicar esta promesa, esta profecía al final de Zacarías 8 a nosotros en la iglesia. El celo de Dios para con su pueblo garantiza que nuestro testimonio para él va a extender por todo el mundo hasta el punto de causar que las naciones quieran conocerle a él a través de nosotros en la iglesia. Y obviamente ellos no van a querer llegar solamente debido a nosotros, sino como dice, porque ellos saben que Dios está con nosotros. Y esto es o debe ser el testimonio de cada cristiano, de cada iglesia, que Dios está con nosotros. ¿Cómo? Como estudiamos la Navidad pasada, No recuerdo. Emmanuel es el nombre de Cristo y significa Dios con nosotros. Lo que el pueblo está diciendo aquí, lo que el mundo está diciendo aquí, que hemos escuchado que Dios está con ustedes. Y nosotros decimos, sí, Dios está con nosotros. Pero cuál es el problema? Lo que vemos aquí al final de este capítulo es lo que debería pasar. Nuestro testimonio al mundo debe ser tan fuerte que ellos saben que Dios está con nosotros y ellos anhelan llegar con nosotros a la iglesia. Pero eso no es lo que sucede. Nuestros familiares y amigos y compañeros de trabajo no están rogándonos para que les llevemos a la iglesia con nosotros. De hecho, nosotros intentamos agarrarlos y arrastrarlos, ¿no? No literalmente, pero a veces así quisiéramos hacerlo, ¿no? Parece como que tenemos que usar fuerza física para que vengan con nosotros. Tenemos que convencerles. ¿Por qué? Porque ellos no ven que Dios está con nosotros. Sí, escuchen nuestras palabras, que Dios está con nosotros. pero no ve su poder en nuestras vidas. Ellos no ven como él nos ha cambiado completamente y radicalmente. Ellos no ven nada en nosotros que ellos quieren tener, que ellos anhelan tener. Por eso no actúan así. Por eso esta profecía todavía no es cumplida en su totalidad. Estamos esperando el cumplimiento completo de esta promesa. Tenemos que orar que Dios la cumple en nosotros. Usándonos para traer a otras personas a la iglesia porque quieren conocer a nuestro Dios. porque ellos pueden ver su celo para con nosotros es tan grande, es tan obvio que Dios está bendeciéndonos, es obvio que vivimos en gozo y alegría, y no en depresión y desánimo. Porque si vivimos la vida cristiana siempre tristes, siempre quejándonos de nuestros problemas, y nunca demostramos cuán grande es servir a nuestro Dios, que Él cambie nuestra tristeza a gozo y alegría, obviamente nadie va a querer lo que tenemos. Nadie va a rogarnos para traerles a la iglesia porque no quieren estar como nosotros. Ese es el problema. Necesitamos demostrar el celo que Dios tiene para con nosotros en nuestro testimonio al mundo. Entonces, el juicio de Dios y la disciplina de Dios, su reprensión y nuestra tristeza por nuestros pecados, no es toda la historia. Si dependiera de nosotros, estaríamos perdidos, castigados, tristes para siempre. Pero la gracia de Dios sobreabunda en nuestras vidas. La elección de Dios de su pueblo siempre gana sobre nuestros fallos y pecados. No hay nada en este mundo físico ni en el reino espiritual que puede detener la voluntad de Dios, lo que Él quiere hacer. ¿Y qué quiere hacer? Dios quiere bendecirnos. Dios quiere hacernos gozosos y alegres para que todo el mundo pueda verlo, debido a su celo para con nosotros. Entonces, tenemos que pensar en nosotros otra vez, para la aplicación. ¿Cómo es nuestro testimonio al mundo? A nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo. ¿Nosotros siempre estamos tristes, quejándonos de nuestros problemas? Ellos no van a querer eso. o siempre estamos tan duros con ellos, tan... juzgando a ellos siempre, ¿quién no va a querer nada en una iglesia así? o nosotros demostramos el amor de Dios, que sí castiga el pecado, que sí es muy fuerte, pero también demasiado su celo para con nosotros. Tenemos que pensar en nuestras vidas y nuestros testimonios. ¿Pero cuál es la base por eso? No tenemos que quedarnos en tristeza porque Dios cambia nuestros tiempos de tristeza a tiempos de gozo y alegría. Nuestras tribulaciones y pruebas y reprensiones, todos van a ser cambiados así. Aquí en la tierra, sí, un poco, pero para siempre en el cielo. Nosotros tenemos que pensar, sí, vamos a vivir aquí, tal vez en sufrimiento para todas nuestras vidas. Cosas difíciles para todas nuestras vidas. ¿Y qué? ¿Por qué importa? No es importante. Porque vamos a tener un tiempo en el cielo que es una eternidad. Cuando Dios va a cambiar todos nuestros tiempos de tristeza en tiempo de gozo y alegría para siempre. Porque vamos a estar con Él para siempre. Esa es nuestra esperanza. Eso se llama en el libro de Apocalipsis, la cena de las bodas del Cordero. que si ahora tenemos tiempos de tristeza, vamos a gozarnos para siempre en esta cena de las bodas del Cordero. Pero el requisito previo de la cena de las bodas del Cordero fue la muerte del Cordero. Es decir, Cristo tendría que morir por nosotros para garantizar este gozo eterno. Es solamente debido a Él y su sufrimiento y su obra que todo su pueblo, de todas las naciones, van a reunirse en la Nueva Jerusalén buscando a Dios y gozándose en Él para siempre. La pregunta es si tú vas a tener parte en esta alegría eterna o no. Si vas a tener una parte en la cena de las bodas del Cordero y gozarte para siempre y alegrarte para siempre o no. ¿Y cómo puedes saber si vas a tener parte o no? No puedes participar en la cena de las bodas del Cordero si no eres un participante en la muerte del Cordero. Hay muchas personas que piensan que van a ir al cielo con este gozo, con esta alegría para siempre porque Dios es bueno, porque Dios quiere que seamos felices. Pero no es la verdad. Dios quiere que nosotros creemos en Él. Dios quiere que le glorifiquemos a Él. Esas cosas son mucho más importantes a Dios que nuestra felicidad. La felicidad es temporal. Eso no es lo más importante para Dios. El punto es que tú no debes esperar las bendiciones de Dios y el gozo eterno de Dios si no has obedecido a Dios para creer en Él para siempre, para creer en Su Hijo y la obra de Su Hijo para salvarte. Como cristianos, no debemos enfocarnos en nada más que arrepentimiento y problemas y pecados y nunca regocijarnos en las bendiciones de Dios y la gracia que hemos recibido por nuestro Salvador. Yo quiero terminar así, porque otra vez sí es muy necesario a veces escuchar un mensaje fuerte de arrepentimiento, una llamada a servir a Dios de corazón. Pero también tenemos una llamada a regocijarnos en nuestro Dios. No deberíamos sentirnos culpables por estar gozosos, por vivir en alegría. No debemos pensar que porque el mundo es tan malo y porque tenemos problemas que tenemos que vivir en tristeza constante, en desánimo. No deberíamos, porque Dios es bueno, porque Dios es grande, porque Dios es amoroso, porque Él va a bendecirnos debido a su gran celo para con nosotros, incluso cuando no es lo que merecemos. Él es infinitamente misericordioso. Y este gozo y alegría debería ser tan constante y obvio en nuestras vidas que todos pueden verlo. Que nuestro testimonio al mundo, debido al celo de Dios para con nosotros, sea como la luz brillante, para que ellos puedan ver que Dios está con nosotros, para que ellos nos imploren de ir con nosotros a la iglesia, para que puedan ver dónde podemos encontrar un lugar que nos da un cambio tan grande como lo que ustedes tienen, un gozo tan celestial como ustedes tienen. Ese es el testimonio que nuestra iglesia aquí, hablando muy personalmente y directamente a cada persona aquí, cada cristiano aquí. Ese es el testimonio que nuestra iglesia debe tener si vamos a obedecer a Dios y ser una ciudad de luz asentada sobre el monte. Todo eso es nuestra esperanza en el cielo de Dios para con nosotros. Vamos a orar. Nuestro Padre Celestial, te damos todas las gracias por ser tan amoroso, tan lleno de gracia y fidelidad para con nosotros. Porque no nos dejas en nuestros pecados, no nos dejas en desánimo, no nos dejas en tristeza, Si quieres bendecirnos y vas a bendecirnos, vas a cambiar nuestros tiempos de tristeza en tiempos de regocijo y alegría. Y por eso te damos muchas gracias, porque no merecemos nada. No merecemos este tipo de gozo. No merecemos este tipo de alegría. Tú eres muy misericordioso y lleno de gracia. y nos ha prometido esas cosas en tu palabra. Por favor, ayúdanos de salir de aquí este día, empezar la semana no enfocándonos tanto en tu disciplina, sino si nos hemos arrepentido de nuestros pecados, ayúdanos de enfocarnos más en tu celo, más en tu amor y más en tu gracia. Ayúdanos de crecer en esta semana debido a esta confianza que tenemos en ti. En el nombre de Cristo. Amén.
Nuestra esperanza en el celo de Dios para con Su pueblo
Series Estudio sobre Zacarías
Debido al celo de Dios para con Su pueblo, Él va a bendecirnos, nosotros vamos a regocijarnos en Él, y el mundo va a ver nuestro testimonio de Él.
Sermon ID | 12516151625 |
Duration | 50:14 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Zechariah 8 |
Language | Spanish |
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