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el libro de Zacarías y el capítulo 7, empezando en el versículo 1. Aconteció que en el año cuarto del rey Darío, vino palabra de Jehová a Zacarías, a los cuatro días del mes noveno, que es Quislo, cuando el pueblo de Betel había enviado a Zarecer con Regembelec y sus hombres a implorar el favor de Jehová. y a hablar a los sacerdotes que estaban en la casa de Jehová de los ejércitos y a los profetas, diciendo, lloraremos en el mes quinto, haremos abstinencia como hemos hecho ya algunos años. Vino pues a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo, habla a todo el pueblo del país y a los sacerdotes, diciendo, Cuando ayunaste y lloraste en el quinto y en el séptimo mes estos 70 años, ¿habéis ayunado para mí? Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos? ¿No son esas las palabras que proclamó Jehová por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y sus ciudades en sus alrededores, en el Negev y la Cefela, estaban también habitados? Y vino palabra de Jehová a Zacarías, diciendo, Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo, Juzgar conforme a la verdad, y hacer misericordia y piedad cada cual con su hermano. No oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre, ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano. Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír, y pusieron su corazón como diamante para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros. Vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. Y aconteció que así como él clamó y no escucharon, también ellos clamaron y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos, sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían. Y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese, pues convirtieron en desierto la tierra deseable. Vamos a orar. Nuestro Padre Celestial, enfoca nuestras mentes, toma nuestros corazones en tus manos, de cada persona aquí, cristiano, incrédulo, adulto, niño, joven, para que todos puedan escuchar este mensaje de Tu Palabra. para que tu Espíritu Santo pueda cambiarnos, salvar a algunos, cambiar a los cristianos, para que podamos servirte de corazón. En el nombre de Cristo. Amén. La semana pasada terminamos la primera parte del libro de Zacarías que empezó con una llamada al arrepentimiento y después estudiamos las ocho visiones de Zacarías y la coronación simbólica de Josué. Todas esas cosas que nos dieron esperanza, la esperanza del pueblo de Dios. En los capítulos 9 a 14 de este libro vamos a estudiar más cosas que obviamente tienen que ver con el tema de esperanza, más promesas, más profecías de Cristo, juicios sobre las naciones, el tiempo futuro de gloria. Pero entre esas dos secciones encontramos una sección de los capítulos 7 y 8. que son una sección pero no podemos estudiar los dos capítulos en un día porque son muy largos. Hoy vamos a estudiar el capítulo 7 y en 8 días vamos a estudiar el capítulo 8. Al principio de este capítulo, para tener contexto antes de ver el mensaje, encontramos una fecha. Es algo que hemos visto muchas veces en este libro de Zacarías y también en Ageo. Las fechas son dadas para ayudarnos a ver las divisiones naturales de los libros. Y esta fecha nos dice que los eventos de los capítulos 7 y 8 suceden dos años después de las visiones que Zacarías vio y la coronación simbólica de Josué. O sea, un espacio de dos años entre el final del capítulo 6 y el principio del capítulo 7. El templo todavía estaba en el proceso de ser reedificado. La obra no fue acabada, pero todavía estaba avanzando. Y por esta razón, por esta aparente bendición de Dios sobre su pueblo, en los versículos 2 y 3 de este capítulo 7, leemos de una pregunta, una consulta de una comisión de personas de la ciudad de Bethel. Otra vez dice, el pueblo de Betel había enviado a esos hombres a implorar el favor de Jehová y hablar a los sacerdotes que estaban en la casa de Jehová y los ejércitos y a los profetas diciendo, y aquí está su pregunta, lloraremos en el mes quinto, haremos abstinencia como hemos hecho ya algunos años, Entonces, tenemos que entender esta pregunta, ante todo, para entender el capítulo. ¿Qué están preguntando a este pueblo? Entonces, este pueblo de Bethel, que fue una ciudad en el país de Israel, envió a algunos hombres para implorar el favor de Jehová y para hablar con, como dice, los sacerdotes y los profetas. Los sacerdotes porque su pregunta tenía que ver con algo ceremonial, y con los profetas porque ellos necesitaban la palabra de Dios. Entonces, esos hombres hablaron con estos dos grupos de personas. Esta pregunta, otra vez, ¿lloraremos en el mes quinto? ¿Haremos abstinencia como hemos hecho ya algunos años? Esta fue su pregunta. Y nosotros decimos, ¿qué? No, es que, ¿qué están preguntando? No entendemos nuestro contexto. ¿Qué hacemos? Como siempre, regresamos al contexto de este pueblo en su tiempo. La pregunta fue en cuanto a un ayuno. que los judíos habían establecido al principio de su exilio para conmemorar, para recordar con tristeza, la destrucción del templo y de Jerusalén. Entonces, cuando aquí en la pregunta habla de llorar y abstener, se refiere a algo ceremonial que ellos estaban haciendo, llorando para demostrar arrepentimiento, absteniéndose de comida para demostrar que sus prioridades estaban en cuanto a Dios y no a sí mismos. Y sabemos esto debido a dos cosas. En la respuesta en el versículo 5, Dios habla de un ayuno no solamente en el quinto mes, sino en el séptimo también. Y otra vez, si leemos la historia, en el quinto mes, en el año 586 a. C., los babilonios destruyeron a Jerusalén completamente. En el mes séptimo del mismo año, asesinaron, mataron a un líder de Israel y todos estaban dispersados. Por eso, las personas en Israel decidieron hacer un ayuno en el quinto mes y en el séptimo mes para llorar, para abstener de comida, para conmemorar la destrucción de su ciudad y de su país. Si ustedes quieren, el contexto está en Jeremías 52. Eso es donde ustedes pueden leer de este contexto de la destrucción de Jerusalén y del templo. Eso es lo que ellos estaban haciendo. Pero su pregunta fue, ¿estamos otra vez en la tierra prometida? Otra vez estamos con Dios, porque el templo está en el proceso de ser reedificado. Dios está bendiciéndonos otra vez. La pregunta es, ¿tenemos que continuar con este ayuno o no? Esta fue su pregunta. Y la respuesta de Dios se encuentra en el resto del capítulo 7 y todo el capítulo 8. Es lo que vamos a estudiar. Pero Dios, interesantemente, toma la oportunidad para no responder a su pregunta directamente. No encontramos una respuesta a su pregunta aquí en este capítulo. Si Dios tomó la oportunidad de reprender la nación por un pecado en lo cual han estado viviendo, el pecado de servir a Dios con las acciones y con la boca, con las cosas externas, pero no de corazón. Y ese es el tema del mensaje de hoy, porque espero que nosotros podamos ver la aplicación a nosotros mismos también. Que Dios ahora, exactamente como en el tiempo de Zacarías, requiere la adoración y el servicio que es de corazón, que es interno y no solamente externo. Pues el título del mensaje es, Una llamada a servir a Dios de corazón. Y para entenderlo, para entender mi punto en hacer un título así, necesitamos pensar otra vez en cómo empezamos el estudio de este libro. El primer mensaje fue, una llamada al arrepentimiento. Y solamente después estudiamos la esperanza del pueblo de Dios. Como mencioné en otra ocasión, espero que ustedes sepan que yo escojo los títulos y los mensajes con mucho cuidado. Nosotros tenemos que pensar. Empezamos el estudio de Isaías con una llamada al arrepentimiento, y después con la esperanza del pueblo de Dios. Hoy vamos a estudiar otra llamada, una llamada a servir a Dios de corazón, y después vamos a regresar al tema de la esperanza. Y ese tipo de estructura del libro nos ayuda, porque si siempre meditamos en las bendiciones y privilegios que tenemos, sin vivir en obediencia, sin servir a Dios de corazón, no sirve para nada. Como hemos visto en otros mensajes, el pueblo de Dios tiene que actuar como el pueblo de Dios para recibir sus bendiciones. Entonces en el resto del mensaje vamos a estudiar la respuesta de Dios a Israel. Como dije, Dios tomó la oportunidad para declarar al pueblo un problema, su pecado de no servirle a él de corazón. Y vamos a leer y estudiar esta respuesta y aplicarla a nuestras vidas también, a nuestra iglesia también. Una llamada para nosotros a servir a Dios de corazón. Dios no quiere nuestro servicio cuando se hace por tradición y no verdaderamente de corazón. Dios no quiere nuestro servicio, nuestra adoración cuando se hace por tradición y no verdaderamente de corazón. Vamos a ver aquí la respuesta de Dios en tres partes. En primer lugar, vamos a estudiar la necesidad de escudriñar nuestros corazones. En los versículos cuatro a siete encontramos el problema que Dios vio en las vidas de su pueblo. y cómo vamos a ver un problema que todavía existe entre el pueblo de Dios, un problema que existe aquí en nuestra iglesia. Por eso este primer punto es la necesidad de escudriñar nuestros corazones para ver si hemos caído en este pecado, en este problema. Porque mientras leemos esos reciclos y vemos lo que Dios dice, Mientras vemos como Él reveló a Israel su pecado, necesitamos ver nuestra necesidad también, nuestros pecados también. Necesitamos servir a Dios de corazón y no solamente por tradición, no solamente por las palabras y las acciones. Es el problema en la iglesia de Dios el día de hoy. Esta iglesia, todas las iglesias del mundo, tantas personas que dicen que son cristianos y que asisten a la iglesia, Y no tiene el deseo de servir a Dios de corazón. Y probablemente no son cristianos. O tal vez son cristianos que necesiten el arrepentimiento. Porque no van a recibir las bendiciones de Dios sin este deseo correcto. En los reciclos 5 a 7, Dios hizo tres preguntas. con la intención de ayudar a los judíos a pensar profundamente, para escruñar sus corazones en verdad, para ver si estaban sirviendo a Dios de corazón, no solamente por tradición. En el siglo cinco, Dios mandó a Zacarías a decir su mensaje en la forma de una pregunta. Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes, esos 70 años, ¿habéis ayunado para mí? Fue una pregunta muy penetrante y requirió que los israelites escruñaran sus corazones para ver sus motivos. Porque al hablar de sus ayunos y lo que ellos estaban haciendo para recordar la destrucción del templo, Dios no estaba dudando de lo que ellos habían hecho. No hay duda de que por 70 años ellos habían guardado estos ayunos. Eso es lo que pasó. Dios no estaba dudando de lo que habían hecho. Pero Dios no está interesado en solamente las acciones externas, aunque eso son muy importantes. Dios no estaba interesado solamente en los sacrificios y los ayunos y las cosas que su pueblo hizo, sino interesado en sus corazones, en sus motivos. El problema no fue lo que ellos estaban haciendo, sino que no lo estaban haciendo de corazón. Realmente no lo habían hecho para Dios, sino para sí mismos. La siguiente pregunta en versículo seis es más fuerte, porque en verdad es una acusación. Y cuando coméis y bebéis, no coméis y bebéis para vosotros mismos. Hay una respuesta. Sí, eso es lo que ellos habían hecho. La primera pregunta requirió que ellos escruñaron sus corazones, pero la segunda pregunta aquí es una acusación en contra de ellos. Dios está confrontándoles con su pecado, que en establecer y guardar estos ayunos, estos días de llanto para la destrucción de su país, ellos se compadecían de sí mismos, no estaban honrando a Dios. Ellos querían la restauración de su país, de su libertad, pero no estaban preocupados por su Dios y por los pecados que habían causado su destrucción y su exilio. Sus prioridades, incluso en hacer las cosas que parecían ser para Dios, estaban en sí mismos, no en Dios. En el versículo 7 encontramos la pregunta final de esta parte. ¿No son esas las palabras que proclamó Jehová por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y sus ciudades en sus alrededores, y en el Negev y la Cefela estaban también habitados? Es como estas preguntas estaban crecimiento en intensidad. Empezando con una pregunta para ayudarles a escruñar sus corazones, después una pregunta de acusación, y al final la confrontación completa, diciendo que en vez de hacer ayunos y llantos y todo eso, lo que ellos deberían haber hecho fue el escuchar su palabra a través de los profetas de arrepentirse de sus pecados. Esto es algo muy fuerte, porque menciona aquí el tiempo cuando todo estaba bien, tranquilo en Jerusalén, cuando todas las ciudades estaban en paz en Enleguer, que es el sur del país, y en la Cefela, que fue la parte de la llanura de Israel. Dios estaba diciendo, ¿ustedes están conmemorando la destrucción del templo y de Jerusalén con ayunos y llantos para mí? Habría sido mucho mejor si ustedes me hubieran escuchado antes de esta destrucción, cuando todo estaba en paz, cuando yo estaba enviando mis mensajeros para proclamar la necesidad y el arrepentimiento. No lloren por la destrucción de su país, porque es su culpa. Estos ayunos no hacen nada. Ustedes fueron destruidos por sus pecados y corazones malos. Y si quieren complacerme, escuchenme y obedezcanme y obedezcanme. Es lo que Dios está diciendo aquí en el siglo 7. La pregunta fue si ellos deberían continuar con sus ayunos, con sus conmemoraciones y la destrucción del templo. Pero Dios dijo lo que ustedes me preguntan no es el punto. Mi interés no es si ustedes continúen con esos días de llanto y ayuno o no. Lo que quiero es que ustedes demuestren su arrepentimiento verdadero, que devuelvan de los pecados de sus padres y me sirvan. Esas palabras de Dios no eran algo nuevo. Por ejemplo, en 1 Samuel 15, Samuel había comunicado las palabras de Dios cuando dijo, ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente, el obedecer es mejor que los sacrificios y el prestar atención que la grosura de los carneros. Tenemos que entender tan fuerte era esta proclamación, porque los sacrificios eran esenciales para los judíos, porque prefiguraron a Cristo. Dios dijo que no quería sus sacrificios sin su obediencia. No quería sus sacrificios si no eran de corazón. Lo que él quería de ellos es que ellos le temieran, que anduvieron en sus caminos, que le amaran de todo su corazón y toda su alma, que le sirvieron de corazón y no solamente de sus hábitos y tradiciones. Es importante para nosotros también, porque esas tradiciones de Israel no eran malas. Tenemos tradiciones también. No todas son malas. Es una tradición llegar aquí a la iglesia, escuchar la palabra de Dios, llegar los miércoles, escuchar la palabra de Dios. Son buenas tradiciones. Pero Dios no quiere nuestras tradiciones. Si nosotros no le servimos a él de corazón, Dios prefiere que ustedes no vengan. Si solamente llegan aquí por tradición, por hábito. Si realmente no quieren estar aquí, no vengan. Es lo que Dios quiere. Que tú demuestres que no eres cristiano porque no quieres estar en la casa de Dios. Que tú demuestras claramente que no tienes deseo para Dios. Entonces, dejan de ser hipócritas. Prefiero tener una iglesia de dos personas. de los verederos cristianos que tienen deseo para Dios, que tienen una iglesia de mil personas, que actúan como los judíos aquí. Entonces, esas no solamente son palabras de Dios para el pueblo israelí, sino para nosotros también, que son fuertes. Y no voy a decir que... bueno, no voy a... ¿la palabra? tener vergüenza por decir las palabras tan fuertes. Algunos de ustedes no quieren estar aquí. No vengan. Simplemente no vengan. No estás adorando a Dios. No estás haciendo nada para Dios. Lo que necesitamos es un cambio de corazón. No estoy diciendo que no quiero que ustedes no vengan, porque yo quiero ver a todos aquí. Pero yo quiero verles a ustedes aquí de corazón, con un anhelo de servir a tu Dios, y no solamente para complacer a mí, no solamente para guardar tus tradiciones. Este es el primer punto. Tenemos que escudriñar nuestros corazones para ver si hemos caído en este mismo pecado. Dos. En los discípulos 8 a 12 encontramos el segundo punto, que son las reacciones que Dios quiere. En primer lugar, tenemos que escudrinar nuestros corazones para ver si estamos en el mismo lugar, si hemos caído en este mismo pecado. Pero después podemos ver las reacciones que Dios quiere. En el versículo 8 dice que la palabra de Dios vino a Zacarías otra vez. No es un cambio de tema, sino una división entre la acusación y lo que Dios quería de su pueblo. Y en los versículos 9 a 10 Dios revela lo que quería. Y lo que quería fue una demostración de que su servicio para Él era real. No es que otra vez Él no quería sus sacrificios. Sí quería sus sacrificios. Dios quiere que ustedes estén aquí. pero de corazón, solamente de corazón. Dios quería un arrepentimiento verdadero. En los discípulos 9 y 10 dice cómo quería verlo. Así habló Jehová en los ejércitos diciendo, juzgar conforme a la verdad y hacer misericordia y piedad cada cual con su hermano. No oprimais a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre, ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano. Dios estaba diciendo que ellos podían tener ayunos y sacrificios cada día, cada noche. Podían decir cuánto amaron a Dios, pero si no estaban actuando conforme a la verdad, haciendo misericordia, demostrando una vida de piedad con su hermano. Si ellos estaban oprimiendo las personas en necesidad, pensando mal en sus hermanos, en sus corazones, sus palabras y sus acciones y su servicio no significaron nada. Es decir, su relación con Dios no podría ser correcta sin una buena relación unos con los otros. Y espero que podamos ver la aplicación para nosotros. Como estudiamos en la Comunidad de Juan mucho, no podemos decir que nuestra relación con Dios está bien si no tenemos relaciones correctas con nuestros hermanos en Cristo. Cristo dijo a Mateo 5, 23 y 24. Si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y anda, reconcíliate primero con tu hermano y entonces ven y presenta tu ofrenda. ¿Qué significa? Dios no quiere tu adoración, tu servicio, si tu relación con tus hermanos no está bien. Nosotros pensamos al revés, muchas veces. Pensamos que si mi relación con Dios está bien, no importa cómo son mis otras relaciones. Soy bien con Dios. Esa es la única cosa que importa. De alguna manera, esta es correcta. Pero la cosa es que nuestra relación con Dios no está bien si tenemos problemas con nuestros hermanos. A pesar de lo que decimos, no está bien. Esta verdad es clara de lo que estudiamos en 1 Juan 4, 20. Si alguno dice, yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Es una relación correcta con nuestros hermanos en Cristo. No solamente buenas palabras y acciones, pero relaciones verdaderas y realmente de corazón. Es lo que demuestra que amamos a Dios. Pues estos reciclos 9 y 10 fueron la respuesta positiva de lo que Dios quería ver. Actuar bien con sus hermanos para demostrar su amor y servicio verdadero para con él. En los reciclos 11 y 12 encontramos la respuesta negativa, es decir, no actuar así, no actuar como sus padres, que fueron vencidos y castigados. Porque hablando de sus padres, Dios dijo, ellos no quisieron escuchar Antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír, y pusieron su corazón como diamante para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros. Vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. Aquí tenemos tres imágenes para ayudarnos a entender la respuesta incorrecta. Las personas de esas personas que dijeron que eran parte del pueblo de Dios, que eran sus siervos, pero realmente no eran de corazón. Dice otra vez al principio del versículo 11 que ellos no quisieron escuchar. Y después describe las tres maneras en las cuales esta reacción fue demostrada. En primer lugar dice que ellos volvieron la espalda. Y ya tenemos esta idea. Pero la imagen original es de un animal rehusando el yugo, haciéndolo imposible, el poner el yugo sobre él para trabajar, suvolver la espalda. Es la misma imagen que la Biblia usa a veces de endurecer la cerviz. Es la misma idea. Una imagen clara de rehusar, escuchar la palabra de Dios y obedecerla. La segunda cosa que hicieron fue el tapar sus oídos para no oír. No querían oír los profetas y su mensaje de arrepentimiento. Leemos de esta reacción incorrecta en muchos de los libros proféticos, especialmente en Jeremías. El rechazo del pueblo al mensaje de los profetas. Y la tercera cosa, al principio del versículo 12, es que ellos pusieron su corazón como diamante. Es decir, muy duro. ¿Por qué? Porque nosotros conocemos el diamante por ser la piedra que pertenece al anillo y las mujeres. Es lo que pensamos. Pero la característica física de este material es que se considera el material natural más duro conocido. El diamante. Dios no estaba diciendo solamente que sus corazones eran duros, sino muy, muy duros. Lo más duro posible. Y obviamente si sus corazones estaban tan duros, no importó lo que hicieron, lo que dijeron. Sus sacrificios y ayunos y llantos no eran de corazón y por eso Dios no los quería. Parece como que estas tres descripciones malas de su condición eran un proceso. En primer lugar, aunque sabían lo que debían hacer, volvieron la espada. Eran muy tercos, obstinados, no querían cambiar, no querían obedecer. Después de hacer esto, empezaron a tapar sus oídos. Entonces, no solamente desobedeciendo, sino también ignorando la palabra, conscientemente intentando no oírla. Y después de actuar así, el resultado es obvio, ¿no? Endurecer el corazón para que nada pudiera penetrar, para que no tuvieron que oír ni obedecer lo que Dios dijo. Y desafortunadamente, a veces tenemos la misma tendencia. Podemos seguir el mismo proceso. ¿Cómo? En el principio, escuchamos la palabra de Dios. Estamos aquí en la congregación, escuchamos la palabra. Pero porque es difícil, porque requiere cambios radicales en nuestras vidas diarias, decidimos no obedecerla. Volvemos nuestras espaldas. Decidimos no obedecer a Dios. Decidimos continuar en la misma manera de vida como antes. Aunque sabemos que debemos cambiar, aunque sentimos la convicción del Espíritu Santo en el servicio, no cambiamos. Volvemos la espalda. A pesar de todo lo que está entrando en nuestras mentes, nuestros oídos, nuestros corazones, no cambiamos nada. Algunos de ustedes están así porque me escuchan cada domingo, tal vez cada miércoles. Siempre sienten convencidos. Siempre están de acuerdo con el mensaje. Pero empieza la semana y estás con tu familia en la casa o en tu trabajo y absolutamente nada cambia. Dios requiere cambios radicales en tu vida, pero no quieres. Y realmente es porque no quieres. Porque tienes el poder para hacerlo. El poder del Espíritu Santo. Como estudiamos, esa excusa de que no puedo, no vale. La verdad, honestamente, es que no quieres. Porque tú temes cómo tu vida va a cambiar. Tú temes lo que otras personas van a pensar o decir. Por eso, aunque escuchas la palabra de Dios, actúas como esta primera respuesta incorrecta aquí en nuestro texto. Vuelves la espalda, endureces tu servicio y no obedeces a Dios. Lo malo es que cuando haces esto, cuando formas el hábito de estar en la iglesia y escuchar al pastor y sentir la convicción del pecado, pero no cambiar, sin duda vas a continuar el siguiente paso. que es tapar tus oídos. Porque cuando tú has decidido no cambiar, porque es demasiado difícil, porque tú te has engañado a ti mismo para pensar que no puedes, cuando la verdad es que no quieres, después de un tiempo no vas a querer más escuchar la palabra de Dios y sentir la convicción. Por eso vas a tapar tus oídos. Es decir, todavía vas a asistir a la iglesia, vas a estar aquí, Todavía vas a parecer como que estás poniendo atención, todavía vas a decir que estás de acuerdo con el mensaje, pero la verdad es que te sientas aquí en tu lugar y la palabra de Dios entra por un oído y sale por el otro. Tus ojos están fijados en mí, pero no me escuchas. Estás pensando lo que vas a hacer después en el día, o lo que vas a hacer después en la semana. No estás escuchándome. Tal vez estás inclinando tu cabeza incluso en este momento, pero sin realmente escucharme. ¿Por qué? Porque has tapado tus oídos. Yo temo por tu alma. Si tú puedes llegar aquí a la iglesia semana tras semana tras semana y actuar en tanta hipocresía, si nosotros no sabemos exactamente lo que está pasando detrás de tus ojos, en tu mente, en tu corazón. Tal vez pensamos que eres un buen cristiano, un buen ejemplo en nuestra iglesia, pero tú has cedido ese segundo paso de la reacción incorrecta a la palabra de Dios. Has vuelto tu espalda y has tapado tus oídos. Y cuando una persona ha hecho todo esto continuamente y como hábito, probablemente va a dar el siguiente paso. endurecer el corazón como diamante, para que nada penetre. Y normalmente las personas así no están en la iglesia, porque ya ni pretenden ser cristianos, ni pretenden tener interés en Dios. Creo que esto ha pasado aquí en nuestra iglesia con algunos, personas que estuvieron aquí con nosotros por un tiempo, pero que ahora han abandonado aún la pretensión de tener interés en Dios. No hay nada más peligroso. Porque esas son las personas sobre las que la Biblia habla como apóstatas. Personas que, hablando humanamente, no tienen la posibilidad de regresar a la verdad. Nosotros no sabemos cuándo esto pasa, y por eso debemos orar continuamente y no abandonar a las personas que nos han abandonado. No es nuestra responsabilidad. Es una advertencia muy fuerte para nosotros. porque si caemos en la trampa de los primeros dos pasos, volver la espalda y tapar los oídos, sería muy fácil continuar en este tercer paso y alejarnos y demostrar que nunca éramos cristianos. Si mi punto en tomar tanto tiempo para aplicar esas tres cosas a nosotros como iglesia es porque mi responsabilidad como pastor no es solamente dar esperanza. No solamente dar gracia, no solamente dar las verdades gozosas de la Biblia, esa es parte de mi responsabilidad, pero no todo. Yo no estoy fiel a mi cargo como pastor si no les advierto de los peligros, si no les reprendo por su dureza, si no les explico cuál es el camino incorrecto para que puedan evitarlo. Es parte de mi responsabilidad como pastor, dar esperanza, pero también dar las advertencias a ustedes. Por eso, tomen mis palabras en serio, por favor, porque vienen con la autoridad de Dios mismo. Chequen sus vidas para ver si han caído en estas reacciones incorrectas. Y piden a Dios por el poder de salir del camino incorrecto. Porque si tú continúas en esas cosas, Si continúas hablando de Dios y haciendo las cosas externas pero no de corazón, el tercer punto de este mensaje va a aplicar. Y el tercer punto es la advertencia de los resultados de no servir a Dios de corazón. Eso lo encontramos en los versículos 13 y 14. Los resultados de la desobediencia a Dios. Dice, y aconteció que así como él clamó y no escucharon. Dios clamó a Israel y ellos no le escucharon. También ellos clamaron y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos. Esas son palabras fuertes. muy fuertes para nosotros. ¿Y qué pasó aquí? Sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar a quien fuese ni viniese, pues convirtieron en desierto la tierra deseable. Dice que ellos clamaron con sus bocas, no de sus corazones, y por eso Dios no les escuchó. Y más que solamente no les escuchó, los esparció, dice, con torbellino, enfatizando la fuerza de su juicio entre las naciones que ellos no conocían. Y la tierra fue desolada. Eso es lo que pasó. Leemos la historia, leemos aquí en la Biblia, es lo que pasó con la nación de Israel. Y otra vez no fue la culpa de Dios. Fue el resultado de no obedecer a Dios. El resultado de servir a Dios de la boca y con las acciones, pero no de corazón. Este juicio para Israel fue muy merecido. porque no es como que los israelites se equivocaron una vez en su historia y fueron destruidos. No, de ninguna manera. Por siglos y siglos y siglos y siglos habían rechazado la palabra de Dios a través de los profetas, habían desobedecido a Dios, mientras todavía ofreciendo sacrificios y esperando las bendiciones de Dios. Y Él demostró muchísima misericordia, pero hasta un punto, no para siempre. y su pueblo fue disciplinado por sus pecados y esparcido por las naciones. No debemos que ver la aplicación para nosotros mismos. Dios va a disciplinar su pueblo cuando no le sirve a él de corazón, cuando es solamente una tradición, cuando es solamente palabras y acciones. De hecho, va a castigar a los que dicen que son cristianos, pero realmente no son. Y para aquellos que realmente son sus hijos, va a disciplinar, no castigar, pero todavía duele. Aquí en esta iglesia hemos recibido varias veces la reprensión por hacer cosas basado en la tradición y no de corazón. No en esas palabras exactamente, pero el mismo mensaje. Llegamos aquí los domingos y nos sentamos en nuestros lugares, pero ¿por qué? ¿Por qué estás aquí? Tenemos que admitir que muchas veces es por tradición, porque no es de corazón. ¿O cuántas veces no hemos llegado a un servicio cuando no existió una razón válida? Decimos que somos cristianos, decimos que Dios nos ha cambiado, pero no guardamos su día. no llegamos por lo que sea la razón. O tal vez llegamos a este edificio por algunas horas, pero cuando regresamos a la casa es como cualquier otro día. No pensamos en Dios como debemos. Hay muchísimos otros ejemplos, por supuesto, pero no es mi responsabilidad nombrar a todos. Ustedes tienen que pedir a Dios que escrujine sus corazones para revelarte cuáles partes de su vida, sus vidas están actuando así. Porque si no cambiamos, si continuamos volviendo la espalda y tapando nuestros oídos, sin duda nuestros corazones van a estar endurecidos. Vamos a alejarnos de Dios y vamos a ser disciplinados o juzgados exactamente como Israel. Entonces, ¿cómo podemos aplicar este mensaje específicamente en nuestras vidas? Tal vez tenemos en mente el mismo tipo de pregunta como el pueblo de Israel en el tiempo de Zacarías. ¿Todavía tenemos que continuar haciendo lo que sea? ¿Todavía tenemos que guardar todo el día de reposo para Dios? ¿Tenemos que asistir todos los servicios de la iglesia? ¿Tenemos que cambiar nuestras vidas radicalmente? ¿O está bien para vivir vidas mediocres para Dios? Ok, nunca diríamos esas cosas en voz alta. y tal vez están exactamente así en la mente, pero actuamos así. Actuamos como que esta es nuestra pregunta. Aquí en la iglesia nuestras palabras son muy buenas. Sabemos exactamente lo que debemos decir. Tal vez también hacemos muchas cosas correctas, pero la pregunta de Dios, la cosa más importante para Él, No es si decimos las palabras correctas o hacemos las cosas correctas, sino si decimos las cosas correctas y hacemos las cosas correctas por las razones correctas. Si todo es de corazón o si es nada más una tradición. Nada más porque sabemos es lo que tenemos que hacer. Nada más porque para que otros no sepan de nuestros corazones tan duros. Dios respondió a la pregunta de los israelitas con sus propias preguntas. En vez de darles una respuesta directa, les hizo pensar en sus motivos verdaderos. Este mensaje tiene que hacernos pensar también en nuestros motivos. Necesitamos hacer las cosas correctas como cristianos. No estoy diciendo que no debemos decir cosas correctas ni hacer cosas correctas. Si tenemos que leer nuestras Biblias, orar, asistir a la iglesia, demostrar amor con nuestros hermanos en Cristo, ese es el primer paso. Ese debe ser natural para cada cristiano. Pero es mucho más profundo que solamente hacer las cosas. Tenemos que preguntarnos, ¿Por qué leo la Biblia? ¿Por qué oro? ¿Por qué asisto a la iglesia? porque existen dos cosas necesarias, obedecer a Dios en cuanto a lo que manda, pero también hacerlo por razones correctas de corazón y no solamente de tradición. Mi deseo es que todos aquí en la iglesia hoy nos examinemos, nos escruñemos, que no caigamos en esos pecados y hábitos terribles para que no recibamos la disciplina de Dios o el castigo de Dios, sino glorificarle en todo. Lo que hemos visto aquí en este capítulo 7 es, ante todo, una reprensión, una advertencia, un mensaje muy directo que tenemos que tomar en toda seriedad, individualmente, así también como iglesia. Pero no quiero terminar así, porque siempre hay esperanza, porque Dios siempre nos da su gracia. Por eso dije en el principio de que los capítulos 7 y 8 son una sola sección, un solo mensaje. Nada más no tenemos el tiempo para estudiar el capítulo 8 al día de hoy. Y en el capítulo 8 encontramos la esperanza, otra vez. Encontramos el poder de Dios. Encontramos la gracia de Dios para cambiarnos. Entonces, no quiero que salgamos de aquí solamente reprendidos. Yo sí quiero que salgamos de aquí reprendidos, pues es una parte necesaria. Y mi deseo más grande es que todos aquí pensemos seriamente en nuestras vidas y en nuestros corazones. Pero la esperanza es que Dios es fiel a sus promesas, fiel a su pueblo, que nunca, nunca va a abandonarnos, incluso cuando es lo que merecemos. Porque Dios es siempre misericordioso de manera infinita. Si somos sus hijos, no hay castigo para nosotros. Cristo sufrió todo por nosotros, sufrió todo el castigo. La ira de Dios sobre el pecado fue aplacado en Cristo y somos reconciliados con Dios por medio de nuestro Salvador. Pero la respuesta correcta a esta esperanza no es licencia para pecar, no es vivir como queremos, no es vivir vidas mediocres, sino entregar todo, literalmente todo, para Dios. Palabras, sí. Acciones, sí. Pero ante todo, un corazón completamente para Él, una vida enteramente entregada a Su voluntad. No seamos como los israelites en Isaías 29 y 13. Dice pues el Señor, Hoy este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento que les ha sido enseñado. ¡Uf! Tan fuerte. Tantas veces actuamos así. Honramos a Dios con la boca. Nuestro temor a Dios no es nada más que un mandamiento. Sí, es un mandamiento. Es un deseo ante todo. Tiene que ser de corazón. No seamos así. Por eso escuchemos la palabra de Dios. Esta es llamada a servir a Dios de todo corazón. Porque él no quiere nuestro servicio cuando se hace por tradición y no de corazón. No seamos personas que no glorifican a Dios en esta manera, sino una iglesia que no solamente dice que todo es para su gloria, sino que vive en esta manera también. Vamos a orar. Nuestro Padre Celestial, Gracias por la reprensión de tu palabra el día de hoy. Es la verdad que tu palabra es como una espada. Y a veces nos duele. Eso es bueno. Es muy bueno. Porque necesitamos una reprensión así. Porque es una reprensión en amor. Es una demostración de tu amor para con nosotros que versículos así están en tu palabra. Es una demostración de tu amor que nos has dado este mensaje el día de hoy para que no continuemos en esos pecados. Para que no nos desviemos más del camino correcto. Para que regresamos a ti individualmente como iglesia para servirte de corazón. Este ha sido un mensaje de amor. El Señor, si salimos de aquí como siempre, no meditando en la Palabra y no pensando en lo que nos has dado, demostramos que somos muy duros, que hemos vuelto nuestras espaldas, que hemos tapado nuestros oídos y estamos endureciendo nuestros corazones. No permitas eso, Señor, por favor, aquí, ni en mi corazón, ni el corazón de cualquier cristiano aquí. Ayúdanos a sentir la convicción del Espíritu Santo. Para las personas aquí que no son cristianos, que tú quebrantes sus corazones duros para salvarles. Señor, para las personas aquí que dicen que son cristianos pero realmente no son, que están engañándonos a nosotros y tal vez engañándose a sí mismos. Por favor demuestra en sus vidas claramente que no son cristianos y que te necesitan. Y para nosotros que somos tus hijos, ayúdanos de no caer en esos pecados. Es una ofensa terrible a ti. Ayúdanos a tomar con mucha seriedad este mensaje y pedirte por cambios radicales en la vida. Para que tengamos una iglesia aquí que es una luz brillante al mundo, a esta delegación, a esta ciudad. Ahora como estamos, no estamos brillando mucho. No estamos demostrando como debemos que es una iglesia cristiana. Porque en muchas partes de nuestras vidas son como el mundo. Nos has salvado y nos has dado esta iglesia para que tú recibas toda la gloria. Cámbianos para que recibas toda la gloria. Cámbia esta iglesia. Cámbianos esta semana. Ayúdanos a meditar en este mensaje cada día, muchas veces cada día, para ayudarnos en los cambios que necesitamos. Te pedimos eso con la confianza que nos escuchas porque oramos en el nombre y por los méritos de nuestro Salvador Jesucristo. Amén.
Una llamada a servir a Dios de corazón
Series Estudio sobre Zacarías
Dios no quiere nuestro servicio cuando se hace por tradición y no de corazón
I. La necesidad de escudriñar nuestros corazones
II. Las reacciones que Dios quiere
III. La advertencia de los resultados de no servir a Dios de corazón
Sermon ID | 125161458129 |
Duration | 49:54 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Zechariah 7 |
Language | Spanish |
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