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a los otros. Ahora bien, hoy vamos a ver tres características más y con esas tres características vamos cerrando entonces el estudio. ¿Cómo saber si soy cristiano? Ya hemos visto hasta aquí 6. Ahora, en séptimo lugar, en el capítulo 2 y versos 15 y 16, nos revela, hermanos, otra característica que ha de evidenciarse en aquellos que son verdaderos cristianos. Leamos capítulo 2, versículos 15 y 16. Quiero que abran sus Biblias, hermanos. Vamos allá a la carta de Juan. Nos dice el verso 15. No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, no provienen del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. ¿A qué nos está llevando este texto, amados hermanos? Es muy sencillo. Aquellos que han experimentado la salvación en Cristo Jesús se van a reconocer, se van a evidenciar por un abandono progresivo de la mundanalidad. Por eso el texto comienza diciendo, no améis el mundo ni las cosas que están en el mundo. Y nosotros pudiéramos preguntarnos, bueno, pero nosotros vivimos en el mundo. Estamos en este mundo. Y todo lo que consumimos es de este mundo. ¿Cómo yo aplico a mi vida o cómo se evidencia a mi vida que yo no amo este mundo? Pues hermanos, cuando nosotros vivimos el evangelio con la perspectiva de la eternidad y observen qué interesante es esto. ¿Cuál es la perspectiva de vivir a la luz de la eternidad? Bueno, saber que este mundo es pasajero. Número uno, saber que este mundo no es mi morada. Saber que yo soy, como bien nos enseña la Escritura, un peregrino, un pasajero que está solo de paso por aquí. Y como yo estoy de paso por aquí, yo no quiero enamorarme de nada aquí porque yo no soy de aquí. Muchas veces el dominicano se va a cualquier otro país, y no el dominicano, o sea, en contexto. Muchas personas viajan a países, se identifican con ese país, se quedan en ese país y ya, terminan de hacer una vida allí. Pero la realidad es que todo el que sale de su país en busca de mejor vida, como decimos, de crear algo de lo que vivir al final de su vida, quiere volver a su país. Sus días lo quiere vivir en su país. Nosotros no queremos vivir aquí. Nosotros no estamos en esta tierra acumulando riquezas como si nos fuésemos a quedar eternamente en la tierra. De hecho, no desearíamos quedarnos en la tierra. Una evidencia de que somos realmente cristianos es que tenemos una perspectiva de este mundo como algo pasajero, por lo cual no nos vamos a amarrar a este mundo. No vamos a estar atados a este mundo ni a su sistema. Y cuando hablo de su sistema, es a todo aquel conjunto de enseñanzas, culturas o doctrinas que se viven en un país. No somos de aquí y no desearíamos estar eternamente en la tierra. ¿Por qué razón? Porque la tierra está corrompida por el pecado. La tierra está corrompida por el pecado. La tierra está dañada. Y cuando usted ama aquello que está dañado, está dando una evidencia clara. Y quiero hacer un balance aquí. No significa que nosotros no debemos cuidar el lugar donde habitamos. Y referirme en eso a que como yo no hago este mundo, no significa que yo debo ser un depredador de árboles, que yo debo maltratar las fuentes acuíferas en lugares donde yo esté, que yo debo ser un promotor del desorden de la naturaleza. No nos referimos a eso. Estamos llamados a cuidar el lugar donde habitamos. A lo que quiero decir es, nuestro corazón está atado a esta tierra. Porque al final de todo, como lo dice el texto y como lo dice Salomón, todo esto al final que es vanidad de vanidades. Vanidad de vanidades. Esta tierra va a pasar Por tanto, el creyente continuamente lucha en su corazón por abandonar, no amar aquellas cosas que el mundo ama. ¿Qué ama este mundo, hermano? Ama la vanidad, ama las fiestas, ama los teteos de ahora, que en eso que andan todos los jóvenes en ese asunto, y no los jóvenes, hermano, es increíble la cantidad de viejos y adultos en ese relajo. Yo ayer estaba en el sur y estábamos parado en un lugar. Y en lo que estamos parado ahí, yo estoy escuchando una canción y yo digo, pero no es en serio lo que está diciendo esa canción. Pero es en serio. Pero lo peor no es eso, hermano. Hombres viejos, maduros. Y yo digo, pero es que hemos perdido la capacidad de pensar. Porque lo que esa canción estaba diciendo, eso ni siquiera es digno de escucharse. Pero la gente está complacida en eso, la gente está contenta con eso, la gente está viviendo en eso, como que dicen en el sur, fiesta y mañana, cuando nos levantemos de la fiesta, para la pelea de gallos. Eso es lo que implica fiesta y mañana gallo. Hoy fiestamos y mañana nos vamos para la gallera, a jugar gallo. Y viven en una externa fiesta aquí. Pero hermanos, Cuando la gente vive a la luz de eso y está tras eso, da una evidencia. ¿Y cuál es esa evidencia? El amor del Padre no está en él. Eso es lo que dice el texto. El amor del Padre no está en él. Si una persona se ha convertido de verdad, si una persona se ha convertido de verdad, va a evidenciar esa transformación de su corazón en un abandono continuo de la mundanalidad. y de aquellas cosas con las que este mundo quiere atraparnos. Aquellas cosas con las que este mundo quiere atraparnos. ¿Y cómo le llamamos nosotros en las escrituras o en el contexto teológico a ese abandono de la mundanalidad? Santificación. Una evidencia de que somos reales y efectivamente creyentes, que nosotros estamos viviendo cada día de nuestra vida un proceso creciente y continuo de santificación. Ese proceso continuo de santificación es que nosotros vamos poco a poco abandonando las cosas de este mundo y poco a poco nos vamos conformando a Cristo. En nuestra conversión hay aspectos que cesan de inmediato, pero hay otros elementos en nuestra vida en los cuales nosotros vamos creciendo conforme la madurez del Evangelio nos permite ir conociendo y avanzando. Usted no va a conocer a nadie que se convirtió hoy y mañana es un creyente maduro. La madurez viene porque de ejercitarse con los dones espirituales, con los medios de gracia, con el estudio de la palabra, con la oración, con la meditación y todo eso va trayendo a nuestras vidas más conocimiento del Señor y en la medida que vamos conociendo más al Señor, nos vamos santificando porque vamos conociendo cuál es su voluntad, cuál es el deseo de Dios para mi vida y cómo yo tengo que caminar en esta tierra. Así que este proceso que llamamos santificación se da cuando somos justificados. Es esa declaración cuando nosotros venimos al Evangelio, creemos en el Señor Jesucristo, le abrazamos por la fe, se da entonces esa justificación que es una declaración, un acto que se da una sola vez y una vez hemos sido justificados iniciamos ese proceso de santificación. o en una frase pudiéramos decir la evidencia de que una persona es justificada es que está siendo santificada. La evidencia de que somos justificados por la fe es que nosotros estamos siendo santificados. Si no hay evidencia de santificación en nuestra vida no puede haber justificación porque una cosa no se da sin la otra. Una cosa no se da sin la otra. Cuando hay santificación es porque hubo justificación por la fe. En Romanos capítulo 5, el apóstol Pablo comienza diciendo en el versículo 1, justificados pues por la fe, empezamos a qué, a experimentar la paz con Dios, pero no podemos experimentar esa paz, disfrutar de esa paz, crecer en ese sentido si no hemos sido justificados. La justificación es ese paso. Entonces cuando estamos siendo santificado es evidencia de que real y efectivamente nosotros hemos experimentado esa transformación, ese cambio que viene por el Evangelio. No estamos diciendo con eso que una vez usted se convirtió, una vez vino el Evangelio, usted perfecto. Eso no es lo que estamos diciendo. Lo que estamos diciendo es que si usted es un creyente verdadero y cae en el pecado, Dios lo va a disciplinar y lo volverá a él. Lo va a disciplinar y lo volverá a él. Por eso es que cuando alguien se aparta del Evangelio y nosotros observamos su vida y vemos que está pasando la de Caín, no sé por qué la de Caín, pero me imagino porque ando huerrante por el mundo. Cuando alguien se aparta del Evangelio y está viviendo la vida de Caín, eso a mí me alienta mucho. Porque yo digo, no le está yendo bien. Dios no va a permitir que le vaya bien en su pecado. El hijo pródigo, él creyó que le estaba yendo bien al principio. ¿Y después qué pasó? Le empezó a ir mal, y mal, y mal, y mal. ¿Y dónde reconoció que Dios era bueno? Que su padre, el que ejemplifique el padre del hijo pródigo, era bueno y que todo lo que había donde su padre estaba era bueno. ¿Dónde lo reconoció? ¿Cuando estaba en la botella? No, cuando estaba en la pocirga. Cuando cayó más bajo fue cuando pudo entonces contemplar que todo lo que él estaba viviendo, donde se encontraba aburrido, donde quería su herencia para ir a disfrutar su vida, era donde estaban realmente las cosas buenas. Y se levantó de allí y volvió. Cuando alguien se aparta del Evangelio, y usted se preguntará, ¿perdió la salvación? No, no ha perdido la salvación. Eso no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que si es un verdadero hijo de Dios, volverá. Hermanos, y no va a volver limpio. No va a volver bonito. ¿Cómo se dice cuando la gente está como rollizo? Orondo. No, no va a volver así. Va a volver como aquel hombre que se acercó ante el Señor y dijo, yo no soy digno. de levantar mi frente. Y hermanos, es interesante porque en la confesión de fe hay un capítulo, me parece que es el 17, que habla de la perseverancia de los santos. Y en ese contexto habla de cómo Dios, y es maravilloso, de cómo Dios permite muchas veces el pecado en nuestras vidas para llevarnos a una comprensión primero de la corrupción que hay dentro de nosotros. de la corrupción que hay dentro de nosotros y crearnos una mayor sensibilidad al pecado a partir de allí. Pero en la medida que vamos creciendo en la fe, ¿qué debe haber entonces en nosotros? ¿Cuáles son esas características que evidencian ese abandono progresivo del pecado y ese abandono progresivo de la mundanalidad? le voy a dar siete razones por la cual nosotros podemos evaluar eso. Número uno, un cristiano que ya no ama el mundo, que ya no ama el pecado, tiene que evidenciarse por su aborrecimiento continuo por el pecado. Y cuando decimos aborrecimiento continuo por el pecado, estamos implicando, estamos implicando que usted estará vigilante, vigilante sobre aquellos vicios, sobre aquellas prácticas que en su vida pasada los llevaban continuamente a pecar. Y en esto tenemos que ser muy sinceros, hermanos, porque no todos luchamos con los mismos pecados. El pecado Con el que más lucha yo tengo, no tiene que ser el pecado de José Manuel. José Manuel puede ser que luche con otros pecados. Vidal puede que luche con otros pecados, no son los mismos. Ahora, sea cual sea el pecado, lo que sí tiene que evidenciarse en nosotros es que hay un odio hacia ese pecado, un aborrecimiento de ese pecado. Colosense dice hacerlo morir y la idea en el contexto de Colosense es ahorcar algo hasta que deje de respirar, se agarra ese pecado y apriétalo por el cuello hasta que el pecado no respire más y se muera. Déjalo morir, no lo alimentes, no le de de comer a ese pecado. También se evidencia porque ahora en tu vida nueva y en tu aborrecimiento y abandono de la mundanalidad, tú no alardeas de tu pecado, tú no alardeas de lo que hiciste. Yo no sé si ustedes han tenido la oportunidad de escuchar algunos testimonios. Yo le he dicho otras veces que yo tengo problemas serios con los testimonios. Porque a veces los protagonistas del testimonio basan el 90% de su testimonio en explicar lo que fueron sus pecados pasados. Y yo a veces me pregunto, ¿pero cuál es el propósito? Si lo que debemos evidenciar es lo que Cristo ha hecho. Eso debe ser el 90% del testimonio. Pero cuando usted escucha esos testimonios, ¿qué es lo que usted oye? Mira, yo era malo. Y yo hacía, y yo esto, y yo lo otro. Y en la medida que lo van contando, hermano, como que se le siente como ese sabor, ese regocijo, como esa sonrisa de que el otro diga, ah pues no era fácil. El que cuenta su vida pasada así tiene que revisarse, tiene que revisarse. Porque si yo tengo que por obligación contar eso debería ser con una vergüenza, con una vergüenza tan grande que yo ni quiera hablar de eso, que no deseo hablar de eso. Yo recuerdo, fue una campaña evangelística una vez y el que estaba dando sus testimonios, predicando, era un puertorriqueño. Y yo salí de allí no maravillado por lo que el señor hizo, yo ya salí de allí diciendo, madre mía, este tipo es MacGyver. Porque él hablaba cómo vendía droga, cómo se metía allí, cómo se metía allá, todos los tiros que le tiraban, que se metía en un tanque, qué cierto. Y yo en una pensé que estaba oyendo una película de Hollywood. Al final yo ni me acuerdo que fue lo que el Señor hizo por él, pero me acuerdo de su espectáculo. Entonces observen como muchas veces aún la forma de hablar de nuestro pecado pasado le crea a la gente un sentido de ver al hombre como exaltar al hombre y no exaltar a Dios. Entonces debemos tener cuidado aún cuando tenemos que hablar de nuestro pecado pasado porque si lo hablaste como que te sientes cómodo procurando que el otro te alabe por eso, Entonces tú estás dando una evidencia de que realmente tu corazón no ha abandonado esa mundanalidad. Un cristiano que no, ya no planea más el pecado como lo hizo antes. Y cuando hablo de planear el pecado, tenemos que ser muy sinceros, hermanos. Y le voy a poner un ejemplo sencillo. Cuando David pecó, con esa vez la mujer duría, Él planeó su pecado. Él planeó su pecado. Porque él no sólo sabía que esa mujer no le pertenecía, sino que la mandó a buscar. Y luego que comete pecado con ella, manda a buscar a su esposo, lo pone al frente de la batalla con un propósito. Hermanos, si nosotros somos igual que David, planificamos el pecado. Planificamos el pecado. Por eso me gusta mucho una frase de una hermana de nuestra iglesia cuando ora, que ella habla de que el Señor frustre nuestros pecados y yo, nuestro plan es de pecado. Y yo creo que eso de frustrar nuestro plan de pecado tiene que ver con eso. No es menos cierto, hermano, que muchas veces nosotros planificamos y bien planificado el pecado. Dios no está ahí. Nadie me va a ver en este contexto. Yo soy libre, así que yo puedo hacer eso. Se va a quedar aquí. Y qué es eso, hermano? Planificar el pecado. Deja que esa hermana venga, que le voy a decir su cuanta cosas, su dos o tres verdades, la voy a poner en su puesto. A lo mejor usted dice, no, eso es que tiene pique. No, usted es lo que está planificando el pecado. Usted está haciendo su plan de cómo usted va a pecar con su boca, va a pecar contra su hermano, le va a dar salida a esas raíces de amalgura que hay en el corazón. Eso es planificar el pecado. Entonces nosotros debemos observarnos cuando estamos en eso y decir, oh, oh, oh. Ah, pero es que yo estoy planificando lo que voy a hacer y sé que no es conforme a la voluntad de Dios. Y eso debe conducirnos rápidamente a la oración y decir, Señor, mira mi perverso corazón, mira mis malas maquinaciones. Pero también un cristiano que abandona continuamente la mundanalidad es alguien que no vuelve a disfrutar del pecado como lo hacía y tampoco vuelve a sentirse cómodo con el pecado como antes lo hizo. Hermano, usted no ha llegado a un lugar donde usted se sienta incómodo. Y usted diría, pero antes yo venía aquí y no era ningún problema para mí. Pero que usted se sienta incómodo, si usted no quiere estar ahí. Es como que no es tu ambiente, tú no perteneces a eso, tú no quieres convivir ni exponerte a lo que allí se está viviendo. Eso habla de la transformación de nuestro corazón por la fe y por el evangelio. Cuando nosotros experimentamos eso, estamos teniendo evidencia de que es real y efectivamente la obra del Espíritu Santo es continua y progresiva en nuestra vida de santificación. Si usted se siente cómodo en ese ambiente como se sentía antes, revísese. No podemos sentir el mismo placer que sentíamos cuando estábamos en el pecado, si decimos que ahora estamos bajo la luz. No puedo estar cómodo bajo las tinieblas cuando he sido sacado de allí y trasladado a la luz. No me puedo sentir cómodo en una pocilga cuando ya me han lavado y me limpiaron. Entonces, cuando ya estoy limpio, estoy vestido, me pusieron de las mejores ropas y yo paso por la pocilga, ¿cómo caminamos nosotros cuando estamos limpios y vamos a un lugar donde hay lodo? ¿Cómo usted camina? Nosotros vamos dando salticos para no caer en el lodo, ¿sí o no? y mirando la piedra, déjenme ver como salto de esta a aquella. ¿Para qué? Para no ensuciarme, para no ensuciarme. Cuando decimos que no nos sentimos cómodos es haciendo referencia precisamente a esa actitud que nosotros asumimos cuando no nos queremos ensuciar por el lodo que produce la lluvia, por el lodo de cualquier cosa y usted da salto para no caer en lo sucio. así debe evidenciarse en el cristiano como da salto en este mundo. Para que? Para no volver a ensuciarme con el pecado. No me siento cómodo caminando así. Por eso es que Juan dice en este texto No ames al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, si no te importa caminar en cada uno de esos elementos, disfrutar tu pecado, andar como antes lo hiciste, te sientes cómodo en tu pecado, lo que estás evidenciando es que el amor del Padre no está en ti. En otras palabras, no eres creyente. Aunque estés viniendo a la iglesia, aunque todos los domingos vengas y te sientes aquí, aunque hables como cristiano, no eres cristiano. No lo eres. porque la evidencia de que eres cristiano es ese proceso de santificación que tiene que ver con un abandono continuo de la mundanalidad. Ahora bien, la salvación, hermanos, tiene mucho que ver con la reputación de Dios. La salvación tiene mucho que ver con la reputación de Dios, con su nombre. Y algo que tiene que quedarnos claro es que a pesar de que podemos caer en pecado, Vamos a caer en pecado. Algo que debemos tener claro es que Dios no va a permitir que sus hijos anden continuamente en el pecado. ¿Por qué? Porque eso habla mal de Él. Habla mal de nosotros. Cuando nosotros vemos a alguien que se llama a ser cristiano y está viviendo continuamente en el pecado, ¿qué decimos? Oye eso. Dique. Cristiano. ¿Y quiénes son los cristianos? Los seguidores de Cristo. Entonces el nombre de Cristo termina siendo blasfemado o vituperado por la conducta de nosotros. Entonces ese abandono continuo del pecado tiene que ver entonces con que la gloria sea dada a Dios. Pero cuando andamos desordenadamente entonces el nombre de Dios, la reputación de Dios también es afectada. Y eso debemos tenerlo muy presente en nuestras cabezas. Dios no va a permitir que sus hijos anden continuamente en el pecado. Por eso viene entonces la disciplina. Por eso Dios disciplina a aquellos que ama, a aquellos que dicen que son creyentes, aquellos que han experimentado una transformación por el Evangelio. Cuando estamos caminando en ese pecado, la disciplina del Señor va a ser evidente en nuestras vidas. En octavo lugar, vamos a trasladarnos ahora al versículo 29 para ver nuestra octava evidencia de nuestra fe de que somos cristianos. Versículo 29 del capítulo 2. Dice el texto Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él. Y lo voy a repetir, hermanos. Si sabéis que Él es justo, sabéis también que todo el que hace justicia es... Versículo 29 del capítulo 2. Que todo el que hace justicia es nacido de Él. Es interesante lo que Juan plantea ahora aquí. Porque Juan dice, Dios es justo. Dios es justo. ¿Y cómo son entonces los que creen en Él? pues también deben ser justos. También deben ser justos. Aquellos o todo aquel que hace justicia, dice el texto, es nacido de él. Volvemos a Juan, Evangelio de Juan, capítulo 3, versículos 5 en adelante. Recuerden que en ese contexto aquí el Señor habla con Nicodemo. Él no entiende. Ven acá, ¿cómo que es eso? De nacer de nuevo. Esto es nacer de nuevo. O sea, un hombre nace de nuevo cuando nace bajo la justicia de Dios y es justo como su padre también es justo. Por eso Juan dice es nacido. O sea, viene de él. El que hace justicia es nacido de Dios, es engendrado por el Padre. Lo que significa es permanece en él, practica la justicia en su vida continua, porque Dios es justo y todo lo que proviene de Dios también ha de ser justo. El haber nacido de nuevo ha cambiado nuestra vida de una disposición hacia el pecado hacia una disposición hacia la justicia. Ya no vamos tras el pecado, sino hacia la justicia. Y aquí, hermanos, el sentido más claro en este texto es que observen como Juan lo plantea. Hay una acción y a la luz de esa acción tenemos entonces un resultado. Si saben que Él es justo, o sea, hay un conocimiento en nosotros acerca de Dios. Y es ese conocimiento acerca de Dios lo que produce entonces la justicia en nosotros. Sabemos que Él es justo. ¿Por qué lo sabemos? Pues en dos sentidos. Él es justo porque Él aplica con justicia y verdad todo lo que ha dicho. Pero Él es justo también porque en su misericordia ha justificado a los que creen en Él. Y esa justificación que es por la fe es el resultado de la justicia de Dios imputada a nosotros. Pero en el sentido del texto es esa justicia que obra en acciones en nuestras vidas, obra en acciones en nuestras vidas. ¿Qué implica esto? Bueno, que el creyente ha asumido la ley de Dios, el amor de Dios y es leal a Dios en todos los aspectos de su vida. Por lo tanto, lo que él trabaja, practica, la aplicación de la santidad en su vida tiene que ver con un trato de justicia para con todo lo que está a su alrededor. Es esa característica de Dios lo que le va a permitir a usted en un contexto determinado, juzgar con justo juicio y aplicar lo que la palabra dice sin inclinarte a derecha o a izquierda. Tiene que ver con esa justicia. El que hace justicia entonces puede ser asumido como aquel que permanece en la ley y en el amor de Cristo. Es interesante que el proverbio tiene muchísimos pasajes que hablan de ese aspecto de la justicia que nosotros debemos practicar continuamente. Proverbios 12.5, Proverbios 15.28 y 29.7 para los que llevan anotaciones. Pero en el 12.5 El proverbista dice, los pensamientos de los justos son rectos. Ah, interesante. ¿Cómo aplicamos esa justicia a nosotros, siendo rectos en nuestros pensamientos? ¿Y qué tiene que ver el ser, o sea, cómo evidenciamos el ser recto en nuestros pensamientos? Es muy... Es muy... Ve dándome el micrófono a Gerald. Esto es muy práctico, hermanos, lo que Juan está diciendo aquí. y lo que el proverbio nos enseña. Nuestros pensamientos son justos. ¿Cuál es la implicación de eso? Oh, mi amado hermano, muy sencillo. En primer lugar, mis pensamientos son justos cuando son pensamientos bíblicos. Si un hermano por cualquier razón ha hecho algo que puede ser mal interpretado, lo primero que yo debo hacer es tomar la escritura y decir en todo lo justo, en todo lo amable. En todo lo que es de buen nombre, en esto pensar, ese pensamiento dominado por las escrituras, ¿qué hace? Que mi pensamiento sea recto. Y yo voy a pensar bien de mi hermano hasta que se demuestre lo contrario. Pero no al revés. Nosotros actuamos al revés. Primero pensamos mal, hasta que se demuestre lo contrario, él pecó. O él es malo, o él hizo tal o cual cosa. Bueno, los pensamientos del justo son rectos porque lo primero que tiene que pensar, no, no, no, espérate. Mi hermano es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Esa persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Yo no soy juez para juzgarlo y aplicar justicia sin ningún elemento en mis manos. Entonces, ese es el elemento del pensamiento crítico nuestro, sujetado a la palabra de Dios, lo que hace que nuestro pensamiento sea recto. Gerald. Dios le bendiga. Mi pregunta es acerca primero de Juan 2.15. Primero de 1, 2, 15, que dice, no amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. Yo quiero saber si hay una diferencia entre el mundo y las cosas del mundo. Esa es la primera. La segunda es Santiago 4.4, cuando dice, si alguien quiere ser amigo del mundo, se vuelve enemigo de Dios. ¿En qué forma uno puede ser o no puede ser amigo del mundo? Mira, lo primero es el versículo 15. No ames el mundo ni las cosas que hay en el mundo. ¿Verdad? Yo puedo hacer un doble énfasis, como lo hace Juan, cuando yo digo no me gusta cómo él está vestido ni su pantalón tampoco. Hay una diferencia entre el pantalón y su vestido, pero es evidente que hay un doble énfasis y un apunto directo hacia lo que Juan está queriendo decir. No amen el mundo, el mundo y sus sistemas, y las cosas que están en el mundo como viven ellos, como ellos viven, ninguna de las dos cosas son compatibles. Por eso es que no solamente Santiago habla Y nos estamos devolviendo al punto anterior, pero no importa. Por eso es que Santiago, en ese texto que tú hablas, hay un contexto previo. Santiago no solamente está diciéndote constituye un enemigo de Dios, sino que anterior a eso también dice que es un adulterio amar el mundo cuando estás en Cristo. O sea, tú no puedes amar a Dios y lo que Dios promueve y a la vez amar el mundo y su sistema de valores, porque no son. no son compatibles. Si lo fueran, no tuviéramos necesidad de tierras nuevas y cielos nuevos. No tuviéramos necesidad de que todas las cosas sean restauradas. ¿Por qué? Porque nuestra tierra está corrompida por el pecado, lo que mencionábamos ahorita. Está corrompida por el pecado, y si está corrompida por el pecado, una de las características que hablábamos hace un momento es que yo no puedo amar lo que está corrompido por el pecado. su sistema de valor se corrompe cada vez más por el pecado. Por lo cual, en vez de amar este mundo en mi corazón, lo que debe haber continuamente es un repudio al mundo y su sistema de gobierno y cómo está caminando. Así que Juan va en ese sentido y cuando decimos no amar el mundo en el contexto de esta enseñanza es a ese sistema de valores, a ese conjunto de cosas que se promueven desde sus gobiernos, estados, reinados y todo lo que tiene que ver con esto. Entonces, regresamos a los pensamientos de los justos. ¿Verdad? Decíamos que son rectos cuando los amarramos a esa verdad. Pero Proverbio 15.28 nos agrega otro elemento interesante. Y dice que el corazón del justo medita cómo responder. Ustedes han escuchado la frase, ¿verdad? Ese hermano tiene menudo para todo. Vayan haciendo llegar el micrófono. Ese hermano tiene menudo para todo. Y texto como proverbio que habla de que la blanda respuesta quita la ira como que no se citan. No lo vamos a buscar. Ahora, ¿por qué el justo medita en cómo responder? Es la pregunta que debemos poner ahí dentro. Porque el justo quiere actuar de conformidad con lo que Dios espera de él. Por eso no es pronto para responder. Por eso no es rápido para devolver. Por eso es lento en pensar que su respuesta identifiquen que su fe en Cristo y esa justicia que viene del Señor. José. A modo de reformulación de la inquietud de Gerald, todo el versículo 2 pareciera que el nuevo mandamiento de no amar el mundo es un llamado a la conciencia, de hecho cuando Juan le dice a los padres, a los hermanos y a los hijos, le está dando una advertencia de manera personal y cuando habla de amar el mundo pareciera que la advertencia o el mandamiento es un llamado a la conciencia. Pareciera que nosotros, de hecho, el aspecto de la justicia es muy subjetivo. Es decir, yo no puedo decir que tú eres injusto por solamente una conversación que yo tenga contigo. Yo no puedo decir que un hermano esté amando el mundo y sus deseos porque compra un carro nuevo, o que asista a ciertas reuniones, o tenga un estilo de vida diferente al mío porque tiene posibilidades económicas mejor que la mía. Entonces, ese aspecto de amar al mundo, creo que es lo que Gerald quería expresar. ¿Cómo nosotros lo podemos verificar en la vida de la iglesia? ¿Cómo nosotros podemos identificar que hay algún hermano que está amando al mundo? Desde el punto de vista mío, tú me vas a responder ahora, creo que se dificulta muchas veces hacer un juicio de valor sobre un hermano y decir, tú estás amando el mundo, tú eres un vanidoso. Recordar que para poder tener el calificativo de pecador, la persona tiene que permanecer en pecado, tiene que tener una costumbre de, pero resulta que nosotros pecamos todos los días, sin embargo no vivimos en el pecado. El aspecto más práctico, ¿cómo nosotros podemos identificar que la mundanalidad se está apoderando de la vida de la iglesia o de la vida particular de alguien? Versículos 16 y 17 los explican de una manera clara. Todo lo que hay en el mundo, ¿qué es lo que hay en el mundo? Deseos de la carne. Vamos a ver, ¿cuáles son los deseos de la carne? Cuando un joven o un hombre en el contexto de la iglesia y cuando habla de los deseos de la carne está hablando de sexualidad. ¿verdad? Cuando dentro de nuestro contexto jóvenes o hombres que no se han casado, no se han casado precisamente porque están buscando el cuerpo de Shakira con la piedad de María. Vamos a ver. Queremos el paquete completo. ¿Qué estamos buscando? Deseo de la carne. Me importa que sea un diablo, pero que se vea bien. Deseo de la carne. Jóvenes en nuestro contexto, con ese hermanito. Moño malo y prietico. Déjame seguir esperando aquí que el Señor me mande el príncipe azul. No he visto los azules, regularmente son blancos y ojos verdes, pero bueno, lo que quieren decir con príncipe azul. Deseo de la carne. Su deseo no está en la voluntad del Señor o en un hombre cristiano o una mujer cristiana. sino que se vea bien, que se vea bien. Y en ese contexto de la sexualidad hay muchos elementos, deseo de la carne, lo que mi carne quiere, lo que mi madre… y eso también tiene que ver no solamente en el aspecto de la sexualidad, sino muchas veces en el aspecto de la comodidad, en el contexto de la comodidad. Hay gente que prefiere, metes en deuda, pero está cómodo. Y peca, claro que tú pecas porque tú estás viviendo no conforme a tus posibilidades. Para poner otro ejemplo, pero sigue diciendo el versículo 16. Los deseos de los ojos, envidia. La envidia es pecado. La envidia es pecado. Y cuando yo de manera desmedida deseo lo que otro hermano pueda tener o lo que no puedo tener, o quiero mostrarle a los demás lo que yo no soy, que es lo que yo estoy haciendo? Envidia. La vanagloria de la vida, creerte lo que no es, pensar tener un concepto más alto de ti que el que debe tener, son cosas del mundo. Y es interesante que en el versículo 16 dice No proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo y sus deseos, todos esos deseos que lo que hacen es atarme al mundo, eso es amor al mundo. O sea que yo creo que el versículo 16 y 17 nos dan un espectro amplio. Donde sí debemos ser cuidadosos en ese espectro amplio, es de nosotros agregarle al texto lo que el texto nos dice para completar una idea. Ahí sí estoy de acuerdo con José, debemos ser cuidadosos y mantenernos en las cosas que evidentemente son vanagloria, son deseos de la carne y vanidad de los ojos. Cosa que nosotros podemos contastar aún en nuestra propia vida. Sí, José. Sí, mira, me parece interesante el tema que se está planteando porque Gálatas capítulo 5 verso 15, perdón, 16 en adelante. Trae como si fuera una descripción de lo que el apóstol Juan en el capítulo 2, verso 16. Gálatas. Capítulo 5, verso 16 en adelante. Establece como una definición de lo que Juan capítulo 2, verso 16 está hablando de los deseos del mundo. y él habla de que el deseo de la carne contra el espíritu, en el versículo 17 del capítulo 5 y en el 19 establece una lista de pecados que son parte o que son parte intrínseca del deseo del mundo y ahí habla no solamente del deseo carnal como ha establecido yo entiendo que Eso es, en cierta manera, en cierta manera no es que no sea importante. es lo de menos, ¿verdad? Porque la lista es amplia, aquí habla de fornicación adulterio. Pero lo que te decía ahorita, para algunos es lo de menos, para otros es la muerte. Exacto. Inmundicia, lascivia, son muchas cosas, pero también habla de enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías. Y añade que cosas semejantes a esta, a los cuales dice el apóstol, os amonesto. Y en este sentido, el amor con relación al mundo, si tiene que ver con los deseos de la carne, tiene que ver con un conglomerado de situaciones, acciones y deseos en los cuales nosotros o el hombre está sujeto día a día y tiene una línea muy fina de separación entre la santidad y la mundanalidad. Entonces, con respecto a lo que José Manuel preguntaba, una forma práctica de cómo se evidencia que la iglesia o un creyente particular está siendo mundano, es precisamente observando estas cualidades, estos pecados en ellos. Ahora, resulta también, como él decía, una contradicción. Nosotros no somos pecadores, sin embargo, pecamos diariamente. Ahora, no puede ser, no puede haber tal creyente que se deleite en estos tipos de pecados y a la vez decir que ama a Dios con tu corazón. Sí, definitivamente. Es incompatible con el evangelio, incluso rayaría en lo que es la hipocresía. O sea, estamos viniendo a la iglesia, estamos deleitándonos con los hermanos, pero también estamos deleitándonos con el mundo y con nuestros modos vivendos en términos reales. Entonces, a partir de ahí, y a la luz de lo que dice Gálatas, ¿cómo podemos establecer algo práctico? ¿Cómo decir, mira, ese hermano está siendo mundano, está viviendo en una mundanalidad práctica y evidente? Colosense capítulo 3, versículo 5 en adelante, es ese parámetro que nosotros vamos a usar. ¿Qué dice Colosense? Haced morir pues lo terrenal en vosotros, fornicación, impurezas, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia que es idolatría. Cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia. En las cuales, y es interesante lo que plantea el verso 7, en las cuales vosotros también anduviste, o sea, estuviste, no estás. Y sigue diciendo el verso 7. anduviste en otro tiempo cuando vivías pasado en ella, pero ahora, o sea en la nueva vida, dejá también vosotros estas cosas. Y ahí tiene que ver mucho con lo que citaste de Gálata. ira, enojo, maledicencia, blasfemia, palabras deshonestas, no se mientan los unos a los otros habiéndose despojado del viejo hombre, sino revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó, Se va renovando hasta el conocimiento pleno. Verso 12. Vestío como escogidos de Dios. Y es el contraste entonces de lo que se debe ver cuando hay un abandono progresivo de esas cosas del mundo. ¿Cuál es el contraste? Versículo 12. Vístanse como escogidos de Dios. Santo. Santidad. Lo primero que menciona. Santidad. santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, soportándonos los unos a los otros, perdonándonos unos a otros, si alguno tuviera quejas contra el otro, y pa, pa, pa, pa, Colosense sigue. Colosense sigue. Entonces ese texto no puede servir a nosotros porque nos da las dos vertientes. Y esto se puso tan interesante que se nos quedaron dos puntos. Vamos a tener que robarle una escuela dominical más. nos tendremos que robar una escuela dominical más para completar el Evangelio de Juan, que es el propósito que le había planteado. Pero eso nos da a nosotros un parámetro adicional, no solamente de ver cuáles son esas cosas del mundo, su sistema y las cosas que hay en el mundo, todos esos deseos, sino también cuáles son esos elementos pertenecientes al reino que tienen que evidenciarse, porque en la medida en que se abandona el pecado, se evidencia la santidad. Una cosa va, como decía José Manuel ahorita, mostrando la otra. Entonces creo que fue bueno, Gerard, gracias por la pregunta, porque nos abrió un punto que se estaba quedando como como un eco y nos permitió entonces traer estos textos tanto de Gálatas como de Colosense para reforzar el punto. Aunque eso no nos dejo entrar en el otro, no me preocupa. Lo importante es que quede la enseñanza bien clara a la luz de ambos pasajes. Vamos entonces a dejarlo aquí por hoy, hermanos. Pero antes de terminar, ese último punto, José Luis, que tú mencionabas, es lo que Juan empieza a plantear de cómo es que vivimos en pecado, pero estamos abandonando el pecado de que somos pecadores, pero a la vez evidencia esa abandono progresivo de nuestra vida de pecado. El capítulo 3 en dos partes plantea cómo se da eso en la vida del nuevo creyente, del creyente verdadero. Entonces, cuando veamos el capítulo 3, ahí vamos a ver esa parte. Vamos a orar entonces, hermano. Gracias, señor, por tu misericordia y bondad para con nosotros. Te rogamos pues que tú afirmes nuestra fe, nos de ojos espirituales para ver aquellas cosas mundanas que debemos seguir abandonando y para poder vivir bajo la luz del nuevo hombre que vestido según tu gracia ha de evidenciar aquellas características que nos evidencian como un verdadero creyente, como un discípulo de Cristo y que caminamos conforme a tu voluntad. Bendícenos pues en ello, pues te lo pedimos en el nombre de Jesús.
¿Cómo saber si soy cristiano? #3
Series ¿Soy cristiano?
¿Cómo saber si soy cristiano? #3
Sermon ID | 12422428215789 |
Duration | 47:37 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 Timothy 4:6-9 |
Language | Spanish |
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