00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
siempre es una alegría poder estar frente a ustedes para compartir y al mismo tiempo de alegría es un desafío porque lo que tengo para compartir con ustedes es la Palabra de Dios y hay ese peso creo yo de poder hablar fielmente lo que está escrito no en sí, en mis notas, sino en la palabra. Y además de poder hablarlo, que hablarlo es fácil, si se puede decir así, lo más difícil es poder ser transformado o obrado por la misma palabra. Y los versículos que este día nos toca estudiar y que voy a exponer a ustedes son especialmente un desafío para mí y creo que en cada oportunidad que he tenido para leerlos han representado una confrontación y un desafío especial por el mandato que vamos a ver este día en estos versículos que tenemos para estudiar en primera Pedro. Y para poder tener esto más claro vamos a comenzar con nuestra lectura desde el versículo 13 hasta el 19 del capítulo 1. Antes de dar lectura ustedes van a notar que en sus boletines debajo de cada punto que hemos puesto he pedido que pongan los versículos que voy a dar como referencias hay muchos que voy a leer hay otros que posiblemente no por el tiempo pero sé que hay muchas veces que algunos no se logran escuchar claramente entonces para que evitar el problema de que estén en esa confusión, he pedido que los pongan ahí, para que ya sea ahora o después ustedes puedan consultarlos, son los que voy a dar en el transcurso de este sermón. Entonces, leamos primero a Pedro 1, 13 al 19, que dice así, Por tanto, ceñid vuestro entendimiento para la acción, sed sobrios en espíritu, Poned vuestra esperanza completamente en la gracia que se os traerá en la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia, sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está, sed santos porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a Aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación, sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir, heredada de vuestros padres, con cosas perecederas como oro o plata, sino con la sangre preciosa como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo. Oremos, hermanos. Padre, te doy gracias este día por la bendición de poder estar nuevamente reunidos y en este día poder ser yo quien esté trayendo la palabra a la iglesia. Ruego, Señor, que seas tú hablando y ministrando a cada uno de nosotros por medio de tu palabra y por medio mío también y en ese sentido te pido que puedas ayudarme a tener y a explicar con claridad todo lo que está en los versículos que vamos a estudiar este día. Ruego por mis hermanos también, Padre, que sus corazones puedan recibir, entender y aplicar también a sus propias vidas cada una de las cosas que vamos a estudiar, Señor. Reconocemos que esta es tu palabra y queremos recibirla con temor y con temblor y ser sabios y prontos también en ponerla en práctica y en ser fieles, obedientes delante tuyo, Señor. Y pedimos en todo esto tu ayuda la obra de tu Espíritu Santo. En el nombre de Jesús, amén. Los versículos que vamos a, o que voy a exponer en este día para ustedes es versículo 14 hasta el 16 que dice así. Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia, sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está, sed santos porque yo soy santo. La gloriosa realidad de la redención que Pedro expone en esta carta y principalmente en este capítulo, en la primera parte de este capítulo, constituyen y dan dirección a lo que es la conducta cristiana. Es decir, si queremos pensar en cómo tiene que comportarse un cristiano, primero tenemos que pensar en, o tenemos que ver todo lo que Pedro está diciendo en la primera parte que ya estuve exponiendo en reuniones previas, que vendría a ser desde el capítulo, perdón, versículo uno, hasta el versículo doce, por decir así. Ahí hemos visto lo que les decía, ¿no? La realidad gloriosa de lo que Cristo, o lo que Dios ha hecho por nosotros por medio de Cristo. la vida nueva que él nos ha dado. Todo esto que hemos estado viendo estaba compuesto principalmente de de la elección que Dios ha hecho de nosotros, una elección previa a cualquier cosa, ¿No? A la fundación del mundo, tenemos una herencia segura en los cielos que está reservada para nosotros, contamos con el poder de Dios el poder de Dios todopoderoso, obrando en favor nuestro, para que sí alcancemos la salvación que está reservada para nosotros, todo esto conduce que el creyente pueda tener firmeza y la perseverancia necesaria para enfrentar las pruebas y dificultades que constan en la vida cristiana, no solo pruebas naturales, sino también la oposición a la misma fe y a la palabra de Dios, ¿Sí? Lo único que hace, hablando de las pruebas y la oposición, es purificar nuestra fe. Hacerla más preciosa, más firme. ¿Y cómo es esto posible? Es solamente por la obra de Dios. Si nosotros tratáramos de vivir una vida cristiana, asumiendo que no fuéramos creyentes, y tratamos de vivir una vida cristiana lejos de Cristo y lejos de la gracia de Dios, esto es imposible. De ninguna manera lo lograríamos. ¿Sí? Nos quebraríamos, llegaríamos a ser meros legalistas, pero sin vida. Y es muy probable que nosotros, la mayoría, no duremos mucho tiempo tratando de llevar una vida cristiana sin la obra del Espíritu Santo en cada uno de nosotros. Ahora, en esta segunda parte, que va desde el versículo trece en adelante, lo que empezamos a ver nosotros son exhortaciones de Pedro hacia la iglesia. Estas exhortaciones están basadas en los grandes beneficios que tenemos en Cristo, y ahora Pedro manda a los creyentes a no ser tibios, no ser pasivos, no ser superficiales o de un perfil bajo, sino más bien ser intencionales y activos en lo que es la vida cristiana. debemos estar preparados, listos para las acciones, lo que vimos en el anterior sermón, y tener claridad en nuestra mente respecto a lo que es la vida cristiana en este mundo. Y todo esto ahora confiando y esperando la gracia cuando el Señor Jesús vuelva. Todo esto, si pudiéramos ponerlo en un solo mandato, todo lo que es la vida cristiana, si pudiéramos resumir en una sola frase, un solo mandamiento de parte de Dios, que de hecho no es un mandamiento que lo invento, sino que está en la palabra escrito, es ser santos. La vida cristiana, si se puede resumir en una sola frase y mandato, es sean santos. Y es de lo que vamos a estar hablando en este día. En el primer punto, vamos a ver el versículo 14, que dice así, como hijos obedientes nos conforméis a los deseos que teníais antes en vuestra ignorancia. Estar listos, hermanos, estar sobrios para la acción, velando, apunta a que nosotros vivamos vidas santas. Si tratamos de verlo del otro lado es si tratamos de vivir vidas santas sin previamente no tener sobriedad y no velar en nuestras propias vidas como creyentes, entonces va a ser imposible. Vamos a ser tomados por sorpresa. Nosotros tenemos que estar conscientes de a quién pertenecemos, a dónde pertenecemos, dónde nos dirigimos y de ese modo nuestra vida va a tomar una dirección o una conducta diferente. no podemos vivir vidas cristianas, si puedo expresarlo de esta manera, improvisando nada más, sino que es necesario estar conscientes, somos de Dios, somos de Cristo, estamos en este mundo, pero no somos de este mundo, entonces, pertenecemos a otro mundo, buscamos y perseguimos una mejor ciudad, como dicen hebreos, y esa es la celestial, y esta conciencia de lo que tenemos y somos espiritualmente, es lo que nos ayuda a tener una conducta santa aquí en este mundo, mientras estamos rumbo a la eternidad. Una lectura de la primera parte de este capítulo, del capítulo uno, nos ayuda a ver la realidad de la naturaleza que se nos ha dado, es lo que ya estuve resumiéndoles hace un momento, acerca de la elección, la herencia, el poder de Dios, ¿sí? Más adelante, en este mismo capítulo, es curioso cómo el apóstol Pedro nos habla acerca de este nuevo nacimiento que nosotros hemos experimentado de parte de Dios. Es un nuevo nacimiento que no es hecho por nuestras fuerzas, por nuestra voluntad, por nuestros deseos, sino que esto viene de Dios. Esto constituye también la misma base del tipo de vida que ahora nosotros debemos tener. Eso vamos a estar estudiando lo más adelante, pero solamente como una mención ahora es que, por ejemplo, dice que en obediencia a la verdad hemos purificado nuestras almas, pero ¿para qué? Dice el versículo 22, para tener un amor sincero de hermanos, amándonos unos a otros entrañablemente, con un corazón puro. un poco antes de esto también habla de que nosotros hemos sido rescatados de nuestra vana manera de vivir, no por oro o por plata, o con materiales perecederos, sino por la sangre preciosa de Cristo. Y todo esto, como les digo, hermanos, constituye la base de la vida cristiana. No solamente una esperanza de que un día vamos a estar en el cielo, sino de cómo debemos vivir ahora eternidad. Ser cristiano no es solamente ir al cielo. Ser cristiano es ser haber es haber sido rescatados de una vana manera de vivir, Dios nos rescata, pero no para que ahora hagamos lo que nos place, sino para que vivamos para él. Y ese rescate significa que él también nos hace aptos para vivir para él como a él le que además de estar viendo esto, estemos también viendo ahora justamente lo que es la ley, este esta serie de de estudios sobre la ley de Dios, que creo que de una forma de nuevo providencial, están juntas, porque ahora estamos hablando de la santidad, de vivir vidas santas delante de Dios, y algo que vamos a aprender en este día es que ser santo no es ser santo no es solamente cumplir por decir los diez mandamientos, si pudiéramos, y listo, somos santos. La santidad va mucho más allá que meras obras, y es lo que vamos a estar viendo este día. ¿Qué significa? Oh, perdón, antes de ver el significado en sí de santidad, como les estaba diciendo, la santidad es mucho más que no robar, que no cometer adulterio o fornicación es mucho más que no mentir. Santidad es mucho más que ir los domingos a la iglesia o que dar ofrendas o que leer la Biblia. Santidad es algo, es una nueva naturaleza que una persona recibe de parte de Dios. Si pensamos en santidad solamente como obras, Nuestro corazón va a tener a inclinarse, como lo hacía el corazón de los fariseos, en solamente obras y ser legalistas. Y es necesario, de nuevo, que entendamos que santidad tiende y depende de la naturaleza nueva que nosotros tenemos. Quiero leer una cita que voy a hacer de Pedro, del apóstol Pedro. Es un provebio que él está dando en su segunda carta. Dice, por ejemplo, Hablando de los falsos maestros en su tiempo, dice, ¿les ha sucedido a qué a ellos? Según el proverbio verdadero, el perro vuelve a su propio vómito y la puerca lavada vuelve a revolcarse en el sieno. Y por si no lo entendemos mucho, hay otro refrán conocido que dice, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. ¿Qué quiero decir con esto? lo que dije en el principio, si nosotros tratamos de, o pensamos que solamente por hacer obras, entonces ahora ya somos santos, nos estamos engañando nosotros mismos. Si alguien afuera en el mundo piensa que por solamente hacer obras humanitarias, está haciendo algo bueno con Dios o está teniendo una vida santa, se está engañando a sí mismo. Y tarde o temprano, cualquier persona que no haya sido regenerada o no haya nacido de nuevo, va a volver a lo mismo y al peor estado que estaba antes. Por eso Pedro dice, la puerca lavada vuelve a revolcarse en el sieno. El impío o la persona no regenerada va a volver nuevamente a ensuciarse, a corromperse, porque es su naturaleza. ¿Pero qué pasa con el creyente? El creyente no es solamente una persona mejorada, El creyente no es una persona que ha sido solamente corregida por Dios. Es una persona, dice la palabra, que ha recibido una nueva naturaleza de parte de Dios. Y eso es algo importante que nosotros debemos entender, porque entonces, si somos o tenemos una nueva naturaleza de parte de Dios, no significa que tratemos de hacer buenas obras, o tratemos de obedecer a Dios, o tratemos de llevar una vida conforme a la palabra de Dios. Porque yo como hombre no trato de ser hombre. Y las mujeres no tratan de ser mujeres. Y los niños no tratan de ser niños. Los animales no tratan de ser animales. Alguien que es nacido de Dios no trata de ser nacido de Dios o tener la naturaleza de Dios. Y eso es algo muy importante que debemos tener en claro. Me gusta mucho bueno estaba leyendo y estudiando y aquí Pedro dice en el versículo catorce que como hijos obedientes pero a medida que cuando estaba estudiando les decía veía que eh originalmente o una traducción literal tendría que decir no como hijos obedientes sino como hijos de obediencia y es lo que ustedes tienen ahí en sus boletines ¿No cierto? Hijos de obediencia y he querido reforzar en eso ¿Por qué? Porque nos da el no que tratemos de ser obedientes, sino que notemos cuál es ahora nuestra obediencia. Un comentario dice así, hablando de hijos de obediencia, dice, son hijos para quienes la obediencia es su característica y regla por naturaleza. Como un hijo es de la naturaleza, de la misma naturaleza que su madre y su padre. Yo no sé, todos aquí, bueno, la mayoría aquí somos padres, y hay muchas madres, y estoy seguro que han debido notar esto en sus propios hijos. Hay un momento en el que algo hacen nuestros hijos y podríamos pensar, ¿de dónde ha sacado eso? ¿O quién le ha enseñado estas cosas? Y no es hasta que viene la abuela tal vez, o el cónyuge, y nos dice, pero se parece a ti. Es igualito a su padre, o es igualito a su madre, ¿no? Y esto es cierto, hay cosas que no necesitamos enseñar a nuestros hijos porque está en su propia naturaleza. Y lo mismo con Dios. Hijos de obediencia, para quienes la obediencia, dice este comentario, es su característica y regla por naturaleza, así como un hijo es de la misma naturaleza que su madre y su padre. La doctrina bíblica, hermanos, dejan claro que en el mundo hay sólo dos grupos de personas, sólo dos naturalezas, hijos de Dios e hijos del diablo. No se identifica una tercera naturaleza y menos aún una híbrida, una que esté en medio de las dos. No hay nadie que sea medio cristiano y medio mundano. No hay uno que sea medio de Dios y medio del diablo. Y esto es algo, es duro, ¿no?, imaginar o de Dios o del diablo. Y es así de radical, y es así de claro el contraste entre estas dos naturalezas. O somos de Dios, o somos del diablo, pero no podemos ser de ambos. Si somos de Dios, dice Juan, en primera Juan, entonces tenemos también su naturaleza. Su simiente está en nosotros y hay algo que está sucediendo en medio, dentro de nosotros y estamos siendo transformados. Estamos siendo hechos más cada vez como Cristo. Para parecernos a él. Lo que Pedro nos está tratando de decir en estos versículos, entonces, es que, ya que son hijos de obediencia, no se conformen a las pasiones o a las lujurias anteriores que ustedes tenían antes en su ignorancia. No es que tenemos que tratar de hacer dos cosas, sino porque somos uno, ahora viene lo otro. Deseo leerles algunas otras citas en otras cartas también que van a reforzar esto. Primero está en Romanos capítulo 6, voy a leer el verso 11 al 14 y luego el 19 al 23. Romanos 6. Dice así, Así también vosotros consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo. Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias, ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad. Si no, presentaos vosotros mismos a Dios como vivos entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia, porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. Ahora, versículo diecinueve hasta el veintitrés, hablo en términos humanos, por causa de la debilidad de vuestra carne, porque de la manera que presentasteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad, para iniquidad, así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia para santificación. Porque cuando erais esclavos, erais libres en cuanto a la justicia. ¿Qué fruto teníais entonces en aquellas cosas de las cuales ahora se avergonzáis? Porque el fin de estas cosas es muerte. Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro futuro que cosa. la santificación, tenéis por vuestro fruto, la santificación, y como resultado, la vida eterna, porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro. Pasemos más adelante hasta Gálatas, capítulo cinco, verso dieciséis al dieciocho, y luego veintidós al veinticinco. Galatas cinco, dieciséis al Dice así, digo pues, andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne. Pues éstos se oponen el uno al otro de manera que no podéis hacer lo que deseáis. Pero si sois guardados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. más el fruto del espíritu es amor, es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio. Contra tales cosas no hay ley, pues los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el espíritu, andemos también por el espíritu. Otro pasaje que refuerza todo esto es Efesios 1, 2, 1 al 6 que dice, y él, os dio vida a vosotros. No causamos nosotros mismos esta vida, sino que dice, él os dio vida a vosotros que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos, en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza, ¿Qué nos dice Pablo? Hijos de ira, lo mismo que los demás. En primer lugar, nosotros no hemos causado esta nueva vida en nosotros, sino que dice que él nos ha dado vida, imposibilitados de hacer algo que sea agradable delante de Dios, imposibilitados de vivir conforme a la ley, imposibilitados de vivir de acuerdo a sus estándares. Estábamos muertos en delitos, en pecados, en desobediencia, satisfaciendo pasiones de nuestra propia carne y mente. No había esperanza para ninguno de nosotros. Pero cuando llega Pablo aquí al versículo 4, es glorioso porque dice, pero Dios, Ustedes estaban muertos, pero Dios, estaban sin esperanza, pero Dios, ustedes seguían y vivían atrapados como esclavos de las pasiones de su carne y su mente, pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo, por gracia habéis sido salvados. Y con él nos resucitó y nos sentó en los lugares celestiales en Cristo, Jesús. Todos estos versículos que hemos estado leyendo en estos pasajes en Romanos, Gálatas y Efesios, ¿qué es? ¿Es algo que se han inventado los apóstoles? ¿Es algo que a ellos les pareció bueno decir? no. Es lo que estábamos hablando hace un momento mientras estaba la meditación de la cena. Es el nuevo pacto cumpliéndose en cada persona que es nacida de nuevo. En cada persona que Dios ha ha escogido para salvación. Es el nuevo pacto porque si leemos Ezequiel, como dice en en la boletín, Ezequiel treinta y seis, veinticinco al Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios, limpios de todas vuestras inmundicias, de todos vuestros ídolos os limpiaré. Además, dice, les daré un nuevo corazón. espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Y pondré y y realmente me encanta cómo termina el versículo veintisiete. Pondré dentro de ustedes mi espíritu. ¿Y qué es lo que va a ser el Señor? Dice, haré que andéis en mis estatutos y que cumpláis nos regenera, nos da un nuevo corazón, pone su palabra dentro de nosotros, sus mandamientos, de modo que hagamos que cumplirlos. Cumplirlos. Y eso es glorioso. Todas estas citas que hemos estado leyendo, hermanos, marcan claramente un antes, un después. Tinieblas, luz. Muerte, vida, pecado, santidad. Todo esto no es algo hecho por nosotros y eso tiene que estar claro, sino que es algo que viene de parte de Dios a través de su espíritu. Como dice, cuando estaba hablando Jesús con Nicodemo, no es que uno decide nacer de nuevo, sino que es el Espíritu Santo. el Espíritu de Dios, el que obra en la persona para dar vida. Es evidente entonces su obra en nosotros, la obra de Dios, en habernos dado una nueva naturaleza al regenerarnos, al hacernos nacer de nuevo. Como dice Juan, en primera Juan capítulo tres nueve, ninguno que es nacido de Dios practica el pecado. Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado. ¿Por qué? Porque la simiente de Dios permanece en él y no puede pecar porque es nacido de Dios. Y de nuevo nuestros ojos se dirigen y son conducidos no al hombre, no a nuestra fuerza, no a nuestra determinación, sino a quién? A Dios. Si pensamos en este versículo nuevamente, el versículo catorce, en la forma negativa del mandamiento que está haciendo Pedro, tenemos que no nos conformemos a los deseos que antes teníamos en nuestra ignorancia. Esto es más claro para nosotros a medida que somos conscientes de la naturaleza que nos ha sido dada en Cristo. De nuevo, la santidad no es algo que provocamos nosotros mismos, sino que es el resultado del nuevo nacimiento. Quizás la duda más frecuente para nosotros en relación a esto es cómo entonces crecemos en santidad. Para cada uno de nosotros, estoy seguro, sin importar que tan maduro o inmaduro todavía seamos, hay una lucha real contra el pecado y en algún momento nos hemos debido hacer esa pregunta, ¿cómo crezco en santidad? porque podemos tener lo teórico o podemos tener tal vez lo que entendemos de cómo debería ser hecho, pero ya el momento de querer vivir en santidad, el momento de querer dejar de conformarnos a los deseos que teníamos antes, es otra cosa más difícil si tratamos de hacerlo en nuestras fuerzas. Yo estoy seguro que cada uno de nosotros hemos luchado o luchamos con pecado, Y la lucha contra el pecado es real. La lucha contra nuestra carne es real. Y estoy seguro que por lo menos la mayoría debió tener el mismo deseo mío de que llegue un momento de tal vez, como estaba orando Pablo, no sé si era el sentido de lo que decía Pablo, pero él dice, ¿no?, que rogó tres veces al Señor que quitar ese aguijón, y a veces nos agarramos de eso y quisiéramos también pedirle al Señor, quita esto de una vez. porque es una luchadora. y es una lucha imposible si es en nuestra carne. Es una lucha dura si la hacemos en nuestras fuerzas. Entonces, ¿cómo crecemos en santidad? ¿Cómo podemos vivir la vida cristiana de modo que obtengamos esta victoria? Y algo que me encanta en lo que hemos leído en los versículos ahí en Gálatas, cuando estaba hablando acerca, en Gálatas cinco, acerca de vivir por el espíritu, dice el versículo dieciséis, y no cumplirán el deseo de la carne. Y enfatizo especialmente en esta versión, o en esta traducción, porque la reina Valera, si alguno de ustedes tiene, dice, anden por el espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne. Y nos lo pone como si fueran dos mandamientos o dos cosas, ¿no? Uno, andar por el espíritu. Otro, no satisfacer los deseos de la carne. Pero en esta versión, que es la Biblia de las Américas, dice, anden por el espíritu y no cumplirán. Anden por el espíritu y no cumplirán el deseo de la carne. Y creo que esto es algo importante para que nosotros fijemos nuestra mirada y nuestra vida también esté puesta en esto como si fuera un cimiento para la santidad. ¿Cómo crecemos en santidad? ¿Cómo vivimos conforme a la voluntad de Dios? Andando por el espíritu. Suena fácil. Andar por el espíritu. Voy a leer Oh, bueno, voy a hacer referencia de nuevo a algo que yo estuve hablando en otras reuniones pasadas, y es algo que yo leí en un libro de John Owen, que se llama, he olvidado el nombre, se me acaba de ir. Pueden buscarlo después en las notas al final de, en el PDF, ¿no? Pero habla de la mortificación del pecado, tiene otro nombre el libro. Pero John Owen, De una forma muy especial está tratando en todo este libro cómo es la lucha cristiana contra el pecado y cómo el creyente vive por el espíritu y está justamente basado, bueno, en otros pasajes, pero toca este de Gálatas. Y el hecho o el punto de que el cristiano tenga que luchar contra el pecado, como dije, no se basa en las fuerzas propias de uno, sino en la dependencia que nosotros tenemos del Señor. Nosotros en nosotros mismos no podemos luchar o no somos más fuertes que el pecado. Entonces, ¿qué es lo que tiene que hacer eso en nosotros? Reconocer nuestra necesidad, reconocer nuestra inutilidad, tal vez, en nosotros mismos contra las pasiones y contra la carne. Entonces, ¿qué hace esta debilidad en nosotros? no hace que nos deprimamos o que digamos nunca voy a poder contra esto y me entregaré por tanto enteramente al pecado, no es lo que hace sino que esta debilidad nos conduce al único que puede ayudarnos y es a Cristo. Entonces, la debilidad que nosotros experimentamos contra la carne es real, y esta debilidad va a estar en nosotros, y esta debilidad no tiene que apartarnos del Señor, sino más bien acercarnos más al Señor, de modo que nuestra devoción, el aprovechamiento que nosotros tenemos, por ejemplo, de los medios de gracia, del tiempo de poder meditar, de nuestros devocionales, leer la palabra, orar, son fervientes No porque aspiremos a ser alguien, teológicamente hablando, sino porque reconocemos nuestra inutilidad y nuestra dependencia del Señor. Entonces, no oramos porque queremos llenar una ficha que dice, ya cumplí mi tiempo de oración en este día. No leemos la palabra porque si no leo hoy me voy a trazar con mis capítulos del plan de lectura. No paso tiempo de comunión con hermanos o no rindo cuentas tal vez a otros hermanos solo por hacerlo. No dependo del Señor como algo frío o mecánico, sino porque si no lo hago, estoy muerto, estoy perdido. Y si ustedes son como yo y han experimentado lo mismo, hablaba hace algún tiempo con algunos hermanos, decía, el peor momento en el que yo puedo tener como Sergio, es el momento en el que me siento más seguro, como que ya estoy viviendo una vida más justa, más santa. Tengo mis tiempos de lectura, tengo mi tiempo de oración, me veo y tal vez pienso que estoy pudiendo vivir una vida más justa, de lo que estaba haciendo tal vez días pasados o semanas pasadas y llega un momento en el que me veo a mí mismo y soy yo el justo y no soy yo el que está dependiendo del Señor y entonces es como que caigo en la trampa y tal vez espero que algunos se sientan identificados y así no sea yo el único y entonces dejo de depender del Señor. en el momento en el que pensamos que somos suficientemente justos o que ya estamos suficientemente bien, entonces dejamos de depender del Señor. Y pensamos que tal vez ya este día puedo dormirme, ya no necesito levantarme tal vez para orar, todavía me queda carga o batería del día pasado. Todavía me queda un poco de lo que he leído ayer o el otro día. Y pensamos que este día que viene no necesitamos tanto del Señor porque ya somos más grandes o más maduros. Y el otro día, bueno, hace unas semanas atrás cuando yo estaba viendo a Zoe, me ponía a pensar y decía que es cierto que nosotros como padres, a medida que nuestros hijos crecen, Esperamos que crezcan también en madurez y en independencia de nosotros. Aprendan a hacer cosas solos. No queremos que tengan 10, 15, 20 años y que todavía tengamos que cambiarlos o acompañarnos al baño o no sé, hacer otras cosas que ellos ya tendrían que poder hacer. Y yo sé que cada etapa tiene sus diferentes crecimientos, pero la vida cristiana no es así. nosotros a medida que crecemos en el señor no se no se supone que seamos más independientes del señor sino más dependientes de él no se supone que podamos vivir una vida más separada de él porque ya sabemos cómo hacer las cosas sino que reconocemos cada vez más nuestra debilidad entonces reconocemos que necesitamos estar más aferrados a él y esa es la vida cristiana y esa es la forma en la que nosotros vamos creciendo y madurando en él. Entonces Pablo dice en Gálatas, andad por el espíritu y no cumpliréis los deseos de la carne. Volviendo a John Owen dice, voy a citar algo que estaba en su libro. He probado que es sólo el espíritu quien puede mortificar el pecado. Él ha sido prometido para hacerlo, y todos los demás medios sin él son vacíos y vanos. Es más fácil que un hombre vea sin ojos, hable sin lengua, a que realmente mortifique un pecado sin el espíritu. Y hay un pastor brasileño que se llama Augustus Nicodemus que dice, la oración es para los débiles. Por eso yo oro. La oración es para los débiles. Por eso yo oro. Y quiero cerrar esta parte con otra cita de Piper que dice, el misterio de la santidad es que vivimos nuestras vidas en las fuerzas de otro. No en nuestras propias fuerzas, sino en las fuerzas de Cristo. En las fuerzas de él. Jesús dijo, permanece de mí. y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, esa persona o ese discípulo da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. Y creo que esa es la clave para el cristiano, para la santidad. No creer que podemos crecer alejados de Dios. No creer que por ser maduros, esto significa que podemos ser más independientes de Dios o del cuerpo o de los medios de gracia que el Señor nos ha provisto. Sino que a medida que crecemos los necesitamos más. Y necesitamos permanecer en el Señor. Y esta ilustración de la vid, los Sarmientos, es sumamente importante y clara para nosotros. una rama o un fruto alejado de la planta del árbol, muere. Se pudre y muere. Y creo que también el cristiano. Pasando al segundo punto, dice, hijos de obediencia, santos como el Padre. Y el versículo 15 y 16 dice así en primera Pedro 1, sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed santos vosotros en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está, sed santos porque yo soy santo. Tenemos en esta parte el mandamiento de forma positiva, dice, como hijos obedientes, ser santos así como aquel que nos llamó, que es Yahweh es santo. El mandato a la obediencia tiene que ver con prestar atención a fin de obedecer un comportamiento temeroso irreverente que evidencia que nuestras vidas están entregadas a Dios. Y todo esto depende de la conciencia que nosotros tengamos del costo de nuestra redención. Si nosotros olvidamos la redención y olvidamos el costo que tuvo, si nosotros damos por sentado nada más, ya soy salvo y listo, se acaba ya el asunto, entonces es más difícil que nosotros tendamos a la obediencia. Pedro nos dice en el versículo veintidós nuevamente que recordando que somos que hemos sido redimidos, rescatados, no con oro, con plata, sino con la sangre de Cristo, entonces nosotros y y ahí nos nos menciona cierto comportamiento. Vivamos vidas santas. ¿Qué qué es lo primero que viene a nuestra mente cuando Creo que el pensamiento general, y hablo en general sin haber tenido tal vez un tiempo de buscar en el diccionario o haber estudiado, el pensamiento general cuando pensamos en santo o santidad es de algo que es sin pecado o puro nada más. Y no es algo que esté mal. Pero creo que esta palabra apunta a muchísimo más. Cuando habla de Dios como alguien que es santo y como alguien que nos llama a nosotros a ser santos. Ciertamente, Él no nos está diciendo nada más que vivamos vidas sin pecado. Él está llamándonos a más. Y cuando dice y habla de Dios de que Él es santo, no está diciendo nada más que Él es puro. sino hay mucho más y es lo que vamos a ver ahora. Una definición en un diccionario dice así, ser santo es ser consagrado, es dedicar algo o a alguien al servicio de Dios. Es, por ejemplo, apartar, consagrar, dedicar o considerar algo como santo. Y en esta primera definición quiero que prestemos atención a esto que dice, apartar, consagrar y dedicar. Una segunda definición dice así, ser santo es, o bueno, se dice esto de una persona que tiene cualidades morales superiores a las demás e implica un comportamiento único y puro. Y aquí yo quiero dar lectura a una definición que hace John Piper en la página de su ministerio y dice así, significado de la santidad. Esto aplicando las definiciones que les he leído hace un momento. Santidad tiene la idea raíz en el Antiguo Testamento de ser separado de aquello que es defectuoso, maligno y que es separado de Dios o ajeno. De modo que, por ejemplo, el Sabat o el Sábado es santo a Yahweh, que es separado de ocupaciones de otros días y dedicado a Él. Los sacerdotes, en otro caso, son santos a Yahweh, están apartados de ocupaciones ordinarias y dedicadas de una manera especial al servicio de Él. Y también hay cosas que pueden ser santas al ser separadas de su uso ordinario y dedicadas a Dios. En esto primero nosotros vemos algo claro acerca de la santidad, que más allá de solamente ser sin pecado significa apartar algo para algo específico, y en este caso el servicio de Dios. Y nos da tres ejemplos, el sábado o el día de reposo, los sacerdotes y las cosas que podríamos pensar, por ejemplo, en los utensilios del templo, que eran separados de un uso ordinario exclusivamente para el servicio de Dios. Continúa así. Cuando tú aplicas esta definición de santidad a Dios mismo, algo interesante sucede. Dios es santo en que está apartado de todo lo que es malo, defectuoso e impuro. Dios no puede estar con estas cosas o menos mezclarse con ellas. Continúa. Esta es la primera mitad de la definición. Él, hablando de Dios, es completamente libre de toda mancha de maldad o deficiencia. Pero la otra mitad de la definición es que la santidad de Dios en su separación es para Dios mismo. La santidad de Dios es la realidad más fundamental de todas. Se refiere a la realidad de que Dios es completamente único y en clase y tipo. Él solo Y nadie más se puede comparar a él. No hay otro creador, no hay otro sustentador, no hay otra medida final para el bien. ¿O alguien que dicte que es lo malo? No hay santo como el Señor, como dice primera Samuel. No hay santo como el Señor, en verdad, no hay otro fuera de ti, ni hay roca como nuestro Dios. Él está completamente apartado en clase por sí mismo, es inigualable, sin rival, absoluto en su ser y perfección, sin principio ni final, o mejor alguna. En una palabra, su santidad, dice Piper, es la supremacía de su infinita dignidad entre todo lo que él es. Como dice ese himno, santo, santo, santo, por más que estés velado e imposible sea tu gloria contemplar, santo tú eres solo, y nada hay a tu lado, en poder perfecto, en pureza y caridad". Las primeras veces que yo escuchaba este himno, no entendía por qué decía esta parte, ¿no? Santo tú eres solo y nada hay a tu lado. No lograba entender por qué decía esto y fue hasta que entendí el sentido de la santidad de Dios, de entender, no es que esté solo, sino que no hay quien se compare a él, no hay quien se pueda parar al lado de Dios y ser semejante a él, igual a él. No hay nadie a quien Dios tenga que reverenciar. Yo estaba notando cuando algunos, cuando hay estos saludos protocolares, ¿no es cierto? entre presidentes o personas en altos cargos, hay un saludo especial que se tiene que dar. ¿Pero a quién Dios tendría que saludar de esa forma? ¿A quién Dios tendría que reverenciar? ¿A quién Dios tendría que rendir honor sino a él mismo, al que es tres veces santo? alto y sublime, majestuoso es su nombre. No hay otro como él. Santo tú eres solo y nada hay a tu lado. Ese es el Dios que nos ha salvado y ese es el Dios que nos ha rescatado, que con la sangre de su propio Hijo nos ha hecho de nosotros su pueblo. Pero no un pueblo para que viva conforme a sus propios deseos, sino un pueblo santo. Y aquí en estos versículos, en esto que les he leído, Pedro está dando la razón de ser del cristiano. Esta es la razón de ser. No llenar una medida, no llegar a ser algo, sino vivir conforme a la naturaleza de Aquel que nos ha salvado y que nos ha dado vida, que es Dios mismo. Quiero que ahora podamos ver, hemos pensado ahora en la santidad y hemos visto la santidad aplicada a Dios, y quiero que veamos ahora que entonces Pedro está apuntando cuando dice a nosotros, a la iglesia, a los creyentes que seamos santos, como Dios es santo. Y voy a dar dos propuestas de esto, de las razones por las cuales nosotros debemos ser santos. La primera propuesta es porque Yahweh, que es Dios, es nuestro hacedor, y él es santo, y no se ha hecho para sí. y la segunda propuesta es porque Yahweh es santo y porque él nos ha redimido para sí mismo. Entonces, veamos la primera, esto lo voy a estar comparando algunas citas tanto del antiguo como del Nuevo Testamento. La primera está en Génesis uno, verso veintiséis al veintiocho. Génesis uno, veintiséis al Hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza. Y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Y creó, pues, Dios al hombre a imagen suya. A imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo, sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra. Sojuzgadla y ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra. Quiero que pasemos ahora a Romanos 8, 29. Dice así. Romanos 8, 29. ¿Por qué? a los que de antemano conoció, también los predestinó para hacer, perdón, hacer hechos conformes a la imagen de su hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Volviendo al Antiguo Testamento al Pentateuco, Levítico 19, 1 al 4, y después vamos a ver primero a Pedro 1, 15, 16. Levítico 19, 1 al 4, dice así, Entonces habló Yahweh a Moisés, diciendo, Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles, Santos seréis, porque yo, Yahweh vuestro Dios, soy santo. Cada uno de vosotros ha de reverenciar a su madre y a su padre, y guardaréis mis días de reposo. Yo soy Yahweh vuestro Dios, No os volváis a los ídolos, ni hagáis para vosotros dioses de fundición. Yo soy Yahweh, vuestro Dios. Y lo que ya hemos leído en primera, Pedro, que es lo que justamente está citando ahora en Levítico, sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está, sed santos porque yo soy santo. Dios creó al hombre, al ser humano de una forma especial conforme o en relación a todo el resto de la creación. No debemos ser muy, tal vez, inteligentes para darnos cuenta de eso. No somos como los animales. Los animales son como nosotros. No somos como las plantas, menos como los astros o las lumbreras afuera. El hombre como es, ha sido creado de una forma realmente especial. Porque de entre todo lo que Dios hizo, es el único al que Dios hizo conforme a su imagen y su semejanza. Y es el único al que le dio esta autoridad o esta potestad de sojuzgar sobre todo el resto de su creación. El hecho de que Dios nos haya creado el hecho de que Dios nos haya hecho de esta manera aparte o separada, diferente a todo el resto de la creación. Uno, nos da la razón por la cual debemos ser santos o deberíamos haber sido santos. Estamos hablando del diseño original, del propósito original de Dios en la creación. Esta es la razón por la que deberíamos haber sido santos, que Él nos creó y nos hizo diferentes a todo el resto de la creación. En otro sentido, pensando en lo que dicen romanos y lo que dice Pedro también, la aplicación de esto es de que Dios nos ha hecho para sí mismos, para sí mismo, siendo Él nuestro dueño, siendo Él nuestro Hacedor, nosotros, por ende, le debemos como criaturas suyas toda reverencia, todo honor y obediencia. Como dice en el Salmo cien verso tres, sabed que Yahweh es Dios, él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos. Qué importante es reconocer eso, ¿no? Y recordarlo continuamente. Sabed que él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos. Pueblos suyos somos y ovejas de su prado. De modo que cuando Dios demanda santidad de su pueblo o de la gente que él ha creado, él no está pidiendo algo extraño, él no está pidiendo algo que sea demasiado grande, él está pidiendo lo más básico que como criaturas suyas le debemos. Y es ser exclusivamente suyos. Mi segunda propuesta en relación a por qué debemos ser santos está basado en que Dios es santo y él nos ha redimido para sí mismo. Quiero que abramos, abramos Éxodo capítulo veinte, versículo uno al tres. Éxodo veinte, versículo uno al tres. Este es el comienzo cuando se está dando los diez mandamientos, pero es interesante cómo comienza todo este capítulo, dice así el verso uno. habló Dios todas estas palabras diciendo yo soy Yahweh tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto de la casa de servidumbre no tendrás dioses otros dioses delante de mí y continúa así todo el capítulo con los diez mandamientos que ya conocemos pero cuál es la forma en la que comienza yo soy Yahweh tu Dios el Dios que te saqué de la tierra de Egipto, no tendrás otros dioses delante de mí. Y como fundamento de los mandamientos o de la razón para que nosotros obedezcamos, o en este sentido, el pueblo de Israel viva de acuerdo a la ley de Dios, está el hecho de que Él los ha redimido. Él los ha rescatado de Egipto y de Faraón, pero ¿para qué los ha rescatado? Para sí mismo. para que luego, estando ellos libres, sean un pueblo santo, una nación santa, que les sirva, que le honre, y que se diferencie de todas las otras naciones en la tierra. Que, por cierto, fue algo en lo que ellos fallaron. 1 Pedro 1.17.21 dice así, 1 Pedro 1, 17-21. Si invocáis como padre a aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, conducíos con temor durante todo el tiempo de vuestra peregrinación, sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir, heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con la sangre preciosa como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo. porque él estaba preparado desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor de vosotros, que por medio de él sois creyentes en Dios, creyentes en Dios, que le resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y esperanza sean en Dios. Ahí mismo, primero Pedro capítulo cuatro, verso uno y dos, Pedro dice así, Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, almaos también vosotros del mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado, para vivir el tiempo que le queda perdón, voy a leer de nuevo desde el verso uno. Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, armaos también vosotros con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado, para vivir el tiempo que le queda en la carne no ya para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios. Y por si no fuera claro en estos versículos, especialmente en Éxodo y en el primero que hemos leído de Pedro, la razón de ser el cristiano y de perseguir la santidad, la obediencia al Señor, es que Él también nos ha redimido. Entonces, por un lado, mi primera propuesta está de que somos santos y vivimos de una vida, una vida santa, porque Él nos ha creado, Él nos ha hecho para sí mismo. Y como una segunda propuesta está el hecho de que si bien hemos fallado y la humanidad entera ha fallado en vivir según este propósito, ahora Dios en Cristo nos ha rescatado para sí mismo. Teníamos que haber vivido para Él y fallamos, pero ahora Dios nos ha rescatado para que sí podamos vivir para Él de una forma exclusiva. Él es nuestro Hacedor. Él es nuestro Redentor. Él es Dios. Y Él, como Dios Santo, nos llama y nos dice, sean también santos como yo soy santo. Estábamos muertos, hermanos, estábamos perdidos, pero Dios en su misericordia nos ha rescatado, por su gran amor nos ha salvado, nos ha reconciliado consigo mismo, nos ha dado nueva vida en Cristo, de modo que podamos nosotros ahora, con esta naturaleza, obedecerle. Y creo que todo esto es lo que Pedro está queriendo decirnos y es lo que está apuntando. Vivir vidas santas. Como dije en el principio, en la introducción, vivir vidas santas es más que solo leer la Biblia. Vivir vidas santas es más que venir a la iglesia y participar en las reuniones y llamarnos cristianos. Vivir vidas santas significa que nuestra vida entera, como decía en la definición, está apartada, está puesta aparte para Dios. Y ese es el propósito de la iglesia. Vidas apartadas para Dios. De modo que no sólo aquí en esta reunión, sino que en casa, en el trabajo, en la calle, con conocidos o con desconocidos, a solas o acompañados, en donde sea que estemos, nuestra vida le pertenece a Dios y nuestra vida le debe a Dios el honor y la gloria debida a su nombre y a su santidad. La base de la santidad de Dios nos dice que entonces no podemos hacer una división entre lo secular y lo santo, No vivimos vidas santas en este lugar. Vivimos santas en donde sea que nosotros estemos. Como diseñador debo vivir una vida santa. Como padre debo vivir una vida santa. Como esposo debo ser santo. Como creyente debo ser santo. Como hijo debo ser santo. Como ciudadano en este mundo también debo ser santo. No solamente como creyente el domingo en la iglesia. Y entonces el llamado de la santidad tiene todo esto. Y como razón de ser, les di las dos propuestas por las cuales nosotros debemos guiarnos. Pablo dice, por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es el culto racional de ustedes. No se adapten a este mundo. sino transformarse mediante la renovación de su mente para que verifiquen cuál es la buena voluntad de Dios, que es aceptable, perfecta. Sean pues imitadores, dicen Efesios, imitadores de Dios como hijos amados y anden en amor, así como también Cristo los amó y se dio a sí mismo por nosotros como ofrenda y como sacrificio a Dios en aroma fragante. ya para cumplir solamente quiero hacer algunas preguntas y luego he tratado de que no sea como una costumbre pero me resulta un poco difícil mientras voy preparando los mensajes no recordar himnos entonces voy a leerles también un himno es un himno que hace muchos años Yo había escuchado en una predica solamente una frase, una partecita del himno. Y en algún momento, podría decir algo crítico de mi vida, en lo que estaba tal vez luchando y tratando de entender cómo vivir una vida santa, comencé a buscar entre recursos, leer y todo, este mismo himno. Y lo encontré en su forma completa y es lo que quiero leérselos. Sabemos que Dios nos está llamando a ser santos. ¿Cuán a menudo nosotros meditamos en esto, hermanos? Si nuestra costumbre no es velar y meditar en esto, entonces va a ser difícil que vivamos santificando su nombre. Y si nosotros no meditamos en el llamado de Dios de vivir vidas santas, entonces va a ser difícil que lo recordemos afuera. Algo que he tratado de hacer costumbre en mi vida, que todavía muchas veces fallo, es meditar en la oración del Señor, en Mateo 6. Trato de, en las mañanas, hacer esta oración, no repitiéndola de una forma literal, sino parafraseándola, aplicándola cada día de una forma diferente. Pero esta oración siempre comienza con, Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Y el hecho de que yo pueda comenzar meditando en esta oración y buscando que el Señor sea santificado en mi vida, en mi familia y en mi trabajo, es una forma en la que a mí me ayuda a meditar en esto y tenerlo presente a lo largo del día. Pero si yo no lo hiciera, estoy seguro que sería difícil continuar todo el resto del día de una forma que santifique su nombre, o que por lo menos esté buscando y procurando hacer esto. Yo les animo entonces, hermanos, que ustedes tomen tiempo para ser santos. Mediten en la palabra y en las gloriosas realidades, como decía aquí en Pedro, en la primera parte, de lo que Cristo ha hecho por nosotros, para que entonces podamos vivir unas vidas santas. Dice así el himno, toma tiempo para ser santo. Habla menudo con el Señor. Permanece en él siempre y de su palabra aliméntate. Hazte amigos de los hijos de Dios. Ayuda a quienes débiles son, no olvidando en nada de su bendición buscar. Toma tiempo para ser santo. El mundo se apresura. Pasa mucho tiempo en lo secreto con Cristo el Señor. Que mirando a Cristo, como Él llegarás a ser. Tus amigos en conducta su semejanza verán. Toma tiempo para ser santo. Que Él sea tu guía. Y que venga lo que venga, no vayas delante de Él. En gozo o en dolor, sigue al Señor. y mirando a Cristo, aún confía en su palabra. Toma tiempo para ser santo. Ten calma en tu alma. Cada pensamiento y motivo bajo su control, así conducido por su espíritu a las fuentes del amor, pronto serás apto para el servicio de arriba. Oremos, hermanos. Padre nuestro, que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino, Dios, y hágase tu voluntad aquí en la tierra como se echa en el cielo. Señor, reconocemos que tal vez esta es la área más atacada y en la que somos más débiles en nuestras vidas, el buscar la santidad. y el vivir conforme al llamado que tú haces de nosotros, no solo en el nuevo, sino desde el principio en la creación, que seamos tuyos y para ti. Señor, ayúdanos, te pido recordar a tener presente cada día las realidades de la salvación, que no deberíamos ser hijos, pero tú nos has amado y nos has salvado. Y ahora nuestra vida se debe enteramente a ti. Pido que tú nos ayudes Que nos tengas por ser hallados fieles delante tuyo, Señor. Y todo esto te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
Hijos santos de Dios
Series 1 Pedro
Verdad Principal: Así como la vida cristiana es mucho más que un boleto al cielo; la santidad es más que solo dejar de hacer ciertas cosas. La vida cristiana y la santidad es vivir para Dios desde el momento que ponemos nuestra fe en Jesucristo. Esto es vivir el día a día en obediencia diligente con temor y reverencia al Padre, evidenciando de este modo nuestra salvación.
Escrituras tomadas de La Biblia de las Américas® (LBLA®), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usadas con permiso. www.LBLA.com
Sermon ID | 1217221811397433 |
Duration | 1:06:52 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 Peter 1:14-16 |
Language | Spanish |
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.