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Le damos la bienvenida a la Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona, España, y le invitamos a que visite nuestra página web por gracia.es. Deseamos que Dios le bendiga ahora a través de su palabra. Quiero invitarlos a que me acompañen en una oración al Señor. Padre queremos darte las gracias por el gozo que tenemos de poder abrir tu palabra, de encontrar en ella Señor la revelación que tú has querido dejarnos para conocerte. para admirar tu glorioso nombre, para saber, Señor, que tú eres santo, tres veces santo, que eres misericordioso, que nos has mirado con gracia. Oh, Señor, ¿y qué podemos hacer frente a esa realidad si no solamente venir humildes rogando, Señor, que una vez más Tú nos visites esta mañana con Tu Palabra? Háblanos a través de ella, Padre, que tu espíritu invada nuestro corazón. Que nos ayudes a quitar de en medio, Señor, todo pensamiento que sea contrario a ti, toda preocupación que traigamos de la vida. Oh, Señor, y que estemos atentos a lo que tú nos quieres enseñar. Es nuestro ruego que queremos hacer en el nombre de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo. Amén. Quiero comenzar esta mañana haciendo una pregunta. Quizás los más jóvenes serían los más indicados para responderla. Los que ya somos mayores nos cuesta más poder decidir. ¿Cuál sería para ti el trabajo ideal? que es un trabajo ideal para nosotros. Bueno, podríamos decir, quizás tener horarios flexibles, puede tener mucho tiempo también para descansar, gozar de un ambiente agradable, tranquilo, con un buen jefe, un jefe que sea buena persona, que no sea tan exigente, que el trabajo sea fácil y además que sea divertido. Bueno, que tengamos unos buenos compañeros también es bueno para nosotros. Pero sobre todo que tenga un buen salario, ¿verdad? Bueno, ¿qué podemos pensar nosotros de lo que significa un trabajo ideal? Voy a leerles el anuncio que encontré por ahí por internet. Lo voy a leer tal cual. ¿Imaginas cambiar tu mesa de oficina por una hamaca? ¿La pantalla del ordenador por una cámara fotográfica y el uniforme de trabajo por un bañador y una toalla? Bueno, así están promoviendo. Están haciendo la promoción de el mejor trabajo del mundo, dice el anuncio, entre comillas. El que todos quieren tener. Y además pagan 100 mil euros al año. Bueno, para los que tienen los ojitos así brillantes, cuando termine el sermón les puedo pasar todos los detalles del anuncio. Realmente este anuncio, queridos hermanos, nos resulta atractivo sobre todo porque refleja de alguna manera el entendimiento que nosotros tenemos sobre el tema del trabajo. De alguna manera refleja no solamente lo que piensa el mundo sobre el trabajo, sino incluso lo que nosotros como creyentes pensamos del trabajo. Pero vamos a ver qué nos dice la palabra al respecto del trabajo. Vamos allí a Colosenses, capítulo 3. Vamos a continuar con esta serie de sermones sobre la carta de Pablo a los colosenses y hoy toca justamente el tema del trabajo, que vamos a encontrar allí en Colosenses capítulo 3, versículos del 18 hasta el 4.1, o sea, hasta el primer versículo del capítulo 4. Hay una división allí que no acabo de entender por qué la hacen allí, antes del versículo 1. Vamos a leerla. Ustedes me siguen. Ciervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacerlo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas. Amos, hacer lo que es justo y recto con vuestros siervos sabiendo que también vosotros tenéis un amo en los cielos. Bueno, pues este texto, queridos hermanos, Básicamente nos invita a obedecer, ese es el llamado que está haciendo el apóstol Pablo, a obedecer en todo a nuestros jefes y hacerlo no a regañadientes, tal como dice allí, sino hacerlo con sinceridad de nuestro corazón, con un corazón sincero. También agrega que no pensemos tanto en el salario, sino que pensemos en la recompensa que tenemos en el cielo. Pablo nos está hablando, queridos hermanos, del trabajo real. del trabajo del día a día, del trabajo difícil, de aquel que no se hace en bañador, sino que se hace con un mono de trabajo, que se hace con un delantal, que se hace con unos guantes de protección, que se hace con unas gafas que nos guarden los ojos, con unos guantes que nos cuidan las manos, el que se hace, queridos hermanos, con un pañuelo en el bolsillo para limpiarnos el sudor de la frente. De ese trabajo nos quiere hablar Pablo esta mañana. Cuando Pablo usa la palabra siervos, en algunas versiones, en algunas traducciones de la Biblia, ustedes van a leer que dice esclavos, esa traducción. Siervos, esclavos. Cuando habla entonces de esto se refiere a ese trabajo real, no al ideal del que habla aquel anuncio que les comenté. En el Imperio Romano, Se podía ser esclavo por varias razones. Una de ellas, y quizás es la principal, era ser esclavo cuando era prisionero de guerra. Ustedes saben que el Imperio Romano era un imperio que abarcaba mucho territorio. Había muchas guerras y había muchos prisioneros. Y todos esos prisioneros venían a ser esclavos. Pero además se es esclavo en el Imperio Romano por las deudas que se han contraído y que no se pueden pagar. y también se era esclavo cuando se nacía, de unos padres que eran esclavos. Las condiciones del trato de los esclavos no eran nada fáciles, eran durísimas. Se trataban realmente como mercancías, se podían comprar, se podían vender, y su voluntad estaba absolutamente doblegada por sus amos. Esa era la condición de los esclavos a los que Pablo se refiere esta mañana. En aquella época del Imperio Romano había un porcentaje grandísimo de esclavos. Algunos historiadores dicen que una tercera parte de la población era esclava. De hecho, se volvió un problema para el Imperio Romano tener tantos esclavos y por eso luego un poco aflojaron las tuercas con respecto a esta situación social que se les estaba complicando. Sin embargo, hermanos, En este pasaje que acabamos de leer, realmente no estamos abocados a una especie de tratado sobre la esclavitud. A eso no es a lo que se está refiriendo el apóstol Pablo. Hoy día, al menos en nuestra cultura occidental, la esclavitud como elemento social no existe. Bueno, entre comillas, en algunos casos sí que existe. pero al menos no es socialmente aceptable la esclavitud. Pero esto no significa que lo que Pablo nos está enseñando esta mañana en este pasaje que acabamos de leer no sea aplicable a nuestros días, porque sí que lo es. De hecho, Pablo lo que está haciendo aquí es presentando unos principios, unos fundamentos. Nos está hablando de la ética del trabajo y por lo tanto aplica a tu caso y aplica a mi caso. Es fundamental que entendamos esto. Pablo lo que quiere es presentarnos cuál es la perspectiva de Dios con respecto al trabajo. ¿Qué piensa Dios del trabajo y qué deberíamos pensar nosotros como creyentes con respecto al trabajo? Y de ahí el título del sermón de esta mañana. El cristiano en el trabajo es el título del sermón. Como decía Samuel en la escuela bíblica, es imposible intentar entender algo de nosotros mismos o de la sociedad sin venir a la palabra y entender qué dice Dios con respecto a ese asunto. Y es evidente que en este caso también tenemos que acercarnos en primer lugar para pensar qué es lo que dice el Señor con respecto al trabajo. Así que, en primer lugar, permítanme, hermanos, dar un marco teológico, si me permiten el término sobre el trabajo. Voy a hacer esta afirmación. El trabajo es una idea de Dios. No es algo que se le ocurrió al hombre para estar ocupado. Es una idea de Dios, queridos hermanos. Es un mandato de Dios. Es un objetivo que Dios nos ha fijado a nosotros como seres humanos. Hace parte esencial de la misión por la cual el Señor nos tiene aquí en esta tierra. La misión que Él encomendó al ser humano. El trabajo podríamos decir que es la ocupación natural de los hombres, de los seres humanos. Y esto lo podemos entender si vamos allí al principio de la historia, a Génesis. No hace falta que lo busquen, voy a leer un par de versículos para apuntar en esta dirección. Dice Génesis 1, 28. Y los bendijo Dios, hablando de Adán y Eva, y les dijo, fructificad y multiplicados, llenad la tierra y sojuzgadla. Esa palabra, sojuzgarla, significa someter la tierra, conquistar la tierra y señorear sobre ella, dominarla, es lo que está diciendo el texto bíblico. Y un poco más adelante, en el capítulo 2, versículo 15, nos dice, tomó pues Jehová al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo labrara, lo trabajara, trabajara en el huerto del Edén, lo cultivara, estuviera atento, lo sembrara, lo preparara a la tierra, vigilara que tuviese suficiente agua. El Señor le estaba dando un trabajo a Dan. El Señor le estaba dando un trabajo a él. Eso dice el texto bíblico. Para que lo labrara y lo guardara. Así que hermanos, el trabajo es la ocupación que Dios encargó al ser humano. Y lo encargó desde antes de la caída. Y esto es muy importante que lo tengamos en cuenta, hermanos. Si todo lo que Dios hizo lo calificó como bueno en gran manera, nosotros podríamos llegar a la conclusión que el trabajo que el Señor asignó al hombre es bueno, y es bueno en gran manera. Es una consecuencia natural de lo que el Señor hizo. Entonces podemos afirmar, queridos hermanos, que el trabajo no es una consecuencia de la caída del ser humano. El trabajo no es una respuesta a la rebelión del hombre. Es algo que Dios planificó desde la creación. Eso es muy importante también, hermanos, que lo tengamos muy en cuenta cuando nos acercamos a texto como el que estamos estudiando esta mañana. Hermanos, Dios no creó al hombre para que se quedara sentado contemplando maravillado la creación con la boca abierta, con los brazos cruzados y esperando que Dios le enviara la comida del cielo. No, hermanos. Dios no quería que el ser humano viviese en una especie de eternas vacaciones como las del anuncio. No, Dios quería que nosotros o quiere que nosotros trabajemos. Seguramente aquí el anuncio tiene letra pequeña. No la llegué a leer, pero seguramente tiene letra pequeña. El estar ocupados, queridos hermanos, haciendo algo productivo, algo útil para la sociedad, es la idea de Dios para el hombre. Lo contrario a ello, ¿qué es? La vagancia, la inactividad, el estar desocupados, y eso es algo innatural para el ser humano. Por lo tanto, produce insatisfacción, produce frustración, conduce a tentaciones propias del desocupado, a la perecia, a los vicios, y el resultado final, ¿cuál es? Pobreza, deudas, problemas familiares, enfermedades, delincuencia, y bueno, podríamos hablar de muchas otras cosas. Es por ello que afirmo, queridos hermanos, que el trabajo tiene un trasfondo teológico. Tiene un trasfondo teológico. No es iniciativa del hombre. Es una iniciativa de Dios. Fuimos creados para trabajar, y para ella el Señor nos ha dotado, cada uno de nosotros, de unas condiciones particulares que nos permiten trabajar para el bien de la sociedad y para su gloria. Nos ha dado creatividad, nos ha dado capacidad de razonar, nos ha dado capacidad de reflexionar, de tomar decisiones, de actuar de manera inteligente, y eso es lo que nos hace imagen de Dios. esas capacidades que nos da. El término hebreo que se utiliza para cultivar es la palabra avat o avodat, que se utiliza en Génesis en estos textos que acabamos de leer. Está muy vinculada esta palabra al término o al concepto del trabajo, del servicio, de la artesanía. Se usa, por ejemplo, cuando se refiere a lo que hacía el pueblo de Israel cuando estaba en Egipto. Un trabajo arduo, difícil, preparar ladrillos. Pero también se refiere a ese tipo de trabajo que hacían los artesanos cuando estaban preparando todo el templo y las que estaban tejiendo los tejidos de lino. Todo eso tiene que ver con esa palabra hebrea. Y también se usa en conexión con dar culto. También tiene que ver esa palabra con eso, con dar culto, con venerar, es decir, con adorar a Dios. Se utiliza, por ejemplo, cuando Salomón iba a dedicar el templo. Se utiliza esa palabra. Habat. Estos diferentes matices, queridos hermanos, de la palabra a la cual me estoy refiriendo, nos permiten hacer una conexión entre lo que es trabajo, lo que es servicio y lo que es adoración al Señor. La palabra afirma que nuestra razón de ser aquí en la tierra es adorar a Dios. Y esto lo enseñamos continuamente aquí en la iglesia. Ese es el motivo por el cual el Señor nos tiene aquí en la tierra, es adorar su glorioso nombre. Pero según Génesis también hemos sido creados para trabajar. Por lo tanto, podemos acoplar esos dos elementos, esos dos conceptos y llegar a una conclusión muy importante en este primer punto que estamos desarrollando aquí, que tiene que ver con el marco teológico del trabajo. Podemos afirmar, queridos hermanos, que el trabajo significa adorar a Dios. en esencia. Significa adorar a Dios. Significa honrar a Dios con lo que nosotros estamos haciendo. Significa cumplir los propósitos del Señor. Bueno, era importante entonces hacer énfasis en este primer elemento, el elemento teológico del pasaje, para poder entrar en él y entenderlo de buena manera. Ahora permítanme hablar, queridos hermanos, del elemento central de esta porción que acabamos de leer. ¿Cuál es el eje sobre el cual gira todo el discurso de Pablo con respecto al trabajo? Allí aparece. Siervos, voy a volver a leer, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, Hacerlo de corazón como para el Señor. Como para el Señor y no para los hombres. Pensamos, hermanos, muchas veces que la adoración la hacemos los domingos y que el lunes toca trabajar. ¿Verdad? Ese es un poco el concepto que nosotros tenemos. Y eso refleja, de alguna manera, una distorsión que nosotros tenemos en nuestra mente y en nuestro corazón sobre el término de trabajar. Pablo, lo que está enseñando, queridos hermanos, en ese par de versículos, es que realmente a quienes estamos honrando o defraudando, según el caso, con nuestro trabajo, no es a nuestro jefe, sino es al Señor. Eso es lo que está indicando el pasaje que hemos leído. A quien honramos o dejamos de honrar es al Señor. Nuestro jefe, la empresa que nos tiene contratados, no es más que un medio que el Señor utiliza para que nosotros desarrollemos eso para lo cual hemos sido creados, adorar al Señor aún en nuestro trabajo. Es un medio del Señor. Por lo tanto, queridos hermanos, no hacemos nuestro trabajo bien hecho solamente para que el Jefe que tenemos delante nos mire, sino lo hacemos porque nuestro Jefe con mayúsculas, nuestro Amo, nuestro Señor, que está siempre a nuestro lado, sea exaltado con lo que nosotros hacemos. Así que hermanos, la idea central de este texto que estamos viendo esta mañana es la expresión de Pablo, como para el Señor. Como para el Señor. No para ser visto de los hombres, sino porque nuestro Amo está a nuestro lado. Nuestro Señor está con nosotros y a Él es a quien le rendimos cuentas. Así que hermano, trabaja como para el Señor. Trabaja para Él. Lo que la palabra te dice en esta mañana es que si tú trabajas como profesor, debes enseñar a esos niños con amor, con entrega, con pasión, sabiendo que puedes dejar una huella indeleble en esos niños. Hazlo con gozo, querido hermano. Ese es tu ministerio. Si tú eres un cocinero, haz esa comida como si el invitado a la mesa fuese Jesucristo. Haz esa comida para Él. Querido hermano, si eres un albañil, trabaja con agrado, con honestidad, entrégate a hacerlo bien, no a hacer chapuzas. Haz tu obra bien, como si fuese una obra de arte que luego vas a presentar a tu Salvador. Si eres un administrativo, también hazlo bien, con orden, con diligencia, poniendo todo en tu empeño para que las cosas vayan bien en la empresa que te ha contratado, porque al fin y al cabo eres un mayordomo de lo que el Señor entrega en tus manos. Hazlo como para el Señor. Y si eres un estudiante, queridos jóvenes, ese es tu trabajo. Hazlo bien. Esfuérzate. El Señor, queridos hermanos, no nos manda a ser los primeros de la clase. Tampoco nos manda a ser el trabajador del año. No, hermanos. El Señor nos manda a trabajar para Él. No importa que no seamos el primero de la clase. No importa que nunca nos pongan una medalla por trabajar bien. Eso es una añadidura. Que si se da bien, pero si no se da, también. Trabajamos para el Señor, para glorificarle a Él. Hay un cuento que seguramente alguno de ustedes lo ha escuchado o lo ha leído por allí. Lo he modificado un poquitico para darle más sentido. Este cuento dice lo siguiente. Habían tres hombres que habían contratado para una construcción. Solamente uno de ellos se interesó por saber de qué iba la construcción. Preguntó qué era lo que iban a hacer en esa construcción. Los otros solamente pensaron en el contrato. ¿Qué decidía la letra del contrato? Si iba a trabajar tres meses o un año y cuánto salario iba a ganar. Bueno, llegó un visitante a aquella ciudad donde se estaba haciendo esa construcción y le pregunta a uno de los trabajadores, ¿tú qué haces? Este trabajador le dice, aquí estoy cortando piedra. Le pregunta al segundo, ¿y tú qué estás haciendo? Aquí estoy trabajando para que me paguen el salario al final de la semana. Y le pregunta al tercero, ¿y tú qué estás haciendo? Y él dice, estoy construyendo un templo para el pueblo de Dios, para que venga aquí a adorar su nombre. ¿Saben cuál era el que había preguntado para qué era esa obra? Aquel último trabajador. Hermano, ¿y tú qué haces con tu trabajo? Si te preguntaran esto. ¿Qué haces? ¿Estoy lidiando con unos pequeños? ¿Estoy pelando patatas? ¿Estoy montando un tabique? ¿Estoy rellenando papeles? ¿O estoy haciendo algo útil para la sociedad que le dé gloria a Nuestro Señor? ¿Cuál es tu respuesta? Si alguien te pregunta, ¿qué haces? ¿Cuál es tu oficia? Dicho esto, hermanos, con respecto al elemento central del pasaje, permítanme decirle lo siguiente. Pablo presenta dos principios y una advertencia. Además, hay una palabra de esperanza también en este texto. Esos principios están en el versículo 22. Son la obediencia y la integridad, el hacer de corazón las cosas. ¿La obediencia qué significa? Significa cumplir con el objeto del trabajo. ¿Para qué te contrataron? ¿O para qué te matricularon en aquel cole? ¿Sabes para qué? Pues para estudiar y estudiar bien. Te contrataron para hacer bien tu trabajo. Te contrataron para que cumpla los objetivos de la empresa. Para que colabores y que la empresa vaya adelante. Para cumplir unos plazos determinados. Te contrataron bajo unas condiciones establecidas en las cuales tú estuviste de acuerdo cuando firmaste ese contrato, siguiendo unas normas de la empresa. Eso es lo que significa obedecer en el trabajo, queridos hermanos. Significa ajustar tus capacidades, ajustar el tiempo que estás dedicando a la empresa, ajustar los talentos que el Señor te ha dado, la experiencia, el estudio, la formación que tienes, tu carácter, ajustarlo todo para cumplir ese objetivo. Eso es obedecer en el trabajo. Pero también al texto, y aquí quiero centrarme un poquitín más, dice que con corazón sincero. Ustedes saben cuál es el origen de la palabra sincera o sincero. Este viene de los escultores españoles que hacían esculturas con mármol. Resulta que cuando se hace la escultura con mármol a veces salen grietas en esa escultura. Entonces para tapar esas grietas le ponían cera, para disimular las grietas, que no quedaba bien hecho el trabajo, le ponían cera. Por lo tanto, una escultura que era sincera, era una escultura auténtica, buena, no tenía defecto. De ahí viene la palabra sincera. Pues bien, el Señor dice, haz tu trabajo con un corazón sincera, sin ponerle apaños, sin ponerle remiendos. De hecho, básicamente nosotros lo comprenderíamos mejor utilizando la palabra integridad, porque integridad significa pureza, significa sin contaminación. Eso es lo que significa integridad, si ustedes miran el diccionario. Y la palabra integridad también implica virtudes, tales como el respeto. el respeto por nuestros compañeros de trabajo, por mi jefe, por mis clientes o los clientes de la tienda en la que trabajo. Significa trabajar correctamente. Correctamente. Significa hacerlo con responsabilidad. Significa hacerlo con dominio propio. poniendo todo el sentido. Yo sé que en muchos tipos de trabajo se necesita mucho dominio propio, queridos hermanos. No sé si ustedes han entrado alguna vez a un bar y han escuchado a alguien que pide un café y le dice, al que está llevando el tema en el bar, le dice, quiero un café descafeinado, de máquina, con leche no muy caliente, pero tampoco fría, Póngale esa harina, por favor, pero media bolsita solamente y sírvamelo en un vaso, no en una taza. Wow, qué paciencia de este hombre. Es verdad, se necesita dominio propio. No como nos pasó hace un par de meses cuando entramos a una cafetería a tomar un desayuno y había en la carta, se venden huevos con bacon. huevos revueltos con bacon. Dijimos, bueno, sírvanos los huevos sin bacon. No, es que los huevos vienen con bacon. Y le insistimos, pero es que no puedes sencillamente no poner el bacon. No, es que los huevos vienen con bacon y te los voy a servir con bacon. E insistió, insistió. Al fin no compramos los huevos. Eso, hermanos, dominio propio. Significa puntualidad, queridos hermanos, puntualidad. Y aquí hago un paréntesis para invitarlos, hermanos, a ser puntuales en la llegada al culto los domingos. Seamos puntuales, hermanos. Es una muestra de respeto por los que han llegado antes. y por los que están preparando que el culto salga bien. Vengamos puntuales, salgamos 15 minutitos antes de la casa y lleguemos a tiempo. Hagámoslo también en el trabajo, obviamente, cerrando el paréntesis, debemos ser puntuales en nuestro trabajo, debemos ser leales con la empresa para la cual trabajamos, con nuestro jefe, con nuestros compañeros, debemos ser disciplinados, debemos ser coherentes, coherentes con nuestro testimonio, con nuestra fe y, sobre todo, con una motivación correcta. Todo esto que he mencionado, queridos hermanos, es lo que significa ser íntegros. Así que una buena pregunta es, ¿somos íntegros en nuestro trabajo? Somos respetuosos, somos correctos, somos responsables, somos puntuales, no nos dejamos llevar por nuestras pasiones respondiendo de mala manera, somos leales, somos pulcros en el trabajo que hacemos, somos coherentes con lo que decimos ser cristianos. Aplicar, queridos hermanos, estos principios de los que Pablo nos está hablando en este texto es posible solamente si nosotros pensamos y estamos seguros de que a quien le rendimos cuentas es a nuestro Dios. Eso nos motiva para hacer el trabajo bien hecho. nos motiva para ser puntuales. Estoy seguro, hermanos, que si aquí dijéramos a las 11 de la mañana viene el Señor Jesucristo aquí y nos va a dar un sermón, todos estaríamos aquí a las 9 de la mañana, se los aseguro. Bueno, pues el Señor está cada domingo. Enseñándonos su palabra aquí. Cada domingo, queridos hermanos. Así que miremos cuál es la motivación que tenemos Cuando existe esa convicción de que trabajamos para el Señor, hermanos, entonces el trabajo cobra esa dimensión real que tiene. Es una dimensión espiritual. El trabajo tiene una dimensión espiritual, queridos hermanos. Bueno, yo sé que muchos estarán pensando ahora mismo, sí, pastor, eso es fácil decirlo desde allá arriba, pero es que tú no conoces a mi jefe. Tú no sabes cuál es el ambiente en el cual tengo que trabajar. Ay, si tuvieras que estar con él un solo día, cambiarías el sermón. Y quizás tienes razón, hermano. No conozco a tu jefe. No conozco tampoco las circunstancias particulares que vives en tu trabajo, a las que te enfrentas día tras día, en un mundo que es frenético, demandante, competitivo, opresivo. Al fin y al cabo, en un mundo caído, en un mundo profundamente contaminado con el pecado. Pero hermanos, cuando ves el trabajo como algo desagradable, cuando ves el trabajo como algo muy cansado y fatigoso, Debes recordar que el pecado lo ha deformado absolutamente todo, incluso el trabajo también lo ha deformado. Es una de las terribles consecuencias que ha tenido la entrada del pecado al mundo. La Biblia nos enseña repetidamente que el pecado ha corrompido absolutamente todo y ha transformado la vida del ser humano de ahora. Es algo fatigoso. Algo duro, algo difícil. Dice Génesis, un poco más adelante de los textos que leímos, con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra. Hermanos, es una sentencia terrible. Con el sudor de tu frente ganarás el pan hasta que vuelvas a la tierra. Por lo tanto, queridos hermanos, no quiero desconocer que cada día tu trabajo te recuerda con dolor que estamos viviendo en un mundo caído. Sí, hermanos, yo lo sé, estamos viviendo en un mundo caído. Y puede ser que tu trabajo sea una fuente de mucha frustración en tu vida. Que cuando suena el reloj el lunes en la mañana para levantarnos al trabajo, nos despertamos diciendo, uff, es lunes, ¿cuándo llegará el viernes? ¿Cuándo llegará el viernes? Hay mucha frustración, hay muchos disgustos, hay malos momentos, hay tristezas, hay lágrimas muchas veces con el trabajo, queridos hermanos. Muchas veces los despachos son un campo de batalla, literalmente. en los que hay que salvarse como pueda, en donde unos intentan ascender a punta de codo y los otros a no dejarse, quitar del medio, también a punto de codazos. Hay compañeros que se burlan de nosotros, que nos hacen la vida imposible, que son malos, terriblemente malos. Sí, hermanos. Y además de todo, hay muchas situaciones que se nos suelen presentar que nos sacan de quicio. Yo recuerdo algunas que tuve en el pasado, cuando tenía que entregar un informe a las 9 de la mañana y a las 6 de la tarde del día anterior, el ordenador se estropea. ¡Wow! Dos días trabajando en ese informe y ahora se estropea el ordenador. ¿Saben qué quería hacer en ese momento, hermanos? Abrir la puerta del balcón, coger el ordenador y tirarlo por la ventana, arrojarlo. ¿Y sabe qué me lo impedía, hermanos? No era mi dominio propio, era que el ordenador le caía en la cabeza a alguien y me metía más líos. Sí, hermanos, el trabajo es arduo, es difícil, es infructuoso, produce espinos y cardos, dice la palabra del Señor, en lugar de frutos deleitosos. También muchas veces nos preguntamos si esto que estamos haciendo realmente beneficia a alguien. Como dice un autor de un libro que es muy bueno, lo recomiendo si alguien lo quiere leer, Trabajo y redención, se llama el libro. El autor es un hermano que se llama Tom Nelson. Voy a leer una frase de él. Con demasiada frecuencia nos sentimos como una gran tuerca inútil en una inmensa rueda global. Y nos hacemos entonces la pregunta, ¿vale la pena esto que estoy haciendo? El pecado lo ha contaminado todo, vuelvo y repito, de una manera terrible, hermano. Toda la creación, dice Pablo, gime a una y a una está con dolor de parto por causa del pecado. Pero también déjame decirte, querido hermano, que en la Biblia encontramos muchos ejemplos de hombres y mujeres que trabajaron en circunstancias peores a las que tú estás viviendo ahora. Pero lo hicieron para el Señor. Lo hicieron para Él. Basta recordar a Noé, casi 100 años trabajando allí, construyendo un arca, en un lugar que quizás la gente diría, este trabajo es una estupidez, ¿para qué está haciendo ese trabajo? No tiene sentido. O nos recordamos a Moisés, 40 años en el desierto detrás de unas ovejas y 40 años en el desierto detrás de unas cabras, rebeldes, ¿Tú crees que el trabajo tuyo es más difícil que el de Moisés o el de Noé? ¿Recuerdas a Jacob? Engañado, tuvo que trabajar el doble de tiempo y más para obtener lo que se le había prometido. ¿Recuerdas a José? Vendido como esclavo, esclavo de hipotifar. ¿Recuerdas a David, a Daniel, a los redificadores del templo y de Jerusalén? ¿Cómo tenían que trabajar con una mano y con la otra, tener el arma para defenderse de los enemigos que querían parar la obra? A Pedro el pescador, a Pablo el fabricante de tiendas, a Lucas el médico, todos ellos sabían perfectamente qué es lo que significa trabajar en un mundo caído, en un mundo malo, en un mundo perverso, hostil. Pero también, déjenme decirles, hermanos, que el que mejor entendió y vivió lo que significa trabajar en un mundo caído, en un mundo malo, en un mundo hostil, fue el carpintero de Nazaret. Él supo qué significaba trabajar en este mundo. Sí, Cristo. El que dijo, mi padre trabaja y yo trabajo. Eso lo dijo el Señor. Sí, hermanos, el protagonista de la Evangelia. Él supo lo que significa trabajar en un mundo como el nuestro y cumplió su labor a cabalidad, perfectamente, sin quejarse, sin abrir su boca para protestar. Cumplió su trabajo, aun cuando fue humillado. cumplió cabalmente el mandamiento que recibió. Cumplió su misión. Vino a restaurar un reino, el reino de Dios. a restaurar los valores de la creación tal como fueron originalmente ideados por el Señor. Así que cuando Él nos llama de las tinieblas, del reino de las tinieblas al reino de la luz, Él está restaurando todas las cosas en nuestro corazón, incluyendo el trabajo, incluyendo el trabajo también, a poner orden a nuestra vida. en ese proceso extraordinario que nosotros llamamos la santificación progresiva. Sí, queridos hermanos, el Señor quiere restaurar lo que tú piensas del trabajo. No a cambiarte de trabajo, porque esa no es la promesa que quiero traer esta mañana. Quizás nunca te vas a sacar de ese trabajo que tanto te fatiga, pero Él quiere cambiar la forma en que tú percibes el trabajo. que tú pienses que lo haces para el Señor y sepas que glorificas al Señor con tu trabajo. Hermanos, el Evangelio de Jesucristo vino a impactar nuestras vidas, vino a impactar también tu trabajo, la forma en que lo haces, la forma en que lo ves, la actitud con la que participas en él, la manera en que a través de tu trabajo, de tu profesión, Sea cual sea, honras el nombre del Señor. Eso quiere hacer el Señor en tu corazón, queridos hermanos. Y si esto no está pasando en tu vida, puede deberse a tres razones. La primera de ellas es que quizás tú no eres creyente y por lo tanto te es imposible entender, entender que el trabajo es algo espiritual. No lo puedes ver. O aún siendo creyente, estás batallando ya sea con la idolatría o con la pereza y la negligencia. O muy probablemente también tienes una idea equivocada del profundo significado espiritual que tiene tu oficio, que tiene tu profesión, que tiene el trabajo que haces. El trabajo, queridos hermanos, se puede convertir en un ídolo. Se convierte en un ídolo cuando tú lo que buscas es tu satisfacción. Cuando tú lo que estás buscando es tu exaltación, cuando tú lo que estás buscando es que te pongan una medalla, como el buen trabajador, que te aumenten el salario. Ahora, no digo que sea pecaminoso buscar un buen trabajo, que paguen un buen salario. Hazlo si puedes. Busca un buen trabajo, que te paguen bien, que te paguen conforme el trabajo que haces. Pero hermanos, ¿cuál es la motivación tuya? ¿Cuál es la motivación que tienes? Porque si es esa tu motivación, entonces estarás trabajando muy bien delante de tu jefe que te está viendo, seguramente. Pero olvidarás que tu trabajo es algo espiritual. Olvidarás que a través de tu trabajo adoras al Señor. Y más bien aplicarás aquel refrán, ¿no? Cuando no está el gato, los ratones hacen fiesta. Bien, eso es en un extremo del péndulo, ¿no? Cuando nuestro trabajo se convierte en nuestro ídolo. Hay personas que tienen su trabajo allí en su corazón y no se desprenden de él para nada, porque eso les representa toda su razón de ser. Si no tienen su trabajo, se mueren, porque se ha convertido en un ídolo para ellos. Toda la razón de su vida se convierte en eso. Hermanos, si saben cuántas horas trabajas tú a la semana o al día, una tercera parte. Las otras dos terceras partes haces lo mismo que todos los demás. Solamente trabajas una tercera parte. Así que no vale la pena, queridos hermanos. En el otro extremo de aquel péndulo está la pereza, la dejadez. No sé, hermanos, si algún día tú has pensado, reflexionado un poco en lo que dice de manera completa el Cuarto Mandamiento. ¿Sabe qué dice el cuarto mandamiento? Seis días, óigase bien, seis días trabajarás y harás toda tu obra. Y el séptimo día será reposo para tu Dios. Sí hermanos, solemos detenernos en la segunda parte y pues hay cierto sentido en ello porque es el desarrollo de este cuarto mandamiento en el cual se hace más énfasis. Pero ese cuarto mandamiento tiene esa primera parte que no debemos descuidar, queridos hermanos. Seis días trabajarás y harás toda tu obra. Este es un mandamiento también, hace parte del cuarto mandamiento. Seis días trabajarás y harás toda tu obra. Eso significa que tienes que hacer toda tu obra, que tienes que ser ordenado, que tienes que ser disciplinado, que tienes que ser diligente en lo que haces. que tienes que aplicar todos los dones, todas las capacidades, todos los talentos, la inteligencia que el Señor te ha dado para hacer tu trabajo en seis días y poder descansar el séptimo y dedicarlo al Señor. La tercera razón que les comentaba es tener una idea distorsionada de lo que es el trabajo. Hermanos, muchas veces en nuestra mente hay una especie de dicotomía. Hay una grieta, para explicarlo de otra manera. Hay una grieta en la cual separa lo espiritual de lo material. A un lado de la grieta ponemos lo que es el culto al Señor, lo que es venir a la iglesia, lo que es la oración, la lectura de la palabra. Y en otro lado de la grieta ponemos el trabajo y todo lo demás. Y hacemos esa distinción. muy sutilmente tenemos esa perspectiva de lo que es la vida. Cuando pensamos así, hermanos, entonces ponemos lo espiritual en un nivel muy alto y lo material en un nivel bajo. Ponemos lo secular abajo. Y cuando hacemos esa división entonces en la vida, la perspectiva de un trabajo ministerial a tiempo completo se nos convierte en nuestro ideal. Eso es lo que yo quiero hacer, porque de esa manera honro mejor al Señor. El trabajo en la empresa, el trabajo allí en la panadería, el trabajo en esto que tengo que hacer, realmente no es tan espiritual. Esto quizás no me sirve para agradar tanto al Señor como aquel otro trabajo. El trabajo en la escuela, el trabajo en el despacho, o en el supermercado, o en la tienda, está en un nivel inferior. ¿Por qué? Porque tenemos esa grieta, esa distinción, esa dicotomía. Y es una distorsión de lo espiritual, queridos hermanos. El trabajo ministerial a tiempo completo. ¿Se han escuchado ese término? Muchas veces lo repetimos. El trabajo ministerial a tiempo completo. ¡Uf! ¡Qué maravilla! Ese es el trabajo que honra al Señor. Es el mejor llamado al que puede aspirar un cristiano. Pero hermano, déjame decirte que si tú eres creyente, si tú eres cristiano, tú tienes un llamado ministerial a tiempo completo. Estás llamado a vivir las 24 horas para el Señor. Ese es tu llamado. Y son 24 horas. todo el día, todo el tiempo, viviendo para el Señor. Sí, querido hermano, puede ser que tu llamado no sea estar detrás de un púlpito, sino detrás de un escaparate. O puede ser que te toque estar detrás de una silla de ruedas cuidando a un enfermo, o estar detrás de un cristal limpiándolo para que quede transparente. o estar detrás de unos fogones preparando la comida para tus hijos, o sentada en una sillita para enseñarle a leer a tus hijos. Pero hermano, allí donde tú estás, allí puedes honrar al Señor y estás llamado a efectuar ese trabajo como para el Señor. Y allí tú tienes una dedicación a tiempo completo con el Señor. Y no es un trabajo de menor, digamos, santidad que el otro. No, hermanos. Allí tú ejercitas los dones del Señor para su gloria, para su honra. Hay una autora, Dorothy Sayers, que dice lo siguiente, poniendo como ejemplo un carpintero. Cuando se trata de un carpintero, el enfoque de la iglesia se limita a la instrucción moral y animarlo a que venga los domingos a la iglesia. Pero la iglesia ha olvidado decirle a ese carpintero que lo primero que su fe exige de él es que haga buenas mesas. Se ha olvidado decirle eso. Hermanos, el único trabajo cristiano es el trabajo bien hecho. Bien hecho. Sea cual sea el trabajo que tienes que hacer, el trabajo para el Señor. Allí tú lo honras. Allí tú das testimonio. Allí tú hablas del Evangelio. Allí Cristo es exaltado cuando haces tu trabajo. Hermanos, No cometas entonces el error de pensar que tu trabajo no es tan importante ni honra al Señor. Piensa en José limpiando la casa de Potifar. Piensa en David detrás de unas ovejas. Piensa en Noé con una sierra en la mano. Piensa en Nehemias sirviéndole copas de vino al rey. piensa en ellos y saben que hermanos de todos estos hombres la Biblia ha dejado testimonio de que fueron hombres de Dios que fueron hombres que honraron en nombre del Señor la Biblia da testimonio tú lo puedes leer allí han quedado escritos para la posteridad que fueron hombres que realizaron su trabajo para honrar al Señor hermanos la palabra del Señor nos da también en este pasaje una advertencia y una promesa. He cambiado un poco el orden de los versículos. Voy a leer la advertencia que está ahí en los versículos 25 y 26. Dice, más el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas. Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un amo en los cielos. Es una severa advertencia, la cual nos llama al Señor a ser fieles y justos. Sea cual sea, querido hermano, tu profesión o tu trabajo, si eres el panadero de la esquina, o la cajera del supermercado, o el que limpia los cristales del banco, o si eres el socio mayoritario de aquella panadería, o si eres el gerente de aquel banco, o si eres el dueño del supermercado, Si actúas en tu trabajo con injusticia, tu injusticia se volverá a ti. Lo dice la palabra, no lo digo yo. recibirás la injusticia que hicieras, sea el trabajo que sea, aún si eres el inquilino de la Casa Blanca o eres el que limpia la escalera de la persona más humilde de la tierra. Ese trabajo, si lo haces injustamente, recibirás la injusticia. Es una severa advertencia. Pero también déjenme leerles, hermanos, la promesa, la promesa que aparece en el versículo 24. Sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Sirviendo a Cristo recibiréis la recompensa de la herencia, es lo que nos dice Pablo. Y para entender correctamente esta promesa, tenemos que recordar que para un esclavo, su mayor ilusión es obtener su libertad, ¿verdad? Es la mayor ilusión que tiene un esclavo. En la época romana, para obtener la libertad de un esclavo podía hacerse de dos maneras. La primera era pagando su libertad. Y la segunda era esperando que el amo dejara escrito en su testamento su voluntad de que él, como esclavo fuese libre y recibiera la herencia. A estos esclavos libres, por causa del testamento, se les llamaba heredis necessari en latín, que significa heredero necesario. Y se les decía así porque ellos, quisieran o no, eran herederos y no podían negarse a ello. Eran herederos. Si el testamento decía, quedas libre, quedaba libre. Quisiera o no, estuviese muy cómodo o no ahí en esa casa, quedaba libre. y además tenía una herencia. Hermanos, por eso vale la pena recordar esta situación que se vivió en ese momento para entender qué es lo que nos está diciendo Pablo con esa promesa. Pablo lo que nos dice, queridos hermanos, es que recibirás la recompensa. Es algo seguro para ti. Si eres creyente, recibirás la promesa de la vida eterna, la herencia eterna, Y esa promesa, querido hermano, debe inundar nuestro corazón, debe empapar cada milímetro de nuestra alma, de nuestra vida. Tenemos esa promesa gloriosa, dada por Dios, no es dada por hombres, no es dada por tu Jefe en minúsculas, es dada por tu Jefe en mayúsculas, por tu Amo, por tu Señor. Y Él cumplirá fielmente a sus promesas porque Él no miente. Y nunca ha faltado a ninguna de esas promesas. Somos hermanos herederos necesarios. No podemos rehusar la herencia que el Señor nos da. Él nos la ha dado. Está afirmado en el Testamento. Cuando Él apunta tu nombre en el Libro de la Vida, allí desde la eternidad, Él ha afirmado el Testamento diciendo tú eres heredero. Qué bueno, ¿no? Tenemos la promesa de la libertad completa y eterna para adorarle por toda la eternidad del Señor. Yo no sé qué trabajo tendremos en el cielo, seguramente tendremos algún trabajo, pero será un trabajo completamente diferente al que tenemos que enfrentarnos en el día a día en este mundo. porque ya no estaremos en un mundo caído. Estaremos compartiendo la vida con nuestro Señor, con nuestro Salvador, viendo su gloria en su plena manifestación, contemplando su hermosura, su grandeza. Yo anhelo ese trabajo, querido hermano. Yo sé que mi currículo no vale para nada, pero sé que su promesa sí, que es fiel. Y Él lo ha prometido, queridos hermanos. Sí, queridos hermanos, el carpintero de Nazaret sigue trabajando. Está preparando un lugar para nosotros. Así lo ha dicho el Señor. Así que, Él nos quiere repetir ese extraordinario llamado que hace en Mateo 11. Cuando dice así, y esto va para los creyentes que están agotados de su trabajo. que están pasándolo mal porque sus trabajos son malos porque tienen jefes que son injustos o compañeros que no soportas pero también es un llamado para aquel que no ha conocido al Señor dice Mateo lo siguiente dice el Señor venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. Amén. Oremos al Señor. Padre nuestro, queremos darte las gracias porque tu palabra hoy nos acerca a esa dimensión del trabajo que muchas veces pasamos por alto. Es la dimensión en la cual, a través del trabajo que hacemos, honramos tu nombre y te glorificamos. Señor, obra a través de tu Espíritu en nuestro corazón para que estemos constantemente recordando que a Cristo el Señor servimos. y no a los hombres y que entonces hagamos nuestro trabajo pensando siempre en ello glorificándote a ti señor sabiendo que ese es nuestro llamado a tiempo completo exaltar tu glorioso nombre señor pero somos incapaces por nosotros mismos y por eso te pedimos que tu espíritu ore transformando en nuestro corazón ese concepto que muchas veces tenemos tan equivocado de lo que significa el trabajo Y ayúdanos, Señor, a soportar el trabajo en un mundo caído con esa esperanza gloriosa de que un día estaremos contigo porque Tú lo has prometido. En Cristo. Amén.
El cristiano en el trabajo
Sermon ID | 1217182321541532 |
Duration | 55:54 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Colossians 4:1 |
Language | Spanish |
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