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Muy buenos días, hermanos. Bienvenidos sean todos a la casa del Señor. Vamos a ponernos de pie y tener una lectura en el libro de Marcos, el último capítulo. Marcos capítulo dieciséis. Marcos dieciséis. Que sigan con sus vistas la lectura comenzando en el versículo catorce. Marcos dieciséis y el versículo catorce. Refiriéndose a nuestro Señor Jesucristo, dice el pasaje, Marcos 16 y el versículo 14. Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incruidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo, Ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado. Y esas señales seguirán a los que creen. En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán en las manos serpientes, y si vivieren cosa mortífera, no les hará daño. Sobre los enfermos pondrán sus manos y sonarán. Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que las seguían. Amén. Oremos para que el Señor nos ayude a entender su palabra. Padre nuestro, te damos gracias que podemos estar en tu casa, que podemos cantar estos himnos, leer tu palabra, y sabemos, Señor, que es tu palabra, es tu casa, y por lo tanto, Señor, para tu gloria, por tu nombre, te pedimos que tú nos ayudes a entenderla y aplicarla a nuestros corazones, a nuestras vidas. Te pedimos, Señor, por los meditos de Cristo, que mandes tu santo espíritu que nos ilumine, que abra corazones, que transforme, que salve por tu gracia, tu maravillosa gracia. Te pedimos esto para nuestros hijos, los niños en la Escuela Dominical también, que ellos aprendan del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Te pedimos, Señor, para las iglesias hermanas que nos avives en estos días. Te pedimos, Señor, por los méritos de Cristo, que si hablo, que hable conforme a la palabra de Dios, y si ministro, que ministre conforme al poder que Dios da para que en todo sea nuestro Señor Jesucristo exaltado. En su bendito y santo nombre te lo pedimos. Amén. Amén. Sentémonos, hermanos. Teníamos planeado unos bautismos para el verano pasado, pero en la providencia de Dios los pospusimos. Y esto por el clima. Algunos hermanos salieron de viaje y hay otros hermanos que se quieren bautizar. Entonces, en vez de tener una clase nueva, pensé en tener una breve serie de sermones sobre el bautismo, que creo que nos va a ayudar a todos. Una breve serie de sermones sobre el bautismo. Y este primer sermón está basado en Marcos 16, 16. Marcos 16, 16, el pasaje que leímos, nuestro Señor Jesucristo nos dice, el que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado. En este versículo tenemos una promesa, el que creyere y fuere bautizado será salvo, y tenemos una advertencia, mas el que no creyere será condenado. Antes de estudiar el versículo en sí, noten quién hace esta promesa, quién hace esta advertencia. Por supuesto sabemos que es nuestro Señor Jesucristo quien declara esto. Pero noten el versículo 9, Marcos 16, 9. Habiendo pues resucitado Jesús por la mañana. ¿Resucitó por qué? porque había muerto, había sido crucificado. Y vean también el versículo 19, Marcos 16, 19. Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo y se sentó a la diestra de Dios. Entonces, ¿quién hace esta promesa y esta advertencia? Es nuestro Señor Después de haber sido crucificado, después de haber resucitado y está a punto de ascender y ser exaltado a la gloria. Ese es el Señor. Entonces da más peso, da más valor, más dignidad a esta promesa. y a esta advertencia. Por así decirlo, es el señor con sus manos horadadas, todavía podemos ver las heridas en sus manos, que levanta sus manos para la última bendición sobre sus discípulos, y él les dice, este es el fin de todo el discurso. Esto es lo más importante que tengo que decirles. Nunca lo olviden. El que creyere y fuere bautizado será salvo. más el que no creyere será condenado." Entonces, nuestro texto, este versículo es importantísimo, crítico, digno de ser aceptado por todos los hombres. Hermanos y amigos, en esta mañana, Tenemos que aprovechar esta promesa. Tenemos que atender a esta advertencia. No es de cualquier persona. No es de un maestro de este mundo o un influencer. Así se dicen los influencers de TikTok e Instagram y todo eso. No es un gurú, ¿verdad?, de los que están de moda. Un maestro de este mundo, es nuestro Señor, a quien le debemos la vida, a quien le debemos la existencia hoy, en estos momentos, y a quien le debemos la vida eterna con Dios, como nuestro Señor y Salvador. Muy bien, con esto en mente, entonces, veamos el primer concepto del versículo. El primer concepto del versículo es, el que creyere. El que creyere, es decir, el que tenga fe, el que tenga confianza. ¿Pero en qué? Hay muchos. Todos creen en algo. Todos, todos, todos. Algunos creen en la llamada ciencia. Hay otros que creen en la suerte. Va a pasar lo que va a pasar. Otros creen en valores morales. Hay otros que creen en sí mismos. Pero eso no los salva. Por supuesto que no. Y aquí en este versículo, el problema de versículos y los numeritos que tenemos aquí en las páginas, que no son inspirados, los pusieron después los editores para que fuera más fácil buscar un versículo y un capítulo en la Biblia. Pero el Evangelio y el libro original no tenía versículos. Entonces, Vamos a leer qué nos dice nuestro Señor Jesucristo cuando Él dice el que creyere. ¿A qué se refiere? Vean el versículo 15. Les dijo ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura. El que creyere. ¿El que creyere qué? La predicación, el evangelio, por supuesto. Pero también vean el versículo 11. Versículo 11. Ellos, cuando oyeron que vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron. Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros y ni aún a ellos creyeron. Versículo 14. Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, les reprochó su incredulidad, dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. El que creyera y fuera bautizado. ¿El que creyera qué? El Evangelio, la predicación, Cristo resucitado, Él vive, Él es el Dios vivo y verdadero. Entonces, escucha bien, pero muy bien, por favor. Especialmente si nunca has estado en esta iglesia, si nos visitas o nos escuchas por internet. Como dijo nuestro Señor Jesucristo, el que tiene oídos para oír, oigan. Creer que Dios existe no te salva. Creer que Dios existe no te salva. Los demonios creen en Santiago. Los demonios creen que Dios existe, pero no lo salva, por supuesto. Creer que Cristo nació en la primera Navidad no te salva. Es más, creer que Cristo vivió y murió en la cruz no te salva. Lo repito, creer que Cristo nació, vivió y murió en la cruz no te salva. Tienes que creer el Evangelio, la verdad que Cristo resucitó. que Él es el Dios vivo y verdadero. Es por eso que leímos en Romanos capítulo 10 y versículo 9, un versículo que deben de subrayar si no lo han subrayado en sus Biblias. Romanos capítulo 10 y versículo 9, que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor y creyeras en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Ese es el evangelio completo, por así decirlo. Entonces, lo que te salva, la fe que te salva, es creer el evangelio, las buenas noticias de salvación. Lo que te salva es creer que Cristo vivió, Cristo murió, Cristo resucitó y Cristo ascendió por nosotros. De eso se trata este creer. Este creer no es un creer superficial. No es nada más decir, ah, sí, creo en Cristo, creo que Él vivió, creo que Él murió, creo que Él resucitó. No es un creer de información. No es un creer de cerebro, pero es un creer de corazón, para usar la palabra ahí de Romanos 19. Es un creer de corazón. Ese creer que te lleva a abandonar tu fe en tu propio comportamiento, en tu propia justicia. Es un creer que te lleva a no creer en que porque eres educado, porque has hecho muchas cosas buenas, por eso Dios te va a salvar. Es un creer tan solamente en Cristo. Él es la única salvación, el único camino, la única verdad por la cual Dios te va a salvar. Y Cristo es su Hijo. Y que vas a ser salvo, como cantamos, por pura gracia. Es un creer, entonces, que a lo último te lleva a amar a Cristo. consagrar tu vida a él en lo que haces, tu futuro, todo, todo, su causa, su honor, todo para Cristo. De ese creer se trata. Bueno, aquí pasamos al segundo concepto del versículo, y fuere bautizado. Marcos 16, nos dice en el versículo 16, nuestro Señor Jesucristo, el que creyere y fuere bautizado, será salvo. Bautizarse tiene que ver con agua, pero lo importante no es el agua. Lo importante no es que nos sumerjan o nos mojen con agua. El agua no tiene ningún poder mágico espiritual. No, no, no, no, no. Lo que le da poder espiritual al bautismo es que nos bautizamos en Cristo, que nos bautizamos en el nombre de Dios. más conocido el pasaje de Mateo 28, llamado a la gran comisión, dice nuestro Señor Jesucristo, en el versículo 19, es el mismo contexto, otras palabras, Mateo 28, 19. Por tanto, y hace discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén. Ahora, muy importante esto. Bautizar en el nombre no significa que el pastor, el que te bautiza, tiene a fuerzas que pronunciar en nombre del padre, del hijo o del Espíritu Santo. No es que el pastor, el que lo está bautizando, tiene que a fuerzas decir, te bautizo en nombre del Señor, te bautizo en nombre de Cristo. Es mucho más que eso. No se trata de una fórmula mágica. Literalmente el texto dice, bautizándolos al nombre. Bautizándolos al nombre. En el original no dice en, dice al. Bautizándoles al nombre, bautizándolos, en otra traducción pudiera ser, para que entren al nombre. Ahora, como saben, nombre en la Biblia no es nada más el patronímico o como nos conocen a nosotros, Lupita, Adolfo, Oriana, no, no, no. Nombre en la Biblia se refiere a la persona. ¿Quién es? ¿Qué hace? Su naturaleza, su carácter. Entonces, bautizarse en el nombre de Dios, bautizarse en nombre de Cristo, es ser espiritualmente, por así decirlo, entrados, unidos, consagrados a la persona de Cristo. Por eso se nos llama cristianos. Entonces, al bautizarte, al bautizarte, tú dices, yo estoy en Cristo. Yo soy de Cristo. Al bautizarte, tú estás diciendo, estoy unido a Cristo, su iglesia, su causa. Y el bautismo esencialmente representa eso, tu unión con Cristo. En él estás. Es por eso que en Romanos 6, si tienen sus Biblias, Romanos capítulo 6, el apóstol usa este lenguaje del bautismo para explicarnos que el cristiano No quiere pecar. No tiene por qué pecar. Tiene otras fuerzas. ¿Por qué? Romanos 6, 1. ¿Qué pues diremos? ¿Perseveremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡En ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? El pastor no te dice, te bautizo en nombre de la muerte y resurrección y ascensión. No dice eso. Pero al bautizarnos en Cristo, es todo su persona, todo lo que Él hizo, todo lo que Él es, es entrar, es estar en Él. Y es por eso que el apóstol puede decir, ¿no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo. a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. De eso se trata el bautismo, dice el apóstol Pablo. Entonces, resumiendo, la acción de bautizarnos con agua no nos salva. Hay muchos, trágicamente, muchos, muchísimos que han sido bautizados que están en el infierno. Lo que nos salva es lo que representa el bautismo. Lo que nos salva es nuestra unión a Cristo y esto por creer en él. El versículo nos dice verdad, nuestro texto, el que creyera y fuera bautizado porque tenemos fe en él, que es un don de Dios. Es por eso que tenemos esa unión con Cristo. Tal vez alguien esté pensando y me dijera Paco, Paco. Paco, lo que nos salva es nuestra fe en Cristo. Su Evangelio. No tenemos que bautizarnos. El ladrón arrepentido, el que murió junto a nuestro Señor Jesucristo, que se arrepintió, ¿se acuerdan? Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. ¿Se acuerdan de ese ladrón? No fue bautizado. ¿Que no, Paco? y Paco el versículo no dice que si no somos bautizados seremos condenados no dice eso el versículo dice el que creyera y fuera bautizado será salvo no dice más al que no creyera y no fuera bautizado o el que creyera y no fuera bautizado será condenado no dice eso Paco no me tengo que bautizar para ser salvo bueno bueno bueno bueno bueno si hubiera tenido oportunidad de bautizarse, se hubiera bautizado. Es más, hay algunos que dicen, no les voy a decir quién, pero dicen que fue bautizado con sangre, en la crucifixión, con su sangre. Yo diría, bueno, Fue con sangre, pero fue con la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Como dice en 1 Pedro 1, fue rociado con la sangre de Cristo. Pero aquí es importante aclarar esto del bautismo y si es esencial o no. El único esencial es Cristo, definitivamente. El único esencial es Cristo, nuestra unión con Él. Somos salvos por gracia, no por obras, ni siquiera la obra de bautizarlos, no es por ninguna de nuestras obras. Esto es cierto, pero no somos salvos por obras, ninguna obra, pero fuimos salvos para buenas obras. Lo acaba de predicar el hermano Martínez Francisco. Y la primera buena obra que Cristo crucificado, resucitado, quiere que hagas es que te bautices. La primera buena obra que el Señor, crucificado por ti, cristiano, resucitado para nuestra justificación, te pide es que te bautices. Es por eso que Felipe Zacuán le está testificando a ese secretario de finanzas, y le termina de testificar de Isaías 53, y Lenuco le dice, aquí hay agua. ¿Quién pide que yo me bautice? El apóstol le dice, según el texto de Aúnos, si creyes de corazón, bautizate. Entonces, es de lo más importante pensar en esto del bautismo como una buena obra. Yo diría una excelente buena obra que el Señor te pide. Es excelente, número uno, para ti mismo. Es una buena obra excelente para ti mismo. Por ejemplo, en el aspecto de que el bautismo te recuerda a ti mismo quién eres. El bautismo te recuerda a ti mismo quién realmente eres, tu identidad. Que delante de Dios, tú eres una persona en Cristo. O como dice en Gálatas 3, véanlo. Gálatas capítulo 3 y versículo 27. Gálatas 3, 27. Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. de Cristo estáis revestidos como si Dios nos viera vestidos de Cristo. Él nos ve en Cristo. Delante de sus ojos estamos en Cristo. Esa es tu identidad delante de Dios, tu identidad real. tal como sea tu pasado, tu presente, o tu futuro, tú eres una persona en Cristo. Acuérdate de esto, al ver a los hermanos que se van a bautizar, recuerda tu bautismo y piensa, yo me bauticé y esto porque yo estoy en Cristo, Dios me ve como en Cristo, revestido de Cristo, revestido de su justicia y santidad. Tal vez tengo fallas, muchas fallas. Tengo cierta inquilinidad como los discípulos que no creyeron a los demás. Tengo esa inquilinidad, esas dudas. Tengo mucha ignorancia, pero Dios me mira en Cristo. De eso se trata el evangelio. Y eso es lo que hay que recordar al acordarnos de nuestro propio bautismo. Y esto, por así decirlo, es lo que te da la verdadera autoestima, joven, niño, adulto también y anciano. La verdadera autoestima es, cree en ti, pero cree en ti en Cristo. En Cristo Dios nos ve. Por más fea que estés, Por más ignorante que estés, por más, ahí ustedes pueden negar la línea, Dios te ve de lo más bello y de lo más bella porque estás en Cristo. Vete así a ti misma cuando se burlen de ti. Vete a ti misma, cualquiera que sea tu situación, física, de salud, de educación, etcétera. Estoy en Cristo. Otro aspecto que te ayuda el bautismo a ti mismo, es una buena obra, excelente obra para ti mismo, es que te recuerda que todos sus pecados han sido perdonados. Todos sus pecados han sido perdonados. El bautismo, el lavamiento, la purificación de nuestros pecados. Aquí pueden apuntar Hechos 2.38, por ejemplo, o Hechos capítulo 22 y versículo 16. El bautismo eso representa la purificación de nuestros pecados. Entonces, cuando el diablo te recuerda tus pecados de la juventud y te los va a recordar, como me lo recuerda a mí, o como se lo recordó a Job y no se lo recordó a David, dice el salmista. Tú contéstale, yo ya me bauticé. Contéstale al diablo, corresiste al diablo. Y vea de vosotros cómo. Contéstale, yo ya me bauticé. Yo creo el evangelio, las buenas noticias, del perdón de todos mis pecados por la sangre de Cristo. Que mi conciencia está totalmente limpia por la sangre del Cordero. Es una buena obra para ti mismo esto. ¡Excelente! También, en otro aspecto aquí, tu bautismo te motiva, te energiza para andar en vida nueva. Lo acabamos de leer en Romanos 6, el versículo 4. Romanos capítulo 6 y el versículo 4. ¿Por qué no hemos de pecar como cristianos? No vamos a perseverar en eso. ¿Por qué? Porque somos sepultados juntamente con él por muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Entonces, Tú puedes pensar y recordar tu bautismo. Voy a ir a cantar. Voy a adorar a Dios. Yo voy a ayudar. Yo voy a vivir para el Señor. ¿Por qué? Porque ya me bauticé. Yo no voy a ir a ese antro. No voy a contestarle ásperamente a mis padres. ¿Por qué? Yo ya me bauticé. Y hermanos aquí, escuchen bien esto. Una cosa es decir eso. Pero por la gracia de Dios en el bautismo real que estamos en Cristo, por Cristo lo podemos hacer. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Ese es el bautismo que necesitamos. Un bautismo sin agua, por así decirlo. Es el bautismo de estar en Cristo realmente. Eso es lo más importante del mundo. ¿Cómo es tu bautismo? Una buena obra, una excelente obra. Es una buena obra, excelente obra para ti mismo, pero también es una excelente obra para los demás. Por ejemplo, al bautizarte tú en los próximos bautismos, animas a otros a obedecer el mandamiento del Señor. La hermana Julia se bautizó porque su hermana quería bautizarse. Y ella dijo, mi hermana se quiere bautizar, yo también me quiero bautizar. También al bautizarte, testificas a los demás. y tú crees en Cristo. Les está diciendo, yo creo en la vida, la obra de nuestro Señor Jesucristo. Tal vez tú nunca predicas desde el púlpito, pero cuando tú te bautizas, tú vas a predicar tal vez tu único sermón en la vida, pero les estás diciendo públicamente a los demás, aunque no abras tu boca, tú les estás diciendo a los demás, yo creo en Cristo, el evangelio es verdad. Qué gran sermón es tu bautismo. Y al bautizarte, te añades a la iglesia. Eso es una gran obra. Ayudas a los demás cristianos a crecer con tu asistencia, con tus dones. Es por eso que en esta iglesia, cuando bautizamos, les pedimos que se comprometan a cumplir con Hechos 2, 42. Les pedimos que los memoricen, si pueden. En Hechos 2, 42, leemos, en el versículo cuarenta y uno, así que los que recibieron su palabra fueron bautizados. Se añadieron aquel día como tres mil personas, se añadieron a la iglesia, los que habían de ser salvos y y se bautizaron como tres mil personas, era un aviomiento, algo súper súper espectacular, ¿Verdad? El pentecostés. Y nos dice, perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el ¡Qué gran buena obra! ¡Excelente! Para ti y para los demás. Y, por supuesto, lo más importante de nuestras buenas obras es que lo último lo hacemos para Dios. ¡Claro! Estamos honrando Su voz, estamos honrando Su mandamiento, estamos honrando Su persona. Tú dices, yo soy cristiano. Bautízate, Él te lo manda, es la primera buena obra que te pide. Y honras entonces Su palabra. Le glorificas al bautizarte. ¿Por qué no te bautizas? Paco, mejor me bautizo cuando entienda las enseñanzas del bautismo. No entiendo cómo puede ser el bautismo un medio de gracia. Es decir, que Dios, a través de su espíritu, de alguna manera, por yo bautizarme allí en Río Bonito, voy a tener más fe, más virtudes. Y no entiendo esto de la unión con Cristo. Cuando lo entienda, me bautizo. Bueno, estas enseñanzas, si ustedes pudieron leer los versículos y si siguieron con sus vistas la lectura de los versículos que leímos, están en la Biblia. Las creemos por fe valga la redundancia. Las leemos, las creemos, obedecemos. ¿Por qué? Porque nos los manda el Señor resucitado. Porque nos los manda nuestro Salvador crucificado. Creo que aquí nos va a ayudar un poco la historia de Naam. Vamos a Segunda de Reyes, capítulo 5. Tal vez algunos de ustedes nunca la han leído. Segunda de Reyes, capítulo 5. Les voy a leer unos versículos, comenzando en el versículo 1 para que vean el contexto y de qué se trata todo esto. Segunda de Reyes, el capítulo 5. Segundo Rey es el capítulo 5. Ustedes sigan con sus vistas. Yo sé que a veces leo demasiado rápido, pero lo pueden leer en esta tarde si no para captar todos los incidentes y los detalles, pero se los leo. Según De Reyes 5, Namán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. Y de Siria habían salido bandas armadas y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naam. Esa dijo a su señora, Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. Entrando en la mano a su señor, le relató diciendo, Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. Le dijo el rey de Siria, Anda, ve, yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió pues él, llevando consigo diez alentos de plata y seis mil piezas de oro, diez mudas de vestidos. Tomó también cartas para el rey de Israel que decían así, ¿Cuándo llegan a ti estas cartas? Sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán para que lo sane de su lepra. Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos y dijo, ¿Soy yo Dios que mate y dé vida para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerar ahora y ved cómo busco ocasión contra mí. Cuando Eliseo, el varón de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey, ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel. Y vino Nabán con sus caballos y con su carro, y separó las puertas de la casa de Eliseo. Entonces Eliseo le envió un mensajero diciendo, Ve, lávate siete veces en el Jordán, y tu carne te restaurará, y serás limpio. Naham se fue enojado, diciendo, Y aquí yo decía para mí, ¿saldrá el huevo estando en pie e invocará el nombre de Jehová su Dios? ¿Alzará su mano y tocará el lugar y sanará la lepra? Havana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavaran ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió y se fue enojado. Mas sus criados se le acercaron y le hablaron, diciendo, Padre mío, Si el profeta te ha mandado a alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más diciéndote, lávate y serás limpio? Él entonces descendió, se zambulló siete veces en el Jordán. No se bautizó una vez, se bautizó siete veces, ¿verdad? Él entonces descendió, se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios, su carne se volvió como la carne de un niño y quedó limpio. Versículo 13, una vez más. Más sus criados se le acercaron y le hablaron, diciendo, padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? Hermano, hermana, ¿el Señor no te pide una gran cosa? ¿Por qué no la haces? El que creyere y fuera bautizado será salvo. ¿Qué tal si el versículo dijera, el que creyere y ofrendare un millón de dólares? ¿Quién de nosotros lo pudiera hacer? ¿Quién de nosotros no trabajaría todo lo posible por conseguir ese millón de dólares para obedecer al Señor? Si el versículo dijera, el que creyere y fuera Israel, estuviéramos todos ahorrando para ir a Israel, como sea, pero vamos a Israel. El Señor no te pide gran cosa. ¿Por qué no la haces? No, no entendió cómo el agua del Jordán. Por cierto, si le dicen, hay una expresión, ¿verdad? En el agua del Jordán, nos bautizamos. No entendió cómo el agua del Jordán, el agua del bautismo, por así decirlo, lo limpiaría. No entendió. Él pensó, pues, si desea limpiarse y de osambullirse en agua, ya hay otros ríos mejores. No entendió esto. Pero lo hizo. Obedeció y fue limpio. Cristiana, cristiana. Eso es lo que tienes que hacer. Creer, aunque no entiendas. De eso se trata el creer. Tener fe, aunque no lo entendamos, lo hacemos, aunque no lo veamos. Y obedecer la palabra de Dios. ¿Quién pide que seas bautizada? ¿Quién pide que seas bautizada? Hermano Paco, le voy a decir la verdad, ¿muy bien? No le diga a nadie. Le voy a decir la verdad. Es que es pecado. Tengo un pecado crónico horrible. Cuando esté bien, entonces me voy a bautizar. Esto me recuerda al caso del abuelito de la hermana Julia. El abuelito estaba enfermo, ya mayor, muy mayor. Y le dijeron, te vamos a llevar al doctor. Y él contestó, no me siento muy bien. Cuando me sienta mejor, me llevan al doctor. Es lo mismo aquí. Si vas a esperar a bautizarte cuando no te enojes, cuando no dudes, cuando no fumes, cuando no te alteres, cuando no envidies, cuando tengas rencor, cuando ahí llena la línea, tu conciencia llena la línea, o tal vez sea tú dices, me voy a bautizar cuando pueda orar fluido, así, con fe. Entonces me voy a bautizar. Si esa es tu posición, tu filosofía, tu política, nunca te vas a bautizar. Nunca. Nunca. Porque todos pecamos todos los días, hasta el último día de nuestra vida. Y la conciencia y el diablo van a estar ahí diciendo, tú hiciste, tú hiciste, tú hiciste, tú hiciste. Y precisamente como el abuelito de Julia, porque tienes pecados crónicos. ¡Tienes que creer el Evangelio y bautizarte! El bautismo es un medio de gracia por el cual el Señor te da más fe, más virtudes, te ayuda con tus pecados, y creer, por supuesto, es lo que te limpia el pecado y te da el perdón de los pecados. Y es lo que estás diciendo cuando yo me bautizo, cuando te bautizas. Yo me estoy bautizando porque creo que el Señor, por pura gracia, por pura misericordia, me va a aceptar, me va a recibir él, aunque soy un pecador crónico. Él me va a aceptar por pura misericordia. Por eso me quiero bautizar. De eso se trata aquí. De eso se trata el evangelio. De eso se trata precisamente. El tiempo se nos acaba. Vamos al último concepto que veremos es el de ser salvo. El que creyera y fuera bautizado será salvo. Será la promesa del Señor. Una súper, súper promesa esta. Esto es lo que más necesitamos en la vida, por supuesto, ser salvos. Cualquier otra cosa en la vida es secundaria. por la Biblia, por la Escritura sabemos. ¿De qué nos salve el Señor? Bueno, nos salva del pecado, nos salva del diablo, nos salva del mundo, o como dice el apóstol Pedro, nos salva de esta perversa generación. Ser salvo incluye mucho. Incluye, por supuesto, la regeneración, la reconciliación con Dios, ser adoptados, hijos suyos, la vida eterna con Dios. Ser salvo incluye mucho. Pero nos vamos a concentrar por unos momentos en la enseñanza del versículo. Noten, ¿qué es lo contrario a ser salvo? ¿Qué es lo contrario a ser salvo según el versículo? El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas al que no creyere, será ¿qué? Condenado. Condenación es lo opuesto, lo contrario a salvación aquí. Ser salvo es no ser condenado, no ser sentenciado, no ser sentenciado a la destrucción del cuerpo y el alma por toda la eternidad. Y aquí, por supuesto, no es que el diablo nos condena. No, no, no, no, no. Es Dios quien condena, porque Dios es el gran juez. Porque pecamos contra él, contra las leyes de Dios. Él es quien nos condena, nos sentencia. Así se dice, nos sentencia. Bueno, el punto es. Ser salvo, entonces, es ser justificado. Declarado justo por Dios. Declarado inocente, no nos condena. Ser salvo es ser justificado para vida eterna, no condenación eterna. Y eso, hermanos, es lo que más necesitamos. Nos urge, urge ser declarados justos. Urge que tú seas declarado inocente. ¿Por qué? Porque eres culpable desde tu nacimiento. Naciste el culpable. Naciste culpable, condenado, mereciendo el castigo eterno. Eres culpable por tus pecados crónicos. Tú lo confesaste, tu conciencia te acusa. Esos pecados que salen de nuestra naturaleza pecaminosa todos los días. Nuestra conciencia lo sabe. Lo que necesitamos entonces es ser declarados justos, ser salvos, justificados. Estudiando la palabra condenados, le pregunté a mi computadora, ¿Cuál es el último versículo que menciona la palabra condenado en el libro de Marcos? La palabra, el verbo. El programa me respondió, la palabra condenados antes de ese texto, porque tuve que estudiar, por supuesto, el que creyera y pensé, bueno, ¿qué creyera y qué? Bueno, hay que buscar dónde está este verbo aquí. Y le dije, bueno, ¿dónde está la palabra condenada? ¿Dónde está ese verbo? Muy bien, la computadora, el programa me respondió, está en Marcos 14, 64. Marcos 14, 64. Voy a comenzarles a leer en el versículo 60. Marcos 14, 60. Entonces, el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo, no respondes nada que testifican estos contra ti. más él callaba y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, le dijo, ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Y Jesús le dijo, yo soy. Y veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote rasgando su vestidura dijo que más necesidad tenemos de testigos. Habéis oído la blasfemia. Qué os parece? Todos ellos le condenaron declarándole ser digno de muerte y algunos comenzaron a escupirle, a cubrirle el rostro y a darle de puñetazos y a decirle profetiza. Y los alguaciles le daban de bofetadas. Y la computadora también me dijo La siguiente vez, antepenúltima vez, está en Marcos 10, 33. Marcos 10, 33. Comienzo aquí a leerles en el versículo 32. Marcos 10, 32. Iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba adelante, es decir, delante de sus discípulos. Y ellos se asombraron, y les seguían con miedo. Entonces, volviendo a tomarlos dos a parte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer. Y aquí subimos a Jerusalén. Y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte. Y le entregarán a los gentiles, y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán. Mas al tercer día resucitará. Es por esto que el Señor nos puede prometer, el que creyere y fuere bautizado será salvo. El que creyere no será condenado, porque él fue condenado a la muerte para que nosotros fuéramos salvos para vida eterna. Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. Amigo, amigo, cree estas verdades. Son una promesa y una advertencia del Señor crucificado, resucitado, exaltado a la gloria. creerlas y serás salvo. Antes de salir de esas puertas, en esos momentos, no tienes que pasar aquí al frente y hincarte y decir algo al pastor o con alguien, no. En esos momentos, tú cree este evangelio, esas buenas noticias son la palabra de Dios. El Señor ve tu conciencia, ve tu corazón. Tú dices, es que Me falta algo, me falta conocer, me falta arrepentimiento. Paco, me falta fe. Dile eso al Señor. Dile, Señor, yo quiero creer esto, yo quiero arrepentirme, yo quiero conocer más. Tú te acercas al Señor y Él se acercará a ti. El que creyere y fuera bautizado será salvo, mas al que no creyere será condenado. Oremos al Señor. Señor, te pedimos que nos abras el entendimiento y comprendamos las Escrituras. Pedimos por los méritos de Cristo, por su cruz, que tú salves a tu pueblo de ese arrepentimiento y perdón de pecados. Tú eres el único que puede inyectar esas cosas a nuestro corazón. Te pedimos, Señor, esto para nuestros hijos, para los niños, que ellos aprendan el Evangelio y desde temprana edad ellos vengan y se acerquen a ti. Te rogamos, Señor, que nuestra adoración, la meditación, nuestro corazón sea agradable delante de Ti. Ayúdanos, Señor, en este día a descansar en Ti. En Cristo Jesús. Amén.
Tu primera buena obra
Series Bautismo
Varias motivaciones para animarnos a obedecer a Cristo y bautizarnos.
Sermon ID | 1210232219527504 |
Duration | 43:07 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Mark 16:16 |
Language | Spanish |
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