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Buenas tardes, hermanos. Antes del tiempo de oración, vamos a meditar en la Palabra de Dios en dos pasajes muy similares, de hecho, tratan la misma historia. Después de pie vamos a leer de Marcos, capítulo 7, el versículo 24 al 30. Y luego Mateo 15, 21 a 28. Marcos 7, 24 a 30. Es el pasaje principal, Marcos 7, 24 a 30, siguiendo con nuestra serie de Marcos, ya llegamos a este pasaje de Marcos, Marcos 7, 24 a 30. Refiriéndose a nuestro Señor Jesucristo, dice, Marcos 7, 24, Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro, Isidón, y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese, pero no pudo esconderse, porque una mujer cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega y sirofenicia de nación, y le rogaba que ya se fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo, «Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos». Respondiendo ella, y le dijo, «Sí, señor, pero aún los perrillos debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos». Entonces le dijo, «Por esta palabra, ve, el demonio ha salido de tu hija». y cuando ella llegó a su casa, halló que el demonio había salido y a la hija acostada en la cama. Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Y aquí una mujer cananea que había salido de aquella región, clamaba diciéndole, Señor, hijo de David, ten misericordia de mí. Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces, acercándose a sus discípulos, le rogaron diciendo, despídela, pues la voz es tras nosotros. Él respondiendo dijo, no soy enviado, sino las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo, —¡Señor, socórreme! Respondiendo, él dijo, —No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Y ella dijo, —Sí, señor, pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo, Jesús dijo, —Oh mujer, grande es tu fe. Hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. Vamos a orar para que el Señor nos enseñe, a través de Su Palabra. Padre, te adoramos como el santo, santo, santo. Y venimos, Señor, ante ti, sabiendo que somos débiles, que somos pecadores, que continuamente, Señor, pecamos y fallamos, transgredimos tu ley, pero venimos confiados que tú nos recibes por los méritos de Cristo. Él es nuestro mediador, Él intercede por nosotros. Ahora, Señor, te pedimos, esta tarde, como iglesia, que visites a tu rebaño, como lo has prometido. que en este tiempo de oración sepamos de tu presencia al Espíritu Santo guiando nuestros pensamientos a nuestras palabras. Vuélvenos, Señor, a ti, y nos volveremos. Te pedimos que tengas misericordia de nosotros. Y al estudiar tu palabra, si hablo, que hable conforme a la palabra de Dios, y si ministro, que ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea nuestro Señor Jesucristo exaltado. En su bendito nombre te lo pedimos. Amén. Amén. Sentémonos, hermanos. Siguiendo con nuestra serie de Marcos, esta tarde estudiaremos las lecciones de este pasaje de Marcos 7, 24 al 30, y también veremos algunos de los versículos del pasaje paralelo en Mateo 15, 21 al 28, pero nuestro pasaje clave es de Marcos 7, 24 al 30. El domingo pasado, estudiamos del capítulo 7, la primera parte, que el Señor confrontó a los fariseos que se aferraban a las tradiciones de los ancianos en vez de la palabra de Dios. Esos religiosos, nos dice al comenzar el capítulo, el capítulo 7, versículo 1, que venían de Jerusalén. Esos fariseos eran, y escribas eran, personas muy influenciales, y venían para expiar, por supuesto, a nuestro Señor Jesucristo y confirmar lo que algunos les habían reportado, que Él estaba quebrantando algunas de sus reglas ceremoniales, las tradiciones de los ancianos, y que se hacía a sí mismo igual a Dios. Ahora, nos podemos imaginar el revuelo que causó el Señor a llamarlos hipócritas. Y como nos dice en Mateo, precisamente, ellos se ofendieron mucho. Han de haber estado furiosos cuando volvieron a Jerusalén planeando el contratanque. Ahora, nuestro Señor Jesucristo, por supuesto, sabía que no había llegado su hora. Se apartó de allí, y nos dice aquí nuestro pasaje, que se fue a la región de Tiro y de Sidón. Quería pasar tiempo enseñando a sus discípulos, quería pasar tiempo orando, como ya vemos en otras partes de los evangelios, apartarse y tomar un tiempo para orar. Pero también tenía una misión muy importante, y lo que vamos a estudiar en esta tarde. Vemos en el versículo 24. Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón, y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese, pero no pudo esconderse. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega y surofenicia de nación, y le rogaba que se hace fuera de su hija, El Señor es el Salvador del mundo. La región de Tiro y de Sidón Era una región en las fronteras con lo que se llamaba en ese tiempo Galilea y Fenicia. Era y es el Líbano. Por cierto, alguno de la familia Vecelanis Lilati debería escribir una novela histórica que trace su ascendencia a la madre y a esta hija de esta historia. Eran del Líbano. A lo mejor la hermana Lilati, ¿verdad? Es su descendiente. Bueno, el punto es, esa región no era de judíos. No era de judíos. No era de Israel. Eran huyín, gentiles. No eran judíos. Y Marcos lo enfatiza al decirnos que la mujer era griega de nación y sirofenicia. Mateo la describe como cananea. No de cananea sonora, pero de Canán. No era Israel. Era el pueblo maldito de Canán. Y es por ello que el Señor le dijo que no está bien tomar el pan de los hijos, es decir, de los judíos, y darle a los griegos, a los gentiles. Ahora conocemos la historia, y ya la leímos. A lo último, el Señor tuvo misericordia de esa mujer griega, y aunque no era judía, sanó a su hija. Este episodio, entonces, es un adelanto, una pequeña profecía que el Señor sería luz a los gentiles, que es el salvador de todo el mundo, no tan solamente de los judíos. Es como cuando Juan nos relata la historia de la mujer adúltera de Samaria. ¿Se acuerdan? Nuestro Señor Jesucristo la vio en el pozo de Jacob. Esa historia termina cuando los samaritanos, los amigos de esa mujer, le dicen, ya no creemos solamente por judicio, porque nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente este es el salvador del mundo, el Cristo. Los samaritanos no son judíos y ellos dicen, es el salvador del mundo, no tan solamente de los judíos. Entonces, el Señor Jesucristo no tan solamente salva a los judíos, Salva también a los griegos, a los gentiles, a los goyim. El Evangelio es para todos. Ustedes conocen el versículo donde Pablo dice, porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación, a todo aquel que cree, al judío primeramente y también al griego. Nosotros no entendemos, nosotros somos mexicanos y ya estamos dos mil años después de esto, ¿verdad? Y no nos impacta tanto como les impactó a los judíos saber que los gentiles, los goyim, también podían ser salvos. Fue increíble para ellos. Se maravillaron, nos dice en el Libro de los Hechos. Se sorprendieron que los gentiles también podían ser salvos. O como dice en Hechos, que Dios le concedió el arrepentimiento también a los gentiles. Es fabuloso. Y es increíble en ese tiempo para los judíos. Es por eso que Juan tiene que escribir. Hijitos míos, estas cosas les escribo para que no pequen. Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Él es la propiciación por nuestros pecados. No solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Entonces, Este incidente con esta mujer griega sidofenicia es un adelanto a eso, es una prueba de que el Señor sería luz a los gentiles también. Y amigo, amiga, si el sacrificio de Cristo fue para salvar a todo un mundo de pecadores, millones y millones de personas, de toda nación, de toda lengua, de todo idioma, de toda tribu, como dice en el libro de Apocalipsis, ¡Claro que te puedes salvar a ti! ¡Claro que sí! No importa tu pasado, no importa tu maldad, no importa la cantidad de tus pecados, Cristo es un poderoso salvador de todo el mundo, todo el mundo de pecadores. Entonces, arrepiéntete, acércate a Él esta tarde. La primera lección que aprendemos de este pasaje, el Señor es el salvador del mundo, no solamente de los judíos, también de los griegos. La segunda lección, el Señor vino a deshacer las obras del diablo. El Señor vino a deshacer las obras del diablo. Los que aprendieron el pasaje de 1 Juan 3, saben, es el vocabulario de 1 Juan 3. Vean el versículo 25, Marcos 7, 25. porque una mujer cuya hija tenía un espíritu inmundo. Versículo 29. Entonces le dijo, por esta palabra B, el demonio ha salido de tu hija. Y cuando llegó a su casa y halló que el demonio había salido, la hija acostada en la cama. Hemos venido notando esto en el libro de Marco sobre todo, desde el capítulo 1 y el versículo 34. Cuando nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo, se aparecieron muchos demonios, muchos demonios. El diablo sabía que el Señor venía a quitarle su imperio, así que trató de defender su territorio, por supuesto. Y la Biblia describe al diablo como un animal muy peligroso, muy venenoso, lo describe como una serpiente, lo describe como un león, lo describe como un dragón, y de verdad es muy cruel. Muy, muy cruel. En esta historia, vemos que atacó a una niña. Yo no sabía, pero estudiando este pasaje, me di cuenta, en el original, hija no es hija, hija es hijita. ¡Era una niña! ¡Era una niñita! Y fíjense qué cruel el diablo, ¡qué salvaje! El diablo atormentó a una niñita. No sabemos cómo es que sufrió esa niña. Si leemos de otros endemoniados, por ejemplo, hay otro que dice que el endemoniado causaba que el muchacho se aventara al agua, se aventara al fuego, para destruirse. ¡Qué feo ha de haber sido esto para una madre ver a su hija sufrir eso, endemoniada! Pero la lección es que el Señor vino para deshacer las obras del diablo, rescatando aún a los endemoniados. Cristo vino para rescatarnos del diablo y sus obras malignas, lo que estudiamos en 1 Juan 3. Y no me voy a repetir. Pero aquí quiero que noten que este incidente, este milagro, ilustra el rescate de cada cristiano. ilustra el rescate de cada cristiana. Nos dice en 2 Timoteo 2, veanlo, es increíble, pero es cierto, tiene que ser cierto, es lo que nos dice la Escritura. 2 Timoteo 2, versículo 25. En el versículo veinticuatro dice que el siervo del Señor no debe de ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar sufrido, que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizás Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a la voluntad de Él. Todos los que no son cristianos en esta tarde, si tú estás en Cristo, estás enlazado, cautivo del diablo a su voluntad. O como nos dicen en Efesios 2, no nos tienen que buscar, van a reconocer las palabras. Antes estábamos siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo, en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Por supuesto, con mucha razón, hacíamos lo que el diablo nos mandaba, andábamos en sus maldades, en sus pecados, estábamos cautivos a su voluntad. Pero Cristo nos rescató. En Su bondad, en Su gran amor, en Su misericordia, Él vino a rescatarnos, y cumplió ese gran propósito de deshacer las obras del diablo en la cruz misma. Como dice la Escritura, anuló, canceló el acta de los decretos que había contra nosotros, quitándola del medio y clavándola en la cruz. Despojando a los diablos y demonios, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Escúchame muy bien, el que tiene oídos para oír, oiga. Amiga, amigo, por ti mismo no puedes vencer al diablo, claro que no. Por ti mismo no puedes vencer las cadenas del diablo, los lazos del diablo, sus adicciones, sus tentaciones, sus tentaciones a la codicia, sus tentaciones al enojo, a la sensualidad, a la pereza, al orgullo, a la glotonería, a la inquietud, a decir malas palabras, a tener malos pensamientos. Tú no puedes por ti sola, tú no puedes por ti solo, tú lo sabes, tú lo sabes. Pero Cristo sí te puede rescatar. Claro que sí. Corre a Cristo. Ruegale que tenga misericordia de ti, que te conceda el arrepentimiento. Te perdone, te ayude. Precisamente, que te conceda el arrepentimiento. Ese es el problema de muchos. Yo me quiero arrepentir. Segunda lección, entonces, el Señor vino a deshacer las obras del diablo. Tercera lección. El Señor a veces toma tiempo en respondernos. El Señor a veces toma tiempo en respondernos. En el versículo veintiséis leemos, Marcos 7. La mujer era griega y cirofenicia de nación, y le rogaba que yace fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo, Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Pero vean lo que dice Mateo. Aquí añade él palabras muy fuertes. Mateo capítulo 15 y el versículo 21. Es lo mismo, lo leímos ya, es un pasaje paralelo, nos cuenta la misma historia, y Mateo aquí añade algo. Mateo capítulo 15 Versículo 21, saliendo Jesús de ahí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Aquí una mujer cananea, que había salido de aquella región, clamaba diciéndole, Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí. Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces, acercándose a sus discípulos, le rogaron diciendo, despídela, pues vos estás nosotros. Muchas veces esa mujer se acercaba y, ten misericordia de mí, ten misericordia de mi hija. Y el Señor no le respondía nada. ¡Cero! ¡Nada! ¡Nada! El Señor a veces toma tiempo en respondernos. Ahora, en este caso, conocemos la historia, tardó unos minutos en responder a la madre. Pero a veces el Señor retarda su respuesta, a veces por semanas, a veces por meses, a veces por años, a veces por décadas. Vean conmigo la historia del padre y madre de Juan el Bautista en Lucas, el libro de Lucas, vean conmigo el capítulo uno y el versículo trece. Lucas 1.13. Si no conocen la historia, léanla esta tarde antes de acostarse. Esta noche está en Lucas 1, el 5 en adelante. Pero lo único que quiero es que vean aquí los versículos. Lucas 1.13. Pero el ángel le dijo, Zacarías, no temas, porque ¿qué? Tu oración ha sido oída, y tu mujer Elizabeth te dará a luz un hijo, y llamará a su nombre Juan. Pero vean el versículo dieciocho. Dijo Zacarías al ángel, ¿en qué conoceré esto? Porque yo soy viejo. Mi mujer es de edad avanzada. ¡Ya eran ancianos! ¡Habían pasado unos cincuenta años! Pero en el versículo 13 leemos, el ángel le dijo, Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída. ¿Cuándo había orado eso? De jóvenes. Cuando querían que la esposa Elizabeth tuviera un bebé y no podía, y pasaron los 20 años, y pasaron los 30 años de edad, y pasaron los 40 años de edad, y ¡Pasaron décadas! Pero él había orado, y Dios le contestó. El Señor a veces retarda Su respuesta. ¿Por qué? ¿Por qué toma el tiempo el Señor en respondernos? Hay varias razones, tal vez otro día las estudiemos. Pero Él tiene Su tiempo perfecto. Si Juan el Bautista hubiera nacido antes, él no hubiera sido el mayor de los profetas. Según nuestro Señor Jesucristo, Juan el Bautista fue el mejor, el mayor de los profetas. Si hubiera nacido antes, él no hubiera preparado el camino del Señor. Tenía que nacer entonces, después, como un milagro, como lo leímos aquí. Nuestro problema, por supuesto, especialmente en nuestros días, es que nos falta la paciencia. Tenemos muchas cosas instantáneas, ¿verdad? El café instantáneo. Tenemos el microondas, instantáneamente calentamos todo. Tenemos comunicación instantánea. Podemos comunicarnos hoy, inmediatamente, con alguien en China, en Rusia, donde sea, ¡con el WhatsApp! ¡Increíble! Y eso queremos que Dios nos gratece. ¡Ya! ¡Ya instantáneamente! Pero Dios, precisamente por eso, no nos responde, para enseñarnos paciencia, para enseñarnos a perseverar en la oración. Él es soberano y Él toma su tiempo para respondernos al tiempo perfecto que sea lo mejor para nuestra vida, lo mejor para nuestra familia, lo mejor para la iglesia, y sobre todo, lo que va a honrar a Dios más por toda la eternidad. ¡El centro del universo no somos nosotros! ¡El centro del universo no es nuestra familia! ¡El centro del universo no es la iglesia! ¡El centro del universo es Dios! Y todo depende de Él, lo que le da más gloria a Él. ¡Pero lo fabuloso aquí! ¡El que nos toma en cuenta a nosotros! ¡Como sus hijos! ¡Él tiene lo mejor para nosotros! ¡Él tiene lo mejor para la iglesia! Y a su tiempo perfecto en su providencia, Él mueve todo, Él controla todo, y nos responde al tiempo preciso. Hermanos, hermanas, aquí hay también que tener en cuenta que Él nos responde conforme a Su amor. Él no es cruel. Él nos responde a Su tiempo conforme a Su amor, a Su sabiduría, a Su santidad, a Su compasión. Él nunca nos hace sufrir de más, nunca nos hace sufrir de más. No podemos pasar una prueba a la cual no podemos resistir, y Él sabe que podemos resistir. Y Él quiere nuestra salvación y la de los demás. Por eso a veces retarda en contestar. Si estoy usando esa palabra, retarda, por lo que nos dice en segunda de Pedro. No lo busquen, van a escuchar las palabras y van a decir, ah, sí, yo sé ese versículo. El Señor no retarda Su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino es que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Porque para el Señor, un día son como mil años, y mil años como un día. El Señor nunca se desespera. El Señor nunca llega tarde. Él en Su providencia es perfecto. Entonces, hermana, hermano, sigue orando, perseverando. Ora por tus problemas. Ora por tus dolores, tus tentaciones. Ora por tus hijos. Ora por tus amigos. El Señor contestará a Su tiempo. Hace poco escuché de un padre, me animó mucho, que había estado orando por sus hijos, orando por su salvación. Treinta años después, él tuvo la oportunidad de bautizar a su hijo y la esposa de su hijo. Treinta años orando. No nos desesperemos, pero con paciencia esperemos el tiempo perfecto del Señor. Tercera lección El Señor a veces toma tiempo en respondernos. Cuarta lección. El Señor considera y recompensa nuestra fe. El Señor considera y recompensa nuestra fe. No sé su Biblia, pero el pasaje en Marcos lo titula la fe de la mujer sirofenicia. Pero en este pasaje no se menciona la fe en Marcos, pero vean lo que nos dice Mateo 15, 28, el pasaje paralelo. Mateo capítulo 15 y el versículo 28. Entonces, respondiendo a Jesús dijo, O mujer, grande es tu fe. Hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. Un comentarista menciona que el esposo no estaba allí, el padre de la niña no estaba allí, porque probablemente la mujer era viuda, que por eso no se menciona al esposo. Bueno, yo tengo otra teoría, y la Biblia no dice nada del esposo, no dice que la mujer era viuda. En otros pasajes nos habla, por ejemplo, de la viuda de Naín, y nos dice que era viuda, pero aquí no nos dice eso. ¿Por qué la mujer fue? Probablemente, y esa es mi teoría, la madre fue porque ella tenía más fe que el esposo. Ella tenía más fe que el esposo. Generalmente, generalmente las mujeres son más creyentes. No le digan a Julia que les conté porque se va a enojar conmigo. Pero en los cultos de oración de los hombres, Está espiando y siempre me pregunta, ¿Cuántos fueron? ¿Cuántos fueron? ¿Cuántos fueron? Y yo le pregunto a ella, cuando tiene el culto de las mujeres, Zoom, miércoles, 7-15, ¿Cuántas fueron? ¿Cuántas fueron? ¿Y saben qué pasa? Siempre, siempre, siempre, las mujeres les ganan a los hombres. Es parte de la lógica divina que bendice a las mujeres con más fe. Y muchas veces son los sufrimientos de las mujeres que las hacen más fieles y más creyentes. Pero algo que nos hace reflexionar aquí es, ¿cómo supo el Señor que la fe de la mujer era grande? ¿Cómo supo el Señor que la fe de la mujer era grande? Un niño me pudiera contestar, pues bajo, porque él es Dios, él ve el corazón, él sabe todo, él es el Señor, y sabía que la mujer tenía mucha fe. Y eso es cierto. Eso es cierto. Investigando esto desde nuestro punto de vista, por así decirlo, tenemos que pensar que hubo cierta evidencia aquí, que el Señor dio y los discípulos también. En primer lugar, la primera evidencia de la gran fe de esta mujer es que era una fe basada en la Palabra de Dios. era una fe basada en la Palabra de Dios. Mateo nos dice que la mujer clamó al Señor, Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí. Esa mujer, ¿de dónde sacó esa expresión? ¿Cómo supo que el Señor es el Hijo de David? ¿Cómo supo que Él es el Señor que tiene misericordia de nosotros? ¿De dónde sacó esa expresión? ¿Por qué le llamó así? Es una expresión 100% bíblica. Se refiere al Mesías, al Enviado de Dios. En el Antiguo Testamento tiene la raíz esta expresión. No sabemos cómo esa mujer aprendió esa expresión, pero nos podemos imaginar que escuchó a algún judío usarla. Nos podemos imaginar que alguien le comentó de esos versículos y ella preguntó, ¿qué quiere decir eso? ¿Quién es el hijo de David? ¡El Rey David! Y así por primera vez escuchó el Evangelio. Y hermano y amigo, para que tu fe sea válida, para que tenga bases reales, tiene que estar basada en la Biblia, en la Palabra de Dios. Y esta mujer tenía una gran fe precisamente por eso, porque estaba basada en la Palabra de Dios. Cualquier otra fe es vana, es puria. Asegúrate entonces que el ancla de tu fe siempre sea la Palabra de Dios. No, mi abuelito me dijo, o lo escuché en una película, Me estaban comentando alguien, verdad, que dieron una película sobre la Virgen María y qué opinaba yo. Bueno, no he visto la película, no sé si está de moda o no, pero yo le comenté, uno de los problemas con esas películas es que muchas veces añaden cosas que no están en la Biblia. Y me ha tocado a mí. hablar y evangelizar y tratar de convencer a algunas personas y me contestan, es que yo lo vi en una película, como si fuera verdad. Para que nosotros tengamos la confianza al 100%, esto se trata de nuestra vida eterna, tenemos que anclar nuestra fe en que dice la palabra de Dios y nada más. Muy bien, ¿Qué evidencias tenemos de la gran fe de esta mujer? Una fe basada en la palabra de Dios. Segunda evidencia. Era una fe acompañada de humildad. Una fe acompañada de humildad. La mujer no llegó alegando sus derechos humanos. Óyemelo. Mis derechos humanos. No, no, no, no. La mujer llegó y se postró ante Cristo de misericordia. con toda humildad, ella aceptó el plan de Dios que primero los judíos y después los demás. Ella lo aceptó. Es más, ella, después de las palabras de nuestro Señor Jesucristo, ella misma se comparó a un perrillo. ¡Ella misma! Y en esos tiempos esto era gran cosa compararse a un perrillo. Sin duda alguna, entonces, la verdadera fe en nuestro Señor Jesucristo siempre va acompañada de humildad. porque nos declaramos en bancarrota. Estamos diciendo, nosotros somos débiles. Sin Cristo no podemos hacer nada. Solo si Él tiene misericordia en nosotros, nos vamos a hacer salvos y nos va a ayudar. Todo depende de Él. Esa es la humildad que nos salva y que muestra grande fe. Muy bien, la tercera evidencia, tercera evidencia de la gran fe de esta mujer, es que era una fe que perseveró. Era una fe perseverante. Aunque el Señor al principio no le contestó nada, ella siguió, insistió, rogando. Y otra vez, aunque los discípulos no le gustó, y yo me imagino a Pedro y a Mateo y a los demás ya enojados... ¡Despídela ya! Ella siguió. ¡Señor, socórreme! ¡Señor, ten misericordia de mí! Eso muestra su gran fe, que siguió perseverando. Es fácil tener fe cuando todo nos va bien. Es fácil tener fe cuando Dios nos bendice. Es fácil y nos ayuda cuando Dios nos contesta nuestras peticiones, claro que sí. Pero a lo último, la fe real, la gran fe, es cuando Dios no nos contesta, pero de todas maneras perseveramos creyendo en Él. Así como los amigos de Daniel Cuando los iban a echar al fuego, ¿se acuerdan, niños, que dijeron, échenos? Y si el Señor no nos contesta, ¡adelante! Quiero que vean, no sé si usted ha notado, ¿cuál es el gran capítulo de la fe, de los héroes de la fe? ¿Cuál es? Hebreos número, vamos a Hebreos 11. Creo que esos versículos, muchos cristianos no los han subrayado, pero son de gran ánimo y motivación. Hebreos 11. No los voy a leer algunos de los héroes, solamente quiero que vean dos versículos. Hebreos 11 y el versículo 39. No sé la versión de su Biblia qué dice, pero la mía, vean lo que dice. Escuchen. Hebreos 11, 13. Conforme a la fe murieron todos éstos, habiendo recibido lo prometido. ¿No? No, no, no. conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos y creyéndolo y saludándolo y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Tenían mucha fe, no recibieron nada. Ven en Hebreos 11.39. Y todos estos aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido. ¡Eso es fe! ¡Esa es la verdadera fe, grande fe! Cuando todavía no hemos recibido lo prometido, cuando morimos, pero de todas maneras morimos creyendo en Cristo. Y yo te digo a ti, cristiano, en primer lugar, por el perdón de tus pecados y la confianza que tenemos en el Evangelio, muérete creyendo en Cristo, aunque no lo sientas, aunque no sientas paz, aunque no tengas seguridad de paz, aunque el Señor no te conteste en las oraciones, que tú quieres la alegría de la salvación, el gozo de la salvación, pero Dios no te lo da. ¡Tú muérete creyendo en Él! ¡Es de la fe! y en todos los aspectos aquí. Tú sigue orando, perseverando, no te des vencida, aunque el Señor no te conteste cuando ores por tus hijos, aunque el Señor no te conteste cuando oras por esas tentaciones tan fuertes que tienes, aunque el Señor no te contesta por tus problemas en tu casa, aunque parezca que el Señor es tu enemigo y no te va a contestar que no existe, tú persevera hasta el final. El que persevera hasta el final creyendo, él se será salvo. Esta mujer nos enseña eso. Última evidencia. Era una fe que creyó en la palabra de Cristo. Gran fe, ¿por qué? Porque creyó en la palabra de Cristo. Cristo le dijo, el demonio ha salido de tu hija. Y nos dice la palabra de Dios, y ella se fue a su casa. Ella no dijo, señor, otro favor. quiero que tú vengas a mi casa para asegurarme que mi hija está bien. Por favor." No dijo eso. Ella creyó. Creyó la palabra de Cristo. Y eso es la cristiandad. Creer en la palabra de Cristo. Creer en sus promesas de perdón. Creer que nos da vida eterna por su sacrificio. Ahora, la lección principal aquí, como decíamos, es que el Señor considera y recompensa nuestra fe. Ya hemos notado en nuestros estudios, y eso es algo que me impresionó al estudiar a esta mujer, a los discípulos una y otra vez los reprendió por su poca fe, por su poca fe. Ustedes, por supuesto, se acordarán de Pedro, se acordarán de Tomás, ¿verdad? ¡Poca fe! Pero todos los discípulos estaban así. Pero el centurión y el Mateo ocho y esta mujer tenían gran fe, aunque eran gentiles. ¡Qué bendición! Pero a lo que voy es que no estemos satisfechos con nuestra poca fe. muchos cristianos están satisfechos con su poca fe. Dios me va a salvar, no es por mi fe, Cristo murió por mí, mi fe no murió por mí, yo soy salvo por pura gracia, yo ya hice la decisión, yo creo en Cristo y por eso voy a llegar al cielo. Pero hasta ahí, hasta ahí, no quieren, como veamos en esta mañana, confirmar su fe, establecerse firmes en la fe, sólidos en la fe. Hermanos, hermanas, que nuestra fe sea grande, que creamos mucho en Cristo, que creamos mucho en sus promesas. Eso nos va a dar más alegría, más paz, más esperanza, más poder en la cristiandad. Entonces, el consejo aquí no es, no es que seamos como la mujer sidofenicia. Ese no es el consejo. El consejo es que nos enfoquemos en Cristo. Inmediatamente después de Hebreos 11 tenemos Hebreos capítulo Y qué nos dice en Hebreos capítulo doce, «Puestos los ojos en Jesús, el Autor y Consumador de la fe». Es a Él que tenemos que ir y rogarle que tenga misericordia en nosotros y nos aumente la fe. Un último comentario y terminamos. Hace años, no sé, unos diez años, visité otra iglesia, y escuché a uno predicando sobre este pasaje. y nunca se me va a olvidar lo que dijo. Dijo, esta mujer era griega, tirofenicia. Quiere decir que viajó desde Grecia para ver a Cristo. Y luego nos dijo, muy orgulloso él, vi en Google Maps qué tan lejos está Grecia de esa región de Tiroesidón donde estaba Cristo. Y luego nos exhortó, tenemos que ser como esa mujer. esforzarnos mucho, mostrar nuestro amor por Cristo. Pero yo me quedé pensando. Bueno, número uno, el predicador erró, se equivocó, pues la Biblia no dice que la mujer había viajado de Grecia o Siria. Era una mujer griega sirofenicia que vivía en el área de Tiro y de Sidón, allí estaba su casa. Pero lo que me llevó a pensar es Realmente, la aplicación aquí no era cuánto había viajado esa mujer, si es que había viajado, claro que no, pero cuánto había viajado Cristo. Él fue enviado de Dios desde el cielo a este mundo. Dejando Su trono de gloria, nos vino a sacar de la escoria. Google Maps no nos puede ayudar cuántos kilómetros son del cielo de Dios a este mundo pecador. No nos puede ayudar Google Maps. Es una distancia infinita. Es imposible de mi edad medir esa distancia. Pero Dios, por amor a Su pueblo, mandó a Su Hijo viajar toda esa distancia para venir a buscar a las ovejas perdidas de Israel y a las ovejas de su otro redil. ¡A nosotros, los gentiles! Él merece toda la gloria. Oremos, oremos.
Cuando Dios no contesta
Series Marcos
Evidencias de una gran fe. Estudiamos cómo perseverar en la oración cuando Dios no contesta.
Sermon ID | 12025145667380 |
Duration | 40:37 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Mark 7:24-30; Matthew 15:21-28 |
Language | Spanish |
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