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Le damos la bienvenida a la Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona, España, y le invitamos a que visite nuestra página web por gracia.es. Deseamos que Dios le bendiga ahora a través de su palabra. Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder. Domina en medio de tus enemigos. Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud. Juró Jehová y no se arrepentirá. Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. El Señor está a tu diestra. Quebrantará a los reyes en el día de su ira. juzgará entre las naciones, las llenará de cadáveres, quebrantará las cabezas en muchas tierras, del arroyo beberá en el camino, por lo cual levantará la cabeza. Este es un rey victorioso. Este es un guerrero. Este es un soldado. Y este Salmo 110 nos habla de cómo esa victoria de Cristo será total, será completa y se manifestará en su gloria encima de todas las naciones. Cuando el Señor Jesús vino con su humildad, con su sacrificio, con su ejemplo, ya nos dio muestras de su poder. Y los que le rodeaban quedaban maravillados. Recordemos que Jesús le dijo al mar, calla, emudece. Es precioso ese pasaje en los evangelios, porque dice que estaban en la barca, los discípulos estaban llenos de miedo, de temor, porque había una tormenta, pero cuando Jesús despierta, se pone en pie y le dice a la tormenta, calla, enmudece, el mar queda en calma, y continúa el pasaje diciendo, y los discípulos tuvieron gran temor, porque comprendieron que era más terrible y más poderoso el que tenían dentro de la barca, que lo que estaba pasando fuera de la barca. Cuando Jesús hizo callar el mar, entonces ya no tuvieron temor, ahora tuvieron gran temor. ¿Quién es este? Jesús nos dio atisbos de ese poder para que pudiéramos maravillarnos porque hizo callar a los demonios. Le dijo a Satanás, vete. Le dijo a Satanás, sal de aquí. Hizo callar el mar, hizo callar al diablo, hizo callar a la muerte, porque hablando a la tumba de Lázaro, le dijo, Lázaro, sal fuera. Y suerte que dijo, Lázaro, sal fuera, porque si se lo hubiera dicho, sal fuera, todos los muertos hubieran salido fuera. Y no era tiempo aún. Ahora mismo solo tú, Lázaro, los demás tenéis que esperar. Lázaro, a ti te hablo. Lázaro, sal fuera. Ese es el poder de nuestro Señor, del Señor Jesucristo. El Salmo 24 exalta a este Rey. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente. Jehová el poderoso en batalla. Y este Rey es el que exalta el Salmo 110. Fuerte, valiente, poderoso en batalla. El que vemos en el Salmo 110. Y este Salmo 110 es un Salmo curioso, es un Salmo hermoso, porque representa un diálogo de Dios con Dios. Fijémonos cómo empieza. Jehová dijo a mi Señor, siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. ¿Quién está hablando con quién? Jehová dijo a mi Señor, recordemos que es el Rey David el que está escribiendo, el Rey, él es el Señor en Israel y sin embargo el Rey está hablando de alguien como mi Señor, mi Adonai. Literalmente leemos en el Hebreo, dijo Yahvé a mi Adonai. ¿Quién está hablando con quién? Dios hablando con Dios, Dios el Padre hablando con Dios el Hijo. y lanzando estas tremendas promesas. En la traducción hebrea del Antiguo Testamento, que conocemos como la Septuaginta, dice literalmente en el griego, dijo mi señor a mi señor. En un diálogo hermoso intratrinitario, hablando Dios con Dios. Y qué fabuloso que el rey David escriba esto movido por el Espíritu Santo, por supuesto. David no subió al cielo para observar cómo Dios hablaba con Dios para luego bajar a la tierra y escribirlo para nosotros. Movido por el Espíritu y de forma profética está escribiendo este salmo en el cual vemos cómo Dios habla con Dios. Está describiendo cómo Dios habla de sí mismo. Mi Señor le dijo a mi Señor. Mi Señor Jehová le dijo a mi Señor Adonai. Son palabras de Dios el Padre con Dios el Hijo. Muchas veces encontramos en las Escrituras como Dios habla, incluso como Dios escribe. Escribió con su propio dedo los diez mandamientos. En Génesis 1, Dios dice, hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza. Y vemos aquí las personas de la Trinidad conversando entre ellas. Dios el Padre dice también en Mateo capítulo 3, hablando de su Hijo, este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia. En Mateo 27, el Señor Jesús en la cruz habla con el Padre, elí, elí, lama sabactani, ¿por qué me has? desamparado. Hay muchos momentos en las Escrituras donde vemos las personas de la Trinidad hablando entre ellas. El Espíritu también clama con gemidos indecibles, pero hay un diálogo del Espíritu Santo para con el Padre y con el Hijo. Y Él clama en nuestros corazones, Abba Padre. Pero en esta ocasión no tenemos una frase, no tenemos una pincelada nada más de este diálogo de Dios con Dios. Tenemos todo un salmo en el cual el padre está hablando al hijo. Un salmo, por tanto un cántico, es poesía. Es difícil predicar un salmo porque hay mucho lenguaje poético, mucho lenguaje simbólico, pero es un cántico que anuncia esa victoria y las consecuencias de la victoria del Señor Jesucristo, su reino eterno. Dijo Jehová a mi Señor. Y después de esto, en vuestras Biblias seguramente encontráis dos puntos. Este punto de relatar qué es lo que el Padre dice al Hijo. Siéntate a mi diestra. La diestra del trono del Rey. El mayor lugar de honor, estar en palacio y estar a la diestra del Rey. Cuanto más estar a la diestra del Rey de los cielos, del Todopoderoso. Estar cerca del Rey, compartir sus confidencias, sus secretos, sus decisiones, su gobierno. Ser la mano derecha del Rey es ser el poder, ser el ejecutor de todas las cosas que están en su mente, su fuerza, su poder, su autoridad. Dios le dice a mi Señor, al Señor Jesucristo, siéntate a mi diestra. Todo poder, todo dominio, toda majestad es tuya. Dios el Padre tiene a su diestra a Dios el Hijo, a Cristo, y ejerce poder, control, gobierno sobre todo el cosmos, porque todo ha sido creado por Él y para Él. Ahí tenemos nosotros puestos los ojos. Cuando oramos, ¿dónde miramos? A la diestra del Padre. Porque ahí está nuestro Príncipe, el Señor Jesús, el que intercede como abogado por nosotros delante del Padre. Dice Romanos 8, 34. Cristo es el que murió, más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. Ahí es donde estaban mirando a Esteban mientras le lanzaban piedras. Recordamos a Esteban, el primer mártir de la iglesia, lapidado por su testimonio. Y se nos dice el pasaje en Hechos de los Apóstoles que mientras caían las piedras sobre él y le estaban matando, él miraba arriba y vio los cielos abiertos y a Cristo Jesús sentado a la diestra. Qué imagen. ¿Qué imagen? Porque esa imagen tan sencilla, pero tan profunda, le estaba diciendo mucho a Esteban. Tú estás muriendo, pero tú has vencido, Esteban. Estás ya. Ese Jesús al cual sirves y por el cual estás entregando tu vida está sentado a la diestra del Padre. La victoria es tuya, Esteban. Muere con esa confianza. Descansa en los brazos del Eterno. Y esa es la confianza de los cristianos. Cuando lo das todo por Cristo, ojalá vieras los cielos abiertos como nuestro hermano Esteban. Y pudieras ver al Señor sentado a la diestra del Padre. Es tan importante este Salmo, hermanos, para nuestra vida cristiana. Es tan importante que se cita... Yo he encontrado hasta diez veces en el Nuevo Testamento. Y las diez veces se refiere a la majestad, el poder, el dominio de Cristo. La victoria de Cristo está sentado a la diesta del Padre. Sus enemigos serán puestos por estrados de sus pies. Las diez veces se refiere a la excelencia de Cristo. Está en primera de Corintios 15, está en Efesios 1, está en Colosenses 3, hasta cuatro veces lo cita a hebreos porque hebreos resalta la majestad y la superioridad de Cristo. Varias veces en los evangelios, tres veces lo encontramos en los sinópticos, Mateo, Marcos, Lucas, cuando Jesús conversando con los fariseos dice lo siguiente, Mateo 22, 41. Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó diciendo, ¿qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Los fariseos estaban esperando que un judío fuera el Mesías y fuera un libertador político y venciera a los romanos y tal, tal, tal, tal. Por tanto, debía ser rey de Israel y contestan los judíos, es hijo de David. Y Jesús les dijo, pues como David en el espíritu le llama Señor, diciendo, dijo el Señor a mi Señor, siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? Y nadie le podía responder palabra, ni osó alguno desde aquel día preguntarle más. Jesús está apuntando a la eternidad. El Mesías no puede ser hijo de David en la carne, nada más, porque David, escribiendo este Salmo, dice, dijo el Señor a mi Señor. Así que es alguien muy superior a un simple hijo de David, descendencia de David. Es el Eterno. El Mesías es el Hijo de Dios, hecho carne. Porque antes de que David tuviera descendencia y pudiéramos hablar de un heredero de David, David en el espíritu está diciendo que aquel que está sentado a la diestra del Padre es mi Señor. Cristo Jesús en el Salmo 110 es Adonai, es mi Señor. Es grande, hermanos. y al leer este Salmo debiera crecer nuestra reverencia, nuestra adoración hacia Él y nuestra conciencia de cuán grande era el delito de crucificarle. David no había subido aún al cielo en este Salmo 110, estaba profetizando que Cristo iba a resucitar, a ascender y recibir todo honor y toda gloria a la diestra del Padre. a la mano derecha de Dios, venciendo sobre todas las naciones. Como decía, encontramos este salmo varias veces en Hebreos, porque Cristo es exaltado, muy superior a los ángeles, muy superior a cualquier profeta, es el Hijo Eterno de Dios que ha venido a visitarnos. Hebreos 1, 13, pues ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás, siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? A ningún ángel les he dado ese honor, sino al Hijo Eterno, hecho carne. Y encontramos esta expresión, por estrado de sus pies. Todos sabemos lo que es un estrado, ¿verdad? Ahora mismo yo estoy en el estrado. El estrado es un lugar preminente, un lugar ensalzado, donde hay una presidencia, donde hay un liderazgo, Solemos usar la expresión en un contexto de juicio. Subirá al estrado a testificar. Pero el estrado viene a ser la tarima, viene a ser el lugar ensalzado. Encontramos esta expresión, esta imagen de poner a los enemigos por estrado de nuestros pies en Josué capítulo 10. Recordemos que Josué entra en la tierra de Canaán y empieza a conquistar ciudad tras ciudad. Entonces Josué ha vencido a cinco reyes, los tiene encerrados en una cueva. El rey de Jerusalén, el rey de Ebrón, el rey de Jarmut, el rey de Lakis, el rey de Eglón. Y entonces hay un momento en que Josué dice a sus hombres, sacar esos cinco reyes de la cueva, tráelos para acá, echa a los cinco reyes en el suelo y le dice a sus generales y a sus príncipes, poner los pies sobre sus cabezas, sobre sus cuellos. Así hará Dios con todos nuestros enemigos hasta el último, porque esta tierra nos la ha prometido. Hasta el último enemigo que encontremos aquí va a ser rendido como estrado a nuestros pies. Y esa imagen que vemos en el libro de Josué es la que vemos también en los Salmos. Dios, el Padre, le ha prometido a Dios, el Hijo, que todos tus enemigos hasta el último serán derrotados y puestos a tus pies, por estrado a tus pies, vencidos en tu presencia. Así hará, hermanos, Dios con todos los enemigos del Señor Jesús. servirán como estrado a sus pies. En el día final veremos a todos sus enemigos rendidos a sus pies, todos los enemigos de la cruz, todos los perseguidores de la iglesia, todos los blasfemos, todos los que han insultado, injuriado, atacado la causa de Cristo, todos los incrédulos, todos los rebeldes, todos los inmorales, todos los que no están en las filas del Señor Jesucristo están a los pies del Señor Jesucristo rendidos delante de su majestad. El Señor lo hará, el Señor es victorioso. ¿Sabes, vas a ser vencido por Jesús, sí o sí? Porque Dios tiene dos formas de vencer, como venció a Nínive o como venció a Jerico. Dios venció a Nínive con su gracia. Fue Jonás, pronunció un mensaje y Nínive se arrepintió y lloró amargamente suplicando la misericordia de Dios. Pero Dios venció a Nínive. Jericó fue vencido de otra manera. Josué dio vueltas y tocaron las trompetas y cayeron las murallas y atacaron y no dejaron ni uno con vida. Así que vas a ser vencido por Cristo, sí o sí. O vas a ser derrotado por su gracia o vas a ser derrotado por su ira. Pero no te puedes escapar. Te voy a decir un secreto. Te conviene más ser derrotado hoy por su gracia que mañana por su ira. Así que ríndete a los pies de Cristo y reconoce toda tu miseria, tu pecado, tu orgullo, tu rebeldía contra él y ríndete a los pies del Señor Jesús. Y clama, como hizo Ninive, por su misericordia. Porque hoy él sí tiene misericordia, mañana no. Mientras la puerta del arca está abierta podemos entrar, pero cuando la puerta del arca se cierra y Dios la cerró, sólo falta su juicio y nada más. Y entonces de poco servirá que estés fuera llamando desesperadamente. Sólo queda el juicio de Dios. ¿Y cómo hará Dios lo que Dios ha prometido que hará? Versículos 2 y 3. Jehová enviará desde Sion la vara de su poder. Domina en medio de tus enemigos. Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud. Nos está describiendo aquí un ejército, hermanos. El Señor Jesucristo tiene un ejército desde Sion, esa vara del poder y de la autoridad del Señor se ejerce desde Sion, desde Jerusalén empieza su iglesia y se extiende por todo el mundo. Y la palabra de Dios es esparcida. El reino y el poder de Cristo no se limitan ni a Sion, ni a Jerusalén, ni a Israel, sino que desde Sion gobierna el Señor sobre toda la tierra. El poder de Dios que es para salvación. Hoy aún Dios sigue transformando enemigos suyos en súbditos suyos. Y aquellos que ayer estaban rompiendo la Biblia y blasfemando el nombre de Cristo, hoy están abriendo la Biblia para predicar el nombre de Cristo. Hoy Dios sigue transformando enemigos de la cruz en siervos del Señor Jesús. Tienes ahí el ejemplo de Apóstol Pablo, y ha habido muchos después de él. Sí, ese señor, ese Adonai, tiene un gran ejército a sus órdenes. Ahí se le describe como pueblo, su pueblo, su nación. Algunas traducciones dicen literalmente sus tropas se ofrecen voluntariamente para él en la batalla, una batalla espiritual extendiendo el reino y el dominio de Cristo. Pero es un ejército, el del Señor Jesús, que no está vestido con corazas, ni con yelmos, ni con mallas, ni con lanzas, sino que describe este ejército como vestidos en la hermosura de la santidad. Es una nación santa, es un ejército santo y esa santidad de Dios. Sobre ellos es lo que les protege y es lo que les envía a la batalla. Nuestra armadura es espiritual, hermanos. Todos recordamos Efesios 6, está ceñidos vuestros lomos con la verdad, vestidos con la coraza de justicia, calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz, sobre todo tomate el escudo de la fe con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno y tomate el yelmo de la salvación y la espada del espíritu que es la palabra de Dios. Ese Es nuestra vestimenta, ese es nuestro escudo, ese es nuestro casco, esa es nuestra protección. En casa tenemos todas las películas de Marvel. Preguntar a mis hijos. Son los fanáticos de Marvel. Yo me estoy volviendo fanático también. Pero hay escenas en que incluso esos superhéroes se sienten desprotegidos. Ay, que Thor se ha dejado en el martillo, no sé dónde. Y aquí Capitán América está buscando el escudo. Sí, claro, tiene fuerza, pero no es lo mismo. Está corriendo detrás del escudo, ¿verdad? Y Iron Man rápido se pone el traje porque se le disparan. Todos necesitan vestirse de... Y el cristiano también, porque tenemos una batalla espiritual y necesitamos estar vestidos de... Pero nuestros utensilios no son materiales. El ejército de Jesucristo está vestido de santidad. Porque la santidad, el hecho de que hemos sido escogidos para el servicio de Dios y somos suyos, la santidad es nuestra protección. La santidad nos hace suyos, propiedad suya, invencibles, indestructibles, inmortales. Sí, Satanás piensa que está ganando terreno, pero Satanás se va a estirar de los cabellos. En estas películas de superhéroes, lo más desesperante es cuando el enemigo nunca muere, ¿verdad? A veces retrasan la muerte del malo tanto que dice, se va a levantar otra vez. Le han pegado 80 tiros y se vuelve a levantar. Y a veces hay personajes que son inmortales de verdad y le disparan y cae y dices, ya está muerto. Y se vuelve a levantar, le disparan y cae y dice, ahora sí está muerto. Y se vuelve a levantar. En el día final, hermanos, Satanás, pensando que ha vencido a tantos, ha matado a tantos cristianos. Cuando Cristo venga y suenen las trompetas y todos esos muertos se levanten de la tumba, mirando al Señor venir con gozo y con gloria, Satanás se va a estirar de los cabellos porque va a decir a estos ya los había matado yo. ¿Qué hacen de pie? ¿Y por qué sonríen? La santidad con la cual Dios nos reviste nos hace invencibles. Porque Cristo ya ha derrotado todos nuestros enemigos. Y somos más que vencedores. El pueblo de Dios es descrito en este salmo versículo 3 como el rocío de la mañana. Seguro habéis tenido esta experiencia de levantaros una mañana, salir al campo y ver el rocío. Antes no estaba ahí. Ayer no estaba ahí. Esta mañana sí. Y el rocío lo llena todo. No todo el campo es rocío, pero hay rocío por todo el campo. Así es el pueblo de Dios. No toda la tierra es pueblo de Dios, pero hay pueblo de Dios por toda la tierra. Y con esa frescura, ese vigor, esa juventud que describe el rocío de la mañana. No solo es numeroso, sino que el pueblo de Dios también es descrito como joven y lleno de vigor. Si hay dos cosas temibles en un ejército, son estas dos. Uno, que sean muchos. Dos, que sean jóvenes. Y así se está describiendo en este salmo el pueblo de Dios, el ejército del Señor Jesucristo. Es joven y vigoroso y es muy numeroso. Y así es su pueblo espiritual, así es su iglesia. Alguno de vosotros está pensando, bueno, joven, yo ya no sé. Que canas peino unas cuantas. Todos los cristianos somos jóvenes. Jóvenes en un sentido espiritual, porque tenemos del vigor y de la fuerza de Cristo, no la nuestra. Isaías 40 dice, no has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra. No desfallece ni se fatiga con cansancio y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan. Los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan en Jehová. tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán. Sí, el que está en Cristo es joven y es siempre joven porque tiene esa fuerza del Señor. Los soldados de Cristo son jóvenes que luchan con las fuerzas de Dios. No desfallecen, no se fatigan y su entendimiento no hay quien lo alcance. Pero continúa este salmo alabando a nuestro rey y alabando su obra y alabando su carácter y alabando su poder y dice algo tremendo en el versículo 4, juró Jehová y no se arrepentirá, tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Este no es un rey cualquiera. Este es un rey superior a todos los reyes, es un rey único. Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Era un mandato de Dios que los poderes en el pueblo de Israel debían estar separados. El rey tenía su función, el profeta tenía su función, el sacerdote tenía su función y no tenía el rey permiso de hacer de sacerdote. Recordamos tremendos episodios al respecto. ¿Recordáis cuando Saúl ofreció sacrificios? Se impacientó. Es que Samuel, el profeta, no llega. Es que Samuel, el profeta, no llega. Y Saúl, él, ofreció sacrificio a Jehová. ¿Y qué le dijo Samuel cuando llegó? Dios ha quitado el reino de ti. Se acabaron tus días. Porque hizo algo que no debía. ¿Recordáis Hucías? Que fue castigado con una lepra porque ofreció incienso a Dios. El rey no debía ser de sacerdote. El rey que hacía de sacerdote era castigado por Dios. Y ahora aquí el Salmo 110 nos presenta un rey que es sacerdote. Y además sacerdote eterno, sacerdote para siempre. ¿Cómo puede ser? Si los sacerdotes eran hijos de Leví, eran de la tribu de Leví. Y el Señor Jesucristo era la tribu de Judá, según el orden de Melquisedec. Si algún día predicamos hebreos entraremos más en este tema. El Señor Jesucristo no es sacerdote porque es descendiente de Levi. El Señor Jesucristo es sacerdote antes de que Levi naciera. Porque Abraham rinde tributo a Melquisedec en el Génesis. Abraham viene de la batalla después de liberar a su sobrino Lot. Recordáis, viene con el botín de guerra y se encuentra con Melquisedec, rey de Salem, rey de Jerusalén, y lo que hace Abraham es darle los diezmos. y recibe la bendición de Melquisedec, que es un personaje tan misterioso, ¿verdad? De alguna forma Melquisedec es figura de Cristo. Pero aquí está apuntando David, el salmista, a esa figura, Melquisedec, para demostrar que Jesús, aunque es judío, no necesariamente tiene que venir de la tribu de Leví, porque hay un orden superior a la tribu de Leví. Melquisedec, el sacerdote. El sacerdote que es rey. De la misma manera Jesucristo es rey que es sacerdote. Sacerdote para siempre. Sacerdote del Dios Altísimo. Melquisedec, rey de Jerusalén. y todos los levitas, de alguna manera todos los levitas, aún en los lomos de Abraham, todos los levitas están rindiendo tributo y honor a Melquisedec. Este es un gran rey. Es un gran rey que es un gran sacerdote porque es un sacerdote eterno. Y más aún nos describe ese Salmo 110 que es un gran rey, que es un gran sacerdote, que es un gran guerrero. Versículo 5 El Señor está a tu diestra, quebrantará a los reyes en el día de su ira. Hemos leído Apocalipsis 19. Ese montado en un caballo, blandiendo la espada, es el Señor Jesucristo. ¿Nos cuesta ver al Señor Jesucristo así? Tenemos tan grabada en nuestra mente la figura de un Jesús dócil, humilde, servicial, que vino a ser sacrificado. Sí, es el Cordero de Dios, pero es que es el León de Judá. Y así como hemos visto en todo su esplendor al Cordero de Dios hasta la muerte en la cruz, un día veremos en todo su furor al León de Judá. Y el León de Judá viene montado en un caballo blanco. El Señor está a tu diestra, quebrantará a los reyes en el día de su ira, juzgará entre las naciones, las llenará de cadáveres. Quebrantará las cabezas en muchas tierras, del arroyo beberán el camino, por lo cual levantará la cabeza. Nos está presentando a un gran guerrero. Ríete de cualquiera de los guerreros que has podido oír o escuchar. Parece que estuviera describiendo a Aníbal, a Tila, a Carlomagno, a Alejandro, al Zint, Tirán Loblanc. No, Cristo más. Cristo es superior. Cristo es vencedor. Para los niños que admiren mucho a Hulk, el mío que tiene cuatro años, el pequeño, admira mucho a Hulk. Mira, con el meñique Jesús vence a Hulk. ¿Sabes qué? Ni con el meñique. Solo necesitas soplar. Anda. Vete de aquí. Pero si él mueve los astros, si él hace salir el sol, si él ha creado todas las cosas, este guerrero es vencedor sobre las naciones. Hemos leído Apocalipsis 19. Las naciones se confabulan contra él. La bestia va contra él. El anticristo va contra él. La muerte va contra él. y los vence. Es invencible, es rey victorioso, con poder, con ira, con majestad. Su victoria no tiene comparación. Cristo es presentado aquí por David como el gran guerrero que sale al frente de batalla. Y los soldados, como dice un comentarista, los soldados en activo, los soldados que están concentrados en la batalla, dicen, no paran ni para comer ni para beber. Y es lo que describe aquí cuando dice, se detiene en el arroyo, no lleva agua consigo. Cuando encuentra comida, come. Cuando encuentra agua, bebe. Se detiene en el arroyo para beber y sigue corriendo hacia su meta, como un auténtico soldado. se emplea a fondo en derrotar a todos sus enemigos hasta que acabe con ellos y levantará su cabeza victorioso. Esa victoria es la que nos describe Filipenses 2, por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo. y le dio un nombre que es sobre todo nombre para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra y debajo de la tierra y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre. Toda rodilla se doblará y toda lengua confesará también la tuya. En el día final las rodillas de los santos se doblarán con alegría Y con sonrisa en nuestro rostro diremos, Jesucristo es el Señor. Pero en el día final las rodillas de los impíos también se doblarán. Las rodillas de los enemigos de Cristo también se doblarán. Las rodillas de los demonios también se doblarán. Chirriarán, seguro, pero se doblarán. Y la lengua de los más grandes ateos y filósofos de la historia tendrán que decir Jesucristo es el Señor. Ah, y yo no me lo quiero perder. Mahoma diciendo Jesucristo es el Señor. Buda, Confucio, Nietzsche, que escribió el anticristo Nietzsche aquí de rodillas. Ahí está Jesús. Jesucristo es el Señor. Bien, ahora el infierno. porque unos alabaremos al Señor para gloria y otros confesarán su nombre para ser condenados. Pero toda rodilla y toda lengua confesará porque todos los enemigos de Cristo serán rendidos a sus pies. Dios le exaltó hasta lo sumo para que toda rodilla y toda lengua confiese. Cuando llegues a casa, mírate las rodillas y delante de espejo saca la lengua. Esa lengua, esa pronunciará Jesucristo es el Señor. ¿Por qué es importante este salmo para nosotros? En primer lugar, si eres creyente, tu corazón debiera dar saltos de alegría al meditar en este salmo. Qué victoria, Señor. Qué completa, qué perfecta, qué sublime. Y yo voy a estar ahí gozándome con los ángeles. Qué victoria, Señor. En medio de las dificultades que vivimos, este salmo nos llena de aliento. Sabes, querido cristiano, estás en el bando correcto. Al final ganamos. Al final ganamos. Y los cristianos sufrimos doble en esta vida. En primer lugar, sufrimos porque somos humanos y sufrimos lo que todos los seres humanos. Hay enfermedades, hay crisis económicas y hay pecado y hay mil cosas. En segundo lugar, sufrimos porque somos cristianos. Y porque Cristo nos ha llamado a sufrir por Él, los padecimientos de Cristo, siguiendo sus pisadas, porque sufrimos cada vez que se ofende el nombre del Señor Jesucristo, sufrimos cuando se hace injusticia, sufrimos cuando la Iglesia es perseguida. Y en medio del sufrimiento de la vida cristiana aquí en la Tierra encontramos aliento en salmos como este y en pasajes como este al contemplar la grandísima victoria del Señor Jesucristo. Y créeme, no tiene comparación el aliento y el consuelo que vas a recibir con lo que estás sufriendo aquí. Es infinitamente superior. Dice la palabra Bienaventurados sois, felices. cuando por mi causa os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo. Gozaos y alegraos porque vuestro galardón es grande en los cielos porque así que persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Y Mateo 5 6 también dice bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados. Esperamos. No nos saciamos nosotros de justicia. Él nos saciará de justicia. Seremos saciados. Y este salmo nos llena de gozo porque vemos que esa victoria de Cristo es tan espectacular, tan cósmica, tan grande, tan inmensa. Todos sus enemigos derrotados a sus pies, la muerte, el Hades, el infierno, el diablo, el pecado. Y esa victoria también es nuestra en Cristo Jesús. Necesitamos mirar ahora que estás rodeado de luchas, de pruebas, de sufrimientos, de dolor. Necesitas meditar en esas grandes verdades porque es donde encontramos nuestro aliento, hermanos. dice Romanos 8, 37. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó, por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro. Si eres creyente, encuentra aliento en el Salmo 110. Si no eres creyente, tiembla al leer el Salmo 110. Tiembla, pero léelo de nuevo y sigue temblando hasta que corras a los pies de la cruz. Porque Cristo te va a vencer. Hemos leído Apocalipsis 19 y vemos el furor del Señor cuando venga en el día final. Vi el cielo abierto y un caballo blanco, y el que montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas, y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre, y su nombre es el Verbo de Dios. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda para herir con ella las naciones, y él las regirá con vara de hierro, y él pisa el lagar del vino, del furor, de la ira, del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre, Rey de Reyes y Señor de Señores. La verdad es que cuando predicamos el Evangelio y predicamos a un Dios perdonador, a un Jesús bondadoso, misericordioso, paciente, los creyentes no podemos entender cómo las almas de los incrédulos no se conmueven. Pero hay personas que realmente no reaccionan a un Dios que nos llena de bienes. Ahora bien, si un Dios bondadoso no te mueve a correr a sus brazos, espero que si la ira de Dios que ha de venir te haga correr hacia él buscando refugio. Si no te atrae la bondad de Cristo, el Cordero humilde de Dios, Cristo dando pan, Cristo sanando a los enfermos, si no te atrae esa bondad, Esa calidez, esa ternura de un Jesús bueno. Espero que te haga correr de temor, sentir las llamas del infierno en tu espalda. Pero que al final nos encontremos en el mismo sitio. Humillados a los pies de la cruz, siendo bañados por su sangre y diciendo, lávame, Señor, más y más de mi maldad. Si no te llena de ternura la humildad del cordero, espero que te llene de pavor el rugido del león. Pero que te mueva. Que te mueva. Y confieses tus pecados al Señor Jesucristo. Aún hoy, Cristo puede vencerte, como venció a Nínive, con su gracia, con su misericordia, y que clames al cielo para que esa ira venidera no caiga sobre ti. que clames al cielo diciendo esa ira cayó en la cruz sobre Jesús y Jesús me representa Señor y tú eres justo no harás pagar dos veces por el mismo delito Cristo pagó por mí acógeme en tu gracia Escribe Juan Calvino sobre este Salmo 110 en la línea de lo que estamos diciendo ¿Dónde está ese espíritu de mansedumbre y de bondad con el que vemos que se nos representa a Cristo en cualquier otra parte de las escrituras? Respondo que como pastor, Cristo es tierno con su rebaño. Pero es fiero y formidable con los lobos y los ladrones. Asimismo, Cristo es amable y cuidadoso con aquellos que se someten a su cuidado. Pero aquellos que voluntariamente y obstinadamente rechazan su yugo sentirán el horrible y temible poder con el que va armado. Dejad de provocar su ira con vuestro espíritu rebelde cuando se está invitando tierna y dulcemente a que vengáis a él. Si desprecias el cordero, solo te queda el león. Ven a los brazos de Cristo. Él te va a vencer hoy o mañana. Que sea hoy con su gracia y no mañana con su ira. Deja de ser un rebelde enemigo y sé convertido y transformado en un súbdito suyo, en un soldado del Señor Jesús. Únete a sus filas. Como dice Colosenses 1, y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él. Amén. Vamos a orar. Señor, gracias por este salmo, por este pasaje de las Escrituras, que nos habla de una forma tan formidable de tu poder y de tu majestad. Señor, perdónanos cuando te vemos demasiado pequeño a nuestros ojos. Perdona el pecado de vernos a nosotros demasiado grandes. Tú eres el rey, tú eres victorioso, tú eres majestuoso. Señor, tú dominas todo reino, todo imperio, toda nación. Los astros, las estrellas, los soles están bajo tus órdenes, las huestes de ángeles. Y en todo tu poder y toda tu gloria, aún así quisiste humillarte y venir en carne y hacerte siervo hasta la muerte y muerte de cruz. Gracias porque ese sacrificio es el que nos lava de nuestras culpas. Te pedimos, Señor, que nos hagas verte más grande y que la majestad y reverencia que te debemos invada nuestros corazones. Y aquellos que aún no te conocen, que tú los doblegues delante de ti. Los doblegues al hacerles sentir el peso de su pecado. Los doblegues al hacerles sentir que viene el día del juicio y es muy verdadero, muy real y ese día se acerca para ellos. Al hacerles ver y entender que no tienen sus deudas saldadas contigo. y Tú eres justo y eres santo. Señor, gracias, porque al meditar en esta victoria del Señor Jesús nos sentimos victoriosos, vencedores y podemos caminar sobre las olas del mar que tantas veces nos apabullan, poniendo nuestros ojos sobre Ti. Te pedimos que esta sea una realidad en nuestras vidas más y más cada día. En nombre del Señor Jesús. Amén.
La Victoria de Cristo
Series Cristo en los Salmos
Sermon ID | 111907639424 |
Duration | 43:58 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Psalm 110 |
Language | Spanish |
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