00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
La Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona le ofrece la presente grabación por gentileza de don José Grau y de su esposa doña María Beltrán. Le invitamos a visitar también la página web josegrau.es. Deseamos que Dios le bendiga. No sé si el tema del catolicismo romano necesita justificación cualquier persona que asista a nuestros cultos sabe que las referencias tanto al catolicismo romano como a cualquier otra religión son escasas, son esporádicas pero sin embargo de vez en cuando hemos de fijar la atención en las corrientes de pensamiento o las corrientes religiosas que también inciden sobre nosotros hay una serie de consideraciones que yo creo que justifican estas reflexiones en primer lugar porque vivimos en España porque somos ciudadanos de este país y este país ha sido influido y todavía lo es mucho por el catolicismo romano tanto a nivel de doctrina como a nivel social y estructural así pues como ciudadanos del país nos interesa para estar al día para tener los ojos abiertos para saber dónde estamos pero en segundo lugar el hecho de que nosotros no solamente somos ciudadanos de este país sino que somos cristianos y cristianos evangélicos en medio de un pueblo que suele identificar el cristianismo con el catolicismo lo cual queramos o no, se quiera o no, nos interpela hasta el punto de que muy a menudo nos encontramos con que nosotros usamos ciertas palabras ciertas frases ciertas expresiones que también se usan en el catolicismo romano pero que luego ahondando un poco nos damos cuenta de que tienen un significado totalmente diferente entre nosotros y entre los católicos esto sólo ya exigiría pues una reflexión hemos de contestar a todos cuantos nos piden razón de nuestra esperanza y yo creo que nuestros amigos nos agradecerán la sinceridad y no que vayamos con falsos iranismos o equivocados ecumenismos hemos de seguir la verdad en amor no queremos juzgar a nadie pero si hemos de saber lo que creemos hemos de saber discernir y creo que tenemos un compromiso contraído con la verdad que para nosotros no es algo abstracto sino que es una persona, es Jesucristo y Él nos ha dicho que el que me ama el que me ama dice Cristo mi palabra guardará todo lo que vamos a decir es por amor a esta palabra de Dios el Dios que se ha revelado en Jesucristo y que nos exige que le seamos fieles y que nos exige que no solamente anunciemos de una manera muy clara muy sencilla y profunda a la vez el mensaje del Evangelio sino que quiere que este mensaje del Evangelio como hicieron los profetas de antaño también denuncie todo lo que sea contrario a él, contrario a la esencia del Evangelio. Afortunadamente se han superado los viejos estilos, el lenguaje hiriente de las polémicas fuertes que a menudo, sin embargo, estaban muy teñidas de superficialidad. Y vamos a decir que lo cortés no quita lo valiente, la educación no nos va a robar la convicción y la cortesía no va a quitarnos la valentía para decir lo que pensamos. Hoy vamos a ver, o sea, vamos a hacer una panorámica global de lo que nos une y lo que nos separa. Bien, ¿qué nos une y qué nos separa? Un eslogan puesto de moda por el movimiento comérico es aquel que se repite constantemente que lo que nos une es más que lo que nos separa lo que nos une es más que lo que nos separa referido a lo que nos une con los católicos romanos pero es así realmente ojalá que fuera así pero es así ciertamente existen cosas en común en el credo, en el dogma del catolicismo romano la creencia en un solo Dios, en tres personas la divinidad de Jesucristo la resurrección, la ascensión del Señor hay todo un conjunto de doctrinas cristológicas en las cuales estamos de acuerdo estamos de acuerdo también en una serie de hechos por lo menos en cuatro grandes verdades en que hay revelación, es decir, que tenemos una palabra de parte de Dios que no estamos solos en el universo sino que Dios nos ha hablado Dios se ha revelado. En segundo lugar, que Dios ha realizado una obra de salvación a favor nuestro en Cristo. En tercer lugar, que Dios ha provisto un camino para que las almas, los perdidos, se acerquen a Él. Y en cuarto lugar también, en que Dios nos ha dado instrucciones tocante al culto, al culto que a Él es agradable. Sin embargo, cuando empezamos a andar y empezamos a preguntar ¿Qué es la revelación? ¿En qué consiste? ¿Dónde está? Ya no estamos de acuerdo. Estamos de acuerdo en el hecho de la revelación, pero discrepamos ya desde el comienzo para responder ¿Dónde está la revelación? Luego nos extenderemos más sobre esto. Estamos de acuerdo en que Dios ha obrado una salvación a favor nuestro en Cristo. Pero cuando empezamos a pensar e inquirimos ¿Cuál es el alcance y el valor de la obra de Cristo? ¿Qué ha efectuado la obra de Cristo? ¿Qué significa la cruz del Calvario? Empezamos a discrepar. Si preguntamos ¿Qué hemos de hacer para ser salvos? damos respuestas distintas. estamos de acuerdo en que Dios ha dado instrucciones para el culto pero basta que uno entre en un templo católico o en un templo evangélico para que se dé cuenta de la diferencia del culto a pesar de que últimamente se han limado algunas cosas para resumir y quizá para centrarnos y para daros una clave creo que es ilustrativo y es aleccionador lo que se ha dicho de que lo que nos separa a los evangélicos de los católicos romanos es simplemente una letra la conjunción I, la I griega, porque mientras nosotros afirmamos la única autoridad de la Sagrada Escritura como norma absoluta y suficiente para la fe y la conducta, la Iglesia Romana acepta la Biblia, sí, es verdad, pero dice I la tradición, I el magisterio infalible del Papa y de la Iglesia. Hemos pues que hay un acuerdo en que la Biblia es la palabra de Dios pero para nosotros es la única palabra de Dios sólo hay esta palabra de Dios y sólo yendo a la Biblia escuchamos la voz de Dios sólo a través de la Biblia el Espíritu Santo nos habla y nos comunica su mensaje Roma dice está bien, sí, sí, la Biblia está bien pero además el I la conjunción I la tradición la interpretación infalible de la Iglesia que queda encarnada, personificada en figura del Papa. En segundo lugar, nosotros afirmamos la suficiencia de la obra de Cristo. Nosotros afirmamos con el Nuevo Testamento que la obra de Cristo en la cruz fue completa, aquel consumado es el clamor de Cristo en la cruz, que significaba que la obra de la redención había sido realizada, que no le faltaba nada, que era una obra perfecta. y entonces decimos que es suficiente la obra de Cristo en la cruz su mediación hay un Dios, hay un mediador así como sólo hay un Dios, hay un mediador único entre Dios y los hombres, Jesucristo pero la iglesia católica nos dice esto que decís es verdad es verdad, nos dice, pero además de lo que decís vosotros habéis de añadir y la mediación de la Virgen y de los Santos En tercer lugar, mientras nosotros afirmamos que la salvación viene a ser un don, una gracia, un tesoro que Dios nos da por medio de la fe, los católicos nos dicen, sí, la fe es necesaria, pero no es suficiente. Y en su doctrina oficial, por ejemplo, los cánones del concilio de Trento, que son ratificados por otros concilios, nos dicen, además se necesita de la fe, las obras de penitencia, que amontonen mérito, pedir además el auxilio de los méritos de los santos, lo que les sobra a ellos, para que quizá de esta manera nos ayuden, nos empujen para ganar la salvación. Mientras nosotros hablamos de la salvación como una gracia, un don, un regalo inmerecido de Dios, En la Iglesia Católica es constante el lenguaje de que la gracia es algo que se merece, que las obras tienen un mérito. Y aún la misma fe, como vamos a ver luego, se considera un mérito. Hemos pues que aparentemente, de entrada, hay una serie de cosas en las cuales cuando se trata del planteamiento de la cuestión estamos de acuerdo, pero tan pronto como entramos a examinar y a vivir, que es lo más importante, Entonces vemos que hay serias discrepancias. Dios ha dado instrucciones tocante al culto, pero para nosotros esto es tajante, igual que para los profetas de Israel. Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo, solo a Él servirás. y así como Yahvé era el único que podía y debía ser adorado en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento sólo Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo son aquellos que se merecen la adoración porque son Dios, pero aparte de Dios, todo lo demás, nosotros humildemente pero con convicción firmemente decimos que es idolatría. Pues bien, respecto al culto nos dicen que hay tres clases de culto Hay un culto llamado de la tría que se dirige a Dios. Hay el culto a los santos que es de Dulía. Y luego el culto a la Virgen que está entre el culto que será Dios y el que será los santos y se llama Hiperdulía. Dos cosas. En primer lugar, estas diferenciaciones no están en la Biblia. Lo que está en la Biblia muy claro es que hay que adorar únicamente a Dios, que Dios tiene que ser el centro de nuestra fe, el centro de nuestro amor, el centro de nuestros afanes, el único que merece toda nuestra adoración y toda la gloria, y lo demás es añadido humano. Así pues, ¿dónde encontramos la palabra de Dios? En la Biblia y en la tradición. ¿Y la tradición qué es? La tradición son las opiniones de la Iglesia. Algo ambiguo, muy confuso, porque si se le pregunta a un católico qué es la tradición, tiene verdaderos apuros, y no un católico corriente, de a pie. Incluso si se le pregunta a los teólogos, tienen serias dificultades de contestar lo que es la tradición. Pero últimamente, sobre todo a raíz del último concilio, esto ha tenido casi una solución. La tradición es lo que dice la Iglesia en un momento dado. siguiendo quizá ya el ejemplo de un papa Pío IX aquel que declaró el dogma de la infalibilidad pontificia que en cierta ocasión cuando los teólogos, los mismos católicos le hablaban de la imposibilidad de fundamentar en la historia el dogma de la infalibilidad del papa porque los papas se han equivocado, hay papas incluso condenados por concilios, por herejía entonces el papa Pío IX contestó la tradición soy yo se acabó, se acabó toda la discusión y efectivamente quizá ahora no lo dicen de esta manera pero se practica de esta manera porque la tradición es a fin de cuentas lo que dice la autoridad de la iglesia hasta tal punto que toda aquella vieja cuestión de si Biblia y tradición dos fuentes nosotros los protestantes decimos una fuente de revelación una sola fuente que es la que está en la Sagrada Escritura y ellos hablaban de dos, la Biblia y la Tradición. La Tradición les ayudaba a justificar todos los dogmas que no tienen un fundamento en la Biblia. Pero ahora la cosa se ha hecho más simple y más compleja a la vez, porque incluso podemos llegar a afirmar que ya no es cuestión de si la Biblia o la Tradición. Nosotros decimos sólo la Escritura y ellos dicen sólo la Iglesia. porque de hecho tanto la Biblia como la tradición queda sujeta a la autoridad de la Iglesia. ¿Me explico? Sólo la Escritura, sólo la Escritura, el fundamento del cristianismo evangélico, el fundamento bíblico, sólo en la Escritura como máxima autoridad, como el tribunal último de apelación, porque sólo en la Escritura tenemos la palabra de Dios y escuchamos a Dios. En el catolicismo romano de hecho se puede afirmar sólo la Iglesia, porque la Biblia y la tradición quedan en manos de la iglesia, que de hecho significa en manos de un núcleo de cardenales al frente de los cuales está el Papa. Voz de Dios y voz de hombres, lo decimos sin querer ir a nadie, con todos los respetos, pero para nosotros significa esto. Tener que considerar la alternativa de comparar, equilibrar y poner al mismo nivel lo que es voz de Dios y voz de hombres. Y para nosotros la elección está clara. ¿Cuál es el valor del alcance de la cruz? ¿Solamente quita el pecado original? ¿Cómo hacemos nuestra la salvación? ¿Por el bautismo? La Biblia dice que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. Y la teología católica nos dice que se nace de nuevo por el bautismo. En el sacramento del bautismo. se hace cristiano a un bebé recién nacido el enfoque es totalmente diferente lo que significa la cruz y lo que significa el hacer nuestro el valor de la cruz es totalmente distinto es por esto que antes he explicado que las palabras pueden sonar, pueden tener un sonido que es parecido pero el significado es diferente justificación salvación Condenación, sacerdote universal de los creyentes. Todas esas son palabras que nosotros usamos y en la Iglesia Católica también se oyen, pero tienen un significado totalmente distinto. Por ejemplo, la justificación. Voy a leer un texto oficial, un decreto del Concilio Vaticano I. La fe, aun cuando no obra por el amor, aunque no obra por el amor, que es lo que dice San Pablo, que la fe, para ser verdadera, tiene que obrar por el amor, Gálatas 5,6. Pues bien, el decreto de este concilio, doctrina oficial de la Iglesia Católica, dice la fe, aunque no obre por el amor, es en sí misma un don de Dios y su acto es obra que pertenece a la salvación. O sea, su acto, el acto de la fe, aunque no obre por el amor, pertenece a la salvación porque es una obra por la que el hombre presta a Dios mismo libre obediencia consintiendo y cooperando a su gracia aquí hay tres ideas que son fundamentales en la justificación tal como la entiende el catolicismo romano la idea del mérito la fe es una obra la fe es una obra por consiguiente es un mérito la fe coopera en parte construye la salvación de uno, y luego la confusión entre justificación y santificación. Ese es quizá uno de los errores más grandes de la teología católica, que ya en el siglo XVI los reformadores pusieron bien en claro. Confundís la salvación con la justificación. La salvación es obra de la gracia de Dios, el don de Dios que hace a las almas salvándolas. basado en lo que hizo Cristo, no en lo que nosotros tenemos que hacer, porque no podemos hacer nada, lo que ha hecho Cristo en la cruz. Y luego, luego, una vez justificados, entonces sí, como leemos en Romanos 6, 28, ahora liberados del pecado, justificados, tenéis como fruto, fruto, la raíz, es la obra de Cristo, es la fe, don de Dios, ahora, el fruto, es la santificación, tenéis como fruto la santificación y como fin la vida eterna la justificación es un punto la santificación es una línea, es toda la vida hasta que vamos al encuentro del Señor hasta que nos encontramos con Él o hasta que Él venga, venga a buscarnos vemos que queda descartada toda idea de mérito porque la fe en la Biblia es una mano que se extiende pero que está vacía, que no aporta nada, nada de cooperar ni de consentir. Yo no puedo hacer nada delante de la cruz de Cristo. Es Cristo quien lo ha hecho por mí. Y yo voy con las manos en vacío. Yo soy un miserable, un pecador. Y es Cristo quien ha muerto por mí y es Él quien me salva y es la gracia de Dios la que me hace un hijo suyo. Y entonces yo no puedo hacer otra cosa que agradecer y adorar y alabar al Señor. Esto es lo que le da a Dios todo el honor y la gloria. Y pensamos, lo decimos también humildemente, pero con convicción, que cuando se pierde esta perspectiva, que es la perspectiva del Evangelio, la gloria de Dios se reparte entre Dios del hombre. Ya no será toda la gloria de Dios. Más bien, yo diría que buscamos la gloria nosotros. Si nuestra santificación es el termómetro por el cual seremos salvos. Si Dios al final, en el día del juicio, no mira tanto la cruz de Cristo como la cruz de Cristo más lo que nosotros hayamos aportado. Entonces ya se trata de compartir la gloria del hombre con la gloria de Dios. Y toda la Biblia va en contra de esto. Toda la Sagrada Escritura. El hombre muerto en delitos y pecados no puede cooperar con la gracia, sólo puede responder y abrirse a ella por el poder de esta misma gracia. Por eso repito, la fe es la mano de un mendigo, no hay mérito. No hay mérito si yo estoy muerto de hambre y alguien viene y me da comida y yo la cojo con agradecimiento. Este punto es muy importante para entender como no es tan fácil afirmar que es más lo que nos une que lo que nos separa. Esto no significa que nosotros no creamos en las buenas obras, cuidado. No, nosotros decimos que lo único que salva es la fe en Cristo, la justificación por la sola fe. Y creemos en sí mismo que nadie sino en las obras se salvará, pero no porque las obras salven sino porque ellas son la demostración de la fe que salva y porque nosotros no aceptamos eso de que pueda haber una fe que no obra por el amor nosotros queremos que la fe obra por el amor o no es fe o no es fe Lutero solía decir que las buenas obras no hacen al cristiano pero es el cristiano quien hace las buenas obras repito las buenas obras no hacen al cristiano Pero el cristiano es el que hace las buenas obras. No por miedo a condenarse, sino como fruto de la salvación que aposee. No con temor, sino con gozo. Porque el amor de Dios está derramado en el corazón por el Espíritu Santo que nos es dado, y entonces se desborda. Y por gracia y salvos, por la fe. Y esto no de vosotros, es don de Dios. No por obras para que nadie se gloríe, pero somos creación suya. Recreación de Dios, regenerados, ¿para qué? Para que andemos en buenas obras que Dios de antemano ha preparado para que nos ejercitásemos en ellas. Efesios 2, 8 y siguientes. La salvación es obra de Dios y debemos darle toda la gloria a Dios. La sola fe como base de la salvación y las obras como consecuencia, como un fruto. Bien, pero hay otra cuestión, es la cuestión de la autoridad. La autoridad que está relacionada con la Biblia. Ya hemos dicho antes la discrepancia, la diferencia entre Biblia o Biblia y tradición e iglesia. Nosotros afirmamos, la posición nuestra es que si la Biblia es la palabra de Dios, y creemos que lo es, en ella tenemos la única autoridad de Dios, y en cosas divinas queremos autoridad divina. Para algo que es tan importante como es conocer a Dios y conocer las verdades espirituales, no podemos contentarnos con menos que la autoridad divina. La autoridad humana no nos sirve porque con todos los respetos y todas las opiniones son respetables, pero si son humanas son finitas y lo finito no puede abarcar lo infinito y no puede colocarse por encima de lo infinito. Por eso nosotros no entendemos mucho el razonamiento este de que se necesita una iglesia que avale la revelación de Dios. Esto es como si se hubiera dicho Jesús necesita a Juan el Bautista para que le avale. Fijaos que Juan el Bautista salió por los caminos y dijo, he aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ahora, Juan el Bautista no estaba haciendo a Cristo el Salvador, ni el Cordero de Dios. Juan el Bautista simplemente confesaba. Tenía discernimiento para confesar. Por consiguiente, no es válido el argumento de que la Iglesia es la que da el aval, la garantía, a la verdad. Es todo lo contrario. No es la Iglesia la que le dice a la Biblia lo que tiene que enseñar. Es la Biblia la que le dice a la iglesia lo que la iglesia tiene que anunciar. Si pues la Biblia es la palabra de Dios, en ella tenemos la única autoridad del Dios creador y de Jesucristo el Salvador único. Esto significa que no puede surgir ni en la iglesia ni fuera de ella otra fuente de autoridad que pretenda suplantar su lugar. La autoridad de la Biblia radica en Dios, el único que tiene el derecho soberano sobre el universo entero. Por eso nosotros decimos sólo la Escritura como única norma de fe y de vida. Porque como dice el apóstol, aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sean a tema. Gálatas 1.9 Pero es que además, todo a lo largo del Nuevo Testamento hay la convicción de que la Sagrada Escritura, con la muerte de los apóstoles, se cerró el cano, se cerró la revelación, Y por esto, por ejemplo, en la epístola de Judas, en versículo 3, leemos que ahora la fe que hemos recibido es una fe que ha sido una vez para siempre dada a los santos, una vez por todas, como traducen algunas versiones, de manera definitiva. Y no tendremos más revelación hasta que Cristo vuelva. Por esto estamos edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. Y un fundamento, no se va colocando varias veces un fundamento, es algo que se coloca una vez por todas, es el fundamento que hoy tenemos en la Biblia, Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, y sobre él la Iglesia se edifica. Por eso, como veis, van surgiendo temas, y cuestiones, y problemas. Porque, por ejemplo, uno de los dogmas de la Iglesia Católica Romana es que los obispos suceden a los apóstoles, y nosotros decimos que no. que el apostolado, la figura del apóstol, por su naturaleza misma, es intransferible y no tiene sucesores. Los apóstoles nos siguen hablando hoy, a través de la Palabra, por el poder del Espíritu Santo. En Juan 17, cuando Jesús hace la oración intercesoria ante el Padre, dice, por estos y por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, de los apóstoles, no de los sucesores de los apóstoles. Porque como aquellos son el fundamento, este fundamento que por escrito va a quedar en la Biblia, por esto el Señor sabe que todas las generaciones de cristianos vamos a creer por la autoridad apostólica. Pero esta autoridad apostólica es intransferible, igual que la autoridad de los profetas del Antiguo Testamento. ¿Tuvieron acaso sus sucesores Isaías o Malaquías u Oseas? Dios llama a cada uno de sus profetas y apóstoles, le da su revelación y así se forma el fundamento del Pueblo de Dios. Pero la Iglesia Católica dice que hay sucesores de los apóstoles. Y los sucesores de los apóstoles son los obispos. Pero nosotros decimos que esto no es así por la figura misma del fundamento, que es intransferible, pero además por toda otra serie de razones. Por ejemplo, no hay el tiempo ahora, no tenemos tiempo, pero cualquiera que estudie el tema del apóstolado, se da cuenta de que para ser apóstol se necesitaba haber visto a Cristo crucificado, haber recibido un llamamiento personal directo de Él, y corroborar su enseñanza con milagros. De ahí que Calvino, cuando el obispo de Ginebra le decía, yo soy un sucesor de los apóstoles, el reformador le contestaba, muy bien, dime cuándo te se apareció Cristo, el Cristo resucitado, dime cuándo te ha llamado, personalmente, y ahora empieza a corroborarlo con una serie de milagros. Entonces voy a creer que eres un sucesor de los apóstoles. Pero cómo hablas como un apóstol si no eres apóstol. Los apóstoles nos hablan por el Nuevo Testamento. Entonces si Nosotros escuchamos la voz de Dios sólo en la Escritura, es obvio que se justifica el lema sólo la Escritura. Y cuando decimos sólo la Escritura, queremos decir que sólo Dios merece ser escuchado. Y que la palabra humana tiene que pasar en segundo lugar. Que sólo Dios es digno de crédito. Que sólo Dios es digno de confianza. Que sólo Dios puede exigirnos lealtad absoluta. Que sólo Dios es un tribunal inapelable. y que en medio del ruido de las mil voces que hoy escuchamos permanece la palabra de Cristo que dice el cielo y la tierra han de pasar pero mi palabra no pasará se ha leído al comienzo de este estudio bíblico el texto que encontramos en el evangelio de Mateo capítulo 23 versículos del 8 al día Vosotros no queráis que os llamen Rabí, porque uno es vuestro Maestro el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. No llaméis Padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno es vuestro Padre el que está en los cielos. Ni seáis llamados Maestros, porque uno es vuestro Maestro el Cristo. ¿Significan estas palabras que Jesús rechaza toda idea de autoridad en la Iglesia? No. Cualquiera que conoce un poco el Nuevo Testamento sabe que el Señor mismo ha puesto en la Iglesia los pastores, los maestros de manera que no puede ser este el sentido, no puede ser este el significado porque pues el apóstol nos ha dejado aquí las palabras de Jesús en un contexto en el cual si lees luego en casa este capítulo de Mateo podréis ver que lo que está lo que está diciendo el Señor es que a diferencia de los rabinos judíos y los fariseos judíos En la iglesia cristiana la autoridad debe ser un ejercicio de humildad y de servicio, porque nadie de todas las autoridades que puedan haber, sea en el Israel de antaño, sea en la iglesia de ahora, es infalible. Este y no otro puede ser el significado, ya que aquí no puede decir el autor, aquí no puede decir Jesús ni el evangelista, que Dios no quiere que nosotros nos refiramos a los padres, tanto en el sentido físico como en el espiritual. En Gálatas 4, 19, el apóstol llega a decir, Hijitos míos, vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros. Y resulta obvio por el conjunto de toda la enseñanza bíblica, pues que no es la paternidad física ni el magisterio eclesiástico lo que se ponen en duda. Jesucristo pone el acento, repito, en la humildad. Pero no solamente la humildad como una actitud frente a ciertas situaciones de la vida, sino la humildad como norma y estilo de aquellos que ejercen autoridad. Los grandes de este mundo, les dijo en otra ocasión, ejercen autoridad pisoteando unos a otros, o haciéndose el fanfarrón. unos por encima de los otros pero entre vosotros no debe ser así los ministerios son servicios y los seguidores de Cristo todos sois hermanos unos de los otros entonces a qué situación pues se referirá Mateo 23 8 10 si en la iglesia hay maestros y hasta incluso se podría hablar de padres espirituales como el mismo apóstol más o menos lo indica a sí mismo al indicar aquellos a los cuales engendró por el evangelio pues sin género de dudas Lo que Cristo está condenando en ese texto es aquel tipo de autoridad absoluta que exige fidelidad incondicional a ciertos hombres, maestros, doctores o pontífices. Pone el dedo en la llaga del autoritarismo eclesiástico que supone la sumisión absoluta que sólo Dios puede exigir. La verdad pertenece al Señor. la verdad absoluta, de ahí que sólo Él es Maestro absoluto, sólo Cristo es el Maestro en el sentido infalible. Sólo Él es el Padre en un sentido también único. Si nosotros hacemos un estudio bien cuidadoso de todos los textos que nos hablan de la autoridad en la Iglesia, nos damos cuenta de que el Señor quiere que en la Iglesia la cabeza sea Cristo, hablando por Su Palabra. y los enseñadores, los pastores, los maestros, todos los miembros, hasta el último, hasta el más humilde, todos nos consideremos hermanos, aunque con diferentes funciones, con diferentes dones, pero todos en humildad y como hermanos. ¿Alguien ha dicho? En el cristianismo los padres espirituales no tienen hijos, sino hermanos, porque cuando yo engendro a alguien por el Evangelio, no es mi hijo, es mi hermano. No hay paternidad espiritual sin fraternidad. Acordémonos de lo que dice el apóstol Juan en la tercera de sus cartas, en el versículo 9. ¡Qué triste es! Aquello ya anticipaba, a finales del primer siglo, lo que luego sería la larga evolución histórica. En la tercera Juan, en el verso 9, dice que había un tal Diótrefes que no recibía a los apóstoles. ¡Qué tragedia! No recibía a aquellos que son el fundamento de la Iglesia. Y Diótrefes se alzaba en medio de su congregación como la autoridad absoluta, máxima, inapelable, y no recibía a los apóstoles, que eran los testigos de Cristo, los testigos inspirados, los testigos autorizados, los únicos cuyo mensaje es infalible, no porque venga de ellos, sino porque viene de Dios. Desde Diótreges hasta el siglo XIX, en que se promulga la infalibilidad del Papa, hay una larga historia de pretensiones, de primacía, que no recibe doctrinas apostólicas y bíblicas es muy triste pero el panorama histórico es realmente aterrador cuando vemos que grandes instituciones que tienen la pretensión de ser la única iglesia de Jesucristo no aceptan la suprema autoridad de la Sagrada Escritura como norma única de fe se confunden con la justificación por la fe, no acaban de captar el sentido bíblico la mediación y el sacerdocio único de Cristo el enaltecer a figuras humanas, intercesores que se van colocando entre Dios y los hombres. Y vemos como nos vamos alejando de la sencillez del cristianismo del Nuevo Testamento. Y vemos que entre la sencillez del cristianismo Novo Testamentario y el catolicismo romano hay un trecho de quince siglos. Es terrible, pero el mensaje de ese texto es un mensaje para la Iglesia de todos los tiempos. que nos acordemos de que uno es nuestro Padre que está en los cielos Padre absoluto y uno es el Maestro, el Cristo por esto hemos de crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo porque crecer en su gracia y su conocimiento es realmente un aval, una garantía de que estamos creciendo en el Señor de que estamos arraigados en la verdad mientras que crecer en otra clase de estructuras o yendo a beber en otras fuentes es peligroso. Creo que frente al catolicismo romano con mucho amor pero también con firmeza tenemos que decir que ha cometido un doble pecado con la Biblia que ha sido que le ha quitado autoridad al igualarla a la tradición al equipararla a la misma voz de la iglesia como vamos a ver en los próximos días vamos a ver en los documentos oficiales de qué manera la voz pontificia se coloca no en teoría pero sí en la práctica por encima de la palabra de Dios le ha quitado autoridad pero es que además ha hecho otra cosa le ha añadido textos que no son palabra de Dios ha añadido una serie de apócrifos en el antiguo testamento afortunadamente no lo ha hecho en el nuevo Pero en el Antiguo Testamento le añadieron los libros que se llaman Deuterocanónicos. Ellos los llaman Deuterocanónicos, lo cual ya es una confesión implícita de que entraron en el Canon después, que es un añadido. Esto tan solo hace cuatro siglos, se hizo en Trento. De una manera que se le quita autoridad a la Palabra de Dios y luego se le dan en textos que no son Palabra de Dios, los apócrifos. si tiene el atrevimiento de añadir la propia autoridad de la iglesia, del magisterio eclesiástico, ya nada nos extraña. Y también por lo que respecta a Cristo, creo que se ha cometido un doble error, porque se le resta eficacia a su obra salvadora, se le resta eficacia, ya que Cristo no es el salvador completo, que me salva totalmente, definitivamente y eternamente. Por ejemplo, según los cánones del concilio de Trento, Es pecado creer que uno tiene la seguridad de la salvación. Es pecado creer que uno es salvado sólo por la fe. O sea, no me estaban condenando a mí, estaban condenando a San Pablo, me dais cuenta. Se le resta eficacia a la obra salvadora de la cruz de Cristo. Pero es que además se le añaden los méritos humanos. Y siempre acabamos de lo mismo. ¿Vamos a dar la gloria a Dios o la vamos a dar a los hombres? ¿Vamos a darle la gloria a Dios por lo que Él es y por lo que ha hecho y porque se ha dignado a darnos Su palabra y luego se ha humillado y nos ha salvado? ¿O vamos a repartirnos esta gloria entre Él y nosotros? Es la tentación, la tentación siempre de restarle gloria a Dios para añadirle la nuestra. Nosotros decimos, solamente a Dios sea la gloria. Y si hemos de gloriarnos, hemos de gloriarnos en el Señor. Porque si tenemos algo, se ha recibido de él, lo hemos recibido de él. Si somos salvos es por él. Si conocemos la verdad es por él. Y si tenemos esperanza, es él quien nos da esta esperanza. Y es él quien pone la canción nueva en los labios y en el corazón. Creemos pues que no podemos ser precipitados y decir que es más lo que nos une que lo que nos separa. Estamos muy contentos, estamos gracias a Dios que por lo menos en Cristología no hay diferencias, en la doctrina de Dios tampoco, pero esto de que sirve si luego a efectos de lo práctico, a efectos de la vivencia, la experiencia, la realidad de la conversión y del andar con Dios y del escuchar la palabra de Dios, ya todo cambia, todo es distinto. Nosotros con los reformadores decimos que sólo la Escritura es nuestra base, es nuestro fundamento, es nuestra autoridad, sólo Cristo, Salvador, sólo la fe como medio para acogernos esta salvación y sólo la gracia para darle toda la gloria a Dios. Que así sea.
Catolicismo 1: ¿Es más lo que nos une?
Series Catolicismo Romano
Sermon ID | 11140819921 |
Duration | 39:33 |
Date | |
Category | Teaching |
Bible Text | Matthew 23:8-12 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.