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Santiago capítulo 4, si Dios lo permite, vamos a considerar desde el versículo 7 hasta el versículo 10. Santiago capítulo 4, desde el versículo 7 hasta el versículo 10. ¿Vives una vida sumisa delante de Dios? ¿Vives una vida sumisa delante de Dios? Aquí el texto, Santiago 4, desde el versículo siete hasta el versículo diez, vemos como nos presenta diez imperativos. O sea, son mandatos que fluyen directamente de la cita que he mencionado en versículo seis. Porque en el versículo seis, dice, pero Él da mayor gracia. Por esto dice, Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Ahora, eso es Santiago 4, versículo 6. Y está citando Proverbios 3, versículo 34. Proverbios 3, 34 dice, ciertamente Él escarnecerá a los escarnecedores y a los humildes dará gracia. O sea, aquellos que se enorgullecen, aquellos que piensan que pueden solos, aquellos que son autosuficientes, aquellos que solamente piensan en sí mismos, aquellos que hacen sus planes y quieren que todo el mundo se quite del medio para que cumplan sus planes, ¿no? Aquellos que oprimen a otros, aquellos que se enorgullecen, que... piensan que no necesitan a Dios. Aquellos que piensan que pueden solos, pues, Dios les deja que hagan las cosas solos, ¿no? O sea, no les da de su gracia, sino que los resiste. Por eso nos dice, Dios resiste a los soberbios, está en su contra, se opone a ellos. ¿Pero qué es lo que hace a aquellos que se humillan? Les da gracia. Les da toda la fuerza que necesitan. para cumplir sus requisitos. Les da la gracia la cual es suficiente. Dios da a su pueblo todo lo que necesitan para cumplir sus exigencias. Dios les da su gracia. Les da más de lo que más de su gracia de lo que incluso necesitamos. Nos da gracia para para poner en práctica su palabra. Nos da gracia para que cumplamos sus requisitos, para hacer lo que Él desea de nosotros. Y nos ayuda. Y aún en medio de las pruebas, o sea, Su gracia nos ayuda a sobrepasar las pruebas y a pasarlas de una mejor manera, porque nos fortalece, nos ayuda, nos levanta, nos da la fuerza para seguir hacia adelante. Pero la gracia de Dios requiere humildad. Requiere que nos demos cuenta de nuestra necesidad de Él. requiere que nos humillemos delante de él y que le pidamos ayuda y que acudamos a él y por ello aquí resalta este texto que Dios da gracia a los humildes pero resiste a aquellos que se exaltan delante de él y es que el que se exalta en su orgullo sólo recibe resistencia de Dios Son los que se humillan, son los que reciben el regalo de la gracia. Entonces, Dios da gracia al humilde. Por ello, debemos de humillarnos. Debemos de humillarnos para poder disfrutar de su gracia. Y por ello, aquí Santiago presenta este llamado a la humildad. Y La importancia de humillarnos, darnos cuenta de nuestra condición delante de Dios, considerar nuestras vidas, darnos cuenta de nuestro pecado, humillarnos y pedir perdón. O sea, arrepentirnos de nuestros pecados. Realmente es un llamado al arrepentimiento. Y por ello vemos aquí, en el versículo 7, donde empieza con este llamado y dice, ¡SOMETEOS PUES A DIOS! O sea, después que nos han mencionado que Dios da gracia a los humildes, ahora está pidiendo... Bueno, realmente es un mandato. No, someteos. Es imperativo. Someteos, pues, a Dios. Es un llamado a la humildad. Un llamado a la... a la sumisión. Y luego termina esta sección, en el siglo X, otra vez con ese llamado a la humildad, cuando dice, humillaos delante del Señor y Él os exaltará. Está usando un recurso literario, que se llama Inclusio, donde, básicamente, menciona la misma idea como en las tapas de un libro, ¿no? Empieza diciendo, básicamente, someteos o humillaos delante de Dios. Y luego tiene más contenido, entre medias. Y luego la otra etapa, ¿no? La otra etapa del libro donde termina diciendo humillaos. Es para resaltar que nos está pidiendo que nos humillemos delante de Dios. Porque si no nos humillamos delante de Dios, lo único que vamos a recibir es resistencia. No vamos a recibir de su gracia. Necesitamos humillarnos delante de Él. Y por ello aquí, Santiago 4, desde el versículo 7 al 10, dice, Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos. Vosotros los de doble ánimo, los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos y lamentad. y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor y Él os exaltará". Como mencioné, aquí este texto incluye muchos imperativos, muchos mandatos, incluso son diez. Diez mandatos. de qué es lo que debemos hacer delante de Dios. O sea, debemos de someternos para poder recibir su gracia, debemos de someternos, debemos de humillarnos delante de Él. Ahora, este texto es similar al texto del apóstol Pedro en 1 Pedro 5, del 5 al 9. Podemos ver temas similares, donde ahí Pedro también, inspirado por Dios, llama al arrepentimiento. Y nos dice 1 Pedro 5, del 5 al 9, igualmente jóvenes están sujetos a los ancianos y todos sumisos unos a otros, revestidos de humildad. porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Humillaos pues bajo la poderosa mano de Dios para que los exalte cuando fuere tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre él. porque Él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar, el cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo". Eso es 1 Pedro 5, del 5 al 9. Y podéis notar ese llamado a la humildad, a la sumisión delante de Dios, y a la resistencia de Satanás. Porque Satanás, ahí nos menciona en 1 Pedro 5, versículo 8, que él es nuestro adversario, y es como un león rugiente que busca a quien devorar. Entonces, por eso hay que resistirle. Y eso es lo maravilloso de este texto aquí en Santiago 4, porque vemos que podemos resistirle, no nuestra fuerza, sino la fuerza que Dios nos da, la gracia que Él nos da, podemos resistir los ataques, podemos resistir las asechanzas de satanás y por ello aquí empieza el texto aquí en santiago 4 versículo 7 dice someteos pues a dios ahora esa idea de someter se requiere Que nos coloquemos debajo de su señorío. No pensemos que somos más altos. O que pensamos que nosotros podemos solos. O que nosotros tenemos todas las respuestas. O que nosotros lo tenemos todo controlado. O que nuestras metas siempre son mejores. O que nuestros planes son mejores. Y entonces vamos a hacer lo que nosotros queremos. Vivir como a nosotros nos da la gana. No. Sino la sumisión es colocarnos debajo de su señorío. Él es quien gobierna. implica estar dedicados a obedecerle en todas las cosas. Entonces es someter nuestras acciones, someter nuestros pensamientos, someter nuestras palabras, someter todo lo que hacemos, toda área de nuestra vida a Dios. Entonces, en vez de pensar lo incorrecto, pues sometemos nuestros pensamientos a Dios. En vez de decir lo incorrecto, pues sometemos nuestras palabras a Dios. En vez de actuar con ira pecaminosa, pues sometemos nuestras acciones a Dios. O sea, es someternos por completo a Dios. Porque la falta de someternos a Dios, en su esencia, es incredulidad. No estamos confiando en Dios. Estamos dudando de Él. No le estamos obedeciendo. El no someterse a Dios implica no sujetarnos a su palabra. No sujetarnos a su rectitud. Como nos dice Romanos 8 ó 7, dice, por lo cual los designios de la carne son enemistad contra Dios porque no se sujetan a la ley de Dios. Ni tampoco pueden. ¿Vale? Esos Romanos 8, 7, donde mencionan los designios de la carne. O sea, nuestros deseos pecaminosos, cuando nos sometemos a nuestros deseos pecaminosos, no nos estamos sometiendo a Dios. No nos estamos sometiendo a su ley. Sino que estamos viviendo como queremos. ¿De acuerdo? Nuestros propios deseos. ¿Y por qué vivimos de acuerdo a nuestros propios deseos? Porque somos orgullosos. Somos egoístas. Porque solo pensamos en nosotros mismos. Pero eso es exactamente lo que no debemos hacer. Y si pecamos de esa manera, debemos de arrepentirnos. Debemos de humillarnos, reconocer nuestro pecado y arrepentirnos. Ese es el llamado que nos está haciendo aquí Santiago. Reconoce tu pecado, arrepiéntete, sométete a Dios, humíllate delante de Él y rechaza el pecado, rechaza tus deseos malignos, rechaza, incluso resiste Satanás. No resistas a Dios, resiste a Satanás. Y entonces, esa idea de no sujetarse o no someterse a Dios, realmente nos estamos volviendo enemigos de Dios. O sea, en el sentido de que nos estamos sometiendo a él, nos estamos oponiendo a su verdad. los estamos oponiendo a la justicia, a la rectitud. Incluso en Romanos 10, 3 dice, porque ignorando la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, se han, perdón, no se han sujetado a la justicia de Dios. Son Romanos 10, versículo 3. Está describiendo personas que están intentando justificarse a sí mismos. y entonces no se sujetan, no se someten a la justicia de Dios, no hacen lo que es recto delante de Dios. Piensan que se pueden justificar a sí mismos y por ello no necesitan que Dios les justifique, no necesitan que practiquen la rectitud porque ellos son el estándar de la rectitud. Pero por ello esta importancia de reconocer que somos pecadores. Necesitamos a Dios. Necesitamos someternos delante de Dios. Someter todo. Someter nuestros deseos pecaminosos a Dios. Someter nuestras vidas. Y es que someterse bajo la autoridad de Dios significa que rehusamos someternos a la autoridad de Satanás. Por eso aquí Santiago 4.7 dice, ¡Someteos pues a Dios! Resistir al diablo. O sea, cuando nos sometemos a Dios, ese es el primer paso a resistir el diablo. Porque si no nos sometemos a Dios, pues entonces Satanás ya tiene un pie dentro de la puerta. Él ya nos tiene amarrados o atados, ¿no? Ya nos tiene sujetados para llevarnos a donde él quiere, ¿no? Porque no nos estamos sometiendo a Dios. Pero por eso, el primer paso de resistir al diablo es someternos a Dios. Es que resistir a Satanás es oponerse a él, estar en su contra, es combatir contra él. Y aquí, si notáis, le llama Diablo, su nombre Diablo significa acusador, calumniador, el que nos acusa, el que constantemente está apuntando el dedo y está diciendo ¡Mira qué pecador! y nos acusa delante de Dios. Pero a este acusador, a este oponente, le debemos de resistir. Y es que Satanás es el acusador, lo cual sugiere que es una de sus funciones principales, ¿no? El separar al hombre de Dios. Y entonces, bueno, nos acusa a nosotros para que nosotros nos sintamos mal y nos apartemos de Dios. Pero también nos acusa delante de Dios diciendo mira qué pecador para intentar separarnos. Nos acusa. Intenta dañar nuestra relación con Dios constantemente. Y aún cuando caemos en pecado dice has visto qué pecador eres. Y entonces, eso nos hace, en vez de ir y acudir a Dios para recibir perdón, nos hace escondernos, ¿no? Como Adán y Eva, que es lo que hicieron en el jardín, se escondieron. Y vemos aquí a Satanás como nuestro acusador. Sí, Satanás tiene mucho poder, pero el creyente tiene la seguridad de que tiene la habilidad y el poder para vencerle, no en su propia fuerza, sino como nos dice en 1 de Juan 4, versículo 4, dice, hijos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido, porque mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo. Eso es 1 de Juan, capítulo 4, versículo 4. Entonces, la victoria no es tuya, es la que Dios ha obrado por medio de Jesucristo. Y por él puedes resistir al diablo. Y él huye. Aquí vemos esa promesa. Dice, someteos pues a Dios, resistir al diablo y huirá de vosotros. Pero para poder tener ese poder, tener esa gracia, ¿qué es lo primero que tienes que hacer? Humillarte. Someterte. Por eso, nos menciona en el versículo 6, Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Por eso, someteos pues a Dios. Hay que someterse delante de Dios. Y someterse a Dios implica reconocerle como Señor. Reconocerle como el Señor de tu vida. El que gobierna tu vida. Y estar dispuesto a obedecerle en todo. Pero no puedes someterte a Dios si no resistes al diablo. Es que someterte a Dios es rechazar la autoridad del diablo. Dios da el poder al creyente para obtener victoria contra Satanás. Es el poder de Dios. Y por eso, necesitamos acudir a Él, necesitamos humillarnos delante de Él y pedir ayuda y someternos delante de Él. Ahora, que aquí nos menciona que Satanás huirá, o sea, el diablo huirá de vosotros. No debemos de pensar que él nunca más volverá a intentar tentarnos o a intentar dañarnos. Por eso siempre tenemos que estar alertas. Incluso muchas veces, cuando obtenemos una gran victoria, una gran victoria y le resistimos, muchas veces no tarda mucho en volver. Porque nos quiere destruir cuando pensamos que... que ahí tenemos fuerza, ¿no? Es como nos dicen en 1 Corintios 10, del 12 al 13. Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga. No se ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana, pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida para que podáis soportar. Eso es 1 Corintios 10, del 12 al 13. O sea, Dios da al creyente el poder para poder soportar, para poder resistir. Y Él da la salida para que podamos soportar. Eso es 1 Corintios 10, del 12 al 13. Pero ahí resalta que, mira, aún cuando más firme piensas que estás... ¡Alerta! ¡Ten cuidado! Porque Satanás es muy astuto. Y cuando piensas que eres intocable, ahí es cuando te ataca y te pilla por donde no pensabas que era posible. Y por eso hay que mantenerse firmes ante las acechanzas del diablo. Ya hemos leído ahí 1 Pedro 5, del 8 al 9, donde nos menciona que es un adversario. Y que es como un león rugiente que anda alrededor buscando a quien devorar. Por eso hay que resistirle. Firmes en la fe. Firmes en la fe. Si no estamos firmes en la fe, pues entonces ¿cómo lo vamos a resistir? Eso es en 1 Pedro 5, del 8 al 9. viendo la importancia de estar firmes en la fe. Y por eso nos dice Efesios 6, versículo 10. Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza. O sea, ¿cómo podemos estar firmes en la fe? Es al fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza. No dependemos en nuestra fuerza, no dependemos en nuestras habilidades, no dependemos en nuestras victorias pasadas, no, no, no. Nos fortalecemos en el Señor. Y es algo que debemos hacer constantemente, todos los días. Efesios 6.13 dice, por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Si vemos esa seguridad de que podemos estar firmes, van contra las asechanzas del diablo. Podemos resistir con firmeza a Satanás. Pero lo esencial es que debemos de someternos primero delante de Dios. Humillarnos delante de Él. Y Él nos da su gracia para poder vencer. Para poder resistir al diablo. Y entonces el diablo huirá de vosotros. Nos dice aquí Santiago 4, versículo 7. Entonces vemos ese mandato, ¿no? ¡Someteos pues a Dios! Otro mandato. ¡Resistid al diablo! Y huirá de vosotros. Y entonces en versículo 8 vemos otro imperativo, ¿no? ¡Acercaos a Dios y Él se acercará a vosotros! Ahora, este versículo, realmente podemos ver el paralelo. En la primera parte del versículo 8 vemos el paralelo. de el mandato y la promesa, que hemos visto ya en versículo 7. Porque en versículo 7, vemos, dice, sometemos pues a Dios, dice, resistir al diablo, ahí vemos el mandato, y vemos la promesa, huirá de vosotros. Aquí en versículo 8, acercaos a Dios, vemos ese mandato, y entonces la promesa, y Él se acercará a vosotros. Es que Santiago lo que está haciendo es exhortar, hacer un llamado al arrepentimiento de los pecados y a la búsqueda de Dios, que realmente son aspectos de someterse. Cuando nos sometemos a Dios, nos vamos a acercar a Él, le vamos a buscar, le vamos a servir. Y aquí realmente está pidiendo arrepentimiento, acercados a Dios. ¿Por qué ha habido división o por qué se han alejado de Dios por su pecado? Se han alejado de Dios por su pecado. Entonces, como nos dice Isaías 59... Isaías 59, versículo 2, nos menciona que nuestro pecado nos separa de Dios. Crea un muro de separación. Isaías 59, 2. Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. Entonces, el pecado nos separa de Dios. Crea distancia entre nosotros y Dios. Eso es Isaías 59, versículo 2. Entonces, por ello, vemos este llamado al arrepentimiento. ¡Acercaos a Dios! ¡Acercaos a Dios! Y aquí está hablando de la restauración del creyente. No está hablando de la salvación de un impío. Porque aquí está hablando a los creyentes. Les está diciendo, mira, volver a Dios. O sea, os habéis apartado por vuestro pecado, habéis seguido las prácticas del mundo, necesitáis arrepentíos. Tenéis que arrepentiros. Les exhorta a volverse a Dios. Es como hacían los profetas del Antiguo Testamento. Como en Oseas 12, versículo 6. Dice, tú pues, vuélvete a tu Dios. Guarda misericordia y juicio, y en tu Dios confía siempre. Oseas 12, 6. Es ese llamado, esa exhortación a volver. Arrepiéntete de tu pecado. ¡Vuelve a Dios! Y cuando el pecador se arrepiente, cuando el creyente que ha pecado contra Dios se arrepiente y vuelve a Dios, Dios le recibe. Dios está dispuesto a recibirle. Es como la parábola del hijo pródigo, ¿no? El padre estaba preparado para recibir a su hijo. Estaba con esa expectativa en cuanto le vio inmediatamente, le recibió con manos abiertas, ¿no? Así es Dios para con nosotros. Dios está preparado para recibir a sus hijos, aquellos que se humillan y rechazan sus pecados y vuelven a Él. Nos dice 1 Juan 1 9, si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. O sea, él promete limpiarnos de toda maldad si confesamos nuestros pecados. Si nos arrepentimos genuinamente, eso es 1 Juan 1 9. En Isaías, capítulo 1, versículo 16, dice, ¡Lavaos y limpiaos! Quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos, dejad de hacer lo malo. Ahí vemos Isaías, inspirado por Dios, ahí pidiendo el arrepentimiento del pueblo. Eso es lo que está haciendo aquí. Está pidiendo arrepentimiento radical. Acercaos a Dios, esto es Santiago 4.8, acercaos a Dios y Él se acercará a vosotros. Si notáis, continúa el versículo y les llama pecadores, pero también dice vosotros los de doble ánimo, lo cual son maneras de llamarles que son chocantes, de la misma manera que les llamó en versículo 4, o almas adulteras. Está revelando su pecado. Han rechazado a Dios. Las prácticas que están demostrando no son de acuerdo al fruto del Espíritu. No son de acuerdo a la palabra de Dios, por eso deben de arrepentirse. Son pecadores. Y les llama pecadores para mostrarles la seriedad de su desviación. Se han desviado. En sus actitudes, en su conducta. No están caminando rectamente. Ese término pecadores se refiere a alguien que es rebelde a la voluntad de Dios. Y... Y... Vemos, les dice, limpiad las manos. Limpiad las manos. Está pidiendo que limpien sus conductas, ¿no? Las manos, ¿qué son? Herramientas que usamos para hacer cosas. Entonces, si las manos están sucias, Es que están... Aquí el texto está resaltando las manos como las herramientas, nuestros hechos, las cosas que hemos hecho con nuestras manos que están sucias por el pecado. Están manchadas por hacer lo malo. Entonces, ¿qué es lo que los pecadores tienen que hacer? Limpiar las manos. O sea, limpia tu conducta. Limpia. O sea, arrepiéntete de tus acciones, de tu conducta. Pero también dice, vosotros los de doble ánimo. Describe a los de doble ánimo para referirse a personas que son inconstantes en todos sus caminos. Los Díaz y Santiago 1.8. Inconstantes en todos sus caminos. Personas que titubean en su fe. Esa idea de doble ánimo es la idea de tener dos mentes. o de ser una persona inestable, que piensa un momento de una manera, piensa otra de otra manera, y al final es como nos metió a la escritura como una ola del mar, ¿no? Que va cambiando de momento a momento. Y es una persona que duda. Y es que por eso es inconstante en todos sus caminos, nos dice Santiago 1.8. Y es que Santiago les ha estado acusando de ser amigos del mundo, por eso les llamó anteriormente en versículo 4, o almas adúlteras. Dicen, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera pues que quiera ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios. ¿No? Son adúlteros espirituales, porque están siendo infieles a Dios. Y es que permitir que el mundo nos seduzca y distraiga de completa dedicación a Dios es tener las lealtades divididas. Es ser inestables espiritualmente. Y por eso aquí vemos este llamado a la limpieza, a la purificación. Por eso dice vosotros los de doble ánimo, esto es Santiago 4.8, ¡purificad vuestros corazones! Entonces, anteriormente ha dicho limpiad las manos, ahora dice purificad vuestros corazones. Esa idea de limpieza y pureza vienen de contextos sacerdotales del Antiguo Testamento donde para presentarse delante de Dios o para servir en su templo debían de arrepentirse, debían de limpiar sus manos, debían de limpiar sus corazones. No podían presentarse como estaban o como querían, no, debían de acercarse a Dios a la manera de Dios. Tienen que arrepentirse de su conducta exterior. Por eso limpiar las manos. Esas herramientas que es usado para tu conducta. Para arrepentirse de sus acciones interiores. Por eso menciona purificar vuestros corazones. Y es que hay necesidad de arrepentimiento exterior y arrepentimiento interior. ¿No? En las manos y en el corazón. Y es que las manos y el corazón señalan las acciones y la actitud. En Salmo 24, del 3 al 4, dice, ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón. El que no ha elevado su alma a cosas vanas ni jurado con engaño, ¿no? Y continúa ahí el Salmo, pero si notáis que Dios O sea, el que se acerca a Dios debe de limpiar su corazón, debe de limpiar sus manos. Y Dios se acerca a aquel que es de manos limpias, de corazón puro. Es que las manos puras hacen obras buenas. El corazón puro está completamente dedicado a Dios. No tiene lealtad dividida. Dios no tolera la lealtad dividida. Y es que alguien que tiene un corazón dividido no puede dedicarse a Dios con lealtad. Es inestable. Si Dios no es tu prioridad, pues entonces no vas a estar completamente dedicado a Él. Siempre va a haber otra cosa que te está tirando para un lado o para otro. Y es que no debes de tener un conflicto de amos. Nos dice Mateo 6, 24. Ninguno puede servir a dos señores. Porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Es como dicen, no puede haber dos caciques, ¿no? No puede haber dos jefes, tiene que haber un jefe. Y entonces, Dios debe ser la prioridad. El creyente debe de amar a Dios sobre todo. Por eso nos dice Deuteronomio 6, 5. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón. Eso implica una lealtad completa, una dedicación completa. No es un corazón dividido. Es un corazón completamente dedicado a Dios. Por eso dice, amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas. Eso es Deuteronomio 6, 5. ¡Con todo tu ser! Le amas. Él es tu prioridad. Estás completamente dedicado a Él. Eso es lo que Dios desea. O sea, Dios desea que le busques. Dios desea pureza. Dios desea dedicación estable. Y aquel que no está dispuesto a purificarse y a limpiarse, no está dispuesto a apartarse de la contaminación del pecado, la contaminación del mundo, no está buscando a Dios de todo corazón. Aquel que no se quiere apartar del mundo no está amando a Dios sobre todas las cosas. Aquel que quiere la bendición de Dios sin apartarse del mundo se está engañando. Porque Dios resiste a los sobrevivos y de gracia a los humildes. Entonces, por eso debemos de someternos delante de Él. Llegamos de acercarnos a Él. ¿Y cuál es el resultado? Él se acercará a nosotros. Pero tenemos que purificar nuestras manos, limpiar nuestras manos y purificar nuestros corazones. Debe de haber arrepentimiento genuino. Y cuando hay arrepentimiento genuino se demuestra. Por eso el versículo 9. Esto es Santiago 4, 9. ¡Afligíos! ¡Y lamentad! ¡Y llorad! vuestra risa se convierta en lloro y vuestro gozo en tristeza". O sea, podemos ver esos mandatos, ¿no? Apegíos, lamentad, llorad, ¿no? Que... que se convierta, ¿no? Convertir vuestra risa y vuestro gozo en lloro, en tristeza. Lo que está pidiendo es arrepentimiento genuino. Como hacían los profetas, en Joel 2, 12. Joel 2.12, por esto pues ahora dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón. Con ayuno y lloro y lamento. Eso es Joel 2, versículo 12. Como sabéis, yo trabajo con niños pequeños. Y a veces hay conflictos en la clase. Digo a veces, pero normalmente es casi todas las clases, ¿no? Hay alguna clase de conflicto. Y cuando un niño ha hecho daño a otro, a propósito, o quizás sin querer, se nota el arrepentimiento por su reacción. Algunos niños se ponen blancos. Otros niños empiezan a llorar. Realmente están arrepentidos. Se nota en su cuerpo que se sienten muy mal por lo que han hecho. que se dan cuenta de que se han pasado de la raya, o que realmente les han hecho daño, o que han hecho lo malo, ¿no? Se dan cuenta y se nota. Se nota en su cuerpo mismo que están arrepentidos. Y entonces, ¿qué es lo que reciben? Reciben gracia. Porque se han dado cuenta. Pero aquellos que dicen, yo no he sido, yo no he sido, o ha sido otro, pues entonces no reciben gracia, reciben resistencia. Pero el punto que quiero llegar es que el arrepentimiento genuino se nota. Te das cuenta cuando alguien se ha arrepentido porque no vuelve a hacer lo mismo. Si alguien te da un puñetazo y luego te dice, ah, lo siento, no debía haberte dado un puñetazo, ¿me perdonas? Le dices, sí. Y luego, inmediatamente te da otro puñetazo, eso significa que no se ha arrepentido, ¿no? Porque sus acciones no demuestran que realmente se ha arrepentido. Entonces, el arrepentimiento genuino se demuestra. Y por eso aquí, en Santiago 4.9 dice, afligíos, lamentad y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, vuestro gozo en tristeza. O sea, Santiago refuerza la importancia de tomar en serio el pecado y pide la muestra de arrepentimiento sincero. La expresión exterior debe corresponder con la actitud interior. O sea, debe de haber arrepentimiento genuino en el corazón, o sea, de dentro, pero se debe de demostrar de manera exterior. Y aquí, si notáis, está diciendo que debe de haber un cambio de conducta. Porque aquí menciona, vuestra risa se convierta en lloro. Vuestro gozo en tristeza. Ahora, en el Antiguo Testamento, la risa, comúnmente, era una señal de un necio. Una persona que se ríe de todo, jajajajaja, te he hecho daño, o te has caído, te he hecho tropezar, jajajajajaja, ¿no? Y constantemente están riéndose y jactándose y no toman nada en serio, ¿no? Viene una autoridad y dice, no hagas esto, tal, estas son las reglas, jajajajajaja, ¿no? Y se ríen de todo, porque son necios, no tienen ninguna clase de sabiduría. Y entonces, muestra a una persona que menosprecia la autoridad y menosprecia la idea de una vida recta. No le importan los valores, no le importan la moralidad, no le importan las reglas, la ley, etcétera. No importa a nadie, ¿eh? ¿Por qué? Porque es una persona orgullosa, es una persona necia, y piensa solo en sí mismo, y se jacta, jajaja, y se ríe. y una persona que se alegra de una vida de desempreno. Se alegra en una búsqueda de placer. Incluso nos dice Proverbios 10, 23. El hacer maldad es como una diversión al insensato. Eso es Proverbios 10, 23. O sea, el hacerlo malo es una diversión al malhechor, al necio. Disfrutan de ello. Y se ríen, y es como un grupo de jóvenes que se van contando, oye mira, me he salido con la mía. He hecho trampas en un examen y no han pillado. O, oye, ¿has visto? Le he robado la cartera a esa mujer y no se ha dado cuenta. Y se jactan, jajaja, wow, qué bien. Y se ríen, muestran su necedad. Y entonces, aquí lo que Santiago está diciendo, mira, esa jactancia, ese gozo, esa risa por haber hecho lo malo, Abandonarla. Abandonar vuestro pecado. Incluso Jesús mismo refleja esa misma idea cuando dice, Sí, ahora por su pecado se están riendo, pero llegará el día, el día de juicio, cuando van a lamentar, cuando van a llorar. Entonces, por ello Santiago está diciendo, mira, Mejor lamentar ahora que luego. Arrepiéntete ahora que luego. O sea, rápido, ¿no? Entonces, eso era... Acabo de mencionar Lucas 6.25, ¿no? Hay de vosotros los que ahora reís, porque lamentaréis y lloraréis. Eso es Lucas 6.25. Y aún Proverbios 10.23, que dice, hacer maldades como una diversión al insensato. Eso es lo que vemos aquí. que Santiago les está pidiendo que se arrepientan genuinamente, que se demuestren en su conducta, en la manera en que viven. Y es que una actitud de pocos cuidados es típica de alguien que es amigo del mundo. Refleja una actitud que ignora la realidad del juicio de Dios. El problema es que aún un creyente comprometido puede resbalar, puede pecar, o tener una actitud casual hacia el pecado. Quizás, al dar por hecho de que Dios es misericordioso y perdona. O sea, Dios es misericordioso, me va a perdonar mi pecado. Entonces, bueno, pues mira, vamos a hacer esto. Vamos a planearlo. Mira, voy a pecar y entonces rápidamente me voy a arrepentir. Entonces, todo va a estar bien. ¿No? Porque voy a estar perdonado. Y por ello, Pablo, En Romanos 6, del 1 al 2, dice, ¿qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abonde? Claro, Dios es un Dios lleno de gracia, pero eso, no debemos de jugar con ello, como que podemos manejar los planes y, bueno, Dios no me va a perdonar igual, entonces puedo vivir como me da la gana. Por eso en Romanos 6, 2, el apóstolo Pablo dice, ¡en ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? son romanos 6 del 1 al 2 y es que santiago aquí inspirado por dios deja claro que es necesario ver el pecado por lo que es no es una violación de la relación con dios el pecado es infracción de la ley nos dice primera de juan 3 4 todo aquel que comete pecado infringe también la ley pues el pecado es infracción de la ley Eso es 1ª de Juan 3, 4. O sea, pecar es romper la ley de Dios. Y debemos darnos cuenta de la seriedad de eso. Porque muchas veces no lo tomamos en serio. No tomamos en serio de que cuando tenemos una mala actitud, estamos rompiendo la ley de Dios. O cuando hacemos una mala acción, o decimos una mala palabra, una palabra fuera de lugar, o tenemos un mal pensamiento, etc. ¿Estamos pecando contra Dios? Estamos rompiendo la ley de Dios. Debemos de ver la seriedad de nuestro pecado. Y es que el gozo verdadero viene cuando afrontamos nuestro pecado, cuando nos humillamos, cuando nos arrepentimos y experimentamos el perdón de Dios. Ahí es cuando viene el gozo verdadero. Y por eso debemos de considerar nuestro corazón, escudriñar nuestro corazón con la palabra de Dios, preparar nuestro corazón para servir a Dios. Debemos de arrepentirnos genuinamente, humillarnos. Por eso termina aquí el texto en versículo 10 diciendo, humillaos delante del Señor y Él os exaltará. No, empieza de la misma manera, o sea, termina de la misma manera con la que empezó. No hay que someterse, hay que humillarse delante de Dios. Y aquí está pidiendo una humillación voluntaria. O sea, esto es sumisión. Esto no es que hay una vara detrás que te está pegando y te está humillando. No. Si no es... Date cuenta de tu pecado. Y te humillas. Tú mismo te humillas. Tú mismo te acercas a Dios, como nos dice el versículo 8. Acercaos, pues, a Dios. Tienes que poner de tu parte, tienes que reconocer tu pecado, tienes que humillarte y tienes que venir a los pies de Cristo y pedir clemencia, pedir misericordia. Es que si Dios da gracia al humilde, entonces debemos de humillarnos para disfrutar de su gracia. Pero para humillarnos es necesario reconocer nuestra pobreza espiritual. Tenemos que reconocer nuestra necesidad de la ayuda de Dios y tenemos que someternos a su voluntad para nuestras vidas. Y es que el arrepentimiento genuino trae resultados positivos. Porque aquí nos menciona humillados delante del Señor y Él los exaltará. O sea, te humillas delante de Dios te arrepientes de tu pecado, vives una vida de arrepentimiento y Él te exalta, ¿no? Dios exalta a aquellos que reconocen su posición delante de Él. Podemos pensar en esta parábola que Jesús enseñó, ahí en Lucas 18, del 9 al 14, dice, a unos que confiaban en sí mismos como justos, Y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola. Esto es Lucas 18, del 9 al 14. Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo. Y el otro, publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera. Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres. Ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano. hay uno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano". Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo, Dios, sé propicio a mi pecador. Os digo que éste, descendió a su casa justificado antes que el otro. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado, y el que se humilla será enaltecido". Eso es Lucas 18, del 9 al 14. Debemos de arrepentirnos de nuestros pecados, debemos de someternos delante de Dios. La victoria espiritual no es por nuestro esfuerzo, sino al entregarnos por completo al Señor. Él es quien nos da la victoria. Dios desea el corazón contrito y humillado. Nos dice Salmo 51, 17. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú o Dios. Eso es Salmo 51, versículo 17. Y por ello vemos aquí, volviendo aquí a Santiago 4, versículo 10, dice humillaos delante del Señor y Él os exaltará. Podemos pensar en Un malhechor que... que... o alguien que... que está delante de un monarca, un rey, ¿no?, que está sentado ahí para juzgar. Y... y está pidiendo clemencia. Sí. He robado la gallina. He robado el asno. Sí, he hecho lo malo. Misericordia. Misericordia. Y está postrado, arrepentido, y está pidiendo misericordia. y viene el rey y le muestra mis indicores y le perdona y le levanta y os podéis imaginar esa persona que ha sido perdonada como se levanta no se levanta triste se levanta liberado no con gozo, porque ha sido perdonado. Su maldad ha sido perdonada. Es la idea. Humillaos delante del Señor y Él os exaltará. Por ello, si has caído en pecado, humíllate, arrepiéntete. ¡Hay solución! Pero necesitas llenar los requisitos de Dios. Necesitas humillarte, arrepentirte, someterte a Él. En vez de enorgullecerte, humíllate. En vez de pensar que siempre estás en lo correcto, acepta consejo. En vez de ser una persona de doble ánimo, entrégate completamente al Señor. En vez de justificarte a ti mismo, deja que el Señor te purifique. Arrepiéntete genuinamente. Dios conoce tu corazón. Las apariencias no valen con Dios. Dios sabe todo sobre nosotros. y por ello debemos arrepentirnos. ¿Vives una vida sumisa delante de Dios? ¿Sometes todo a Dios? Vamos a terminar en oración.
¿Vives una vida sumisa delante de Dios?
Series Santiago
Sermon ID | 1112231712463443 |
Duration | 48:50 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | James 4:7-10 |
Language | Spanish |
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